Año 76 Nº 4117 - 15 de Febrero de 2015 6º Domingo ordinario - Ciclo B - Color Verde
El Sanado es evangelizador La lepra era en la antigüedad no sólo un problema de salud o de higiene, sino una auténtica maldición. Y el problema no era sólo la enfermedad. El rechazo, la marginación y las absurdas leyes que recaían sobre el enfermo hacían aún más lamentable su condición. El desprecio llegaba a tal extremo que no se le permitía al leproso ni siquiera el consuelo de un cuidado personal de su higiene. A esto se sumaba, el hecho de que muchas de las enfermedades de la piel que no eran lepra, eran consideradas como tal y eran causa de segregación y de condena. Jesús desafía abiertamente esta actitud y se acerca a los leprosos. La curación del leproso subyace una confesión de la fe bíblica: “Todo es posible para Dios y nos abandonamos en Él”, y la compasión de Jesús recoge una captación profunda por la situación del enfermo. El Hijo de Dios movido por la misericordia se identifica con la realidad del leproso, y con sus palabras transmite el poder de Dios: “Quiero, queda limpio”.
En la actualidad existen muchos comportamientos, enfermedades y estilos de vida que son causa de rechazo, recelo y desprecio. Pero no tienen que ver con el valor de la persona, ni con su dignidad, sino únicamente con los prejuicios culturales, sociales y religiosos. Jesús nos invita a romper estas barreras e ir al encuentro de las personas para valorarlas por lo que son: seres humanos como nosotros. El mismo ex-leproso rompe con esas barreras, divulgando la noticia de su curación, y es evangelizador ya que lleva a otros a donde Jesús, su anuncio es testimonial e incluyente.
«Le desapareció la lepra y quedó limpio»