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Reconocemos, agradecemos, y valoramos la misión DE LA MUJER EN LA IGLESIA

El 8 de marzo se celebra el día internacional de la mujer, ocasión para recordar a aquellas mujeres que lucharon por la reivindicación de sus derechos, por la igualdad de género, por los derechos laborales igualitarios y la posibilidad de un desarrollo social justo para todas las mujeres del mundo.

Queremos aprovechar esta edición de la revista Evangelizar para hacer un homenaje y reconocimiento a las mujeres, de modo particular a aquellas involucradas en el trabajo evangelizador de nuestras comunidades e instituciones.

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El libro del Génesis nos recuerda que la creación del hombre y la mujer fue obra de las manos del Creador: “Creó Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó” (Gen 1, 27), iguales en dignidad, diferentes en sexo.

En los evangelios encontramos el papel preponderante que tiene la mujer en la vida y el ministerio de Jesús, desde aquella que en la primera hora de la historia del Nuevo Testamento dijo que sí, María, e hizo posible que se encarnara en su vientre el hijo de Dios, como afirma el apóstol Pablo “Cuando se cumplió el tiempo envío Dios a su hijo nacido de una mujer” (Gal 4, 4).

Además, los evangelios mencionan varias mujeres que se encontraron con Jesús, y se beneficiaron de su palabra, ministerio y misericordia. El evangelista san Lucas nos cuenta que le acompañaban algunas mujeres y le ayudaban con sus bienes ((Lc 8, 3), no solo a Él, sino también a la comunidad cristiana naciente.

El documento de trabajo para la etapa continental del sínodo, que recoge la síntesis de cada país, refiriéndose al papel de la mujer en la Iglesia ha expresado: “la Iglesia se enfrenta a dos retos relacionados: las mujeres siguen siendo la mayoría de quienes asisten a la liturgia y participan en las actividades, los hombres son una minoría; sin embargo, la mayoría de las funciones de toma de decisiones y de gobierno están en manos de los hombres. Está claro que la Iglesia debe encontrar formas de atraer a los hombres a una participación más activa en la Iglesia y permitir que las mujeres lo hagan más plenamente en todos los niveles de la vida eclesiástica”. (Documento de trabajo para la etapa continental 61).

Como Iglesia diocesana, queremos agradecer, reconocer y valorar el papel de la mujer en la sociedad y en las comunidades parroquiales. Es invaluable el bien que nos han hecho tantas mujeres que, desde los servicios humildes, han ayudado a levantar templos con su trabajo material. Cómo no reconocer la obra educativa de muchas mujeres, el acompañamiento a grupos y pequeñas comunidades, el servicio en la catequesis, y otras vinculadas a voluntariados. Reconocemos el papel que ocupan en cada hogar las madres, acompañando el crecimiento y desarrollo de sus hijos y valoramos la misión y aporte que las religiosas hacen a la Iglesia.

Como escribía San Juan Pablo II “estamos invitados a un agradecimiento concreto y directo a las mujeres, a cada mujer, por lo que representan en la vida de la humanidad” (Carta a las mujeres 29 de junio 1995).

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