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En otros poemas como “Música interior”, “Sidérea”, “Póstuma”, “Impresión”, “Fantasía musical”, “Salmo eterno”, “Insomnio” o “Disonancia”, Curiel nos da muestras de su inmenso poderío del material clásico de mitos, dioses y ámbitos, manteniendo en estos su particular tono narrativo, como si nos estuviera refiriendo una historia interior. Serían numerosos los ejemplos en este caso para ilustrar dónde radican estos logros y estas peculiaridades del poeta en el momento de concebir un mundo, su mundo. Tenemos aquí, como antes hemos referido, al primer poeta tenebrista venezolano y uno de nuestros modernistas de avanzada, dueño de un poderoso sustrato criollo y sefardí a un tiempo, quien da siempre un paso adelante en la configuración de un complejo universo poético donde se conjugan elementos del hermetismo, el esoterismo, las doctrinas secretas, la teosofía y la cábala.
EL RECONOCIMIENTO LITERARIO
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Resulta desconcertante que un poeta de esta magnitud haya sido obviado en los estudios y antologías de la poesía venezolana, ni cómo tantos estudiosos en academias y universidades no hayan prestado suficiente atención a la singular obra de Curiel. Es cierto que a finales del siglo XIX y principios del XX surgieron numerosos poetas de valor literario desigual que mezclaron, mal que bien, resonancias del romanticismo, el parnasismo y el modernismo, pero ello no justifica que se ignoren nombres como Gabriel Muñoz, Aureliano Hernández, Víctor Racamonde, Jacinto Gutiérrez Coll, Miguel Sánchez Pesquera, Andrés Mata, Luis Correa, Luis Churión, Eduardo Carreño, Alejandro Carías, Roberto Montesinos, Emilio Menotti Espósito y otros, que alcanzaron algunos de ellos reconocimiento en su tiempo, y otros un digno relieve intelectual; también es cierto que muchos de ellos no pudieron forjar una obra sólida, dedicados como estaban a la política, el periodismo o la estéril diplomacia, cuando no sumidos en la pobreza material de nuestras pequeñas y precarias ciudades de provincia. Todo ello obliga a realizar un exhaustivo arqueo bibliográfico por nuestra literatura, bajo el lente de un análisis sociológico y crítico que observe las omisiones perpetradas por tantos observadores parcializados de nuestro legado, donde se privilegian determinadas castas sociales, tendencias ideológicas o estatus económicos.
Puerta de la casa natal de Curiel, en Coro
Sea como fuere, un poeta como Elías David Curiel supo mantener voz propia dentro del contexto de su época, diferenciándose del resto del escritores coetáneos, precisamente porque tomó distancia de los imitadores y versificadores que calcaban ritmos franceses o españoles, para dar forma a su propia conciencia de lenguaje, primero; en segundo término, a una asunción del espacio geográfico y humano como algo irreductible, tomado como fatum, destino o predestino del cual no hay escapatoria posible, un mundo lleno de prejuicios, aburrimiento y mediocridad en un ambiente de calor exasperante, una geografía solar donde se aprecian dunas, cujíes, tunales y un sol deslumbrador que cae inclemente sobre calles y solariegas mansiones feudales, donde parecen oírse a veces lamentos soterrados de esclavos, caserones en cuyas