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Introducción
INTRODUCCIÓN
Siempre deseamos lo mejor. Cuando vamos de compras, siempre buscamos la mejor calidad. Sabemos cuáles son las tiendas que venden la mejor fruta, la mejor pizza, el mejor helado; nos aseguramos de comprar la mejor comida, la más deliciosa. Si sabemos dónde conseguir lo mejor, nos aseguramos de conseguirlo. Quienes aceptan artículos de peor calidad lo hacen porque no pueden permitirse lo mejor o no saben de su existencia, no porque no quieran lo mejor de lo mejor.
Del mismo modo, todos los seres buscan la mayor felicidad. Según la tradición budista del mahayana, la mayor felicidad es la iluminación y la única forma de alcanzar la iluminación es mediante la increíble mente de la bodichita. Si la gente lo supiera, intentaría desarrollarla por todos los medios pero, como son muy pocos los que saben de ella, son muy pocos los que emprenden el camino de la iluminación.
Si muchos de nosotros no compramos los objetos de mayor calidad es porque nuestros limitados presupuestos no nos lo permiten; del mismo modo, los seres conscientes no abrazan el darma porque se lo impide su limitada comprensión. Todos quieren felicidad de la mejor calidad, pero la mayoría de las personas parece pensar que esa felicidad se reduce al placer sensorial mundano; no se da cuenta de que eso que llaman felicidad es en realidad una forma de sufrimiento. Del mismo modo, nadie quiere el más mínimo sufrimiento, pero la
mayoría de las personas cree que el sufrimiento solo se refiere a padecimientos graves como los problemas en las relaciones, el desempleo, el hambre o la enfermedad. Su comprensión del sufrimiento es muy limitada. Como desconocen absolutamente la envergadura del sufrimiento del samsara, no tienen ningún deseo de liberarse de él.
El sufrimiento, en este contexto, se refiere al sufrimiento y al origen del sufrimiento, que son las dos primeras de las cuatro nobles verdades, la primera enseñanza que impartió el Buda después de alcanzar la iluminación. Sin una clara comprensión de estas cuatro verdades, es imposible que los seres sentientes vean que se puede poner fin a todo el sufrimiento y que existe un camino concreto que conduce a ese fin: la verdad de la cesación y la verdad del camino, las dos últimas de las cuatro nobles verdades. Todos quieren felicidad y todos quieren evitar el sufrimiento, pero sin estas comprensiones vitales confunden su objetivo y tan solo buscan el alivio temporal de una parte de su sufrimiento en lugar de su total erradicación.
Por lo tanto, el mayor beneficio que podemos ofrecer a los seres errantes es mostrarles lo que es la verdadera felicidad y llevarles a esa felicidad verdadera, a la iluminación completa. Pero es imposible hacerlo si nosotros mismos no hemos actualizado la bodichita, que es la mente que desea alcanzar la iluminación para llevar a todos los demás seres a ese mismo estado. Así pues, escuchar, reflexionar y meditar en todo el camino a la iluminación, en todos los temas preliminares que conducen a la bodichita y en los adiestramientos incluidos en las enseñanzas sobre la bodichita, es de suma importancia.
En La práctica del bodisatva, el gran maestro indio del siglo VIII, Shantideva, dijo:
Si tras examinarla minuciosamente con su sabiduría ilimitada, el Único Guía del Mundo ha visto su inestimable valor; los que deseamos dejar este estado migratorio debemos asirnos bien a esta preciosa bodichita.1
El Único Guía del Mundo es, por supuesto, un epíteto del guru buda Shakyamuni,2 el líder perfecto, el que conduce a todos los seres sentientes desde el sufrimiento hasta la iluminación completa. El Buda es omnisciente; cuenta con la capacidad de percibir, simultáneamente y sin error, infinitos objetos de conocimiento; ve cada existencia de los tres tiempos: pasado, presente y futuro. Entender el alcance de su comprensión nos resulta imposible; si intentáramos explicar todas las cualidades de la mente de un buda, no acabaríamos nunca. Es algo que no podemos conocer hasta que alcancemos la iluminación.
Con su sabiduría infalible, a través de una investigación exhaustiva, el Buda ha constatado y comprendido lo muy preciosa que es la bodichita. Ha constatado que la bodichita es la fuente de toda la felicidad para todos los seres: para los seres mundanos, para aquellos que han trascendido la existencia mundana e incluso para los que han alcanzado el completo despertar. No hay felicidad que no surja de la bodichita. Todos los placeres que nosotros, los seres mundanos, hemos experimentado en algún momento, incluso la suave brisa en un día caluroso, han surgido de la bodichita. No hablamos aquí de la felicidad trascendental, esa que se obtiene cuando se alcanza uno de los grandes caminos del mahayana y que requiere de la bodichita; hablamos simplemente de la felicidad mundana ordinaria.
Podemos verlo muy fácilmente cuando consideramos el karma. Toda la felicidad proviene de la virtud; es imposible obtener felicidad de la no-virtud. ¿Cómo se crean las acciones virtuosas? Solo practicando el darma, lo que implica seguir las instrucciones de los seres iluminados, los budas. ¿De dónde vienen los budas? De los bodisatvas. Y los bodisatvas nacen de la maravillosa mente de la bodichita.
Siendo la bodichita la única fuente de toda la felicidad, debemos esforzarnos por actualizarla y, cuando lo hayamos hecho, tendremos que sostenerla con firmeza y no permitir que degenere en lo más mínimo. Nada en la tierra puede compararse con la mente de la bodichita: ningún fenómeno, ninguna experiencia,