Para el diseñador, escoger el color o más bien la combinación de colores adecuada para un determinado producto no es un acto de pura inspiración, como podría serlo para un artista. Debe corresponder al resultado de un cuidadoso proceso de selección y ajustes con la finalidad de que los colores converjan de manera armónica en el proyecto cumpliendo un papel funcional y simbólico a la vez. Estos colores se representan habitualmente en dos modalidades. La primera corresponde a la paleta de colores, que es una guía acotada, y la segunda es la llamada carta de colores, que tiene una finalidad técnica. Luego, se debe enfrentar la siguiente etapa, donde frecuentemente se producen las mayores pérdidas de fidelidad del color. Por ello es fundamental que los diseñadores reciban en su formación conocimientos sólidos acerca del manejo del color, que orienten sus decisiones, minimicen las pérdidas de fidelidad, disminuyan los tiempos y den más fluidez a la materialización de sus obras.
Paz Cox
Diseñadora de la Pontificia Universidad Católica de Chile _ Magíster en Humanidades de la Universidad Adolfo Ibáñez Designer, Pontificia Universidad Católica de Chile _ Master’s in Humanities, Universidad Adolfo Ibáñez
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Hemos sido creados para vivir en un mundo inundado por la luz solar y, justamente por eso, estamos dotados de un sistema visual perfectamente adaptado a ello, lo que nos permite percibir en nuestro cerebro las sensaciones de color. El conocimiento acerca de cómo se produce este fenómeno y cómo nos afecta tardó muchos años en desarrollarse y aún queda por investigar para llegar a comprenderlo en su totalidad. Este hecho explica, en parte, lo poco que se sabe acerca del color y sus manifestaciones en diversas aplicaciones. Sin embargo, todo lo anterior no ha sido nunca un impedimento para que el hombre, desde sus primeros estadios de desarrollo, haya utilizado con entusiasmo los colores en su vida cotidiana, en la trasmisión de sus creencias, como vehículo de su cultura y como un potente medio de expresión de su mundo personal y colectivo. Antiguamente, la utilización del color tenía grandes limitaciones tanto para obtener algunas de las tonalidades deseadas como para fijarlas a un soporte. Esto significó que ciertos colores y tonalidades específicas más escasas, difíciles de obtener y de tonos más saturados, tuvieran una valoración mayor y su fabricación, comercialización y uso se restringiera a unos pocos privilegiados. El reciente desarrollo científico y tecnológico ha permitido la obtención de nuevos colorantes y, con ello, la posibilidad de dar
color a casi todos los materiales y objetos que nos rodean. La relevancia de estos avances ha cambiado el significado que los distintos colores han tenido a lo largo de la historia de la cultura material, pudiendo caracterizarse por un proceso de liberación de privilegios o democratización de su uso. Asimismo, el manejo de los colores que se mantuvo por mucho tiempo en manos de artesanos, artistas, diseñadores y arquitectos, que trabajaban directa y materialmente con los pigmentos y pinturas, ha experimentado un vuelco espectacular desde la masificación de las tecnologías digitales, en que el usuario común de un computador cuenta con programas que contienen colecciones muy amplias de colores, por cierto intangibles, para elegir e incorporar a los documentos que trabaja. Para el diseñador y otros profesionales que trabajan con textos, imágenes, ilustraciones y otros recursos gráficos, el cambio ha sido radical, acortándose de manera muy notable el tiempo involucrado en la definición de los colores en sus proyectos, pudiendo, casi sin esfuerzo, probar diversas mezclas y combinaciones.
La elección del color Pero es justamente en esta millonaria oferta de colores disponibles donde se inician las dudas en la toma de decisiones, ya que el manejo de tan gran abanico hace necesario poner en práctica algunas metodologías que orien-
Color _ paleta de colores _ carta de colores _ diseño _ CMYK _ RGB
For the designer, to choose a color, or rather the adequate combination of colors for a given product is not an act of mere inspiration, as would be the case for an artist. It must correspond to the result of a careful process of selection and adjusting with the purpose that the colors converge in a harmonic way in the project, performing a functional as well as symbolic role. These colors are represented usually in two modalities. The first one corresponds to the color palette, which is a constrained guide, and the second one is called color chart, which has a technical purpose. Then the next step must be faced, where frequently the largest losses in color fidelity happen. This is why it’s fundamental that designers receive in their education solid notions on color management that guide their decisions, minimize fidelity losses, reduce the time and give more fluidity to the materialization of their work. Color _ color palette _ color chart _ design _ CMYK _ RGB
El reciente desarrollo científico y tecnológico ha permitido la obtención de nuevos colorantes y, con ello, la posibilidad de dar color a casi todos los materiales y objetos que nos rodean.
ten el proceso y guíen una elección coherente con el concepto de un determinado diseño y, por supuesto, con las personas a las que está dirigido. Dada la realidad de hoy, en que la experiencia emocional de las personas con los objetos diseñados es el factor básico para crear una conexión y, luego, una interacción satisfactoria con ellos, es que surge la necesidad de un manejo cuidadoso de las propuestas de colores asignados a un objeto o a una colección de ellos. Estos han de ser seleccionados con el objetivo de aportar a las cualidades significativas que verá en él su posible usuario. Cada color tiene su propia personalidad, que lo hace capaz de conectarse con nuestras emociones, representar y comunicar ideas, sentimientos e incluso movilizarnos hacia ciertas conductas. Pero también cada uno tiene la característica de casi nunca ser percibido como una individualidad: los encontraremos juntos o rodeados de otros colores e in-
sertos en un contexto en que hay elementos coloridos, texturas, luces y brillos. Este hecho nos hace percibir los colores interactuando entre ellos, dejándonos influenciar por sus contiguos en mezclas y cantidades variables que multiplican por cientos sus posibilidades expresivas con cada nueva combinación. Para el diseñador, escoger el color o más bien la combinación de colores adecuada para un determinado producto no es un acto de pura inspiración, como podría serlo para un artista. Debe, necesariamente, corresponder al resultado de un cuidadoso proceso de selección y ajustes con la finalidad de que los colores converjan de manera armónica en el proyecto cumpliendo un papel funcional y simbólico a la vez. El momento más adecuado para elegir los colores de un diseño es al inicio del proceso de conceptualización e ideación, en simultáneo a la configuración de la forma, para lograr la mayor conexión posible. Es incluso
mejor hacer que los colores elegidos contribuyan desde el inicio a la comunicación del concepto del proyecto. Pese a ello, es muy frecuente postergar las decisiones cromáticas para una segunda etapa, lo que hace necesario efectuar un proceso de reversa para hacer coincidir concepto, forma, materialidad y colores.
Paletas y cartas de colores Una de las modalidades más frecuentemente implementadas en el proceso anteriormente descrito es la definición temprana de un cierto número de colores para el diseño que se idea. Estos se exhiben en muestras de un tamaño suficiente que permita la observación y comparación de cada color propuesto y cada combinación resultante. Los colores definidos se constituyen en un acuerdo, sobre el cual se realizan los ajustes visados por el diseñador, con las personas involucradas en el proceso de producción. Estos colores se representan habitualmente en dos modalida-
des. La primera corresponde a la paleta de colores, que es una guía acotada, de aproximadamente cinco colores, que están colocados en un orden preciso, conti guos, sin mediar espacio entre cada muestra, tal y como se ven los colores en la realidad. Este método permite observar los colores en forma individual y como conjunto, interactuando entre ellos, generando atmósferas cromáticas que son transferibles al concepto y al proyecto. El desafío crucial en la selección de una paleta adecuada es su grado de coincidencia con el concepto, esto es, si los colores elegidos logran representarlo y contribuir a su expresión. Un punto de partida interesante, y que es usado con frecuencia para la elaboración de una adecuada paleta de colores, es encontrar una fuente de inspiración cromática, como podría ser la extracción de los colores desde una imagen cuyos tonos exhiban una propuesta de combinaciones atractiva y, luego, utilizar estos
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Marcos Chilet
Diseñador de la Pontificia Universidad Católica de Chile _Licenciado en Artes de la Universidad de Chile _ Director de Diseño, Sentidos Comunes y Socio ONG Reconstruye Designer, Pontificia Universidad Católica de Chile _ Bachelor in Arts, Universidad de Chile _ Design Director, Sentidos Comunes and partner of NGO Reconstruye
Cada color tiene su propia personalidad, que lo hace capaz de conectarse con nuestras emociones, representar y comunicar ideas, sentimientos e incluso movilizarnos hacia ciertas conductas.
para que sean aplicados al concepto y finalmente al diseño. Lo peculiar que tiene este proceso es que la mayoría de las veces no es necesario que exista una coincidencia temática entre la imagen inicial y el concepto al que se aplicarán los colores extraídos. Un paisaje o un detalle de una fotografía cuyos colores funcionen abren la posibilidad de que esas mismas tonalidades sigan funcionando en un impreso, en una página web o en un objeto. La segunda modalidad es la llamada carta de colores, que tiene una finalidad técnica. Su elaboración final corresponde a un grado mayor de desarrollo del proyecto, ya que en ella se exhiben todos los colores que se incorporarán a un determinado diseño, ordenados y sin restricciones en cuanto a la cantidad, en muestras separadas por un espacio mínimo que permita la apreciación de cada color, reduciendo los efectos de la interacción cuando se encuentran en contacto o rodeados de otros. Su finalidad es especificar cada tono propuesto, por lo que cada color se acompaña de un código de referencia, número, letra o dosificación de cantidades que permita su conversión a algún sistema de reproducción. En algunos casos, cuando su extensión no supera la docena de alternativas, la carta de colores también puede cumplir la función de la paleta de un proyecto. Eso sí, junto con entregar la información técnica que facilita la
reproducción, debe expresar al concepto en que éste se basa.
La fidelidad del color La elección de los colores, ya sea apoyada por las modalidades antes descritas o por otras metodologías con un mayor o menor grado de aporte intuitivo, es recién el inicio de un complejo proceso que permitirá la incorporación definitiva de los colores en el diseño propuesto. Queda aún por enfrentar la siguiente etapa, donde frecuentemente se producen las mayores pérdidas de fidelidad del color. Esto se debe, generalmente, a que el diseñador no ha especificado con información que sea decodificable por quien produce su diseño, o a que quien lo fabrica no tiene las capacidades técnicas para hacerlo. Para entrar en la raíz de esta problemática es necesario partir de un principio biológico muy básico: nuestro cerebro no tiene la capacidad de memorizar el color, tal como puede hacerlo con una melodía o un aroma; siempre necesitamos verlo y compararlo para saber si se trata del mismo, por lo que los esfuerzos se centran siempre en encontrar lenguajes descriptores del color para comunicarlo. Otro factor de gran incidencia en la pérdida de fidelidad que sufre el color desde que lo imaginamos, escogemos y su resolución final en el diseño propuesto, es que en este proceso ocurren varios cambios de medio. Así, por ejem-
plo, en el diseño gráfico, podemos partir de un bosquejo hecho con lápiz y coloreado en el papel, es decir, pigmentos sobre una superficie expuestos a la iluminación del ambiente, o trazar directamente en el computador en que el papel es una pantalla retroiluminada y los colores son tres luces que se combinan (RGB). De acuerdo a cómo se visualizan en pantalla se toman las decisiones respecto de los colores, siendo que la información digital será enviada luego a una impresora o imprenta, que volverá a convertir los colores en puntos de pigmentos sobre un papel (CMYK). Estos cambios de medios producen grandes distorsiones y pérdidas de tiempo al tratar de igualar los colores llamados de entrada, o sea, los que contiene el archivo digital que hizo el diseñador, y los de salida, que son los que es capaz de producir el dispositivo de impresión. Este ejemplo refleja la necesidad de que los diseñadores reciban en su formación conocimientos sólidos acerca del manejo del color, que orienten sus decisiones, minimicen las pérdidas de fidelidad, disminuyan los tiempos y den más fluidez a la materialización de sus obras. El trabajo con el color es un desafío creciente para los diseñadores, ya que el desarrollo tecnológico nos abre día a día nuevas posibilidades de incorporarlo en nuevos soportes y aportar con ellos experiencias estimulantes a los usuarios. dna
Nicolás Rebolledo
Arquitecto de la Pontificia Universidad Católica de Chile _ Profesor de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad Andrés Bello _ Director de Desarrollo, Sentidos Comunes y socio de ONG Reconstruye Architect, Pontificia Universidad Católica de Chile _ Academic, Faculty of Architecture, Art and Design, Universidad Andrés Bello _ Director of Development, Sentidos Comunes and partner of NGO Reconstruye
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En la última década, el “pensamiento de diseño” ha sido incorporado en el currículo de las escuelas de negocios más prestigiosas. El mundo productivo de vanguardia ve en este tipo de conocimiento emergente un aporte valioso para la capacidad de innovación, ya que reconoce en él la aptitud para observar los detalles de la vida cotidiana y sintetizarlos en nuevas cosas, imágenes o experiencias, entendiendo que nuestro habitar se encuentra en lo particular, que no existen formas naturales y definitivas de aprehender el entorno y que la anatomía biológica con la que contamos para vivir está preparada para lo específico, lo cotidiano y lo finito. El área en la cual se ha introducido el concepto “pensamiento de diseño” en el escenario econó-
mico contemporáneo corresponde a la innovación, la cual bajo la definición de Schumpeter de mediados del siglo XX aún es entendida como un proceso de destrucción creativa, donde la creación de nuevos productos, mercados y monopolios —a merced de la obsolescencia de lo común— es un hecho esencial del devenir y de la consolidación del capitalismo y una condición sine qua non para lograr el éxito empresarial. La Innovación primero y el “pensamiento de diseño” después son respuestas recientes a un problema instalado desde la Revolución Industrial en adelante: ¿Cómo organizar de manera más rentable los dominios específicos de la vida social con las posibilidades cambiantes que van otorgando las industrias y tecnologías de turno?
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