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Peripecia editorial, pág

estrictamente individual que como un evento de fatumestético dictado por algún dios ignoto. Curiel eligió apartarse del canon familiar-social imperante, abrazó a la poesía como una vía de autoconocimiento y de respuesta personal a los dilemas profundos que presenta la existencia. En este sentido la poesía vendría a ser una gnosis, una filosofía y una ética si la vemos con ojos menos contemporáneos y más centrados en su contexto epocal, gobernado políticamente por un dictador con una nutrida corte de intelectuales a su servicio, y otros en sórdidas cárceles por oponerse a su régimen. Si miramos esto así, con el añadido de la situación de los judíos sefardíes en la precaria sociedad coriana de principios del siglo XX, pudiéramos concluir que Curiel tenía buenas razones para buscar su realización personal en la poesía, más que en el amor pasional o filial o en un proyecto político social determinado, viendo en los paraísos artificiales y en mujeres ocasionales un escape a su contingencia humana, aunque también habríamos de asociarlo espiritualmente –como ya dijimos— a una religiosidad de tipo teosófico que busca el conocimiento de Dios revelado por la Naturaleza, por una parte; por la otra, un cristianismo muy mezclado a la Cábala y al Zohar. Toda esta mixtura de elementos comporta ciertamente una intrincada red filosófico-espiritual-existencial nada sencilla que, aunada a la ingesta de fármacos y alcohol lo han debido colmar de peculiares tribulaciones, teñidas indudablemente de un fatum trágico, al que apuntamos en este ensayo de manera oblicua y no determinante, pues desconocemos a ciencia cierta detalles de la vida del poeta que pudieran ser decisivos para la comprensión de su obra.

PERIPECIA EDITORIAL

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La peripecia editorial de la obra de Curiel (y sobre) Curiel ha sido difícil, dado que el poeta no vio publicados en vida libros suyos. Sus poemas están todos en revistas de Coro o Caracas. No fue sino hasta la década de los años 40 del siglo XX cuando se tomaron iniciativas para publicar sus poesías completas, luego de que varios escritores notables llamaron la atención sobre la importancia de la obra de Curiel, principalmente Miguel Otero Silva y Fernando Paz Castillo. Otero Silva reclama su presencia en las antologías y estudios sobre poesía venezolana, sobre todo en una realizada por Mariano Picón Salas, Dos siglos de poesía venezolana, de donde también se excluyó a José Antonio Ramos Sucre, éste último poeta atípico para la lirica venezolana de su momento, que luego recibiría un reconocimiento tardío a mediados de la década de los años 60. Curiel no

figurará tampoco en antologías anteriores, como la de Otto D’Sola, Antología de la moderna poesía venezolana(1940)3 –que curiosamente lleva un prólogo de Picón Salas [“Ciclo de la moderna poesía venezolana”, (18801940)], allí donde debería figurar un prefacio del compilador D´Sola, y donde se vuelve a omitir tanto en el prólogo como en la selección el nombre de Curiel.

En antologías posteriores se incurre en similares omisiones, las cuales se deben en parte a la falta de conexión cultural que había entonces entre las provincias o estados de Venezuela, y en parte también a la ausencia de editoriales en el interior de país, tomando en cuenta que para entonces más importantes eran las revistas que los libros en cuanto a medios de difusión de las obras, pues las revistas solían tener mayor circulación nacional, sobre todo si eran hechas en ciudades más grandes como Caracas o Maracaibo.

Finalmente en 1941 aparecen por primera vez los poemas reunidos de Curiel bajo el título de Obras completas, suceso que llama la atención de uno de los principales escritores caraqueños, Fernando Paz Castillo, quien

3 Otto D’Sola, Antología de la moderna poesía venezolana, Prólogo de Mariano Picón Salas, Monte Ávila Editores, 1984. La primera edición de este libro se realizó en la Biblioteca Popular Venezolana de Cultura, Dirección de Cultura, Ministerio de Educación, 1940.

realiza un comentario acerca de aquellas con el título explícito “Obras Completas de Elías David Curiel” 4 . Se trata de una nota muy breve, complemento de un trabajo un tanto más extenso que incluyó en su obra ya clásica, Reflexiones de atardecer(1964), que tituló llanamente “Elías David Curiel” 5 . Este trabajo tiene inmensa importancia, pues se basa en el conocimiento personal del poeta; ”Hace ya mucho tiempo, por los alrededores de 1920, si mal no recuerdo la fecha, conocí a este poeta. A este poeta de la provincia venezolana, que parecía nacer del misterio en poesía, alentar en el misterio, y que luego consecuente con su vida, iba a morir en el misterio, en la soledad de un cuarto desmantelado y se una noche inmensa. (…) La reunión tuvo asiento en una de esas inconfundibles tardes tequeñas, en las cuales parece el cielo más profundo y la luz más suave. Nos encontramos bajo unos pinos. En frente a los ojos, el cerro de Pan de Azúcar. De un lado un monte espeso y primitivo por la naturaleza de sus árboles. Del otro el río. En suma, un paisaje familiar para todos, menos para el poeta de las caldeadas tierras de Coro. Era a la sazón un hombre de edad, sin embargo, parecía más aporreado por los afanes del vivir que por los años”, escribe Paz Castillo, y luego intenta penetrar en algunos de los rasgos de su personalidad poética.

Pese al valioso reconocimiento de Paz Castillo, en el tono del escrito está presente un viso condescendiente y un tanto paternalista; no hay una voluntad real de indagación en la obra del poeta sino en aspectos “misteriosos” y superficiales del aislamiento del poeta típicos de las posturas de los poetas capitalinos hacia los poetas de provincia, cuando en verdad son los escritores del interior quienes más han alimentado a la literatura venezolana lo largo de la historia, y quienes han creado una conciencia más poderosa y coherente; basta con dar una ojeada al mapa literario de Venezuela para constatar esto. Lo que ocurre es que la capital, como centro del poder político y administrativo, ha concentrado mayor cantidad de recursos editoriales, periódicos y una mayor cobertura material que los de la provincia.

Después, en 1961 se editó un volumen bajo el título de Obra poética de Elías David Curiel,

--sobre el cual no disponemos de información bibliográfica— donde se agrupan los tres libros conocidos del poeta, organizados por vez

4 Artículo que abre el volumen antológico Elías David Curiel. Vida y obra, Prólogo, selección y notas de Virgilio Medina, Dirección de Educación, Instituto de Cultura del Estado Falcón, sin fecha, logo editorial ni pie de imprenta.

5 Fernando Paz Castillo, Reflexiones de atardecer, Ediciones del Ministerio de Educación, Departamento de Publicaciones, Caracas, 1964, págs. 123-138.

primera por Luis Arturo Domínguez, edición que permitió conformar luego juicios un tanto más certeros sobre la obra del poeta falconiano.

Ulteriormente, con motivo del centenario del nacimiento de Curiel, se retomó la iniciativa para editar su obra poética, durante la presidencia del doctor Rafael Caldera. A tal efecto en Coro, durante la gestión del entonces gobernador Ramón Antonio Medina, se designó en 1971 una comisión integrada por Ernesto Silva Tellería, Olga Hidalgo de Curiel, Edmundo Curiel (sobrino de Elías David), Martiniano Bracho Sierra y Virgilio Medina para que se encargasen de editar dicha obra. Se reunieron entonces en el Museo Diocesano de Coro con Monseñor Francisco José Iturriza, a la sazón director de dicho Museo, en cuyo archivo reposaban los ejemplares del periódico “El Día” donde se publicó la mayor parte de la obra poética de Curiel y donde reposaban colecciones de sus poemas organizadas por él mismo poeta, bajo los títulos que conocemos.

Se puso el equipo a trabajar; transcribieron mecanografiados los textos que allí encontraron y los llevaron organizados a la ciudad de Caracas, a entrevistarse por indicaciones del gobernador con el entonces Director del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes, Alfredo Tarre Murzi, quien aprobó la idea y los remitió al entonces coordinador de literatura del instituto, el escritor y poeta Francisco Pérez Perdomo, quien aprobando la idea logró una entrevista con los directivos de la naciente Monte Ávila Editores para gestionar la publicación de la obra.

De tales conversaciones se concluye que se asumiera el costo de la edición por partes iguales en cada organismo; según hemos investigado la cifra manejada por entonces era la de Bs. 30.000, y que la Gobernación de Falcón y Monte Ávila Editores debían sufragar; pero según parece, por parte de la Gobernación de Falcón nunca se aportó dicha suma, por lo cual la obra no contó con la edición adecuada. Por lo visto, tampoco contaba con un atinado prólogo literario, pues ninguno de los encargados de la edición era autor calificado en el campo del ensayo literario, limitándose éstos a las reseñas biográficas del periodismo y el articulismo. Una vez más, la edición de las obras de Curiel fue postergada, hasta que en el año 1974 volvió a surgir la posibilidad de editarla, lo cual se logró a través de gestiones particulares, y dio como resultado una cuidada edición con ilustraciones de Santiago Pol y Hugo Baptista.

La mayoría de trabajos sobre Curiel se limitaron en una primera fase a artículos periodísticos, algunos de ellos de muy buena factura literaria, como los que pueden apreciarse en la obra compilada Elías David Curiel.

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