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EL CAMINO DE LOS SUEÑOS
LA CIUDAD
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EL CAMINO DE LOS SUEÑOS
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© Copyright 2018 - IHANA COTT “El camino de los sueños”: II - La ciudad, III - La isla Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Impreso en Argentina – Printed in Argentina ISBN: 978–987–656–386–4 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción, almacenamiento o transmisión parcial o total de esta obra por cualquier medio mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia u otro procedimiento establecido o a establecerse, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.
Ihana Cott El camino de los sueños : la ciudad y la isla / Ihana Cott. 1a ed. - Junín : De Las Tres Lagunas, 2108. 304 p. ; 21 x 15 cm. ISBN 978-987-656-386-4 1. Narrativa Argentina. 2. Novela. I. Título. CDD A863
Foto de tapa Vol. II: Ciudad Mágica. Óleo de Ihana Cott Foto de tapa Vol. III: La Isla Blanca Correcciones y diagramación: Ihana Cott
Ediciones de las Tres Lagunas España 68 - Telefax 54 236 - 4631017 // 154 648213 Junín (6000) - Pcia. de Buenos Aires - Argentina E-mail: ediciones@delastreslagunas.com.ar www.delastreslagunas.com.ar Impreso en el mes de Agosto de 2018 en Junín Bs. As.
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A mi hija. A mis padres (in memoriam). A todos los que me ayudaron a construir esta historia. Porque: Hay que animarse a soñar Para limpiar el alma.
La Autora
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“La única parte donde se está del todo mal o del todo bien es dentro de nosotros mismos y bajo la opinión de nosotros mismos”
PEDRO PALACIOS (ALMAFUERTE)
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PREFACIO
¡PIÚ AVANTI! No te des por vencido, ni aun vencido, no te sientas esclavo, ni aun esclavo; trémulo de pavor, piénsate bravo, y arremete feroz, ya mal herido. Ten el tesón del clavo enmohecido, que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo; no la cobarde intrepidez del pavo que amaina su plumaje al primer ruido. Procede como Dios que nunca llora, o como Lucifer, que nunca reza, o como el robledal, cuya grandeza necesita del agua y no la implora… ¡Qué muerda y vocifere vengadora, ya rodando en el polvo tu cabeza! ALMAFUERTE (de: 7 sonetos medicinales)
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Segunda parte
LA CIUDAD SIN LUZ (LOS SUEÑOS EROSIONADOS)
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AÑO 5 Se sentía como atontada, su mente no funcionaba muy bien. Parecía flotar en una nube que sostenía un cuerpo que apenas sentía. Le habían aplicado una cantidad de anestesia que no la dormía totalmente. Se suponía que conservaría la conciencia para vivir la experiencia del parto, aunque éste fuese por cesárea. Escuchaba voces, pero no distinguía las palabras, si abría los ojos solo veía una tela rígida que le impedía observar más adelante. El anestesista aparecía de a ratos para tranquilizarla. Pero Selma estaba y no estaba allí. Su mente retrocedía en el tiempo. Danilo manejaba su auto cargado con todo lo necesario para iniciar la nueva vida de casados en la gran ciudad. Ella preparaba el mate para comunicarse mejor, y en silencio se lo entregaba a él cuando veía un hueco en el tráfico de la concurrida ruta que unía el pueblo que habían dejado atrás, con la ciudad que los esperaba más adelante. Necesitaba ese silencioso intercambio de gestos porque luchaba por contener el llanto que quería invadir sus ojos una y otra vez; de repente, el que ahora era su esposo le resultaba un perfecto desconocido y ya añoraba a sus padres Antonino y Egle, con los que había compartido un tercio de su vida. Ellos habían quedado en el pueblo tristes y envejecidos. También había quedado atrás su trabajo en el Conservatorio de la ciudad vecina donde ya se había acostumbrado a la rutina del colectivo que la llevaba y la traía. ¿Qué le esperaba? Construir una nueva vida, partiendo casi de nada. Sería ese lo que ella
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llamaría más tarde “su año 0”. Danilo había dejado todo en su País para vivir con ella, decisión a la que se vio forzado cuando Selma le comentó que le sería imposible para ella por sus padres ya grandes, trasladarse a su País. También él debería empezar de nuevo, abrirse camino en una ciudad sin luz dispuesta a devorarse al que encuentra desprevenido. Y en esa ciudad inmensa, ella sería su guía. La que había puesto los cimientos de un hogar que él debería aprender a sostener, donde además de inteligencia habría que aportar ingenio y una férrea voluntad y determinación. Después de dejar ordenado el departamento (les tomó dos días), partieron en su viaje de luna de miel. Para entonces Selma tenía un mejor ánimo y se dispuso a disfrutar de lugares que no conocía. Pues habían elegido territorio “neutral”, un pequeño País vecino que ambos deseaban conocer y donde contaban con amigos en común. Allí Selma pasó buenos y malos momentos. Los buenos, cuando se relacionaba con la naturaleza y en los días que visitaron a sus amigos. Los malos, cuando un día no les arrancó el auto y tuvieron que acudir al mecánico, porque le recordó mucho a Antonino y su capacidad para solucionar problemas. También sufrió una descompostura, cuando se intoxicó con alguna comida a la que no estaba habituada y eso le demandó unos tres días de dolor estomacal, vómitos y diarreas. Apenas si podía tolerar el agua, y luego caldo y fideos blancos. Cuando el malestar pasó, pudo relajarse y disfrutar de los paisajes. Escribía en su diario de viaje: “¡Qué paz, qué gozo! No anda nadie, el mar es ahora nuestro, ¡qué feliz me siento! Escuchar, ver, oler el mar… caminando por estas playas de arenas blancas en comunión con la soledad, es justo eso lo que amo, lo que me agrada, lo que siempre me hará feliz”.
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En muchas partes de su diario Selma manifestaba la poca predisposición de Danilo para acompañarla en esas caminatas matutinas, y cuánto extrañaba entonces los viajes de aventuras con sus padres y la diferencia que había con su esposo al que le costaba bastante adaptarse a su lado salvaje y solitario, esos momentos de disfrute que Selva María nunca dejó de vivir y buscar. Además, se sentía algo insegura a su lado, sentía que él, no le brindaba la protección que buscaba en un hombre; nunca se lo dijo, pues pensaba que Danilo no estaba capacitado para ayudarla y comprenderla en cualquier circunstancia inesperada que se presentase. Sintió una sensación de vacío. De repente se volvió a conectar con su cuerpo. Le llegaron voces amortiguadas, y una extraña molestia que provenía de su abdomen, interrumpía sus pensamientos. Como si algo se desprendiese de sus entrañas, como una sensación de líquido que se derrama, como si se vaciara completamente del contenido de su ser interior. Quería que todo eso terminara de una vez, emerger como cuando se despierta de un sueño profundo y el sol que entra por las ventanas calienta el alma. Al instante, ya no sintió más esa incomodidad, como si hubiese olvidado que tenía cuerpo. Un llanto de bebé invadió el frío y aséptico recinto. Pudo sentir cuando alguien lo acercó a su lado. Tenía el rostro deformado, pegajoso, su cuerpo diminuto, su pelo negro… quiso tomarla con sus torpes manos, pero se sentía débil, sin fuerzas, sin voluntad. Entonces cerró los ojos, necesitaba descansar… más tarde, se encargaría de ella: Estrella Sotomayor Ponti. La luna de miel, imágenes de la misma invadieron su mente. La verdad que la verdadera luna de miel había quedado en la Bahía lejana de la Reserva; en aquel humilde El camino de los sueños – La ciudad // 17
cuarto del Instituto de investigación donde pasaron su primer viaje de aventuras. Donde aprendió a ser mujer. En el silencio de las noches bañadas de luna, en el sonido del viento moviendo las hojas de las palmeras, en la vista del rojo atardecer en las aguas mansas del mar y las gaviotas que visitaban las playas desiertas en busca de alimento cuando amanecía y ella salía a caminar en estado de éxtasis después de largas noches de amor y sexo. Había sido un combo perfecto, esa combinación de trabajo y placer. Algo que no se repetiría nunca más. Un sueño cumplido, una falsa realidad. Unos meses después, desde la soledad de su hogar en el pueblo, le escribía a Danilo en una carta poética: “¿Recuerdas amor el sonido del viento en las palmeras? ¿El color del mar? ¿El brillo de las estrellas en el cielo?” “¿Recuerdas el parque donde florecían los abrazos? ¿La sed desimaginada de la soledad? ¿La suprema melodía del silencio?” “¿Recuerdas amor el vuelo de los pelícanos? ¿Mis huellas en la arena? ¿Mi risa y mi llanto?” “¿Recuerdas los ojos devorándose en la noche? ¿Los latidos de mi pecho? ¿Mi miedo y mi derrota?” “¿Recuerdas amor…?” “¡Qué dulce deleite sentirnos en un abrazo!” Abrió sus ojos, el paraíso se esfumó y se encontró sola sobre la camilla, en un pasillo estrecho que conectaba dos salas. Allí la habían dejado abandonada. Trató de mover las piernas, pero no pudo, parecían de plomo, estaba exhausta y asustada. ¿Dónde estaban todos? Los médicos, las enfermeras… ¿y la pequeña Estrella? ¿Existía en realidad o había estado soñando? Necesitaba escapar de allí, recuperar su cuerpo, buscar a Danilo. Pero no podía moverse; para no entrar en pánico decidió evadirse en los recuerdos, Ihana Cott // 18
abandonar ese cuerpo y refugiarse en la mente que la transportó al último mes de embarazo en pleno verano, lo que consumió las pocas energías que le quedaban. La cesárea había sido programada porque ella no quería correr riesgos en un parto natural cuando ya contaba con 37 años. Además, tenía miedo al dolor, aunque no quería manifestarlo. Esa calurosa mañana de finales de enero se levantó extraña, sabía que aún faltaban 17 días para la fecha fijada y que no debía preocuparse. Cuando estaba en el baño comprendió que algo anormal pasaba: había despedido parte del líquido amniótico y percibió su vientre duro. A partir de ese momento identificó el dolor como contracciones de parto, aunque no eran fuertes. Llamó alterada a Danilo y le pidió que la condujese pronto a la clínica y llamase a su doctora. Pilar y Guillermo (sus suegros), que estuvieron con ellos casi todo el embarazo, la calmaron y ayudaron a preparar el bolso, ambos salieron de prisa, se dirigieron primero al hospital donde estaba en esos momentos su obstetra. La doctora la revisó y resolvió hacer la cesárea esa tarde. La envió a la clínica de su obra social de trabajadores de prensa, mientras ella llamaba para que fuesen preparando el quirófano. Cuando llegó la depilaron, y todo ocurrió tan rápido que no tuvo mucho tiempo para asustarse y pensar. Estrella tenía prisa por nacer, ya entonces daba muestras de un carácter fuerte, de una futura independencia que desde muy pequeña comenzó a demostrar y que en el fondo solo escondía miedo a crecer. Danilo la tenía en brazos. Era tan diminuta, tan frágil. Una mezcla de felicidad y angustia se apoderó de él. Ahora, más que nunca, tendría que luchar por mantener su pequeña
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familia. ¿Estaba preparado para eso? Todavía no había logrado consolidarse en el País para tener una estabilidad económica que consideraba vital para la nueva vida que llegaba al mundo. Sin embargo, sus padres ya llevaban casi tres años viviendo con ellos o en la casa en el pueblo que les prestó Antonino; y eso, le daba seguridad, aunque era consciente de la tensa relación que Pilar mantenía con Selma. Su madre, siempre tan desafiante, sin duda tenía serias dificultades con su esposa, a la que no le gustaba que le invadiesen su territorio. Ahora con Estrella, ¿qué desafíos le esperaban con las tres mujeres de su vida? Después de un tiempo que a Selma le pareció eterno, fue llevada a una habitación privada donde la esperaban Danilo, Pilar y Guillermo. Al costado de su cama estaba la cunita– moisés con Estrella y sobre la mesita, un ramo de flores frescas. Entonces sí, se permitió emocionarse al ver la dulce muñequita que tomó en sus brazos. Era muy blanca, y su pelo renegrido. La enfermera se ofreció a pelarla, pero antes la ayudó a que se prendiese de su teta por primera vez. Fue ese, uno de los momentos más plenos y felices de su vida. Comparado a aquellos que solía pasar en soledad en medio de la naturaleza salvaje después de conquistarla. En su interior sabía que el vínculo que las uniría desde ese instante, sería indestructible. A los tres días ya estaba en condiciones de regresar al departamento. Y allí, comenzó otra historia. Acostumbrarse a una nueva rutina que giraba en torno al bebé. Eran pocas las horas de sueño porque Estrella se despertaba cada hora para mamar o simplemente porque algo la molestaba y no la dejaba dormir. Danilo se esforzó mucho en ayudar para que Selma descansara, ya que la cesárea era muy resiente y no debía hacer esfuerzos y reposar lo más que pudiese. Guillermo Ihana Cott // 20
acompañaba en silencio y se encargaba de los quehaceres de la casa sin abrir la boca, como era su calmo y sumiso estilo, siempre mandoneado por su mujer que nunca le daba respiro. Pilar… un caso sin solución. Su forma autoritaria y dominante para tratar de imponer sus puntos de vista, para encarar la crianza y cuántas cosas más sacaban a Selma de quicio. Se mostraba en la máxima potencia del autoritarismo en lo que tuviese que ver con Estrella, indicando cómo bañarla, cambiarla, alimentarla, etc. etc. De entrada, intentó hacerse cargo de la situación aprovechándose de la debilidad de Selma que debía cuidarse y de la falta de carácter de Danilo para hacerle entender que ellos eran los únicos que debían hacerse cargo de su hija. Selma lo impedía toda vez que podía, pero Pilar resultó ser muy testaruda e insistente. Su hijo tenía que mediar entre ellas permanentemente. Resultaba agotador. Eran días de caos y la tensión reinante se percibía en el aire, en la energía negativa que los envolvía y los quería sofocar. Sin duda, todo eso llegaba a la bebita que les demandaba más y más hasta dejarlos exhaustos. Pero Selma no se rindió y salió adelante con su hijita. Ambas salieron adelante. A los dos meses –aunque Pilar (cuándo no) consideraba imprudente–, viajaron los tres al pueblo para que los abuelos maternos conocieran a Estrella. Fueron días de renacer para Selma, allí podía recuperarse, llevar una vida tranquila junto a su hija y esposo, lejos de la influencia de Pilar. Mientras ella disfrutaba de los halagos de la familia cuando conocían a su hijita, Danilo disfrutaba de los paseos en bicicleta (rememorando esos meses previos al casa–miento cuando salía a la ruta a bicicletear); se reencontró con los pocos amigos que había hecho en el lugar cuando llegó cinco años atrás, entre ellos Rodolfo Rachi, a quien conoció en uno de esos paseos y siempre se reunían en su casa para charlar,
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tomar algo y comentar sobre Astrología, Ovnis y Tarot, temas a los que se dedicaba Rodolfo. Cuando regresaron a la ciudad, la vivaz, inquieta y dulce niña, no tardó en abandonar tempranamente la teta y por más que Selma intentó seguir amamantando, su leche no la satisfacía y la doctora resolvió complementar con leche en polvo, de lo contrario no crecería normalmente. Igual, Estrella intentó todo para evitar que dejara la teta. Incluso compró un aparato especial con el que se ordeñaba para luego ofrecerle a Estrella, quien al principio la tomaba, pero poco a poco comenzó a acostumbrarse a la otra leche y ya no aceptó la de ella. Entonces, la leche se fue retirando de los pechos de Selma y tuvo que continuar la crianza con la leche especial indicada por la Doctora y que le proveía la Obra Social de Prensa. Su prioridad ese año fue Estrella, y Danilo tuvo que arreglársela solo con el Periódico que venían haciendo desde hacía unos años, que les había permitido sobrevivir ya que la profesión de abogado aún no daba frutos. Igual, tuvo tiempo para preparar una exposición de los últimos óleos, los que pintaba en sus escapadas al taller del pueblo todas las veces que podía. Como así también, visitó escuelas del barrio para brindar charlas ilustradas a los niños, relacionadas a sus antiguos viajes por la naturaleza y que venía haciendo bastante en los últimos años, despertando mucho interés en los docentes y niños. El alivio llegó en la primavera, cuando al fin sus suegros regresaron a la casa del pueblo y ellos volvieron a vivir en armonía, como una verdadera familia feliz. Y Estrella, sin ninguna duda, mostraba su faceta pacífica y encantadora. Le agradaba cuando el padre la sacaba en la mochila para pasear o hacer mandados. O recorrer las calles del barrio en el cochecito con ambos o con Selma solamente. Dedicaban
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bastante tiempo a los juegos, se bañaban juntos, reían, leían cuentos, fue una etapa de gran felicidad para los tres. También como pareja, reanudando a pleno la actividad sexual, y viviendo momentos sublimes como antes del embarazo o durante algunas etapas del mismo, cuando Selma comenzó a sentirse mejor y dejó de vomitar continuamente. Su cuerpo, había cambiado algo, para mejor; estaba delgada, pero con formas más destacadas, que resultaban apetitosas para Danilo. Y Selma se permitió disfrutarlo como pocas veces a lo largo del matrimonio, Danilo sentía una atracción renovada y respondía con creces a sus continuas demandas. Quizás porque se sentía relajado después de cumplir con el sueño de tener un hijo, algo que deseó muchísimo desde el mismo momento que Selma dejó el anticonceptivo para empezar a buscarlo. Y después de la primera gran frustración del aborto mucho más. ¡Cómo deseaba Selma que esos días no acabasen nunca! Pero como todo lo bueno, algún día se acaba. Ese idilio terminó en otoño cuando sus suegros regresaron al departamento donde el trío había logrado construir un hermoso hogar, para pasar en la ciudad el invierno, porque en el pueblo sentían que era muy crudo y, ¡qué mejor que pasarla en la calidez del departamento donde vivía Danilo con la pequeña Estrella! Durante la primavera y el verano volvió la paz para el matrimonio; Pilar y Guillermo volvieron al pueblo y entonces, la relación de ellos se acomodó y Estrella empezó a dormir en el cuarto de al lado que habían decorado especialmente para ella y había quedado hermoso. Durante la noche, Selma se levantaba, la vigilaba y también le daba la mamadera. Fue una etapa de plenitud para todos; Estrella crecía llena de vitalidad, y Selma volvía a sentirse seductora y deseada. Su permanente predisposición mantenía a Danilo ocupado durante las
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noches, y cuando amanecía, después de atender a la niña, se dirigía a la cocina para preparar los mates que le gustaba compartir en la cama con él. Mientras el agua se calentaba, se sentía tan mojada que ahí mismo, parada contra el mármol frío de la mesada, se provocaba rápidamente un orgasmo que la dejaba agitada y acalorada. Cuando terminaban la ronda de mate, se metía en la cama y provocaba a Danilo con juegos eróticos, él la tomaba y penetraba con fuerza; sin embargo, como el orgasmo no llegaba a tiempo, cuando Danilo se retiraba y partía al baño para lavarse, ella continuaba masturbándose y enseguida podía completar el proceso. Resultaba agotador, pero la llenaba de felicidad y la hacía sentir plena y satisfecha. Si el mate lo preparaba él, como solía pasar más de una vez, ella aprovechaba esos minutos para prepararse con masajes íntimos hasta que él llegaba y la
encontraba semidesnuda, en una clara invitación al sexo. Apenas si podía tomar algunos mates, la situación lo desbordaba y tenía que tocarla y penetrarla. Le encantaba cuando su mujer mostraba esa parte de ella tan oculta que sólo él podía disfrutar. Se sentía tan feliz, como hombre y como padre. Su sueño estaba cumplido. Y, además, veía a su mujer radiante y satisfecha.
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AÑO 1 Los cuatro meses posteriores al casamiento fueron muy difíciles para Selma y Danilo en la cosmopolita ciudad. Ambos vivían una etapa de adaptación, de acomodo a la nueva vida. Él se replegaba en su interior y no hablaba de sus sensaciones y problemas, guardando los sentimientos en algún rincón oculto de su corazón. Selma se refugiaba en la escritura, lo que siempre resultó una forma de terapia en cualquier circunstancia de su vida. Y aunque puso esfuerzo por apoyarlo, guiarlo, comprenderlo y acompañarlo en el trayecto de adaptación, su cometido no fue logrado y Danilo cada día se alejaba más y ella, no podía descifrar sus sentimientos. Como el auto de su padre lo habían devuelto a su dueño ni bien regresaron de la luna de miel, tenían que moverse por la gran ciudad de un punto a otro de la misma y de los alrededores en cualquier otro medio de transporte disponible. Casi sin dinero, como nunca antes había pasado en su vida, tuvo que viajar en colectivos, subtes, trenes… todos medios públicos de transporte a los que ella jamás antes, en su paso por la ciudad para estudiar, se había logrado acostumbrar, a pesar de que a veces iba al Conservatorio en colectivo porque Antonino no estaba disponible. Pero con el tiempo, y con la compañía de su esposo, pudo atravesar el miedo y en pocos meses podía ir sola al centro. La ciudad no era un misterio para ella, tan transitada con sus padres en otros momentos de su vida. Conocía barrios y calles, lugares diversos y también a su gente. Por lo tanto, Danilo aprendió rápido a conocerla y de su mano logró incorporarla como suya. Selma supo, con el paso del tiempo, que le agradaba vivir
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en una ciudad como esa, tan cosmopolita y llena de cultura y posibilidades. Danilo se dedicaba en esos meses a trámites migratorios, idas a la embajada y a la universidad donde revalidaría su título de abogado. Y a todos esos lugares, ella lo acompañaba. Se volvieron inseparables aquellos meses, Selma asumió que la prioridad era él para sacarlo adelante, en eso tenían que estar unidos de verdad. También lo ayudó mucho a preparar las materias que debía rendir del secundario para cumplir con el requisito de la Universidad, donde le darían el título que luego lo habilitaría para poder trabajar en el País. Algunos libros los tenía Selma, otros se los facilitó la esposa de su primo Lisandro, casi únicos parientes que visitaban desde su llegada a la ciudad, su hijita de 5 años se había apegado mucho a Danilo y lo seguía siempre para que la hiciese girar como una calesita, algo de lo que Danilo disfrutaba mucho. Las materias que preparó eran: Geografía, Historia, Literatura, Educación Cívica y alguna otra que no recuerda relacionada al País. Rindió en diciembre, con muy buenas notas, en la misma escuela del pueblo donde Selma se recibió de bachiller años atrás. Dos de los que fueron sus profesores, y que se encargaron de evaluarlo, lo felicitaron y se ganó el afecto y la amistad futura de ellos, quienes empatizaron con él y esa increíble historia de amor. En el otoño de aquel año Danilo tenía su título, pero no podía empezar a trabajar hasta obtener la Colegiatura. No iba a ser fácil, varios problemas se sucedían y se hacía necesario viajar al país de origen de Danilo para solucionar algunos temas con sus padres, quienes habían tenido que abandonar el departamento donde Danilo creció no bien él se marchó. Se instalaron en la casa de una hermana de Pilar donde no se encontraban para nada cómodos. Además, no contaban con
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recursos, Danilo debería ir para alquilarles algo, y tampoco él contaba con medios. Selma no quiso acudir a su padre porque Antonino, cada día, veía más deteriorada su salud. Además, sentía que no correspondía a ella solucionar los problemas de sus suegros, y a su padre mucho menos. Pero sabía que Danilo debía viajar, y ella viajaría con él, a pesar de que él le había dicho que no era necesario, que podía quedarse en el pueblo con sus padres. No la convenció, no deseaba separarse de su marido tan pronto. Así que dispuso de sus pocos ahorros y vendió una pulsera y una cadena de oro que conservaba de su niñez, con eso logró reunir suficiente dinero para el viaje. Claro que no alcanzaba para el avión, así que emprendieron la aventura de viajar por tierra. Era un largo viaje de 4 días, pasando por un país vecino, atravesando montañas, desiertos y pueblos pintorescos. En muchos lugares del trayecto, tenían la visión del mar cubierto de bruma, muy típica de esas costas del Pacífico. En la terminal de Ómnibus, su primo Lisandro y su esposa fueron los únicos que los despidieron deseándoles suerte y disfrute en el viaje. No fue fácil partir para Selma, sin embargo, sabía que estaba haciendo lo correcto. De ese increíble viaje, Selma dejó testimonio en su diario de apuntes y pensamientos. Como era costumbre en ella, todo lo escribía, en todos los instantes de su vida, la que quedó registrada en sus numerosos archivos. Y lo que escribió el día 3 de marzo de aquel año 1, suena ahora, como una premonición: “Domingo triste como todos los días aquí. Deambulando de pariente en pariente en los destartalados colectivos atestados de gente que huele a sudor. Sus padres están pasándola muy mal, acogidos en la casa de una tía, con un montón de muebles apretados en una pequeña habitación, y otros tantos en un cuarto de depósito que le facilitó otra tía. En esa casa, grande, de dos pisos, nos alojamos en el segundo;
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tenemos un cuarto pequeño con un baño pegado, pero hay que salir a la terraza donde se tiende la ropa y se ven los techos de la ciudad gris. Es un barrio algo alejado del centro, bastante tranquilo. Yo al menos, me entretengo despertando temprano y bajando al jardín del frente donde los tíos de Danilo tienen muchas plantas, disfruto del rocío de la mañana para regarlas y admirar sus colores. Aquí les hace gracia, pero ya empezaron a conocer esa faceta tan especial mía”. En otro párrafo dice: “Si bien arregló los papeles en la Universidad y al regresar al País comenzará a trabajar, nuestra relación transita por caminos muy intrincados, de grandes diferencias de cultura, costumbres, crianza, caracteres, proyectos y sueños distintos. Creo que a la larga y al final, más tarde o más temprano, terminaremos cada cual, por un camino distinto, retomando aquel que cada uno abandonó para estar juntos. Esta historia de amor es imposible, y por eso mismo, trataré de disfrutarla lo más que pueda antes de que la preciada felicidad se esfume para siempre, dejándonos a la deriva en un océano de soledad infinita”. El viaje por tierra de cuatro días, haciendo noche en un hotel de una ciudad norteña de un País limítrofe, a mitad de camino, fue muy tedioso y cansador. Había que atravesar trayectos interminables de desierto, de montaña, parando para comer en distintos lugares donde los sabores de las comidas típicas a veces no eran de su agrado, o le caían algo mal. Ellos iban arriba, adelante, lo que les permitía una buena visión, que en algunos tramos con curvas y abismos resultaba aterrador. Pero, en definitiva, tanto de ida, como de vuelta, fue una experiencia inolvidable y enriquecedora que Selma recordaría muchos años después como de un gran aprendizaje.
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En la ciudad de Danilo se movieron para todos lados en múltiples visitas para que Selma pudiese conocer a toda la familia, que era bastante numerosa: primos, tíos, tías, y también algunos amigos que los invitaban, especialmente para conocerla. Eran todos muy amables y simpáticos, así que no le fue difícil entablar relación. Fueron días de un gran trajín para ellos. Recuerda especialmente una situación que la incomodó mucho cuando la prima más allegada a Danilo: Noelia, casi de la edad de Selma, los llevó a recorrer la ciudad una noche calurosa en su auto. Los acompañó también Alfonso, uno de los amigos casados de Danilo. La intención, que Selma conociese la noche y algún boliche para que bailara. Ellos eran muy fiesteros y no podían creer que Danilo se casase con una mujer tan tranquila como Selma. Así que el objetivo era que se divirtiera. Se pasaron de rosca, le dieron bastante de beber y si bien lograron que Selma se desinhibiera y saliera a bailar al ritmo de la salsa, la que en su momento la divirtió mucho; cuando pasó un rato, se empezó a sentir mal y la fiesta terminó. Salió vomitando del lugar y siguió vomitando en todo el camino, tenían que parar el auto cada dos cuadras para que ella vomitara. Fue una experiencia tan horrible, que Selma no olvidaría jamás, y terminó enojada con todos ellos por ponerla en ese estado tan lamentable que nunca antes había vivido y que jamás desearía volver a pasar. También en esos días conoció mejor a sus suegros. El carácter dominante de Pilar y el sumiso de Guillermo en contraste, los hacía a sus ojos como el agua y el aceite, tan distintos eran. Las peleas se daban de continuo, más con la situación que estaban pasando y el fuerte deseo que Pilar tenía de viajar al País donde Danilo vivía con su mujer, ella deseaba estar cerca de su hijo, algo que cumpliría hasta el día de su muerte.
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Tampoco era buena la relación entre Danilo y Selma. Pasaron los 10 primeros días de los 20 programados, casi sin tocarse. Ambos se habían descubierto como realmente eran y no como la imaginación los había idealizado. Y en aquellos días, Selma sufría al pensar que Danilo estaba arrepentido de haber dado ese paso tan importante en su vida, dejando todo para ir con ella, casarse y decidir vivir en otro País, habiendo arrastrado a sus padres a una situación límite. Y sin una base sólida que solo con un tiempo de conocerse y de convivencia se logra, habían sido muy ingenuos al creer que tenían la felicidad asegurada. Selma escribía el día 7 de marzo: “Ya no puedo vivir lejos de aquel aire, no soy yo, no volveré a ser yo misma porque necesito ese cielo, ese aroma a pasto y tierra mojada, para vivir de verdad. Hasta el amor se ha roto. ¿Por qué viví los días más hermosos de mi vida hace un año en este lugar? Porque para mí era una novedad, una aventura como la que soñé siempre y dibujé en mi fértil mente de escritora a la que le resulta fácil armar historias. ¿También fracasaré en este intento de amor? ¿De formar la familia ansiada? ¿De compartir mis sueños con el ser amado? ¿Seré yo creando una historia ficticia? ¿Será él arrastrado por los sueños que inventamos? Lo que tengo claro es que no puedo renunciar a mi mundo, a lo que me hace feliz, porque de algo estoy segura: ningún hombre merece tanto, hay un límite para el sacrificio, mi límite es la libertad”. Al regreso, en la terminal de ómnibus los esperaban Antonino y Egle. ¡Qué felicidad sintió Selma al verlos! Se veían bien y Egle se había encargado de ventilar y dejar presentable el departamento para cuando llegaran. Fueron unos días apacibles con sus padres en casa. Más tarde debieron enfrentar la realidad. Tenían que hacer algo pronto para ganar dinero hasta que Danilo
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consiguiera la Colegiatura (la que obtiene un mes antes del nacimiento de Estrella). Selma decidió seguir con las pastillas anticonceptivas hasta tanto se dieran las circunstancias para cumplir el sueño compartido de tener dos niños. La actividad cultural de ambos se tornó muy intensa, en la búsqueda permanente de contactos que les abriera algún camino que les permitiese mantenerse. Así fue como un día Selma se encontró acompañando a Danilo a una entrevista con un juez recomendado por un amigo común de su País. Ese personaje que entonces era muy respetado, veinte años después se transformó en alguien importantísimo para los destinos del País en el ámbito penal, y fue tristemente conocido como “el juez garantista”, el creador de “la puerta giratoria”, el creador “del derecho penal a la impunidad”; un personaje nefasto para la futura seguridad de los ciudadanos de su Patria. Bueno, Selma lo tuvo frente a frente y departió con él. Éste le ofreció a Danilo que trabajase bajo su ala, sin embargo, hubo algo que a su esposo no le gustó y desistió de la idea de aceptar, aunque la propuesta era bastante atractiva. Selma lo apoyó, no le había caído bien ese hombre que vivía con otro hombre al que presentó como “un amigo”. Hablando con distintos colegas periodistas de su País y de acá, surgió la posibilidad de hacer un periódico dedicado a la colectividad. Ya que el periodismo era otra actividad que Danilo realizaba en su ciudad de origen. Selma no sabía nada de periodismo, pero tenía claro que debía apoyarlo en los comienzos, así que iría aprendiendo sobre la marcha. Visitaron la Agencia Periodística más importante de la ciudad, ubicada en pleno centro, a una cuadra de la Plaza principal sobre la que estaba la Casa de Gobierno. Llegaron a un acuerdo para armar y editar allí, en ese entonces era un lugar espléndido, lleno de movimiento y olor a tinta. Así nació LA VOZ DEL SUR.
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Selma tuvo que aprender a usar la computadora, armar las notas, diagramar y encargarse de la fotografía. También escribía sobre viajes y aventuras, turismo, fauna, flora, todas materias que dominaba por su larga experiencia de campo. Su espacio se llamaba “A Cielo Abierto”. Pasaban muchas horas allí dentro, desde la mañana hasta la noche, y llegaban agotados a la casa. También tenían que hacerse tiempo para buscar sponsors que solventaran los gastos de edición, de lo contrario no podrían seguir adelante con el proyecto. Y para eso debían dirigirse de un punto al otro de la ciudad y alrededores. Era muy cansador, pero a pesar de ello, Selma recuerda esa etapa de su vida que duró cinco años como enriquecedora y de grandes satisfacciones para su crecimiento laboral y personal. Además, con ese trabajo, pudieron vivir, aunque siempre estaban muy limitados y debían cuidar los gastos. Lo bueno, además, es la cantidad de contactos y relaciones con gente de la cultura y la política. A ambos les venía muy bien esa intensa vida social. A Selma porque le abría las puertas para dar a conocer sus creaciones literarias y pictóricas. Salían charlas y exposiciones, además de que fue para ella un curso acelerado de Relaciones Humanas, que la volvió más extrovertida y sociable. A Danilo, porque lo empezaban a respetar como periodista y le sirvió, además, para incursionar en política, otras de las cosas que le gustaba mucho y a la que algún día intentó dedicarse. A todo esto (que ya era bastante), Selma empezó un curso de naturalismo que llevaba los sábados en la zona céntrica, en una entidad dedicada al cuidado de la naturaleza. Quiso aprovechar para complementar sus conocimientos “de campo” adquiridos en los numerosos viajes llevados a cabo durante 14 años consecutivos. Ya había perdido el miedo a viajar sola por la ciudad, la que no le parecía tan terrorífica y agobiante. Tomaba el tren en la Estación que tenía frente a su
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edificio y luego bajaba al final del recorrido, desde donde tenía que hacer 10 cuadras, que generalmente las caminaba. También hacían “salidas de campo” en grupo a Reservas Ecológicas cercanas. Allí aprendía y disfrutaba muchísimo. Sin duda que fue una magnífica etapa de aprendizajes diversos para ella, que así se sentía útil. La relación con Danilo transitaba por cauces normales, compartiendo todo, turnándose en los quehaceres de la casa y asistiendo a eventos culturales donde obtenían notas y contactos para su periódico. A veces, sus padres llegaban del pueblo y se quedaban algunos días, en esos casos la felicidad de Selma era completa. Danilo no decía nada, no quería discutir con ella ya que la veía feliz. Pero sabía que en algún momento eso acabaría, cuando él se decidiera a enfrentar la realidad ineludible de tener que traer a sus padres, los que ya no podían seguir mucho más tiempo viviendo en una casa de prestado y cada día que pasaba, manifestaban más el deseo de venir a vivir con ellos. Pero gracias a las diversas ocupaciones, esos pensamientos amenazadores, permanecían alejados de su mente y lejos de romper la tan buscada y lograda felicidad. Otra de las cosas que Selma había conseguido ese año en que las puertas parecían abrirse cuando las tocaba, fue escribir una serie de artículos ilustrados sobre la Fauna Marina Austral en la Revista del Centro Naval, donde también expuso uno de sus cuadros que terminó donando luego. Y además… ¡fue remunerada por ello! Tuvo tiempo también para reanudar las clases de piano con su antigua profesora Adelina Camano. Le hacía bien compartir con ella esos momentos, ir a su casa donde se respiraban tantos recuerdos lindos de su paso por la música. Adelina vivía sola, había enviudado y la memoria de su amado esposo a quien Selma tanto respetó y admiró, estaba en todos
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los rincones. La melancolía parecía invadir la casona y la emoción que Selma experimentaba allí no se podía comparar con nada, era única y sublime. Federico Blanco Camano había sido más que un gran profesor de composición, un amigo y casi padre para ella. Sí… estar en esa casa impregnada de sonidos y recuerdos, le hacía muy bien. Los viajes al pueblo seguían existiendo, porque allí recuperaba fuerzas en su espacio creativo del taller: escribía, pintaba y soñaba un futuro mejor. Cuando Danilo la acompañaba viajaban en tren, eran largos y tediosos esos viajes, pero era lo que les permitía su economía acotada. Y el tren, ponía un toque extra de poesía a su ya poética vida. Él se relacionaba con los amigos que había hecho a su llegada, a los que visitaba siempre, también veían a la familia de Selma y a él le gustaba salir a bicicletear por la ruta. Rodolfo Rachi y señora eran los más visitados, también la rubia jueza que los casó, de la que se había hecho amigo. Tenía un hijo que acababa de recibirse de abogado y con inquietudes políticas. En el futuro logró que lo nombrasen Intendente del pueblo. Así que sus conversaciones versaban sobre los temas de derecho, política y economía. Había dos abogados en el pueblo con los que también Danilo pasaba momentos de agradables charlas: uno joven y otro más grande con una gran trayectoria en el derecho, en la política y la cultura. Además de escritor e historiador: Tomás Rivera. Con él mantuvieron una amistad por mucho tiempo e integró junto a Selma la Sociedad de escritores de su pueblo, la que nació 20 años después. En cuanto a la amistad de Selma con la rubia jueza, duró también mucho tiempo. Ellas compartían el amor a las plantas y al arte. Era muy aficionada a la cultura y cuando se mudó (ya para entonces había enviudado), le compró a Selma 4 cuadros para su casa; un día le pidió que restaurara el mural de un
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gran pintor local ya fallecido que adornaba la chimenea del comedor. Estilo que se popularizó en los zaguanes, chimeneas y salones de las casonas de los años 40 en su pueblo. Un trabajo que hizo con mucho placer; años antes, ella había fotografiado todas las obras que en las casas del pueblo éste pintor había dejado, antes de que muchas fuesen tiradas abajo. La ayuda de su padre en esa tarea fue fundamental por los contactos que tenía para que la dejasen entrar a las casas. Armó un audiovisual y con un grupo de bibliotecarias lo presentaron al público como una forma de valorizar el acervo cultural de la comunidad. La jueza era también una gran lectora, así que no dejaba de comprarle un libro cada vez que Selma editaba uno. En cuanto a su vida en la ciudad, tenían también varios amigos a quien visitar. Selma reanudó la amistad con Rosa Pilquill, su amiga de la infancia, ese año se casó y asistieron al casamiento. A partir de ahí, las visitas a su departamento fueron frecuentes y ambos hombres cultivaron una linda amistad. También fueron haciendo amistades dentro del periodismo y de la colectividad; algunas veces acompañó a Danilo a las fiestas en la embajada que se hacían durante fechas importantes para su País. Sus amistades dentro de la cultura los invitaban a eventos casi en forma continua a los que asistían siempre que el tiempo lo permitía. Una ciudad cercana que visitaban frecuentemente era la capital provincial, llamada “la ciudad de las diagonales”. Allí vivía y tenía un gran vivero su amigo Uberto Frino. La amistad que tenía con él, y a pesar de aquellos tiempos en que su mente se encontraba invadida por pensamientos pecaminosos a los que sin duda Uberto contribuía, continuó aún después de casarse. Danilo respetó esa amistad (como ella respetaba las que él había hecho a través de los
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programas internacionales de radio), y nunca se mostró celoso. Uberto seguía casado con Blanca y cuando se enteró de la historia de amor de su amiga Selma, sintió mucha felicidad por ella. –¡Qué buena noticia me das! ¡Mereces tanto ser feliz! – le dijo cuando ella le comunicó la noticia del casamiento. –Espero que cuando se establezcan en la ciudad, vengan a visitarme, me agradará mucho conocer a tu esposo. –Sí, claro que iremos. Espero que puedan ser buenos amigos. Y la verdad que el deseo de Selma se cumplió, fueron construyendo una linda amistad basada en el respeto hacia el otro. Selma se permitió olvidar todos aquellos (que le parecían tan lejanos ya) pensamientos y deseos que alguna vez alimentó en su alma enferma, y al estar frente a Uberto no sintió nada, tan solo una dulce sensación de paz y comodidad. En ese tiempo, Danilo ocupaba todos los espacios de su mente, de su cuerpo y de su alma. La primavera trajo nuevas preocupaciones a ese “aparente” estado de felicidad. Por problemas de salud íntima de la pareja, debieron suspender las relaciones sexuales por indicación médica. La doctora que atendía a Selma le indicó que descansara de las pastillas anticonceptivas en tanto durase el tratamiento conjunto. Cuando pudieron reanudar los contactos íntimos, Selma decidió cuidarse con el método natural, no tenía ganas de volver a las pastillas y ningún otro método anticonceptivo la convencía. Pero claro, el método natural, por más que ella estaba acostumbrada a llevar siempre su tabla menstrual, y marcar los días fértiles y los adecuados para tener relaciones, no es del todo seguro y después de un par de meses se comenzó a
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sentir muy mal. Vómitos, mareos, asco a la comida, falta de deseo, eran todos síntomas de que algo pasaba. La doctora le indicó el análisis de rutina, pero Selma ya se imaginaba el resultado: estaba embarazada. Una mezcla de felicidad y miedo la invadió cuando se confirmó su sospecha. Se sentía tan mal, estaba tan asustada. Aún no era tiempo, el trabajo que los ayudaba a mantenerse no iba a ser suficiente para criar un bebé. Danilo sintió una inmensa felicidad, siempre había soñado con el hijo de ambos, sin embargo… ¿Cómo haría para llevar más dinero al hogar si aún los trámites de la Colegiatura se demoraban? Con el periódico no le alcanzaba, demandaba mucho esfuerzo y gastos, necesitaba comenzar a litigar, para eso había estudiado tantos años y la sensación que tenía era la de tener las manos atadas. Se volvió más replegado en sí mismo, melancólico e irritable. Lo que no ayudaba a que Selma transitara tranquila el embarazo. Y para colmo, se sentía muy mal, no paraba de vomitar y casi no comía. Danilo, al no poder hacer nada se sentía dominado por la impotencia, y el pánico por todo lo que tendría que enfrentar en el futuro, no lo dejaba dormir: La crianza del niño, y tomar esa decisión impostergable: la de traer a sus padres al País, verse forzado a pedirle a Selma que le permitiera que viviesen con ellos hasta tanto pudiesen acomodarse económicamente. Danilo sospechaba, el caos llegaría a su hogar por dos frentes, destruyendo ese clima de paz que con tanto esfuerzo habían logrado instalar. Un abismo se abría bajo sus pies, tenía que calmarse o Selma pagaría las consecuencias. Pero Selma no podía ingresar a sus pensamientos, estaba demasiado ocupada con los cambios operados en su cuerpo, tratando de asimilar y disfrutar. Todos vivían su embarazo con felicidad, esperanza, buenos augurios. Por eso, ella necesitaba pensar en positivo y salir adelante.
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Más relajados y tranquilos, concurrieron a la primera ecografía. Sin embargo, el resultado de la misma, los dejaría mudos, helados… el sueño del hijo que ya lo sentían tan real, se desmoronó al instante, como un castillo de naipes. La doctora les explicó la situación: “Es un embarazo anembrionado”. –¿Qué significa? –preguntó Selma desolada. –Que no se formó el embrión, solo existe el saco gestacional o vitelino. –Entonces… ¿no prosperará? –Seguramente ocurrirá un aborto espontáneo, así es en estos casos, hay que esperar unos días… cualquier cosa me consultan. –¿Es común que ocurra algo así? –preguntó Danilo. –Sí, puede ocurrir, en distintos grados. A veces son embriones malformados, hay embriones muertos, el 50% de los abortos espontáneos presentan anomalías Citogenéticas. –No deben preocuparse por esto, podrán tener más hijos en el futuro –les dijo para calmarlos. Después de esa tremenda noticia, tuvieron que aprender a convivir en la espera del aborto, una larga espera que los llevó a la desesperación porque aquel no ocurría nunca. En esa desagradable situación recibieron al nuevo año. Año que le dejaría a Selma un trauma que luego, le llevaría tiempo poder curar a fin de intentar un nuevo embarazo. Justo cuando el tiempo biológico, se le estaba por acabar.
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AÑO 6 Pasó la primavera, pasó el verano y llegó el nuevo otoño. La felicidad compartida con su hija y su esposo que fue plena en esos meses, se terminó cuando sus suegros (especialmente Pilar) regresaron del pueblo para pasar el invierno en el departamento donde no sentían tanto el frío como en la casa del pueblo con un clima al que no se acostumbraban. Aunque Selma intuía que más que el frío, era el deseo de estar cerca de Estrella… y eso significaba una serie de incomodidades y desacuerdos entre Selma y Pilar sobre cómo educar a la niña. Danilo y Guillermo, permanecían casi siempre al margen de las disputas, y Estrella era la más perjudicada. Su carácter ya de por sí algo díscolo, se volvió bastante inmanejable y los berrinches eran cada día más frecuentes y por cualquier cosa. No obedecía y obligaba a su madre a usar la diplomacia y la paciencia, a fin de no crear más caos. El trabajo en el periódico quedó a cargo casi exclusivo de Danilo; que, por otro lado, le costaba avanzar en su estudio de abogado, asociado a otros colegas que se fueron alternando con él. Poco a poco los clientes llegaban, pero para nada veía colmadas las expectativas con las que había iniciado la actividad después de varios años de batallar para lograr su habilitación en el País. Selma quedó relegada casi exclusivamente al cuidado de Estrella para protegerla de la mala influencia que Pilar ejercía sobre ella. En medio de todo ese clima, se abrieron dos paréntesis que encerraron momentos de paz y concordia. Fueron durante dos viajes que realizaron los tres solos; primero a un El camino de los sueños – La ciudad // 39
lugar turístico del centro del País, aprovechando los días de Semana Santa, donde disfrutaron de la unión de la familia en un paseo corto pero reconfortante. Luego… en las vacaciones de invierno, viajaron a la ciudad de Danilo para llevar por primera vez a Estrella; la que debutó con el viaje en avión, demostrando aplomo y un comportamiento adecuado. Allí, en la ciudad a la que 6 años antes había llegado Selma, sola tras su sueño y sin saber lo que encontraría, se encontraba ahora de visita con su hija y esposo. Habían sido invitados por los padres de uno de los mejores amigos de Danilo (el que se encontraba en Italia), ellos les facilitaron la habitación de soltero del hijo que resultaba de gran privacidad por estar bastante alejada del ala principal de la casa, en un segundo piso. Selma se adaptó muy bien al matrimonio que varias veces le prestó su cocina para que ella preparara la comida a su gusto. Aunque casi siempre comían invitados por alguien de la familia o matrimonios amigos de Danilo, los que estaban encantados de recibirlos, especialmente a la inquieta Estrella que hizo las delicias de todos con su gracia y simpatía. Selma recuerda aquellos 25 días como muy agradables y llenos de luz y paz. Cuando regresaron (con Estrella cargada de regalos) fue difícil adaptarse al ritmo de su ciudad marrón, a la rutina diaria, sobre todo a la mal crianza que Pilar ejercía sobre la niña. Pero el invierno pasó… y la nueva primavera llegó. Y con ello, sus suegros volvieron a la paz del pueblo, dejándolos otra vez solos. Sin embargo, la relación de ellos ya estaba deteriorada, Selma escribía en su diario, el día 20 de setiembre: “Está por comenzar la primavera y yo vuelvo a tener la esperanza de que comience una nueva vida para nosotros, algo que aún no se concreta. No me siento bien anímicamente, con Ihana Cott // 40
Danilo hay una frialdad extraña, casi no hablamos, tampoco peleamos, simplemente estamos, no hay sentimientos. Danilo sigue mal económicamente, el trabajo no llega como espera, yo me hago cargo de todo y las Reservas se agotan. Tengo que tener bien a mis padres, que no les falte nada; a mi pequeña hija también, mantener varias casas, pagar los impuestos, atender el campo… no alcanza, cada vez tengo menos, cada vez me queda menos para mí, quisiera trabajar, pero Estrella demanda todo mi tiempo para ella. En la ciudad no puedo escribir, me bloqueo. En el pueblo no puedo pintar, porque no encuentro el momento para hacerlo con tanta actividad… mucho menos ocuparme del piano. Esporádicamente se dan algunas conferencias y exposiciones, pero es muy poco. Creativamente hablando, hace tiempo que estoy bloqueada, no encuentro esa paz necesaria para dialogar con el silencio, el que ya no tengo. No sé en qué momento perdí todo eso, creo que fue de a poco, a medida que me iba dando de cabezas con la vida, después que papá enfermó, aquel año que me llevó a la búsqueda desesperada del amor creyendo que iba a solucionar todos mis problemas”. “Ahora siento que nunca más volveré a ser aquella que era antes. Soy otra persona totalmente opuesta a aquella, no soy Selva María Ponti, soy otra y no sé cuál de las dos es la verdadera. Tengo miedo que cuando Estrella crezca no comprenda cuál de las dos es su mamá. Aquella mujer llena de vida y creatividad, trabajadora incansable del silencio… o ésta otra mujer gris y ajada, un fósil sin vida creativa, sin luz, sin silencios, sin colores… ¿Culpa de la vida, de su padre, de todos los hombres, del mundo, o tal vez de ella? Acá hay una sola culpa: la mía”. La situación empeoró. Un día recibieron una noticia que los intranquilizó: Guillermo había sufrido un desmayo y
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Antonino había recrudecido de sus múltiples dolencias, sufriendo un ACV. Así fue como viajaron al pueblo, como casi siempre, en el tren que arribaba a la medianoche. Y tuvieron que hacerse cargo de la situación de ambos. Lo que les llevó varios días. Cuando Danilo se aseguró que Guillermo estaba mejor, regresó a la ciudad con ellos para hacerle hacer los estudios que le indicó el médico que lo atendió en el pueblo.Allí sería atendido por la obra social de Prensa que tenía Danilo, en la que también había anotado a su familia. Selma tuvo que quedarse con la niña en el pueblo para hacerse cargo de los múltiples asuntos que requerían de su presencia y que se relacionaban a la salud de su padre y a los trámites que se presentaban, ya que Egle se limitaba a cuidarlo y estar pendiente de él. Su mente no podía ocuparse de nada más. Dos mujeres se alternaban para ayudarla a cuidarlo, porque Antonino casi no se levantaba de la cama, había sufrido un ACV que lo limitaba bastante en sus movimientos. Requería atención kinesiológica y ayuda permanente. Danilo regresó al pueblo para el cumpleaños de Selma, pero ya no era el mismo: algo había cambiado durante esos días en la ciudad, algo que iniciaría la ruptura definitiva de su matrimonio. Así lo expresó Selma en unos versos: “Aquí estoy. A la vera del destino esperando la verdad. La verdad que me grita tu silencio, que me está dejando en soledad. Otra noche más de angustia donde muerta… espero lo por vivir”. (28–12–año 6)
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AÑO 2 En mi vientre aleteó la esperanza de un hijo. Así completaría mi deber con la vida: un árbol (varios árboles) un libro (varios libros) un hijo (uno será suficiente). Varios días soñamos que existía, pero murió antes de crecer y sufrí en mi silencio la agonía de una acusación. Dame tiempo para volver de la muerte. Cobíjame, cuídame que antes de partir …cumpliré. Selma Ponti–Año 2 Promediando el verano, el doctor que atendía a Selma decidió intervenir haciendo un “legrado” o raspado; ya que el aborto no ocurría en forma natural, había que intervenir para limpiar el útero y evitar riesgos de infección. Los padres de Selma se instalaron en la ciudad marrón para contenerla, acompañarla y atenderla en esos momentos tan angustiantes que estaba pasando. La veían bastante
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tranquila, aunque sabían que solo era aparente; conociéndola, sabían la tormenta interna que la estaría sacudiendo. Danilo, azotado por tantos otros problemas adicionales parecía agotado y paralizado por el miedo. Sintiéndose incapaz de ayudar a Selma en su estado mental, decidió delegar todo en sus suegros que tomaron las riendas de la situación. Selma yacía en la estrecha camilla de la sala quirúrgica en posición ginecológica. No quería pensar, no quería ver, no quería oír, no quería sentir. Estaba entregada, en ese estado donde uno ya no tiene alternativa más que enfrentarse a la realidad y esperar un resultado, sin tener la posibilidad de participar. Sí podía ver, podía pensar, podía oír, podía oler… pero no sentir, ya que la habían dormido de la cintura para abajo. Ni en sus más atípicos ejercicios imaginativos se le hubiese ocurrido tener que estar pasando por eso. La experiencia estaba superando cualquier otro mal momento que tuvo que enfrentar en su vida de 34 años. Al cabo de un tiempo que no supo calcular, la trasladaron a la habitación privada donde la esperaban ansiosos sus padres y esposo. No sentía las piernas, pero poco a poco pudo empezar a moverlas. Y con ello, también comenzó la tortura del dolor. A pesar de los calmantes, jamás había sentido algo igual, una inmensa tristeza la invadía. Los tres le dieron ánimo y la ayudaron en esas primeras horas. El sangrado era abundante, y lo sería por varios días más. Al comienzo del segundo día allí, ya se quería ir a su casa, no soportaba el encierro. Como no le daban el alta, tomó una decisión casi sin pensar demasiado. Aprovechando que Danilo había partido con sus padres hasta el departamento Ihana Cott // 44
para dejarlos allá y tardaría un rato en regresar, preparó el bolso y salió de la clínica sin que nadie se diese cuenta. En la vereda, se topó con Danilo, ya regresando, que no salía del asombro. –¿Dónde vas? –Le dice alterado– ¿tienes el alta?, ¿por qué no me esperaste? –No, decidí irme por mi cuenta, no quiero estar más ahí. –¿Cómo se te ocurre? –se asombró de la actitud de su mujer– vamos dentro, voy a hablar con el médico, tú espera en la habitación –le ordenó. –Es que quiero irme, no aguanto el encierro, en casa podré cuidarme bien. La clínica es agobiante. Entraron y Danilo, bastante molesto, salió en búsqueda del médico. Al encontrarlo le manifestó el deseo de Selma de querer irse. El doctor, después de pensar un instante, accedió. –De todos modos, antes del mediodía pensaba revisarla y si todo está bien, le doy el alta. Aún hay que esperar el resultado de los últimos análisis de sangre. Llegó el mediodía, el médico la revisó y ya con el resultado de los análisis; Selma tuvo el alta y pudo salir a tiempo para almorzar en su casa; Egle ya tenía el almuerzo listo cuando llegaron. Así fue como su “fuga” quedó como una anécdota que Danilo no se cansó de contar en los años posteriores, a todo aquel al que comentaba el episodio vivido ese tórrido enero en la ciudad marrón.
Después de ese traumático momento, a Selma le costó bastante reponerse física y psicológicamente. No reanudó su curso en la Escuela de Naturalismo, seguía en el periódico con Danilo, pero cada día tenía menos entusiasmo. Aún no estaba totalmente repuesta cuando arribaron sus suegros del norte y se instalaron en el departamento. Ese cambio fue demasiado grande para ella; porque no solo se El camino de los sueños – La ciudad // 45
sentía invadida en su privacidad, pues veía afectada la intimidad con su pareja, sus pocos espacios de silencio, sino que, además, la convivencia fue muy difícil por el carácter autoritario de Pilar que siempre parecía ser el centro del mundo, no estar conforme con nada y hacer observaciones constantes sobre la casa, sin aceptar que podía haber opiniones diferentes a las de ella. No… ella creía siempre tener la razón en todo. Era una inconformista. Resultaba agobiante, era mejor dejarla hablar y hablar sin prenderse en nada; para colmo de males, Pilar era una conversadora compulsiva, no podía estar callada, ni aun cuando comían o miraban televisión. Selma se dio cuenta que molestaba a su hijo también. El que además sumó un problema más a los que ya tenía con la economía: dos bocas adicionales para alimentar. Se sentía realmente frustrado cuando no llegaba con lo que sacaba del periódico y tenía que pedir ayuda a su mujer, la que a la vez debía recurrir a Antonino, ya que tampoco tenía posibilidades de trabajar en algo que tuviese que ver con el arte, más en las condiciones mentales en que se encontraba. Todo afectaba la buena relación de la pareja, la que, poco a poco, se fue distanciando. Por otro lado, Danilo estaba más feliz al tener cerca a sus padres y no vivir en la angustia al no saber cómo la pasaban en su ciudad natal. En cuanto a Selma, lamentó que sus padres ya no podrían visitarlos más en el departamento por falta de lugar. Por lo tanto… Pasaba mucho más tiempo en el pueblo, lo que a la vez la alejaba de sus suegros, pero también de Danilo, a quien extrañaba, pero se fue acostumbrando y cada vez se sentía más tranquila en su lugar de siempre, su refugio de paz, cuidada por Egle y tratando de reponerse de sus miedos y falta de deseo sexual. La dejaba tranquila saber que Danilo no quedaba solo en la ciudad, sus padres estaban con él y lo atendían como a un Rey, mucho
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mejor de lo que ella estaba en condiciones de hacerlo dada su depresión. Y así pudo volver a escribir, a pintar, a crear… y poco a poco, la vida, volvía a mostrarle su lado amable. En el otoño concretó uno de sus sueños: hacer un viaje en carpa a un lugar agreste del noreste de su país donde alguna vez estuvo con sus padres. Esta vez iría con su esposo, intentaría recomponer y encauzar la relación que había quedado tan deteriorada después de la pérdida del embarazo y la llegada de sus suegros. No fue sencillo, varias noches lluviosas, lluvia que se prolongó durante las mañanas, los mantuvo recluidos en la carpa. Para Selma era la situación ideal para dar rienda suelta a sus ocultas fantasías sexuales. Pero Danilo no pensaba igual. La incomodidad lo inhibía y aplacaba el deseo. El resultado fue frustrante y agigantó la distancia física entre ellos. Parecían dos hermanos. Cada uno sumido en sus propias cavilaciones y pensamientos. No era lo mismo cuando compartían en medio de la naturaleza caminatas, observación de aves, cuando comían rodeados de pájaros que se acercaban, las vizcachas que rondaban cerca en las noches claras y tibias… todo eso los unía y se complementaban muy bien. Danilo ayudaba a Selma con su equipo fotográfico, dialogaban poco, lo necesario, se limitaban a sentir, ver, oler, disfrutar lo maravilloso que la naturaleza les ofrecía de diferentes maneras: con bosques, sabanas, ríos y pantanos. Aprendieron a sentir en silencio, admirando y absorbiendo cada metro que recorrían a pie o en auto. Como amigos, compañeros, hermanos… no había diferencias, el lugar los colmaba de paz por igual. A veces Danilo, dejaba sola a Selma en algún sitio que ella elegía para tomar apuntes, sabía que necesitaba ese silencio y esa soledad creativa; en eso, la entendía perfectamente, él se adelantaba, El camino de los sueños – La ciudad // 47
preparaba la comida en su lugar de camping, y cuando ella llegaba, comían rodeados de los pajaritos amigos a los que les tiraban miguitas de pan. Fue una experiencia hermosa que los llenó de energía y de paz. Lo sexual quedaba relegado a un segundo, tercer plano, ante las sensaciones dulces que vivían juntos, lejos de la cotidianidad de la vida en la ciudad marrón donde pudieron dejar por unos días los innumerables problemas que enfrentaban. Si bien, al regreso, su vida sexual siguió siendo mala; llegaron renovados, con fuerzas para seguir luchando. Selma sintió recuperar su espacio de luz y paz, se preparó para dar batalla por nuevos sueños, por crear… así fue que empezó a pasar largas temporadas en el pueblo donde volvió a ser esa Selva María Ponti de la infancia. Allí se sentía realmente plena, ya no sufría en la soledad (la creía necesaria), y con el apetito sexual por el suelo, prefería tener a Danilo lejos, bien cuidado por sus suegros, y ella… encargarse de sus nuevos sueños. En el invierno, pasó más tiempo en la ciudad, entonces reanudó las actividades culturales compartidas con su esposo. Realizó exposiciones, conferencias, encuentros literarios y poéticos… es decir que se le abrió un mundo de posibilidades que aprovechó al máximo. Danilo seguía con el periódico LA VOZ DEL SUR, poco a poco volvió a ayudarle con las notas, la fotografía, la búsqueda de auspicio, la distribución, etc. Tenían que seguir, porque la economía flaqueaba y ya no quería depender de Antonino, el que siempre, desde que se había casado, la ayudaba con una mensualidad, a la espera de que Danilo se consolidase en su profesión. Pasaron su segundo aniversario visitando la ciudad de Uberto Frino con quien estuvieron todo el día en el vivero; y por la noche, éste les recomendó un lindo hotel en el centro donde Selma, por fin, recuperó al Danilo de sus comienzos y Ihana Cott // 48
disfrutaron de los placeres de una nueva sexualidad. Fue como dejar de ser virgen por segunda vez. Si bien mejoró mucho en su erotismo, aún no estaba preparada para un nuevo embarazo, por lo tanto, debían cuidarse. Danilo estaba ansioso por un hijo y Selma… no era solo miedo lo que sentía. También consideraba que las condiciones que los rodeaban no eran las adecuadas para traer un hijo al mundo. Primero debían ocuparse de instalar a Pilar y a Guillermo en el pueblo, lograr más entradas de dinero y muy en el fondo de su alma, Selma deseaba con todas sus fuerzas que Danilo, terminase de aceptar la idea de desarrollar su profesión (cuando consiguiese la habilitación) en el pueblo. En esas temporadas que pasaba allí para crear, había descubierto que ese era su lugar, que si tuviera un hijo debía criarse allí. Además… Antonino y Egle, cada día la necesitaban más porque los años y los achaques les impedían realizar muchas de las actividades cotidianas. Especialmente Antonino, y Selma, como única hija del matrimonio, tendría que velar por todo aquello que hasta ese momento les había dado de comer. Era necesario que se pusiese al tanto de sus cosas porque pronto iba a tener que ponerse al frente de las mismas. Había que prepararse para eso. Algo que Antonino nunca hizo porque siempre creyó que Selma tenía aptitudes para otro tipo de actividades; sin embargo, el destino, la pondría al frente de otras tantas que no podría eludir porque eran la fuente de los ingresos de la familia. Antes de fin de año pudieron dejar más o menos en condiciones habitables una casita que Antonino cedió en calidad de comodato para que pudiesen vivir los consuegros. Había que amueblarla, y en eso también contribuyó Antonino; llevando algunos muebles que tenía guardados y que habían pertenecido a su madre. Una vez instalados allí, sus suegros fueron dejándola bonita y cómoda para vivir. Eso para Selma fue un gran logro. Haber podido sacar a sus suegros del El camino de los sueños – La ciudad // 49
departamento significaba tener más tiempo para estar a solas con Danilo y prepararse para un nuevo embarazo. Lo único negativo: que no iba a poder permanecer tanto tiempo en el pueblo como le gustaba, aunque el hecho de que sus suegros estuviesen cerca de sus padres tranquilizaba a ambos, porque sentían que se harían mutua compañía y todos estarían felices. El desafío para los esposos no era sencillo. Se encontraban bastante alejados el uno del otro, les llevaría tiempo y esfuerzo crear nuevos sueños que surgiesen de las cenizas humeantes de los que murieron con el paso arrollador e implacable del tiempo. En sus momentos más tristes Selma escribía en su diario íntimo: “Estoy convencida que terminó esa fascinación que había entre nosotros, murió atacada por todas las circunstancias que fuimos atravesando desde que nos casamos. El año que lo conocí yo estaba en un tremendo pozo depresivo, entonces él, fue la esperanza salvadora, la tabla de la cual me aferré para no ahogarme en ese mar de desesperanza en que navegaba. Fue un gran amor alimentado por sueños imperfectos, que al casarnos se derrumbaron ante la realidad de la vida. Ahora siento que esa tabla salvadora se ha roto antes de llegar a la orilla. Y sin ella, me siento sin fuerzas para avanzar, llegar a la playa y salvarme. Mi deber es luchar, no bajar los brazos, recuperar esa felicidad que pude encontrar a su lado, porque lo elegí, nos elegimos, y aunque equivocadamente, para mí fue, es y será mi único gran amor”.
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AÑO 7 Los próximos 4 años serían muy intensos para Selma. Etapa de grandes cambios, de pérdidas, de proyectos concretados. Un morir y nacer constantes donde todo es blanco o negro, casi sin escalas de grises. Fue como vivir en 4 años de intensidad arrolladora, cada una de las facetas que ofrece la vida y por la que todo ser humano, tarde o temprano, tendrá que pasar. La relación de la pareja, que no venía muy bien el año anterior, terminó de romperse durante ese verano. Cuando Danilo regresó al pueblo para el cumpleaños 39 de Selma, después de 15 días de ausencia, era otro hombre. Un cubito de hielo lo hubiese representado muy bien. La indiferencia hacia su mujer y su hija fue un balde de agua fría que apenas si pudo soportar el corazón de Selma. Se instaló solo en la casa que ocupaban sus padres cuando estaban en el pueblo, los que se habían quedado en la ciudad donde se encontraban debido a los problemas de salud de Guillermo, para que se atendiera por su obra social. Aducía que en la casa de sus suegros no había suficiente lugar. Ese tema ya lo habían hablado meses antes, y la sugerencia era que Selma y Estrella se instalasen en otro lado para estar más tranquilas dado el clima enrarecido por enfermedad que se vivía en esa casa y las mujeres que entraban y salían para ayudar a Egle en la atención de Antonino. Segú Danilo, no era un lugar adecuado para que se criara la pequeña Estrella, ya que Selma debía permanecer en el pueblo y no aceptaba el ofrecimiento de Pilar de llevarse a la nena para que estuviera con ellos y el El camino de los sueños – La ciudad // 51
padre en la ciudad marrón. Nunca permitiría que Pilar tuviera a su merced a la pequeña Estrella para influir negativamente sobre ella y, además, pensaba que el mejor lugar para una niña de casi dos años, era permanecer al lado de su madre por más dificultades que ésta atravesara. Por lo tanto, tomó la decisión de construir una casa para las dos, con espacio suficiente para los tres cuando Danilo las visitara. Pensó en el lugar que su padre usaba para escritorio y que luego ella usó como taller y estudio. El comedor que era depósito de un sinfín de cosas inservibles, la que alguna vez había sido cocina, el baño antiguo, el patio, el garaje viejo, todo sería remodelado a nuevo, manteniendo el estilo. La zona del galpón con fosa, donde funcionó un taller de pintura para autos, habría que demolerlo y hacer allí una construcción nueva. No perdió tiempo y se puso en contacto con un arquitecto para que comenzara con los planos. Parte del dinero lo tenía, ya que habían decidido vender una de las propiedades que Antonino había recuperado después de un juicio de desalojo, el inquilino había dejado la casa casi destruida. Le dijo al arquitecto que calculara los gastos de acuerdo a ese monto de dinero, quedaron que pedirían por lo menos tres presupuestos a tres constructores diferentes y recibió un detalle aproximado del costo de los materiales. El día de su cumpleaños, Selma se fue hasta la casita donde Danilo estaba instalado, deseaba con todas sus fuerzas tener un encuentro íntimo con él, ya que hacía tiempo la distancia y los problemas que los rodeaban se lo habían impedido. Pero grande fue su sorpresa cuando Danilo la recibió fríamente y la rechazó de plano. Aduciendo falta de ganas y que se iba a poner en tratamiento con un profesional.
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Selma le creyó a medias, se sintió tan humillada y desilusionada que no tuvo ganas de discutir y aceptó sus explicaciones, aunque su corazón se rompía en mil pedazos. Algo raro pasaba con Danilo, lo desconocía, tal vez otra mujer se había cruzado en su camino. Él actuaba de una manera que a Selma la asustaba, y todo el tiempo se ponía a la defensiva. Era otra persona, una que para nada agradaba a Selva María; fría, calculadora, interesada, indiferente… y no solo con ella, también con sus padres y ¡hasta con Estrella!, a quien, de pasar a ser la luz de sus ojos, quedó relegada de sus atenciones y a pesar de su corta edad, percibió el cambio en el padre, porque su carácter se volvió irritable, rebelde y propenso al llanto. Danilo regresó a la ciudad, después de Navidad, que a pesar de todo la pasaron juntos; en apariencia parecían la pareja perfecta ante los demás, porque él tenía una capacidad única por ocultar lo que verdaderamente sentía y eso Selma no lo soportaba. Sintió un gran alivio cuando quedó nuevamente sola, no lo quería cerca porque su presencia era nociva para su salud mental. La jornada previa a Reyes, salió a comprar los regalos para Estrellita y al pasar frente a la casa de Rodolfo Rachi tomó una decisión, casi sin pensarlo: consultaría al amigo de Danilo que era Tarotista, astrólogo y vidente. Él podría revelarle la verdad. Por un lado, tenía pudor de manifestarle lo que pasaba en la pareja debido a su amistad, y porque a Danilo, si se enteraba, no le gustaría nada. Pero la desesperación por saber la llevó hasta la puerta de su casa, la que, por otra parte, tenía de paso porque estaba a la vuelta de la casa de sus padres donde vivía Selma por esos días, desde que Antonino estaba enfermo.
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Rodolfo la recibió muy afectuosamente, como siempre que se veían. Él pasaba muchos ratos a solas con Danilo, tendría que conocerlo más que nadie. Cuando tiró las cartas no se sorprendió, sin duda que intuía algo dado su capacidad de ver más allá. –Su alma está muy oscura ahora, está atrapado en un momento de dudas y energías negativas. Lo mejor que puedes hacer –le aclaró– te lo digo como profesional, pero más como amigo porque te conozco de toda la vida, y a tus padres también, es olvidarte de él. Debes concentrarte en tu hija preciosa y en tus padres, eres una mujer inteligente, sabrás darte cuenta de las prioridades. Ellos te necesitan fuerte para contenerlos. Estrellita porque es pequeña y sufre la ausencia de su padre, y tu papá que por su enfermedad ya no puede ser la persona que siempre te contuvo y te dio todo, merece ahora tu atención y dedicación, sabes muy bien que no le queda mucho tiempo más de vida, y tiene que disfrutar de su nietita antes de que ya no pueda hacerlo. Selma se quedó absorta y pensativa ante esas palabras acertadas, perdió el color y el habla. Sin embargo, pudo reponerse para expresar lo que sentía. –¡Cómo haré para olvidar! Yo estoy verdaderamente enamorada de él. Soñé en formar una familia, luché por ella, ahora que la tengo no quiero perderla… ¿Habrá otra mujer? –Es casi seguro, aparentemente habría una mujer cerca que lo tiene totalmente atrapado, al punto de que se volvió una persona diferente a la que tú conoces. Pero te repito: es mejor que te olvides de él, el tiempo dirá si vuelve cuando la tormenta pase. Porque de algo estoy seguro: no será para siempre.
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Selma salió de la casa de Rodolfo como zombi. Las piernas le temblaban, su cuerpo parecía una marioneta por lo desarticulado que estaba. Le costó contener el llanto y mucho más llegar a la casa y disimular con Egle y reír con Estrella, porque esa noche, la niña colocaría sus zapatitos, agua y pasto, para recibir a los reyes magos y sus camellos. Debía esconder rápido los regalos. Antes de que pudiese verlos. A los pocos días recibió la noticia de que sus suegros volvían al pueblo. Entonces, habló con su madre y le dijo que aprovecharía para viajar a la ciudad con Estrella. Era necesario hacer un esfuerzo por averiguar la verdad y que la niña no perdiese contacto con su padre. Así fue, Selma partió con Estrella rumbo a la ciudad que se le hacía invivible en verano, sin embargo, estaba convencida de que ese sacrificio valdría la pena. Se equivocó, la estadía allí fue una pesadilla. Esos días en la ciudad, los recuerda como un momento de su vida, de los peores que le tocó vivir. De entrada, cuando Selma intentó dialogar con Danilo para indagar en su interior; le contestó con la mayor soberbia y sin que se le moviese un pelo, frío y sin piedad: –Ya no te quiero. No siento nada por ti. Lo mejor es iniciar el divorcio. En cuanto a Estrella, pediré la tenencia compartida. El llanto invadió el rostro de Selma sin control alguno. Le dio vergüenza reaccionar así, sentirse tan vulnerable. A pesar de las lágrimas, le contestó que no tenían que precipitarse, que debían tomarse un tiempo, que ella seguía amándolo, que Estrella los necesitaba juntos, unidos, que si
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había otra mujer no tuviese miedo de confesarlo, ella podía entender. Danilo negó terminantemente que hubiese otra mujer. –No hay otra. Simplemente se acabó el amor. Ya hace tiempo que venimos mal, casi nunca hay acuerdos entre nosotros. Me equivoqué al venir, no debí dejar todo del modo en que lo hice, mucho menos casarme. Hay diferencias insalvables entre nosotros. Ante esas palabras que destruían de un plumazo todos sus sueños, Selma no tenía respuestas; Danilo tenía razón, ella debía admitir que no se llevaban bien y que lo único que los unía era Estrella. Se quedó porque era su casa y porque su hija necesitaba ver a su padre. Por lo tanto, soportó la humillación, la indiferencia, el maltrato de Danilo y se instaló en el cuarto de la niña, durmiendo con ella en el amplio sofá cama que usaban sus padres o sus suegros cuando estaban allí. En cuanto a él, hacía visitas de médico, Estrella lo reclamaba constantemente y le preguntaba inocentemente: –¿Y papá?, ¿por qué no se queda? Ella ya no sabía qué responder para que la niña se quedase tranquila. Trató de entretenerla llevándola a la plaza, a la calesita, saliendo a caminar, pintando y armando rompecabezas. Cuando Estrella dormía, Selma aprovechaba para llorar y escribir. Escribía con desesperación, se desahogaba en versos, versos que años después formaron parte de su libro autobiográfico, donde contó esa “historia de amor” en forma poética. Libro que vio la luz para los 15 años de Estrella. Como no tenía con quien hablar y necesitaba descargar su pena, llamó a Mirta, madrina de Estrella; quien no podía creer lo que escuchaba. Le pidió que se mantuviese calma, que
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ellos (Mirta y su esposo) hablarían con Danilo. Cuando días más tarde lo hicieron, no lograron nada; Danilo negó todo y minimizó el tema levantando una pared que impedía ingresar en su interior para saber la verdad. La imagen que proyectaba para el afuera era el de buen esposo y padre. Para entonces, Selma ya estaba segura de la existencia de otra mujer, porque había noches que Danilo no llegaba a la casa, o llegaba muy tarde. También se encerraba en el baño para hablar por teléfono largo tiempo. Incluso, cuando dormía en la casa, ella que permanecía despierta envuelta en angustiantes meditaciones, escuchaba desde el cuarto de al lado como dialogaba con alguien del otro lado de la línea, y lo hacía en forma susurrante y seductora, como nunca lo escuchó hablarle a ella. Mientras Estrellita dormía plácidamente a su lado, Selma lloraba en silencio y juró entonces que lucharía por su hijita, nunca se separaría de ella, la pondría a resguardo del desquicio de su padre y un día, estaba segura, él regresaría derrotado. Volvieron juntos al pueblo (como la familia ideal) para festejar el segundo cumpleaños de Estrella, el que transcurrió sin novedades. Cuando Danilo regresó a la ciudad, ella aprovechó para hablar con sus suegros que continuaban en el pueblo. Pero no logró nada, Guillermo prefirió no opinar (como en todo), y Pilar se puso abiertamente de parte del hijo, culpándola a ella por el abandono. Según su conclusión, Selma había abandonado a su hijo en la ciudad para ocuparse de sus padres e instalarse en el pueblo, sin pensar que eran una familia. De nada sirvieron las explicaciones de Selma, Pilar estaba con su hijo, y tampoco le creyó cuando Selma le habló de la “otra” mujer. Desde entonces, Selma decidió ocuparse de sus padres y olvidarse de todos ellos. Eso sí… trató de mantener a Estrella
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lo más alejada posible de Pilar porque estaba segura que era “ella” la mujer que estaba cerca, llenándole la cabeza a Danilo para que pelee por la tenencia de la niña. Inscribió a Estrellita en el jardín maternal, con el fin de que socializara, lo que le haría muy bien. El disgusto de su suegra se manifestó abiertamente cuando la enfrentó para decirle que era muy pequeña para ir al jardín y que ella se podía hacer cargo de la niña mientras Selma se ocupaba de su padre y los múltiples intereses en el pueblo. Quería llevársela a la ciudad a la que volvieron en el otoño. Por supuesto, Selma se opuso terminantemente y Estrella se adaptó magníficamente al jardín maternal donde todos la mimaban y le tenían un gran afecto por su vivacidad y picardía. Allí demostró ser muy despierta, pícara, inteligente y sociable. En cuanto a Selma, se dedicó a poner todas sus energías en la construcción de la casa sin importar lo que el futuro le deparara. El divorcio ya había sido pedido por Danilo, parecía que no habría retorno. Un largo proceso que registró en su diario íntimo, y que, en muchos aspectos, fue una premonición; como cuando habla de Pilar: “Pilar, sin lugar a dudas es una de las “mujeres” que me separa de Danilo. Cada día me lo confirma con sus comentarios fuera de lugar, que demuestran su falsedad, su falta de empatía y su deseo de controlar su vida y la de la niña. Se siente más que madre, la novia de su hijo. Actúa como si lo fuese. La verdad es que siento un gran dolor por él, porque si algún día se concreta la separación, Danilo quedará tan solo, sin nada, porque con su madre al lado, nunca encontrará una mujer que lo haga feliz, ella no lo permitirá. La verdad, no tengo celos de otra mujer, si es para su bien, se lo he dicho, que puedo perdonarlo, pero nunca perdonaré que “la mujer” sea su madre y lo domine a tal
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punto de que no pueda ejercer su papel de padre. Porque lo que ella busca no es lo mejor para la niña y su papá, busca lo mejor para ella. Pido a Dios que le dé sabiduría a Estrella –tan pequeña– para que cuando crezca descubra la verdad y un amor que la colme de paz. Que encuentre su felicidad y tenga la fortaleza necesaria para impedir la invasión de su abuela y que salga adelante sin los mandatos de nadie, y menos de alguien que ha impartido una enseñanza equivocada a su único hijo. Hoy, con sus 38 años, no es suficientemente hombre y padre para enfrentar esta realidad de la vida. Un ser a la deriva que así hubiese seguido si no nos conocíamos y que corre el riesgo de volver a naufragar, alejándose de mí, quien puede brindarle la seguridad de un amor sincero y una sólida familia. Mi decisión será no separar a Estrella de su padre y limitar el contacto con sus abuelos, mejor dicho, con su abuela”. En ese clima de distanciamiento, se llevó a cabo la primera audiencia de reconciliación. No se encontraron antes de entrar; frente a la jueza, Selma se sintió invadida por una pena intensa que la doblegaba, pero intentaba verse entera ante la magistrada que les hacía las preguntas de rigor. Danilo se mostraba inexpugnable, imposible saber los sentimientos que lo invadían, sencillamente porque estaba recubierto de una coraza de piedra. También sintió dolor por él. Que era un ser desconocido para Selma, y que repetía una y otra vez que la decisión estaba tomada porque no había acuerdos entre ellos. La separación sería entonces “por incompatibilidad de caracteres”. Selma no quiso mencionar lo de la supuesta amante porque no tenía pruebas, y ya le daba igual la razón del divorcio que parecía ser un hecho. En cuanto a Estrella, la jueza recomendó que siguiera bajo la tutela de la madre hasta que se resolviese definitivamente, según el informe de la Asistente Social que las visitaría.
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Cuando salieron del juzgado, se quedaron en el auto discutiendo la tenencia de Estrella. Danilo la reclamaba para sí, valiéndose de amenazas y presiones psicológicas que Selma soportó con el corazón roto. Le dijo unas cuantas verdades y al final Danilo arregló con la “tenencia compartida”, lo que implicaba que la niña estaría 15 días con cada uno. Cuando Selma lo pensó mejor, llegó a la conclusión de que sería una locura que haría daño a Estrella ya que la obligaba a vivir en dos lugares diferentes, sin un hogar de referencia; sería como un paquete trasladándose de la ciudad al pueblo y del pueblo a la ciudad. Y en el futuro se complicaría y mucho su escolaridad. Se lo plantearía a la jueza en la próxima audiencia que tendría lugar dos meses después de la primera: el 11 de agosto. Pero la audiencia nunca se realizó. En esos dos meses, Selma pasó del infierno al paraíso, casi sin transición ni tiempo de procesar todo. A mediados de julio, Danilo la llamó para comunicarle que ya no deseaba divorciarse. Ella le contestó que tendrían que hablarlo personalmente. Así fue como se encontraron a los 10 días en el pueblo. Y Selma escribió en su diario: “Hablamos, sentí que éramos incapaces de abrazarnos y relajarnos. También noté que estaba arrepentido pero que jamás reconocería sus errores y mucho menos los confesaría. No admitió ni negó que haya habido otra mujer; yo sentí que no estaba preparada para perdonar a alguien que nunca pidió perdón. Pero necesitaba aferrarme a una esperanza por el bien de Estrella, porque sabía cuánto sufría al no ver tan alejado a su padre. Los días pasaban y si bien en apariencia seguíamos juntos, no ocurría nada interesante. Él no se acercaba, yo hice
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algunos intentos, y al notar que no me rechazaba, comencé a planificar un viaje de reconciliación para nuestro aniversario número 7 que se cumpliría en agosto. Fui al frente, y como siempre, gané”. “Tuvimos nuestro tiempo para volver a ser felices y nuestro lugar en un pueblito colonial que ya conocíamos de nuestra luna de miel. Allí me sentí nuevamente una mujer deseada y amada por el hombre de mis sueños”. “Salimos como extraños, con un mínimo de diálogo. Cruzamos el ancho río y llegados al hotel, nos instalamos y salimos a pasear, a comer algo y charlar sobre el futuro. Cuando regresamos al anochecer, nos animamos a bañarnos juntos y poco a poco la pasión se desató y ya no paramos más, hasta el día siguiente. No hizo falta decir nada, los cuerpos hablaban por nosotros. Al otro día fue mejor aún y ya Danilo había vuelto a ser ese hombre que conocí y me enamoró. Estaba relajado, alegre, predispuesto a todo, a tomarse su tiempo para prepararme y a tener largas erecciones, provocándome en todo momento y lugar un deseo irrefrenable de tenerlo dentro de mí”. “Luego hablamos de cómo seguir, le dejé en claro que le daba la libertad para que tuviese amantes si ese era su deseo, aunque siempre cuidándose de no contraer enfermedades y de no rechazarme a mí. Y que también yo era libre para hacer lo mismo si algún día sentía esa necesidad. Siempre en un marco de respecto, compañerismo y acuerdos”. “Al regresar, ambos olvidamos lo hablado. Él volvió a estar pendiente de mí, a ser el hombre de mis sueños. A estar atento a todo, pero algo aprendimos de lo vivido: ambos somos más independientes, no nos asfixiamos estando siempre juntos. Yo puedo vivir sin él y con él, cuando antes no podía vivir ni con él ni sin él. Crecimos mucho, cada uno hace su vida sin reclamar
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al otro. Vivimos casi como amantes obligados por las circunstancias que nos impiden estar juntos. Nos hacemos escapadas fascinantes a algún hotel alojamiento y la pasamos como amantes fugitivos. Es una relación menos comprometida, más relajada que nos hace bien, y nos llena de magia, además de que Estrella tiene a sus padres más felices”. “También Danilo ha admitido la influencia negativa de su madre, y, por lo tanto, cuidando la convivencia de la familia, prefiere que nosotras nos quedemos en el pueblo más tiempo y él visitarnos con frecuencia. Aceptó también que a Estrella le hace bien ir al jardincito y planificamos anotarla en uno cerca del departamento en la ciudad para el año próximo. También decidió que cuando pase el verano y sus padres quieran regresar desde el pueblo, les va a alquilar un departamentito para que no vivan con nosotros. Si bien nunca sabré lo que pasó en los pasados 8 meses, el episodio me sirvió mucho, aprendí a ser feliz sin él y a enfrentar sola y sin miedos las dificultades que me puso la vida. Luché una vez más por recuperar mis sueños, no bajé jamás los brazos y triunfé”. Con esas palabras, Selma retornó al camino del amor. El divorcio quedó en suspenso y su nueva casa en el pueblo estaba en pleno proceso de construcción. Su orgullo salió fortalecido aquel año. Ambos debieron pasar un momento difícil cuando Estrella enfermó y su doctor, el pediatra Martín Orlando que le había tomado mucho afecto, al ver que no mejoraba con el tratamiento decidió internarla para darle suero. Había contraído una fuerte enterocolitis que la deshidrató. Selma se encontraba sola, Danilo en la ciudad, y su padre tenía a su vez problemas de salud en esos días. Así que no era el mejor clima para enfrentar la internación de Estrella. Llamó enseguida a Danilo para pedirle que viniese, la niña los necesitaba juntos.
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Por suerte, Estrellita se portó muy bien, con el cariño de las enfermeras logró salir adelante después de 3 días de reclusión en la clínica. Sus padres permanecieron con ella casi todo el tiempo, incluso dormían juntos en la cama de al lado y siempre atentos a Estrella, durante el día armaban rompecabezas o la niña se entretenía con las pinturitas. Selma llevó papel y lápices de colores, y ya con mejor ánimo Estrella coloreaba o pintaba dibujos abstractos. A partir de ese momento, nació como un juego, la afición que desarrolló luego por las artes plásticas, y que su mamá, encantada, incentivó durante unos seis años, hasta que poco a poco, Estrella dejó de pintar. Pero al menos, por unos meses los tres fueron felices; hasta que el nuevo otoño trajo uno de los dolores más grandes que experimentó Selma en su vida; y con ello, el derrumbe del frágil castillo que cobijaba el tesoro más preciado de todos sus sueños. El conteo de la ruleta rusa de la vida, volvió a cero. Habría que empezar de nuevo.
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AÑO 3 Durante aquel año, la relación de la pareja pasó por un sube y baja constante de momentos buenos, otros malos, de encuentros y desencuentros, sin encontrar el rumbo que mejorase su alicaída economía. La habilitación de Danilo para ejercer no salía nunca, los problemas de salud de Antonino y Egle obligaban a Selma a volver al pueblo, sus suegros casi siempre cerca de ellos, y su salud mental que no mejoraba. A veces tenía deseos de intentar un nuevo embarazo, otras veces caía en el desánimo y el desinterés. El estado depresivo de Danilo recrudecía por la falta de trabajo estable y muchas veces manifestaba el deseo de regresar a su País, eso atemorizaba a Selma porque sabía que no podría ir con él dado que su presencia era indispensable para ocuparse de la salud de sus padres. Pasaba de momentos de intensa felicidad a otros donde parecía caminar en un espacio invadido por pirañas dispuestas a devorarla. Ambos seguían trabajando en LA VOZ DEL SUR, pero eso no alcanzaba para vivir, apenas para atenuar la sequía y ocupar la cabeza en algo. Selma seguía con sus notas sobre viajes en algunas revistas especializadas, pero todo muy esporádico. En medio de ese clima intranquilo, hicieron un viaje al mar que los colmó de dicha. Así escribía Selma en su diario de viaje: “Estuvimos en el río recorriendo el sendero de las 7 cascadas. Muy bonito, tranquilo, de paisajes campestres con el
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agua mansa y transparente que corre entre piedras, rodeados de penachos blancos. Es una imagen que calma los nervios y nos hace sentir libres, viviendo esos dulces momentos que se guardan para siempre en el corazón. Esperamos la puesta del sol que entre los bellos penachos se presenta espectacular”. En otro momento sigue: “El amanecer fue magnífico, caminamos a la orilla del mar por la playa desierta, hasta que el gran disco del sol naranja comenzó a elevarse desde las aguas mansas y la espuma blanca que lame la arena. Nos llenamos los pulmones de la fresca y salina brisa de mar, andaban las gaviotas y los ostreros buscando su comida. Luego nos fuimos a la cancha de Paddle que hay en el bosque de pinos fragantes y nos divertimos mucho jugando un rato, desayunamos y volvimos al mar, donde el sol ya calentaba la arena; nos bañamos y volvimos al bosque donde hicimos asado y nos tiramos a dormir una siesta bajo las ramas rumorosas de los pinos por donde el sol penetra dulcemente acariciando el rostro, con ese encanto de la soledad compartida de a dos”. “Al otro día recorrimos el bosque y terminamos subiendo al Faro desde donde se aprecia el entorno azul y verde. Cuando bajamos, comenzaba a llover y ¡qué linda se puso la tarde con ese aroma de corteza mojada flotando en el aire! Cocinamos, nos duchamos, dormimos juntos, hicimos el amor y terminamos tomando mate frente al mar en la zona de pesca, el mar tenía un color verde grisáceo maravilloso”. “He podido cumplir uno de mis sueños más deseados, ver subir la luna llena desde el mar, iluminando la negrura de la noche en un lugar alejado de la presencia humana, al final del camino que recorre el bosque de pinos y que culmina en unas dunas con tamariscos; como era una noche fresca, presenciamos el espectáculo desde la calidez del auto. Solos, enamorados, tomados de la mano y en silencio.
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Luego, casi sin pensar, nos fuimos buscando en la intimidad para terminar enredados en un desorden de cuerpos semidesnudos que, al unirse, interpretaban la danza de las olas cuando sube la marea del amor. Al ser regada por el semen oloroso, me sentí como una rosa deshojada por el viento otoñal que tiñe el bosque con las hojas de los árboles, dejándolos desnudos y a la intemperie. Cuando terminé de cumplir mi fantasía más deseada, quedé como la rosa: quieta, desnuda, temblando y degollada”. Cuando regresaron de aquel viaje, las dificultades volvieron a alejarlos. Ante los desencuentros y falta de deseo sexual decidieron hacer terapia de pareja. No fue muy efectiva y Danilo la abandonó. Selma, en cambio, se sentía a gusto al hablar de sus problemas. Más adelante, al darse cuenta de su deterioro mental y físico, escribía: “Ya perdí todo apetito sexual, todo deseo de lucha, de progreso, de superación, de creación. Debo salir de este pozo, porque pronto se acabará el tiempo biológico para ser madre y no quedará descendencia que herede mi tesoro más preciado: mis obras de arte”. Fue así como decidió ir ella sola a la psicóloga, para que la ayudase a quitarse los miedos y a recuperar el deseo de ser madre. Al poco tiempo, Danilo también comenzó una terapia con otro profesional ante la recomendación de la psicóloga que atendía a Selma. Y así, por separado, iniciaron el camino hacia la recuperación de su tan deteriorada relación. Dos meses después Selma cuenta en su diario que pudieron mejorar la vida sexual que pasó a ser más normal y placentera. Danilo, llegó un día con un libro de autoayuda para mejorar la sexualidad: “Cómo hacer el amor con placer” (lo
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que las mujeres deseamos, lo que las mujeres necesitamos) de Susan C. Bakos. Sin duda que ese libro les enseñó muchas cosas que a veces Selma, en soledad, ponía en práctica. Lo leyó en poco tiempo, con avidez, por eso tuvo que volver una y otra vez a leer algunos párrafos que no le habían quedado claros. Por ejemplo: “Las mujeres que pueden usar sus fantasías como una ayuda para la excitación, aceptar su necesidad de estimulación del clítoris y enseñarse a sí mismas a ser orgásmicas por medio de la masturbación –si no lo son ya con sus compañeros– han llegado a la primera etapa de evolución sexual: descubrir el placer. Saben en qué consiste el placer sexual y cómo conseguirlo”. Una mujer manifestaba: “Hago el amor con mi novio al lado del océano, y todo es perfecto”. Selma pudo entender, entonces, por qué sintió tanto placer cuando hicieron el amor en el último viaje arriba del auto, frente al mar, con luna llena. Porque fue siempre una fantasía que guardaba en su mente. Y también entendió por qué se sintió tan frustrada cuando una larga noche de lluvia en la carpa con Danilo, en un viaje anterior, al no tener conexión por falta de deseo de él en esas circunstancias; cuando, al contrario, ella estaba súper motivada porque era otra de las fantasías que siempre tuvo deseos de cumplir con su pareja. El tercer aniversario lo pasaron alejados de la ciudad, en un hotel tranquilo en medio de una de las islas paradisíacas que salpican de verde las aguas del río marrón. En medio de esa naturaleza tan acogedora, fresca, calma, adornada de trinos y noches llenas de estrellas; Selma sintió que era la vitamina que necesitaba para que su apetito sexual se
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volviese voraz, y sin ningún tipo de pudor, abrumó a Danilo con técnicas audaces que había aprendido al estudiar el libro y que tenía incorporadas al masturbarse una y otra vez cuando se quedaba sola en la casa. El placer que fue descubriendo era tan arrollador que la dejaba sin aliento y con el corazón latiendo a mil en su pecho. Danilo se sorprendió, pero le gustó mucho, y se veía que él también ascendía a un nivel superior de placer; permanentemente estimulado, su hombría se ponía de manifiesto en las reiteradas veces que repetía la unión, descansando algo para tomar aire, sencillamente porque veía a su mujer tan erótica y bella en ese estado que la excitación no paraba. Cuando despertaba y la observaba dormir plácida– mente a su lado, completamente desnuda, tan blanca, tan suave, tan ella… se preguntaba cómo había ocurrido ese milagro que lo drogaba de amor con solo mirarla. Entonces la despertaba cubriéndola de besos de pies a cabeza y veía gratificado cómo sus pechos hermosos respondían a su boca y sus lugares más íntimos se abrían como un jazmín humedecido por el rocío que recibe las caricias del sol de la mañana, dejándole todo su calor. Hubiese deseado detener el tiempo en esos días y en ese lugar donde había ocurrido el milagro. Tanto la amó, que Danilo estaba seguro que muy pronto, el hijo ansiado empezaría a crecer en el vientre de Selma, alimentado por el fuego que emanaba de su piel cuando la penetraba. Sin embargo, el embarazo soñado por él no se produjo y el bienestar que comenzó a experimentar Selma la llevó a comer demasiado; cuando se dio cuenta, tenía 8 kilos de más y preocupada, decidió visitar a una nutricionista. La que le
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recomendó cuidarse porque para su bien debía adelgazar primero para luego encarar un embarazo saludable. Le indicó un buen plan de alimentación que Selma seguía al pie de la letra. Danilo estaba algo molesto porque no le hacía gracia tener que usar preservativos. Pero todo sea por un futuro mejor embarazo de su mujer. Al principio, la dieta desestabilizó a Selma, quien se sentía algo mareada cuando salía a la calle. Por lo tanto, temerosa, nunca lo hacía sola, incluso Guillermo la acompañaba solícitamente cuando tenía turno con la psicóloga. Ajustando el plan alimentario fue sintiéndose mejor y al ver los resultados en su figura, que cada día se ponía mejor se sintió reconfortada. A los 2 meses llevaba perdidos 7 kilos y el nuevo año la encontró en el peso ideal, el mismo de sus 20 años. Se había puesto tan bonita, se la veía joven, y Danilo vivía con un deseo constante de colocar la semillita en lo más profundo de sus entrañas, dejó los preservativos y el perfume de los genitales siempre húmedos lo volvían loco y quería iniciar el juego una y otra vez. Cuando Selma se ausentaba al pueblo para atender a sus padres, andaba perdido como lobo en celo, sin saber qué hacer con lo que le estaba pasando. Antes de fin de año, sus padres partieron a la ciudad natal para pasar las fiestas con la familia. Entonces quedaron solos y aprovecharon al máximo la oportunidad. Selma había terminado el tratamiento y tenía el alta. También tenían el alta con la terapia, y ambos disfrutaron de esa “pequeña luna de miel”. La calma llegó con los padres de Selma que se instalaron un tiempo en la ciudad y después partieron todos juntos al pueblo para pasar Navidad y Año Nuevo. Allí continuaron con las relaciones desenfrenadas, aislándose en la casita que
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solían usar sus padres en el pueblo, aprovechando que ellos estaban con la familia, en el país del norte. En la paz de ese lugar, vivieron momentos inolvidables de pasión y encuentros. Selma se sentía preparada para llevar adelante un nuevo embarazo, aunque antes, debía viajar a la ciudad de Danilo, para acompañarlo una vez más, él quería traer algunas cosas que todavía quedaban allá, en la casa de sus tíos. Algo que harían, ni bien regresasen sus suegros al País. Lo único que Selma deseaba, era continuar allá con esa eterna luna de miel para redimirse de lo mal que lo había pasado en el primer viaje, después del casamiento, cuando viajaron en un tedioso y largo viaje en micro, viaje del que Selma regresó con todas sus ilusiones rotas. Esta vez, tendrían que cumplir la promesa del regreso al paraíso que los unió por primera vez y donde decidieron un futuro compartido.
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AÑO 8 La bonanza de los últimos meses del año anterior no duró mucho más: solo los meses de verano. En ese tiempo, Selma veía finalizada la primera etapa de la construcción de su casa (la remodelación de la parte vieja); con la ayuda de Guillermo, encaró la demolición del galpón para iniciar la construcción de la parte nueva (habitaciones, baño y garaje).Antes, vendió una enorme cantidad de trastos viejos que, a lo largo de su vida, Antonino había acumulado en ese lugar. Y en el medio estuvo el festejo de los 3 añitos de Estrellita en el Jardín donde había concurrido el año anterior, y donde seguiría ese año. Fue maravilloso porque contó con la presencia de toda la familia, además de los padrinos que vinieron especialmente de la ciudad. La tía Fernanda, hizo una inmensa torta rosa con una muñeca de centro que despertó la curiosidad de todos los niños invitados. Estrella estaba feliz, hiperactiva, y correteaba con los niños, trepaba los juegos, reía, gritaba… hubo también trucos de magia, canciones y otros juegos, empanadas y sándwiches para compartir. La bonita fiesta culminó entrada la noche con un paseo para todos en el trencito del pueblo, recorriendo sus calles, con globos y matracas, mientras sonaban las canciones infantiles que eran el hit del momento. Antonino Ponti fue el único que no pudo disfrutar, postrado en la cama, al otro día recibió la visita de su nieta para mostrarle la bolsa llena de regalos. Él sonreía, su mente invadida por la demencia senil teñía de misterios la visión de la realidad. Desde aquel episodio del aneurisma ocurrido en la etapa final del embarazo de Selma, Antonino mostró un El camino de los sueños – La ciudad // 73
deterioro evidente en su salud. La operación recomendada no se realizó nunca porque según los médicos, no la soportaría. Esos tres años fueron de altibajos para él, con momentos buenos y otros malos. Lo que más lamentaba Selma es que no pudiese disfrutar a su nieta como hubiese deseado, tenía tanto para ofrecerle y enseñarle de su experiencia increíble de vida… pero el destino lo quiso así y la niña le alegró esos últimos años de una larga y fructífera vida. En el mes de marzo, tal lo planificado con Danilo, les consiguieron a sus suegros, un departamentito de un ambiente ubicado a 20 cuadras del departamento de ellos, cuadras que solían hacer caminando para mantenerse en forma y saludables. Ellos los ayudaron con la mudanza y la casita del pueblo quedó sola por un tiempo, hasta que fue ocupada por nuevos inquilinos. Fue un gran alivio para el bienestar futuro de la pareja, ya que Pilar, dueña de otro espacio que atender, no se entrometía tanto en la pareja y en la crianza de Estrella, la que decidieron inscribir en un jardín del barrio, donde acudiría cuando estuviese en la ciudad. Mientras mantenía la asistencia al jardincito del pueblo donde estaría bastante tiempo acompañando a su mamá que viajaba constantemente para atender los asuntos de Antonino y velar por la atención que él recibía. Lo que más le preocupaba era el campo, la producción se había visto afectada por inundaciones y la persona que Egle había designado era el yerno de Gregorio Lahosa que trabajó tanto tiempo con Antonino, y ahora se retiraba por cuestiones de edad. Ricardo Lozano, un hombre honesto, de gran predisposición al trabajo duro, desde muy joven acompañaba a su suegro como contratista en las labores del campo. En aquellas épocas de inicio, atendían varios campos en la zona. Luego se fueron quedando solo con el campo de Antonino y sus propios pedazos de campo. Al
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retirarse de la actividad, Gregorio vendió su campo y Ricardo siguió con el suyo y el de Selma, campo que conocía como nadie. En ese tiempo tenían propuestas de mucha gente que se ofrecía a trabajar ese campo, pero Egle le indicó a Selma que seguiría Ricardo y en eso no había discusión alguna, era lo correcto. En cuanto a la construcción de la casa, quedó parada un tiempo por falta de dinero. Selma tenía que buscar la forma de obtener lo que necesitaba y que le permitiese terminarla. Y ese no era el mejor momento para hacerlo con todos los problemas que la rodeaban. En pocos días, Antonino empeoró mucho, se complicó su estado general que de por sí era ya malo, con un severo cuadro de trastornos digestivos. Selma no pudo regresar a la ciudad. Su padre fue ingresado dos veces a la clínica. La segunda, en estado de extrema gravedad con una fuerte hemorragia digestiva que la doctora de turno logró detener, pero quedó tan débil que necesitó una transfusión urgente. Y como Selma era la única cercana que tenía el mismo tipo y factor de sangre, uno muy difícil de encontrar, se ofreció a ser la donante. Sin embargo, ese mismo día, después de que le extrajeron la sangre, pasado el mediodía, la situación de Antonino se volvió crítica y el médico que lo atendía del corazón le comunicó a Selma que no se podía hacer más nada. Estrella estaba al cuidado de su tía Fernanda; entonces, Selma, algo debilitada y con el corazón roto, comunicó a todos los familiares lo que estaba por acontecer, ya que Egle no estaba en condiciones de hacerlo. Luego se fue a la casa a buscar a Estrella, la llevó al jardincito para alejarla del clima que se vivía, les explicó la situación a las seños y ella volvió a la clínica, acompañada por Fernanda, justo a tiempo para acompañar a su madre en la partida de Antonino Ponti, el hombre de su vida: su padre.
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Después, se sucedieron meses de acomodo para ella. Se quedó en el pueblo para hacerse cargo de todo, acompañar a Egle y comenzar a reconstruir su vida, ahora sin el apoyo inigualable de su padre. Fue duro, muy duro sacar adelante a su madre y no dañar a su pequeña hija. Sobreponerse ella misma, sola, sin Danilo cerca, quien permanecía en la cuidad después de haber viajado para el entierro de su suegro. Por suerte, Estrella pasaba gratos momentos en el jardín, y con doble jornada, estaba alejada de los problemas. Selma debió explicarle la ausencia del abuelo. Era muy pequeña y trató de que supiera que él había partido al cielo, en un lugar hermoso desde donde no se vuelve, pero que siempre velaría por ellos, que seguían en la tierra. –¿No lo veré más? –preguntó la niña. –No… pero sí podrás hablarle y comunicarte con él a través de los sentimientos, del corazón, de las emociones… –Pero yo quiero verlo –protestó. –No podemos, al lugar donde él está ahora, nosotros no tenemos acceso y él tampoco puede salir de allí. Pero sí nos puede ver y cuidar. –¿Y por qué no lo vemos nosotros? –Ahora no puedes comprender, con los años lo harás, es como que son dos mundos diferentes, dimensiones paralelas que nunca se juntan: lo material y lo espiritual. Nosotros somos lo material (que se puede ver y tocar) y donde está tu abuelo es lo espiritual (que no se puede ver ni tocar, solo sentir). Después de esa explicación, Estrella quedó tranquila y poco a poco se fue acostumbrando a esa ausencia.Pero al mismo tiempo, Danilo comenzó a alejarse de sus vidas, encargado de encaminar la suya en la ciudad, habitando solo el departamento ya que habían logrado que sus padres
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estuvieran en otro.Debió viajar a su ciudad natal donde llevaba algunos trabajos y cuando regresó, Selma lo notó frío, distante y encerrado en su mundo. Hasta con Estrella lo notó cambiado y poco dispuesto a estar con ella. Ninguno de los dos daba el paso necesario para acercarse al otro y buscar algún punto en común. Y así continuaron pasando los meses, ellos juntos y separados, sin prestarse la más mínima atención, cada uno inmerso en su propio problema. Cada día era peor. Aunque dormían juntos tanto en la ciudad como en el pueblo. Pero eran dos extraños que no se tocaban. Cuando hablaban, no llegaban a ningún acuerdo y un día Danilo le confesó que ya no la amaba, pero tampoco deseaba reiniciar el divorcio interrumpido. La situación era rara, se mantenía sin cambio por la inercia de ambos, aunque sabían que un día tendría que acabar y derivar en alguna decisión. Selma escribía en su diario entonces: “Ahora sé que el camino es uno solo e inevitable, debo tomar fuerzas para decir BASTA y alejarlo de mi vida, aunque nunca se aleje de la vida de mi hija. Debemos blanquear la situación cuanto antes, por Estrellita, por nosotros dos que tenemos derecho a ser felices sin esta farsa que nos está destruyendo por dentro. Formar una pareja en el desamor no es bueno para Estrella, que ya comprende. Si algo tengo claro es que no me acercaré más a él, no me dejaré tocar más por sus manos y por las manos de ningún otro hombre”. Esto último, Selma lo cumplió casi sin darse cuenta, no le costó ningún esfuerzo, desde aquel momento, transcurrieron once años hasta que pudo volver a sentir algo como mujer, despertar el deseo en su cuerpo, volver a enamorarse y entregarse a alguien.
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Durante gran parte del año, Egle, Selma y Estrella, vivían unidas y bastante adaptadas a la nueva vida. Viajaban de continuo a la ciudad para hacer trámites y para que Estrella vea a su padre. Pero cuando llegaban encontraban el departamento vacío, la heladera sin nada, Danilo aparecía de vez en cuando para estar con Estrella. Selma se dio cuenta que tendría otra mujer donde acudiría a dormir, pues siempre cargaba un gran bolso con sus cosas. Cuando ella indagaba, le contestaba que prefería quedarse en el estudio para no perder tiempo con el viaje hasta el centro. Un día se descubrió el misterio cuando Selma encontró un mensaje en el contestador del teléfono. Era una mujer que sonaba celosa, le increpaba a Danilo que sabía de la presencia de su ex mujer en la casa y que, un día, la había visto salir con su hijita. Selma comprendió la situación, Danilo hacía doble vida, no se separaba de Selma y le decía a la otra que estaba separado. Cuando apareció Danilo le habló del tema, pero él se defendió diciendo que esa mujer era una loca que lo perseguía constantemente e inventaba cosas porque él no accedía a sus deseos. El episodio quedó ahí. La mentira evidente de su marido la descolocaba. Sin duda que sería su amante y ninguna loca, solo alguien celoso al descubrir que su amante mantenía a la esposa en su casa. Sus suegros, que a veces llegaban de visita, no estaban al tanto de las andanzas del hijo. Para ellos, Selma se había apropiado de Estrella y para evitar discusiones; cuando estaba en la ciudad, Selma permitía que Estrella se quedara a dormir con ellos para que la niña disfrutara a sus abuelos, ya que el padre, casi nunca estaba disponible para ella. Así que se quedaba sola con Egle y salían a pasear a la plaza o a ver vidrieras, que era algo que agradaba mucho a su
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madre, quien siempre protestaba cuando la niña pasaba mucho tiempo con Pilar. –La vuelve muy malcriada –le decía– ¿no te das cuenta que cuando regresa, te trata muy mal? Su mamá tenía razón, pero Selma no podía separarlos de su nieta, más con lo que pensaban sobre ella. De Danilo no les hablaba, sabía que se volverían a poner de su lado y no le creerían nada. En una oportunidad que Selma llegó a la ciudad sola con Estrella; Danilo la estaba esperando para increparle la desaparición de una foto. Algo que Selma no recordaba, sin embargo, parecía ser muy importante para él; puesto que reaccionó violentamente agrediéndola de palabra, con amenazas de ordenar allanamientos y apretadas para descubrir lo que había pasado. Él pensaba en brujerías, Selma no podía creer lo que oía. Estrella lloraba y ella quedó petrificada ante la escena, llena de dolor y de miedo, sin atinar a defenderse. Después de un instante donde el aire se cortaba con cuchillo, Danilo dio un portazo, se fue a la calle y no volvió más. Cuando logró calmar a Estrella y calmarse ella, lo pensó mejor y tomó una decisión. Regresar de inmediato al pueblo y hablar con la abogada para decirle que siga el divorcio, aunque Danilo se oponga, como esa vez que ella se lo planteó; pero esta vez seguiría adelante. Sería más duro al no ser de común acuerdo, pero lucharía por su libertad y la tutela definitiva de Estrella. El padre se había desquiciado y su deber era proteger a su hija de su locura. Los últimos meses de aquel año tan terrible para Selma, (además de la reanudación del divorcio) decidió seguir la construcción de su casa, y para poder hacerlo tuvo que vender
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uno de los terrenos contiguos ya que no lo necesitaría, no quería un patio tan grande para ella. Luego, se dedicó a pintar con estrella, la que mostraba una gran predisposición a las artes plásticas. También le comenzó a enseñar piano y a cantar. Eso mantenía a ambas entretenidas, actuando como terapia y Estrella olvidaba la ausencia del padre. Para Selma era bueno ocupar su mente en algo útil que compartía con su hija. Por eso, la recuerda como una etapa maravillosa que se prolongó varios años, donde fueron libres con la consigna “Jugando con mamá” (para las pinturas de Estrella) y “Jugando con mi hija” (como llamó a la serie que resultó de ese trabajo). Fue tan prolífera la producción que Selma armó unas cuantas exposiciones en su pueblo, donde la pequeña y despierta Estrella, se hizo famosa con sus creaciones y su habilidad para comunicarse con el periodismo (especialmente televisivo). Cuando las aguas se calmaron un poco, Danilo volvió mansito y participó de esos momentos de felicidad para su hija. Se ofreció a sacar pronto la sucesión de su padre y firmar el divorcio, al fin comprendió que sería lo mejor para todos. También aceptó que Selma se quedase con la tenencia de Estrella, porque vio lo importante que era para su hija que creciese en la tranquilidad del pueblo y al lado de una madre que vivía pendiente de ella. Él se conformó con un amplio régimen de visitas, como lo definió la jueza en la última audiencia. Y así, en un ambiente de relativa calma, terminó aquel año tan difícil para todos; el año por llegar, les iba a traer una nueva vida donde las piezas se acomodarían en el transitar de un camino donde los rencores darían paso a una convivencia sana, a pesar de la distancia, desencuentros y resentimientos.
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AÑO 4 Al menos, pudieron realizar el viaje en avión y luego allá, alquilaron un auto para moverse. Resultó cómodo y agradable para ambos, por lo tanto, se veían muy felices. Los esperaba una gran actividad, más que nada cultural, con entrevistas en radio, televisión y diarios. Visitas a la familia y cuando estaban solos, podían entregarse al amor. Planificaron viajar al norte del País donde Selma deseaba visitar las ruinas de una ciudad muy antigua. Fueron en ómnibus, durante la noche, en un largo viaje que daba miedo por las curvas y precipicios. Pero llegaron bien, aunque cansados. Los recibió una limpia, hermosa y señorial ciudad ecuatorial cubierta de flores, palmeras, farolitos coloniales, edificios e iglesias de una magnífica arquitectura. Selma quedó encantada del lugar, feliz de haber llegado a un sitio tan alejado de su amado sur, tan diferente y especial. El clima caluroso les permitió ir hasta las playas de un pueblito de pescadores donde disfrutaron de las aguas cálidas del mar y un almuerzo de exquisiteces marinas en la pintoresca cantina del puerto donde descansaban pintorescas canoas que llamaban “Caballitos de totora”. La noche se extendió en largos paseos por la bonita ciudad y cuando llegaron al hotel, estaban tan cansados que se durmieron enseguida. No había lugar para nada más. Allí Selma visitó a un amigo periodista y escritor con el que se escribía desde antes de conocer a Danilo, el que le había comentado su primer libro de poesías, ambos quedaron en seguir comunicándose, algo que ocurrió hasta muchos
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años después, cuando se volvieron a encontrar a través de las redes sociales. Al segundo día, madrugaron, porque la idea era ir en taxi hasta las ruinas de la ciudad que Selma deseaba conocer para escribir y documentar. Contrataron un guía y pasaron toda la mañana recorriéndola. Fue una experiencia que Selma recordaría siempre con el paso de los años. Compartir algo tan profundo con el hombre amado, era algo que la colmaba de dicha, el deseo se avivó en su interior y por más cansados que estuvieran al regresar; por la noche, ya en el hotel, le propuso a Danilo ducharse juntos. Ahí aprovechó para estimularlo y gozar con un encuentro íntimo bajo el agua que los relajó de tal manera que luego durmieron como ángeles. Después de una semana de provechosos descubri– mientos, emprendieron el regreso, aunque descansaron un día en la casa del matrimonio amigo y alquilaron un auto para partir rumbo al sur. Era el momento de regresar a aquel paraíso que 4 años antes los había iniciado en el amor y al que habían prometido volver ya casados para rememorar los maravillosos días en la calma bahía que los subyugó y unió por primera vez. Fue un tranquilo viaje por rutas agradables, aunque atravesando lugares muy desérticos. Llegaron al mediodía al Instituto de investigaciones que los recibió en soledad. ¡Qué felicidad experimentó Selma! Tenían el paraíso para ellos solos. Aprovecharon el sol magnífico de la zona, y como aquella vez, se bañaron en la pileta y descansaron en las hamacas. Solos, enamorados… con la vista fija en las palmeras y las aguas calmas y azules de la bahía. Así se expresaba Selma en su infaltable diario de viaje:
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“Ahora es noche, todo es paz y recuerdos. Estamos frente al mar, escuchándolo acariciar la arena. El silencio que se derrama en el aire trae aroma a algas, dos perros nos acompañan. Nos tomamos de las manos, sin palabras, como aquella vez cuando fuimos toda pasión. Pero más tranquilos, con un gran aprendizaje en el amor, nos entregamos al placer desde otro lugar, desde la experiencia del conocimiento mutuo, habiendo atravesado también por el dolor”. Al otro día recorrieron con el guía toda la reserva marina y Selma tomó muchos apuntes. Los que en el futuro formaron parte de uno de sus libros de relatos. Al regresar a “su” paraíso, almorzaron, hicieron la siesta, se bañaron en la piscina y tomaron sol de cara al cielo celeste. Selma preparó el mate y lo disfrutaron frente a la bahía, observando las aves costeras y mientras ella escribía sus apuntes, Danilo esperaba la puesta del sol. Escribía entonces: “Hay una gran paz, estamos solos, este paraíso es nuestro. ¡Soy tan feliz! Como hace mucho tiempo, después de tantos momentos malos que vivimos juntos y que hicieron tambalear las paredes de nuestra relación. El murmullo del viento en las palmeras es el único sonido que nos acompaña, me embriaga el aroma salino que el aire deja y me hace sentir plena”. Esa noche la dedicaron a rememorar la pasión. Se amaron en la cocina desierta antes de preparar la cena, en la gran hamaca del parque cuando la noche llegó y se encendieron las farolas, sobre el césped que rodea a la pileta; luego terminaron en la cama, dejando la ventana abierta, para que la brisa fresca de la madrugada acariciase la desnudez de sus cuerpos sudorosos. Claro que no faltó un susto, cuando
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Danilo vio un escorpión entrar al cuarto. Selma pegó un grito, pero no quiso mirar cuando Danilo tuvo que matarlo. El momento del amanecer los encontró bajo la ducha, era necesario que se refrescaran, les esperaba un día largo, ya que emprenderían el regreso a la ciudad y Danilo tenía que despejarse para manejar sin problemas. Selma no sería de mucha ayuda, ya que se la veía agotada pero espléndida en su felicidad y satisfecha como mujer. Cuando regresaron de aquel viaje, Selma cayó en un estado de apatía y sus temores sobre un nuevo embarazo volvieron a invadir su mente. Temía al entorno que podía complicarla: la economía que no mejoraba, sus padres, sus suegros, Danilo y sus idas y vueltas. Sin embargo, el cuerpo iba en contra de sus pensamientos y sentimientos más angustiantes. Simplemente, durante aquellos meses del año 4 se sintió invadida por un estado de deseo sexual continuo. Sin ningún tipo de estimulación y fantasía, estuviera o no Danilo a su lado. Le prestase o no atención a sus demandas. Su cuerpo parecía tener vida propia e independiente de su mente y no le daba tregua. Tenía orgasmos espontáneos en cualquier horario o circunstancia, lo que la ponía en situaciones desagradables si estaba en la calle, incluso en sueños, ocurrían como si ella estuviese despierta. Cuando podía encontrarse con su esposo, no resultaban tan intensos, pero cuando estaba sola eran arrolladores y plenos porque podía desplegar las alas del placer en libertad, sin sentirse condicionada por las necesidades del otro, además de que Danilo muy pocas veces lograba desentrañar la maraña de situaciones que la llevaban a la cúspide del placer. Por más que lo intentó, nunca logró que él la condujese a ese lugar que mantenía oculto bajo llave, llave que solo ella
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podía accionar cuando estaba sola, tranquila y reinaba un dulce silencio en el departamento. Y entonces, el apremio por degustar esos momentos de placer extremo, llegaban como por arte de magia. Se abría como una rosa en primavera, cuando amanece trémula y empapada del rocío brillante, fuerte, intenso y poderoso a la luz del sol naciente. Tan poderosa era la disposición de su cuerpo para el sexo que había noches en que despertaba sacudida por múltiples orgasmos espontáneos, que ocurrían durante el sueño y en el momento culminante en que liberaba su energía despertaba para disfrutar de la etapa final del proceso que siempre le resultaba sorprendente al descubrir que la mente no lo podía controlar. Era como una gran explosión atómica que se expandía en rápidas ondas desde su plexo solar a las extremidades, haciéndole estallar la cabeza en ráfagas de colores. Cuando ocurría con Danilo a su lado, ella agradecía que no se diera cuenta; y a veces, para tener mayor libertad de acción, decidía irse al cuarto de al lado para continuar sintiendo esas sensaciones maravillosas que la tenían subyugada y sorprendida. Era tan fácil tener placer, casi no necesitaba hacer nada, con el pensamiento bastaba y luego, tenía que ahogar el grito en la garganta para regresar a la cama matrimonial y quedarse dormida de inmediato. En ese estado de permanente excitación no tardaría en quedar embarazada si Danilo la abordaba. Hubo algunas relaciones que se transformaban en bastante violentas; más que nada porque ella las incentivaba y no podía parar, obligándolo a llegar al máximo para lograr el orgasmo que siempre le costaba un tiempo cuando estaba con él. Una la recuerda especialmente, porque con el tiempo supo que ya entonces estaba embarazada y estuvo a punto de provocar un
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aborto. Cuando después de una unión donde Danilo fue muy violento, llegando al fondo mismo de sus entrañas, comenzó a sangrar. Ambos se asustaron, Selma pensó en un adelanto de la menstruación, pero como no fue mucho y duró poco, pasó y siguió adelante con su vida y las relaciones sexuales que cada día eran más placenteras. Desde entonces, no volvió a menstruar más. Unos días después, confirmó el embarazo. A los dos meses, el embarazo transcurría bien. Ella escribía: “Estoy tranquila, esperando, feliz con mi nuevo estado y a Danilo lo noto también cambiado, alegre, me trata con amor, delicadeza y extremos cuidados. También me hace feliz que he realizado dos exposiciones, una conferencia y tengo otra exposición concretada para el año próximo. Pronto saldrá el cancionero infantil con temas referidos a la ecología y también un libro de cuentos infantiles sobre animales de nuestro sur. Es un gran esfuerzo, pero vale la pena. El periódico anda muy bien, la economía mejoró y pudimos comprar la computadora para trabajar en casa y no tener que pasar largas jornadas en el centro, donde está la Agencia Periodística que nos edita el diario”. Los dos meses que siguieron fueron muy malos para Selma, los vómitos la dejaban sin fuerzas. Sus suegros, que se habían instalado con ellos ya no sabían qué hacer para que se alimentara. Pilar le preparaba concentrado de hígado, Selma lo detestaba, pero para que no se pusiese pesada trataba de pasarlo lentamente. Casi no salía a la calle, se mareaba y volvió a la nutricionista, quien le hizo un plan para que se nutriese y no engordara mucho durante el embarazo. Danilo, consiguió la dirección de un médico que trataba con acupuntura, que podría ayudarla. Quedaba algo lejos y viajar
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(aunque en coche) hasta su consultorio resultaba una tortura para Selma, porque las náuseas no la dejaban en paz. Sin embargo, poco a poco, esas secciones con las agujas la ayudaron a salir del mal momento y terminado el cuarto mes, comenzó a sentirse mucho mejor. A tal punto que sus suegros pudieron regresar al pueblo donde la salud de su padre se había deteriorado mucho y así, ayudaban a Egle en lo que necesitara. Su madre no estaba sola, su tía Fernanda y una señora que Selma había contratado, la ayudaban a atender a Antonino y la casa. Y como ella ya no podía viajar, Danilo se daba algunas vueltas para ver a sus padres y a sus suegros en el pueblo. Todos colaboraban para que Selma estuviese tranquila y la pequeña Estrellita (ya habían elegido el nombre, y sabían que era niña), no sufriese en la panza el estado de nerviosismo de su madre. Así cuenta Selma cómo se sentía entonces: “He comenzado a salir, a tener proyectos, a disfrutar de mi embarazo. Me veo muy bien, la panza crece, mis pechos también; volvió el deseo sexual, ya casi llego al estado anterior al embarazo. Cuando ocurre, disfruto mucho, me siento atractiva, con formas abultadas y una lubricación permanente que me permite alcanzar rápidamente el máximo nivel de placer y sin ningún tipo de malestar. Al principio, Danilo estaba temeroso, pero logré que se relajara y pudiese disfrutar el nuevo cuerpo de su mujer sin traumas. Es algo nuevo, distinto para los dos, resulta muy poderoso, él mismo me pide que nos unamos, lo que ocurre todas las noches. Al no sentir dolor, libero las energías y siento cuando lo hago, que asciendo a la cumbre del Aconcagua sin ningún esfuerzo. Él me baña, me acaricia, me besa… al estar solos lo hacemos sin prisa y en cualquier momento”.
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Al terminar el sexto mes, ese bienestar acabó y Selma comenzó a sentir otra vez náuseas, dolores, pérdida de deseo y apetito. El calor comenzó a afectarla muchísimo, con algo de anemia y algunas subas de presión. Se le hincharon los tobillos y el desgano la invadió. La panza comenzó a molestar, no podía dormir bien y Danilo no encontraba la forma de que se sintiera cómoda al hacer el amor. Ninguno de los dos desfrutaba ya. Decidió sacarla de la ciudad, para que respirara un aire más puro. Se fueron unos días al mar donde si bien las molestias siguieron, la vio alegrarse al pasar varias horas al aire libre, frente al mar, o realizando tranquilas caminatas por los bosques de pinos o por la playa. Incluso, pudieron darse algunos baños y tomar algo de sol. También dedicaron tiempo a leer dos libros que habían comprado sobre la crianza del bebé: “La madre y el bebé” y “Tu hijo de 1 a 3 años”. Se sentía orgulloso, sería un padre instruido y presente, además, estaba seguro, Selma sería una buena madre. Al regresar del viaje, Selma escribía: “Salgo menos, estoy casi siempre sola en casa porque a Danilo comienzan a salirle las cosas, antes de fin de año estará colegiado y podrá trabajar como abogado. El periódico anda bien. Nuestras relaciones íntimas se limitan a una por semana y bastante incómodas por el crecimiento de mi panza. Tuve que cancelar dos presentaciones que tenía estos días porque me siento mal y como aumentaron las molestias, no puedo hacer nada, solo reposar 12 horas. Nada de caminatas, me agito enseguida, a veces los vómitos vuelven, tengo acidez y angustia. Igual ya terminamos con los preparativos para la llegada de la niña, moisés, ropita, cochecito, decoramos el cuarto con empapelado infantil. Quedó precioso, ahora solo falta esperar.
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Dos meses más, según la doctora, tengo fecha de cesárea para el 17 de febrero”. Antes de Navidad viajaron al pueblo, pues la salud de Antonino y Egle se complicó bastante. Egle por problemas en la vista, requería un estudio neurológico y Antonino, tuvo un pico de presión y el cardiólogo le diagnosticó Aneurisma en la arteria aorta abdominal. Después de unos estudios le anunciaron a Selma que había que operarlo porque era una bomba de tiempo. Por el estado delicado de Selma en el último tramo del embarazo, Danilo se hizo cargo de todo. Ella tenía que permanecer en reposo y la disyuntiva era si tendría a su hija en la ciudad o en el pueblo, dado como se presentaban las cosas. Lamentó que nadie controló la cosecha y se quejaba de que Antonino tenía sus cosas muy enredadas y ella no podía entenderlas, más en esos momentos, con la cabeza en su hijita. El médico que la atendía en el pueblo le había dicho que tenía que ser un poco egoísta y ocuparse de ella y su hija por nacer. Al comienzo del año 5, escribía lo siguiente: “El año comenzó muy mal para mí, como si todo lo que alguna vez imaginé que podía ocurrir (de ahí mis dudas a quedar embarazada) estaba aconteciendo sin remedio. Papá tuvo otro pico de presión a fin de año y fue internado. Pilar tuvo gastroenteritis y también fue internada. Danilo se hizo cargo de ellos. Mamá está algo sobrepasada sin mi ayuda. Sé que papá tendrá que operarse cuanto antes, pero primero tengo que dar a luz para después poder encargarme de él con más tranquilidad y que mamá no se angustie. Aún no sé si tendré acá a la niña, o la tendré en la ciudad. “Es mi deber pensar en todas las posibilidades. Y elegir la mejor para que las cosas salgan bien. Este es el desafío más grande de mi vida y de la decisión que tome depende mi bienestar, el de mi hija, y también el de toda una familia”.
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Doce días después, Selma y Danilo, acompañados por Pilar y Guillermo, viajaban a la ciudad. En el pueblo, Antonino y Egle quedaban bajo el cuidado de la Tía Fernanda y María: la señora contratada. La decisión estaba tomada. Once días después de la llegada a la ciudad marrón, en un clima agobiante de calor y humedad, nacía Estrella Sotomayor Ponti, 17 días antes de lo esperado por la doctora y por ella. Su apuro por nacer marcó el carácter que la acompañaría en el transcurso de su vida. Un ser inquieto, vivaz, inteligente e independiente que siempre estaba un paso adelante de los demás.
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AÑO 9 Estrella Sotomayor Ponti, por primera vez, festejaría su cumpleaños (número 4) en la ciudad. Fue una austera reunión de familia donde trataron de pasarla en armonía, con torta, globos y adornos colocados por Selma para decorar el departamento. Viajaron las tres desde el pueblo en ómnibus, sus ex suegros llegaron desde su departamentito llevando cosas ricas y los padrinos de Estrellita, la colmaron de regalos como era su costumbre. El padre se mostró muy cariñoso con ella y Selma se sintió feliz. La relación fría y distante con Danilo había mejorado y el clima resultaba más respirable. En el mes de marzo, Danilo viajó al pueblo para la última audiencia antes de dictarse el divorcio. Allí acordaron que la tenencia de la nena la tendría Selma y la jueza fijó un régimen de visitas amplio para el padre. Él estaba obligado a viajar cada 15 días al pueblo para cumplir con eso. En cuanto a la cuota alimentaria, Selma fue benévola y no la exigió; contaba con que Danilo iba a ser consciente de su deber y cumpliría con el envío del dinero. Para entonces, Estrella había sido inscripta en un nuevo jardín de infantes, frente a la plaza del pueblo, al que se acostumbró en pocos días. Como asistía en turno mañana, la tarde le quedaba libre para hacer diversas actividades con su madre, como pintar, cantar, pasear… después del almuerzo se habían acostumbrado a transitar las dos cuadras hasta la plaza, aprovechando que Estrella tenía su primera bicicleta con rueditas y debía ejercitarse. Allí andaba a su gusto, mientras Selma se sentaba en un banco frente al Jardincito y El camino de los sueños – La ciudad // 91
veía el movimiento de los niños del turno tarde que iban llegando en auto, bicicletas, motos o a pie acompañados por sus padres. Fue así como una de aquellas tardes soleadas de invierno lo vio a él: su primer amor, Camilo Baraona. Nunca más se había interesado en saber de su vida, ¿cuántos años habían pasado de la última vez que supo de él?, unos 20 años, cuando salió la noticia de su casamiento. Estaba igual, aunque con algunas canas, llevaba de la mano a una niñita que sería su hijita. Se miraron fugazmente cuando él regresó de dejarla con su seño; Selma no quitó la mirada; pero él, un poco sorprendido tal vez, siguió su camino y subió a la camioneta para partir sin mirar atrás. Selma se quedó como petrificada, abrumada por los recuerdos que de pronto invadieron su mente. Luego averiguó, tenía dos hijos más grandes, la niña era la menor, la que tenía un añito más que Estrella. Después de ese encuentro, Selma esperaba con ansias esos paseos a la plaza con su hija. Y esperaba la llegada de Camilo, sentada en el mismo banco. Las miradas se sucedían, y como cuando eran adolescentes, quedaron en eso: en miradas llenas de curiosidad. Pasó el año, su hija terminó el jardín y no lo vio más. Sin embargo, en años sucesivos lo cruzó muchas veces en distintos lugares del pueblo, intercambiaron algunas palabras y nada más. Él seguía siendo el tímido de siempre y ella… no se sentía preparada para volver a un lejano amor, aun cuando se enteró que Camilo estaba, al igual que ella, separado de su mujer y viviendo solo en la casita de la vuelta, la casa de sus padres, donde Selma adolescente acudía a comprar en aquellos tiempos en que tenían una despensa, al principio tan llena de ilusiones…ahí mismo donde también vivió grandes
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desilusiones. Su madre había fallecido, para entonces vivía solo, no se le conocía nueva pareja. Selma, además, se estaba ocupando de los últimos detalles de su casa, pronto a estar terminada. Era la etapa de la pintura y la mente la ocupaba en eso. Todas las puertas estaban cerradas para el amor. La separación con Danilo era todavía resiente y dolía. En cuanto a Danilo, viajaba para ver a Estrella, pero no demasiado seguido, cuando lo hacía, traía algo para aportar, ya sea dinero o mercadería para la casa. El divorcio salió a fines de mayo, fechas también en que Selma se mudaba con su hija a la nueva casa, fruto de su esfuerzo y de la que estaba muy orgullosa. Egle quedaba sola, si bien al principio extrañó mucho, se fue acostumbrando a ese bienestar de tener todo el espacio y el tiempo para ella. Además, su hija y nieta pasaban gran parte del día con ella y solo acudían a dormir en su nuevo hogar, el que tenía entusiasmada y ocupada a Selma en vestirlo, decorarlo y amueblarlo a su gusto, y eso le llevó unos cuantos meses. Decía: “Yo solo lucho por Estrella, incluso para que pueda ver a su papá porque como dejó de venir a visitarla, viajo todos los meses a la ciudad donde conservo el departamento. Egle me acompaña cuando tiene ganas, allá estamos solas y tranquilas porque mis ex suegros siguen en su departamento y Danilo se va cuando nosotras llegamos. No sé dónde duerme ni me interesa. Pero la verdad que Estrella lo ve poco. Para distraerla visitamos a los abuelos o vienen ellos casi todos los días para pasar la tarde con nosotras. También viajamos en remis a la casa de unos primos (Ana y su marido Jorge), que viven en las afueras y tienen un amplio parque con árboles cerca de las vías por donde pasan muchos trenes; en verano es ideal porque
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Estrella se divierte bastante en la pileta, conclusión: la pasamos muy bien con ellos”. También habla de sus múltiples problemas económicos: “Las cosas no van tan bien como deseo, muchos gastos, deudas que cubrir, pocas entradas por parte del campo que tiene que soportar inundaciones y precios bajos. Con la construcción, el fallecimiento de papá, el divorcio, la garantía para el alquiler de mis suegros, la demora que está sufriendo mamá para recibir la pensión, el aporte de Danilo que casi nunca llega. Todo hace un combo que precipitó el derrumbe de mi economía y no estoy segura de poder salir a flote. Debo salir sola adelante, ya no tengo el puntal de mi vida: mi padre, lo verdaderamente auténtico que tuve para poder vivir y cumplir todos y cada uno de los sueños que forjé”. “Con Danilo estaré atada de por vida, y será un ida y vuelta constante porque él es así. Ya lo asumí, lo tendrá que asimilar también, algún día, su hija. Ahora sufre sus prolongadas ausencias, y dudo que algún día sea diferente, la esencia de Danilo es esa: un ir y venir de un lado a otro según su conveniencia o estado de ánimo. Cuando Estrella crezca, podré explicarle que mi lucha fue constante para mantener una buena relación con su papá, de compañerismo y amistad, y también con sus abuelos, para que siempre pueda verlos y disfrutarlos en vida, ya que muy poco pudo disfrutar a su abuelito materno”. Antes de fin de año, sus ex suegros regresaron al departamento cercano a la Estación porque Danilo no pudo seguir pagando el alquiler y se los llevó con él que para entonces ya se había separado de la última mujer y había vuelto con sus cosas al departamento de Selma, volviéndose
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mucho más cariñoso con su hija y bastante amable con su madre. Selma sentía que invadían su casa, que ya no podía estar tranquila cuando viajaba a la ciudad, y que otra vez la influencia de Pilar se manifestaría en los berrinches de Estrella; la que cada vez que llegaba el momento del regreso al pueblo, armaba un escándalo al subir a la combi que las llevaba y traía casi siempre, porque para Selma era más cómodo que viajar en ómnibus. Después de andar un trecho se le pasaba, pero a ella le hacía muy mal todo eso. Ver cómo manipulaban los sentimientos de la niña, porque estaba segura que entendía todo; sin embargo, no haría nada para separarla de su familia paterna, sentía que era un derecho que tenía la niña, y que ella no debía avasallar. Aunque tuviese que sufrir infinitamente por dentro y la mayoría de las veces callar para no fomentar las discusiones que serían mal ejemplo para Estrella; con el tiempo, sabía, cada uno ocuparía su lugar en el corazón de Estrella, y el inmenso rompecabezas de la vida quedaría armado con todas las piezas en el sitio correcto.
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AÑO 10 El nuevo año encontró a Selma transitando un camino nuevo, de esperanza y bienestar. Instalada definitivamente en su nueva casa, festejó el cumpleaños 5 de Estrella estrenando su hogar. Llegaron algunos amiguitos del jardín, sus primitas, Danilo y sus 3 abuelos. Faltaron los padrinos, pero igual, resultó una fiesta hermosa que disfrutaron todos. Cuando terminó, Egle se fue caminando hasta su casa que quedaba a 3 cuadras. Y Danilo llevó al hotel a sus padres y a Estrella que iba a dormir con ellos. Él salió para visitar a los antiguos amigos, y cuando regresó se instaló en el sofá cama que Selma había preparado para las veces que el padre visitara a Estrella. Ubicado en el comedor de la amplia vivienda, bien alejado de su cuarto. Al despertar, Danilo escuchó que Selma deambulaba en la cocina y le pidió unos mates que tomaron en un buen clima de diálogo. Después, partió al hotel para desayunar con su hija y sus padres. La armonía había retornado a la familia, la tormenta que los llevó al divorcio pasó y ambos se mostraban como buenos amigos que llevaban adelante una relación cordial y adulta, para el buen crecimiento de Estrellita, ese solcito que entibiaba la vida de ambos, de muchos y que era la alegría de todos. Para entonces, Danilo no tenía pareja y el acercamiento con su ex mujer era evidente a la vista de los demás. Más aliviado económicamente, comenzó a pagar un alquiler por la ocupación del departamento de la ciudad, además de dejarle siempre algo de dinero para gastos de la niña o mercaderías para la casa. También, la economía de Selma había mejorado,
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ya Egle cobraba su pensión y el campo volvía a encaminarse con buen tiempo y mejores cosechas. En cuanto a los viajes a la ciudad, continuaron, casi siempre iban las tres mujeres, Egle disfrutaba mucho el cambio de ambiente. Su tristeza por la falta de Antonino estaba pasando y le hacía bien salir a pasear. Cuando estaban allá, la convivencia era bastante buena, salían bastante para divertir a Estrella. Recorrían en familia la ciudad, visitando distintos lugares de la misma que los mantenían unidos para alegría de Estrella. Incluso, se acostumbraron a viajar en auto; Danilo iba al pueblo y las tres regresaban con él en el auto, pasaban unos días en la ciudad y luego Danilo las regresaba al pueblo, y él volvía en tren a la ciudad. Todo en perfecta armonía y acuerdos. Parecía un sueño para Selma que veía cada vez más cercana la posibilidad de que Danilo le pidiese perdón y le manifestase su deseo de volver. Lo notaba muy amable, otro hombre, si bien era algo agradable, sabía muy bien que nunca regresaría con él. El amor se había apagado en ese mar de peleas, agresiones y discusiones en que había transcurrido gran parte de la relación de ambos. Íntimamente lo había perdonado, era necesario para su bienestar psíquico, aunque él nunca pidió perdón, todo transcurría en un ambiente de amor y paz. Cada uno hacía su vida sin molestar al otro y se ponían de acuerdo cada vez que tenían que compartir momentos con Estrella o tratar algún tema que la involucrase. Con el tiempo, Selma pudo soltar a su niña y dejarla viajar sola con su padre, que la pasaba a buscar al pueblo. La confianza se había restablecido entre ellos. La veía partir feliz, y regresar igual de alegre. Por eso Selma, aquella vez, escribió esa carta poética que quedó como un símbolo del cambio, como un milagro que, gracias a su
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esfuerzo, ocurrió para la felicidad de su hija. Y esa independencia que en edad muy temprana comenzó a demostrar, iba formando una personalidad firme y fuerte, sensible y dulce, que le permitió ir forjando un camino propio, aunque como todo camino: con tramos buenos y otros llenos de obstáculos. FIN DE LA SEGUNDA PARTE
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CARTA POÉTICA (para Estrella) Hoy el invierno comienza y estoy más contenta en mi soledad que ayer cuando temí por tu bienestar. Siempre tuve muchos sueños que crecían en mi cielo y esas locas ansias de volar… Así conocí a tu padre y creí en él y en ese amor a la distancia que parecía un poco loco, aunque acorde a mi universo de fantasías. Luego cayó sobre mí la dureza del mundo cuando confundí un par de ojos con un par de estrellas. Perdí casi todo al perder los sueños. Pero hoy vuelvo a tener mucho y puedo volver a soñar. Tengo ese silencio eterno que siempre me acompañó; ese silencio donde soy una apacible siembra, una necesaria soledad. Tengo mi hogar – ¿el definitivo? – Después de haber dejado uno (Aquel donde naciste). Te tengo a ti, por, sobre todo, tan pequeñita… (Y lejos de mi lado por primera vez). Siento que ahora todo está bien. La verdad triunfa. Tu padre te mima, tus abuelos también. No dejes nunca de creer en el amor, no siempre es sufrimiento. El camino de los sueños – La ciudad // 101
La vida enseña y ahora he vuelto a ser feliz. Algún día tendrás la suficiente sabiduría para COMPRENDER. Quizás algún día yo pueda saber por qué acaba el amor, aún el amor más infinito. Te recuerdo a mi lado siempre. A la distancia siento que me besas y que tomo tus manitas suaves y pequeñas para que duermas en paz. Te quiero. Eres mi sol. Pero serás libre como imaginé cuando naciste. Me perdonarás que durante un tiempo debiera protegerte del desamor. Era necesario. Pero sigo pensando igual: serás libre. Quizás es ya el momento de demostrártelo. Ahora que estoy en paz con mi corazón. Ahora que estoy en paz con quienes me rodean. Ahora que tenemos un hogar para las dos. Ahora que vuelvo a creer en la vida. Ahora que puedo volver a soñar. Poco a poco las cosas fueron ocupando su lugar. Armamos juntas las piezas del rompecabezas. No hay rencor en mi alma. Ahora mi mundo vuelve a ser entero. Pero no me preguntes nada porque aún no es tiempo… Cuando crezcas iras comprendiendo cada uno de mis mensajes. Los que fui dejando al costado de mi camino. Entonces… Tú sola encontrarás todas las respuestas. SELVA MARÍA PONTI (Año 2000)
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ENLACE (17 años después)
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EL REGRESO Transcurre un hermoso día de primavera en EL PUEBLO. Los Jacarandás del bulevar, despliegan todo el colorido que muestran sus flores lilas–azuladas. El aire huele a fresca dulzura primaveral, a luz de amor. Noviembre explota en colores y aromas. Penetran en los sentidos de los miles de transeúntes que transitan las verdes calles de LA CIUDAD. Allí, donde Danilo y Pilar, viven su soledad. Es mediodía, Selva María y Estrella almuerzan en silencio, mientras, el sol alimenta la vida tras el ventanal de la casa que comparten desde hace 18 años en EL PUEBLO. Ambas saben que están transitando el día esperado desde hace meses, desde que el regreso a LA ISLA comenzó a plasmarse en la mente de Selma. Su último sueño, su regalo de los 60 años. Su vuelta al lugar de los primeros sueños, después de 30 años. El sonido del celular que anuncia la entrada de un mensaje, rompe el silencio. Irupé emite un gemido y para sus orejas. Ese sonido la saca del letargo, tirada en el piso fresco de la cocina. Cuidando de sus dueñas, las que la encontraron unos meses atrás volviéndola a la vida. Selma se incorpora de la silla con bastante dificultad, los dolores de la cruel enfermedad que la aqueja no le dan respiro. Toma el celular y lee: “VUELO AR 2894. Salida 10.10, en horario, sin novedades. Arribo: 13.45. El camino de los sueños – La ciudad // 105
El llanto la invade sin remedio. Le pasa el celular a Estrella, quien trata de calmarla. –Si seguís así, nunca podrás curarte; sabes muy bien que es necesario que pongas toda tu voluntad y la mente en positivo. –No puedo –protesta Selma, inundada de llanto, ya incapaz de pararlo– hoy es el día que perdí mi sueño, ¿cómo se hace para estar bien, sabiendo que esta enfermedad me lo arrebató de golpe? Hoy,” mi lugar”, no está acá. –Solo lo estás postergando, debes entender que pronto encontraremos el camino para que mejores, pero es fundamental que colabores en eso. Ambas se estrechan en un abrazo y poco a poco, Selva María logra tranquilizarse, para continuar con la rutina de la sobremesa de todos los días. Irupé las abraza como solo sabe hacerlo ella, abrazo perruno, quiere compartir el triste momento, las mira con sus ojazos de almendra. Estrella vuelve a la mesa para atender los Wasaps que dejó de leer mientras almorzaba. Irupé se instala a su lado, se echa y espera el momento de los juegos. A las 13.45, en el aeropuerto de LA ISLA Blanca, un hombre arropado de aspecto triste, espera en vano, mientras la llovizna y el viento frío golpea su rostro. Acostumbrado al cambiante clima de LA ISLA donde vive desde hace tantos años, no le importa mojarse. El rompe vientos lo protege. Observa pasar a los pasajeros del vuelo 2894 en busca de los autos que los trasladen a la pintoresca ciudad, la que se levanta frente a la bahía. Ella… no ha llegado. Su sueño, se va diluyendo como se diluye el agua– nieve en el viento helado.
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Índice II - LA CIUDAD ¡PIÚ AVANTI! ...............................................................................11 AÑO 5 ..............................................................................................15 AÑO 1 ..............................................................................................25 AÑO 6 ..............................................................................................39 AÑO 2 ..............................................................................................43 AÑO 7 ..............................................................................................51 AÑO 3 ..............................................................................................65 AÑO 8 ..............................................................................................73 AÑO 4 ..............................................................................................81 AÑO 9 ..............................................................................................91 AÑO 10 ...........................................................................................97 CARTA POÉTICA...................................................................... 101 ENLACE ....................................................................................... 103 EL REGRESO.............................................................................. 105
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