Aprender de la muerte

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¿Por qué querríamos abordar el tema de la muerte? ¿Por qué no ignorarla hasta que las circunstancias nos obliguen a enfrentarnos a ella? Cuando Sir Edmund Hillary, la primera persona que escaló el monte Everest, fue preguntado por un reportero sobre qué le había motivado para subir a la cima, se dice que Hillary respondió: “Porque está ahí.”

Del prólogo de Joseph Goldstein “Páginas llenas de instruida y fructífera experiencia, un inestimable libro de prácticas, relatos y meditaciones”. Jack Kornfield, autor de Camino con corazón.

R O D N E Y

S M I T H

Aprender de la muerte

RODNEY SMITH

Lo mismo ocurre con la muerte. Está ahí…, y no se marchará a ninguna parte. Aunque evitemos pensar en ella, inconscientemente nos sobrecoge…, hasta que tomamos la decisión de empezar la ascensión. A medida que subimos comenzamos a ver la vida desde diferentes perspectivas y acabamos abriéndonos a una visión completa de esa libertad.

DHARMA

APRENDER DE LA MUERTE

n Aprender de la muerte, Rodney Smith hace una ofrenda muy significativa a todos los interesados en la libertad. Smith esclarece la sabiduría que extrajo en sus años como monje y practicante budista, y su implicación con el movimiento de los centros paliativos recurriendo a una inusual variedad de experiencias. Cada una de estas dos fuentes, en toda la amplitud de sus respectivas dimensiones, se enriquece mutuamente y toma forma en este libro tan útil como inspirador.

Rodney Smith dedicó ocho años a realizar retiros de meditación intensivos en la Insight Meditation Society en Barre, Massachusetts y como monje budista en Asia. También practicó varios años con Ajahn Buddhadasa en Tailandia. Cuando colgó los hábitos en 1983, se puso a trabajar en un hospice, hasta llegar al puesto de director ejecutivo del Hospice of Seattle. Es Senior Teacher en el Insight Meditation Society. http://seattleinsight.org.

ISBN: 9788496478-89-3

Ediciones Dharma www.edicionesdharma.com

Ediciones Dharma


APRENDER DE LA MUERTE

RODNEY SMITH

Traducción: Sandra Núñez Abeja Paula Escribano Martínez

EDICIONES DHARMA


Título original: Lessons from the Dying Wisdom Publications 199 Elm Street Somerville MA 02144 USA www.wisdompub.org © 1998 Rodney B. Smith © EDICIONES DHARMA, 2014 Apartado 218 03660 Novelda (Alicante) www.edicionesdharma.com dharma@edicionesdharma.com ISBN: 9788496478-89-3 Depósito legal: A-717-2014 Maquetación: Margarida Menargues Giménez Impreso por Ulzama Digital Impreso en España. Printed in Spain

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total ni parcial de este libro, ni la recopilación en un sistema informático, ni la transmisión por medios electrónicos, mecánicos, por fotocopias, por registro o por otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor o el propietario del Copyright


ร ndice Prรณlogo 7 Introducciรณn 13 Las delicias del misterio 21 Ver las cosas tal como son 35 Arriesgar nuestras vidas 49 Reconocer la sombra 65 Ser humano 79 Aprender de cada experiencia 101 Escuchar desde el corazรณn 119 En busca del sentido 137 Entender nuestro sufrimiento 155 Abrir el corazรณn 171 La mente que muere 189 Entender el duelo 207 El final del tiempo 221 La inmortalidad 235 Lecturas recomendadas 247


PRÓLOGO

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n Aprender de la muerte, Rodney Smith hace una ofrenda muy significativa a todos los interesados en la libertad. Smith esclarece la sabiduría que extrajo en sus años como monje y practicante budista, y su implicación con el movimiento de los centros paliativos recurriendo a una inusual variedad de experiencias. Cada una de estas dos fuentes, en toda la amplitud de sus respectivas dimensiones, se enriquece mutuamente y toma forma en este libro tan útil como inspirador. Aprender de la muerte también podría llamarse Lecciones para la vida por la valiente sinceridad que se manifiesta en muchas de las historias relatadas. Estas explicaciones nos hacen reflexionar sobre nuestras propias actitudes hacia la muerte y el amor y nos incitan a observar el modo en que estamos viviendo en estos momentos. Con el ajetreo diario, apenas dedicamos tiempo a considerar nuestra mortalidad y las implicaciones que podrían tener a la hora de hacer una elección. Sin embargo, cuando de verdad cultivamos esta conciencia, se convierte en una fuerza poderosa para saber discernir con sabiduría. La reflexión sobre la muerte es un vector de transformación en la práctica espiritual de muchas tradiciones distintas. Estas meditaciones nos recuerdan que la vida es pasajera y que, al final, no hay nada a lo que nos podamos aferrar, o considerar de veras nuestro, excepto las consecuencias de nuestras propias acciones. Nuestras vidas se acortan, toda acumulación termina en disper-


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sión, toda reunión en separación. Dadas estas verdades ¿en el momento de morir qué es lo que más nos gustaría haber logrado en nuestras vidas? Ahora es el momento de hacerse esta pregunta para que la sabiduría de nuestros valores pese sobre la manera en que escogemos vivir. Smith nos guía con destreza por las sutilezas y los matices de nuestras suposiciones, esperanzas y miedos. Nos muestra la posibilidad de vivir y morir con un corazón abierto. Aprender de la muerte es un recordatorio sutil y acertado de lo que nos espera, de que la muerte es el gran misterio que ilumina la vida. Joseph Goldstein

Agradecimientos

A veces, aparecen en nuestras vidas personas que nos llevan a profundizar más en el misterio de la vida. Dos de mis amigos me ayudaron a abrir la puerta a la muerte y el morir. Una vez que se abrió, ya no volvió a cerrarse. Una de ellas fue Marion Wilson, mi primera directora del centro de paliativos, que confía plenamente en su corazón y nunca me permitiría olvidar el mío. La segunda fue Paula Paust, mi primera directora de servicios sociales. Con Paula, era como emprender un viaje con tu mejor amiga. Nos sacábamos de quicio. Teníamos innumerables discusiones relacionadas con todos los aspectos de la muerte y el morir mientras íbamos una y otra vez en búsqueda de lo desconocido. Mis profesores del conocimiento de uno mismo son demasiados para hacer una lista. A todos ellos les dedico una profunda reverencia y mi más sincera gratitud. Un especial agradecimiento a Joseph Goldstein, Sharon Salzberg y Jack Kornfield, quienes me animaron a terminar esta obra. Dar las gracias también a Laura Croft y Tom Joyce, que trabajaron duro y dedicaron muchas horas haciendo sugerencias importantes y editando este manuscrito de principio a fin. Expresar mis agradecimientos a los siguientes amigos, que me


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ayudaron a lo largo del proyecto: Ellen McCown, Kody Janney, Eunice Nakao y Roy Tribelhorn. Después de utilizar Lessons from the Dying en dos seminarios que he dirigido («Viure la propia mort i la dels altres» de la Coordinadora catalana d’entitats budistes y «Aprender de la muerte» del centro Dharmadhatu de Barcelona) me ha parecido importante que los lectores hispanófonos que no tenían acceso a la versión original pudieran aprovechar un material tan inspirador. La traducción se ha realizado en el marco de la asignatura Prácticas de la Licenciatura en Traducción e Interpretación de la Universitat Autònoma de Barcelona como colaboración al grupo de investigación TRAFIL. Ha sido revisada por Alicia Franco Sánchez. Nicole Martínez-Melis Profesora emérita de la Universitat Autònoma de Barcelona Investigadora principal del grupo TRAFIL Co-fundadora del Centro Dharmadhatu (Barcelona)



INTRODUCCIÓN ¿Quieres saber lo que se siente al morir? Piensa en la cosa que tenga más valor para ti y despréndete de ella. Así es la muerte. –J. Krishnamurti

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or qué querríamos abordar el tema de la muerte? ¿Por qué no ignorarla hasta que las circunstancias nos obliguen a enfrentarnos a ella? Cuando Sir Edmund Hillary, la primera persona que escaló el monte Everest, fue interrogado por un reportero que quería entender lo que le había motivado a subir a la cima, se dice que Hillary respondió: «Porque está ahí». Lo mismo ocurre con la muerte. Está ahí…y no se marchará a ninguna parte. Cuando evitamos el tema, nos aterroriza sin que nos demos cuenta, hasta que conscientemente empezamos la ascensión. A medida que subimos comenzamos a ver la vida desde diferentes perspectivas, y acabamos abriéndonos a una visión completa de la libertad. Se han escrito libros sobre todas las facetas de la muerte y el morir, desde experiencias cercanas a la muerte, hasta guías sobre cómo transitar por el más allá. Las universidades ofrecen en estos momentos de forma rutinaria cursos intensivos sobre la muerte y el morir. Estamos más acostumbrados a ver títulos relacionados con la muerte en las librerías, nos sentimos más cómodos con la columna de obituarios en los periódicos y por fin estamos empezando a incluir la muerte como tema en conversaciones serias.


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Sin embargo, el impacto global de esta actividad relacionada con la muerte ha sido menor. Una de las razones se debe a que el estudio no se traduce necesariamente en un cambio personal. Escribir libros y ofrecer cursos universitarios puede ser el primer indicio de que un tema está recibiendo la atención que se merece, pero la muerte requiere mucho más de nosotros que un aprendizaje académico. Cuando leemos sobre la muerte lo hacemos de forma distante, como algo que sucede a otras personas. Nuestras vidas parecen más seguras que las de los unos moribundos en las páginas de un libro. No podemos jugar con la muerte como si se tratara de una curiosidad intelectual y esperar que nos revele sus secretos. Nos encontramos a la vez abordando y evitando el tema. Nos queremos acercar más, siempre que podamos aplicar la regla de Woody Allen: «No me importa morir. Tan solo es que no quiero estar cerca cuando ocurra». Existe una amplia brecha entre reconocer el asunto y aceptarlo en nuestro corazón. Si queremos que la muerte nos cambie, tenemos que prestarle toda nuestra atención. Esto significa reflexionar sobre ello y aprender sus lecciones. Cuando nos permitimos aprender de la muerte, la distancia psíquica entre los que están muriendo y los que están sanos se estrecha. Nos damos cuenta de que la salud es solo una fase del ciclo de la vida que inevitablemente irá acompañada de una fase final, la muerte física.

Mi viaje Mi propia odisea con la muerte empezó como monje budista en los bosques de Tailandia. Tras vivir lejos de los demás durante unos años, primero en un monasterio laico al oeste y, más adelante, en el monasterio del bosque tailandés, mi práctica de la meditación empezó a volverse algo árida. Esta aridez parecía originarse en una parte de mí que no podía nutrir mi solitaria vida como monje. No entendía del todo por qué mi corazón retrocedía ante este aislamiento. El hecho de vivir solo me había permi-


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tido un conocimiento íntimo de mí mismo, además de la naturaleza de la propia vida. Ahora algo me estaba alejando de esta reclusión en una dirección desconocida. Sobre estas fechas leí el libro de Stephen Levine ¿Quién muere? El libro aclaraba la relación entre una vida consciente y una muerte consciente. Mi corazón conectó de inmediato con las posibilidades de trabajar con los moribundos como continuación a mi trabajo espiritual. Esta era una solución para la sequedad de mi corazón; era una manera tan intensa y concentrada de trabajar con la gente como los años de meditación formal. Colgué el hábito de monje en 1983, regresé a los Estados Unidos y empecé mi carrera como trabajador en un hospice1 a jornada completa. He ocupado diferentes puestos de trabajo en el centro, como trabajador social, responsable de acompañamiento en el duelo, formador voluntario, director de servicios sociales, director clínico y director ejecutivo. Cada puesto me ha proporcionado una perspectiva distinta del proceso de la muerte. No solo aprendí de los pacientes y las familias, sino también del personal cuyos cuidados y corazones compasivos han fijado una pauta en el campo de la atención sanitaria. Todos los que trabajamos con los moribundos somos como niños pequeños que se han juntado para buscar consuelo mientras intentan descifrar el código de la vida. La muerte ha sido una maestra extraordinaria. Ahora, tras años de trabajo en el hospice, sigo estando tan desconcertado sobre la muerte como lo estaba años atrás en el bosque. Es un tema que queda siempre abierto. Me he familiarizado con la manera en que mueren las personas, y me he enriquecido con lo que me han enseñado los moribundos, pero la muerte sigue siendo un misterio. Nunca estaré del todo preparado. 1 Programa que proporciona cuidados paliativos y se ocupa de las necesidades espirituales y emocionales de enfermos terminales, ya sea en centros hospitalarios o a domicilio.


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Esta investigación sobre la muerte me ha proporcionado una revelación tras otra. Me ha conducido a los rincones más oscuros de mi sombra, donde perdí mi sensación de unidad. Ha permitido que en mi vida florezca un gran sentido de la alegría y de la gratitud. No estoy seguro de si algún día me sentiré del todo cómodo con mi propia muerte, pero lo que sí sé es que tengo menos miedo de ser quien soy. Lo atribuyo a haberme sensibilizado con las lecciones de los moribundos. El hecho de entender estas lecciones se ha convertido en una peregrinación privada y personal a lo sagrado de la vida. Aunque las páginas de este libro están repletas de historias de hospice, son historias sobre ti y sobre mí, puesto que cada uno de nosotros es un paciente. Las historias evocan nuestros propios patrones, nuestros miedos y nuestra sabiduría. Si nos ponemos en el lugar de los pacientes, empezamos a entender a través de su experiencia la manera en que nos limitamos, en que nos contenemos, en que nos quedamos a salvo a expensas de una mayor libertad que, sin embargo, está disponible para todos nosotros. No tenemos que esperar a enfermar para que el mensaje de los moribundos refleje nuestra vulnerabilidad. Nuestros miedos resuenan a través de todo el pasillo de nuestras vidas, desde el nacimiento hasta la muerte. Joseph Campbell afirmó que la verdadera búsqueda no tiene que ver con el significado de la vida, sino con la experiencia de estar vivo. Irónicamente, esto es lo que nos enseñan los moribundos. Muchos de los enfermos terminales, cuando se acercan a la muerte, experimentan la vida de manera más intensa. Se dan cuenta de que el tiempo es sagrado y de que ya no pueden aplazar el vivir. Se despiertan a la diversidad de la vida y a expresiones de ésta que les habían pasado desapercibidas. La muerte física es una metáfora de la muerte de toda experiencia. Abarca no solo el fin del cuerpo, sino de toda experiencia vital. A lo largo del día nos ocurren pequeñas muertes. Cada vez que no se cumplen nuestras expectativas, se mueren


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nuestros ideales. Cada vez que intentamos congelar un instante en el tiempo, nos enfrentamos a los límites de nuestro control y a la muerte de nuestra influencia. Siempre que nos aferramos a cualquier aspecto de la vida que evoluciona hacia algo distinto, nos quedamos con una sensación de desesperación. Puesto que muchas de nuestras dificultades psicológicas provienen de la manera en como afrontamos las transiciones, la muerte nos enseña cómo y por qué sufrimos. Un conocimiento profundo y perspicaz de la muerte nos ayuda a comprender mejor la mayoría de nuestros problemas. Por lo tanto, estudiar la muerte es entender nuestra confusión e ignorancia de la vida. Los pacientes reales que se han enfrentado a su muerte, y cuyas experiencias sobre la muerte relato aquí, son los héroes de mi vida y de mi libro. No obstante, aunque sus historias atraigan y fascinen, nos quedamos a cierta distancia desde un punto de vista psicológico. Entonces nos percatamos de que nos hemos alejado del tema y nos hemos permitido interpretarlo como si solo les estuviera sucediendo a ellos y no a nosotros. Este es un libro que nos hace sentir que nos está pasando a nosotros. Las reflexiones y los ejercicios al final de cada capítulo están concebidos para dejar muy claras las cuestiones de cada sección. Son ejercicios experimentales que proporcionan al conocimiento un impacto realista. La muerte está aquí. Es una línea divisoria que pocos de nosotros atravesamos deliberadamente. Este libro ofrece la oportunidad de involucrarse (y quizás luchar) con un tema que ha estado inactivo durante demasiado tiempo. Su objetivo es proporcionar una intimidad única con las lecciones relacionadas con la muerte. Todos vamos a morir. ¿Qué perdemos al abordar el tema ahora? Puede que una nueva vida esté esperando a los que tengan la valentía de abrirse a sus enseñanzas.


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Sobre las reflexiones y los ejercicios Si durante tu vida, no has sido tocado por la muerte, entender sus lecciones puede resultar muy difícil. Los capítulos que siguen tienen como objetivo llevarte a esta comprensión. Los relatos que contienen te permitirán intuir cómo otros han temido a la muerte, cómo se han enfrentado a ella e incluso la han acogido. Sin embargo, integrar la experiencia de los moribundos a tu propia vida exige algo más que la simple lectura de un libro. Es importante conocer situaciones parecidas. Cada capítulo examina una de las numerosas lecciones que transmiten los moribundos. Al final de cada exposición, un conjunto de reflexiones y ejercicios tiene como objetivo ahondar en la comprensión de las ideas principales. Gracias a ello podrás cambiar tus modos de actuar y mejorar tu existencia. Leer un capítulo sin ponerlo en práctica nos familiarizará con el tema pero no producirá un cambio a largo plazo. La lectura permite volver una y otra vez sobre las palabras y nutrir nuevas ideas. Practicar estas ideas cambia nuestra manera de percibir el mundo y nos permite abrirnos más allá de nuestros miedos. Practicar y reflexionar sobre estos temas no es algo fácil. Debes ser benevolente contigo mismo cuando hagas los ejercicios. Debes saber que el trabajo con la muerte es algo muy potente. Si te encuentras débil física o mentalmente, es preferible aparcar los ejercicios y hacerlos luego cuando te encuentres mejor. Deja que tu corazón te guíe. Tampoco se trata de esperar a que los ejercicios se vuelvan algo fácil de hacer para poder empezar. Mientras haya resistencia, no serán ni fáciles, ni agradables. Que parezcan desagradables indica que se deben practicar. Si tienes la costumbre de no valorarte, estos ejercicios pueden reforzar esta tendencia. Es importante hacerlo con discernimiento. Si, por ejemplo, en un ejercicio reflexionas sobre una actitud personal como el miedo, y sobre el modo en el cual controla tu vida, podrías empezar a emitir juicios sobre todos tus miedos. Esto mismo reforzaría tu habitual autocrítica, por lo que debes


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intentar abordar el conocerte a ti mismo con benevolencia. La benevolencia permite ver lo que observamos sin referencia a un viejo condicionamiento. Con la práctica, la benevolencia puede volverse la base de toda auto-observación. Si sientes frustración y te aburres, no sigas con el ejercicio. En vez de reflexionar sobre ti mismo, aplícalo a los demás porque al observarlos vas a descubrir que muchas personas comparten contigo los mismos esquemas de aversión y huida. Luego vuelves a la auto-observación y al ejercicio siempre con el corazón abierto al sufrimiento de los demás. Esto introducirá más espacio alrededor de este comportamiento habitual y te permitirá tomar las cosas de un modo menos personal. Además, hará más fuerte tu determinación a comprender tu actitud porque verás que la comprensión permite responder con compasión y actúa directamente sobre el dolor que todos compartimos frente a la muerte. La manera más sencilla de trabajar con estas reflexiones y estos ejercicios es dedicarles cada día un tiempo determinado. Siéntate cómodamente y lee despacio cada reflexión (cursivas) hasta que una de ellas resuene en ti. Haz después el ejercicio que la acompaña (texto sangrado). Dedica un momento a estudiar las palabras. Si ves que no tienes claro el objetivo del ejercicio, vuelve al texto del capítulo para encontrar la información y las explicaciones necesarias. Si sigues sin entender, lo dejas y haces el siguiente. Una vez hayas entendido para qué se hace el ejercicio, lo puedes practicar a lo largo del día y se integrará a tus propias percepciones. Los capítulos se pueden leer siguiendo el orden, o estudiar por separado. En realidad, no se acaba nunca de trabajar con estos ejercicios. Cada vez que vuelvas a ellos, ahondarás más profundamente en la experiencia. Es una exploración sobre lo que eres y tu relación con la vida y la muerte, que no acaba nunca.



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¿Por qué querríamos abordar el tema de la muerte? ¿Por qué no ignorarla hasta que las circunstancias nos obliguen a enfrentarnos a ella? Cuando Sir Edmund Hillary, la primera persona que escaló el monte Everest, fue preguntado por un reportero sobre qué le había motivado para subir a la cima, se dice que Hillary respondió: “Porque está ahí.”

Del prólogo de Joseph Goldstein “Páginas llenas de instruida y fructífera experiencia, un inestimable libro de prácticas, relatos y meditaciones”. Jack Kornfield, autor de Camino con corazón.

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Lo mismo ocurre con la muerte. Está ahí…, y no se marchará a ninguna parte. Aunque evitemos pensar en ella, inconscientemente nos sobrecoge…, hasta que tomamos la decisión de empezar la ascensión. A medida que subimos comenzamos a ver la vida desde diferentes perspectivas y acabamos abriéndonos a una visión completa de esa libertad.

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n Aprender de la muerte, Rodney Smith hace una ofrenda muy significativa a todos los interesados en la libertad. Smith esclarece la sabiduría que extrajo en sus años como monje y practicante budista, y su implicación con el movimiento de los centros paliativos recurriendo a una inusual variedad de experiencias. Cada una de estas dos fuentes, en toda la amplitud de sus respectivas dimensiones, se enriquece mutuamente y toma forma en este libro tan útil como inspirador.

Rodney Smith dedicó ocho años a realizar retiros de meditación intensivos en la Insight Meditation Society en Barre, Massachusetts y como monje budista en Asia. También practicó varios años con Ajahn Buddhadasa en Tailandia. Cuando colgó los hábitos en 1983, se puso a trabajar en un hospice, hasta llegar al puesto de director ejecutivo del Hospice of Seattle. Es Senior Teacher en el Insight Meditation Society. http://seattleinsight.org.

ISBN: 9788496478-89-3

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