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Con Voz Propia

CON VOZ PROPIA

MANUEL BÉJAR PRADO Así que se le dedica mucho tiempo y atención por parte de los medios de comunicación. No debemos olvidar que estos últimos juegan un papel crucial en las sociedades contemporáneas tanto en lacreación de opinión como en la producción de realidades y de prestigio social.

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Diplomado en Magisterio (Educación Física) Licenciado en Antropología Social y Cultural. Maestro Funcionario de carrera de Educación Primaria desde 2007 Jefe de Estudios Delegado (curso 2007-2008). Dirección de Sección de Educación de Adultos en La Candelaria de Brenes, Sevilla. Secretario de 2009 a 2017 Secretario del CEIP Purísima Concepción de La Algaba, Sevilla. Director desde el curso 2017-2018 Director del CEIP Purísima Concepción de La Algaba, Sevilla. Formador del CEP de Sevilla (ESCUELA TIC 2.0) Componente Grupo SEJ-377 del Plan Andaluz de Investigación de la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía. Grupo de Investigación: “Cultura, Ecología y Desarrollo de Pequeños Territorios" (GICED) de la Universidad de Sevilla.

Cada día en los medios de comunicación encontramos noticias, artículos, opiniones y polémicas en torno a la Educación. De hecho, la mayoría, por no decir todos, de estos medios tienen su propia sección de Educación. Se dedican ingentes esfuerzos a contar, supuestamente, qué ocurre, cómo es, qué funciones asume o a cuestionar los resultados del Sistema Educativo. Así se conforma una variopinta suerte de pareceres desprovistos de todo rigor, criterio o juicio proveniente de todos los rincones de nuestra sociedad.

La educación es un sector de especial interés social y fuertemente referenciado en la opinión pública. Es un espacio público de extrema relevancia, dada la determinación que ejerce sobre el futuro de toda nuestra sociedad y de su más reciente descubrimiento como nicho de mercado y de negocios. Pero de todas esas horas de radio, de esos ríos de tinta, de ese tiempo carísimo de televisión, casi ninguno está protagonizado por profesionales de la educación. Profesionales de los que están en el día a día con el alumnado. Muchas monografías escritas por teóricos de despacho, muchas investigaciones desde atalayas universitarias y muchas opiniones de tertulianos especialistas en todo. Salvo algún artículo firmado, muy valioso y honroso, de algún inspector más interesado por la educación que por la burocracia que esta genera, apenas encontramos la voz de los profesionales ahí fuera. Pero ya no solo esto, sino que ni siquiera se alude o recoge las valoraciones de estos profesionales de la educación. El número de artículos y referencias sobre Educación, fuera de los ambientes especializados, que están realizados por docentes o que simplemente recogen su opinión es casi inexistente. Ni siquiera aparece la privilegiada visión que los Equipos Directivos de los centros tienen del Sistema Educativo y de la Educación, por la posición estratégica que tienen y que les permite tener una mirada global del este. La irrelevancia en la opinión pública del saber, la cualificación y la excelente formación que los docentes tienen sobre su propio ámbito es manifiesta y sangrante.

Si dejamos que los demás hablen por nosotros nunca se escuchará nuestra voz. No podemos permitir que se siga generando opinión sobre nuestro sector sin contar con nosotros.

Tenemos que generar una imagen pública de relevancia. Revelarnos como el referente de prestigio que somos. Debemos conseguir que cuando aparezca la palabra Educación primero todos miren hacia sus profesionales y después, si es necesario, a otros interlocutores. Cada vez que surja una duda, una polémica o una cuestión relacionada con la Educación de-

bemos ser autoridad. Deben mirar hacia nosotros antes que hacia nadie. Tenemos que tener voz propia.

Esto no quiere decir que como institución pública que somos no estemos sujeto a los mecanismos de control democráticamente establecidos. Debemos estar abiertos y receptivos a la opinión y al debate público. Pero, al menos nosotros, debemos tener muy claro lo que en nuestro sector debe ser susceptible de ser opinable y lo que es puramente profesional, y como tal debe corresponderle a los profesionales formados y cualificados a tal efecto. Se debe plantear socialmente cómo queremos que sea la Educación, cuánto queremos que se dedique de los presupuestos públicos, qué funciones o atribuciones, en función de sus recursos, debe tener… pero las cuestiones internas de la profesión no son susceptibles de opinión, debate o polémica. En lo relativo a conocimientos teóricos, tecnológicos y práxicos de la enseñanza los únicos que debemos ser preguntados y aportar luz somos los profesionales. En el resto de cuestiones también, por nuestra doble condición de conocedores directos del sector y ciudadanos contribuyentes.

No debemos olvidar que en Educación tenemos aspectos que son puramente técnicocientíficos que están vinculados, indisolublemente, con la formación y la cualificación de los profesionales que la desarrollan y otros que por ser una institución pública y democrática estamos sujetos a lo que la sociedad determine, eso sí, dentro de las posibilidades que los recursos disponibles nos permitan.

La sociedad ha aprendido, y con muy poca didáctica y pedagogía, podríamos decir, sobre factura de la luz, cotizaciones de bolsa, inmunología, fondo de pensiones y de inversiones, diferenciales hipotecarios e intereses… pero no hemos sido capaces de hacer llegar y hacer entender a la sociedad nuestra labor real, nuestra terminología, nuestra dedicación, nuestro cuidado a intangibles no académicos tan importantes para el futuro denuestros alumnos y nuestra sociedad como lo curricular, nuestra capacidad de crear, para algunos, los únicos entornos seguros y acogedores que por desgracia conocen, nuestra predisposición a escuchar siempre al que fuera del centro no cuenta, nuestra empatía, nuestro cariño… y por supuesto y además de todo esto de nuestra capacidad de formar y educar. Con lo bien que explicamos los docentes lo mal que nos hemos explicado en cuanto a lo que hacemos y en cuánto hacemos.

Encerrados en nuestra burbuja pedagógica creemos que toda la sociedad sabe lo que hacemos y cómo lo hacemos. Pero fuera de las paredes de nuestros centros educativos y nuestras casas pocos o casi nadie conoce lo que de verdad hacemos. No saben las horas que le dedicamos. Las horas que les robamos a los nuestros para poder hacer nuestro trabajo dignamente y compensar la falta de recursos y el exceso de alumnos por docente. Las horas de formación voluntaria que realizamos. La preocupación constante por el alumnado aún fuera del horario escolar.

Ya sé que estamos cansados de soportar visiones irreales y sesgadas del trabajo de los docentes y que no podemos estar constantemente defendiéndose y aclarando. Que es agotador. Pero no podemos tirar la toalla. No podemos dejar que hablen los demás de nuestra labor, de nuestros esfuerzos, de nuestra entrega.

Debemos participar activamente en cada discusión sobre Educación. Debemos dejar claro quién sabe de Educación. Quién está cualificado para aportar una opinión o una visión de peso. Quién tiene la formación e información suficiente para arrojar luz sobre esta cuestión. Escribir artículos para la prensa general, participar en programas de radio, llamar, hablar… debemos participar activamente en la generación de esa voz propia y profesional. Debemos hacernos visibles.

En definitiva tenemos que hacer ver a la opinión pública que sin Educación no hay futuro. Que sin inversión no hay Educación. Que los profesionales de Educación son los que saben de Educación. Y que la calidad tanto formativa como humana de los profesionales de la Educación está muy por encima de las condiciones en las que desarrollan su trabajo. La sociedad debe saber que su pilar más importante es la Educación, y que sin la vocación, el esfuerzo y la dedicación de sus profesionales hace tiempo que esto se hubiera derrumbado.

Necesitamos que se nos escuche. Necesitamos tener una voz propia.

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