Calavera

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NĂşmero 09

Literatura Julio 2015


Mirando mi calavera un nuevo Hamlet dirá: He aquí un lindo fósil de una careta de carnaval. Antonio Machado

"Una idea, un ser, cualquier cosa que se encarna pierde su figura,

Fotografía en portada: Katia Chausheva

se convierte en algo grotesco. Frustración de lo que quiere realizarse. Nunca evadirse de lo posible, regodearse en eternidad veleidosa, olvidarse de nacer." Emil Cioran De l’inconvénient d’être né


G l o sa r i o n º 9

Cofre óseo Págs. 4­5

Crónicas Solferinas Págs. 6­11

Puzzle de Poemas Págs. 12­19

El Tintero Lengua de Gato Relatos Págs.52­53 Págs. 20­51 Asombrosos Págs. 54­63

Perico Comix Págs. 44­47

Correo Electrónico duendeverdelit@hotmail.com



Existe un sabor amargo, recorredor de gargantas. Instalado en bocas taciturnas, se vuelve un recordatorio sobre los vapores que imprengan a tus palabras. Existe el abandono, un dejarse llevar por las tibias corrientes de los huesos. Existen noches más bulliciosas que las mañanas de Primavera, con gustos ahogados bajo charcas imaginarias. En este mundo habitan seres de escarcha a los que nadie ama. Perderse es lo fácil. Adentrarse en el hueco ojo de una calavera. Pedalear intensamente exhalando niebla nocturna. Lo difícil es encontrar el camino sobre las aguas portando la eterna sonrisa de una calavera.


Existen muchos tipos de visiones. Seres de pupilas rectangulares, como las de la cabra, sin punto ciego, como las del calamar. Pupilas rasgadas, visión en mosaico. Ojos retráctiles como los del caracol, ojos de anfibio, protegidos contra el agua. Así como una gran variedad en el número de ojos: Desde los dos ojos al frente de la mayoría de los depredadores, pasando por los diez del cangrejo y llegando a los cien de la almeja.

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En una noche lluviosa cualquiera, en un desmadejado garaje cualquiera, una gata común traía al mundo dos gatitos: el uno negro y el otro gris jaspeado. La madre los destetó con prontitud por un nuevo embarazo y los dos hermanos llegaron hasta la puerta de mi casa. Los dos gatos comenzaron a crecer. El gris lo hacía con normalidad mientras que el negro comenzaba a desarrollarse de una extraña manera. Desde su nacimiento, ya presentaba una serie de canas en su oscuro y desaliñado pelaje. A menudo, las visitas comentan -Esta gata ya debe de tener sus años-, y estupefactos se muestran cuando les confieso que tan sólo cuenta con unos pocos meses de vida. Una tarde me decidí por cortarle aquellas pelambres blancas, pero al cabo de unos pocos días hicieron de nuevo presencia en su astroso aspecto. Ahora no sólo porta estas canas, sino multitud de fragmentos de hojarasca y briznas que supongo, se le van adheriendo del suelo. Todos los gatos suelen tener un mirar enigmático, pero el de esta gata es un misterio en sí mismo. A simple vista no llaman la atención, sin ambargo, un exaustivo examen disimulado mientras la gata realiza sus actividades felinas nos revela que estas dos esferas de ámbar arrojan un secreto.


Le entusiasman las salchichas y sabe a la perfección cuándo estas se encuentran dentro de la nevera, me lo demuestra con un incesante arañar contra la puerta del frigorífico. También adora el gambón, y los Domingos cuando regreso a casa con ellos en el estómago siempre me inspecciona de cerca con la mirada. Estos últimos días he comenzado a presentir que es capaz de averiguar mis intenciones, aún estando en la habitación contigua me demuestra que sabe cuándo decido salir a dar un paseo, pues suele acompañarme en mis expediciones a pie. En este momento, mientras escribo, me mira con los ojos apenas entreabiertos, pues jamás los abre del todo, corroborando con un leve ronrroneo mis sospechas sobre su extraña habilidad de ver por dentro.

Ágata D ue n d e v e r d

e


Duendeverde


Imperativo Cadavérico Comiencen crucificando al que no quiso ver. Éste no era ciego ni filósofo; se denominaba asimismo como la fuerza que elevaba la mesa y los restos de retales fúnebres. Pongamos que hablo de horror. Pongamos que hablo de amor. Schopenhauer se libró de la lepra y Hegel murió. Es decir que, para los restos, elevaron a la máxima potencia el sabor agridulce de la muerte como motín. Ciegos y feos, con rostro descuidado y el reloj científico de la muerte a contrarreloj. Acérrimos amigos de tu destrucción. Ya no sirve desenmascararlos, pues la sospecha pesa y mucho. Tanto para ellos como a ti. Puedes ir desnudándote que no prestaré atención alguna. Puedes colgarte a lo sado, por los pezones, el pubis o los testículos. Arriba, ahí, dónde duele, debes estar… hasta que decidas ser víctima fingida o mueras de dolor. En ese caso, te irás acercando a tu yo profundo. Desearás ser verdugo y víctima de aquella función, en la que mordiste el polvo, al desplomarse el telón y dejar al público triturador desterrar los infortunios de tu yo más desgraciado y oculto. Ahora voy a descubrir tu rostro, después de la muerte. Pasa la página si tanto miedo tienes de la nada. Lo haré de forma indirecta, objetiva. ¿No quieres ver tu calavera en una fosa común? Sin una flor en la boca, nada. Destinatario: El Olvido. Remitente: Una gasolinera ardiendo en la ruta 66. Franquear sin destino. Amontonando cráneos detrás de una choza maloliente vivo. Cuando el polvo de una calavera limpio con pinceles y ametralladoras, sólo pienso en ti. En tu cráneo en potencia, es tu calavera y todo, por lo que ya sabes, por la libertad natural, por el


imperativo hipotético en confrontación crítica contra Descartes.

Mziehnert

Eras en potencia la mejor creación del ente y terminas en mi desguace. Olvidaste la teleología de Aristóteles, La Eudemonía1. Te ofrezco libertades como las de Hobbes; libertades restringidas. No te puedo ofrecer la inmortalidad de Morel2 y desecho hacer moldes de personas con escáner 3D. A pesar de mi argumento ominoso, respiro aires mohosos de tu cuerpo convertido en rito, entierro, lágrimas y abandono. Los que resisten, leen a los vitalistas o racio-vitalistas. Ésos son los menos. Escúchame de una vez, fenece y amontonaré tu cráneo detrás de la choza, sólo para que, cuando yo muera me trates tan bien como lo hago contigo. De no proceder de esta forma, púdrete en el infierno existencialista y sé pasto del gusano del ser.

Daniel Artiles Rodríguez Eudemonía (Griego: ε δαιmon) o plenitud de ser es una palabra griega clásica traducida comúnmente como “felicidad”. Aristóteles lo entendió como ejercicio virtuoso de lo específicamente humano, es decir, la razón. El uso popular del término se refiere a un estado de la mente y alma, relacionado con la alegría o al placer. 2 La Invención de Morel, Adolfo Bioy Casares, 1940. 1




Piel, carne y huesos. Una calavera con dos cuencas, nariz, pómulos y dientes. Algunas vértebras desordenadas. Cerebro, estómago, corazón y lengua. El esqueleto, sorprendido con su obra, emprende el camino. Ágata



Se ha roto el tiempo, el café, los iconos. Mueren los perros, la piel, don Quijote. Un quebrantahuesos en el cuarto de baño se desayuna otra mañana tu intimidad sobre el lavavo, pone azúcar en tu esqueleto, se hace una tostada solitaria y sale a volar.

Sergio Escribano



¿Después de este mundo qué hay? ¿Quiénes somos? Su S-s-s-o-o-o-mos… Mi padre de ácido vio su esqueleto de noche ante el e Nuestros huesos silban por el espacio La flauta de las vértebras lo llamaba Maiakovski

Estoy dentro de tus huesos, escucha la sangre tirar son los hilos de crúor de las supercuerdas Huesos conectados en la piel de la tierra Voy portando este carruaje de cadáver con la velo constante C Huesos unidos a 10 mil kilómetros de radio Tirando una quijada sobre la tierra he visto mi destino y sabré cuál es tu nombre Ignis Fatuus En los cementerios de noche las almas centellean con el fósforo de los huesos Ágoñe Yacoron Yñatzakaña Chacoñamet ('juro por el hueso de aquel día en que te hiciste grande') Huesos, carne, sangre, tú yo Casados ir.r.eme.diabl.e.mente con el cielo, la mente endiablada de la bóveda no descansa pero a veces sonríe con sus dientes negros (dormita)


usurras

H a y e l i p s e s e n l a s o s a m e n t a s p re f i g u ra n d o l a s ó rb i t a s d e l h a d o Q u i e n m u ri ó p a ra e l m u n d o v i o c o m o s u s h u e s o s e ra n u n a e s c a l e ra h a c i a e l c i e l o E s p í ri t u s a n t o , a n o ré x i c o y t í s i c o L a c a rn e e s e l d e m o n i o d e l d i n e ro M i ro l a s n u b e s d e l c o l o r d e m i s h u e s o s y p i e ns o q ue e s b l a nc o t a m b i é n e l b e s o c onf us o p or a nona d a m i e nt o

espejo

i

r de ti,

ocidad

Mis huesos son fruto de un canibalismo celeste, percusiones en las selvas negras

Estoy junto a tus huesos, estoy junto a tus huesos en la noche, nuestros esqueletos abrazados se iluminan Por la conexión celestial hacia la dinamo estrellada de la noche. Ginsberg dixit




Luego observe las siguientes imรกgenes:


Daniel Artiles Rodriguez


La mística alemana Hildegard Von Bingen decía que Dios es el espíritu verde que recorre las plantas (Green mist, Drácula), lo llamaba Viriditas ¿Qué tipo de seres habitan los bosques gallegos? ¿Hablas con las plantas, qué te susurran? Me agrada imaginar que existen multitud de espíritus protectores en el bosque. Una tarde paseando, vimos un gran perro negro al final del sendero, le perdimos de vista unos instantes y al dirigir de nuevo la mirada hacia él, ya no estaba. A menudo cuando me fijo en las aberturas que poseen algunos troncos de árbol me imagino que diminutos seres mágicos viven ahí.. Creo que la comunicación es incesante, tal vez las plantas sean una parte de esos espíritus protectores, ya que en ellas se encuentra la gran fuente de salud para el ser humano. ¿Existe vida antes y después de la muerte? ¿Cómo es? ¿Existe la muerte? Todo lo que recuerdo es vida. Como un manantial de luz blanca en el que si te acercas ves el reflejo de una obra proyectándose sobre otra obra que a su vez guarda infinitas obras entre sus aguas. Vida y muerte son protagonistas. Me imagino a la muerte acechando en los pitidos del despertador, o en los pensamientos que nos desalientan todos los días. Percibo mucha muerte sobre la atmósfera, pero ¿qué es la muerte al lado de un alma ansiosa por vivir? ¿Cómo aman los vampiros? Sospecho que vivimos rodeados de muchas clases de vampiros. Aquellos que tienen la capacidad de amar tal vez hayan descendido de la colina y mezclado su naturaleza con el calor de la tierra. Supongo que sentirán intensamente. Entonces, es como la dinamo media rota de una bici, como la tuya. Se entremezclan ficciones y teorías parpadeantes. ¿Qué te empujó a realizar un E-Zine ( Fanizne electrónico) de unas características tan singulares? Me llevan gustando las revistas desde pequeña, creo que a todos los niños les encanta pasar las páginas satinadas


inundadas de color. La idea original de Duendeverde surgió de repente. Una noche cualquiera. Se suele decir que emprender una acción es sencillo, la complicación llega en su transcurso y, sin Daniel Artiles Rodríguez, en la noche de hoy, Duendeverde cesaría de existir. ¿Los temas suelen recurrir a la muerte, los fantasmas, calaveras, monstruos… esa temática oscura se debe a algo en particular o es sólo una proyección de ideas personales que te atraen? Me interesan los misterios, tal vez éstos se camuflen tras fachadas tétricas con las que no siempre estamos a gusto. Nos advierten peligro. Trascender es un peligro. Tenemos que estar preparados para encararnos con nuestros recovecos más sombríos... o tal vez también se deba a mi recurrente actividad nocturna, que atrae a estos temas.


Entre las libélulas irisadas y los gatos japoneses. ¿Con quién te identificas? Ambas especies despiertan fascinación, así que me quedaría con una mezcla de los dos. Pero me identifico más con los gatos, sean japoneses o chipriotas. ¿Qué opinión te merecen los conejos en relación con la física cuántica? El agujero de conejo. Entrar en la madriguera e investigar los propios túneles subterráneos. Somos los constructores de nuestros pasadizos. Me puedes explicar de qué trata exactamente la película de Zulueta de “Arrebato” Una entrega del director. Un antes y un después en su vida. Un exorcismo. Un arrebato vital. Un minisubmundo. Un rompecabezas. Una película caleidoscópica. Cuándo la veo tengo la sensación de que los diálogos me han acompañado siempre. Arrebato arrebata. Parece una obra que se mira a sí misma. ¿Los búhos son lo que parecen? Nada es lo que parece. Los animales nocturnos todavía menos. Entre las sombras es fácil ver lo que no es; sería como la realidad interna del que mira proyectándose con mucho descaro. Cioran jugaba de niño al fútbol con una calavera y vivía en los Montes Cárpatos de Transilvania, hubiera sido un buen fichaje para tu revista. ¿Qué opinión te merece su sentido del humor? Emil Cioran fue mi antihéroe. Todavía me sorprenden citas suyas que, de cuando en cuando, acuden a mis pensamientos. Su sentido del humor lo equipararía a la siguiente situación: un gato tratando de cazar una polilla que revolotea tras la ventana. Levanta sonrisas bajo aquellos que poseen ojos apesadubrados. “El hecho de que la vida no tenga ningún sentido es una razón para vivir, la única en realidad.”


Retorna la fantasía y piensa entonces en huesos, en calaveras que ríen, y en la muerte corruptora envuelta en su mortaja. No tarda en imaginar hondos suspiros, y lívidos fantasmas que por allí se deslizan. Bella Eleonor – William Blake


Este tipo de la imagen que está leyendo The Zombie Survival Guide es el prota de Microwave Massacre.

Harto de que su mujer intente convertirlo en un refinado gourmet y no le cocine una hamburguesa, que es lo que desea, la mata y se la come al microondas. Después, en un arrebato febril comienza a matar y canibalizar a otras mujeres. Desde el principio hasta el final es una puta mierda de película. Ni siquiera es atractiva para los amantes del mal gusto. Y es que hasta lo peor tiene sus grados, su escala. Algo parecido a lo que proponía Thomas de Quencey en el libro: El asesinato considerado como una de las bellas artes (1827). O sea, que si la perfección (moral en el caso Quencey) tiene sus grados, la imperfección también. Para no enrollarme: no es lo mismo una mierda de película que la mayor película de mierda que haya tenido uno el mal gusto de ver.


Fijaos que microondas tan hortera. Parece una cabina espacial. Es que en los 80´ todo el mundo andaba como loco y empezaba a germinar el sinsentido de nuestra sociedad actual. Si nosotros rescatamos ídolos y mitologías ancestrales para ponerlas en museos en el futuro lejano rescataran vhs y cintas de casete que se exhibirán como objetos de culto. El ser humano es así de gilipollas. Bueno, en todo caso, supongo que estas aberraciones fílmicas son una proyección del contexto y la ideología estética de la época. Otro ejemplo para llorar es Los surfistas nazis deben morir (Surf Nazis Must Die). Película que ni me dignaré en comentar. Baste decir que es de Troma y aunque haya creado al Vengador Tóxico no se la recomiendo ni a mi peor enemigo (a ese le recomiendo otras mas actuales como Jurasic World). Vamos, que no mola verla ni colocado. Y hasta aquí ha llegado la primera y quizá última entrega de cine bizarro para pasar una tarde de domingo vomitando por los ojos. Daniel Artiles Rodríguez


Por María Jesús Sánchez González Yo apenas era un niño cuando sucedieron los acontecimientos que voy a relatar y no comprendía la dimensión total de lo que estaba viviendo. Pero hoy, siendo un hombre anciano y curtido, al recordarlo no puedo dejar de estremecerme de dolor y, mientras acaricio a mi gato dormido en mi regazo, las lágrimas vuelven a mi rostro e intento, vanamente, pedirle perdón, como digno representante de toda la raza fe l i n a d e m i i n fa n c i a . Ya estaba bien entrada la primavera del año 1027 cuando mi infancia murió, de la misma forma cruel que lo hizo ella y todos los mininos que protegía. Tras un invierno duro y frío en el que las gentes de la aldea habían resistido a duras penas, la ansiada primavera no parecía traer el sosiego esperado. Las lluvias se resistían a llegar y la ya escasa cosecha amenazaba con perderse si las nubes no aparecían en breve. Y lo hicieron, casi sin avisar, una tarde, sin previo anuncio el cielo se oscureció y de él comenzó a caer una lluvia dañina y


rabiosa que destrozaba todo lo que mojaba. Los atronadores truenos asustaron a mayores y pequeños y l o s ra y o s iluminaban un cielo azul oscuro casi negro en pleno día. Todos corrieron a sus casas a guarecerse y a rezar por su salvación. A la mañana siguiente todo había pasado y de la tormenta no quedaba ya rastro. Un aire espeso y tórrido pareció instalarse en su lugar, aire que no parecía querer alimentar nuestros pulmones, dañándonos por dentro al intentar respirarlo a bocanadas. Los aldeanos comenzaron a calcular los daños del día anterior cuando lo descubrieron, y la noticia se extendió con rapidez. De la chimenea de la vieja granja de los gatos salía un humo negro a borbotones. Alguien h a b í a o s a d o a h a b i ta r l a d e s p u é s d e ta n to s a ñ o s d e a b a n d o n o y de olvido. Contaban los ancianos del lugar que la familia que allí vivía apareció muerta una mañana sin que se pudiese saber el porqué, y desde entonces habitaban en ella d e c e n a s d e g a to s q u e c a m p a b a n a s u s a n c h a s a l e j a n d o c o n bravura a todo humano que quisiera acercarse al lugar. Los niños gustábamos de acercarnos y acechar a los gatos, que i n d o l e n te s s e g u í a n c o n s u v i d a s i n te m e r s i q u i e r a n u e s tr a intromisión. Sin embargo alguien había sido capaz de instalarse entre ellos y había sido aceptado como uno más. Pronto la aldea comenzó a preguntarse ansiosamente sobre l a i d e n ti d a d d e l a p e r s o n a q u e h a b í a s i d o i n c l u i d a e n l a s o c i e d a d fe l i n a d e l a g r a n j a a b a n d o n a d a . Y e n to n c e s apareció, alta, delgada, con un rostro blanco como la nieve de invierno y un cabello negro como el carbón que descendía por su elegante espalda. Sus ojos, verdes como la hierba mojada parecían observarlo todo y su caminar grácil y e l e g a n te d a b a l a s e n s a c i ó n d e n o n e c e s i ta r p i s a r e l s u e l o para caminar. Su voz al saludar se mostraba agradable y melodiosa, pareciendo trasportar al que la escuchaba a un mundo de paz lejos de allí. Tanta perfección no podía por menos que despertar el recelo de los aldeanos, que unos por miedo y otras por celos censuraron desde el primer momento la presencia de la mujer.


Como si fuese consciente de ello la dama de la granja, como comenzamos a llamarla los niños del lugar, apenas bajaba al pueblo. Vivía en total armonía con los gatos austeros y esquivos que a otros echaban con solo acercarse. Comenzamos a acecharla casi sin querer, con el único objetivo de observar lo diferente, lo prohibido, y poco a poco, los niños convertimos la visita a la granja en una rutina diaria. Una tarde en la que observábamos tras unos matorrales se acercó sin hacer ruido, y al mirarnos nos sonrió y muy despacio nos invitó a su morada. No había miedo en nuestros corazones, ni esa curiosidad malsana que en un principio nos había llevado allí. En su lugar un bienestar interior se apoderó de nosotros y la seguimos hasta el corazón de su gatera. Allí, entre las decenas de gatos que antes nos aterrorizaban nos acomodamos y nos sentimos trasportados a un mundo de paz, sin rencores, ni envidias ni celos. Volvimos al día siguiente, y al siguiente y así, al finalizar las tareas los niños corríamos a visitar a la dama de los gatos, para sentir su paz y su sosiego. Junto a ella y sus gatos nunca faltaba una palabra de consuelo, una sonrisa y una buena taza de caldo rico y nutritivo.


Mientras los niños disfrutábamos de este mundo paralelo, en la aldea las cosas comenzaron a empeorar. La tormenta que trajo a la dama había acabado con lo poco que sobrevivía hasta el momento y el hambre se había instalado en cada casa. Debilitados, los ancianos comenzaron a acusar el exceso de calor que no cesaba y, poco a poco, la ya mermada población comenzó a resentirse. Raro era el hogar que no se vio forzado a despedir a alguno de sus miembros. Los remedios habituales no parecían ayudar a nuestros enfermos y todo ello alimentó el miedo y el recelo de los aldeanos. Y de repente alguien lo recordó y una voz se alzó de entre las demás para declarar que todos los males que acechaban a los aldeanos habían comenzado con la llegada de la extraña mujer que, junto con sus gatos, no parecía sufrir los mismos infortunios que el resto de los mortales. Se organizaron cuadrillas para vigilar a la dama y sus gatos y fue entonces cuando nos descubrieron, cuando fueron conscientes de que cada tarde acudíamos a su casa y de que los niños no parecíamos sufrir los efectos de la hambruna al haber entrado en contacto con la dama y sus gatos. Y del resto se encargó el sacerdote de la aldea, que declaró en, nombre de Dios, que los niños estábamos bajo el hechizo de una bruja que pretendía adueñarse de nuestra alma inocente para entregársela al demonio que habitaba en el cuerpo de los gatos con los que convivía.


El rumor se extendió como el fuego en la paja y raro era el día que alguien de la aldea no contaba había podido observar a la bruja realizando algún rito satánico acompañada de sus maléficos gatos o disfrutando de momentos de fornicio y lujuria con ellos, entre gritos y alaridos de placer. Se organizaban penitencias, vigilias y plegarias para expulsar al maligno de la aldea, pero nada parecía solucionar la situación. Y entonces sucedió algo que prendió la yesca e inició lo que sería el acto más vergonzoso que un ser haya tenido que vivir. Uno de los niños, de los que habían visitado cada tarde a la dama desapareció misteriosamente. Al dar la voz de alarma alguien informó de que había visto al niño en compañía de la bruja montado en un carruaje tirado por cuatro de los gatos que cohabitaban con ella. El dolor, el miedo y, sobre todo la ignorancia y la superstición, hicieron el resto. Armados con todo objeto capaz de hacer daño se acercaron a la granja y la asaltaron, capturando a cada gato que encontraron dormitando plácidamente en su propio hogar. Al clamor del horror que invadió el aire acudió la dama desde el interior del bosque. No parecía asustada pero su mirada indignada y desafiante alimentó el alma exacerbada de la masa y nada pudo hacer para evitar ser prendida y llevada a la aldea como si de una alimaña se tratara. No hubo juicio ni defensa, ni capacidad de explicación por parte de los niños que la conocíamos bien y habíamos aprendido a quererla. Nuestro intento de salvarla a ella y a sus gatos fue interpretado como un signo más de su brujería y no hizo más que empeorar la situación. Ni siquiera la noticia de que el niño desaparecido había llegado a una aldea cercana huyendo de los malos tratos otorgados por su padre, hizo que se frenaran los deseos y las ansias de venganza de una turba enfurecida y enfebrecida por los cánticos religiosos del sacerdote del lugar. En la plaza del pueblo se levantó con una rapidez inaudita una gran pira donde quemar al maligno. Al mal se le combate con fuego y esa fue la forma elegida por los ancianos de la aldea para solucionar sus problemas.


Yo apenas era un niño y hoy soy un anciano pero aún resuenan en mis oídos los maullidos aterrorizados de los mininos. Y de mi mente nunca se borrarán las lágrimas de la mujer al escucharlos. No parecía temer seguir la suerte de los gatos, solo sentir eldolor de haberlos llevado hasta allí,

Fotografías de Andy Prokh

hasta una muerte tan cruel como injusta. Cuando todo acabó y solo quedaron los rescoldos de la hoguera donde la dama y sus gatos habían sido sacrificados mi rostro seguía cubierto de lágrimas. Lágrimas de dolor por la pérdida de mis amigos y de rabia por no haber podido hacer nada por evitarlo. Aquel día, ante sus restos, me juré a mí mismo no olvidar la muerte de esos maravillosos seres y a ello he dedicado mi vida. He alimentado mi rabia para darme aliento ante la ignorancia, la superstición y el miedo a lo diferente de esta sociedad en la que mis gatos y yo hemos tenido que vivir. Ojalá llegue un día en que los gatos sean aceptados como son, mientras tanto yo les pediré perdón hasta el día de mi muerte.


Indudablemente en México, la fecha marcada en el calendario como 2 de noviembre es todo un culto simbólico y representativo del país, “El día de muertos”, es una celebración excepcional que no se debe dejar de comentar ni de reconocer. Como mexicanos se ha adoptado la fecha desde tiempos prehispánicos y con la mescla europea que ha dado lugar a una celebración bastante colorida, armoniosa, eufórica, y tradicional que encierra cierto misticismo y carisma pintoresco y descomunal haciendo frente a la muerte “como se debe y no como se teme”. El primero de noviembre, se celebra a los santos difuntos, (los niños) y a los adultos al siguiente día; así quedan las fechas situadas desde la colonización española, pero desde hace aproximadamente unos 3000 mil años, esto sucedía desde tiempos inmemorables donde en las culturas Mexica, Maya, Purépecha y Totonaca fue un ritual y festejo de mucha importancia y trascendencia en fechados distintos. Ahora en el siglo XXl es posible seguir siendo participe de un imaginario colectivo quizá, donde puede tener lugar y libertad. Una serie de simbolismos específicos que dan lugar a CREER QUE SABES que hay más allá de la muerte. “La muerte por aquí es una fiesta, y la vida una tragedia”…. ¿Pero qué es exactamente esto? Si algún día despiertas en México, en un día como tal, te aseguro que a primeras horas de la mañana del primero de noviembre, olerá a maíz molido, manteca de puerco y especias, chile y dulce de piloncillo. Pan tierno en hornos viejos de adobe y si tienes suerte, veras piñatas coloridas de la señorita catrina en cualquier local del mercado del lugar. Las flores de color morado, blanco y amarillo, los caminos con pétalos para que tu familiar, tío, abuelo, hermano, cuñado, no se pierda, como sea es familia. La comida especial de los difuntos se ve apetitosa, como platones de enchiladas, el tradicional tamal, elotes, pan de muerto fruta, cigarrillos, tequila y uno que otro utensilio personal del muertillo que seguro moverá de lugar.



Lo que más importa es que se ilumine este santuario a la imaginación con velas amarillas y blancas, este lleno de vida con recortes, fotos y papel mache con figuras de la huesuda y sus mariachis cadavéricos. La música es un factor sugestivo interesante, el alcohol como marca nacional, baile hasta morir, y si tuviste suerte, ¡quizá bailaste con la catrina!... Estas fechas que inundan el lugar con olores a copal en anafres, velos de humo con pipas y cigarrillos prendidos, y percepciones agitadas por el buen pulque o mezcal y el tequila de cajón, es un espectáculo más vivo que muerto, una sátira a lo más fúnebre de la belleza decadente del miedo. Un festejo más a la perversión como escudo ante lo real, “la muerte está en vuelta en un trozo de papel” o bajo tu botella o quizá bajo tus ojos, en las cuencas craneales y las cienes desgastadas por la fricción de tus cadavéricos dedos al golpearlas. Tus muertos están en tu casa­¡oh sorpresa! Tus alimentos preparados ahora están a su disposición, en el altar, tus recetas y souvenirs son desprendidos de su esencia y llevados por los muertos vivientes, en un plano dimensional ajeno a tu razón pero gustoso a tu imaginación. Hay dos o tres señoras que afirman que su pan ya no tiene sabor y sus tamales están resecos, como si su vitalidad se haya esfumado como exhalada de cigarrillo, que miro doña María en el altar asegurando que fue su esposo Manuel muerto en la fábrica de azúcar a la ventana de su sala de estar. En estos momentos, la muerte representada, por la obsesión de darle figura, imagen, cuerpo y existencia como otro ser. Es la catrina. La dama más refinada y extravagante. Ahora, en México, la muerte es risa y chisteo, la muerte es fiesta, donde la tierra se sacude en los panteones y las guitarras y canticos entonan la música de los subterráneos, los olvidados en casi un año, para surgir, vivíos a casusa del deseo de un vivo, donde se muere y compra su boleto para entrar al cabaret abismal que es asistido por las calacas y espantajos más febriles del recinto. Los rituales son, en respuesta de algo desconocido que psicóticamente puedes creer que existen para ti.



Los muertos son lo no­vivo. Y los festejos es la sublimación de lo temido, al no­ existir más que en memorias familiares. Entonces…. ¿existes muerto en vida? Es difícil asegurar que la espiritualidad trapace el cuerpo y la potencia de tal. Lo que si podemos asegurar es que los festejos aquí en México son un espectáculo inolvidable y ceremonioso con un toque de ingenuidad y un vistazo más intenso, patógeno y enraizado. Un pequeño verso conocido como “calavera literaria” una tradición desde hace siglos, que ha podido expresar el disgusto, inconformidad en su forma artística sobre la política y los sistemas normativos que castigan y encierran, un vistazo más a la manera de embellecer lo trágico y horroroso, típico del mexicano del “mañana”.


) RIA. STUTA A R A TE ETA A LI O R P E AV NA CAL UTA, U , P n, ajón c ó E e T n t u n R pa re MU E n el rde sob día, e (L A a del eve a t ri n a. La c a Duend poesía ntina, l e g rí t a a a í s i c e n l v o a su re na solo rría en l citaba c o d i n f u e Leye a muy oca disc ue ella r ió L ol oq scrib e Com t endí a l z o en n su lista, a o r c e i y a n a d ó l a mu o si qu e i d n n i Y a co ra pens no se v . l a í Un d ni siquie basura a revista Y ri c su Que cadavé dito. s la lo e , Pue Nunca lcata u p la s, la en poema ca, o s y f la os triste ás de d ar más y u mi a s M m ed e u h ó i q o b s i b Escr do hasta ciones chancla n bien e ca a las Y be s días d so hast adas, u . c o En l rte se p jas mar cajadas r e o u ca sh La m Y su yeron a se le S olo


Philip Larkin El barco del norte XVI. "A la una la botella está vacía; a las dos, el libro fue cerrado; a las tres, los amantes yacen separados, ya realizado el comercio del amor. Y ahora las luminosas manecillas del reloj indican que son más de las cuatro, esa hora nocturna en que los vientos vagabundos sacuden la oscuridad. Y me muero de ganas por dormir; tanto que apenas puedo creer que el río silencioso que sale de la cueva no sea poderoso ni profundo; sólo una imagen elegida para presumir. Me acuesto y espero la llegada de la mañana y de los pájaros, los primeros pasos bajando por las calles todavía sin barrer, las voces de las niñas abrigadas con bufandas."


El muerto gozoso: besos, quisiera por En una tierra grasa, hastiado ya de fosa en que puedan mi mano cavar, profunda y sola, una , el olvido como el pe al fin, mis pobres huesos dormir en los llantos acerbos; z en la ola. Odio los testamentos y ante mundo, preferiría, vis que mendigar una lágrima al ensangrentar su pico vo, invitar a los cuervos a sobre mi cuerpo in ¡Gusanos!, silencioso m s y ci egos compañeros, he undo. muerto gozoso que aquí un podre, filósofos desphoy ha venido a veros; hijos de toda sepultura, decid si reiertos, moveos libremente sobre mi serv cuerpo sin alma, al áis aún alguna tortura, a este muerto entre los m uertos. Les Fleurs du Mal / Charles Baudelair e

"El Amor transforma la muerte en dulzura. El esqueleto del Arcano XI II tiene los huesos de azúcar ." Leonora Carrington "En el libro del Tarot, los 22 arcanos mayores represen tan arquetipos universales. Funcionan como una espe cie de lenguaje subconscient e de la humanidad." El amanecer de Acuario

Arcano XIII










ion con Hazte un peinado fash a en el la laca. Pon la películ tamente, reproductor e, inmedia ás visita el cementerio m por los cercano acompañado chillo champiñones y un cu deja los afilado. Antes de irte, vera, ingredientes en la ne VD y su excepto la laca, el D reproductor. Una vez moldeados los y champiñones a imagen de eos la semejanza de los crán casa y fosa común, vuelve a e. Con parte en dos el tomat a delicadeza extiende un ah y, ora, alfombra de lechuga adora al ayúdate de la laca fij alaveras. amontonar las mini-c

Receta de Ágata

Ingredientes: Tomate (1). amos). Champiñones (250 gr Hojas de lechuga (1). a las Tiempo y dedicación calaveras hongo. tes de Película: Pesadilla an Navidad (1). Laca fijadora (1).


espaguetis. Comprobar que Calentar el agua y meter los la pared. Si no se pegan, están hechos, tirándolos contra l y habiéndose puesto las excelente. Extender un mante encima los fideos rezando: gafas de pasta, arrojarse por

están en los cielos Oh Tallarines que har ina tu sea a cad Santifi nutrientes Vengan a no sotros tus la Tierra como en los platos Hágas e su voluntad en a día alb óndigas de cadsot Dano s hoy nuestras gul ros perdonamos a no o com así as ras est nu a y perdon os de ti) los que no te comen. la tentación (de no alimentarn No no s dej es caer en y líbrano s del hambre... Ramén.

Receta de Fritz

Ingredientes: -Gafas de pasta (1). guetis (1). -Un paquete de espa -Agua (1/2 litros). s (1). -Un mantel a cuadro




El Sábado es el mejor día porque cobro. Me despierto y voy a cobrar la increíble cantidad de veinte euros a la semana. Después voy a comprar el tabaco: tres paquetes de picadura de cuarenta gramos, papelillos y filtros; tabaco para toda la semana. Luego voy a pillarme una papelina de heroína que es lo que he estado ansiando toda la semana. Me voy al polígono donde compraba hachís cuando era adolescente y donde ahora se vende caballo. No hay nadie despachando, y es raro porque normalmente ya están vendiendo desde por la mañana tempranito. Camino un poco más adelante y hay unos cuantos camellos en una esquina. -¿Quieres bolo, pibe? - me pregunta uno de ellos. - No, papela. La compro en nueve euros (normalmente vale diez) y es una buena papela, bien grande. De vuelta entro en una tienda y compro un cacho de papel de plata por veinte céntimos. Normalmente no te suelen vender un trozo de plata en las tiendas y te ponen cara extraña, pero en el polígono sí te la venden. Cuando me marcho veo al tío que normalmente me vende y le digo: - Antes no había nadie aquí y compré más arriba. Mejor así porque ese tío siempre me las vende muy pequeñas. Bueno, ya he pillado y me voy a casa a fumar jaco. El mejor momento de toda la semana. Cuando entro pienso: menos mal que puedo fumar en casa y no en un fumadero de mierda. Me encierro en la habitación y empiezo mi ritual. Pincho Portishead porque siempre me gusta escuchar Portishead cuando estoy puesto de caballo.


Hago un tubo con un cacho de papel de plata. Abro la bolsita de jaco con un cortaúñas y con mucho cuidado deposito la heroína en la plata. Aplico la llama del mechero por debajo del papel albal y el polvo se licua transformándose en una gota de apariencia similar al caramelo líquido. A través del tubo voy aspirando los vapores que desprende la gota mientras corre por la plata. A los quince minutos ya estoy puesto. Me pica la nariz y todo el cuerpo, pero los picores son como voluptuosos. La gota corre arriba y abajo hasta que termino de fumar. Luego me fumo los restos que quedan adheridos al tubo. Una gran paz y relajación me embarga. Mientras escucho Portishead mi mente se entrega a ensoñaciones hipnagógicas y escalofríos de placer recorren mi cuerpo. Y al final escribo este relato tan bonito y educativo para la juventud.


“…Buscaba Hibernalia. Una necrópolis que había sido recogida por las hemerotecas situándolas en El Océano Atlántico, bajo lo que, supuestamente residían los restos de La Atlántida. Necesitaba oxígeno tras descender súbitamente en el mar y de espaldas. Lo noté, la primera vez; casi me asfixio. No crean que hubiera escogido aquel club de submarinistas porque me cayeran bien. En general nadie me ha caído bien nunca, he de decir. Los contraté porque una página web decían que eran los mejores. Al tomar aire y agua salada y después de reanimarme, los despedí. Lo que debería ser un hecho aislado, debido a mi estatus y formación en Criptoarquitectura Subacuática, fue tomado a escarnio y mofa. Por lo que arriesgué un poco más en mi infortunio contratando a dos marineros de piel curtida bajo el sol. Así, pues, me condujeron, otra vez, a la mar cerrada, de noche, emborrachándome con su ron barato, robándome, golpeándome, para, finalmente arrojarme en alta mar. Descendí a las profundidades haciendo apnea; los ecos enturbiados por las corrientes me encarcelaron junto a un tapón de algas dentro de una morada. Pensé que iba a morirme, pero mi cabeza obtuvo un hálito dentro de la gruta. Al fondo, observé el anhelo de mis deseos: miles de huesos, centenares de cráneos y flores muertas. Continué escarbando y me erguí ante Hibernalia. Pronto desfallecí, debido al aire enrarecido del cementerio subacuático.


Al amanecer, estaba en un crucero, rumbo a mi próxima conferencia. Por deferencia, abrí lentamente un pesado cofre. Refulgió la luz desde el fondo, donde la calavera que cautivó mis sentidos llenó la estancia de la armonía de la muerte.

Dr. Harry Stevenson. Doce de Enero de 2918 A quién corresponda…”


El sonido de sus pesados pasos, enfundados en las gruesas botas de piel, se mezclaban entre los repiqueteos de la lluvia espesa que caía aquella noche. Nadie supo si aquella inesperada tormenta veraniega se apostó en el cielo como un presagio contado a gritos. Inmóvil. Petrificado. Con los ojos abiertos y la vista nublada, se le iluminaba la cara con la única farola que custodia el portón, ya oxidado, del cementerio de VillaTorca. El pelo, empapado por la lluvia, se le adhería al rostro. Un rostro que, de no ser por la noche cerrada, lucía pálido tras las largas temporadas encerrado en aquella habitación en la que solía recluirse durante semanas. Fue un relámpago lo que le devolvió la noción del tiempo y el espacio. Al compás de sus pies chapoteando en cada balsa de agua que formaba el barro, empujó aquel amasijo de hierro pesado que no tardó en crujir sobre sus bisagras. La pala que arrastraba en la mano derecha apenas oponía resistencia, cuando encontraba un buen pedrusco contra el que delatarse, dejando un rastro inequívoco grabado en el suelo del cementerio que todos los torcos habrían de recordar durante décadas. Bajo la lluvia, perdido entre callejuelas que solo guardaba los restos de miles de vida, caminó hasta ubicarse y se detuvo al llegar a las lápidas. Los habían enterrado juntos. -¡Maldito hijo de puta! Hasta el ultimo día de tu miserable vida, te saliste con la tuya. Con la ropa empapada, clavó violentamente la pala en césped, con una expresión desmedida y rabiosa. Con ayuda de la única herramienta que tenía y sus pies, fue cavando de nuevo el hoyo donde un año atrás se había cavado uno


Alterallensteiner

nuevo el hoyo donde un año atrás se había cavado uno para meter el ataúd de madera que no tardaría en volver a ver. Y allí estaba. La tapa de madera comenzaba a pudrirse por la humedad. Aquel olor lo inundaba todo. Un olor nauseabundo y húmedo que se adhería a la piel e impedía respirar sin que las arcadas nublasen la vista. Pero eso no lo detuvo. Apenas pasadas las tres de la madrugada, tenia todo el féretro al descubierto.


La mitad de su cuerpo estaba en el hoyo y bajo la espesa lluvia, que se precipitaba escandalosamente, con dificultad se le hubiese distinguido entre la marmolada... en caso de que alguien le hubiese visto. A palazos, a golpes, patadas y saltos consiguió arrancar la tapa para conseguir lo que llevaba un año planeando. Su venganza a destiempo. Su reproche. La manera de someter al pasado bajo la rabia rutinaria. Su dolor. Todavía podía distinguir el traje azul marino que Ronnie, el de la funeraria, le puso para presentar a aquel hijo de puta, al mas allá. Poner presentable a aquel ser despreciable, del que había heredado sus ojos. Otra bocanada de aire putrefacto le regaló otra nausea. Y otra. Y una tercera le hizo vomitar. Para cuando se dió cuenta, ya había vomitado sobre los restos trajeados del amo y señor del infierno. Tras apartarse el pelo de la cara se inclinó agarrando lo que en su día fue una cabeza; siempre había deseado tener el valor suficiente para arrancársela y se sintió un tanto cobarde, haciéndolo ahora, después de muerto. A un crujido el cráneo se desencajó de la columna, con un sonido similar al de pisadas sobre las hojas secas del otoño. Y aquello cedió. Al fin lo había conseguido. Buscó cobijo cerca de la ermita del cementerio y de un paquete de tabaco empapado consiguió rescatar un cigarro, que no dudo en encender mientras una sonrisa socarrona asomaba por la comisura de su boca, mientras clavaba la mirada en la calavera que apostó frente a él. -Y ahí estas. Mírate. ¿Dónde está el gran Steven? ¡EH! Péganos ahora. Vamos... vuelve borracho. Pégale ahora. Pero no... No paraste hasta llevártela. No pudiste parar, eh. Soltando el humo entre ironía e ironía, asomaba alguna lágrima y algún suspiro de satisfacción. ¿Sabes que? No vas a descansar. No vas a estar con ella.


Will Thompson

Te pondré en la mesita de noche y te escupiré cada día de mi vida. Y te recordaré quien fuiste... y la mierda que eres ahora. No tendrás descanso. Como ella. Siempre tenía alguna marca de referencia que no le dejase olvidar cuánto habías bebido la noche anterior. Y mientras viva, mas allá de esa justicia divina que no existe, no dejaré de repetirte lo que en vida, me hubiese costado otra paliza. Ahora, vamos a esperar a que pase la tormenta, para tapar ese estropicio. Te torturaré en secreto. Esa será mi venganza. Mi analgésico. Maldito hijo de puta.



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