La Cúspide Uránica - Enrique de Santiago

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LA CÚSPIDE URÁNICA Primera edición, Santiago de Chile, año de 2018 Dirección editorial: Enrique de Santiago Diseño y diagramación: Sebastián Riveros (Zebrah) Dirección de arte: Sebastián Riveros (Zebrah), Enrique de Santiago Imagen de portada: Enrique de Santiago Diseño de portada: Sebastián Riveros Herrera Asesoría editorial y corrección: Gustavo Bernal Registro de propiedad intelectual: 287771 Producción: Dharma Comunicaciones Ediciones Xaleshem Contacto: artedeenrique@yahoo.es Texto, poemas e imágenes: Enrique de Santiago

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La Cúspide Uránica

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El oído antiguo del ser “Que todo te suceda como la felicidad de un sueño; así sea” (Tradición oral mapuche) Se dice, que toda manifestación de vida proviene de una única fuente o emanación de causalidad, en el cual se circunscribe la historia de cada pequeño átomo dentro del universo. Desde las partículas subatómicas hasta las más gigantescas galaxias, en forma simultánea y precisa desde lo más ínfimo hasta la totalidad inmensa, son el “todo único”. De esta misma manera es que existe también una paradójica no-existencia, que se revela como una negación para concluir afirmándose como una dualidad que les permite a ambas sostenerse. La materia y el espíritu son parte de un todo interactivo, como el espacio entre los rayos de la rueda que le permite que gire y pueda ser y tener una función como tal, provocando en cada giro de su tránsito una temporalidad y una no-temporalidad, una suerte de “cuanto” que a simple vista se torna imperceptible. Lo mismo sucede con el universo - según se manifiesta en la mecánica cuántica - donde hay un lapsus en que se produce una no-existencia breve e imperceptible de la materia, hacia un no-universo tan o más prolongado que el nuestro. Ese mundo por descubrir es la fuente del verdadero progreso humano, y un camino apropiado para enderezar nuestras conductas individuales y colectivas. Un nuevo paso hacia adelante, aunque también se puede definir como un retomar los antiguos pasos borrados hace cinco siglos atrás por la conquista. Hay algunas formas claves en todo imaginario acerca de la creación, y en ese sentido, cada construcción de la cosmovisión – como la poesía de este libro - es una reseña arquetípica que se asoma desde nuestra memoria primordial, y en cuya manifestación 7


incluso, es posible encontrarse con cierta suerte de paradoja, donde lo mismo será a su vez lo diferente. Esta aproximación es una meta-contingencia, ya que un verso se puede expresar como una negación-afirmación, o de una similitud-disímil, en una misma relación lingüística. El fin del significante de una palabra, pasa a constituirse en otro nuevo y especular, de esta manera la metáfora ofrece una vía que permite reconstruir la relación del hombre con aquella otra realidad incierta y negada, y que al experimentarla deja de serlo. Todo acto de un ser humano dentro de un proceso creativo se asemeja a un naufragio, siendo una suerte de abandono del propio “ser” anterior, en pos de uno nuevo, donde cualquier forma de salvación pasa por aproximarse al conocimiento de lo ignorado. El vacío pre-embrionario es desconocido, la muerte también, entonces sólo nos queda una vida medible, temporal, un lugar de reclusión, donde todo es finitud. Es por eso, que en algún momento de nuestra existencia, es inevitable escudriñar desde dentro del ser, en su relación con aquello que es el no-ser, es decir, su relación con una supuesta trascendencia circular – uroboros (1) - o una unidad hasta ahora ignota. Según la tradición oral del pueblo mapuche “Los seres que dejaban el mundo visible, y habían alcanzado gran sabiduría, vivían en lugares más cercanos a la Wenumapu (2), y tras pasar cierto tiempo, y alcanzar la sabiduría total, se unían con los dioses grandes y pasaban a formar parte de ellos”. Según estos relatos cuando alguien fallece, su ánima no desaparece, sino que después de un largo sueño, comenzaba un tránsito por otros mun8


dos para después juntarse con los ancestros que habían partido y así reintegrarse al universo de una forma diferente. Estos espíritus podían en ocasiones volver y comunicarse con los vivos para aconsejarlos o reprenderlos en sueños. Para el pueblo mapuche, el ánima de cada uno, es parte de un todo primordial llamado Pu-Am, un ánima cósmica que puede estar en todo lo viviente o lo creado, desde ese Pu-Am cada uno de nosotros se separa y nace como su ínfima expresión –el Am - que es a su vez es el todo. Es por lo tanto importante reconocer todas las partes involucradas – lo holístico - en nuestra construcción como seres, y para eso es preciso tomar las enseñanzas anteriores, para adquirir el conocimiento de la magia que nos circunda, esa ánima que se revela en el espiritismo chamánico, poseedor de las llaves hacia los muchos planos ocultos. En este sentido, el libro La Cúspide Uránica, viaja a una de esas tantas zonas del no-ser, para describir las percepciones que suceden en el ejercicio de la mediumnidad, el delirio y el amor, aquellos tres estados que nos revelan nuestra naturaleza astral. Enrique de Santiago, febrero de 2018 1- Símbolo que muestra a un animal serpentiforme que engulle su propia cola y que conforma, con su cuerpo, una forma circular. El uroboros simboliza el ciclo eterno de las cosas. 2- La tierra de arriba, espacio sagrado e invisible donde habitan la familia divina, los espíritus del bien y los antepasados mapuche.

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La mediumnidad

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Movimientos nocturnos El viento solar acaricia los hombros del mundo mientras la luna danza bajo los ocĂŠanos con sus mareas de aguas extintas, olvidadas, calladas, como la mudez antes del principio, ese fin circular que besa el futuro, con el nombre del aparejo que trae el olvido, el cual no recuerdo.

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La nomenclatura del aire Y entonces abrió con su mano flamígera la tibieza que precede al ocaso y pronunció las palabras ocultas porque no debe haber temor en las profundidades cósmicas ni dudas, ni arrepentimientos sólo dejarse llevar por la deriva de los siglos y es así como se alejó dejándonos un puñado de poemas inconclusos como migas en el laberinto infinito del ser.

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Fototropismo astral De la beatitud que surge de la oscuridad abierta en la arteria mi ascenso y descenso bajo el puente de las notas doradas para estar araquidonoiletanolamidico (*) sin aspirar nada sólo he liberado la morfología encontrada en una fosa lumínica de un paseo matinal la que absorbí del aliento del dragón en su reposo tercero y último que es origen circular de tu nombre (*) Inmerso en araquidonoiletanolamida

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Fentrepu *

(*) A mucha distancia (de tiempo o espacio)

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Ánima onírica ¿Dónde habita el que sostiene el grial? Quizás en las estepas donde los arándanos son decapitados por la ventisca, o en la raíz clavada en el lodo que da vida y muerte, pero sólo el que se alienta perpendicular a los registros vernáculos huele la estadía de las piedras migratorias, y ve claramente la probóscide de cada gaviota anterior, y el nombre que el mar les asigna a cada una, él sabe cómo animan las nubes cada hueso de los tránsitos del ocaso, y que cada selva acoge a sus anélidos y no a otros donde cada lluvia selecciona las hojas, al igual que tu pelo recoge sus propios vientos, dejando tantos miles de vientos pasar entre nuestra lejanía.

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Levitación del número La voz antigua surgida de la separación de las aguas lo de arriba y lo de abajo como pálido amanecer del hombre sin la exhalación primordial vagando por la superficie en busca de una morada alta para despegar de la no-materia ese aliento creador del bosque sumergido bajo tu nombre con sus vástagos etéreos como plumajes mecidos por el viento con sus voces septentrionales olvidadas madre del deseo y de la rebeldía sobre una marea sanadora de la arcilla con esporádicas notas aladas y lágrimas de las oseras que dan olvido a la herida en el sueño.

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Bajo el signo de Fi Nada se acaba y todo termina para seguir dando giros en una espiral, al mando de los sueños vectoriales, que descansan en la luna que empina los estambres, como los nombres que he olvidado, el mío propio, y el nombre de mi destino, mis números anotados a un costado de mi cerebro, y mi aliento. Un conjuro sobre un sepulcro, y una incipiente letanía, como una hora mustia, música adecuada para estas horas, que dan paso a bailes debajo de las notas del cosmos, una vez más, como siempre, sobreviviendo, a la espera de la siguiente vuelta planetaria.

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Preguntas en Patolandia ¿Por qué hemos de seguir el nítido baile de la espora sin saber su razón esencial? ¿Dónde comienza la raíz del rayo que baja del delirio? Quizás las respuestas están en la oquedad dejada por la piedra arrojada o son nuestros propios motivos que nos hablan con una mudez singular y plural ¿Y quién sabe si habría que precipitar la sonrisa de la amada? Tal vez haya que aguardar en el centro del torrente aunque mucho se espera de las manifestaciones periféricas ya que contienen más hálito de libélulas desplomadas que sombras alzadas por la esperanza de ser acogidos. Así fui sepultando hebras en las tierras baldías pequeños señuelos que nunca encontrarás, al menos que caves los paisajes de las viñetas que se ocultan bajo los puntos descoloridos del offset allí había un mapa y un código dejado por mí cuando era un creyente en aquel tiempo en que habitaba el profundo propósito del rectángulo mientras temía que llegara el día de la perdida abriendo sus fauces inodoras e invisibles así pasó el tiempo sin mutar la textura que palidece 20


en época de florecimiento bajo la tierra bajo la hora que cercena la caricia más doliente y nítida que en síntesis es su propia espuma mutilada con su altar tanático que se aproxima dejando cenizas y una tos estrecha y débil como cuando ya no quedan rastros de perfume ni escenas que recordar.

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Eco-psico-ciclos La madre tierra busca el perfume de la redención y el hombre lejos en su abismo ausculta la noche para ganar objetos en el juego vacío del tener es cuando se nombra entre los rostros sin habla, así entonces las bodas alquímicas quedaron preparadas sin algún hallazgo para tus ojos abriendo las hojas del bosque que se precipitan lentas y a mis oídos llega el estruendo del beso terráqueo como un sonido para ser polvo ocre en la memoria solar en el fin de los tiempos y su principio circular con su misterio designado mientras se asesinan niños por hambre para seguir fabricando “Barbies”

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Curico *

(*) Agua oscura

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Lodo alquímico Y vi un paraje nuevo bajo el colmillo oxidado donde un pájaro hablaba en sánscrito omitiendo las tildes del miasma esa ave conocía toda putrefacción de la joya tan áspera como el beso de la amada ausente

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La curva develada del cuadrado Amo tu origen desde lo desconocido con ese particular aroma elíptico como un alerce que bajó desde una galaxia erudita allí entre los orígenes de la luz y la materia condensada hermana cercana del logos inmutable, ese que emboscaste con una saliva inusual en aquella nave indescifrable que se ocultaba con sus inversos mástiles en los piélagos sonámbulos al comienzo, en el despertar de los asombros de tantos días de tu destino sin saber ¿por qué? Sin notar que estabas vestida para mí y para siempre y que los maitenes anticiparon tu rostro en el follaje, lejos del pavimento inanimado que carga con tus largos pasos en la segura incerteza del sagrario cierto que se apaga y augura el olvido.

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Mínimo declive Así luce mi ocaso….alegre a pesar de las dudas y la sorpresa del público con su ínfimo réquiem, y su sereno canto de pájaros.

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Condena virtual Autoexiliada en tu país virtual no pudiste salir de ese diámetro electrónico sometido por esa peculiar escala de grises y entonces el vacío te llena.

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Antigua separaciรณn Es en esa escena del colmillo รกspero como pรกlido amanecer del hombre cuando la esfera es separada de su centro y nadie acude a observar lo primordial.

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La pluma especular Fui mecido por los vientos en ese territorio al que nadie llega porque ese lugar estaba dentro de mi delirio

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Fragor nocturnal Más allá del Xibalba el sueño con su vigilia un viaje a las entrañas de tu nombre con tu piel arcaica exudando el misterio y la luz de lo abisal oculto a las mareas cotidianas bajo el secreto de las Pléyades.

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Rumbos ocasionales Nada que observar del hombre.... por ahora sรณlo ver el vuelo de las aves que migran y el fototropismo negativo de ciertos vegetales

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Aproximaciรณn contemplativa La vida se fosiliza en escala de grises y no hay forma de hurgar en el lodo mientras pierdes elastina y atiendes los ruidos de la calle yo cultivo la decimoquinta huella de un miriรกpodo mi mayor fortuna es esa un templo miscelรกneo alado con su reuniรณn cardinal de la fe.

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Errante de la otredad A pesar de la condena vivió entre membranas oblicuas bebió del aliento lunar insistió en su deriva redobló sus pasiones y su insumisión. Quien habita en los contornos de los reinos inferiores ¿Conoce el nombre de la huella fibriforme?

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Compรกs primigenio El silencio amaranto vuelve a mecer la estrella y como la linfa silente buscas romper mรกs allรก de la cรกscara fundamental esa que alcanzaste a conocer de manera primigenia en las estancias dulces de la creencia.

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Un punto urbano paranoico Sabrรก ese hombre que en su calle hay una fuente desde donde manan delirios y que el aire se asemeja al que empuja los pรกjaros

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Revelaciones tempranas Bajé a los infiernos para abrazar tu silencio que era portador del verbo que dio origen a las vértebras cósmicas allí me esperaba un escarabajo sabio quien desnudó la nomenclatura del óxido de las raíces así nadie sabrá dónde estaré el día de mañana mientras me oculto de la geometría lógica de los funcionarios.

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La sombra del espasmo

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La verticalidad sorprendida El aliento creador del bosque sumergido bajo tu nombre con sus vástagos etéreos con un plumaje mecido por el viento en sus voces septentrionales olvidadas madre del deseo y la rebeldía marea sanadora de la arcilla en esporádicas notas aladas con lágrimas de las oseras que dan olvido a la herida en el sueño.

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La observada en su centro La observada se desliza por la pared lunar dejando sus intentos de desplegar las alas breves y extensas y entonces la pupila te busca para registrar tu silueta que absorbió la noche es cuando suben tus recuerdos que dejaste sobre adoquines pasados adheridos a la curvatura de la tierra y frenando tus anhelos sobre la extensión oceánica, ese vuelo que se desprende de la risa para elevarse sobre la ciudad que se oculta de sí misma, la que todos niegan pero necesitan a tantos kilómetros de la dulce estancia donde sesea la promesa esa que mece la órbita selenita con su calesa plateada dibujada por los ojos de los niños como sólo ellos saben hacerlo con el corazón del universo.

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Decimoquinta sombra En este instante final del hilo hablo de tus milagros, suerte irrepetible, como lo extraño de un eclipse en las mareas abisales, como cardúmenes fantasmales que se aproximan en los desiertos de la dolencia apelando a las correcciones tardías, como lo hicieron durante millones de años, esas pupilas que tiene el musgo para seleccionar las precisas humedades, en eso pongo mi esperanza, solamente en lo que encuentres frente a tu mirada, y soy el que lee en las borrascas, el que camina en tus rumbos, el que despide caninos ante los que te ofenden, y el que sana tus heridas.

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Centrifuga memoria El ciclo eterno que mueve las almas bajo las montañas y las raíces del fuego donde surge el resplandor del ojo insomne que abre el magma del secreto y barre los dolores del sol que arde, pues si supieras cuando silba el ave invisible verías lo que esconde mi palabra impronunciable desde el abismo lunar ya que es hija del follaje etérico que la oculta, razón cierta del océano astral y su barca que a veces es mi navío abrazado por la tormenta y por la brisa, ambas provienen del mismo principio, el de los contrarios, como yo y ustedes, como tú antes de tu estrella que era vapor de sílice bajo el negro designio con su hora subterránea.

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Hallazgo de un fósil gaseoso Como brisa temprana de los bosques surge certificando su completa conjunción asomada hablando de vez en cuando con los muertos para indagar de tus pasos absorbidos por el aliento del olvido aproximando cada molécula inestable que huela a esa incertidumbre otoñal con todos y cada uno de sus algoritmos fugaces y su incontenible infinitud de posibilidades que deja rastros olvidados de mi antigua calle Una figura rompe la explanada geométrica, una vez más, como cada día, ella trae noticias desde lo profundo, con signos que difícilmente ordeno o manejo, y que solo acuden en forma espontánea, como siempre ha sucedido, de manera premeditada, como antaño, cuando niño, antes que se adelgazaran los glaciales, cuando sentía los chasquidos de los grillos, en otras primaveras, y me sumía en la fábula temprana, que decía que toda acción, suponía traer una moraleja. y heme aquí, aun aguardando la mía. 42


Exponenciar el azar

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El amor

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El deseo aproximado Cuando me hundo en las fauces del delirio sin reposo insistente pero arrĂ­tmico como si la vida se extinguiera entonces me imagino simultĂĄneo sobre tu superficie barnizada por el deseo cuando tu piel es una suerte de bio-luminiscencia que brilla bajo el influjo del hechizo.

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El vacío postrero ¿Cómo rehuir entonces esto? Dictan las nubes sin beneplácito y sin misericordia ¡No hay caso es tarde! ¡Abandona estos versos! Replica la severa bandada de espacios vacíos, y los brazos abatidos saben de aquello de eso que les falta, del intento inútil frente al destino eriazo, pues no cruza tu silueta oblicua la ventana ni desciendes en la esquina anterior, donde te aguardaba.

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Urgencia anónima Soy el hombre que almaceno, el que rescata los olores del principio, y las cosas que perdí tanto en la vida como en el éter, antes de ser la suma de todas estas moléculas, cuando como tú, éramos silenciosa multitud.

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Calendario celeste Antes de saber del cielo y de los dioses ella surgió desde un principio domando los acordes del silencio, ya que conoce la llave arcana para amar en un bosque dormido y así rozar las voces perpendiculares de las hojas que surgen del carbonífero pues sabe cómo ofrecer el vientre para engendrar al mundo.

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Küpan eimi duam Por tu amor he venido (Traducción del Mapudungun) Ella canta el sonido leve de la tierra durante siglos ha sido de esta manera extrayendo la silaba sagrada del canelo en el crepitar hondo del kultrún* de manos ásperas de arcilla que tejen el chamal del color oscuro del inframundo en la noche olvidada cuando silbó la primera lechuza a los oídos del alma del cielo bajo nubes penitentes que cogían el nitrógeno y las ánimas de las sementeras.

(Tambor ceremonial mapuche)

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Registro primordial La levedad de tu pupila me enseñó a mirar más allá hacia ese lugar donde nos comprendemos una estancia donde el vacío es plenitud habiendo suficiente espacio para rozar tu pelo.

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Las horas del soplo áureo Juntabas los arcos, y entre las columnas prometidas bajabas al reposo, Galatea puntual y diligente, desplegando tu pelo abrigado de otros astros en la almohada húmeda del bosque, bajo los silencios nocturnales dando espacios a los anhelos, donde cuidabas los aparejos que nombraste, con la mirada nómade del equinoccio y sumergida en tu láctea desdicha con el corazón del universo.

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La espera Acérrima y áurea similitud entre la muerte y la ausencia ese extraño oráculo de quirópteros dibujando vuelos espurios en la oscuridad muy lejos de donde se hallaba un beso y tan equidistante como el olvido de la suerte primera del hierofante pues soy un caído del árbol del bien y del mal asomado como un infante con la mirada del primer hallazgo de aquella cima pálida que asediaba el rosado néctar con mi sortilegio que avanza cerca de las flores que rozan tu cuerpo y que alcanza para soñar a veces y dependiendo del ánimo Amicule, deliciae, num is sum qui mentiar tibi? (Amor, delicia, crees que te mentiría?)

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El anhelo logarítmico Desde la oceánica densidad del beso de Urano ella trajo la humedad que se precipita por sus piernas albas y largas como pilares de un refugio del sueño y entonces el amante furtivo se acercó despacio y silente para beber el misterio de sus números 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610, 987, 1597, 2584, 4181, 6765, 10946

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Flammae mensurabilis La plenitud del piélago se va a manifestar cuando el poeta lea las señales para bañar tus costas ¿Existe aún ese amor que es sólo mensurable por los dioses? aquel que era en blanco y negro y que abandonado tras un teatro de opacidades fue mudo testigo de la última flama sagitaria. Entonces una forma entra en el antro inconcluso, ella es la sombra del asedio consensuado, la mustia moraleja de los perdedores, que vaticinan el siguiente riesgo social. Pese a la áspera incertidumbre del algoritmo aquella noche nuestro egregor nocturnal ascendió hasta la cúspide uránica mientras tus ojos buscaban el sentido primigenio de la semilla depositada en la raíz de tu nombre con su forma iridiscente e inmarcesible una suerte de luna de fuego seduciendo el hielo óseo del silencio.

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El instante lacustre Una mañana lluviosa humedece la semilla subyacente, aquí, mi pelo dibuja sonatas al frío y recojo melodías con mis dedos, son las piedras que aproximan notas a mi espalda, bajo las nubes que subliman el cielo, rasgando el aire al abrirse paso para no verlas más, como las ephimeras que surgen del capullo, cuando cruje leve la vida, instante en que sólo escucha los secretos del humedal para no conocer la noche, ni contemplar el sueño, sólo el asedio del deseo, mientras cunde el amor lacustre, aquel que vela por los ciclos. los breves y los largos, ¿Para qué? ¿Para sostener una vida que al nacer comienza a morir? ya que respiras y oxidas las horas, para hinchar la vida y alcanzar la muerte, y así rendir honores a la certeza del ocaso ¿tienes respuestas para estos misterios? ¿O bajarás al sepulcro solo llevando lápiz labial?

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Índice

Prólogo Movimientos nocturnos La nomenclatura del aire Fototropismo astral Fentrepu Ánima onírica Levitación del número Bajo el signo de Fi Preguntas en Patolandia Eco-psico-ciclos Curico Lodo alquímico La curva develada del cuadrado Mínimo declive Condena virtual Antigua separación La pluma especular Fragor nocturnal Rumbos ocasionales Aproximación contemplativa Errante de la otredad Compás primigenio Un punto urbano paranoico Revelaciones tempranas La sombra del espasmo La verticalidad sorprendida La observada en su centro

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Decimoquinta sombra Centrifuga memoria Hallazgo de un fósil gaseoso Exponenciar el azar El deseo aproximado El vacío postrero Urgencia anónima Calendario celeste Küpan eimi duam Registro primordial Las horas del soplo áureo La espera El anhelo logarítmico Flammae mensurabilis El instante lacustre

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40 41 42 43 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57


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