Buen deportista, mejor persona, de Mauro Valenciano

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BUEN DEPORTISTA, MEJOR PERSONA. ÉTICA Y DEPORTE Mauro Valenciano



BUEN DEPORTISTA, MEJOR PERSONA. ÉTICA Y DEPORTE Mauro Valenciano

COLECCIÓN SIGLO XXI: ÉTICA ACTUAL

PROTEUS


Dirección Editorial: Miquel Osset Hernández Diseño gráfico de la colección: CanalGràfic Diseño editorial: Ana Varela

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del «copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

Primera edición: mayo 2010

© Mauro Valenciano © para esta edición: Editorial Proteus c/ Rossinyol, 4 08445 Cànoves i Samalús

www.editorialproteus.com Depósito legal: ISBN: 978-84-937720-7-9


ÍNDICE Introducción................................................................................................................................9 Honestidad................................................................................................................................15 Respeto.....................................................................................................................................19 Esfuerzo.....................................................................................................................................23 Victoria......................................................................................................................................27 Sacrificio....................................................................................................................................33 Responsabilidad.......................................................................................................................37 Rectitud....................................................................................................................................43 Autoconocimiento....................................................................................................................47 Virtuosismo...............................................................................................................................51 Competición..............................................................................................................................55 Colaboración.............................................................................................................................59 Hospitalidad..............................................................................................................................63 Cuidado.....................................................................................................................................67 Amabilidad...............................................................................................................................71 Amistad.....................................................................................................................................75 Transparencia............................................................................................................................81 Soledad.....................................................................................................................................85 Silencio......................................................................................................................................89 Concentración...........................................................................................................................93 Paciencia...................................................................................................................................97 Goce........................................................................................................................................101 Alegría....................................................................................................................................105


Credibilidad.............................................................................................................................109 Profesionalidad.......................................................................................................................113 Autoridad................................................................................................................................117 Salud.......................................................................................................................................121 Pertenencia.............................................................................................................................127 Integración..............................................................................................................................131 Autogestión............................................................................................................................135 Amor.......................................................................................................................................139 Epílogo: el aprendizaje de un oficio, las relaciones entre iguales y el caminar por tu cuenta......................................................................................................143 Bibliografía referenciada........................................................................................................153 Bibliografía recomendada......................................................................................................155


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INTRODUCCIÓN

El deporte es hoy en día una de las actividades más practicadas en el tiempo libre. Niños, jóvenes, adultos e incluso ancianos se reúnen en torno a un balón, agarrando unas mancuernas en una sala de musculación, pedaleando o siguiendo una coreografía de alguna modalidad de fitness. Lo hacen, según el caso, para desarrollar una serie de habilidades motrices, mejorar su condición física o fomentar relaciones sociales. Este último supuesto no deja de ser otra vertiente de la salud no sólo como condición física, sino también como salud vincular, es decir, salud en los vínculos que con-formamos. Este libro está dirigido a los adultos que están encargados de cuidar de la actividad física y el deporte de los niños y adolescentes. Un cupo importante de padres y madres andan ocupados en buscar una organización deportiva que sirva a sus intereses, es decir, que proporcione cierto tipo de experiencia formativa a sus hijos/as. Ya hace algunos años que el grueso de la sociedad ha entendido que el deporte forma parte de la educación integral de las personas, sobre todo de los niños y niñas. Este paso se ha empezado a dar, pero es necesario señalar con más ahínco las ventajas y virtudes de la práctica deportiva para sumar más esfuerzos a la causa, y lograr además diferenciar las organizaciones deportivas que cumplen con unos estándares formativos y las que no. Pero para saber qué organizaciones deportivas despuntan por su trato con el deportista, por sus políticas de formación de los entrenadores, por


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su cuidado del material deportivo y de la instalación, etc., es necesario que apuntemos lo bueno que hay (o puede haber) en el deporte. Precisamente a este asunto, a la posibilidad de cantar las virtudes del deporte, es a lo que me dedico en este libro. Después de algunos años donde se ha insistido en los peligros de un exceso de competitividad en el deporte en edad escolar, del alarmante aumento de la violencia en los estadios o de la marginación de la mujer en algunas disciplinas deportivas, yo sólo puedo tener halagos para una práctica que me resulta, en sólo una palabra, maravillosa. A menudo se critica al deporte de oídas, sin haberlo practicado apenas, y sólo por lo que uno percibe en alguna retransmisión televisiva, muy alejada de la práctica. Después de haber estado vinculado en el mundo del deporte como jugador, entrenador y también como árbitro, puedo decir que el deporte es un excelente caldo de cultivo de valores. Nos alejamos de un discurso nostálgico, como entonan algunos especialistas universitarios, señalando que se ha perdido el respeto a las autoridades que antes se reverenciaban o que reclaman que no es de recibo que los jugadores jóvenes no juegen para divertirse sino para ganar. Estos mismos especialistas universitarios, secundados fielmente por una legión aún numerosa de entrenadores de la vieja escuela y también algunos padres y madres, cierran filas en la que yo llamo la brigada de la nostalgia educativa. Yo, en cambio, me rijo por un espíritu comprometido con el deporte de hoy, con su idiosincrasia labrada en una sociedad que está viendo cómo se producen cambios notables en brevísimos periodos de tiempo. No me refiero constantemente al deporte de antaño, pues me resulta absurdo querer volver a esa situación como si de una Arcadia se tratase. A pesar de contradicciones y no pocos conflictos en el deporte de hoy, confío profusamente en las posibilidades que nos brinda el deporte para desarrollarnos como personas. El deporte que podemos vivir hoy es reflejo de lo que es la sociedad. No es ni mejor ni peor, sino que responde a los cam-


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bios de registros políticos y educativos que en ella han acontecido durante las últimas décadas. El deporte es una práctica cultural y social muy arraigada en las sociedades mediterráneas, y que conforma una parte importante de nuestra manera de ver el mundo. No sólo es importante para los que lo practican, sino que marca el calendario familiar en los fines de semana, adelantando o retrasando las comidas en función del horario de retransmisión o cuando el hijo o hija juega el partido. Para mí el deporte puede y debe ser tratado siempre con cuidado y atención, sea la época que sea en la que estemos pensando. Pasará la moda de las videoconsolas y llegarán aparatos más sofisticados pero, como en el caso del libro impreso sobre papel, tengo la firme esperanza en que el deporte continuará siendo deporte vivido y practicado, y no sólo una experiencia jugada en la pantalla. Y ahora, la pregunta del millón: ¿cómo conseguimos los adultos que el deporte sea una experiencia formativa y transmisora de valores? Pues es muy sencillo. Propongo ser fieles a tres normas, mediante las cuales podamos ser capaces de ir tratando al deporte tal como se merece. A medida que nos vamos instruyendo sobre los diferentes valores y virtudes, estas tres normas nos pueden ir ayudando si nos asaltan dudas acerca de cómo podemos ir resolviendo los conflictos que surjan en la práctica. Mi filosofía deportiva se basa en que pongamos todos los medios a nuestro alcance para conseguir cumplir con las siguientes normas o propósitos: 1.: Confiar a los niños y adolescentes a entrenadores titulados que sean capaces de dirigir la actividad y, no siendo eso suficiente, pudiendo además promover un desarrollo autónomo del deportista. Centrarse especialmente en una adaptación respetuosa a la maduración del niño, actuando de acuerdo con la norma deportiva (reglamento) y en la forja de un proyecto en común con el resto de compañeros. 2.: Generar los recursos necesarios para satisfacer las necesidades formativas, de material deportivo, de instalacio-


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nes seguras, etc., que cabe cumplir para dotar de un ambiente adecuado a entrenadores y deportistas. Sobre todo invertir en formación de los entrenadores y, en la medida de lo posible, también con padres y madres. Formando a los entrenadores y escuchando a los padres y madres podremos formar mejores deportistas en entornos más saludables. 3.: Desarrollar un buen hacer organizativo, siendo los dirigentes (a menudo padres y madres de los propios deportistas) los que procuren regir una funcionamiento ordenado de la organización deportiva. Deben aportar orden y también normas básicas, y su participación nunca debe entorpecer la tarea de los entrenadores, sino facilitarla. Si somos capaces de respetar estas tres normas, estoy seguro que entre todos seremos capaces de desarrollar propuestas de formación deportiva que no sólo nos ayuden a construir deportistas más habilidosos, sino también mejores personas. El libro se organiza a partir de retratar treinta valores o virtudes que potencialmente se pueden desarrollar en el deporte. Pero si algo tengo claro es que sólo se puede conseguir apasionadamente, pues en el deporte no valen las medias tintas. Aunque se pueden leer las entradas de manera alterna o salteada, a gusto de cada uno, el libro desarrolla una línea argumental que es recomendable seguir, ya que presenta una evolución interna. En cada apartado o entrada analizaré un valor, y para ello presentaré al inicio de cada entrada una escena o historieta breve para poder abrir fuego en el debate y clarificación de los valores escogidos para formar parte del listado. Cabe decir que la selección pudiera haber sido otra, y que si es esta es debido a que responde a mi propia idiosincrasia, apetencias y visión del deporte. Agradezco al editor, Miquel Osset, su interés por «profanar» el catálogo de una editorial joven y con empuje radi-


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cada en los campos de la filosofía y la ética con un libro de carácter deportivo. No se acostumbrar a asociar estos dos campos, el del deporte y el de la filosofía, aunque como ya veremos la práctica deportiva se compone de muchísimas instantáneas que destilan enseñanzas sobre la ética, sobre cómo nos conducimos por la vida. Ya sea en el entrenamiento o en la competición, en el recreo escolar o en la práctica en el tiempo libre, el deporte nos muestra los valores de los practicantes así como de los espectadores y no deja de lado, en ningún momento, la posibilidad de conflicto inherente a las relaciones humanas. Por último, quisiera decir que me parece excelente noticia que esto ocurra. Deporte y filosofía merecen más libros o propuestas asociadas. Si por una cosa podemos caracterizar el mundo del deporte es por la aparente (y de hecho muy real) separación entre el ámbito del pensamiento y el de la acción. Esto, que es algo vivido por los que permnecen ajenos a la actividad deportiva, ha acabado por conformar una determinada cultura del deporte como «cultura física» y ya poco más. La distancia entre los políticos legislando y los entrenadores entrenando es tan grande que se nota mucho. Es verdad que las ideas que corren en los canchas no llegan a los hemiciclos. La filosofía tiene que ver con el deporte mucho más de lo que podemos llegar a pensar. Es lo que hacemos y cómo nos mostramos en la cancha deportiva lo que revela nuestros valores, nuestra visión del mundo. Nuestras reacciones airadas o comedidas nos autorizan como participantes del juego, o bien nos delatan en nuestra naturaleza de hooligans. De hecho, el deporte está repleto de emociones que deben encontrar su cauce, y también está repleto de situaciones en que es necesario que pensemos cuáles serán nuestras estrategias de juego que, por cierto, son la clave fundamental del éxito. Tal vez a algunos de los lectores les apetezca compartir sus impresiones con el autor, hacerle algún comentario o solicitarle si puede realizar alguna conferencia o curso. La vía


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para contactar pasa por enviarme un correo electrónico a keysport@gmail.com. Espero que os resulte una lectura agradable y estimulante. Premià de Mar, 2 de noviembre de 2009


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Estamos en una cancha de baloncesto. Un jugador bota el balón, avanza rápidamente hacia la canasta rival pero resbala y, mientras patina por el suelo, pisa ligeramente la línea. Ha sido algo casi imperceptible. El jugador se ha dado cuenta pero sigue, durante menos de un segundo, con el plan concebido de la jugada. De repente suena el silbato. El jugador atiende la señalización del árbitro, deja el balón y cambia de plan, pensando de inmediato en la defensa. La honestidad es quizá una de las virtudes principales que puede aprenderse en el deporte. Ser honesto implica conocer la norma y, en caso de infringirla, acatar la decisión arbitral. En ocasiones concedes un fuera de banda al equipo rival, pero en otros casos (los más conflictivos) puede que acabes de provocar un penalti en contra de tu equipo, en el último minuto del partido, con un impoluto 0-0 en el marcador. El fair play deportivo (que a veces se utiliza como sinónimo de la deportividad) tuvo, al traerse al léxico español, una traducción sesgada. Fairness es el sustantivo inglés que equivale a honestidad, pero se generalizó la idea de «juego limpio». Aprender a ser honestos, es decir, a tener una actitud fair (honesta) en el deporte y en la vida en general, es cuestión de práctica. No podemos tener prisa en ayudar al desarrollo de ciudadanos y deportistas honestos, ya que la honestidad requiere un tiempo hasta conocer a fondo las normas. Por tanto, no es aconsejable poner el grito en el cielo cuando se


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comete una infracción del reglamento. Hay que darle una relativa importancia a lo que ocurra al principio: quizá debamos aprender a convivir mejor con las infracciones del reglamento hasta que conozcamos de manera suficientemente detallada el contenido del código. Del mismo modo que hay gente que advierte al tendero cuando se le devuelve dinero de más en el cambio de su compra, también hay deportistas que reconocen alejarse de la norma, y no tienen ningún reparo en aceptar lo que dicta el reglamento. Pero para eso se debe haber vivido la norma como externa, y haberse logrado el proceso de interiorización de la misma. Como en el caso del jugador de baloncesto de la escena del principio del capítulo, que está preparado para que le señalen la infracción. Sin embargo, el jugador no deja de realizar su jugada hasta que lo señale el árbitro. He escogido un ejemplo en el que el jugador se da cuenta que infringe la norma pero tiene la intención de seguir jugando para señalar, además, que no es mejor deportista el que detiene la jugada. Una de las consideraciones más fundamentales que transmiten los entrenadores a jugadores jóvenes, sean del deporte que sean, es que no dejen de jugar hasta que el árbitro haga sonar el silbato. Una acción no es falta o no es fuera a no ser que el árbitro la señale: precisamente es su papel señalar qué ha ocurrido, pero si no lo hace, el juego no se detiene. Entiendo que honestidad quiere decir, sobre todo, reconocer que nos hemos equivocado, que hemos cometido un error de cálculo. Puede que hayamos acabado fuera del campo con el balón en la manos o bien que hayamos cometido un contacto demasiado severo sobre un jugador rival. A posteriori nos damos cuenta y es de buen deportista reconocer honestamente lo que ha ocurrido. En baloncesto es hasta cierto punto habitual que en algún lance del partido un jugador alce la mano precisamente para reconocer que ha sido el último en tocar un balón antes de salir. Esa honestidad facilita la labor arbitral, mientras que el fingimiento la dificulta.


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Yo entiendo esta actitud como un elemento de honestidad, es decir, como un ajuste la mar de perfecto a la norma que nos exigimos cumplir cuando participamos del deporte. Alguno podrá pensar: si el jugador descubre que ha pisado la línea, y a pesar de ello continúa la jugada hasta que suena el silbato, ¿es honesto ese jugador? ¿No debería anticiparse a la señalización arbitral? ¿No decíamos que era honesto devolverle al tendero esos euros de más que nos había dado por error? Nuestros hijos, o los deportistas que entrenamos, pueden aprender que es honesto reconocer un «fuera». Lo que no van a hacer es reconocer en cada jugada lo que el árbitro no es capaz de discernir. La función del árbitro es señalar lo que ve, las infracciones que detecta, pero el jugador debe jugar. El jugador juega mientras el árbitro juzga. Y en caso de descubrirse algún fallo que el jugador ha cometido podemos valorar positivamente que lo reconozca, y que por tanto adopte una actitud honesta. Sería deshonesto fingir o exagerar un contacto, pues estaríamos actuando para engañar al árbitro y conseguir una ventaja de modo deshonesto.


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