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ORIGEN Y NATURALEZA
Por: Pbro. Jesús Antonio Ocampo Muñoz Formador Seminario Nacional Cristo Sacerdote
En la tradición cristiana los evangelios han gozado de predilección, ya que representan el núcleo esencial sobre la vida de Jesucristo y su mensaje. A pesar de la amplia difusión y de la utilización en todos los campos de la vida eclesial, es necesario preguntarnos: ¿Cuál es la verdadera naturaleza de los evangelios? ¿Son proclamaciones misioneras, informes históricos o compilaciones de textos? No nos dicen nada sobre la identidad de sus autores ni sobre sus primeros destinatarios. La misma existencia de tres evangelios que refieren los mismos hechos nos hacen pensar en un fenómeno literario singular; tienen entre sí, semejanzas palpables, pero no podemos afirmar que sean solamente copias unos de los otros.
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Los evangelios son composiciones anónimas surgidas entre los años 65-90 y que fueron reunidas en una colección alrededor del año 125, cuyos títulos les fueron añadidos en el momento de la recopilación final y constaban de dos palabras: la preposición según (Κ aτà) más el nombre del evangelista. La asociación de cada obra con un nombre procedía de tradiciones antiguas.
Etimológicamente evangelio proviene del griego: Eu = bueno; y de aggelia = noticia: “Buena noticia”. Se usaba mucho antes de que los cuatro evangelios fueran redactados. Las cartas de San Pablo, precedentes a los cuatro evangelios, hablan con frecuencia de este término. Además del vocablo evangelio, encontramos en el A.T una raíz que traduce evangelizar: biser. Esta raíz conlleva el sentido de alegría, cuando habla de buenas noticias.