Año 76 Nº 4119 - Marzo 1 de 2015 2° Domingo de Cuaresma - Ciclo B - Color Morado
como Moisés, intermediario entre Dios y el pueblo, y a Elías, símbolo de la profecía (Servicio a la Palabra) en Israel, que en cierto modo confirman a Jesús en su misión. Pero también debemos tener en cuenta la voz que se escucha desde la nube.
En la presencia de Dios
Presencia y Palabra que se manifiestan, tanto en la Ley (Moisés) como el espíritu del genuino profetismo (Elías), llegan a su efectivo cumplimiento con el beneplácito del Padre. Jesús al que revela es al mismo Dios Padre, y por eso mismo nos indica cual debe ser la actitud del discípulo, la escucha atenta y abierta.
La persona de Jesús, su vida, su obra, son el camino, la vía de acceso hacia la total transformación de la persona, de la sociedad y de la humanidad entera. Esa transformación no la buscaba Jesús al margen de las expectativas de su generación, ni al margen de lo que en el judaísmo sustentaba tales expectativas.
Los discípulos vieron a Jesús nada más. A su maestro lo conocen como el Cristo, el Hijo de Dios, y por consiguiente, se les invita a ver a Jesús bajo una nueva realidad. Escuchar a Jesús, en esta revelación de filiación se ambienta en un preludio de momentos muy duros que se perfilan en el horizonte, después de los cuales se manifestará la gloria del Para entender bien el mensaje de Señor. Nos corresponde escuchar al hoy, debemos ahondar en el simbo- maestro, y ser partícipes del misterio lismo que hay detrás de personajes pascual que pronto celebraremos.
«Este es mi Hijo amado»