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Qué rabia
from la clásica 01.20
by Diseño Equis
POR: RAFAEL CUÉ
No me explico por qué te nos adelantaste. Hombre bueno, decente, honrado, inmenso ciclista y mejor persona. En el primer número de La Clásica en su versión trimestral (marzo 2014), fuiste el tema de la entrevista central, ahí nos conocimos, salimos a rodar con Fer y Edgar —Miguelito era muy chico—; ¡cómo pasa el tiempo! Subimos La Malinche, o “Malintzin”, como le decías; después un café en El Torero, en tu Huamantla, de nuestro amigo Juan, que seguirá penando tu fuga al cielo.
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Hicimos mucho, algunas cosas salieron, otras se complicaron, otras se quedaron pendientes, y en otras de plano fracasamos. Nunca te viniste a menos, al contrario, siempre con el espíritu indomable del ciclista verdadero, mirabas hacia adelante.
Te admiré como padre, entregado al 100 con tus hijos y a su desarrollo como ciclistas y hombres de bien; todo para tu familia, tú después, como el gregario de oro que fuiste, jugando un papel importantísimo pero sin querer protagonismos, salvo la satisfacción de lo bien hecho.
Ojo con que no sólo fuiste un gregario de lujo, también fuiste un líder tremendo en tu carrera de regreso a México; dominabas Las Vueltas a México, peleando a sangre y fuego contra Raúl Alcalá, por eso luego verlos juntos y convivir con ustedes ha sido un lujo.
Me ensañaste de ciclismo, me invitaste a vivir desde el coche del equipo parte de una etapa de La Vuelta a México, en la que Fer corría para un equipo italiano. No lo podía yo creer, la adrenalina, la rudeza, el ritmo de lo que es el ciclismo competitivo. Ese día cambió mi visión para los profesionales, gracias a ti.
Fuiste tan hábil que hasta lidiabas con los impresentables de la Federación Mexicana de Ciclismo, a la que espero dejen de robar, te hagan un homenaje como te mereces y que ya trabajen a favor del ciclismo nacional.
Rodar a tu lado fue un privilegio, con qué cariño dabas consejos a Iker (mi hijo), a mí y a quien se acercara. Nunca alardeaste de tus historias, aventuras, logros, fracasos y hazañas, pero qué sabroso las contabas, nos metías en la historia y revivíamos lo que narrabas. Nunca olvidaremos esas barbacoas en tu casa después de rodar “leve” un día antes de la carrera que lanzamos juntos: “La Clásica Miguel Arroyo”, que espero —si tu familia quiere— la mantengamos en tu honor por muchos años.
A la mesa “El Halcón”, Raúl Alcalá, Mercedes, Chava, Jorge, “Toro”, el “Doc” Yáñez, Manolo, Iker, Fer, Miguelito, Tato, Ricardo, Carlos, Lalo, tu señora y amigos que entraban y salían, porque las puertas de tu casa siempre han estado abiertas. Los que ahí estuvimos jamás lo olvidaremos, departir una barbacoa insuperable tras rodar en este pelotón de amigos, ha sido un regalo de Dios.
Gracias, Miguel, por haber sido y ser parte de La Clásica, tus tips imperdibles y tus comentarios siempre nos hicieron crecer.
Has dejado huella, el mayor logro para cualquier hombre. Tu huella mide cientos de miles de kilómetros que recorriste en bici, corriendo, con clase y con la fuerza de nuestra raza, el orgullo de ser mexicano, tlaxcalteca y huamantleco.
Adiós Miguel, espéranos en la meta, ahí vamos, acuérdate que no todos somos “El Halcón de Huamantla”.