El secreto de Celeste Mireya Viacava-Raab y Cristina Gil
Para Julie, nuestra primera historia
UNA MISTERIOSA DESAPARICIÓN Ese día, en el palacio de la isla de las hadas, era un gran día. Muy nerviosas, las
hadas escuchaban atentas el discurso de Margot, la maestra de ceremonias de la isla. -Estimadas señoras y señoritas hadas, el jueves próximo es la fiesta nacional de nuestro Reino – anunció Margot levantándose sobre sus talones muy orgullosa -CLAP CLAP CLAP – aplaudieron las hadas -Todo debe estar PERFECTO: los toboganes…. ¡Qué estoy diciendo! Los faroles, las invitaciones, los manteles, los salamines… euuu…no...¡Qué digo! … las galletitas decoradas… titubeó Margot mirando de reojo su agenda mágica para no olvidarse de nada – ¿Por dónde iba? … los disfraces, los fuegos artificiales…. -¡Los cohetes multicolores! ¡Y los marrones que petardean al final! – gritaban las hadas -¡A TRABAJAR! – ordenó Margot, desbordada con tanta organización. Pasaron los días y todo parecía en orden. Pero esa mañana la madrina de la Reina de las hadas apareció en tromba gritando por los pasillos: -¡LA REINA DESAPARECIÓ! ¡LA REINA CELESTE DESAPARECIÓ! Y el eco de la OOOOO sonó en toda la isla. Todas las hadas se precipitaron al “Salón de las zapatillas mágicas”. -La Reina quizás está dormida por algún rincón… pero ¿Dónde? – se preguntaron algunas -Quizás adentro del armario a galletitas. ¡Es tan glotona! – contestaron otras -¿Y si se desmayó de cansancio a causa de todos estos preparativos? ¡Es tan dormilona! – dijeron algunas -¡Uuuuuyyyy! – se lamentaban otras -Para mí que la raptaron – afirmó el hada madrina -¿Los diablos de las dunas? ¿O los duendes pies torcidos? – preguntaron muchas. -¡Ay ay ay en nombre del cielo estrellado! – dijo el hada madrina -O quizá...¡LOS BRUJOS! – gritaron todas al unísono Todas las hadas piel de porcelana se pusieron verdes de furia. -Cualquiera sea el caso, tenemos de ENCONTRARLA a nuestra querida Reina Celeste -Hay que buscarla por los altillos, las torres, en los cajones de la cocina, en los rincones del jardín ¡POR TODOS LADOS! Celeste debe estar en la fiesta con nosotras sino ¡NO HAY FIESTA! - dijo un hada secándose las lágrimas con un pañuelo de tul rosa. De repente, un hada minúscula aterrizó en mitad de la sala y con un megáfono en la mano dijo: -¿Qué pasa? ¿Por qué tanto alboroto? ¿Todas olvidaron que el Reino tienen a Julie, su agente secreta BIP BIP 007? Todas las hadas abrieron la boca y bajaron las alas: -Euuu… es decir que… la desaparición de nuestra Reina nos puso las alas para arriba. -No perdamos más tiempo. Veamos los indicios que tenemos: 1. Celeste es rubia natural 2. Tiene los ojos verde piedra esmeralda 3. Tiene los dientes de conejo…. – dijo Julie -¡Puf! Todo el mundo sabe esos detalles – dijo un hada impaciente Pero Julie continuó: -Hoy, la Reina llevaba… -¡El vestido lila con cintas plateadas!– contestaron las hadas. -Y los zapatos color arco iris - aclaró Julie. -Comió una medialuna y se perfumó con jazmines mágicos – agregaron las hadas. -Entonces… ¡manos a la obra y que sea VOLANDO! Unas van a la plaza central, otras al viejo molino, otras al lago y a la huerta y las más valientes ¡al bosque! Todas a buscar a Celeste.
LA PRIMERA PISTA
F
ue el hada Berta la que encontró una primera pista: una cinta larga plateada sobre una mata de tréboles. No era una buena señal. ¡Julie, Julie Agente Bip bip 007 socorro SOS! – gritó Berta por los pasillos del castillo con la cinta en la mano. Esto no me gusta nada. Los tréboles están en el territorio de los Brujos por lo tanto, la Reina Celeste está ahí – dijo Julie muy preocupada. Y en un pestañar de hada y golpes de baritas mágicas, Julie y Berta prepararon sus trajes de falsas brujas con escobas blindadas, sombreros-radar y polvos mágicos para desparecer a la velocidad del sonido. Listas para rescatar a la Reina en territorio enemigo, las dos hadas salieron volando hacia el Castillo de los Brujos.
EN EL CASTILLO DE LOS BRUJOS
-¡No podemos pasar! ¡Todo está embrujado! ¡Todo es un asco! Hay víboras y telas de arañas
por todos lados. ¡Yo me quiero volver! – llorisqueaba Berta frente a la muralla que cercaba el Castillo. -Allí vamos y sin protestar - ordenó Julie
Julie contó hasta tres y mágicamente las escobas las llevaron hasta el centro del lúgubre castillo. Sigilosamente, las hadas avanzaban por corredores negros y fríos cuando... ¡Patatrás! se toparon nariz contra nariz con un grupo de brujos mal educados. -¿Y esto? ¿Unas “niñitas” en nuestro castillo? – preguntaron los brujos. -Euuu…no somos niñitas, somos aprendizas de brujas – señaló Julie -¿Con escobas súper modernas? – preguntó un brujo acariciándose un pelo del mentón. -Si, son modelo 2012. Tienen bolsas de basura incluidas para aspirar…polvo de estrellas – dijo Berta tartamudeando. -¡Juajauajau!- rió el brujo - Mi pequeño dedito torcido de brujo me dice que ustedes no son verdaderas brujas -Estamos mal… ¡Rápido Berta, dame el polvo mágico! – murmuró Julie. Un fuerte pufff puffff de Julie y el polvo mágico liberó nubes tan espesas sobre los brujos que más que nubes parecían panqueques de algodón. -¡Achum Achum! ¡Auxilio! ¡Vayámonos! ¡Achum Achum! ¡Esos polvos nos convertirán en “niñitas”! ¡Auxilio! – gritaban los brujos. Y mientras los brujos no paraban de estornudar, rascarse la nariz, la espalda y las axilas por culpa del polvo mágico, Berta y Julie se escaparon a toda velocidad por entre los pasillos del castillo para buscar a la Reina. -¡Ya es tarde! ¡Ya no se puede hacer nada! ¡Los brujos nos atraparán! – se lamentaba Berta apoyada sobre un horrible esqueleto. -¡No podemos volver sin Celeste! – decía Julie. -Pero Julie, se está haciendo de noche… y este castillo da miedo – sollozaba Berta De repente, los sombreros-radares captaron risotadas escandalosas -¿De dónde vienen? ¿Son los brujos? Mejor nos vamos… yo quiero volver a mi casa – dijo Berta tiritando del susto. -¡Shhhh! – dijo Julie -¡Otra vez nos vamos a topar con más brujos! -¡Shhhh! – ordenó Julie
AL RESCATE Las dos hadas se acercaron despacito, bien despacito, a una puerta. Una puerta negra que olía a murciélago. -¿Las risas vienen de ahí? ¡Vámonos! – gritó Berta -¡Chibichibu tutu chibichu, abréte! - dijo Julie frente a la puerta negra y el picaporte chirrió. La puerta se abrió lentamente y entre ráfagas de viento y rayos de luz, las hadas descubrieron un extraño jardín. Los árboles eran de hueso. De las ramas colgaban tortas de crema color malva. En el jardín había estanques de té verde con ranas que cantaban como ruiseñores. Unas lechuzas servían galletitas de luna a los brujos que flotaban por aquí y por allá y decenas de payasos hacían piruetas sobre trapecios de mármol negro. -¿Qué es todo esto? ¡Qué extraño! – dijo Julie sorprendida -¿Si probáramos un pedacito de torta?- preguntó Berta -¡No! Puede estar envenenada. Todo esto es demasiado lindo para ser real. Debe haber gato encerrado – dijo Julie Avanzaban en puntas de pie. Se escondían detrás de cuanto macizo de flores negras encontraban cuando de repente, Julie vio una pequeña sala a lo lejos. -Si mis ojos de agente secreto no me engañan, me parece que aquel que juega al ajedrez es el Gran Brujo, Rey de todos los Brujos. -Mmmmm… - contestó Berta mientras trataba de atrapar una galletita. -Sí, está jugando al ajedrez con… -Mmmmm….- dijo Berta mientras trataba de alcanzar un trozo de torta. -¡Con la Reina Celeste! – dijo Julie dando un brinco – ¡Es nuestra reina y tiene puesto el sombrero del Gran Brujo! -¡Eso es imposible! ¡Podría contagiarse piojos! –dijo Berta. -Señor Gran Brujo: ¡DEVUÉLVANOS NUESTRA REINA AHORA!- empezó a gritar Julie. Ya va, ya va. Tenemos que terminar la jugada – respondió el brujo como si nada. Disculpe Señor Gran Brujo, pero por el bien de nuestro pueblo, le ordeno que LIBERE A NUESTRA REINA AHORA - insistió Julie agitando su escoba. -¿Liberarme? ¿A mí? Pero si nadie me tiene prisionera. Soy libre como el viento, voy y vengo cuando quiero - reaccionó la reina Celeste sin dejar de estudiar la estrategia de su juego. -¡Fue ella quien quiso venir! Le encanta mi té de sapo - agregó el Gran Brujo -¡Jaque mate! - dijo Celeste muy contenta. La Reina se levantó de su silla, le devolvió el sombrero a su amigo el Gran Brujo, le dio un beso en la punta de la nariz y agitando un pañuelo bordado con telas de arañas le dijo adiós.
EL SECRETO -Majestad, hay que volver rápido. La fiesta nacional no puede
empezar sin usted – dijo Julie muy confundida con todo lo que había visto. -Hicieron un buen trabajo encontrándome pero tenemos que guardar este secreto – les ordenó la Reina. -¿Qué secreto? – preguntaron las hadas temblorosas. -¡Que estoy locamente enamorada! -Es normal, mi Reina, todas las hadas se enamoran – dijo Julie Sí, pero yo estoy enamorada del Gran Brujo ¡Es tan guapo y caballero! - dijo Celeste Berta y Julie se miraron sorprendidas. Subieron a la Reina a una de las escobas blindadas y mientras sobrevolaban el Reino de los Brujos pensaban en cómo el amor podía surgir así, mágicamente embrujado entre un hada y un brujo.