Educar es transformar jesús madrigal

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UNIVERSIDAD DE LA SALLE DOCTORADO EN EDUCACION CON ESPECIALIDAD EN MEDIACION PEDAGOGICA

DED-005.3. PEDAGOGIA DEL APRENDIZAJE

La música de la cuántica Modulación atómica: Educar es transformar

OCTAVA PROMOCION

Madrigal Castro Antonio Jesús Cédula: 1-601-767

San José, mayo 2011

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“En el largo viaje de la vida humana la fe es el mejor de los compañeros, es lo que más reconforta y la más grande posesión. La fe es el fuego que consume todas las impurezas de los deseos mundanos, alivia la carga y es la guía que conduce a cada uno a su camino. La fe suprime la codicia, el miedo y el orgullo, enseña cortesía y respeto hacia los demás, libera al hombre de la esclavitud de las circunstancias y le da valor para enfrentarse a la prueba. Da el poder de vencer las tentaciones, permite al hombre cuidar de que sus obras sean brillantes y puras y enriquece la mente con sabiduría. La fe estimula cuando el camino es largo y cansado, y conduce a la Iluminación. La fe ablanda nuestras duras y egoístas mentes y nos da un espíritu amistoso y una mente de una simpatía comprensiva. La fe nos da la sabiduría de reconocer la transitoriedad de la vida, y la gracia de no ser sorprendidos o apenados por cualquier cosa que nos pueda acontecer o por la fugacidad de la propia vida. Sabido esto, la verdad de la vida queda siempre inamovible, sean cuales fueren las condiciones y apariencias que pueden cambiar”. BUDA “Oh hombre, tu sentido intimo es la estrella que de un modo más seguro te guiara a la verdad y a tu deber, y no obstante tu dudas cuando este sentido te llama de un modo tan fuerte a la inmortalidad. Cree en ti mismo, oh hombre, cree en el sentido intimo de tu ser, y creerás en Dios y en la inmortalidad”. PESTALOZZI (Citado por Quintana, José María, 2001, pag. 21)

“El principio de simplicidad impone separar y reducir. El principio de complejidad preconiza reunir sin dejar de distinguir” Edgar Morín (http://www.google.co.cr/search?hl=es-419&client=firefoxa&rls=org.mozilla%3AenUS%3Aofficial&channel=s&biw=1152&bih=683&q=%E2%80%9CEl+principio+de+simplicidad+i mpone+separar+y+reducir.++El+principio+de+complejidad+preconiza+reunir+sin+dejar+de+di stinguir%E2%80%9D&btnG=Buscar&aq=f&aqi=&aql=&oq=

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Enseñar la identidad terrenal

“Al anochecer, en Buenos Aires, salgo a la vereda a sacar mi bolsa de basura y me quedo mirando una enorme luna que parece querer calmarnos a los porteños agitados. “…en el cielo, las estrellas están mirando que pasa…”, dice la murgia rioplatense. Qué pasa? Que un padre con sus hijos llego a revisar lo que se tira. Con cuidado y apuro separan los cartones y encuentran algo para comer. También es el horario en el que un adolescente se esconde atrás de un árbol para aspirar los restos de cemento de contacto que quedan en los tachos que tiran los de la zapatería de enfrente. Entonces, entro a mi casa y, en vez de sentir la calma de la luna, me tiro derrumbada en una silla. Puedo prender el televisor para distraerme o tomar un fármaco antidepresivo. Y si no acepto esta industria de la evasión, puedo ver un noticiero la prensa efectista que me produce parálisis, rechazo. Porque están los lindos y los feos. Los buenos y los malos. Testimonios crueles y rígidos de la pobreza. ¿Cómo yo soy buena no tengo la culpa? ¿O estoy obligada a identificarme con las victimas…ser víctima? Seguramente, no lo voy a tolerar. ¿Vuelvo a la evasión? Y me acuerdo del arte. Que a través de la metáfora de libertad para la duda, para el recuerdo, para la contradicción: entonces, puedo sentir, involucrarme, actuar, dejar de ser víctima o culpable. Construir, curarme, estar más feliz. Y busco la guitarra o el piano y me pongo a cantar. Y voy eligiendo que cantar. Y después voy viendo adonde ir para que hagan música otros. Por eso andamos unos cuantos en estas prácticas pedagógicas de la inclusión, como algo imprescindible, en este mundo de exclusión. ¡Que lastima! No es la revolución mágica para cambiar de golpe y sacarnos la pobreza del planeta. Es una grieta de cambio tan pequeña….pero cotidiana y firme. Me parece que la firmeza no me la da un partido político ni una teoría, por más que lea y estudie. Me la da mi urgencia por estar más sana y contenta.” (Hemsy, 2007, pag. 21-22).

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Toda creencia es creencia en lo absoluto, y lo absoluto es el Amor. El fin último de toda realización humana debe ser el Amor. Esta convicción debe ser, según mi juicio, la más alta de las convicciones. Ella debe encontrarse inscrita dentro del corazón del ser humano, ella debe ser principio de acción. El ideal se materializa en creencia, lo que conlleva acción intelectual, la creencia no la pensamos, pues ella yace latente en todo cuanto hacemos, pensamos e implicamos con nuestro ser. Toda idea es un contenido de la mente pero las creencias se transforman en un gran continente desde donde construimos nuestra realidad. Según Kant, preguntarse por: ¿Qué puedo conocer? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo esperar?, refleja necesidades valorativas de esquemas de acción individual desde la propia esperanza. Cabe recordar también que la ilusión deviene de una esperanza que no tiene fundamento, que distorsiona la percepción. Así mismo, recordemos que el error es una condición de los juicios que no reflejan la verdad de la realidad. En esto, siendo el ser humano crédulo por naturaleza, deberá siempre buscar el conocimiento adquirido por la experiencia de los demás saberes.

Cada uno de los elementos constituyentes del conocimiento, cada pieza que se ha ido colocando desde la antigüedad hasta hoy dia, nos amplia aun mas que la verdad y la objetividad, rebasan los límites de la razón humana. Pero eso sí, esta razón tiene los recursos procedimentales que usados debidamente conforman un camino más seguro hacia la exploración del conocimiento. Para creer en algo, se parte de la creencia misma.

Creer que la educación contribuye al cambio de paradigmas, es partir de las acciones correlativas que verifica la creencia misma. Si, si se puede. Quien no acepta un valor en la vivencia directa del, jamás podrá aceptar el juicio que se funda en esa vivencia. Es imposible una demostración lógica, y no por eso se duda de la objetividad de los valores ni de su validez. Creer en algo es axiológico.

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La relación de algo con algún fin y su observación y análisis de la importancia o no que haya tenido dentro del esquema en donde se plantea dicho fin nos dará una respuesta concreta y clara de sus alcances significativos. Tal es el caso de la música, sonidos puramente los sonidos que como el coro del conocimiento realidad desde los

pero no solo del arte de los hablando, sino del arte de diferentes voces conforman humano interpretando la diferentes saberes.

Poéticas valientes, sombras y luces, universos que se expanden y contraen, riqueza de diversidades estéticas, articulación lingüística de la experiencia estética, sintaxis semántica del lenguaje como medio comunicador sonoro…contextualizaciones sígnicos, relación multivalente entre signo y estructura, autopoiesis tanto serialista como aleatoria, sin posturas de efecto contenidista, deviniendo todo presupuesto creativo desde la eterna renovación de los códigos de sustrato lingüístico, lo que a su vez, se definen por toda cualidad sígnica que articula el resultado discursivo, pragmatismo y genética danzan entre la denotación y la ejecución diferenciadas desde lo ontológico. El arte sonoro desborda tanto al que crea como al que recepta, por ello, las interpretaciones y sus respuestas son siempre abiertas, como lo es el horizonte caótico, que está más próximo a esta flexibilidad interpretativa que a un férreo dogmatismo epistémico. Hablar desde las sensaciones, desarrolla unos juicios estéticos, aun y cuando no como conceptos verbalizados, sino con el eterno espíritu de la abundancia de pensamientos que provoca y convoca el arte sonoro. Multiposibilidad biológo-sonora-epistémica, donde dos sucesiones de orden funcional crean valores estructurales distintos, todo recreado a partir de lo contextual. Extrapolar la metáfora implica experimentar la mayor cantidad de experiencias corporales, es decir, entran en juego las propiocepciones, o sea, aquéllos procesos que nos ubican y permiten lograr diferenciarnos de los demás y del entorno, así entendemos las acciones de los otros por medio de las propias, por empatía. Todo movimiento conlleva una disipación de energía, lo que en nuestro caso, conlleva un insight corporal, así, según sea la estructura interna que se abstrae de cada experiencia corporal, podemos representar y conceptualizar diferentes sensaciones de equilibrio, posición, presión, etc. Estos esquemas corporeizados devienen pues de las abstracciones de percepción sensorial haciéndonos consientes de los cambios que se producen en el medio y los movimientos que producimos desde nuestro ser. Es ahí desde donde se construye la metaforización mimética la cual nos permite concretar esta metáfora de forma virtual y corporal.

Así, corporeizamos la cultura, así, musicamos las sensaciones, así construimos nuestras identidades, a partir de la elaboración dialéctica desde lo holístico, presente desde el juego de futbol con los amigos del barrio, hasta el montaje ritualizado del concierto de orquesta para piano y orquesta.

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Toda valoración por la vida misma parte de los más altos niveles de apreciación, niveles de frecuencia vibracional suficientemente altos.

Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión Los principios del conocimiento pertinente Enseñar la condición humana Enseñar la identidad terrenal Enfrentar las incertidumbres Enseñar la comprensión La ética del género humano.

La demostración vivencial de ésta lista deriva pues del resultado o fenómeno psíquico como rasgo profundo del yo, precedido por las sensaciones, sentimientos sensoriales, conocimiento de relación entitiva y el comportamiento o tendencias de acción. Vivenciar la forma bajo la cual el contenido de fenómenos espirituales superiores, como lo son el amor y el agradecimiento, son manifiestos bajo sólo una condición necesaria: la cualidad. Y es que las sensaciones son elementos de la conciencia intuitiva del objeto sólo cualitativamente determinados. De acá se deriva que, dondequiera que se hace consciente algo más que la pura cualidad, hay algo más que pura sensación. Toda relación, traspasa los límites de la sensación, del ser-sólo-cualidad. Percepciones de profundidad… definiciones limitadas por valores de antemano admitidas. Conceder que sentimientos sensoriales y sensaciones son lo mismo, contenidos psíquicos superiores, contenidos a partir de la experiencia con el entorno, conllevan altos grados de felicidad. Obsérvese bien: gusto o disgusto son la felicidad o la infelicidad del alma, y no resultan aptas para construir cosas externas, por otro lado las sensaciones sin sentimientos si bastan para esa construcción. ¿Cómo podríamos provocar respuestas emocionales frente a determinado tipo de conocimiento? De acuerdo al comportamiento cognoscente. El hecho que causa mi alegría, mi angustia, no es un

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sentimiento intencional. Al decir intencional me refiero al hecho de que según parece, la hijueputez del ser humano se encuentra de alguna manera más ligada a lo que son los sentimientos inferiores que a los superiores. Parece ser que el desarrollo de los sentimientos depende de los estados reinantes del entorno, así como también lo son las imágenes intuitivas, lo que, según se comprueba con el tiempo, puede ser inhibido o fomentado por todo tipo de medicamentos. En todo caso, sentir por sentir no concuerda con la teleología biológica de la vida. El proceso educativo, libre de ilusiones y errores, debería fomentar la claridad conceptual desde las relaciones entitivas, colectividad vivencial. No solamente vemos el rojo, sabemos que lo vemos. Tengo mi saber sabiendo algo consciente. Es por ello que Morín nos habla de esto, pues todo vivimiento reflejo, tanto como el volverse-hacia dentro relacionando, entablan un cierto abandono del anterior contenido vivido. Vivir no sólo se trata de ser una pantalla sobre la cual se proyectan imágenes, eso no es consciencia del vivir, pues no se tiene la vivencia para establecer otras comparaciones. Cuando se desprende, se comienza a ver contenidos, mirar relacionando. Nuestra conciencia objetiva va más allá de la posesión de contenidos intuitivos cuando se es consciente de ello. De acá nace ese conocimiento objetivo, entitivo, inmediato, y desde aquí mismo nace la intención, que es la capacidad de lograr un fin, la inteligencia. Los impulsos de orden positivo buscan unirnos con aquellos valores que son necesarios para un eticaos. El impulso negativo sería el que nos mantiene lejos de las dañinas acciones. Es por esto que se hace necesario el conocimiento de las cosas, su percepción entitiva. Así como el universo marcha, el vivir completado se rige por la ley de la continuidad. Transito continuo vivencial. Y es que dentro de la vivencia, la sensación como construcción elaborada referencial desde otros campos del vivir, logra tener significado sólo cuando logramos relaciones cualitativas. Esta es la magia de la metáfora, que congrega una carga especial mas allá de lo que un símbolo pueda decir de sí mismo, donde abarca más los insight individuales que toda la perfección de las propiedades que la misma palabra pueda expresar. Para nadie es un secreto que toda sensación visual y auditiva presenta el ideal de una perfecta comprensión de las relaciones cualitativas con sentido. Pienso que la vida, en sus más elementales términos, puede resumirse entre gusto o disgusto, esto es, en términos sensoriales, puede ser el aumento por el gusto a lo inversamente proporcional de disgusto, según se dirija la atención a uno u otro sentimiento. Pienses en la adquisición de algo hermoso, pero que su precio sea desagradable. Tendencias hacia el gusto y disgusto simultáneamente. ¿Cómo podemos diferenciar entre mezcla de sentimientos y la vivencia simultanea de diversos sentimientos? Pues objetivizando su contenido. Todo sentimiento puede presentar propiedades de hechos externos, pero de

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forma tal que la vuelta a la percepción del sentimiento, como un estado subjetivo, permanecerá siempre posible. Con todo esto quiero decir que, toda sucesión de fenómenos se encuentran condicionados por los procesos psicofísicos, los que se verifican flotando dentro de un ambiente elástico, maduran, crecen, envejecen, provistos de una energía psicofísica movible y limitada. Es por todo esto que la educación debe dirigir su mirada a lo más profundo de los procesos de adquisición cognitiva, resultando que si los excitantes sensoriales de la rama aferente penetran hasta el mismo lugar de los procesos psicofísicos, emerge el contenido consciente, siendo que el yo viviente no se vea ni perciba pasivo respecto a los contenidos a él conscientes: debe descubrir relaciones, vivir con sus valores, y volverlos apetitivamente necesarios, volviendo a ellos voluntariamente por su valor intrínseco. Esto es educar, un obrar interno. Lograr partir de la sensación, que no presupone esencialmente otra vivencia anterior, sino que puede ser considerada como el comienzo de una serie de vivencias, donde todo sentimiento parece suponer una sensación, a la que va unido, sentimientos sin fundamento sensacional cognoscible tienen carácter patológico, con todo y que, ésta no es una ley estructural fundada en el sentimiento vivido como tal, sino una unión condicional. Todo impulso supone un valor, y consiguientemente sensación y sentimiento. Toda percepción de relación entitiva y lo mismo las conductas o comportamientos cognoscentes del yo suponen alguna de las vivencias anteriores, siendo que todo esto no expresa las condiciones para la existencia o manifestación de un impulso o de una percepción de relación entitiva, solo se indica de alguna forma, lo que podría ser el orden en que se pueden presentar las vivencias. El yo es capaz del vivimiento del placer e impulsa naturalmente hacia el placer. Es espontaneo. La tendencia es elemental a la vivencia del placer, hacia la felicidad, cualidad del impulso. Felicidad en el placer disfrutado. El impulso trae consigo el comportamiento cognoscente. Por ello nuestra voluntad no es respecto del los valores como una balanza respecto de los pesos, sino que un valor pequeño puede producir el mismo cambio de la voluntad que uno grande, en lo esencial siempre se presentan de la misma manera el sí de la decisión, de la dirección o conversación de la atención y estas son las más inmediatas reacciones de la voluntad. Todo querer es un hacer, un dar de sí. Debe estar presente un bien o valor, condición necesaria para toda tendencia.

Morín en sus Siete saberes necesarios para la educación del futuro nos expone las más terribles consecuencias del homo demens, sus alcances, sus impulsos autodestructivos, en fin, la condición de su miseria.

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Esta apocalíptica imagen no es nueva. Esta imagen la carga el ser humano desde que erguido, contemplo las dimensiones de su entorno y frente a sus posibilidades, optó por el exterminio de sus congéneres. Resulta bastante extraño que este ser humano, con su inteligencia, sus poesías, su música, ciencia, espiritualidad, sea tentado durante toda su historia y opte por este camino de aniquilación. Es lamentable, pero detrás de esto debe esconderse algún mecanismo por el cual a nuestras neuronas no les importa quienes somos nosotros, nuestros sistemas trabajan por una razón: cooperación. Dentro de las más hermosas líneas musicales que un Beethoven, un Brahms, Mozart, John Lennon, Vangelis, y tantos más maestro del arte del sonido, impulsados por la gratitud de apreciar el fenómeno de la vida, por participarnos de sus asombros vivenciales, por establecer el diálogo directo sin que medie una palabra muchas veces, y aun así, sintiéndonos conmovidos por las obras de su espíritu, la tendencia siempre es buscar la peor de las razones para obviar el rostro humano de nuestro prójimo. ¿Cuántas más razones filosóficas, religiosas, económicas, étnicas, puede el ser humano convertir en argumentos para seguir matando la vida?

No puede ser posible que nuestros sistemas discriminativos se encuentren atrofiados, esa no es una razón válida para defender tan salvajismo entre seres humanos. Cada reforzamiento de estímulos debe orientarse a un bien superior, el de la conservación de la vida humana, en todos sus ámbitos y esferas. Las pulsiones naturales del ser humano son ocurrencias que deben ser reforzadas cuando están conlleven un bien. Esto significa: función de la ganancia. Todo gira en este sentido. Desgraciadamente, el enfoque social lo ha convertido en un concepto de poder. Cuanto gano, cuando son mis exámenes, es proporcional mi salario a mi esfuerzo…etc. Esta condición responde a una programación de conducta. El eticaos propone la observación del fenómeno vida cono sagrada manifestación de la diferencia entre seres humanos, pero interconectados desde sus más íntimos sistemas biológicos, lo que da una identidad planetaria. Respetar al Otro.

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Si la comunicación pedagógica pretende establecer alcances importantes, debemos ponernos de acuerdo y armonizar los elementos de la nueva sinfonía musical universal, donde la configuración estructural de la forma musical no está aun definida, pero, ella surge espontánea por la total participación de los seres humanos que resuenan bajo un mismo principio universal. El amor al prójimo. No es posible que los sistemas políticos, con su maquinaria institucional perpetúen la contradicción entre lo que se considera ideal y lo que se practica en la vida diaria. Tal contradicción de fenómenos conlleva desgraciadamente a enfermar al ser humano, a cultivarle criterios de oportunidad inmorales por razón de sus fundamentos, lo cual es, en última instancia, el abuso del poder. ¿Cuál es el mejor mundo posible? Desde la edad de piedra, de bronce, hierro, hasta la era atómica, los materiales que el ser humano aprendió a usar para adaptarse y modificar, han sido a partir de las habilidades perceptuales. Acá no solo se habla de conciencia mística, en donde la dicotomía sujeto/objeto se trasciende y es abolido el ego que comprueba la realidad. Se habla del aprendizaje que cambia la percepción. Lo desconocido, lo insólito, siempre ha estado presente en el ser humano, y su curiosidad estimula al ser humano. Temor y ciencia, Religión y Conocimiento. Cada una ha erigido instituciones como la educación, el arte, la magia, el ocultismo. Lo que no se puede entender tampoco se puede controlar y, si es malévolo para el ser humano, tal vez llegue a controlarlo o destruirlo. La ambivalencia de las reacciones a las fuerzas desconocidas también se realza por nuestra creencia de que si alguien descubriera su poder secreto y participara de él, entonces podría hacerse todo poderoso en su control sobre los demás. En esto está la semilla de la formación de un concepto de la maldad humana y el temor a los otros seres humanos. La complejidad fundamental de la reacción del ser humano a los acontecimientos, situaciones y conductas que están mas allá de su comprensión y de sus percepciones establecidas, se puede ver frente a las películas de ciencia ficción, historias de fantasmas y locuras. El típico escenario desde donde se desarrolla la trama es el viejo sótano de un edificio abandonado, donde el científico exhibe su genialidad construyendo aparatos para el control masivo de fuerzas insospechadas, la modificación de la materia, regeneración de la vida o la inmortalidad. Y es que precisamente porque el laboratorio podría identificarse con tales impulsos antisociales, el científico tendría que morir al final, perdiéndose para siempre su descubrimiento. La sociedad castiga al criminal por sus malas obras y al espectador indirectamente por su participación pasiva en el mal. Mientras que el descubrimiento de bombas nucleares, antimateria, síntesis de proteínas, trasplantes de órganos y viajes al espacio obligan a la ciencia ficción a irse a galaxias aún mas remotas, y los cuentos de fantasmas se doblegan bajo las exigencias de los niños por pruebas cada vez más elaboradas de validez, solamente nuestra reacciona a la demencia

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permanece mezclada con la fascinación y el temor. Por lo general no hay aceptación hacia los individuos considerados mentalmente enfermos. La persona definida como loca siempre ha sido aislada de los demás. Nadie considera que una enfermedad física causada por microbios, agentes externos, o por mal funcionamiento de los órganos sea culpa de la persona enferma, pero aunque la persona mentalmente enferma no se juzga legalmente responsable de sus acciones, la gente la considera en cierta forma responsable de haberse enfermado. La gente supone implícitamente una intención en no ejercer control ni conducirse de manera aceptable. El razonamiento inconsciente parece ser el de que si no existen fundamentos físicos de la enfermedad mental, entonces el paciente debe haber llegado a enfermarse por su consentimiento. Tal estupidez deviene de creer que nuestro sentido de responsabilidad se salva pues nos hace suponer que nosotros no pudimos haber participado en la producción de la conducta, esto también reduce nuestro miedo de que nosotros mismos pudiéramos ser sujetos de tales aberraciones. ¿Podríamos reconocer a una persona trastornada con solo verla?

Querer seguir desarrollando aún más conceptos derivados de la práctica de la reflexión, conjuntando la observación de los alcances epistémicos y sus aplicaciones dentro de cada practica desde los diferentes saberes del conocimiento, es importante, tanto por el holismo que de él ser desprende como por las infinitas posibilidades de sentido que se plantea. El arte musical, por ejemplo, establece relaciones de orden físico y sicológico. El arte musical, como el juego, establece relaciones de orden físico y sicológico. La salud mental, conlleva altas cargas de bienestar, producto de las relaciones de orden físico y sicológico. Esto plantea que toda actividad esta inevitablemente ligada al mundo y entorno desde el que se observa la realidad. En este juego de inhibiciones y reacciones emotivas la música adquiere significado, así pues, mientras que en la vida cotidiana se crean numerosas situaciones de crisis que no se resuelven y se dispersan accidentalmente del mismo modo que surgieron, en la música la inhibición de una tendencia y resolución se explicita y concluye. Pero el solo hecho de cerrarse el circulo estimulo-crisis-tendencia que origina-satisfacción que se producerestablecimiento de un orden adquiere significado. En la música el mismo estimulo, la música, activa las tendencias, las inhibe y halla para ellas soluciones significantes. Las artes en general Envuelven la noción de ser variaciones semióticas de imágenes estáticas que nacen de la transfiguración del cuerpo y de la dicción personal del ritmo, la palabra y el cuerpo. La realidad

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de la historia universal y potencialmente personal inserta de un golpe el “yo” en su “circunstancia”. El tiempo, el espacio y la energía, son los ingredientes por los cuales se catalizan en su mezcla las realidades al contacto ambiental de la soledad y de la certeza de la muerte, que lleva el rostro circunstancial de su historia. La historia social viene llena de pesadillas y en cada vida humana la cascara se quiebra a su propia manera. Es el tiempo, la energía y el espacio los que confrontan prácticas sociales arraigadas y no extrapolan sino la hipótesis sicológica de una forma única de respuesta epistémica vivencial. Dentro de este concepto o escenario, el muro de las identidades llega a ser una violenta verdad: huir de los otros para no ser uno más y, buscar a los demás para ser uno mismo. Aristóteles presta mucha atención a algo fundamental en la obra de arte: es, en palabras de hoy, un tipo de mensaje correctamente elaborado, hecho de tal manera, que en sí mismo, tiene un valor. La obra vale por la realidad que dice, pero también por el modo en que está hecha.

Dentro de la forma, la sustancia y la percepción, “el lenguaje resulta ser un pobre medio para expresar la naturaleza afectiva, fracasa lamentablemente en cualquier intento de comunicar los esquemas en movimiento constante, las ambivalencias y los enredos de la experiencia intima, la reciproca acción de los sentimientos con pensamientos e impresiones, con recuerdos y ecos de recuerdos, con fantasías fugaces o sus meros rastros entrelazados, conjuntamente transformados en innominado material afectivo”.(…) Pero hay formas presentativas que son capaces de conferir estructura objetiva a las emociones, y estas son las de la música. La música es un simbolismo capaz de expresar lo inefable de los sentimientos con más precisión que el lenguaje” (Kogan. 1965, pag. 28). La manifestación sensorial, inasible y evanescente con que la música proyecta su discurso, provoca en el escucha experiencias imposibles de estandarizar, es decir, comunica más allá de la referencia verbal. Mas allá del manejo docto de los códigos, la música significa y comunica cuando no hace falta más que escucharla y dejarse llevar por lo expuesto ante los oídos. Es

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cierto que, para que la música tenga sentido, debe entablarse una relación personal con el receptor. Es decir, debe tener un significado personal con la persona que la escucha, una referencialidad para con la sociedad desde donde y para donde se diseña y dirige, Su intencionalidad va más allá de lo acústico. El emisor debe codificar en correspondencia con el receptor que decodifica. La música siempre está presente en los rituales colectivos, la caza, la muerte de un ser querido, el nacimiento, la cosecha, la siembra, la esclavitud, el partido de futbol, etc., etc., lo que demuestra su carácter social, parte integral de la existencia humana. La transfiguración del sonido en la construcción de imágenes mentales demuestra el gran poder de evocación pero no de significación porque para que esto sea necesariamente así, la música debería despertar y generar valoraciones únicas y deefi8nitivas hacia lo evocado y hacia el receptor. Ello habla de su naturaleza abstracta y como expresión no necesita manifestarse por medio de una forma exterior. La música en efecto posee por naturaleza, autonomía figurativa, pero no plena autonomía significativa. A menudo la música origina adeptos a través de la mediación y connotación consciente o de los procesos de imagen inconscientes. Un suspiro, un sonido o una fragancia evocan recuerdos semiolvidados de personas, lugares y experiencias, agitan los sueños mezclando el recuerdo con el deseo, o despiertan connotaciones conscientes de objetos referenciales. Estas imágenes, sean conscientes o inconscientes, son los estímulos a los que se da realmente una respuesta afectiva.

Lo afectivo construye lo significativo. Esta aprehensión pues tiene su factor contextual e individual. La composición musical es obra de individuos con una biografía personal, cargada de condiciones históricas y sociales. Esto visto así, encierra que la materia musical no es solamente una lógica secuencia de sonidos, sino que tiene ella en sí misma y desde su génesis, un complejo valor cultural comunicativo, y al ser así, no se le puede sustraer esa dimensión significativa. Toda comunicación se gesta dentro de un contexto espacio-temporal y simbólicoreceptivo. Es en este sentido que la obra musical existe entre la estructura objetiva y real sonora y la subjetiva intención del oyente, concretándose y realizándose en la vivencia estetica.

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Así, este lenguaje consistente de un abierto cumulo de sonidos, ordenados según el gusto estético, propone pues una virtualidad cultural. Su discurso se aleja del verbal, semántico, y sin embargo también guarda una relación interesante que es la de representar, pues si para unos cuantos no tiene un sentido estricto del término lingüístico, si representa, pues se traduce cono signo, pues está en lugar de un objeto. Ella viene a ser repertorio infinito sonoro, que cada cultura en su época y espacio erige reglas para manifestar su idiosincrasia. Cabe recordar que en la exploración de la plasticidad del discurso musical desarrollado a partir del siglo XX, la música como lenguaje cobra un carácter semiótico, precisamente por esa idea de extender las posibilidades como lenguaje. Así como la emisión de sonidos por nuestra voz puede convertirse en fonemas de otras culturas ajenas a la nuestra, de igual manera, cada compositor emite nuevos fonemas idiomáticos que convierten a la musi8ca en un lenguaje en constante transformación. Desde Schoenberg con el dodecafonismo y atonalismo, llegando al silencio de Cage, a la síntesis del sonido de Stockhausen, al minimalismo, la música concreta y aleatoria, todos estos fenómenos vibran en consonancia con la vanguardia que busca nuevas formas dentro del hecho artístico. La materialidad sonora concreta hace de la música un discurso con carácter lingüístico. La música entraña una sociabilidad que se va desarrollando conforme la participación colectiva de ejecución simultanea se dé. Y es que la música lo es tanto como de su autor hasta de su escucha, porque cuando una obra es ejecutada varias veces, el carácter commutitas aparece, generando la respuesta icónica individual. En esta eterna línea de traducción-interpretación aparece la semiosis. Así pues, la interpretación por parte del receptor o ejecutantes expresa con claridad meridiana lo potencial del signo musical. Otra vez salta el ejemplo de la música contemporánea, aquella que en las indicaciones al intérprete, deja entrever tanto lo esperado sonoramente como lo sonoramente libre, o sea, la obra nunca será la misma. La obra siempre ser otra, actualizada en la cadena de las nuevas ejecuciones. Esto supone, que el mundo está lleno de juegos de correspondencias, en donde, por medio de signos cargados de significación visual explicativa, los iconos, los índices y los símbolos contribuyen a clarificar la intencionalidad sígnica. La estructura o forma que cobra un discurso musical, con densidad, ritmo, textura y otros parámetros siempre despertara cierta similitud con la forma estructurada, a saber, hay estructuras que por su connotación, invitan a bailar “a tempo”. Pensar la iconicidad en música es sumamente productivo para dar cuenta de las distintas formas posibles de traducción entre lenguajes. Desde la imaginación, que resuelve visualmente estímulos sonoros, en las formas básicas de la línea, la superficie y la profundidad, hasta los diversos discursos “complejos”, como el de dibujos animados, en los que la banda sonora acompaña las evoluciones de los personajes guardando correspondencias rítmicas y sonoras con ellos o la música de ballet, en que los movimientos de los bailarines ejercen el mismo trabajo a la inversa. Las vibraciones musicales se propagan en sus ondas hasta el inconsciente individual para propiciar una lluvia de imágenes evocadas. Esa energía vibracional se encuentra en todo lugar físico sobre la tierra. Cuando cantamos un texto, esa vibración

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adicional se suma al impacto simbólico literario y envía el mensaje a lo más profundo del ser humano. Comprobamos como la energía artística nos atraviesa mediante la percepción y su entendimiento. Buscamos siempre un criterio general y artístico para las cosas que nos significan, por lo que, y a tenor de lo dicho anteriormente, los griegos conceptúan un sentido para los sonidos. La visión de que un sonido es generador y constructor de estados de contemplación se debe en parte a la carga asignada a cada uno de los siete sonidos primarios, compuestos por sonidos secundarios que por simpatía hacen vibrar las cuerdas, siendo diferentes en altura. Esta paleta sónica se integra dentro de principios de atracción, es decir, que los armónicos de un sonido son más cercanos que a otros armónicos de otro sonido, lo que genera sonidos empáticos, lo que genera la construcción de escalas, que entre la total configuración de sus componentes caracterizados por distancias conocidas como semitonos, da como resultado una serie de doce semitonos, lo que en su momento, algunos compararon con el sistema solar.

Morín, en el tomo 3 de su obra El método (1999, pag. 27)- señala: “El conocimiento no es insular, es peninsular y, para conocerlo, es necesario volverlo a unir al continente del que forma parte. Por ser el acto de conocimiento a la vez biológico, cerebral, espiritual, lógico lingüístico, cultural, social, histórico, el conocimiento no puede ser disociado de la vida humana ni de la relación social. Los fenómenos cognitivos dependen de procesos infracognitivos y ejercen efectos e influencias metacognitivas”. Romero (2006, pag.2) afirma: “a) conocer para hacer, es decir, combinar los conocimientos teóricos con los de acción, b) conocer para innovar, o lo que es igual, conocer para crear nuevos conocimientos, mas allá del saber técnico-aplicacionista, c) conocer para repensar lo conocido o pensado, es decir, epistemologizar el conocimiento, poner a prueba las categorías conceptuales con las que el científico o el tecnólogo trabajan para

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hacer inteligible o manipulable la realidad de la realidad que se desea estudiar o sobre la que se desea intervenir. Dentro de esta elaboración de ideas destaca la persona como sujeto aprehendiente, realizante, planetario, buscador de estrategias para la vida, en fin, protagonista constructor propositivo. Si los seres humanos no son solo ínsulas sino también continentes, y si de volver a estar unidos se trata, el fundamento espiritual, de amar al prójimo, de cuidar nuestro planeta y toda manifestación de vida que sobre el existe, debe lograrse estimulando ese sentir. El arte es una forma de decir verdades jugando con lenguajes simbólicos. Arte musical o arte poético o arte visual, todos ellos conllevan el imperativo de buscar desinhibirse ante una sociedad restrictiva, buscando profundizar justamente dentro de cada ser humano. El solo hecho de cantar, permite aprehender a respirar, controlar la respiración y aplicar esto a la producción de diferentes sonidos. Pero lo más importante es el concientizar la maravillosa sensación de la respiración, lo que conlleva a buscar estados de práctica meditativa por el solo hecho de contar con un medio perfecto para tales propósitos. Crear es una relación de ayuda mutua, de acompañamiento, de transformación del sujeto. Es verdaderamente hermoso pensar que cuando acompañas a Otro, es eso, estar junto al Otro estando con y para ese Otro. El arte debe estimular el sentimiento perceptivo de este alcance: preocuparse más por la persona que por el resultado de la obra. Si la vida ha sido la mejor maestra, de ello se desprende que fieles a esos propósitos que la vida misma nos enseña, toda manifestación humana debería ir en dirección de ofrecer las condiciones necesarias para lograr la implicación, donde todo ser humano pueda ser productivo y creador desde su propia búsqueda. Conexión con nuestro mundo interno. Resiliencia debería ser el propósito visceral de toda nuestra construcción como educadores, aquella que estimule la habilidad para elevarse sobre la adversidad, superarse y fortalecerse. Resulta claro que la institucionalidad educativa no comparte una transversalidad que genere un abierto, solido, comprometido y estimulante espacio hacia la concreción estetica del arte en general. No se puede forzar la actividad artística y obligarla a un ajuste dentro de un programa que deviene de una visión meramente productiva, es decir, perpetuar unos medios metodológicos que lo único que propician es la eficacia en corto plazo. El ejercicio libre del artista deviene de la imaginación, de la prueba, del tiempo, y este proceder es completamente ajeno a la maximización de procesos con fines productivos. La experiencia artística comporta un estado de apreciación y deleite, autónomo, y es en este movimiento del arte, el juego artístico, el que persigue nada de metas exteriores, sino solamente el movimiento como movimiento, fenómeno excedente y de auto-obsequio de vida. El arte muestra otro tipo diferente de tiempo: no tiempo para algo, sino tiempo colmado. Si la fiesta inicia, se llena de alegría.

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Recordemos una vez más, que la música es un espejo de nuestra constitución psíquica en conjunto. Conocimiento, conciencia ética y coherencia social son algunos valores intrínsecos. La modernización ha sido, desgraciadamente, excluyente.

Volver a repensar en las obras, géneros, estilos y demás referentes culturales que encierren y comporten conductas musicales es volver los ojos a la comprensión de que Beethoven, Bach, Monteverdi, Mozart, Berstein, Chopin, Messiaen, la música folklórica, el gamelán, etc., pueden ser profundamente importantes para la supervivencia del ser humano. Es desde ahí que la cuántica habla. Es desde ese portal de posibilidades desconocidas que la inspiración por lograr el aporte espiritual de este arte sea necesariamente cobijado por los nuevos enfoques paradigmáticos en todo lugar del planeta. Plantear centros educativos interculturales, desde donde se conviva y establezcan relaciones dentro de un ambiente pacífico, sereno, contemplativo, en donde la mayor integración de elementos espaciales, estéticos, sean el insumo necesario que modula la cosmovisión individual y colectiva, a tal punto que, interpela al escucha dispuesto a preguntarse sobre la existencia y su sentido. Es la propiocepción del modo de ver el universo, lo que despierta esquemas de referencia sobre la existencia y lo existente. Pero, desde dónde podemos interpretar las realidades humanas sino es desde nuestra propia experiencia refleja. Desde el corazón, desde el mismo motor corporal, desde las mismas entrañas. Entendimiento y comunión suponen una nueva era musical. La era de la bioacustica. Un ejemplo notable de estas posibilidades lo es la Missa Luba de 1958, lo que demuestra el genial uso de un ritmo africano sobre unos textos en latín. Así es como la identidad engendra calidad y perfección en relación a la diversidad. Es desde ahí que pensar una educación intercultural supone un nuevo sistema de creencias, lo que puede establecer la necesaria unión de las culturas en una abierta y permanente educación.

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Inducción y osmosis, desarrollo dialectico para favorecer una relación de orden personal y positiva contribuyendo a mayor apertura sensorial, consciente y de fantasía. La docencia debe impulsar la exploración improvisatoria que sobre los diferentes recursos sonoros pueda echar mano y lograr nuevas formas expresivas dentro de parámetros normales del desarrollo intelectual y sicológico de cada persona. “La pedagogía del lenguaje total al centrarse más sobre la persona que sobre el sistema social, al elaborar programas partiendo mendo de un contenido abstracto y más de un núcleo generador problematizante, logra una toma de conciencia en el educando.(…) esta pedagogía, por lo tanto, al buscar nuevas significaciones, logra que el educando traduzca en su conducta formas liberadoras”. (Gutiérrez, 1976, pag. 94).

Una mente sana es aquella que se remite a la traducibilidad de cada plano del conocimiento, extrayendo de su objeto, a diferencia de la conciencia refleja. Cada epifanía que se deriva de uno o varios qualias nos dice bastante del alcance psíquico de ellos. Es a partir del ritmo pensado que se construirá el ritmo oído. Es a partir un ritmo pedagógico pensado que resuenan y se multiplican en cada ser humano los alcances de objetivos activos y placenteros para el aprendiente, los que, de acuerdo con Gutiérrez, deben despertar y ser suficientemente estimulantes para que el objeto de conocimiento establezca el impulso necesario para adoptarlo como guía en su vida. El amor al conocimiento. El rítmo-melodía-armonía es un trío indivisible, ecológico, resonancias sonancias, tríptico sociedad-educación-ser. El mundo necesita descubrir los qualias nuevamente. Explorar-construir-expresar a partir de un acontecimiento vivido conjuntamente y dejar que la sonometafora nos indique una aproximación de entre las infinitas posibilidades creativas de significación ideática. Todo lo que se requiere es: a) un cambio de políticas estatales…(algún dia)

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b) una más amplia y transversal educación universitaria, en términos de precisamente, involucrar las artes dentro de un conversatorio permanente c) construir todo discurso hacia la reforma educativa que conlleve: lo intencional, lo estructural, lo curricular, lo pedagógico y lo evaluativo, desde el punto de vista ecológico, sistémico, integral.

La música de la cuántica puede modular al ser humano, ella canta tonadas de cambio permanente, de integralidad-individualidad-disipación-creación. Este hecho refleja la naturaleza que debe seguir el planeta, a saber, unidad respetando las diferencias, convocando la participación AMOROSA, sin la hijueputez del homo demens, en pro de la supervivencia del homo eticus. Es la música de la cuántica la que filtra su mensaje infinito desde los fractales, desde la autopoiesis, desde el caos, llamando al ser humano a volver sus ojos hacia la naturaleza total, para poder, tal vez, modificar la propia. Resulta sumamente interesante observar las pruebas del oír en los seres humanos prenatales, pues en el llorar, los niños demuestran que étnicamente y geográficamente, producto de su exposición in útero, responden a entonaciones de su lengua materna. También existen predisposiciones protomusicales que refuerzan los vínculos del niño con su madre y su cultura nativa, transmitida por el habla y el canto. Estos pocos ejemplos sirven otra vez mas de explicación de que el proceso psicoacústico del intercambio musical instintivo desde el vientre seguido de una larga exposición durante la infancia, establece esos vínculos con su cultura, y logran desarrollar una mayor adaptabilidad psicológica y cultural en las personas que han vivido buen tiempo de sus vida dentro de estas experiencias musicales. Cuando un ser humano se expone a un aprendizaje sostenido y continuo en el campo de la música, sus reacciones neurológicas se vuelven más fuertes y rápidas a las tareas multilaterales y lingüísticas asociadas con la negociación cultural compleja, y ciertas partes de su cerebro, que se encuentran

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relacionadas con el juicio y lenguaje, se vuelven más receptivas frente a la competencia cognitiva. Entonces, se pregunta uno: ¿Si frente a esta explicación de coherencia científica, con los resultados favorables para una aplicación educativa profunda, porque resulta ambigua, imprecisa y débil la presencia del Estado en su papel de facilitador e impulsor de esta óptica? Me parece que el cambio viene, desde luego, desde el hogar, que se deja permear de este pensamiento, reforzado por una sociedad que unifica criterios de oportunidad y construye un modelo abierto, holístico, con el deseo de promover el sano y fecundo amor por la vida y su apreciación. Es más que evidente la resonancia que se encuentra entre todo lo anteriormente dicho y el siguiente texto de Francisco Gutiérrez: “Pero para que esas experiencias promuevan eficazmente el aprendizaje tienen que llenar las siguientes características, o por lo menos algunas de ellas: - Tienen que darse en la vida, en la cotidianidad, en el proceso vital es decir, tienen que ser vivencias, sucesos, hechos, relatos que logren implicar todos los sentidos, cuantos más mejor; en una dimensión plurisensorial. Sólo así promoverán la búsqueda de sentido, de interés, adhesión, implicación, arrastre, relación empática, que conlleva la creación y recreación de nuevas relaciones con el tema de estudio, con las personas y con todos los demás elementos significativos presentes en el proceso de aprendizaje. Esta dimensión energética, compleja y mágica llevará a los y las aprendientes a inmiscuirse, no solo en el conocimiento de la realidad estudiada, sino en su transformación”. Gutiérrez ( Polis, Revista de la Universidad Bolivariana, Volumen 9, Nº 25, 2010, p. 223-233.Obtenido el 1 de abril de 2011, desde http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=30512376012).

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MorĂ­n, Edgar. (http://www.google.co.cr/search?hl=es-419&client=firefoxa&rls=org.mozilla%3AenUS%3Aofficial&channel=s&biw=1152&bih=683&q=%E2%80% 9CEl+principio+de+simplicidad+impone+separar+y+reducir.++El+principio+de+complej idad+preconiza+reunir+sin+dejar+de+distinguir%E2%80%9D&btnG=Buscar&aq=f&aqi =&aql=&oq=

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