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Amster pro-capitulares, presentación.

Este artículo presenta una visión personal sobre una disciplina confundida con el quehacer del tipógrafo: el diseño de fuentes tipográficas. Se presentan algunos postulados sobre las características que discuten los expertos en relación con la legibilidad de una fuente, con algunos conceptos sobre legibilidad y con algunos fenómenos de la lectura y de cómo el autor se enfrenta a este tema en el diseño de fuentes. Para graficar la reflexión se presenta una fuente tipográfica bautizada como Amster Pro, creada por quien escribe y las reflexiones que hay detrás de su proceso de acuerdo a los énfasis para impregnarle un carácter. This article presents a personal vision on a discipline confused with the work of the typographer: The design of typographic fonts. Some postulates are presented about the characteristics discussed by experts in relation to the legibility of a font, on some concepts about legibility as well as about some phenomena concerning reading, and about how the author faces these issues in designing fonts. To illustrate the reflection, a typographic font created by the author is presented, baptized as Amster Pro, and the thoughts behind its process according to the emphasis to impregnate it with character. Tipografía _ diseño de fuentes tipográficas _ Mauricio Amster _ Lira Popular _ letras capitulares Typography _ Design of typographic fonts _ Mauricio Amster _ Lira Popular _ Capitular fonts

Diseñar para ser visto a veces: la fuente

y sus capitulares adornadas

Francisco Gálvez

Diseñador gráfico IPEVE, Universidad Diego Portales _ Tipógrafo autodidacto _ Profesor de la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Chile _ Autor del libro Educación tipográfica, una introducción a la tipografía Graphic Designer, IPEVE, Diego Portales _ Self-taught typographer _ Academic at Pontificia Universidad Católica de Chile School of Design _ Author of the book Educación tipográfica, una introducción a la tipografía

Introducción Un detalle que podría considerarse insignificante, a primera vista, como elegir una fuente de texto para una publicación, también puede ser una intención para dejar una impronta cultural específica, además de cumplir con la función primaria de hacer agradable y fácil la lectura desde un punto de vista perceptual. Quisiera citar a Bernard Newdigate en un texto publicado alrededor de 19201 en el cual señala que un texto impreso que sea aceptable, en el sentido estético, se puede lograr con un diseño pobre en sus caracteres y que una mala impresión de texto a menudo proviene de una mala utilización de fuentes de muy buena calidad. Añade además que una fuente refinada en su diseño requiere de la mejor impresión. En un

repaso de esta idea, podríamos mencionar que la belleza y calidad de un impreso dependen en gran medida de los conocimientos para utilizar una fuente, más que de la calidad de la fuente en sí, lo cual implicaría que el trabajo de un diseñador de fuentes no significaría nada en manos de un profano. Esto no es necesariamente algo negativo, pues la tecnología lo ha permitido y se ha hecho habitual; lo que se podría ca-

lificar como negativo es que un profesional relacionado con el área ignore alguno de estos conocimientos que sean básicos. Por otro lado, David Jury en su libro «¿Qué es la tipografía?» refuerza esta reflexión añadiendo el matiz de la legibilidad, que ésta y la facilidad de lectura no son lo mismo, que el grado de legibilidad de un tipo depende enteramente del diseñador y que la facilidad de lectura, del buen ha-

cer del tipógrafo, principalmente. Agrega además que la legibilidad es un grado de diferenciación individual de las letras, que se han diseñado para ser claras y concisas. Esta idea está muy arraigada en la academia en lo que se refiere a un diseño de fuente apropiado, pero pierde fuerza al contraponerla con lo expresado por Gerard Unger, en su libro «While you’re reading» sobre las costumbres lectoras, de que leemos automáticamente (incluso no notamos que tenemos alternativas de letras «a» minúsculas que leemos indistintamente por costumbre, en la versión de una redonda o una itálica) y que científicamente está comprobado que cuando lo hacemos no nos detenemos en cada uno

de los caracteres, sino que hacemos fijaciones con nuestros ojos en algunos puntos del texto2; por ejmeplo, la palabra que acaba de leer que está entre comas, si bien puede verse rara, habremos de interpretarla como «ejemplo» a pesar del error de tipeo. Si no se fijó, es justamente por causa de nuestra forma automática de leer. Esto, por decirlo de algún modo, añade un escenario más inabarcable para el diseño de fuentes de texto. Tanto lo expresado por Newdigate, Jury y Unger pone en evidencia que el trabajo del diseñador de fuentes de texto es una paradoja, sobre todo porque crea una variación sutil de las formas de las letras, para presentarlas como un nuevo diseño

en un escenario de lectura donde nadie se fija en estas para leer en prosa y porque finalmente queda en manos del tipógrafo y la impresión el modo de cómo se percibiría el texto (de manera irritante, aceptable o agradable a la lectura). En este sentido, las letras creadas principalmente para la publicidad, denominadas como fuentes Display, no sufren de este «problema» (coloco problema entre comillas pues solo sería un problema para el diseñador de fuentes, de acuerdo a su ego, por supuesto). El diseño de fuentes Display generalmente tendrá una instancia lectora en que se podrá percibir la forma y el contenido de manera más evidente de lo que sucede con las fuentes para texto.

1 Bernard Newdigate (1869-1944) fue un erudito e impresor tradicional. Escribió notas sobre la producción de libros en el periódico London Mercury. 2 El concepto de «movimientos sacádicos oculares» en la lectura es un principio

atribuido al oftalmólogo francés Émile Javal y se trata de que el ojo no pasa continuamente la vista por las líneas de texto, sino que lo hace en saltos que se fijan en varios puntos hasta completar la página o el bloque de texto.

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