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MENGA 07 CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA AÑO 2016 2015 ISSN 2172-6175

REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA · JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY



MENGA 07 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 6 // Número 07 // 2016

JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera ISSN 2172-6175 Depósito Legal: SE 8812-2011 Distribución nacional e internacional: 250 ejemplares

Menga es una publicación anual del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía). Su objetivo es la difusión internacional de trabajos de investigación científicos de calidad relativos a la Prehistoria de Andalucía. Menga se organiza en cuatro secciones: Dossier, Estudios, Crónica y Recensiones. La sección de Dossier aborda de forma monográfica un tema de investigación de actualidad. La segunda sección tiene un propósito más general y está integrada por trabajos de temática más heterogénea. La tercera sección denominada como Crónica recogerá las actuaciones realizadas por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en la anualidad anterior. La última sección incluye reseñas de libros y otros eventos (tales como exposiciones científicas, seminarios, congresos, etc.). Menga está abierta a trabajos inéditos y no presentados para publicación en otras revistas. Todos los manuscritos originales recibidos serán sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como paso previo a su aceptación para publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos.

Menga is organised into four sections: Dossier, Studies, Chronicle and Reviews. The Dossier section is monographic in nature and deals with current research topics. The Studies section has a more general scope and includes papers of a more heterogeneous nature. The Chronicle section presents the activities undertaken by the Dolmens of Antequera Archaeological Site in the previous year. The last section includes reviews of books and events such as scientific exhibitions, conferences, workshops, etc. Menga is open to original and unpublished papers that have not been submitted for publication to other journals. All original manuscripts will be submitted to an external and anonymous peer-review process before being accepted for publication. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Ídolo placa procedente del dolmen 40 de la necrópolis de Cabezas Rubias (Huelva). Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.

Menga is a yearly journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (the Andalusian Regional Government Ministry of Culture). Its aim is the international dissemination of quality scientific research into Andalusian Prehistory.

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MENGA 07 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 6 // Número 07 // 2016

ÍNDICE 07 EDITORIAL 12 DOSSIER: LOS ORÍGENES DE LA METALURGIA: TRANSMISIÓN DEL CONOCIMIENTO

VERSUS INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

Coordinado por Ignacio Montero Ruiz y Mercedes Murillo Barroso

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Los inicios de la metalurgia y el valor social del metal Ignacio Montero Ruiz y Mercedes Murillo Barroso

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An Overview of Chalcolithic Copper Metallurgy from Southern Portugal Pedro Valério, António M. Monge Soares y María Fátima Araújo

53

La metalurgia calcolítica en el suroeste de la Península Ibérica: una interpretación personal Salvador Rovira Llorens

68 ESTUDIOS 71

Estudio bioarqueológico de la necrópolis megalítica de El Barranquete (Níjar, Almería) Marta Díaz-Zorita Bonilla, Gonzalo Aranda Jiménez, Javier Escudero Carrillo, Sonia Robles Carrasco, Águeda Lozano Medina, Margarita Sánchez Romero y Eva Alarcón García

101

Las primeras importaciones griegas en Occidente y la cronología de la cerámica geométrica: hacia un nuevo paradigma (I) Eduardo García Alfonso

135

Drones y su aplicación en Arqueología. Volando sobre Acinipo (Ronda, Málaga) Eduardo García Alfonso, Daniel David Florido Esteban, Federica Pezzoli y Gilberto Gazzi

154 CRÓNICA 157

Testing the Potential of Optically Stimulated Luminescence (OSL) for the Dating of the Antequera Megaliths (Málaga, Spain): Assessing the Results of the First Round of Sampling Constantin Athanassas, Leonardo García Sanjuán, Katerina Theodorakopoulou, Mayank Jain, Reza Sohbati, Guillaume Guerin y José Antonio Lozano Rodríguez

167

Un percutor en meta-arenitas encontrado en el túmulo del dolmen de Menga. Estudio litológico, traceológico y contextual José Antonio Lozano Rodríguez, Leonardo García Sanjuán, Alba Masclans Latorre, Juan Francisco Gibaja Bao, Luis Alfonso Pérez Valera, Francisco Martínez-Sevilla y Coronada Mora Molina


189

Estudio arqueozoológico de los restos faunísticos recuperados en el pozo del dolmen de Menga (Antequera, Málaga) en las excavaciones de 2005-06 José Antonio Riquelme Cantal

199

El Relleno del Pozo de Menga: Estratigrafía y Radiocarbono Leonardo García Sanjuán, Gonzalo Aranda Jiménez, Francisco Carrión Méndez, Coronada Mora Molina, Águeda Lozano Medina y David García González

225

Proyectiles de 9 mm hallados en el atrio del dolmen de Menga ¿Testimonio de la Guerra Civil Española? Leonardo García Sanjuán, Ángel Rodríguez Larrarte, Mark A. Hunt Ortiz, Gonzalo Aranda Jiménez y Coronada Mora Molina

238 RECENSIONES 238

Gabriel Martínez Fernández Victor S. Gonçalves, Mariana Diniz y Ana Catarina Sousa (eds.): 5º Congresso do Neolitico Peninsular

247

Juan Pedro Bellón García Vicente Lull Santiago, Rafael Micó Pérez, Cristina Rihuete Herrada y Roberto Risch: Primeras investigaciones en La Bastida (1869-2005)

250

Ignasi Grau Mira Juan Pedro Bellón Ruiz, Arturo Ruiz Rodríguez, Manuel Molinos Molinos, Carmen Rueda Galán y Francisco Gómez Cabeza (eds.): La Segunda Guerra Púnica en la Península Ibérica. Baecula, Arqueología de una batalla

253

Eduardo García Alfonso Ramón Hiraldo Aguilera, Juan A. Martín Ruiz y Juan Ramón García Carretero: Excavaciones arqueológicas en el Cerro del Castillo (Fuengirola, Málaga). Los niveles fenicios (siglos VII-III a.C.)

258

Miguel Ángel Blanco de la Rubia Sitio de los Dólmenes de Antequera. Intuición e intención en la obra de Javier Pérez González

261 NOTICIAS


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DIRECTOR/DIRECTOR Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera)

Felipe Criado Boado (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) José Antonio Esquivel Guerrero (Universidad de Granada) Silvia Fernández Cacho (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico)

EDITORES/EDITORS Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada)

Román Fernández-Baca Casares (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico)

Eduardo García Alfonso (Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Málaga)

Alfredo González Ruibal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela)

COORDINADOR DE RECENSIONES/REVIEWS COORDINATOR María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén) SECRETARIA TÉCNICA/TECHNICAL SECRETARY Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) CONSEJO EDITORIAL/EDITORIAL BOARD Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) María Dolores Camalich Massieu (Universidad de La Laguna) Eduardo García Alfonso (Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Málaga) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla) Francisca Hornos Mata (Museo de Jaén) Víctor Jiménez Jaimez (Universidad de Southampton) José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) Dimas Martín Socas (Universidad de La Laguna) Ana Dolores Navarro Ortega (Museo Arqueológico de Sevilla) Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Arturo Ruiz Rodríguez (Universidad de Jaén) Carlos Odriozola Lloret (Universidad de Sevilla) María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén) Margarita Sánchez Romero (Universidad de Granada) CONSEJO ASESOR/ADVISORY BOARD Xavier Aquilué Abadias (Centro Iberia Graeca, L´Escala, Girona) Ana Margarida Arruda (Universidade de Lisboa) Rodrigo de Balbín Behrmann (Universidad de Alcalá de Henares) Juan Antonio Barceló Álvarez (Universitat Autònoma de Barcelona) María Belén Deamos (Universidad de Sevilla) Juan Pedro Bellón Ruiz (Universidad de Jaén) Joan Bernabeu Aubán (Universitat de València) Massimo Botto (Consiglio Nazionale delle Ricerche, Roma) Primitiva Bueno Ramírez (Universidad de Alcalá de Henares) Jane E. Buikstra (Arizona State University) Teresa Chapa Brunet (Universidad Complutense de Madrid) Robert Chapman (University of Reading) Miguel Cortés Sánchez (Universidad de Sevilla)

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Almudena Hernando Gonzalo (Universidad Complutense de Madrid) Isabel Izquierdo Peraile (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España) Sylvia Jiménez-Brobeil (Universidad de Granada) Michael Kunst (Deutsches Archäologisches Institut, Madrid) Katina Lillios (University of Iowa) José Luis López Castro (Universidad de Almería) Juan Antonio Martín Ruiz (Academia Andaluza de la Historia, Málaga) Martí Mas Cornellà (Universidad Nacional de Educación a Distancia) Fernando Molina González (Universidad de Granada) Ignacio Montero Ruiz (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Arturo Morales Muñiz (Universidad Autónoma de Madrid) María Morente del Monte (Museo de Málaga) Leonor Peña Chocarro (Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC) Raquel Piqué Huerta (Universitat Autònoma de Barcelona) José Ramos Muñoz (Universidad de Cádiz) Charlotte Roberts (University of Durham) Ignacio Rodríguez Temiño (Conjunto Arqueológico de Carmona) Robert Sala Ramos (Universitat Rovira i Virgili) Alberto Sánchez Vizcaíno (Universidad de Jaén) Stephanie Thiebault (Centre Nationale de Recherche Scientifique, París) Ignacio de la Torre Sáinz (Institute of Archaeology, University College London) Juan Manuel Vicent García (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) David Wheatley (University of Southampton) Joao Zilhão (Universitat de Barcelona) EDICIÓN/PUBLISHED BY JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura


PRODUCCIÓN/PRODUCTION Agencia Andaluza de Instituciones Culturales Diseño DISEÑO/DESIGN Carmen Jiménez del Rosal MAQUETACIÓN/COMPOSITION Francisco José Romero Romero (Agencia Andaluza de Instituciones Culturales) IMPRESIÓN/PRINTING PodiPrint LUGAR DE EDICIÓN/PUBLISHED IN

Salvo que se indique lo contrario, esta obra está bajo una licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported Creative Commons. Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra bajo las condiciones siguientes: • Reconocimiento. Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciador. • No comercial. No puede utilizar esta obra para fines comerciales. • Sin obras derivadas. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra.

Sevilla FOTOGRAFÍAS/PHOTOGRAPHS Portada / Front cover: Tholos de El Romeral. Fotografía de Javier Coca / The El Romeral tholos. Photo: Javier Coca. INSTITUCIONES COLABORADORAS/SUPPORTING ENTITIES Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén). Grupo de Investigación: ATLAS (HUM-694) (Universidad de Sevilla). Grupo de Investigación: GEA. Cultura material e identidad social en la Prehistoria Reciente en el sur de la Península Ibérica (HUM-065) (Universidad de Granada). Grupo de Investigación: PERUMA. Prehistoric Enclosures Research (Universidad de Málaga). Grupo de Investigación de las sociedades de la Prehistoria Reciente de Andalucía y el Algarve (GISPRAYA) (Universidad de La Laguna).

ISSN 2172-6175 Depósito legal: SE 8812-2011

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MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. ISSN 2172-6175



EDITORIAL

EL SITIO DE LOS DÓLMENES DE ANTEQUERA, PATRIMONIO MUNDIAL El Comité de Patrimonio Mundial de UNESCO durante la cuadragésima sesión (Estambul, 2016) examinó los documentos del expediente del Sitio de los Dólmenes de Antequera y decidió su inscripción en la Lista representativa de Patrimonio Mundial al cumplir los criterios (i), (iii) y (iv); y adoptó la Declaración de valor universal excepcional. Se trata de una noticia extraordinaria de la que nos hacemos eco en el editorial del nº 7 de Menga: Revista de Prehistoria de Andalucía, pues no ocurre todos los días que un sitio prehistórico andaluz reciba un reconocimiento de esta significación y trascendencia. Lo primero que hay que destacar es que con esta declaración se da carta de naturaleza a la idea, ya extendida desde hace tiempo en el ámbito académico, de que los megalitos antequeranos representan para el periodo Neolítico de la Península Ibérica lo que los sitios de Atapuerca (Burgos) o Altamira (Santander) ya son, respectivamente, para el Paleolítico Inferior y el Paleolítico Superior, es decir, un sitio de estatura universal en el que el conjunto de la humanidad tiene un referente excepcional para el conocimiento de un capítulo especial de nuestro pasado común como especie: en este caso, el megalitismo. Esta declaración contribuye además a reforzar la presencia de la Prehistoria en la Lista de Patrimonio Mundial, una lista que, como la propia UNESCO reconoce, presenta un severo desequilibrio a favor de sitios representativos de las formas de vida de las sociedades históricas en detrimento de las prehistóricas. Los megalitos antequeranos se unen ahora a la corta pero selecta lista de grandes sitios megalíticos que ya figuran en la Lista de Patrimonio Mundial, y que en Europa incluye los grandes monumentos neolíticos del Valle del Boyneen en Irlanda, Stonehenge y Avebury en Inglaterra, Islas Orcadas en Escocia, ambos en el Reino Unido, y los Templos de Malta. Quizás no sea del todo casual que la siguiente candidatura presentada por el Reino de España, actualmente en proceso de evaluación, sea la de la Cultura Talayótica de Menorca, otra singular manifestación del fenómeno megalítico en nuestro país, que sin embargo hunde sus raíces en unos periodos (Edad del Bronce y Edad del Hierro) distintos de los dólmenes antequeranos (Neolítico y Edad del Cobre). El reconocimiento de UNESCO supone el espaldarazo definitivo a los valores universales excepcionales definidos en el expediente de declaración. Los dólmenes de Menga y Viera y el Tholos de El Romeral se cuentan entre las manifestaciones de la arquitectura megalítica más excepcionales y universales, reflejando en su materialidad un considerable intercambio de valores y experiencias humanas, acorde con el papel de Antequera como cruce de caminos y lugar de convergencia de diferentes tradiciones culturales. Las excepcionales arquitecturas megalíticas antequeranas son inseparables de la igualmente singular confi-

Medalla de Menga (Anverso). Obra de Francisco Javier Galán de Mester Artis. Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura.

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guración paisajística de su entorno que incluye dos monumentos naturales a los que están indisolublemente unidos: La Peña de los Enamorados y El Torcal. Como obras maestras del fenómeno megalítico, estos monumentos y el paisaje que definen constituyen un testimonio ejemplar de la forma de vida y del genio creativo de las sociedades del Neolítico y la Edad del Cobre en Europa. Sin duda, por todas estas razones las larguísimas biografías de los megalitos antequeranos trascendieron ampliamente el ámbito de la Prehistoria Reciente, para convertirse en realidad en un espejo en el que se ha reflejado el devenir de todo el Pasado de la región, incluyendo la Antigüedad, el Medievo y las épocas Moderna y Contemporánea. La declaración de UNESCO recalca además el valor de autenticidad de los monumentos malagueños tal y como los conocemos en la actualidad, tanto por los materiales constructivos utilizados como por los tipos arquitectónicos (arquitectura ortostática adintelada en el caso de Menga y Viera, y arquitectura de falsa cúpula en el de El Romeral), así como su significación funeraria e ideológica a través de los tiempos. Al mismo tiempo, la declaración por parte de UNESCO supone un punto y aparte en la trayectoria de gestión e investigación que el sitio megalítico antequerano ha conocido en los últimos 150 años. Considerando solo los antecedentes más inmediatos, a la altura de 2004 la situación del Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera (CADA en adelante) bordeaba el fracaso institucional, pues carecía de una sede física y de personal facultativo estable, la estructura y calidad del sistema de visitas dejaba mucho que desear y no existía un programa de investigación científica de base. En el último decenio se ha dotado al CADA de una sede (aunque provisional) y de personal, se ha regulado y cualificado el sistema de visitas, que cuenta ahora con los diversos apoyos que cualquier visitante espera en un sitio de esta importancia (audiovisual, guías publicadas en inglés y español, y visitas guiadas) y se ha venido desarrollando un programa científico multidisciplinar en el que colaboran numerosas instituciones nacionales y extranjeras. Como parte de la expansión ocurrida en los últimos años, el CADA se ha esforzado además por convertirse en un espacio de encuentro y debate para la Prehistoria Andaluza. Desde el año 2010 se publica anualmente la revista Menga, que resulta de la colaboración establecida entre el propio CADA y diferentes grupos de investigación de las universidades de Granada, Jaén, La Laguna, Málaga y Sevilla. En los siete números ya aparecidos, la revista Menga ha venido contribuyendo a la difusión nacional e internacional de la investigación sobre la Prehistoria del sur de la península ibérica, reflejando también, a través de su sección de Crónica, las novedades que se vienen produciendo en la investigación científica de los monumentos megalíticos antequeranos. Además, el CADA ha redactado y publicado su Plan Director, documento que lo define como institución y que vertebra su acción gestora, promueve la organización de los Congresos de Prehistoria de Andalucía de los que se han celebrado tres ediciones (en 2010, 2012 y 2014), los Cursos de Otoño Antequera Milenaria y eventos de otra naturaleza. Los años transcurridos entre 2004 y 2016 han supuesto, por tanto, la consolidación del CADA, una institución de alta significación para la Prehistoria andaluza y española, y que ahora, gracias a la declaración de UNESCO, tiene una importante proyección futura. Ahora bien, además de reconocer el amplio trabajo realizado en los últimos años, dicha declaración acarrea una serie importante de obligaciones y responsabilidades, a la vez que obliga a hacer una autocrítica sobre los elementos de la gestión e investigación del sitio que están más urgentemente necesitados de actuación.

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Por una parte, UNESCO ha exigido, como era de esperar, medidas de atenuación del impacto urbanístico en el entorno del sitio, así como una reforma de edificio del museo que reduzca su impacto visual y estético. Las administraciones competentes para la realización de estas importantes reformas, el Ayuntamiento de Antequera y la Junta de Andalucía respectivamente, han actuado con rapidez para dar garantías a UNESCO de que ambas se llevarán a cabo. Las promesas y los compromisos son muy importantes, pero a este respecto, conviene recordar que las declaraciones de UNESCO son revisables y que si las instituciones gestoras del sitio no cumplen con los compromisos adquiridos de cara a cualificar su gestión, la declaración puede ser revisada e incluso anulada. Es por tanto prioritario en la gestión futura del sitio que ambos proyectos, el plan especial de protección de la zona de amortiguamiento del sitio y la reforma del edificio del Museo, se lleven a cabo en el plazo más corto posible. En el caso del Museo el mayor desafío planteado no es realmente la reforma del proyecto arquitectónico, que es sin duda bienvenida, sino su culminación y su apertura para que, dotado de los contenidos museográficos ya previstos, se convierta en el eje central de la visita al sitio y en un referente patrimonial de la Prehistoria de la Península Ibérica. Ello requerirá sin duda de esfuerzos y compromisos especiales, dada la situación de precariedad presupuestaria en que se encuentra la gestión de los bienes culturales andaluces debido a la crisis económica por la que atraviesa nuestro país. En este sentido, ya se está trabajando en la elaboración del nuevo Plan Director del Sitio de los Dólmenes de Antequera, que abarcará las anualidades 2017-2020. Desde el punto de vista de la investigación la tarea más urgente es consolidar el estudio y la publicación del abundantísimo registro empírico de los megalitos (especialmente de Menga y de Viera) que, tras haber sido excavados por diversos equipos y en diversas circunstancias, permanece inédito. Se trata de una tarea crucial para el futuro de la investigación (y la gestión) de los megalitos antequeranos, que debe contar con todo el apoyo de la administración competente, es decir, de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y de los museos de ella dependen. Existen en la actualidad proyectos vigentes que están centrados en esta tarea, y en los que colaboran varias universidades, pero sin duda esta tarea va más allá de la duración de tres o cuatro años que, a lo sumo, suelen tener los proyectos de investigación en nuestro país, por lo que requiere de una planificación a largo plazo. Aparte de la sistematización, investigación y publicación del registro de excavaciones antiguas, existen otras prioridades a largo plazo para la consolidación del conocimiento científico que ha servido de base para la declaración de UNESCO. Una de ellas es la investigación del tholos de El Romeral, que no ha sido nunca investigado con métodos científicos modernos y del que de hecho se sabe muy poco a fecha de hoy. Otra es la investigación integral de La Peña de los Enamorados, en sí mismo un complejo arqueológico de primer orden que tiene importantes claves para entender el paisaje megalítico antequerano. Finalmente, sería muy deseable que desde la administración se mejorase la coordinación interna en lo referente a las intervenciones que tienen lugar en el entorno del sitio megalítico antequerano, especialmente en los casos de sitios prehistóricos cuyo estudio es de primera importancia para generar sólidas bases empíricas para el conocimiento las sociedades prehistóricas antequeranas. En conjunto, la declaración de UNESCO supone un éxito sin precedentes en la gestión del patrimonio prehistórico de Andalucía, logrado en una coyuntura económica no precisamente favorable, que está afectando seriamente al sistema de gestión de patrimonio arqueológico en Andalucía (ver editorial del nº 6 de Menga), y desde una institución que hace apenas un decenio ni siquiera había echado a andar. La declaración ya ha tenido unos efectos muy beneficiosos en la gestión de los megalitos antequeranos, y sin duda esos efectos serán aún más beneficiosos en el futuro. Deseamos que en el futuro los equipos de gestión e investigación estén a la altura del reto que estas maravillosas construcciones milenarias nos proponen.

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La declaración de UNESCO también posee una lectura más allá de los propios dólmenes de Antequera dado que ha puesto el acento en la gran importancia que tiene el patrimonio prehistórico y protohistórico de Andalucía, un legado que ha sido escasamente valorado por las instituciones de nuestra comunidad, más pendientes de los testimonios de otros “pasados”. No podemos permitirnos el lujo de dejar “dormir” este patrimonio, máxime cuando estamos ante un recurso que despierta un gran interés en nuestra sociedad y que posee una capacidad de articulación territorial no suficientemente valorada. Hay una evidente demanda de conocimiento del patrimonio prehistórico por parte de un cada vez mayor sector de la ciudadanía. No hay más que ver el aumento del número de visitantes a los Dólmenes de Antequera una vez que empezó a ocupar espacio en los medios de comunicación con motivo de su candidatura a Patrimonio Mundial. Andalucía tiene que aprovechar el impulso de la declaración de Patrimonio Mundial para la recuperación, valorización y puesta al servicio de la sociedad de los recursos patrimoniales que posee. Si realmente aspiramos a ser referente del turismo cultural hay que ponerse a trabajar en ello, tanto desde las instituciones, los centros de investigación y los colectivos ciudadanos. Igualmente, la implicación del patrimonio prehistórico y protohistórico con el turismo y la educación medioambientales debe ser un objetivo prioritario, dados los valores paisajísticos que poseen muchos de los lugares donde se encuentran los recursos patrimoniales. La misma UNESCO nos ha hecho un guiño en este aspecto, al incluir en la misma Declaración de Patrimonio Mundial tanto la Peña de los Enamorados como El Torcal. La combinación de todos estos elementos daría una gran fuerza a propuestas integradoras de este tipo, pero lo que se necesita es el impulso desde el liderazgo institucional y social. La puesta en valor de aquellos elementos más singulares y destacados del patrimonio prehistórico y protohistórico de Andalucía fomentaría el tejido social, con la vinculación de las comunidades a un legado del que son depositarias, así como la actividad económica, al fomentar la creación de iniciativas privadas vinculadas al turismo de calidad y al sector cultural. En definitiva, estamos ante un campo poco trabajado para el empleo, en un país y una comunidad castigados por esta lacra, especialmente entre los jóvenes. Pero los resultados no solo hay que medirlos en número de visitantes, sino también en la calidad de la visita y los servicios que se prestan en el propio enclave y en el entorno, de manera que el interés sea sostenible y no una mera inversión en publicidad. Las posibilidades son enormes, tanto a nivel de equilibrio territorial como a la creación de redes, que conecten diferentes espacios culturales no sólo dentro de nuestra comunidad, sino también con otras vecinas e incluso de alcance europeo y mediterráneo. Y en este mapa de rutas, el Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera tiene que ser necesariamente uno de los nodos de conexión principales, como la propia UNESCO acaba de reafirmar.

Medalla de (Reverso). Obra de Francisco Javier Galán de Mester Artis. Foto: Javier Pérez González. © JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura.

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DOSSIER

Conjunto de puntas de flechas de jabalina procedentes del dolmen de la Pastora (Valencina de la Concepciรณn, Sevilla). Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.


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DOSSIER: LOS ORÍGENES DE LA METALURGIA: TRANSMISIÓN DEL CONOCIMIENTO VERSUS INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Coordinado por Ignacio Montero Ruiz y Mercedes Murillo Barroso Los inicios de la metalurgia y el valor social del metal Ignacio Montero Ruiz y Mercedes Murillo Barroso An Overview of Chalcolithic Copper Metallurgy from Southern Portugal Pedro Valério, António M. Monge Soares y María Fátima Araújo La metalurgia calcolítica en el suroeste de la Península Ibérica: una interpretación personal Salvador Rovira Llorens


Mineral de cobre de Cerro Minado (malaquita, azurita y eritrina). Foto: Mercedes Murillo-Barroso


DOSSIER

LOS INICIOS DE LA METALURGIA Y EL VALOR SOCIAL DEL METAL Ignacio Montero Ruiz1 y Mercedes Murillo-Barroso2

Resumen: El origen de la metalurgia es probablemente una de las innovaciones tecnológicas más significativas y más debatidas de la Prehistoria en Eurasia. A grandes rasgos son dos los elementos que han determinado el interés de este tema. Por un lado el debate sobre la posibilidad de un origen múltiple frente a perspectivas difusionistas que postulan un único lugar de invención, y por otro el papel jugado por la metalurgia como innovación tecnológica en el desarrollo social y más concretamente en el proceso de la estratificación social que desemboca en la formación de los primeros estados. En este artículo hacemos una revisión sobre los modelos de innovación y valor social del metal propuestos para Próximo Oriente, los Balcanes y Centroeuropa durante el Neolítico y el Calcolítico como escenario comparativo para el origen, desarrollo y valoración social de la metalurgia en la Península Ibérica.

Palabras Clave: Primera Metalurgia, Innovación, Cobre, Valor Social, Complejidad Social, Neolítico, Calcolítico.

THE ORIGINS OF METALLURGY AND THE SOCIAL VALUE OF METALS Abstract: The origins of metallurgy is probably one of the most significant technological innovations and one of the most debated questions of Prehistory in Eurasia. Broadly speaking there are two elements which have brought about the interest of this topic. On the one hand the debate on multiple origins against diffusionist perspectives that posit a unique place of invention, and on the other hand the role played by metallurgy as a technological innovation in social development and more specifically in the process of social stratification leading to the formation of early states. In this article we review the proposed models of innovation and social value of metals for the Near East, the Balkans and Central Europe during the Neolithic and Chalcolithic as a comparative scenario for the origin, development and social value of metallurgy in the Iberian Peninsula.

Keywords: Early Metallurgy, Innovation, Copper, Social Value, Social Complexity, Neolithic, Chalcolithic.

1 Instituto de Historia. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. [ignacio.montero@cchs.csic.es] 2 UCL Institute of Archaeology. London (UK). [m.murillo-barroso@ucl.ac.uk]

Recibido: 23/08/2016. Aceptado: 30/09/2016

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. PP. 15-29. ISSN 2172-6175 // DOSSIER

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IGNACIO MONTERO RUIZ Y MERCEDES MURILLO-BARROSO

1. LOS INICIOS DE LA METALURGIA EN EUROPA. EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DE UNA TECNOLOGÍA INCIPIENTE Existe una amplia literatura sobre el origen de la metalurgia. A grandes rasgos son dos los elementos que han determinado el interés por este tema. Por un lado el debate sobre la posibilidad de un origen múltiple frente a perspectivas difusionistas que postulan un único lugar de invención, y por otro el papel jugado por la metalurgia como innovación tecnológica en el desarrollo social y más concretamente en el proceso de estratificación social que desemboca en la formación de los primeros estados. Para los lectores que se acercan por primera vez a este tema es necesario aclarar que el debate se centra en la aparición de la tecnología metalúrgica entendida como el proceso de transformación de un mineral metálico en metal. Nadie cuestiona que el primer uso de metal nativo se produce en el Próximo Oriente (Turquía, Transcaucasia e Irán), región que desde el IX al VI milenio ANE cuenta con numerosos hallazgos de elementos de cobre trabajados en una fase que denominamos pre-metalúrgica, pero que constituye la base tecnológica para el trabajo del metal (e.g. Maddin et al., 1999). La reducción de compuestos minerales para obtener metal (inicio de la metalurgia) no es conocida hasta la transición del VI al V milenio ANE tanto en Próximo Oriente (Yener, 2000; Golden, 2009) como en los Balcanes (Borić, 2009; Radivojević et al., 2010). También conviene aclarar que el oro es un elemento que puede crear confusión en este panorama, especialmente por su alta presencia en al área balcánica, pero que debe mantenerse al margen ya que se obtiene a partir del oro nativo aluvial, y emplea las mismas bases tecnológicas que el trabajo con el cobre nativo (forja y recocido), aunque presenta algunas características especiales y diferentes como su soldadura en frío. En relación a su origen, aunque la metalurgia en el continente americano avala que su descubrimiento puede producirse de manera independiente, no existe el mismo consenso sobre la situación en Eurasia (véase Roberts et al., 2009 y la crítica de Pearce, 2015). En los últimos años hemos asistido a un nuevo resurgir del debate en el que la defensa de un origen único en el Próximo Oriente y postulados difusionistas se enfrentan a la evidencia registrada

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en los Balcanes que sugiere un origen múltiple como ya planteara Renfrew (1978). Dejando al margen el uso del cobre nativo, las primeras evidencias de explotación metalúrgica son más difíciles de documentar. En primer lugar, los restos arqueológicos de los primeros ensayos metalúrgicos serán muy escasos y no contaremos con un registro significativo hasta momentos en los que la nueva tecnología haya sido completamente adoptada. Y en segundo lugar, como ya se ha comentado en otras ocasiones (véase el artículo de Rovira Llorens en este mismo volumen), los restos arqueológicos derivados de las primeras fases metalúrgicas pueden ser muy escasos dado el uso de menas carbonatadas muy ricas en cobre así como por la práctica de triturar las escorias para el aprovechamiento del cobre metálico atrapado en ellas, lo que sin duda dificulta una precisa documentación arqueológica. A esto hemos de añadirle la dificultad de discriminar analíticamente entre objetos elaborados a partir de cobre nativo, si estos se han manufacturado por fundición, del metal obtenido de los minerales de cobre (Wayman y Duke, 1999). A pesar de esta dificultad, contamos con mejores datos, tanto a nivel cronológico como del estudio tecnológico de los restos metalúrgicos que los disponibles por Renfrew en la década de los 70. A partir de las últimas excavaciones en el yacimiento de Belovode (Serbia), el desarrollo de la metalurgia en ambas zonas puede interpretarse como independiente (Radivojević et al., 2010) (Fig. 1.). No obstante, no resulta fácil señalar la prioridad de la zona balcánica o del Próximo Oriente por falta de una resolución cronológica en las dataciones disponibles. Esta aparente sincronía también ha servido para mantener la propuesta de un único foco metalúrgico con origen probablemente en Anatolia (Roberts, 2014: 426; Roberts et al., 2009: 1014) –a pesar de encontrarse a más de 1.000 km de distancia de Belovode–. Estos autores destacan que el conocimiento del metal nativo desde momentos muy anteriores en esta región supone una experiencia acumulada que conduce al descubrimiento de la metalurgia, que desde aquí se expandiría por toda Eurasia siguiendo adaptaciones locales, siendo los Balcanes una de ellas. Los primeros restos de explotación metalúrgica en Europa se documentan en los Balcanes a partir del 5000 cal ANE con evidencias de reducción

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Fig. 1. Yacimientos mencionados en el texto.1) Zambujal; 2) Vila Nova de São Pedro; 3) Sao Bras; 4) Mocissos; 5) Cabezo Juré; 6) Valencina de la Concepción; 7) Cueva de Aïn Smen; 8) Ifri n'Amr o'Moussa; 9) Aguas Vivas; 10) Ciavieja; 11) Los Millares; 12) Terrera Ventura; 13) Las Pilas; 14) Cerro Virtud; 15) Almizaraque; 16) La Capitelle du Broum; 17) Botteghino; 18) Brixlegg; 19) Belovode; 20) RudnaGlava; 21) Rákóckzifalva-Bagiföld; 22) Varna; 23) ÇatalHüyük; 24) Mersin; 25) Değirmentepe; 26) Norşuntepe; 27) Tepecik; 28) Hujayrat al-Guzlan; 29) Shiqmim; 30) Abu Matar; 31) Bir es-Safadi; 32) Susa; 33) Tal-i-Iblis; 34) Tepe Yahya.

en el ya mencionado sitio de Belovode (Radivojević et al., 2010)1. La tecnología empleada, se desarrollaría a partir de cubetas en el suelo que harían las veces de contenedor, dejando evidencias de pequeños fragmentos de escorias de 2 cm aprox. A pesar de lo rudimentario de la tecnología, se propone un alto grado de conocimiento de las materias primas empleadas, mediante la selección diferenciada de recursos de cobre para la elaboración de cuentas (vinculada a la tradición neolítica de elaboración de adornos en otros soportes) y para la extracción de metal, estando espacialmente separadas en el yacimiento cada una de las actividades de producción (Radivojević et al., 2010; Radivojević y Rehren, 2015). En el resto de Europa contamos con las primeras evidencias de reducción de sulfuros de cobre en Brixlegg (Austria) a finales del V milenio ANE (Höppner et al., 2005) aunque se considera que estas serían resultado de los primeros ensayos de una metalurgia que no llegó a consolidarse hasta mucho después

(Bartelheim, 2013: 171). También contamos con un posible crisol y restos de escorias, aún sin analizar, recientemente hallados y datados en 4501-4365 cal ANE 2σ en Botteghino, un asentamiento neolítico al aire libre al noroeste de Italia (c.f. Dolfini, 2014: 476) que de confirmarse, evidenciarían una rápida expansión de la metalurgia en la zona y que podría conectarse con la temprana explotación de las minas de Monte Loreto y Libiola a inicios del IV milenio cal ANE (Pearce, 2015: 51). Esta primera metalurgia sería contemporánea a las primeras evidencias de metalurgia extractiva en Anatolia, donde los objetos elaborados a partir de minerales complejos aparecen en el yacimiento de Mersin y datan de comienzos del V Milenio ANE (aunque no se documentan escorias y/o crisoles en el sitio). Las primeras pruebas claras de reducción y fundición datan hacia finales del V milenio - comienzos del IV milenio ANE en poblados como Değirmentepe –donde también se han documentado activida-

1 La cronología de la minería de cobre es anterior (en Rudna Glava a partir de 5400 cal ANE) (Borić, 2009) pero el empleo de adornos de malaquita trabajados con tecnología lítica y el uso del mineral como pigmento no permite vincular el inicio de la minería del cobre con el inicio de la metalurgia.

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des administrativas incluyendo sellos–, Norşuntepe o Tepecik (c.f. Lehner y Yener, 2014: 539-540). Las escorias de Çatalhöyük que se fechan en el VII milenio ANE y que han sido un elemento de duda sobre el posible origen de la metalurgia (c.f. Craddock, 2000) han sido recientemente reanalizadas y se demuestra sin duda que todavía en ese periodo no existía una reducción controlada del mineral2. Los datos que compiten en antigüedad con Belovode son los restos de crisol de Tal-i Iblis (Irán) en el que se procesaron minerales con niveles altos de arsénico, sulfuro, cobalto, hierro y níquel al menos en los inicios del V milenio ANE (Thornton, 2009). En este caso, al igual que en otros asentamientos con restos metalúrgicos en el actual Irán como Susa o Tepe Yahya (Piggot, 1999; Thornton, 2009), así como en yacimientos calcolíticos del Levante como Abu Matar, Bir es-Safadi o Shiqmim (Golden et al., 2001; Rowan y Golden, 2009) –c. 4200-3400 ANE– además de las escorias contamos con evidencias de crisoles. Esta primera tecnología metalúrgica se caracteriza por el uso de crisoles de pequeño tamaño, bajas temperaturas y baja eficiencia (Hauptmann, 2007). Aunque a priori puede resultar difícil diferenciar el área balcánica de la de Próximo y Medio Oriente en términos cronológicos (lo que contribuye al mantenimiento de la idea del ‘foco único’ con origen en Anatolia) las diferencias en ambas zonas son significativas, como comentaremos más adelante. La hipótesis de origen único se basa en la idea de que la aparición de la metalurgia constituye un salto tecnológico cualitativo con respecto a las tecnologías preexistentes, dada su intrínseca complejidad y por tanto se asume (más que se explica) que ésta “tuvo que haber sido aprendida en un lugar y aplicada en el resto. Esto aparentemente sólo pudo ocurrir a través del movimiento de individuos o grupos que poseyeran los conocimientos metalúrgicos” (Roberts, 2014: 431). Desde otras aproximaciones también se le concede a la aparición de la metalurgia un carácter especialmente diferente al del resto de producciones, en este caso definiéndola como una práctica altamente ritualizada cuyo conocimiento tendría un marcado carácter secreto sólo accesible a determinados sectores de la

población (e.g. Budd y Tylor, 1995; Kienlin, 2014). Tal podría ser el caso del noreste italiano donde los asentamientos metalúrgicos se sitúan en abrigos rocosos alejados de los poblados. En ocasiones también se han documentado enterramientos en estos abrigos por lo que se ha sugerido que las prácticas funerarias y metalúrgicas podrían estar fundamentadas sobre las bases de un conocimiento secreto y restringido que sólo se revelaría en ciertas zonas alejadas de los contextos domésticos (cf. Dolfini, 2014: 483 ss.). Si bien es cierto que los estudios etnográficos muestran un componente ritual en ciertas prácticas metalúrgicas (véase e.g. Schmidt, 1997 para la metalurgia del hierro en África), deben ser los estudios concretos de caso los que demuestren (más que asuman) este carácter restringido, secreto, o altamente complejo de las prácticas metalúrgicas, o si por el contrario éstas se vienen desarrollando colectiva y comunalmente en el marco de las relaciones propias de sociedades de parentesco. El estudio por tanto, no sólo de la tecnología en sí, si no del contexto en el que ésta se desarrolla es crucial para comprender el papel tanto social como económico de la metalurgia.

2. VALOR SOCIAL DE LOS PRIMEROS METALES Aunque el debate sobre el origen de la metalurgia sigue abierto, hay algunos elementos comunes que podrían relativizar el problema cronológico para centrarlo en las verdaderas implicaciones que tiene el aprovechamiento del metal. De esta forma los defensores de una perspectiva de origen único aceptan que la metalurgia americana, aunque es independiente en el tiempo y en el espacio, se formó por el mismo tipo de costumbres sociales y culturales que conformaron la metalurgia del Viejo Mundo (Roberts et al., 2009 cf. Lechtman, 1999). Por tanto la clave para entender por qué y cómo evoluciona la metalurgia en esas posibles áreas de origen está en los factores sociales y cómo se expresan culturalmente. Y aquí enlazamos con el segundo de los temas de interés del debate señalado al inicio: la complejidad social y la aparición de los primeros estados. En el discurso entran de lleno los conceptos de invención e innovación, ya que una invención que no

2 Radivojevic, M.; Rheren, Th.; Farid, S. y Pernicka, E.: Revisiting Catalhöyük metallurgy: new data from old finds. Comunicación presentada en el 41st International SymposiumonArchaeometry (Kalamata, 16-20, May 2016).

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desemboque en innovación no tiene ninguna repercusión histórica, pero necesita ser entendida también en el marco social para justificar su “fracaso”. Es la adopción generalizada de la nueva actividad o producto, no solo el descubrimiento del nuevo proceso técnico lo que constituye la verdadera innovación. Valorar la tecnología como respuesta a las necesidades sociales permite entender la existencia de diferentes ritmos de desarrollo y soluciones innovadoras distintas y complementarias que surgen a partir de los conocimientos previos. Así, la fase pre-metalúrgica en el Próximo y Medio Oriente duró entre 3.000 y 3.500 años sin que se avanzase hasta la plena metalurgia, mientras que en los Balcanes la fase pre-metalúrgica es más corta, con un aprovechamiento del metal nativo solo unos centenares de años antes de que se lograse reducir el metal. La irrupción de la metalurgia extractiva, además, parece ‘explosionar’ de forma mucho más rápida e intensa en los Balcanes, siendo la producción y consumo de metal en estas primeras etapas metalúrgicas muy superior en esta zona a la del Próximo Oriente (Pearce, 2015: 47), aunque con posterioridad durante la Edad del Bronce, a partir de mediados del IV milenio ANE, se produzca un declive en la producción y consumo de metal, tanto de base cobre como de oro (Chernij et al., 1990). En ambas regiones el momento de la innovación metalúrgica se produce casi simultáneamente, cuando la economía agrícola del Neolítico ya se ha consolidado. Para explicar la velocidad y el grado de adopción (o rechazo) de una nueva tecnología en cada región debemos considerar cuestiones socio-económicas como valor y demanda; desarrollo tecnológico y relaciones sociales, pues las adopciones de nuevas tecnologías dependen tanto o más del contexto socio-cultural en el que se desarrolla que de las leyes físico-químicas que la hacen posible. La primera metalurgia se desarrolló en contextos con culturas y estructuras sociales muy diferentes y por tanto esta nueva tecnología debe entenderse en su contexto local o regional concreto. Las condiciones sociales para la aplicación y adopción de una nueva tecnología necesariamente tienen que preceder al desarrollo eficiente de la misma. No es suficiente con tener abundantes recursos, conocimiento acumulado y la capacidad técnica y económica para reducir metal; es necesario también un incentivo y aceptación social para que esa nueva tecnología sea ampliamente adoptada y eficientemente desarrollada (Vicent, 1995: 177; Lehner y Yener, 2014). Y aquí encontramos diferencias sustanciales entre distintas regiones.

Dado que la raíz pre-metalúrgica con el trabajo del cobre nativo (empleo de fundición, forja y recocido) es común tanto en los Balcanes como en Próximo Oriente, no es probable que encontremos argumentos tecnológicos para resolver la cuestión de un origen múltiple o único en estas dos zonas. La diferencia entre el empleo de cubetas de reducción en Belovode o de crisoles de reducción en Tal-i-Iblis podría ser un indicio de una respuesta diferenciada, pero para algunos autores pueden ser solo variantes debidas a que la transmisión de ideas, objetos o practicas entre individuos o comunidades no producen replicas perfectas e idénticas de todas esas prácticas metalúrgicas (Roberts et al., 2009: 1019) Ante la falta actual de resolución cronológica proponemos por tanto centrarnos en su impacto social, es decir cuáles fueron las motivaciones sociales (o/y económicas) que permitieron que esa invención tuviera éxito. Para Renfrew (1986) la innovación decisiva en el desarrollo de un nuevo producto es generalmente social más que técnica. A menudo la tecnología está ya allí. Así, mientras que la aparición de los primeros metales supuso un rápido y extenso desarrollo de la metalurgia en ciertas regiones, siguió un desarrollo mucho más lento y menor en otras zonas en las que no supuso ningún cambio significativo para la estructura social. Por ello es ampliamente aceptado que la Edad del Cobre en el sureste de Europa está caracterizada por nuevas elites emergentes y por un fuerte impacto social de la metalurgia. En la mayoría de los casos de la primera metalurgia, y los Balcanes no es una excepción, los productos son usados como símbolos y como elementos personales más que como herramientas y útiles de manera que generan prestigio (quizá como consecuencia del primer uso ornamental del cobre nativo). Una vez que el metal se ha convertido en un indicador de prestigio y status social, la competición entre las diferentes facciones de las emergentes élites por el acceso y el control de los recursos se ha considerado un factor decisivo que contribuyó al origen y desarrollo de los primeros estados entre el IV y el II milenios ANE en Próximo Oriente y Eurasia (Hanks y Doonan, 2009 y referencias incluidas; contra Kienlin, 2014, 2016). Los procesos sociales de ambas regiones siguieron distintas trayectorias, no obstante el impulso inicial del desarrollo de la metalurgia parece recaer en las mismas circunstancias de ostentación, acumulación y diferenciación social mientras que otras áreas veci-

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nas van incorporando el metal de forma más paulatina. Así, en el Próximo Oriente el modelo Childeano3 del impacto social de la metalurgia puede visibilizarse más fácilmente. Incluso en el área del Levante mediterráneo, territorio no identificado con los diversos imperios mesopotámicos o de Egipto, a fines del V milenio ANE el metal es utilizado como visibilización de estatus y diferenciación social apareciendo formas sin funcionalidad instrumental que se emplean en contextos con un alto contenido simbólico (santuarios) (Klimscha, 2013: 57-58). No obstante, la relación causal entre metalurgia y desigualdad social no puede determinarse, ya que en ese periodo aparecen junto al metal otra serie de innovaciones sociales, y por tanto es difícil concretar la influencia específica del metal en esos cambios (Klimscha, 2013). Sin embargo, no hay duda de que la demanda de cobre y la tendencia a la centralización en la producción y distribución junto a la expansión de redes de intercambio a larga distancia ayudan a entender la existencia de determinados asentamientos como el de Hujayrat al-Guzlan en el desierto del Sinaí. En el área balcánica, la riqueza diferencial de algunas tumbas lleva a destacar el valor de prestigio que ha adquirido el metal (tanto el oro como cobre), no solo en necrópolis como Varna, sino en otras zonas de los Cárpatos como en el yacimiento de RákóczifalvaBagiföld (Hansen, 2013: 148). Es importante destacar que, a diferencia de la Península Ibérica, los enterramientos individuales son el rasgo característico en Europa Oriental, al igual que en Rinaldone y Remedello en Italia, y permiten visualizar mejor las diferencias entre individuos y el papel de marcador social que pudo haber adquirido el metal en estos contextos. Sin embargo para Kienlin (2014: 451) el metal habría jugado más un papel simbólico y de identidad personal o “éxito económico” –por ejemplo en las culturas de Tiszapolgár y Bodrogkeresztúr del Calcolítico Antiguo y Medio de la meseta carpática– sin que de ahí pueda inferirse que el metal fuera considerado un elemento de prestigio o de acceso diferencial al poder, o que la metalurgia y la transmisión de su conocimiento estuviera bajo el control de una élite hereditaria. A pesar de que el acceso diferencial al metal parece evidente en el mundo funerario, Kienlin se inclina a relacionarlo con la negociación de iden-

tidades en el marco de las relaciones de parentesco y propone otros mecanismos al margen del control y desarrollo de las élites para la transmisión del conocimiento metalúrgico y su implementación. En cualquier caso, sí parece intuirse que este primer impulso metalúrgico no fructificó de la misma forma que en las más complejas sociedades del Próximo Oriente. Así, a finales del V milenio se produce un abandono de los poblados en la zona de Bulgaria y el Bajo Danubio y en la meseta de los Cárpatos se produce un declive en la producción de objetos pesados como las hachas en un momento ligeramente posterior (Hansen, 2013: 148; Chernij et al., 1990). En el resto de Europa y del Mediterráneo se considera que el conocimiento de la metalurgia es deudor de la metalúrgica balcánica (Roberts et al., 2009; Dolfini, 2013) aunque puedan desarrollarse rasgos particulares como puede ser el uso del plomo en el Sur de Francia o del antimonio en Italia. No obstante el ritmo de expansión y aceptación de la innovación es algo discontinuo y con repetidas interrupciones, estando condicionado por las redes de comunicación existentes en las que se integran factores como la densidad de población, la movilidad y los lazos sociales (Scharl, 2016) así como la mayor o menor similitud entre las sociedades en contacto, donde entran en juego las diferencias en las estructuras sociales y los sistemas de valor. Así, en la literatura más reciente se critica que durante mucho tiempo la investigación haya seguido las premisas de Childe en lo que se refiere al papel fundamental de la metalurgia en la complejidad social de las sociedades europeas y se señala que en gran parte de Europa central y occidental estos primeros metales no generaron ningún tipo de transformación en las bases tribales de las comunidades prehistóricas, que siguieron basándose en relaciones de parentesco, género y edad con pocas evidencias de desigualdad social (e.g. Bartelheim, 2007; Dolfini, 2013; Kienlin, 2014; Roberts, 2014). En esta reflexión del valor social del metal debemos volver a llamar la atención sobre el predominio de los enterramientos individuales en Europa oriental a diferencia de lo que predomina en el occidente.

3 V.G. Childe, cuyas ideas han sido enormemente influyentes en la historiografía occidental, fue el primer autor que presentó el impulso de la metalurgia y la aparición de los primeros metalurgos especializados como motor del cambio social, con el desarrollo de la división social del trabajo, de las élites sociales y en última instancia, de la estratificación social (e.g. Childe, 1956).

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Durante el Neolítico Superior (c. 4400-3500 ANE) en la zona alpina asistimos a varias remodelaciones en el poblamiento: los poblados se reducen de tamaño y algunos de ellos se cercan, las viviendas son considerablemente menores y frente a la riqueza de enterramientos del Neolítico Medio, contamos con una significativa ausencia de estos durante el Neolítico Superior, lo cual parece tener una clara influencia en la escasez de objetos metálicos frente a la situación del sureste europeo (Bartelheim, 2013). De forma similar, la Europa atlántica, la más tardía en incorporar el metal, tampoco cuenta con la abundancia de enterramientos individuales que se observa en el sureste europeo. En esta zona son el megalitismo y los enterramientos colectivos los que predominan y hasta la Edad del Bronce no empiezan a detectarse

esos fenómenos de individualización que pueden ser los primeros indicios de complejidad social o de elites jerárquicas, siendo posiblemente el campaniforme su primera expresión (ver más abajo).

3. LA SITUACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Dentro del debate de la primera metalurgia, la Península Ibérica aparece como un elemento discordante. La propuesta de considerarla como un lugar de invención independiente choca con los modelos aceptados para los Balcanes y Próximo Oriente. Desde una perspectiva cronológica, la antigüedad de Cerro Virtud en la primera mitad del V milenio ANE (Ruiz Taboada y Montero, 1999) despierta dudas para

Fig. 2. Difusión del uso del cobre nativo (a) y de la metalurgia del cobre (b) según Roberts et al., 2009: 1014.

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ciertos investigadores (Roberts et al., 2009, Roberts, 2014), aunque la propuesta de Renfrew del desarrollo de la metalurgia en Europa con su mapa de isócronas ha dejado un poso difícil de superar para los modelos difusionistas como revelan los mapas recientemente publicados (Roberts et al., 2009) en el que el sur Peninsular aparece aislado del resto (Fig. 2). Esa nueva propuesta gráfica de la difusión de la metalurgia presenta a nuestro parecer además otros dos puntos equivocados, quizás consecuencia de buscar la regularidad estética. Por un lado la no inclusión completa del Norte de África, y en especial de los datos conocidos en Marruecos –que ni siquiera se integra, aunque existen materiales que se adscriben al III milenio ANE, como por ejemplo en la las cuevas de Aïn Smen e Ifri n'Amr o'Moussa (Grebenart, 1988; Montero-Ruiz et al., 2012)– y por otra la presencia de las Baleares en fechas anteriores al 3000 ANE, cuando en la actualidad es generalmente aceptado que su poblamiento permanente es tardío, a partir del último cuarto del III milenio cal ANE (Calvo et al., 2002). Una posible vía de expansión mediterránea por las Baleares queda definitivamente excluida por la cronología tan tardía de su poblamiento estable. Por otra parte, la opción de difusión desde el Norte de África apenas ha sido considerada por la investigación debido a los escasos conocimientos disponibles, que hacen deudora a la metalurgia norteafricana de la metalurgia campaniforme de la Península; sin embargo, cada vez están siendo más valoradas las relaciones entre ambas zonas durante el Neolítico (e.g. Cortés Sánchez et al., 2012) Uno de los argumentos para rechazar el origen independiente de la metalurgia en la Península Ibérica es la falta de datos entre el V milenio ANE proporcionado por el hallazgo de Cerro Virtud y la metalurgia calcolítica, que tradicionalmente se coloca en el 3000 ANE o en el último cuarto del IV milenio ANE. Aunque ya hemos intentado explicar que hay numerosos factores que pueden estar enmascarando el registro arqueológico en ese periodo (Montero Ruiz, 2005; Murillo-Barroso y Montero-Ruiz 2012) la realidad es que realmente hasta avanzado el III milenio ANE no existe una metalurgia consolidada.

Los yacimientos estratificados del Calcolítico del Sureste muestran un creciente número de objetos metálicos, pero en muchos de ellos no hay pruebas de extracción metalúrgica (i.e. escorias) en sus fases iniciales. Tal sería el caso de Las Pilas (Mojácar, Almería), donde se documentan restos de metal en las primeras fases del yacimiento, y sin embargo las primeras evidencias de procesado no aparecen hasta el primer cuarto del III milenio ANE y no se llega a una metalurgia más consolidada hasta la segunda mitad del III milenio ANE (Murillo-Barroso et al., en prep.). En fechas similares se data el taller metalúrgico de Los Millares, en torno a 3009-2579 cal ANE 2σ4 (BETA124527, 4220±70 BP sobre carbón5) (Molina González et al., 2004). En Almizaraque no es posible precisar la antigüedad de la metalurgia, aunque se señala que es en el último momento de la fase I, bien conservado por una rápida destrucción, donde aparecen los primeros restos de actividad metalúrgica (Delibes de Castro et al., 1996: 157). Teniendo en cuenta que la fase II se data de manera general entre el 2600-2400 cal ANE (Castaño et al., 1991: 50), y con las fechas asociadas a la fase I todas con amplia desviación estándar y procedentes de carbones, no es posible retrasar en exceso la cronología de esa primera metalurgia del final de la fase I. En el yacimiento de Terrera Ventura, las contradicciones y dudas de sus excavadores con respecto a la aparición de los primeros indicios de mineral tratado térmicamente, hacen difícil que pueda ser aceptada su posible antigüedad en la segunda mitad del IV milenio cal ANE (Gusi y Olaria, 1991: 235-236; Montero Ruiz, 2005). Finalmente en el yacimiento de Ciavieja, que cuenta con una estratigrafía de 5 m de potencia, se indica que es en la fase II (precampaniforme) donde se identifican los primeros restos metalúrgicos. La datación más antigua disponible para el corte 5 es de 2908-2454 cal ANE 2σ (I-15005, 4100 ±100 BP, sobre carbón). Desafortunadamente en la última década no se han realizado excavaciones nuevas en yacimientos con amplias estratigrafías. Los datos son realmente escasos y en la mayoría de las ocasiones no están acompañados de una buena datación que permita anclar el dato inequívocamente a una fecha calibrada. Fuera del Sureste

4 Para una mayor consistencia todas las dataciones se han recalibrado utilizando el programa OxCal 4.2 con la curva de calibración IntCal. 13. 5 No obstante hemos de tener en cuenta que el posible efecto de ‘madera vieja’ en todos análisis realizados sobre muestras de carbón podría generar dataciones más antiguas del uso real del contexto.

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peninsular contamos con las fechas de Sao Bras en el Sur de Portugal discutidas en este mismo número por Pedro Valério, António Monge Soares y Fátima Araujo y las dataciones de la explotación minera de Mocissos (Portugal) en el último cuarto del IV milenio ANE (Hanning et al., 2010). También los restos metalúrgicos de Aguas Vivas (Guadalajara) irían asociadas a una cronología del último cuarto de del IV milenio cal ANE (DSH496, 4426 ± 20 BP; 3264-2929 cal ANE 2σ, sobre carbón) (Cantalapiedra Jiménez e Ísmodes Ezcurra, 2010: 48-49). En el Suroeste, las evidencias metalúrgicas más antiguas estarían en la fase I de Cabezo Juré. Según los autores, desde la fase I se documentan estructuras de combustión (denominadas ‘hornos’) pero cuya descripción como ‘paredes de barro con adherencias escoriáceas que cierran oquedades rocosas’ (Nocete Calvo, 2004: 281; Rodríguez Bayona, 2008: 45) así como las imágenes de los mismos recuerdan más a las cubetas de reducción que a hornos propiamente dichos (véase Rovira Llorens en este número para una discusión más amplia). La datación de esta fase I tampoco tiene precisión (BETA143185, 4220 ± 120 BP; 3311-2473 cal ANE 2σ) y la muestra datada de esta fase procede además de la plataforma superior, no estando directamente asociada a los restos metalúrgicos. Las dataciones que sí están directamente relacionadas con la producción metalúrgica de la ladera Sur se corresponden a las fases II y III, con una cronología más tardía6 (Nocete Calvo, 2004: 227). Una datación similar de la actividad metalúrgica en el Suroeste sería la del llamado “barrio metalúrgico” de Valencina de la Concepción en la primera mitad del III milenio ANE; entre 2881-2581cal ANE 2σ (Ua 19475, 4150 ± 50 BP sobre carbón) y 2858-2468 cal ANE 2σ (Ua 19474, 4045 ± 50 BP sobre carbón), en donde se documenta un mayor volumen de escoria (c. 16 kilos), restos de mineral, toberas y estructuras de combustión (Nocete Calvo et al., 2008). No obstante ambos yacimientos, al igual que Zambujal o Vila Nova de São Pedro en Portugal, podrían considerarse ejemplos de una metalurgia ya consolidada en el segundo cuarto del III milenio cal ANE. Esta falta de restos metalúrgicos en las fases más antiguas, creemos que hay que relacionarla, a diferencia de del Próximo Oriente y los Balcanes, con la

ausencia de las condiciones sociales necesarias que posibilitaran una innovación exitosa –además de los problemas arqueográficos del Neolítico peninsular (véase por ejemplo la significativa ausencia de dataciones absolutas en determinados contextos neolíticos e.g. Balsera Nieto et al., 2015)–. Para los que aceptamos la antigüedad de Cerro Virtud, la explicación a esa falta de desarrollo de la metalurgia tras estos primeros ensayos solo puede encontrarse en los factores sociales. A diferencia de lo que ocurre en Próximo Oriente y Europa Oriental, en la Península Ibérica no parece que el cobre tuviera un marcado valor social hasta los momentos más tardíos del campaniforme y la Edad del Bronce. En general, los primeros usos del cobre en el Próximo Oriente y Europa Oriental son ornamentales. En su faceta utilitaria, el cobre tiene que competir con el eficiente utillaje lítico y no será hasta momentos posteriores, en los que la metalurgia adquiere un mayor desarrollo (y muy especialmente con la introducción del hierro), que la introducción del utillaje metálico tenga un papel estructuralmente significativo en las labores productivas. Por tanto, si las primeras manifestaciones metálicas no representan una gran ventaja funcional y utilitaria, será su valoración como elemento ideológico, estético, simbólico o de estatus la que incida en la mayor o menor demanda de objetos de cobre. Ya destacamos sin embargo la significativa ausencia de adornos de cobre en la Península Ibérica en las primeras etapas metalúrgicas, en un momento en el que asistimos a una explosión de nuevas materias primas (e.g. Murillo-Barroso y Montero Ruiz, 2012; Costa Caramé et al., 2011). En el registro funerario peninsular del Neolítico y especialmente del Calcolítico, entran en juego una miríada de materias primas nuevas y/o exóticas como la variscita y las piedras verdes, el marfil, el ámbar, los huevos de avestruz o el cristal de roca, entre los que no se encuentra el cobre –caso distinto sería el oro–. Es significativo que en algunas de las sepulturas colectivas más singulares del sur peninsular, donde las materias primas exóticas son abundantes, no encontremos objetos de cobre entre sus ajuares –por ejemplo en las recientes excavaciones de Valencina de la Concepción (Fernández Flores et al., en prensa)– y cuando éstos aparecen lo hacen de manera comparativamente escasa y en forma de

6 Teledyne I 18307, 3980 ± 100 BP, 2866-2205 cal ANE 2σ; Teledyne I 18305, 3880 ± 100 BP, 2621-2036 cal ANE 2σ y Teledyne I 19306, 3830± 100 BP,2569-1981 cal ANE 2σ.

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objetos utilitarios más que ornamentales. De igual forma, el hecho de que en algunas sepulturas se hayan documentado nódulos de ámbar en bruto o defensas de elefante aún sin trabajar parece indicar que ya la materia prima en sí, no sólo los objetos elaborados con ellas, tienen un elevado valor social por lo escaso y exótico de las mismas, algo que no ocurre con el cobre. Por lo general, son los objetos y las materias primas que cuentan con una mayor significación social los que se emplean para representar las ideas o creencias centrales de las comunidades, o como forma de ostentación, por lo que encierran una importante carga política e ideológica. En la Península Ibérica, el patrón similar de deposición de objetos de cobre en el registro doméstico y funerario así como su similar tipología (Costa Caramé et al., 2010; Montero Ruiz, 1994) nos lleva a pensar que el cobre no tiene, en los primeros momentos, un marcado valor social y no se destina de forma preferente a contextos marcados por una importante carga simbólica, ideológica o ritualizada, como sí ocurre con el resto de materias primas antes mencionadas, y entre las que sí se encuentra el oro (Murillo-Barroso, en prensa; Murillo-Barroso et al., 2015). Las sociedades calcolíticas parecen preferir otra serie de materiales para representar y materializar sus creencias en las que destaca el carácter colectivo. Estas diferencias tipológicas y contextuales parecen estar reflejando la importancia que los materiales exóticos debieron tener en la ideología funeraria calcolítica y por consiguiente, la importancia que debió suponer la adquisición y manufactura de materias primas escasas así como la significación social que los adornos personales debieron haber tenido entre las comunidades del Neolítico y la Edad del Cobre (Skeates, 2010: 75). Al mismo tiempo queda reflejado el limitado valor ideo-técnico alcanzado por el cobre durante el Calcolítico. En nuestra opinión, la gran abundancia y accesibilidad de los recursos unida a la sencillez tecnológica de la metalurgia primitiva son dos de los factores que contribuyeron de forma más notable a la limitada valorización del metal (Murillo-Barroso y Montero Ruiz, en prensa). A nuestro entender, será esta escasa valorización social del metal la que prevenga el desarrollo y la expansión tecnológica de la metalurgia hasta momentos posteriores en los que las nuevas élites rompen con las expresiones simbó-

licas del Calcolítico y establecen nuevos estándares ideológicos para refrendar su poder. La necesidad de establecer una nueva expresión ideológica que potencie la individualidad frente a las ideologías más comunales de momentos anteriores –y quizá el campaniforme sea la primera expresión de este proceso– hace que las materias primas exóticas empleadas en momentos anteriores no jueguen un papel relevante –algo que también pudo estar condicionado por una posible ruptura (intencional o no) de los contactos mediterráneos que favorecían la llegada de material exógeno. Con el desarrollo de esta nueva ideología en la que el individuo se sitúa por encima de la comunidad es cuando los objetos metálicos –ahora sí mayoritariamente en forma de adornos– adquieren una carga simbólica, estética, ideológica o de status (Murillo-Barroso y Montero Ruiz, en prensa). Además de estas marcadas diferencias sociales entre la situación de la Península Ibérica y Próximo Oriente/ Europa Oriental donde el metal adquirió un valor ornamental en sus más tempranas fases, también observamos algunos rasgos tecnológicos que a nuestro entender señalan una tradición metalúrgica diferenciada del resto de Europa. Una característica significativa sería la escasez de recocido en las piezas metalografiadas de las primeras fases metalúrgicas, salvo la peculiaridad regional del Suroeste peninsular en el que su uso en piezas laminares hace que su presencia aumente (Hunt Ortiz, 2003; Rodríguez Bayona, 2008; Valério et al., este mismo volumen), pero no así en la manufactura de hachas planas (Murillo-Barroso y Montero Ruiz, 2012: 63, tabla 1). Rovira Llorens (en este volumen) ha relativizado estas diferencias por la situación del Suroeste peninsular, pero debemos recordar que en otras zonas del interior peninsular como el yacimiento de Castillejo del Bonete en Ciudad Real (Montero Ruiz et al., 2014) o en los yacimientos de la Comunidad de Madrid (Rovira et al., 2011) la presencia de recocido en la metalografía de puñales, alabardas, punzones o puntas de flecha es minoritaria7. Esta técnica, necesaria para la elaboración de adornos, se documenta de forma muy escasa en las primeras fases metalúrgicas de la Península Ibérica y no aparece de forma generalizada y completa hasta el Bronce Medio. Por el contrario sí se registra ampliamente en Europa Oriental y Próximo Oriente –donde

7 En 2011 se presentó un póster sobre la metalurgia campaniforme en la Comunidad de Madrid en el Congreso Archaeometallurgy in Europe III celebrado en Bochum, donde se recopilaban los nuevos datos. De las 12 piezas metalografiadas solo en 3 se usó el recocido.

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se emplea desde las fases pre-metalúrgicas en el trabajo del cobre nativo– así como en zonas más cercanas como el sur de Francia. Las metalografías de los objetos de metal de La Capitelle du Broum muestran que salvo un talón de cincel con estructura de bruto de colada, el resto de piezas (principalmente punzones) presenta la cadena larga de trabajo y el empleo por tanto del recocido térmico (Ambert et al., 2011). Esta diferencia en el trabajo del metal, considerada una ‘característica ibérica’ (Rovira Llorens y Gómez Ramos, 2003) pudo haber contribuido a la menor diversidad tipológica de la metalurgia ibérica. Asimismo, la ausencia de una fase de trabajo del cobre nativo previa al desarrollo de la metalurgia y su lento desarrollo pudo condicionar la forma en que el recocido se utilizó y su escaso y tardío desarrollo en el Calcolítico y Bronce Antiguo (para una discusión más extensa, véase Murillo-Barroso y Montero Ruiz, 2012)

4. CONCLUSIONES En este artículo, hemos realizado una revisión del contexto en el que se desarrolla la primera metalurgia en la Península Ibérica y las sustanciales diferencias que encontramos si la comparamos con otras zonas de incipiente metalurgia como Próximo Oriente o los Balcanes. Es en este sentido amplio, analizando el contexto de implementación de la metalurgia y su relación con otras tecnologías, observando el uso que tuvo el cobre en comparación con otras materias primas o analizando los distintos grados de complejidad social, de demanda de metales y de su valorización social en el que podremos entender los distintos desarrollos y trayectorias que siguió la metalurgia en cada región, que hizo que en unas zonas el descubrimiento de la metalurgia conllevara una rápida explosión tecnológica mientras que en otras zonas, como la Península Ibérica, ese conocimiento quedara en estado latente hasta que se dieron las condiciones sociales necesarias para su desarrollo.

Grosso modo observamos tres escenarios distintos: en Próximo Oriente y los Balcanes, que comparten una raíz pre-metalúrgica con la explotación del cobre nativo, el descubrimiento de la metalurgia se dio de forma casi simultánea, si bien sus trayectorias metalúrgicas y sociales fueron divergentes. En Próximo Oriente el desarrollo de la metalurgia continuó progresivamente con diversas innovaciones tecnológicas a la par que se fueron desarrollando otros cambios socia-

les (urbanismo, irrigación...). Los patrones de producción y consumo en Anatolia, por ejemplo, evidencian que el metal se empleó como un elemento de diferenciación social y como un indicador de status desde el Neolítico, lo que hizo que el desarrollo metalúrgico posterior se consolidara como una fuente de poder (Lehner y Yener, 2014). Con la aparición y el desarrollo de los primeros estados en Egipto y Próximo Oriente, el volumen de producción metalúrgica continuó incrementándose observándose cambios en la organización de la producción con la aparición de una mayor centralización y control de la misma (e.g. Klimscha, 2013) aunque este modelo pueda convivir con una producción campesina, a pequeña escala, que escapa al control de la administración estatal (véase e.g. para Egipto, Rehren y Pusch, 2012). Por el contrario, en el caso de los Balcanes, asistimos a un rápido auge inicial de la metalurgia, con una producción de objetos muy superior a la de Próximo Oriente que cae en declive en un momento posterior, probablemente al no estar acompañada de una serie de cambios sociales que propiciaran su desarrollo continuado. La presencia temprana de metalurgia en el norte de Italia, Austria o Transdanubia en el V milenio cal ANE tuvo un impacto limitado y esas regiones marcaron un freno a la rápida expansión inicial que afectó al desarrollo de la metalurgia en el occidente europeo. Durante el IV y III milenio cal ANE, esta metalurgia no fue una tecnología innovadora o dinámica, ya que se practicó de forma esporádica y a pequeña escala y no generó un estímulo suficiente para la creación o modificación sustancial de las estructuras sociales (Roberts, 2014: 436). En estas zonas fueron otras materias primas exóticas (como hachas de jadeíta o las láminas de sílex) las que se utilizaron como elementos de ostentación, e.g. Klassen et al., 2012). Lejos de defender un esquema evolucionista, lo que pretendemos destacar es que son las condiciones sociales en cada comunidad las que incitarán las innovaciones tecnológicas y las harán posibles. Parece evidente que los cambios sociales estimulan el desarrollo de la metalurgia; lo que debemos aún determinar es hasta qué punto la metalurgia incita de forma recíproca esos cambios. Es en esta comparativa de situaciones entre las regiones donde se originó la metalurgia donde podemos encontrar una respuesta a que la invención en la Península Ibérica quedara latente, con unos rasgos tecnológicos singulares y arcaicos, y que no empiece realmente a desarrollarse hasta el período campaniforme, cuando comienzan a marcarse ciertos rasgos de jerarquización social.

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Dagger and knife/dagger from Monte das Cabeceiras 2 and 4. Photo: Pedro ValĂŠrio.


DOSSIER

AN OVERVIEW OF CHALCOLITHIC COPPER METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL Pedro Valério1, António M. Monge Soares1 and Maria Fátima Araújo1

Abstract: The copper metallurgy in Southern Portugal has emerged during the 1st half of the 3rd millennium BC and has been characterized by artefacts with a log normal distribution of low arsenic contents. New quantitative analyses by micro-EDXRF, complemented by optical microscopy, SEM-EDS and Vickers micro hardness testing were used to investigate the metal composition and manufacture. Old studies, namely those made by the Stuttgart team, were also taken into account and, in the same way, a data-base of radiocarbon dates was built up. New analytical evidence shows the common use of hammering and annealing. Moreover, the analysed artefacts belonging to the Bell Beaker Culture have higher arsenic contents, presenting a Gaussian distribution similar to that one of Middle Bronze Age of this region. On the contrary, the composition of the remaining set (Full and Late Chalcolithic) seems to discriminate some classes of artefacts, namely daggers and arrowheads, which show higher arsenic content. This new evidence, possible explanations and implications of this distinctive Chalcolithic metallurgy are discussed.

Keywords: Archaeometallurgy, Chalcolithic, Arsenical Copper, Artefact, Composition, Chaîne Opératoire.

LA METALURGIA CALCOLÍTICA DEL COBRE EN EL SUR DE PORTUGAL Resumen: La metalurgia del cobre en el sur de Portugal apareció durante la primera mitad del 3er milenio BC y se ha caracterizado por objetos con una distribución logarítmica normal de bajo contenido de arsénico. Nuevos análisis cuantitativos de micro-EDXRF, complementados por microscopía óptica, SEM-EDS y análisis de microdureza han sido utilizados para investigar la composición del metal y el proceso de manufactura. Estudios antiguos realizados por el equipo de Stuttgart también han sido tenidos en cuenta, al igual que una base de datos de fechas radiocarbónicas realizada para este trabajo. Las nuevas evidencias muestran el uso habitual de martilleo y recocido. Por otra parte, los artefactos de época campaniforme tienen contenidos más altos de arsénico, presentando una distribución de Gauss similar a la Edad del Bronce Pleno de la región. Por el contrario, la composición del resto de objetos (Calcolítico Pleno y Final) parece discriminar dos tipos, a saber, puñales y puntas de flecha, que muestran mayor contenido de arsénico. Estas nuevas evidencias, su posible explicación e implicaciones serán discutidas en este artículo.

Palabras clave: Arqueometalurgia, Calcolítico, Cobre Arsenical, Objetos, Composición, Cadena Operativa.

1 Centro de Ciências e Tecnologias Nucleares (C2TN), Instituto Superior Técnico, Universidade de Lisboa, Portugal. [pvalerio@ctn.tecnico.ulisboa.pt], [amsoares@ctn.tecnico.ulisboa.pt] and [faraujo@ctn.tecnico.ulisboa.pt]

Recibido: 04/05/2016. Aceptado: 27/07/2016

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PEDRO VALÉRIO, ANTÓNIO M. MONGE SOARES AND MARIA FÁTIMA ARAÚJO

INTRODUCTION The invention of Metallurgy has long been regarded as a product of the technological evolution of prehistoric societies and its dissemination and development should have had a major impact in terms of organization of production, social stratification processes and the emergence of cultural and political identities in those societies. The research concerning the prehistoric metallurgy may therefore provide important information on these topics. In Portugal, after episodic analyses of metal artefacts by chemists in the late nineteenth century –trying to prove the existence of a Copper Age in which the bronze was unknown– the archaeometallurgical research had its climax with the huge number of elemental chemical analyses carried out by researchers from Stuttgart, which allowed the construction of a corpus of elemental compositions of prehistoric copper-based artefacts (Junghans et al., 1960, 1968, 1974) and gold artefacts (Hartmann, 1970, 1982). After the construction of this corpus, during the eighties of the last century, the archaeometallurgical research turned to sporadic analyses of metal artefacts with no perspective of an overall study, although using non-destructive methods of analysis, namely EDXRF and PIXE. However, these methods having high sensitivity and allowing multi-elemental analysis are limited to the examination of the surface layers of the artefact that are usually corroded. The corrosion processes occurring in buried artefacts in the ground cause enrichment and / or depletion of certain elements at the surface, so that the contents of various elements in the corrosion products are different from those in the metal core. Furthermore, due to the corrosion process some soil elements become integrated in the corrosion products. For all these reasons, the presentation of quantitative results obtained by these methods (EDXRF, PIXE), when the corrosion products were not eliminated, may result in misinterpretations if the archaeologist is not familiar with all these issues. Nevertheless, based on the analytical results obtained without removing the corrosion layer of artefacts and metallurgical operation remains from Chalcolithic sites in the Guadiana basin, between Ardila and Chança rivers, and making use not only of techniques referred to above, but also of optical microscopy and Mössbauer spectroscopy, a characterization of the

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early metallurgy for that region was attempted for the first time (Soares et al., 1994). Later, taking into account the above mentioned study and other works carried out by our team, either from Chalcolithic and Bronze Age contexts (Araújo and Alves, 1994; Soares, 1994; Soares et al., 1985), or published by the Stuttgart group and also by the Physics Centre of the Lisbon University team (Ferreira and Gil, 1979; Gil and Guerra, 1982, 1987; Gil et al., 1986; Gonçalves et al., 1989), another attempt was made to establish the development of Chalcolithic and Bronze Age metallurgy in Southern Portugal (Soares et al., 1996). Briefly, copper would have been the first metal to be used, appearing in Chalcolithic contexts, some of them dating from the end of the 4th millennium / beginning of the 3rd millennium BC (see Tab. 1 and Soares and Cabral, 1993). Artefacts were made of pure copper or arsenical copper (As >2 %). During the Chalcolithic, ingots had probably the shape of a flat axe, while ceramic crucibles were mostly heated from above with the tuyeres placed in a higher level –different type of analyses have identified a temperature gradient from top and inner areas to the lower and outer ones (e.g. Waerenborgh, 1994; Gauss, 2015)–. Concerning the metallurgical techniques in use during the Chalcolithic, the few metallographic analyses point out that the prehistoric metallurgists seemed to know the effects of the combination of cold hammering followed by annealing. Thereafter, in the last twenty years many research projects have been developed in Portugal in the field of Archaeometallurgy making systematically use of various analytical techniques (Araújo et al., 2013), not only EDXRF, micro-EDXRF and micro-PIXE, for determining the elemental composition of metals and alloys, but also optical microscopy for the microstructural characterization, supplemented, when necessary, by SEM-EDS. Therefore, it has been possible to identify and study the production techniques used by prehistoric metallurgists, namely the chaîne opératoire employed in the manufacture of metal artefacts. On the other hand, the construction of the Alqueva dam, and the implementation of the irrigation network associated with it, originated numerous field surveys, with excavation and recording of numerous pre- and proto-historic contexts, that have allowed to increase our knowledge of the societies of those times, even emerging some types of archaeological structures and contexts that were unknown prior to construction of the dam. Large sets of metal

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AN OVERVIEW OF CHALCOLITHIC COPPER METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL

Site

Context

Lab. Ref.

Sample

C date (BP)

14

Calibrated date (cal BC)* 1σ

São Brás 1

Full Chalcolithic

ICEN-43

Charcoal

4480±60

3337-3091

3360-2940

São Brás 1

Full Chalcolithic

ICEN-44

Charcoal

4410±140

3332-2908

3512-2668

Monte da Tumba

Phase II

ICEN-131

Charcoal

4310±110

3263-2700

3337-2625

Escoural

-

ICEN-608

Bones

4120±100

2869-2578

2916-2459

Monte Novo dos Albardeiros

Structure 2

ICEN-530

Bones

4060±80

2849-2479

2881-2352

Outeiro Redondo

Under the rampart wall

Sac-2428

Bones

4090±60

2856-2502

2872-2489

Outeiro Redondo

Level 3 (120-100)

Sac-2189

Bones

4060±45

2834-2491

2857-2474

Outeiro Redondo

Level 3 (100-80)

Sac-2363

Bones

4090±50

2852-2505

2871-2490

Outeiro Redondo

Level 3 (100-80)

Sac-2192

Bones

4070±50

2839-2493

2863-2475

Outeiro Redondo

Level 3 (100-80)

Sac-2364

Bones

3960±60

2570-2348

2827-2234

Outeiro Redondo

Level 3 (80-60)

Sac-2201

Bones

3780±60

2297-2057

2455-2032

Outeiro Redondo

Level 3 (60-40)

Sac-2372

Bones

3800±50

2333-2141

2456-2050

Outeiro Redondo

Level A1-A2 (60-40)

Sac-2115

Bones

3690±70

2196-1976

2286-1894

Porto das Carretas

Phase II (Bell Beaker occupation)

Beta-196681

Pinus pinea

3920±40

2472-2346

2562-2289

Porto das Carretas

Phase II (Bell Beaker occupation)

Beta-204062

Pinus pinea

3860±40

2455-2235

2464-2206

Porto das Carretas

Phase II (Bell Beaker occupation)

Beta-193743

Olea sp.

3840±40

2400-2206

2461-2154

Bela Vista 5

Pit 1 (Horizonte de Ferradeira)

Beta-330091

Human rib

3740±30

2200-2058

2274-2035

Monte das Aldeias

Pit 156 (Horizonte de Ferradeira)

Beta-338483

Linen

3670±30

2131-1981

2138-1958

Tab. 1. Radiocarbon dates of Chalcolithic contexts with metallurgical vestiges in Southern Portugal (*calibration of radiocarbon dates using the IntCal13 calibration curve (Reimer et al., 2013) and the program CALIB 7.1(Stuiver and Reimer, 1993)).

artefacts and metallurgical operation remains were collected that, thanks to the good collaboration between our team and archaeologists responsible for field surveys, were subjected to archaeometallurgical analyses. We also had access to organic materials that we subjected to radiocarbon dating, so it was possible to obtain absolute, accurate and reliable dates for various types of metal artefacts and metallurgical debris and thus obtain a chronological skeleton which anchor the evolution of recorded metallurgical technology in South western Portugal.

CHRONOLOGY When a summary of the ancient metallurgy is drawn up for a region three questions arise immediately: i) When did the metallurgy began or what are the earliest manifestations of this technological innovation in the concerned region? ii) Was it invented there or where did it come from? iii) What was the first metal to be obtained and worked? The oldest context in the Iberian Peninsula where copper metallurgy seems to be attested is one

recorded at the Neolithic site of Cerro Virtud (Almería) –a ceramic fragment (vase-oven) with slag and copper nodules on the inner surface– which was dated from the first half of the 5th millennium BC (Ruiz-Taboada and Montero-Ruiz, 1999). However, other old Iberian contexts with metallic artefacts only can be identified belonging to a thousand years later, in the second half of the 4th millennium. Anyway, that Neolithic metallurgical context has served to consider that the metallurgy developed independently and autonomously in the Iberian Peninsula. A shapeless fragment of a very pure copper artefact found during a surface prospection at the Late Neolithic / Early Chalcolithic site of Atalaia do Peixoto (Serpa) (Fig. 1) could be considered as the oldest metallic artefact from Southern Portugal. Nevertheless, through metallographic analysis it is considered unlikely to be associated with such very early cultural phase, since twin grains and deformation bands were observed, which suggest the knowledge of the long chaîne opératoire (hammering followed by annealing with a final hammering) (Soares et al., 1996, Fig. 9). It seems, therefore, to correspond to a somewhat developed metallurgy,

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PEDRO VALÉRIO, ANTÓNIO M. MONGE SOARES AND MARIA FÁTIMA ARAÚJO

Fig. 1. Map of Southern Portugal showing Chalcolithic sites with artefacts analysed by this work (black circles) and other studies (white circles): 1. Outeiro Redondo; 2. Quinta do Anjo; 3. Escoural; 4. São Pedro; 5. Lousal; 6. Bela Vista 5; 7. Monte do Outeiro; 8. Castelo de Aljustrel; 9. Porto Torrão; 10. Monte das Cabeceiras 2 e 4; 11. Três Moinhos; 12. Monte das Aldeias; 13. São Brás 1; 14. São Brás 3; 15. Atalaia do Peixoto; 16. Corte do Alho; 17. Porto Mourão; 18. Castro dos Ratinhos/Outeiro dos Bravos; 19. Porto das Carretas; 20. Anta do Malhão; 21. Odemira; 22. Aljezur; 23. Belle France and 24. Alcalar (OMZ – Ossa Morena Zone; SPZ – South Portuguese Zone and IPB – Iberian Pyrite Belt). Right: chronological framework for the Chalcolithic in Southern Portugal (mainly based on Mataloto et al., 2013; EBA: Early Bronze Age).

perhaps Chalcolithic, but not compatible with the chronology assigned to the site. Apparently, the oldest contexts with copper metallurgy dated by radiocarbon are from the Chalcolithic site of São Brás 1 (Parreira, 1983; Soares and Cabral, 1993), for which two dates, presented in Tab. 1, were obtained pointing to a time interval in the 2nd half of the 4th millennium BC. However, those dated archaeological contexts, taking into account the typology of the pottery, are considered to belong to Full Chalcolithic, which makes the radiocarbon dates too old, perhaps explainable by the “old wood” effect. Other dated Chalcolithic contexts (Tab. 1 and Fig. 1) point to the emergence of metallurgy in the 1st half of the 3rd millennium BC, and there appears to be a higher concentration of metallurgical vestiges from the middle of this millennium onwards (Soares and Cabral, 1993; Valera et al., 2013; Vidigal et al., 2016).

EARLIER STUDIES

ARCHAEOMETALLURGICAL

ORES The southern Portuguese region is dominated by the metalliferous rich and complex geologic areas of Ossa Morena Zone (OMZ) and South Portuguese Zone (SPZ), the latter including the Iberian Pyrite Belt (IPB). Samples collected from mines in OMZ and IPB show the prevalence of secondary rich copper ores,

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occasionally associated with arsenic-bearing minerals (Müller et al., 2007; Rothenberg and Blanco-Freijeiro, 1981). Several copper ores from OMZ mines, such as Mercês I, Mostardeira, Mocisso and Entre Águas, have arsenic as the main metallic impurity (excluding iron) showing variable As/Cu ratios (x100) of 0.2 to 6.4. Also, a copper ore from IPB (Barrigão mine) has high arsenic and antimony contents, namely of about 40 As/ Cu (x100) and 34 Sb/Cu (x100) (Hanning et al., 2010), while another ore from Cuchillares mine, where perhaps the oldest mining remains from IPB were found (Pérez Macías, 1996), has arsenic only in the ppm range (Rothenberg and Blanco-Freijeiro, 1981). Further inferences can be drawn from copper ores collected at Chalcolithic settlements in Southern Portugal. A sample from Porto Mourão and another from Porto Torrão displayed copper without traces of arsenic. The first sample proved to be a complex ore composed by delafossite, chalcocite, covellite, limonite and malachite, probably from copper mines in Barrancos region (OMZ) (Gaspar, 1994; Soares et al., 1994). Other copper ores recovered in a 25002250 cal BC context at Porto das Carretas (Soares et al., 2007) also did not show traces of arsenic, being two of them most likely composed of malachite and limonite, while at hird one showed traces of tin, i.e. 0.2 Sn/Cu (x100) (Valério et al., 2007). Ore samples collected at São Pedro settlement proved to be dominated by copper carbonates and oxides associated with iron hydroxides (Gauss, 2015).

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AN OVERVIEW OF CHALCOLITHIC COPPER METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL

CRUCIBLES AND SLAGS Several crucible fragments found in Chalcolithic settlements in Southern Portugal have been analysed. All these crucibles are thick and with a rectangular form. One from São Brás 1 (Soares et al., 1996), five crucible fragments from Escoural (Figueiredo et al., 2010) and another from Outeiro Redondo (Pereira et al., 2013a) have shown to be enriched in both copper and arsenic. On the contrary, one crucible from São Brás 3 and another from Porto Mourão (Soares et al., 1996), in addition to other two examples from Escoural (Figueiredo et al., 2010) and a crucible from Morro do Castelo de Aljustrel (Pérez Macías et al., 2013) only show the presence of copper. The analysis of this latter crucible also points its likely use in copper refining or melting. The analysis by Mössbauer spectroscopy of the ceramic paste of the crucible from São Brás 1 points, as referred to above, to a reducing environment suggesting that a layer of wood or charcoal covered this metallurgical artefact, which was placed on the bottom of the fire place being the tuyere or tuyeres placed in a higher level in relation to the crucible (Waerenborgh, 1994). Slagged and vitrified crucibles from São Pedro, like those found at some Estremadura settlements, such as Zambujal and Vila Nova de São Pedro, can be divided in 2 groups: thick-walled vessels that were exposed to 700-1000°C and thin-walled ceramics subjected to higher temperatures of 1100-1200°C (Gauss, 2015). The last ones present evidence of smelting processes, while the specific role of the first ones in the Chalcolithic metallurgical production is still uncertain.

ARTEFACTS The project “Studien zu den Anfängen der Metallurgie, SAM” included analyses of several Chalcolithic and Early Bronze Age copper-based artefacts from Southern Portugal (Junghans et al., 1960, 1968, 1974). Soares et al. (1996, p. 567) later compiled these results concerning artefacts from known Chalcolithic contexts (Tab. 2; Fig. 1) such as those from megalithic monuments of Alcalar (Portimão), Aljezur, Belle France (Monchique), Monte do Outeiro (Aljustrel), Odemira, Lousal (Grandola) and Quinta do Anjo (Palmela). Artefacts

ascribed to Full Chalcolithic are composed of copper with varying arsenic content (1.7 ± 1.5% As, n = 25) and different metallic impurities (Sn, Pb, Sb, Ag, Ni, Bi and Fe). As maller set of six metallic objects assigned to the Late Chalcolithic/Early Bronze Age, the so-called “Horizonte de Ferradeira” by Schubart (1975), shows an increased arsenic content (2.6 ± 1.5% As) being almost two thirds Cu-As alloys. Further Chalcolithic artefacts from Southern Portugal were later studied, such as those from the sites of Monte da Tumba (Gil and Guerra, 1987), Cerro do Castelo de Santa Justa and Corte João Marques (Gonçalves et al., 1989), São Brás 1, Porto Mourão, Porto Torrão and Três Moinhos (Soares et al., 1996), Outeiro de São Bernardo (Cardoso et al., 2002) and Monte Novo dos Albardeiros (Gonçalves et al., 2005). Since EDXRF analyses were completely non-invasive and the corrosion layer of the artefacts was not eliminated the obtained results can only be considered as semiquantitative due to the significant influence of the corrosion layer of archaeological copper-based artefacts. Nevertheless, this research clearly evidenced a metallurgy based on copper with variable contents of arsenic. For instance, results for Cerro do Castelo de Santa Justa show that 28 out 44 artefacts are made of copper without arsenic and concerning Corte João Marques 8 out 15 artefacts are also of copper without arsenic. Similar results were obtained for the other sites suggesting that this metallurgy extended throughout the 3rd millennium BC. More recently, the research focused, now in a systematic way, on the elemental composition and manufacture of artefacts, accessed through the analysis of small areas previously cleaned of corrosion products. A small fragment of an artefact from the 1st half of 3rd millennium BC settlement of Escoural proved to have a higher arsenic content (1.9%) than two metallic prills (not detected in one and the other having a content of 0.2% As) recovered in the same context (Tab. 3) (Figueiredo et al., 2010). The compositional irregularity matches the variability found on ceramic crucibles, i.e. some present copper and arsenic, while others show only copper (see the previous section). One of those prills has a copper matrix with a high amount of Cu2O dendrites and an adjoining slag with inclusions of magnetite and delafossite indicating a primitive copper smelting operation.

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PEDRO VALÉRIO, ANTÓNIO M. MONGE SOARES AND MARIA FÁTIMA ARAÚJO

Full Chalcolithic Site

Reference

Artefact

As

Sn

Pb

Sb

Ag

Ni

Bi

Fe

Alcalar

1390

Dagger

1.2

0.024

0

0.01-0.1

<0.01

1.5

0

0

Alcalar

1391

Dagger

1

0

0.016

0

0.094

0.028

0.001

0

Alcalar

1392

Dagger

1.4

0

0

0.01-0.1

0.2

0.04

0.046

0

Alcalar

1393

Dagger

0.86

0

0

tr.

0.15

0.032

0.005

0

Alcalar

1394

Dagger

2.3

0

0.03

0.18

0.37

0.022

<0.001

<0.001

Alcalar

1395

Saw

0

0

0

0

<0.01

0

0

0

Alcalar

1396

Saw

1.1

0

0

0

0.1

0.028

<0.001

0

Alcalar

1397

Axe

1.9

0

0

0

<0.01

0

0

0

Alcalar

1398

Chisel(?)

0

0

0

0

<0.01

0

0

0

Alcalar

1399

Chisel(?)

1

0

0

0

0.18

0

0.2

0

Alcalar

1643

Knife

3.7

0

0

0.023

0.32

0.11

0.064

0

Alcalar

1644

Knife(?)

0.99

0

0

0

0.27

0.052

0.076

0

Belle France

695

Axe

0.23

0

0

0.01

0.02

<0.01

0.002

tr.

Quinta do Anjo

706

Dagger

0.75

0

0

tr.

0.02

0

tr.

0

Quinta do Anjo

707

Palmela point

2.6

0

0

0

0.02

0

0.009

0

Quinta do Anjo

708

Palmela point

3.7

0.03

0

tr.

0.01

tr.

0

0.01

Quinta do Anjo

709

Palmela point

2.8

0.05

0

0.02

0.01

0

0.009

0.01

Quinta do Anjo

710

Palmela point

tr.

0

0

0

<0.01

0

0

0

Quinta do Anjo

711

Dagger

6.4

0.01

0

0.02

0.01

0

tr.

tr.

Quinta do Anjo

712

Palmela point

2.0

0

0

0

0.02

0

0.004

0

Quinta do Anjo

713

Palmela point

1.1

0

0

tr.

0.01

0

0

0

Quinta do Anjo

714

Palmela point

1.25

<0.01

0

0

0.01

<0.01

0.001

<0.001

Quinta do Anjo

715

Awl

3.5

0

0

0

0.01

0

0.002

0

Quinta do Anjo

716

Chisel

2.4

0

0

0

0.01

<0.01

<0.001

<0.001

Quinta do Anjo

717

Chisel

0.9

0.01

0

0.01

0

0

0

<0.001

Ag

Ni

Bi

Fe

Late Chalcolithic/Early Bronze Age Site

Reference

Artefact

As

Sn

Pb

Sb

Alcalar

1400

Arrowhead

1.9

0

0

0

<0.01

0

0

0

Aljezur

1462

Dagger

2.1

0

0

0

0.035

<0.01

0.001

0

Aljezur

1511

Arrowhead

3.5

0

0

0

0.013

0

0

0

Odemira

704

Axe

0.5

0

0

0

<0.01

0

0

0

Lousal

699

Palmela point

5.0

0

0

tr.

0.01

0

0

0.03

Monte do Outeiro

16562

Awl

2.8

0

0

0.06

<0.01

0

0.004

0

Tab. 2. Composition of artefacts from Chalcolithic contexts in Southern Portugal (values in %; tr. = trace; Junghans et al., 1960, 1968, 1974).

Site

36

Reference

Artefact

Cu

As

Fe

Bela Vista 5

BV-01

Palmela point

98.2

1.8

-

Bela Vista 5

BV-02

Long awl

98.5

1.5

-

Escoural

ES-B5L1A

Prill

99.9

n.d.

<0.04

Escoural

ES-B5L1B

Prill

99.8

0.2

<0.04

Escoural

ES-Q3

Fragment

98.9

1.9

<0.04

Outeiro Redondo

OR-02

Saw

99.2

0.80

<0.05

Outeiro Redondo

OR-04

Fragment

97.4

2.60

<0.05

Outeiro Redondo

OR-05

Fish-hook

96.5

2.80

<0.05

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. PP. 31-50. ISSN 2172-6175 // DOSSIER


AN OVERVIEW OF CHALCOLITHIC COPPER METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL

Cu

As

Fe

Outeiro Redondo

Site

OR-06

Reference

Spatula

Artefact

98.3

1.70

<0.05

Outeiro Redondo

OR-07

Saw

98.3

1.90

<0.05

Outeiro Redondo

OR-08

Saw

95.4

4.60

<0.05

Outeiro Redondo

OR-09

Fragment

99.2

0.80

<0.05

Outeiro Redondo

OR-10

Saw

98.7

1.00

<0.05

Outeiro Redondo

OR-11

Fragment

98.1

1.90

0.09

Outeiro Redondo

OR-12

Awl

97.8

2.10

<0.05

Outeiro Redondo

OR-13

Fragment

98.6

1.40

<0.05

Outeiro Redondo

OR-14

Fish-hook

97.5

2.50

<0.05

Porto das Carretas

PC-01

Spatula

94.0

5.9

0.12

Porto das Carretas

PC-02

Blade(?)

96.3

3.6

<0.10

Porto das Carretas

PC-03

Fragment

98.3

1.6

<0.10

São Pedro

SP02

Fragment

98.1

1.87

<0.05

São Pedro

SP05

Dagger

99.9

0.10

<0.05

São Pedro

SP06

Chisel

98.5

1.48

<0.05

São Pedro

SP07

Needle

99.0

0.96

<0.05

São Pedro

SP09

Dagger

97.0

2.89

<0.05

São Pedro

SP13

Fragment

98.4

1.54

<0.05

São Pedro

SP14*

Plaque

99.4

0.10

<0.05

São Pedro

SP15

Dagger(?)

98.7

1.22

<0.05

São Pedro

SP17

Awl

96.4

3.54

<0.05

São Pedro

SP20

Chisel

96.1

3.84

<0.05

São Pedro

SP22

Awl

99.9

0.10

<0.05

São Pedro

SP23

Awl

95.5

4.41

<0.05

São Pedro

SP55

Dagger

96.8

3.15

<0.05

São Pedro

SP56

Dagger

96.1

3.86

<0.05

São Pedro

SP57

Awl

97.5

2.46

<0.05

São Pedro

SP58

Spatula

95.3

4.38

<0.05

São Pedro

SP59

Saw

97.1

2.89

<0.05

São Pedro

SP60

Chisel

99.9

0.10

<0.05

São Pedro

SP61

Arrowhead

96.3

3.65

<0.05

São Pedro

SP62

Awl

96.3

3.62

<0.05

São Pedro

SP63

Spatula

97.6

2.37

<0.05

São Pedro

SP64

Awl

98.7

1.27

<0.05

São Pedro

SP65

Fragment

99.7

0.29

<0.05

São Pedro

SP66

Awl

98.6

1.40

<0.05

São Pedro

SP67

Dagger

96.5

3.45

<0.05

São Pedro

SP68

Arrowhead

94.8

4.92

<0.05

São Pedro

SP69

Awl

97.7

2.23

<0.05

São Pedro

SP70

Chisel

99.1

0.84

<0.05

São Pedro

SP71

Awl

99.3

0.62

<0.05

São Pedro

SP72

Awl

94.9

5.08

<0.05

São Pedro

SP74

Rod

99.9

0.10

<0.05

Tab. 3. Composition of artefacts from Chalcolithic contexts at Bela Vista 5 (Botainni et al., 2014), Escoural (Figueiredo et al., 2010), Outeiro Redondo (Pereira et al., 2013a), Porto das Carretas (Valério et al., 2007) and São Pedro (Vidigal et al., 2016) (values in %; n.d. = not detected; *0.45% Pb).

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37


PEDRO VALÉRIO, ANTÓNIO M. MONGE SOARES AND MARIA FÁTIMA ARAÚJO

Archaeological works at the settlement of Porto das Carretas recovered in a Bell Beaker context dated to 2500-2250 cal BC three copper-based artefacts showing rather high arsenic contents, i.e. spatula 5.9% As; blade(?) 3.6% As and fragment 1.6% As (Tab. 3) (Valério et al., 2007). In this Chalcolithic settlement, it was peculiar to find the disagreement between the arsenical copper artefacts and the copper ores not showing any trace of arsenic, although both belong to the same archaeological context. A pit located in the inner enclosure of Bela Vista 5 displayed a Bell Beaker female burial whose skeleton was radiocarbon dated (Beta-330091,3740 ± 30 BP, 2270-2040 cal BC, 2σ) to the last quarter of the 3rd millennium BC (Valera, 2014). This burial contained two metallic offerings, namely a long awl and a Palmela point, whose elemental analysis (see Tab. 3) showed to be composed of copper with low arsenic content (1.5% and 1.8%, respectively) (Botainni et al., 2014). Archaeological excavations at Outeiro Redondo (Setúbal Peninsula), asettlement predominantly occupied during the 2nd half of the 3rd millennium BC, produced 12 copper-based artefacts with different arsenic contents (2.0 ± 1.1% As, 42% of Cu-As) (Tab. 3) (Pereira et al., 2013a). Only one of these examples (fragment of unknown type) shows an as-cast microstructure, whereas the remaining reveal the common use of hammering and annealing operations. Additionally, these Chalcolithic artefacts established the absence of a nexus between the arsenic content and existing artefact classes, manufacture or hardness (45-128 HV0.2). A collection of 30 artefacts ecovered by archaeological excavations at São Pedro settlement (OMZ), together with eight artefacts from archaeological surveys at Atalaia do Peixoto, Castro dos Ratinhos/ Outeiro dos Bravos and Três Moinhos (SPZ), was studied by micro-EDXRF (Tabs. 3 and 4) (Vidigal et al., 2016). This collection, mostly belonging (with the exception of the shapeless artefact from Atalaia do Peixoto) to the 2nd half of the 3rd millennium BC, proved to be composed of copper with varying arsenic contents (2.3 ± 1.6% As, 54% of Cu-As alloys). Weapons such as daggers, which can be considered prestige objects, show a tendency to higher arsenic contents than tools. Moreover, a copper axe from Três Moinhos and a copper plaque from São Pedro show uncommonly higher amounts of other impurities

38

(0.78% Sb and 0.45%Pb, respectively), which suggest the smelting of unusual copper ores. The radiocarbon dating of bone samples from selected contexts and the existence of few remains of Bell Beaker shards at São Pedro established a chronology of c. 2700-2000 BC for the artefacts from São Pedro, while identifying a tendency to a higher frequency of Cu-As alloys during the latter occupation phases (Valério et al., in press b). The manufacture of those weapons and tools disclosed a primitive metallurgy typified by a limited control of casting conditions, the common use of cycles of hammering and annealing and aminoruse of work hardening. Moreover, the wide range of hardness of those metals (52-142 HV0.2), without correlation with object functional category or arsenic content, suggests the unawareness on the hardening potential of this alloying element. At present, there are no lead isotopic analyses of Chalcolithic artefacts from Southern Portugal. However, the lead isotopic ratios of four copper nodules (0.97-2.62% As) from São Pedro suggest the smelting of OM Zores (Gauss, 2015), which also seems to be the source of copper to Chalcolithic settlements in Portuguese Estremadura, such as Zambujal (Müller et al., 2007), Vila Nova de São Pedro (Müller and Soares, 2008) and Leceia (Müller and Cardoso, 2008). Moreover, the lead isotopic ratios of artefacts from Cabezo Juré, a Chalcolithic settlement in Huelva province, located about 70 km from the Portuguese border, suggests the smelting of ores from the IPB (Nocete et al., 2004). Also the finding of a crucible at the Chalcolithic occupation of the Aljustrel castle showing vestiges of a metallurgical operation (a very pure copper prill on the vitrified rim) suggests the use of copper ore from Aljustrel mines (IPB) located nearby (Pérez Macías et al., 2013).

OLD ARCHAEOLOGICAL SURVEYS, NEW ANALYTICAL RESULTS Archaeological surveys at Chalcolithic sites in Southern Portugal, such as Porto Torrão, Porto Mourão, São Brás 1, São Brás 3 and Três Moinhos, revealed a collection of copper-based artefacts generally ascribed to the 3rd millennium BC (Soares et al., 1996). A large flat axe from Porto Mourão; an arrowhead, a tanged dagger and a saw from Porto Torrão; the fragmented blade from an axe

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AN OVERVIEW OF CHALCOLITHIC COPPER METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL

Cu

As

Fe

Anta do Malhão

Site

AM-1

Reference

Dagger

Artefact

96.5

3.40

<0.05

Anta do Malhão

AM-2

Palmela point

97.7

2.17

<0.05

Atalaia do Peixoto

AP-01

Fragment*

99.9

0.10

<0.05

Castro dos Ratinhos/ Outeiro dos Bravos

CR-04

Tanged dagger*

95.8

4.17

<0.05

Corte do Alho

CA-11

Arrowhead

96.7

3.20

<0.05

Monte das Aldeias

MA-H156

Awl

95.7

4.28

<0.05

Porto Mourão

PM-1

Axe

99.9

n.d.

<0.05

Porto Torrão

PT-1

Arrowhead

97.9

2.01

<0.05

Porto Torrão

PT-2

Tanged dagger

93.6

6.35

<0.05

Porto Torrão

PT-3

Saw

95.3

4.68

<0.05

São Brás 3

SB3-1

Axe

99.9

n.d.

<0.05

São Brás 3

SB3-2

Chisel

99.9

n.d.

<0.05

Três Moinhos

TM-1**

Axe*

98.8

0.44

<0.05

Três Moinhos

TM-2

Dagger*

95.5

4.52

<0.05

Três Moinhos

TM-3

Dagger*

97.7

2.33

<0.05

Três Moinhos

TM-4

Dagger*

95.6

4.38

<0.05

Três Moinhos

TM-5

Fragment*

96.2

3.84

<0.05

Três Moinhos

TM-6

Palmela point

97.6

2.30

<0.05

Três Moinhos

TM-7

Blade/spatula

98.8

1.15

<0.05

Três Moinhos

TM-8

Chisel

96.3

3.67

<0.05

Três Moinhos

TM-9

Saw

96.6

3.32

<0.05

Tab. 4. Composition of artefacts from Chalcolithic contexts at Anta do Malhão, Atalaia do Peixoto, Castro dos Ratinhos/Outeiro dos Bravos, Corte do Alho, Monte das Aldeias, Porto Mourão, Porto Torrão, São Brás 3 and Três Moinhos (new data except the artefacts marked with * that refer to Vidigal et al., 2016) (values in %; n.d. = not detected; **0.78% Sb).

Fig. 2. The set of artefacts from Porto Mourão (PM), São Brás 3 (SB3), Porto Torrão (PT) and Três Moinhos (TM).

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39


PEDRO VALÉRIO, ANTÓNIO M. MONGE SOARES AND MARIA FÁTIMA ARAÚJO

and a chisel from São Brás 3; and an arrowhead, a blade/spatula, a chisel and a saw from Três Moinhos (Fig. 2) were analysed by micro-EDXRF to determine their elemental compositions. Details of the experimental procedure were given elsewhere (Valério et al., 2014).

at Monte das Aldeias, Beja (Baptista et al., 2012) and an arrowhead from another hypogeum at Corte do Alho, Beja (unpublished). All these artefacts show relatively high arsenic contents ranging from 2.17% to 3.40% (Tab. 4).

The artefacts of Porto Mourão, Porto Torrão, São Brás 3 and Três Moinhos have a composition that ranges from pure copper to arsenical copper (Tab. 4). The iron content is very low (<0.05%) coinciding with the interpretation of Craddock and Meeks (1987) wherein the weak conditions of prehistoric smelting hinder the reduction and incorporation of iron impurities into metallic copper. The arsenic content rises up to 6.35% in a dagger from Porto Torrão, being particularly elevated in the examples from this site and Três Moinhos. On the contrary, the artefacts of Porto Mourão and São Brás 3 are made of very pure copper. The artefact category should affect the interpretation of these results: two of these four artefacts are axes and this particular type of tool tends to have low or no arsenic content. A good example is the axe from Três Moinhos (TM01, 0.44% As, Vidigal et al., 2016), whose low arsenic content clearly differs from the rest of the set (2.9±1.4% As, n=9, this work and Vidigal et al., 2016).

ORIGINAL EVIDENCE FROM MONTE DAS CABECEIRAS 2 AND 4

Other artefacts from more recent archaeological excavations were also studied, namely a dagger and an arrowhead from a late burial at the megalithic monument of Anta do Malhão, Alcoutim (Cardoso and Gradim, 2009), an awl (alêne) from a hypogeum

The metallic set of Monte das Cabeceiras 2 and 4 comprises awls and daggers of common type (Fig. 3). One of the smaller awls (MCB2-2) shows a cylindrical tip for fitting the hilt, probably made of wood or bone. Another artefact (MCB2-4, spatula-headed pin?) has

The archaeological site of Monte das Cabeceiras 2 (Beja, SPZ) embodies a ditched enclosure where several dozen pits were recorded inside (Valera and Pereiro, 2015). Monte das Cabeceiras 4 corresponds to several negative structures located near the outer ditch of Monte das Cabeceiras 2. Probably, all these negative structures belong to the same archaeological site. The radiocarbon dating of four bone samples from Monte das Cabeceiras 2 established that the fillings of ditches 3, 4 and 5, from which the majority of analysed artefacts were recovered, should have occurred during the 2nd or 3rd quarter of the 3rd millennium BC, i.e. Ditch 5: Sac3052, 4090 ± 45 BP, 2870-2490 cal BC (2σ); Ditch 4: Sac-3054, 3980 ± 70 BP, 2850-2230 cal BC (2σ) and Sac-3036, 4030 ± 60 BP, 2860-2350 cal BC (2σ); Ditch 3: Sac-3055, 4010 ± 45 BP, 2840-2370 cal BC (2σ).

Fig. 3. The set of artefacts from Monte das Cabeceiras 2 and 4 (MCB2 and MCB4).

40

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AN OVERVIEW OF CHALCOLITHIC COPPER METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL

Cu

As

Fe

Monte das Cabeceiras 2

Site

MCB2-1

Reference Awl

Artefact

98.9

1.00

<0.05

Monte das Cabeceiras 2

MCB2-2

Awl

99.8

0.11

0.07

Monte das Cabeceiras 2

MCB2-3

Awl

99.9

<0.10

<0.05

Monte das Cabeceiras 2

MCB2-4

Pin

99.9

<0.10

<0.05

Monte das Cabeceiras 2

MCB2-5

Dagger/knife

99.6

0.31

<0.05

Monte das Cabeceiras 2

MCB2-6

Fragment

98.5

1.46

<0.05

Monte das Cabeceiras 4

MCB4-1

Awl

94.5

5.40

<0.05

Monte das Cabeceiras 4

MCB4-2

Dagger

98.3

1.66

<0.05

Monte das Cabeceiras 4

MCB4-2a

Rivet

98.2

1.74

<0.05

Monte das Cabeceiras 4

MCB4-2b

Rivet

98.3

1.68

<0.05

Tab. 5. Composition of artefacts from Chalcolithic contexts at Monte das Cabeceiras 2 and 4 (values in %).

a flattened tip resembling a small spoon. Additionally, there are two daggers of different typology, namely a tanged dagger/knife (MCB2-5) showing a folded tang (to fit the hilt?) and a dagger (MCB4-2) with two rivets (Fig. 3). As “there are no riveted daggers in the Chalcolithic” (Montero Ruiz et al., 2014) this dagger must be ascribed to a latter occupation (Bronze Age) of this archaeological site and will no longer be considered here. The micro-EDXRF analysis of Chalcolithic artefacts from Monte das Cabeceiras 2 and 4 shows that they are made of copper or arsenical copper (Tab. 5). Most artefacts have a low arsenic content, except the arsenical copper awl MCB4-1 showing a higher value (5.40% As).

distribution of the sites (see Fig. 1) advised the use of distinct areas not entirely coinciding with the former ones, namely the Setúbal Peninsula (comprising the sites of Outeiro Redondo and Quinta do Anjo), the southern region of the SPZ (comprising the sites of Anta do Malhão, Odemira, Aljezur, Belle France and Alcalar) and the “OMZ” comprising the remaining contexts, which mostly belong to the Ossa Morena Zone. The comparison of the arsenic content of copper artefacts from these distinct areas displays some similarities (Fig. 5). This compositional resemblance may suggest similar types of copper ore supply sources and similar smelting technologies. However, it must be taken into account that these smelting technologies were practised during a very long time interval of a millennium. As mentioned

CHALCOLITHIC METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL: DISCUSSION

Artefacts belong to archaeological sites located in different areas of the southern Portuguese region, namely the South Portuguese Zone, the Ossa Morena Zone and the Setúbal Peninsula. The geographical

30

25

Number of artefacts

The previously mentioned analytical studies have been producing a reasonable amount of compositional data about 3rd millennium BC copper-based artefacts from Southern Portugal. The assessment of this compilation of results shows a metallurgy of copper with somewhat variable contents of arsenic (2.2 ± 1.6%, n = 108). Moreover, almost half of the set (48%) is composed of arsenical copper alloys, while the log normal distribution of arsenic contents is consistent with a natural association of arsenic with the copper ores (Fig. 4).

35

20

15

10

5

0 0-1

1-2

2-3

3-4

4-5

5-6 6-7 As (%)

7-8

8-9

9-10

>10

Fig. 4. Histogram of arsenic contents of artefacts from Chalcolithic contexts in Southern Portugal (map with location of significant sites).

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41


PEDRO VALÉRIO, ANTÓNIO M. MONGE SOARES AND MARIA FÁTIMA ARAÚJO

10

18

10

“Ossa Morena Zone”

9

16

8

7

14

7

6 5 4

Number of artefacts

8

Number of artefacts

Number of artefacts

9

20

South Portuguese Zone

12 10 8

6

3

2

4

2

1

2

1

0

Setúbal Peninsula

4

6

0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 As (%)

“Ossa Morena Zone”

5

3

0

Setúbal Peninsula

South Portuguese Zone

0 0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 As (%)

0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10 As (%)

Fig. 5. Histograms of arsenic contents of artefacts from Chalcolithic contexts in different regions of Southern Portugal (map with location of significant regions and sites).

before, the copper metallurgy probably made its appearance in Southern Portugal during the 1st half of 3rd millennium BC (Full Chalcolithic). On the other hand, a new cultural identity, the Bell Beaker Culture, emerged in this region in the transition from the 2nd to the 3rd quarter of the same millennium and remained until the first quarter of the 2nd millennium BC (2568/2476-1911/1841 cal BC (1σ), following Mataloto et al., 2013). The Bell Beaker Culture discloses important transformations in the habitat and material culture (new forms of ware and new pottery decorations, for instance) and new funerary rituals. Moreover, a new metal (gold) and novel typologies (Palmela points and tanged daggers) make their appearance. The so-called “Horizonte de Ferradeira”, as defined by Schubart (1975), is neither more nor less than the translation in the funeral world of the Bell Beaker cultural phase in Southern Portugal. However, some coeval archaeological contexts have been recorded without a Bell Beaker presence or with a tenuous presence that surely cannot be considered as resulting from the presence of Bell Beaker people, thus being generically attributed to the Full and Late Chalcolithic. The ascription of an archaeological context to the Bell Beaker Culture followed a significant presence of Bell Beaker pottery in the site and/or the presence of other cultural markers such as tanged daggers, Palmela points, gold artefacts, stone wrist guards and V-perforated bone or ivory buttons. Regarding the copper-based technology important questions arise: Are those new typologies associated with the new arsenical copper alloy? Or, in other words, are the arsenical copper artefacts predominantly associated with Bell Beaker contexts?

42

For the sake of clarity, the contexts and artefacts ascribed to the Bell Beaker Culture, previously presented in tables 2 to 4, were aggregated in a single table (Table 6). It is the case of metallic artefacts from secondary burials ascribed to the “Horizonte de Ferradeira” at the megalithic monuments of Lousal, Odemira, Aljezur, Monte do Outeiro and Anta do Malhão, in addition to the ones from burials in pits at Monte das Aldeias, Corte do Alho and Bela Vista 5 and from a unknown grave at Castro dos Ratinhos/Outeiro dos Bravos, all located in SPZ. Bell Beaker funerary contexts at Quinta do Anjo (Setúbal Peninsula) and Bell Beaker occupations of the settlements of Porto das Carretas (OMZ), Três Moinhos (SPZ) and Porto Torrão (OMZ) were also present. The distribution of arsenic contents in this set of artefacts does not show a log normal distribution (Fig. 6), on the contrary suggests the preference for arsenical copper artefacts in Bell Beaker contexts. The propensity for arsenical copper artefacts is also quite clear during the subsequent Middle Bronze Age (MBA) in this region (Valério et al., 2014; in press, a) (Fig. 6). Although this Bell Beaker set is relatively small, the distinction of this Bell Beaker metallurgy cannot be attributed to specific classes of artefacts because the set contains various sorts, such as arrowheads, daggers, axes, spatulas, chisels and saws. However, in order to assess the influence of artefact’s function in the respective composition, the remaining collection (i.e. Chalcolithic not assigned to the Bell Beaker Culture) was divided into tools (axes, awls, chisels, fish hooks, saws and spatulas) and weapons (arrowheads, daggers and knives) (Fig. 7). Apparently, Chalcolithic weapons from non-Bell Beaker contexts show a tendency to higher amounts

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AN OVERVIEW OF CHALCOLITHIC COPPER METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL

Site

Reference

Artefact

Cultural assignment

As (%)

Lousal

699

Palmela point

"Horizonte de Ferradeira"

5.0

Odemira

704

Axe

"Horizonte de Ferradeira"

0.5

Aljezur

1462

Dagger

"Horizonte de Ferradeira"

2.1

Aljezur

1511

Arrowhead

"Horizonte de Ferradeira"

3.5

Monte do Outeiro

16562

Awl

"Horizonte de Ferradeira"

2.8

Anta do Malhão

AM-1

Dagger

"Horizonte de Ferradeira"

3.4

Anta do Malhão

AM-2

Palmela point

"Horizonte de Ferradeira"

2.2

Monte das Aldeias

MA-H156

Awl (alêne)

"Horizonte de Ferradeira"

4.3

Corte do Alho

CA-11

Arrowhead

"Horizonte de Ferradeira"

3.2

Bela Vista 5

BV-01

Palmela Point

"Horizonte de Ferradeira"

1.8

Bela Vista 5

BV-02

Long awl

"Horizonte de Ferradeira"

1.5

Castro dos Ratinhos/ Outeiro dos Bravos

CR-04

Tanged dagger

"Horizonte de Ferradeira"

4.2

Quinta do Anjo

706

Dagger

Bell Beaker funerary context

0.8

Quinta do Anjo

707

Palmela point

Bell Beaker funerary context

2.6

Quinta do Anjo

708

Palmela point

Bell Beaker funerary context

3.7

Quinta do Anjo

709

Palmela point

Bell Beaker funerary context

2.8

Quinta do Anjo

710

Palmela point

Bell Beaker funerary context

tr.

Quinta do Anjo

711

Dagger

Bell Beaker funerary context

6.4

Quinta do Anjo

712

Palmela point

Bell Beaker funerary context

2.0

Quinta do Anjo

713

Palmela point

Bell Beaker funerary context

1.1

Quinta do Anjo

714

Palmela point

Bell Beaker funerary context

1.2

Quinta do Anjo

715

Awl

Bell Beaker funerary context

3.5

Quinta do Anjo

716

Chisel

Bell Beaker funerary context

2.4

Quinta do Anjo

717

Chisel

Bell Beaker funerary context

0.9

Porto das Carretas

PC-01

Spatula

Settlement - Bell Beaker occupation

5.9

Porto das Carretas

PC-02

Blade(?)

Settlement - Bell Beaker occupation

3.6

Porto das Carretas

PC-03

Fragment

Settlement - Bell Beaker occupation

1.6

Três Moinhos

TM-1

Axe

Settlement - Bell Beaker occupation

0.4

Três Moinhos

TM-2

Dagger

Settlement - Bell Beaker occupation

4.5

Três Moinhos

TM-3

Dagger

Settlement - Bell Beaker occupation

2.3

Três Moinhos

TM-4

Dagger

Settlement - Bell Beaker occupation

4.4

Três Moinhos

TM-5

Fragment

Settlement - Bell Beaker occupation

3.8

Três Moinhos

TM-6

Palmela point

Settlement - Bell Beaker occupation

2.3

Três Moinhos

TM-7

Blade/Spatula

Settlement - Bell Beaker occupation

1.2

Três Moinhos

TM-8

Chisel

Settlement - Bell Beaker occupation

3.7

Três Moinhos

TM-9

Sawl

Settlement - Bell Beaker occupation

3.3

Porto Torrão

PT-1

Arrowhead

Settlement - Bell Beaker occupation

2.0

Porto Torrão

PT-2

Tanged dagger

Settlement - Bell Beaker occupation

6.4

Porto Torrão

PT-3

Saw

Settlement - Bell Beaker occupation

4.7

Tab. 6. Artefacts from Bell Beaker contexts (including those belonging to the so-called “Horizonte de Ferradeira”) in Southern Portugal (arsenic content rounded to one decimal place; tr. = trace; for references refer to tables 2 to 4).

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PEDRO VALÉRIO, ANTÓNIO M. MONGE SOARES AND MARIA FÁTIMA ARAÚJO

12

35

Bell Beaker Culture

10

Middle Bronze Age

30

8 6

25

Number of artefacts

Number of artefacts

4 2 0

20

15

10

5

0 0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10 As (%)

0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10 As (%)

Fig. 6. Histograms of arsenic contents of artefacts from Bell Beaker (see text) and Middle Bronze Age contexts (Valério et al., 2014; in press, a) in Southern Portugal (maps with location of significant sites). 20

10

Tools

9

10

Weapons

9

8

8

14

7

7

12 10 8

Number of artefacts

16

Number of artefacts

Number of artefacts

18

6 5 4

6 5 4

6

3

3

4

2

2

2

1

1

0

0

0 0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 As (%)

Undetermined

0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 As (%)

0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10 As (%)

Fig. 7. Histograms of arsenic contents of tools, weapons and undetermined artefacts from Chalcolithic non-Bell Beaker contexts in Southern Portugal (map with location of significant sites).

of arsenic than tools suggesting some type of raw material selection, either of copper ores or smelting products. The distinct classes of artefacts from non-Bell Beaker contexts also reveal different behaviours of arsenic content distribution (Fig. 8). Axes are clearly made of copper (100% frequency). In this particular case even that of Três Moinhos, which is attributable to the Bell Beaker Period, is composed of copper (0.44% As). Arrowheads and daggers are mostly made of arsenical copper alloys (71% and 67%, respectively). The remaining types such as awls, chisels, saws and spatulas have a mixed conduct showing variable arsenic contents. However, it should be emphasized that each class has a limited number of artefacts the reby preventing stronger conclusions.

44

Since distinct shapes and sizes would benefit differently of the better castability of arsenical copper alloys, the relationship between these characteristics was assayed by dividing the collection into “bulky” artefacts such as axes, chisels or awls, and “sheetlike” artefacts like blades, saws or spatulas (Fig. 9). No significant differences were found in the arsenic contents of these two types, unlike to what happens at Zambujal where sheet metal fragments as well as saws, Palmela points and tanged daggers (it must be noted that these last two classes of artefacts should be ascribed to the Bell Beaker complex) are more frequently made of arsenical copper (Müller et al., 2007). This compositional similarity in artefacts recovered from non-Bell Beaker contexts suggests that ancient metallurgists in Southern Portugal did not take advantage of the casting superiority of

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AN OVERVIEW OF CHALCOLITHIC COPPER METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL

7

14

Saws & Spatulas

12

6

5

10

5

4

3

Number of artefacts

6

8

6

4

3

2

4

2

1

2

1

0

0 0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 As (%)

0 0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10 As (%)

0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 As (%)

7

7

Arrowheads

7

Daggers

Other

6

6

5

5

5

4

3

Number of artefacts

6

Number of artefacts

Number of artefacts

7

Weapons

Number of artefacts

Number of artefacts

Axes

4

3

4

3

2

2

2

1

1

1

0

0 0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 As (%)

0 0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 As (%)

0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10 As (%)

Fig. 8. Histograms of arsenic contents of different artefact types from Chalcolithic non-Bell Beaker contexts in Southern Portugal (map with location of significant sites).

arsenical coppers and reveals an incipient casting technology responsible for the production of plain shapes, as probably should be expected for such an early chronological period. Moreover, one of the distinctive characteristic of this emerging technology is the common occurrence of oxide inclusions (Valério et al., in press, b), sometimes in high number even in copper with high arsenic content (arsenic acts as a deoxidizer), which have a deleterious effect on the artefact mechanical properties. As mentioned before, the manufacture of Chalcolithic artefacts in Southern Portugal commonly included hammering (H) and annealing (A) works, and in a few cases a final hammering (FH) procedure (Pereira et al., 2013a; Valério et al., in press, b). Despite the reduced number of cases of strain hardened artefacts (H+A+FH), these clearly show mid-range arsenic contents when compared with the remaining ones (Fig. 9). It should be mentioned that these assumptions only refer to two sites (Outeiro Redondo and São Pedro) with inexistent or low influence

of Bell Beaker types. The arsenical copper alloy maintains a good ductility until about 6% As (the solid solubility limit of arsenic in copper), consequently there are no difficulties in the cold-workingof these alloys (Lechtman, 1996). On the contrary, the strain hardening effect only becomes significant for higher arsenic amounts, making less effective the final hammering of copper artefacts (as seen in Fig. 9). The fact that the final hammering was not applied to artefacts with lower arsenic amounts can imply some know ledge about the strain hardening potential of arsenic on copper. The hardness measurements on Chalcolithic strain hardened artefacts from Southern Portugal are very few and hinder any significant comparison. On the other hand, the hardness of non-strain hardened artefacts shows no correlation with the arsenic content (Fig. 10). Most of those Chalcolithic artefacts were in fact harder than non-worked arsenical copper alloys (Lechtman, 1996), but the amount of arsenic does not seem to play an important role in this toughening.

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PEDRO VALÉRIO, ANTÓNIO M. MONGE SOARES AND MARIA FÁTIMA ARAÚJO

20

20

“Bar”

18

16

16

14

14 Number of artefacts

Number of artefacts

18

12 10 8

12 10 8

6

6

4

4

2

2

0

0 0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10 As (%)

0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10 As (%)

12

6

Manufacture (F+A)

Manufacture (F+A+FF)

10

5

8

4 Number of artefacts

Number of artefacts

“Sheet”

6

4

2

3

2

1

0

0 0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10 As (%)

0-1 1-2 2-3 3-4 4-5 5-6 6-7 7-8 8-9 9-10 >10 As (%)

Fig. 9. Histograms of arsenic contents of artefacts from Chalcolithic contexts in Southern Portugal.

160

140

Hardness (HV0.2)

120

100

80

60

40

20 0.0 1.0 2.0 3.0 4.0 5.0 6.0

As (%)

Fig. 10. Arsenic content versus hardness of non-strain hardened artefacts from Chalcolithic contexts in Southern Portugal (the dotted line represents the hardness of arsenical copper alloys, Lechtman, 1996).

46

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AN OVERVIEW OF CHALCOLITHIC COPPER METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL

Apparently, on a very few instances the strain hardening was applied, mostly, to arsenical copper alloys, but the common manufacture during the Chalcolithic included hammering and annealing operations regardless on the amount of arsenic. However, one should also take into consideration that the hardness of most artefacts was measured on the body and not on key areas, such as the edge of a blade or the tip of a chisel. According to current knowledge these specific areas suffered more cold-work to become sharper and harder (Müller et al., 2007).

CONCLUSIONS Archaeological data complemented by radiocarbon dating of samples collected from contexts with metallic artefacts or metallurgical remains in Southern Portugal point to the emergence of metallurgy in this region in the 1st half of the 3rd millennium BC, revealing a higher concentration of metallurgical vestiges from the middle of this millennium onwards. The 3rd millennium BC copper-based metallurgy in Southern Portugal seems to rely on the smelting of secondary copper ores, which in several cases are naturally associated with arsenic minerals. The metallurgy of the different geographic areas point to a similar incipient production technology using copper oxides and carbonates, crucible smelting in mere fireplaces, and usually a short chaîne opératoire (hammering plus annealing) for the manufacture of artefacts. Contrasting with this incipient technology stands the selection of arsenicrich copper for some classes of artefacts like arrowheads and daggers during the Full and Late Chalcolithic or for most classes, with the remarkable exception of axes, ascribed to Bell Beaker contexts. The histogram of arsenic contents of Bell Beaker metals from Southern Portugal resembles the distribution of this element in MBA copper-based artefacts in this region, i.e. a Gaussian curve centred on an intended content suggesting the use of new ores richer in arsenic or, perhaps more likely, the selection of arsenic-rich copper prills obtained from smelting, as it was previously suggested for Chalcolithic settlements in Estremadura (e.g. Müller et al., 2007; Müller and Cardoso, 2008; Müller and Soares, 2008; Pereira et al., 2013b). Regardless of the method used to obtain the arsenical copper alloy, there seems to be a growing aware by Bell Beaker

metallurgists, at least in Southern Portugal, to the aesthetical and/or practical value of this alloy. This indirectly suggests the growing importance of metal among Bell Beaker communities, which appear to be at the basis of the common use of arsenical copper throughout the MBA in this region. On the other hand, it seems that the evidence is still inconclusive regarding the coeval contexts without the Bell Beaker presence, i.e. the preference for arsenical copper whatever the artefact type is not attested in those contexts. Additional archaeological research ofwell-preserved Full and Late Chalcolithic contexts with a well-defined cultural setting (presence or absence of the Bell Beaker complex), complemented by radiocarbon dating, will allow to validate the inferences now suggested.

ACKNOWLEDGEMENTS This work is funded by FEDER funds through the COMPETE 2020 Programme and National Funds through FCT - Portuguese Foundation for Science and Technology under the project number UID/ Multi/04349/2013. Authors acknowledge the use of the micro-EDXRF spectrometer from Department of Conservation and Restoration (Faculdade de Ciências e Tecnologia da Universidade Nova de Lisboa). The authors would also like to thank Nélson Borges of ABRAN-ARK, Lda for providing the metallic artefacts and organic samples from his own archaeological excavations at Monte das Cabeceiras 2 and 4, Lídia Baptista of Arqueologia e Património, Lda, for the materials from Monte das Aldeias e Corte do Alho, and José António Rhodes Sérgio for authorising the analysis of the metallic artefacts from Três Moinhos, Porto Mourão, São Brás 3 and Porto Torrão.

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AN OVERVIEW OF CHALCOLITHIC COPPER METALLURGY FROM SOUTHERN PORTUGAL

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Figurilla antropomorfa con cinta de oro procedente del yacimiento de MarroquĂ­es Bajos (JaĂŠn). Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia..


Conjunto de puntas de flecha tipo Palmela rodeadas de un cita de oro procedentes de Villaverde del Rio (Sevilla). Museo Arqueológico de Sevilla. Consejería de Cultura. Junta de Andalucía.


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LA METALURGIA CALCOLÍTICA EN EL SUROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA: UNA INTERPRETACIÓN PERSONAL Salvador Rovira Llorens1

Resumen: Desde comienzos del siglo XXI se están incorporando a la literatura científica datos importantes que han ido ampliando nuestros conocimientos de los procesos tecnológicos que caracterizaron la metalurgia del III milenio ANE en la Península Ibérica. Estos datos se han interpretado según dos modelos marcadamente distintos. Según uno de ellos, al que se adhiere el autor, se confirma una metalurgia calcolítica cuyos rasgos principales son compartidos con otras regiones de Europa y Oriente (aunque, en muchos casos, con evidente diacronismo) en la fase inicial del desarrollo metalúrgico. Los nuevos datos rellenan huecos del conocimiento sobre la metalurgia inicial del Suroeste.El segundo modelo interpreta los nuevos hallazgos como sintomáticos de una metalurgia altamente especializada, distinta de la descrita por el modelo anterior, que refleja y apoya conceptos superestructurales de una sociedad calcolítica de complejo desarrollo regional.Este trabajo se ocupa de analizar la información aportada, situándola en las coordenadas de referencia que proporcionan los conocimientos actuales sobre metalurgia calcolítica.

Palabras clave: Calcolítico, Metalurgia, Península Ibérica, Escorias, Hornos.

CHALCOLITHIC METALLURGY IN SOUTHWESTERN IBERIA: A PERSONAL OVERVIEW Abstract: Since the beginnings of the 21th century important data are being incorporated into the scientific literature expanding our knowledge of the technological processes that characterized the metallurgy of the 3rd millennium ANE in the Iberian Peninsula. These data have been interpreted according to two different models. For one of them, followed by the author, the main features of Chalcolithic metallurgy are similar to the ones observed in other regions of Europe and the Near East (although, in many cases, with a clear diachronism) for the initial phase of metallurgical development. The new data fill a gap in the knowledge of early metallurgy in the Southwest.The second model interprets these new data as an indication of a highly specialised metallurgy, different from the one described by the previous model. This specialization would reflect and support super-structural concepts of a Chalcolithic society with complex regional development. This paper focuses in the analysis of the information provided by the new data, framing it into the current state of the art on Chalcolithic metallurgy.

Keywords: Chalcolithic, Metallurgy, Iberian Peninsula, Slags, Furnaces. 1 Museo Arqueológico Nacional (Jubilado). [s_rovirallorens@hotmail.com]

Recibido: 25/05/2016. Aceptado: 12/07/2016

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SALVADOR ROVIRA LLORENS

1. UN POCO DE HISTORIA El libro de Mark A. Hunt, con el minucioso registro de los datos disponibles entonces sobre metalurgia calcolítica, muchos de ellos aportados por el propio autor, es un excelente punto de partida para obtener una imagen del estado de la cuestión a finales del siglo pasado (Hunt Ortiz, 2003: 292-327). Aunque era evidente que existía una metalurgia calcolítica que aprovechaba los numerosos afloramientos cupríferos de la Faja Pirítica y regiones aledañas, no lo era tanto cómo se obtenía el cobre, es decir, qué tipo de infraestructuras metalúrgicas se usaban para transformar el mineral en metal. Se daba por supuesto que debieron existir hornos, muy en la línea de la idea más extendida que no veía posible una metalurgia sin hornos, una idea convertida en doctrina que dictaban los metalúrgicos que trabajaban en arqueometalurgia (p. ej. Tylecote, 1976). La realidad arqueológica en la Península Ibérica a finales de la década de 1990 era otra: no había apenas escorias pero se habían encontrado fragmentos de cerámica escorificados, sobre todo en Portugal, algunos de los cuales podían interpretarse como partes de vasijas de reducción (vasijas-horno), según Hunt Ortiz (2003: 296). Esta idea era entonces todavía novedosa en España, aunque en 1985 ya la habíamos expuesto en un congreso internacional cuyas actas se publicarían en 1989 (Delibes et al., 1989) y poco después, con mayor decisión, en otro foro similar (Delibes et al., 1991). Simultánea e independientemente, Zwicker et al. (1985) habían propuesto la misma idea de reducción de minerales en vasijas cerámicas, de la que se hará eco Craddock (1995: 133-134) al hablar de Los Millares y Almizaraque. Hay también referencias a posibles hornos metalúrgicos en el Suroeste peninsular. Está la descomunal estructura de Santa Justa en Alcoutim (Portugal), de más de tres metros de diámetro y otros tantos de altura máxima de la supuesta cúpula, en cuyo interior se encontraron algunos restos de actividad metalúrgica (Gonçalves, 1989: 310), siendo los más interesantes, en nuestra opinión, los asociados a lo que el autor llama fogueiras estructuradas. En São Brás 1 (Serpa, Portugal) se habla de fragmentos de revestimiento de posibles hornos, pero los análisis no detectaron cobre en ningún caso (Araujo et al., 1994), lo cual hace dudosa su función metalúrgica.

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La literatura menciona toberas o sus fragmentos en Pedra do Ouro, San Bras-1, João Marques y otros pocos sitios. Un ejemplar completo, de excelente factura, procede de Vila Nova de São Pedro (Müller y Soares, 2008: 100, fig. 1c). Más numerosos eran los estudios analíticos de objetos metálicos hallados en España y Portugal, caracterizando la metalurgia del cobre y del cobre arsenical. Así, pues, a finales del siglo XX se podía elaborar un modelo metalúrgico para el Calcolítico del Suroeste que podía sintetizarse como sigue: 1. Aprovechamiento de minerales oxídicos de cobre. 2. Transformación mineral-metal realizada en vasijas de reducción y posiblemente en hornos. 3. Producción de objetos de cobre y cobre arsenical. A comienzos del siglo XXI el panorama se renovó sustancialmente. La excavación sistemática de poblados como Cabezo Juré y La Junta en Huelva, y de un importante sector de Valencina de la Concepción (Sevilla), va a proporcionar nuevos datos arqueometalúrgicos. Al mismo tiempo, materiales de yacimientos emblemáticos portugueses como Zambujal y Vila Nova de São Pedro son re-estudiados científicamente con metodología moderna. Todo ello ha contribuido a generar nuevas hipótesis (que no tesis, aunque a veces se confundan los términos) que amplían el alcance del modelo metalúrgico y que, a nuestro modo de ver, requieren algunas matizaciones en términos estrictamente tecnológicos.

2. UN POCO DE METODOLOGÍA Y ALGUNAS REFLEXIONES PRELIMINARES El enfoque moderno de la arqueometalurgia se basa, como es sabido, en el estudio de los restos aplicando un amplio abanico de técnicas analíticas actualmente accesibles. Un estudio integral que pretenda caracterizar un modelo tan complejo como es el de la actividad metalúrgica debe abarcar todos los residuos de dicha actividad recuperados en el registro arqueológico, contextualizando los resultados dentro de una horquilla temporal razonable y en un espacio geográfico más o menos definido. La interpretación de tales residuos proporciona los datos

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en los que fundamentar la elaboración de modelos tecnológicos, a partir de los cuales podremos ir más allá y proponer hipótesis relativas a cuestiones económicas y sociales. Pero no debemos perder de vista que estamos interpretando, y toda interpretación conlleva una carga más o menos importante de subjetividad y una inevitable manipulación de los datos (Morato y Kelly, 1978). El manual coordinado hace unos años por Montero Ruiz (2010) nos alivia de tener que entrar en detalle en la naturaleza de la amplia nómina de materiales que el arqueólogo puede desenterrar durante del trabajo de campo. Nos detendremos algo más detenidamente en dos de aquellos materiales que resultan de crucial importancia en el tema que nos ocupa: las estructuras pirometalúrgicas en las que se realizaba la transformación mineral-metal bruto y en los subproductos de dicha transformación, las escorias y escorificaciones. Comenzaremos por las escorias porque, en gran medida, sus características físico-químicas y mineralógicas vienen condicionadas por los reactores en los que se forman, es decir, las estructuras pirometalúrgicas. Hasta tal punto esto es así, que del estudio minucioso de una escoria se pueden deducir muchas de las características del reactor (temperatura de trabajo, entorno ambiental en el que cursan las reacciones químicas, etc.), aunque no se haya encontrado ningún resto en la excavación. En términos metalúrgicos estrictos, la escoria es un material desechable que resulta de la reacción de ciertos minerales de la carga con el fin de lograr una completa extracción del metal, de ahí sus propiedades más relevantes: no miscibilidad con el metal que se trata de obtener, temperatura de fluidificación alcanzable en el horno de fundición y coeficiente de viscosidad lo suficientemente bajo para que el metal que se va formando en su seno pueda separarse fácilmente. Tales propiedades definen lo que se viene llamando una fundición escorificante. Por lo que sabemos, la metalurgia primitiva del cobre siguió otros derroteros distintos en relación con las escorias (Rovira, 2003; Hauptmann, 2007). Las escorias de reducción más antiguas son consecuencia, principalmente, de las reacciones entre los componentes de la ganga del mineral metalífero, los compuestos silicatados del entorno y las cenizas del combustible utilizado. La cantidad de escoria producida, según el registro arqueológico,

es muy pequeña, por lo que en general se habla de procesos de fundición no escorificantes (Craddock, 2011: 297). Las primeras escorias no cumplen ninguno de los requisitos exigidos a las verdaderas escorias metalúrgicas salvo el de no miscibilidad. Sus fases no están en equilibrio, lo cual conduce a que sólo en algunas regiones de la escoria se forme material fundido embebido en una masa sólida de minerales; es habitual que conserven mineral de cobre sin reducir o sólo parcialmente reducido. La figura 1 es una imagen de la sección de una escoria vista al microscopio electrónico de barrido (SEM). En el campo visual predominan los granos de cuarzo libre, entre los cuales se formó una matriz de vidrio fundido que atrapa cuprita y alguna bolita de cobre. El estado de disgregación de los granos de cuarzo es un paso previo a la disolución para formar vidrio; en alguno de ellos se observa la transformación en bastones de cristobalita-tridimita, indicando que en algún momento antes del enfriamiento se había alcanzado una temperatura por encima de los 1.200º C. Las escorias calcolíticas suelen mostrar una acusada reacción ante el imán. Se debe a que muchas de ellas contienen magnetita como consecuencia de la oxidación del dióxido de hierro existente en la ganga. La figura 2 ilustra el caso. En esta escoria, además, se aprecia la descomposición del piroxeno (hedenbergita) que constituye la matriz fundida, para formar eutéctico de magnetita, cristobalita y tridimita según un proceso estudiado detalladamente por Hauptmann (2007: 170-171). La reacción de descomposición cursa en condiciones ambientales oxidantes. También en condiciones oxidantes, la presencia de magnetita y cuprita facilita la formación de delafosita, un óxido de hierro trivalente y cobre que suele tomar la forma de cristales columnares o placas (Fig. 3). Con lo visto hasta ahora se podría decir que el ambiente en las estructuras pirometalúrgicas en las que se han formado las escorias es poco reductor; es más bien oxidante. Esto choca frontalmente con el concepto de horno metalúrgico que, por definición, ha de proveer de un ambiente reductor que garantice el buen rendimiento de las reacciones implicadas. ¿Qué tipo de estructura propiciaría obtener estas escorias?: un fuego abierto (lo que se denomina en

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Fig. 1. Escoria de San Blas (Cheles, Badajoz). Abundante cuarzo (Qz) sin reaccionar. La matriz fundida (G) retiene cuprita (Cup) y alguna bolita blanca de cobre. El cuarzo muestra signos de la transformación a cristobalita-tridimita (CT) a alta temperatura. Imagen SEM, electrones retrodispersados.

Fig. 2. Escoria de Almizaraque (Almería). Fenómeno de descomposición de la hedenbergita (Hb) de la matriz fundida en eutéctico magnetita-cristobalita-tridimita (Eu). Los cristales de magnetita (Ma) son abundantes, confiriendo propiedades magnéticas a la escoria. Se aprecia cobre metálico (Cu) retenido. Imagen SEM, electrones retrodispersados.

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Fig. 3. Escoria de Almizaraque (Almería). Formación de cristales columnares de delafosita (Del) en presencia de magnetita (Ma) y cuprita (Cup), en una matriz de vidrio complejo silicatado (G). Imagen SEM, electrones retrodispersados.

Fig. 4. La casa del metalúrgico en Los Millares (Almería), con un hogar central en el que se realizaron tareas metalúrgicas. Foto A. Moreno y Francisco Contreras.

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inglés camp fire), una simple hoguera bien ventilada, con los lindes más o menos protegidos, en cuya parte central se colocara el mineral con o sin la ayuda de una vasija, con o sin la ayuda de una pequeña cavidad. Buenos ejemplos serían la conocida estructura de Los Millares (Fig. 4) o las cubetas de La Capitelle du Broum (Péret, Francia) (Ambert et al., 2013: 63, fig. 3). La objeción de que en una estructura de ese tipo no se pueden alcanzar las elevadas temperaturas necesarias carece de fundamento, como se ha demostrado experimentalmente (Fig. 5). Aunque en algunas escorias se forman pequeños reductos de fayalita en la matriz fundida cuando la carga contiene óxido de hierro, no son suficientes ni para conseguir una escoria fluida ni para poder hablar con propiedad de escorias fayalíticas. De hecho, en nuestros análisis, la mayoría de los minerales neoformados son piroxenos o especies afines, lo que les ha valido la denominación de escorias piroxénicas en contraposición a las fayalíticas o verdaderas escorias.

Estas escorias retienen mucho cobre, bien como metal atrapado, bien como mineral sin reducir (véase la Fig. 1). Consúltese, por ejemplo, el gráfico publicado por Bourgarit (2007: 6, fig. 2) en el que se incluyen escorias calcolíticas españolas. La extrema escasez de escorias no se explica fácilmente (véase, p. ej., la recopilación de Bourgarit, 2007: 4, tab. 1). Se ha recurrido a la idea de que eran machacadas manualmente para seleccionar las porciones de cobre de entre la arena de escoria resultante (véase, entre otros, Ambert et al., 2009: 294, fig. 8). Pero grandes cantidades de escoria, aunque sea machacada, no desaparecen del escenario aun contando con los efectos erosivos medioambientales. Tenemos algunos ejemplos, aunque más tardíos, de la conservación de la escoria: Cierny (2008) exploró verdaderos montículos de schlackensand del Bronce Final en el Trentino (Italia), y en América, las fundiciones de Batán Grande de época Sipán, en Perú, produjeron extensas acumulaciones de escoria machacada (Shimada et al., 1982). Para explicar la escasez de escorias quizás fuera más razonable y atractiva la idea de que los primeros metalúrgicos procesaban prioritariamente minerales de gran pureza, seleccionados a pie de mina para evitar el transporte, a veces a larga distancia, del peso muerto que representa la ganga. Los trabajos de Ixer (2001) en la mina prehistórica de Great Orme (Inglaterra) apuntan hacia la selección de minerales en la propia mina. Hay un hecho que llama poderosamente la atención: en ningún poblado calcolítico de los supuestamente especializados en metalurgia se han descrito depósitos importantes de fragmentos rocosos que resultarían de la operación de enriquecimiento del mineral. Puesto que tampoco hay prácticamente escoria, que sería la consecuencia inevitable de procesar minerales con ganga, como hemos demostrado experimentalmente (Rovira, 2012), la explicación más verosímil es la que proporciona la Química elemental: el óxido de cobre reacciona con el monóxido de carbono para dar cobre y dióxido de carbono (gas); no queda otro residuo sólido que el metal.

Fig. 5. Experimento realizado por Jaques Happ con el autor, en 2005. Simple hoguera alimentada con leña seca, sometida a un viento con una velocidad máxima de 35 km/h medida con anemómetro. La lectura pirométrica alcanzó los 1.200º C, más que suficiente para fundir cobre o para reducir mineral.

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En el poblado calcolítico de Porto das Carretas (Mourão, Portugal) se encontró mineral de cobre. Una de las muestras analizadas es malaquita prácticamente pura y otras dos son minerales Cu-Fe con más del 80% Cu (Valério et al., 2007: 187). Los

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LA METALURGIA CALCOLÍTICA EN EL SUROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA: UNA INTERPRETACIÓN PERSONAL

análisis publicados de Almizaraque también señalan tenores altos de cobre, aunque no todos, por lo que una pequeña producción de escoria sería esperable (Müller et al., 2004: 49, tab. 8).

3. LOS DATOS ARQUEOMETALÚRGICOS DEL SUROESTE Y LO QUE DE ELLOS SE HA DEDUCIDO En los pasados quince años se han publicado muchos datos de gran interés para el estudio de la metalurgia calcolítica del Suroeste, unos derivados del estudio de excavaciones recientes y otros de la revisión de materiales antiguos. Nos estamos refiriendo a Valencina de la Concepción (Sevilla), Cabezo Juré (Huelva) y Zambujal y Vila Nova de São Pedro (Portugal), por mencionar sólo los más relevantes. Trataremos seguidamente de describir los marcadores arqueometalúrgicos.

3.1. MENAS DE COBRE Minerales de cobre extraídos de la capa de enriquecimiento supergénico de las mineralizaciones se mencionan en algunos yacimientos de la zona. En el registro de Cabezo Juré se habla de malaquita, azurita, calcosina y tenorita (Sáez et al., 2003: 628). Se publican análisis de dos muestras de mineral (Sáez et al., 2003: 631, tab. 1). En Valencina de la Concepción se han identificado tres tipos de minerales cupríferos: unos extraídos de las monteras o zonas de enriquecimiento de sulfuros masivos (carbonatos y óxidos de cobre y hierro: malaquita, azurita, hematita-goethita, tenorita y cuprita, junto a sulfuros: covellita y bornita); otros, sulfuros primarios (calcopirita, bornita y galena), y finalmente impregnaciones de malaquita en arenisca (Nocete et al., 2008: 721). No hay análisis de la composición cuantitativa de ninguna muestra de mineral, pero se dedica toda una lámina a exponer imágenes vistas al microscopio óptico y electrónico de minerales con, aparentemente, poca ganga (Nocete et al., 2008: 722, fig. 4). De las seis muestras de dicha figura tan sólo una corresponde a minerales oxídicos (malaquita+óxidos-hidróxidos de hierro); las cinco restantes son sulfuros meteorizados, es decir, parcialmente alterados a óxidos y carbonatos. No sabemos el valor cuantitativo de estos minerales en la masa total de minerales recuperados, pero, en todo caso, no es infrecuente

encontrarlos en yacimientos calcolíticos como Almizaraque (Müller et al., 2004: 48, fig. 8; Müller et al., 2006: 213, fig. 3), en los que, cuando hay arsénico, se detecta también falhore. De Portugal, además de la malaquita de Porto das Carretas antes aludida, se mencionan minerales en otros yacimientos. Soares et al., (1996: 564, cuadro 1) listan un par de evidencias: malaquita+óxidos-hidróxidos de hierro hay en Porto Mourão (Moura); pirita+arsenopirita en Castelho Velho de Safara (Safara, Moura), esta última asociada a la producción de cobre arsenical. Los minerales oxídicos de Zambujal también son conocidos (Sperl, 1981).

3.2. ESCORIAS Cabezo Juré aporta los estudios más minuciosos de escorias (Sáez et al., 2001; Sáez et al., 2003; Nocete et al., 2004). En las asociadas a los hornos se identifica cuarzo, maghemita, magnetita, piroxeno (diópsido-hedenbergita), plagioclasa, fayalita, cuprita, delafosita y cobre, además de otras fases minoritarias (Sáez et al., 2003: 630-631). Son escorias parcialmente fundidas, describiendo sistemas no en equilibrio con abundante sílice libre (Sáez et al., 2003: 631). Un segundo tipo de escoria se asocia a las vasijas de reducción. Los análisis de dos muestras identificaron como fases minerales predominantes cuarzo, magnetita, maghemita, delafosita, cuprita, cobre y otras fases minoritarias (Sáez et al., 2003: 633). Enunciado así no parece que haya gran diferencia entre unas y otras. Pero la hay. Los análisis de tres escorias de horno y dos de vasijas indican que las primeras contienen notablemente más sílice y las segundas más óxidos de hierro (Sáez et al., 2003: 631, tab. 1). Las de horno tienen una textura esponjosa y las de vasija son más compactas. Tanto el registro arqueológico con su regionalización espacial (metalurgia de hornos circulares en la parte alta del cabezo y ladera sur, y metalurgia de crisol en una ubicación no tan concreta pero distinta de la anterior, según Nocete et al., 2004: 274) como la analítica de las escorias apoyaban la idea de una metalurgia en dos pasos: una primera reducción en los hornos para conseguir cobre y material rico en óxidos de cobre, y una segunda operación de refino, se dice, de ese concentrado (Nocete et al., 2004: 274). Aquí surge una duda que a nosotros personalmente ya nos asaltaba cuando repasábamos los pri-

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meros manuscritos sobre esta cuestión: ¿el material enriquecido resultante era la propia escoria de los hornos? No parece que así fuera porque los análisis de dichas escorias, según Sáez et al. (2003: 631, tab. 1) titulan el cobre (analizado como Cu total, es decir incluyendo cobre metálico+óxidos) en valores que oscilan entre 0 y 10,35% en peso. Los minerales cupríferos de esa misma tabla, es decir los que serían reducidos para extraer el cobre, lo titulan en 15,9% y 24,0%. ¿Cómo demostrar que había enriquecimiento en ese primer procesamiento del mineral, partiendo de la escoria? ¿O quizás debemos suponer que existía ese material enriquecido producto de los hornos pero no se ha analizado o se consumió en su totalidad sin dejar rastro? Si el “material enriquecido” era el cobre obtenido, entonces tiene sentido pero, ciertamente, llamar al cobre “material enriquecido” se presta a confusión. Las escorias de crisol no serían menos enigmáticas, con pérdidas de entre el 20% y el 28% de cobre total, muy superiores a las de los hornos. El proceso en dos pasos no es novedad (Rovira y Ambert, 1992: 96) y se documenta en yacimientos del Próximo Oriente ya en la primera mitad del IV milenio ANE (Hauptmann, 2007: 228). Otra proposición a debatir es si en ese primer proceso metalúrgico se añadían fundentes a la carga del horno, como se dice sobre la base de dos análisis de mineral y siete escorias (Sáez et al., 2003: 630). La titulación de ciertos minerales en las escorias que no estaban representados adecuadamente en las menas conducía, de la mano de la estadística, a la conclusión que a la carga se añadía como fundente entre un 15% y un 50% en peso de diabasa y toba basáltica existente en el entorno del yacimiento. Un fundente tiene por misión facilitar la formación de una escoria fluida a una temperatura razonable. Añadir diabasa y/o basalto, si bien incrementa los niveles de aluminio, magnesio y titanio, aumentará, sobre todo, la tasa de sílice. El resultado será todo lo contrario de lo que se espera de un fundente: subirá notablemente la temperatura de fluidificación de la escoria y su viscosidad, dificultando aún más la separación metal/escoria, opinión que también manifiesta Craddock (2011: 297). De hecho eso es lo que se expresa gráficamente en Sáez et al. (2003: 635, fig. 4), donde las escorias de horno caen todas menos dos en la región de la cristobalita del diagrama de equilibrio de fases, con temperaturas teóricas de fluidificación muy por encima de los 1.470º C, inal-

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canzables en las estructuras pirometalúrgicas del III milenio ANE, de ahí que más que las composiciones globales de las escorias nos interesen las composiciones del material fundido pues, aunque también resulta heterogéneo dentro de una misma escoria, representa sistemas micro-regionales tendentes al equilibrio antes de solidificar en un rango de temperaturas del orden de 1.150-1.300º C. Es en esas regiones donde están los minerales que hallamos recurrentemente en los fundidos de las escorias de Cabezo Juré (Sáez et al., 2003: 632, fig. 3) donde, por cierto, no se identifica ningún fragmento de roca con las características de una diabasa o un basalto, si bien en dicha figura 3F, correspondiente a una escoria de crisol para cuya formación no se propone adición de fundente, se identifica, junto al cuarzo libre, feldespato potásico, una roca de origen magmático o metamórfico. Las mismas fases minerales identificadas en las escorias de Cabezo Juré (Sáez et al., 2003: 631, tab. 2) las encontramos en otros yacimientos calcolíticos estudiados por nosotros, como por ejemplo Almizaraque (Rovira, 2003), San Blas y Los Millares (todavía inéditos), aunque las proporciones pueden variar (incluso dentro de una misma escoria) por la estrecha relación existente entre la escoria y la ganga. Bourgarit (2007) se ocupó en un documentado trabajo del tema de las escorias calcolíticas. Según este autor, con cuya idea coincidimos plenamente, el incremento de aluminio, magnesio y calcio de las escorias de horno de Cabezo Juré frente a la composición de la mena se justifica adecuadamente sin recurrir a la adición de fundente, por la contaminación durante el proceso metalúrgico con minerales del reactor (solera y paredes del horno) en contacto con la masa a reducir y con los que aporta la ceniza del combustible. Por lo que respecta a la ceniza, puede aportar al sistema cantidades importantes de calcio, potasio y magnesio, que en la encina (Quercus) toma valores en torno a 36% Ca, 6% K y 7% Mg (Misra et al., 1993: 111, tab. 4), por mencionar una especie arbórea consumida en los hornos del yacimiento (Rodríguez-Ariza, 2004: 243, fig. 10.1). Como en la madera de encina el peso en ceniza es aproximadamente un 1,6% (en el carbón la relación será algo mayor, teniendo en cuenta que en la carbonización se pierde agua y componentes volátiles pero no minerales), es evidente que su poder contaminante es notable.

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LA METALURGIA CALCOLÍTICA EN EL SUROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA: UNA INTERPRETACIÓN PERSONAL

El enriquecimiento en aluminio de la escoria, cuando no lo hay en la ganga, suele deberse a la reacción de la carga con las paredes de la estructura pirometalúrgica, en este caso la arcilla, uno de cuyos componentes principales es la alúmina. La indicación de que las paredes de los hornos presentaban adherencias escorificadas (Nocete et al., 2004: 281) es indicio de que dicha reacción pudo tener lugar. El análisis de la arcilla usada para construir los hornos hubiera simplificado mucho esta discusión, porque la arqueometalurgia experimental ha comprobado sobradamente la influencia que ejerce el medio en la formación de escoria primitiva o inmadura (p. ej., Bourgarit y Mille, 1997), en ese caso concreto aportando, entre otros elementos, aluminio. Las escorias de horno de Cabezo Juré son comparables a las de muchos yacimientos calcolíticos del Próximo Oriente (Bourgarit, 2007: 6, fig. 3) para cuya justificación no se ha argumentado la adición de fundentes. En el llamado “barrio metalúrgico” de Valencina de la Concepción se recogieron algo más de 16 kg de escorias, una cantidad importante dentro del ralo panorama general, de las que se analizaron 14 muestras, resultando ser escorias similares a las de horno de Cabezo Juré (Nocete et al., 2008: 275, 276), si bien no se dan datos concretos de la composición. Se nos dice que arrastran sílice libre, que se caracterizan por contener gran cantidad de minerales de cobre sin reducir, y que la presencia de ciertos precipitados minerales indica un enfriamiento rápido de la fase fundida de la escoria, todo lo cual, traducido a un lenguaje más común, viene a significar que había dificultades para mantener temperaturas relativamente altas (unos 1.200º C) y que el rendimiento de la transformación mineral-metal era relativamente bajo, aunque en Nocete et al. (2008: 725) se dice que supera el 75% (¡!). Que el material fundido era demasiado viscoso y sólo parcialmente fluido (de ahí que retuviera cobre metálico embebido), a pesar de las micro-regiones con fayalita (que, por cierto, va asociada sistemáticamente a magnetita, un mineral que afecta de manera importante a la viscosidad), se puede deducir de la imágenes seleccionadas para ilustrar las escorias del yacimiento (Nocete et al., 2008: 727, fig. 9). Para los autores de dicho trabajo la tecnología metalúrgica del Suroeste de la Península, vista globalmente, resulta más eficiente que la del resto de Europa occidental e incluso de Oriente (Nocete et al., 2008: 320-231). Otros, en cambio, ante materia-

les con características similares han deducido que la tecnología de la que provienen presenta rasgos primitivos (Rovira, 2003: 91; Bourgarit, 2007: 10; Hauptmann, 2007: 227), comunes a todos los yacimientos en donde se ha podido estudiar metalurgia temprana, rasgos definidos por la propia mineralogía de la escoria, su proceso de formación y, muy importante, por las notables pérdidas de cobre; si bien tales pérdidas, al final, podían remediarse en parte reciclándola o machacándola para recuperar metal atrapado. Pero esto último poco tiene que ver con el proceso de reducción en sí. Desde la publicación de la primera monografía de Zambujal tenemos datos analíticos de las pocas escorias (apenas 30 g) recuperadas en la excavación (Sperl, 1981), con una interpretación condicionada por la idea que se tenía entonces de cómo debía ser la escoria de todo proceso de reducción de mineral de cobre: una escoria fayalítica (Fig. 6) (Sperl, 1980: fig. 3). El propio G. Sperl se sorprendió ante la poca cantidad de escoria (en aquellos años se pensaba que un kg de cobre llevaba aparejados varios kg de escoria), y la inusual naturaleza de las mismas le hizo pensar más bien en un proceso de refino de metal. Tras la reanudación de las excavaciones de Zambujal bajo la dirección de Michael Kunst se ha visto necesario revisar la información antigua. En ese marco cabe situar la publicación de Müller et al. (2007). Las muestras de escoria re-investigadas conducen, como no podía ser de otro modo, a unos materiales de composición heterogénea, con cuarzo libre, abundante mag-

Fig. 6. Microestructura de una escoria de Zambujal, según Sperl (1980, bild 3) con rótulos de S. Rovira.

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netita, matrices fundidas de naturaleza vítrea, restos de minerales y cobre (Müller et al., 2007: 19-20). Es decir, las esperables escorias inmaduras calcolíticas. Finalmente, las escorias de Vila Nova de São Pedro son también de ese mismo tipo (Müller y Soares, 2008: 98-104).

3.3. ESTRUCTURAS PIROMETALÚRGICAS Todos los estudios de escorias calcolíticas del Occidente europeo coinciden en que alguno de sus componentes minerales se forman en episodios más o menos prolongados de ambiente oxidante en el reactor. La mayoría estamos de acuerdo en que se debe a que la metalurgia se practicaba en estructuras pirometalúrgicas abiertas, poco propicias para lograr un buen control ambiental y conseguir que las reacciones redox cursaran en los términos más favorables para la reducción del mineral metalífero. Si en los primeros pasos de la metalurgia se conseguía obtener cobre, no era tanto por la morfología del reactor como por la ventaja que otorgan las leyes de la Naturaleza a ese metal en particular, que es, de entre todos los de interés “industrial” en la Prehistoria, el que se obtiene más fácilmente de sus óxidos, con menos consumo de energía y un ambiente sólo ligeramente reductor, como el de una simple hoguera. Un vistazo rápido al conocido diagrama de Ellingham convencerá fácilmente al incrédulo más recalcitrante. Las vasijas cerámicas utilizadas como contenedores o reactores para obtener cobre, de las que contamos con numerosas representaciones en la bibliografía, son también estructuras abiertas.

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diámetro, con base de piedras y alzado de barro conservado de 40 centímetros (fuertemente deshidratado y con adherencias escoriadas)” (Nocete et al., 2004: 281). En la publicación no hay información gráfica sobre secciones y las fotografías (Nocete et al., 2004: 282, fig. 13.7) no hacen justicia a su descripción en el texto. Lo que las imágenes nos sugieren son estructuras anulares muy parecidas a la encontrada en Los Millares (véase Fig. 4) e incluso a la de Zambujal. La de Los Millares tampoco se considera un horno metalúrgico (Craddock, 1995: 133), opinión a la que nos adherimos a la vista de la similitud de los productos escoriáceos asociados en ambos casos. Para Cabezo Juré se propone que los hornos cilíndricos eran ventilados con toberas. Incluso describen fotográficamente la ubicación de una de ellas (inexistente), encajada entre dos lajas de piedra, y el único ejemplar hallado (Nocete et al., 2004: 282, fig. 13.7). En nuestra opinión, sin embargo, la supuesta tobera no se adapta a tal función, asemejándose más bien a los soportes de cerámica encontrados en yacimientos portugueses como Perdigões, en Reguengos de Monsaraz, exhibidos en el museo de sitio. En Valencina de la Concepción, en el Sector IV, se han descubierto varias estructuras de fuego asociadas a la producción y trabajo del cobre. Se nos presentan como hornos excavados en el suelo, de tendencia circular, con diámetros entre 90 cm y 130 cm y profundidades entre 40 cm y 60 cm, similares a los de la Fase 2 de Cabezo Juré (Nocete et al., 2008: 724).

Las primeras estructuras de fuego relacionadas con la metalurgia del Suroeste, descritas y dibujadas con detalle por Sangmaister y Schubart (1981: fig. 98 y 99), son las de la Casa V de Zambujal, en particular la correspondiente a un anillo de arcilla de un metro de diámetro exterior aproximadamente, en cuyo interior había varias capa cenicientas con un poco de escoria y fragmentos de crisoles. La arcilla del anillo no presentaba signos de fuerte alteración térmica, por lo que se descartó que fuera parte de un verdadero horno metalúrgico.

Tanto los hornos de Cabezo Juré (si fueran verdaderos cilindros) como los de Valencina, con su tamaño descomunal, para los que no hay paralelos ni en Europa ni en Oriente Próximo, no podrían funcionar como hornos metalúrgicos con la tecnología calcolítica. Tampoco con tecnologías mucho más recientes, de la Edad del Hierro e incluso posteriores. Bastaría con ojear el catálogo preliminar de hornos encontrados en el entorno de las minas de Timna (Israel), desde el calcolítico hasta época romana, para convencerse (Rothenberg, 1985), o los muchos trabajos publicados más recientemente sobre yacimientos concretos. Acerca de las limitaciones físicas de un horno metalúrgico primitivo nos ocupamos en otro lugar (Rovira y Renzi, 2010: 91-92).

Estructuras anulares aparecen también, en un número respetable, en Cabezo Juré, descritas como hornos “con una morfología circular de un metro de

Las fosas de Valencina de la Concepción, cuyo uso metalúrgico es incuestionable, son similares a las halladas en las minas irlandesas de Ross Island

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(O’Brien, 2004: 237-277). En un primer momento también se pensó que pudieran ser hornos por presentar cierta afectación térmica en las paredes y restos de mineral y carbón en el relleno, pero se pudo comprobar en alguna de ellas que las operaciones de reducción propiamente dichas se realizaban en estructuras mucho más pequeñas ubicadas en su interior (O’Brien, 2004: 272, fig. 57). Algunos datos de Valencina de la Concepción avalan indirectamente esta opción: se nos dice que dentro de la estructura 182 se recuperaron dos kg de mineral machacado intacto que los autores suponen preparado para iniciar la reducción (Nocete et al., 2008: 725 y fig. 7).Si hemos interpretado bien el texto, esto es impensable en términos prácticos en un volumen tan grande como la fosa. En cambio es la cantidad de mineral apropiada para ser tratada en una hoguera pequeña dentro de la fosa, con espacio a su alrededor para que los metalúrgicos pudieran realizar las tareas necesarias, como accionar un fuelle o usar tubos de soplado a pulmón. Sobre las toberas usadas en Valencina de la Concepción sólo disponemos de una fotografía de conjunto (Nocete et al., 2008: 728, fig. 10). Por su tamaño, que apenas supera los 10 cm en unas pocas, más bien parecen boquillas protectoras de tubos de soplado que toberas. Pero para confirmarlo deberíamos saber cómo es la sección interna, pues las boquillas suelen tener un engrosamiento interno para la inserción de la caña. Algunos objetos representados en dicha figura no parecen toberas ni boquillas.

3.4. OBJETOS METÁLICOS En los últimos años se ha aportado mucha información de calidad sobre las técnicas de taller empleadas en la fabricación de objetos de cobre basada en los análisis químicos, metalográficos y mediciones de microdureza del metal (Hunt Ortiz, 2003; Nocete et al., 2008; Rodríguez Bayona, 2008; Rodríguez Bayona et al., 2010; Valério, 2011; Pereira et al., 2012; Pereira et al., 2013). De dichos estudios se deduce, entre otros aspectos relevantes, que la participación de los tratamientos térmicos en la cadena operativa de la producción de objetos es mucho mayor de lo que habíamos supuesto en nuestro catálogo de 2003 en el que, con los datos disponibles entonces, parecía que la cadena simple consistente en fundición y forja en frío era la más

socorrida en el Calcolítico (Rovira y Gómez Ramos, 2003: 161, fig. 4.2), con un 70% de objetos fabricados de ese modo. Con los datos actuales la proporción se invierte, lo cual nos tranquiliza porque representaba un contraste excesivamente acusado con el panorama que estaban mostrando los estudios metalográficos de otras regiones europeas. En esas fechas habíamos analizado doce objetos de Hungría del Horizonte Campaniforme, todos ellos tributarios de la cadena operativa larga (Endrödi et al., 2003). Las conclusiones a las que llegamos en Rovira y Gómez Ramos (2003: 160-163, 174) deben modificarse a este respecto, al tiempo que nos sirven de reflexión sobre la transitoriedad y dudoso alcance de toda hipótesis basada en datos estadísticos que pueden cambiar con nuevos hallazgos. Aunque parece lógico pensar que a mayor complejidad de la cadena operativa le corresponde mayor nivel tecnológico y mejores producciones metálicas, la realidad parece oponerse a esa lógica que nosotros mismos hemos utilizado en más de una ocasión. Por un lado, la cadena operativa larga se puso en práctica en el VIII milenio ANE (Maddin et al., 1991), mucho antes de que el ser humano aprendiera a obtener cobre de sus minerales. Por otro lado, con los nuevos datos a la vista, la escasa correlación entre composición (porcentaje de arsénico), cadena operativa y microdureza sugiere un escaso conocimiento del metalúrgico, en general, de lo que actualmente consideramos un material optimizado. Así, en Pereira et al. (2012: 169, fig. 7) el gráfico que correlaciona esas tres variables consiste en una nube de puntos sin orden ni concierto. Se debe, como argumentan los autores, a que la variable dureza está condicionada, entre otros factores, por el tamaño de grano del metal, sobre el cual influyen a su vez la intensidad y duración de los tratamientos mecánicos y térmicos. Dicho de otro modo, el poco control sobre esos factores es la causa de la gran variabilidad de resultados. A esa misma conclusión llegamos a partir de los datos de Rodríguez Bayona et al. (2010: 213, tab. 3) referidos a Valencina de la Concepción, o de los numerosos gráficos del exhaustivo trabajo de Rodríguez Bayona (2008). Es evidente que se observan tendencias de las que se hacen eco los mencionados investigadores (endurecimiento de los filos, mayor dureza relativa en las piezas –o partes de una pieza– rematadas por martilleo en frío que por recocido), pero visto el material en conjunto, se empleaban recetas a menudo antagónicas. Ese antagonismo fue puesto de manifiesto por Budd (1992) en relación con los cobres arsenicales.

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Lo dicho no debe interpretarse como que las producciones metálicas calcolíticas no fueron funcionales. Por supuesto que lo fueron y del ensayo-error debieron aprender mucho los metalarios a lo largo de un proceso más que milenario; pero entendemos que no deben sobrevalorarse aspectos de la tecnología que no refrenda el análisis de la propia tecnología.

4. UNA INTERPRETACIÓN PERSONAL A MANERA DE CONCLUSIÓN La libertad de interpretación de los datos obtenidos de toda investigación forma parte de la esencia del talante investigador. Aunque no pretendemos entrar en cuestiones epistemológicas y de orientación doctrinal, damos por supuesto que dicha interpretación se rige de algún modo por la lógica personal al organizar la información y extraer de ella las conclusiones que avalan o rechazan una hipótesis previa. Nuestra hipótesis del modelo de la metalurgia calcolítica del cobre fue expuesta en Rovira (2003: 91-92) y matizada en trabajos posteriores. Actualmente se puede sintetizar en: 1. Aprovechamiento de minerales de fácil reducción asequibles al metalúrgico (carbonatos, fosfatos, sulfatos, óxidos y sulfuros meteorizados, principalmente). 2. Reducción directa del mineral en estructuras de fuego sencillas, en unas condiciones redox variables, sin adición de fundentes. No había verdaderos hornos metalúrgicos y se recurría frecuentemente a reactores (contenedores) cerámicos. 3. Escasa producción de escoria. Escoria de mala calidad, parciamente fundida, muy heterogénea en su composición química y mineralógica, que retiene mucho cobre. 4. Producción de cobre arsenical muy condicionada por la mineralogía peninsular. No encontramos evidencias de su producción intencionada, aunque sí de cierta selección del producto, probablemente más por diferencia de color que por mejores propiedades mecánicas. 5. Utilización de todas las cadenas operativas básicas para la elaboración de los objetos de cobre, aunque con resultados muy variables en los fabricados.

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Este modelo casa con lo que en alguna ocasión hemos llamado un modo de producción doméstico, no tanto en el sentido de una producción limitada para aprovisionamiento de las necesidades de la casa o de una pequeña comunidad (aunque también lo incluye), sino como indicador de una metalurgia que no requiere de grandes instalaciones ni de una tecnología compleja conocida sólo por unos pocos. Cabezo Juré y el barrio metalúrgico de Valencina de la Concepción son buenos ejemplos de áreas especializadas en producir cobre y objetos de cobre practicando una metalurgia de rasgos domésticos, que incrementa la producción no en base a mejoras tecnológicas a lo largo de los muchos siglos de su existencia (un dato que nos debe mover a la reflexión), sino multiplicando a conveniencia o posibilidades las unidades de trabajo. En ninguno de estos yacimientos parece que la intensificación a la que se alude en Nocete et al. (2004: 280) condujera a mejorar unas estructuras pirometalúrgicas de dudosa eficiencia, como indican las escorias. Sin embargo no dudamos de que, con todas sus limitaciones, era la tecnología mejor adaptada a las necesidades, vinieran de donde viniesen; de lo contrario habría evolucionado, como sucedió en las tierras de Mediterráneo Oriental a finales del IV y comienzos del III milenio ANE, donde verdaderos hornos y buenos escoriales nos informan de notables avances cualitativos y cuantitativos (Hauptmann, 2007: 229-232). Una verdadera intensificación respecto de la época precedente. Nuestra lectura de los datos arqueometalúrgicos publicados difiere en muchos aspectos tecnológicos de las conclusiones a las que llegan Nocete et al. (2004 y 2008), cuya discusión pormenorizada ocuparía más espacio del aquí permitido. Pero creemos haber dado pistas suficientes para que el lector deduzca en qué basaríamos esa discusión. Son diferencias que afectan sustancialmente a valoraciones no sólo tecnológicas sino económicas, sociales y políticas que las toman como referentes fundamentales. Todo investigador es libre de interpretar los resultados de su investigación de acuerdo con sus intereses y objetivos. Pero cuando los hace públicos se somete inevitablemente a la opinión de otros. Esperamos haber fundamentado suficientemente la nuestra. En todo caso, hay que decir que los datos objetivos aportados por la investigación científica del Calcolítico del Suroeste son de enorme importancia, aunque en ocasiones encontremos flaquezas entre las conclusiones y los argumentos en que se basan, como ya observó Costa Caramé (2013: 466). “Al César lo que es del César…”.

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LA METALURGIA CALCOLÍTICA EN EL SUROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA: UNA INTERPRETACIÓN PERSONAL

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La zona arqueolรณgica de Acinipo a vista de pรกjaro desde un dron. Vuelo 14 de junio de 2016. Imagen: Tibudrones.


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Estudio bioarqueológicode la necrópolis megalítica de El Barranquete (Níjar, Almería) Marta Díaz-Zorita Bonilla, Gonzalo Aranda Jiménez, Javier Escudero Carrillo, Sonia Robles Carrasco, Águeda Lozano Medina, Margarita Sánchez Romero y Eva Alarcón García Las primeras importaciones griegas en Occidente y la cronología de la cerámica geométrica: hacia un nuevo paradigma (I) Eduardo García Alfonso Drones y su aplicación en Arqueología. Volando sobre Acinipo (Ronda, Málaga) Eduardo García Alfonso, Daniel David Florido Esteban, Federica Pezzoli y Gilberto Gazzi


Corredor y cámara funeraria de la tumba 2 de la necrópolis megalítica de El Barranquete (Níjar, Almería). Foto: Archivo documental del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera.


ESTUDIOS

ESTUDIO BIOARQUEOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS MEGALÍTICA DE EL BARRANQUETE (NÍJAR, ALMERÍA) Marta Díaz-Zorita Bonilla1, Gonzalo Aranda Jiménez2, Javier Escudero Carrillo1, Sonia Robles Carrasco3, Águeda Lozano Medina2, Margarita Sánchez Romero2 y Eva Alarcón García2

Resumen: Se presenta el estudio de los restos óseos humanos y animales documentados en las tumbas 8, 9 y 10 de la necrópolis megalítica de El Barranquete (Níjar, Almería). La caracterización antropológica muestra a una población en la que destacan las patologías degenerativas, unas buenas condiciones bucodentales y una clara infrarrepresentación de individuos infantiles resultado posiblemente de procesos tafonómicos. En cuanto a los restos faunísticos destacan especies como los bóvidos, ovicaprinos y suidos además de malacofauna de origen marino. Todas estas evidencias antropológicas y faunísticas aparecen entremezcladas en los diferentes espacios funerarios de cada tumba generando auténticos palimpsestos de enorme complejidad y difícil interpretación.

Palabras clave: Bioarqueología, Zooarqueología, Edad del Cobre, Edad del Bronce, Megalitismo, Sureste Peninsular, Sepulturas Tipo Tholos.

THE BIOARCHAEOLOGICAL STUDY OF THE MEGALITHIC NECROPOLIS OF EL BARRANQUETE (NÍJAR, ALMERÍA) Abstract: The human and animal remains found in Tombs 8, 9 and 10 at the megalithic necropolis of El Barranquete (Níjar, Almería) are discussed in this paper. The anthropological characterization shows a population with an under-representation of subadult individuals as result of possibly taphonomic processes. The health conditions are dominated by degenerative joint diseases and a good dental health. As regards of animal remains stand out species such as sheep, goats, cattle and pigs in addition to seashells. All these anthropological and faunal evidences appear mixed in the different ritual spaces of each grave making complex palimpsests of difficult interpretation.

Keywords: Bioarchaeology, Zooarchaeology, Copper Age, Bronze Age, Megalithism, Southeastern Iberia,Tholos-type Tombs.

1 Institut für Ur- und Frühgeschichte und Archäologie des Mittelalters, University of Tübingen. [marta.diaz-zorita-bonilla@uni-tuebingen.de]; [javier.escudero-carrillo@uni-tuebingen.de] 2 Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Granada. [garanda@ugr.es]; [aguedalozanomed@gmail.com]; [marsanch@ugr.es]; [eva@ugr.es] 3 Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad de Sevilla. [sonia.robles.2@gmail.com]

Recibido: 25/06/2015. Aceptado: 26/09/2015

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1. INTRODUCCIÓN El estudio de los restos antropológicos de las sociedades de la Prehistoria Reciente ha ido ganando importancia hasta ocupar un lugar ciertamente destacado en las actuales agendas de investigación. Junto a las evidentes ventajas que la tradicional estimación del sexo, edad de muerte y posibles enfermedades posee, los recientes avances, principalmente en los estudios de ADN antiguo y de isótopos estables, han convertido a la bioarqueología en una disciplina imprescindible en el conocimiento de las sociedades pasadas. Las nuevas posibilidades de investigación que ofrecen los restos antropológicos están contribuyendo a generar enormes expectativas en el desarrollo de debates clásicos en Arqueología como el análisis de los procesos de creciente complejidad cultural. Aunque en nuestro ámbito de estudio, la Prehistoria Reciente del sur de la Península Ibérica, algunos antecedentes se remontan a finales del siglo XIX (Jaques, 1890), no va a ser hasta la década de los años 70 del siglo pasado cuando las investigaciones paleoantropológicas inicien su andadura lideradas por el laboratorio de Antropología Física de la Universidad de Granada (Jiménez-Brobeil, 2012). A partir de los años 90 la incorporación de antropólogos/as o arqueólogos/as con formación en Antropología Física a diferentes equipos de investigación ha supuesto un nuevo impulso que ha contribuido a la consolidación y generalización de estos estudios. Asimismo, en los últimos años han comenzado a publicarse las primeras investigaciones sobre paleodieta y movilidad basadas en isótopos estables (Díaz-Zorita Bonilla et al., 2012, 2014; Alarcón García y Sánchez Romero, 2012; Waterman et al., 2014, 2015; Díaz-Zorita Bonilla, 2016). Centrándonos en las sociedades de las Edades del Cobre y Bronce del sureste peninsular, los estudios bioarqueológicos han seguido trayectorias claramente diferenciadas. En el caso de las sociedades argáricas (ca. 2200-1550 cal BC), su desarrollo en las últimas décadas ha sido muy notable. La práctica totalidad de los numerosos asentamientos que han sido objeto de excavación cuentan con al menos una primera aproximación a la edad de muerte, sexo y paleopatologías de las sepulturas localizadas en su interior (Aranda Jiménez et al., 2015). Colecciones antiguas de yacimientos clásicos como El Argar y El Oficio también han sido recientemente revisadas

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(Kunter, 1990). Así mismo, se han realizado trabajos de síntesis basados en análisis comparativos entre diferentes poblaciones ofreciendo una información cualificada sobre aspectos como paleodemografía, salud, enfermedades y patrones de actividad (Botella López et al., 1986, 1995; Jiménez-Brobeil et al., 1995; 2000, 2004; 2010; Al-Oumaoui et al., 2004). De esta forma, actualmente las poblaciones argáricas se encuentran entre las mejor caracterizadas de la Prehistoria Reciente peninsular. La situación es muy diferente en el estudio de las previas poblaciones calcolíticas. En las últimas décadas, la escala e intensidad alcanzada por las investigaciones de campo de las sociedades argáricas no ha tenido su correlato en la Edad del Cobre. Además, los trabajos más recientes se han centrado fundamentalmente en la prospección de diferentes comarcas del sureste (Alcaraz et al., 1994; Delibes de Castro et al., 1996; Camalich y Martín Socas, 1999) y en la excavación de poblados como Los Millares (Molina González y Arribas Palau, 1993), Almizaraque (Delibes de Castro et al., 1986), Campos (Martín Socas y Camalich Massieu, 1986; Camalich Massieu et al., 1987) o Las Pilas (Alcaraz, 1990). Las prácticas funerarias, sin embargo, no han sido objeto de trabajos de campo desde los años 70 del siglo XX cuando se realizaron diferentes excavaciones en las necrópolis megalíticas de El Barranquete (Almagro Gorbea, 1973) o Las Churuletas (Olaria Puyoles, 1977). De esta forma, los estudios antropológicos son ciertamente exiguos y apenas sí suponen una primera aproximación fundamentalmente descriptiva a las poblaciones calcolíticas. Este es el caso del estudio realizado para la necrópolis de El Barranquete a principios de los años 70 consistente en un listado de restos antropológicos junto a una breve valoración de las pautas de mortalidad y de su distribución por rangos de edad (Botella López, 1973). Solo recientemente han comenzado a realizarse investigaciones de mayor profundidad como el estudio de la colección antropológica de la necrópolis de Los Millares depositada en el Museo Arqueológico Nacional (Peña Romo, 2011). En este contexto, el presente trabajo tiene como objetivo principal el estudio bioarqueológico de los restos óseos humanos y faunísticos documentados en diferentes sepulturas megalíticas de la necrópolis de El Barranquete. Se trata de una colección inédita

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ESTUDIO BIOARQUEOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS MEGALÍTICA DE EL BARRANQUETE (NÍJAR, ALMERÍA)

Fig. 1. Plano topográfico de la necrópolis de El Barranquete con la localización de las sepulturas megalíticas (a partir de Almagro Gorbea, 1973).

actualmente depositada en el Museo de Almería. A continuación y en primer lugar, se contextualizan los trabajos de excavación y de investigación realizados en esta necrópolis. Posteriormente, se presentan los métodos y resultados destacando para la colección antropológica aspectos como la estimación de sexo, edad, número mínimo de individuos (NMI en adelante), caracteres no métricos, marcadores de estrés musculo esqueléticos y estado de salud y para los restos faunísticos la identificación de especie, estimación del NMI, número de restos (NR) y peso. Finalmente, se discutirán los resultados en el contexto de las poblaciones de las Edades del Cobre y Bronce del sureste peninsular.

2. LA NECRÓPOLIS MEGALÍTICA DE EL BARRANQUETE La necrópolis megalítica de El Barranquete se localiza en Níjar (Almería) sobre un área amesetada en la margen derecha de la denominada rambla de Morales a tan solo 7 km de la costa mediterránea (Fig. 1). Se extiende por una estrecha franja de en torno a 3 km de longitud que discurre paralela a la rambla de Morales. La necrópolis estaría com-

puesta por al menos 171 sepulturas megalíticas de las que 11 fueron excavadas entre 1968 y 1971. Todas ellas pertenecen al tipo denominado como tholos o tumba de falsa cúpula. Se caracterizan por una cámara central de planta circular u ovalada cuyo diámetro máximo oscila entre los 2,80 y los 4,10 m. Sus paredes fueron construidas con muros de mampostería a excepción del tramo alineado con el eje de la cámara en donde se situaba una gran losa de arenisca. Restos de lajas de piedra evidencian que habitualmente las cámaras fueron total o parcialmente pavimentadas. En algunas de estas sepulturas se construyeron pequeños nichos laterales de planta ovalada, paredes igualmente de mampostería y suelos enlosados (Almagro Gorbea, 1973). Todas las sepulturas presentan corredor de acceso cuya longitud varía entre los 1,10 y 3,80 m. Construidos con paredes de mampostería o alternativamente con ortostatos, los corredores aparecen habitualmente divididos en 2 ó 3 tramos a partir de grandes lajas de piedra arenisca dispuestas perpendicularmente y con un orificio central de forma circular u ovalada. Antepuesto al corredor, es habitual la presencia de un vestíbulo de planta trapezoidal delimi-

1 El número total de sepulturas según el texto de la monografía es de 15 (pág. 51), pero sin embargo en el plano topográfico del yacimiento es de 17 (Almagro Gorbea, 1973).

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MARTA DÍAZ-ZORITA BONILLA ET AL.

tado por grandes lajas de piedra dispuestas verticalmente. Todas las sepulturas fueron cubiertas con túmulos construidos a partir de muros concéntricos de mampostería que sostienen la estructura tumular propiamente dicha formada por tierra y pequeños mampuestos. Sus dimensiones oscilan entre los 10 y 15 m de diámetro (Ibidem). Excepto en dos casos donde no fue posible realizar la medición, todas las sepulturas presentan una orientación dentro del rango 95º y 134º de azimut, por tanto, con una clara alineación astronómica hacia el este-sureste (Hoskins et al., 1995). Los restos antropológicos se han documentado tanto en las cámaras, corredores, nichos y, de manera más excepcional, también en los túmulos. Especialmente en las cámaras funerarias es habitual la presencia de diferentes niveles de enterramiento cuyos restos óseos suelen aparecer entremezclados aunque en ocasiones se han registrado partes anatómicas e incluso individuos completos articulados. Restos de cenizas y evidencias de exposición a fuego tanto de restos óseos como de los suelos de las cámaras son igualmente frecuentes. Entre los ajuares funerarios destacan vasijas cerámicas de diferente forma y tamaño, en algún caso con decoración campaniforme, objetos metálicos (hachas, punzones, puñales, pendientes/anillos…), puntas de flecha y hojas de sílex, abundantes conchas marinas, útiles y adornos en hueso y piedra pulida y restos de diferentes especies animales (Almagro Gorbea, 1973). Las investigaciones sobre la necrópolis de El Barranquete fueron pioneras en la introducción de las dataciones radiocarbónicas en la discusión sobre la cronología del fenómeno megalítico de la Península Ibérica. En concreto se realizaron cuatro dataciones, dos sobre carbón pertenecientes a un poste de madera carbonizado que sostendría una gran losa de piedra que cerraría el techo en falsa cúpula de la sepultura 7 y dos más sobre hueso humano procedentes de la sepultura 11. Las dos muestras de la sepultura 7 produjeron dataciones muy consistentes entre sí (CSIC-81 4280 ± 130, 3339-2505 cal BC 2σ y CSIC-82 4300 ± 130, 33502550 cal BC 2σ), aunque con una amplia desviación estándar. Diferente es el caso de las dos dataciones de la sepultura 11 (CSIC-201B, 2570 ± 100, 898-412

cal BC 2σ y CSIC-201A 840 ± 100, 995-1301 cal AD 2σ). Ambas fueron consideradas como anómalas dado que los intervalos cronológicos eran excesivamente recientes para el contexto cultural analizado (Almagro Gorbea, 1973). Posteriormente, las evidencias de reutilización durante el Bronce Final de diferentes tholoi han motivado que la datación CSIC-201B sea reconsiderada como parte de estas prácticas culturales (Castro Martínez et al., 1996; Lorrio Alvarado y Montero Ruiz, 2004; García Sanjuán et al., 2011; Aranda Jiménez, 2013, 2014). Precisamente en el ámbito de la cronología radiocarbónica se han realizado las aportaciones más recientes (Aranda Jiménez, 2013, 2014; Aranda Jiménez y Lozano Medina, 2014). En el año 2012 iniciamos un programa de dataciones de sepulturas megalíticas con el objetivo de explorar la continuidad y reutilización de estos espacios funerarios durante la Edad del Bronce. La necrópolis de El Barranquete ofrecía una excelente oportunidad dado que en 6 de las 11 sepulturas excavadas se registraron elementos de ajuar tipológicamente característicos del Bronce argárico. De esta forma, en una primera fase del programa de dataciones2 se seleccionó la sepultura 11 con el objetivo de datar el NMI para aproximarnos a la temporalidad de su uso funerario. Así, se realizaron 12 dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos distribuidos por los diferentes niveles de enterramientos identificados durante el proceso de excavación. El modelado bayesiano de la serie radiométrica muestra un prolongado uso de la sepultura desde la segunda mitad del III milenio hasta finales del II milenio cal BC. Las primeras deposiciones funerarias se realizarían entre el 2551-2242 cal BC (95 % de probabilidad) y las últimas entre el 1493-951 cal BC (95 % de probabilidad). Sorprende especialmente la intensidad funeraria alcanzada durante la Edad del Bronce donde se concentran el 40% de las dataciones, muy especialmente en época argárica (Aranda Jiménez y Lozano Medina, 2014). En términos generales y a partir de las dataciones de las sepulturas 7 y 11, la necrópolis de El Barranquete se caracterizaría por un intenso y continuado uso funerario desde finales del IV milenio cal BC hasta los últimos siglos del II milenio cal BC (Fig. 2).

2 Actualmente se encuentran en estudio nuevas series radiocarbónicas para las sepulturas 8, 9 y 10.

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Fig.2. Distribución combinada de las dataciones radiocarbónicas de El Barranquete.

3. MATERIALES Y MÉTODOS El conjunto de materiales analizado pertenece a los restos óseos humanos y animales documentados en las sepulturas 8, 9 y 10 de la necrópolis de El Barranquete. Como anteriormente se ha indicado, se trata de una colección inédita para cuyo estudio se ha contado con la información contextual asociada a los restos óseos, la monografía publicada sobre los trabajos de excavación3 (Almagro Gorbea, 1973) y un trabajo específico sobre los restos óseos animales (Driesch, 1973). Al cruzar las diferentes fuentes de información surgen algunas discordancias que deben ser tenidas en cuenta. La tumba 8 es un ejemplo típico de sepultura megalítica tipo tholos. Se trata de una cámara de planta circular cubierta por falsa cúpula, corredor de acceso dividido en tres tramos y túmulo de ca. 10 m de diámetro. Asociado a la cámara se documentó un pequeño nicho de planta ovalada (Fig. 3). Como particularidad, en el túmulo de esta tumba apareció una fosa que contenía varios enterra-

mientos. Del corredor, solo los tramos 2 y 3 presentaban restos de inhumaciones secuenciados en varios niveles. En la cámara funeraria también se diferenciaron dos niveles de enterramientos: en el superior, los restos aparecieron junto al muro que delimita la cámara destacando especialmente la documentación de un individuo articulado en posición flexionada y decúbito lateral izquierdo y en el nivel inferior los restos antropológicos se distribuyen por toda la cámara sin evidencias de articulación. Aunque en el texto de la monografía no se realiza ninguna indicación, en los planos XXV, XXVI, XXVII se representan tres niveles diferentes de restos óseos en el interior del nicho asociado a la cámara funeraria. Ni el material antropológico documentado en este nicho, ni el procedente de la fosa abierta en el túmulo o del tramo 3 del corredor se encuentra entre el depositado en el Museo de Almería. Según la información contextual de las bolsas y etiquetas asociadas, los restos óseos de la tumba 8 pertenecen al segundo tramo del corredor y a los dos niveles de enterramientos de la cámara funeraria.

3 Desafortunadamente no ha sido posible acceder a la documentación original del proceso de excavación.

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0

3m

Fig. 3. Planta de la Tumba 8 de El Barranquete con la representación de los restos óseos de los estratos I-II (izquierda) y III (derecha) (a partir de Almagro Gorbea, 1973).

0

3m

Fig. 4. Planta de la Tumba 9 de El Barranquete con la representación de los restos óseos de los estratos I-II (izquierda) y III-IV (derecha) (a partir de Almagro Gorbea, 1973).

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La tumba 9 se corresponde con un tholos con cámara de planta circular y nicho lateral, corredor de acceso dividido en dos tramos y túmulo de 12 m de diámetro (Fig. 4). Esta sepultura presenta una singularidad que no se ha documentado en ningún otro tholos. Se trata de un nicho exterior abierto en el túmulo junto al corredor cuyo tamaño y características formales son similares a los nichos que se documentan asociados a las cámaras funerarias: planta ovalada, paredes de mampostería y puerta de acceso delimitada por una laja de arenisca con perforación central. Según el texto de la monografía los restos antropológicos fueron documentados en el primer y segundo tramo del corredor y en la cámara funeraria, en este último caso, se identificaron cuatro niveles de enterramientos. Sin embargo, según la información gráfica (planos de XXX a XXXIII en Almagro Gorbea, 1973) los restos óseos aparecen representados en el tramo 2 del corredor, nicho exterior, cámara funeraria y nicho lateral asociado. Por su parte, en el Museo de Almería los restos antropológicos de la sepultura 9 son consistentes con la información gráfica dado que se asocian a los diferentes niveles de la cámara funeraria, al nicho lateral y al tramo 2 del corredor. El único conjunto óseo del que no hay ninguna referencia en la monografía aparece como “túmulo”. Debe tratarse de un enterramiento en fosa de similares características a los documentados en los túmulos de las sepulturas 5 y 8. Por su parte, la tumba 10 es la que peor estado de conservación presentaba entre las 11 excavadas. Se caracteriza por una cámara central de planta circular, corredor de acceso dividido en dos tramos y túmulo. Los restos antropológicos aparecieron tanto en la cámara como en el corredor lo que es consistente con el material depositado en el Museo de Almería. El material antropológico y zooarqueológico se encontraba en las cajas y bolsas originales utilizadas durante el proceso de excavación. La limpieza de los restos óseos se ha llevado a cabo con agua y cepillos de cerdas suaves para retirar el sedimento adherido, posteriormente se han dejado secar durante 48h a temperatura ambiente. La clasificación del material se ha realizado discriminando humano/animal, adulto/subadulto, tipo de hueso o diente, lateralidad, segmento y zona anatómica incluyendo la preservación y grado de conservación. En el caso de los restos antropológicos se han estudiado los diferentes procesos tafonómicos según los

procedimientos establecidos por Buikstra y Ubelaker (1994) y Johnson (1985). En la determinación del sexo se han seguido los criterios morfológicos de la pelvis, cráneo y mandíbula (Buikstra y Ubelaker, 1994), y en aquellos casos donde estas regiones anatómicas estaban ausentes las fórmulas métricas establecidas por Bass (1995), Brothwell (1987) y Buikstra y Ubelaker (1994). De esta forma, las categorías consideradas son: probablemente masculino, masculino, alófiso, probablemente femenino, femenino, indeterminado y subadulto. Por su parte, la edad de los individuos se ha estimado según los siguientes métodos: desgaste dental según Brothwell (1987) y Lovejoy et al. (1985), la sínfisis púbica según Todd (1921) y Brooks y Suchey (1990), la superficie auricular del ilión según Lovejoy et al. (1985), el método de la extremidad esternal de las costillas según Iscan et al. (1984) e Iscan y Loth (1986) y la obliteración de las suturas craneales según Meindl y Lovejoy (1985). Para el caso concreto de los individuos subadultos la estimación de la edad se ha realizado a partir de los trabajos de Scheuer y Black (2000), Buikstra y Ubelaker (1994), Brothwell (1987) y Ubelaker (1979). Las categorías de edad utilizadas en este estudio quedarían de la siguiente manera: infantil I (nacimiento-6 años), infantil II (7-12 años), juvenil (13-17 años), adulto joven (18-25), adulto de mediana edad (26-40 años), adulto maduro (40-60 años), adulto de edad avanzada (>60 años) y solo adulto para aquellos casos en los que no se ha podido establecer con mayor precisión la categoría de edad. El estudio dental se ha realizado a partir de la clasificación de la Federación Dental Internacional (FDI) y los valores métricos establecidos por Buikstra y Ubelaker (1994). Los caracteres no métricos craneales se han registrado según Berry y Berry (1967), los del esqueleto postcraneal según Finnegan (1978), Buikstra y Ubelaker (1994) y Brothwell (1987), y los dentales según Turner et al. (1991). En el caso de los marcadores de estrés musculo-esquelético se han tenido en cuenta los criterios establecidos por Merbs (1983), Hawkey y Merbs (1995), Dutour (1986), Jurmain (1999) y Capasso et al. (1999) y para el estudio paleopatológico las recomendaciones de Roberts y Conell (2004) y Lovell (1997). En el caso de los restos óseos animales, la identificación de las diferentes especies y partes anatómicas se ha realizado a partir de los trabajos de Schmid (1972), Pales y Lambert (1971), Barone (1980),

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France (2009), Amorosi (1989), Cohen y Serjeantson (1996) y Hillson (2005). Los fragmentos no identificados se han clasificado según la talla en macrofauna (individuos del tamaño de bóvidos, équidos y grandes cérvidos) y mesofauna (para aquellas especies de tamaño medio como ovejas, cabras y suidos). La discriminación entre cabras y ovejas se ha realizado siguiendo los criterios establecidos por Boessneck (1969), Prummel y Frisch (1996), Halstead y Collins (2002), Zeder y Pillar (2010), Zeder y Lapham (2010) y en aquellos casos en los que no ha sido posible se ha utilizado la categoría general de “ovicaprino”. En el caso de aquellos individuos en los que no fue posible diferenciar entre cerdo doméstico (Sus scrofa domesticus) y jabalí (Sus scrofa ferus) se ha empleado la categoría de “suido” (Sus sp.). Para la descripción de las porciones óseas, se han empleado las zonas de diagnóstico establecidas por Dobney y Rielly (1988) y para la estimación de la edad el grado de fusión epifisiaria en huesos largos y el reemplazo y desgaste dental según Silver (1969) y Grant (1982). Las cohortes de edad se expresan en meses siguiendo la propuesta de A. Morales (1976). Para la discriminación sexual se han utilizado criterios métricos así como aquellas partes anatómicas propias del dimorfismo sexual. Las medidas osteológicas se han tomado siguiendo los criterios de Von den Driesch (1976) con un calibre digital (error estimado ± 5 mm). El número total de restos (NR) y el número mínimo de individuos (NMI) se ha calculado para cada uno de los espacios funerarios en los que se divide cada sepultura y atendiendo a criterios de lateralidad, sexo y edad según Clason (1972), Reitz y Wing (1999) y Lyman (1994). Los análisis estadísticos se han realizado utilizando el software PAST, versión 3.10 (Hammer et al., 2006). Por su parte, el análisis tafonómico se ha basado en los trabajos de Lyman (1994) y de Behrensmeyer (1978).

4. RESULTADOS 4.1. LA TUMBA 8 4.1.1. Los restos óseos humanos En esta sepultura se han clasificado un total de 437 restos antropológicos (394 fragmentos óseos y 43 piezas dentales) que se corresponden a un número

78

mínimo de individuos de 17. Las evidencias de meteorización y las fracturas producidas durante el proceso de excavación y transporte hasta su depósito definitivo son los principales procesos tafonómicos identificados. Con respecto a su distribución por zonas anatómicas se han contabilizado un total de 106 fragmentos pertenecientes a huesos largos, 53 fragmentos a extremidades inferiores, 46 a no identificados, 45 a pies, 41 a fragmentos de cráneo, 31 a costillas, 21 a manos, 17 a extremidades superiores, 17 a vértebras, ocho a pelvis y cuatro a fragmentos de clavículas. En contextos funerarios con un alto grado de fragmentación como el analizado es frecuente encontrar un mayor número de restos pertenecientes al cráneo o a huesos largos debido a que su estructura ósea es más gruesa y resistente, además de contar con una mayor superficie ósea. Así pues, no es extraño que estas partes anatómicas sean las mejor representadas. No obstante, también están presentes el resto de partes esqueléticas tanto apendiculares (extremidades superiores e inferiores, cintura escapular y pélvica) como axiales (cráneo, columna vertebral, costillas, esternón). Parece, por tanto, que en la deposición de restos antropológicos no existe una selección de determinadas partes anatómicas y que las diferencias cuantitativas observadas responden principalmente a una conservación diferencial de los diferentes tipos de huesos que en algunos casos presentan evidencias de exposición al fuego. El NMI se distribuye por los diferentes espacios funerarios como a continuación se detalla. En el segundo tramo del corredor se documenta un NMI de 3, dos adultos, uno de ellos de mediana edad (26-40 años) y un subadulto juvenil (13-17 años). En la cámara se han diferenciado dos niveles de enterramiento. En el superior se han registrado un NMI de 4 adultos de los que en tres casos ha sido posible precisar la edad de muerte. Se trata de un adulto joven de 19-20 años, un adulto de mediana edad entre 30-35 años, y otro individuo, posiblemente de sexo masculino, de entre 25-50 años. En el nivel inferior el NMI es de 10 individuos: un infantil I (<7 años), un infantil II (7-13 años), un juvenil (13-17 años), tres adultos jóvenes (18-25 años), uno de ellos de sexo probable masculino, y cuatro adultos de mediana edad (26-40 años), uno de ellos de sexo masculino y dos probablemente también de este mismo sexo.

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Con respecto a las evidencias patológicas, se documentan dos casos de osteoartritis en dos atlas así como un caso en una pelvis (coxal izquierdo), en un cúbito (izquierdo y derecho), en un húmero (izquierdo), en una clavícula (derecha) y en manos (metacarpos y falanges del lado izquierdo) y pies (metatarsos del lado derecho) respectivamente. También se ha documentado un caso de osteoartritis en cada una de las siguientes regiones de la columna vertebral: cervical, torácica y lumbar (Tab. 1). Se ha observado igualmente un caso patológico en una tibia que podría representar un estadio inicial de una posible osteomielitis y que ha sido estudiado en detalle (Díaz-Zorita Bonilla et al., 2015).

Tumba

Desde el punto de vista oral, se ha registrado reabsorción alveolar ante mortem, cálculo dental, periodontitis, hipoplasia del esmalte y un único caso de caries (Tab. 2). También se ha identificado un caso del denominado como “defecto de Stafne” en una mandíbula (Fig. 5). Se trata de una depresión o cavidad en la superficie lingual de la hemimandíbula derecha, justo por encima de la fosa digástrica y sobre lo que sería el extremo mentoniano de la línea milohioidea. La patogenia del defecto de Stafne realmente no está bien definida, siendo una afección muy discutida en la literatura clínica actual pero raramente objeto de investigación en antropología (Wasterlain y Silva, 2012). Fue descrita

Patología ósea

Hueso Atlas

N observaciones

N presente

2

3

8

Osteoartritis en carilla articular Dens

8

Osteoartritis en Antero superior proceso transverso Frag. vértebra torácica/ derecho y carilla articular superior derecha lumbar-apófisis espinosa

1

2

8

Osteoartritis; osteofitos en carilla articular sup. derecha y eburneación en esta misma carilla

Vértebra cervical

1

1

8

Osteofitos en el borde de los cuerpos vertebrales; Osteoartritis en carilla superior e inferior

Vértebras torácicas

1

1

8

Osteofitos en borde anterior-superior del cuerpo y aplanamiento lateral izquierdo del cuerpo

Vértebra lumbar

1

1

8

Osteoartritis en Fosa Acetabular

Pelvis–coxal izquierdo

1

1

8

Osteomielitis en 1/3 distal

Tibia derecha

1

5

8

Infeccioso: Osteomielitis

Peroné derecho

1

2

8

Osteoartritis en articulación proximal; Eburneación Segunda falange proximal reborde óseo en zona medial y superior pie derecho

1

1

8

Osteoartritis en carilla articular y en escotaduatroclear más eburneación. Osteofitosis

Cúbito izquierdo

1

2

8

Periostitis (medial) en articulación con peroné

Tibia Izquierda

1

2

8

Osteoartritis en carilla articular y eburneación

Metatarsianos I, II y III derecho

1

1

8

Osteoartritis en carilla articular con el húmero y eburneaión

Cúbito derecho

1

2

8

Osteoartritis en tróclea y reborde óseo por fosa coronoidea

Húmero izquierdo

1

2

8

Proceso degenerativo en extremidad proximal y distal, OA extremidad esternal y escapular

Clavícula derecha

1

1

8

Osteoartritis lateral

Metacarpiano IV mano izquierda

1

1

8

Osteoartritis inferior

Falange distal mano izquierda

1

1

9

Periostitis

Fémur izquierdo

1

2

9

Posible criba orbitaria

Cráneo-Frontal

1

3

9

Osteoartritis en reborde fosa acetabular

Pelvis Coxal izquierdo

1

3

9

Osteoartritis

Isquion derecho

1

2

9

Posible Periostitis

Fémur derecho

1

6

9

Cribra cuello femoral

Fémur derecho

1

2

Tab. 1. Patologías óseas documentadas en las tumbas 8 y 9 de la necrópolis de El Barranquete.

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Tumba

N observaciones

N presente

8

Cálculo dental

Patología bucodental

Piezas dentales

Hueso

33

43

9

Cálculo dental

Piezas dentales

9

25

9

Hipoplasia dental

Piezas dentales (24, 34)

2

5

8

Periodontitis

Cuerpo Mandibular

2

7

8

Reabsorción alveolar

Pieza dental (36, 37)

2

6

8

Osteoartritis

Cóndilo Mandibular izquierdo

1

3

8

Defecto de Stafne

Mandíbula

1

7

8

Hipoplasia dental

Pieza dental (35)

1

8

8

Hipoplasia dental

Pieza dental (33)

1

5

8

Hipoplasia dental

Pieza dental (22)

1

6

8

Caries

Pieza dental (46)

1

24

8

Abceso

Alvéolo de Pieza dental 37

1

24

9

Hipoplasia dental

Pieza dental (33)

1

2

9

Caries

Pieza dental (36)

1

11

Tab. 2. Patologías orales documentadas en las tumbas 8 y 9 de la necrópolis de El Barranquete.

por primera vez por Edward Stafne en 1942 y desde entonces se ha considerado como defecto congénito o como un rasgo formado a lo largo de la vida del individuo por la reabsorción de la presión de las glándulas salivales (Ibidem). Con respecto a los marcadores de estrés musculo-esqueléticos, se han documentado dos entesopatías en dos rótulas que afectan al ligamento rotuliano, una entesopatía en un fémur izquierdo en la zona posterior subtrocantérica (en la línea pectilínea y a la altura de la línea intertrocantérica a nivel del músculo vasto intermedio), otra en un calcáneo derecho en la zona posterior, al igual que en la primera falange proximal derecha en la zona lateral y en la falange distal derecha en su zona palmar. Otro caso se documenta en la epífisis proximal y primer tercio diafisario proximal de un cúbito derecho, en la extremidad acromial de una clavícula izquierda y en el cóndilo derecho de una mandíbula a modo de osteoartritis presentando osteofitosis (Tab. 3). Los rasgos no métricos documentados consisten en tres casos de tercer trocánter (dos en fémur izquierdo y uno derecho), dos facetas de Poirier (fémur derecho e izquierdo), una escotadura de vastus (rótula izquierda), dos casos de doble carilla articular en el atlas, doble carilla articular en un astrágalo (carilla articular inferior) y en un calcáneo derecho (carilla articular superior). En cuanto a los restos dentales se documenta una extensión del esmalte (hasta la furca por zona vestibular) y un foramen secum en la misma pieza 47 y un incisivo en pala en una pieza 12 (Tabs. 4 y 5).

80

0

3cm

Fig. 5. Mandíbula con defecto de Stafne procedente de la tumba 8.

4.1.2. Los restos óseos animales Los restos faunísticos se documentaron en los diferentes espacios funerarios de la sepultura 8 aunque con importantes diferencias. Todos los vertebrados terrestres y fauna avícola proceden exclusivamente de la cámara, mientras que en el túmulo, en el corredor y en el nicho los únicos restos identificados se corresponden a malacofauna de origen marino. Dado que este último material no se encuentra entre el depositado en el Museo de Almería, la única información disponible para su caracterización procede del análisis publicado por A. von den Driesch (1973). De un total de 29 huesos y fragmentos óseos se han identificado 28 a nivel de especie (96,55%) de los que 20 pertenecen a Bos taurus (71,42%), cinco a Orycto-

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Tumba

Marcadores de Estrés Musculo-esquelético

N observaciones

N presente

8

Entesopatía zona posterior subtrocantérica; línea pectínea músculo pectíneo. Entesopatía músculo vasto intermedio (a la altura de la línea intertrocantérica)

Fémur izquierdo

1

4

8

Entesopatía en ligamento rotuliano

Rótula izquierda

1

1

8

Entesopatía zona posterior

Calcáneo derecho

1

1

8

Entesopatía bilateral

Falange I prox. pie derecho

1

1

8

Entesopatía cara superior y lateral

Falanges I, II, III, IV y V prox. pie izquierdo

1

1

8

Entesopatía

Clavícula izquierda

1

1

8

Proceso degenerativo en extremidad proximal y distal, osteoartritis en extremidad esternal y escapular

Clavícula derecha

1

1

8

Entesopatía

Cúbito derecho

1

1

8

Entesopatía. Espículos en lámina anterior superior

Rótula derecha

1

1

9

Entesopatía línea áspera

Fémur izquierdo

1

2

9

Exostosis cara posterior

Tibia izquierda

1

3

9

Entesopatía isquión

Pelvis, coxal izquierdo

1

3

9

Exostosis ángulo gonial derecho, músculo masetero

Mandíbula

1

4

8

Osteoartritis en tróclea y reborde óseo por fosa coronoidea

Húmero izquierdo

1

2

N observaciones

N presente

Hueso

Tab. 3. Marcadores musculo-esqueléticos documentados en las Tumbas 8 y 9 de la necrópolis de El Barranquete.

Tumba

Carácter

Hueso

8

Doble carilla articular superior

Atlas

2

3

8

Tercer trocánter

Fémur derecho

2

2

8

Tercer trocánter

Fémur izquierdo

1

4

8

Doble carilla superior

Calcáneo derecho

1

1

8

Doble carilla inferior

Astrágalo derecho

1

1

8

Escotadura de vastus

Rótula derecha

1

1

8

Faceta de Poirier

Fémur derecho

1

2

8

Faceta de Poirier

Fémur izquierdo

1

4

8

Escotadura de vastus

Rótula izquierda

1

1

9

Huesos wormianos

Cráneo

7

9

9

Agujero transversal lateral izquierdo bipartito

Vértebra cervical

1

1

9

Agujeros parietales bilateral

Cráneo, Parietal derecho e izquierdo

1

2

9

Foramen supraorbital

Frontal derecho

1

2

9

Muesca supraorbital bilateral

Frontal

1

2

9

Hueso inca

Parietales, Occipital

1

8

9

Tercer trocánter

Fémur Derecho

1

6

Tab. 4. Caracteres no métricos óseos documentados en las Tumbas 8 y 9 de la necrópolis de El Barranquete.

Tumba

Carácter

8

Extensión del esmalte

8

Foramen secum

8

Pala

Hueso

N observaciones

Pieza dental (47) Pieza dental (12)

N presente

2

24

1

24

1

6

Tab. 5. Caracteres no métricos dentales documentados en la Tumbas 8 de la necrópolis de El Barranquete.

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lagus cuniculus (14,28%), uno a ovicaprino (3,57%) y otro a un fragmento de hueso largo que debido a la ausencia de rasgos morfológicos ha sido clasificado dentro de la categoría general de macrofauna (3,57%). En el estudio realizado por A. von den Driesch (1973) también se identificó un fragmento de Columba livia (3,57%) y dos fragmentos de Lynx pardinus (7,14%), estos últimos tampoco se han localizado en la presente revisión del material. El peso total de los restos aparecidos en la cámara funeraria es de 277,12 g aunque hay que tener en cuenta que no se ha incluido el peso de los restos de lince y de la malacofauna por las razones anteriormente expuestas. 240,03 g corresponden a Bos taurus (86,61%), 29,43 g a ovicaprinos (10,61%), 6,94 g a Oryctolagus cuniculus (2,50%), 0,23 g a Columba livia (0,10%) y 0,49 g al fragmento de macromamífero no identificado (0,17%). En cuanto al análisis del NMI todas las especies están representadas por un único individuo a excepción de los conejos con dos. Especialmente significativo es el caso de los 20 huesos de bóvido de los que 17 pertenecen a una extremidad posterior izquierda documentada en posición articulada y tres a vérte-

0

bras caudales (Figs. 64 y 7). El estado de conservación general es bueno aunque se documentan diferentes grados de meteorización en distintas superficies y caras de una misma pieza. Esta preservación diferencial (astrágalo, cóndilo derecho del metatarso, falange I y II izquierda, sesamoideos izquierdos, falange III derecha), así como su aparición en conexión anatómica evidencian un bajo nivel de desplazamiento de los retos óseos (Behrensmeyer 1978:154; Frison y Todd 1986:39-40). Según la estimación realizada por A. von den Driesch (1973), a partir de los criterios establecidos por Fock (1966), la altura en la cruz de este individuo debió situarse entre 104 y 106 cm aunque estos valores deben ser tomados con cautela debido a la variabilidad existente dependiendo del factor utilizado para la medición. Por su parte, el resto de ovicaprino pertenece a una mandíbula derecha de un adulto joven con una edad comprendida entre 36 y 48 meses según el grado de erupción y desgaste dental. Los restos de conejo se corresponden con un NMI de dos. La falta de fusión de la epífisis proximal de la tibia de uno de ellos parece indicar que se trata de un individuo subadulto. Es muy probable que estos restos sean intrusiones ajenas al uso ritual de la cámara funeraria.

5cm

Fig. 6. Extremidad posterior izquierda de Bos taurus procedente de la tumba 8.

0

3cm

Fig.7. Conjunto de vertebras caudales de Bos taurus procedentes de la tumba 8.

4 Véase Lámina XCII con la localización y posición de la extremidad de Bos taurus durante el proceso de excavación (Almagro Gorbea, 1973).

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4.2. LA TUMBA 9

til I (4 años ± 12 meses), un individuo juvenil (<16 años), un adulto joven (>17 años) un adulto maduro de sexo femenino (40-44 años) y tres adultos, dos de sexo femenino y un indeterminado.

4.2.1. Los restos óseos humanos En esta tumba se han clasificado un total de 770 fragmentos de huesos y 25 piezas dentales. Con respecto a los fragmentos óseos, 262 se corresponden al cráneo, 145 no identificados, 106 a extremidades inferiores, 67 a huesos largos, 51 a vértebras, 50 a costillas, 35 a extremidades superiores, 33 a pelvis, nueve a manos, seis a pies y cuatro a clavículas. Aunque el grado de fragmentación es alto, al igual que en la tumba 8 se documentan restos tanto de esqueleto apendicular como axial. También, como en la tumba 8, las evidencias tafonómicas predominantes son la meteorización, las fracturas posdeposicionales y en menor medida la exposición al fuego. El NMI es de 17, distribuidos de la siguiente forma: en el interior de la fosa abierta en el túmulo el conjunto óseo analizado pertenece aun único individuo de sexo indeterminado; en el corredor de acceso a la cámara se ha registrado un NMI de dos adultos, uno de ellos perteneciente a la categoría de adulto joven (18-25 años); en la cámara se ha estimado un NMI de siete individuos, un subadulto (infantil I, 0-6 años), un juvenil (13-17 años), un adulto joven (17-25 años) y cuatro adultos; y finalmente en el nicho 2 el NMI es también de siete con las siguientes edades de muerte: un individuo infan-

Fig.8. Pelvis izquierda documentada en la tumba 9 con osteoartritis en el borde de la fosa acetabular.

Las patologías documentadas son osteoartritis en el isquion y en el borde de la fosa acetabular (Fig. 8), un caso de cribra orbitalia y un caso de criba femoral en un fémur derecho. Con respecto a las patologías orales y al igual que en la tumba 8, aparecen diferentes casos de cálculo dental, retroceso alveolar, reabsorción alveolar ante mortem, hipoplasia (Fig. 9) y un caso de caries (Tab. 2). Se han registrado cuatro marcadores de estrés musculo-esquelético: un caso de exostosis en el lado derecho de una mandíbula en el ángulo gonial correspondiente a la inserción del músculo masetero (Fig. 10), una entesopatía de la línea áspera del fémur izquierdo, una exostosis de la cara posterior de una tibia izquierda y una entesopatía en el isquion de un coxal izquierdo. Con respecto a los caracteres no métricos se documenta un foramen accesorio transverso completo en el lado izquierdo y uno parcial en el lado derecho de una séptima vértebra cervical, un foramen supraorbital derecho y una muesca supraorbital izquierda en un hueso frontal, así como seis casos de huesos wormianos, un hueso inca, un foramen parietal bilateral y un tercer trocánter en un fémur derecho (Tab. 4).

Fig.9. Hipoplasia del esmalte en pieza dental 24 procedente de la tumba 9.

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0

3cm

Fig. 10. Mandíbula procedente de la tumba 9 con exostosis (flecha izquierda) y manchas rojizas lineales producidas por las raíces (flecha derecha).

4.2.2. Los restos óseos faunísticos Los restos de esta sepultura son inéditos dado que no fueron incluidos en el estudio de A. von den Driesch (1973) a excepción de dos fragmentos de malacofauna marina ( Ostrea edulis ). De un total de 108 restos faunísticos se han identificado 80 a nivel de especie (74,07%) de los que 70 pertenecen a ovicaprino (64,81%), 10 a lagomorfos (9,25%), 18 a restos de mesofauna (16,66%) y ocho a macrofauna (7,40%). Con respecto a la malacofauna se ha documentado un fragmento de gasterópodo terrestre del género Helix más los dos fragmentos de Ostrea edulis descritos por A. von den Driesch (1973). El peso total de la fauna terrestre documentada es de 150,64 g de los cuales, 106,49 g corresponden a ovicaprino (75,69%), 5,72 g (3,79%) a lagomorfos, 8,14 g a mesofauna (5,40%) y 22,03 g a macromamíferos terrestres (14,62%).

Desde una perspectiva contextual, del túmulo tan solo proceden tres piezas dentales pertenecientes posiblemente a una misma mandíbula izquierda de ovicaprino. En el tramo 2 del corredor se han identificado tres fragmentos de hueso largo de macromamífero indeterminado y un fragmento de gasterópodo terrestre del género Helix, posiblemente una intrusión. Tal y como sucede en la sepultura 8, es en la cámara funeraria donde se registra el mayor número de deposiciones rituales. Se han identificado un total de 67 fragmentos de ovicaprinos que se corresponde con un NMI de tres, uno de ellos según el grado de desgaste dental pertenece a un individuo adulto con un rango de edad comprendido entre 48 y 72 meses (Grant, 1982). El estado de conservación es deficiente con evidencias de meteorización (grado 3 según Behrensmeyer (1978) (Fig. 11). Respecto a la presencia de lagomorfos, al igual que sucedía en la sepultura 8 el NMI es de dos y muy posiblemente se trate de intrusiones ajenas al uso ritual de esta sepultura.

0 Fig. 11. Hemimandíbula derecha de ovicaprino documentada en la tumba 9.

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3cm


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4.3. LA TUMBA 10 8%

4.3.1. Los restos óseos humanos

5%

La tumba 10 es la que menor número de restos antropológicos contenía con un total de 148 fragmentos: 52 pertenecientes a huesos largos, 25 no identificados, 14 a cráneo, 13 a vértebras, 12 a costillas, 11 a extremidades inferiores, nueve a manos, seis a extremidades superiores, uno a pelvis y uno a clavícula. La meteorización es el principal factor tafonómico que ha afectado a este conjunto óseo. Se ha documentado un NMI de cuatro, dos en el corredor, un adulto de mediana edad (25-40 años) y un subadulto infantil II (7-12 años), y dos más en la cámara, un adulto también de mediana edad (25-40 años) y de sexo masculino y un subadulto juvenil (13-17 años). No se ha documentado ninguna afección patológica aunque cabe destacar el excesivo desgaste dental en 11 piezas mandibulares del individuo masculino de mediana edad documentado en la cámara funeraria.

29% 13%

3% 18% 24%

Infantil I

Adulto mediana edad

Infantil II

Adulto maduro

Juvenil

Adulto

Adulto joven Fig. 12. Distribución de los individuos por categorías de edad en las tumbas 8, 9 y 10 de la necrópolis de El Barranquete.

4.3.2. Los restos óseos faunísticos Solo se ha registrado un fragmento de hueso largo de macrofauna con signos de combustión y un resto de malacofauna identificado por A. von den Driesch (1973) como Ostrea edulis.

5. DISCUSIÓN Los restos bioarqueológicos analizados en este trabajo permiten explorar las características generales de las poblaciones enterradas en la necrópolis de El Barranquete y de aquellas prácticas rituales relacionadas con la deposición de restos óseos humanos y animales. A continuación se discuten los resultados anteriormente descritos integrándolos con el estudio antropológico de M. Botella (1973) y faunístico de A. von den Driesch (1973) y de forma más general comparándolos con las poblaciones de las Edades del Cobre y Bronce del sureste peninsular.

deradas como una aproximación. La estimación del sexo ha sido posible en ocho casos, de los cuales cinco son masculinos (13%) y tres son femeninos (8%), frente a 10 subadultos (26%) y 20 individuos (53%) de sexo indeterminado. En cuanto a la edad, tres individuos han sido identificados como infantil I (0-6 años), dos como infantiles II (7-12 años), cinco como juveniles (13-17) y el resto como adultos de los que siete son adultos jóvenes (18-25 años), nueve adultos de mediana edad (25-40 años), un adulto maduro (40-60 años) y 11 adultos sin categoría de edad específica (Fig. 12). Si sumamos estos datos a los ofrecidos por el trabajo de M. Botella López (1973) para el resto de la necrópolis, el número de individuos cuya edad de muerte ha sido identificada alcanza los 140 individuos. De esta forma, el mayor índice de mortalidad se produce en edad adulta (56.55% en la categoría de adulto joven, 10.34% para adultos de mediana edad y 6% para adultos maduros). Con respecto a los subadultos, el grupo de infantil I presenta un 4.82%, infantil II un 10.34% y juvenil un 13.79% (Fig. 13).

5.1.PALEODEMOGRAFÍA En total, se ha documentado un NMI de 38 para las tumbas 8, 9 y 10 lo que supone un número bajo y por tanto una muestra cuya significación es limitada. No obstante, es posible realizar algunas valoraciones paleodemográficas generales que deben ser consi-

De estos resultados, destaca el bajo porcentaje de mortalidad infantil de solo el 15%, muy parecido al documentado en la necrópolis de Los Millares del 19% (n=161) (Peña Romo, 2011) y ligeramente inferior a otras poblaciones megalíticas como las de la comarca de Gor-Gorafe cuya mortalidad infantil se

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90 80

N individuos

70 60 50 40 30 20 10 0

Inf. I

Inf. II

Juvenil

AJ

AME

AM

Fig. 13. Paleodemografía de la necrópolis de El Barranquete incluyendo los datos obtenidos en este estudio y los proporcionados por Botella (1973). AJ (adulto joven), AME (adulto de mediana edad) y AM (adulto maduro).

incrementan hasta el 28% (n=224) (García Sánchez, 1961). Esta situación cambia radicalmente cuando la comparación se establece con las poblaciones del Bronce argárico. Individuos de menos de 12 años suponen el 57% en yacimientos como Gatas (Castro et al., 1995), el 55,4% en Lorca (Rihuete et al., 2011), el46% en El Argar (Kunter 1990) o el 42% en el Cerro de la Virgen (Botella López et al., 1986). Estos datos sí son consistentes con las curvas paleodemográficas de sociedades preindustriales donde la infancia es uno periodo crítico para la supervivencia. En los estudios generales realizados sobre paleodemografía de las poblaciones de la Prehistoria Reciente del sureste peninsular la mortalidad infantil se sitúa en el 35% para las poblaciones calcolíticas5 (Jiménez-Brobeil et al., 1994) y en el 44% para el Bronce argárico (Jiménez-Brobeil et al., 2000). De todos estos datos parece deducirse una clara infrarrepresentación de los individuos infantiles en necrópolis como El Barranquete o Los Millares. En el resto de categorías de edad el mayor índice de mortalidad se produce en edad adulta con el 72,8% de los individuos enterrados, un porcentaje superior al documentado en la necrópolis de Los Millares del 64% (Peña Romo, 2011) o del 56% en el caso de las

poblaciones megalíticas de Gor-Gorafe (García Sánchez, 1961). De acuerdo con los estudios paleodemográficos anteriormente indicados la mortalidad en la edad adulta se sitúa en el 45% para las poblaciones de la Edad del Cobre del sureste (Jiménez-Brobeil et al., 1994) y en el 68% para el Bronce argárico (Jiménez-Brobeil et al., 2000). La alta mortalidad en estas edades parece la norma general en todas las poblaciones estudiadas lo que contrasta con los bajos porcentajes o incluso ausencia de individuos que superen los 60 años.

5.2. SALUD Y ENFERMEDAD El estado de salud de una población puede valorarse mediante indicadores diversos. No obstante, son los marcadores de enfermedades y lesiones potencialmente registrables en los huesos la línea de investigación más ampliamente desarrollada. En El Barranquete, como es habitual en la mayoría de las poblaciones prehistóricas analizadas, las patologías degenerativas son las más habituales. Así, la osteoartritis se ha documentado en 15 casos que afectan especialmente a vértebras y extremidades inferiores aunque también se ha registrado en otras

5 Este dato correspondiente a las poblaciones calcolíticas debe ser valorado con la máxima cautela dado que se basa en poblaciones pertenecientes a enterramientos colectivos que en no pocas ocasiones poseen importantes perduraciones y reutilizaciones tal y como se ha demostrado en el caso de El Barraquete (Aranda y Lozano, 2014), donde una parte muy considerable de los enterramientos pertenecen a la Edad del Bronce.

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partes esqueléticas como pelvis o clavícula. Asimismo, se han identificado dos casos de alteraciones metabólicas y carenciales, un caso de criba femoral y otro de cribra orbitalia, y tres casos de patologías infecciosas, dos de periostitis y una posible osteomielitis. Destaca igualmente la ausencia de traumatismos, un tipo de lesión también frecuente en poblaciones prehistóricas. Las patologías máxilo-dentales constituyen otro importante conjunto de enfermedades potencialmente analizables en los restos antropológicos. El registro de caries, el grado de desgaste de los dientes, la pérdida de piezas ante mortem o las evidencias de enfermedades periodontales son buenos indicadores del tipo de dieta y de la forma en que los alimentos fueron preparados. En el caso de la población de El Barranquete se ha documentado la presencia de cálculo dental en 42 piezas (53.16%), de las cuales 33 se concentran en la tumba 8 (41.77%), así como dos casos de caries (2.53%), y seis de hipoplasia del esmalte dental (7.59%), lo que supone un total de 50 piezas dentales con evidencias patológicas (63.29%). De igual forma, se han registrado dos casos de reabsorción alveolar por pérdida ante mortem, uno de periodontitis y un abceso dental. El cuadro patológico de El Barranquete no difiere del que se documenta en otras poblaciones prehistóricas. De hecho, es muy similar al documentado en la necrópolis de Los Millares (Peña Romo, 2011) su más directo paralelo tanto por proximidad geográfica, cronológica como por el tipo de construcciones funerarias. En ambos casos, los tipos de patologías registradas son enfermedades degenerativas, que afectan sobre todo a las vértebras lumbares y miembros inferiores, y metabólicas, principalmente la criba orbitalia resultado de anemias producidas por la mala absorción del hierro a causa de infecciones o parásitos. Destaca muy especialmente la posible presencia en ambas poblaciones de una patología infecciosa nada habitual como la osteomielitis. En cuanto al estado de salud bucodental es significativa la escasa incidencia de caries y de pérdidas ante mortem, lo que contrasta con las poblaciones del Bronce argárico. En el caso del Barranquete la caries solo afecta al 2.53% de los dientes analizados y las pérdidas ante mortem a tan sólo dos casos constatados en el mismo individuo, porcentajes que ascienden al 4,9% y al 11,8% respectivamente en poblaciones argáricas (Jiménez-Brobeil y Ortega,

1991; Jiménez-Brobeil et al., 1995b). Estas diferencias en el deterioro de la salud dental han sido relacionadas con una dieta cada vez más rica en carbohidratos en la que los cereales adquirirían un creciente protagonismo. La dificultad para asociar las enfermedades identificadas en los restos antropológicos de poblaciones como El Barranquete o Los Millares con individuos de edad y sexo conocidos condiciona un análisis más exhaustivo sobre la relevancia de estas patologías. El hecho de que la casi totalidad de los restos óseos aparezcan desarticulados y entremezclados a modo de osario limita enormemente las posibilidades analíticas. Justo lo contrario de lo que sucede para el Bronce argárico donde la inhumación individual sí que ha facilitado la correlación estadística entre estas variables. Así, en lo que respecta, por ejemplo, a las patologías degenerativas como la artritis se han podido establecer diferencias significativas entre hombres y mujeres y tramos de edad (Jiménez-Brobeil et al., 1995a, 2004). Por el momento, la información paleopatológica disponible para las poblaciones megalíticas analizadas no permite avanzar más allá de una primera valoración de carácter fundamentalmente descriptivo.

5.3. RASGOS NO MÉTRICOS En El Barranquete la mayoría de los rasgos no métricos se han documentado en el esqueleto apendicular, el cráneo y en menor medida en los dientes. El rasgo que aparece con mayor frecuencia en el cráneo son los huesos wormianos (n=7/9 N observaciones / N presentes), en el esqueleto apendicular el tercer trocánter del fémur derecho (n=3/8) e izquierdo (n=1/4) y en la columna vertebral la doble carilla articular superior en el atlas (n=2/3). Para el estudio de estos rasgos la única posibilidad comparativa es con las poblaciones argáricas. En yacimientos como Fuente Álamo y El Argar son habituales las suturas metópicas, osículos lambdoideos y altos porcentajes de perforación de la fosa olecraniana (Kunter 1990, 2000; García Sánchez 2000). En el poblado de Gatas existen evidencias de la cúspide de Carabelli en segundos molares deciduos de tres individuos infantiles (Buikstra et al., 1999). En el límite del territorio argárico, la población que habitó La Illeta dels Banyets presenta dientes en pala, huesos wormianos y agujeros bipartitos en vértebras cervicales (Lopez Padilla et al., 2006). Finalmente,

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para el caso de las poblaciones argáricas de diferentes asentamientos granadinos los rasgos más habituales son la fosa hipotrocantérica, la carilla medial del astrágalo, la carilla tibial lateral, la carilla anterior doble, la articulación inferior, la carilla doble del atlas, el agujero transversal bipartito y la perforación de la fosa olecraniana (Jiménez-Brobeil, 1995).

Romo, 2011). Tampoco en los estudios antropológicos de poblaciones megalíticas realizados en los años 60 y 70 del siglo XX los marcadores de estrés musculo-esquelético han sido variables consideradas.

La similitud de muchos de estos rasgos implicaría una clara proximidad genética de las poblaciones que habitaron el sureste peninsular durante las Edades del Cobre y Bronce, lo que apoyaría la hipótesis de una clara continuidad poblacional.

Respecto a los restos faunísticos, la deposición de determinadas partes esqueléticas parece una práctica ritual extendida y habitual en la mayoría de las diferentes sepulturas de la necrópolis. Estos restos aparecieron fundamentalmente en las cámaras funerarias entremezclados con los restos humanos sin que se haya documentado ningún tratamiento diferenciado. Tal y como acertadamente plantea A. von den Driesch (1973), de la diversidad de especies animales documentadas, solo los restos de animales domésticos como los bóvidos, ovicaprinos y suidos o de malacofauna habrían formado parte de las prácticas rituales asociadas en estas tumbas. La documentación de determinadas partes esqueléticas articuladas, caso de la extremidad posterior izquierda de bóvido registrada en la sepultura 8, o la alta probabilidad de que diferentes restos óseos de una misma tumba pertenezcan a un mismo individuo apoyarían claramente estas consideraciones. El resto de especies animales, bien porque están representadas por exiguos restos o bien, especialmente en el caso de los conejos, porque probablemente sean intrusiones ajenas al uso ritual de las tumbas, deben ser valoradas con cautela (Tab. 6).

5.4. PATRONES DE ACTIVIDAD Aunque algunas de las patologías anteriormente descritas, especialmente la artrosis, pueden estar influenciadas por el desarrollo e intensidad de determinadas actividades físicas, sin embargo la intervención de factores diversos hace difícil establecer una correlación causal precisa. Entre los indicadores potenciales de actividad, los denominados marcadores de estrés musculo-esquelético son los que por su propia naturaleza se relacionan de forma más estrecha con el esfuerzo físico. En la población de El Barranquete se han documentado un total de 14 casos de marcadores de estrés músculo-esqueléticos que se concentran especialmente en la sepultura 8 (véase Tab. 3). Como se indicaba anteriormente para las enfermedades y dado el carácter de osario de estas sepulturas, no es posible abordar aspectos como la representatividad de los marcadores musculo-esqueléticos respecto a variables como el sexo, la edad o el número de individuos estudiados. De hecho, ni siquiera se puede excluir que dos o más de los marcadores identificados puedan pertenecer a mismo individuo.

5.5. RESTOS FAUNÍSTICOS

Grupos faunísticos Mamíferos

88

%

446

91,76

19

3,9

Reptiles

1

0,2

Malacofauna terrestre

1

0,2

Aves

Malacofauna marina TOTAL

Las posibilidades comparativas con otras poblaciones megalíticas del sureste peninsular son prácticamente inexistentes. En el reciente estudio de la necrópolis de Los Millares no se han descrito marcadores de estrés musculo-esquelético probablemente debido al sesgo que presenta la muestra antropológica caracterizada por una sobrerrepresentación de metatarsos, metacarpos y falanges de pies y manos frente a la escasez de huesos largos completos y planos de gran tamaño y la casi total ausencia de huesos con abundante tejido esponjoso y costillas (Peña

NR

19

3,9

486

100

Tab. 6. Relación entre número de restos y grupos faunísticos en todas las estructuras de la necrópolis.

Si sumamos los resultados de este trabajo con los publicados por A. von den Driesch, bóvidos y ovicaprinos son las especies que se documentan de forma mayoritaria. De hecho, suponen el 89% del número de restos identificados, de los que el 53% son ovicaprinos y el 35% bóvidos. En ambos casos, el NMI identificado sería de 15 cuya edad de muerte oscila entre infantil y adultos jóvenes. En el caso de los

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ovicaprinos, hay una misma proporción de ovejas y cabras. La diversidad de partes anatómicas es una de las principales características del conjunto faunístico. En el caso de los ovicaprinos predominan aquellas partes correspondientes al esqueleto craneal y a las extremidades anteriores frente a la casi ausencia total de las extremidades posteriores. En el caso de los bóvidos las partes esqueléticas mejor

Partes anatómicas

Equino NR

Vacuno %

NR

representadas se corresponden con el esqueleto apendicular frente al axial (Tab. 7). En cuanto a la distribución de estas especies animales por las diferentes sepulturas (Tab. 8), estas se agrupan en las Tumbas 1, 2, 4, 5, 6, 7, 8 y 9. Los ovicaprinos y/o bóvidos se concentran en las tumbas 6 y 9 los primeros y en las sepulturas 2, 4 y 8

Ovicaprino %

NR

%

Porcino NR

Total %

NR

% 0,84

Esqueleto craneal Cuerno Neurocráneo Viscerocráneo

3 1

5,45

50

Mandíbula 1

50

Atlas

1

50

1,92

1

3,84

5

4,2

1

1,92

2

1,68

13,46

9,24

3

5,45

7 1

1,92

6

10,9

12

23,06

Hyoides Total craneal

1 2

1

10

11 1

0,84

1

10

20

16,8

Esqueleto axial Axis Vértebra cervical

1

1,81

1

1,92

1

0,84

1

0,84 5,88

6

11,53

7

Vértebra torácica

5

9,61

5

4,2

Vértebra lumbar

1

1,92

1

0,84

Vértebra caudal

3

5,45

3

2,52

Costilla

2

3,63

6

11,53

1

10

9

7,56

10,9

19

36,53

1

10

26

21,84

6

5,04

Total axial

1

50

6

Extremidad anterior Escápula

3

5,45

3

3,48

Húmero

4

7,27

1

1,92

Radio

1

1,81

1

1,92

1

10

1

1,92

1

10

Metacarpo

2

3,63

4

4,65

Total ext. anterior

10

18,18

10

19,23

Ulna

2

20

5

4,2

3

2,52

2

1,68

6

5,04

22

18,48

1

0,84

Extremidad posterior Pelvis

1

1,81

Tibia

4

7,27

Astrágalo

1

1,92

5

4,2

1

1,92

1

0,84

Calcáneo

1

1,81

1

0,84

Tarso

8

14,54

4

7,69

12

10,08

Metatarso

1

1,81

1

1,92

2

1,68

Metatarso III

1

10

1

0,84

Metatarso IV

1

10

1

0,84 0,84

Metatarso V Total ext. post.

15

27,27

Falange

1

1,81

7

13,46

Falange I

4

7,27

3

5,76

Falange II

5

9,09

1

1,92

1

10

1

3

30

25

21

1

0,84

3

30

10

8,4

6

5,04

Falange III

2

3,63

2

1,68

Sesamoideos

6

10,9

6

5,04

Total

18

32,72

4

7,69

3

30

25

21

55

100

52

100

10

100

119

100

TOTAL

2

100

Tab. 7. Desglose anatómico de las principales cabañas de acuerdo con el NRD (se han excluido los dientes).

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. PP. 71-98. ISSN 2172-6175 // ESTUDIOS

89


MARTA DÍAZ-ZORITA BONILLA ET AL.

Especie

T1

T2

T3

T4

T5

NR

%

NMI

%

NR

%

NMI

%

NR

%

NMI

%

NR

%

NMI

%

NR

%

NMI

%

Bos taurus

3

14,28

2

22,22

24

17,26

5

17,85

-

-

-

-

28

42,42

5

25

3

5,77

1

5,55

Ovis aries

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

1,51

1

5

1

1,92

1

5,55

OV/CA

-

-

-

-

4

2,87

1

3,57

-

-

-

-

8

12,12

1

5

4

7,7

1

5,55

Capra hircus

1

4,76

1

11,11

-

-

-

-

-

-

-

-

4

6,06

2

10

-

-

-

-

Sus sp.

-

-

-

-

4

2,87

1

3,57

-

-

-

-

-

-

-

-

8

15,38

2

11,11

Canis fam.

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

3

5,76

1

5,55

Equus caballus

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

1,51

1

5

1

1,92

1

5,55

Cervus elaphus

1

4,76

1

11,11

1

0,71

1

3,57

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Capra pyrenaica

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

1,92

1

5,55

Lynx pardina

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Oryctolagus cuniculus

8

38,09

3

33,33 105

17

60,71

7

100

4

100

16

24,24

8

40

30

57,7

9

50

Total NRI

13

61,9

7

77,77 134 75,53 25 89,28

7

100

4

100

62 93,93 18

90

51 98,07 17 94,45

Macrofauna

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Mesofauna

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Total NRSI

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

13

61,9

7

7

100

4

100

Anas crecca

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Columba livia

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Columba palumbus

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Alectoris rufa

-

-

-

-

5

3,59

3

10,72

Corvus corax

7

33,33

1

11,11

-

-

-

Total aves

7

33,33

1

11,11

5

3,59

Clemys leprosa

1

4,76

1

11,11

-

Total Reptiles

1

4,76

1

11,11

TOTAL VERTEBRADOS

21

100

9

Cardium edule

-

-

Ostrea edulis

-

-

Mamíferos terrestres

Total mamíferos

77,77 134 75,53 25 89,28

62 93,93 18

90

51 98,07 17 94,45

-

3

4,54

1

5

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

1,51

1

5

1

1,93

1

5,55

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

3

10,72

7

100

4

100

4

6,06

2

10

1

1,93

1

5,55

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

100

139

100

28

100

7

100

4

100

66

100

20

100

52

100

18

100

-

-

6

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

3

-

-

-

1

-

-

-

1

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

148

-

28

-

8

-

5

-

67

-

21

-

52

-

18

-

Aves

Reptiles

Malacofauna marina

Malacofauna terrestre

Helis sp. TOTAL

21

9

Tab. 8. Relación taxonómica en base al NRD y el NMI de las estructuras analizadas por A. von den Driesch (1973) y el presente estudio.

90

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. PP. 71-98. ISSN 2172-6175 // ESTUDIOS


ESTUDIO BIOARQUEOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS MEGALÍTICA DE EL BARRANQUETE (NÍJAR, ALMERÍA)

T6

T7

T8

T9

T10

TOTAL

NR

%

NMI

%

NR

%

NMI

%

NR

%

NMI

%

NR

%

NMI

%

NR

%

NMI

%

NR

%

NMI

%

2

5,6

1

12,5

-

-

-

-

20

66,66

1

14,28

-

-

-

-

-

-

-

-

80 17,16 15

15

8

22,22

1

12,5

-

-

-

-

-

-

-

-

2

1,8

1

14,28

-

-

-

-

12

2,57

4

4

20

55,55

2

12,5

1

33,33

1

50

1

3,33

1

14,28

24

21,62

3

42,85

-

-

-

-

62

13,3

7

7

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

44

39,63

1

14,28

-

-

-

-

49 10,51

4

4

3

8,33

1

12,5

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

15

3,21

4

4

1

2,8

1

12,5

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

4

0,85

2

2

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

2

0,42

2

2

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

2

0,42

2

2

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

0,21

1

1

-

-

-

-

-

-

-

-

2

6,66

1

14,28

-

-

-

-

-

-

-

-

2

0,42

1

1

1

2,8

1

12,5

2

66,66

1

50

4

13,33

3

42,85

11

9,9

2

28,57

-

-

-

-

184 39,48 48

48

35

97,2

7

87,5

3

100

2

100

27

90

6

85,71 81 72,97

7

100

-

-

-

-

413 88,62 90

90

-

-

-

-

-

-

-

-

1

3,33

-

-

11

9,9

-

-

1

100

-

-

13

2,78

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

3,33

-

-

19

17,11

-

-

-

-

-

-

20

4,29

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

2

6,66

-

-

30 27,02

-

-

1

100

-

-

33

7,08

-

-

35

97,2

7

87,5

3

100

2

100

29 96,67

6

111

100

7

100

1

100

-

-

446 95,7

90

90

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

3

0,64

1

1

-

-

-

-

-

-

-

-

1

3,33

1

14,28

-

-

-

-

-

-

-

-

1

0,21

1

1

1

2,8

1

12,5

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

0,21

1

1

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

7

1,5

5

5

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

7

1,5

1

1

1

2,8

1

12,5

-

-

-

-

1

3,33

1

14,28

-

-

-

-

-

-

-

-

19

4,07

9

9

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

0,21

1

1

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

0,21

1

1

36

100

8

100

3

100

2

100

30

100

7

100

111

100

7

100

1

100

-

-

466

100

100

100

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

-

-

-

1

-

-

-

8

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

-

-

-

5

-

-

-

-

-

-

-

11

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

1

-

-

-

-

-

-

-

1

-

-

-

36

-

8

-

3

-

2

-

31

-

8

-

118

-

9

-

2

-

-

-

486

-

-

-

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. PP. 71-98. ISSN 2172-6175 // ESTUDIOS

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MARTA DÍAZ-ZORITA BONILLA ET AL.

los segundos. Por su parte, la malacofauna perteneciente a dos especies de origen marino, Cardium Edule y Ostrea Edulis, se concentran especialmente en las sepulturas 2 y 9. Quizás una de sus características más distintivas sea una distribución más heterogénea que el resto de especies animales por los diferentes espacios funerarios de cada sepultura. Así, además de en el interior de las cámaras funerarias, también se documentan en el túmulos, nichos y corredores. La documentación de restos de vertebrados y malacofauna no es exclusiva de la necrópolis de El Barranquete. En otras necrópolis como en Los Millares (Almagro y Arribas, 1963) o el conjunto megalítico de Gor-Gorafe (García Sánchez, 1959; Castellano et al., 2002) también se han registrado diferentes especies animales aunque la falta de estudios sistemáticos imposibilita un análisis comparativo. Diferente es el caso para el Bronce argárico donde es habitual la presencia de restos faunísticos como parte de los ajuares funerarios. Al igual que ocurre en El Barranquete, en las sepulturas argáricas son los ovicaprinos y bóvidos los dominantes aunque con importantes diferencias. Las partes anatómicas están fuertemente normalizadas ya que se documentan exclusivamente restos de extremidades. Además, existe una importante correlación entre la especie seleccionada y la edad o estatus social del individuo inhumado. De esta forma, los bóvidos solo aparecen asociados a individuos de más de 12 años y en las tumbas de las élites sociales argáricas frente a las ofrendas de ovejas o cabras que se asocian a los niveles sociales inferiores (Aranda Jiménez y Esquivel Guerrero, 2006, 2007; Aranda Jiménez y Montón-Subías, 2011; Aranda Jiménez et al., 2015). En el caso del Bronce Argárico estas ofrendas han sido consideradas como parte de prácticas de comensalidad (Aranda Jiménez y Esquivel Guerrero, 2007; Aranda Jiménez y Montón-Subías, 2011). Tal y como queda de manifiesto en numerosos casos etnográficos (Aranda Jiménez, 2008), la muerte es un acontecimiento de enorme relevancia al que se asocian ceremonias festivas que suponen el sacrificio y consumo de determinadas especies animales, especialmente de gran porte como los bóvidos. La

presencia de bóvidos, ovicaprinos y malacofauna en las sepulturas de El Barranquete también podría asociarse a prácticas de comensalidad que incluso total o parcialmente pudieron ser contemporáneas con las desarrolladas en los poblados argáricos.

6. CONCLUSIONES La enorme perduración temporal de la necrópolis de El Barranquete es sin duda una de sus principales características. De acuerdo con el programa de dataciones actualmente en curso, los primeros enterramientos se produjeron a finales del cuarto milenio manteniéndose la actividad funeraria hasta los últimos siglos del segundo milenio. La intensidad en el uso ritual de las diferentes sepulturas megalíticas no descendió con el final de las denominadas sociedades calcolíticas y las innovaciones culturales que dieron origen a la denominada cultura argárica sino todo lo contrario. Durante la Edad del Bronce la reutilización de estos espacio funerarios se mantuvo con al menos con la misma persistencia que en momentos anteriores. De hecho, la mitad de las dataciones radiocarbónicas actualmente disponibles pertenecen a individuos de la Edad del Bronce6. Obviamente esta circunstancia claramente condiciona las posibles valoraciones que puedan establecerse para estas poblaciones. Por ello, no es acertado considerar a los restos antropológicos o faunísticos de El Barraquete como característicos de las poblaciones calcolíticas del sureste peninsular como habitualmente se ha planteado. Realmente, las dilatadas y complejas biografías de estos y otros monumentos megalíticos nos enfrentan a las debilidades de las categorías analíticas con las que nos hemos dotado para el estudio de las sociedades del pasado. Así, la tradicional separación entre Edades del Cobre y Bronce en departamentos estancos donde el énfasis habitualmente se ha puesto en aquellos elementos culturales relacionados con el cambio y la innovación deja al margen fenómenos como el aquí estudiado basado en la permanencia y perduración de tradiciones ancestrales. Parece evidente la urgencia de nuevas herramientas conceptuales con las que abordar el estudio de manifestaciones culturales que

6 A la dataciones de las sepulturas 7 y 11 se suman tres nuevas series radiocarbónicas pertenecientes a las sepulturas 8, 9 y 10 actualmente en estudio. De esta forma, la serie completa asciende a 44 dataciones de las que el 48% concentran sus intervalos de probabilidad al 95% en la Edad del Bronce (Aranda et al., en preparación).

92

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. PP. 71-98. ISSN 2172-6175 // ESTUDIOS


ESTUDIO BIOARQUEOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS MEGALÍTICA DE EL BARRANQUETE (NÍJAR, ALMERÍA)

suponen complejos patrones de uso, abandono, reutilización y/o transformación a lo largo de extensos periodos temporales. La dilatada permanencia de la necrópolis de El Barranquete supone que durante cientos de años sus sepulturas fueron objeto de diferentes tipos de rituales, lo que ha generado auténticos palimpsestos de enorme complejidad y difícil interpretación en los que se entremezclan restos antropológicos, faunísticos y ajuares funerarios. En cualquier caso, el estudio bioarqueológico presentado en este trabajo permite una primera aproximación a sus prácticas rituales y a la caracterización de las poblaciones que fueron enterradas en estos espacios funerarios. No obstante, debe tenerse en cuenta que el carácter de palimpsesto puede estar ocultando diferentes patrones rituales producidos a lo largo de sus amplios periodos de uso y que no se aprecian en el cuadro general. Las valoraciones que se realizan a continuación poseen esta evidente limitación. Los restos antropológicos aparecen tanto en las cámaras funerarias, corredores de acceso, nichos y más excepcionalmente en el interior de fosas excavadas en los túmulos. No parece existir ningún tipo de segregación basada en el sexo o edad entre estos diferentes espacios funerarios. Tampoco se han excluido del ritual funerario a ningún sexo o categoría de edad, más allá de la escasez de individuos de más de 60 años. Quizás el rasgo más significativo sea el bajo porcentaje de individuos infantiles, solo del 15% (n=140). Los diferentes procesos tafonómicos entre los que destacan la exposición al fuego de los restos óseos han debido influir de manera decisiva en esta clara infrarrepresentación de unos restos especialmente frágiles. En cualquier caso, queda abierta la posibilidad de algún tipo de limitación cultural en el acceso de los individuos infantiles al ritual funerario megalítico. Los restos esqueléticos aparecen generalmente de forma dispersa superponiéndose en muchos casos y formando, especialmente en las cámaras funerarias, complejas estratigrafías. Solo en casos excepcionales individuos completos o determinadas partes anatómicas aparecen en posición articulada. Cuando esto sucede, suelen documentarse en los niveles de enterramiento superiores como parte de las últimas deposiciones. Parece, por tanto, que al menos una parte de los restos óseos documentados en el interior de estas sepulturas res-

ponden a enterramientos en posición primaria que fueron posteriormente desarticulados y mezclados especialmente por las sucesivas prácticas rituales. La documentación de restos esqueléticos pertenecientes a todas las partes anatómicas apoyaría esta hipótesis. De todas formas, tampoco es posible descartar la posibilidad de que restos antropológicos previamente enterrados en otros lugares fueran posteriormente depositados en estas tumbas o incluso el escenario opuesto, que determinados restos óseos fueran retirados de estas tumbas para ser depositados en otros lugares. Por su parte, las características generales de la población estudiada presenta sus más estrechos paralelos en la necrópolis de Los Millares (Peña Romo, 2011), lo que parece razonable si consideramos que se trata de dos necrópolis muy similares tanto en el ritual funerario desarrollado, como en el tipo de sepulturas y quizás también en su temporalidad. Son poblaciones características de un régimen demográfico preindustrial donde las patologías degenerativas son las más habituales y en menor medida procesos infecciosos alteraciones metabólicas y estados carenciales. Las patologías maxilo-dentales son las que más incidencia poseen en la población estudiada afectando al 63,29% de la piezas dentales. Destacan especialmente dos aspectos, los altos porcentajes de cálculo dental (53,16%) y la práctica ausencia de caries (2,53%). Este último aspecto contrasta con la situación registrada para poblaciones argáricas donde la caries asciende al 4,9%. A pesar de que ambas poblaciones son parcialmente contemporáneas, las primeras parece que gozaron de una mejor salud bucodental resultado posiblemente de una dieta baja en carbohidratos. En cuanto a la distribución de las patologías y marcadores de estrés entre los diferentes espacios funerarios destaca muy especialmente su concentración en la sepultura 8, donde se han registrado el 86% de los casos de osteoartritis, el 78,5% de las enfermedades bucodentales y el 70% de marcadores de estrés musculo-esquelético. Este patrón podría estar indicando ciertas desigualdades entre las poblaciones enterradas especialmente entre las sepulturas 8 y 9. No obstante, el carácter de palimpsesto de estos espacios funerarios nos previene de una lectura social directa de estas diferencias. Aspectos, como por ejemplo la diferente temporalidad entre ambas

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93


MARTA DÍAZ-ZORITA BONILLA ET AL.

sepulturas, habrían podido influir de forma decisiva en los patrones observados. En cualquier caso parece evidente que la ampliación de la base documental es absolutamente necesaria para profundizar en estas valoraciones.

AGRADECIMIENTOS El presente trabajo forma parte del proyecto de investigación “Innovación, continuidad e hibridación. Las sociedades de las Edades del Cobre y Bronce en el sur de la Península Ibérica” (HAR2013-42865-P) y del Grupo de Investigación (HUM-065) “GEA. Cultura material e identidad social en la Prehistoria Reciente en el sur de la Península Ibérica” (www.webgea.es). Agradecemos al Museo de Almería las facilidades prestadas en el estudio los de materiales.

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Necrópolis de El Barranquete (Níjar, Almería). Foto: Miguel Ángel Blanco de la Rubia. IAPH. Banco de Imágenes del Patrimonio Cultural Andaluz

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LAS PRIMERAS IMPORTACIONES GRIEGAS EN OCCIDENTE Y LA CRONOLOGÍA DE LA CERÁMICA GEOMÉTRICA: HACIA UN NUEVO PARADIGMA (I) Eduardo García Alfonso1

Resumen: En las últimas dos décadas la generalización del 14C calibrado ha confirmado que los asentamientos fenicios más antiguos de Occidente se fundaron en la segunda mitad del siglo IX cal BC. Estas conclusiones colisionan con la cronología convencional de las cerámicas griegas del Subprotogeométrico y del Geométrico Medio II, importaciones frecuentes en estos enclaves, que rebajan las fechas a 800-770 a.C. Algunos autores han propuesto una cronología más antigua para estas producciones cerámicas en consonancia con los datos radiométricos, pero la comunidad arqueológica aún no ha establecido una postura unánime al respecto. Las implicaciones del tema son enormes, pues no solo afectan a la datación de la diáspora fenicia, sino al modelo de explicación histórica de los primeros siglos de la Edad del Hierro en todo el Mediterráneo*.

Palabras clave: Occidente Fenicio, 14C Calibrado, Cerámicas Griegas, Edad del Hierro, Debate Cronológico, Mundo Mediterráneo.

THE FIRST GREEK IMPORTS IN THE WEST AND THE CHRONOLOGY OF THE GEOMETRIC POTTERY: TOWARDS A NEW PARADIGM (I) Abstract: In the last two decades the widespread calibrated 14C has confirmed that the earliest Phoenician settlements in the West were founded in the 2nd half of the 9th century cal BC. These results contrast with the conventional chronology of the Subprotogeometric and Middle Geometric II Greek potteries (800-770 BC), sometimes found in these sites. According to the radiocarbon dates, several authors have proposed an earlier chronology for these ceramic productions, although the archaeological community has not yet established a common position. This chronological debate has some relevant implications because not only affect the dating of the Phoenician diaspora, but also the historical explanation of the early centuries of the Mediterranean Iron Age*.

Keywords: The Phoenician West, Calibrated 14C, Greek Pottery, Iron Age, Chronological Debate, Mediterranean World. 1 Departamento de Museos y Conjuntos Arqueológicos y Monumentales. Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte. Málaga. [eduardom.garcia@juntadeandalucia.es] * Por razones editoriales, este trabajo ha tenido que ser dividido en dos partes. La segunda se publicará en el n.º 8 de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía. For editorial reasons this paper has been divided in two parts. The second one will be published in Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía, no. 8. Recibido: 25/06/2015. Aceptado: 26/09/2015

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EDUARDO GARCÍA ALFONSO

1. INTRODUCCIÓN La cronología de la presencia fenicia en la Península Ibérica ha sido un problema desde que se descubrieron las primeras pruebas materiales de su existencia en 1887, con la aparición del sarcófago masculino de Cádiz. Hasta la década de los años 60 del pasado siglo XX la investigación había considerado mayoritariamente que la colonización fenicia era un fenómeno tardío, quizás no anterior al siglo VI a.C., y más vinculado a Cartago que a las ciudades metropolitanas de la costa libanesa, pese a que no se rechazaban las informaciones contenidas en los textos sobre la gran antigüedad de la fundación de Cádiz. La aparición del tesoro de El Carambolo en 1958 puso sobre aviso de que en la Península existía un horizonte orientalizante similar al conocido en Grecia y Etruria, cuyos principales impulsores debieron ser los fenicios en momentos previos al siglo VI. Dicha fase ya se había intuido con anterioridad a la Guerra Civil gracias a la aparición del tesoro de Aliseda y el hallazgo de los marfiles de las necrópolis de Los Alcores sevillanos, entre otras piezas. Sin embargo, el auténtico revulsivo fue el descubrimiento de la necrópolis del Cerro de San Cristóbal de Almuñécar en 1962. Si bien los espectaculares vasos egipcios de alabastro con cartuchos de faraones de la dinastía XXII fueron los grandes protagonistas del hallazgo, serían dos pequeñas cotilas protocorintias aparecidas en la tumba 19 B los elementos decisivos para fechar los enterramientos a fines del siglo VIII o inicios del VII a.C. (Pellicer Catalán, 1962: 30-38, figs. 32-35). Dos años después se iniciaron las excavaciones en Toscanos, en la desembocadura del río de Vélez, por parte del Instituto Arqueológico Alemán. De nuevo fue la presencia de cerámica protocorintia la clave para establecer la cronología del lugar (Schubart et al., 1969: 9 y 140-141). Por aquel entonces la cerámica griega hacía ya tiempo que se había situado en el centro del debate relativo a la datación de los asentamientos fenicios de Occidente. Así había ocurrido cuando P. Cintas excavó el tofet de Cartago. Allí, en la Capilla que lleva su nombre, este arqueólogo francés documentó en 1947 una serie de vasos euboicos del Geométrico Reciente junto con otros de estilo Protocorintio Antiguo, los cuales aportaron un primer asidero cronoló-

gico para los niveles más antiguos de Cartago, pese a las decepciones de su descubridor, que esperaba fechas muy anteriores. A partir de mediados del siglo XX se fue consolidando y precisando la datación de las producciones griegas de los inicios de la Edad del Hierro, fundamentalmente debido a la labor de V. R. Desborough (1952) en el estudio del Protogeométrico y de J. N. Coldstream (1968; 2008) que estableció la secuencia del Geométrico1. Ambas propuestas fueron rápidamente aceptadas por la investigación, convirtiéndose en la herramienta fundamental para los primeros siglos de la Edad del Hierro en el Egeo y, por extensión, en todo el Mediterráneo, debido a la gran dispersión geográfica de estas producciones (Snodgrass, 1971; Coldstream 1977; Boardman, 1998). La clave de su éxito fue la precisión con que estos materiales permitían fechar cualquier estrato en que apareciesen, en algunos casos con un intervalo de un cuarto de siglo o menos, aunque fueran muy minoritarias en el contexto, de acuerdo con el principio del fósil director, tan en boga en aquellos años. Frente a ello, la cronología de la cerámica fenicia no iba más allá de unas aproximaciones que abarcaban lapsos de tiempo mucho más amplios. El sistema de fechas propuesto por Coldstream para las producciones geométricas y subprotogeométricas estaba basado en dos pilares. Por un lado, la aparición de estas importaciones en los niveles de algunas ciudades de Palestina, cuya destrucción se databa por los acontecimientos históricos que se narraban en el Antiguo Testamento, determinaba las fechas más antiguas. Para este cometido, Coldstream se decantó por la llamada cronología “baja” propuesta por K. Kenyon (1957; 1964) para la Edad del Hierro IIa y IIb de Palestina. Por otro, el límite más tardío se sitúo en la aparición de las cerámicas del Protocorintio Antiguo, que se documentaban junto con las del Geométrico Medio y Reciente en los niveles fundacionales de algunas colonias griegas de Sicilia. La fecha absoluta para este fenómeno era la proporcionada por Tucídides y Eusebio de Cesarea: Naxos (734 a.C.), Siracusa (733 a.C.), Leontinos (729 a.C.) y Mégara Hiblea (728 a.C.). De este modo, para el Geométrico ático, convertido en el paradigma principal, se estableció una cronología entre ca. 900 y 700 a.C., de manera que entre esos hitos calendáricos fue necesario colocar la evolución del estilo,

1 En este trabajo hemos utilizado la 2ª ed. de la obra de Coldstream (2008), que reproduce íntegra la versión de 1968, añadiendo un suplemento de actualización en el que mantiene las dataciones dadas en la editio princeps.

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fijándose intervalos de 50, 40, 25 o menos años para la subdivisiones internas. En función de esta periodización se estableció la evolución de otros talleres griegos de los siglos IX-VIII a.C. (Coldstream, 2008: 302-310 y 330) (Fig. 1).

2. LA CRONOLOGÍA CONVENCIONAL DEL MUNDO FENICIO PENINSULAR Y EL IMPACTO DEL RADIOCARBONO Con estos planteamientos, a lo largo de los años 70 y 80 del pasado siglo, se consolidó un cierto consenso sobre el momento de llegada de los fenicios a la Península Ibérica. Los diferentes autores coincidie-

ÁTICA

EUBEA

PGR

PGR

GA I

SPG I

GA II

SPG II

CORINTO

950 a.C.

PGR

Siglo X

900 875

GA

850 830 825

GM I

GM I

SPG III a

Siglo IX

GM I

800

GM II 760 750

GR I

735 720 700 a.C. 690

GR II PA

GM II

SPG III b

GR I GR II SG

GM II

GR

Siglo VIII

PCA PCM

Siglo VII

PRG: Protogeométrico Reciente; SPG: Subprotogeométrico; GA: Geométrico Antiguo; GM: Geométrico Medio; GR: Geométrico Reciente; PA: Protoático; SG: Subgeométrico; PCA: Protocorintio Antiguo; PCM: Protocorintio Medio Fig. 1. Datación convencional de las cerámicas protogeométricas y geométricas según el sistema de Coldstream en los talleres áticos, euboicos y corintios.

ron entonces en señalar fechas de mediados del siglo VIII a.C. o quizás algunos años antes, pero sin ir más allá de ca. 770 a.C. (Schubart, 1979: 201, fig. 17; Aubet Semmler, 1986: 14-15; 1987: 232 y 256; Escacena Carrasco, 1986: 50; Ruiz Mata, 1986: 260; Schubart, 1986: 78). El debate se estableció entre quienes planteaban la existencia de una etapa precolonial anterior a la existencia de asentamientos permanentes, buscando una solución al problema de la gran antigüedad que los textos clásicos otorgaban a la fundación de Cádiz, y aquellos otros investigadores que rechazaban de plano que hubiese existido tal fase previa.

2.1. LAS PRIMERAS FECHAS DE 14C EN EL MUNDO FENICIO DE LA PENÍNSULA IBÉRICA A principios de los años 70 apareció la primera fecha de 14C relativa a la presencia fenicia en la Península: concretamente una datación sobre madera obtenida en la fase I-II de Toscanos que arrojó un resultado de 670 ± 140 a.C. (Almagro Gorbea, 1970: 23). Al no aportar ninguna novedad sobre la cronología ya existente, esta datación pasó desapercibida. En años sucesivos se fueron reuniendo diversas fechas, pero prácticamente sin repercusión alguna, hasta que empezó a generalizarse la calibración. Así, en 1979 se obtuvo una primera datación calibrada de la fase B1 de Morro de Mezquitilla, la más antigua del enclave, que ofreció una fecha de 810 ± 30 cal BC2. A ésta se añadieron otras nuevas en el lugar, pero todas ellas con largos intervalos de más de 200 años o fuertemente influidas por la “meseta” hallstática. La excepción fue una datación de la fase B 1a, que ofreció una horquilla de 894-835 cal BC3. Con estos datos H. Schubart (1982: 81-82; 1983: 130) apuntó la posibilidad de la fundación del Morro de Mezquitilla en un momento anterior al inicio del siglo VIII a.C. Sin embargo, habrá que esperar a 1986 para que el mismo H. Schubart, ahora en compañía de O. Arteaga, señalara expresamente que la instalación de los fenicios en este enclave debía situarse alrededor del año 800 a.C., dentro de una fase colonial inicial que se fecharía a finales del siglo IX (Schubart y Arteaga Matute, 1986: 514-515 y 519) (Tab. 1).

2 GrN-8109. Posteriomente esta fecha fue corregida a la baja (Pingel, 2006: 147, nt. 1). 3 B-4178. Este conjunto de dataciones de Morro de Mezquitilla ha sido actualizado y recalculado por V. Pingel (2006). Así, su intervalo está actualmente situado en 920-828 cal BC. Esta batería de fechas ha sido reproducida en varias publicaciones, si bien con valores no siempre coincidentes (cfr. Castro Martínez et al., 1996: 193-194, apéndice n.º 1392), circunstancia que se da en otras dataciones obtenidas en diversos lugares, donde no siempre se hace explícito el programa informático usado para la calibración o la metodología para establecer la edad convencional de la muestra, especialmente cuando se trata de resultados anteriores a la generalización de la tecnología AMS. Igualmente, los resultados varían según el tipo de curva de calibración utilizada.

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EDUARDO GARCÍA ALFONSO

Enclave

Laboratorio

Edad BP

Cal BC 2σ

M

I-15464

2770 ± 90

1194-1141 (3,3%) 1133-791 (92,1%)

C

Torres Ortiz, 2008: 74-75 y 90

Alcáçova de Santarém. Fase I

ICEN-532

2640 ± 50

900-780

C

Arruda, 1993: 198

Alcorrín. Fortificación exterior

Erl-11562

2635 ± 42

899-767

Alcorrín. Fortificación interior

Erl-11550

2711 ± 42

932-801

C

Marzoli et al., 2010: 171-175, tabs. 1 y 3

Alcorrín. Fortificación interior

Erl-11552

2684 ± 42

913-796

C

Marzoli et al., 2010: 171-175, tabs. 1 y 3

Alcorrín. Fortificación interior

Erl-11553

2674 ± 43

912-792

C

Marzoli et al., 2010: 171-175, tabs. 1 y 3

Cerro de la Mora. Fase II

UGRA-231

2670 ± 100

1087-517

C

Torres Ortiz, 2008: 75 y 90

C

Torres Ortiz, 2008: 75 y 90 Torres Ortiz, 2008: 75 y 90

Acinipo. Cabañas

MH Marzoli et al., 2010: 171-175, tabs. 1 y 3

Cerro de la Mora. Fase II

UGRA-232

2670 ± 90

695-538 (12,5%) 1050-703 (82,9%)

Cerro de la Mora. Fase II

UGRA-235

2740 ± 90

1131-766

C

El Carambolo. Fase V. UE-2116

UA-24401

2770 ± 50

1020-810

Hb

Huelva. Pl. Monjas. Subfreático

GrN-29511

2745 ± 25

970-950 (2,5%) 940-820 (92,9%)

HA Nijboer y van der Plicht, 2016: 110

Huelva. Pl. Monjas. Subfreático

GrN-29512

2775 ± 25

1000-840

HA Nijboer y van der Plicht, 2016: 110

GrN-29513

2740 ± 25

970-960 (1,2%) 930-820 (94,2%)

HA Nijboer y van der Plicht, 2016: 110

La Rebanadilla. Fase IV

Beta-264171

2800 ± 40

1040-840

C

Arancibia Román et al., 2011: tab. 1

La Rebanadilla. Fase IV

Beta-264170

2780 ± 40

1010-830

C

Arancibia Román et al., 2011: tab. 1

La Rebanadilla. Fase I

Beta-264173

2710 ± 40

920-800

C

Arancibia Román et al., 2011: tab. 1

Beta-264172

2650 ± 40

890-870* 850-780*

C

Arancibia Román et al., 2011: tab. 1

Morro de Mezquitilla. Fase B Ia

B-4178

2750 ± 50

920-828

C

Pingel, 2006: 148

Morro de Mezquitilla. Fase B IIa

B-4176

2830 ± 100

1115-851

C

Pingel, 2006: 148

Quinta do Almaraz

ICEN-926

2660 ± 50

910-790

H

de Barros et al. 1993: 167

Quinta do Almaraz

ICEN-914

2640 ± 50

900-780

Co

de Barros et al. 1993: 167

Rocha Branca

ICEN-852

2650 ± 60

920-780

Co

Gomes, 1993: 82-83

Beta-264165

2600 ± 60

970-960* 940-780*

C

Arancibia Román et al., 2011: tab. 1

Toscanos I-II

KN-676

2740 ± 60

920-819

C

Pingel, 2002: 248-249

Toscanos IV

GrN-5824

2680 ± 55

895-800

C

Pingel, 2002: 248-249

Vejer de la Fra. Conv. Concepc.

UBAR-347

2650 ± 50

930-790

H

Giles Pacheco et al. 1993-94: 45-46

Huelva. Pl. Monjas. Subfreático

La Rebanadilla. Fase I

San Isidro

1

Referencia1

Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2010: 231-232, nt. 2

REFERENCIAS: Se ha citado la bibliografía más reciente o bien la original de la datación.

* Porcentaje de probabilidad no disponible. M = MUESTRAS: C = carbón; Co = concha; H = hueso; HA = Hueso de animal; Hb = herbáceas; MH = molar humano. Tab. 1. Dataciones radiométricas en contextos fenicios e indígenas de la Península Ibérica entre los siglos X-VIII cal BC.

Poco después, se obtuvieron las primeras dataciones 14 C en poblados indígenas de Andalucía donde aparecía cerámica fenicia, que apuntaban en el mismo sentido que Morro de Mezqutilla. Cabe destacar los casos de Cerro de la Mora –Moraleda de Zafayona, Granada– (Carrasco Rus et al., 1987: 88; González et al. 1987: 384), Acinipo –Ronda, Málaga– (Aguayo et al. 1989: 311) y Convento de las Franciscanas Concepcionistas de Vejer de la Frontera –Cádiz– (Giles Pacheco et al., 1993-94: 46-49). Las fechas calibradas señalaban intervalos del siglo IX o incluso ante-

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riores; como muy tarde no bajaban de los inicios del siglo VIII a.C. Por contra, las dataciones tradicionales según la cronología de la cerámica fenicia que aparecía en esos niveles se fecharía a lo largo del siglo VIII hasta la primera mitad del VII a.C. Resultados similares ofrecieron las dataciones efectuadas en emplazamientos del litoral portugués en niveles con materiales fenicios: Alcáçova de Santarém –Ribatejo– (Arruda, 1993: 198), Quinta do Almaraz –Estremadura– (de Barros et al., 1993: 167) y Rocha Branca –Algarve– (Gomes, 1993: 82-83).

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Esta multiplicación de resultados radiométricos coherentes en diferentes lugares del sur peninsular hacía evidente la necesidad de una explicación histórica sobre el desfase existente entre las fechas calibradas y la cronología basada en la cerámica. Así, M. E. Aubet (1994: 318-323) recogió en un apéndice de la segunda edición de su conocido libro Tiro y las colonias fenicias de Occidente una tabla con las dataciones de 14C calibradas disponibles para el mundo fenicio de la Península por aquel entonces. Dicha autora planteó abiertamente en el referido apéndice que los fenicios se establecieron en Morro de Mezquitilla en el siglo IX. No obstante, en el cuerpo del libro referido, Aubet (1994: 263) se mostró más reacia a tales cronologías. Aunque apuntó la posibilidad de que existiera un horizonte fenicio occidental anterior a los primeros niveles del Morro de Mezquitilla, se mostró partidaria de considerar la fundación de este enclave como coetánea a otros asentamientos fenicios occidentales, caso de Doña Blanca, Sulcis o Cartago, que ella situó en la primera mitad del siglo VIII a.C. Poco después se publicaron algunas dataciones de Toscanos, que igualmente situaban la fundación del poblado en el siglo IX cal BC. En aquellos momentos existía una cierta reserva a iniciar el debate sobre las fechas que se habían venido manejando hasta entonces, que, por otra parte, resultaban coherentes con lo que ocurría en el resto del Mediterráneo y proporcionaban unas bases aparentemente firmes a un modelo de interpretación bien construido, pero que descansaba en la alta consideración de que gozaban las cerámicas griegas como elemento cronológico fiable, quizás sin caer en la cuenta de que los fundamentos de su datación absoluta eran bastante frágiles. La mayor parte de la comunidad científica mantuvo las dataciones tradicionales, incluso también quienes habían lanzado inicialmente las nuevas cronologías radiocarbónicas o habían sido pioneros en su consideración (Schubart, 1999: 252; 2001: 197; Aubet Semmler, 2002: 8). Pero los nuevos resultados no podían ser dejados de lado sin más, de manera que una minoría de investigadores comenzó a posicionarse en favor de las nuevas cronologías, admitiendo la posibilidad de una presencia fenicia en la Península en el siglo IX a.C. (Castro Martínez et al., 1996: 193-195; Ruiz Gálvez, 1998: 291-292). Incluso hubo quien fue más allá, apuntando una datación en los siglos X-IX a.C. (López Amador et al., 1996: 106-109). Algunos autores abogaron por la prudencia: sin rechazar las dataciones convencionales, apuntaban la posibilidad de un cam-

bio del paradigma vigente en futuras investigaciones, en el sentido de atribuir una mayor antigüedad en la llegada de los fenicios (López Castro, 1995: 33; Gómez Toscano, 1997: 254-255). Finalmente, otros se mostraron críticos con la manera de usar el 14C calibrado (Escacena Carrasco, 2000: 36-37).

2.2. LOS MATERIALES DEL NIVEL SUBFREÁTICO DE HUELVA Hubo que esperar a 2004 para que las fechas tradicionales de la llegada de los fenicios a la Península Ibérica fueran cuestionadas de manera sistemática. El revulsivo fue la publicación de los materiales obtenidos en el nivel subfreático del solar ubicado en plaza de las Monjas 12 / calle Méndez Núñez 7-13, en pleno centro de Huelva (González de Canales Cerisola et al., 2004). Al abundante elenco de piezas fenicias documentadas, había que añadir una serie de materiales griegos del Geométrico Medio II y del Subprotogeométrico (Fig. 2), además de fragmentos sardos, villanovianos y chipriotas que iban acompañados de un nutrido conjunto de cerámicas a mano propias del Bronce Final del Suroeste peninsular. Por otro lado, también aparecieron numerosos elementos de marfil y hueso, tanto trabajados como en forma de materia prima, entre ellos parte de un colmillo de elefante, a lo que hay que añadir también la presencia de algunos objetos metálicos y líticos. En síntesis, pese a la extracción mecánica del conjunto, los restos materiales documentados constituyeron una novedad de primer nivel, pues mostraban claramente la implantación de un grupo de extranjeros en Huelva pertrechados con todo el utillaje necesario para sus actividades económicas, sociales y de intercambio. Esta comunidad foránea estaría formada mayoritariamente por fenicios, acompañados quizás de algunos individuos de otras procedencias mediterráneas. Para los autores del estudio de estos materiales, las cerámicas fenicias halladas eran paralelizables a las documentadas en Tiro entre los estratos XIII-X y IV, fechados por P. M. Bikai (1978: 67) desde 1070/1050 a 760 a.C. La ausencia de algunas formas presentes en el estrato IV de Tiro hacía pensar que este nivel subfreático debía ser anterior a la finalización de aquél. Igualmente, la falta de los característicos platos fenicios occidentales de engobe rojo con borde estrecho y vuelto constituía otro elemento esencial de cara a fechar este nivel onubense en

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a 0

5

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b

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Fig. 2. Huelva. Plaza de las Monjas 12 / calle Méndez Núñez 7-13. Nivel subfreático. Algunas de las cerámicas griegas más características. Museo de Huelva (imágenes: autor): a-b) Cántaros. Geométrico Medio II; c) Plato de semicírculos colgantes. Subprotogeométrico.

un momento anterior a la fundación de los asentamientos peninsulares considerados más antiguos, Morro de Mezquitilla y Doña Blanca. Al tiempo, los materiales griegos situaban la datación más tardía del conjunto en ca. 760 a.C., de acuerdo con la cronología convencional. De este modo, se propuso una fecha absoluta para este estrato subfreático de Huelva que iba desde finales del siglo X o primera mitad del IX a.C hasta los años 780-770 a.C., correlacionando este contexto con las dataciones de 14C disponibles para el depósito de la Ría de Huelva (González de Canales Cerisola et al., 2004: 196-199).

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Poco después, tres fechas radiométricas obtenidas sobre huesos vinieron a corroborar la antigüedad del conjunto onubense, proporcionando un intervalo medio a 2σ entre 930-830 cal BC con un 94% de probabilidad (vid. Tab. 1) (Nijboer y van der Plicht, 2006; 2016: 109-113; González de Canales et al., 2008: 642, nt. 46; Nijboer, 2008: 370-372). Pese a las objeciones que se han puesto a la naturaleza del contexto de estos materiales subfreáticos de Huelva, dudándose si era un único paquete estratigráfico o bien una suma de niveles alterados por la

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LAS PRIMERAS IMPORTACIONES GRIEGAS EN OCCIDENTE Y LA CRONOLOGÍA DE LA CERÁMICA GEOMÉTRICA: HACIA UN NUEVO PARADIGMA (I)

extracción mecánica (Gómez Toscano, 2013: 86-89), la mayoría de la investigación aceptó que se trataba del testimonio más antiguo de la presencia fenicia en la Península Ibérica conocido hasta entonces. No obstante, muy pocos autores han considerado factible una fecha de mediados del siglo X a.C. para dicha instalación (Mederos Martín, 2008: 83-84). Mientras, otros abogan por una datación de muy de finales del siglo X, desarrollándose a principios de la centuria siguiente (Celestino Pérez, 2016: 93) o a lo largo de la misma (Delgado Hervás, 2008: 348 y 356-357). El grupo más numeroso de investigadores se decanta por una cronología centrada en la segunda mitad del siglo IX (Domínguez Monedero, 2007: 107-108 y 137138; Torres Ortiz, 2016: 143; Aubet Semmler, 2009: 226-227; Fantalkin, 2006: 200 y 206, nt. 35; Botto, 2011: 42). Tampoco faltan autores con una actitud menos favorable a aceptar estas dataciones altas y que prefieren utilizar el límite más tardío del conjunto de acuerdo con la cronología de Coldstream para las cerámicas griegas –hacia 770 a.C. en su término–, aun admitiendo un inicio de la actividad fenicia en momentos finales del siglo IX (Belén Deamos, 2010-11: 101; Ruiz Mata y Gómez Toscano, 2008: 339-343; Gailledrat, 2014: 24-27).

2.3. LAS NUEVAS EVIDENCIAS Y EL COMIENZO DEL DEBATE CRONOLÓGICO En los años siguientes al estudio y publicación de los materiales de este nivel subfreático de Huelva se dieron a conocer otros lugares del sur peninsular con una presencia fenicia que arrancaba desde la segunda mitad o finales del siglo IX a.C. En estos enclaves a veces se dispuso de cronologías radiométricas y en otros se usaron solo las convencionales, aproximando las fechas de las cerámicas fenicias más arcaicas a las dataciones calibradas. Esto no resolvió los numerosos problemas que conllevaba la nueva cronología, pero vino a confirmar que lo visto en Huelva no era un caso aislado o un contacto esporádico. Algunos enclaves se revelaron como plenamente fenicios desde sus niveles más antiguos, como se comprobó en las excavaciones del Teatro Cómico de Cádiz (Gener Basallote et al., 2014; Torres Ortiz et al. 2014). Otros lugares parecen ser de carácter local, pero con una cierta implicación fenicia en el funcionamiento de los mismos. Son los

casos de Alcorrín –Manilva, Málaga– (Marzoli et al. 2010: 171-175 y 180), La Rebanadilla –recinto aeroportuario de Málaga– (Arancibia Román et al. 2011: 130; Sánchez Sánchez-Moreno et al. 2011; 2012) o El Carambolo (Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2007: 103-109; 2010: 214-232). En estos tres últimos enclaves disponemos de varias dataciones de 14C calibrado que nos confirman una fecha anterior al comienzo del siglo VIII cal BC. Por otra parte, en La Rebanadilla y El Carambolo se ha documentado también cerámica griega del Geométrico Medio II, que, unida al lote procedente del subfreático de Huelva, constituyen el testimonio más antiguo de este tipo de evidencias conocidas en la Península Ibérica. Serían el eslabón más occidental de un grupo de cerámicas similares coetáneas documentadas en el Mediterráneo central, tanto en contextos propiamente fenicios como otros vinculados a las comunidades locales. Así, encontramos estos materiales en enclaves de la Italia tirrénica central y meridional, como Tarquinia, Caere, Veyes y Pontecagnano, entre otras localizaciones. A este grupo debemos añadir el lote documentado en la isla de Ischia –la antigua Pitecusa–. También han aparecido en Cerdeña –Sant’Imbenia– y en Sicilia –Villasmundo–, así como recientemente en Útica –Túnez– (Fig. 3). A raíz de los resultados de las dataciones radiométricas, en los últimos años no han faltado quienes se han planteado la necesidad de introducir cambios en las cronologías tradicionales de las cerámicas griegas de los siglos XI-VIII a.C. que en su día propusieron Desborough y Coldstream. La primera voz discordante de manera expresa con la cronología convencional de estas producciones fue M. Trachsel. En su tesis doctoral, centrada en el mundo de Hallstatt, este autor llamó la atención sobre la necesidad de corregir al alza determinadas dataciones en el mundo itálico y egeo en los inicios del Hierro, principalmente basándose en datos dendrocronológicos (Trachsel, 2004: 153-321). Muy pronto, otros autores se hicieron eco de su propuesta, aportando su propia contribución (Mederos Martín, 2005: 321-329; Brandherm, 2008: 95). No obstante, este debate solo ha sido acogido por un sector limitado de la comunidad científica, por lo que en la práctica se sigue viviendo un “divorcio” entre las crono-

4 GrN-29511, GrN-29512 y GrN-29513 (vid. Tab. 1).

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Fig. 3. Dispersión de la cerámica griega del Subprotogeométrico y Geométrico Medio II euboica, ática y cicládica en Occidente.

logías calibradas y las convencionales (Fig. 4), cuyos ejes se encuentran actualmente en la Península Ibérica y Palestina. Por contra, en el Egeo y en Italia todavía se dispone de muy pocas fechas de 14C para los siglos XI-VIII a.C., aunque este panorama está empezando a modificarse, por lo que posiblemente el cambio dé sus frutos en los próximos años.

3. LA CRONOLOGÍA DEL HIERRO IIA Y IIB EN PALESTINA Y LOS HALLAZGOS GRIEGOS Los arqueólogos israelíes han sido pioneros en el uso del 14C calibrado en el contexto de la Edad del Hierro del Mediterráneo oriental. En los últimos veinte años ello ha permitido disponer de una serie de dataciones absolutas independientes de los hechos históricos narrados en el Antiguo Testamento y su vinculación con las destrucciones de determinados niveles del Hierro IIA y IIB que se detectan en algunos lugares del norte de Palestina. En estas secuencias aparecen diversos fragmentos de cerámicas protogeométricas, subgeométricas y geométricas que quedaban datados de manera automática al darse cronología absoluta a los estratos en que se encontraban. Pero los referidos niveles de destrucción no resultan fáciles de asig-

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nar a un acontecimiento histórico concreto, por lo que las discrepancias entre los diversos investigadores han llevado a la elaboración de dos sistemas cronológicos, entre los que hay un siglo de diferencia. La llamada cronología alta o convencional fue sistematizada por Y. Yadin (1958; 1970), habiendo sido la mayoritariamente seguida por la investigación hasta finales del siglo XX. Su fundamento fue la asignación de las construcciones monumentales del estrato VA/IVB de Meguiddó y otras similares documentadas en Jasor y Guézer al reinado de Salomón (c. 970-930 a.C. según el relato bíblico). Por su parte, la cronología baja fue propuesta inicialmente por K. M. Kenyon (1957; 1963; 1964), quien fechó estas mismas estructuras en la dinastía israelita de los Omridas (885-841 a.C.), fundamentalmente los reinados de Omrí y de Ajab. En la década de 1990 la cronología baja fue sistematizada por I. Finkelstein (1996; 1999) y ha ido logrando cada vez más adhesiones, aunque se han planteado también algunas propuestas que se ubican entre ambos sistemas (Mazar, 2005). Ya adelantamos que la cronología baja fue la elegida por J. N. Coldstream en 1968 (cfr. 2008: 304-307) para establecer la datación de la cerámica geométrica griega, utilizando concretamente unos pocos fragmentos aparecidos en diversos lugares como Meguiddó, Samaría y Tell Abu Hawam (Fig. 5).

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COLDSTREAM TRACHSEL (1968) (2004)

MEDEROS (2005)

DATACIONES 14C cal a.C. 2σ

SM 1100 a.C.

1050

HR IIIC

HR IIIC

PGA PGM

SM

SM

PGR 1000

PGA

PGA(1)

PGM

1050

LR-IV EC Út

1000

GA I

PGM

GA II

PGR

Ac

(2)

950

SPG

PGR GM I

900

950 LR-I

Hu

AI VF

MM RB QA

GA I

AS

900

GA II

GA I GM II

GA II

GM I SPG

850

GM I

GR I

850 Ca

SPG

800

1100 a.C.

GM II

800

GM II 750

GR II GR I

GR I

GR II

GR II

700 a.C.

PA

HR IIIC: Heládico Reciente IIIC SM: Submicénico PGA: Protogeométrico Antiguo PGM: Protogeométrico Medio PGR: Protogeométrico Reciente SPG: Subprotogeométrico (Eubea) GA: Geométrico Antiguo GM: Geométrico Medio GR: Geométrico Reciente PA: Protoático (1) (2)

Desborough, 1952: 294; 1972: 55 Lemos, 2002: 26

750

700 a.C.

PA

PA

CERÁMICA GRIEGA EN CONTEXTO SPG y GM II GM II GR Sin presencia de cerámica griega

Ac: Acinipo. Cabañas espolón oriental Al: Alcorrín. Fortificaciones AS: Alcáçova de Santarém. Fase I Ca: Cartago. Bir Massouda EC: El Carambolo V Hu: Huelva. Nivel subfreático MM: Morro de Mezquitilla. Estrato B1 LR-I: La Rebanadilla I LR-IV: La Rebanadilla IV QA: Quinta do Almaraz RB: Rocha Branca T: Toscanos. Fase I-II Út: Útica. Relleno pozo UE 20017 VF: Vejer de la Frontera. Conv. Concepcionistas

Fig. 4. Comparación de los sistemas cronológicos propuestos para la cerámica ática y euboica con las dataciones radiométricas calibradas en Occidente de los siglos XI-VIII a.C.

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Cronología Baja 1200

1200

1150

1150 1100

1050

1050

950

Hierro IA

Heládico Reciente IIIC Submicénico

Heládico Reciente IIIC

1100

1000

Cronología Alta (Convencional)

Submicénico TR VI

PG. Antiguo

TR V

Protogeométrico Medio

PG. Antiguo

Hierro IB

Protogeométrico Medio PG. Reciente

TR 1000 IV

950

TR M VI

Geométrico Antiguo

TR V

Salomón

PG. Reciente

900 850 800 750 700 a.C.

Geométrico Medio

850 SPG

Geométrico Reciente

S

Omrí Ajab

SPG TAH

Jazael Hierro IIB

750 700 a.C.

Geométrico Reciente

C cal intervalos de probabilidad

14

Dataciones 14C calibrado

Alta

Narración bíblica

Media

La periodización del Hierro I y II sigue a E. Mazar (2005: tab. 2.1)

Geométrico Medio

800 TAH

Dataciones estratigráficas

Hierro IIA

900

M

Geométrico Antiguo

TR IV

Baja

S

M: Meguiddó. Estrato VA-IVB S: Samaría. Destrucción asiria de 722 a.C. TAH: Tell Abu Hawan. Final del estrato III TR: Tel Rehov. Estratos VI, V y IV PG: Protogeométrico SPG: Subprotogeométrico

Fig. 5. La cerámica ática y euboica según la cronología alta y baja del Hierro I y II de Palestina.

3.1. APOYOS PARA LA CRONOLOGÍA CONVENCIONAL DE LA CERÁMICA GRIEGA EN PALESTINA En Meguiddó, Coldstream utilizó dos fragmentos de escifos áticos del Geométrico Medio I cuya procedencia exacta es discutida (Fig. 6). Aunque generalmente se señala que fueron hallados en el estrato V, existen las sospechas de que pudieran proceder del posterior estrato IV (Clairmont, 1955: 99, pl. 20, 1-2; Francis y Vickers, 1985: 134-135). Al tiempo, ambos niveles han sufrido diversos replanteamientos, unificaciones y separaciones desde las primeras excavaciones realizadas en 1903. Originalmente, Kenyon (1963: 270) situó el final del original estrato V poco antes de 850 a.C., fecha que coincidiría con el inicio del Geométrico Medio I ático en el sistema de Coldstream, con lo cual estas producciones comenzarían con anterioridad. Un replanteamiento de la secuencia del tell llevó en su momento a individualizar un estrato VA-IVB, donde la mayoría de los autores colo-

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Fig. 6. Meguiddó. Estrato VA-IVB. Fragmentos de escifos griegos del Geométrico Medio I. Sin escala (según Clairmont, 1955).

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can los fragmentos griegos referidos. Dicho estrato finalizaría hacia 840/830 a.C., quizás por un ataque de Jazael de Damasco (Mazar, 2005: tab. 2.2). Por otro lado, la propuesta de N. Franklin (2005: 319-321) de separar nuevamente los estratos V y IV, considerando éste último como de época postomrida y, por ello, posterior a 841 a.C., vendría a reabrir el debate hasta que no se aclarase la procedencia de los fragmentos griegos en cuestión o se documentasen otros nuevos bien estratificados. En Samaría se localizaron varios fragmentos que pertenecían a una crátera del Geométrico Medio II, de taller ático o árgivo (Crowfoot et al., 1957: 210212, pl. 18, 1-2, fig. 34a; Coldstream, 2003a: 249, fig. 1) (Fig. 7). Algunos de estos fragmentos se documentaron en los niveles helenísticos y romanos, lo que indica claramente una cierta remoción de parte de la secuencia. No obstante, uno de ellos puede asignarse con cierta seguridad al periodo V de la ciudad, cuyo final fue provocado por el ataque asirio de 722 a.C. Para Brandherm (2008: 95) lo único seguro es que dicha crátera ya estaba en Samaría en el momento de la destrucción de la ciudad y que pudo llegar mucho antes de este acontecimiento. También apunta Coldstream (2008: 304) la posibilidad de atri-

buir esta pieza al Geométrico Reciente, por lo que su fecha convencional estaría entonces más cercana a la destrucción de la capital del reino de Israel a manos de los asirios. A este respecto, A. Fantalkin (2001: 120) ha señalado que, dada la confusión que existe con la secuencia de Samaría y la mezcla de contextos que tienen los diversos fragmentos de la referida crátera, es discutible utilizar esta pieza como indicador cronológico seguro. Dos piezas procedentes del estrato III de las excavaciones realizadas en 1932 y 1933 por R. W. Hamilton en Tell Abu Hawam proporcionaron a Coldstream (2008: 303) otro apoyo para su sistema cronológico. El fragmento considerado de cronología más temprana correspondía a un escifo de semicírculos colgantes que fue clasificado inicialmente como protogeométrico y de taller cicládico (Fig. 8, a). La otra pieza era una copa monoansada atribuida entonces a una producción protogeométrica tesalo-cicládica fechada en un momento no anterior al Geométrico Medio I ático (Fig. 8, b) (Herrera y Gómez Toscano, 2004: 126-130). El propio Coldstream expresó sus dudas sobre la datación final del estrato III por las discrepancias existentes sobre los potenciales destructores del mismo: el faraón Sheshonq I en ca.

Fig. 7. Samaría. Reconstrucción de la crátera del Geométrico Medio II. Sin escala (según Coldstream, 2003).

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corresponde a una fábrica euboica, con una datación convencional en torno a ca. 825 a.C. Mientras, la copa monoansada tesalo-cicládica se considera ahora también subprotogeométrica (Gómez Toscano y Balensi, 1999: 54-55, fig. 4, n.º 1-2; Herrera y Gómez Toscano, 2004: 126-130 y 227-228, lám. 7, n.º 60-61). Igualmente, esta revisión del estrato III de Hamilton ha llevado a localizar un nuevo fragmento griego que procede también de la fase IIIb3. Se trata de otro escifo, posiblemente cicládico, atribuido al momento de transición entre el Geométrico Medio II y el Geométrico Reciente I, cuya fecha convencional está en torno a 760 a.C. (Fig. 8, c) (Gómez Toscano y Balensi, 1999: 55-58, fig. 4, n.º 3; Herrera y Gómez Toscano, 2004: 130-131, lám. 7, n.º 58).

a

b 0

5 cm

c Fig. 8. Tell Abu Hawan. Estrato III. Materiales griegos (elaboración propia a partir de Herrera y Gómez Toscano, 2004): a) Escifo euboico de semicírculos colgantes. Subprotogeométrico. b) Copa monoansada tesalo-cicládica. Subprotogeométrico. c) Escifo ¿cicládico? Transición Geométrico Medio II-Geométrico Reciente I.

926 a.C., Yehú de Israel en ca. 841-840 a.C. o Jazael de Damasco como muy tarde ca. 815, decantándose él mismo por la fecha más baja (Coldstream, 2008: 305). Actualmente, tras una serie de revisiones, el estrato III de Tel Abu Hawam se ha subdividido en seis fases constructivas con una cronología convencional que se inicia a finales del siglo XI o inicios del siglo X a.C. para terminar poco antes de mediados del VIII a.C. (Herrera y Gómez Toscano, 2004: 39-57 y 176-178; Aznar et al., 2005: 23-25). Las dos piezas griegas antes aludidas corresponderían al subestrato IIIb3, el más tardío del estrato III e inmediatamente previo a la destrucción del enclave y su abandono hasta época persa. Los nuevos estudios han determinado que el escifo protogeométrico cicládico es, en realidad, subprotogeométrico y

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Llegados a este punto, parece claro que los hitos que estableció Coldstream para la asignación de cronologías absolutas al Geométrico griego basándose en los enclaves del norte de Palestina no son para nada seguros (Fantalkin, 2001: 121). Si tomamos como anclaje una fecha terminal ca. 720 a.C., momento de las destrucciones asirias en el reino de Israel, lo único que queda claro es que el estilo geométrico había existido con anterioridad o todavía existía en aquel entonces, estableciéndose sus fases por una cronología relativa en la que la evolución estilística fue determinante, mientras que la duración de cada periodo fue más estimativa que real, siguiendo el esquema de las “generaciones”. Incluso hay autores que, utilizando el mismo argumento de la falta de seguridad en las estratigrafías y la ausencia de contextos arqueológicos cerrados, han propuesto que la cronología de Coldstream debe ser rebajada aún más (Francis y Vickers, 1985: 133 y 136-138; James, 1993: 121-122). Por tanto, parece que la vía tipológica y estratigráfica para acercarse a la cuestión cronológica de la cerámica griega de los siglos XI-VIII a.C. está bastante agotada en la región que ha aportado hasta ahora los elementos determinantes en su datación absoluta convencional. Por ello, desde finales del siglo XX la irrupción del 14C calibrado en el estudio del Hierro I y II de Palestina ha señalado que, en principio, las fechas radiométricas resultan más cercanas a la cronología baja que a la alta (Finkelstein 1995; 1996; Piasetzky y Finkelstein, 2005: 299300). Sin embargo, esta mayor cercanía no quiere decir que se confirmen las fechas tradicionales de Coldstream, pues los resultados obtenidos tienden a subir las dataciones absolutas, aunque sin alcanzar las fechas de la cronología alta.

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3.2. TEL REḤOV Y LA CRONOLOGÍA CONVENCIONAL MODIFICADA En este sentido un lugar que resulta clave es Tel Reḥov, que viene siendo investigado por A. Mazar desde 1997. Este enclave del valle medio del Jordán ha proporcionado varios fragmentos griegos bien estratificados (Coldstream y Mazar, 2003) combinados con una larga serie de dataciones radiocarbónicas. Los fragmentos griegos más antiguos hallados en Tel Reḥov corresponden a sendas cráteras euboicas del Protogeométrico Final o Subprotogeométrico halladas en los estratos VI y V (Fig. 9, a-b). En el estrato V se documentó también una píxide euboica del Subprotogeométrico II-IIIa (Fig. 9, c-d) (Coldstream y Mazar, 2003: figs. 2-3 y 6). Por su parte, en el estrato IV aparecieron un escifo euboico de semicírculos colgantes fechado en el Subprotogeométrico I-IIIa (Fig. 9, f) y un escifo ático del Geométrico Medio I (Fig. 9, g) (Coldstream y Mazar, 2003: figs. 2-3 y 5-7). Esta última pieza se documentó bajo los escombros del denominado edificio F del área C, el más reciente del estrato IV, que fue finalmente incendiado y contiene un nutrido repertorio cerámico del Hierro IIA (Mazar et al. 2005: 237-243, figs. 13.35-13.37). Las fechas calibradas obtenidas en Tel Reḥov se han insertado plenamente en el debate entre los partidarios de la cronología alta y la baja, aproximándose a la primera, revisándola, pero sin alcanzar la antigüedad de sus propuestas, dando lugar así a una cronología convencional modificada (Mazar, 2005: 21-22 y 25-26; Mazar et al. 2005: 252-253), que tampoco ha quedado libre de críticas (Fantalkin et al., 2011: 181182). La datación determinante del estrato IV de Tel

Estratos y materiales cerámicos

Reḥov procede de granos de trigo almacenados en el referido edificio F, mostrando un intervalo de 934-830 cal BC, con un 89,5% de probabilidad (Bruins et al., 2003: tab. S1; Mazar, 2004: 28; Mazar et al. 2005: 243244; Brandherm, 2008: fig. 12). Este rango cronológico prestaba un mínimo apoyo a la datación convencional del Geométrico Medio I (Coldstream y Mazar, 2003: 40-45), pero realmente hablamos de un cortísimo intervalo de tiempo de 20 años, al situarse la fecha tradicional de su inicio en ca. 850 a.C. En un trabajo posterior, Mazar (2004: 27-31, nt. 8), ya en solitario, planteó que los resultados de Tel Reḥov podían permitir elevar la cronología de inicio del Geométrico Medio I por encima de dicha fecha. Aceptar esta última propuesta invalidaría la cronología de Coldstream para el Geométrico Medio I. Por su parte, I. Finkelstein (2005: 307) ha señalado que Tel Reḥov IV es coetáneo a Meguiddó VA/IVB, añadiendo el propio Mazar (2005: fig. 2.2) el estrato III de Tell Abu Hawam a esta correlación. De tal modo los niveles donde aparece cerámica del Subprotogeométrico y Geométrico Medio I en estos enclaves del norte de Israel se fecharían en el Hierro IIA, entre 1000/980 y 840/830 cal BC (vid. Fig. 5, Tab. 2). Siguiendo la cronología de Coldstream, esta datación daría solo un estrechísimo margen de unos 20 años para la llegada de estas cerámicas a la región. No resulta imposible, pero resulta más factible pensar en un periodo más amplio de tiempo.

4. CRONOLOGÍAS RADIOMÉTRICAS DE LOS SIGLOS XI-VIII CAL BC EN EL EGEO Desde hace algunos años ya disponemos de algunas cronologías calibradas en el Egeo para los primeros siglos del Hierro. Todavía son pocas dataciones,

Laboratorio

Edad BP*

Cal BC 2σ

M

Referencia

Tel Reḥov. Estrato VI. Sector C. Edificio A. PGR-SPG

GrN-21043 GrN-21054 GrN-21182

2768 ± 12

970-958 (10,1%) 934-892 (53,6%) 880-836 (31,7%)

C

Mazar et al., 2005: 220-221, tab. 13.3; Brandherm, 2008: fig. 12

Tel Reḥov. Estrato V. Sector B. Nivel de destrucción. PGR-SPG

GrA-21034 GrA-21047 GrA-21179

2786 ± 22

998-895 (84,0%) 877-842 (11,4%)

HO

Mazar et al., 2005: 246-247, tab. 13.3; Brandherm, 2008: fig. 12

Tel Reḥov. Estrato IV. Sector C. Edificio F. SPG-GM I

GrA-21152 GrA-21154 GrA-21267

2760 ± 25

970-958 (5,9%) 934-830 (89,5%)

T

Mazar et al., 2005: 243-244, tab. 13.3; Brandherm, 2008: fig. 12

MATERIALES CERÁMICOS: PGR = Protogeométrico Reciente; SPG = Subprotogeométrico; GM = Geométrico Medio. * Valor medio estadístico. M = MUESTRAS: C = carbón; HO = hueso de oliva; T = trigo carbonizado. Tab. 2. Dataciones radiométricas de Tel Reḥov. Estratos VI, V y IV.

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0

a

2 cm

0

b

2 cm

c

c 0

2 cm

0

0

e

2 cm

0

0

2 cm

d

2 cm

f

2 cm

g Fig. 9. Tel Reḥov. Cerámicas griegas documentadas en los niveles del Hierro IIA (según Mazar y Coldstream, 2003): a) Estrato VI o inicios del V. Área E. Fragmento de crátera euboica. Protogeométrico Reciente o Subprotogeométrico. b) Estrato V. Área G. Fragmento de crátera euboica. Protogeométrico Reciente o Subprotogeométrico. c-d) Estrato V. Área B. Fragmentos de píxide euboica. Subprotogeométrico II-IIIa. e) Sin asignación de estrato. Área C. Fragmento de escifo euboico. Protogeométrico Reciente o Subprotogeométrico I. f) Estrato IV. Área C. Fragmento de escifo euboico de semicírculos colgantes. Subprotogeométrico I-IIIa. g) Estrato IV. Área C. Fragmentos de escifo ático. Geométrico Medio I.

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Estratos y materiales cerámicos

Laboratorio

Edad BP

Cal BC 2σ

M

Referencia

Assiros. Cabaña. Fase 2 PGA

Hd-21077

2906 ± 23

1091-1079

Ma

Calapodi. Posible hogar PGA

RTK-6371

2850 ± 40

1130-906

T

Toffolo et al., 2013: 7, tab. 1

Calapodi PGR

RTK-6397

2742 ± 29

972-959 (3,0%) 936-819 (92,4%)

HA

Toffolo et al., 2013: 8, tab. 1

Calapodi GM – GR

RTK-6395

2445 ± 55

761-682 (22,3%) 671-405 (73,1%)

HA

Toffolo et al., 2013: 6, tab. 1

Corinto. Enterramiento SM

RTK-6699

2805 ± 55

1118-833

HH

Toffolo et al., 2013: tab. 1

Corinto. Enterramiento GA?

RTK-6701

2760 ± 60

1049-805

HH

Toffolo et al., 2013: tab. 1

Corinto. Enterramiento GM

RTK-6702

2855 ± 55

1252-1241 (0,7%) 1213-897 (94,7%)

HH

Toffolo et al., 2013: 6 y 8, tab. 1

Lefcandí. Área M HR IIIC Medio y Tardío

RTT-6104

2980 ± 55

1388-1047

C

Lefcandí. Área M HR IIIC Tardío – SM

RTK-6124

2850 ± 30

1116-925

HA

Toffolo et al., 2013: tab. 1

Lefcandí. Necrópolis de Tumba PGM – PGR

RTK-6384

2880 ± 40

1209-969 (89,8%) 963-939 (5,6%)

Tx

Toffolo et al., 2013: tab. 1

Newton et al., 2005: 106, tab. 8.1, fig. 8.2

Toffolo et al., 2013: 6, tab. 1

MATERIALES CERÁMICOS: HR IIIC = Heládico Reciente IIIC; SM = Submicénico; PGA = Protogeométrico Antiguo; PGM = Protogeométrico Medio; PGR = Protogeométrico Reciente; GA = Geométrico Antiguo; GM = Geométrico Medio; GR = Geométrico Reciente. M = MUESTRAS: C = carbón; HA = hueso de animal; HH = hueso humano; Ma = madera; T = trigo carbonizado; Tx = textil. Tab. 3. Dataciones radiométricas disponibles para el Egeo en los inicios de la Edad del Hierro.

pero algunas de ellas han resultado sorprendentes y apuntan a una mayor antigüedad que la cronología convencional, mientras que otras están abiertas a diferentes interpretaciones (Tab. 3). Los resultados dendrocronológicos obtenidos en Assiros –Macedonia– no solo han venido a cuestionar abiertamente las fechas convencionales para el Protogeométrico, sino que han planteado la posibilidad de que este estilo se inicie en la mitad norte de Grecia –incluyendo a Eubea– antes que en el Ática. De confirmarse esta hipótesis se pondría en tela de juicio la visión atenocéntrica que tienen estas producciones. En Assiros apareció un ánfora del Protogeométrico Antiguo5 en un nivel de destrucción situado entre dos etapas constructivas bien definidas –fases 3 y 2–. La datación convencional cerámica señaló una fecha entre 1050 y 800 a.C. para la citada ánfora. Sin embargo, los datos radiométricos basados en la secuencia dendrocronológica anatólica (Manning et al., 2001) determinaron que los árboles del edificio de la fase 2 fueron cortados en 1080 +4/-7 cal BC, mientras que la tala de los utilizados en la siguiente tuvo lugar en 1070 +4/-7 cal BC. El último anillo de árbol conservado en Assi-

ros 3 proporcionó una datación a 2σ de 1091 ± 25 cal BC con un 95,4% de probabilidad (Newton et al., 2005: 106-109). La enorme precisión de la serie dendrocronológica confieren a estos datos un extraordinario valor, ya que señalan que el Protogeométrico Antiguo ya existía entre 25 y 50 años antes de lo señalado por la cronología convencional de Desborough, que sitúa el inicio del estilo ca. 1050-1025 a.C. Hace pocos años se han publicado también una serie de dataciones radiométricas que ofrecen alguna información en Calapodi –Grecia central– y Lefcandí –Eubea– para el Heládico Final IIIC y Protogeométrico (Toffolo et al., 2013: tab. 1). Las fechas aportadas presentan unos intervalos de probabilidad amplios y numerosos solapamientos, por lo que las lecturas resultan poco concluyentes, contrastando por ejemplo con la serie de la Península Ibérica. Esto se ha interpretado en el sentido de apoyar la cronología convencional para la transición entre ambos periodos a través de la fase submicénica (Toffolo et al. 2013: 10). Sin embargo, no hay que olvidar –algo que ocurre con frecuencia– la naturaleza estadística de las dataciones radiométricas y que cualquier fecha del intervalo de probabilidad tiene las mis-

5 Corresponde al grupo I de Catling (1998).

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EDUARDO GARCÍA ALFONSO

DATACIONES 14C cal a.C. 2σ 1388

COLDSTREAM TRACHSEL (1968) (2004) SM 1100 a.C.

1050

HR IIIC

PGA PGM

SM

PGA(1)

L-2 C-1

HR IIIC SM

1050

PGA 1000 L-3

950

Ca-2

SPG

PGR GM I

GA I GA II

GA I

900

C-3

GM II

GA II

GM I SPG

850

GM I SPG

GM II GR II

GR I

GR II

GR II

PA

PA

C-2

800 Ca-3

GR I

700 a.C.

850

GR I

GM II 750

1100 a.C.

A

PGR

GA II

800

Ca-1

(2)

950

900

1252 1049

PGM

GA I PGM

1209

L-1

PGR 1000

MEDEROS (2005)

750

700 a.C.

PA 405

HR IIIC: Heládico Reciente IIIC PRESENCIA DE CERÁMICA EN CONTEXTO SM: Submicénico HR IIIC PGA GA PGA: Protogeométrico Antiguo PGM: Protogeométrico Medio PGR: Protogeométrico Reciente HR IIIC - SM PGM - PGR GM SPG: Subprotogeométrico (Eubea) GA: Geométrico Antiguo SM PGR GM - GR GM: Geométrico Medio GR: Geométrico Reciente PA: Protoático Fecha límite del intervalo medio (1) (2)

A: Assiros. Intervalo fase 3-fase 2 C-1: Corinto. RTK-6699 C-2: Corinto. RTK-6701 C-3: Corinto. RTK-6702 Ca-1: Calapodi. RTK-6371 Ca-2: Calapodi. RTK-6397 Ca-3: Calapodi. RTK-6395 L-1: Lefcandí. RTK-6104 L-2: Lefcandí. RTK-6124 L-3: Lefcandí. Nec. Tumba. RTK-6104

Desborough, 1952: 294; 1972: 55 Lemos, 2002: 26

Fig. 10. Dataciones radiométricas del Hierro en el Egeo comparadas con los sistemas cronológicos propuestos para la cerámica ática y euboica.

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mas posibilidades de datar el evento analizado. Así, los resultados de Assiros quedan incluidos plenamente en los rangos obtenidos en Calapodi y en Lefcandí (Fig. 10). Los periodos posteriores resultan todavía más confusos y a veces contradictorios. En Corinto tenemos dos fechas que colocan al Geométrico Medio como anterior a 800 cal BC, pero, paradójicamente, este periodo presenta un intervalo más temprano que el Geométrico Antiguo. En Calapodi otra fecha para la transición entre Geométrico Medio y Reciente arroja resultados poco aprovechables por su baja probabilidad y la influencia de la “meseta” hallstática. Aquí, sobre huesos de fauna disponemos de una datación6 que a 2σ presenta dos intervalos: 761-682 cal a.C. y 671-405 cal a.C. Ambos ofrecen unos índices de probabilidad poco fiables, de 22,3% el primero y 73,1% el segundo (Toffolo et al., 2013: tab. 1). La horquilla más antigua tendría una cierta coherencia con la cronología de Coldstream para un Geométrico Reciente, pero su bajo valor estadístico le confiere muy escasa credibilidad. El segundo intervalo muestra una clara influencia de la “meseta” hallstática, lo que nos hace considerarlo inválido, pese a su mayor probabilidad.

5. EL MEDITERRANEO CENTRAL En el Mediterráneo central se conoce un gran número de importaciones del Geométrico Medio II y Subprotogeométrico, con un dominio absoluto de los talleres euboicos, seguidos en mucha menor medida por los cicládicos y corintios. Hay que señalar la ausencia, por el momento, de importaciones áticas, a diferencia de los que sucede en la Península Ibérica, lo que se interpretó en su día como una distribución que correspondía a circuitos diferentes (Cabrera Bonet, 2003: 69-70). Esta idea está siendo matizada en función de los hallazgos de los últimos años (Domínguez Monedero, 2013: 14-17).

5.1. PITECUSA La fecha manejada para el origen de Pitecusa se sitúa hacia 770 a.C. en función de la cronología cerámica convencional (Ridgway, 1997: 47; Coldstream, 2003b: 221; Domínguez Monedero, 2013: 423), ya que no disponemos de fechas de 14C para el enclave. A este respecto, los materiales del Geométrico Medio II que

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f Fig. 11. Pitecusa. Monte di Vico. Vertedero Gosetti. Fragmentos de escifos del Geométrico Medio II (según Ridgway, 1997): a) Taller corintio. b-f) Taller euboico.

6 RTK-6395. A 1σ esta datación presenta tres intervalos. El de mayor probabilidad (44,2%) proporciona unas fechas entre 552-412 cal a.C., claramente aberrantes para el Geométrico.

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conocemos son muy escasos en la isla, documentándose solo unos pocos fragmentos en el llamado vertedero –scarico– Gosetti, en las laderas de la acrópolis de Monte di Vico, que parece ser el principal centro griego de Ischia. Estos ejemplares corresponden a escifos de chevrons, que deben fecharse en la etapa avanzada de esta fase cerámica y que pertenecen fundamentalmente a una producción euboica (Fig. 11). La escasa presencia del Geométrico Medio II ha sido interpretada como indicio de que el auge de este estilo ya estaba en sus postrimerías cuando los eubeos –acompañados de algunos orientales, fenicios y/o arameos del norte de Siria– se asentaron en Pitecusa, ya que tampoco se encuentra en ninguna de las casi 500 tumbas del siglo VIII estudiadas en la isla. Por contra, el material presente en los lugares de hábitat y en la necrópolis de Lacco Ameno corresponde al Geométrico Reciente euboico, que aparece frecuentemente combinado con las primeras producciones protocorintias y algunas cerámicas árgivas y de la Grecia del Este, además de materiales fenicios (Ridgway, 1997: 77-94, fig. 18). En este sentido, una mayor antigüedad de las cronologías para el Geométrico Medio II tendría repercusiones en este panorama y haría considerar al alza la fecha de fundación de Pitecusa así como abriría la posibilidad de que Lacco Ameno no fuera la necrópolis griega más antigua de la isla. Igualmente, esta propuesta podría quizás explicar mejor la presencia de la abundante serie de escifos euboicos del Geométrico Medio II y Subprotogeométrico que se conocen en la costa itálica del mar Tirreno, en lugar de la hipótesis que se viene manejando hasta ahora de navegaciones esporádicas (vid. Fig. 2).

5.2. SANT’IMBENIA La presencia de algunos materiales del Subprotogeométrico y Geométrico Medio II en Cerdeña es conocida desde hace algunos años. Concretamente se han localizado en Sant’Imbenia, pequeño enclave comercial situado en el noroeste de la isla, cerca de Alghero, lugar dotado de un buen puerto natural en un punto clave de las rutas marítimas que conducen a la Península Ibérica a través de Baleares: el golfo de Porto Conte. Sant’Imbenia fue un centro local nurágico frecuentado por navegantes extranjeros. Los trabajos de excavación llevados a cabo desde 1982 hasta nuestros días han

puesto de manifiesto que se trata de un lugar donde se intercambian mercancías y se efectúan operaciones de acumulación y reciclado de metal, en parte llegado por mar, así como el beneficio de los cercanos cotos mineros de la región de La Nurra (Rendeli, 2014). La cabaña designada como A23 –Capanna dei Ripostigli–, así como su entorno inmediato, ha proporcionado varias piezas euboicas que vienen a confirmar nuevamente la coexistencia de cerámicas del Subprotogeométrico y Geométrico Medio II (Fig. 12). Así, bajo el último pavimento de esta cabaña se localizó un fragmento de un escifo euboico de semicírculos colgantes correspondiente al tipo 5 de Kearsley (Fig. 12, a). En el mismo nivel que la pieza anterior apareció un depósito de diferentes objetos de metal, entre los que había dos espadas del tipo Ronda-Sa Idda, uno de cuyos focos de producción se puede localizar en el sur de la Península Ibérica (García Alfonso, 2007:360)7. Fuera de la cabaña, en una suerte de espacio abierto que ha sido interpretado como una pequeña plaza con claras connotaciones comerciales, institucionales y públicas (Rendeli, 2013: 137140), se documentaron otros fragmentos de escifos euboicos: dos de chevrons (Fig. 12, b-c) y otro de tipo one-bird (Fig. 12, d) (Bafico, 1998; Bafico et al. 1995: 88, fig. 2; Rendeli, 2005: 92-94). El conjunto de la cabaña A23 de Sant’Imbenia se ha fechado convencionalmente en la segunda mitad del siglo IX y primer cuarto del siglo VIII a.C., con la posibilidad de prolongar esa fecha hasta mediados de dicha centuria (Rendeli, 2013: 35; 2014: 534 y 536). Por un lado, los escifos de semicírculos colgantes de tipo 5 de Kearsley están entre los más tardíos de la serie. Por otro, los escifos de chevrons y one-bird corresponden a los productos más tardíos del Geométrico Medio II euboico, fechados por Coldstream (1983: 24-27 y 33) con anterioridad a ca. 750 a.C. Defendiendo una cronología más antigua para este estilo, una fecha en torno a 800 a.C. me parece acertada para este conjunto de Sant’Imbenia. A este respecto, la ocultación del depósito de bronces que contiene las dos espadas tipo Ronda-Sa Idda sería la última remoción del estrato. De confirmarse, tendríamos que adelantar posiblemente el inicio de la producción de este tipo de armas al siglo IX en lugar de situarlo en el siglo VIII (García Alfonso, 2007: 362).

7 En el nivel inferior de esta cabaña A23 se encontró otro depósito de metal.

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Fig. 12. Sant’Imbenia. Cabaña A23 –Capanna dei Ripostigli– y cerámicas euboicas del Subgeométrico y Geométrico Medio II (según Bafico, 1998; Bafico et al., 1995): a) Escifo de semicírculos colgantes. b-c) Escifos de chevrons. d) Escifo one-bird.

5.3. ÚTICA Y CARTAGO Desde 2010 un equipo hispano-tunecino, dentro de un amplio proyecto internacional auspiciado por el Institute National de Patrimoine de Túnez, ha venido realizando una serie de trabajos en Útica que se han centrado en la zona norte del enclave, junto a la antigua línea de costa. El objetivo ha sido el estudio de la ciudad fenicia y púnica, para lo que se han realizado varias campañas de excavaciones arqueológicas en 2012, 2013 y 2014. En el corte 20 apareció un pozo –UE 20017– de unos 3 m de diámetro y que se ha investigado hasta una profundidad de 3,94 m, no habiendo concluido su excavación. Este pozo contenía una serie de cerámicas fenicias, sardas, griegas, villanovianas y otras originarias de la Península Ibérica, acompañadas de vasos locales, con fragmentos de las mismas piezas depositados a diferentes profundidades. Junto a este repertorio cerámico se documentaron huesos de bóvidos, ovicápridos y suidos. Todo ello ha sido interpretado por los investigadores como resultado de algún tipo de ritual. No obstante, parece que el propósito inicial del pozo era la obtención de agua dulce, aunque después se clausuró siguiendo un determinado ceremonial (López Castro et al., 2016: 70-72). El conjunto de materiales cerámicos de la UE 20017 recuerda bastante lo documentado en el nivel sub-

freático de Huelva y en la fase IV de La Rebanadilla. Los materiales griegos ascienden solo a un 4,24% del total del elenco cerámico recuperado en el pozo, con 13 vasos diferentes (Fig. 13). Por su número, estas piezas son superadas tanto por las locales con el 56,78% del total, las fenicias con el 26,95% y las sardas con el 9,83%. Las cerámicas griegas corresponden en todos los casos a escifos, cuya fábrica ha sido atribuida a Eubea por sus descubridores, asignándoles una clasificación mayoritaria dentro del Geométrico Medio II, aunque también encontramos algún ejemplar de semicírculos colgantes del tipo 5 ó 6 de Kearsley que se encuadraría en el Subprotogeométrico III (López Castro et al., 2016: 76-77). El relleno de este pozo UE 20017 ha ofrecido tres fechas radiocarbónicas bastante homogéneas, que nos sitúan en un horizonte cronológico muy de finales del siglo XI-inicios del X hasta el último tercio del siglo IX cal BC a 2σ (Tab. 4) (López Castro et al. 2016: 81). Son fechas bastante coincidentes con las obtenidas en Huelva y La Rebanadilla (vid. Fig. 4). Esto, unido a los materiales documentados, revela que la primera ocupación de Útica es anterior a los niveles más tempranos localizados de momento en Cartago. Esta mayor antigüedad de Útica es recogida por las fuentes clásicas, aunque los datos arqueológicos disponibles están lejos de alcanzar la fecha de 1101 a.C. que indican los textos8.

8 Pseudo Aristóteles (Sobre las maravillas escuchadas, 134); Veleyo Patérculo (Historia romana, I, 2, 4); Plinio (Historia natural, XVI, 216); Silio Itálico (Púnica, III, 241).

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m Fig. 13. Útica. UE 20017. Cerámicas griegas del Subprotogeométrico y Geométrico Medio II (según López Castro et al., 2016).

En Cartago las dataciones radiométricas más altas arrancan de la segunda mitad del siglo IX cal BC. Las primeras cerámicas griegas conocidas corresponden todas al Geométrico Reciente euboico, seguidas por los vasos del Protocorintio Antiguo (Vegas, 1998: 133-141). En el contexto BM04/4458 del sector 4 de Bir Massouda9, al pie de la colina de Byrsa, tenemos una fecha radiocarbónica (vid. Tab. 4) asociada a algunas cerámicas griegas de esta fase, con algún vaso de taller euboico y una imitación de copa Tapsos, seguramente pitecusana. La fecha obtenida proporciona a 2σ dos horquillas, una primera entre 810-750 cal BC –probabilidad

del 88,4%– y una segunda entre 690-660 cal BC –probabilidad del 7%– (Docter et al. 2008: 411-412, fig. 10). En mi opinión el primer intervalo tiene bastante relevancia, pese a ser todavía un dato aislado, pues ya se encuentra en un momento anterior a lo que se admite para la cronología convencional cerámica de los niveles arcaicos de Cartago, apuntando claramente a la posibilidad de que la datación inicial de la fundación de la ciudad sea más antigua, aproximándose a la fecha de 814-813 a.C. señalada por algunos textos antiguos10. Igualmente, plantea la posibilidad de una datación más antigua también para las copas Tapsos, una de las formas más

9 Excavaciones del Instituto Arqueológico Alemán y Universidades de Hamburgo, Amsterdam y Gante entre 1983 y 2005. 10 Timeo de Tauromenio, recogido por Dionisio de Halicarnaso (Antigüedades romanas, 1, 74, 1); Ciceron (De republica, II, 23); Pompeyo Trogo, recogido por Justino, (Epítome, XVIII, 6,9); Veleyo Patérculo (Historia romana, I, 6,4), entre otros.

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Enclave

Laboratorio

Edad BP

Cal BC 2σ

M

Útica. Corte 20. UE 20017

CNA-2400

2790 ± 35

1000-833

S

López Castro et al., 2016: 81, tab. 1

Útica. Corte 20. UE 20017

CNA-2402

2765 ± 35

1000-828

S

López Castro et al., 2016: 81, tab. 1

Útica. Corte 20. UE 20017

CNA-2403

2795 ± 35

1013-834

S

López Castro et al., 2016: 81, tab. 1

Cartago

GrN-26091

2710 ± 30

909-809

HA

Nijboer y van der Plicht, 2006: tabs. 1-2

2580 ± 25

810-750 (88,4%) 690-660 (7%)

HA

Docter et al. 2008: 411-412, fig. 10

Cartago. Bir Massouda. Contexto BM04/4458

GrN-29278

Referencia

M = MUESTRA: HA: hueso de animal; S = semillas. Tab. 4. Dataciones radiométricas de Útica y Cartago.

características del Geométrico Reciente corintio, así como de sus imitaciones pitecusanas. Hasta ahora no ha aparecido ningún elemento cerámico perteneciente al Geométrico Medio II ni al Subprotogeométrico, lo cual es otro indicio más que apunta a que su producción y uso fue anterior a la fundación de la gran metrópoli norteafricana y, por tanto, a la cronología convencional que se viene dando a estas piezas. En este sentido, Cartago puede ser un enclave esencial en el debate sobre la fecha de inicio del Geométrico Reciente.

6. SUBPROTOGEOMÉTRICO Y GEOMÉTRICO MEDIO II EN LA PENÍNSULA IBÉRICA Antes de la aparición de los hallazgos del nivel subfreático de Huelva, de La Rebanadilla y de El Carambolo, P. Cabrera (2003: 69-71) agrupó todos los materiales griegos más arcaicos que se conocían en Italia y en la Península Ibérica en lo que llamó horizonte I de las importaciones griegas en Occidente. En este conjunto incluyó las piezas del Geométrico Medio II y/o Subprotogeométrico entonces conocidas en Sant’Imbenia y Pitecusa, además de diferentes lugares del sur de Etruria –Tarquinia, Caere y Veyes–, Lacio –Roma/area de Sant’Omobono–, Campania –Cumas, Capua y Pontecagnano–, además de Sicilia –Villasmundo–, entre otros enclaves (vid. Fig. 3). Frente al lote italiano, el único objeto de la Península Ibérica que se incluyó en este grupo fue una píxide aparecida en la calle Palos, en pleno centro de Huelva (vid. infra). Este horizonte I fue fechado por la citada autora en la primera mitad del siglo VIII a.C., lógicamente de acuerdo con la

cronología de Coldstream. A todas luces, los nuevos hallazgos acaecidos en el sur de Iberia desde 2004 en adelante deben incluirse en este horizonte, pero con la discusión que han generado las cronologías radiométricas calibradas y con la vista puesta en su mayor antigüedad.

6.1. HUELVA Las cerámicas subprotogeométricas y geométricas proporcionadas por el nivel subfreático del solar onubense sito en plaza de las Monjas 12 / calle Méndez Núñez 7-13 constituyen, por el momento, el mayor lote de estas producciones que se ha documentado en Occidente. Aunque no destacan por su porcentaje entre el conjunto total del material recuperado –no alcanzan el 1%–, su cantidad, con 33 fragmentos, sobresale sobre otros enclaves occidentales además de mostrar una notable variedad tipológica de formas. Los materiales de producción euboico-cicládica, los más abundantes, corresponden al Subprotogeométrico III (Fig. 14). Entre ellos destaca la presencia de platos, con siete piezas decoradas con semicírculos colgantes, un escifo de la forma 6 de Kearsley con la misma ornamentación y otro posible, además de dos fragmentos de jarros. Las piezas del Geométrico Medio II corresponden fundamentalmente a producciones áticas, destacando varios cántaros y escifos con decoración de meandros entrelazados, junto con otras piezas de esta misma tipología que presentan decoración de metopas y esteliformes, por desgracia muy fragmentados11. Al conjunto hay que añadir también un jarro (González de Canales Cerisola et al. 2004: 82-94) (Fig. 15).

11 En el Museo de Huelva hemos tenido la oportunidad de examinar directamente este lote de materiales. Los fragmentos con metopas y esteliformes (Figs. 3, b y 15, b-c) presentan una pasta con bastante presencia de mica, a diferencia del resto. Esto podría indicar una posible procedencia cicládica.

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Fig. 14. Huelva. Plaza de las Monjas 12 / calle Méndez Núñez 7-13. Nivel subfreático. Cerámicas subprotogeométricas (según González de Canales Cerisola et al., 2004): a-b) Escifos. c-o) Platos. p) Asa de plato. q) Alabastrón. r) Cuenco o tapadera. s) Jarro. t) Asa de jarro.

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h Fig. 15. Huelva. Plaza de las Monjas 12 / calle Méndez Núñez 7-13. Nivel subfreático. Cerámicas del Geométrico Medio II (según González de Canales Cerisola et al., 2004): a-b) Cántaros. c-d) Escifos. e-g) Cántaros o escifos. h) Jarro. i) Asa.

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Fig. 16. Huelva. Calle Palos. Fragmento de píxide ática. Geométrico Medio II (según Cabrera Bonet, 1988-89).

Además de estas piezas, Huelva había proporcionado desde la década de 1970 otros materiales griegos geométricos. La primera pieza que se dio a conocer fue el fragmento de una píxide ática procedente de la calle Palos clasificado como Geométrico Medio II (Rouillard, 1977: 397; Shefton, 1982: 342, nt. 11) (Fig. 16). Este vaso ha sido fechado de acuerdo con la cronología convencional en torno a 770-760 a.C. por P. Cabrera Bonet (1994: 24; 2003: 62), pero ahora sería necesario insistir en la conexión de dicha pieza con los materiales de la plaza de las Monjas 12 / calle Méndez Núñez 7-13.

6.2. LA REBANADILLA Las excavaciones realizadas en 2008 y 2009 (Arancibia Román et al., 2011; Sánchez Sánchez-Moreno et al. 2011; 2012) permitieron localizar en este lugar cuatro fases de ocupación, con una necrópolis vinculada en el cercano paraje de San Isidro. El arranque del enclave se ha situado a mediados del siglo IX cal BC, aunque tampoco se puede descartar un momento algo anterior a juzgar por las dataciones radiométricas existentes. Las dos etapas más antiguas –Rebanadilla IV y Rebanadilla III– han proporcionado sendos hallazgos de escifos griegos del Geométrico Medio II, que nos permiten una interesante valoración al respecto de la cronología de estos materiales, más allá de otras inferencias de carácter arqueológico e histórico, que hemos abordado en otros trabajos (García Alfonso, en prensa a y b).

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La fase más antigua –Rebanadilla IV– es todavía una etapa previa a la urbanización del lugar, en la que aparecen una serie fosas oblongas excavadas en el suelo, que contienen elementos de actividad metalúrgica, carbones, malacofauna y huesos de animales. Estos materiales van acompañados de cerámicas a mano, englobadas en la tipología del Bronce Final local, a las que se unen una serie de vasos fenicios, seguidos muy de lejos por algunas piezas sardas, chipriotas, villanovianas y griegas. Correspondiente a la última categoría se ha documentado un escifo fragmentario del Geométrico Medio II decorado con meandros simples (Arancibia Román et al. 2011: 131, fig. 12) (Fig. 17; Fig. 18, a). Por las características de su pasta, barniz y elaboración considero que este vaso corresponde a una producción ática. La cronología radiométrica de La Rebanadilla ofrece para esta fase IV un rango muy amplio entre las dos fechas disponibles: a 2σ una presenta un intervalo de 1040-840 cal BC y otra de 1010-830 cal BC (vid. Tab. 1) (Arancibia Román et al. 2011: 137; Sánchez Sánchez-Moreno et al. 2011: 191; Sánchez Sánchez-Moreno et al. 2012: 69). Estas fechas tienen un porcentaje de probabilidad estadística del 95%, pero sus amplias horquillas temporales les hacen perder algo de su valor. Pese a este inconveniente, pensamos que es bastante significativo que el límite inferior del intervalo se sitúe en 840-830 cal BC, lo que muestra una coincidencia sorprendente con la fecha media de Huelva. En este punto, coincido con

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los autores de la excavación de La Rebanadilla al preferir el rango cronológico más bajo, el cual es coherente con los hallazgos muebles y nos sitúa en un momento de la segunda mitad del siglo IX.

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Fig. 17. La Rebanadilla IV. Escifo ático del Geométrico Medio II. Museo de Málaga (imagen: autor).

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La segunda fase de La Rebanadilla –Rebanadilla III– muestra la consolidación del asentamiento, con estructuras que adoptan un modelo fenicio (Sánchez Sánchez-Moreno et al., 2012: 75-82). En el edificio 2 de esta etapa se documentó otro escifo del Geométrico Medio II, decorado con chevrons y conservado casi completo (Sánchez Sánchez-Moreno et al., 2011: fig. 8; 2012: 79, il. 12) (Fig. 18, b; imagen antetítulo). Las características de pasta y barniz de esta cerámica apuntan a una producción euboica. Entre los materiales más destacados que acompañan a este escifo cabe señalar una olla monoansada sarda y un ánfora de tipo Sant’Imbenia, lo que nos pone en relación con el mundo del Mediterráneo central. Para esta etapa no disponemos de cronología 14C en La Rebanadilla. Los autores de la intervención han propuesto una fecha entre el último cuarto del siglo IX y principios del VIII a.C. En esta cuestión volvemos de nuevo a la problemática de los rangos cronológicos más bajos, ya que podríamos plantear una datación algo más alta que la indicada. El problema pienso que puede resolverse en parte con las fechas radiométricas de la fase Rebanadilla I, la más reciente del enclave, donde ya no se registran hallazgos griegos. Tenemos dos dataciones para este momento posterior, una primera que ofrece un intervalo entre 920-800 cal BC y otra que presenta dos horquillas cronológicas entre 890-870 cal BC y 850-780 cal BC (vid. Tab. 1) (Arancibia Román et al. 2011: 137; Sánchez Sánchez-Moreno et al. 2011: 193; Sánchez Sánchez-Moreno et al. 2012: 69). Es evidente que el rango inferior de 780 cal BC indica un término en el primer cuarto del siglo VIII a.C. o algo anterior para la fase Rebanadilla I, debido al amplio intervalo temporal medido. Por ello, entendemos cabría la posibilidad de señalar para Rebanadilla III una datación todavía dentro del siglo IX a.C.

6.3. EL CARAMBOLO

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Fig. 18. Materiales del Geométrico Medio II de La Rebanadilla: a) La Rebanadilla IV. Escifo ático. b) La Rebanadilla III. Escifo euboico.

En las nuevas excavaciones realizadas en El Carambolo entre 2002 y 2005 se identificaron una serie de fosas anejas al santuario en las que se depositaban objetos votivos y litúrgicos amortizados, así como restos de huesos y malacofauna. La denominada fosa UE 2625 contenía piezas de gran interés, entre las que destacan parte de un modelo de barco en

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Fig. 19. El Carambolo. Fase IV. Fragmento de escifo ático del Geométrico Medio II y restitución de la pieza. Museo Arqueológico de Sevilla (imagen: Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2007).

terracota y un fragmento de escifo griego (Fig. 19). Todo ello acompañado de gran abundancia de las cerámicas a mano y a torno habituales en el bajo Guadalquivir (Escacena et al., 2007: 15-17, fig. 14; Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2007: lám. 9). El referido escifo apareció en el contexto identificado como UE 1064, nivel de poca potencia, que es el más antiguo de la fosa UE 2625. Por desgracia, solo se conserva una parte muy pequeña del borde del vaso. La pieza corresponde a una producción ática del Geométrico Medio II, que se ha fechado en cronología convencional entre 780-760 a.C. (Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2007: 204-205, lám. 9; Escacena et al., 2007: 16, fig. 14). Esta datación ha sido determinante a la hora de fechar otros materiales que aparecieron en la fosa 2625 e incluso el mismo bothros sagrado. Esta fecha supone asumir el intervalo más tardío de la cronología de Coldstream para el Geométrico Medio II. A nivel tipológico el escifo de El Carambolo, pese a la escasa superficie conservada, puede incluirse formalmente en un momento avanzado de esta fase cerámica, con independencia de la datación absoluta de ésta. No disponemos de cronología radiométrica para la fase Carambolo IV, pero sí para la etapa precedente Carambolo V, concretamente para el momento inmediatamente anterior a la primera construcción del santuario. La muestra procede de un nivel de herbáceas carbonizadas –UE 2116– sellado por el muro de adobes que separa las estancias A-45 y A-46, que forman la estructura del edificio de culto más antiguo. El intervalo estadístico a 2σ con un 95,4% de probabilidad ofrece una datación entre

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1020-810 cal BC (vid. Tab. 1) (Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2010: 231-232, nt. 2, fig. 24). A nivel de la cronología cerámica comúnmente aceptada, la fecha de este nivel previo a la construcción del primer santuario estaría situada para los autores de los trabajos de excavación a finales del siglo IX e inicios del VIII a.C., señalando éstos la posibilidad de una datación incluso más baja, lo que les lleva a reseñar el desfase existente entre la fecha calibrada obtenida y la deducida por los hallazgos cerámicos (Fernández Flores y Rodríguez Azogue, 2010: 237). A partir de aquí el santuario Carambolo IV iniciaría su desarrollo desde mediados del siglo VIII a.C. o algo antes, fecha determinada únicamente por los materiales. El elemento clave para establecer dicha datación ha sido precisamente el escifo del Geométrico Medio II, lógicamente en función del sistema cronológico convencional para estas producciones (Escacena et al., 2007: 16-18, fig. 14). Por tanto, la fosa UE-2625, donde apareció el escifo, debió abrirse coetáneamente o muy poco tiempo después del inicio de la fase Carambolo IV. Por ello, quiero plantear la hipótesis de que en ella se depositaran objetos ya inservibles o deteriorados que habían estado en el anterior santuario Carambolo V, por lo que el escifo del Geométrico Medio II pudo llegar al lugar bastante tiempo antes de su enterramiento final. Esto no sería nada extraño, dada la larga amortización de los objetos entregados como ofrenda en los lugares sagrados. Por esta misma razón podríamos defender una datación todavía dentro del siglo IX para esta pieza sin necesidad de alterar la cronología que los últimos trabajos nos han proporcionado para El Carambolo IV.

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El golfo de Porto Conte (Cerdeña), con Sant’Imbenia en su seno más interior. Imagen: autor.


La zona central de la mesa de Acinipo tomada desde el dron DroneHexa6 el 14 de junio de 2016.


ESTUDIOS

DRONES Y SU APLICACIÓN EN ARQUEOLOGÍA. VOLANDO SOBRE ACINIPO (RONDA, MÁLAGA) Eduardo García Alfonso1, Daniel David Florido Esteban2, Federica Pezzoli2 y Gilberto Gazzi4

Resumen: La toma de imágenes arqueológicas desde el aire se inicia a finales del siglo XIX. Con el nacimiento de la aviación esta tarea se hará cada vez más frecuente, en una mejora tecnológica constante. Los drones son la más reciente innovación al respecto. Su versatilidad y estabilidad, así como su automatización y la posibilidad de instalar diferentes tipos de cámaras fotográficas y de video, permiten unos resultados muy superiores a las técnicas tradicionales. Igualmente, estas imágenes son susceptibles de ser tratadas con herramientas informáticas adecuadas para diferentes propósitos. Además, los drones operan en mucho menos tiempo. En este sentido, Acinipo ha sido el escenario de un vuelo de pruebas para comprobar las posibilidades de esta tecnología.

Palabras clave: Aeronaves, Drones, Arqueología, Imágenes Aéreas, Acinipo.

UAVs AND ITS APPLICATION ON ARCHAEOLOGY. FLYING OVER THE ARCHAEOLOGICAL SITE OF ACINIPO (RONDA, MÁLAGA) Abstract: Taking archaeological pictures from the air began at the end of 19th century. This task increased with the development of aviation, always in a constant technological improvement. UAVs are the latest innovation. The versatility and stability of these aircrafts, as well as the automation and ability to install different types of video and photo-cameras, allow better results than the traditional techniques. These images can also be combined with many software tools for different aims. Likewise, UAVs operate in substantially less time. In this sense, the archaeological site of Acinipo was chosen for testing the new possibilities of this technology.

Keywords: Aircrafts, UAVs, Archaeology, Aerial Images, Acinipo.

1 Departamento de Museos y Conjuntos Arqueológicos y Monumentales. Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte. Málaga [eduardom.garcia@juntadeandalucia.es] 2 Nerea Arqueología. Málaga [info@gruponerea.com] 3 Tibudrones. Málaga [fede.pezzoli@gmail.com] 4 Tibudrones. Málaga [gilberto@tibudrones.com]

Recibido: 15/09/2016. Aceptado: 03/10/2016

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1. INTRODUCCIÓN La Arqueología ha sido desde sus orígenes una ciencia multidisciplinar que ha servido de confluencia a otras muchas ramas del conocimiento humano. A lo largo del siglo XX se convirtió en un saber holístico donde la figura del arqueólogo adoptó un importante papel como coordinador de equipos más amplios, dejando atrás el viejo estereotipo decimonónico de sabio aislado y autosuficiente. Esta tendencia a la integración de otros campos de estudio en el seno de la Arqueología se ha intensificado mucho más desde los inicios del siglo XXI. Ello deriva de la revolución del conocimiento que ha propiciado la implantación general de las llamadas nuevas tecnologías, dejando obsoleta aquella clásica denominación de ciencias auxiliares. Aunque la esencia básica de los métodos básicos propiamente arqueológicos, tanto en lo que se refiere a la prospección y excavación, no han experimentado un cambio radical en su práctica cotidiana, la verdadera transformación ha tenido lugar en la obtención y tratamiento de los datos de campo y de laboratorio. En este sentido las nuevas técnicas topográficas, la teledetección, la georreferenciación y la toma de imágenes digitales se han convertido en uno de los aspectos determinantes de la arqueología

actual no solo en el estudio de las propias excavaciones y prospecciones, sino en la visión que se ofrece de los enclaves, de su evolución y del territorio en que se insertan (Lám. 1).

2. ARQUEOLOGÍA DESDE EL AIRE. UN POCO DE HISTORIA La toma de imágenes desde el aire se inició tímidamente en la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX, utilizando globos aerostáticos. Así, las primeras imágenes aéreas de carácter arqueológico fueron tomadas por el alemán Friedrich Stoltze en Persépolis en 1879, pero no tuvo imitadores inmediatos. Habrá que esperar a 1899 para que Giacomo Boni fotografiase a vista de pájaro el antiguo foro romano de la capital italiana y a 1906 para disponer de las primeras imágenes aéreas de Stonehenge, realizadas por Philip Henry Sharpe, en ambos casos desde globos militares (Ceraudo, 2013:11). Quizás las que puedan ser las primeras imágenes de lugares arqueológicos realizadas desde un avión se deben al austriaco Theodor Kofler, quien en 1914 fotografíó de las pirámides de Giza, los templos de

Lám. 1. Vista aérea del teatro romano de Acinipo tomada desde el dron.

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Luxor y Karnak, así como los monumentos de la orilla occidental de Tebas. Su obra, conservada en la Universidad de Milán, ha sido recientemente recuperada (Piacentini, 2015). Durante la Primera Guerra Mundial los primeros reconocimientos con aviones en zonas de combate mostraron el potencial que tenía la fotografía aérea para la visualización de restos arqueológicos. Sin embargo, será durante el periodo de entreguerras cuando se formularon las primeras propuestas para interpretar las imágenes arqueológicas tomadas desde el aire, sistematizándose las pautas recurrentes que se observaban en las mismas. Esta formulación inicial se debió a Antoine Poidebard, quien descubrió en algunos vuelos sobre el desierto de Siria la existencia de alargadas líneas y figuras geométricas, que terminaron revelándose como los campamentos, las rutas de conexión entre éstos y las fortificaciones del limes romano en esta región –Strata Diocletianea–, el cual fotografió en más 250 misiones (Nordiguian y Salles, 2000). La alta fiabilidad que ya había alcanzado la aviación en la década de 1930 inclinó la balanza definitivamente hacia las aeronaves en detrimentos de los globos aerostáticos. Así, el Instituto Oriental de Chicago inició en 1935 el primer proyecto a nivel mundial de toma de imágenes de enclaves arqueológicos desde aviones que abarcaba todo un país, para lo que se eligió el Irán gobernado por los Pahlavíes. Los resultados se publicaron en una extensa memoria, que todavía resulta enormemente útil (Schmidt, 1940). Después del paréntesis de la Segunda Guerra Mundial algunos países europeos restringieron el uso de la fotografía aérea por motivos de seguridad militar. Habrá que esperar a la década de 1960 para que, se en diferentes reuniones que se pusiera de manifiesto el enorme interés que tenía para la Arqueología el uso de aeronaves dotadas con los avances en fotografía que se produjeron en aquellos años, como la generalización de las cámaras térmicas –AGA Thermovision®– y fotogramétricas –Zeiss®–. Fueron los casos del VIII Congreso Internacional de Arqueología Clásica (París, 1963), X Congreso de la Sociedad Internacional de Fotogrametría (Lisboa, 1964) y II Simposio Internacional de Fotointerpretación (París, 1966). Asimismo, comenzaron a publicarse los pri-

meros manuales de interpretación de imágenes concebidos expresamente para la comunidad arqueológica (Bevan, 1975; Wilson, 1982). En España, que había sido uno de los países pioneros en el desarrollo de la aviación, el tema llamó muy pronto la atención de algunos arqueólogos bien posicionados en el régimen salido de la Guerra Civil, como Julio Martínez Santa-Olalla, quien pronunció una conferencia el 18 de febrero de 1942 en un acto oficial del Ministerio del Aire con el título “Aviación y Arqueología”, que puede considerarse como el acto fundacional de la arqueología aérea española. Sin embargo, recientemente se ha puesto de manifiesto la existencia de unos vuelos anteriores que serían los primeros de amplio alcance que tienen interés para la arqueología de nuestro país. Dichas tomas fueron efectuadas en 1929-1930 con fines catastrales por parte de CETFA, compañía privada fundada por Julio Ruiz de Alda. Este vuelo, ahora conocido con el nombre de este pionero, abarca zonas de la cuenca del Ebro y del sur del Levante1 (Moratalla Jávega, 2015). Posteriormente, entre 1945 y 1957 se realizó el célebre Vuelo Americano que abarcó la totalidad del territorio nacional, con fotogramas realizados a unas escalas de 1:43.000 y 1:32.000. Durante bastante tiempo, este documento fue la base de algunos trabajos de arqueología aérea (Fernández-Chicarro y de Dios, 1969). Dos años antes de que se terminasen los trabajos del Vuelo Americano nació la empresa Paisajes Españoles®, cuyas fotografías aéreas tuvieron una presencia constante en muchas publicaciones arqueológicas a partir de los años 60.

3. DRONES: EVOLUCIÓN Y TECNOLOGÍA El término dron fue incluido en el diccionario de la RAE en 2014 y se define como “aeronave no tripulada”. El termino popular inglés (drone) viene a significar “zumbido” o “zángano”, mientras que en determinados contextos profesionales se utilizan también los acrónimos VANT (Vehículo Áereo No Tripulado) en español, UAV (Unmanned Aerial Vehicle) o RPA (Remotely Piloted Aircraft) en inglés. Aunque las aeronaves no tripuladas surgieron antes que la propia aviación, como modelos experimen-

1 Compañía Española de Trabajos Fotogramétricos Aéreos (CETFA). El vuelo Ruiz de Alda ha sido publicado en 2012 completo y georreferenciado por el Instituto Geográfico Nacional–Centro Nacional de Información Geográfica

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Lám. 2. El dron multicóptero modelo DroneHexa6 fabricado por Dronetools® utilizado en Acinipo.

tales, hay que esperar a 1916 para que los avances en radiofrecuencia permitieran pilotar aviones desde tierra. En plena Primera Guerra Mundial los aparatos sin tripulación servían de blancos para los entrenamientos de la artillería antiaérea británica. Muy pronto, se realizaron los primeros vuelos experimentales con estos vehículos cargados de explosivos. Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania desarrollaron este tipo de programas en la época de entreguerras. En 1935 los británicos construyeron el “Queen Bee” (Reina de las Abejas), avión diana a escala 1:1. La hipótesis más extendida es que el zumbido característico de su motor motivó el apodo de Drone, que se aplicó de manera informal a estas aeronaves cuando eran radiocontroladas2. La Guerra Fría significó el auge de estos aparatos especialmente para misiones de reconocimiento, mientras que el comienzo de la era espacial les permitió realizar misiones de larga distancia, al liberarse del alcance de la señal de radio terrestre y utilizar la emitida por los satélites militares (Newcome, 2004). Sin embargo, será durante las invasiones de Afganistán (2001) e Irak (2003), lideradas por Estados Unidos tras el 11-S, cuando los drones se utilicen de forma masiva en operaciones de combate por parte del ejército norteamericano.

El desarrollo del dron en el mundo militar ha terminado dando el salto a los usos civiles en los inicios del siglo XXI, aplicándose esta tecnología en numerosos campos: grandes infraestructuras, desastres de diferente naturaleza, agricultura, vigilancia, investigación, cartografía, etc. La posibilidad de operar sin riesgo de las vidas de los tripulantes, a un coste mucho más bajo que la aviación convencional y sin necesidad de infraestructuras aeroportuarias le otorga al dron una versatilidad y unas ventajas evidentes en múltiples ámbitos. Los primeros drones de uso profesional obtuvieron sus certificados de vuelo en la Unión Europea en 2010. Sin embargo, la proliferación de estas mini-aeronaves de manera indiscriminada, usadas muchas veces con finalidades lúdicas en un marco de vacío legal, puede llegar a ocasionar situaciones que violen tanto la intimidad de los ciudadanos como la seguridad de la navegación aérea y de diversas instalaciones. Un dron de uso civil es generalmente un multicóptero, que dispone por lo general de cuatro, seis u ocho rotores en función de su potencia (Lám. 2). Estos rotores son movidos por sus respectivos motores eléctricos que toman su energía de una o varias baterías de células de litio instaladas

2 En algunos foros especializados se plantea que DRONE es el acrónimo de Dinamyc Remotely Operated Navigation Equipment (equipo de navegación operado a distancia), que apareció en torno a 1936.

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a bordo. Este tipo de aeronaves funcionan con el mismo principio de sustentación y desplazamiento que un helicóptero. A lo largo del siglo XX la mayoría de los modelos fabricados fueron experimentales y de uso militar. Su expansión e industrialización se debe al auge de su uso como drones civiles en la primera década del presente siglo. Frente a los drones llamados “de ala fija” más similares en su diseño a los aviones, los multicópteros presentan indudables ventajas. Una de las principales es su despegue y aterrizaje en vertical, lo que permite su operatividad en lugares con poco espacio. El multicóptero puede permanecer inmóvil en el aire sobre un punto determinado, lo que facilita una documentación exhaustiva. Igualmente su diseño está concebido básicamente para la toma de datos, fundamentalmente imágenes, lo que permite la instalación en la aeronave de variados tipos de dispositivos y cámaras. Igualmente, su manejo es relativamente sencillo, ya que se requiere únicamente una estación de tierra que controle al aparato.

aplicaciones de navegación que se posicionan directamente en el sistema GNSS (Global Navigation Satellite System) desarrollado por el Instituto Geográfico Nacional y que cubre todo el territorio español con 75 estaciones. El resto de países de nuestro entorno han creado o están creando otras redes geodésicas, que se integran en el sistema europeo de posicionamiento EUREF. La estación de tierra es el centro de control de todo el sistema. Los drones son aeronaves no tripuladas, pero sí pilotadas. La consola de navegación dispone de un ordenador que va conectado al aparato por radiofrecuencia, a través de la cual se transmiten las instrucciones. Al tiempo, la telemetría permite al operador conocer en todo momento las condiciones de la aeronave: posición, altitud, tiempo de autonomía, entre otros datos (Lám. 3).

Sin embargo, el multicóptero también tiene una serie de inconvenientes derivados especialmente de su fuente de alimentación energética. Las baterías tienen un tiempo de servicio limitado en vuelo, que mengua rápidamente en función del peso que porte el dron. Por otro lado, el tiempo de recarga es elevado, lo que hace que las misiones tengan una duración limitada, a no ser que se disponga de baterías cargadas en cantidad suficiente para ir reponiendo. Los drones profesionales fabricados por las empresas del sector suelen tener una autonomía media de vuelo máxima de unos 30 minutos, mientras que su mayor capacidad de carga plena no supera los 5 kg. Este tiempo de operación puede aumentar en algunos modelos hasta algo más de 60 minutos, pero a costa de disminuir la capacidad de carga. De ahí que la búsqueda de materiales más ligeros y más resistentes sea una de las líneas de investigación de esta industria, donde ahora impera la fibra de carbono. Los instrumentos de navegación que llevan incorporados permiten su posicionamiento por GPS, telemetría y la georreferenciación de todos los datos tomados. La mayoría de los drones llevan instalado software con funciones de autopilotaje, que pueden programarse directamente sobre un plano de Google-Earth® y determinar la ruta y las órdenes de toma de información en puntos concretos. Igualmente, en los últimos años se están desarrollando

Lám. 3. Consola de pilotaje de nuestro dron.

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4. NORMATIVA AÉREA PARA EL USO DE DRONES Las aeronaves civiles pilotadas por control remoto han sido objeto de una regulación específica por la Ley 18/2014, de 17 de octubre, de Aprobación de Medidas Urgentes para el Crecimiento, la Competitividad y la Eficiencia3. El organismo encargado de velar por el cumplimiento de la normativa vigente es AESA (Agencia Estatal de Seguridad Aérea)4, dependiente del Ministerio de Fomento y que coordina todas las operaciones de drones en España de un peso inferior a 150 kg., rango en el que se encuentran los aparatos no tripulados usados en Arqueología. AESA gestiona el registro de todos los operadores de drones autorizados en el espacio aéreo español, así como las entidades habilitadas para impartir los cursos de formación para obtener licencias de pilotaje. Todos los vuelos de drones deben ser comunicados a AESA. A este respecto, las operaciones prohibidas expresamente por la ley, no autorizadas o con un operador que no cuente con la preceptiva licencia, pueden ser

sancionadas con multas entre 3.000 y 60.000 €, independientemente de un eventual daño a propiedades y personas, que entraría ya en la jurisdicción penal. Haciendo una rápida síntesis, todos los drones, sin excepción, tienen que llevar una placa identificativa perfectamente legible, una documentación y un seguro. La normativa vigente no permite enviar el dron a más de 500 metros de distancia de donde se encuentre el operador5. La altitud máxima permitida es de 120 m sobre el suelo y siempre dentro de su alcance visual (Lám. 4). Además, no se permite realizar este tipo de vuelo donde haya aglomeraciones de personas, playas muy concurridas o en el espacio aéreo de las poblaciones. Igualmente, el uso de drones se prohibe en el llamado Espacio Aéreo Controlado, que comprende las áreas de aproximación de todos los aeropuertos y el entorno de cualquier instalación que se considere estratégica o sensible, ya sea civil o militar, por motivos de seguridad. Igualmente, el uso de drones también se encuentra regulado en zonas de especial protección para la avifauna. Estas

Lám. 4. El dron sobre Acinipo. Al fondo, el teatro.

3 BOE n.º 252, de 17 de octubre de 2014. 4 http://www.seguridadaerea.gob.es/lang_castellano/home.aspx 5 Para drones de menos de 2 kg, no aplica la limitación de 500 metros de distancia y la acota al alcance de emisión de radio de la estación de tierra que se utilice.

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Fig. 1. Carta aeronáutica básica de la región circundante a Acinipo (Cartografía ENAIRE-Ministerio de Fomento, Carta ENR 6.12.9, TMA Sevilla).

limitaciones impiden, por el momento, la utilización los drones para la arqueología urbana y sobre determinados yacimientos ubicados en muchos de estos espacios restringidos. Para una primera aproximación a cuáles son estas zonas vetadas al vuelo es necesario consultar las cartas aeronáuticas del área a investigar (Fig. 1). No obstante, el sector aeronáutico espera la aprobación de una nueva ley sobre drones6 por parte de la Administración Estatal, dado el carácter temporal de la Ley 18/2014. Algunos de los cambios que se prevén en la futura normativa han trascendido desde la misma AESA. Por ejemplo, se ha anunciado el levantamiento de la prohibición de volar sobre zonas urbanas, siempre que el dron no supere los 10 kg de peso en despegue y se mantenga una distancia máxima de 100 m del operador. Igualmente, también se está planteando la posibilidad del vuelo de drones dentro del Espacio Aéreo Controlado, previa presentación de un estudio de seguridad. Estos permisos seguirán siendo concedidos por AESA, pero siempre en condiciones muy restrictivas. De momento no hay un

plazo fijado para la publicación y entrada en vigor de esta nueva normativa. Un tema que está pendiente es la profesionalización del sector de los drones, en el sentido de insertarse en un marco formativo y laboral de carácter aeronáutico, especialmente para evitar la proliferación de aeronaves incontroladas que se comercializan con fines lúdicos. El marco normativo actual, por su carácter provisional, también supone un freno al desarrollo del sector y a sus diversos usos civiles.

5. LOS DRONES Y LA ARQUEOLOGÍA A primeros de junio de 2016 algunos de los mayores diarios internacionales abrían sus páginas de cultura con el descubrimiento en Petra de una enorme estructura enterrada bajo la arena mediante el uso de imágenes de satélite y otras tomadas desde un dron, a raíz de una información aparecida en el Bulletin of the American Schools of Oriental Research publicada por un equipo de la Universidad de Alabama (Parcak y Tuttle, 2016). Esta información fue la

6 http://tecnologia.elderecho.com/tecnologia/internet_y_tecnologia/Ley-drones Espana_11_949180007.html

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primera que captó el interés del público en lo relativo al uso de drones en la investigación arqueológica; sin embargo, el uso de drones no es una novedad en Arqueología.

al., 2016). Tenemos noticias orales de otros vuelos en las provincias de Sevilla y Huelva, pero no hemos podido localizar ninguna referencia escrita sobre los mismos.

El que puede considerarse el primer vuelo de un dron sobre un yacimiento arqueológico con objetivos de investigación tuvo lugar en 2004 y fue llevado a cabo por H. Eisenbeiss y L. Zhang (2006) en el asentamiento preincaico de Pinchango Alto (Perú). Otros vuelos se efectuaron en años siguientes: la ciudad maya de Copán –Honduras– (Sauerbier y Eisenbeiss, 2010: 527-529), el poblado calcolítico de Marj Rabba –Israel– (Hill, 2013) o el anfiteatro romano de Carnuntum –Austria– (Verhoeven y Docter, 2013). Otros vuelos se efectuaron en el valle del Colca –Perú– para conocer el poblamiento de los primeros tiempos de presencia española (Wernke et al., 2014: 151-155) o diversos asentamientos de la cultura anasazi en Nuevo México –Estados Unidos– (Cassana et al. 2014). El primer país en incorporar drones a su flota de vehículos oficiales del Ministerio de Cultura ha sido Perú. Este programa comenzó en 2013 por iniciativa del viceministro Luis Jaime Castillo Butters, arqueólogo y profesor de la Pontificia Universidad Católica de Lima. El objetivo de esta unidad de drones es cartografiar todos los sitios arqueológicos del país, además de determinar posibles daños y potenciales amenazas (Greenwood, 2015: 79-80).

El año 2016 ha sido el momento de eclosión en la toma de conciencia de lo que puede aportar el uso de drones en la Arqueología a nivel internacional, produciéndose el salto más allá de los reducidos equipos pioneros en esta metodología. Así, se han efectuado diferentes reuniones en diversas partes del mundo, algunas de carácter específico7 y otras que, aunque centradas en la actividad general del sector, también analizaron las aplicaciones en Arqueología8. Igualmente, en este mismo año vieron la luz diferentes publicaciones dedicadas de manera monográfica al tema de los drones y su uso en Arqueología9.

En España no hay certeza sobre cuál fue el primer vuelo de un dron sobre un enclave arqueológico. En Internet aparecen videos tomados desde estas aeronaves, pero apenas hay informaciones sobre su uso en proyectos de investigación. Entre ellos podemos citar algunos vuelos realizados en Extremadura por el CSIC-Instituto de Arqueología de Mérida (Mayoral Herrera, 2016: 25). En Andalucía –que sepamos– los primeros vuelos de dron con objetivos de investigación arqueológica fueron efectuados en 2015, uno sobre el dolmen de Viera (Benavides López et al., 2016: 204-206) y otro sobre la necrópolis megalítica de la Panoria –Darro, Granada– (Benavides López et

6. LA ZONA ARQUEOLÓGICA DE ACINIPO

En este contexto, la posibilidad de realizar un vuelo con un dron sobre algún enclave arqueológico de la provincia de Málaga fue muy bien acogida por la Delegación Territorial de Cultura de la Junta de Andalucía. En dicha propuesta, realizada por las empresas Nerea Arqueología y Tibudrones, resultó elegida la zona arqueológica de Acinipo, por sus buenas condiciones para ello. El vuelo y la toma de datos se realizó finamente el 14 de junio de 2016.

Acinipo se ubica el término municipal de Ronda, en el extremo noroccidental de la provincia de Málaga (Fig. 2)10. El asentamiento ocupa una posición estratégica sobre una mesa caliza de 29 ha de superficie, muy bien delimitada por farallones rocosos que le proporcionan una magnifica defensa natural. La elevación máxima sobre el nivel del mar es de 999 m., encontrándose la mesa inclinada suavemente hacia el este. Aunque Acinipo es mayoritariamente conocida por su etapa romana (Nieto González, 2006: 67-91; Martín Ruiz, 2015: 16-29), el enclave albergó

7 Drones & Archaeology: Use of UAVs to Protect and Manage Archaeology in Scotland (Edimburgo, febrero 2016), organizada por la Asociación de Gobiernos Locales de Escocia. http://www.archaeologists.net/sites/default/files/Drones%20%26%20Archaeology%20workshop.pdf 8 Drones: presente y futuro del sector (Málaga, julio de 2016), organizada por el Clúster Maritimo-Marino de Andalucía. http://cmma.eu/ jornadas-de-drones-presente-y-futuro-del-sector/ 9 Drones in Archaeology, The SAA Archaeological Record. The Magazin for the Society for the American Archaeology, vol 16 (2), marzo de 2016. http://www.saa.org/Portals/0/SAA/Publications/thesaaarchrec/SAA_Record_March2016.pdf 10 Acinipo está declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de zona arqueológica por la Junta de Andalucía (B.O.J.A. n.º 37, de 22 de febrero de 2011).

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circular o cuadrangular con las esquinas redondeadas. En estas estructuras se han obtenido fechas de 14 C de los siglos X-IX cal BC, con presencia de cerámica fenicia (Aguayo de Hoyos et al., 1989: 311; Castro Martínez et al., 1996: apéndice, n.º 1552-1557). Finalmente, entre 2005 y 2007 se realizaron nuevos trabajos de excavación en las termas y en la domus, derivados de un convenio firmado entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Ronda (Castaño Aguilar et al., 2007-2008).

7. EL VUELO DE JUNIO DE 2016 EN ACINIPO: AERONAVE Y CONTROL DE TIERRA Fig. 2. Localización geográfica de Acinipo en la provincia de Málaga.

un poblamiento casi continuo desde la Edad del Cobre, destacando la existencia de una importante ocupación perteneciente al Bronce Final y al Hierro Antiguo (Carrilero Millán et al., 2002, con bibliografía anterior; García Alfonso, 2007: 248-259). Las primeras intervenciones arqueológicas en Acinipo se realizaron en 1967 a cargo de Mariano del Amo, quién excavó la planta completa del teatro. En 1980 Rafael Puertas documentó parte de una vivienda, que entonces fue identificada como el foro de la ciudad, pero que hoy se considera una domus. En 1982 y 1983 nuevas excavaciones localizaron unas termas junto al flanco oriental de la mesa, además de constatar la existencia de niveles prerromanos (Aguayo de Hoyos y Nieto González, 2007-2008). En 1985 la Universidad de Granada inició el proyecto de investigación sistemática denominado La Prehistoria Reciente en la depresión natural de Ronda, dirigido por P. Aguayo de Hoyos y que tenía como uno de sus principales objetivos el estudio de las fases prerromanas de Acinipo. Las campañas de excavación de 1985, 1986 y 1988 se centraron en el área conocida como “espolón oriental”, saliente natural claramente individualizado del resto de la mesa. Aquí se excavó una larga secuencia que se inicia en el Calcolítico, pero cuyos niveles superiores conocen un intenso poblamiento del Bronce Final y, especialmente, del Hierro Antiguo de los siglos VIII y VII a.C. donde se documentaron varias cabañas de planta

La aeronave utilizada fue un multicóptero modelo DroneHexa611 fabricado por Dronetools®, empresa andaluza con sede en Gelves (Sevilla). Este dron posee seis rotores movidos por otros tantos motores de tipo brushless (sin escobillas), más ligeros y más fríos a altas revoluciones. Las características de maniobrabilidad y estabilidad del dron se deben a su autopiloto DJI A2 con receptor de radiocontrol y salida de señal para control remoto de las cámaras que van a bordo. El sistema de montura permite instalar casi cualquier tipo de cámara réflex digital (Digital-SLR, Single Lens Reflex). Igualmente es posible embarcar para el mismo vuelo dos cámaras, independientemente de fotografía o video, y orientarlas como se necesite, para la toma de imágenes horizontales, en ángulo o cenitales. La aeronave, además de sus instrumentos de navegación, lleva luces de posición mediante leds en cuatro de los seis brazos de los rotores. Las comunicaciones con la estación de tierra se realizan a través de un datalink digital, que suministra permanentemente los datos de vuelo: altitud, distancia y tiempo de vuelo, además del canal de transmisión de órdenes (vid. Lám. 2. Tab. 1). Para programar el vuelo, se ha realizado una planificación de las misiones de fotogrametría mediante el software Ground Station®. Para ello se seleccionaron previamente las diferentes áreas de interés dentro de la zona arqueológica, que en este caso fueron los restos arqueológicos emergentes en Acinipo: teatro, domus, termas y cabañas del Hierro Antiguo. En esta fase es necesario calcular la altura del vuelo según las características de la cámara y la resolución que se pretende conseguir, determinando

11 http://tecnologia.elderecho.com/tecnologia/internet_y_tecnologia/Ley-drones Espana_11_949180007.html

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Concepto

Cuantificación

Peso en vacío

3,7 kg

Peso con baterías

4,9 kg

Carga máxima

2,6 kg

Peso total máximo en despegue

7,5 kg

Velocidad máxima de ascenso

6 m/seg

Velocidad máxima de vuelo horizontal

15 m/seg (54 km/h)

Autonomía máxima de vuelo a plena carga

25 minutos

Radio de acción desde estación de tierra

5 km

Altitud máxima de vuelo

2.500 m.s.n.m.

Alimentación

Dos baterías de polímeros de litio

Intensidad de corriente

6.700 mAh

Instrumentos de navegación

Sensores inercial y barométrico, GPS y brújula

Altitud máxima de vuelo

2.500 m.s.n.m.

Operatividad con viento

Hasta 30 km/h. (Fuerza 5)

Tab. 1: Características técnicas del DroneHexa6 de Dronetools®.

la trayectoria del dron y el intervalo de disparo de las fotografías. El plan de vuelo ya preparado debe transmitirse al autopiloto y de esa manera la operación y la toma de las imágenes se realiza de forma automática (Lám. 5). Antes del despegue, es necesario calibrar la brújula de la aeronave para que se adapte al campo magnético del momento del vuelo. Para este trabajo en Acinipo fue necesario instalar tres estaciones de tierra sucesivas para el control del aparato, que se colocaron en diferentes áreas según fuese operando el dron en cada una de las misio-

nes encomendadas (Fig. 3). Las estaciones deben situarse en un terreno lo más horizontal posible y con una buena visibilidad sobre el campo de vuelo. Para las maniobras de despegue y aterrizaje se instaló un soporte elástico de material plástico sobre el terreno natural, para evitar el levantamiento de columnas de polvo por las turbulencias que producen estas operaciones (Lám. 6). A la distancia de seguridad preceptiva se colocó la mesa de control, con la consola de pilotaje y el ordenador portátil que centralizaba todos los datos. Estos últimos equipos son totalmente autónomos y funcionan mediante baterías (Lám. 7).

Lám. 5. Plan de vuelo sobre el teatro de Acinipo, instalado en el autopiloto.

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Fig. 3. Localización de las estaciones de tierra instaladas sucesivamente en la zona arqueológica de Acinipo para el vuelo del dron.

Lám. 6. Área de maniobras. Listos para despegar.

Lám. 7. Segunda estación de tierra instalada. Desde aquí se controla el vuelo, toma de imágenes y posibles incidencias.

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8. LA TOMA DE IMÁGENES A BORDO El vuelo sobre Acinipo consistió en la ejecución de diversas misiones para la toma de fotografías cenitales y oblicuas georreferenciadas de los espacios arqueológicos antes señalados y una serie de imágenes generales de la zona arqueológica. La cámara de fotos utilizada en este proyecto ha sido una Digital-SLR Canon EOS 550D®. La secuencia de imágenes tomadas pueden ser tratadas con diversos tipos de software SfM (Structure from Motion) como Pix4D®, PhotoScan® y 3DZephyr®. Este post-proceso se encarga de individuar los puntos claves comunes en múltiples imágenes, creando una nube de puntos dispersa para después densificarla, añadiendo información cromática con el objetivo de aportar una textura real a un modelado 3D (Lám. 8), al igual que se ha hecho en la necrópolis de la Panoria con otro dron (Benavides et al., 2016). Esta nube de puntos permite realizar medición de distancias, áreas y volúmenes con precisión centimétrica. Además se pueden generar ortofotos, modelos digitales de superficie y curvas de

nivel, permitiendo exportar el modelo 3D para procesarlo con programas habituales en diseño asistido por ordenador (CAD), sistemas de información geográfica (GIS) o realidad virtual (VR), además de otras aplicaciones de modelado en 3D (Lám. 9). Por todo ello, el dron forma un conjunto inseparable con el equipo de toma de imágenes que va instalado a bordo. Prescindiendo de los equipos RTF12, donde las cámaras de fotografía y video vienen ya integradas en el cuerpo del aparato, el uso profesional implica mayores prestaciones, donde se puedan acoplar diferentes tipos de dispositivos, según los objetivos del vuelo. Lo ideal es poder embarcar cámaras réflex ópticas, termográficas, multiespectrales, hiperespectrales, LiDAR13 o cualquier otra existente en el mercado, cuya única limitación física sea su tamaño y su propio peso. Una vez que nos disponemos a volar, la climatología es esencial (Lám. 10). Con nubes bajas o niebla no se puede operar el dron, dado que se incumpliría la normativa vigente, que exige siempre un contacto visual entre la aeronave y el operador. Lo mismo

Lám. 8. Teatro de Acinipo. Nube de puntos para modelado 3D.

12 Ready To Fly (listo para volar). 13 Light Detection and Ranging. Es un sistema que permite obtener nubes de puntos a través de un escáner laser aerotransportado.

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Lรกm. 9. Teatro de Acinipo. Modelo 3D conformado. Vista cenital y de la parte posterior del edificio.


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El vuelo ha creado unos modelos tridimensionales del teatro, domus, termas y cabañas de Hierro Antiguo de Acinipo correctamente escalados y georreferenciados, que han aportado una gran cantidad de datos tridimensionales y cuantitativos, que representan la realidad de forma exhaustiva y que permitirán un estudio de detalle de la arquitectura, todavía por realizar (Láms. 11-12). Además, este levantamiento nos permitirá hacer un seguimiento del estado de conservación de los edificios.

Lám. 10. Levantando el vuelo. Visibilidad excelente y viento en calma.

ocurre con la lluvia, debido al riesgo de cortocircuito. El viento es un factor muy a tener en cuenta. Aunque hay fabricantes de drones que aseguran que sus aparatos pueden volar hasta con vientos de 90 km/h, ello responde más al marketing que a la realidad. Lo habitual es que por encima de 50 km/h incluso las mejores aeronaves no tripuladas tengan dificultades para el vuelo. Por encima de un viento de 20 km/h (fuerza 4) difícilmente se podrán tomar buenas fotos, ya que la trepidación del aparato impediría estabilizar los dispositivos anti-vibración que los diversos fabricantes instalan en sus cámaras14.

9. RESULTADOS Y CONCLUSIONES El vuelo realizado en Acinipo ha cumplido con creces los objetivos que inicialmente se habían planteado. No sólo se han obtenido una serie de imágenes de alta calidad de la zona arqueológica, sino también la experiencia ha servido de campo de pruebas para comprobar sobre el terreno la capacidad de los drones.

La definición de las imágenes tomadas sobre la mesa de Acinipo nos ha mostrado la existencia de indicios que permiten visualizar claramente la organización aterrazada que tenía la ciudad romana, así como lo que parecen ser una serie de estructuras soterradas a poca profundidad, que habrá que comprobar en el futuro. Por otro lado, con el vuelo se ha podido comprobar las rutas de circulación del público visitante dentro del enclave, al no existir un camino acotado, sino un recorrido libre, que ha creado una serie de senderos improvisados. Esto ha servido para el estudio de la ubicación de la futura señalización que se va a instalar en 2017. Por otro lado, las imágenes tomadas han permitido visualizar la existencia de estructuras enterradas y fosas, reveladas por las fotografías contrastadas. En algunos casos se observan claramente compartimentaciones interiores. Detectamos una concentración de dichas construcciones en el entorno de las termas, que revelan parte de la trama urbana romana, que habrá que comprobar en el futuro mediante actividades de excavación. Igualmente, el vuelo nos ha permitido conocer detalles sobre el estado de conservación de determinadas zonas especialmente vulnerables, como son las cabañas del Hierro Antiguo ubicadas en el espolón oriental de la mesa. En este sentido, se han aportado nuevos datos sobre la topografía de este espacio. Se han observado indicios de la presencia de alguna otra cabaña circular no excavada, revelada por las alteraciones de la vegetación herbácea, además de otras estructuras rectilíneas, que, como en el caso anterior, deberán ser comprobadas (Lám. 13). Igualmente, las imágenes tomadas desde el dron muestran claramente que el citado espolón ha sufrido una pérdida de la superficie por efecto de la erosión, fenómeno que, con toda seguridad, ha destruido algunas estructuras arqueológicas (Lám. 14).

14 IS, Image Stabilization, de Canon® o VR, Vibration Reduction, de Nikon®, por citar solo los más habituales.

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Lรกm. 11. Modelo 3D de la domus. Toma cuasi-cenital.

Lรกm. 12. Modelo 3D de las termas. Vista oblicua desde el norte.


Lám. 13. La mesa de Acinipo desde el aire captada por el dron y algunas imágenes resultantes. Arriba: vista general de la mesa. Centro: imágenes contrastadas. Abajo: interpretación de las anomalías captadas como posibles estructuras constructivas o fosas. A: Área de las termas. B: Área del espolón oriental.


DRONES Y SU APLICACIÓN EN ARQUEOLOGÍA. VOLANDO SOBRE ACINIPO (RONDA, MÁLAGA)

Lám. 14. El espolón oriental con las cabañas del Hierro Antiguo.

Lám. 15. Despeñadero occidental de la mesa de Acinipo con el teatro al fondo. Imagen tomada en vuelo.

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A nivel de prospección superficial, hemos verificado que un vuelo con dron nos permite un conocimiento muy exhaustivo del terreno natural, tanto de sus accidentes naturales, como de las huellas de actividad humana y de estructuras enterradas de manera somera. Actualmente muchos trabajos de prospección se inician con una minuciosa observación de las imágenes de satélite de programas como Google Earth®, que, si bien puede servir para una primera aproximación al territorio, no resulta demasiado útil a nivel de detalle. En comparación con otros sistemas de observación aérea, el uso de drones nos proporciona imágenes de una resolución mucho más elevada debido a que se opera a muy poca altura y con una total estabilidad del aparato. A ello hay que añadir la infraestructura simple que se necesita para el vuelo y su adaptación a casi cualquier tipo de terreno, lo que repercute en los costes. Las imágenes se obtienen ya georreferenciadas y con diversos programas informáticos como ArtGIS for Desktop® o Autodesk Revit® se pueden obtener topografías y modelos 3D del enclave sin necesidad de estaciones de tierra, lo que permite cartografíar y fotografiar zonas de difícil acceso o peligrosas (Lám. 15). De este modo, se pueden obtener tanto las curvas de nivel con los valores que se desee, así como las planimetrías de cortes y estructuras con sus correspondientes cotas. Todo ello puede ser producido en resolución centimétrica. De este modo, su uso en excavaciones supone un considerable ahorro de tiempo y trabajo. A este respecto, la utilización de drones supone también un importante avance en la topografía aplicada a la investigación arqueológica. Por otro lado, los levantamientos en 3D que proporcionan las imágenes tomadas desde un dron nos permiten realizar restituciones muy fieles, con un ángulo de 360º y a diferentes alturas en solo unos minutos. Esta documentación resulta esencial para desarrollar aplicaciones de realidad virtual, lo cual permite ofrecer unos resultados muy atractivos y novedosos en la difusión de cualquier trabajo arqueológico, tanto a la comunidad científica como a la sociedad.

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LEONOR PEÑA-CHOCARRO, ET AL.

CRÓNICA

DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA

Testing the Potential of Optically Stimulated Luminescence (OSL) for the Dating of the Antequera Megaliths (Málaga, Spain): Assessing the Results of the First Round of Sampling Constantin Athanassas, Leonardo García Sanjuán, Katerina Theodorakopoulou, Mayank Jain, Reza Sohbati, Guillaume Guerin y José Antonio Lozano Rodríguez Un percutor en meta-arenitas encontrado en el túmulo del dolmen de Menga. Estudio litológico, traceológico y contextual José Antonio Lozano Rodríguez, Leonardo García Sanjuán, Alba Masclans Latorre, Juan Francisco Gibaja Bao, Luis Alfonso Pérez Valera, Francisco Martínez-Sevilla y Coronada Mora Molina Estudio arqueozoológico de los restos faunísticos recuperados en el pozo del dolmen de Menga (Antequera, Málaga) en las excavaciones de 2005-06 José Antonio Riquelme Cantal

Dibujo de la sección del dolmen de Menga realizado por Manuel Gómez-Moreno Martínez. © Instituto Gómez-Moreno. Fundación Rodríguez Acosta.


… Y LLEGARON LOS AGRICULTORES: AGRICULTURA Y RECOLECCIÓN EN EL OCCIDENTE MEDITERRÁNEO

07 MENGA

El Relleno del Pozo de Menga: Estratigrafía y Radiocarbono Leonardo García Sanjuán, Gonzalo Aranda Jiménez, Francisco Carrión Méndez, Coronada Mora Molina, Águeda Lozano Medina y David García González Proyectiles de 9 mm hallados en el atrio del dolmen de Menga ¿Testimonio de la Guerra Civil Española? Leonardo García Sanjuán, Ángel Rodríguez Larrarte, Mark A. Hunt Ortiz, Gonzalo Aranda Jiménez y Coronada Mora Molina


Sampling for OSL dating inside the socket of Menga’s first pillar, March 2014. From left to right: Katerina Theodorakopoulou, Constantin Athanassas and Victoria Pérez Nebreda. Photo: Leonardo García Sanjuán.


CRÓNICA

TESTING THE POTENTIAL OF OPTICALLY STIMULATED LUMINESCENCE (OSL) FOR THE DATING OF THE ANTEQUERA MEGALITHS (MÁLAGA, SPAIN): ASSESSING THE RESULTS OF THE FIRST ROUND OF SAMPLING Constantin Athanassas1, Leonardo García Sanjuán2, Katerina Theodorakopoulou3, Mayank Jain4, Reza Sohbati4, Guillaume Guerin5 and José Antonio Lozano Rodríguez6

Abstract: The megalithic monuments of Antequera (Málaga, Spain) are among the most significant of Iberia and have become a reference for the study of the megalithic phenomenon worldwide. Despite the long history of their research, dating back to first half of the 19th century, the Antequera megaliths currently lack a robust scientific chronology, which hampers the study of their complex biographies, especially the dates of their construction. Optically Stimulated Luminescence (OSL) is a powerful tool in the toolbox of direct monument dating techniques. It is expected that OSL dating can provide the chronological resolution needed to decipher the chronology of the Antequeran megaliths. Here we present the results of the first round of sampling that aimed at assessing the suitability of the materials involved. Ultimately, results would indicate the most effective sampling strategy for a successful OSL dating attempt at a later stage.

Keywords: Megaliths, Neolithic, Numerical Chronology, Optically Stimulated Luminiscence.

ENSAYO DEL POTENTIAL DE LA LUMINISCENCIA POR ESTIMULACIÓN ÓPTICA (OSL) PARA LA DATACIÓN DE LOS MEGALITOS DE ANTEQUERA (MÁLAGA, ESPAÑA): VALORACIÓN DE LOS RESULTADOS DE LA PRIMERA RONDA DE MUESTREO Resumen: Los monumentos megalíticos de Antequera (Málaga, España) se encuentran entre los más importantes de la Península Ibérica, y se han convertido en referencia para el estudio del fenómeno megalítico a escala mundial. A pesar la larga historia de investigación, que se remonta a la primera mitad del siglo XIX, los megalitos antequeranos carecen en la actualidad de una cronología científica robusta, lo cual dificulta el estudio de sus complejas biografías, especialmente las fechas de construcción. La Luminiscencia por Estimulación Óptica (OSL) es una potente herramienta dentro del arsenal de técnicas de datación directas de monumentos. Se espera que la datación por OSL pueda proporcionar la resolución cronológica necesaria para descifrar la cronología de los megalitos antequeranos. En este artículo se presentan los resultados de la primera ronda de muestreo, realizada con el objetivo de valorar la adecuación de los materiales implicados. En última instancia, estos resultados indicarán la estrategia de muestreo más efectiva para un intento de datación por OSL que resulte exitosa, y que se encuentra ya en curso.

Palabras clave: Megalitos, Neolítico, Cronología Numérica, Luminiscencia por Estimulación Óptica. 1 CEREGE, Technopôle de l’Environnement Arbois-Méditerranée. [athanassas@cerege.fr] 2 Departamento de Prehistoria y Arqueología, Universidad de Sevilla. [lgarcia@us.es] 3 Faculty of Geology and Geoenvironment, University of Athens. [katheo@phys.uoa.gr] 4 Centre for Nuclear Technologies. Technical University of Denmark (Roskilde). [maja@dtu.dk], [resih@dtu.dk] 5 Institut de Recherche sur les Archéomatériaux, UMR 5060 CNRS - Université Bordeaux Montaigne, Centre de Recherche en Physique Appliquée à l’Archéologie (CRP2A). [gguerin@u-bordeaux-montaigne.fr] 6 Departamento de Petrología y mineralogía, Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, Universidad de Granada. [jalozano@ugr.es] Recibido: 20/07/2015. Aceptado: 13/09/2015

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CONSTANTIN ATHANASSAS ET AL.

1. INTRODUCTION The megalithic monuments of Antequera (Málaga, Spain), namely Menga, Viera and El Romeral, have a long history of archaeological research. After the early work by Rafael Mitjana y Ardison (1847), and throughout the 19th century, Menga became one of the most internationally-known megalithic monuments of Europe, as a recent review has shown (Sánchez-Cuenca López, 2011). Viera and El Romeral were discovered in 1903-1904, and soon they also became the focus of major scientific interest within the then rising Spanish archaeology (Gómez-Moreno Martínez, 1905; Mergelina, 1922). The research on Menga and Viera intensified in the last quarter of the 20th century, with various excavations being carried out by the University of Málaga (Ferrer Palma, 1997a; 1997b; Ferrer Palma et al., 2004) and in 2005-2006,

with excavations undertaken by the university of Granada (Carrión Méndez et al., 2009; 2010). From today’s perspective, the fact that most of these excavations were not followed by fully published post-excavation studies makes the analysis of the complex biographies of these monuments a very difficult task –for a recent discussion see García Sanjuán and Lozano Rodríguez, 2016–. One of the most pressing problems regarding the study of the Antequeran megaliths is precisely their chronology. In fact, up until 2006 only one 14C date had been published for all three monuments. At the time of writing these lines (April 2016), a total of 18 radiocarbon dates have been published for Menga and Viera, all of them resulting from the research project “Societies, Territories and Landscapes in the Prehistory of Antequera (Málaga)” carried out jointly

Megalith

Context

Laboratory

SampleType

Date BP

Date 2σ Cal BC/AD

Menga

Atrium (pit)

Ua-24582

Charred material

4935 ± 40

3790‐3690 BC

García Sanjuán and Lozano Rodríguez, 2016

Menga

Atrium (pit)

Ua‐24583

Charred material

4865 ± 40

3760‐3530 BC

García Sanjuán and Lozano Rodríguez, 2016

Menga

Mound (base)

Ua‐36216

Charred material

4760 ± 30

3639‐3384 BC

García Sanjuán and Lozano Rodríguez, 2016

Viera

Mound (base)

GrN‐16067

Charred material

4550 ± 140

3631-2916 BC

Ferrer Palma,1997a

Viera

Chamber

Beta-353820

Faunal remains

4090 ± 30

2860-2500 BC

Aranda Jiménez et al., 2013

Viera

Chamber

Beta-353822

Faunal remains

3580 ± 30

2020-1880 BC

Aranda Jiménez et al., 2013

Menga and Viera

Vicinity

Beta-412999

Human bone

1790 ± 30

133-330 AD

Aranda Jiménez et al., 2015

Menga and Viera

Vicinity

Beta-413000

Human bone

1730 ± 30

243-386 AD

Aranda Jiménez et al., 2015

Menga and Viera

Vicinity

Beta-413001

Human bone

1770 ± 30

138-345 AD

Aranda Jiménez et al., 2015

Menga and Viera

Vicinity

Beta-413002

Human bone

1700 ± 30

253-406 AD

Aranda Jiménez et al., 2015

Menga and Viera

Vicinity

Beta-413003

Faunal remains

1500 ± 30

432-639 AD

Aranda Jiménez et al., 2015

Menga and Viera

Vicinity

Beta-413004

Faunal remains

1540 ± 30

426-588 AD

Aranda Jiménez et al., 2015

Menga and Viera

Vicinity

Beta-413005

Faunal remains

1490 ± 30

436-644 AD

Aranda Jiménez et al., 2015

Menga and Viera

Vicinity

Beta-413006

Faunal remains

1520 ± 30

428-609 AD

Aranda Jiménez et al., 2015

Menga

Atrium

CNA‐1174

Human bone

1250 ± 35

676‐871 AD

Díaz‐Zorita Bonilla and García Sanjuán, 2012

Menga

Atrium

CNA‐1173

Human bone

1100 ± 45

783‐1022 AD

Díaz‐Zorita Bonilla and García Sanjuán, 2012

Menga

Shaft

Beta‐322311

Faunal remains

120 ± 30

1679‐1940 AD

Riquelme Cantal, 2012

Menga

Shaft

Beta‐322312

Faunal remains

150 ± 30

1667‐1951 AD

Riquelme Cantal, 2012

Tab. 1. Published 14C dates for Menga and Viera.

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Reference

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. PP. 157-164. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA


TESTING THE POTENTIAL OF OPTICALLY STIMULATED LUMINESCENCE (OSL) FOR THE DATING OF THE ANTEQUERA MEGALITHS: ASSESSING THE RESULTS OF THE FIRST ROUND OF SAMPLING

between 2013 and 2018 by the Universities of Seville, Alcalá de Henares, Granada and Southampton (Tab. 1). Although a significant improvement, this is still a clearly insufficient basis to interpret the biography of monuments that were founded in the Late Neolithic period (Menga and Viera) or the Copper Age (El Romeral), and then went on to be used through the Bronze Age, Iron Age, Antiquity, Middle Ages and Modern History. The available numerical chronology is particularly weak as far as the early time of their use (Neolithic and Copper Age) is concerned, especially for El Romeral tholos, for which not a single date has yet been obtained. In the case of Menga, three 14C dates of Neolithic chronology have been published so far, falling into the period c. 3800-3400 cal BC. Neither of them was obtained from the sockets of the orthostats or pillars and therefore they can only provide a post quem chronology for the construction of the monument. The building of Menga is of the greatest interest in light of its orientation (and visual connection) towards La Peña de los Enamorados, a prominent landscape feature of the Antequera plain, which suggest that the design of this extraordinary monument was somewhat related to previous activity that took place at La Peña (García Sanjuán and Wheatley, 2009; García Sanjuán et al., 2011; 2015). Establishing the date for the construction of Menga is also important to understand its possible connection with the earthquake recorded at of El Toro cave, distant only a few kilometers to the south (García Sanjuán and Lozano Rodríguez, 2016). Given the present unavailability of samples datable by radiocarbon, and the importance of advancing towards a reliable chronology of the foundation of all three Antequeran megaliths, in 2013 the Universities of Seville (Spain) and Aix-en-Provence (France), together with the Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera agreed to collaborate in order to explore the suitability of the building materials of the megaliths for Optically Stimulated Luminescence (OSL) dating, and the potential of this method to establish their construction dates. This collaboration is currently funded by two separate research projects: the project Works of the Old Men: Chronology and Spatial Analysis of Prehistoric Stone-Built

Structures in the Peri-Mediterranean, led by the Centre Européen de Recherche et d’Enseignement des Géosciences de l’Environnement (Aix- Marseille University) (2013-2015) and the project Nature, Society and Landscape: High-Resolution Archaeological Research of the Antequera Megalithic Landscape, led by the Department of Prehistory and Archaeology of the University of Seville (2014-2017). In this paper we present the results of the first round of dating carried out in all three Antequeran megaliths through 2014. Our preliminary experiments highlight the mineralogical suitability of the building materials for OSL dating on the one hand, but on the other hand underline the need for additional work to more accurately constrain factors such as the local environmental dose rate and OSL signal resetting in the rock surfaces toward a reliable numeric chronology of the megaliths. Although essentially negative towards the final end of establishing the construction dates for the megalithic monuments, this first round of sampling has provided crucial clues to undertake the second round of sampling, which is currently under way. This work has been carried out as part of a larger sampling effort that has also included the tholos of La Pastora, which is part of the Copper Age settlement of Valencina de la Concepción (Seville), and a megalithic construction of unknown date recently re-discovered in the historical centre of Carmona (Seville)1.

2. METHODS AND MATERIALS OSL dating is based on the emission of light, termed luminescence, from irradiated minerals when they are submitted to stimulation with artificial light sources (e.g. lasers and LEDs) (Huntley et al., 1985). Natural ionizing radiation is omnipresent in the environment and involves radioactivity, delivered by the emission of α, β and γ particles from decaying atomic nuclei of 235U, 238U, 232Th (and their daughter products) and 40K, and the cosmic rays. Natural ionizing radiation brings minerals to a long excitation condition. At the excited state electron charge builds up in intrinsic mineral imperfections (traps); the longer the excitation stage, the more the amount of trapped electrons in the crystal defects.

1 Although this structure was first discovered in the early 20th century and was listed as “dolmen” given its apparent resemblance with some local prehistoric architectures, recent re-excavations by Ricardo Lineros Romero (Museo de la Ciudad de Carmona) date it to a post-Roman period.

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CONSTANTIN ATHANASSAS ET AL.

Step

Treatment

1

Dose Di

2

PH (240ºC, 10 sec)

3

OSL 240ºC, 10 sec)

4

Test Dose TD

5

PH (160ºC, 0 sec)

6

OSL (125ºC, 100 sec)

7

Go to Step 1

Measurement

Explanation Give regenerated dose (no irradiation before measurement of the natural signal) Thermally erase charge from geologically unstable traps

LOSL

Registering the OSL signal (at elevated temperature so as to maintain unstable traps inactive) Give the test dose Thermally erase charge from geologically unstable traps

TOSL

Registering the test dose OSL signal Repeat sequence with a different regenerated dose

Tab. 2. The single aliquot regenerated (SAR) dose protocol and measurement settings for conventional quartz-OSL dating (Murray & Wintle, 2000).

An OSL age is the ratio of the received radiation dose over the rate of exposure to the natural ionizing radiation. State-of-the-art devices, known as “luminescence readers”, can record the OSL signal by submitting the minerals to stimulations with artificial light. The natural dose, as also called the paleodose, can be evaluated by interpolating the natural OSL signal intensity onto an experimental graph consisting of data points which pair artificial doses of known size and corresponding OSL signal intensities. That graph is termed the “dose response curve”. This method of paleodose estimation is represented by the single aliquot regenerated (SAR) protocol (Murray and Wintle, 2000). SAR protocol (Tab. 2) allows replicate measurements on separate subsamples (aliquots) allowing recording the variation of the paleodose, as well as recording any variations in the sensitivity of quartz taking place as the measurements progress. Along with quartz, feldspars are the most suitable minerals in OSL dating. Assessment of the dose rate includes estimation of radioelement concentrations either by typical methods used in analytical chemistry (i.e. Neutron Activation Analysis, NAA or Inductively Coupled Plasma Mass Spectrometry, ICP-MS) or particle-emission counting/spectrometry techniques. Radioelemental concentrations are then converted to dose rate units using specific conversion factors (Guerin et al., 2011). An alternative way to determine dose rates is to measure it on the site using “dosimeters”. Dosimeters are crystalline pellets of minerals especially sensitive to natural radioactivity. In a fashion similar to the dating of sediments, OSL also can also be employed for the numeric dating of archaeological monuments (Greilich et al., 2005; Greilich and Wagner, 2006) by assessing the time

160

elapsed since the last exposure of the surface of the building material to sunlight. OSL dating of ancient monuments is based on the hypothesis that the stone surfaces (e.g. masonry, slabs, orthostats and pillars) would be sufficiently exposed to daylight before they are built together to construct the monument (Sohbati et al., 2011; 2012; Liritzis, 2011). Given that a sufficient quantity of quartz grains can be collected from the surface of the slab, standard OSL dating methods can be used to produce a numeric date for the monument. On Menga, sampling focused on the debris filling up the pillar sockets (Fig. 1a), presuming that its clasts would have received enough daylight during cutting and backfilling, as it has been shown in similar studies in Iberia (Calado et al., 2003; LópezRomero, 2011), whereas in the case of Viera and El Romeral mortar was sampled from the slab/orthostat joints and between the slabs respectively. The Carmona underground structure was deemed ideal for surface dating of the calcarenite cobbles in the corridor walls. Dosimeters were left in the sample holes for several weeks to record the environmental dose rate on-site. Preparation of samples and measurement of the paleodose were conducted by the first author at Risø National Laboratory, DTU, Roskilde, Denmark. Evaluation of the paleodose relied on quartz, isolated following the typical chemical process (c.f. Athanassas et al., 2012). Grain-sizes of 90-125 μm were involved in the measurements. Moisture content was estimated to 5%, and the attenuation factor considered for this grain size was 0.9 (Prescot and Hutton, 1994). The unit used for luminescence measurements was a RISØ TL-DA-15 reader. In order to estimate the intensity of the sensitivity-corrected OSL, SAR (Murray and Wintle, 2000) was used in its original form (Tab. 2).

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TESTING THE POTENTIAL OF OPTICALLY STIMULATED LUMINESCENCE (OSL) FOR THE DATING OF THE ANTEQUERA MEGALITHS: ASSESSING THE RESULTS OF THE FIRST ROUND OF SAMPLING

Fig. 1. a) Sampling infill debris in an excavated pillar socket of Menga. b) Clay mortar between slab and orthostat in Viera; c) Clay mortar as binging material of slabs in El Romeral; d) Corridor wall in Carmona megalithic structure consisting of calcarenite cobbles.

3. DISCUSSION AND CONCLUSIONS The paleodose of several quartz aliquots from Menga infill were widely distributed (Fig. 2a). Noticeably, this broad range of paleodoses suggests either that the debris clasts were not sufficiently exposed to daylight during cutting, transport and trickling of the debris into the ditch, with most of the grains preserving a significant residual dose or that the dose rate is not homogeneous in the deposit. It is therefore difficult to precisely set the OSL chronology of the erection of Menga exclusively relying on the socket infill. Mortars of Viera and El Romeral demonstrated a similarly broad range of paleodoses indicating that any quartz particles in the clayey mortar were not uniformly bleached during the manufacturing process. Therefore numeric dating of the megaliths based on mortars taken from the fabric of their walls might not be an effectual way either. The above results oblige reconsideration of the sampling strategy on the Antequeran dolmens, avoiding pillar-socket infill and mortars due to poor OSL signal resetting of the containing grains. Thus, the sampling campaign carried out in 2015 aimed for original rock surfaces carved on the orthostats buried under the infill in the case of Menga and Viera, and for masonry slabs in the case of El Romeral. It is more likely that direct OSL dating of the rock and slab surfaces will lead to greater precision as it is expected

that the buried surfaces may have received sufficient sunlight exposure during quarrying, transportation and before emplacement. A similar test was run on calcarenite blocks constituting the corridor walls of the Carmona underground structure. OSL measurements on quartz grains extracted from the surface of the cobbles making up the walls of the structure brought forth quite reproducible paleodoses, suggesting that the cobble surfaces had received sufficient sunlight before they were stacked one on another to build the corridor walls. In addition, reproducibility in the paleodose would also suggest that possible spoliation of the signal by grains from deeper layers of the stone having geologically old paleodoses owes to be unimportant, as no skew is seen from the probability density diagrams (Fig. 2, b). Nevertheless, if the dose rate (Tab. 3) is taken into the calculations the monument’s age becomes prehistoric, a fact that stands in direct contradiction with the current archaeological assumptions. That deviation necessitates thoroughly probing into the characteristic form of the OSL signal resetting profile (Sohbati et al., 2011) into the rock surface for all of the structures concerned here during the forthcoming re-examination of their OSL chro-

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CONSTANTIN ATHANASSAS ET AL.

Fig. 2. a) OSL paleodose distribution for the orthostat socket infill from Menga; b) OSL age distribution of quartz extracts from the surface of cobbles making up the corridor walls of Carmona megalithic structure.

nology. Such an analysis would provide additional information on the burial/exposure history of the rock surfaces, in comparison to spotted measurements on the surface, allowing controlling the validity of the expected paleodoses and the forthcoming OSL ages. In conclusion, the anticipated upcoming sampling campaign at Antequera shall aim for rock surfaces of orthostats buried directly under the infill. Nevertheless, measurement of a substantially larger number of sub samples per mortar sample may allow the engagement of age models (Galbraith et al., 1999) which can be exploited as to identify different populations of paleodoses that comprise the paleodose distribution. More to the point, single-grain OSL dating (Duller, 1996) would perhaps constitute the ultimate tool to the dating of the mortars. The method involves direct stimulation of individual grains so that measurement of the OSL signal of individual grains is possible. In that manner grains fully reset during the manufacturing procedure can be separated from grains with residual paleodoses, allowing in that way the establishment of an OSL age for the mortars as well.

4. ACKNOWLEDGMENTS The OSL analysis presented in this paper was supported by Envi-Med Mistrals under the acronym W.O.MEN (“Works Of the Old Men”). This study is also supported by the project of “Nature, Society and Monumentality: High Resolution Archaeological Investigations on the Megalithic Landscape of Antequera” (HAR2013-45149-P) (2014-2017), sponsored within the National R&D Plan of the Ministry of Economy and Competitiveness (Spanish Government) and has been carried out within the project “Societies, Territories and Landscapes in the Prehistory of Antequera (Málaga)” (2013-2018), approved by the Ministry of Culture of the Andalusian Government. We are thankful to the staff of Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Málaga), and particularly to Bartolomé Ruiz González and Victoria Pérez Nebreda, for their help and support while sampling all three megaliths. We would also like to thank Ricardo Lineros Romero and Rocío Anglada Curado, from the Carmona Museum (Seville) and Juan Manuel Vargas Jiménez, municipal archaeologist at Valencina, for their assistance. Material from Menga and Carmona dolmens were measured by CA

Material

U(μgxg-1)

Th(μgxg-1)

K(wt %)

"γ+cosmic" dose rate* (Gyxka-1)

Doserate (Gyxka-1)

Paleodose (Gy)

Menga infill

0.20±0.02

0.4±0.04

0.05±0.01

0.37±0.02

0.59±0.03

23±20

Carmona wall

0.30±0.04

0.8±0.08

0.06±0.01

0.38±0.02

0.61±0.06

3.7±8

Tab. 3. Indicative (average) radioelemental concentrations, dose rates and paleodoses for the monuments of Menga and Carmona. U, Th & K measured by ICP-MS (ACME Laboratories, BC, Canada). * estimated by dosimeters (IRAMAT, Bordeaux, France).

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TESTING THE POTENTIAL OF OPTICALLY STIMULATED LUMINESCENCE (OSL) FOR THE DATING OF THE ANTEQUERA MEGALITHS: ASSESSING THE RESULTS OF THE FIRST ROUND OF SAMPLING

at the Nordic Laboratory for Luminescence Dating (DLL), RISØ National Laboratory, DTU, Roskilde, Denmark. Dosimetric measurements were obtained by Guillaume Guerin, Institut de Recherche sur les Archéomatériaux, Université Bordeaux Montaigne, Maison de l’Archéologie, Pessac, France.

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Modelado 3D del tercer pilar del dolmen de Menga. Ortofoto de Victor Baceidero RodrĂ­guez.


Percutor procedente del túmulo de Menga. Fotografía: Javier Pérez González.


CRÓNICA

UN PERCUTOR EN META-ARENITAS ENCONTRADO EN EL TÚMULO DEL DOLMEN DE MENGA. ESTUDIO LITOLÓGICO, TRACEOLÓGICO Y CONTEXTUAL José Antonio Lozano Rodríguez1, Leonardo García Sanjuán2, Alba Masclans Latorre3, Juan Francisco Gibaja Bao4, Luis Alfonso Pérez Valera5, Francisco Martínez-Sevilla6 y Coronada Mora Molina2

Resumen: Se describe y estudia una herramienta de percusión de piedra encontrada en junio de 2014 en el relleno del túmulo del dolmen de Menga, detrás del ortostato R12 (el segundo del lado derecho según se entra). Este artefacto es primero caracterizado desde un punto de vista geo-litológico, estableciéndose que es una meta-arenita a procedente de la formación geológica del Campo de Gibraltar. En segundo lugar se realiza un estudio traceológico que revela que la pieza presenta marcas de uso como herramienta de percusión en ambos extremos. Finalmente se valora este percutor desde un punto de vista contextual, comparándola con otras herramientas de percusión encontradas en el atrio y el pozo del dolmen de Menga. Como conclusión de valora la posibilidad de que esta pieza fuese una herramienta utilizada por alguna de las personas que participaron en los trabajos de cantería relacionados con la construcción de este gran megalito.

Palabras clave: Megalitismo, Dolmen, Menga, Maza, Metacuarcita, Geología, Petrología de Lámina Delgada, Traceología, Huellas de Uso, Percusión, Cantería.

A META-ARENITE HAMMER FOUND IN THE MOUND OF MENGA: LITHOLOGICAL, TRACEOLOGICAL AND CONTEXTUAL STUDY Abstract: A stone hammer found in June 2014 within the infill of Menga’s mound, behind upright R12 (the second on the right as one enters the megalith), is described and studied. This artefact is firstly characterised from a geo-lithological viewpoint, which reveals it is a meta-arenite from the Campo de Gibraltar geological formation. Secondly, a use-wear analysis is carried out, showing that this object presents percussion marks on both its ends. Finally, this item is assessed from a contextual point of view and compared to other percussion tools found at the atrium and in the water well of Menga. As a conclusion, we discuss the possibility that this object was a tool used by a person working in the construction of this great megalith.

Keywords: Megalithic Phenomenon, Dolmen, Menga, Hammer, Meta-arenite, Geology, Thin Section Petrology Use-wear Analysis, Percussion, Quarrying. 1 Instituto andaluz de Ciencias de la Tierra (CSIC-Universidad de Granada). [jalozano@ugr.es] 2 Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla. [lgarcia@us.es]; [coronada_mora@us.es] 3 Departament d’Història i Història de l’Art de la Universitat de Girona. [alba.masc@gmail.com] 4 Institut Milà i Fontanals, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. [jfgibaja@imf.csic.es] 5 Centro de Estudios Avanzados en Ciencias de la Tierra de la Universidad de Jaén. [laperez@ujaen.es] 6 Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada. [martinezsevilla@ugr.es]

Recibido: 20/10/2016. Aceptado: 24/12/2016

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1. INTRODUCCIÓN En junio de 2014 se realizó un vaciado parcial del relleno de uno de los cortes excavados en el dolmen de Menga en 2005 con motivo de la instalación de un sistema de iluminación y el acondicionamiento de los accesos, una intervención que permanece totalmente inédita1. Este vaciado parcial se realizó en el lado sur del Corte nº 1 (el mismo que el Corte nº 28 de la excavación llevada a cabo por la Universidad de Málaga en 1991), que cubría parte del lado derecho del atrio del dolmen y que se extendió por detrás de los dos primeros ortostatos del megalito.

El motivo de dicha limpieza fue obtener muestras para datación por OSL como ampliación de un primer intento fallido de datar la fecha aproximada de construcción de este monumento (Athanassas et al., 2016). Durante dicho trabajo de limpieza se desprendió del relleno del intersticio que separa el primer y segundo ortostato del lado derecho de Menga (R11 y R 12) (Lozano Rodríguez et al., 2014:764) un percutor de piedra de forma oblonga y superficie pulimentada que, creemos, debía haber quedado exento en uno de los niveles terrígenos entre los dos ortostatos sin que los excavadores lo identificasen durante el proceso de excavación en 2005 (Lám. 1).

Lám. 1. Abajo) Perspectiva general del trabajo de vaciado parcial del relleno del Corte nº 1 de la intervención de 2005 para muestreo para datación por OSL. Fotografía: Leonardo García Sanjuán; Arriba) Planta del dolmen de Menga con la situación del lugar donde apareció la pieza. Diseño: José Antonio Lozano Rodríguez.

1 NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierras para el Acondicionamiento de Ilumina-

ción y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga, Informe Inédito.

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UN PERCUTOR EN META-ARENITAS ENCONTRADO EN EL TÚMULO DEL DOLMEN DE MENGA. ESTUDIO LITOLÓGICO, TRACEOLÓGICO Y CONTEXTUAL

Lám. 2: Imagen de anverso, reverso y canto del percutor. Se aprecia el achatamiento producido en ambos extremos por el trabajo realizado con la misma. Fotografía: Javier Pérez González.

Encontrado por tanto a la altura del flanco occidental del ortostato R12 de Menga, este percutor tiene 14,5 cm de longitud máxima, por 6,8 cm de anchura máxima, presentando un peso de 703,9 gr. La pieza se encuentra completa y en buen estado de conservación, siendo apreciables a simple vista en sus dos extremos marcas de trabajo (micro-fracturas y levantamientos por percusión) que le dan un aspecto desgastado en sus dos extremos (Lám. 2). Este hallazgo tiene una especial importancia, en primer lugar porque la cantidad de artefactos prehistóricos hallados en Menga es extremadamente escasa, y en segundo lugar porque, a fecha de hoy, ninguno de ellos ha sido objeto de un estudio tecnológico, funcional y contextual pormenorizado y menos aún publicado. Por ello, en este trabajo se realiza un examen completo de esta pieza, que se centra primero en su caracterización litológica y en el establecimiento de la posible procedencia de la materia

prima, abordando a continuación el estudio de sus huellas de uso. A partir de los datos obtenidos, este percutor es puesto en relación con otros útiles de piedra hallados en este monumento y en otros sitios próximos, discutiéndose la hipótesis de su posible uso en los trabajos relacionados con la construcción del dolmen.

2. METODOLOGÍA A partir de una inspección ‘de visu’ se comprobó que el percutor estudiado es de color verde oscuro, de aspecto masivo, compacto, consistente y muy resistente al golpeo. Para describir el útil con mayor detalle desde un punto de vista petrológico se optó por extraer un pequeño testigo para su análisis mediante petrografía de lámina delgada en un microscopio óptico. Ampliamente utilizada en la caracterización de objetos cerámicos y líticos, la

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petrografía de lámina delgada permite reconocer la mineralogía presente en cada litología, así como otros elementos estructurales, texturales, micropaleontológicos y sedimentológicos. Estas características permiten identificar la litología de artefactos prehistóricos y, subsecuentemente, abordar la cuestión de las áreas fuente o de abastecimiento de materias primas. En este sentido, la petrología de lámina delgada vienen aplicada con éxito desde hace dos decenios para la caracterización de recursos líticos en la Prehistoria Reciente andaluza (Ramos Millán et al., 1997; Nocete Calvo et al., 2005; Aguayo de Hoyos, et al., 2006; Martínez Fernández et al., 2006; Lozano Rodríguez et al., 2010a; 2010b; Lozano Rodríguez et al., 2011; Afonso Marrero et al., 2011; Morgado Rodríguez et al., 2011; Lozano Rodríguez et al., en prensa; etc.). La extracción del testigo se realizó con un taladro de mesa marca Hinhellsb 401/1, monofásico de 230v, 50Hz, 350W de potencia (Lám. 3A), siendo la broca hueca, de corona de diamante y un diámetro de 8 mm

refrigerada por agua (Lám. 3B). El cilindro-testigo obtenido fue utilizado para la fabricación de la lámina delgada, cuyo estudio se ha realizado mediante un microscopio óptico Olympus BHT. Para el análisis traceológico de la pieza se ha utilizado una lupa binocular LeicaMZ16 para la observación a bajos aumentos (5-40X) así como un microscopio metalográfico OlympusBH2 para el análisis a altos aumentos (50-400x). La adquisición de imágenes se ha realizado mediante una cámara Canon EOS1100D y el montaje multifocal con el software Helicon Focus. Como apoyo interpretativo se ha usado la colección de referencia de material experimental de sílex, cuarzo y cuarcitas presente en el Laboratorio de Tecnología Prehistórica-LitoCAT de la Institución Milà i Fontanals (IMF-CSIC) de Barcelona, así como la colección experimental de herramientas pulidas y biseladas desarrollada en la tesis de Alba Masclans Latorre (en prensa) y localizadas en el mismo laboratorio de la IMF-CSIC.

Lám. 3. Proceso de preparación de la muestra para el estudio petrográfico de lámina delgada al microscopio óptico: A. Perforación con broca de diamante hueca de 8 mm; B. Taladro de perforación con agua; C. Muestra perforada y testigo obtenido. Fotografías: José Antonio Lozano Rodríguez.

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UN PERCUTOR EN META-ARENITAS ENCONTRADO EN EL TÚMULO DEL DOLMEN DE MENGA. ESTUDIO LITOLÓGICO, TRACEOLÓGICO Y CONTEXTUAL

Como apoyo metodológico para la interpretación de las modificaciones por uso se han utilizado los criterios propuestos en la literatura para la interpretación de los cristales de cuarzo (Clemente Conte, 1997), para la caracterización de los micro-pulidos (González Urquijo e Ibáñez Estévez, 1994; Vaughan, 1985) y para la observación macroscópica (Adams et al., 2009), así como los criterios definidos para el análisis microscópico de elementos macrolíticos pulidos y biselados (Masclans Latorre et al., en prensa). Se realizó una primera observación al microscopio con la intención de determinar la posible presencia de residuos, con resultados negativos. Posteriormente se ha llevado a cabo la limpieza en profundidad de la pieza con agua y jabón antes de usar una cubeta de ultrasonidos durante 10 minutos. Finalmente se sumergió la parte distal del artefacto en una disolución de HCl (ácido clorhídrico) al 10% durante 2 minutos para eliminar los restos de concreciones calcáreas adheridas al filo que impedían apreciar las huellas de uso.

3. ANÁLISIS 3.1. DESCRIPCIÓN PETROGRÁFICA Y PROCEDENCIA A través del análisis de lámina delgada, la roca con que se manufacturó esta pieza puede clasificarse como una meta-arenita, concretamente una meta-sublitoarenita (Pettijohn et al., 1973) (Lám. 4). Se trata de una roca sedimentaria de origen detrítico con tamaño de grano muy fino (1/16-1/8 mm) o fino (1/8 mm-1/2 mm) y clastos redondeados o subredondeados, con un contenido en cuarzo superior al 80% e inferior al 90%. Además del cuarzo presenta otros minerales minoritarios, como óxidos de hierro, filosilicatos, feldespatos, fragmentos de roca, glauconita, clorita y otros minerales de la arcilla. La roca muestra una textura granular, granosoportada, con un cemento que puede ser silíceo y/o ferruginoso cristalizando, en el caso del cemento silíceo, en continuidad óptica con los granos de cuarzo (recrecimiento secundario que impide la existencia de porosidad). Posteriormente a su depósito, la roca se vio afectada por un proceso de metamorfismo de bajo grado, responsable de darle una mayor consistencia a través de procesos de compactación y recristalización estáticos. En estas rocas el tipo de fractura generada por procesos geológicos evoluciona fundamentalmente

alrededor de los granos, fracturando a los mismos sólo cuando estos ya tienen fracturas preexistentes. El pequeño tamaño de los granos y su forma subredondeada y pseudoesférica favorece este fenómeno. Además, estos granos de cuarzo suelen tener superficies muy pulidas (frosted) que pueden favorecer la ocurrencia de este tipo de fractura (Lám. 4A y 4B). En lo que respecta a la procedencia de esta materia prima, cabe señalar en primer lugar que desde el punto de vista geológico, la cuenca de Antequera está rodeada por los materiales de edad triásica conocidos como Trías de Antequera (Sanz de Galdeano et al., 2008; Pérez-Valera et al., 2011), el Subbético Medio y al Norte y al Sur los materiales calcáreos del Penibético (Martín-Algarra, 1987) (Fig. 1). La cuenca de Antequera es una de las cuencas post-orogénicas de la Cordillera Bética. Estas cuencas se iniciaron con sedimentos marinos, fundamentalmente margas y diatomeas, en el Burdigaliense Superior y Mioceno Medio. Posteriormente, a finales del Serravaliense, una nueva etapa tectónica separo la cuenca de Antequera, que todavía estaba bajo el nivel del mar. El relieve montañoso que rodea la cuenca proporcionó abundante material detrítico, con predominio de brechas, conglomerados, calcirruditas y calcarenitas, materiales propios de bordes de la cuenca. Sin embargo, en las zonas más remotas de la cuenca, predominaron los sedimentos más pequeños como las margas y limos arenosos (Lozano Rodríguez et al., 2014), siendo los materiales de edad triásica los que contienen enclaves de rocas subvolcánicas y volcánicas como son las ofitas, doleritas y basaltos (Morata et al., 1993) (Fig. 1). Estos afloramientos de rocas de origen subvolcánico (ofitas, doleritas) e incluso en menor medida volcánico (basaltos), incorporados en los materiales correspondientes al Trias de Antequera, fueron aprovechados por las poblaciones de la Prehistoria Reciente de la región para la elaboración de herramientas tallado-pulimentadas, como pueden ser hachas, azuelas, martillos y percutores (Morgado Rodríguez et al., 2013) La meta-arenita con la que se elaboró el percutor aquí estudiado, sin embargo, no procede de los materiales que bordean a la cuenca de Antequera (Trías de Antequera y materiales mesozoicos aledaños), sino que podría proceder de los materiales correspondientes al Complejo del Campo de Gibraltar, un paleodominio geológico dentro de la Cordillera Bética que presenta una cierta variedad de recursos líticos (Lozano Rodríguez et al., 2010b).

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Lám. 4: Microfotografías de lámina delgada del percutor hallado en el interior de la masa tumular de Menga. Las fotos de la columna de la izquierda están tomadas entre nícoles cruzados, mientras que en la columna de la derecha se muestra el mismo sector de la lámina de la izquierda vista sin nícoles cruzados. Fotografía: José Antonio Lozano Rodríguez.

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Fig. 1. Mapa geológico del denominado “Trías de Antequera” y los materiales que le rodean. Con estrellas los afloramientos de rocas subvolcánicas y volcánicas, muchas de las cuales fueron utilizadas para cantería en la Prehistoria Reciente. Diseño: José Antonio Lozano Rodríguez a partir de un mapa publicado por Sanz de Galdeano et al., 2008.

Algunos de estos recursos líticos fueron aprovechados por las comunidades prehistóricas de la región desde el Paleolítico. Es el caso de las arenitas (clasificadas como cuarzoarenitas) que forman parte de yacimientos de extracción como taller de Punta Mala (San Roque, Cádiz) (Torres Abril et al., 2002), Ventorrillo de la Trocha 1 y 2 (Algeciras, Cádiz) (Castañeda Fernández et al., 2009), Piedras Negras (Ronda, Málaga) (Jiménez-Cobos y Morgado Rodríguez, en prensa) y de aquellos localizados en la Formación Malaver (Lozano Rodríguez et al., 2010b). La mayoría de estos yacimientos de extracción se encuentran en afloramientos aluviales o incluso coluviales, a excepción de los de la Formación Malaver, que se encuentran entre Montecorto (Ronda, Málaga) y El Gastor (Cádiz), al noreste de la ciudad de Ronda. Esta formación data del Mioceno Inferior terminal, está constituida por arcillas con paquetes de megabrechas y conglomerados masivos de varios cientos de metros de potencia que contienen, además, bloques gigantes, como la propia sierra de Malaver, abundando también otros elementos areniscosos procedentes del Complejo del Campo de Gibraltar (Lozano Rodríguez et al., 2010b).

Durante el Neolítico Final, los afloramientos de la Formación Malaver fueron explotados para la extracción de nódulos de sílex principalmente para confeccionar grandes láminas (Morgado Rodríguez et al., 2008; 2010). Es probable asimismo que los cantos de meta-arenitas que aparecen en esta formación fuesen utilizados para elaborar otro tipo de herramientas, como la que aquí nos ocupa. Además, cerca de los afloramientos de la Formación Malaver, en el corredor del Boyar, afloran meta-arenitas con características similares a la aquí estudiada, pertenecientes a la Unidad de Algeciras (Complejo del Campo de Gibraltar). Estos afloramientos vierten cantos de meta-arenitas al arroyo de Montecorto. Esta zona en concreto, se caracteriza por poseer un gran número de asentamientos y enterramientos colectivos adscritos a la Prehistoria Reciente (Aguayo de Hoyos et al., 2006), algunos con artefactos de meta-sublitoarenitas exactamente iguales que el percutor que aquí estudiamos (Lám. 5), los cuales sugieren una relación estrecha entre estas comunidades prehistóricas y la explotación de estos recursos (Lozano Rodríguez et al., 2010b). Así, el uso de rocas similares a la de la pieza que aquí nos ocupa se ha constatado en numerosos yacimientos arqueológicos de la Prehistoria

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Lám. 5. A. Núcleo laminar de meta-sublitoarenita procedente del yacimiento arqueológico del casco urbano de Ronda. Fuente: Sáez-Martín, 2010. B y C. Microfotografías de lámina delgada del núcleo laminar (Ro-003), donde se puede apreciar, que tanto en mineralogía como en textura y tamaño de grano, esta roca es igual a la encontrada en la masa tumular del dolmen de Menga. La foto de la columna de la izquierda está tomada sinnícoles cruzados, mientras que en la columna de la derecha se muestra el mismo sector de la lámina de la izquierda vista entrenícoles cruzados. Fotografía: José Antonio Lozano Rodríguez.

Reciente en la Serranía de Ronda, como son Donaira C (Montecorto, Málaga), ciudad de Ronda (Málaga) y Silla del Moro (Ronda, Málaga)2. Aunque la nomenclatura para referirse a estas rocas es diversa (protocuarcitas, ortocuarcitas, areniscas silíceas, metacuarcitas, cuarzoarenitas, meta-arenitas, etc.), todas ellas presentan características similares para su uso prehistórico, habiéndose usado para la elaboración de utillaje tallado, desde el Achelense hasta la Prehistoria Reciente (Sáez Martín, 2010; Jiménez-Cobos y Morgado Rodríguez, en prensa). En el Complejo del Campo de Gibraltar se encuentran arenitas o meta-arenitas en sus dos principales dominios (Unidad de Algeciras y Unidad del Aljibe). Sin embargo, el origen detrítico de este tipo de rocas es diferente para cada unidad. En la Unidad del Aljibe encontramos principalmente cuarzoarenitas, compuestas en más del 95% por granos de cuarzo redondeados, con una pequeña fracción de otros minerales como óxidos de hierro, fragmentos de roca, moscovita, turmalina, circón o rutilo, siendo poco comunes o inexistentes la glauconita o plagioclasa (Pendón Martín y Polo, 1975; Pendón Martín, 1978). Sin embargo, en la Unidad de Algeciras es más frecuente encontrar litoarenitas y sublitoarenitas, con un contenido menor de granos de cuarzo (60%-95%) y otros minerales como óxidos de hierro, fragmentos de roca, moscovita, glauconita, plagioclasa, clorita y, en menor proporción que en la anterior unidad, circón y rutilo (Pendón Martín y Polo, 1975). Dadas las características de la meta-arenita objeto de este trabajo, es muy probable que su área fuente se encuen-

tre en la Unidad de Algeciras, siendo la zona del corredor del Boyar un sitio con gran potencial como área fuente para este tipo de rocas.

3.2. HUELLAS DE USO El artefacto analizado presenta cuatro zonas con huellas de uso (Lám. 6): la zona 1, localizada en la parte distal, la zona 2 situada en el área proximal y las zonas 3 y 4 en los laterales. Todas ellas son descritas a continuación: Zona 1 (parte distal). En una de sus caras se observa una gran melladura de 28 x 13 mm que ocupa casi toda la superficie activa, mientras que en la cara opuesta se aprecian dos melladuras más pequeñas, de 11 x 6 y 12 x 8 mm respectivamente, ubicadas en el centro de la parte activa. En la franja más distal, y cubriendo parte de las melladuras, se desarrolla una superficie de topografía totalmente irregular (Lám. 6B), en la que se aprecia la presencia de un proceso de extracción y fractura de las partículas que conforman la roca. A nivel microscópico se puede ver que los granos de esta zona están totalmente frescos, sin redondear, y sin presencia de micro-pulidos ni en la matriz ni tampoco en los cristales de cuarzo (Lám. 6A). Alrededor y en el interior de las melladuras más pequeñas se observan unas superficies que presentan restos de contacto con una materia abrasiva que generó un aspecto oscuro y redondeado. A nivel microscópico, en la matriz de la roca se desarrolla un micro-pulido superficial, mate y de aspecto graso

2 SAEZ MARTÍN, G. (2010): Localización y abastecimiento de cuarzoarenitas en la Serranía de Ronda (Málaga), Trabajo de Fin de Máster, Universidad de Granada.

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Lám. 6: Detalles de las zonas estudiadas mediante traceología en el percutor; A, B, C, D y E. Fotografías de la zona 1; F y G: Fotografías de la zona 2. Las zonas 3 y 4 corresponden al estriado.

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(Lám. 6C), que redondea ligeramente la micro-topografía, probablemente como producto de un proceso de abrasión, lo cual queda reforzado por la presencia de cristales de cuarzo con unos niveles de conservación medios, fracturados y con pulidos superficiales (Lám. 6C). De manera puntual se documentan rastros de contacto con materias minerales duras, generando micropulidos planos y muy brillantes encima de algunos de los cristales (Lám. 6D). Zona 2 (parte proximal). Se documenta de nuevo una superficie de topografía irregular (Lám. 6B), en la que se observa la presencia de un proceso de extracción y fractura de las partículas que conforman la roca. A nivel microscópico se puede verificar que se trata de una superficie en la que los gránulos aparecen totalmente frescos, sin redondear y sin presencia de micropulidos (Lám. 6F-G). A diferencia de las trazas encontradas en la zona 1, destaca el hecho de que se trata de un área con un desgaste totalmente uniforme, como si el proceso de percusión al que fue sometida la pieza hubiera sido aplicado manteniendo constante la presión y la fuerza aplicada. En este caso no se han documentado evidencias de contacto con materiales abrasivos como sí que sucede en la zona 1. La observación al microscopio confirma esta hipótesis en tanto que puede observarse la presencia de estigmas de impactos frescos y muy regulares (Lám. 6F-G). Zonas 3 y 4 (laterales). Se observan surcos paralelos y perpendiculares al eje mayor de la pieza (Lám. 6), dispuestos encima del pulido superficial de la parte medial. Probablemente estos surcos estaban destinados a favorecer la prensión de la herramienta. Zona medial. Las superficies tienden a estar más regularizadas que en las áreas distal y proximal, pudiéndose apreciar un pulido superficial homogéneo con algunos puntos de micropulido compacto y brillante en las partes más elevadas de la microtopografía que cubre la matriz de la roca (Lám. 6E). Este tipo de pulidos en la parte medial podrían relacionarse con la sujeción del percutor con la mano o con un mango. De todas maneras estas huellas hay que tomarlas con cautela en tanto que por el momento no existen referentes experimentales rigurosos que permitan interpretar con seguridad hipótesis relativas a los sistemas de enmangue o de prensión con la mano. En resumen, la zona 1 puede ser interpretada como la parte activa del útil, cuyas trazas sugieren un contacto por percusión con una materia mineral dura a la

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vez que ligeramente abrasiva. La zona 2 habría estado sujeta a una actividad de percusión precisa y constante, que, dadas las características descritas más arriba, podría haber sido llevada a cabo mediante otra herramienta (percutor), siendo esta zona la receptora de los impactos dirigidos a hacer efectiva la actividad en la parte distal. En referencia a la manipulación del útil, se ha considerado que este podría haber sido asido con la mano por la parte central.

4. CONTEXTO Como se apuntó anteriormente, el estudio del percutor de meta-sublitoarenita realizado en este trabajo es especialmente importante, dada la inexistencia de estudios tecno-funcionales de los artefactos hallados en Menga. De hecho, con anterioridad a las intervenciones de 2005 y 2006 el inventario de artefactos prehistóricos atribuido a Menga era exiguo. En su Memoria, primer trabajo de orientación científica realizado en Menga del que tenemos constancia, Rafael Mitjana ya informó de que “se ha hecho una escabación en el centro de la cueva bajo de la gran piedra, sitio donde se creía encontrar restos de cadáveres, urnas, etc. profundizando de 20 a 26 pies, y nada se ha encontrado: lo mismo ha sucedido con una galería que se ha hecho en el testero que da a otro montón de tierra que hay detrás de la cueva” (Mitjana y Ardison, 1847: 19). Casi 80 años después, Cayetano de Mergelina afirmaba que “desgraciadamente, los elementos que pueden anotarse [en relación con el ajuar de Menga] son escasos y de importancia pequeña. Se reduce a dos hachas: una encontrada por el Sr. D. Mariano de Mazas y reproducida por el Dr. Obermaier en su estudio sobre el dolmen de Matarrubilla. Otra, encontrada por nosotros en los días de excavación junto al primer monolito de la izquierda de la cámara y salvada gracias a lo escondida y próxima que estaba la indicada pared. Esta hacha es de una piedra negruzca, de forma plana, de poco espesor, dando una sección rectangular con los lados mayores algo bombeados. Mide de larga 82 milímetros, de ancha junto al gume 40 y en el extremo opuesto 23. El espesor medio es de 8. El gume se ha abierto por un corte a bisel dado en una de las caras. Este corte presenta una anchura de 12 milímetros. El pulimento sobre esta parte está bien acusado. La descubierta por el Sr. Mazas es ovalada y de pulimento completo al parecer y casi redondeada, no presentando aris-

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Lám. 7: Útiles pulimentados encontrados en el dolmen de Menga. En la columna de la izquierda, hacha encontrada por el Sr. D. Mariano de Mazas. En la columna de la derecha, azuela encontrada por Cayetano de Mergelina “junto al primer monolito de la izquierda de la cámara”. A: Dibujos de Cayetano de Mergelina (1922: 85); B: Dibujos de Georg y Vera Leisner (1943: Lámina 58); C: Fotografía según H. Obermaier (1919: 28); D: Fotografía CADA.

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Lám. 8: Herramientas de percusión encontradas en la zona del atrio de Menga. Diseño: Coronada Mora Molina.

tas como la primera. Nada más que esto suministra el grandioso monumento” (De Mergelina, 1922: 85-86). Siguiendo a Cayetano de Mergelina, Georg y Vera Leisner (1943: lám. 58) atribuyeron al dolmen de Menga una azuela y un hacha pulimentadas. A la misma conclusión con respecto a la escasez de materiales prehistóricos en Menga llegaron los responsables de las excavaciones llevadas a cabo entre 1986 y 1991 por la Universidad de Málaga, quienes afirmaron que “…se ha verificado la inexistencia absoluta de sedimentos arqueológicos en el interior del sepulcro de Menga, cuyo piso actual, sobre la roca natural, está compuesto enteramente con materiales de aportes recientes…” (Marqués Merelo et al., 2004: 181-182). Hasta las intervenciones de 2005 y 2006, los únicos materiales prehistóricos atribuidos al dolmen de Menga eran por tanto las dos piezas descritas por C. de Mergelina (Lám. 7), de las cuales la azuela

fue donada al Museo de Málaga por Manuel Gómez Moreno Martínez junto con tres láminas y dos lascas retocadas de sílex el 10 de Junio de 19453. Una revisión reciente, sin embargo, ha señalado que las tres láminas y dos lascas retocadas de sílex depositadas en el Museo de Málaga como procedentes de Menga, y que en el acta de depósito original de la Colección Gómez-Moreno Martínez de fecha 10 de Junio de 1945 son citadas como procedentes del “Dolmen de Antequera” (sic) pertenecerían en realidad a Viera o El Romeral (Aranda Jiménez et al., 2013: 239). Por tanto, la única pieza de cronología prehistórica cuya procedencia de Menga estaba confirmada antes de 2005-2006 era la azuela. El hacha que según De Mergelina fue encontrada por el Sr. D. Mariano de Mazas se encuentra desaparecida desde hace años, aunque se cuenta con los dibujos de C. de Mergelina y de los Leisner así como con una fotografía reproducida por Hugo Obermaier en su estudio sobre el tholos de Matarrubilla (Obermaier, 1919: 28).

3 Museo Provincial de Málaga, Colección M. Gómez Moreno: Caja nº 1, Nº Inventario 530.

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Lám. 9: Herramientas de percusión encontradas en el relleno del pozo de Menga. Diseño: Coronada Mora Molina.

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Las dos intervenciones realizadas en Menga en la primavera de 20054 y luego entre octubre de 2005 y febrero de 20065 depararon importantes cantidades de artefactos de diversas categorías y cronologías (que a fecha de hoy permanecen totalmente inéditos) entre los que destacan varias herramientas de percusión. Concretamente, en la excavación llevada a cabo bajo la dirección de Verónica Navarrete Pendón se identificaron dos percutores en la zona del atrio (Lám. 8). Estas piezas se encuentran actualmente en proceso de estudio. Por otra parte, en los depósitos que colmataban del pozo localizado en el interior de Menga se encontraron otras 16 útiles, uno en la intervención de Navarrete Pendón y 15 en la excavación llevada a cabo por un equipo de la Universidad de Granada dirigido por Francisco Carrión Méndez de percusión (picos o mazas de cantería), predominantemente de ofita, aunque

se documentan también una pieza de peridotita y otra de dolomía (Lám. 9). En el informe del equipo excavador de la Universidad de Granada estos útiles fueron clasificados en tres grupos denominados, respectivamente, “de extremo redondeado“, de “martillos con extremo apuntado” y “grandes mazas”, y se las relacionó con el trabajo de extracción y preparación de los ortostatos, pilares y cobijas del dolmen de Menga6. En conjunto, sumando las dos citadas en su día por De Mergelina, más las encontradas en las excavaciones de 2005 y 2006 (atrio, pozo, túmulo y zona exterior), en total son 37 las herramientas de percusión (martillos, picos, percutores o mazas) documentadas en Menga. Ello permite poner el hallazgo del percutor de meta-sublitoarenita del que damos cuenta aquí en un contexto espacial, tecnológico,

asentamiento prehistórico

cantera

2

1

3

Lám. 10: A) Panorámica de la actual cantera de rocas subvolcánicas en el “Trías de Antequera” (cantera de Cortijo Caridad, Fuente Camacho), que ha destrozado gran parte de la cantera Prehistórica y amenaza al asentamiento de la Prehistoria Reciente que se encuentra en su entorno; B y C) Aspecto de restos de talla en la cantera Prehistórica de Cortijo Martilla. Fuente: Morgado Rodríguez y Lozano Rodríguez, 2011.

4 NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierras para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga, Informe Inédito. 5 CARRIÓN MÉNDEZ, F., MUÑIZ LÓPEZ, T., GARCÍA GONZÁLEZ, D., LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., FÉLIX, P. y LÓPEZ RODRÍGUEZ, C. F. (2006): Intervención en el Conjunto Megalítico de Menga y Viera (Antequera, Málaga), Universidad de Granada, Granada. Informe Inédito 6 CARRIÓN MÉNDEZ, F., MUÑIZ LÓPEZ, T., GARCÍA GONZÁLEZ, D., LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., FÉLIX, P. y LÓPEZ RODRÍGUEZ, C. F. (2006): Intervención en el Conjunto Megalítico de Menga y Viera (Antequera, Málaga), Universidad de Granada, Granada. Informe Inédito, pág. 65.

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social y cultural algo más amplio. Realmente, aunque la presencia de hachas y azuelas pulimentadas suele ser común en los megalitos andaluces, otras herramientas de percusión más toscas como mazas, martillos o percutores no lo son tanto. El número de herramientas de este tipo halladas en Menga parece inusualmente elevado, y ciertamente supera de largo a cualquier otra categoría de artefacto prehistórico hallado en este dolmen. Ello plantea dos preguntas de interés. En primer lugar, ¿a qué puede obedecer la presencia de un alto número de útiles de percusión en este monumento? Y en segundo lugar, si en el entorno de los megalitos antequeranos existían materiales aptos para fabricar herramientas de cantería ¿porqué se depositó en Menga un percutor hecho en un material foráneo a las Tierras de Antequera? La respuesta a ambas preguntas podría estar conectada, pues mientras la construcción del megalito debió implicar una importante cantidad de trabajo de cantería, que conllevaría la manufactura y descarte de gran número de herramientas, es muy posible que las circunstancias de dicha construcción atrajesen personas y materias primas de más allá del ámbito local. El dolmen de Menga fue construido con rocas sedimentarias detríticas de edad terciaria, fundamentalmente calcirruditas y calcarenitas bioclásticas así como brechas calcáreas (Lozano Rodríguez et al., 2014). Para trabajar estas rocas se tuvieron que utilizar numerosos útiles como picos, mazas y percutores. Como se ha dicho anteriormente, en el entorno geográfico de los megalitos antequeranos existen afloramientos naturales que pudieron ser explotados para manufacturar estos útiles de percusión, como es el caso de ofitas y rocas relacionadas. Numerosos ejemplares de mazas y algunos percutores de morfología análoga a las localizadas en Menga, y manufacturadas en rocas ofíticas locales fueron hallados en superficie en el vecino sitio de Piedras Blancas I, al pie de la cara norte de La Peña de los Enamorados (García Sanjuán et al., 2015: Lámina 12). Algo más lejos, pero dentro del “Trías de Antequera”, se han encontrado canteras prehistóricas de rocas subvolcánicas para la manufactura de este tipo de útiles en los sitios de Cortijo Caridad, Cortijo Martilla y Fuente Camacho (Loja, Granada) (Morgado Rodríguez y Lozano Rodríguez, 2011) (Lám. 10), incluyéndose entre los hallazgos de superficie esbozos y preformas de hachas y mazas (Lám. 11 y 12). El percutor estudiado aquí, sin embargo, no fue manufacturado con materiales locales, sino con la

meta-sublitoarenita descrita anteriormente, disponible en afloramientos primarios del Complejo del Campo de Gibraltar (probablemente en la Unidad de Algeciras), y en materiales que afloran en la Serranía de Ronda o en el corredor del Boyar. En principio no hay pruebas de que el percutor de meta-sublitoarenita fuese utilizado en la construcción del dolmen. Sin embargo, el hecho de que fuese depositado entre los ortostatos R-11 y R-12, en el interior de la masa tumular, parece significativo. Esta pieza no apareció en un contexto sedimentario con mezcla de materiales antiguos y modernos, circunstancia habitual en las excavaciones llevadas a cabo en este megalito dada su extensa biografía (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, 2016). Ello sugiere que la deposición del percutor de meta-arenita fue deliberada y que podría tratarse de una pieza de la misma edad que la construcción del dolmen. A este respecto, es notable la coincidencia entre el lugar de aparición del percutor estudiado por nosotros y el ‘hacha’ hallada por Cayetano de Mergelina “…junto al primer monolito de la izquierda de la cámara y salvada gracias a lo escondida y próxima que estaba la indicada pared” (De Mergelina, 1922: 85-86). La similitud entre el contexto de ambos hallazgos sugiere la posibilidad de que existiese una práctica de deposición de hachas, mazas o percutores en el trasdós de los ortostatos y en los intersticios de los mismos, dentro del relleno de los niveles terrígenos del túmulo. Suponiendo por un momento que el percutor de meta-sublitoarenita fuese utilizado durante las labores relacionadas con la construcción del megalito (útil para preparar sílex u otras rocas similares), podría asumirse que esta pieza (en su forma ya acabada, o como base o preforma) llegó a Antequera como parte de las dinámicas de circulación de materias primas que a nivel de todo el sur de la península ibérica existieron en el IV milenio. Otra posibilidad, que en principio podría ser plausible, es que en la construcción del dolmen participasen personas de distintas regiones y que este percutor fuese la herramienta personal de alguna de ellas. En esta hipótesis, el análisis exhaustivo de los útiles de percusión encontrados en el megalito podría actuar como un indicador proxy del origen de las personas que acudieron a Antequera para participar en la construcción de este magno monumento. Una última posibilidad es que, si el percutor no fue utilizado en las tareas de construcción de

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Lám. 11: Piezas de rocas subvolcánicas a medio trabajar encontradas en la cantera de Cortijo Martilla y Cortijo de Caridad: A) Esbozo de hacha realizado en roca subvolcánica de la cantera de Cortijo Martilla (Loja, Granada); B) Azuela tallada y en proceso de finalización mediante pulimento de Cortijo Caridad (Fuente Camacho, Loja, Granada). Fuente: Morgado Rodríguez y Lozano Rodríguez, 2011.

A

B

C

D

Lám. 12. Microfotografías de láminas delgadas de la herramienta de ofitas procedentes de las canteras prehistórica de Cortijo Martilla. Las fotos de la columna de la izquierda están tomadas sin nícoles cruzados, mientras que en la columna de la derecha se muestra el mismo sector de la lámina de la izquierda vista entre nícoles cruzados. Fotografía: José Antonio Lozano Rodríguez.

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UN PERCUTOR EN META-ARENITAS ENCONTRADO EN EL TÚMULO DEL DOLMEN DE MENGA. ESTUDIO LITOLÓGICO, TRACEOLÓGICO Y CONTEXTUAL

Menga, es posible que alguna persona lo obtuviese en los afloramientos del Complejo del Campo de Gibraltar (Unidad de Algeciras) o materiales cuaternarios derivados y luego la trasladase a Tierras de Antequera, donde finalmente quedó depositada en el gran megalito.

5. CONCLUSIONES En las páginas precedentes se ha realizado un completo estudio geo-litológico, traceológico y contextual de un útil de percusión hallado en junio de 2014 en el túmulo de Menga, en una zona que ya había sido excavada con anterioridad. Se trata del primer estudio multidisciplinar publicado de una pieza de cronología probablemente prehistórica hallada en este magno monumento megalítico. Los datos obtenidos permiten avanzar una serie de conclusiones: (i) La pieza en cuestión es un percutor que fue utilizado para trabajar otras rocas, tales como las areniscas o brechas con las que está construido el dolmen, sílex u otro tipo de rocas similares. Según las superficies activas se puede inferir una prensión predominantemente manual. En principio, su morfología oblonga y la ausencia de trazas en la parte medial de la pieza no sugieren la presencia de un enmangue. (ii) El contexto de aparición de la pieza aquí estudiada revela su deliberada deposición en el intersticio entre los ortostatos R-11 y R-12. La posición de la pieza coincide al menos en parte (hasta donde es posible juzgar en base a la información disponible) con el contexto del hallazgo del hacha pulimentada encontrada por Mariano de Mazas, del que dio cuenta Cayetano de Mergelina, y sugiere el posible carácter deliberado del acto de su deposición. (iii) El actual recuento de útiles de percusión encontrados en el dolmen de Menga asciende a 37, un número alto para lo que suele ser habitual en las construcciones megalíticas del sur de la península ibérica. Aunque no existe seguridad de que todas esas piezas de Menga sean de cronología prehistórica, hipotéticamente su abundancia podría relacionarse con los trabajos de cantería inherentes a la construcción del megalito, aunque en la actualidad no hay datos para excluir otros factores culturales o casuísticos.

(iv) El estudio petrográfico revela que este percutor proviene de un canto rodado de meta-sublitoarenita, una roca exógena al contexto local, probablemente procedente dela Unidad de Algeciras en el Complejo del Campo de Gibraltar, un dominio geológico dentro de la Cordillera Bética que presenta gran variedad de recursos líticos. Las meta-arenitas fueron también utilizadas en la Prehistoria Reciente para la realización de otros tipos de herramientas, como son las grandes láminas. El carácter foráneo de la materia prima resulta particularmente interesante a la vista de que en Antequera existen recursos líticos (tales como, por ejemplo, ofitas) apropiados para la manufactura de herramientas de percusión de este tipo, como queda constatado en el propio dolmen de Menga o en el vecino sitio de Piedras Blancas I. Por tanto, cabe concluir que la materia prima llegó al dolmen por razones no estrictamente vinculadas a la disponibilidad local de rocas. (v) Atendiendo a los puntos anteriores, y asumiendo la premisa de que la construcción de un monumento de estas características hubo de basarse en una amplia suma de conocimientos técnicos que habrían ido más allá del ámbito local, una hipótesis posible es que la pieza estudiada en este trabajo formase parte del conjunto de herramientas correspondientes a alguna de las personas que trabajaron en la construcción del dolmen, quizás procedentes de alguna región vecina donde estos materiales afloran. Otra posibilidad, es que la pieza fuese suministrada a las personas que trabajaron en el dolmen desde zonas donde afloran las meta-areniscas, o incluso, que alguien involucrado en la construcción del dolmen y originario de Tierras de Antequera obtuviese la pieza directamente en los afloramientos de la Unidad de Algeciras. En conjunto, el artefacto estudiado en este trabajo se revela como un indicio razonable de que pudo existir una práctica pautada de deposición de útiles de cantería en determinados espacios del gran monumento megalítico de Menga. Esta hipótesis necesita ser contrastada a partir de futuras investigaciones multi-disciplinares de la cultura material prehistórica asociada a los megalitos antequeranos como la aquí realizada, algo que constituye una prioridad científica de primer orden.

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JOSÉ ANTONIO LOZANO RODRÍGUEZ ET AL.

AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido realizado dentro de los proyectos Naturaleza, Sociedad y Monumentalidad: Investigaciones Arqueológicas de Alta Resolución del Paisaje Megalítico de Antequera (HAR2013-45149-P) (2014-2017) y Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga) (Proyecto General de Investigación de la Secretaría de Cultura de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía para el periodo 2013-2018). Agradecemos al personal del Conjunto Arqueológico de los Dólmenes de Antequera, especialmente a Victoria Pérez Nebreda y Bartolomé Ruiz González, las facilidades dadas para la realización de este estudio.

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Pozo de Menga con detalle de los mechinales. FotografĂ­a: Juan Moreno.


Excavación del pozo de Dolmen Menga con un équido y dos cánidos en posición articulada. Foto: Francisco Carrión Méndez.


CRÓNICA

ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO DE LOS RESTOS FAUNÍSTICOS RECUPERADOS EN EL POZO DEL DÓLMEN DE MENGA (ANTEQUERA, MÁLAGA) EN LAS EXCAVACIONES DE 2005-06 José Antonio Riquelme Cantal1

Resumen: Se estudian los restos óseos animales recuperados en el interior de un pozo situado en el interior del dolmen de Menga, Antequera (Málaga), determinándose la presencia de équidos indeterminados, asno, perro, gato y liebre. El pozo fue utilizado como vertedero como indican los restos óseos recuperados en conexión anatómica.

Palabras clave: Mamíferos, Dolmen de Menga, Pozo, Vertedero.

ARCHAEOZOOLOGICAL STUDY OF THE FAUNAL REMAINS FOUND IN THE SHAFT OF MENGA DOLMEN (ANTEQUERA, MÁLAGA) IN THE 2005-06 EXCAVATIONS Abstract: This article bones remains of animals, discovered in a shaft located inside the Menga dolmen, Antequera, Malaga. Horse (equids indet.), donkey, dog, cat and hare are the animal species identified. The well was used like a dumping site as indicated by the bones remains recovered in anatomical connection.

Keywords: Mammals, Menga Dolmen, Shaft, Dumping Site.

1 Área de Prehistoria. Universidad de Córdoba. [jriquelme@uco.es]

Recibido: 20/07/2015. Aceptado: 13/09/2015

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JOSÉ ANTONIO RIQUELME CANTAL

1. INTRODUCCIÓN En 2005 como motivo del acondicionamiento para la iluminación y accesos al monumento megalítico de Menga se realizó una intervención arqueológica que supuso el redescubrimiento del pozo de Menga. Se trata de una estructura de planta circular que se localiza al fondo de la cámara a unos 15 cm del pilar de mayor tamaño. Durante esta intervención se excavaron 6,20 m del interior del pozo1. En una segunda intervención arqueológica desarrollada entre Octubre de 2005 a Febrero de 20062 se completó la excavación del pozo hasta una profundidad de 19,40 m. Los materiales faunísticos objeto de presente estudio pertenecen a esta intervención y completan los ya analizado de la anterior intervención (Riquelme Cantal, 2012).

2. MATERIALES Y MÉTODOS Los restos de fauna estudiados suman un total de 577 fragmentos óseos. Todos ellos han podido ser identificados anatómica y zoológicamente, determinándose la presencia de las siguientes especies animales: équido sin determinar, asno, perro, gato y liebre. En general, el material óseo presenta una buena conservación, recuperándose abundantes huesos completos lo que ha permitido calcular la altura en la cruz de équidos y perros (imagen de portadilla). La excavación minuciosa de los restos óseos permitió individualizar a la mayoría de los individuos representados. La identificación y clasificación taxonómica de la muestra ósea se ha realizado con nuestra propia colección comparativa. La bibliografía complementaria empleada ha sido la siguiente: Pales y Lambert (1971) y Barone (1976).

ESPECIE

INFANTIL

JUVENIL

La estimación del número mínimo de individuos (NMI) se ha calculado siguiendo el criterio de escoger entre los huesos pares aquellos que contaran con mayor número de piezas de uno de los lados. Todo el material óseo se ha pesado dando en gramos los resultados. El cálculo de la edad de la muerte se ha realizado en función de la fusión de las epífisis en los huesos largos y el desgaste y reemplazo de las piezas dentales, siguiendo los criterios elaborados por el Laboratorio de Arqueozoología de la Universidad Autónoma de Madrid (Morales Muñiz et al., 1994). La edad se ha expresado en meses (Tab. 1). Se han medido todas aquellas piezas óseas que no se encontraban quemadas, presentaban señales de manipulación antrópica o estaban deformadas patológicamente (Anexo 1). Las medidas se han realizado con calibres convencionales (error estimado ± 0,5 mm). Se ha seguido la metodología propuesta por Driesch (1976). Para hallar los valores de la altura media en la cruz hemos utilizado los criterios unificados de Driesch y Boessneck (1974), utilizando los siguientes índices biométricos: Koudelka (1885) y Harcourt (1974) en el perro. La representación de los esqueletos está tomada de http: /www.archeozoo.org/fr.

3. ANÁLISIS FAUNÍSTICO Los restos de fauna analizados pertenecen a cinco especies animales. En algunos casos los esqueletos se encuentran completos, mientras que en otros aunque el material óseo recuperado se encuentra también en conexión anatómica los ejemplares aparecen incompletos. En este apartado vamos a analizar la presencia de los distintos taxones represen-

SUBADULTO

ADULTO

SENIL

Caballo

0-9/12

9/12-12/24

24-48

48-250

+250

Asno

0-9/12

9/12-12/24

24-48

60-180

+250

Perro

0-4/5

4/5-6/7

6/7-9/12

9/12-120

+120

Tab. 1. Cálculo de la edad de muerte en équidos y cánidos.

1 NAVARRETE PENDON, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierra para el Acondicionamiento de iluminación

y Accesos al Sepulcro Megalitico de Menga (Antequera). Informe Inédito. 2 CARRIÓN MENDEZ, F. (2006): Intervención arqueológica en el conjunto megalítico de Mega y Viera (Antequera, Málaga). Informe Inédito.

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ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO DE LOS RESTOS FAUNÍSTICOS RECUPERADOS EN EL POZO DEL DÓLMEN DE MENGA (ANTEQUERA, MÁLAGA) EN LAS EXCAVACIONES DE 2005-06

tras que tanto huesos largos como cortos suelen encontrarse completos.

tados al objeto de valorar su cuantía y su tamaño en los casos en que esto sea posible. En ningún caso las especies representadas formaron parte del consumo alimentario. Las dataciones radiocarbónicas realizas sobre este conjunto faunístico indican que los animales fueron arrojados en épocas recientes3.

En todos los casos se trata de animales adultos que debieron utilizarse en trabajos de tracción y transporte y que una vez muertos fueron arrojados al interior del pozo. No presentan ningún tipo de huellas de corte. Una falange 3ª de asno tiene adheridos pequeños fragmentos de hierro procedentes de una herradura.

3. 1. ÉQUIDOS En este apartado se incluyen tanto los restos óseos asignados a asno como los fragmentos atribuidos a una especie de équido de mayor tamaño que podrían apuntar a la presencia de un animal de una talla semejante a la mula (Tabs. 2 y 3; Fig. 1).

En el caso del asno encontramos un ejemplar completo y otro que ha proporcionado el cráneo, una hemimandíbula y diversos huesos de la extremidad delantera derecha. El peso total del material analizado se eleva a 6.363 gramos (Tabs. 2 y 3; Fig. 2).

La conservación de los huesos analizados es buena en general, aunque hay diferencias en cuanto a su fragmentación. En general, cráneo, mandíbulas, vértebras y costillas se encuentran fracturados, mien-

ESPECIE

NRD

Équido

%

La abundancia de huesos largos completos ha permitido calcular la altura en la cruz de estos animales, obteniendo unos resultados según el hueso en

NMI

%

PESO

%

25

4.33

2

15.38

2.526

23.17

Asno

129

22.36

2

15.38

6.363

58.36

Perro

369

63.95

6

46.16

1.919

17.60

Gato

34

5.89

2

15.38

64

0.59

Liebre

20

3.47

1

7.70

30

0.28

TOTAL

577

100

13

100

10.902

100

Tab. 2. NRD, NMI y peso de las especies animales determinadas.

70 60 50 40

NRD NMI

30

Peso

20 10 0 équido

asno

perro

gato

liebre

Fig. 1. NRD, NMI y peso de las especies animales determinadas.

3 Véase en este mismo número el trabajo de García Sanjuán y otros para una discusión en profundidad de la cronología y temporalidad de los depósitos que colmatan el interior del pozo.

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JOSÉ ANTONIO RIQUELME CANTAL

Fig. 2. Desglose anatómico en los 2 asnos determinados.

Fig. 3. Desglose anatómico en los équidos de mayor tamaño.

cuestión entre los 106 y los 124 cm de altura. Los datos obtenidos nos indican la necesaria precaución que debemos seguir en este tipo de estimaciones al existir una variación de hasta 18 cm. La especie de équido de mayor tamaño documentada ha proporcionado un total de 25 huesos pertenecientes a un número mínimo de 2 individuos adultos. El

192

peso total del material analizado se eleva a 2.526 gr (Tabs. 2 y 3; Fig. 3). En este caso, sólo se ha recuperado un hueso largo completo que ha proporcionado una altura en la cruz de 147 cm lo que indicaría que nos encontramos ante otra especie de équido de mayores proporciones que los asnos anteriormente descritos y que podría asimilarse a la mula.

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RESTOS ÓSEOS

ÉQUIDO

Cráneo

ASNO

PERRO

GATO

LIEBRE

2

4

1

3

8

2

Atlas

1

4

2

Axis

1

4

Sacro

1

3

Vértebras

26

117

11

2

Costillas

30

88

2

8

4

1

1 1

Viscerocráneo Mandíbula

1 2

Esternón Escápula

1 1

2

Húmero

2

3

6

4

Ulna

2

3

4

3 4

1

3

2

Radio

2

3

7

Carpo

8

6

8

Metacarpo

2

3

26

Pelvis

1

5

Fémur

2

9

Patella

2

2

Tibia

2

6

Fíbula 2

5

Astrágalo

2

4

Tarso

4

6

Metatarso

1

2

20

1ª f

2

5

14

2ª f

2

4

7

5

1

3ª f 1

Sesamoideos

8

3

5

Báculo TOTAL

1

5

Calcáneo

Metápodo

1

2 25

129

369

34

20

Tab. 3. Desglose anatómico de las especies animales determinadas.

3. 2. CANIS FAMILIARIS (PERRO) Esta especie ha proporcionado un total de 369 fragmentos determinados (63.95%) que representan a un número mínimo de 6 individuos (46.16%). El peso del material determinado se eleva a 1.919 gr (17.60%) (Tab. 2 y Fig. 1). Las porciones esqueléticas mejor representadas son las axiales, seguidas de las apendiculares y craneales, entre las que destacan por su número los fragmentos de vértebras y costillas como corresponde a individuos recuperados en conexión anatómica (Tab. 3 y Fig. 4). Esta situación parece responder al hecho de que

estos animales se arrojarían en conexión anatómica al interior del pozo. En todos los casos analizados se trata de animales muertos en edad avanzada. La recuperación de abundantes huesos largos completos ha permitido calcular la altura en la cruz de estos animales como puede apreciarse en la Tabla 4. A la vista de los datos obtenidos, según los factores de Koudelka (1885) y Harcourt (1974), se trataría en la mayoría de los casos de individuos de talla elevada que oscilaría entre los 47 y los 62 cm. de altura a la cruz. También se ha determinado la presencia de un ejemplar adulto de talla más pequeña aunque no se

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JOSÉ ANTONIO RIQUELME CANTAL

HÚMERO longitud máxima (mm.)

factor (Koudelka, 1885)

144.0 144.0

altura en la cruz (cm) 48.5

3.37

178.0

48.5 60.0

RADIO longitud máxima (mm.)

factor (Koudelka, 1885)

altura en la cruz (cm)

150.0

3.22

50.0

180.0

3.22

58.0

longitud máxima (mm.)

factor (Koudelka, 1885)

FÉMUR 160.0 183.0

altura en la cruz (cm) 48.2

3.01

198.0

55.1 59.6

TIBIA longitud máxima (mm.)

factor (Koudelka, 1885)

166.0 166.0 188.0

altura en la cruz (cm) 48.5

2.92

200.0

48.5 55.0 58.4

HÚMERO longitud máxima (mm.)

factor (Harcourt, 1974)

144.0 144.0

altura en la cruz (cm) 49.4

3.43

178.0

49.4 61.1

RADIO longitud máxima (mm.)

factor (Harcourt, 1974)

altura en la cruz (cm)

150.0

3.18

47.7

180.0

3.18

57.2

longitud máxima (mm.)

factor (Harcourt, 1974)

FÉMUR 160.0 183.0

altura en la cruz (cm) 50.2

3.14

198.0

57.5 62.2

TIBIA longitud máxima (mm.)

factor (Harcourt, 1974)

166.0 166.0 188.0

48.5 2.92

200.0 Tab. 4. Cálculo de las alturas en la cruz en el perro.

194

altura en la cruz (cm)

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48.5 55.0 58.4


ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO DE LOS RESTOS FAUNÍSTICOS RECUPERADOS EN EL POZO DEL DÓLMEN DE MENGA (ANTEQUERA, MÁLAGA) EN LAS EXCAVACIONES DE 2005-06

Fig. 4. Desglose anatómico en los perros recuperados en conexión anatómica.

ha podido calcular su altura en la cruz (Fig. 4, individuo 2). Por último, se ha podido determinar el sexo (♂♂) en dos de los individuos analizados en base a la aparición del báculo o hueso peneano (Fig. 4, individuos 2 y 4).

3. 3. FELIS CATUS (GATO DOMÉSTICO) Esta especie ha proporcionado un total de 34 fragmentos determinados (5.89%) que representan a un número mínimo de 2 individuos subadultos (15.38%).

El peso del material determinado se eleva a 64 gr (0.59 %) (Tab. 2 y Fig. 1). Las porciones esqueléticas mejor representadas son las apendiculares, seguidas de axiales y craneales donde destacan por su número los fragmentos de vértebra como corresponde a individuos recuperados en conexión anatómica (Tab. 3 y Fig. 5). Esta situación parece responder al hecho de que estos animales se arrojarían en conexión anatómica al interior del pozo.

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JOSÉ ANTONIO RIQUELME CANTAL

Fig. 6. Desglose anatómico en la liebre recuperada en conexión anatómica.

Fig. 5. Desglose anatómico en los gatos recuperados en conexión anatómica.

Entre los animales domésticos encontramos los que se dedicaron a trabajos de tracción y transporte (équidos) y los de compañía (perros y gatos). Podríamos apuntar a que los individuos probablemente murieron de viejos y fueron arrojados al pozo posteriormente, salvo en el caso de los gatos que se trata de individuos subadultos. La aparición del hueso peneano ha permitido determinar el sexo (♂♂) en dos ejemplares de perro.

3. 4. LEPUS GRANATENSIS (LIEBRE)

Las porciones esqueléticas mejor representadas son las apendiculares seguidas de axiales, donde destacan por su número los fragmentos de costilla (Tab. 3 y Fig. 6).

Un ejemplo similar al aquí analizado lo tenemos en la vaca arrojada también al mismo pozo del dolmen de Menga y recuperada en la parte superior del relleno del mismo. Las fechas radiocarbónicas obtenidas tanto en este caso (Riquelme Cantal, 2012) como las que se presentan en este mismo número de la revista Menga por García Sanjuán et al. (2016) parecen indicar que, con independencia de la edad de construcción del pozo, el mismo fue utilizado como vertedero a lo largo del siglo XVIII.

4. DISCUSIÓN

AGRADECIMIENTOS

Se han analizado los restos óseos provenientes del interior del pozo del dolmen de Menga a una profundidad de entre seis metros y 17,5 m. Las especies determinadas son Équido indet. (¿mula?), asno, perro, gato y liebre. Sólo en el caso de un asno y 4 perros los individuos se encontraban prácticamente completos, mientras que en el resto de los animales los esqueletos sólo se han podido recuperar parcialmente.

El presente trabajo se ha realizado con parte del Proyecto General de Investigación “Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga)” (2013-2018), autorizado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y ha sido financiado por el proyecto de Plan Nacional I+D+i “Innovación, Continuidad e Hibridación: Las Sociedades de las Edades del Cobre y Bronce en el Sur de la Península Ibérica” (HAR2013-42865-P).

La liebre ha proporcionado un total de 20 fragmentos determinados (3.47%) que representan a un único individuo adulto (7.70%). El peso del material determinado se eleva a 30 gr (0.28 %) (Tab. 2 y Fig. 1).

196

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ESTUDIO ARQUEOZOOLÓGICO DE LOS RESTOS FAUNÍSTICOS RECUPERADOS EN EL POZO DEL DÓLMEN DE MENGA (ANTEQUERA, MÁLAGA) EN LAS EXCAVACIONES DE 2005-06

BIBLIOGRAFÍA

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BARONE, R. (1976): Anatomie comparée des mamifères domestiques, t. 1, Osteologie, Vigot (Eds.), Lyon. DRIESCH, A. VON DEN (1976): A guide to the measurement of animal bones from archaeological sites. Peabody Museum Bulletins, I, Harvard University.

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DRIESCH, A. VON DEN y BOESSNECK, J. (1974): “Kritische Aumerkungen zur Widerristhöhenberechnung aus längemassen vor-und frühgeschtlicher Tierknochen“, Säugetierkundliche Mitteilungen 22, pp. 325-348.

RIQUELME CANTAL, J. A. (2012): “Estudio de los restos óseos animales recuperados en la parte superior del relleno del pozo de Menga (Antequera, Málaga) en la intervención arqueológica de 2005”, Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía 3, pp. 231-236.

HARCOURT, R. A. (1974): “The dog in Prehistoric and Early Historic Britain”, Journal of Archaeological Science 1, pp. 151-175. KOUDELKA, F. (1885): “Das Verhältnis der ossa longa zur Skeletthöhe bei den Säugethieren“. Verhandl. d. Naturforsch. Ver. Brünn 24, pp. 127-153.

ANEXO 1. MEDIDAS OSTEOMÉTRICAS (EN MM)

ASNO húmero

radio

metacarpo

fémur

tibia

metatarso

GL

220.0

220.0

274.0

274.0

178.0

179.0

302.0

302.0

285.0

285.0

210.0

210.0

Bp

69.0

69.0

62.0

62.0

38.0

38.5

87.0

87.0

69.5

69.5

36.0

36.0

SD

28.0

28.0

30.5

30.5

25.0

25.0

27.0

27.0

30.0

30.0

22.0

22.0

Bd

56.0

56.0

58.0

58.0

35.0

35.0

69.0

69.0

54.5

54.5

33.0

33.0

ASNO

ÉQUIDO

metacarpo

metacarpo

metatarso

GL

177.0

230.0

256.0

Bp

36.0

46.0

44.0

SD

25.0

30.0

27.0

Bd

34.0

46.5

42.0

Abreviaturas utilizadas: GL. longitud máxima Bp. anchura proximal SD. anchura menor de la diáfisis Bd. anchura distal

PERRO húmero GL Bp

30.0

SD Bd

20.0

radio

fémur

144.0

144.0

178.0

150.0

180.0

160.0

183.0

198.0

42.0

42.0

43.0

19.0

18.0

40.0

36.0

39.0

14.0

14.0

13.0

13.0

14.0

14.5

11.0

13.0

34.0

34.0

34.0

20.0

25.5

32.5

30.0

33.0

PERRO tibia GL

166.0

166.0

188.0

200.0

Bp

37.0

37.0

32.0

36.5

SD

13.0

13.0

10.5

13.5

Bd

24.0

24.0

21.0

24.0

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Perspectiva de la boca del pozo desde el interior de Menga. FotografĂ­a: Juan Moreno.


CRÓNICA

EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO Leonardo García Sanjuán1, Gonzalo Aranda Jiménez2, Francisco Carrión Méndez2, Coronada Mora Molina1, Águeda Lozano Medina2 y David García González3

Resumen: En 2005 se descubrió en el dolmen de Menga un pozo de 19,4 m de profundidad completamente colmatado, lo que causó una enorme sorpresa en la comunidad científica, pues no se tenía ninguna constancia de la existencia de esta estructura, que de hecho carece de paralelos. En este artículo se investiga la cronología del relleno de este pozo. En primer lugar se describen los primeros pasos en la investigación de este megalito durante el siglo XIX, en los que se hicieron referencias al pozo luego olvidadas durante todo el siglo XX. A continuación se describen su estratigrafía y los hallazgos asociados y se presentan los resultados del modelado bayesiano de 14 fechas radiocarbónicas obtenidas sobre muestras de vida corta (huesos de animales recuperados de su relleno). Estos datos permiten plantear una hipótesis bastante robusta en relación con la temporalidad del proceso de colmatación del pozo, que tuvo lugar en el siglo XVIII DNE, así como ciertas especulaciones informadas respecto de las circunstancias que pudieron conducir a su colmatación.

Palabras clave: Dolmen, Pozo, Menga, Relleno, Sedimentos, Estratigrafía, Restos Faunísticos, Radiocarbono, Modelado Bayesiano.

THE INFILL OF THE MENGA WELL. STRATIGRAPHY AND RADIOCARBON Abstract: In 2005, a fully backfilled 19.4 metres deep water well was found inside the Menga dolmen, causing an enormous surprise among the scientific community, as there was no knowledge of the existence of such structure, which is unparalleled. In this paper, the chronology of the infill of this well is investigated. First, we describe the early steps in the investigation of this megalithic monument in the 19th century, when references to this well were made which were then forgotten throughout the 20th century. Next, we describe the stratigraphy and associated finds of the well and present the results of a Bayesian modelling of 14 radiocarbon dates obtained from short-lived samples (animal bones retrieved from within its infill). This evidence sets the ground for the discussion of a fairly robust hypothesis regarding the temporality of the well’s backfilling process, which took place in the 18th century CE, as well as some informed speculations regarding the circumstances that may have led to it.

Keywords: Dolmen, Water Well, Menga, Infill, Sediments, Stratigraphy, Faunal Remains, Radiocarbon, Bayesian Modelling.

1 Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla. [lgarcia@us.es]; [coronada_mora@us.es] 2 Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada. [garanda@ugr.es]; [pcarrion@ugr.es]; [aguedalozanomed@gmail.com] 3 Consejo Superior de Investigaciones Científicas. [david.garcia@cchs.csic.es]

Recibido: 20/07/2015. Aceptado: 13/09/2015

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

1. INTRODUCCIÓN Uno de los elementos arquitectónicos más excepcionales del dolmen de Menga es el pozo de 19,4 m de profundidad que se encuentra al fondo de la cámara megalítica, perfectamente centrado con respecto al ortostato de cabecera, los ortostatos laterales y el tercero de los pilares (Lám. 1). Su descubrimiento se produjo en 2005 durante la intervención realizada con motivo del acondicionamiento de la iluminación y accesos al monumento1, causando una enorme sorpresa, pues por una parte no se tenía ninguna constancia de su existencia y por otra no se conoce ningún caso en Europa en la que un monumento megalítico aloje en su interior una estructura de estas características.

El relleno de amortización de este pozo fue excavado en dos fases. En la primera de ellas, en la primavera de 2005, el mismo equipo que lo había descubierto lo excavó hasta una profundidad aproximada de seis metros, abandonando la excavación en ese punto al carecer de la infraestructura necesaria para un trabajo de esa complejidad técnica. La segunda fase de la excavación la llevó a cabo un equipo de la Universidad de Granada entre octubre de 2005 y febrero de 2006 en el marco de un proyecto de estudio arqueológico y geoarqueológico del dolmen de Menga2. En esta segunda intervención, y mediante la instalación de un sistema seguro de cabrestantes y arneses que permitía a los excavadores descender y ascender, se com-

Lám. 1. Ubicación del pozo en la planta y sección del dolmen de Menga. Imágenes: TDTEC.

1 NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierras para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga, Informe Inédito. 2 CARRIÓN MÉNDEZ, F., MUÑIZ LÓPEZ, T., GARCÍA GONZÁLEZ, D., LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., FÉLIX, P. y LÓPEZ RODRÍGUEZ, C. F. (2006): Intervención en el Conjunto Megalítico de Menga y Viera (Antequera, Málaga), Universidad de Granada, Granada. Informe Inédito.

200

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EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO

pletó la excavación del relleno del pozo hasta su base a casi 20 m de profundidad (Láms. 2, 3 y 4). La excavación del pozo de Menga deparó una cantidad importante de artefactos de muy diversa naturaleza y cronología, recuperándose además abundantes restos faunísticos que han sido ya objeto de estudio y publicación (Riquelme Cantal, 2012; 2016). En conjunto, a pesar de la presencia de algunos elementos de cultura material de posible cronología prehistórica (mazas), el relleno fue interpretado por ambos equipos como de cronología moderna. El objetivo principal de este artículo es precisamente establecer de la forma más exacta posible la cronología del relleno del pozo de Menga. La base fun-

damental de este estudio son 14 dataciones radiocarbónicas obtenidas sobre muestras de hueso de los animales encontrados en los sedimentos que lo colmataban. De forma complementaria se utiliza la cultura material recuperada en su interior, pero esta colección de objetos será publicada de forma independiente en un trabajo actualmente en preparación. Es importante subrayar que este artículo tan solo se ocupa de la cronología de la formación de los depósitos que colmataba el pozo de Menga cuando fue excavado entre 2005 y 2006, no tratándose aquí el problema de la apertura, excavación o factura del pozo en sí mismo, ya que ello exigiría el manejo de unos datos que actualmente no están sistematizados y la realización de una discusión más amplia de la que podemos abordar aquí.

Lám. 2. Sistema de cabrestante y arneses utilizado para la excavación del pozo. Fotografía: David García González.

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

Lám. 3. Trabajo de limpieza de las paredes del pozo mediante agua a presión durante el proceso de excavación. Fotografía: Francisco Carrión Méndez.

Lám. 4. David García González desciende al pozo durante el proceso de excavación. Fotografía: Francisco Carrión Méndez.

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EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO

2. DESCUBRIMIENTO Y PRIMERAS REFERENCIAS En el opúsculo en el que dio cuenta de las excavaciones que realizó en la década de 1840, Rafael Mitjana y Ardison (1847) no hizo ninguna referencia expresa a la existencia de un pozo en el domen de Menga. El descubrimiento del mismo en 2005, sin embargo, permitió interpretar bajo una nueva luz un pasaje de dicho trabajo en el que el autor afirmaba que se había excavado “… en el centro de la cueva bajo de la gran piedra, sitio donde se creía encontrar restos de cadáveres, urnas, etc. profundizando de 20 a 26 pies…”3 (Mitjana y Ardison, 1847: 19). Aunque sin mencionar la existencia del pozo (esta palabra no es utilizada nunca por Mitjana), dado que un pie castellano equivale a 27,86 cm resulta evidente que el único lugar en el interior del dolmen donde Mitjana pudo realizar una excavación de entre 7 y 9 metros de profundidad es precisamente en el pozo, lo que indica que excavó una parte del mismo, aproximadamente hasta la misma profundidad que luego alcanzaría el equipo de Verónica Navarrete Pendón en las excavaciones realizadas en 2005 con motivo del acondicionamiento de la iluminación y los accesos del monumento. Que Rafael Mitjana debió excavar una parte del relleno del pozo parece venir de hecho confirmado por una referencia publicada pocos años después. Esta referencia corresponde a Louisa Tenison, viajera británica que recorrió el sur de España, acudiendo a Antequera específicamente atraída por el magno monumento megalítico, del que ya había tenido referencias previas. Como ha descrito Juan Sánchez-Cuenca López (2011: 26), Tenison visitó “The Cave of Mengal” el 3 de junio de 1852, dejando en su libro de viajes (Tenison, 1853) una vívida descripción del interior del monumento y constatando que, al fondo de la cámara, había un pozo abierto de “cinco pies de ancho y cuarenta y tres de profundidad” (1,5 m de ancho x 13 m de profundidad), advirtiendo del peligro de que, por falta de luz, “un visitante no precavido no pudiera evitar caerse dentro”4. De esta referencia de la viajera inglesa cabe resaltar que el dato que facilita respecto de la profundidad del pozo no coincide con el facilitado por Mitjana y Ardison en relación con la cota a la que él llegó. Es

posible que Mitjana fuera algo descuidado al dar la profundidad del pozo, pero parece excesivo que se equivocara en seis metros, lo que sugiere que, o bien en los cinco años que transcurrieron entre la publicación de la memoria de su excavación y la visita de Tenison alguien profundizó aún más en la excavación del relleno de la estructura, o bien Tenison, presumiblemente provista de escasa iluminación y sin medios muy precisos de medición, estimase la profundidad del pozo de visu, errando en su estimación. Con posterioridad a la publicación del libro de Tenison el pozo de Menga solo sería citado una vez más. Esta referencia apareció en 1874 en un artículo de Trinidad de Rojas publicado en el semanario literario El Genil con el título “La Cueva de Menga” en el que asignaba al megalito una antigüedad de 4000 años (Sánchez-Cuenca López, 2011: 30-31). En este trabajo, Trinidad de Rojas afirmaba que “... en algunas imaginaciones exaltadas [había brotado] la creencia de que, minando el terreno por donde pareciera más adecuado, debían forzosamente encontrarse extensos subterráneos, joyas, tesoros y sepulcros, ¡Esperanza fallida! Tan solo entre las primeras capas del profundo pozo que se abriera en el ultimo departamento del dolmen, se hallaron algunas monedas árabes y romanas, y toscas herramientas de picapedrero, talladas en piedra oscura, dura y consistente, y con las que es probable fuesen labradas las caras interiores de las piedras que forman el monumento”5. Las referencias de Louisa Tenison en 1853 y Trinidad de Rojas en 1874 contrastan con el silencio de muchos otros autores que en la época describieron Menga pero sin citar el pozo. De hecho, con posterioridad a la escueta referencia de Trinidad de Rojas en 1874 ya no se publicaría ninguna otra alusión al pozo de Menga hasta su redescubrimiento en 2005. Apenas 15 años después de la publicación de la obra de Tenison, Manuel de Góngora y Martínez omitía toda referencia a esta estructura en su obra Antigüedades Prehistóricas de Andalucía (1868). Tampoco dejó constancia del mismo Manuel Gómez-Moreno González (padre de Manuel Gómez-Moreno Martínez) en el croquis que de Menga realizó también en 1868 y en el que indicaba sus dimensiones internas y de los ortostatos (Moya Morales, 2004: 20). Ni tan siquiera

3 La cursiva es nuestra. 4 “…an unwary visitor could hardly escape being precipitated into it” (Tenison, 1853: 276) 5 La cursiva es nuestra.

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

en obras de la relevancia de Les Ages Préhistoriques del’Espagne et du Portugal publicado en 1886 por Emile Cartailhac, quien había visitado el monumento, o en los varios trabajos que en las primeras décadas del siglo XX profundizaron en la descripción de los megalitos antequeranos (Gómez-Moreno Martínez, 1905; Velázquez Bosco, 1905; Mortillet, 1921; De Mergelina, 1922; Leisner y Leisner, 1943) se mencionó el pozo. Incluso durante las excavaciones realizadas por la Universidad de Málaga entre 1988 y 1991, en el transcurso de las cuales se abrieron 30 cortes en el dolmen de Menga, este importante elemento arquitectónico habría de pasar desapercibido.

3. MORFOLOGÍA, ESTRATIGRAFÍA Y HALLAZGOS DEL POZO

Sobre las causas del completo ‘olvido’ en el que cayó tan importante elemento, constitutivo de la arquitectura de este excepcional megalito, solo cabe hacer algunas especulaciones más o menos informadas. Una posibilidad teórica es que, aunque se lo conociera, simplemente no se diera importancia al pozo, omitiéndose toda descripción o valoración del mismo, aunque esto parece bastante improbable en el caso de algunos estudiosos que proporcionaron descripciones minuciosas de otros aspectos de la arquitectura megalítica antequerana. Por una parte, parece claro que la descripción realizada por Louisa Tenison en su libro de viajes, fuera del ‘circuito’ de la literatura arqueológica convencional, pasó completamente desapercibida para la totalidad de los arqueólogos que se ocuparon de este monumento a lo largo de los siglos XIX y XX, pues no fue citado por ninguno de ellos. Por otra parte, cabe suponer que tras la excavación de Rafael Mitjana y Ardison (y quizás por parte de otros actores algo después), los primeros seis metros del pozo debieron volver a rellenarse en algún momento durante las décadas de 1850 y 1860, en todo caso probablemente antes de que en 1868 Manuel Gómez-Moreno González elaborase su croquis de la planta del dolmen. A la vista de su omisión en dicho croquis, cabe razonablemente suponer que cuando Trinidad de Rojas citaba el pozo en 1874 estaba ya hablando de memoria (quizás lo vio en persona con anterioridad o recibió informaciones al respecto) y realmente en ese momento ya no había constancia visible de tal elemento. Parece bastante probable que el pozo ya estuviese re-colmatado y olvidado en 1886, cuando Emile Cartailhac publicó su obra Les Ages Préhistoriques del’Espagne et du Portugal, no haciendo ninguna referencia al mismo.

Con 19,4 m de profundidad, morfológicamente el pozo es de planta circular, aunque en la base las paredes se curvan ligeramente hacia dentro, describiendo por tanto su sección una forma de U (Lám. 5). De hecho, su diámetro que en la boca es de 1,60 m, en la base queda reducido a 1,10 m. Hasta los 13 m de profundidad la sección del pozo es prácticamente recta, por lo que geométricamente tiene forma de cilindro, pero a partir de ahí el diámetro se va estrechando y asume la geometría de un cono truncado (Fig. 1). En conjunto, el pozo tendría un volumen de 35,36 m3 (35.360 litros).

3.1. MORFOLOGÍA El pozo se sitúa a 0,8 m de la cara trasera (oeste) del tercer pilar de Menga, a 2,3 m del ortostato de cabecera y a 2 m de los ortostatos laterales derecho e izquierdo. De acuerdo con la descripción facilitada en el informe de la intervención, su re-descubrimiento fue posible al detectarse y excavarse una mancha de yeso de forma aproximadamente circular6 bajo la cual se encontró la boca del pozo.

Fig. 1. Forma geométrica aproximada del pozo a partir de 13 m de profundidad (cono truncado) y fórmula aplicada para el cálculo de su volumen. Diseño: Alicia Medialdea Utande.

6 NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierras para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga, Informe Inédito, página 22.

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EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO

Lámina 5: Montaje fotográfico con la sección del pozo y croquis de la disposición de los mechinales y del desarrollo de los niveles estratigráficos de la primera fase del relleno. Fotografía y dibujo: David García González.

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Lám. 6. Detalle de los mechinales. Fotografía: Juan Moreno.

El estudio geoarqueológico realizado por la Universidad de Granada mostró que la litología del sitio en el que se excavó el pozo la componen fundamentalmente gravas, arenas y lutitas, nada cementadas y muy deleznables, propias de unas facies deltaicas proximales características de formaciones terciarias7. Aunque el pozo se encuentra excavado en unos materiales terciarios poco recomendables para soportar un gran acuífero en la actualidad, probablemente por la sobre explotación de este recurso, sí ha albergado un acuífero libre desde su construcción hasta su colmatación y abandono. Sus niveles de carga, como en todos los pozos, dependen de condiciones medioambientales, fundamentalmente de las precipitaciones y aportes de surgencias de agua que vierten a la cuenca de Antequera. Las oscilaciones del régimen pluviométrico caracterizarían la capacidad de carga del pozo y durante los periodos de estrés hídrico condicionaría la viabilidad del uso de su agua. Desde un punto de vista formal, las paredes del pozo de Menga están cuidadosamente acabadas, con una

superficie regularizada en la que lo único que destaca son los 77 mechinales que debieron ser usados durante su excavación y quizás en ulteriores tareas de mantenimiento (Láms. 5 y 6). En la pared noreste hay 67 mechinales, dispuestos en su mayoría en dos hileras más o menos paralelas, desde el inicio del pozo hasta una cota de 17 m de profundidad (Lám. 6). En la pared suroeste hay tan solo 10 de estas oquedades, dispuestas en su mayoría en una sola hilera, comenzando a una profundidad de 10,40 m y finalizando a los 17 m. Los mechinales de la pared noreste tienen unos 20 cm de alto, por 10 cm de ancho y unos cinco cm de profundidad, separados entre sí por unos 40 cm de distancia. Los mechinales de la pared suroeste no presentan entre ellos una equidistancia análoga a la que presentan los de la pared noreste. Respecto a la técnica constructiva empleada para la apertura de este pozo, dada su geometría casi totalmente cilíndrica, es posible que se aplicase alguna variante de la técnica tradicional denominada “en

7 CARRIÓN MÉNDEZ, F., LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., GARCÍA GONZÁLEZ, D., MUÑIZ LÓPEZ, T., FÉLIX, P., ESQUIVEL GUERRERO, J. A. y MELLADO GARCÍA, I. (2006): Estudio Geoarqueológico de los Sepulcros Megalíticos de Cueva de Menga y Viera y Romeral (Antequera, Málaga), Universidad de Granada, Granada. Informe Inédito.

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marraneta”, consistente en realizar un agujero lo más redondo posible, para acto seguido levantar un tabique alrededor de toda la superficie circular excavada8. Con este procedimiento se impide que el material poco consistente en el cual se está abriendo el pozo se caiga, tapando la perforación realizada. Una vez colocado el tabique, se sigue perforando de forma que éste vaya bajando conforme se profundiza, para lo que se recrece por la parte de arriba. Curiosamente, este procedimiento tradicional se ha aplicado incluso en pozos abiertos en terrenos con materiales consolidados, como es el caso de las areniscas, arenas, gravas y limos sobre los que está realizado el pozo de Menga. No obstante, no es en absoluto descartable que se utilizase para su factura un procedimiento más simple, semejante a los conocidos en los múltiples pozos prehistóricos, protohistóricos y antiguos que se conocen en la Península Ibérica. Durante las labores de excavación arqueológica se pudieron identificar en las paredes del pozo hasta su base numerosas marcas de trabajo dejadas por las herramientas usadas en el momento de su excavación (Lám. 7). Sin embargo, ninguna de estas evidencias es lo suficientemente diagnóstica como para especificar una cronología precisa. Como se decía al principio de este trabajo, no es nuestra intención abordar aquí la problemática de la excavación o talla original del pozo, quedando el presente estudio circunscrito a la cronología de los depósitos sedimentarios que se excavaron en su interior entre 2005 y 2006. En resumen, en relación con su estratigrafía y hallazgos, pueden distinguirse, en principio, al menos dos grandes fases. La más reciente de ellas corresponde aproximadamente a los primeros seis metros, que fueron los excavados por el equipo dirigido por Verónica Navarrete Pendón. La más antigua, que se desarrolla entre -6 y -19,4 m, corresponde básicamente al relleno excavado por el equipo de la Universidad de Granada. A continuación se ofrece una descripción general de los sedimentos y la cultura material encontrados aunque, como se mencionó anteriormente, este último aspecto será objeto de un estudio más pormenorizado. La Lámina 8 muestra un resumen gráfico de los hallazgos realizados en las dos intervenciones.

Lám. 7. Marcas de cantería en las paredes de la base del pozo. Fotografía: David García González.

3.2. ESTRATIGRAFÍA Y HALLAZGOS: SEGUNDA FASE DEL RELLENO La fase más reciente de la formación de relleno del pozo parece corresponder aproximadamente a la profundidad que pudo alcanzar Rafael Mitjana en sus excavaciones, realizadas en una fecha imprecisa entre 1842, cuando visitó por primera vez el monumento, y 1847, año de la publicación de su Memoria (Mitjana y Ardison, 1847: 19). Así, las unidades sedimentarias excavadas por el equipo de V. Navarrete Pendón, que formaban un único nivel estratigráfico, debieron formarse con posterioridad a la finalización de la excavación de Mitjana y deben tener por tanto una antigüedad que como máximo se remontaría a 1847. En lo que a cultura material se refiere, para el conjunto de esta fase se documentó lo siguiente: un percutor de ofita, 37 fragmentos cerámicos de distintos recipientes a los que la excavadora atribuyó una cronología de Edad Moderna o Contemporánea (siglos XVII-XX DNE), todos ellos fragmentos de vajilla de cocina común realizada a torno así como tres fragmentos de ladrillos de la misma época. Además, se identificaron restos faunísticos de una vaca y un perro.

8 En época moderna este tabique se realizaba con ladrillos.

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Lámina 8: Hallazgos de cultura material en el pozo de Menga por niveles estratigráficos. Diseño: Coronada Mora Molina

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EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

Lámina 9: Proceso de excavación del esqueleto de bóvido hallado a -5,9 m. Fotografía: Juan Moreno.

A una profundidad de -1,50 m se documentaron varios fragmentos cerámicos de época moderna o contemporánea: dos fragmentos de ladrillos, cinco fragmentos de cerámica a torno y vidriada9 de distintos recipientes (cuatro amorfos y un borde), otros dos fragmentos de cerámica (amorfo y borde de un mismo recipiente) a torno, vidriada de color blanco y decorada con dos líneas rojas en el borde que podrían corresponder a un plato, dos fragmentos amorfos de un mismo recipiente de cerámica a torno y esmaltado de color azul añil, dos bases de cerámica a torno, un borde de cerámica a torno y vidriada y un asa de cerámica a torno y vidriada. A -3,00 m de profundidad se volvieron a documentar tres fragmentos cerámicos, todos ellos de cerámica a torno, siendo dos de ellos fragmentos amorfos de vajilla de cocina vidriados en verde, mientras que el otro corresponde a la base y parte del cuerpo de un

recipiente de almacenaje como una orza. A -3,45 m de profundidad se halló un percutor de ofita10, que podría ser coetáneo a la construcción del dolmen (ver una discusión general sobre las herramientas de percusión de Menga en Lozano Rodríguez et al., 2016). A -4,00 m se halló un fragmento de ladrillo, un fragmento amorfo de cerámica a torno y vidriada, dos fragmentos amorfos de un mismo recipiente de cerámica a torno y vidriada, dos fragmentos de borde de un único contenedor cerámico, a torno y vidriado, uno de ellos con parte del asa, que podría corresponder a un una jarra, orza u olla, y 15 fragmentos de un mismo recipiente tipo fuente, realizado a torno y vidriado11. A -4,50 m se halló un pequeño fragmento de la base de un recipiente cerámico a torno y vidriado. A una profundidad de -5,9 m se encontraron los restos de una vaca (Lám. 9) y dos fragmentos óseos de un animal de mediano tamaño identificado poste-

9 Nº 4 en el inventario de Navarrete Pendón y A/DJ 14540.0087 y A/DJ 14540.0158 en el del Museo de Málaga. 10 Nº 10 en el inventario de Navarrete Pendón y A/DJ 14540.0068 en el del Museo de Málaga 11 Nº 1 en el inventario de Navarrete Pendón y A/DJ 14540.0078 en el del Museo de Málaga.

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riormente como un Canis Familiaris12. Como se verá a continuación, las dos dataciones radiocarbónicas obtenidas a partir de muestras de estos restos óseos (Riquelme Cantal, 2012: 232) dieron unos resultados que resultan totalmente consistentes con los obtenidos de muestras obtenidas en el relleno subyacente, lo cual sugiere de hecho que estos animales no llegaron a ser excavados por Mitjana y Ardison, y que por tanto el equipo de Navarrete Pendón profundizó en el relleno unos 30-40 cm más de lo que debió profundizar Mitjana en su día.

3.3. ESTRATIGRAFÍA Y HALLAZGOS: PRIMERA FASE DEL RELLENO La primera fase del relleno del pozo se desarrolla aproximadamente a partir de -6 m y hasta su base, y coincide grosso modo con la que excavó el equipo de la Universidad de Granada, que reanudó la excavación a una cota de -6,35 m de profundidad. A partir de esa profundidad el relleno consistía fundamentalmente en una alternancia de rellenos terrígenos y bloques de piedra, algunos de ellos de grandes dimensiones. La mayoría de estos bloques de piedra destacaban por el hecho de que tanto por su litología (arenisca) como por su forma eran muy similares a los encontrados formando parte del túmulo de Menga. Esto podría derivarse del hecho de que el relleno del pozo se llevara a cabo usando los materiales de la propia estructura tumular del megalito. Los niveles estratigráficos identificados fueron 10: nivel I (6,35-9,60 m), nivel II (9,60-10,50 m), nivel III (10,50-11,50 m), nivel IV (11,50 a 12,00 m), nivel V (12,00-14,00 m), nivel VI (14,00-16,40 m), nivel VII (16,40-17,55 m), niveles VIII y IX (17,55-19,00 m) y nivel X (19,00-19,40 m) (Lám. 8). En conjunto, en los primeros tres metros excavados en esta intervención (Nivel I, -6,35 a -9,60 m) las características de los depósitos sedimentarios eran muy homogéneas, salvo en ocasiones donde la presencia de bloques de piedra era mayor en detrimento del relleno terrígeno (Lám. 10). En cuanto a la cultura material asociada, era escasa, consistiendo fundamentalmente en fragmentos de una aceitera o alcuza

Lámina 10: Bloques de piedra del Nivel I. Fotografía: David García González.

en cerámica vidriada verde (Lám. 11A) y trozos de metal que remiten a una cronología de Edad Moderna. A una profundidad de -8,50 m se localizaron los restos de un perro en conexión anatómica cerca de uno de los bordes de la pared. Tras su limpieza y documentación se prosiguió con la excavación sin que se apreciasen cambios notables en el relleno. A partir de la cota de -9,60 m y hasta -12 m se definen los niveles II, III y IV. En la interfacies entre el nivel I y II se documentaron los restos óseos de tres animales en conexión anatómica, dos perros (uno de ellos de grandes dimensiones) y un équido descritos en más detalle por José Antonio Riquelme Cantal (2016) (Lám. 12). Se localizan a su vez dos herraduras cerca de las extremidades traseras del équido13. La secuencia de deposición de los restos es la siguiente: en primer lugar fue arrojado el équido y seguidamente los perros, como así lo indican la superposición de los huesos. La diferencia de tiempo entre una acción y otra pudo ser corta ya que los restos de los perros y el équido se situaban a una cota muy similar. Los

12 NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierras para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga, Informe Inédito, página 22. 13 Tradicionalmente ha sido práctica frecuente herrar estos animales solamente en dos patas.

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A

B

C

D

Lámina 11: Selección de materiales cerámicos recuperados en el pozo (primera fase): A) Fragmentos de aceitera o alcuza de cerámica vidriada verde del Nivel I; B) Cazuela de cerámica vidriada melada del Nivel III; C) Pequeña olla de cocina con huellas de exposición al fuego del Nivel VIII; D) Orza del Nivel X.

huesos mostraban una perfecta conexión anatómica, lo que indica que el proceso de descomposición de los cadáveres ocurrió en el interior del pozo. Tras la retirada de los restos óseos, se pudo observar un cambio en la estratigrafía con un relleno terrígeno más compactado y con un mayor contenido en arenas que se desarrollaba entre unos 9,60 y 10,5 m de profundidad (Nivel II). El número de bloques de piedra se redujo, alternándose capas de una coloración de tierra verdosa y otras de color marrón claro. Entre los artefactos de este nivel se cuentan algunos restos cerámicos, material de construcción (mortero y ladrillos) y restos de metal (clavos y varios botones) (Lám. 8). El Nivel III (de -10,5 a -11,50 m) estaba formado por bloques de piedra soportados por una matriz

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arenosa. En el interfaz entre los niveles II y III aparecen algunos fragmentos de tegulae, que podrían relacionarse con la constatada presencia de tumbas romanas en los túmulos, atrios e inmediaciones de los dólmenes de Menga y Viera (Aranda Jiménez et al., 2015). En el nivel IV se encontraron fragmentos de cerámica vidriada incluyendo una cazuela de cerámica vidriada melada casi completa (Lám. 8 y Lám. 11B). Los niveles V y VI, que se desarrollaban entre -12 m y -16,40 m, depararon fragmentos de piezas cerámicas de cronología fundamentalmente moderna, algunas tegulae, sílex y restos de tejido carbonizado. En el relleno terrígeno del nivel VII (entre -16,4 y 17,55 m), donde la humedad se hizo cada vez más evidente, se registró numeroso material cerámico de construcción y tres mazas de

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Lámina 12: Esqueletos de équido y perros hallados entre los niveles I y II. Fotografía: David García González.

piedra. Tras la retirada de un bloque de grandes dimensiones y los restos de un perro se localizaron numerosas maderas y clavos, posibles restos de mobiliario. Destaca también la existencia de fragmentos de mortero, pudiéndose tratarse del mismo empleado en el brocal del pozo. A una cota de -17,55 m se localizó el nivel freático, dentro de los límites de los niveles VIII y IX14, que se desarrollaban entre -17,55 y -19 m (Lám. 13). El primero de estos niveles, con abundantes bloques de piedra (Nivel VIII) dio paso a un sedimento cada vez más fino, aunque se intercalaban en él algunos bloques de piedra. En este nivel el volumen de artefactos documentados es inferior, reduciéndose a solo unos pocos fragmentos de material de construcción y tegulae, aunque también se recuperó una pequeña olla de cerámica vidriada melada casi completa (Lám. 11C).

Lámina 13: Inicio del nivel freático a -17,55 m (Nivel VIII). Fotografía: David García González.

14 Debido a la dificultad que entrañaba la excavación con la presencia constante de agua del nivel freático resultó muy complicado definir los límites entre el nivel VIII y IX.

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ples excavaciones practicadas en Menga demuestran que este monumento presenta sedimentos que incluyen materiales de muchas épocas distintas, lo cual es reflejo de su compleja biografía (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, 2016). El uso de materiales obtenidos del entorno más inmediato para rellenar el pozo tendría sentido desde el punto de vista de una elemental economía del esfuerzo. Por su morfología, la mayoría de los recipientes cerámicos documentados en el pozo se adscriben a época moderna y contemporánea (siglos XVIXVIII DNE). Aun así, es difícil concretar su cronología debido a que pertenecen a formas de cerámica común y de cocina que mantienen una larga pervivencia en cuanto a su tipología y decoración. El estudio actualmente en curso permitirá precisar algo más este aspecto.

Lámina 14: Base del pozo. Fotografía: David García González.

El nivel X se desarrollaba en los últimos 40 cm del relleno, localizándose la base del pozo a -19,40 m. Tras una breve inclinación, las paredes daban paso al suelo, del mismo material litológico que estas, es decir una alternancia de niveles de areniscas y gravas (Lám. 14). En este nivel solamente se recogieron los restos de una orza (Láms. 8 y 11D).

3.4. ESTRATIGRAFÍA Y HALLAZGOS: VALORACIÓN PRELIMINAR Como se señaló anteriormente, el estudio completo de los artefactos recuperados del interior del pozo de Menga está actualmente en proceso, por lo que aquí tan solo se hará una valoración preliminar de los mismos. En conjunto, la cultura material identificada incluye fragmentos de vasijas cerámicas (que al menos en tres casos pudieron ser restituidas casi por completo), restos de metal de hierro (clavos, botones y herraduras), fragmentos de tegulae, así como mazas o martillos de piedra. Sin detrimento de lo que establezca el estudio pormenorizado de esta colección, es evidente que está integrada por una mixtura bastante heterogénea de materiales prehistóricos, antiguos, medievales y modernos, los cuales entraron en el pozo, con toda probabilidad, procedentes del entorno inmediato de Menga. Las múlti-

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Los fragmentos de tegulae, en cambio, podrían corresponder a algunas de las tumbas presentes en el entorno de Menga y Viera y que han sido datadas por fechas radiocarbónicas obtenidas sobre hueso humano entre mediados del siglo II y mediados del siglo IV DNE (Aranda Jiménez et al., 2015: 274). En la excavación dirigida por V. Navarrete Pendón en 2005 también se encontraron en el atrio y exterior de Menga 50 fragmentos de gran tamaño de tegulae (con un peso total aproximado de 72 kg) que permanecen por ahora inéditos. Otro grupo de materiales hallados en el pozo de Menga son los fragmentos de metal, entre los que se cuentan apliques pertenecientes a algún recipiente, clavos y botones (algunos de ellos decorados con un escudo), así como dos herraduras asociadas al équido. El cuarto gran grupo de artefactos identificados en el pozo de Menga son las herramientas de percusión de piedra. Estas herramientas podrían ser prehistóricas, aunque no existe prueba fehaciente de ello, pues no se conoce bien la tecnología de herramientas de piedra usadas en tareas de cantería en la Antigüedad o el Medievo y es muy difícil establecer su cronología en base únicamente a la morfología. Sin embargo, como se señala en una colaboración incluida en este mismo volumen (Lozano Rodríguez et al., 2016), se da la circunstancia de que el número de herramientas de percusión encontrada en este gran megalito es bastante alto (37 según el recuento provisional que manejamos actualmente) lo que en principio encaja

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con el hecho de que su construcción debió exigir un importante trabajo de cantería. En general, estos útiles de percusión parecen haber sido manufacturados fundamentalmente en ofita, aunque se documentan también una peridotita y una dolomía, materiales todos disponibles localmente y frecuentes en el utillaje macro-lítico de las sociedades del Neolítico Final en la región de Antequera. Las herramientas de percusión encontradas en el pozo corresponden a tres grupos: martillos de extremo redondeado, martillos de extremo apuntado y grandes mazas. Los martillos de extremo redondeado presentan en sus extremos dístales numerosas huellas de uso producidas por el contacto y el golpeo contra otras superficies líticas. Los martillos con extremo apuntado presentan las mismas características tecnológicas que el grupo anterior, a excepción de su forma apuntada. Al igual que los anteriores, estos martillos se han empleado para trabajar areniscas y brechas. Su extremo permite crear caras rectilíneas en los bloques de estos materiales. Presentan también escotaduras en los flancos asociadas al sistema de enmangue. Por último, las grandes mazas, realizadas sobre ofitas y dolomía, presentan, además de un tamaño mayor en relación a los anteriores, grandes escotaduras y ranuras muy marcadas, que no solo afectan a los flancos laterales sino a las superficies de ambas caras. Su gran peso y tamaño las convierte en herramientas dedicadas a la extracción del material que posteriormente será trabajado hasta conseguir la forma deseada. Como se señalaba anteriormente, ya Trinidad de Rojas señaló en su breve artículo de 1874 que en los primeros metros del relleno del pozo se encontraron“… toscas herramientas de picapedrero, talladas en piedra oscura, dura y consistente…”, que él interpretó en relación con la construcción del propio dolmen. El posterior hallazgo de al menos un hacha y un percutor colocados en los rellenos del túmulo, justo en los intersticios de los ortostatos, sugiere la posibilidad de que en el dolmen se llevaran a cabo prácticas de deposición deliberada de herramientas de percusión, prácticas que tendrían sentido en el contexto del amplio trabajo de cantería que debió exigir la construcción del monumento (Lozano Rodríguez et al., 2016). Ello explicaría el número relativamente alto de este tipo de piezas halladas en el dolmen de Menga.

En conjunto, como valoración preliminar de la estratigrafía y hallazgos cabe decir que el pozo de Menga presentaba 11 niveles estratigráficos. El primero de ellos, desde el inicio hasta aproximadamente 6 m de profundidad, fue excavado por Rafael Mitjana en la década de 1840, siendo luego re-colmatado entre aproximadamente 1852 y 1868. Este relleno sería por tanto posterior a los 10 niveles subyacentes, que se desarrollan entre -6 y -19,4 m, y que no fueron excavados por Mitjana, aunque todas las referencias disponibles sugieren una cronología bastante similar y moderna para la formación de todos ellos, algo que, como se verá a continuación, corrobora el radiocarbono.

4. CRONOLOGÍA RADIOCARBÓNICA Con independencia de las precisiones que puedan obtenerse del estudio en curso de los materiales encontrados en los sedimentos del pozo (especialmente la cerámica), se ha considerado que el punto de partida más sólido para el establecimiento de la cronología de formación de dicho relleno es la datación radiocarbónica de los numerosos restos óseos de animales que contenía. Estos restos ya han sido objeto de una caracterización arqueozoológica general (Riquelme Cantal, 2012; 2016), incluyendo dos dataciones ya publicadas (Riquelme Cantal, 2012: 232). Su caracterización ha permitido documentar diferentes especies (vaca, caballo, asno, perro, gato y liebre) cuyos restos óseos aparecen total o parcialmente articulados. Las dataciones radiocarbónicas se han obtenido a partir de muestras de vida corta (huesos de animales) seleccionadas con dos criterios principales. En primer lugar, se ha atendido al número mínimo de individuos identificados, de cara a asegurar que un mismo individuo no se data dos veces, lo que por otra parte es una precondición fundamental para utilizar el modelado bayesiano en la interpretación de la serie radiocarbónica15. En segundo lugar, se han seleccionado muestras de individuos articulados anatómicamente, lo cual permite minimizar el grado de incertidumbre respecto de si realmente las dataciones permiten fechar el contexto en el que se documentan dado que habitualmente se desconoce la distancia temporal entre la muerte del organismo

15 El algoritmo usado en este tipo de análisis asume que cada datación es estadísticamente independiente de las otras (Bronk Ramsey, 2001)

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Código del laboratorio

Tipo de material

δ13C (AMS) ‰

%C

%N

C:N

Rendim. de extracción Fecha BP %

Datación calibrada Cal AD*

Datación calibrada Cal AD**

Referencia

CNA-3366

Ulna del felino

-19,82

43

16,4

3,1

8,25

211 ± 28

1650-...

1640-...

Este artículo

CNA-3363

Mandíbula del équido

-18,70

34,2

13,3

3

5,02

179 ± 28

1660-...

1650-...

Este artículo

CNA-3365

Fémur del cánido

-18,25

35,1

13

3,2

1,65

172 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

CNA-3370

Fragmento indeterminado de liebre

-20,12

32,3

12,3

3,1

1,27

172 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

CNA-3362

Tarso del asno

-21,41

42,6

15,7

3,2

4,42

164 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

CNA-3367

Húmero del cánido

-18,80

38,5

14,6

3,1

3,66

163 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

CNA-3368

Tibia del cánido

-18,59

31,6

11,7

3,2

1,83

158 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

CNA-3360

Fémur del felino

-24,66

43,7

16,1

3,2

3,49

153 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

Beta-322312

Metacarpo de cánido

-

-

-

-

-

150 ± 30

1670-1950

1660-...

Riquelme Cantal, 2012

CNA-3371

Radio del cánido

-18,28

35,7

13,2

3,2

2,46

147 ± 28

1670-1950

1660-1950

Este artículo

CNA-3361

Ulna del cánido

-19,95

34,8

12,9

3,1

1,48

137 ± 28

1680-1940

1670-1950

Este artículo

CNA-3369

Fémur del cánido

-19,30

35

12,9

3,2

2,08

134 ± 28

1680-1940

1670-1950

Este artículo

Beta-322311

Radio de bóvido

-

-

-

-

-

120 ± 30

1680-1930

1670-1940

Riquelme Cantal, 2012

CNA-3364

Fragmento indeterminado del équido

-20,03

41,8

16,8

2,9

3,69

118 ± 28

1680-1930

1680-1940

Este artículo

Beta-322311

Radio de bóvido

-

-

-

-

-

120 ± 30

1680-1930

1670-1940

Riquelme Cantal, 2012

CNA-3364

Fragmento indeterminado del équido

-20,03

41,8

16,8

2,9

3,69

118 ± 28

1680-1930

1680-1940

Este artículo

* 68% de probabilidad ** 95% de probabilidad Tabla 1: Dataciones radiocarbónicas del relleno del pozo de Menga.

que se fecha y el acto de deposición. Efectivamente, la presencia de varios esqueletos de animales en conexión anatómica ha ofrecido una excelente oportunidad para evitar esta incertidumbre. La selección exclusivamente de muestras procedentes de deposiciones primarias permite asegurar que entre el acto de deposición y la muerte del individuo no existen diferencias temporales por lo que las dataciones obtenidas fechan con seguridad el momento en que el interior del pozo fue colmatado. A partir de estos criterios se han fechado 12 muestras que se añaden a las dos ya publicadas (Riquelme Cantal, 2012: 232) para producir un total de 14 dataciones (Tab. 1, Fig. 2 y 3)16. Todas las dataciones han sido medidas por Espectrometría de Masas con Aceleradores, 12 de ellas en el Centro Nacional de Ace-

leradores (CNA) de Sevilla y dos en el laboratorio de Beta Analytic Ltd. (Miami, EEUU)17. Una primera valoración de la serie radiométrica obtenida evidencia la enorme coincidencia temporal entre todas las dataciones obtenidas, cuyos intervalos de probabilidad son muy parecidos entre sí (Fig. 3). El intervalo cronológico para esta serie se sitúa entre 1650 y al menos 1950 cal DNE que es el límite superior hasta donde alcanza la curva de calibración. Debe tenerse en cuenta que en nueve de las dataciones obtenidas el programa de calibración (OxCal, versión 4.2) advierte de que sus intervalos de probabilidad pueden prolongarse más allá de 1950. Un segundo elemento significativo de esta serie radiocarbónica son los amplios intervalos temporales de sus dataciones a pesar de que las desviaciones

16 Todas las dataciones han sido calibradas con la curva IntCal13 (Reimer et al., 2013), usando OxCal (versión 4.2) (Bronk Ramsey, 1995; 1998;

2001; 2009) y el método probabilístico (Stuiver y Reimer, 1993). Siguiendo las recomendaciones de Stuiver y Polach (1977) y de Millard (2014), se han redondeado los resultados a 10 años cuando la desviación típica era igual o superior a 25 años y a 5 años si era inferior. 17 Santos Arévalo et al. (2009) describen los procedimientos de pre-tratamiento y medición empleados por el CNA, mientras los utilizados por el laboratorio de Beta pueden consultarse en http://www.radiocarbon.com/

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EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO

Fig. 2. Distribución acumulada de las dataciones radiocarbónicas del pozo de Menga. Diseño: Manuel Eleazar Costa Caramé.

Fig. 3. Distribuciones individuales de las 14 fechas radiocarbónicas utilizadas para la datación del relleno del pozo de Menga.

estándar son reducidas (≤ 30 años). Este hecho se debe a la forma extremadamente sinuosa que adopta la curva de calibración para el tramo cronológico analizado. En concreto, las dataciones coinciden con varios cambios abruptos en la curva, en torno a 100 y 200 años en fechas radiocarbónicas (Fig. 4). Para intentar ajustar los amplios intervalos de probabilidad, la estadística bayesiana es una excelente herramienta que permite reducir los intervalos de probabilidad combinando la cronología absoluta con otras formas de información cronológica. Además, esta técnica permite crear estimaciones probabilís-

ticas para el comienzo y final de las diferentes fases o eventos en los que las dataciones son agrupadas, así como medir en número de años la duración de cada fase (Bronk Ramsey, 1995; Bayliss et al., 2007). La secuenciación estratigráfica en la que se integran las dataciones es el criterio utilizado habitualmente para reducir los intervalos de probabilidad. De esta forma, las relaciones de anterioridad y posterioridad son las variables independientes que permiten acortar los intervalos temporales proporcionados por las dataciones. Desafortunadamente, la ausencia en las bolsas que contenían el material faunístico de información relativa a los niveles estratigráficos en los

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

Fig. 4. Distribuciones individuales de las 14 fechas radiocarbónicas obtenidas contra la curva de calibración.

que fueron hallados ha impedido correlacionar de forma precisa el primero (y las dataciones obtenidas a partir de esas muestras) con los diferentes niveles estratigráficos en los que fueron registrados. Alternativamente, se ha utilizado otro criterio cronológico menos habitual para intentar ajustar los intervalos de probabilidad. Se trata de fechas calendáricas que marcan eventos o balizas cronológicas en las que es posible razonablemente presuponer que el pozo se encontraba ya colmatado. El programa OxCal permite

combinar fechas radiocarbónicas con calendáricas que actúan como terminus ante quem para la serie radiocarbónica analizada. De esta forma, se ha considerado el año 1923, cuando Menga fue declarado Monumento Nacional, como la fecha a partir de la cual es en principio razonable presuponer que el pozo no fue objeto de acciones antrópicas de naturaleza incontrolada. Por tanto, se ha estimado que todas las dataciones deben ser necesariamente anteriores al año 1923. A partir de este criterio, el modelo bayesiano resultante presenta un alto índice de correlación del (Amodel88%)18, lo que

18 El modelado bayesiano también incorpora un estadístico denominado índice de correlación (index of agreement) que mide la consistencia entre las dataciones radiocarbónicas y la información cronológica introducida en el modelo. Si este índice se sitúa por debajo del 60% el modelo posee una baja coherencia interna y debe ser revisado (Bronk Ramsey, 1995: 427-428).

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EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO

Fig. 5. Modelo bayesiano de la cronología del relleno del pozo de Menga.

supone que la información cronológica es consistente de las dataciones radiocarbónicas (Fig. 5). De esta forma, el inicio de la colmatación del pozo se iniciaría hacia el 1700-1770 cal AD al 79,5% de probabilidad situándose su final entre 1730-1830 cal AD al 87,5% de probabilidad (Tab. 2). El alto grado de solapamiento entre ambas estimaciones sugiere una breve duración para este evento (es decir, la colmatación del pozo), de entre 0-35 años (al 68% de probabilidad_Difference Boundary End&Start). El test de contemporaneidad apoyaría igualmente la proximidad temporal de la serie radiométrica (T’ = 9.9; T’ (5%) = 22.4) (Ward y Wilson, 1978). Se ha realizado un segundo modelado bayesiano considerando en este caso el año 1874 como terminus ante quem, ya que, tal y como se ha indicado

anteriormente, la última referencia publicada al pozo la hizo Trinidad de Rojas ese año. Con posterioridad no existe ninguna noticia relativa al pozo con lo que es posible asumir que al menos desde 1874 el pozo permaneció colmatado hasta su re-descubrimiento en 2005. Los resultados de este modelo son prácticamente idénticos a los del primero. Por tanto, la serie de dataciones radiocarbónica junto a su modelado bayesiano permite realizar las siguientes valoraciones sobre la temporalidad de los depósitos que colmatan pozo: i) todas las dataciones poseen intervalos de probabilidad muy parecidos entre sí; ii) el proceso de colmatación sedimentaria se produjo muy probablemente durante el siglo XVIII DNE y iii) su duración temporal parece que fue relativamente breve, posiblemente no superior a 35 años (1σ).

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

Parámetros

68% de probabilidad Cal AD

95% de probabilidad Cal AD

Comienzo colmatación (Boundary Start)

1720-1760

1700-1770 (79,5%) 1655-1690 (11,2%) 1790-1810 (4,7%)

Final colmatación (Boundary End)

1735-1785

1730-1830 (87,5%) 1675-1700 (7,9%)

Duración colmatación (Difference Boundary Start & End)

0-35 años

0-125 años

Tab. 2. Parámetros de comienzo y final de relleno del pozo de Menga de acuerdo con el modelo bayesiano.

5. CONCLUSIONES El estudio arqueológico pormenorizado del pozo de Menga es una prioridad científica de primer orden dado que constituye un elemento excepcional en la arquitectura megalítica europea. Mediante la combinación de datos obtenidos a partir de la revisión de excavaciones antiguas, referencias bibliográficas, estudios arqueológicos de fauna y artefactos, y dataciones radiocarbónicas, el estudio realizado en las páginas precedentes ha permitido una primera aproximación a un importante problema concerniente a la biografía del dolmen de Menga: el de la cronología del relleno del pozo. En primer lugar, los datos obtenidos mediante la datación radiocarbónica permiten establecer con un grado muy alto de probabilidad que de -6 m hacia abajo (primera fase), el relleno excavado en 20052006 se formó en el siglo XVIII DNE. Igualmente, las referencias bibliográficas analizadas, y la lógica de las evidencias sedimentarias sugieren que de 0 a -6 m el relleno excavado en 2005 (segunda fase) se había formado con posterioridad a las excavaciones de Rafael Mitjana que supusieron el vaciado del pozo hasta esa profundidad. En otras palabras, hasta la cota de -6 m, el relleno excavado en 2005 se habría formado con posterioridad a 1852, y probablemente entre ese año y 1868 DNE. Las distintas referencias disponibles, en cualquier caso, sugieren que, antes de su excavación por Mitjana, la naturaleza de esa parte del relleno habría sido muy semejante a la registrada por debajo de -6 m. En segundo lugar, el modelado bayesiano sugiere que el proceso de formación del relleno por debajo de -6 m debió ser relativamente rápido, ocurriendo con un 68% de probabilidad en un periodo máximo de 35 años. No existen datos conclusivos sobre si ese proceso de colmatación fue espontáneo o antrópico, pero hay indicios claros de que el relleno debió formarse con ayuda humana. A ello apunta

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la presencia de esqueletos de animales muy diferentes (équidos, bóvidos, gatos, perros), que probablemente fueron arrojados, vivos o ya muertos, dentro del pozo de forma deliberada. Es altamente improbable que todos esos animales cayesen de forma accidental en el pozo en un plazo tan corto de tiempo. A la misma conclusión apunta el hecho de que el sedimento incluya la misma mixtura de materiales de cronología heterogénea (prehistóricos, antiguos, modernos…) encontrada en los sedimentos del atrio y entorno del dolmen de Menga: parece que el relleno del pozo se conformó, en parte o en su totalidad, mediante el transporte deliberado de materiales terrígenos, bloques de piedra y restos de cultural material presentes en el entorno inmediato. Si la colmatación del pozo fue, como parece, corta y deliberada, ello plantea interesantes cuestiones acerca de las pautas de uso de Menga a finales del siglo XVII y principios del XVIII DNE. Teniendo en cuenta que un m3 de arena seca pesa 1450 kg, el rellenado completo de los 35,36 m3 de capacidad aproximada del pozo habría exigido el transporte y volcado de más de 51 toneladas de este material, equivalente aproximadamente a la carga de seis camiones volqueta normales. Estos datos conducen a la pregunta de por qué se llevó a cabo el considerable trabajo de cegado del pozo. En la hipótesis de que el mismo se hubiese producido de madera gradual a lo largo de varias décadas, quizás como resultado del interés por utilizar Menga para la estabulación de animales o como vivienda, los materiales y los animales utilizados en su rellenado habrían entrado gradualmente, siendo arrojados de una manera más o menos oportunista, como ocurre frecuentemente en la actualidad con los pozos abandonados. En cambio, en la hipótesis de que el cegado del pozo fuera una acción planeada y ejecutada en un periodo corto, el transporte y volcado de todo ese material debió suponer un importante trabajo que tuvo que exigir una cierta organización técnica y humana.

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EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO

Con los datos disponibles en la actualidad es difícil decantarse por una u otra hipótesis. La primera de ellas casa con el hecho de que en el dolmen de Menga se han constatado indicios de estabulación de ganado (probablemente ovejas o cabras) de cronología indeterminada, y que parece que a principios del siglo XX fue utilizado como vivienda19. En relación con la segunda hipótesis, en el manuscrito titulado “Discursos Históricos de Antequera” de Agustín de Tejada Páez, racionero de la Santa Iglesia Catedral de Granada, escrito en 1587, se trasladaba la idea de que Menga era un “...templo nocturno donde venían a sacrificar de noche los gentiles” (Sánchez-Cuenca López, 2011: 15). En 1640 y 1645 Francisco de Tejada y Nava (sobrino del anterior) y Francisco de Cabrera escribieron, respectivamente, sendos manuscritos en los que se hicieron eco de la misma idea (Sánchez-Cuenca López, 2011: 15). Estas referencias sugieren que a mediados del siglo XVII podía existir la idea de que Menga había sido un lugar asociado a ‘idólatras’ o ‘paganos’, lo que quizás provocase un cierto rechazo religioso o moral. Son conocidos los casos en la Península Ibérica en los que a la altura de los siglos XVII y XVIII ciertos megalitos atraían una atención popular (en forma de romerías, celebraciones, etc.) que no siempre era del agrado de la Iglesia Católica (García Sanjuán et al., 2007: 127), así como la frecuencia con que en esos mismos siglos algunos monumentos megalíticos europeos fueron físicamente destruidos o manipulados por orden de las autoridades eclesiásticas cristianas, quienes veían con malos ojos la atracción que tales lugares ejercían sobre las poblaciones locales. Entre ellos, es famoso el caso de los ‘autos de fe’ a que fueron sometidas algunos de los menhires de Avebury (Reino Unido) (Pollard y Reynolds, 2002). Así, la importante obra de cegado y anulación del pozo de Menga en el siglo XVIII tendría un sentido diferente si las referencias de Francisco de Tejada y Nava y Francisco de Cabrera a mediados del XVII hubiesen representado una percepción extendida sobre Menga como lugar ‘inadecuado’ desde un punto de vista religioso. En este contexto, el vertido de animales (posiblemente ya muertos) en el pozo

quizás podría explicarse como un intento de contaminar el agua deliberadamente que disuadiese de su frecuentación y uso. Debe tenerse en cuenta que la región de Tierras de Antequera se caracteriza por un importante fenómeno de salobridad en las aguas, reflejado en la toponimia (Fig. 6), lo que hace al pozo de Menga, que da acceso a agua potable de buena calidad, especialmente valioso también a efectos prácticos y económicos, por lo que no cabe descartar que hasta el momento de su colmatación en el siglo XVIII, hubiera sido usado y visitado de forma habitual. En tercer lugar, cabe insistir en la idea, ya esbozada al principio de este trabajo, de que la aportación aquí realizada concierne exclusivamente a la edad de formación del relleno del pozo de Menga. Dado que en esencia se desconoce el intervalo temporal que medió entre la construcción del pozo y la formación de los depósitos sedimentarios que posteriormente lo colmataron, no puede en ningún caso asumirse que la edad del relleno sea la misma que la de factura del pozo. Antes al contrario, una primera conclusión de este trabajo, que no por menos obvia deja de ser relevante, es que la factura del pozo debe muy probablemente ser como mínimo anterior a la primera mitad del siglo XVIII DNE. Por tanto, en ningún caso se puede asumir que las dataciones radiocarbónicas procedentes de los materiales documentados en su relleno fechen el momento de construcción del pozo. Construcción y colmatación sedimentaria son al menos dos eventos que requieren de una discusión cronológica particularizada. El problema de la factura del pozo de Menga deberá ser tratado en el futuro con evidencias independientes a las aportadas por su relleno. Finalmente, un último aspecto que merece la pena resaltar es que los resultados obtenidos en este estudio subrayan la idea, ya planteada en relación con la ocupación y uso de los megalitos antequeranos en la Antigüedad (Aranda Jiménez et al., 2015: 277), de que en ausencia de referencias escritas muy precisas, el radiocarbono es el método más apto para fijar la temporalidad de las prácticas sociales también en sitios y depósitos arqueológicos de cronología histórica, incluso, como en este caso, inscritos en la Historia Moderna. En el caso particular del

19 Como vivienda rústica es representada Menga en una acuarela de A. Wallace Rimington publicada por Edward Hutton en su obra de 1906 The Cities of Spain (Methuen & Co., London) (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, 2016: 13), mientras que en una visita realizada al dolmen en 1939 se constató que estaba siendo habitado por gitanos (Giménez Reyna, 1946: 38).

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

Fig. 6. Mapa de topónimos referidos a cursos y láminas de agua salada en Tierras de Antequera. Diseño: Manuel Eleazar Costa Caramé.

relleno del pozo de Menga, la datación radiométrica se ha revelado como el procedimiento más preciso para fijar la temporalidad de su formación, transcendiendo el amplio arco cronológico que el análisis tipológico de los objetos materiales asociados ofrece. Las dataciones radiocarbónicas presentan limitaciones y problemas que deben ser tenidos en cuenta, empezando por las inherentes al propio método, que es probabilístico por naturaleza, y siguiendo con las que sean específicas de cada problema u objeto de estudio, pero por ahora son la mejor herramienta con la que cuenta la Arqueología para fijar la temporalidad de los procesos sociales de la Prehistoria Reciente y la Historia.

AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido realizado dentro de los proyectos Naturaleza, Sociedad y Monumentalidad: Investigaciones Arqueológicas de Alta Resolución del Paisaje Megalítico de Antequera (HAR2013-45149-P) (20142017) e Innovación, Continuidad e Hibridación: Las Sociedades de las Edades del Cobre y Bronce en el Sur de la Península Ibérica (HAR2013-42865-P) del

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Plan Nacional I+D del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España, así como dentro del proyecto Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga) (Proyecto General de Investigación de la Secretaría de Cultura de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía para el periodo 2013-2018).

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Atrio del dolmen de Menga. Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.


CRÓNICA

PROYECTILES DE 9 MM HALLADOS EN EL ATRIO DEL DOLMEN DE MENGA ¿TESTIMONIO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA? Leonardo García Sanjuán1, Ángel Rodríguez Larrarte2, Mark A. Hunt Ortiz1, Gonzalo Aranda Jiménez3 y Coronada Mora Molina1

Resumen: Se describe y estudia un conjunto de 23 proyectiles disparados de 9 mm encontrados en el atrio del dolmen de Menga en el transcurso de las excavaciones llevadas a cabo por la Universidad de Málaga en 1991. Estos proyectiles son primero descritos desde un punto de vista morfológico y balístico, luego son analizados desde una perspectiva arqueometalúrgica mediante Micro-Fluorescencia de Rayos X y análisis de isótopos de plomo y, finalmente, son valorados en un posible contexto histórico de la Guerra Civil Española a partir de los datos orales y archivísticos publicados. Como conclusión, se sugiere que estas balas podrían ser vestigio material de ejecuciones sumarias llevadas a cabo en Antequera en las semanas posteriores a la rebelión militar de julio de 1936, lo que convertiría a Menga en testigo inesperado de algunos de los sucesos más trágicos de la historia local durante el siglo XX.

Palabras clave: Balas, Calibre 9 mm, Arma de Fuego, Guerra Civil Española, Análisis Balístico, Arqueometalurgia, Micro-Fluorescencia de Rayos X, Análisis de Isótopos de Plomo, Ejecución Sumaria.

9 MM BULLETS FOUND AT THE ATRIUM OF MENGA. REMAINS OF THE SPANISH CIVIL WAR? Abstract: An assemblage of 23 fired 9 mm bullets found at the atrium of the Menga dolmen during the University of Málaga 1991 excavations is described and studied. These bullets are first described from a morphological and ballistic viewpoint; then they are analysed from an archaeometallurgical perspective by means of X-Ray Micro-Fluorescence and Lead Isotope Analysis; finally they are discussed within the historical context of the Spanish Civil War through oral and archival data. As a conclusion, it is suggested that the bullets could be material evidence of summary executions occurred in Antequera in the weeks after the military rebellion of July 1936, which would establish Menga as unexpected witness to some of the most tragic events in the 20th century local history.

Keywords: Bullets, 9 mm Calibre, Fire Arm, Spanish Civil War, Ballistic Analysis, Archaeometallurgy, X-Ray Micro-Fluorescence, Lead Isotope Analysis, Summary Execution.

1 Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla. [lgarcia@us.es]; [mhunt@us.es]; [coronada_mora@us.es] 2 Departamento de Antropología Física de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. [ikastxa-kur@yahoo.es] 3 Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada. [garanda@ugr.es]

Recibido: 19/09/2016. Aceptado: 11/10/2016

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. PP. 225-237. ISSN 2172-6175 // CRÓNICA

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

1. INTRODUCCIÓN Uno de los objetivos principales del Proyecto General de Investigación (PGI) “Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga)”1, aprobado por la Secretaría General de Cultura de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía para el periodo 2013-2018, es el estudio de los registros empíricos inéditos de diferentes excavaciones realizadas en los megalitos antequeranos entre finales del siglo XX y comienzos del XXI. Esta línea de investigación ya ha deparado importantes resultados relativos a las tumbas medievales encontradas en el atrio de Menga (Díaz-Zorita Bonilla y García Sanjuán, 2012), la cronología radiocarbónica del dolmen de Viera (Aranda Jiménez et al., 2013) y del relleno del pozo de Menga (García Sanjuán et al., 2016), la utilización del entorno de Menga y Viera en la Antigüedad (Aranda Jiménez et al., 2015), la fauna encontrada en el pozo de Menga (Riquelme Cantal, 2012) y, en conjunto, la globalidad de las complejas biografías de estos monumentos (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, 2016).

Como parte de esta línea de investigación, el presente trabajo da a conocer los resultados del estudio de 23 proyectiles de arma de fuego contemporánea encontrados en 1991 durante las excavaciones llevadas a cabo en Menga por el Área de Prehistoria de la Universidad de Málaga (en adelante UMA) como parte del PGI “Reconstrucción arquitectónica y paleoambiental en la necrópolis megalítica de Antequera”2. Estos proyectiles, se encuentran actualmente depositados en el Museo de Málaga3, donde fueron entregados en 2012 por los excavadores. Estas 23 balas, que en muchos casos presentan evidencias de impacto visibles a simple vista, fueron encontradas en el atrio del dolmen de Menga (Lám. 1), sin que, aparte de alguna referencia puntual (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, 2016: 14), exista descripción alguna de las mismas en la bibliografía, ni en la ‘literatura gris’ de los megalitos antequeranos. Partiendo de la base de que estos objetos tienen un gran interés científico tanto para el análisis de las complejas biografías de estos

Lám. 1. Conjunto de los 23 proyectiles de 9 mm.

1 Dirigido desde la Universidad de Sevilla y con participación de especialistas de las universidades de Alcalá de Henares, Granada y Southampton y del CSIC. 2 Desarrollado entre 1985 y 1991 con autorización y patrocinio de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. 3 Los 23 proyectiles están reunidos en dos lotes con códigos 14295.003 y 14295.005, presentando también un número de identificación de piezas de 977 y 981 respectivamente.

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PROYECTILES DE 9 MM HALLADOS EN EL ATRIO DEL DOLMEN DEMENGA ¿TESTIMONIO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA?

monumentos como de la Arqueología de los procesos sociales del siglo XX DNE en la región, en este trabajo se realiza un estudio de los proyectiles que incluye su caracterización morfológica y tecnológica, su valoración desde un punto de vista balístico y forense, y su contextualización con los sucesos vinculados con la Guerra Civil Española (19361939), con los que según diferentes evidencias descritas más adelante existe una base racional para relacionarlos. Este estudio presenta dos limitaciones importantes en lo que respecta a la calidad de la información del contexto arqueológico. En primer lugar, no existe documentación sobre la distribución espacial de los proyectiles que permita valorar su patrón de dispersión, sabiéndose únicamente que aparecieron relativamente concentrados en el atrio del dolmen de Menga, donde, como las varias excavaciones practicadas han constatado, son habituales vestigios materiales de diversas épocas, desde la Prehistoria, la Antigüedad y el Medievo hasta el presente (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, 2016). La falta de esta información impide hacer una valoración más completa, tanto desde un punto de vista forense como arqueológico, del tipo de práctica o suceso que dio lugar a que esos proyectiles se depositasen en ese contexto. En segundo lugar, en las excavaciones de 1991 en las que se hallaron las 23 balas no se encontraron sus casquillos, lo que supone una circunstancia poco habitual, que podría ser objeto de varias posibles explicaciones (ver discusión más adelante). En todo caso, con independencia de las posibles hipótesis que se planteen, la ausencia de los casquillos también dificulta la interpretación de las circunstancias en que las balas en cuestión llegaron a formar parte del registro arqueológico del dolmen de Menga. En conjunto, incluso asumiendo estas importantes limitaciones, los resultados del estudio presentado aquí aportan datos novedosos y de interés para profundizar en la compleja biografía de Menga, auténtico espejo en el que se han reflejado los principales procesos de las sociedades antequeranas desde el Neolítico Final hasta el siglo XX DNE.

2. CARACTERIZACIÓN BALÍSTICA En cuanto a la forma, los proyectiles hallados son cilíndricos hemisféricos, mientras que estructuralmente son del tipo blindado (o encamisado), consistentes en una envuelta metálica exterior que contiene un núcleo (o alma), también metálico, aunque de distinto metal. Como es habitual, el blindaje de los proyectiles no recubre totalmente el núcleo, que queda visible en la base. Esto permite comprobar fácilmente que el proyectil es de tipo blindado y qué clase de metal ha sido utilizado para el núcleo. Además, al presentar algunos de los proyectiles fracturas en el blindaje así como el núcleo expuesto a consecuencia de los impactos, su tipología blindada es aún más evidente. A falta de los casquillos donde se encontraban alojados, el estudio pericial balístico revela que estos 23 proyectiles corresponden a un calibre de 9 mm Largo o 9 mm Parabellum, si bien el peso medio de las muestras (132 grains4) hace pensar en el primer grupo)5. Respecto a las características morfológicas de estos proyectiles, se ha tomado como referencia el numerado como P10, que presenta un buen estado de conservación y tras ser limpiado ha permitido el estudio de sus características. Esta pieza pesa 8,6 gramos y tiene 15,5 mm de longitud y 9 mm de anchura en la base, presentando marcas de estriado de cañón visibles a simple vista (Lám. 2).

15,4 mm Marcas estriado cañón

9 mm Lám. 2: Ejemplar P10, que presenta marcas de estriado de cañón visibles a simple vista.

4 Un grano (símbolo: gr) o grain en inglés es una mínima unidad de masa utilizada para estimar con más sensibilidad y precisión la masa de pequeños objetos tales como proyectiles, equivaliendo un grano a 0,0648 gramos (1 gramo = 15,4 granos). 5 “(Bullet weight- 8-8.9 grams (123.5-137.4 grains) ... This was the beginning of a long history of 9 mm Largo service to the Spanish Military and Police” (http://9mmlargo.com/cartridge/index.htm).

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

Los proyectiles fueron disparados con un arma adecuada profesionalmente para tal fin, puesto que presentan marcas longitudinales que indican que han sido propulsadas a través de un cañón estriado, que genera un giro dextrógiro (en el sentido de las agujas del reloj) que estabiliza el vuelo del proyectil durante su trayectoria. Dichas marcas permiten descartar que los proyectiles fueran disparados con un arma de fabricación artesanal o un arma de fuego de otro tipo manipulada (pistolas de fogueo, lanzadoras de bengalas, etc.) ya que estas presentan el ánima del cañón lisa y por tanto los proyectiles no mostrarían el tipo de marcas presentes en la superficie de las piezas de Menga. Del estudio individualizado de las balas encontradas (algunas de las cuales se presentan intactas, otras achatadas, otras con roces laterales, etc.) se desprende que impactaron contra superficies de diferentes texturas y durezas. La velocidad y dureza de estos proyectiles blindados hace que puedan traspasar tejidos blandos o clavarse en tierra o arena sin sufrir daño, de la misma manera que si en su trayectoria impactan con estructuras duras (incluyendo algunos huesos, elementos de indumentaria o rocas) ello conllevaría una deformación parcial o total. Así, por ejemplo, una bala de este tipo que impacte contra un fémur, el hueso más duro del cuerpo humano, sufriría una mayor deformación, mientras que al impactar con un hueso temporal del cráneo (caso propio de los ‘tiros de gracia’) la deformación sería media, en una costilla el impacto produciría una muy pequeña afectación en el proyectil, y en las zonas blandas del cuerpo experimentaría mínimas o nulas deformaciones.

3. CARACTERIZACIÓN ARQUEOMETALÚRGICA 3.1. MÉTODOS APLICADOS La inspección macroscópica de los proyectiles sugirió la utilización en su fabricación de una aleación de base cobre para el blindaje y de plomo para el núcleo, pero para tener datos rigurosos al respecto se decidió realizar una caracterización arqueometalúrgica que permitiese establecer la composición elemental de todos los proyectiles así como la posible procedencia del metal utilizado. La técnica analítica empleada para el análisis de la composición ha sido la Micro-Fluorescencia de Rayos X (µXRF) en energías dispersivas. Para ello

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se ha utilizado un aparato EAGLE III instalado en el Centro de Investigación, Tecnología e Innovación de la Universidad de Sevilla (CITIUS), equipado con microfoco de rayos-X con ánodo de Rh, lente para el enfoque de los rayos-X y un detector de 80 mm2 de energía dispersiva de Si-(Li), y que incorpora además un microscopio que permite focalizar el análisis en la zona deseada. La cámara de análisis de muestras incorpora una plataforma motorizada para el posicionamiento de las muestras y la cámara se puede poner en vacío para incrementar la sensibilidad a los elementos de bajo peso atómico. En este caso, los análisis se realizaron en vacío con un tiempo de adquisición de 60 s con voltaje de 40 kV y una intensidad entre 600 and 950 mAh. El aparato está previamente calibrado usando los picos Ka de Al y Cu, medidos en un estándar 50% Al-Cu. Se estima el límite de cuantificación en 0,1% y los elementos que pueden ser detectados son los que se encuentran entre los pesos atómicos Na (11) y U (92). Los espectros obtenidos fueron revisados y los picos de los elementos identificados, pudiéndose cuantificar las proporciones de los elementos presentes con el software incorporado. Los resultados de los análisis se expresan como porcentaje en peso de cada uno de los elementos detectados. Estos análisis de µXRF son de tipo no destructivo; las muestras analizadas no fueron tratadas previamente, realizándose los análisis en la pátina exterior o núcleo expuesto sin limpiar, salvo en la muestra P-10, que había sido limpiada exteriormente para la realización del estudio balístico. Los resultados composicionales obtenidos se muestran en la Tabla 1. Además del análisis de Micro-Fluorescencia de Rayos X se ha realizado un análisis de isótopos de plomo para intentar determinar la procedencia del metal utilizado en la fabricación de los objetos analizados, una finalidad para la que este método se ha convertido en estándar en la última década (cf. discusión en Hunt Ortiz, 2003). En este caso se han analizado muestras del núcleo de los proyectiles P-10 y P-16. Las muestras, extraídas del núcleo de los proyectiles mediante brocas de 1 mm evitando contaminación, fueron analizadas en el Isotope Laboratory de la Universidad de Saskatchewan (Canadá), mediante espectrómetro de masas con fuente de plasma acoplado inductivamente de alta resolución y multicolección (ICPMS Neptune). Los resultados, que se muestran en la Tabla 2, son obtenidos en ratios isotópicos para cada uno de los isótopos de plomo anali-

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PROYECTILES DE 9 MM HALLADOS EN EL ATRIO DEL DOLMEN DEMENGA ¿TESTIMONIO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA?

Nº Inv.

Peso g

Punto analizado

Si

Ca

Fe

Cu

Zn

Pb

P-0

8,7

Exterior

8,96

16,06

0,45

58,41

15,62

0,51

P-1

8,7

Exterior

10,49

7,64

0,43

67,41

13,48

0,55

P-2

8,7

Exterior

7,25

1,80

0,26

70,76

19,21

0,72

P-3

8,6

Exterior

7,74

9,41

0,27

74,02

7,11

1,45

P-4

8,6

Exterior

11,52

0,76

0,90

55,58

30,65

0,60

P-5

8,6

Exterior

6,56

14,20

0,46

59,58

18,67

0,53

P-6

8,6

Exterior

8,74

20,62

0,36

60,44

9,56

0,28

P-7

8,6

Exterior

8,48

1,74

0,50

57,90

30,77

0,61

P-8

8,6

Exterior

7,09

0,77

0,27

64,63

26,74

0,50

P-9

8,7

Exterior

4,13

17,61

0,30

60,71

16,56

0,69

P-10

8,6

Metal Ext. limpio

1,03

0,26

0,10

77,54

20,71

0,36

P-11

8,6

P-12

8,7

P-13

8,7

Exterior

8,76

20,15

0,45

55,55

14,63

0,46

Ext.-Fase blanca

17,47

36,49

2,28

36,70

6,87

0,20

Ext.-Fase oscura

3,91

9,63

0,16

78,63

7,04

0,63

Exterior

5,79

4,45

0,30

78,97

9,79

0,69

P-14

8,6

Exterior

6,33

4,51

0,39

59,36

27,55

1,86

P-15

8,6

Exterior

9,19

8,12

0,39

71,81

9,88

0,61

P-16

8,6

Exterior

6,67

18,95

0,31

62,66

10,56

0,85

Núcleo masa blanca

12,52

2,83

0,82

0,34

0,14

83,34

Exterior

6,93

12,79

0,33

54,08

23,36

2,51 98,37

P-17

8,7

P-18

8,6

P-19

6,5

Núcleo masa blanca

nd

1,26

0,16

0,19

0,01

Exterior

12,43

24,69

0,80

44,28

17,31

0,49

Núcleo masa blanca

nd

6,14

1,02

0,17

0,11

92,56

Núcleo Fase blanca

nd

2,79

0,48

0,19

0,16

96,38

Núcleo masa blanca

nd

4,17

0,23

0,10

0,07

95,43

P-20

4,9

F cristalina blanca

15,04

60,82

2,25

0,02

0,02

21,84

P-21

2,0

Exterior

7,79

13,52

0,32

57,19

19,74

1,44

P-22

8,4

Exterior

10,30

25,96

0,64

48,74

13,89

0,48

Tab. 1. Resultados de los análisis composicionales por µXRF (% Wt).

Sigla-Lab

Muestra

Pb/204Pb

P10

Núcleo Proyectil P-10

18,203

2,10669

0,85760

P16

Núcleo Proyectil P-16

18,176

2,10273

0,85901

206

Pb/206Pb

208

Pb/206Pb

207

Tab. 2. Resultados del análisis de isótopos de plomo.

zados (204Pb, 206Pb, 207Pb y 208Pb). Para verificar el funcionamiento correcto y corregir el fraccionamiento se han realizado análisis periódicos de contraste con estándares certificados.

3.2. RESULTADOS Los análisis composicionales muestran que el blindaje de todos los proyectiles es de latón, una aleación de cobre (Cu) y cinc (Zn). Al haberse retirado la pátina superficial exterior solo en el caso del proyectil P-10, se podría considerar el resultado analítico de esta pieza

como el más representativo, con 77,54% Cu y 20,71% Zn, y con algunos elementos minoritarios resultado de la contaminación de la tierra (Si y Ca) o no intencionales (Fe). Para el caso de la presencia de plomo (Pb) habría que determinar con estudios específicos si es consecuencia de la contaminación o una adición intencionada a la aleación del latón. La adición al latón de entre 0,5% y 2% de plomo es frecuente para facilitar el acabado mecánico de las piezas (Rhead, 1957:366). Por otra parte, el núcleo (o alma) de los proyectiles es de plomo. De los resultados de la muestra P-17, con 98,37% Pb, se deduce que se trata de un plomo bastante puro, sin alear. La presencia de Ca, Fe, Cu

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

y Zn en cantidades muy diversas, debe interpretarse como contaminación del metal original o del contexto geológico de deposición de los proyectiles. En general, la utilización de latón para la fabricación de los proyectiles se debe a factores de orden tecnológico: el cinc endurece el cobre produciendo aleaciones resistentes (también a la corrosión), muchas de ellas maleables y aptas para el trabajo en frío (con más de 60% de cobre) (Rhead, 1957: 365-366; Losana y Ferrer Morera, 1954: 317). Por otra parte, los latones son unas aleaciones que no producen chispas por impacto mecánico, una propiedad especialmente adecuada para su empleo en la fabricación de munición y que además tiene la ventaja de que el cinc es tradicionalmente mucho más barato que el cobre (Kuzmin y Samojotski, 1984: 206). Aún con la distorsión que supone el análisis de composición a partir de muestras en la pátina de corrosión, la considerable variación en los contenidos de cinc de las distintas balas podría considerarse un indicio de su procedencia de fábricas diversas. Los resultados de los análisis de isótopos de plomo realizados a partir del núcleo de las muestras P-10 y P-16 permiten realizar ciertas consideraciones en relación con el posible origen del mineral de plomo utilizado. La primera consideración es que el metal empleado para su fabricación tendría distinta procedencia. Esta circunstancia se podría poner en relación, con todas las cautelas necesarias, con la posible producción de los proyectiles en fábricas distintas. Tras desechar como posible origen las mineralizaciones de plomo del Sureste de la Península Ibérica, Los Pedroches, Ossa-Morena y campo filoniano de Azuaga-Berlanga (Hunt Ortiz, 2003; García de Madinabeitia Martínez de Lizarduy, 2004), la comparación se centró en las mineralizaciones de Linares-La Carolina (Jaén) y el Valle de Alcudia (Ciudad Real), en ambos casos con una explotación de mineralizaciones de plomo muy considerable durante los siglos XIX y XX (Contreras Cortés y Dueñas Molina, 2010; Hevia Gómez, 2003). En el caso del proyectil P-10, la composición isotópica del plomo del núcleo es consistente, en los dos gráficos bivariables, con la mineralización de Linares-La Carolina, así como también con el campo isotópico

general de las mineralizaciones del Valle de Alcudia (Fig. 1). Para el caso de la composición isotópica del proyectil P-16, no se observa una consistencia con esas mineralizaciones, situándose en el gráfico los isótopos estables 207Pb/206Pb-208Pb/206Pb al exterior, aunque próximo al límite, del campo isotópico que conforman las mineralizaciones del Valle de Alcudia. En esta zona isotópica se sitúan las composiciones de algunas mineralizaciones, aunque también en su límite, de la zona geológica Sudportuguesa (Fig. 2). En el gráfico 207Pb/206Pb-208Pb/206Pb se encuentran próximas a la del proyectil P-16 las composiciones isotópicas de muestras de mineralizaciones concretas de la zona geológica Sudportuguesa, tanto filonianas como una del depósito de sulfuros masivos de Riotinto, pero esas mismas muestras, que no se representan individualizadas en los gráficos, han resultado inconsistentes con el proyectil P-16 en su confrontación en los ratios 207Pb/206Pb-206Pb/204Pb. En resumen, en el caso del plomo del proyectil P-10 se puede afirmar que su composición isotópica es consistente con minas del distrito de Linares-La Carolina y del Valle de Alcudia, mientras que para el proyectil P-16 su origen también podría ser de mineralizaciones peninsulares, aunque la limitación de la base de datos disponible no permite establecerlo con seguridad. Aunque los análisis composicionales aportan unos primeros datos de gran interés, la ausencia de los casquillos y la escasez de precedentes en cuanto a este tipo de estudios arqueométricos hacen bastante difícil establecer con seguridad la fábrica de origen de estos proyectiles. En la Guerra Civil Española se emplearon centenares de tipos de munición distintos y de una diversa procedencia nacional e internacional6 y además en yacimientos relacionados con la contienda la presencia de cartuchos de diferente procedencia es habitual. Así, las vainas recuperadas en la excavación del puesto de vigilancia del bando rebelde instalado durante la Guerra Civil en Logrosán (Cáceres), tenían en la base (culote) sellos correspondientes a la Pirotecnia Militar de Sevilla (PS), Fábrica Nacional de Palencia (P) y la Fábrica Nacional de Toledo (T). El análisis de las balas, vainas y peines/cargadores allí recuperados mostró una composición siempre de latón, con entre el 11% y el 17% de cinc7. En el caso de Illun-

6 Se pueden consultar ejemplos en la siguiente web: www.guerracivil.municion.org 7 HUNT ORTIZ, M. (2014): Excavación Arqueológica Cerro de San Cristóbal (SC/13) (Logrosán, Cáceres): Campaña de 2013. Universidad de Extremadura. Informe inédito.

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PROYECTILES DE 9 MM HALLADOS EN EL ATRIO DEL DOLMEN DEMENGA ¿TESTIMONIO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA?

zar (Vizcaya), las marcas de las vainas recuperadas en un puesto ocasional de la Guerra Civil mostraron el uso de munición de las décadas de 1920 y 1930 procedente de diversas fábricas de Checoslovaquia, Austria y Polonia (Martínez Velasco, 2008). Por tener una referencia, en un informe realizado en enero de

1940, en la Pirotecnia de Sevilla, una factoría que en 1938 tenía una plantilla de “personal obrero” de 5.700 personas (De La Vega Viguera, 1981:87), en materia de cartuchería metálica se podían fabricar por cada turno hasta 500.000 cartuchos para fusil y 10.000 de pistola (Núñez Calvo, 2005).

Mineralizaciones Vs. Proyectiles Menga 2,125

2,12

208Pb/206Pb

2,115

2,11

2,105

2,1

2,095 0,853

0,854

0,855

0,856

0,857

0,858

0,859

0,86

0,861

0,859

0,86

0,861

207Pb/206Pb

Mineralizaciones Vs. Proyectiles Menga 18,4

18,35

206Pb/204Pb

18,3

18,25

18,2

18,15

18,1 0,853

0,854

0,855

0,856

0,857

0,858

207Pb/206Pb Fig. 1. Gráficos isotópicos bivariables de las mineralizaciones de Linares-La Carolina y Valle de Alcudia y de los proyectiles P-10 y P-16 de Menga.

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

Mineralizaciones Vs. Proyectiles Menga 2,125

2,12

208Pb/206Pb

2,115

2,11

2,105

2,1

2,095

2,09 0,853

0,854

0,855

0,856

0,857

0,858

0,859

0,86

0,861

0,859

0,86

0,861

207Pb/206Pb

Mineralizaciones Vs. Proyectiles Menga 18,4

18,35

206Pb/204Pb

18,3

18,25

18,2

18,15

18,1 0,853

0,854

0,855

0,856

0,857

0,858

207Pb/206Pb Fig. 2. Gráficos isotópicos bivariables de las mineralizaciones de Linares-La Carolina/Valle de Alcudia/Zona Sudportuguesa y de los proyectiles P-10 y P-16 de Menga.

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PROYECTILES DE 9 MM HALLADOS EN EL ATRIO DEL DOLMEN DEMENGA ¿TESTIMONIO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA?

4. DATOS HISTÓRICOS Y ORALES La principal cuestión que el hallazgo de estos proyectiles en el atrio del dolmen de Menga plantea es la razón de su presencia en un contexto arquitectónico y espacial en principio completamente extraño para el hallazgo de munición para armas de fuego del siglo XX. En este sentido, una primera hipótesis sería que su presencia en la entrada del megalito se explicase como resultado de la realización de prácticas de tiro por parte de personal de la policía o el ejército. A favor de esta hipótesis estaría la circunstancia de que hasta bien entrado el siglo XX, los dólmenes de Menga y Viera se encontraban en las afueras de la ciudad de Antequera, rodeados de árboles y arbustos, lo que los convertía en un escenario quizás alejado y tranquilo para un ejercicio de disparos de arma de fuego. En contra de esta hipótesis estaría el hecho de que desde 1941 se había llevado a cabo la restauración de los monumentos megalíticos y la ordenación de su entorno por parte de Francisco Prieto-Moreno Pardo (1907-1985), arquitecto de zona del Ministerio de Educación y conservador de la Alhambra, incluyendo el nombramiento de un guarda (Giménez Reyna, 1946: 39). Dado que el espacio de Menga y Viera quedó cerrado y vigilado a partir de 1941, parece poco probable que el atrio de Menga fuese utilizado para un propósito de esta naturaleza, poco respetuoso con el valor de los monumentos e incluso dañino para su integridad, al menos después de esa fecha. Una segunda hipótesis es que las balas se expliquen por la actividad represiva relacionada con la Guerra Civil Española (1936-1939), un conflicto en el que la munición de 9 mm Largo fue muy común, siendo utilizada, entre otras, en armas cortas como las pistolas Astra-M400, Astra Cóndor, Campo Giro-M1910 y Campo Giro-M1912 y armas largas como la carabina Destroyer o el subfusil Labora. En este sentido, existen datos recientes sobre el desarrollo de la Guerra Civil en la provincia de Málaga derivados de una tesis doctoral (Melero Vargas, 2013; 2014) de los que es posible extraer algunas consecuencias en relación con las diferentes violencias físicas desarrolladas en la ciudad de Antequera a partir de la rebelión militar ocurrida en julio de 19368. En primer lugar cabe considerar la violencia ejercida desde el bando republicano y que en la ciudad se dejó notar entre el 19 de julio y el 8 de agosto de 1936. Por otro lado,

está la violencia represiva ejercida desde el bando sublevado a partir de la ocupación de Antequera por las tropas rebeldes el 12 de agosto de 1936, con dos periodos especialmente intensos entre agosto y septiembre de 1936 y en marzo de 1937, cuando tuvo lugar la ocupación de la capital malagueña por las tropas franquistas y el consiguiente retorno de huidos y combatientes republicanos a la ciudad de Antequera, lo cual supuso la reactivación de la maquinaria represiva del bando nacional. De acuerdo con los testimonios orales recabados por M. A. Melero Vargas, la represión ejercida por los sublevados en Antequera a partir del 12 de agosto de 1936 habría tenido lugar en el interior o en el exterior de la plaza de toros, donde fueron asesinadas decenas de personas, cuyos cadáveres fueron luego trasladados al cementerio de la ciudad. En cambio, diversos testimonios documentados coinciden en señalar que las ejecuciones sumarias llevadas a cabo por miembros del bando republicano entre el 19 de julio y el 8 de agosto de 1936 tuvieron lugar en el entorno del cementerio de la ciudad, donde precisamente se encuentran los dólmenes de Menga y Viera. Es el caso de los asesinatos de Félix Ruiz García, propietario de un importante establecimiento textil en la ciudad y miembro del Partido Republicano Radical, de Sebastián Herrero Sánchez, terrateniente local, o de Manuel León Sorzano, miembro de una familia antequerana muy destacada social y políticamente. En este sentido, quien fuera alcalde la ciudad en el momento de la rebelión militar, Antonio García Prieto, declaró durante su juicio por parte de un tribunal franquista que un destacado miembro del Comité de Guerra de Antequera, Antonio Rubio García, le había entregado personalmente una de las muchas armas cortas con las que los milicianos se habían hecho, concretamente una pistola de 9 mm Largo sistema tipo Mauser. Por tanto, los datos disponibles en relación con el desarrollo de la violencia civil en los primeros meses de la Guerra Civil, entre julio y septiembre de 1936, sugieren que milicianos y miembros de los partidos que apoyaban a la República contaron con armas del mismo calibre que las balas encontradas en Menga en 1991, y que las ejecuciones sumarias llevadas a cabo por los mismos tuvieron lugar en las proximidades del cementerio local, donde se encuentra el

8 Agradecemos a Miguel Ángel Melero Vargas que nos haya facilitado esta información.

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dolmen de Menga. Ello abre la posibilidad de que los proyectiles estudiados en este trabajo sean testimonio material de la represión violenta desatada en la ciudad en los días que siguieron a la rebelión militar del 18 de julio de 1936. Esta hipótesis podría explicar la ausencia de los casquillos, ya que en este periodo no era extraño que se los recogiera después de las ejecuciones, probablemente para reutilizarlos y de paso evitar que el enemigo hiciera lo propio.

5. CONCLUSIONES El estudio realizado en las páginas precedentes se basa en el análisis balístico y arqueometalúrgico de los 23 proyectiles de 9 mm encontrados en el atrio del dolmen de Menga durante las excavaciones llevadas a cabo en 1991, así como en el examen de los datos disponibles en relación con el posible uso de armas de fuego de este calibre en dicho lugar. Aunque este estudio presenta algunas limitaciones importantes, derivadas especialmente de la ausencia de los casquillos de las balas, o de la inexistencia de información sobre la dispersión espacial de los proyectiles, los datos obtenidos sirven para apuntar una hipótesis de trabajo plausible en relación con este hallazgo. La violencia civil desatada en la región durante el verano de 1936 parece el contexto social e histórico más probable para explicar la aparición de tales balas a la entrada de este monumento prehistórico. Concretamente, los datos obtenidos por el historiador Miguel Ángel Melero Vargas (2013; 2014) a partir de relatos orales e información archivística sugieren que las mismas podrían ser el resultado de los asesinatos llevados a cabo en los días posteriores a la sublevación militar por milicianos de los partidos y sindicatos que apoyaban a la República. Futuras investigaciones quizás puedan añadir una mayor precisión a lo aquí señalado. Por una parte, la investigación histórica podría contribuir a precisar los escenarios de las ejecuciones sumarias que, según los informes orales disponibles, ocurrieron en las proximidades del cementerio de Antequera. Por otro lado, teniendo en cuenta que la mayoría de ejecuciones con armas de fuego se realizan a una distancia comprendida entre 5 y 10 metros, es posible que futuras excavaciones permitan localizar algunos de los casquillos de las balas aquí estudiadas, que quizás quedaran abandonados en el lugar, lo cual facilitaría datos sobre el fabricante, patrón seguido en la ejecución, etc.

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AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido realizado dentro de los proyectos Naturaleza, Sociedad y Monumentalidad: Investigaciones Arqueológicas de Alta Resolución del Paisaje Megalítico de Antequera (HAR201345149-P) (2014-2017) e Innovación, Continuidad e Hibridación: Las Sociedades de las Edades del Cobre y Bronce en el Sur de la Península Ibérica (HAR2013-42865-P) del Plan Nacional I+D del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España, así como dentro del proyecto Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga) (Proyecto General de Investigación de la Secretaría de Cultura de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía para el periodo 2013-2018). Deseamos agradecer la ayuda prestada para la realización de este estudio por parte de Ignacio Marqués Melero y Miguel Ángel Melero Vargas así como por el personal del Museo de Málaga, muy especialmente María Morente del Monte, José Suárez Padilla y Purificación Vázquez Suarez.

6. BIBLIOGRAFÍA ARANDA JIMÉNEZ, G., GARCÍA SANJUÁN, L., LOZANO MEDINA, A. y COSTA CARAMÉ, M. E. (2013): “Nuevas dataciones radiométricas del dolmen de Viera (Antequera, Málaga). La Colección Gómez-Moreno”, Menga: Revista de Prehistoria de Andalucía 4, pp. 235-248. ARANDA JIMÉNEZ, G., GARCÍA SANJUÁN, L., MORA MOLINA, C., MORENO ESCOBAR, M. C.,RIQUELME CANTAL, J. A., ROBLES CARRASCO, S. y VÁZQUEZ PAZ, J. (2015): “Evidencias de asentamiento y prácticas funerarias en los dólmenes de Menga y Viera en la Antigüedad. La Intervención de 1988”, Menga: Revista de Prehistoria de Andalucía 6, pp. 253-280. CONTRERAS CORTES, F. y DUEÑAS MOLINA, J. (2010): La Minería y la Metalurgia en el Alto Guadalquivir: Desde sus orígenes hasta nuestros días, Diputación de Jaén, Jaén. DE LA VEGA VIGUERA, E. (1981): La Pirotecnia Militar de Sevilla, Artes Gráficas Salesianas, Sevilla. DÍAZ-ZORITA BONILLA, M. y GARCÍA SANJUÁN, L. (2012): “Las inhumaciones medievales del atrio del dolmen de Menga (Antequera, Málaga): estudio antropológico y cronología absoluta”, Menga: Revista de Prehistoria de Andalucía 3, pp. 237-250.

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ANEXO. INVENTARIO DE LAS BALAS HALLADAS EN EL ATRIO DEL DOLMEN DE MENGA (ANTEQUERA)

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Nº Inv.

Peso en grains

Peso en gramos

Nº Inv.

Peso en grains

Peso en gramos

P-0

133,98

8,7

P-9

133,98

8,7

P-1

133,98

8,7

P-10

132,44

8,6

P-2

133,98

8,7

P-11

132,44

8,6

P-3

132,44

8,6

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133,98

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132,44

8,6

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133,98

8,7

P-5

132,44

8,6

P-14

132,44

8,6

P-6

132,44

8,6

P-15

132,44

8,6

P-7

132,44

8,6

P-16

132,44

8,6

P-8

132,44

8,6

P-17

133,98

8,7

Foto

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Nº Inv.

Peso en grains

Peso en gramos

Nº Inv.

Peso en grains

Peso en gramos

P-18

132,44

8,6

P-21

30,80

2,0

P-19

100,10

6,5

P-22

129,36

8,4

P-20

75,46

4,9

Foto

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RECENSIONES Gonçalves, Victor S., Diniz, Mariana y Sousa, Ana Catarina (eds.): 5º Congresso do Neolitico Peninsular. Actas. UNIARQ, Estudos e memórias 8, Lisboa, 2015, 677 páginas, ISBN: 978-989-99146-1-2.

Gabriel Martínez Fernández Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada [gabmar@ugr.es]

El volumen titulado 5.º Congreso do Neolítico Peninsular. Actas, cuyos editores son Victor S. Gonçalves, Mariana Diniz y Ana Catarina Sousa, recoge las comunicaciones presentadas al que se reunió en la Facultade de Letras de la Universidade de Lisboa y en Casa das Histórias Paula Rego los días 7 a 9 de abril de 2011. La obra se suma a la serie ya publicada de los “Congresos del Neolítico en la Península Ibérica” que arrancaron en Gavà-Barcelona en 1995 y se han venido celebrando con una regularidad de cuatro o cinco años hasta ahora. El libro se abre con tres imágenes de los editores y concluye con otro apartado gráfico titulado Memorias recentes..., que constituye una especie de crónica visual del desarrollo de la reunión científica. Dicho apar-

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tado comienza con una fotografía de la profesora Ana María Muñoz, activa participante en las cinco primeras reuniones y admirable sintetizadora de las novedades producidas en este campo de la investigación prehistórica a partir de las aportaciones expuestas en cada una de ellas y a quien los congresistas de todas las convocatorias recuerdan con cariño y respeto. El tomo se ha editado con el mismo gran formato que la mayoría de los anteriores (salvo el del 2º que es ligeramente más pequeño) y suma 74 artículos, de los cuales 44 están escritos en español y 39 en portugués, más uno en inglés, aunque redactado por un investigador luso. Por razones evidentes, probablemente sea el que porcentualmente más trabajos de autores portugueses ha reunido de los editados hasta hoy.


07 MENGA

Obras de esta naturaleza compilan contenidos heterogéneos que responden a los criterios seguidos hasta ahora por los organizadores de los “Congresos del Neolítico Peninsular” que ha sido admitir, y posteriormente publicar, todas las comunicaciones propuestas. Quizás por eso, la manera más cómoda de reseñarlas es hacerlo atendiendo a los grandes apartados temáticos en que se agruparon para su exposición en las sesiones del congreso y, más tarde, la edición. El primero de ellos se titula Meio ambiente, paisagem, economía y recopila 12 artículos. En conjunto reflejan el interés creciente por recuperar sistemáticamente las evidencias relativas a la investigación del medio ambiente y de las actividades económicas para la subsistencia ligado al impulso experimentado en la Península Ibérica por los estudios de subdisciplinas como Arqueobotánica y Zooarqueología (y, complementariamente, la Paleoclimatología) por la consolidación de una joven generación de investigadores e investigadoras especialistas en estos campos. Esto también determina que los trabajos tengan una importante componente metodológica con reflexiones relacionadas con la representatividad de las muestras, los sistemas de recuperación de evidencias y las metodologías aplicadas la identificación de los especímenes. Las técnicas de recogida de muestras más refinadas permiten disponer de macrorres-

tos vegetales que testimonian los diferentes pasos de las técnicas de producción o de aprovechamiento de recursos vegetales. Se aprecia también un interés por la consideración del contexto de los depósitos mediante la elaboración de propuestas que suponen una mejora en la inserción/articulación de los conjuntos materiales analizados en el sistema de asentamiento de los grupos neolíticos estudiados. Estos ensayos aportan información muy relevante para constatar actividades y prácticas económicas que se habían asumido a partir de razonamientos lógicos más o menos apoyados por referencias etnográficas para comunidades prehistóricas agropecuarias en los primeros estadios de la implantación de esta modalidad de producción para la subsistencia. La mayoría de los yacimientos y territorios que se tratan en estos artículos se integran en un triángulo que tendría sus vértices en el lago de Bañolas, la Estremadura portuguesa y la costa de Málaga. Quedan fuera la cueva del Mirador (Burgos) y el único yacimiento que no se localiza en la Península, la cueva de Boussaria (noroeste de Marruecos). El que versa sobre una temática más general es el de L. Campos et al., que analiza las fluctuaciones del período Atlántico y sus implicaciones socioeconómicas por medio de la comparación entre la Península Ibérica y Brasil. Constituye la exposición de un proyecto de investigación que aspira, integran-

do datos provenientes de variadas líneas de evidencia, a conocer el impacto real de las variaciones climáticas del período climático Atlántico sobre grupos humanos en territorios diversos y con desarrollos culturales distintos. El trabajo de S. Sanz González de Lerma resume las transformaciones generales en el clima y en la cobertera vegetal en Andalucía durante el primer milenio de introducción y consolidación de la producción agropecuaria a partir de los datos publicados de un conjunto muy conocido de yacimientos, distinguiendo dos fases que relaciona con cambios medioambientales. Al otro lado del Estrecho, el registro generado con la intervención en la cueva Boussaria prueba que el paisaje fue muy semejante al actual a lo largo del Neolítico y que las variaciones detectadas parecen haberse debido más a la influencia del clima que al impacto de la acción antrópica. El resto de trabajos aborda distintas variantes de la articulación neolítica de los componentes de la producción agropecuaria y su complementación con las actividades de caza y recolección, pero con soluciones diferentes según los lugares. La disponibilidad de registros más exhaustivos posibilita un conocimiento mayor sobre las prácticas agrícolas y ganaderas. La cabaña muestra una explotación bastante integrada de ovicápridos, suidos y bóvidos (que priman en La Draga), siendo los primeros la base

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de la producción y el aporte cárnico principal, según testimonian las edades de sacrificio. No obstante, se aprecia en La Draga la posibilidad del aprovechamiento lácteo, que se afirma para Can Sadurní, así como de la lana en un momento avanzado del Neolítico Antiguo y en el postcardial. En esta última cueva hay evidencias de estabulación, también sugerida para Boussaria en el norte de Marruecos, y de posible trashumancia en gruta da Nossa Senhora de Lapas y gruta do Cadaval. Las muestras de vegetales cultivados son extensas, incluyendo cereales vestidos y desnudos, además de una amplia variedad de leguminosas. Parece que es una manera de hacer frente a las incertidumbres de la cosecha, como lo es también la preferencia por las variedades desnudas en Andalucía y en los demás sitios a medida que avanza el tiempo (p. ej. en el Neolítico de Sintra). En Can Sadurní se documenta una bebida parecida a la cerveza. Se aprovechaba una gran variedad de vegetales silvestres entre los que destacan las bellotas por todos sitios y piñones, acebuchinas, uvas, zarzamoras, palmito, acerolo y majuelo según los lugares. En Can Sadurní el madroño y el lentisco parecen haberse servido para forraje del ganado. También la caza de animales ha aportado un complemento alimenticio. Los conejos suelen ser los más abundantes, pero también se abatieron presas de mayor porte como el ciervo. En algunos lugares no es posible afirmar si los suidos y bóvidos son salvajes o domésticos. El segundo ámbito se denomina Hábitat e territorio y es el que más comunicaciones recoge: 17. Es un conjunto relativamente heterogéneo en razón de la variedad de materiales arqueológicos examinados, del tipo de yacimientos y de su distribución en el territorio y el tiempo. Con todo, se reparten por áreas geográficas de las que ya se cuenta con información abundante. Portugal con siete trabajos es la mejor representada, por las razones antes aducidas, seguida de Andalucía con tres, dos de Cataluña, dos del País Valenciano, a los que

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se puede añadir la cueva Blanca de Hellín (Albacete) por proximidad geográfica y cultural; otro de Extremadura y uno, finalmente, de Aragón. Toda la parte norte y noroeste de la Península (incluyendo también el área correspondiente de Portugal) no cuenta con ninguna comunicación en este capítulo. A. Mingo y colaboradores presentan los resultados de la excavación en el abrigo de Cueva Blanca donde se ha documentado un horizonte sedimentario correspondiente al Epipaleolítico Geométrico de facies Cocina, generado por ocupaciones esporádicas, en el que también se ha encontrado dos fragmentos cerámicos de un único vaso. La cavidad posee también manifestaciones de arte rupestre con rasgos del levantino así como del esquemático y del macroesquemático. Se realiza una valoración en relación con evidencias paralelas de las provincias limítrofes. En Cova da Baleia la extensa campaña de excavaciones de 2007 registró una compleja estructura arqueosedimentaria que esquematizan A. C. Sousa y V. Gonçalves en una secuencia que se inicia en el Epipaleolítico y se prolonga por el Mesolítico Final más un episodio relacionado con el Neolítico Antiguo cardial. Se ha documentado un gran número de estructuras de variada tipología entre las que dominan las de combustión hechas de barro. Los excavadores se enfrentan al problema de la adscripción cronocultural de estas evidencias estructurales porque apenas cuentan con materiales cerámicos y no hay restos faunísticos ni de semillas de vegetales cultivados. Las intervenciones arqueológicas preventivas practicadas en Benàmer (Alicante) los años 2008 y 2009 acreditaron (García Atíenzar et al.) la existencia de testimonios arqueológicos que se articulan en fases de una secuencia que va del Mesolítico a la Edad del Hierro. En ella se intercala un horizonte del Neolítico Antiguo cardial fechado entre 5400 y 5300 cal AC. Abundan los materiales líticos tallados y escasea la cerámica. El análisis

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polínico constata polen de cereal cultivado. Se ha registrado un conjunto de estructuras, algunas de combustión, así como fosas y empedrados. Parecen corresponder a un hábitat con organización de los espacios de producción y consumo, aunque no se han encontrado cabañas ni enterramientos. Esta clase de establecimientos en el valle del Serpis es más común de lo que parecería, a juzgar por los paralelos que citan los autores. J. C. Senna-Martínez y E. V. Penas se centran en el estudio de los materiales de excavación y el significado cultural de hábitat de Ameal-IV. Se identificaron restos de cuatro cabañas delimitada por agujeros de poste con hogar. El análisis de los materiales cerámicos y de piedra pulida y tallada confirma que estamos ante un asentamiento del Neolítico Final contemporáneo del apogeo del megalitismo de Beira Alta. En Carrascal (Oeiras) L. J. Cardoso exploró testimonios materiales de un asentamiento del Neolítico Antiguo cardial fechado en el último cuarto del VI milenio, que tal vez se remonte a un poco antes, a finales del tercero. Las evidencias corresponden a un pequeño establecimiento frecuentado estacionalmente de manera reiterada con estructuras de hogar y grandes vasos de almacenamiento donde se desarrollaron actividades de subsistencia y producción que integraba recursos recolectados y cultivados. J. Soler et al. matizan adscripciones cronoestratigráficas publicadas antes con relación al inicio de la secuencia neolítica de Cova d’En Pardo (Alicante). En la cueva se ha documentado una larga secuencia de ocupación que arranca en un momento avanzado del Paleolítico Superior. Pero la comunicación es un avance del análisis de datos de los niveles VIII y VIIIb generados a partir de la campaña de excavación de 2007. Dichos niveles se encuentran sobre los depósitos epipaleolíticos del IX y contienen evidencias relacionadas con el uso de la cueva como alto de caza y más tarde como redil y refugio de pastores y ganado desde antes de mediados


del VI milenio AC. Esta primera ocupación neolítica se asocia a cerámicas impresas previas a las típicas del horizonte cardial clásico. J. Bosch aspira a hacer justicia a la poco conocida información arqueológica obtenida en la cueva del Vidre (Tarragona) que cuenta con una larga secuencia de ocupaciones a lo largo de la Prehistoria, su artículo se centra solo en las fases del Mesolítico Geométrico tipo Cocina y del Neolítico Antiguo cardial. En la cueva de Els Trocs (Huesca) M. Rojo et al. han encontrado unos depósitos (suelos de ocupación) con materiales del Neolítico Antiguo epicardial con estructuras de combustión y huesos humanos mezclados con otros materiales arqueológicos. Su estudio conduce a la conclusión de que fue ocupada para la estabulación del ganado y allí se efectuaron enterramientos y otros rituales. Este asentamiento constituye una prueba de la penetración de un grupo neolítico en un territorio difícil en fechas muy tempranas (último tercio del VI milenio AC) confirmando la rapidez de la expansión de las novedades de la economía agropecuaria. Pero tras varias frecuentaciones probablemente estacionales fue abandonada definitivamente. En el yacimiento de Freixo (Estremadura) los trabajos de campo han reconocido restos de dos períodos de ocupación, una del Neolítico Antiguo cardial final en trasformación hacia el Neolítico Antiguo evolucionado. Aporta datos para el conocimiento del patrón de asentamiento y la secuencia temporal del Neolítico Antiguo en Estremadura. M. A. Andrade reflexiona sobre la problemática de la continuidad entre los grupos mesolíticos y las primeras sociedades neolíticas (con cerámica cardial) en el centro de Portugal. Cuando se constata la coincidencia de evidencias de ambos horizontes culturales en los mismos lugares, el material neolítico siempre corresponde al Neolítico Antiguo evolucionado. P. Arias y colaboradores ofrecen un adelanto del estudio de los datos aportados por una prospección practicada en la

comarca de la Vera (Cáceres) para detectar restos materiales dejados por grupos mesolíticos y neolíticos en la cuenca media del Tajo. En relación con los primeros, los resultados fueron malos, pero sí se detectó un nuevo núcleo de poblamiento neolítico en el interior de la Península, Veguillas. R. Martínez Sánchez et al. informan de un nuevo asentamiento del Neolítico Antiguo avanzado (finales del VI milenio-comienzos del V) descubierto al realizar una excavación de apoyo a la restauración del castillo de Doña Mencía (Córdoba). I. Bogdanivic et al. dan a conocer nuevos aspectos sobre la historia ocupacional del asentamiento de La Draga (Gerona) alcanzados en las campañas de 2010-11 que detallan la secuencia estratigráfica con el respaldo de un conjunto de fechas de radiocarbono: asentamiento de 200 años de duración sin interrupción en dos fases con reestructuración intermedia (ocupación, amortización, ocupación) durante momentos medio-finales del Neolítico Antiguo. Se complementan con los resultados de las recientes campañas de prospecciones terrestres y subacuáticas, así como perforaciones de sondeo, realizados en torno al lago de Bañolas que han proporcionado información sobre la diacronía del asentamiento humano en la zona y permitirán más adelante contextualizar este extraordinario yacimiento en el patrón de asentamiento neolítico del territorio inmediato. V. Gonçalves y A. C. Sousa proponen un avance de resultados de las campañas de excavación de 2010 y 2011 en Casas Novas (Coruche) y exposición general de las características técnicas y formales de los materiales recuperados. Se trata de un asentamiento con estructuras excavadas en el suelo del Neolítico Antiguo cardial correspondiente al momento de la primera neolitización de la fachada atlántica de la península ibérica, como corroboran las dataciones de radiocarbono. Los establecimientos eran cortos, estacionales, ligados a la explotación de recursos del medio fluvial.

Constituye un ejemplo de la ocupación del Neolítico Antiguo de la margen izquierda del río Tajo en esta área, donde se han reconocido una serie de yacimientos mesolíticos. R. Boaventura et al. muestran materiales arqueológicos obtenidos durante las excavaciones de los años 60 del siglo XX en la gruta de Ibne Ammar (Algarve). El conjunto de la colección tiene una amplia adscripción cronoestratigráfica. Algunas piezas podrían pertenecer al Neolítico Antiguo por tipología, si bien la mayoría sería más reciente. Recogen las diferentes hipótesis que se han sugerido acerca de la interpretación del uso de la cavidad. Conocemos los resultados de una intervención de arqueología preventiva en el paraje Casa del Tabaco, en un área perfectamente delimitada por un pronunciado meandro del río Guadalquivir en El Carpio (Córdoba) en la contribución de R. Martínez. Los materiales recogidos testimonian una amplia secuencia de ocupación del sitio desde el Neolítico Reciente a época romana. Aquí se describen las estructuras construidas de diversa morfología y los materiales del Neolítico Reciente (Tardío señala el autor) y se apunta que esta fase de la ocupación del lugar se desarrolló durante la primera mitad del IV milenio AC. De la cueva de Nerja (M. Aguilera Aguilar et al.) conocemos un avance preliminar del análisis de materiales resultantes de un proyecto de investigación programado con el principal objetivo de desarrollar medidas encaminadas a la conservación del patrimonio histórico que alberga (2008-2011). Por esta razón se exponen valoraciones genéricas propuestas o conocidas con anterioridad respecto a la secuencia cronoestratigráfica y el uso de la cavidad durante el Neolítico, cuando el hábitat estaba establecido en las salas más externas, mientras que las partes más recónditas se destinaban al ritual y a las prácticas simbólicas, con las cuales se relacionan diferentes clases de evidencias y una posible “estructura simbólica” integrada por bloques de piedra, una laja de

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pizarra y cantos de mármol con impregnación de ocre y contacto con el fuego. En el transcurso de la intervención para excavar la necrópolis medieval de Castelo dos Mouros de Sintra en el marco del proyecto de su puesta en valor (M. J. de Sousa y A. F. Carvalho), se encontró un vaso cerámico neolítico completo sin decoración, con dos asas bífidas opuestas y dos mamelones troncocónicos igualmente opuestos, que parece haber sido enterrado de manera intencionada. Se especula si se trata del resultado de un acto simbólico. Otros materiales neolíticos descontextualizados aparecidos en la intervención o reconocidos en superficie testimonian la existencia de un asentamiento en el sitio, que se relacionan con otros de la zona. El tercer apartado temático se denomina Mudança e leituras regionais e integra catorce trabajos que se ocupan de las variaciones formales y técnicas de los indicadores materiales y culturales característicos del Neolítico en áreas territoriales muy distintas en cuanto a su extensión y significado, desde un valle a una región o un país. Una de ellas se localiza fuera de la Península Ibérica: el norte de Marruecos. Y tres se refieren a yacimientos concretos, aunque insertos en territorios más amplios (El Prado de Jumilla, La Ambrolla y la mina de sílex de Casa Montero). Con todo, desgraciadamente estos esfuerzos de síntesis, al referirse la mayoría a territorios tan restringidos en el conjunto de la Península, involuntariamente provocan que estas investigaciones nos aparezcan como pequeños oasis en un inmenso desierto teniendo en cuenta las extensas áreas que quedan fuera de escrutinio, si bien la solidez de algunos de los análisis permite cierta generalización. El trabajo de M. Diniz aborda el problema de la existencia de ciertas lagunas en el registro arqueológico actual del Neolítico Antiguo del occidente peninsular. La autora presenta las cuatro cuestiones que va a tratar: orígenes y antecedentes de la neolitización y relación

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con los últimos grupos mesolíticos; evaluación del impacto económico y demográfico de la introducción de las especies domésticas; la escasez de contextos funerarios y necrópolis; y la transición al Neolítico Medio que implicó cambios en el patrón de asentamiento, la introducción de nuevas formas en la producción artefactual, nueva arquitectura funeraria y nuevos rituales de la muerte. A lo largo de los epígrafes del artículo revisa exhaustivamente la documentación arqueológica existente y valora las propuestas realizadas en relación con cada una de estas cuestiones, refiriendo a veces sus conclusiones o el “estado del arte” al respecto, y otras planteando nuevas preguntas. A. C. Martins presenta un pormenorizado panorama historiográfico del desarrollo del interés por la fenomenología megalítica en el país vecino, contextualizándolo con la realidad política y social de cada momento (que condujo en cierta medida a la mitificación) y relacionándolo con lo que paralelamente se hacía en otros países europeos. A. Cruz propone un modelo de desarrollo cronocultural para el valle del bajo Zêzere que se distancia del esquema de neolitización más aceptado, en el que los grupos epipaleolíticos entroncarían con el megalitismo a través de un proceso de aculturación neolítica dinámica que integra las novedades técnicas en las raíces culturales tradicionales. C. Neves se enfrenta a la problemática de la caracterización material de la segunda fase de la neolitización del territorio de Portugal, la transición entre el Neolítico Antiguo evolucionado y el Neolítico Medio, esto es, la segunda mitad del V milenio AC, y considera que las cerámicas con surco bajo el borde pueden constituir el fósil director de este horizonte, tras constatar las diferencias y semejanzas materiales en un conjunto de asentamientos de Estremadura, la margen izquierda del río Tajo, la costa del Sudoeste y el Alentejo central. E. Guerra Doce y colaboradores analizan el proceso de neolitización del sector sudoccidental de la Submeseta Norte y, tras revisar los asenta-

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mientos de esta cronología, su inserción en el paisaje y los materiales que han proporcionado, junto con sus diferencias en comparación con otros de Segovia y Madrid, proponen que las vías por las que penetraron las novedades culturales desde Portugal y Extremadura fueron los ríos Tajo y Duero y sus afluentes. La realización de una intervención arqueológica preventiva en el conocido yacimiento de El Prado (Albacete) proporcionó una importante cantidad de materiales arqueológicos, que se describen clasificados en las categorías arqueográficas convencionales, y permiten a los autores de la comunicación, encabezados por G. García Atiénzar, delinear el desarrollo de la secuencia del poblamiento prehistórico en el altiplano de Jumilla-Yecla desde un momento avanzado del Neolítico Antiguo hasta el final del Calcolítico. La recopilación de porcentajes de restos óseos de las principales especies prehistóricas domésticas de un importante número de yacimientos del alto Guadalquivir y datos relativos a la producción agrícola posibilitan a J. C. Cámara y J. A. Riquelme mostrar que las actividades económicas agropecuarias del IV y el III milenios de las poblaciones de la zona estaban plenamente implantadas, como corresponde a una sedentarización permanente, y contradecir las opiniones que habían defendido la marginalidad de las mismas, la especialización ganadera o el retraso temporal del proceso. J. Ramos y colaboradores avanzan resultados de las prospecciones de 2008 a 2011 vinculadas al proyecto de investigación Carta arqueológica del norte de Marruecos. Se han localizado 49 yacimientos adscritos al Neolítico (VII-IV milenios AC) que se clasifican en varias categorías según una combinación de criterios. Especulan sobre los potenciales recursos que pudieron explotar en conjunto y singularmente. La comunicación de L. Spanedda et al. evidencia cómo es posible deducir las dinámicas del desarrollo demográfico y de las relaciones políticas entre grupos humanos a escalas medias a partir de datos de prospecciones


sistemáticas llevadas a cabo en el Pasillo de Tabernas, aplicando técnicas estadísticas complejas sobre la base de la definición de determinados índices topográficos que expresan las relaciones de los yacimientos (ordenados secuencialmente) con su entorno durante largos períodos de tiempo (Neolítico Reciente-Calcolítico). L. Rocha e I. Santos exponen un breve balance de los resultados de recientes programas de prospección y revisión de yacimientos conocidos en el Concelho de Arraiolos que han aportado nuevos asentamientos, más menhires y el primer monumento megalítico con arte rupestre en el Alentejo central. M. Bea y colaboradores analizan el fragmento cerámico con decoración cardial de La Ambrolla (La Muela, Zaragoza) y evalúan su significación en el abordaje del proceso de neolitización del valle del Ebro y de las áreas inmediatas de la Meseta Norte. R. Dambeck et al. intentan explicar el aparente vacío poblacional del valle del río Sizandro en épocas neolíticas en contraste con la importancia que alcanzó el asentamiento calcolítico en la región. Sobre la base de los datos obtenidos con la realización de sondeos para investigar la historia sedimentaria holocena del valle bajo del río, complementados con la columna polínica de 6000 a 4000 AC, deducen la existencia de llanuras aluviales que pudieron acoger establecimientos neolíticos y que actualmente están cubiertas por sedimentos aportados por las inundaciones y la erosión reciente de las colinas que las cubren e impiden que las posibles evidencias arqueológicas puedan ser reconocidas por prospecciones arqueológicas convencionales. La investigación que presentan S. Pardo Gordó et al. se ocupa de la revisión de los resultados de prospecciones efectuadas entre 1989 y 1993 en el valle medio del Serpis (Alicante). La mayor parte del texto se dedica a presentar la metodología aplicada en la actualización del procesado de datos (georreferenciación de yacimientos y adscripción cronoestratigráfica de ítems arqueológicos), así como la contrastación de las atribucio-

nes temporales en los casos en los que algunos de los yacimientos prospectados se han excavado con posterioridad. Se esboza, finalmente, la secuencia del sistema de ocupación del territorio a lo largo del Neolítico. El trabajo de S. Consuegra y P. Díaz del Río se enfrenta al problema teórico de la necesidad de contextualizar social e históricamente los fenómenos arqueológicos generados por las actividades mineras prehistóricas para la obtención de rocas silíceas para la producción de artefactos de piedra tallada. Para resolver esta cuestión en el caso de la “mina” de Casa Montero se seleccionó cuidadosamente un conjunto de muestras para someterlas al método de datación por radiocarbono procurando que representaran la dispersión de pozos investigados. Resultó sorprendente la corta duración del lapso de tiempo, estimado a partir del conjunto de fechas conseguido, durante el cual se prolongó la actividad minera en Casa Montero (entre 5327 y 5215 cal AC), pero coherente, en opinión de los autores, con otros datos aportados por la excavación, como la distribución de los pozos y las técnicas mineras seguidas, las técnicas de talla aplicadas al procesado de la materia prima extraída y el índice de poblamiento existente en el entorno en la época. El cuarto de los capítulos se dedica a Cultura material e tecnologías y agrupa 13 artículos referidos a diferentes técnicas de manufactura de instrumentos neolíticos, que se reparten según los tipos de industrias convencionales como sigue: seis se ocupan de industria de piedra tallada, de los cuales dos examinan materiales de Casa Montero; tres tratan diferentes aspectos de la producción cerámica (de Los Castillejos de Montefrío, de La Draga y de Abrigo Grande das Bocas). Y los cuatro restantes tienen por objeto la industria ósea (de Los Castillejos de Montefrío); el uso del ocre en yacimientos neolíticos de Cádiz; las novedades sobre minería y producción de objetos de adorno de variscita de la mina de Gavà; y los instrumentos de percu-

sión empleados en las actividades mineras de Casa Montero. El trabajo de J. Carlos López Quintana et al. expone los resultados de los análisis petrológicos a los que se han sometido las piezas de sílex y una pequeña colección de cuentas pulidas aportadas por la excavación del dolmen de Katillotxu I (Vizcaya) para identificar su materia prima y su procedencia. N. Castañeda y colaboradoras se enfrentan a la tarea de desentrañar los procesos técnicos que se desarrollaron en la mina de Casa Montero: se han diferenciado seis cadenas operativas, cuatro esquemas de reducción de producción de lascas, y una producción mayoritaria de hojas para consumo diferido, que es el tema de otra comunicación de las mismas autoras. Esta producción ha implicado un proceso de reducción de los núcleos para alcanzar la materia prima idónea que posibilitaba un mayor rendimiento del trabajo y un mayor control de la morfología de los productos. Se han reconocido cuatro esquemas de reducción que han proporcionado hojas de variadas longitudes que se tallaron con percusión directa con percutor duro. Los cálculos sobre la productividad de los procedimientos de talla arrojan un elevado número de productos que no se corresponde con el nivel poblacional del entorno ni con la cantidad de ítems líticos que se documentan en ellos. En el estudio de la industria de piedra tallada de Cueva Blanca los autores encuentran rasgos propios del Epipaleolítico Geométrico, horizontes I-II de la facies Cocina, pese a coincidir con fragmentos cerámicos lisos de un vaso de morfología globular. La industria proporcionada por la excavación desarrollada en el Llano de la cueva de los Covachos (Almadén de la Plata) posee características técnicas propias del Neolítico, junto a otras tipológicas que aparecen en el Neolítico Final o incluso el Calcolítico. El conocimiento de las técnicas de elaboración de las cerámicas del Neolítico Antiguo avanzado de Los Castillejos de Montefrío es el obje-

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tivo del artículo de M. T. Blázquez González et al. Se han identificado tres procesos técnicos diferentes con significación estratigráfica, utilizando materias primas que proceden de fuentes del entorno del yacimiento. El ensayo que se dedica a la falsa folha de acácia presenta un seguimiento historiográfico del uso de la expresión y su significado, la descripción técnica y la clasificación formal de este motivo decorativo y sus composiciones, así como una discusión sobre su adscripción cronoestratigráfica y significado cultural en yacimientos de Estremadura. El análisis de la industria de hueso de Los Castillejos de Montefrío se refiere a un conjunto de ornamentos, pertenecientes a las diferentes fases cronostratigráficas del Neolítico, del que se exponen su clasificación tipológica, la identificación anatómica de los soportes óseos y los resultados de la observación traceológica que aporta información sobre la manufactura y el uso de las piezas. E. Briceño et al. refieren un conjunto de artefactos y huesos (incluidos humanos) procedentes de cinco yacimientos neolíticos de la provincia de Cádiz y reflexionan sobre la significación técnica, social y ritual de los fragmentos de óxidos e hidróxidos de hierro y de sulfuros de mercurio en el Neolítico de Andalucía, ofreciendo una caracterización geológica y las posibles áreas fuentes de suministro en la región. En la comunicación de J. Bosch et al. encontramos un resumen de los hallazgos de útiles del trabajo minero en los dos sectores investigados de las minas de Gavà y de los productos manufacturados (acabados, en proceso de manufactura o rotos durante el mismo) a partir de la variscita extraída. También aluden a los enterramientos encontrados en minas abandonadas y describen los rasgos antropomorfos deducidos de dos de los esqueletos descubiertos (uno masculino y otro femenino), que son compatibles con el esfuerzo y las lesiones relacionados con las actividades mineras. Se realiza así mismo una síntesis de las técnicas mineras

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aplicadas y de los pasos de la cadena de producción de adornos de variscita, lo que acredita que la mina era también taller, y que los mineros eran además artesanos joyeros. El análisis de los útiles de percusión recuperados en las excavaciones de la mina de sílex de Casa Montero permite a M. Capote teorizar sobre las tareas que desempeñaron y, especialmente, la organización del trabajo y el contexto social en el que se empleaban. Por último, T. Palomo et al. realizan un detallado examen de la industria de piedra tallada recuperada en la excavación de la Serra del Mas Bonet (Gerona) que incluye un importante lote de fragmentos de hojas de sílex de variados tamaños, con un predominio de las medianas, que no se ha tallado en el asentamiento ni en su entorno. Los resultados de los análisis de materias primas, técnico, tipométrico, tipológico y funcional acreditan que estos demandados productos líticos cubrían la necesidad de disponer de soportes para elaborar una variedad de instrumentos empleados en la vida cotidiana. Este y otros casos de Cataluña referidos por los autores corroboran y complementan anteriores aportaciones de sus investigaciones sobre hojas y grandes hojas de sílex procedentes de contextos domésticos y desautorizan la hipótesis antigua de que eran objetos votivos elaborados para acompañar a los muertos a ultratumba, abriendo nuevas perspectivas de estudio sobre el significado social y técnico de estas piezas en la región. El quinto encabezamiento se reserva para las comunicaciones cuyo asunto corresponde a Simbolismo, arte e mundo funerario y alcanzan el número de 13, de las cuales siete están escritas en portugués. Si atendemos a los contenidos generales, la mayoría (nueve) se ocupan de diferentes aspectos de los rituales funerarios y de ellas ocho abordan fenomenología relativa al megalitismo. Solo dos analizan casos de arte rupestre. Y dos más, otros tópicos relacionados con el simbolismo.

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A. L. Ferraz comunica sobre los menhires del Alentejo central. Describe el detallado protocolo de documentación y de registro grafico aplicados, lo que ha implicado una revisión y corrección de datos anteriores. Se definen tres tipos de menhires-estelas. A partir de aquí aborda el problema de la cronología, proponiendo dos fases de desarrollo y reflexiona sobre los posibles paralelismos con fenómenos semejantes de los ámbitos atlántico o mediterráneo. A. T. Riveiro y l. Loureiro efectúan un balance de los resultados de las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en las mamoas 5 y 6 de Leandro en el complejo megalítico de Taím/Leandro y proponen una síntesis de la historia de la ocupación del área donde se ubican a lo largo de la Prehistoria Reciente. E. Morán ofrece un pormenorizado relato de la historia de la ocupación humana que precedió en el territorio de Alcalar a la construcción de la necrópolis monumental del mismo nombre en la que se levantaron los edificios denominados “Alcalar 7” y “Alcalar 9”, deteniéndose en el “Monumento 9” del que reconstruye su historia constructiva y su clausura. Concluye con una referencia a la integración del conjunto hábitat-necrópolis de Alcalar en tanto que centro de poder en el sistema de relaciones políticas del Algarve occidental y su articulación con otros del sur y el oeste de la Península Ibérica. C. Alonso y J. Jiménez resumen los aportes de la excavación efectuada en el asentamiento neolítico del último cuarto del VI milenio Alto de Rodilla (Burgos) que rellena el vacío de conocimiento respecto al poblamiento en el corredor natural que comunica las cuencas del Duero y del Ebro. También se describe una sepultura de El Hoyo datada en finales del V (Neolítico Reciente), contemporánea del fenómeno megalítico de la Sierra de Atapuerca. La excavación de la mamoa de Monte dos Condes por L. Rocha y P. Alvim, aunque apenas proporcionó materiales arqueológicos de los depósitos funerarios que contuvo, acreditó su construcción, uso y clausura durante el Neolíti-


co Final y su reutilización parcial durante la Edad del Bronce. La intervención arqueológica en el sepulcro megalítico de Chousa Nova 1 (Pontevedra) permitió documentar uno de los escasos ejemplos de cámara intacta en Galicia, según afirman M.ª J. Bóveda y X. I. Vilaseco, y averiguar con todo detalle los pasos que siguió la construcción de la sepultura: preparación previa del terreno, cimentación y construcción de la cámara y su cobertera y finalización con el túmulo. La disposición del ajuar permitió deducir la posición del único cuerpo depositado en ella ya que el esqueleto no se ha conservado a causa de la acidez del terreno. El monumento se erigió en la segunda mitad el V milenio AC. Parece que poco después la losa de cobertera se fracturó probablemente por fallos de la construcción, aunque no se puede asegurar. La sepultura entonces fue clausurada y cubierta con un nuevo túmulo. El ensayo de M. Lazarich et al. ofrece una síntesis del conocimiento de las costumbres funerarias de la Prehistoria Reciente que se han documentado en la provincia de Cádiz, ilustrada con ejemplos de los diferentes tipos distinguidos por las investigaciones del grupo en el que se integra la autora. J. Cámara y F. Molina emprenden la tarea de trasmitir un panorama actualizado sobre la investigación arqueológica del megalitismo de Andalucía. Primero acotan el significado de la expresión que aparece en el título y la asumen como acertada, a pesar de las diferencias entre la fenomenología megalítica del Sureste y del resto de Andalucía. Y luego, tras mostrar la dificultad de dar cronología a un proceso tan complejo y heterogéneo, delimitan las perspectivas que deben tomarse en consideración para abordar el estudio. Y las van valorando en una especie de balance de la investigación a lo largo del ensayo, deteniéndose especialmente en el problema de la datación. R. Boaventura et al. articulan información revisada procedente de sepulcros colectivos con los datos disponibles de asentamientos de la misma zona

y los derivados de las dataciones de radiocarbono para proponer un esquema cronológico del desarrollo del poblamiento en el área de Belas y Carente a lo largo de IV y III milenios AC. J. Oliveira y C. Oliveira exponen resultados del proyecto de investigación ARA centrado en el arte rupestre de la sierra de São Mamede que ha añadido nuevos yacimientos y nuevas grafías a las ya conocidas aplicando excavación, prospección y levantamiento gráfico y topográfico de las figuraciones rupestres, así como el estudio de la composición química de los pigmentos in situ. Todas las pinturas corresponden al estilo esquemático y los abrigos donde se ubican están relacionados con las construcciones megalíticas y los poblados “de altura”, aunque estos correspondan a una fase algo más tardía. Comienza A. Martins su artículo recogiendo las definiciones de los artes postpaleolíticos que se han diferenciado en el estudio de la Prehistoria Reciente de la Península Ibérica para señalar los dos grupos bajo los que va a abordar la revisión de las manifestaciones de arte esquemático de Portugal: arte esquemática grabada y arte esquemática pintada. A continuación describe los grupos de expresiones de ambas categorías a lo largo del territorio portugués. Y concluye abordando el problema de la cronología con la distinción de dos fases: arte esquemática semi-naturalista y arte esquemática ideográfica. R. Villalobos nos informa del simbolismo de las hachas pulidas neolíticas de la Meseta Norte española. Repasa varios ejemplos de asociaciones en contextos domésticos (no exactamente repetidos los mismos en todos los casos) de ciertos elementos faunísticos de oveja y de ciervo, cerámicos (botellas) y hachas pulidas junto a restos de fuego que podrían interpretarse como rituales. También las hachas participaron en los actos rituales de fundación de los monumentos dolménicos y en su clausura. Se encuentran igual-

mente como ofrendas grupales o individuales. Concluye recogiendo los diferentes significados que se pueden atribuir a esta variedad de circunstancias y asociaciones en las que se integraron las hachas en el Neolítico y el Calcolítico. R. Rosillo et al. presentan los materiales obtenidos en la excavación de Serra del Mas Bonet (Gerona), en concreto del tercer momento de la secuencia sedimentaria que corresponde al período Neolítico Final-Calcolítico. Dentro de ellos destaca un conjunto de estelas (o fragmentos) con cuernos, del que se indica los contextos de hallazgo y se describe. Se pronuncian, frente a otras posibilidades, por atribuirle un significado simbólico y especulan sobre su papel en el sistema de creencias del momento. El sexto epígrafe concierne al rubro Mesolítico e Neolítico Antigo. Transições, mudanças e substituções e integra cuatro comunicaciones, tres escritas en portugués y la única en inglés del libro. J. Zilhão sostiene que la pretendida ruta que llevó los componentes materiales y técnicos de la producción agropecuaria que identifican al horizonte cronoestratigráfico prehistórico llamado Neolítico desde el norte de África a Portugal (procedentes, en último extremo, de Sicilia vía Túnez) no cuenta con apoyo empírico que la acredite. Revisa los datos de los yacimientos neolíticos rifeños y su cronología, evalúa el carácter de la navegación que se practicó en el Mediterráneo occidental y critica la adscripción estratigráfica de las piezas de obsidiana de Pantelleria en la zona de Túnez y concluye reafirmando el sentido de la dirección de la expansión de los elementos culturales neolíticos desde el golfo de León hacia Andalucía y Portugal. N. Bicho et al. presentan datos referidos al Neolítico que ha aportado un proyecto de investigación desarrollado entre 2008 y 2010 en Cabeço da Amoreida, sugiriendo que la cerámica neolítica documentada allí se debe a la existencia de varias ocupaciones neolíticas en el entorno del conchero. Exponen

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los trabajos y resultados de las campañas recientes de excavación. Se han identificado tres horizontes neolíticos depositados sobre el conchero mesolítico adscribibles al Neolítico Antiguo evolucionado y al Neolítico Medio. Los autores proponen la coincidencia temporal parcial entre el conchero y el Neolítico Antiguo de Estremadura y que la capa de guijarros que cubrió los depósitos mesolíticos constituye una forma de “monumentalización” del paisaje que se podría considerar un antecedente de los túmulos de las sepulturas megalíticas. P. Arias y M. Diniz presentan las líneas de investigación que pretende desarrollar el Proyecto de Investigación Sado-Meso iniciado en 2010 centrado en el estudio de los últimos cazadores y recolectores de la Prehistoria

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asentados en el valle del Sado y de las primeras comunidades neolíticas del sur de Portugal. Concluyen justificando la necesidad de retornar a estos yacimientos, a partir de cuya investigación tal vez se aporten evidencias para resolver algunas de las interrogantes que tiene planteado el tema de la neolitización del occidente de la Península Ibérica. Y, por último, C. Tavares y J. Soares hablan de la neolitización de la costa sudoeste de Portugal. Realizan un balance de sus investigaciones en Vale Pincel I que ejemplifica la primera neolitización del territorio portugués, con una cronología estimada a partir de una serie de dataciones de radiocarbono en el segundo y tercer cuartos del VI milenio A.C., representando un horizonte neolítico precardial. Afirman que

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sus datos no apoyan el modelo dominante de neolitización, sino que este constituyó un proceso de transformación económica, social y cultural protagonizado por las poblaciones del final del Mesolítico, un proceso de califican como de “ósmosis cultural”. Y el último capítulo se titula A concluir, recogiendo un ensayo de V. Gonçalves sobre algunos ejemplares (cuatro) de placas de esquisto grabadas seleccionadas de una colección más extensa, que anuncia que publicará aparte, por la excepcionalidad de los motivos grabados en sus caras. Dos pertenecen al tipo E (excepcionales) y otras dos poseen detalles poco corrientes en estas piezas, que son descritos detalladamente en el texto.


Lull Santiago, Vicente, Micó Pérez, Rafael, Rihuete Herrada, Cristina y Risch, Roberto: Primeras investigaciones en La Bastida (18692005). Arqueología Argárica. Proyecto Bastida. Volumen 1. Integral. Sociedad para el desarrollo local, Murcia, 2015, 277 págs. y CD. ISBN: 978-84-608-4010-7

Juan P. Bellón Ruiz Investigador Contratado Programa Ramón y Cajal. Instituto de Arqueología Ibérica. Universidad de Jaén [jbellon@ujaen.es]

La historiografía de nuestra disciplina es sana, desde el punto de vista epistemológico, y necesaria, desde la propia retroalimentación de datos analizados desde el presente. No es necesario enumerar aquí los casos que puedan sustentar los ejemplos de este paradigma, desde Numancia a Galera, desde El Carambolo a La Aliseda, cualquier análisis sistemático de la documentación conservada consiste en una mirada nueva, en aportaciones que consideran el pasado registrado, con sus sesgos y su riqueza, en interpretaciones que entonces fluían en los ríos de otras corrientes historiográficas. El trabajo debe haber sido monumental pese al nutrido equipo de investigadores e instituciones implicadas. Y no solo en la digitalización de los archivos sino también en la propia gestión previa de acceder a fondos documentales propiedad de los descendientes de los arqueólogos que han trabajado en La Bastida. Nuestra experiencia en el Proyecto AREA (Archives of European Archaeology) se fundamentaba en la catalogación de los fondos documentales relacionados con la arqueología de la cultura ibérica (en un sentido muy amplio) y en la reivindicación del papel de los archivos para la historia de la Arqueología. Es por ello que el primer grado de reconocimiento a la obra se fundamenta en la propia

labor de gestión, documentación y apertura de esos fondos documentales, a veces inaccesibles, a veces dispersos, otras olvidados. Me ha llamado además la atención la sistemática transcripción de los diarios de excavación presentados: la caligrafía a veces es complicada, ilegible o perceptible únicamente por los ojos habituados a ella por lo que facilitan un primer acercamiento y valoración de la información contenida en ellos. Un paseo por los diarios de excavación y la documentación conservada en distintos archivos nos muestra los cambios en los sistemas de registro, desde el mero inventario de las sepulturas excavadas por Pedro Flores, hasta la formalización de plantas y uso extensivo de fotografía de registro con el Seminario de Historia Primitiva del Hombre. En este aspecto, es fundamental la disponibilidad de la misma a través de los archivos en formato pdf presentados en el CD adjunto a la obra. En los mismos se sigue una estructura fija y homogénea de la presentación de los originales, presentación que ya supone un pilar sobre el que sustentar la conservación de la memoria de sus autores, desde el punto de vista de sus prácticas de investigación y de la metodología utilizada, entre otros aspectos. Los objetivos de la obra, planteados en las páginas 17 y 18, quedan

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sobradamente cumplidos. La Bastida es el objetivo de la investigación historiográfica mediante la recuperación y sistematización de datos (tanto documentales como de material arqueológico disperso en varios museos peninsulares, como el Museo Arqueológico Nacional, el Museo de Almería y el de Murcia) pero también el argumento historiográfico para objetivar la historia de la arqueología española y, en particular, la de este periodo cronológico. El primer capítulo establece las bases del esquema de trabajo, desde la figura objeto de análisis (en ese caso Rogelio de Inchaurrandieta), hasta sus intervenciones, cómo fueron publicadas, el rastreo del material de archivo y la restitución de la información, con la recomposición de posibles ajuares, y la realización de un inventario y catálogo detallado de piezas y/o hallazgos. Finalmente, las ‘inferencias arqueológicas’ que bien podrían haberse denominado ‘historiográficas’ porque se hace en ellas un análisis del contexto en el que se hizo la intervención, la formación-acción del arqueólogo, y una relectura de las mismas desde el presente, con la citada restitución y recomposición de los materiales y de las informaciones de archivo. En el caso de Inchaurrandieta, desde la lectura ‘social’ realizada a través de un intervención de apenas unos días de duración hasta su olvido, consecuencia de la entrada en escena de los hermanos Siret, quienes también realizaron una breve campaña en el sitio, quizás no superior a 15 días, en 1886. Sin embargo, el impacto de su obra, y el conjunto de sitios analizados desde el punto de vista regional, relegaron a La Bastida a un papel secundario o parcial, debido quizás a la dificultad de practicar intervenciones sistemáticas en el sitio, lejos de su rango de acción más frecuentado. El capítulo sobre las intervenciones de L. Siret en el sitio, de los hijos de su capataz, es también modélico

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en cuanto al intento de recomponer la situación de los sondeos realizados sobre un plano actualizado. Es conocida la meticulosidad exigida por el ingeniero belga a sus colaboradores respecto del registro de las estructuras y materiales localizados, hecho que permite aún hoy, tratar de reconstruir sus catas en el sitio, por otra parte, continuamente saqueado y objeto de rebuscas clandestinas. Quizás mi antepasado (indirecto), el párroco Bellón, avisaba de la continuada destrucción del sitio, de las rebuscas y saqueos que se producían ya en 1869. Esta situación ha marcado a bastantes sitios arqueológicos, como Despeñaperros, Castellar o Galera, en los que la investigación más reciente ha considerado la imposibilidad de abordarlos de forma integral y sistemática debido a la idea de que se encontraban totalmente destruidos. El caso más próximo que reconozco es el citado de Galera, donde una intervención de re-excavación de la necrópolis y de estudio de las intervenciones anteriores muestra cómo es posible reinterpretar, actualizar e incluso poner en valor el sitio que se encontraba prácticamente desahuciado desde el punto de vista de la investigación (Rodríguez Ariza, 2014). En el capítulo dedicado a la ‘Totana Factory’ se pone de manifiesto la acción de este proceso de destrucción del sitio, pero también la participación de los coleccionistas y anticuarios que demandaban dichos productos. Me parece muy acertado el giro dado a la historia de los expoliadores locales, el cual me parece lo suficientemente sugerente, como lectura como para no lanzar desde aquí un spoiler del mismo. Sólo me gustaría indicar que algo similar sucedía con la figura de los correspondientes de las distintas academias (Historia y Bellas Artes), quienes en muchos casos perseguían el prestigio y promoción personal a través de dudosas intervenciones arqueológicas. Sin lugar a dudas, el mercado generado con la compra-venta de productos supuestamente proce-

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dentes de La Bastida hizo un gran daño al sitio, pero la propia acción de generar toda la estructura, un modus operandi que justificase la originalidad de los objetos y que éstos fuesen a parar a distintos fondos museísticos, nos indica la existencia de un interés institucional por obtenerlos, más allá de preguntar por su procedencia o –inimaginablemente– sus contextos. El capítulo, por otra parte, constituye un paradigma de método: controlar y evaluar los daños para formalizar una reinterpretación desde el presente del conjunto del sitio analizado. Los siguientes tres capítulos se centran en las intervenciones más intensivas y sistemáticas realizadas en el sitio, con el denominador común de que muchas de ellas permanecieron inéditas, como las de Juan Cuadrado o las de Jordá y Evans de 1950. En ellos existe un especial énfasis en los aspectos metodológicos, especialmente en los matices de las campañas realizadas por el Seminario de Historia Primitiva del Hombre. Estos capítulos son trascendentales para recomponer la historia del sitio y los más imbricados con la historia de la arqueología española, con la acción de Julio Martínez Santa-Olalla. Las intervenciones del Seminario de Historia Primitiva del Hombre quizás contribuyeron a generar una idea de agotamiento del sitio, unida a la ya comentada de su continuado expolio. A ello debemos añadir la entidad del mismo. Abordar la investigación sistemática de un sitio con unas dimensiones considerables en las que pesan los agravantes antes citados no es fácil desde el punto de vista logístico y económico. Son muchos los sitios que fueron excavados entre las décadas de los 40 y los 60 que hoy constituyen referentes en nuestra historiografía que, sin embargo, no han sido revisitados por nuevas intervenciones de forma sistemática. En suma, la obra es reflejo de un enorme trabajo de documentación y gestión, de re-conocimiento del sitio. Únicamente echaría de


menos la presencia en el equipo de un especialista en archivos. La descripción de los fondos documentales consultados y/o utilizados, algunos de ellos inéditos hubiera sido un avance más en el tratamiento metodológico del estudio realizado. La descripción a través de normas archivísticas estandarizadas (ISAD u otras) permitiría volver a controlar las fuentes, conocer su localización, su accesibilidad, su volumen (cantidad de documentación), el tipo de documentos (fotografías, diarios, notas manuscritas,...),

permitiendo de ese modo ‘controlar’ en lo posible que no vuelva a perderse en circuitos más o menos cerrados o vetados a otras investigaciones futuras. Debo felicitar a los responsables de la edición y maquetación, puesto que han estructurado de forma clara y amena un trabajo historiográfico... cosa poco frecuente. La apuesta que se nos presenta en la actualidad como proyecto a medio y largo plazo es un ejemplo, desde el punto de vista historiográfico, puesto que no entiende este ejer-

cicio de recuperación del pasado del registro arqueológico como un mero alarde positivista, sino que es capaz de reintroducirlo en los nuevos planteamientos que el proyecto La Bastida está realizando en este momento. BIBLIOGRAFÍA RODRÍGUEZ ARIZA, Mª. O. (2014): La necrópolis ibérica de Tútugi (2000-2012). Serie CAAI Textos, 6, Universidad de Jaén, Jaén.

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Bellón Ruiz, Juan Pedro, Ruiz Rodríguez, Arturo, Molinos Molinos, Manuel, Rueda Galán, Carmen y Gómez Cabeza, Francisco (eds.): La Segunda Guerra Púnica en la Península Ibérica. Baecula, Arqueología de una batalla. Universidad de Jaén, Jaén, 2015, 688 páginas, ISBN: 978-84-8439-914-8

Ignasi Grau Mira Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico. Universidad de Alicante [ignacio.grau@ua.es]

La obra que ahora comentamos no hubiese sido posible hace escasos diez años. Esta afirmación, que quizá puede parecer un tanto rotunda, da cuenta del principal valor que a mi parecer atesora esta obra, a saber, el carácter innovador de las propuestas de investigación en el campo de la arqueología de los campos de batalla, con un sofisticado despliegue metodológico y una concienzuda reflexión histórica sobre los contextos de conflicto. Pero no conviene anticiparnos y presentar la conclusión principal de mi recensión sin antes de revisar los principales contenidos de la obra. Vayamos por partes. El libro es un voluminoso ejemplar de casi setecientas páginas con una edición a todo color y con muy cuidado y atractivo aspecto formal, que anima la lectura de tan amplio contenido. La obra recoge las aportaciones presentadas a un congreso celebrado en la Universidad de Jaén en 2011, y que se compilan y amplían convenientemente presentadas en una valiosa obra de síntesis. La lengua principal es el castellano, aunque incluye un trabajo inicial en italiano y otro final en inglés. Como los editores señalan en la introducción, la obra se estructura fundamentalmente en dos grandes apartados. El primero se dedica a la contextualización de la Segunda

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Guerra Púnica. El segundo a éste conflicto en el alto Guadalquivir. Se cierra la obra con un trabajo que ejemplifica las propuestas metodológicas de estudio de los campos de batalla antiguos, a modo de caso comparativo. En el primer bloque habría que distinguir entre aquellos trabajos introductorios que se dedican a las reflexiones generales sobre el conflicto, la visión de las fuentes textuales, o el comercio. A continuación se encuentra un segundo grupo dedicado a los desarrollos del conflicto en los distintos territorios del oriente de la Península Ibérica, en sentido norte-sur, desde Cataluña, pasando por tierras valencianas, alicantinas y murcianas, hasta el alto Guadalquivir. El segundo conjunto dedicado al alto Guadalquivir presenta estudios específicos sobre el espacio de la batalla de Baecula, y aquellos dedicados a los dos principales centros del Cerro de las Albahacas y Los Turruñuelos. Los enfoques de estos trabajos transitan desde el análisis específico de materiales hasta las lecturas territoriales de los sitios arqueológicos. Los primeros trabajos ofrecen un adecuado enmarque en el que poder insertar el caso de estudio de Baecula. Las reflexiones generales de


Brizzi permiten insertar la guerra en el ámbito mediterráneo, y las complejas relaciones entretejidas en el marco internacional de esta guerra. A continuación Domínguez Monedero analiza la información de las fuentes textuales, abordando una visión comparativa de Polibio y Tito Livio, los dos principales autores que recogen los acontecimientos a partir de recopilaciones de otros autores. Martínez Hahnmüller y López Castro cierran este primer conjunto con la revisión de algunos testimonios del comercio del periodo como son las ánforas y las monedas. Quizá es un poco sesgado reducir exclusivamente al litoral el elenco de sitios que se presentan y analizan. Aunque es cierto que la incidencia comercial sería más intensa en la costa, el trabajo pueda dar una falsa impresión de que el retropaís ibérico quedo al margen de esta actividad comercial. El desarrollo del conflicto en las distintas regiones de Iberia se inicia con el trabajo de Noguera centrado en Cataluña. Ofrece una valiosa síntesis que pone este espacio geográfico en el mapa de las Guerras Bárquidas con una detallada y rigurosa integración de las evidencias. A continuación Aranegui presenta las novedades de Arse-Saguntum, el principal núcleo del área central valenciana. La revisión de las fortificaciones aquilata la importancia de este oppidum en el marco de la guerra. El tercer trabajo lo dedican Olcina y Sala a las tierras alicantinas, ofreciendo una síntesis de los trabajos realizados en estos últimos años, especialmente en el entorno de L’Albufereta d’Alacant y El Tossal de Manises. A continuación Ramallo y Martín revisan la documentación de Qart-Hadash (Cartagena) la capital bárquida en la Península. Para cerrar este conjunto, Canto aborda una detallada revisión de algunos escenarios del alto Guadalquivir, proponiendo la localización y el papel territorial de Ilorci-Amtorgi. Todos estos trabajos ofrecen datos de síntesis y también documentación de detalle que contextualizan

el desarrollo de la guerra. Pero, a mi parecer su valor principal es que ofrecen la posibilidad de explorar aspectos hasta el momento poco atendidos por la investigación. Algunos temas en que convendría profundizar en futuros trabajos serían, por ejemplo, la intensificación económica en los territorios que se enfrentan a situaciones bélicas o las formas de interacción entre cartagineses e iberos antes, durante y con posterioridad al conflicto; un estudio que se hace necesario desde las recientes posiciones teóricas de análisis del contacto cultural. En este despliegue geográfico de la Segunda Guerra Púnica se echa en falta algún trabajo que analizara que ocurrió más al sur del alto Guadalquivir, como en el entorno de la baja Andalucía y el importante centro púnico de Gadir y el área del Estrecho. Algunos datos ofrecidos, como la identificación de la posible ceca de Akra Leuké en Carmo, advierten de la importancia de este ámbito geográfico en los primeros tiempos de la presencia bárquida. La segunda parte es un elenco de trabajos del equipo de investigación de Jaén que se centra en el análisis de la batalla de Baecula. Voy a proceder a su repaso del bloque, sin pormenorizar los detalles individuales, pues creo que su naturaleza de conjunto permite esa lectura sintética. Liderados por J. P. Bellón, recoge trabajos de Ruiz, Molinos, Gómez, Rueda, Sánchez, Gutiérrez, Lechuga, Pérez, Cárdenas, Rodríguez, Quesada, García-Bellido, Montero,Montes, Pradas, Tuñón, Montejo, Márquez, Parras, Moreno, Arjonilla, Martínez y Mora en los que se presentan muy detalladamente los resultados de una rigurosa investigación desarrollada en los últimos 14 años. Los trabajos se pueden agrupar en tres bloques, uno correspondiente al estudio de materiales. El segundo daría cuenta de la morfología de los sitios a través de técnicas de prospección, excavación y análisis espacial. El tercero se referiría a las interpretaciones

históricas y reflexiones teóricas. En el primero de estos conjuntos encontramos los estudios de las armas, las monedas, las cerámicas y sus decoraciones y restos arqueobiológicos. Todos estos estudios dan una buena muestra de lo que debe ser una investigación de marcado carácter multidisciplinar. La rigurosidad de algunos estudios de materiales permite que este libro se convierta en una obra de consulta al que acudir para identificar y estudiar ciertos tipos de objetos. El segundo de estos bloques se refiere a uno de los principales aportes en el campo de la metodología arqueológica y es el de las técnicas de reconocimiento arqueológico de superficie del terreno. Los recursos a la fotografía aérea, la topografía de detalle, la detección de metales en superficie o la prospección pedestre, integrados en sistemas de información geográfica, aportan un marco de referencia para futuros trabajos. Sin desmerecer los aportes presentados, quizá este bloque requeriría de un análisis algo más detallado de uno de los aspectos más relevantes en un contexto de enfrentamiento como es el análisis de visibilidades. La estructura visual, el alcance del dominio del campo de observación, las redes, los focos de mayor control, requerirían de un tratamiento más detallado con los SIG. El tercer bloque se concentra en un estudio que supera el marco estricto de la batalla de Baecula, como el análisis del poblamiento y la estructura del territorio de la zona, la interpretación de la batalla desde el punto de vista táctico y estratégico o las reflexiones de carácter histórico de la investigación arqueológica de un evento. De forma destacada debemos referirnos al aparato gráfico del conjunto de la obra. La edición a todo color no solo hace atractiva la obra, sino otorga verdadera carta de naturaleza al documento visual. Las imágenes no son un bonito

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complemento, sino un discurso en sí mismo, especialmente la cuidada cartografía que permite reconocer los escenarios y espacios objeto de estudio. Debo objetar, no obstante, que en algunos capítulos los mapas carezcan de escala gráfica, elemento indispensable en los documentos cartográficos. En conclusión, como decía en las líneas iniciales, esta obra muestra la más reciente de las investigaciones arqueológicas en nuestro entorno académico y presenta una línea de trabajo inexistente hasta hace muy poco tiempo. Y es una

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decidida razón para alegrarnos en el desolado panorama de la investigación española y la asfixia de los equipos y recursos para el desarrollo de estudios. Pero la investigación no se detiene. Incluso en un avanzado estado de la cuestión como el que supone este libro surgen nuevas pregunta científicas que anticipan las futuras vías de la investigación. ¿Cabe situar Akra Leuké en Carmo, como propone García-Bellido o en El Tossal de Manises, como sugieren Sala y Olcina? ¿Sería bárquida o postbárquida la fortificación

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de Sagunto, con las diferentes interpretaciones históricas que conlleva esta inmediata secuencia? Y lo que es más importante, ¿es el despliegue de esta sofisticada propuesta teórica y metodológica el inicio de una verdadera línea de investigación sobre la arqueología del conflicto en nuestro entorno académico? Esperemos que continúen los avances en la comprensión de este momento histórico y también que pronto veamos nuevas investigaciones en la arqueología de los campos de batalla, cuyas potencialidades se reflejan en esta excelente obra.


Hilardo Aguilera, Ramón, Martín Ruiz, Juan Antonio y García Carretero, Juan Ramón: Excavaciones arqueológicas en el Cerro del Castillo (Fuengirola, Málaga). Los niveles fenicios (siglos VII-III a.C.). Ayuntamiento de Fuengirola, Fuengirola, 2014, 140 páginas. ISBN-978-84-697-1867-4

Eduardo García Alfonso Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte en Málaga. Departamento de Museos y Conjuntos Arqueológicos y Monumentales [eduardom.garcia@juntadeandalucia.es]

En los últimos años la bibliografía arqueológica está viviendo una serie de importantes transformaciones, posiblemente derivadas de la confluencia de diversas circunstancias. Observamos que el contenido de las publicaciones ha cambiado radicalmente y no sólo en su soporte físico, sino también en sus contenidos. Repasando los listados bibliográficos recientes vemos que actualmente predominan las recopilaciones de artículos, consistentes en contribuciones pequeñas sobre aspectos muy concretos, que acompañan a estados de la cuestión que abordan determinados problemas. Todo ello tiene mucho que ver con la política científica que se ha impuesto desde hace algún tiempo en Europa, donde prima la publicación de artículos en revistas internacionales de impacto –generalmente en lengua inglesa– como medio de optar a plazas dentro del sistema universitario o consolidar una carrera académica. Sin hacer juicios de valor, solo constatar un hecho: es evidente que para un amplio sector de la comunidad arqueológica no resulta interesante la elaboración y edición de trabajos extensos, que consumen una gran cantidad de tiempo en su preparación, pero que tienen una difícil salida como publicación con los estándares hoy baremados en los curricula. Por ello, lo primero que se ha resentido en esta coyuntura es

lo que ha venido siendo la estrella por excelencia de la bibliografía arqueológica hasta dos décadas: la memoria de excavación. Como consecuencia, cada vez más resulta más difícil acceder a los datos de campo de las intervenciones y a los propios materiales obtenidos en las mismas. La “despreciada” arqueografía ha quedado en segundo plano frente a los resultados. Con ello, parece que muchos autores piden a los colegas más una profesión de fe que un espíritu crítico. Los que somos desconfiados, más por nuestra formación empirista que por nuestro carácter, emulamos a Santo Tomás: queremos ver, incluso tocar. No es por meter el dedo en la llaga, sino por aprender. Conocer los “aburridos” registros es lo que nos saca de la duda. Nos motiva la seriación de tipologías, de plantas, de secciones, de estratigrafías. Nos estimula el texto descriptivo, aunque a veces pueda resultar árido. Es algo visual, como un atávico fetichismo arqueológico, pero que nos da seguridad y nos hace revivir la excavación una y mil veces, aunque nunca hayamos estado en el sitio o incluso que los trabajos se hicieran mucho antes de que naciéramos. Es como un canal de comunicación con otros que comparten o compartieron la pasión por la arqueología y que constituye un elemento de identidad de nuestra profesión: una tradición histórica de

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la que podemos estar orgullosos, con sus luces y sus sombras, pero que hacen del nuestro un colectivo muy singular. Todo ello se está perdiendo en la coyuntura actual por exigencias de un guión dictado por las políticas científicas y académicas, en un modelo esencialmente competitivo, que no significa lo mismo que competente. El sistema penaliza la reflexión y la interpretación. Todo va tan rápido que no hay tiempo para esas minucias. Por ello, no sólo las memorias de excavación, sino también los títulos de ensayo arqueológico escritos por una o dos personas están desapareciendo de las estanterías de novedades de las librerías. Como pobre sustituto, casi todo lo que encontramos son las obras colectivas de amalgama que comentábamos o bien las reediciones de títulos ya antiguos. Todo un síntoma. Cuando faltan nuevas ideas, el mercado recurre a la remasterización de los clásicos, como está pasando también en el cine y la música. Por ello, es motivo de satisfacción presentar esta obra de breve formato Excavaciones arqueológicas en el Cerro del Castillo (Fuengirola, Málaga). Los niveles fenicios (siglos VII-III a.C.), que recoge los resultados de las intervenciones que se realizaron en los años 1989, 1990, 1994 y 1995 en la zona más elevada de este enclave. Estos trabajos aportaron la primera secuencia del lugar, iniciada en época fenicia y que llega hasta los siglos XVI-XVIII cuando la antigua fortaleza musulmana de Suhayl (Sohail) fue remodelada para servir de punto de control de una costa especialmente desguarnecida. Ciertamente, se trata de unas intervenciones que tuvieron carácter de urgencia y que consistieron en sondeos de pequeña extensión, pero que aportaron información arqueográfica de primera mano para considerar al Cerro del Castillo de Fuengirola como el solar de un asentamiento prerromano de gran importancia (pp. 20-21). De estas actividades arqueológicas teníamos algunas noticias anteriores

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publicadas en el Anuario Arqueológico de Andalucía (Hiraldo Aguilera y Riñones Carranza, 1991a, 1991b; Hiraldo Aguilera et al., 1992; Hiraldo Aguilera y Riñones Carranza, 1999; Hiraldo Aguilera et al. 1999), pero con la brevedad que caracteriza a esta serie. Por diversas circunstancias, el libro no ha podido congregar a todos los colegas que realizaron las intervenciones en aquellos momentos. Sólo uno de ellos, Ramón Hiraldo Aguilera, firma la obra como autor. Para completar los huecos se ha recurrido a otros investigadores bien conocidos en el mundo de la arqueología fenicia del sur peninsular: Juan Antonio Martín Ruiz y Juan Ramón García Carretero. La estructura del libro es la clásica de una memoria de excavación, en el pleno sentido de la palabra. Los autores no han pretendido innovar, sino sencillamente exponer los datos de que disponen. Tras una breve introducción física, paleogeográfica e histórica, pasan a describir la estratigrafía, estructuras y materiales, para hacer una valoración cronológica e interpretativa del lugar. El libro cierra con dos apéndices que recogen el inventario de hallazgos por sondeos y niveles y su conteo estadístico, todo ello acompañado de la bibliografía correspondiente. El capítulo 2, dedicado a la estratigrafía, viene a reflejar la dificultad de interpretación de las secuencias con alto grado de superposiciones, como es el caso, máxime porque las actividades se desarrollaron en espacios muy angostos, que impiden ver con claridad las ocupaciones, pero aun así, el relato que hacen los autores permite conocer los niveles fundacionales. Los sondeos fueron designados con las letras A, C y P, a los que hay que añadir el denominado Sondeo Sureste. Destaca especialmente el sondeo P, el único que se desarrolló extramuros de la fortaleza y que viene a ser el que ha ofrecido una imagen más clara de esos niveles, especialmente en la llamada zona B. Sin embargo, pensamos que el tratamiento de las estruc-

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turas debía haberse realizado con mayor nivel de detalle, aunque la cronología relativa de las mismas queda bastante clara (págs. 31-32 y 96-98). Tampoco la planimetría de los sondeos queda bien resuelta en mi opinión (pág. 30), ya que resulta un tanto confuso el uso de altitudes en m.s.n.m. en el texto y de cotas de profundidad en las ilustraciones. Realmente tampoco es un tema de fácil resolución, teniendo en cuenta la época en que se hicieron los trabajos, donde los métodos de georreferenciación estaban en sus inicios. El capítulo 3, dedicado a los materiales documentados, es el más extenso. Se recogen todas las categorías cerámicas aparecidas, con una selección de 341 piezas, de varios miles cuyo número total no se menciona, pero que hubiera sido importante para conocer el monto total y los porcentajes de cada clase de material aportado por las intervenciones (pág. 42). Con buen criterio los autores abordan el estudio de la cerámica por categorías tipológicas y no fábricas “étnicas”, circunstancia imposible de acometer en los momentos cronológicos de los niveles estudiados, salvo que su origen sea diáfanamente claro, como ocurre con las copas griegas. El capítulo 4 aborda la interpretación de las intervenciones en sus coordenadas crono-culturales y al papel que juega el asentamiento del Cerro del Castillo de Fuengirola en el marco de la colonización fenicia del litoral malagueño. Los autores asumen que los topónimos antiguos Syalis y Suel corresponden al enclave, atribución con la que estamos completamente de acuerdo. Tal cuestión la abordan inicialmente en las primeras páginas del libro (pp. 14-18) pero queda definitivamente cerrada casi al final, hablando abiertamente de hinterland suelitano (p. 104), aunque prefieren desarrollar esta idea en términos de “área de influencia”, pero que quizás se pudiera explicar, con las necesarias reservas, en clave de territorio político como ocurre en otras zonas de la actual provincia de Málaga. Por


ello, estamos igualmente de acuerdo en atribuir al Cerro del Castillo de Fuengirola, independientemente de usar el topónimo Suel de una forma un tanto atemporal, la consideración de uno de los centros de control y centralización de la costa occidental malagueña en este periodo. Quedaría abierta su posible relación de subordinación o autonomía con respecto otros núcleos próximos, especialmente la propia ciudad de Málaka. Ésta es una cuestión de modelo territorial más amplia que no ha sido abordada, porque quizás iba más allá del marco del libro. Enlazando con lo anterior, los autores se decantan por atribuir al Cerro del Castillo un carácter fenicio y no indígena (pp. 94-95). En principio, podemos estar de acuerdo con dicha afirmación, pero nos parece que el argumento utilizado para defender esta hipótesis no es acertado, ya que se centra en el elenco cerámico documentado en los sondeos. Los autores aluden a un mayor componente oriental de los materiales y a una limitada impronta indígena. Ciertamente, en los momentos en que se fechan los niveles estudiados no tiene mucho sentido hablar de cerámicas fenicias, por un lado, y de indígenas, por otro, estando inmersos en el litoral malagueño, a diferencia de lo que ocurría en momentos anteriores. Nos encontramos en un mundo híbrido y mixto, donde lo poco que vamos conociendo de estos momentos nos muestra una koiné cerámica donde la tecnología, el repertorio formal y las decoraciones remiten a los alfares fenicios, pero ya con una larga evolución en el sur peninsular, contexto donde el modo de trabajo indígena se encontró totalmente integrado. A este respecto, los autores señalan que el asentamiento pudo albergar población mixta, lo cual secundamos de pleno. Así, el libro viene a aportarnos una información empírica de gran interés para este momento post-arcaico en la costa andaluza, que tan mal conocemos todavía, pero donde se plasman cuestiones de gran interés. Entre ellas, se abordan los temas de la

posible actividad metalúrgica en los momentos iniciales de la ocupación (pp. 96-98) y la perduración de los pavimentos de conchas en este periodo (p. 99). Precisamente, la cuestión cronológica de la fundación del asentamiento del Cerro del Castillo es determinante ya que, a tenor de la estratigrafía y los materiales aportados, nos encontraríamos en el momento en que se produce el gran cambio del siglo VI a.C. en la estrategia fenicia en la costa de Málaga. Un periodo convulso, todavía mal conocido y que, sin duda, presenta una variedad de matices y de situaciones que estamos empezando a comprender en los últimos años. Frente a las explicaciones historicistas, en la línea de la llamada crisis del siglo VI, que han generado una abundante bibliografía (reseñada en Martín Ruiz, 2007: 13-44), pienso que hay que hablar de un proceso muy complejo, donde realmente se produce un cambio de modelo, tanto en la dinámica del espacio litoral y como en las tierras del interior. Creo que la fundación del Cerro del Castillo se inserta plenamente en este contexto, donde el concepto de territorio político es decisivo para la apropiación del espacio y especialmente de aquellos lugares que disponen de ciertas ventajas geográficas. Por ello, me resulta difícil aceptar la fecha de un siglo VII a.C. avanzado para la fundación del Cerro del Castillo de Fuengirola como proponen los autores del libro ya desde el mismo título (pp. 101 y 110). El argumento utilizado por ellos para esa cronología se basa en la presencia de ánforas de tipo R-1/Ramon T-10.1.2.1 datadas en los siglos VII-VI a.C. (p. 47), a la que no hay nada que objetar. Sin embargo, en el libro, se ha apostado claramente por la banda más alta de esta horquilla temporal, pero, a la vista de los perfiles que se presentan en la obra, pienso que pertenecen más al tipo de galbo piriforme, al que se le puede atribuir una fecha ya del siglo VI, con buenos paralelos en el Cerro del Villar (Aubet Semmler et al., figs. 133 a, d; 163 a; 175 r-s; 176 e;

185; 186 a; 187 q-r). Algunos platos de engobe rojo que presentan borde acanalado también podrían fecharse dentro del siglo VII a.C., pero con una gran perduración a lo largo de la centuria siguiente, al tiempo que su procedencia es variada: estratos que colmatan las estructuras prerromanas del sondeo P (p. 86, n.º 193 y 235) o contextos revueltos (p. 86, n.º 14), junto con algunos otros en posición estratigráfica más intacta (p. 89, n.º 391 y 895). Estos dos últimos ofrecen un buen argumento para dar cronología a la estructura E-3 del sondeo P –la más tardía de la fase prerromana– y al denominado muro fenicio del sondeo A, que en mi opinión no deberían ser anteriores al siglo VI a.C. En este asunto las cerámicas griegas resultan determinantes. Los autores mencionan un fragmento amorfo de copa jonia –que no reproducen–, a la que atribuyen un posible origen samio (p. 53) y que procede de los niveles superiores del sondeo P. Decisivo es la aparición de un fragmento de copa de bandas ática de figuras negras, decorada con un sátiro. Dicha pieza fue atribuida en su día por R. Olmos (1993-94: 110) al Pintor del Ágora 1241 y datada en el tercer cuarto del siglo VI a.C. Sin embargo, en los últimos años la cronología de este artista se ha modificado a la baja, señalándose un momento posterior a 540 a.C. (Heesen, 2011: 219) o hacia 530 a.C. (Eschbach, 2007: 123). Este fragmento pertenece al estrato IV del sondeo P, que corresponde al derrumbe de la estructura E-4, interpretada con el primer muro de contención que marca el inicio del aterrazamiento del cerro (pp. 31 y 98), por lo que sería un indicativo de la datación de dicha construcción. Por todo ello, con los datos empíricos con que contamos y que se presentan en el libro, pienso que la fundación del núcleo del Cerro del Castillo de Fuengirola debe situarse en la segunda mitad del siglo VI a.C. Los materiales que han proporcionado las excavaciones indican que el momento de poblamiento intenso del lugar son los siglos V y IV a.C.,

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encontrándose apenas definido el siglo III a.C., siendo un buen indicador de esta ocupación las cerámicas griegas documentadas (pp. 53-55) y otras del mismo origen que proceden de hallazgos casuales en otros lugares del cerro y que dos de los autores ya abordaron en su momento (Martín Ruiz y García Carretero, 1997-98). Finalmente, se echa de menos un mapa de ubicación del Cerro del Castillo de Fuengirola en el contexto general de este sector de la costa malagueña, así como su posición en relación con el casco urbano de Fuengirola y el río homónimo. Igualmente, tampoco hubiera estado de más que los autores hubieran incluido un mapa del hinterland suelitano, con la localización de los diferentes yacimientos que mencionan en este territorio y su relación con los principales hitos geográficos de la zona. Esto, que puede resultar superfluo para quienes conocen la zona, no lo es para aquellos lectores de puntos más alejados de la misma, a los que también es necesario llegar. En conclusión, el libro Excavaciones arqueológicas en el Cerro del Castillo (Fuengirola, Málaga). Los niveles fenicios (siglos VII-III a.C.) es una aportación de gran interés en el panorama del mundo prerromano de la costa mediterránea andaluza. No solo contribuye al debate científico sobre algunas cuestiones candentes, sino que los autores aportan los elementos arqueográficos necesarios para ello con una gran honradez intelectual. Es un libro que permite posicionarse al lector y hacer su propia lectura de la documentación. Pese a sus carencias, fruto en buena parte del momento de obtención de los datos y, sin duda, también de restricciones presupuestarias que posiblemente han impedido también realizar algunas analíticas, creo que es una obra a tener en cuenta de cara al futuro. Especialmente, puede ser muy útil para aproximarnos a ese mundo de los siglos V-IV a.C., tan mal conocido, tan poco sistematizado y, también, porque no decirlo, tan

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poco valorado. Un periodo que los autores, con muy buen criterio, califican también como fenicio, no haciendo el término exclusivo del periodo arcaico. De este modo han tenido el coraje de desterrar de su vocabulario el término púnico, que se sigue utilizando todavía para buena parte del litoral andaluz de manera impropia y atemporal para esta etapa post-arcaica, ya sea por tradición, por criterio de autoridad o sencillamente por falta de una denominación de consenso más apropiada. Igualmente, no quiero terminar sin reconocer al Ayuntamiento de Fuengirola su labor en la edición del libro. Solo el hecho ya muestra un interés institucional en la cultura y en el patrimonio arqueológico que no se prodiga excesivamente por estos lares, aparte del aparato propagandístico y mediático, habitual fanfarria de nuestros próceres de diferentes niveles administrativos. Igualmente, me consta la intención futura del Consistorio de poner en valor la Zona Arqueológica de Suel, ampliando así el espacio cultural del Castillo de Sohail, lo cual revalorizaría muchísimo un enclave patrimonial que puede ser un recurso importante para Fuengirola y el conjunto de la Costa del Sol. Ahora bien, espero que ese proyecto municipal cuente con una financiación menos cicatera que la edición del libro que nos ocupa, que ha resultado muy, pero que muy, básica. El lector se dará cuenta al momento de que el presupuesto para la publicación de la obra no es que haya sido ínfimo, sino lo siguiente, como se dice ahora. Creo que el primer asentamiento que dio lugar al desarrollo histórico de Fuengirola se merecía un poquito más de esfuerzo económico para hacer un libro más acorde con la importancia del tema. Sin alardes cromáticos o de encuadernación innecesarios, pienso que la obra merecía un mejor nivel de maquetación, formato y grafismo. Esta mediocridad de la edición desluce el acabado final y resulta poco acorde con la política cultural de uno de los municipios más saneados de la provincia

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de Málaga, de acuerdo con los datos económicos que maneja la prensa (Diario Málaga Hoy, 19 de diciembre de 2015). Incluso, la obra cuenta con la colaboración de la Diputación de Málaga en su impresión, según recogen los créditos y la contraportada. En fin... no sigo. Pero quedémonos con lo bueno. Siempre hay tiempo de rectificar y ocasiones no van a faltar, si finalmente el proyecto de puesta en valor de la Zona Arqueológica de Suel se convierte en realidad. Por ello, solo me queda felicitar a los autores por su trabajo y al Consistorio editor por su iniciativa. A ver si cunde el ejemplo. BIBLIOGRAFÍA AUBET, M. E., CARMONA, P., CURIÀ, E., DELGADO, A., FERNÁNDEZ CANTOS, A. y PÁRRAGA, M. (1999): Cerro del Villar-I. El asentamiento fenicio en la desembocadura del río Guadalhorce y su interacción con el hinterland, Arqueología Monografías, Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, Sevilla. ESCHBACH, N. (2007): Corpus Vasorum Antiquorum. Deutschland. Göttingen. Archäologisches Institut der Universität. Vol. III, Attisch Schwarzfigure Keramik, Beck, Munich. HEESSEN, P. (2011): Athenian Little-Masters Cups, Chairebooks, Amsterdam. HIRALDO AGUILERA, R. y RIÑONES CARRANZA, A. (1991a): “Informe preliminar de la excavación arqueológica de urgencia efectuada en el Castillo de Fuengirola (Málaga). Sondeos A, B y H”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1989, vol. III, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, pp. 343-349. HIRALDO AGUILERA, R. y RIÑONES CARRANZA, A. (1991b): “Informe preliminar de la excavación arqueológica de urgencia realizada en el Castillo de Fuengirola (Málaga). Sondeos A, B y H”, Anuario Arqueológico de Anda-


lucía 1989, vol. III, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, pp. 343-349. HIRALDO AGUILERA, R. y RIÑONES CARRANZA, A. (1999): “Intervención arqueológica de urgencia en el patio del Castillo de Sohail (Fuengirola, Málaga)”, Anuario Arqueológica de Andalucía 1994, vol. III, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, pp. 411-415. HIRALDO AGUILERA, R.; RECIO RUIZ, Á. y RIÑONES CARRANZA, A. (1992): “Informe preliminar de la excavación arqueológica de urgencia realizada en el

Castillo de Fuengirola (Málaga). Sondeo P”, Anuario Arqueológica de Andalucía 1990, vol. III, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, pp. 313-320. HIRALDO AGUILERA, R., FERNÁNDEZ LÓPEZ, S., RECIO RUIZ, A. y RIÑONES CARRANZA, A. (1999): “Informe de la actuación arqueológica realizada en la Torre del Homenaje y en el ángulo sudoeste del Castillo de Sohail (Fuengirola, Málaga)”, Anuario Arqueológica de Andalucía 1995, vol. III, Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, Sevilla, pp. 415-423.

MARTÍN RUIZ, J. A. (2007): La crisis del siglo VI a.C. en los asentamientos fenicios de Andalucía, Diputación de Málaga, Málaga. MARTÍN RUIZ, J. A. y GARCÍA CARRETERO, J. R. (1997-98): “Las cerámicas griegas procedentes del Cerro del Castillo (Fuengirola, Málaga), Mainake, 19-20, pp. 71-87. OLMOS ROMERA, R. (1993-94): “Cerámica griega del Castillo de Fuengirola (Málaga)”, Mainake, 15-16, pp. 109-114.

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Sitio de los Dólmenes de Antequera. Intuición e intención en la obra de Javier Pérez González. Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera. Antequera, 2015, 132 páginas, Depósito Legal SE-1306-2015 Miguel Angel Blanco de la Rubia Fotógrafo y artista. Especializado en fotografía Arqueológica, de Patrimonio y proyectos Editoriales [miguelblanco237@gmail.com]

Como todos sabemos, la ciencia arqueológica busca desentrañar nuestro pasado histórico más alejado, indagando en o a partir de los restos materiales que todavía existen o se descubren, pertenecientes a culturas y sociedades ya desaparecidas. Restos, huellas, testimonios materiales que retienen una memoria activa que nos habla y que –apoyándonos en la imaginación arqueológica– podemos interpretar. Son ya más de 150 años generando relatos e investigando hipótesis, y en ese largo recorrido, la arqueología siempre ha estado acompañada de su inseparable compañera, la fotografía. Enmarcada dentro de las acciones de difusión encaminadas a lograr un mayor conocimiento y sensibilización social, con el objetivo de recabar todos los apoyos posibles para que el Sitio de los Dólmenes de Antequera –por ser uno de los mejores exponentes del megalitismo europeo– se inscribiera formando parte de la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, (propuesta iniciada en 1984 y felizmente culminada este pasado mes de julio, tras la reunión de dicho Comité en Estambul, con su designación y aprobación definitiva), pudo visitarse entre los meses de septiembre de 2015 y febrero de 2016, en Antequera y Málaga, respectivamente, la exposición de fotografías:

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Sitio de los Dólmenes de Antequera. Intuición e intención en la obra de Javier Pérez González, comisariada por Aurora Villalobos Gómez, con el patrocinio del propio Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera, de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. La exposición se articula en base a una serie de 27 fotografías en gran formato, especialmente seleccionadas para la ocasión, extraídas del amplio repertorio de las muchas realizadas por dicho autor entre 2006 y 2015, en reconocimiento a su trayectoria como colaborador encargado de las tareas de documentación gráfica formando parte del equipo interdisciplinar que en la última década viene estudiando espacial y arqueológicamente este Conjunto Monumental y su interrelación con su entorno físico y medioambiental, englobado en el más amplio proyecto de tutela, valorización y gestión de este magnífico conjunto patrimonial, bajo la dirección de Bartolomé Ruiz González, artífice asimismo de esta iniciativa premiada con tal reconocimiento internacional. En sí misma es un recorrido que persigue articular un discurso, a medio camino entre lo artístico y lo científico, poniendo de relieve la belleza intrínseca, los valores arqueológicos, culturales y del entorno paisajístico


de esta necrópolis prehistórica con más de 6000 años, poniendo especial énfasis en las relaciones visuales que los tres grandes túmulos funerarios que la integran guardan con determinados elementos significativos de su contexto geográfico y otras posibles pautas arqueoastronómicas existentes, con todas las implicaciones simbólicas que ello pueda comportar. Más concretamente ha sido estructurada entre los binomios: dolmen de Menga-Peña de los Enamorados, dolmen de Viera-astro solar, y tholos del Romeral-sierra del Torcal, como bien remarca la misma Aurora Villalobos en el texto de presentación que abre el excelente catálogo de la muestra, al que acompañan otros tres textos complementarios de otros tantos autores, reunidos bajo el epígrafe de “Otras miradas.” Bajo estos parámetros, el trabajo fotográfico de Javier Pérez, en palabras de uno de esos autores, Rafael Maura Mijares, “ha posibilitado una nueva visión del arte rupestre al aire libre en las Tierras de Antequera, concluyéndose que, partiendo de los ejes marcados por las orientaciones de los corredores de los dólmenes, éstos, el arte esquemático localizado en las sierras periféricas, los accidentes geográficos más significativos y algunos fenómenos astronómicos, pudieron estar relacionados visualmente entre sí como una forma de articulación protocolar y armonizada del paisaje, a través de la cual, los elementos antrópicos (dólmenes y arte rupestre) quedarían integrados con los naturales (accidentes geográficos y eventos solares) en un ordenamiento simbólico del territorio”; quien más adelante también subraya cómo “sus fotos buscan la percepción del instante presente, pero a la vez evocan el recuerdo pretérito que permanece implícito en aquellos espacios ancestrales que el ser humano quiso señalar por primera vez como suyos”; enriqueciendo, renovando y actualizando con ellas las representaciones, el imaginario visual y la imagen institucional de este sitio.

La exposición como tal reviste varias dimensiones. Dos resultan obvias y a ellas remiten los propios textos explicativos: su dimensión de generar y apoyar resultados e hipótesis emanadas de las propias líneas de la investigación científica; y una segunda –no menos destacada, que se cumple con ella misma–, que atañe a la necesidad de difundir, promocionar y dar a conocer estas conclusiones y puntos de vista, a partir de las imágenes escogidas y la propia belleza concentrada de las mismas, que logran trasladan al espectador y le hacen sentirse dentro de los escenarios mostrados en determinados momentos muy especiales. No voy a extenderme en comentar aspectos referidos al trabajo de este fotógrafo porque ya están bien desarrollados, como digo, en los textos que componen el catálogo y a ellos remito. No obstante, no quiero desaprovechar la ocasión y resaltar cómo, de entre todas las imágenes, las que muestran las incidencias de los rayos solares en y desde el interior de las cámaras funerarias, consiguen atraparnos especialmente. Pero la propuesta también nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre algunas consideraciones que subyacen a la propia relación entre la fotografía y su capacidad para documentar o fijar tiempo, reemplazando al objeto de estudio; sobre la eterna discusión entre veracidad y visión subjetiva, como herramienta para la articulación de discursos intencionados derivados de las características del propio medio; y sobre el propio carácter de la fotografía, al fijar la apariencia de un suceso o de un instante, propiciando que la función que hasta su irrupción realizábamos con la memoria y el pensamiento, pueda ser sustituida por una foto o secuencia de imágenes únicas, en las que queda comprimido y condensado cuanto existe y sucede a nuestro alrededor, con tan grandes dosis de una objetividad que siempre es relativa. Tener presente desde dónde opera el autor-fotógrafo en todo

momento, es necesario para entender el papel que juega en su relación con la ciencia arqueológica, en este caso, y, por otra parte, como disciplina artística. Porque, aunque sea una obviedad recordarlo, nuestro trabajo dentro de la fotografía arqueológica, siempre entraña un diálogo real y práctico con esta ambivalencia entre la pretendida objetividad y nuestra insoslayable visión subjetiva, según sea nuestra formación y sensibilidad para aplicar nuestros conocimientos técnicos, las metodologías más adecuadas en cada caso y los nuevos procedimientos y herramientas procedentes de los últimos avances tecnológicos. Desde aquí es desde donde inevitablemente partirán nuestros enfoques y los resultados que aportemos, tanto a la hora de documentar como a la hora de generar relatos y lecturas posibles. En cómo logremos fundir la una en la otra, y viceversa, a sabiendas que ambas siguen su propio camino, las imágenes producidas serán útiles y aportarán sentido, cumpliendo no solo con la misión de recoger información fidedigna con la mayor y mejor exactitud tanto de los restos materiales exhumados como del propio proceso investigador, sino también para –por su condición de ser un lenguaje visual– desarrollar su vertiente artística. De este modo, gracias al talento de cada autor para interpretar, relacionar y conjugar estética y visualmente todos los elementos, las imágenes obtenidas supondrán lecturas que irán más allá de lo simplemente mostrado, descubriéndonos otras cualidades que entraña su misma materialidad y pasarán a convertirse ellas mismas en memoria recordable. Porque como muy bien recordaba no hace mucho Gonzalo Ruiz Zapatero, en el texto incluido en el catálogo de la exposición-homenaje al fotógrafo de arqueología José Latova, “Fotografía y arqueología: ventanas al pasado con cristales traslúcidos”: “La fotografía, como otros medios visuales, no es nunca inocente. (... )... todas las fotografías son siempre intencionales (cargadas de intencionalidad) y selectivas.

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La imagen fotográfica, más que un reflejo de la realidad, es una construcción que sigue una determinada estrategia de representación”. Y más adelante: “son en definitiva una suerte de tecnología de encantamiento”, para concluir: “las fotografías nos conectan con otro tiempo, como hacen también los hallazgos arqueológicos, y nos permiten construir relaciones con un pasado ausente”. Porque además, en palabras de Susan Sontag,

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“una fotografía no es solo una imagen (....), una interpretación de lo real; también es un vestigio, un rastro directo de lo real, como una huella o una máscara mortuoria”; y como por otro lado nos aclara Jonh Berger: “las fotografías no narran nada por sí mismas. Las fotografías conservan las apariencias instantáneas”. Para finalizar, felicitar y animar para que este tipo de propuestas

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no queden limitadas a ocasiones puntuales –siempre bienvenidas– y pudieran tener una mayor continuidad a lo largo del año, como otro tipo de actividades programadas y auspiciadas bajo el patrocinio de este centro, haciendo posible el despliegue de otras miradas y otras visiones, que descubran y acerquen al gran público la riqueza patrimonial y arqueológica de la prehistoria andaluza.


NOTICIAS

EXPOSICIÓN “LAS MUJERES EN LA PREHISTORIA”. MUSEO ARQUEOLÓGICO DE SEVILLA, DEL 19 DE NOVIEMBRE DE 2015 AL 3 DE ABRIL DE 2016 En la programación del Museo Arqueológico de Sevilla del año 2016 se ha integrado una propuesta expositiva producida por el Museo de Prehistoria de Valencia titulada Las Mujeres en la Prehistoria que ha visitado en su itinerancia más de 50 sedes.

todos aquellos aspectos relacionados con el “hombre prehistórico” y sus avances tecnológicos frente a una visión mas humanizada e integradora del pasado. Desde esta perspectiva, la mayor parte de textos e imágenes producidos desde la Arqueología y asociados al estudio e interpretación del pasado se han ocupado de presentarnos una sociedad en la que las mujeres han sido poco visibles y han quedado al margen de las dinámicas productivas, económicas e ideológicas.

La clave del éxito de esta muestra es su contenido científico y divulgativo en el que las sociedades del pasado se presentan sin sesgos sexistas y con una perspectiva en la que los grupos humanos se muestran heterogéneos, diversos y singulares. Esta línea interpretativa rompe con los tradicionales argumentos de la producción científica europea sobre la Prehistoria. Hasta finales del siglo XX la Arqueología ha sido una ciencia orientada al estudio de las sociedades del pasado que ha enfatizado

Los restos arqueológicos no presentan etiquetas identificativas respecto a su autoría, siendo imposible conocer si detrás de un producto determinado se esconde una mano femenina o masculina. Ante esta incertidumbre, tradicionalmente se ha aplicado en la interpretación del pasado un neutro genérico masculino, que ni es neutro ni es genérico sino sexista, lo que ha generado la invisibilidad de las mujeres en todos los procesos sociales del pasado.

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Por ello, el argumento principal de esta exposición itinerante ha sido la presentación de un pasado en el que se evidencian unos grupos sociales en los que las mujeres no están disociadas de los procesos productivos, todo lo contrario, su importancia para la reproducción social y el mantenimiento de los grupos queda patente no solo en el ámbito de la interpretación histórica sino en el propio registro arqueológico. La Arqueología de Género, surgida desde el impulso de las corrientes feministas de los años 70 del pasado siglo XX, se constituye a día de hoy como una enriquecedora disciplina teórica de interpretación y reconstrucción histórica. La exposición original Las mujeres en la Prehistoria está integrada por una serie de módulos con imágenes, textos y réplicas de objetos originales que recorren todos y cada uno de los aspectos de la vida y muerte de la mujer en la Prehistoria, por supuesto integrados en los procesos económicos y sociales de los grupos humanos del pasado. Estos contenidos producidos científicamente desde el Museo de Prehistoria de Valencia, se han ampliado para la sede de Sevilla con piezas originales de las colecciones del propio Museo. De esta forma, se ha presentado en paralelo al recorrido de la exposición original un discurso específico sobre el papel de las mujeres en el bajo Guadalquivir durante la Edad del Cobre, la etapa de la Prehistoria mejor documentada en las colecciones de este museo. En este sentido, destaca especialmente la presentación por primera vez al público de una enterramiento femenino documentado en la necrópolis calcolítica de Montelirio en Valencina de la Concepción. Se trata de una inhumación que apareció cubierta con un vestido –o manto– realizado con miles de cuentas de hueso y adornada con un collar realizado con cuentas de ámbar ademas de otros elementos de

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ajuar singulares en forma de colgantes de bellota. Un enterramiento cargado de sentido ritual que nos acerca a la importancia alcanzada por esta mujer del bajo Guadalquivir y su materialización testimoniada en la espectacularidad de su tumba y ajuar. La muestra se ha complementado con otras actividades temáticas asociadas al contenido de la teoría arqueológica de género. En primer lugar, se programó durante el mes de noviembre un ciclo de cine de temática prehistórica, coincidiendo con la inauguración de la muestra. Cada proyección fue acompañada de una charla-coloquio a cargo de una investigadora encargada de presentar la perspectiva científica y los aspectos de género tratados en el filme. Para otro tipo de público se incorporó una actividad de recreacionismo histórico en la que se representó un enterramiento de una mujer en época calcolítica, según los rituales desarrollados en la Sierra Sur sevillana en esos momentos. Finalmente, una serie de conferencias analizaron el papel de la mujer en el pasado y de la interpretación arqueológica desde el ámbito de los museos, la producción cultural y la investigación académica. La primera de estas charlas coincidió con el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el 8 de marzo. El cómputo total de visitantes de la muestra y de asistentes a las actividades asociadas ha sido de 27.513 personas. Esta exposición ha sido posible gracias a la colaboración institucional entre la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, y la Diputación de Valencia, a través del Museo Arqueológico de Sevilla y del Museo de Prehistoria de Valencia.

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Ana D. Navarro Ortega Directora del Museo Arqueológico de Sevilla


Centro de Interpretación del oppidum ibérico de Puente Tablas.

EL OPPIDUM IBÉRICO DE PUENTE TABLAS Y EL VIAJE AL TIEMPO DE LOS IBEROS EN JAÉN El Viaje al Tiempo de los Íberos es el proyecto patrimonial de mayor envergadura de la provincia de Jaén, en el cual se han puesto en valor los yacimientos arqueológicos más importantes de la cultura íbera, con una inversión de la Diputación de Jaén y de la Junta de Andalucía de más de 5 millones de euros. El oppidum de la Plaza de Armas de Puente Tablas fue descubierto a principios de los años 70 por un grupo de aficionados encabezados por Ramón Espantaleón, siendo el punto de partida para el desarrollo, entre 1971 y 1973, de las primeras excavaciones dirigidas por J. Maluquer. El yacimiento fue expropiado por el Estado en 1976 y en 1988 se declaró Zona Arqueológica y Bien de Interés Cultural. A partir de 1982 comienza una nueva etapa en las investigaciones del sitio, subvencionadas por la Diputación Provincial, con las intervenciones dirigidas por los doctores Arturo Ruiz y Manuel Molinos, excavaciones que pasaron a ser sistemáticas

a partir de 1985, al integrarse el asentamiento en el proyecto de investigación Poblamiento ibérico en la Campiña de Jaén, subvencionado por la Junta de Andalucía. Tras varias campañas arqueológicas, con más de 8.000 m2 intervenidos, hoy en día hay un amplio conocimiento de la ocupación del yacimiento de Puente Tablas. La Plaza de Armas de Puente Tablas se encuentra en el término municipal de Jaén, al noreste de la ciudad, a unos 7 Km de distancia por la carretera de Torrequebradilla. La secuencia de ocupación constatada comprende un amplio período que abarca desde finales del siglo IX ANE hasta el siglo X DNE, habiendo un hiatus temporal claro desde fines del siglo IV hasta fines del s. III ANE y un abandono definitivo del sitio en los inicios del siglo II ANE. Este asentamiento se configura como un excepcional ejemplo del desarrollo de un proceso de concentración poblacional desarrollado en la Campiña Occidental hacia finales del siglo IX ANE, el cual supone la captación de la población dentro de unos límites fijos marcados por la fortificación, y se produce en paralelo a procesos de acentuación de jerarquización social. Hacia el siglo VII ANE se constatan los primeros niveles de cimentación de la fortificación.

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Las recientes excavaciones arqueológicas en el oppidum de Puente Tablas de Jaén, realizadas por el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibera de la Universidad de Jaén y financiadas por el Viaje al Tiempo de los Iberos, han puesto de manifiesto un espacio privilegiado que se ha definido como el área palacial de Puente Tablas y un gran santuario ubicado junto a la puerta de entrada del poblado. La puesta en valor del yacimiento ha consistido en la construcción de un centro de recepcion de visitantes, la restauración de los restos arqueológicos más emblemáticos y la creacción de un recorrido por el sitio arqueológico que se puede hacer incluso a través de una app-móvil interactiva. El edificio de recepción aprovecha la existencia de una colina previa a la zona arqueológica, para colocarse a media ladera quedando oculto previo al yacimiento. Su posicion permite que el edificio nunca sea contemplado por el visitante en la misma linea visual que los restos arqueológicos. Se ha construido un aparcamiento vinculado al edificio junto al acceso rodado a la parcela y una red de itinerarios peatonales que conectan el aparcamiento con el centro y este con el punto alto de la colina, desde donde se tiene una primera percepcion del conjunto arqueologico y se inicia el recorrido peatonal hacia las diferentes paradas arqueológicas.

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Exteriormente el edificio se compone de dos grandes volumenes, uno mas alto y anclado al suelo que sirve de vestibulo de entrada y recepcion, y otro alargado no apoyado directamente en el terreno, donde se desarrolla un espacio expositivo. El acabado exterior del edificio puede llamar la atención, se han utilizado paneles HPL compacto en dos colores (rojo y blanco), con la intencion de reproducir en el edificio parte de la gama de colores dominantes en la cultura ibera y su similitud con los colores que en su día tenia la muralla del oppidum. La exposición se organiza por diferentes temas pero el hilo conductor es una familia íbera que nos acompañará por todo el recorrido contándonos su vida cotidiana durante todo un año, descubriremos cómo vivían y cómo construían, sus estructuras sociales, el urbanismo del oppidum, la sociedad, su economía,… todo ello interpretado a través de los datos arqueológicos obtenidos a lo largo de las diferentes investigaciones realizada en por el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibera de la Universidad de Jaén. El visitante encontrará un espacio didáctico con recreaciones escenográficas, piezas interactivas, audiovisuales e ilustraciones que completan la excepcional experiencia histórica que supone visitar el yacimiento íbero de Puente Tablas.

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Vicente Barba Colmenero Arqueólogo profesional


de nueva creación a medida que los planes cambiaban y permitían ofrecer una información y formación más amplia, a la vez que más específica y transversal. Tales circunstancias le dieron unos conocimientos amplios de las materias a impartir, no solo desde la óptica de contenidos históricos sino también en vertientes teóricas y metodológicas, lo que además transmitió con una esmerada y cuidada dedicación al alumnado del que siempre hemos recibido palabras de reconocimiento hacia ella, por su actitud abierta y respetuoso trato personal a la hora de orientarlos en cuanto a la formación como discentes. Su investigación giró en torno a la Prehistoria Reciente en Andalucía, centrándose principalmente en las sociedades de la Edad del Cobre, tanto en el estudio de sus sistemas de hábitat como prácticas funerarias. De ahí que consideremos a Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía un adecuado espacio para rendirle homenaje y agradecimiento por su reconocida producción investigadora con aportaciones de especial interés para el conocimiento científico del Megalitismo andaluz.

ROSARIO CABRERO GARCÍA (1946-2016): OBITUARIO Rosario Cabrero García realizó la carrera de Filosofía y Letras (Sección de Historia) en la Universidad de Sevilla comenzando su dedicación académica a la Prehistoria hacia 1970 con la tesina de licenciatura referente al yacimiento de la cueva del Gato (Málaga), bajo la dirección del profesor D. Antonio Blanco Freijeiro, director del Departamento en aquellas fechas. Su trayectoria como profesora de Prehistoria en dicha Universidad se inicia en el año 1975 tras la llegada de los catedráticos D. Manuel Pellicer y Dña. Pilar Acosta quienes se encargarán del recién creado Departamento de Prehistoria y Arqueología impulsándose así una docencia y líneas de investigación referentes a dichas áreas de conocimiento, y siendo Rosario de las primeras profesoras en ocupar una plaza para su desarrollo. Durante unos 32 años impartió clases en este esta Universidad, abordando asignaturas de Prehistoria, Arqueología, Arte y Arqueología de Grecia y Roma. En ese dilatado tiempo docente se sucedieron seis planes de estudio, en los que fue asumiendo asignaturas

Aunque colaboró en excavaciones arqueológicas de diferentes periodos históricos y su primera dirección fue la prospección y excavación de la necrópolis medieval de Zahara de la Sierra (Cádiz) junto a D. Antonio Blanco Frejeiro en 1972, sus investigaciones fueron posteriormente centrándose en la Prehistoria Reciente. Así en los años 1975 y 1976 excavó el conjunto dolménico de Los Gabrieles (Huelva), una necrópolis megalítica de estructuras de gran complejidad. A partir de 1978 las publicaciones se referirán mayoritariamente al megalitismo, y/o aspectos concretos relacionados con este fenómeno, caso por ejemplo de sus publicaciones sobre el dolmen del Moral (Málaga) o del tholos de la Zarcita (Huelva), abriéndose así camino hacia su gran aportación que fue su tesis doctoral titulada El fenómeno megalítico en Andalucía occidental y defendida en 1982. Dada la extensión de este trabajo fue dándolo a conocer en sucesivas publicaciones incidiendo y valorando, aún más si cabe, en el contenido científico del estudio. La repercusión de la tesis no solo afectó favorablemente a la actualización del conocimiento de este fenómeno funerario en Andalucía occidental sino que ha sido y seguirá siendo una obra clave para la defensa del patrimonio prehistórico, habiéndose usado en las catalogaciones realizadas por la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía.

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Sus posteriores trabajos, cada vez más especializados, sobre tumbas y necrópolis de las que apenas se tenía información, supusieron igualmente importantes aportaciones al conocimiento del megalitismo andaluz. Este es el caso de sus estudios sobre las cuevas artificiales de Juan Corrales en Gilena o Cerro del Ojo en Predera, ambas en Sevilla, la sepultura de Caño Ronco (Camas, Sevilla) y su relación con el asentamiento de Valencina de la Concepción (Sevilla), el sepulcro megalítico con puerta perforada de El Poyato (Córdoba) y los dólmenes de Cortegana (Huelva) entre otros. Merece la pena destacar las investigaciones realizadas sobre determinados registros antropológicos como los pertenecientes a los dólmenes de Cañada Real y El Palomar (Sevilla). En este mismo sentido, realizó un gran esfuerzo en el estudio de determinados materiales arqueológicos considerados de especial relevancia crono-cultural o económico-social, realizando importantes aportaciones como, por ejemplo, la antigüedad de ciertas comunidades megalíticas de la Campiña sevillana.

De su dilatada labor como arqueóloga destacan muy especialmente las excavaciones sistemáticas realizadas en el yacimiento de Amarguillo II (Sevilla), mediante un Proyecto General de Investigación iniciado en 1986. Este proyecto generó una amplia bibliografía respecto a la ocupación de la campiña sevillana entre el IV y II milenio a.n.e. con especial incidencia en el periodo metalúrgico. Al igual que en los casos anteriores, podemos remarcar los esfuerzos por abordar el estudio de los distintos materiales arqueológicos con la mayor profundidad y precisión posible cuyo fruto se refleja en las publicaciones. Rosario fue y es un ejemplo de constancia y de trabajo, teniendo en cuenta que la profesión la inicia en unos momentos con carencia de medios, pero con grandes ilusiones. Supo llevar adelante esta descompensación entre inconvenientes e ilusiones dejándonos en su herencia un ejemplo luchador como profesional docente, investigadora y compañera. Rosario Cruz-Auñón Briones Universidad de Sevilla Departamento de Prehistoria y Arqueología

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Pilares de la cĂĄmara de Menga. Foto: Miguel Ă ngel Blanco de la Rubia.


ADQUISICIÓN//ACQUISITION MENGA es una publicación del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía)

MENGA is a journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (Ministry of Culture of the Andalusian Regional Government) Los modos de pago y solicitud pueden ser consultados en la página Web / Subscription orders can be found on the following web site: www.juntadeandalucia.es/cultura/libreriavirtual/

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Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía se intercambia con cualquier revista de Prehistoria, Arqueología, Etnografía o áreas de conocimiento afines. Cualquier solicitud de intercambio deberá dirigirse a la siguiente dirección de correo electrónico: dolmenesdeantequera.ccul@juntadeandalucia.es

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MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. ISSN 2172-6175

Menga. Journal of Andalusian Prehistory will be exchanged with any journal of prehistory, archaeology, ethnography or related areas of knowledge. Requests for exchange should be sent by e-mail to: dolmenesdeantequera.ccul@juntadeandalucia.es

INFORMACIÓN/GENERAL INQUIRIES Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, 5 29200 Antequera (Málaga) Tel.: + 34 951214662 / +34 677902737 Fax: + 34 952739926 Correo-e: dolmenesdeantequera.ccul@ juntadeandalucia.es


NORMAS//GUIDELINES PARA LA PRESENTACIÓN DE TRABAJOS//FOR SUBMITTING ARTICLES

MENGA

07 Ámbito temático

Thematic scope

Menga da la bienvenida a trabajos inéditos en inglés o español que traten de la Prehistoria de Andalucía y regiones vecinas del sur de la Península Ibérica, o a trabajos que aborden síntesis generales de ámbito supra-regional conectando la Prehistoria Andaluza con el resto de Iberia, el Mediterráneo occidental y la Europa Atlántica. Igualmente, Menga se interesa de forma expresa por publicar trabajos que contribuyan a la formalización teórica y metodológica de la investigación prehistórica y al avance de los procedimientos y sistemas de gestión y difusión del patrimonio prehistórico. La revista Menga solo publicará trabajos originales que no hayan sido publicados o estén siendo considerados por otras revistas para su publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos.

Menga welcomes original manuscripts written in Spanish and English, dealing with the Prehistory of Andalusia and neighbouring southern Iberian regions as well as syntheses of a broader geographical scope that connect Andalusian Prehistory with that of the rest of Iberia, the western Mediterranean and Atlantic Europe. Menga is also open to manuscripts contributing to the theoretical and methodological formalization of prehistoric research as well as the advancement of systems and procedures of prehistoric heritage management. Menga only will publish original works and will not accept papers which are being considered for publication in other journals or have already been published. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Evaluación Todos los manuscritos originales recibidos serán sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como paso previo a su aceptación para publicación. Texto Los artículos no deberán exceder los 36.000 caracteres (1516 páginas) más bibliografía e ilustraciones. En la primera página aparecerá el título en mayúsculas y su traducción al ingles o español, seguido del nombre/s del autor/es con un asterisco que remitirá a una nota a pié de página en donde se indicará la institución donde trabaja así como la dirección electrónica. A continuación se incluirá un resumen en español e inglés con una longitud entre 100-150 palabras junto a unas palabras clave (máximo 8).

Refereeing All original manuscripts will be submitted to an external and anonymous peer-review process before being accepted for publication. Text Articles should not exceed 36,000 characters (15-16 pages), plus bibliography and illustrations. The first page should contain the title in capital letters with its translation in English or Spanish, followed by the name(s) of the author(s) with an asterisk referring to a footnote containing the institution where the author works and their e-mail address. This will be followed by an abstract in English and Spanish of between 100 and 150 words, together with keywords (maximum 8).

Deberán evitarse numerosas y largas notas a pié de página. En el caso de que se incluyan y para facilitar el trabajo de maquetación se incluirán en una hoja independiente al final del texto. En el caso de que sea necesario un apartado de agradecimientos este se situará al final del texto con anterioridad a la bibliografía.

The use of numerous and long footnotes should be avoided. If any are included, to facilitate the page layout process they should be listed on a separate page at the end of the text. If an acknowledgement section is to be included, this should be placed at the end of the text, before the bibliography.

Estilo

Style

Se tendrán en cuenta las siguientes consideraciones:

The following aspects should be taken into account:

1. Numerales. Los recuentos se citarán mediante palabras cuando sean menores a diez, y con números a partir de 10. Por ejemplo “se identificaron dos cuentas de collar de piedra” pero “se identificaron 184 cuentas de collar de piedra.”

1. Numbers. Counts should be expressed in words when they are under ten, and in numbers from 10 onwards: for example, “two beads from a stone necklace were identified” but “184 beads from a stone necklace were identified”.

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2. Cronología. Los periodos y sub-periodos históricos serán siempre citados con la primera letra en mayúscula. Ejemplo “Neolítico Medio” y no “Neolítico medio”.

2. Chronology. The historical periods and sub-periods should always be quoted with the first letter in capitals: for example, the “Middle Neolithic” and not the “middle Neolithic”.

3. Cronología. Los años se designarán de forma numérica y sin puntuación. Por ejemplo “Estimamos que la ocupación del poblado tuvo lugar entre 1980 y 1630 ANE” y no “Estimamos que la ocupación del poblado tuvo lugar entre 1.980 y 1.630 ANE”.

3. Chronology. Years should be designated numerically and with no punctuation. For example, “We estimate that the occupation of the village took place between 1980 and 1630 BC” and not “We believe that the occupation of the village took place between 1,980 and 1,630 BC”.

4. Cronología. Cita de fechas radiocarbónicas. Cuando se mencionen dataciones radiocarbónicas se deberán citar los siguientes datos: la fecha BP con su desviación estándar, la sigla de laboratorio, la materia analizada (donde fuera posible) y la fecha calendárica calibrada, especificando si se trata de la versión a 1 ó 2 sigmas. La fecha calendárica calibrada se citará incluyendo el límite mayor y el límite menor de la distribución de la datación dentro del intervalo de confianza elegido (1 ó 2 sigmas). Por ejemplo: “La fecha más antigua de este tipo de construcciones actualmente registrada en el sur de la Península Ibérica corresponde al sitio de Castro Marim, en el Algarve (OxA-5441, 4525 ± 60 BP, 3490-3020 cal ANE 2σ)”. Se evitará el uso de las fechas “intercept” por ser metodológicamente incorrectas. Igualmente se indicará el programa informático y la curva de calibración utilizados. Menga no aceptará referencias a dataciones radiocarbónicas sin calibrar.

4. Chronology. Quoting radiocarbon dates. When mentioning radiocarbon dates the following data should be included: the BP date with its standard deviation, the laboratory signature, the material analysed (where possible), and the calibrated calendar date, specifying whether it is at 1 or 2 sigmas. The calibrated calendar date should be quoted with the higher limit and lower limit of the dates within the confidence interval chosen (1 or 2 sigmas). For example: “The oldest date for such kinds of constructions so far registered in the South of the Iberian Peninsula corresponds to the site of Castro Marim, in the Algarve (OxA-5441, 4525 ± 60 BP, 3490-3020 cal BC 2)”. The use of “intercept” dates should be avoided as they are methodologically incorrect. The software and the calibration curve used will be also specified. Menga will not accept references to uncalibrated radiocarbon dates.

5. Género. La revista Menga promueve una visión no sexista de la Prehistoria y consecuentemente favorece un uso no sexista del lenguaje. Por tanto, se espera de los/as autores/as el empleo de un lenguaje neutro en términos de género. Por ejemplo, se favorecerá “la evolución del ser humano” frente a “la evolución del hombre” o “la comunidad de profesionales de la arqueología” frente a “la comunidad de arqueólogos”. 6. Denominaciones. Los yacimientos arqueológicos que incluyan artículos determinados en sus denominaciones deberán ser citados por su nombre completo, apareciendo la primera letra de los artículos en mayúscula. Por ejemplo “la necrópolis de Los Millares” y no “la necrópolis de Millares” ni “la necrópolis de los Millares.” 7. Denominaciones. Los yacimientos arqueológicos que incluyan en su denominación términos geográficos genéricos como “cueva” o “dolmen” serán citados poniendo en mayúscula la primera letra de su denominación, pero manteniendo en minúscula la del término geográfico genérico. Por ejemplo “el esparto de la cueva de Los Murciélagos” y no “el esparto de la Cueva de Los Murciélagos” o “la arquitectura del dolmen de El Gigante” y no “la arquitectura del Dolmen de El Gigante”. 8. Denominaciones. Los nombres de las figuras, láminas y tablas, aparecerán siempre abreviados con la primera letra en mayúscula, Fig. Lám. ó Tab., tanto en las llamadas en el texto como en los pies correspondientes. 9. Citas de autores/as. Cuando se cite de forma expresa en el texto nombres de personas (autores/as, excavadores/as, etc.) se les/as citará por su nombre completo, o bien por la inicial del nombre y su apellido (o apellidos, cuando sean autores/as de nombre hispano), pero nunca sólo por su apellido. Por ejemplo “las excavaciones de Manuel Pellicer Catalán en la cueva de Nerja” y no “las excavaciones de Pellicer en la cueva de Nerja”.

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5. Gender. The Menga journal promotes a non-sexist vision of Prehistory and therefore favours a non-sexist use of language. The use of a neutral language for gender is therefore expected from authors. For example, the “evolution of humankind” is to be preferred to the “evolution of mankind”. 6. Designations. Archaeological sites including definite articles in their designation should be cited by their full name, with the first letter of the article in capital letters. For example “the necropolis of Los Millares” is to be preferred to “the necropolis of Millares” or “the necropolis of los Millares”. 7. Designations. Archaeological sites that include generic geographical terms such as “cave” or “dolmen” in their designation should be cited with the first letter of the designation in capital letters, but keeping the lower case letter in the generic geographical term. For example “the esparto grass of the cave of Los Murciélagos” is to be preferred to “the esparto grass of the Cave of Los Murciélagos” and “the architecture of the dolmen of El Gigante” to “the architecture of the Dolmen of El Gigante”. 8. Designations. The names of figures, plates and tables should always be abbreviated with the first letter capitalised, hence Fig., Pl., or Tab., both in references in the text and in the corresponding footnotes. 9. Naming people. When explicitly citing names of people (authors, excavators, etc.) in the text, they should be cited by their complete name or by the first initial and their surname (or surnames, when they are Spanish names), but never just by their surname. We should write, for example, “Manuel Pellicer Catalán’s excavations in the cave of Nerja” or “M. Pellicer Catalán’s excavations in the cave of Nerja” but not “Pellicer’s excavations in the cave of Nerja”.


10. Designación de métodos analíticos. Los métodos analíticos serán designados en su denominación castellana, tanto en su forma completa como en sus acrónimos, poniendo en mayúscula la primera letra de cada palabra, excepción hecha de los artículos. Por ejemplo “se realizó una datación absoluta por luminiscencia por estimulación óptica (LEO)” y no “se realizó una datación absoluta por optically stimulated luminescence” o “se realizó una datación absoluta por OSL”. 11. Expresiones. Los latinismos irán siempre en cursiva (et al., in situ…). 12. Expresiones. Los acrónimos aparecerán siempre sin puntuación y en mayúscula (UNESCO, ONU…). 13. Citas literales. Los fragmentos transcritos literalmente deberán aparecer entrecomillados y con la indicación junto a la cita bibliográfica de la/as página/as. Tales citas literales deberán ir siempre en castellano y opcionalmente podrán aparecer en su lengua original en nota a pie de página. 14. Citas de autores. Las partículas d’, de, le, von, van, etc. de los apellidos, irán en minúscula cuando estén precedidos por el nombre: Angela von den Driesch; Francisco de la Torre, pero irán mayúscula cuando se cite el apellido solo (Von Den Driesch; De la Torre). Siguiendo la norma de la RAE, para la ordenación alfabética de tales nombres en la bibliografía no se emplearán las partículas, es decir, “Balbín Behrmann, R. de” y no “De Balbín Behrmann, R.”. 15. Expresiones. Las medidas y dimensiones físicas se expresarán sin punto: centímetro(s): cm; gramo(s): g; kilómetro(s): km; metro(s): m. Las cantidades del Sistema Métrico Decimal y del Sistema Internacional de Pesos y Medidas irán con cifra (15 m). 16. Nombres de zonas geográficas. Los nombres comunes que acompañan a los nombres propios geográficos (ciudad, río, mar, océano, sierra, cordillera, cabo, golfo, estrecho, etc.) deben escribirse con minúscula: la ciudad de Jaén, el río Guadalquivir. Sólo si el nombre genérico forma parte del nombre propio, se escribe con mayúscula inicial: Ciudad Real, Sierra Nevada. 17. Expresiones. Se utilizará siempre para los porcentajes el símbolo % (25% sin espacio de separación) y nunca 25 por cien o 25 por 100. 18. Expresiones. En la denominación de los puntos cardinales se utilizará sureste, noroeste, suroeste.. y no sudeste, nordeste, sudoeste… Bibliografía Las citas se realizarán en el texto teniendo en cuenta los siguientes criterios: se incluirá entre paréntesis y en minúsculas los apellidos de los autores. En el caso de más de dos autores se incluirá et al. A continuación y separado por coma se indicará el año, y en su caso la/s página/s deberán aparecer en orden de publicación y separadas por punto y coma. Ejemplos: (Schiffer, 1987: 45) (Arribas Palau y Sánchez del Corral, 1970) (Contreras Cortés et al., 2004). Las referencias deberán aparecer listadas al final del texto con sangría francesa y por orden alfabético siguiendo las

10. Expressions. Words in Latin should always be in italics (et al. , in situ ...). 11. Expressions. Acronyms should always be given with no punctuation marks and in capital letters (UNESCO, UN ...) . 12. Quotations. Word-for-word quotes should appear between quotation marks and the page(s) should be indicated in the bibliographical reference. Such textual quotations should always be in English and may optionally be given in the original language in a footnote. 13. Naming authors. The particles d’, de, le, von, van, etc. in surnames, should be in lower case letters when preceded by the name: Angela von den Driesch, Francisco de la Torre, but should start with a capital letter when the surname alone is mentioned (Von Den Driesch, De la Torre). The alphabetic ordering of such names in the references should not include such particles, i.e. “Balbín Behrmann, R. de” and not “De Balbín Behrmann, R.” 14. Expressions. Physical measurements and dimensions should be expressed without a full stop: centimetre(s): cm; gram(s): g; kilometre(s): km; metre(s): m. Amounts under the Metric System and the International System of Units should be expressed with a number (15 m). 15. Names of geographical areas. Common names accompanying geographical names (city, river, sea, ocean, mountains, mountain, cape, gulf, strait, etc.) should be written in lower case: the city of Jaen, the river Guadalquivir. If the generic name is part of the proper name, it is written with an initial capital: Ciudad Real, Sierra Nevada. 16. Expressions. The symbol % should always be used for percentages (25% with no space between the number and the symbol), never 25 percent or 25 per 100. Bibliography References will be given in the text using the following criteria: the surname(s) of the author(s) will be included in brackets. If there are more than two authors this will be shown as et al. This will be followed by the year separated by a comma and, if applicable, the page number(s) separated by a colon. If more than one work is referred to, they should appear in order of publication and be separated by a semicolon. For example: (Schiffer, 1987:45) (Arribas Palau and Sánchez del Corral, 1970) (Contreras Cortés et al., 2004). References should be listed at the end of the text using a hanging indent and be in alphabetical order according to the following standards: surname(s) of the author(s) capitalised and separated by a comma from the initial of the first name and with the year of publication in brackets, followed by the letters a, b, c, etc. if applicable. Following this and separated by a colon will come the title in inverted commas. The titles of books, monographs, proceedings or journals will be typed unabbreviated in italics. The scientific editors of publications, if applicable, will be typed in lower case in brackets after the title. This will be followed

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siguientes normas: apellido/s del autor/es en mayúscula separado por una coma de la inicial del nombre y año de publicación entre paréntesis, en su caso seguido de letras a, b, c, etc. Separado por doble punto aparecerá el título entrecomillado. Los títulos de libro, monografía, actas o revistas irán en cursiva y sin abreviar. En publicaciones con editores científicos estos aparecerán en minúscula y entre paréntesis tras el título. A continuación se indicará para libros la editorial y lugar de edición, para revistas el volumen y páginas, y para las actas de congresos, el lugar y fecha de celebración, lugar de edición y páginas. En el caso de ediciones electrónicas se indicará la dirección web.

by the following information: for books, the publisher and place of publication; for journals, the volume and page number(s); for conference proceedings, the date and place they were held, the place of publication and the page number(s). In the case of e-publications, the website will be given.

Ejemplos:

PARKER, M. (2000): “Eating money. A study in the Ethnoarchaeology of food”, Archaeological Dialogues 7(2), pp. 217-232.

SCHIFFER, M. B. (1987): Formation Processes of the Archaeological Record, University of New Mexico Press, Albuquerque.

SCHIFFER, M. B. (1987): Formation Processes of the Archaeological Record, University of New Mexico Press, Albuquerque.

PARKER, M. (2000): “Eating money. A study in the Ethnoarchaeology of food”, Archaeological Dialogues 7(2), pp. 21 7-232.

DIETLER, M. (1996): “Feast and Commensal Politics in the Political Economic: Food, Power and Status in Prehistory Europe”, Food and the Status Quest, (Wiessener, P. y Schiefenhövel, W. eds.), Berghahn Books, Oxford, pp. 87-125.

DIETLER, M. (1996): “Feast and Commensal Politics in the Political Economic: Food, Power and Status in Prehistory Europe”, Food and the Status Quest, (Wiessener, P. y Schiefenhövel, W. eds.), Berghahn Books, Oxford, pp. 87-1 25.

ARRIBAS PALAU, A. and SÁNCHEZ DEL CORRAL, J. M. (1970): “La necrópolis megalítica del pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, Granada)”, XI Congreso Nacional de Arqueología (Mérida, 1969), Zaragoza, pp. 284-291.

ARRIBAS PALAU, A. y SÁNCHEZ DEL CORRAL, J. M. (1970): “La necrópolis megalítica del pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, Granada)”, XI Congreso Nacional de Arqueología (Mérida, 1 969), Zaragoza, pp. 284-291.

Illustrations

Ilustraciones Las ilustraciones que acompañen el texto se enviarán preferentemente en ficheros electrónicos, aunque también se admiten otros formatos (papel fotográfico o diapositiva). Deberán distinguirse entre figuras (dibujos, mapas o planos a línea), tablas y láminas (fotografías) numeradas en arábigo. Ninguna ilustración se compondrá dentro del texto. Los pies de figuras, tablas y láminas se incluirán en una hoja independiente con los datos completos de identificación. En el caso de las fotografías de autor, deberán enviarse con el consiguiente permiso de publicación. En ningún caso será posible la publicación de imágenes de escasa calidad técnica y estética. Para evitar errores en la reproducción de archivos digitales, se aconseja adjuntar presentación cartografiada o impresa del material gráfico. Las imágenes digitalizadas (.tif o .jpg) se aportarán con una resolución mínima de 300 dpi, para el tamaño definitivo de reproducción (mínimo: 15 cm ancho X 11 cm alto; recomendado: 20 cm ancho x 13 cm alto). Éstas deben presentarse en ficheros electrónicos independientes. Los gráficos se acompañarán de su correspondiente tabla de valores (deberá aportarse simultáneamente la imagen compuesta y los ficheros independientes), necesaria para rehacer su diseño acorde con el de la revista. Colores, tramas y tipo podrán modificarse siempre que no se altere el contenido del gráfico.

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Examples:

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Artwork should preferably be supplied in electronic format, although other formats (photographic paper or slides) will be accepted. A distinction should be made between figures (drawings, maps or line plans), tables and plates (photographs) for which Arabic numerals should be used. Illustrations should not be included in the text. Figure, table and plates captions will be included on a separate sheet with full identification details. Photographs taken by the author should be accompanied by the applicable permission for publication. No pictures of a poor technical or aesthetic quality will be accepted for publication. To avoid errors in the reproduction of digital files, we recommend attaching a cartographic or printed copy. Digitalised pictures (.tif or .jpg) must have a minimum resolution of 300 dpi for the definitive reproduction size (minimum: 15 cm wide x 11 cm high; recommended: 20 cm wide x 13 cm high). They should be submitted in separate electronic files. Graphs should be accompanied by their corresponding table of values (the composed image and the files should be sent independently but simultaneously); this is necessary to be able to reformat their design in accordance with that of the journal. Colours, tones and types may be altered as long as they do not change the content of the graph. Plans, maps and compositions. The size and scale will be in accordance with the format of the publication and will take into account that (1) texts, legends and shading will be in independent layers; (2) drawings will be simplified


Planos, mapas y composiciones. Tamaño y escala serán acordes con el formato de la publicación y tendrán en cuenta que (1 ) los textos, leyendas y sombreados irán en capas independientes; (2) el dibujo se simplificará a 3 grosores y se especificará la necesidad de uso del color; (3) imágenes enlazadas o referencias externas deberán ir copiadas en la misma carpeta en la que esté el archivo .dwg (formato preferente). Como opción alternativa podrá acudirse al formato .pdf o .tif. En estos casos el dibujo no podrá incluir información textual, que se aportará en otro archivo. Entrega de originales Para la entrega de originales deberán enviarse dos copias impresas con las figuras, tablas y láminas separadas del texto. Se incluirá así mismo un CD-Rom con todos los archivos informáticos. Todo ello deberá enviarse a la siguiente dirección:

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, nº 5 29200 Antequera (Málaga)

Revisiones Una vez entregada toda la documentación se procederá a la revisión general del texto y maquetación. Posteriormente se enviará un archivo en formato pdf de cada artículo, mediante correo electrónico, a cada uno de los autores para su consiguiente revisión. Se tratará de correcciones ortográficas, o de estilo, no de modificaciones de los contenidos o diseño. En cualquier caso, el consejo editorial se responsabiliza de la revisión general de la publicación.

to 3 widths and the use of the colour will be specified; (3) linked pictures or external references should be copied in the same file as the .dwg file (the preferred format). Alternatives would be .pdf or .tif files. In those cases the drawing cannot include textual information, which should be sent in a separate file. Submission of originals For the submission of originals two printed copies with the figures, tables and plates separate from the text should be sent. This should be accompanied by a CD-Rom containing all the computer files. All this should be sent to:

Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera Carretera de Málaga, nº 5 29200 Antequera (Málaga)

Proofs Once all the documentation has been submitted, a general revision of the text and page layout will be carried out. A pdf file will then be e-mailed to each author for proofreading. Only spelling and style changes that do not affect the content or design should be made. In any event, the editorial board will be responsible for the general revision of the publication.

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AVANCE08

Sepultura megalítica del Sector PP4-Montelirio (Valencina de la Concepción-Castilleja de Guzmán, Sevilla). Foto: José Peinado Cucarella

NUEVAS PERSPECTIVAS EN EL ESTUDIO DE RESTOS BIOARQUEOLÓGICOS DURANTE EL III MILENIO ANE EN EL SUR DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

NEW PERSPECTIVES IN THE STUDY OF BIOARCHAEOLOGICAL REMAINS FROM THE 3RD MILLENNIUM BC IN SOUTHERN IBERIA

La Bioarqueología ofrece un compendio de métodos que son indispensables para investigar las sociedades del pasado. En los últimos años se han producido numerosos avances en este campo y junto a los métodos y técnicas tradicionales se han aplicado a materiales prehistóricos. Entre las nuevas técnicas de análisis bioquímicas se encuentran los estudios de isótopos estables y de ADN antiguo. El objetivo del dossier que se publicará en Menga 08 es presentar los resultados de estas nuevas técnicas analíticas aplicadas en algunos de los principales yacimientos del III milenio ANE del sur peninsular entre los que se incluyen Valencina de la Concepción (Sevilla), Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal), Los Millares (Santa Fe de Mondújar) y Marroquíes Bajos (Jaén).

Bioarchaeology includes a wide range of methods that are essential for the investigation of past societies. During the last years, many advances in this field have been observed which along to the traditional methods and techniques have been applied to prehistoric material. Among the new biochemical techniques are the stable isotope analyses and the DNA. The main objective of the dossier to be published in Menga 08 is to present the results of these new analytical techniques applied to prehistoric material of some of the most important chalcolithic settlements of southern Iberia: Valencina de la Concepción (Seville, Spain), Perdigões (Reguengos de Monsaraz, Portugal), Los Millares (Santa Fe de Mondújar, Spain) y MarroquíesBajos (Jaén, Spain).




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