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Perfil -Diego ¨Dieguisimo¨ Vallenilla

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LAGUNITA • PERFIL

Diego,

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“Dieguísimo” en imágenes

En la bio de su cuenta @dieguisimo, en Instagram, se defne como, “Un venezolano viviendo en Venezuela”. Su popularidad se disparó con su campaña ¿Qué quisieras?, resuelta en una breve frase y una determinante fotografía. Hoy, lo conoceremos más

Diego Vallenilla es abogado de profesión, pero un enamorado de la imagen, que adoptó el ofcio de fotógrafo como su pasión principal, y hoy su trabajo se concentra en la fotografía documental, sociales y fotografía producto. Sus estampas en las redes sociales revelan la mirada de un entusiasta por nuestra naturaleza, el impacto de nuestra luminosidad y los colores diáfanos y brillantes que caracterizan nuestro entorno. Foto: Leo Aldana mor. Venezolano con arraigo, buen ciudadano y con sensibilidad social. Me gusta la playa, los viajes, conocer lugares y compartir historias a través de la fotografía. Valoro la familia y los buenos amigos. ¿Qué le apasiona de su profesión y por qué? –Me apasiona la fotografía como excusa para conocer lugares y personas. La fotografía como una herramienta de comunicación, y como un medio para visibilizar y darle voz a historias que, quizás, nunca iban a ser contadas. ¿Se ha “peleado” alguna vez con su ofcio? –Me peleo con mi ofcio cada vez que veo los precios de las cámaras, luces y otros equipos. Es un ofcio bonito, pero costoso. Por lo general, son peleas cortas. ¿Cuál diría que es el acontecimiento que caracteriza al siglo XXI? –La llegada de las redes sociales como medio masivo e inmediato de comunicación, los atentados del 11-09 de 2001, en Nueva York, y la pandemia del Covid-19. ¿Cuál es el lugar preferido para descansar? –La playa, que además es el mejor lugar para gozar y pasarla bien.

¿Cuál es el sitio en dónde se puede inspirar mejor? –Te diría que en la playa, pero la verdad es que la inspiración llega en cualquier lugar cuando menos lo espero. Por ejemplo, caminar o subir al Ávila por Sabas Nieves me pone a pensar en muchas ideas. ¿Qué le conmueve? ¿Qué le hace reír? –Me conmueve la sencillez, la gente que conserva la ingenuidad de la infancia. Tengo unos amigos que me hacen reír con buenas ocurrencias. Los mismos chistes y cuentos desde la universidad. Una de mis hermanas también tiene un sentido del humor que me agrada, una chispa que me hace reír. Ahora que lo pienso bien, las películas cómicas no me hacen reír mucho, tampoco esos comediantes que imitan mujeres con franelas en la cabeza, que va. Un gusto culposo –Hay un gusto medio extraño que adquirí en la época del colegio, cuando llegaba a mi casa: arroz con cambur. Me lo comía cuando me sentaba solo en la mesa. Si el arroz no está tan caliente ¡mucho mejor! Todavía conservo el gusto por esa “exquisitez”. ¿Cuál es su hora preferida del día? –Te iba a responder que el amanecer, el día apenas comenzando. Pero mejor me quedo con las 4-5 de la tarde, que es un momento tan agradable. Va terminando el día, comienza el atardecer. Además, ese momento del día tiene una luz muy especial para la fotografía. Si es viernes o sábado, mejor aún. Y si estoy en la playa, ni se diga. ¿Algún suceso ha cambiado su vida? ¿Cómo la cambió? –La transición del derecho a la fotografía cambió mi estilo de vida, mi horario, la gente con la que me relaciono. Hasta la ropa que uso me cambió. Ha sido un cambio interesante… ¿Se sabe la letra de una canción completa? –Posiblemente tenga que inventar algunas estrofas para completarla. ¿Hay algún personaje que le gustaría emular? –Muchos personajes que admiro. Por emular, creo que ninguno. Su familia es: –Mi familia es gente muy normal. Todos con buena actitud, buen carácter y sentido del humor. Gozamos y nos disfrutamos mucho. Además, somos unos afortunados de estar casi todos aquí en Venezuela. Una bendición que valoro mucho en estos tiempos de diáspora. ¿Cuál es su receta favorita? ¿La ha preparado alguna vez? ¿En dónde y quién la prepara mejor? -Soy malo cocinando. Es un tema eso de la candela. Si la pongo alta, se me quema. Si la pongo baja, puedo pasar tres días esperando que la comida esté lista. Me gusta mucho la sazón de María, que es parte de nuestra familia. El sabor de su comida me traslada a los días felices de la infancia y la adolescencia. Me gusta la carne mechada, el asado negro con arroz y la polvorosa de pollo también me gusta. ¿Quién diría que es la persona que mejor le conoce? –Mi queridísima amiga María Celina Frías. Estudiamos los cinco años de la carrera de Derecho. Éramos panas de rumbas y de estudio. Luego trabajamos juntos como abogados durante varios años, en dos lugares distintos. Y desde hace cinco años somos socios en Porai, una tienda de diseño venezolano. Una relación intensa, me regaña más que a su marido. ¿De dónde surge el sobrenombre Dieguísimo? –Nadie me lo había preguntado antes. Hace varios años, uno de mis sobrinos con apenas 5 años, comenzó a decirme tío Dieguisimo. Recuerdo perfecto ese día. A mi me gustó mucho por lo sorpresivo y espontáneo. A los días, su hermano me dijo que si él también podía llamarme de la misma manera. Desde ese día, los sobrinos que nacieron después y algunos hijos de amigos me llaman tío Dieguisimo. Cuando abrí instagram, el user @diego ya estaba ocupado y no quería números ni caracteres que acompañaran el nombre. En mi búsqueda, conseguí @dieguisimo libre y listo, ¡hasta el sol de hoy! ¿De qué trató el proyecto Qué quisieras? –A través de esta propuesta, quería dejar un registro fresco y ligero sobre la cuarentena. Quise buscar los deseos más humanos de la gente en confnamiento, aquellos anhelos que nos conectan con actividades muy sencillas que hoy extrañamos y quizás antes no valorábamos tanto. El proyecto es un registro de cuando la cotidianidad se nos convirtió en un deseo. Si Venezuela fuera una persona, ¿qué le obsequiaría? –Si fuera una persona, te diría que le regalaría un arma para que se defenda de tanta gente chimba que le está haciendo daño, desde políticos con altos cargos, hasta personajes menos conocidos que han participado en guisos que han desangrado al país. Pero como no soy violento, ni creo en la violencia, mejor le regalo capacidad de discernir para identifcar quién la quiere de verdad y quien le va a hacer daño. Luego le pagaría unos buenos médicos, un psicólogo, un gimnasio y un spa para que se recupere de tanto maltrato.

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