Revista La Brújula - Edición 61

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MAYO DE 2017 ISSN: 1909-5201

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En diálogo

Posconfli D

e origen huilense, Óscar Durán, periodista por pasión y docente por convicción, ha marcado durante 14 años la vida académica y profesional de los estudiantes de periodismo de la UTADEO, en especial de los apasionados por contar historias. “Durán”, como lo conoce la mayoría de la comunidad tadeísta, admite que ha rejuvenecido a través de los años, algunos dicen que es una especie de Benjamín Button, y lo atribuye a ese momento en que decide reinventarse para convertirse en el tipo fresco, amable y crítico que se deja ver en las aulas de clase y en algunos medios donde escribe sobre la coyuntura del país. Por su parte, el portugués Miguel Barreto, internacionalista, Doctor en Política Internacional y Resolución de Conflictos e investigador en experiencia en construcción de paz en Colombia, cumple cuatro años como docente de los estudiantes de Relaciones Internaciones de la UTADEO, en donde también dirige el Observatorio de Construcción de Paz, gracias a su amplio conocimiento sobre grandes conflictos en la historia del mundo y de Colombia de la cual sabe más que cualquier otro colombiano.

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flicto de Paz

Texto: Juliana Rodríguez - julianaa.rodriguezt@utadeo.edu.co | Fotografía:Sebastián Rivera - sebastianl.riverar@utadeo.edu.co

Cultura

y conocimiento

Sus estudiantes lo reconocen por su pasión hacia la academia y la investigación, y lo definen como un hombre exigente al que le gusta el texto crítico y complejo que contribuye a la construcción de conocimiento. La Brújula enfrentó la experiencia de estos docentes, además de sus distintas perspectivas sobre la realidad, en un diálogo sobre el posconflicto en Colombia y la apuesta que se debe implementar en las aulas de clase para que los jóvenes asuman su rol como constructores de una cultura de paz. ¿Con qué elementos se deben encontrar los jóvenes en las aulas de clase para que ellos asuman su rol como constructores de paz en este posconflicto? Óscar Durán: Es fundamental abordar la historia del conflicto y entender por qué hemos llegado a niveles tan altos de barbarie y violencia durante más de 50 años, dando a conocer esos prejuicios que han servido como gasolina para ambientar la violencia, como la errada concepción de que en Colombia existen buenos y malos. En términos académicos, estos temas son antagónicos y por eso es que la gente cree que existen polos opuestos como el blanco o el negro, cuando es el gris un buen punto para entender las razones y el contexto real de las situaciones. Así que creo que la labor es la de conocer realmente el origen del conflicto armado y lo que ha llevado a que un grupo de personas que

defendían los intereses de sus tierras llegaran a crear un grupo guerrillero tan sanguinario y matizado por situaciones que son producto de un país que vive permanentemente en pobreza y en donde reina la desigualdad. Solo a través de la historia será posible tener una segunda versión de lo que no nos han contado. Miguel Barreto: He percibido en Colombia poca memoria histórica sobre el conflicto armado por parte de estudiantes que deberían educarse para el sentido crítico, el diálogo, la tolerancia y las discusiones, aspectos que, desde mi punto de vista, hacen parte de una cultura de paz. Y a su vez, veo como los medios de comunicación se han encargado de establecer una visión de lo bueno y lo malo, han dado a conocer la guerrilla de forma satelizada, promueven la falta de conocimiento sobre el paramilitarismo y sus dimensiones, omiten la responsabilidad que tiene el Gobierno en este proceso de conflicto; y todo esto gracias a las distorsionadas visiones que tiene la gente sobre la guerra, como consecuencia de vivir en la burbuja de las grandes ciudades que, me atrevo a decir, no tienen mayor conocimiento

“(…) creo que hay luces y hay sombras, pero en general Colombia está viviendo una experiencia profundamente interesante que hace de este país un lugar vibrante.” Miguel Barreto

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En diálogo o sensibilidad sobre el drama que se vive afuera en otros territorios del país.

¿Cuál es su postura frente a la etapa de posconflicto que vive el país?

En ese sentido, las aulas deben destruir esa concepción de blanco y negro, de malos y buenos y se debe dar a conocer en su profundidad, en sus matices y en sus grises, el conflicto armado desde el ejercicio de la memoria histórica, de cultura ciudadana, de diálogo y de tolerancia, por medio de la cátedra para la paz, con el fin de inculcar valores y perpetuar la educación.

O.D.: Basándome en mi postura, pero también en la de aquellos a quienes me gusta leer, entender y seguir, el posconflicto ha tenido dos caras. Por un lado, se ha visto cómo han disminuido considerablemente los índices de violencia en el país a comparación de antes, pero, por otro lado, se ve cómo este fenómeno está causando una especie de zozobra en algunos territorios donde una serie de personas armadas, sin insignia o nombre de un grupo armado particular, se están tomando el control de regiones vulnerables y están acabando con líderes sociales, razón que nos hace pensar que el posconflicto está mostrando un rostro que no esperábamos. Asimismo, nos estamos encontrando con medios de comunicación que ya no abren noticiero con una masacre, sino con historias de corrupción, lo cual da la sensación de que el problema de Colombia no solo eran las FARC como nos lo hacían ver, sino también monstruos de múltiples cabezas que siempre han estado presentes, pero que, por una u otra razón, nunca vimos. De hecho, hay quienes piensan que desde hace seis meses para acá ha aumentado la corrupción, cuando la realidad es que hay situaciones que vienen pasando todos los días, pero que estaban ocultas. M.B.: No tengo particular simpatía por el término posconflicto, aunque yo mismo lo utilizo en mis proyectos de investigación, porque nos da la idea de que el conflicto terminó y que los problemas fueron solucionados, cuan-

do no es cierto. Esencialmente, los conflictos cambian y se trasforman en dinámicas. Un claro ejemplo de ello es las FARC que, de ser un grupo armado, quieren pasar a ser un partido político visible, lo cual da una buena sensación. Sin embargo, el conflicto no dejará de existir en el sentido de que habrá lucha de clases y sensibilidad en temas políticos, aspectos que son esencia de la democracia. Lo importante es suprimir la lucha violenta e irnos por un plan pacífico. Ahora, en cuanto al Proceso de Paz, mi lectura es positiva, creo que los temas fueron bien estipulados y en términos generales la justicia transicional fue un modelo equilibrado. El desafío del Gobierno y los ciudadanos será conciliar, dialogar e integrar a los desmovilizados que se están reintegrando a una sociedad llena de estigmas. De lo contrario, Colombia puede perfectamente caer en la misma trampa de antes; la guerrilla puede acabar ejerciendo violencia criminal, situación de la cual se debe ocupar con urgencia el Estado y el Gobierno de Santos, e inclusive, los futuros mandatarios. ¿Cuál es su postura frente a la conformación de las FARC como partido político? O.D.: Como partido político, me parece fantástico, y aunque su ideas sean arcaicas y viejas, si se plantean bien, pueden llegar a ser pertinentes en un país que busca alternativas. Sin embargo, el panorama no está muy claro, ellos como partido están emergiendo en un ambiente que no tiene aceptación masiva en las ciudades, pues la gente sabe que ellos dejaron las armas, pero no la revolución y mucho menos el sentido comunista y socialista que los define. Además, para nadie es un secreto que Colombia es una sociedad criada bajo la luz del occidentalismo y, en ese sentido, estamos permeados por ideas capitalistas, lo que


Texto: Juliana Rodríguez - julianaa.rodriguezt@utadeo.edu.co | Fotografía:Sebastián Rivera - sebastianl.riverar@utadeo.edu.co

nos conduce a rechazar el comunismo. Por eso, lo que veo es que las FARC deben guiar sus ideas revolucionarias hacia un escenario más centrado y equilibrado con el fin de acabar con los prejuicios que asechan esta sociedad. M.B.: Creo que este es un paso fundamental y ha sido el camino de varios grupos ilegales en el mundo que han preferido cambiar las balas por tarjetones. Me parece enriquecedor para la misma sociedad que existan comunistas en Colombia capaces de aportar al desarrollo del Estado, a pesar de la dura labor que tienen de conquistar el corazón de los electores del país. De hecho, después de ver la valla publicitaria en Santa Marta que decía “Vote sí al plebiscito si quiere ver a Timochenko Presidente”, lo cual me parece una falacia total, percaté lo difícil que será este camino, pues veo más fácil que vuelva a la tierra Jesucristo, a que Colombia elija un presidente comunista. ¿Cuáles son los desafíos que deben asumir los periodistas (Óscar) /internacionalistas (Miguel) contemporáneos en el proceso de posconflicto? O.D.: Con los años, me he dado cuenta de que un periodista debe prepararse para asumir de una forma distinta las coyunturas del país y debe dejar de contar el conflicto desde la visión del Estado o de las instituciones. A lo que le debemos apostar es a encontrar otras formas de obtener y de narrar la información, por lo que es importante la preparación, la aceptación y el conocimiento de lo que estamos viviendo, para así saber lo que estamos contando. También, es importante escuchar al otro, entenderlo y revisar cuáles son esos puntos en los que coincidimos para que dejemos de matarnos. El periodista debe entender que tenemos un rol fundamental en la erradicación de etiquetas, de malos y buenos, hay que des-

marcar intereses, jugar a descubrir y levantar el tapete donde está la inmundicia para poner en tela de juicio a esta sociedad imperfecta, donde reina la desigualdad y la corrupción. M.B.: Los internacionalistas deben tener en cuenta que vivimos en un mundo donde todos los temas se entrelazan, donde ellos no pueden ver el mundo desde su burbuja, porque aún en la vereda más aislada de Colombia vive un campesino que puede estar en problemas porque el dólar cambia, porque el precio internacional del café o del cacao varía o porque el Tratado de Libre Comercio con Europa, Corea o Estados Unidos afecta su vida. En ese sentido, yo intento cultivar en mis alumnos una idea de que son colombianos, pero simultáneamente son ciudadanos del mundo y deben ocuparse de todos los problemas mundiales: desde el conflicto en Siria y el tema de los refugiados, hasta las implicaciones que Donald Trump traerá al mundo los próximos 4 años en Latinoamérica. Así, pues, un internacionalista podrá aportar ese enfoque global capaz de lidiar con los problemas a partir de distintas herramientas políticas, económicas y jurídicas. Si pudiera resaltar un líder político o social que se haya destacado durante el Proceso de Paz que ha vivido Colombia, ¿a quién escogería? O.D.: Considero que Humberto de la Calle es un tipo inteligente, con buena preparación académica y, en especial, es una buena persona. Me llama la atención que cada vez que él intervino en un acto público, fue producto de un texto que escribió y preparó por varios meses. A mi parecer, ese aspecto habla de su poco afán de tener el protagonismo, y ese detalle lo convierte en mi apuesta, pues eso demuestra que sus decisiones e intervenciones son consecuencia de la prudencia y de la

ausencia de vanidad. Precisamente, él mismo lo mencionó en La Habana, Cuba, el día que se firmó el Acuerdo de Paz al decir: “Este no es un acuerdo perfecto, pero es lo mejor que pudimos hacer lejos de cualquier vanidad”. Ese perfil bajo, inteligente y sencillo es una gran figura en este proceso de paz. M.B.: Yo creo que, si tenemos un Acuerdo de Paz hoy en día, es necesario darle crédito a los dos líderes principales de este Proceso de Paz: Juan Manuel Santos y Timochenko. Ambos lidiaron positivamente con lo que es un proceso de negociación que en general es difícil, exigente y largo y que, incluso, ha sido reconocido con optimismo a nivel internacional por su buen contenido y porque, técnicamente, estuvo muy construido. También quiero darle crédito a algunos colombianos que hacen movilizaciones constantes para mostrar que la paz sí es visible. Hay personas construyendo paz por medio del arte, de movimientos que invitan a marchar, discutir y dialogar. Así que creo que hay luces y hay sombras, pero en general Colombia está viviendo una experiencia profundamente interesante que hace de este país un lugar vibrante en términos de construcción hacia ese rol que hay que asumir en esta etapa de posconflicto o posacuerdo.

“…la gente cree que existen polos opuestos como el blanco o el negro, cuando es el gris un buen punto para entender las razones y el contexto real de las situaciones”. Óscar Durán

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