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Frío Invierno
from la clásica 01.20
by Diseño Equis
POR: ÁLVARO MANZANO
ES INVIERNO, E INCLUSO EN MÉXICO, LEJOS DEL HELADO PAVÉ EUROPEO, SIEMPRE HACE FRÍO. TEMPORADA GRIS, NUNCA HA SIDO UNA BUENA ESTACIÓN PARA EL CICLISMO, DÍAS CORTOS, FRÍO, LLUVIA HELADA Y GANAS DE QUEDARSE EN CASA E HIBERNAR HASTA QUE LLEGUE LA PRIMAVERA, PORQUE, AMIGOS, EL INVIERNO ES MUY DOLOROSO PARA LA FAMILIA CICLISTA, TANTO FRÍO, TANTO DOLOR HACE QUE LAS PÉRDIDAS, SIN EL REFUGIO Y CALOR DEL SOL PRIMAVERAL, EN ESTA ÉPOCA DUELAN MÁS CADA VEZ QUE NOS GOLPEA, COMO LO HIZO EN LA FAMILIA MEXICANA AL ENTERARNOS DE LA PÉRDIDA DE MIGUEL ARROYO.
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Y ha sido en invierno cuando grandes ciclistas nos han dejado. Es curioso, pero pocos se han dejado la vida en julio en plena competición, cuando más arriesgan todo por llegar antes; sólo queda el recuerdo de Tom Simpson o Flavio Cassartelli en pleno Tour; vayamos al recuerdo, cuando se nos congela el aliento.
Porque ya Fausto Coppi murió el 2 de enero, mito del deporte, designado como “una invención de la naturaleza para completar el modesto ingenio mecánico de la bicicleta”; su muerte fue agigantada por su relativamente temprana partida, a sus 41 años, y por la enorme repercusión en los medios de comunicación del protagonista de hazañas deportivas casi sobrehumanas, en una época de penurias en la que Italia intentaba sobreponerse a los sinsabores de la posguerra.
El aspecto casi místico y extremadamente concentrado que Fausto Coppi transmitía, la espectacularidad de muchas de sus gestas en solitario, y la incuestionable majestuosidad y elegancia de su forma de moverse sobre la bicicleta, hicieron de él el deportista favorito de un país necesitado de motivos para recuperar su orgullo en plenas guerras mundiales.
Malaria o envenenamiento cubren la mística de la muerte de Coppi, que causó una fuerte conmoción en Italia y dio paso a una fuerte polémica nacional por el erróneo tratamiento médico. Según el testimonio del padre René a Mino Caudello, Coppi fue envenenado por nativos como venganza por el hecho de que un corredor africano había muerto años antes tras una caída durante una carrera ciclista.
El 6 de diciembre del 2003, nos dejó José María Jiménez “El Chava”; fallece en una clínica de desintoxicación de Madrid, tenía 32 años y debió colgar la bicicleta dos años antes por sus problemas personales, triunfó en La Vuelta, pero pese a su gran clase y su enorme facilidad para escalar, no le tentó la aventura del Tour. La muerte inevitable llegó dos años después de haber perdido la batalla con el ciclismo, cuando perdió la batalla con la vida que ya le atormentaba hacía tiempo.
Apenas 50 días después de perder al “Chava”, el 14 de febrero de 2004, en una sórdida habitación del hotel Le Rose de la localidad de Rimini, la muerte de Marco Pantani conmocionó a un deporte demasiado castigado por las desgracias. Tenía 34 años, compañero de generación y locura junto al “Chava”. Una tragedia que ha generado una creciente nebulosa sobre las causas que desencadenaron la desaparición del ídolo italiano. "."<"ý-"4%30("4:-"4"16&45"44&$36;"30/'"5"-.&/5&&/-"53":&$503*"%&6/$*$-*45"incomparable e incomprendido.
Pantani falleció en 2004 por una sobredosis de cocaína, pero realmente comenzó a morirse el 4 de junio de 1999, en Madonna d’Campiglio, dos días antes de sumar su segundo Giro de Italia consecutivo, cuando un control antidopaje le sacó de una carrera demasiado enfangada en el mundo de las apuestas.
"%0//"%ĉ ".1*(-*0ý&/&45&1"40%&.0/5"Î"ý"3$0*/*$*Ò6/%&4$&/40"-04*/<&3/04ýque culminó con la retirada en 2003. Una profunda depresión acompañó al ciclista en los últimos días. Siempre se sintió perseguido, incapaz de demostrar su inocencia ante un mundo que acabó destruyéndolo.
También fue en febrero, allá en el 1994. Aquel día, a las 14:30, Antonio Marín Velasco, falleció cerca de Torrelaguna (Madrid), su pueblo natal; en pleno entrenamiento, un camión le embistió con el espejo retrovisor, que seccionó su vida y una de las trayectorias más prometedoras del ciclismo español, con apenas 23 años; demasiado pronto para morir, demasiado pronto para brillar en su primer y único Tour que la muerte le dio tiempo de disfrutar.
Caprichos de la vida, estos tres ciclistas, de la misma generación, estaban destinados a rivalizar por el trono de su deporte. El español sorprendió primero en 1993, adjudicándose el maillot blanco a mejor joven en su debut en el Tour de Francia, pero una temporada más tarde la prenda fue para el italiano, amén del tercer puesto en el cajón de los Campos Elíseos.
Lo que es innegable, es que Antonio iba a ser un hombre de podio sí o sí en las Grandes 6&-5"4ý&41&$*"-.&/5& %&416¿4 %& 46 <$)"+& 103&- "/&450ý %&&%30&-("%0:*(6&-Induráin, en pleno apogeo, ya que en esos momentos contaba con su tercer Tour; pasado, presente y futuro en el mismo equipo. Como contaba Unzúe: “en pretemporada les hicimos una prueba de esfuerzo a todos los ciclistas y los valores de Miguel y de Antonio eran una fotocopia”. Sólo cabía esperar un poco más, pero el reloj se paró aquel 11 de febrero de 1994.
Como se suele decir: “la vida sigue”, pero la muerte tiene esa cualidad de mandarte el saludo frío que penetra los huesos sin saber cómo, en un suspiro, cuando llega antes de tiempo (siempre es antes de tiempo); y apenas saliendo del frío enero, apenas entrando en 2020, así, sin avisar, volvió a golpear a la familia ciclista, Miguel Arroyo, amigo y compañero de redacción. No podré olvidar las millones de anécdotas aquel día que le conocí, hablando con humildad del frío en el Gavia en aquella infernal etapa del Giro 1988, resignado junto a Pedro Delgado, las manías de Greg Lemond y otros grandes con los que trabajaba sin darle demasiada importancia, como si no fuera lo máximo en la vida el hecho de pertenecer a ese grupo tan selecto que puede hablar del Tour diciendo: “yo estuve ahí”; precisamente con humildad y orgullo, yo puedo decir cuando hablen de Miguel Arroyo: “yo estuve ahí, y yo le conocí”. Descansa, amigo.