Palabras cercanas 3, libro electrónico

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ANTOLOGÍA DE LA SOCIEDAD DE ESCRITORES DE GENERAL VIAMONTE

2015

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© Copyright 2015 Etel Carpi "Palabras Cercanas 3" Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Impreso en Argentina – Printed in Argentina ISBN: 978–987–656–286-7 Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del titular del "Copyright", bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción, almacenamiento o transmisión parcial o total de esta obra por cualquier medio mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia u otro procedimiento establecido o a establecerse, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

Etel Carpi Palabras cercanas 3 : la palabra nos identifica / Etel Carpi ; compilado por Etel Carpi. - 1a ed. - Junín : De Las Tres Lagunas, 2015. 94 p. ; 20x14 cm. ISBN 978-987-656-286-7 1. Literatura Argentina. 2. Poesías. 3. Cuentos. I. Etel Carpi, comp.

CDD A860

Ediciones de las Tres Lagunas España 68 – Telefax 54–236–4631017 – Junín (6000) Pcia. de Buenos Aires – República Argentina E–mail: ediciones@delastreslagunas.com.ar www.delastreslagunas.com.ar Impresa en el mes de Mayo de 2015 en Bibliográfika Barzana 1263 – C1427CHR – Buenos Aires – Argentina

Compilación y corrección: Etel Carpi. Corrección final: Trinidad Urquía. Logo S.E.G.V.: Rocío A. Sánchez Carpi. Idea en Diseño de tapa: Rocío Anahí Sánchez Carpi. Foto: Mercedes Sarlinga. "II Feria del Libro de Los Toldos 2014" Auspicia: Secretaría de Turismo y Cultura Municipalidad de Gral. Viamonte

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PRÓLOGO “Quienes

escribieron están a nuestro lado, relatan

nuestras vivencias. Son personas que conocemos, con vínculos que nos envuelven cotidianamente: un vecino, un amigo, un pariente, un conocido. No es casualidad que al leer estas palabras, las encuentres cercanas…” Hoy me toca compilar y prologar esta tercera entrega de nuestra Antología PALABRAS CERCANAS, y quise comenzar con palabras del prefacio de la primera que le pertenecen a la creadora del título: Silvia G. Oliverio, título que todos enseguida incorporamos como propio, porque así nos sentimos: ”cercanos” a nuestra comunidad donde crecimos, vivimos, soñamos, trabajamos y creamos día a día. Isidoro Blaisten escribía para LA NACIÓN un 22 de julio de 1989: “un escritor trabaja, pero escribir no es una carrera, no es una profesión, no es una elección… es un destino.” Por eso, la mayoría de nosotros “escribimos para escribir”. Marco Denevi decía: “no me pregunto por qué escribo, para qué escribo. Simplemente escribo, y en eso reside toda la razón de escribir.” Se dijo alguna vez: “soñar no cuesta nada”. Gudiño Kieffer decía: “cuesta mucho, pero vale la pena, porque el que sueña crece”, cualquiera sea la edad que tenga porque “quien ha cortado las alas de sus propios sueños se ha convertido en piedra.” Nosotros no las cortaremos nunca, seguiremos soñando y escribiendo las “Palabras Cercanas que te llegarán al corazón”, –según escribía en el prólogo de Palabras Cercanas 2

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nuestra colega Catalina Cimino de Nicholson– “y te harán ver que vale la pena empezar a vivir de otra manera, porque a estas palabras no se las llevará el viento, sino como su nombre lo indica, caminarán al lado nuestro, irán de nuestra mano, y saldrán del corazón de cada uno de nosotros, porque hoy nos sentimos orgullosos de ellas…”. Sólo me resta agradecer a los lectores; quienes encontrarán en éstas PALABRAS CERCANAS 3, trabajos de jóvenes ganadores del primer CONCURSO ESCOLAR “Acercando Palabras” y otros más que se han querido sumar. Ello resulta de un inmenso valor, poder contar con esa mirada juvenil que poco a poco se animan a las letras. Etel Carpi. Prensa y difusión de la S.E.G.V.

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PRIMERA PARTE

Trabajos ganadores del primer concurso escolar “Acercando Palabras”

Cuentos Año 2014

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ZOE QUIROGA (ESCUELA TÉCNICA) Primer premio Categoría primaria – (12 años)

La dama antigua En

un lugar lejano, una familia británica está

terminando la mudanza. Han elegido una casa a las orillas del mar, y gracias a su clase social alta, no ha sido un gran problema pagarla. Supuestamente es un pueblo tranquilo. Sin embargo, los rumores dicen lo contrario… Sin más, dejando todo atrás, Corey, un joven con ojos color miel, pelo castaño e inteligente, se encaminó a la biblioteca, lugar que sus tíos le habían recomendado, ya que ellos habían vivido allí durante dos años. Tan metido en sus pensamientos, él camina por las calles de vista gentil, observando en el horizonte la fachada de un edificio añejo con pérgola, que parecía calcular cada uno de sus movimientos desde aquella colina. De pronto, no se dio cuenta que casi fue protagonista de un accidente. –¿Cómo vas a cruzar en verde? –gritaron al unísono los conductores disgustados. Al anochecer fue cuando llegó a la condenada biblioteca. Miró detenidamente, y ésta tenía aires arcaicos… Pues claro: ¡era una biblioteca!... Entró y la puerta dio un chillido tenebroso. El bibliotecario, Mr. Rool, con un aura oscura, ni se

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inmutó. Sin dar mucha importancia, Corey caminó hasta uno de los estantes, y lo examinó hasta encontrar el libro indicado: “Los gatos negros”, de Dylan Wolf. Triunfante, se sentó lo más alejado de la llamativa escalera que se encontraba en medio del establecimiento. Luego de que transcurrieran unos cuantos minutos, se escucha: –¡Mr.Rool…! Luego, una gran carcajada que rompe el tenebroso silencio. Corey miró al bibliotecario, quien tenía los ojos como plato, y, a paso ligero, subió por la escalera. Los minutos pasaban y el señor no bajaba. Corey seguía mirando de reojo la escalera, en espera del señor. Se sentía muy solo. La curiosidad lo mataba y de a poco, peldaño por peldaño, fue subiendo hasta llegar al segundo piso. Era una habitación vacía, y no había ningún alma además de la de él. O eso creyó, porque una extraña brisa rozó su nuca, atemorizándolo. Luego, escuchó una ligera risita. Miró para un costado y vio la repentina aparición de muchos utensilios de cocina, moviéndose solos de un lado para el otro, volando y… ¿hablando? De pronto, personas trasparentes se aparecieron de la nada, con sonrisas en sus rostros: –Eres curioso, chico… –dijo una anciana, con ropa anticuada para la época actual en la que vivimos. Comiéndose vivo por el miedo, Corey bajó corriendo las escaleras, y se dirigió a la puerta. Trató con tanta desesperación abrirla, pero no pudo. Como segunda opción, abrió una ventana y logró escapar. Sin mirar atrás, entró en un

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almacén. Allí, la gente lo miraba con desapego y de reojo, cosa que no le importó. Balbuceando, intentó explicar lo sucedido y conseguir a alguien que lo ayudara a buscar al señor Rool, pero quienes lo escuchaban, manifestaban una actitud apática ante su relato. El dueño de la tienda de pronto rompió el silencio, y le dijo: –¡Estás loco, chico! ¡Se nota que no eres de por aquí…!– Su vista se nublaba, pero Corey pudo ver a la dama antigua posar sus manos en los hombros de quien le dirigía la palabra. Con una mirada penetrante, posó su dedo índice sobre sus labios, y a la vez musitó: –¡ Shh…! Ahí, la vista de Corey se nubló por completo. De repente, de un salto despertó y se encontró con el libro en su regazo, aún dentro de esa tétrica y gigantesca habitación de la biblioteca. Con desesperación, miró a su alrededor, y vio al bibliotecario en su trabajo, organizando libros. Suspiró aliviado. Miró el libro. Caminó hasta el estante y lo dejó. Pero cuando se disponía a marcharse, la misma carcajada escuchó, que nuevamente le helaba la sangre: –¡Mr., Rool…!

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CHIARA M. VILLA (COLEGIO SAN JOSÉ) PRIMER PREMIO Categoría Secundaria 1 – (13 años)

Tierras lejanas Eran las nueve de la mañana de un 6 de agosto. Todo era nuevo: las calles, las casas, la gente, mi vida, y simplemente por otra nueva mudanza, otra de las tantas que hemos hecho mi familia y yo durante nuestra vidas. Creo que ya estoy acostumbrada a este tipo de vida y aunque quisiera no podría cambiarla. Llegadas las 5 de la tarde pudimos al fin desempacar y acomodar todo en nuestra nueva casa, que era colonial. Inmediatamente después, salí a recorrer mi barrio, mi nuevo hogar. Vivía en el centro; a la derecha estaba la plaza principal y a la izquierda, un par de negocios. Consideré que el barrio era agradable. Ya era la tardecita y había recorrido bastante. Estaba dando la vuelta en la esquina cuando algo enorme interrumpe y me da un gran asombro; era nada más y nada menos que un caballo, montado por un jinete, vestido con ropa tradicional de gaucho; una gorra roja, una camisa a cuadrillé, unas bombachas blancas y unas botas negras. Fue tal mi asombro de ver un caballo en pleno centro, que me mareé un poco, traté de tranquilizarme, dar un paso hacia atrás e ir por otro camino, y eso es justamente lo que hice, pero al girar venía un hombre

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en un “sulky”. El reloj de la ciudad se había detenido, ninguna de sus agujas hacían el mínimo movimiento. El tiempo se había parado y las épocas lejanas habían vuelto como si alguien las hubiera revivido. Estaba confusa, todo me daba vueltas, el mundo estaba al revés al igual que yo. Tal vez era una ciudad del tiempo que volvía y retrocedía sin ningún motivo. De repente los caballos y los “sulky” se multiplicaban, las personas vestían como gauchos, paisanos e indígenas. Sentía que sobraba, y era justo lo que hacía allí, sobrar, en una época que no me correspondía, tal vez eran 20 años atrás, tal vez una eternidad. Volví a mi casa sin mencionar una sola palabra del hecho ocurrido. Temía que mi familia no estuviera viendo lo que yo, o aún peor, que mi familia sean ancestros de épocas pasadas, que habían revivido como todos los demás. Esa noche no pude dormir, era lógico, algo fantástico había ocurrido y estaba confundida. Al día siguiente fui a la escuela. Era muy linda. Mis nuevos compañeros me hicieron sentir como en casa y eso me gustó mucho. Sentí que todo transcurría con normalidad, que todo lo ocurrido el día anterior había sido como estar en una máquina del tiempo por unos momentos y al final todo volvía al presente. Quizás este ciclo se repetía a menudo en este misterioso pueblo. Me senté con una chica llamada Anna, era muy simpática. Me sentí lo bastante segura para contarle lo ocurrido el día anterior. A veces con las personas que más puedes hablar sobre ciertos temas son con las que aún no conoces muy bien, ¿Será porque son las que más te escuchan? Sea lo que sea, a mí siempre me ha pasado. Traté de explicarle

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de la mejor manera posible el hecho que tanto asombro y desequilibrio me provocó y cuando al fin pude terminar soltó una carcajada. Yo no sabía a qué se refería su risa y personalmente lo tomé como una burla. Fue entonces que dijo: –Perdón por la risa, pero es que vos sos nueva en esta ciudad y lo primero que tenés que saber es que aunque Los Toldos es una ciudad, todavía conserva las características de un pueblo…– –Pero… ¿Los gauchos, los caballos y el reloj?– interrumpí. –Ayer, 6 de agosto, fue el día del pueblo y para festejar, todos nos vestimos como nuestros originarios... –Me explicó. –Y… ¿El reloj?– Pregunté para seguir teniendo un poco de autoestima. –Bueno, el reloj ya hace unos varios años que no anda, y sigue estando allí como un patrimonio cultural, se podría decir– Di por terminada la conversación. Me sentía avergonzada por haber imaginado algo así, pero lo único que sí sé es que me queda mucho por descubrir de este pueblo y estoy ansiosa de hacerlo.

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FRANCISCO GARCÍA (ESCUELA NORMAL) Primer premio secundaria Categoría 2 – (16 años)

ARREPENTIMIENTO El

chico abrió la puerta de su casa reinada por la penumbra, pasó por el umbral gritando el nombre de su madre para asegurarse si ésta se encontraba allí o no, nadie le contestó. Entró y cerró la puerta, dejó la pesada mochila sobre la mesa y sacó todas sus cosas de ella. Encontró lo que buscaba, una soga que había comprado en la ferretería de camino ahí. Siguió por el comedor hasta el teléfono que se encontraba en el living, llamó a su madre y le preguntó a qué hora llegaría. Ella trabajaba de maestra en una escuela para mantener a toda la familia. Le confirmó lo que quería saber, llegaría a las cuatro de la tarde, le quedaban tres horas para lograr su plan. Se cambió y comió algo rápido, se sentó en la mesa delante del papel donde plasmaría sus últimas palabras. Era algo difícil de escribir, comenzó dirigiéndose a su madre “nada de lo que haga es tu culpa, te amo más que nada en este mundo, tú eres y siempre serás mi heroína. Dile a mi padre que es un hijo de puta por no haberme querido y dile que no tenga la satisfacción que hago esto por él. Te voy a extrañar mucho te espero en el cielo” cuando terminó las lágrimas recorrían sus mejillas, algunas de tristeza, otras de furia.

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Se iba a suicidar, lo había decidido cuando se despertó en la mañana. En la escuela, al verla a ella y que sus compañeros lo insultaran y despreciaran solamente aumentó su deseo. No era sólo por esto sino la suma de todo, el amor de su vida que nunca le pertenecería, sus “amigos” que lo utilizaban cuando había que hacer un trabajo o tarea difícil y luego seguían odiándolo, su padre, la pobreza, y una larga lista de etcéteras. Tomó asiento en el sillón para pensar la forma, todavía no se había decidido, compró la soga pero quería la forma menos dolorosa de morir, lo que él deseaba era dejar de sufrir, no llamar la atención. No tenía pistola ni arma alguna, cortarse las venas era demasiado doloroso por lo que lo descartó, así que su única opción era ahorcarse. Llorando, pero decidido, se dirigió al jardín con la soga en la mano y una silla en la otra. Encontró el árbol más alto e hizo el nudo y pasó la cuerda sobre la rama, colocó la silla debajo. Miró su trabajo cuando terminó y sonrió, al fin acabaría su dolor, tanto tiempo llorando y deseando que terminara todo. Extrañaría a su madre, eso era lo que lo detuvo por mucho tiempo pero ya ni eso lo detenía. Subió a la silla y ajustó la cuerda a su cuello. Pateó el asiento y sus pies encontraron el vacío pero no cayó por la soga que ahora apretaba su cuello privándolo del aire. Los dieciséis años de su vida pasaron por su memoria, momentos felices, momentos tristes, caras y caras de personas que había conocido, familia, amigos, su único y último amor, su madre. Cuando se arrepintió ya era muy tarde, el nudo era tan apretado. Su cuerpo se retorcía tratando de soltarse pero no pudo. La última palabra que cruzó su mente fue: ”no”, antes de soltar el último aliento y dejarse vencer por la muerte.

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VALENTÍN MAROTE (ESCUELA NORMAL) SEGUNDO PREMIO CATEGORÍA PRIMARIA – (11 AÑOS)

EL MUNDO SIN GRAVEDAD Había una vez un planeta llamado Súper tierra ya que en ella habitaban humanos iguales a nosotros. Estaba ubicado en una galaxia más lejana que la de Star Wars, a aproximadamente diecisiete billones de años luz de la Tierra. No era cualquier planeta, este planeta tenía un rango de gravedad de valor negativo uno, que implicaba una gravedad inexistente en la galaxia que habitamos los terrícolas y cuando te expones a ella sales volando más rápido que la velocidad de la luz; cualquiera puede ver un planeta con gravedad 0 pero no muchos pueden ver uno con gravedad negativo uno, ya que es algo muy raro. La gente no sabía qué hacer; no importaba que tan pesados fueran, de todas formas no iban a poder pegarse al suelo. Lo único que hacía que la gente esté en el planeta y no flotando a la deriva era una especie de cubo transparente que hacía que, cuando los habitantes del planeta se alejaran y antes de salir volando, hacían pié y podían regresar de un salto. Cansados de tantas flexiones, un científico inventó la maquina gravitacional, que permitió que la gente estuviera

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más o menos en el piso o por lo menos no flotara tan lejos; de todas formas, una vez que la gente que había vivido en la época de la gravedad –1 murió, la gente de la nueva generación entró en pánico y comenzaron a hacer cosas como adoptar elefantes solo para poder únicamente tener unos 10 metros menos de altura al flotar, aunque de tanta desesperación un hombre llamado Ramón, de aproximadamente 30 años, inventó una máquina del tiempo ya que había estudiado todas las materias existentes y por existir únicamente para traer a su tiempo, al no muy famoso pero sí muy grande argetinosaurus que es hasta nuestros días el dinosaurio más grande y debido a eso el más pesado del universo entero, para lograr quedarse pegado por completo al piso; pero aunque el dinosaurio fuera vegetariano era demasiado grande y la gente se quejaba de eso aunque a ese hombre ni le importara lo que dijeran. Un día mientras guardaba el dinosaurio, sus amigos lo llamaron para que fuera a ver su nueva consola que por cierto él había inventado y se llamaba la ps5 que aun no salía en esos tiempos, la cosa es que el hombre olvidó, cerrar el portal y todas las cosas del pasado y el futuro se juntaron en el presente, como no había tanto espacio en la casa el hombre tuvo que explicar que es lo que pasaba y así lograr que dividieran con construcciones parecidas a la gran muralla china para que así estuvieran los de cada tiempo separados. Una vez arreglado el inconveniente temporal, debían nuevamente preocuparse por la gravedad 0, y ya que atarse a cosas no servía, pensaron en poner trampolines para tener un mundo aéreo. Pero la solución no duró más de 2 o 3 años ya que los trampolines se estiraron y oxidaron, además que los repuestos y los resortes eran demasiado caros como para

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reponerlos a diario; así que un día, dos personas cansadas de eso fueron a escondidas a donde estaba la máquina gravitacional y robaron los planos de la misma, la mejoraron e hicieron la máquina gravitacional 2 y la dieron a conocer como suya, ésta contaba con una aplicación individual de gravedad y no general como la original pero aunque proporcionara la gravedad normal sólo duraba unos 15 minutos máximo o dos días de gravedad similar a la de la luna que por cierto no era muy distinta a la que estaban acostumbrados. Ahora tenían dos opciones: o racionar su uso o venderlas industrialmente. Antes de tomar la decisión llamaron a los tres tiempos, como ustedes ya saben, pasado, presente y futuro; la decisión fue producirlas industrialmente, y los responsables de hacerlas serían los hombres del futuro, ya que los del pasado no tenían la menor idea de que les hablaban y los del presente no tenían suficiente conocimiento. Unos meses después, todos tenían una máquina gravitacional y de esa forma todos vivieron una vida normal como la nuestra.

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CAMILA CELESTE AGÜERO (COLEGIO SAN JOSÉ) SEGUNDO PREMIO CATEGORÍA SECUNDARIA 1 – 13 AÑOS)

DESGRACIADO MILAGRO Todas las noches aparecía el borracho en el medio de la sala, ella como en todas las ocasiones intentaba quitarle la botella y la copa todavía medio dormida. Su amor por él era algo de otro mundo ya que sabía cómo era el hombre, tenía en cuenta que iba a permanecer a su lado para siempre y que su esencia y sus hábitos no iban a cambiar. Pero, a pesar de todo esto, ella siempre se mostró feliz –si se puede compartir que su verdadera felicidad era su hijo–. Algunas personas se preguntaban si ella lo amaba o sólo lo soportaba por el bienestar de su hijo, nunca sabremos cuál es la verdad sino siempre se escucharán por ahí esas dos posibles versiones. Lo que sí sabemos con precisión es que todas las noches la copa que sostiene el borracho se cae al suelo pero que esta nunca se rompe y que de la nada aparece una vieja gitana gritando como loca: –¡Desgracia! ¡Maldita desgracia!–. La verdad es que lo que el borracho pretende que es una desgracia para él, significa un milagro para el hijo de su mujer. Porque el tiempo se paró un día, el día en el que la copa no se rompió por primera vez. Provocando que las últimas veinticuatro horas se repitieran, esto permite que la enfermedad terminal del niño no avance porque ya no hay más tiempo.

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NATALIA LO GIOCO (ESCUELA TÉCNICA) SEGUNDO PREMIO CATEGORIA SECUNDARIA 2 – (16 AÑOS)

Yo tuve más valor No sé qué fue lo que me motivó a hacer lo que hice pero sé que ya nada va a ser igual cuando me descubran, estoy pensando qué voy a decir cuando todo salga a la luz. Creo que van a matarme. Acá estoy, sentado en mi habitación, esperando lo peor, creo que llegará mi fin, pero… ¡no importa! Yo sé porque lo hice. Él era mi mejor amigo, pero un traicionero al final, no me arrepiento no. Él era un falso y no me importa nada a mí, no me importa que después venga del infierno a buscarme, solo sé que hice lo correcto. Él insultó a mi madre y por eso le pasó esto. Creo que nadie va a saber pero si me descubren no me importa. Él era más grande que yo, pero yo tuve más valor que él. Me acuerdo del día en que lo conocí. Yo estaba sentado en un parque, llorando; lloraba porque me habían golpeado, y él apareció. Me ayudó a pararme, me preguntó cómo era mi nombre y me acompañó a mi casa, desde ahí fuimos inseparables, él era como mi hermano, pero ahora no más, él

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no está más, se pasó cuando dijo eso tan grave de mi madre. Cuando lo encuentren sabrán que fui yo. Quizás mañana tenga ganas de salir. Mi mamá está dele preguntarme por él, como si sospechara algo, con tristeza en sus ojos. Yo creo que de verdad tuvo algo con él, pero quiero creer que no. Ahora escribo porque no sé qué irá a pasarme después, no tengo ganas de nada, solo de escribir lo que siento. Siento que lo extraño, ¡pero lo odio! Y no hay nada que pueda hacerme arrepentir. Solo sé que por más que ya no esté lo voy a extrañar pero ahora que lo pienso bien ¡que se quede en ese infierno de descampado!, donde YO tuve más valor.

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AGUSTÍN IGLESIAS (ESCUELA DE EDUCACIÓN ESPECIAL) TERCER PREMIO CATEGORÍA PRIMARIA – (11 AÑOS)

El televisor y el por qué Hace tanto, pero tanto tiempo que nadie sabe cuánto, sucedió un hecho que nos cuenta por qué los televisores no tienen orejas. Todo comenzó así: los televisores sí tenían orejas y gigantes… De pronto todo cambió cuando una nena llamada Elisabeth hacía los deberes en su casa y se le ocurrió jugar porque la mano se le había cansado y además estaba aburrida. Pensaba: ¿por qué la maestra Puñilita es tan, pero tan obsesiva con las tareas? Al menos nos debe dar 35.000 tareas como si pensara que a nosotros el tiempo nos lo regalan. ¡Qué maestra molesta y obsesiva! Al día siguiente Elisabeth se pone a mirar televisión. Como ya les dije, en otro tiempo los televisores tenían orejas así que no era extraño que escucharan todo lo que las personas decían. Por esto no se podía decir ni una palabra con el televisor prendido porque ya metía la cuchara y decía cualquier pavada. Por ejemplo si alguien decía: “¡Ay, qué novela tan aburrida!” el televisor contestaba: “Cambiá de canal, poné otro programa o directamente ponete a charlar con alguien”.

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Un día, mientras Elisabeth miraba televisión, de pronto se cortó la luz y luego regresó, se volvió a cortar y así muchas veces. Tantos choques eléctricos hicieron que al televisor se le cayeran las orejas por eso es que ahora no tienen. ¡Y menos mal! Nadie quiere ver a los televisores chusmitas o inquietos.

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AYMARÁ JAZMÍN PASTORINO (ESCUELA NORMAL) TERCER PREMIO CATEGORÍA SECUNDARIA – (14 AÑOS)

Piedra libre Las escondidas no es un juego que me guste, en realidad creo que nunca me gustó. Cuando era pequeña con mi padre lo jugábamos todo el tiempo, pero yo siempre perdía y, por más que buscara en todos lados, nunca lo encontraba. Mi papá tenía su secreto. Jamás olvidaré esas tardes jugando, buscando a mi papá por todos lados, y siempre el juego terminaba igual… siempre terminaba llorando porque mi papá se había ido. Todos los domingos por la tarde eran iguales, y siempre dentro de mí tenía la esperanza de encontrarlo y ganar el juego. Antes de que el reloj indicara las 4 menos cuarto mi papá me decía: “¿quieres que juguemos a las escondidas?” y yo siempre contestaba emocionada con un “¡sí papi!”. Otra vez me encontraba contando en un rincón de la pared. 1, 2, 3, 4, 5, 6,7, 8, 9…Y ¡10! –Grité– ¡Te voy a encontrar papá! Caminé lenta y sigilosamente hasta la habitación de mis padres, me agaché y me fijé debajo de la cama, pero no había nada. Caminé un poco más rápido hacia el comedor y me fijé bajo la mesa …nada. Me dirigí hacia el living y miré en el pequeño baño que teníamos pero, nuevamente, no había nada. Apresuré mi paso y fui hacia la habitación de mi hermana; otra vez, no había señales de mi papá. Me fijé detrás

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de cada cortina de la casa, pero nuevamente nada. Desesperada corrí hacia mi mamá que estaba en la cocina. -Ma, ¿Viste a papá? -No hijita– mirándome con cierta tristeza en sus ojos– Ve, tal vez lo encuentres– me alentó. -De acuerdo. Y así seguí buscando en cada rincón de la casa, pero no lo encontré. Debía enfrentarlo: siempre era lo mismo, nunca iba a cambiar, siempre iba a perder. Resignada y llena de tristeza me iba a mi cama y me acostaba en ella, y esperaba a que el tiempo pase, que los días transcurran, que mi papá regrese, que vuelva a ser domingo y que vuelva a pasar lo mismo. Pero al siguiente domingo, a las 4 menos cuarto no pasó nada. No estuvo la misma pregunta de siempre “¿jugamos a las escondidas?”, no estuvo la misma respuesta ni la misma desilusión al terminar el juego. El domingo fue diferente. Los tres nos subimos al auto y luego de unos minutos nos detuvimos frente a la vieja estación de trenes, nos bajamos del vehículo y caminamos hasta estar a unos pasos de las vías. El aire que circulaba en aquella estación de trenes estaba lleno de tristeza, de lágrimas y despedidas. A lo lejos se escuchó el tren que anunciaba su llegada. –Las amo– nos dijo mi papá a mi mamá y a mí. –Nosotros también te amamos– le dijo mi madre dándole un beso. –Te voy a extrañar papi– dije con mi inocencia de 5 años. –Yo también mi vida– contestó con un tono melancólico y me abrazó.

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Me dio uno de esos abrazos de despedida que están llenos de dolor y te quedan grabados en la piel. El tren se detuvo frente a la estación. Mi papá nos dio una última mirada y se dio la vuelta para subirse al viejo y destartalado tren. En cuestión de minutos la locomotora comenzó a moverse nuevamente y mi padre, desde su asiento junto al vidrio, se despedía con la mano. No sé si fue un impulso o las ganas de subirme e irme con él, solo sé que me encontraba corriendo junto al tren como si mi vida dependiera de ello. Corrí, corrí y corrí hasta que ya no pude más y simplemente me quedé allí parada como una estatua, viendo cómo el tren se alejaba. Ahora sólo debía esperar que pasen los minutos, las horas y los días para que mi padre vuelva de trabajar y escuchar su voz diciendo “¿jugamos a las escondidas?” y yo, como una tonta ilusionada, respondiera “sí papi”. Ese es uno de los momentos que más me acuerdo de mi niñez, a veces cuando simplemente cierro los ojos, las imágenes aparecen en mi cabeza como si se tratase de una película…

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SEGUNDA PARTE

PoesĂ­a y narrativa Autores locales

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PAULA ARAUJO (Los Toldos) (Versos y poesías infantiles)

Mi mascota Como mascota quisiera tener un gran dinosaurio Al que le guste leer. Subirme a su lomo para ir a la escuela Y que bien sentadito me espere afuera. Jugar a la mancha y a las escondidas, Tomar mucho mate Y correr todo el día. Que al llegar la noche se acueste en su cucha, Pero que antes se dé una ducha.

La Mascota del Dinosaurio Tengo un nene por mascota Que se llama Nicolás, Juego con él todo el día a correr y saltar. A veces no me hace caso, No quiere comer la comida, Ir al jardín o bañarse cuando es de día. Ni hablar de cepillarse los dientes, Ir al doctor o visitar parientes.

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ETEL CARPI (Los Toldos)

ROMANCE DEL VIEJO ALGARROBO A la memoria de Antonio Esteban Agüero, poeta de Piedras Blancas, cerca de la Villa de Merlo (San Luis) Realizado en Santa Rosa del Conlara. Frente al río, en el campo, un domingo de diciembre al amanecer. Dedicado al algarrobo abuelo de Merlo, 1.200 años de antigüedad. Lugar que –hoy febrero 2015– ya no existe por una crecida del río que se llevó parte de la barranca. Serie: poesías ecológicas.

Allá por el ochocientos cuando en el Sur vivían los nativos de estas tierras, en el monte tú nacías; Tan suave, frágil, pequeño, delgado y suave como ave. Hoy abuelo milenario, Rey y Señor de los árboles en el bosque hostil, agreste donde tu poder es grande. Algarrobo majestuoso tejió el tiempo tu ramaje con hilos fuertes de luna y la pureza del aire que baja de las sierras esparciendo aromas suaves.

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Cómo lograr que mi canto bien te honre, árbol digno si me invade la emoción y ante tus ramas me rindo cuando mis ojos te miran y te siento cerca, mío. ¡Cómo quisiera pintarte con manos que guíe el alma! Plasmar las miles de arrugas que son tus huellas sagradas, tentáculos de raíces que a la gran madre se abrazan. ¡Cómo quisiera pintarte con ojos de enamorada! Con ese encaje de verdes que forman tus gruesas ramas apuntaladas con vida en un canto de alabanza. Cobijo de tantos pájaros que por siglos han pasado, testigo de tantos cambios que natura ha soportado, tu savia guarda un dulzor (algarrobo milenario, longevo, poderoso árbol) de sabores olvidados.

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Hoy deseo homenajearte con mis versos de verano algarrobo fuerte y viejo, que queden entrelazados entre tus ramas tortuosas y por siempre cobijados. Versos llenos de ternura protegidos en tu cielo donde entre las estrellas anidan todos mis sueños. ¡Oh magnífico, Rey árbol! Te ofrezco mis simples versos desde este lugar sagrado donde vives. ¡Ser eterno! 22–12–13

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COPLA INFANTIL Luces amarillas del ocaso son. Luces encendidas en mi coraz贸n.

(otra) Digo coplas de la tarde que se acuesta en la noche, y a cielo abierto le escribo con su m谩gico derroche.

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CATALINA CIMINO DE NICHOLSON (Los Toldos)

CUANDO VUELVA DEL CIELO Te encontraré serena y clara como el agua del mar. Tus cabellos sueltos volarán como las hojas que sopla el viento. Cuando vuelva del cielo me abrirás los brazos y así juntos nos amaremos, para siempre y nuestras sonrisas se oirán en el mundo entero. Cuando vuelva no me harás preguntas porque sabías que volvería el tiempo que no estuve, fue largo y tu espera fue eterna. El cielo fue el paraíso, estuve pero volví nunca te olvidé, siempre estuvimos juntos. El aire me acariciaba y era tu piel, tu perfume ese aroma me envolvía, eran tus manos, mi alma jugueteaba en el cielo y todo tu ser me lloraba. Pero hoy volví de ese lugar maravilloso donde todo es igual, hermoso, único. Cuando vuelva del cielo, me mirarás me sonreirás, no habrá palabras y juntos tomados de la mano recorreremos ese camino que no tiene fin, la eternidad de siempre.

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ÚNICA Todas

las cosas en la vida tienen un porqué se diferencian entre sí, son buenas, malas, mediocres… hay una que no tiene derecho ni revés, fue creada por Dios para dar vida y vida para siempre, ella no tiene límites ama hasta morir. Camina erguida cuando es joven y en la vejez su espalda se dobla, pero todo eso nos indica que su lucha siempre tiene una consigna: amar y dar hasta que duela, cuida y protege todo lo suyo, lo embellece si puede y corrige cuando es necesario. Cuando llega la noche no descansa, piensa, se organiza, comparte, disfruta hasta que el sueño la vence y aún dormida sigue despierta, todo esto tiene un nombre, se llama MUJER, ella es todo: mamá, hija, hermana, tía, esposa, vecina, amiga, novia… cuantos nombres le podríamos poner, ella es única, ante el sufrimiento y el dolor se hace más fuerte, cada lágrima derramada es una caricia y un beso, sus manos rústicas y cansadas todo lo pueden, en éste mundo tan desigual donde se valora a cada persona por lo que tiene y no por lo que es, todos debemos pensar y hacer una revisión interior y preguntarnos ¿qué valor le damos a la mujer? Ella, no nos pregunta nada, cuando la necesitamos, ella actúa, ella ama, protege, cuida, es como la luz que despierta en cada amanecer, su amor y dedicación no tienen fronteras, la sencillez de la vida cotidiana hace que hoy te diga ¡BENDITA SEAS! Mujer y que entre todas podamos ayudarnos, levantarnos de nuestras caídas, consolarnos cuando estamos tristes, darnos fuerzas en la soledad y serenarnos cuando perdemos la calma. Sonriamos juntas… la vida es bella y Dios nos eligió a cada una con su nombre. LOS TOLDOS– 19–3–12

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YAMIL DASILVA (Los Toldos)

RETACITO DE MI INFANCIA Cuando era chico solía ser todo tan distinto. El tiempo pasa, las cosas cambian. Para bien o para mal, pero cambian. Aquellos domingos bien temprano, con la fresca, partíamos hacia el campo, ese lugar que nos vio crecer. Con todas las ganas de correr, de ensuciarnos a más no poder, así es como nos íbamos alistando llenos de ansiedad. Con el salir del sol, regaban las plantas y nosotros llegábamos amando ese olor a tierra mojada, ese aire puro y fresco que llenaba nuestros corazones. El sonido de los pájaros, esa tranquilidad única, los perros cuidando el lugar, las gallinas comiendo el maíz, las plantas de higos y de quinoto… Y nosotros tres corriendo detrás de la pelota hasta cansarnos y ver qué pequeña maldad podíamos hacer. Lo recuerdo como si fuese ayer. Desde temprano prendían el fuego y nunca faltaba algo en la parrilla, comíamos hasta no dar más, y no podían faltar las mandarinas del viejo árbol, maduras y dulces. Llenos de tierra, nos escondíamos en el cañaveral, ¡qué bellos momentos aquellos!

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Qué lugar; ese viejo rancho de la abuela Manuela …tan acogedor, tan misterioso. Mientras una de las mujeres limpiaba la cocina, las otras iban haciendo las tortas fritas para el mate de la tarde. Y cuando el sol iba cayendo en el horizonte, las tortas fritas y los buñuelos eran una incontenible tentación. Con la fresca del atardecer, nos íbamos guardando, cansados de correr, pero nos esperaba el mate cocido hecho con yerba para acompañar las tortas fritas y buñuelos. La luz del farol alumbraba los naipes en los que los más grandes pasaban el tiempo y ¡guarda de aquel que se sentara cerca!, terminaba con la oreja colorada. Había risas por doquier de viejas anécdotas. Cuando el sol se ocultaba totalmente y las sombras de la noche invadían el campo, regresábamos al pueblo… a nuestra casa pueblerina. Y entonces… ¡qué larga se hacía la semana a la espera del próximo domingo!

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ME PERDÍ EN MÍ Así fue que comenzó… Con una brisa suave y un oscurecer temprano. Las nubes se fueron apilando en un cielo que parecía chico para mí. Nadie iba quedando, y el silencio se profundizaba entre la soledad, mi locura y yo. Ella no vino sola... Trajo aire fresco, tierra, agua y eso que tanto deseaba alejar de mí. Una tormenta de recuerdos, pensamientos y sueños. Melancolía... Todo era tan efímero lo que se desató dentro de mí… No sabía si era un sueño, si lo estaba viviendo o si tan solo era un recuerdo. Me perdí en ese sentimiento…con esa tormenta… Intento poner mi mente en blanco. Aún sigue tan negra como ayer, como mañana. La noche llega cálidamente como sus palabras. Palabras silenciosas, frías y vacías como cada vocal. Como cada gesto en su mirar. Cada minuto que pasa es un instante muerto, como mis días. El sol sale tan lentamente y la luna cae rápidamente. Esa luna que tanto admiramos una vez, parece no desaparecer de mí. No me da tregua en esta pelea con mi propia luz. Sus sombras me vencen en cada instante. Dejan cansadas mis ganas de sentir, de brillar…

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ELIO W. GARCIARENA (Los Toldos)

EL TESORO MÁS VALIOSO DEL MUNDO A mi padre

Érase una vez en una tierra lejana un rey muy rico, sabio y poderoso. Admirado y temido por sus súbditos, era célebre por su colección de tesoros, única en el mundo. Sin embargo, el monarca sentía que le faltaba algo y nadie en su corte se atrevía a decirle qué era. Por eso, decidió organizar un torneo: quién fuese capaz de presentarle un tesoro que él desconociera, sería recompensado enormemente. ―Iré en busca de la Mano del Rey Midas, que convierte cualquier objeto en oro sólido. Cuando el rey la conozca, me convertirá en su tesorero ―dijo el herrero más rudo del reino. ―Le traeré el Grimorio del Rey Salomón, que contiene todos los secretos mágicos del mundo. Apenas el rey lo lea, me hará su consejero ―reveló el sabio más instruido de la corte. ―Yo encontraré la Espada del Rey Arturo, que brinda victoria en todas las batallas. Ni bien el rey la empuñe, me ascenderá a general ―anunció el soldado más valiente del ejército real. ―Yo le mostraré el Tesoro Más Valioso del Mundo, el único que el rey aún no conoce —afirmó el artesano más hábil del castillo.

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―¿Y dónde buscarás ese tesoro? ―preguntó el herrero. ―En su propio reino ―confesó naturalmente el artesano. ―¿Piensas que el rey ya tiene ese tesoro? ―replicó el sabio. ―¿Crees que está en su propias tierras? ―le espetó el soldado. ―Dejémoslo con su búsqueda absurda ―se burlaron los tres, mientras se alejaban a caballo. Al día siguiente, el artesano iba rumbo a su casa, completamente encapuchado para protegerse del frío. De repente vio al herrero a un costado del camino. ―¿Qué le ha pasado, hombre? ―le preguntó el artesano. ―Desafortunadamente, fui sorprendido por un ladrón que robó mis provisiones. Tengo hambre y sed y no tengo con qué saciarlos, ¿podría usted darme algo? ―le pidió el otro sin reconocerlo. Sin dudarlo, el artesano le dio un saco con pan y vino y siguió con su camino. De pronto vio al sabio a la vera del sendero. ―¿Qué le ha ocurrido, señor? ―se interesó el artesano. ―Lamentablemente, fui atacado por un lobo. Estoy herido y no tengo con que vendarme, ¿podría usted ayudarme? ―le rogó el otro sin ver su rostro. Sin pensarlo dos veces, el artesano le ofreció un trozo de su propia capa, curó su herida con sal y continuó con su marcha. Súbitamente vio al soldado a un lado del camino.

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―¿Qué le ha sucedido, joven? ―le interrogó el artesano. ―Por desgracia, mi caballo murió y con gran dolor lo he sepultado. Ha caído la noche y he perdido el camino, ¿podría usted orientarme? Sin titubear, el artesano lo guio y le regaló su farol. Luego, entró a su casa. Al otro día, los cuatro se presentaron ante el monarca. ―¿Qué tesoro me ofreces, herrero? ―inquirió el rey, curioso. ―Gran rey, te ofrezco la Mano del Rey Midas, que todo lo convierte en oro. Estoy seguro de que nunca la has visto ―agregó el herrero, sacándola de su bolsa y ofreciéndosela. ―No te engañes, herrero. Ya he visto su poder y su maldición. No necesito más oro del que tengo. Además sería peligroso que la tocase. ―Si, mi señor ―murmuró el herrero. ―¿Qué reliquia me traes, sabio? ―preguntó el monarca, ansioso. ―Gran rey, te he traído el Grimorio del Rey Salomón, que contiene todos los secretos mágicos del mundo. Estoy convencido de que jamás has oído hablar de él ―comentó el sabio, obsequiándole el libro. ―No te engañes, sabio. He visto su poder y su maldición. No necesito más libros de los que tengo. Además sería un gran riesgo que lo leyese en voz alta. ―Sin dudas, mi rey ―añadió el sabio.

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―¿Qué has conseguido, soldado? soberano.

―quiso saber el

―Gran rey, te he traído la Espada del Rey Arturo, que ofrece la victoria en todas las batallas. Confío en que jamás la has empuñado ―le señaló el soldado, ofreciéndole el arma. ―No te engañes, soldado. He visto su poder y su maldición. No necesito más armas de las que tengo. Además no sería prudente que la desenvainara. ―Tienes razón, mi rey ―asintió el soldado. ―¿Y tú, qué tienes para mí, artesano? ―le preguntó el rey. ―Gran rey, te he traído un anillo ―dijo el otro, sacando el objeto de entre su manto. ―¿Un anillo? ¿Ese es el tesoro que me ofreces? ―inquirió el rey, indignado. ―No se engañe, señor. No es cualquier anillo ―le aseguró, entregándoselo. ―De dónde lo has sacado ―le preguntó el monarca, sosteniéndolo entre sus manos. ―Lo he tenido desde niño ―aseguró el artesano. ―Éste es el anillo de la Reina. El diamante… ―Tiene el mismo color que sus ojos ―interrumpió el artesano. ―Y los tuyos ―murmuró el rey acercándose al muchacho con los ojos llenos de lágrimas. En ese momento, el herrero, el mago y el soldado, observaron la capa del artesano y recordaron al encapuchado que los había socorrido, se lo contaron al rey. Éste, conmovido,

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le ofreció aquello cuanto quisiera. Pero el artesano simplemente se acercó y abrazó a su padre. Hacía treinta años atrás, uno de los doce caballeros más leales del rey había traicionado a su señor, secuestrando a la reina y a su hijo. Antes de morir, su madre le había dado el anillo para que buscara a su verdadero padre. Finalmente, cuando había llegado al reino, se convirtió en aprendiz de un viejo artesano para poder estar cerca de su padre. ―Fue tu anciano maestro quien hizo este anillo para que yo se lo regalara a tu madre. El diamante es de la estrella fugaz que cayó el día que viniste al mundo ―le reveló el rey. ―Desde niño he deseado este día. ―¿Por qué no has regresado antes, hijo mío? ―le preguntó su padre. ―Porque creía que estabas muy ocupado con tus tesoros ―confesó tristemente el muchacho. ―Tú eres mi único tesoro ―dijo finalmente el rey. Y así fue como el rey regaló a sus súbditos todos sus tesoros, porque había recuperado el tesoro más valioso del mundo: su propio hijo.

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MARTÍN FONTANA (Los Toldos)

EL MILAGRO SEGÚN MAYER Me levanto tarde y voy a lo de mi vieja porque no tengo cable ni televisor. Sé que no necesito llegar y pedirle que ponga el partido, lo está mirando. Golpeo, abro, saludo, pregunto: ¿Como va el partido? –Ganó los dos primeros y quiebre arriba. –Ah, ya está– No me contesta. El silencio se apodera de nuestras bocas pero comienzan los gritos en los ojos. –Uh, no, se acalambró– 4 a 1 arriba en el tercero y pareciera que a Mayer se le acabaron las pilas como a esos juguetes japoneses que empiezan a corcovear y sólo son un montón de arranques que no llevan a ningún sitio. –No, ya está– Le digo a mi vieja. Me mira y no me contesta. –Que lástima… Aunque por breves instantes sentí ese nerviosismo de otras épocas mirando la Davis, me levanté y dejé ese superclásico continuado en el tenis como se deja el primer cigarrillo de la mañana. Vuelvo. Laburo. Excel. Google. Olé. Mientras reviso una hoja de cálculo, me entero del horario de los partidos, que Lanús y Vélez ya había empezado y con esto del Grandt a uno le empiezan a interesar todos los partidos en los que juega uno de tu equipo. Dejé la historia de lado.

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En el recuadro superior derecho del Olé, Mayer cedía el tercer set y me sorprendí, no porque lo perdiera sino porque al verlo caminar minutos antes supuse un retiro por lesión. Pero no, seguía jugando. Calculé a grandes rasgos: la cancha llena, de local, vas ganando dos set a cero contra Brasil, en octavos de la Davis, te miras la camiseta y no podés abandonar, no se puede, tenés que quedarte en la cancha. Como sea. Intentando hacer el máximo esfuerzo posible para que no quede ningún argentino que te pueda criticar, porque dejaste todo. Y me emocioné de sólo pensar en ese corazón, en esa garra, porque si uno estaría ahí, no podría tirar la toalla. Se me hizo un nudo en la garganta de sentirlo par, aún sin conocerlo, de saber que ese flaco correntino alto como una torre aunque iba a ser vencido no caería. Quedaría como una fotografía mental congelada con su gesto. Como la torre de Pisa que por una inclinación del destino terminó siendo la torre mas conocida del mundo, pero si no hubiese resistido así, no sería nada. Y ahora en la compu, siguiendo mientras casi no trabajaba constantes actualizaciones de un partido lleno de colores y de sonido, lleno de historia y pasiones reducidas a números, como si esos dígitos pudieran reemplazar el aliento, la gente que se toma la cabeza con las manos y el grito desaforado cuando Mayer ganaba unos de sus tantos. Un número que indicaba pero dejaba de mostrar muchas cosas: como la explosión de los albicelestes mezclado con angustia, desilusión. Imposible lo que puede generar un clásico, tal vez en otro torneo Mayer se hubiera retirado, para cuidar su físico, pero ahora tenía atrás un país, tenía puesta una camiseta y eso le daba la fuerza para mantenerse en pie. Y aún sabiendo que iba a perder, no iba a abandonar la cancha. F5 y pierde, según

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los números y siguiendo mis cálculos, decorosamente el cuarto set. Souza empata el partido pero dentro de ese rectángulo naranja esto no es un empate, eso no existe, Souza lo está ganando… En tenis es imposible mentalmente no sufrir cuando ves como se te escapa un partido casi ganado, representando a tu país contra tu máximo archirrival y te sientas lesionado, sin fuerzas, mirando las caras a tu alrededor que te piden mas, y vos queres sólo frenar esa inclinación que te lleva al piso. Pero no podes, sabes que vas a caer. Pero podes sí retardarlo y en eso piensa Mayer en este momento y se levanta y anda. Y voy a preparar mate porque no sé que hacer de los nervios y en el grupo de whatsapp de mis amigos sólo leo críticas a Mayer, ¨que no podes¨, que es un muerto¨. Y yo no opino, porque ya lo hice y Leo me demostró valor que es lo que más espero en un hombre que vista la camiseta que viste, en realidad es al revés, yo le falté el respeto no habiendo reconocido que ganó el primer partido, que jugó el dobles y que va 5 horas jugando contra un brasileño que se transforma en una máquina a sangre fría vietnamita cuando está abajo y no siente la presión, un robot… Y se levanta, Mayer, no porque puede ganar sino porque en ese gesto de erguirse, de poner el primer punto en el set, indica que no es un muerto, que este Mayer, Leo, Leito, sabiendo que pierde, lesionado, arriesgando físico, extenuado, se levanta, SE LEVANTA. Y F5 y la actualización de ese quiebre inminente, el quiebre indiscutible que Mayer sufrirá y F5 y Leo arriba y no aguanto más y me voy a lo de mi vieja, dos horas después, sabiendo que no tengo que ir y decirle que cambie el partido de Lanús o la novela de la tarde para ver el partido porque sé que ella si cumplió, esa reciprocidad que debe tener el hincha

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para reclamar tantas cosas que se le piden al que fue seleccionado. Y ya no golpeo la puerta, entro, y me siento en el sillón del que no debí moverme nunca, y me siento bien, esa sensación del que se equivocó pero se esfuerza en revertir su error. Y mi vieja me dice, ¨pobrecito, sabes lo que debe ser estar ahí¨. Y miro la cancha envuelta en un grito que pareciera cubrirlo de tules al Yacaré y que en el momento que está por rendirse esa ola lo acaricia y no lo deja caer, todavía no. Y si. Digo. Lo que debes ser… Multiplicando mentalmente presiones de mi vida de tenista contra las de Leo y la cuenta no es fácil pero da mucho, algo que no se mide. Es que en la cancha estás solo y siempre es tu culpa, y estás solo de vuelta para admitir esa culpa y seguir…. Mayer ya no es un punto que se actualiza en un recuadro del Olé, es un pibe con cara de buen tipo que no se puede ni mover, que le han masajeado todos los músculos pero no necesita que le masajeen el valor. Y de golpe Souzza que erra una pelota rara, que no erraba hace un rato, guarda que el otro también está cansado le digo a mi vieja, Y viene otro error y otro y de la nada, triple matchpoint para Mayer. Ya está, es ahora o nunca, no tenes más piernas. Y le repito a mi vieja, YA ESTÁ y me mira sin contestar y pone esa cara como si hubiera sido recién estafada y vengo a ofrecerle un negocio imperdible. Pero no, el brasileño se pone de vuelta en esa estructura de ente sin sangre y recupera los tres puntos de quiebre y unos más y otro más y así. Cómo si él también no hubiera jugado otro partido. Uh, no, casi digo YA ESTÁ, AHORA LO PIERDE, pero no dije nada, por respeto, porque no tenía derecho. Por haberme dormido y no llegar al comienzo, por ese par de horas que me había ausentado. Callé, sabiendo que

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hay milagros que se escapan de las manos. Y no me sorprendió cuando Souza le rompe su saque y queda matemáticamente arriba por primera vez en el partido y su saque para cerrarlo. Me levanté, sabiendo que no debía, pero no podía verlo perder, quería quedarme con esa imagen al levantarse y pedir aliento al público, como lo que me pasa cuando se muere alguien que quiero un montón no les puedo mirar la cara en su velorio. Porque ya no son ellos. Atravesé la puerta en silencio y me fui sin poder irme, a intentar seguir trabajando en esa pila de papeles inservibles. Prendí la máquina y después de un par de minutos, no aguanté más y entré en el Olé y el Yacaré había vuelto al río y daba pelea. Cómo explicar esa vergüenza que sentí, porque no es igual a la anterior, porque no estaba jugando dando cátedra de tenis, lo entendí, el Yacaré no era igual a mí que hubiese hecho todo lo posible por aguantar y morir dignamente, él creía en ganar, él quería ganarlo, aunque no existieran posibilidades, aún cuando es impensado. Y entonces calculé que era mufa, porque cada vez que iba a lo de mi vieja él había remado casi medio río y yo lo traía de la cola de vuelta a la orilla. Y me quedé sabiendo que él lo quería ganar y aunque muriéndome de ganas de verlo, permanecí cumpliendo mi condena, porque cuando hay que apoyar se apoya de cualquier manera. Como esas velas que me prendía mi abuela cuando yo rendía un final y me preguntaba que sentido tiene. Ahora se lo encontraba. Y de vuelta el Olé, el F5, en una máquina que es una carreta y más si la apuras, cierro el Excel y F5, F5, y nada. Y me levanto y corro, abro la puerta y mi vieja inmóvil como si hubiera visto a la medusa pero no, es el Yacaré Mayer. TERRIBLE. Y de nuevo triple matchpoint a favor y ahora si, y mi vieja, es difícil, es difícil. Y NO. NO PUEDE SER.

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Porque se puede seguir jugando un partido lesionado, achicando los puntos, arriesgando y por ahí, pero cuando se da la posibilidad, no una sino 10 veces, no necesitas un F5, necesitas resetear la máquina, apagarla, irte a tu casa. Porque volves a ver la montaña desde abajo cuando hace un segundo estabas tocando la cima y la cabeza que te pasa factura con lo que debiste hacer, o te acordás cuando te la jugaste y se te fue a milímetros de la línea o lo que hubiera pasado en el otro si sólo la devolvías. NO, YA ESTÁ! YA ESTÁ! Que termine de una vez este partido y aplaudan a los dos, pero no, no se puede, porque en el tenis no podes hacer tiempo, tirarte al piso, esconder la pelota contra el banderín del córner, en el tenis se gana el último punto. Y así fue, porque cuando se pone matchpoint con un winner, era distinto, yo lo sabía, y le dije a mi vieja, AHORA SI, convencido, no por lógica, ni por probabilidades hasta ellas suelen fallar, le dije, AHORA SI, sabiendo que no hablaba al pedo, porque Mayer me había dado una lección de vida y yo también quería ganarlo y la adrenalina que te fluye como un río y en ese río de fuerza contenida viene un Yacaré a meterse en la historia. Y aunque sólo haya empatado la serie 2 a 2 contra Brasil. No dejó rivales, no hay Moros en la costa porque en río que hay Yacarés no pasan brazucas.

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HUGO GERAVI (Baigorrita)

SER HUMANO Se enfermó el planeta tierra con el virus mente humana, ya salió en primera plana y no para, y esto aterra. Este ataque al medio ambiente le interesa a la codicia, hoy por hoy esta primicia nos alerta a ser conscientes. El súper yo está de moda reflejando en su espejismo, lo atrapó el materialismo despierten, neuronas, todas… ¡Y al saber que esto es letal! no al fulano, no al mengano volvamos a ser humanos que no somos de metal…

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LA PALABRA Con esfuerzo uniendo obras, está la tranquera abierta el escritor está alerta ya tiene a mano el tintero. Denle luz verde al tablero que la agenda está cubierta. Con esto de armando letras, palabras es materia prima. Respetada por su estigma y su acento de buen porte. Es la herramienta el resorte que más idiomas domina. La palabra nos identifica desde los tiempos remotos en lengua ya eran doctos por activar su actitud. Fuerza, vigor, es virtud, la palabra es voz y voto. Palabra con mucha luz califica a la empatía, comprensión, compartir, sería, en tan inmenso horizonte, si no lo tapa aquel monte que en la mente habitaría.

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MARTA GUZZO (Nueve de Julio)

A TRAVÉS DE MÍ Soñé que un ángel blanco se acercó a mí rodeándome de un halo de contención. Debe ser porque sabe que resbalé en laberintos turbios de confusión. Nadie lo vio acercarse a mi corazón entrelazando hilos de levedad. Concretó su tarea, y sin chistar se evaporó en el aire con liviandad. Desde ese día mi marcha se aligeró, no me pesan los pies ni la voluntad. El espejo me muestra el reflejo fiel de alguien que ahora sabe hacia dónde va. Y no pude expresarle mi gratitud porque al verlo, hasta el habla ese día perdí; pero él sabe que guardo en mi corazón la luz que irradió al mundo a través de mí.

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REQUIEM PARA UN ULTRAJE Cuando amanece, mi tierra florece en mil sonidos y arco iris de verdes. Enderezo mi espalda y miro el cielo que en la línea final casi se pierde. Miro, y siento un dolor que me subleva, dolor por ser de un pueblo resistido. Mi raza fue dañada y quebrantada, como la de otros pueblos elegidos. Nos borraron de la faz de la tierra mediante impunidad e indiferencia; los que quedamos somos un puñado sin fe, ni identidad, ni coincidencias. Perdimos lo que distinguió a mi raza: nuestro orgullo de descender de dioses. Nuestras almas penaron desde entonces queriendo recordar, de ayer, las voces. Vivir sin dignidad no estaba escrito en las sagradas leyes de la historia; tampoco errar vagando como parias, siendo dueños de tierras y memoria. Porque no tengo permitido el llanto con mi sólido puño hiero el aire. Quiero morir de pie, mirando el cielo, todo mi ser rechazando el ultraje.

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DR. CARLOS SALVADOR MAC DONNELL (Los Toldos)

SEÑOR DE LAS MULTITUDES ARGENTINAS Material del libro “HIPÓLITO YRIGOYEN: el Señor de las Multitudes Argentinas” de próxima aparición a través de la Editorial Dunken.

Con verdadero placer escribí este libro biográfico sobre Hipólito Yrigoyen ya que a medida que avanzaba en su dilatada y fructífera vida, su trama me iba atrapando cada vez más. De origen humilde se fue formando con esfuerzo y tesón. Típico hombre de su tiempo, de la Argentina anterior al Centenario, pasó de ser el Comisario de Balvanera a profesor, abogado, como el que esto escribe, legislador, revolucionario y finalmente a convertirse en el caudillo indiscutible de un gran movimiento de pueblo que soñaba con el sufragio libre como medio de dignificar al ciudadano y dotarlo de un arma poderosa que solucionara los problemas del país. No era un político sino un apóstol. “Era más bien un piloto para orientar el rumbo que un capitán para dirigir la nave”. Era más bien un personaje de la Biblia y su integridad moral lo obligaba a una conducta muchas veces reñida con el arte de la política tal como se practicaba entre nosotros. Por eso en un principio se negaba a gobernar. La “gente racional”, para usar la expresión de la élite de entonces, no podía entender el lenguaje ni el propósito del radicalismo y como no

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lo comprendió, lo combatió y llegó hasta a odiar a Yrigoyen y al pueblo que lo seguía. Cuando el pueblo despierta lo lleva a don Hipólito a la Casa de Gobierno por dos veces. Ya en 1916 no puede negarse y les dice a los suyos “Hagan de mí lo que quieran” y abandonando su individualidad se entrega a la causa del pueblo. Ya es el Señor de las multitudes argentinas… Su vida estaba regida por pocos pero fuertísimos principios de los que no se apartó jamás: Sentimiento patriótico, soberanía del pueblo. Preeminencia de los valores morales sobre los materiales. A ellos sacrificó todo entregándose con pasión a la política y solo permitiéndose esa otra pasión tan argentina: la pasión por las mujeres. Su mayor ambición: ser amado por su pueblo. Su mayor debilidad: su gran bondad. Gobernante insobornable. Errores: muchos. ¿O no era un ser humano? Méritos: muchísimos. Todavía no han sido suficientemente reconocidos y conste que no milito políticamente en el partido de este gran hombre argentino. Sin embargo, tuve la suerte cuando llegué a Los Toldos de conocer muy buenas personas radicales como Francisco Lettieri y Fermín Palacio, el vasco Otermin, don Ismael Tartaglini, los hermanos Elio y Edmundo Torregiani, etc., entre tantos amigos. En una modesta casa de Balvanera nacía el 13 de julio de 1852 Hipólito Yrigoyen, el futuro señor de las multitudes argentinas. Su padre era el vasco francés Martín Yrigoyen Dodagaray y su madre Marcelina Além, hermana del futuro fundador de la Unión Cívica Radical, Leandro N. Além.

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En 1861, Hipólito, uno de los 5 hijos del matrimonio iniciará sus estudios en el Colegio San José de Buenos Aires, dirigido por los padres bayoneses, concluyendo su formación secundaria en el Colegio de la América del Sud. De carácter introvertido, tuvo una inclinación por los estudios filosóficos, para decidirse finalmente por el derecho. Fue sucesivamente empleado de tienda, trabajador en el tranvía y escribiente de la Contaduría General en la Oficina de Balances e Información, hasta que a los 20 años es nombrado comisario en Balvanera, su barrio. El ascendiente de su tío Leandro Além irá increscendo con el transcurso del tiempo, convirtiéndose en un modelo para su joven sobrino: combatiente en las batallas de Cepeda y Pavón y en la Guerra del Paraguay. Pronto asumirá la identidad del Partido Autonomista de Adolfo Alsina, contra el Partido Nacionalista de Bartolomé Mitre. Además formará parte de la Masonería. Além arrastrará a su sobrino por ambos caminos, hasta que éste comience a construir su propia carrera política. No ha conocido infancia ni juventud, dice Manuel Gálvez en su magnífica biografía de Yrigoyen. Su paso por la policía le va a servir para ver la vida desde un excelente observatorio. A un comisario no se le escapa ninguna debilidad humana, enseña a callar, a vigilarse y a poseer el don de autoridad. También a tener algo de confesor. Pese a su juventud tiene la apariencia de un hombre hecho y derecho. Es cortés y educado. Siempre va a la comisaría de chaqué y galerita. A los seis meses le instruyen un sumario. Queja de una extranjera a la que el comisario le ha hecho una declaración amorosa con “exigencias ofensivas a su decoro”. Yrigoyen afirma su incorruptibilidad: es ya el idealista

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que no se atiene a la realidad: cree en la eficacia del verbo, como todo introvertido. El asunto se archiva. Poco después, otros incidentes amorosos: no puede evitar las aventuras, él que ha nacido con el don de hacerse amar. En adelante no necesitará cargos para atraer a las mujeres, le bastará con su voz y con su habilidad para inspirar confianza. Por entonces ha enamorado a una joven llamada Antonia Pavón que le da una hija. Yrigoyen procurará a esta niña una buena educación, la acercará a su familia y la tendrá a su lado toda la vida. Se trata de Helenita. Sus cinco años como comisario le dejan una huella para toda su vida. Ha aprendido a mandar, a hacerse obedecer, a no permitir que se le discuta, a conocer las debilidades humanas. A callar y a actuar con astucia. Ha aprendido el aprendizaje electoral. Durante su larga existencia conservará el aire de un comisario jubilado. Siendo joven ya es muy serio. “Hace 20 años que salí de mi recogimiento a la convocatoria de la opinión pública nacional, y desde entonces no me ha sido dado volver todavía a la normalidad y a la regularidad de mi vida”. Hipólito Yrigoyen a Pedro C. Molina, noviembre de 1909.

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NORMA MENUET (Zavalía)

SIN PALABRAS Sin palabras, de algún modo me reflejo en mi palabra sencilla e inclinada a lo espiritual hasta puede decirse, perseverante... tenaz. Me gusta escribir para la gente amorosa, aquella que no necesita hablar... con la mirada nos dice: Te entiendo, te quiero y te comprendo. Le escribo a quien se perdona y sabe perdonar, a quien comprende que la flaqueza humana es parte del capital de la historia que, cada uno....a este mundo vino a dejar, historia que mañana nadie recordará. Veo y siento la injusticia sin demostrar ni decir ¡Si yo he sido la más injusta! ¿A quién voy a corregir? Cierto, de los errores se aprende... aunque casi siempre fuera de tiempo, cuando el fuego ya es ceniza. ¿Cómo harás para encenderlo? Estas son cosas que se aprenden mientras una va viviendo... Cosas... que no se hablan... se transitan en silencio.

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NIÑA No es que te haya idealizado es que siempre me has comprendido. ¿Afinidad? quizás...o tal vez la sangre que compartimos. Y no es que no tuvimos diferencias ¡vaya si hemos discutido! pero siempre serás mi niña en mi corazón cansado. Tal vez no vuelva a verte... tan solo... Para no hacerte daño. Tu comprensión inteligente, tu sencillez y justicia con que expresas tus pensamientos, están más allá de toda trampa y mentira en este mundo sin sentimientos. Decía, con tu dolor adentro calladito y bien guardado ¡ay mi niña! Con él has convivido, sin convertirte en un ser renegado. ¡Gracias por tu cariño! es recíproco… Lo sabes! Cuando mires una rosa, en ella, has de encontrarme. ¡Ay mi niña!, cuántos dedos me señalan; todos, menos los tuyos. Cómo no he de quererte, si eres mi sangre; ¡¡Mi orgullo!!

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ERES Eres el rayo de luz que me rescata de esta oscuridad... temible... aborrecida. Eres la palabra dicha justo a tiempo ante mi enferma inseguridad. Eres el bálsamo atenuante y yo la herida en carne viva. Fácil es contigo derrotar la soledad, ¿Me llevas de tu mano buen amigo? Así, tal vez pudiera atravesar los senderos más tortuosos, contigo.. .libre de pesares y para siempre borrada la tristeza en mis ojos.

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GABRIELA LUJÁN NICHOLSON (Los Toldos)

Quimera Nos escupen llantos y estertores… Perlas que al estrellarse, dejan de ser; y goznes que al dejarse oír sólo son ecos de algún recuerdo… Todo nos avisa… ¡TODO…!, pero impávidos permanecemos. Todo nos vocifera… ¡TODO!, pero nuestros tímpanos nacieron horadados. El azote llaga nuestra retaguardia, lacerándola con surcos pedregosos, pero más obstinada se torna. ¡Cuán pesada es nuestra cruz…! Pero no nos importa. Las espinas en nuestra cabeza… Los escupitajos en nuestras mejillas… Pero tampoco nos percatamos del símil. El empeño de apagar estrellas de los túneles, y el vértigo de andar a tientas, a manotazos… Pretensión de ceguedad, presunción de sordera… ¿Acaso nos divierten las discapacidades?

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La venda nos ponen y la venda dejamos: Si sabemos el origen del ácido sabor temeremos todo lo relacionado con ello. En más: inventaremos fantasmas. Por ello, mejor, ciegos… Entonces, abrimos la boca para que incursione por ella la mejor mosca, la más fétida, con ignorancia y sin defensas. Entonces, el golpe es de golpe, sin prefacios ni fruncimientos. Pero si el ácido se ha hermanado en confraternidad cotidiana, lo estaremos esperando, imaginándolo, y sufriéndolo con nuestra memoria, minuto a hora, y en realidad, el golpe final nos lo dará la espera que desespera. Pero hay centellas que se comunican, intermitentes, y mutuamente se confirman, sosteniéndose. Esa es la no individualidad del túnel…, la no univocidad…

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La común unión se endereza y brinda por la fundición del encuentro… ¡Pero cuán exiguos son…! Pocas hormigas en el pelotón anónimo del cual, cada uno, libra su batalla personal en la ansiedad del otro. Y sin embargo, ese pelotón teóricamente común, es el Absoluto de humanidad al cual todos nos debemos, y por el cual, sin saberlo, ampollamos nuestros pies. ¡Y la razón de algunos muere por entenderlo…, por corresponderlo, debidamente…! Pero “algo” que huye al raciocinio, nos hace caminar al revés, transformando la mano extendida en un puño nudoso y crispado. El balbuceo es un murmullo que deviene a rugido, y las cuencas abisales tornábanse en desiertos carentes hasta del sueño del oasis. Y… ¡TODO nos avisa…, TODO nos vocifera…! ¡¡Pum…!! ¡¡Bam..!! ¡¡Nos están sacudiendo…!! ¡¡Terremotean nuestras bases para que, torres soberbias,

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caigamos…!! ¡¡Pum…!! ¡¡Pum…!! ¡¡Pum…!! ¡¡Los cielos se nos abren, Y Su Rostro se nos muestra…!! “ ¡¡Ohhh…, ohhhh…!! ” Pero creemos ver bellas nubes y majestuosas constelaciones… “¡¡No…, tontos…!! ¡¡No…!! Soy Yo… Siempre fui Yo… En cada rumor de olas y batir de alas; en cada fragancia y pestilencia; en cada abismo personal e infierno colectivo; en cada inocencia y brillo demoníaco de ojos… …en todo… …en TODO… Siempre fui Yo… …yo… …esperando el milagro…”

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JORGE DANIEL NIEVAS (Los Toldos)

DULCE PRIMAVERA En esta primavera veremos las flores crecer, estando juntos en la cima de la colina mirando el amanecer. Con mis palabras, no te quiero enrojecer, sólo nadar en tus sueños, como si fuera un pez. Besaré tus labios, una y otra vez hasta que te canses y me pidas más, por placer. Riéndonos de las historias de nuestra niñez, vamos a pasar toda esta dulce primavera, yendo a lugares, donde tú quieras, abrazándote a recuerdos, donde más anhelas, donde no existen las penas… ahí te haré mi reina. Te haces dueña de mi mente, sin piedad me destruyes con tu amor ardiente. Este sentimiento quema como el sol en el desierto, sediento de tu amor, que se muere por dentro… ya sin aliento, pidiendo por vos. Ya se ha ido el invierno, las hojas vuelven a crecer.

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Con tranquilidad, sinceramente… quiero que nuestro amor dure otra eternidad. Busco entre las rosas, la flor más linda para verte una hermosa sonrisa. Bajo este día perfecto, con esta suave brisa… te quiero besar de nuevo, sin prisa. Que nos llegue la noche, para poder abrazarte si tienes frío… Viendo tus ojos, quiero descansar y de tu mano poder llegar a un lugar digno, donde podamos soñar pensando que, a tu lado, todo es real. Soñando, imaginando, pensando que contigo quiero estar. Nada más que eso pido, para mi felicidad… ¿Llegaré a entrar en tu corazón? Rompiendo las barreras del dolor, tranquilos, sin miedo, nos iremos cabalgando a un mundo mejor, donde la dulce primavera no sea temporal y nuestro amor sea más grande que el mar.

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Donde las plantas crezcan con suavidad, para que puedas descansar y, lentamente, poder acariciarte… que sólo seas tú en este mundo. Buscándote, sin rumbo, cambiando este universo con nuestras propias manos, seamos felices y olvidemos el pasado, haciendo el amor como siempre lo deseamos, bajo el sol de verano que, de a poco, se va acercando…

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SILVIA OLIVERIO (Zavalía)

PRUNUS Sentada sobre la cama revuelta, intento leer una novela. El guardián de los hechizos sigue caminando por España y yo no consigo concentrarme. Cierro el libro. Falta un día para terminar el mes, no me importa, doy vuelta la hoja del calendario como para apurar el año… Prolija y sin anotaciones aparece la primera página de noviembre de 2013. Me quito los anteojos de leer… Miro por la ventana, recortando la negra tormenta de Santa Rosa, la divina blancura del cerezo en flor esparce nostalgias de tiempos menos turbulentos. Un remolino agita los gajos y desparrama pétalos que caen como nieve. Un coro de ladridos de perros me trae un dejávous de alguna otra fiebre, de algún otro casi atardecer, de alguna otra tormenta… Me recuesto, cierro los ojos, necesito hilvanar como empezó todo esto. Ni seis mantas me quitan el frío. La piel de gallina me cubre todo el cuerpo. Siento como si me hubiesen arrancado las plumas o las escamas y los poros quedaron en carne viva. Una sensibilidad de viento inexistente en mi habitación me envuelve y luego se va. Mi piel se alivia, pero al rato regresa esa brisa que me recorre de pies a cabeza y me molesta tanto. Puedo flotar y volver al colchón.

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Ahora no se escuchan los perros, comienza a llover… El agua golpea con fuerza los techos de chapa. Mi estómago se revuelve en ebulliciones provocadas por un virus que ignoro como se llama. Mi interior estalla en efervescencias que giran en círculos concéntricos alrededor del ombligo y me marean. Es insoportable. Abro los ojos y bendigo con la mirada mis cosas queridas, lo hago con una sensación espantosa, como si fuera la última vez que las veo. Lo peor es que el cerebro sigue andando y las ideas se aceleran y se confunden. Se mezclan. Los recuerdos reviven. Me detengo a tratar de adivinar en qué lugar físico se producen los pensamientos. El aire es una masa tan densa que cuesta quitarle un bocado para respirar. Sobre la mesa de luz se apila una docena de libros. Ojalá pudiera retomar la lectura, aunque sea de poemas cortos, o frases sueltas que logren arrancarme de esta desesperación… Ahora es imposible, se ha cortado la luz y no tengo la voluntad de buscar velas. Quiero evadir de esta realidad que aun no entiendo… Y la fiebre extraña que me abrasa e intenta permanecer conectándome con horribles remembranzas… Mi mente descarta el murmullo de las gotas de lluvia salpicando los vidrios y sonido del viento entre los árboles; me desconsuela el silencio absoluto. De repente llega la noche, y el cerezo se desdibuja entre las nubes. Revive su figura cuando las centellas iluminan el cielo y se opaca otra vez en pocos segundos…

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Intento calmarme. Necesito invocar algo lindo. No sé qué. Algo. Cualquier cosa. Un recuerdo me seduce; me veo exactamente doce años atrás, casi al atardecer, sentada sobre la cama revuelta leyendo otra novela y al dar vuelta cada página del libro, levantaba la mirada para descubrir, todas las veces, la divina blancura del cerezo en flor, recortada sobre la negra tormenta de Santa Rosa, mientras los remolinos agitaban las ramas y desprendían los pétalos que caían como nieve. Los perros ladraron en distintas escalas musicales, hasta que comenzaron a salpicar las primeras gotas de una lluvia intensa que siguió toda la noche. Cada rayo que iluminaba el cielo revivía la estampa del cerezo que se desdibujaba al cerrarse la oscuridad. Cuando se cortó la electricidad, cerré el libro y me quedé pensando en todas las mujeres que buscan la luz, y que la protagonista no tenía nombre. Repentinamente hubo un instante de paz, en que no pensé en nada… Tal vez por carecer de remordimientos y preocupaciones… Un segundo después, me dormí. Me despierto, la evocación del pasado funcionó… He podido dormir un rato… Aunque el sueño no fue el mismo… He cambiado mi delirio repetitivo de volar por esta pesadilla recurrente. Bañada en sudor, otra vez, repaso la visión: Ella de espaldas, juntando una sábana del tendal, luego se da vuelta, pálida, abrazando un montón de ropa, me reclama: Devuélveme la plantita… No hay virus, ni fiebre, ni nada que me haga olvidar que la sangre es más roja que cualquier flor.

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TRAICION Etérea, floto sobre las palabras que anduve buscando. El olvido transparente logró atravesar el chorro azul de una puñalada de hielo. No volveré a confiar en ti nunca jamás Lo sabes, evitas la luz, evades mis ojos, para no encontrar, supongo, el destello de la mirada, que alguna vez te protegió… Aunque pase el tiempo, se aplaque el asombro se oville lo confuso se sequen mis lágrimas… Mis alertas seguirán despiertas Indefinidamente para siempre

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Todo lo impalpable me envuelve, Escondiendo mi alma tambiĂŠn invisible Que pena.

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MARTA PATTI (Los Toldos)

ESCUCHAME Mamita ven a jugar, te decía cuando era niña, NO puedo tengo que trabajar, me respondías, y yo te quedaba mirando sin comprender. Mami vamos a pasear, te decía a los quince años, en esas tardes donde el sol se hacía notar. Me respondías, NO puedo tengo que trabajar. Mamá ven, tenemos que hablar, voy a ser madre y me tienes que preparar, NO puedo, tengo que trabajar. Madre…? Es que no me quieres escuchar?... Madre, ya me cansé, ya no te pido más nada, porque a partir de ahora ya no estaré más y en el momento de mi muerte NO quiero que dejes de trabajar.

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EVITA Tu recuerdo me duele, tu ausencia me pesa, tenerte tan cerca de mi corazón, tan lejos de mis manos. Como me duele tu recuerdo, cada rincón de tu Argentina te nombra, la letra de la canción es un himno, a veces pienso, para qué tengo ojos si no te veo. Para qué tengo manos y no puedo aferrarme de las tuyas. Para qué tengo boca, y no puedo gritar. Brazos para abrazarte, si no podré. Ay Evita, cómo me duele tu recuerdo. Pero más pesa tu ausencia.

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ESPERO Te espero hasta el fin de mis días. Busco, sin tiempo tu cariño. El tiempo que pasa lento, marca heridas, deja huellas despiadadas en mi corazón. Huellas profundas, entre idas y vueltas. Tiempo de tener más tiempo, para esperarte. Soy un árbol solitario, que ve el atardecer rojizo, que disfruta el lucero y los primeros rayos del sol. Te espero erguida, para verte, capaz de dar más que antes. Te espero y la vida va pasando por mis cabellos. Te esperaré junto a la luna perdida entre las estrellas, pero no mis recuerdos. Te espero aquí presente aunque tú estés ausente, no compro el olvido, por que te amo apasionadamente. Llega ya, junto con una nueva vida y el crepúsculo, mi ansiedad es tenerte horas y recuperar las miradas, caricias; sé que están intactas. Te espero, no tardes.

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CÁRMEN RODRÍGUEZ (Los Toldos)

POESÍA Poesía!... discurso literario del alma, que se escribe con el lenguaje que expresa el corazón. Poesía! te escribieron los grandes en la universidad del tiempo. Quizás!... contemplando un atardecer…un silencio… o un recuerdo que conjuga el alma. Composición de palabras que vuelan como mariposas con la fantasía de volver a soñar. Me pregunto!... ¿cuántas hojas en blanco quedaron y cuántas poesías murieron… en el intento de ser escritas?.

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ANDAR Navego los mares de mi pensamiento, mi silencio deshoja los sueños, y el tiempo cobija las lágrimas del alma. Mi andar es lento porque estoy vestida de tiempo… mi cansancio transita el camino, que una vez se llenó de esperanzas. Escribir!...parece sencillo, contar la realidad duele, y la fantasía del sueño… agoniza con el presente.

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PENSAMIENTOS Abre la puerta de tu corazón, deja entrar nuevamente al amor! y no lo arrojes al viento porque luego te dolerá en el alma. Los caminos de la vida me enseñaron que la risa y el dolor, nunca se olvidan. Que el amor nace y canta, como un jilguero que vuela de rama en rama. Cuando ese sentimiento muere, ¿dónde va?... o es un libro de cuentos… guardado… ¿olvidado? en un rincón del alma.

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DESEO Pinté en el cielo de mi infancia un mural de ilusiones, con alas de mariposas volé una primavera acariciando un sueño. Plasmé hermosos amaneceres que mi rostro iluminaron y con sonidos del corazón, vibraron con un deseo.

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MARCOS SARLINGA (Los Toldos)

La dicha de la seguridad A mi amigo F. Lopez "No harán muy grandes cosas los vacilantes que dudan de la seguridad." Thomas Stearns Eliot

Sucede

que mi vida iba muy bien, sin mayores

percances. Mis proyectos se encaminaban como nunca antes y todo parecía hecho para mí, a mi medida. Como si una mano invisible y heroica moviera las fichas del destino para que inexorablemente sea yo el ganador. No sólo en mis metas laborales sino también en las emocionales, ya que mi existencia familiar se encontraba en su punto de pureza y auge. Recuerdo que el día en que vino yo me encontraba tan vivaz como el que más, la idea de una gran empresa hacía mella en mi cabeza y la voluntad que me asistía en las venas auguraba al éxito como única posibilidad previsible. Fernando, mi amigo, quien hace tiempo no veía, me contó entre muchas cosas de su conversión al Cristianismo, tema que intentaba preponderar en cada punto de otros temas. La mística se hacía notar en cada palabra, y a través de sus ojos podía verse un brillo hipnotizador, que simulaba una exageraba felicidad. Para

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ser sincero, realmente no sé si la fingía, o era mi deseo de que así fuese, ante la impresión que me causaba ver semejante prosperidad en un ser. Aun mayor que la mía. Me pregunté si en realidad yo era feliz. Porque a pesar de mi fortuna, mis ojos no brillaban de esa forma. Por un momento sentí un vacío atravesando mi esqueleto. Me vino un miedo, miedo a la inseguridad. Él proseguía con su prédica implícita, parecía no poder escaparle al toque divino, para él todo estaba cuidadosamente planeado por la gracia de Dios. Cada detalle. Se me dio por preguntarle el motivo de su conversión, no sólo por curiosidad sino para ser partícipe de una charla que ya me incomodaba. Dijo que lo arremetió una época en que se sentía vacío, desprotegido. Que el vicio al que recurría para sentir un poco de bienestar lo estaba matando y que cada cosa que emprendía fracasaba persistentemente. En ese instante sentí un regocijo, más allá de mis dificultades jamás me había sentido de esa manera, siempre me había sobrepuesto a toda situación de adversidad, y si mi presente era más que prometedor, quizá nunca necesitaría de la religión para resurgir. Pero para mi sorpresa al finalizar me dijo que hacía mucho venía orando por mí y toda mi familia. Que siempre le pedía al líder de grupo rezar por nuestro porvenir y nuestra conversión. Volví a sentir esa horrible sensación en mí, la de incertidumbre. Quizá algo andaba mal y no lo advertía, o tal vez algo estaba por ocurrir. Si había gente congregada en un templo implorando por mi salvación, algo desafortunado debía estar por acontecerme. –¿Y por qué rezarían por mí? –le pregunté;– Si son ustedes los necesitados que fueron a buscar contención, si en mi condición de agnóstico estoy sintiéndome completamente en plenitud. Al terminar mis palabras me sentí

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desprotegido y, me dije a mí mismo que quizá su oración era la causal del derrotero de dicha y satisfacción que hace tiempo venía amparándome. Tembloroso le pedí disculpa y le agradecí por recordarnos en sus oraciones aun siendo yo (Esto lo dije muy dubitativo) un incrédulo. Se retiró muy amable y con la misma sonrisa, (parecía de porcelana) que trajo. Todo, no sin antes invitarme a su templo. Pareciera inevitable que cualquier cosa que nos dicen pueda pasar por nuestra psiquis sin siquiera hacer el más mínimo impacto, consciente o inconscientemente en nuestra percepción de las cosas. Han pasado seis meses de esto y el cambio sufrido en mí, es notorio, la confianza ha cedido en cada paso. Ahora cada vez que algo no funciona bien, o como yo lo esperaba, me pregunto ultrajado, si se habrán olvidado de mí en sus oraciones… o si alguno no lo está haciendo lo suficientemente bien.

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MIRAR SIN VER Si tan solo tus ojos vieran, el espectáculo de la existencia…

Miguel

y su madre, estaban en el living de su casa

mirando la televisión. Luego de largo rato, aburrido e impaciente, el niño se levantó sigilosamente de su silla y se dirigió hacia la ventana, mientras que su madre, sin advertir su movimiento, continuaba hipnotizada e idiotizada con el programa de chimentos que disfrutaba religiosamente todas sus tardes frente a esa pantalla poderosa y nefasta de la más ínfima participación. De pronto el niño exclamó, –¡mamá!– y nada, su madre parecía no haberlo escuchado. Una y otra vez volvió a llamarla pero no logró conseguir su atención. Pasados unos minutos el programa terminó y, como se desconecta un artefacto para interrumpir su utilidad, así se desconectó la mujer del televisor. –¡Miguel!, ¿me llamabas?– preguntó su madre levantándose como si pesara diez veces más que hace una hora atrás, y se acercó lentamente a su hijo quien contemplaba fascinado algo del otro lado de la ventana. –Nada mami, nada… solo quería que veas esto. La mujer echó un vistazo por la ventana y no vio nada fuera de lo normal, nada que le llamara la atención, más que un día hermoso y radiante, “sólo eso”.

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–Hijo, ¿que vea qué?, yo no veo nada.– respondió, mientras que se dibujaba una expresión de asombro e incertidumbre en su rostro, por el extraño comportamiento de Miguel. El silencio se adueñó del niño y de pronto la mujer escuchó que su telenovela favorita acababa de comenzar. Dio media vuelta diciendo –Ay Miguel, que chico tan raro eres– y cuando estaba a punto de enchufar su cerebro a la caja absorbente, Miguel gritó: –¡Mamá, mamá! Su madre ya enojada respondió: –¡¿Qué pasa, que te sucede?! –Nada mamá, volvió a responder resignado, mientras seguía mirando hacia afuera cautivado por algo, quizá, alguna obra imperceptible a los ojos de la mujer y que ante los suyos, desbordaba de creatividad nutriendo a su imaginación. Apoyó su frente sobre el vidrio y dijo casi murmurando, pero no lo suficiente como para que su madre no lo escuchase: –Es sólo que allá afuera… –¿Allá afuera qué, Miguel? –Allá afuera hay un mundo– respondió suavemente mientras que sus ojos destellaban aventuras y maravillas… Allá afuera hay un mundo, Mamá.

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TRINIDAD URQUÍA (Los Toldos)

EL NIÑO Y EL HOMBRE Había

una vez un niño que vivía en un campo de

nuestro bendito suelo argentino. Llevaba una vida simple y sencilla junto a sus padres, contratados en una estancia y allí él era feliz con sus perros, caballos y demás animales, en íntimo contacto con la naturaleza. En el tiempo escolar, todas las mañanas, cabalgaba en su yegua blanca rumbo a la escuela, distante 5 Km. de su casa. Entre besos y recomendaciones, su mamá le daba también un encargo. –Cuando salgas de la escuela, no te olvides de pasar por la estafeta, a ver si hay alguna carta. –Sí mamá –contestaba el niño y allá se iba galopando, contento de poder reunirse con su maestra y sus compañeros de clase. Cuando la campana anunciaba el fin de la jornada, partía raudamente hacia la estación de ferrocarril, donde funcionaba la estafeta postal. Allí, en una de las oficinas, trabajaba su amigo, el telegrafista, un hombre que, a los infantiles ojos, cobraba una dimensión gigantesca. Él admiraba a ese hombre fuerte, elegante, bien plantado que bajaba del pedestal donde él mismo lo colocara, para mantener largas charlas con el niño. A éste lo fascinaban esos largos dedos que manejaban el telégrafo y ya, al acercarse, antes de verlo, escuchaba con placer el tableteo de la máquina.

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Un domingo, se realizó un encuentro de fútbol, concertado entre los niños del campo y un equipo que viajó desde el cercano pueblo. La idea era confraternizar entre las escuelas. Alguien donó el trofeo y ¡oh sorpresa!, el árbitro iba a ser su amigo, el ferroviario. Promediando el partido, nervioso porque iban perdiendo 1 a 0, el niño propinó una patada al ocasional adversario. El árbitro lo llamó y con rostro severo le dijo: –la próxima se va–. La desilusión y la vergüenza se apoderaron del corazón infantil. No podía entender cómo su amigo, en vez de protegerlo, lo ponía en evidencia delante de todos. Desde ese día, ya no concurría a la oficina del telegrafista y, cabizbajo, regresaba al hogar paterno, después de recoger el correo no sin antes espiar, al pasar por la ventana, el quehacer del hombre que había sido su amigo. Sin embargo, un buen día, venciendo la timidez y la tristeza, se fue acercando para contemplar a su paladín. Éste, a quien nunca se le había pasado por alto la actitud del niño, sonrió, comprendiendo la desazón infantil por reanudar una amistad que, por un partido de fútbol, creía perdida. Guiñóle un ojo y con la mano le hizo señas para que entrara. El niño no se hizo repetir la invitación y, de un salto, estuvo adentro. –¿Qué te pasaba? ¿Porqué no venías más? ¿Fue por lo sucedido en la cancha?– le preguntó. Asintió el niño con la cabeza, incapaz de hablar, la cara roja de no sabía si por vergüenza o la felicidad del reencuentro.

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–Ya te enseñará la vida –dijo el hombre– que una amistad jamás debe ser utilizada en provecho propio y menos para tapar una mala acción. Ese domingo, yo era el árbitro y hubiera faltado a mi deber si te perdonaba la falta. Si tienes un amigo verdadero, no lo expongas nunca a estas situaciones y ahora, venga un abrazo. Parecíale al niño que el corazón iba a explotarle en el pecho al sentirse estrechado entre los brazos de ese hombre tan importante, tan querido por él. Pasó el tiempo, el niño se hizo hombre pero jamás olvidó aquella lección ni al hombre que le había marcado, con su rectitud, una línea de conducta, una forma de conducirse en la vida.

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AGRADECIMIENTO “A la Secretaría de Turismo y Cultura de la Municipalidad de General Viamonte, muy especialmente a su director: el Licenciado Flavio Gulli, por la ayuda económica brindada para que esta Antología pueda ver la luz. Y porque siempre nos ha acompañado en todo proyecto y/o emprendimiento que la Sociedad de Escritores llevó adelante en éstos últimos años”.

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ÍNDICE GENERAL PRÓLOGO ........................................................................................ 5 PRIMERA PARTE Trabajos ganadores del primer concurso escolar “Acercando Palabras” ZOE QUIROGA ...................................................................... 9 CHIARA M. VILLA ................................................................ 12 FRANCISCO GARCÍA ............................................................ 15 VALENTÍN MAROTE ............................................................ 17 CAMILA CELESTE AGÜERO ................................................. 20 NATALIA LO GIOCO ............................................................ 21 AGUSTÍN IGLESIAS .............................................................. 23 AYMARÁ JAZMÍN PASTORINO ............................................ 25 SEGUNDA PARTE Poesía y narrativa Autores locales PAULA ARAUJO .................................................................. 31 ETEL CARPI ......................................................................... 32 CATALINA CIMINO DE NICHOLSON .................................... 36 YAMIL DASILVA .................................................................. 38 (Los Toldos) ........................................................................ 38 ELIO W. GARCIARENA......................................................... 41 MARTÍN FONTANA ............................................................. 46 HUGO GERAVI .................................................................... 52 MARTA GUZZO ................................................................... 54 DR. CARLOS SALVADOR MAC DONNELL ............................. 56 NORMA MENUET ............................................................... 60 GABRIELA LUJÁN NICHOLSON ............................................ 63 JORGE DANIEL NIEVAS ....................................................... 67 SILVIA OLIVERIO ................................................................. 70 MARTA PATTI ..................................................................... 75 CÁRMEN RODRÍGUEZ ......................................................... 78 MARCOS SARLINGA ............................................................ 82 TRINIDAD URQUÍA ............................................................. 87 AGRADECIMIENTO ............................................................. 92

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Hacemos realidad el sueño de todo escritor. Publicar su libro.

Ediciones de las Tres Lagunas España 68 – Telefax 54–236–4631017 – Junín (6000) Pcia. de Buenos Aires – República Argentina E–mail: ediciones@delastreslagunas.com.ar www.delastreslagunas.com.ar

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