Año 76 Nº 4120- 8 de Marzo de 2015 3º Domingo de Cuaresma - Ciclo B - Color Morado
Una casa de oración El Evangelio de hoy narra la expulsión de los mercaderes del Templo; un asunto problemático para Jesús; pero que no radicaba para Él en la venta de animales de sacrificio, sino en el hecho de que un espacio destinado para las manifestaciones religiosas se hubiera convertido en escenario de abusos y robos. De hecho, las ofrendas vegetales y animales se vendían a los peregrinos a precios realmente exorbitantes. Además, el Templo de Jerusalén fue reconstruido por Herodes el Grande con el fin de tapar con una acción portentosa todos los crímenes que había cometido, entre ellos, el asesinato de su esposa, sus los hijos y hasta de sus propios hermanos. Jesús, entonces, tenía más de un motivo para protestar por las fechorías de las autoridades del Templo y por los motivos que estaban al origen de la reconstrucción de esa magnífica edificación.
Jesús insiste que la finalidad del Templo es la oración, entendida como posibilidad de diálogo con el Señor en un ambiente de paz y armonía. Pero esto era bien difícil porque el ambiente del Templo se parecía más al de un mercado en una plaza pública que a un lugar de recogimiento y meditación. En otras palabras, era una estructura económica que utilizaba el Templo como máscara para darle culto a Mamón (dios dinero). El templo, entonces, no cumplía con la finalidad para la que había sido construido desde la época de Salomón. Por esta razón, Jesús invita a darle culto a Dios en «espíritu y verdad», prescindiendo de las construcciones y de los rituales complicados e inútiles. Jesús busca mostrar un Dios cercano que acompaña al pueblo generándole vida, y por consiguiente rechaza cualquier clase de esclavitud y opresión justificada en nombre de su Padre Dios.
«Destruyan este templo y en tres días lo levantaré»