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DHARMA

Calma tu Mente Enseñanzas del Budismo de Tíbet sobre la Quietud Mental En 1988, Guen Lamrimpa, monje y místico tibetano, dirigió un retiro de un año en el estado de Washington durante el cual un grupo de meditadores occidentales se entregó a la práctica de la quietud meditativa (shamata). Este libro es un documento en el que constan las enseñanzas orales que impartió a este grupo al comienzo del retiro. Guen Lamrimpa da vida a las enseñanzas mediante su calidez, su humor y su gran experiencia personal como ermitaño. Una guía práctica inestimable para las personas que desean desarrollar una mayor claridad y estabilidad en la atención, esta obra será de considerable valor para los meditadores, los psicólogos, y todos aquellos que sienten un interés por el potencial de la mente humana.

Allan Wallace ha sido intérprete de muchos grandes lamas y ha enseñado por toda Europa y América. Es el autor de A passage from Solitud y Choosing Reality.

ISBN: 978-84-86615-93-2

9 788486 615932

Guen Lamrimpa

Guen Lamrimpa, ha permanecido en soledad meditativa, desde 1971, en las montañas que rodean Dharamsala, India. Allí adquirió su reputación por su profunda experiencia en las prácticas de los estadios del camino; en la práctica del samadi (estabilización meditativa) y tumo (calor psíquico), así como en otras meditaciones tántricas.

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EDICIONES DHARMA

Calma tu Mente Guen Lamrimpa


PRIMERA PARTE

Introducci贸n a las Ense帽anzas


1. Introducción a la Práctica

L

a práctica de shamata*, a veces traducida como quietud meditativa o morar en la quietud, no es exclusiva del budismo. También es común a otras tradiciones que no son budistas. Es de hecho un aspecto esencial de la mayoría de las prácticas de meditación, pues la quietud meditativa es una herramienta indispensable para alcanzar la liberación –nirvana– o el pleno despertar del estado de buda. Éstas son elevadas metas y en el camino de todo aquél que las persigue hay muchos obstáculos. Los mayores obstáculos a la liberación se conocen como las obstrucciones aflictivas. Los principales obstáculos al despertar completo de un buda se conocen como las obstrucciones cognoscitivas. Éstos son los obstáculos colectivos a la omnisciencia y, para superarlos, debemos aplicar el antídoto adecuado. En el caso de ambos –los obstáculos aflictivos y cognoscitivos– ese antídoto es el logro de la vacuidad. El logro espiritual de la vacuidad es de por sí una elevada meta, y alcanzar la sabiduría que comprende la vacuidad requiere de una mente extremadamente estable, capaz de concentrarse en la verdad última. ¿Qué es “una mente extremadamente estable”? Es una mente suficientemente estable como para ser capaz de concentrarse en la vacuidad sin oscilar a ningún otro objeto. Para cultivar esa mente estable capaz de concentrarse sobre la vacuidad sin fluctuar a ningún otro fenómeno, shamata o la quietud meditativa es indispensable.

* Los términos tibetanos y las explicaciones de las palabras en cursiva cuando aparecen por vez primera, pueden ser hallados en el glosario.


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La motivación adecuada es igualmente imprescindible para alcanzar el estado de shamata. Es el primer paso en el proceso, el cultivo de una motivación correcta que creará un impulso capaz de sostener al meditador a lo largo de toda su práctica, por extensa que ésta sea. El objetivo principal de cultivar shamata es el logro de la liberación y del despertar completo como un medio de servir a los demás. No obstante, la quietud meditativa tiene efectos o beneficios secundarios, a saber, el desarrollo de los poderes psíquicos y otras formas de elevada percepción. Estos sidis también pueden ser empleados en beneficio de los demás. Sin embargo, es importante recordar que la primera razón para cultivar shamata es el logro de la liberación o del pleno despertar. Para concentrarse en la motivación correcta, uno debe preguntar: ¿Cuál es la finalidad de alcanzar el pleno despertar de un buda? Así como el espacio es ilimitado, también los seres que sienten son ilimitados. La cosmología budista dice que, de todos los seres que habitan en los diversos reinos, la mayoría viven en los reinos infernales, un número algo inferior vive en el reino de los espíritus atormentados o pretas, en el reino animal los seres son todavía menos numerosos, en el reino humano son menos aún, y aún son más escasos en el reino de los semidioses. En el mundo de los devas viven muy pocos seres. Hay además un número ilimitado de seres en el estado intermedio, entre la muerte y el renacimiento, que no están clasificados en ninguno de los seis reinos de existencia. Si analizamos esta pregunta desde una perspectiva occidental, empleando toda la tecnología científica posible, vemos que aunque la tierra es sólida, está sin embargo impregnada de diversos tipos de organismos, al igual que el aire y el agua. Y, llevando la perspectiva científica todavía un poco más lejos, se ha dicho que en el cuerpo humano viven alrededor de un billón de organismos. De nuevo tenemos la evidencia de un número ilimitado de seres conscientes extendiéndose infinitamente por todo el espacio.


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Ahora, volvamos otra vez a la perspectiva budista y preguntemos: ¿Cuál es el propósito de alcanzar el pleno despertar de un buda? La respuesta es casi demasiado obvia. Cuando alcanzamos el pleno despertar, nos es posible ser de incalculable beneficio para innumerables seres conscientes, especialmente para esos que tienen una relación íntima con nuestro ser: los organismos que habitan en nuestro cuerpo. Con ellos existe indudablemente una estrecha relación. Si tan sólo fueras capaz de liberar del samsara al billón de organismos que viven en tu cuerpo, habrías conseguido un tremendo logro. Para alcanzar el despertar completo, cada uno de estos organismos tendría que desarrollar la bodichita, la mente del despertar, y para ello es prácticamente necesario tener un cuerpo humano. Imagina que llevas a cada uno de estos seres con los que tienes esta conexión tan íntima hasta el umbral del despertar completo simplemente proporcionándoles la oportunidad de nacer con un cuerpo humano. Cada uno de ellos tendría en su cuerpo un billón de organismos, un billón de veces un billón de seres tendrían la oportunidad de alcanzar la liberación gracias a la acción y la motivación de un solo individuo. En abstracto, la motivación de la bodichita, la aspiración de alcanzar la Iluminación completa para beneficio de todos los seres conscientes, puede parecer algo impracticable e imposible. No obstante, al considerarla desde la perspectiva de nuestra interdependencia con los seres que habitan en nuestro cuerpo, lo que parecía imposible se encuentra automáticamente a nuestro alcance. El modo de alcanzar el nirvana o la liberación se explica principalmente en las escrituras hinayanas. Cuando estudiamos este tema, es de gran utilidad investigar la vida precedente así como las vidas precedentes a esa. Semejante análisis nos llevará a la comprensión de que no hay un principio para las vidas previas, que las vidas son ciertamente ilimitadas. El borde de un disco metálico no tiene ni principio ni fin. Samsara, o el ciclo de la existencia, es muy semejante al borde de ese disco. No podemos encontrar ni su principio ni su fin. Son nuestras distorsiones mentales y las acciones por ellas condicio-


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nadas las que nos empujan a lo largo del ciclo eterno del samsara. Es un proceso que se autoperpetúa. Esto es cierto en cuanto al ciclo de las vidas; no obstante, es posible buscar y encontrar el principio de un vida específica. ¿Cuál es el origen de un nacimiento humano? La ignorancia. Tomemos por ejemplo nuestro cuerpo de esta vida, ¿de dónde surge? Surge de la ignorancia, de la ignorancia y del karma, de la acción distorsionada de una persona del mismo continuo que nosotros en una vida previa. Ahí estaba la ignorancia, ahí estaba la acción; el resultado ha sido este nacimiento. ¿Y de dónde surgió esa ignorancia, ese karma? Surgió de la ignorancia precedente, del karma precedente, precediéndose eternamente. El gran sabio Asanga, hablando de los doce vínculos de originación dependiente, señaló que las tres aflicciones mentales principales –apego, aversión e ignorancia– provienen de dos tipos de karma: el karma que completa y el karma que arroja. Ambos evolucionan a partir de la ignorancia. Estos tres interaccionan en un ciclo que se autoperpetúa sin principio y sin fin. Así pues, samsara es un ciclo que no tiene ni principio ni fin. Si reflexionamos bien sobre la naturaleza insatisfactoria del sufrimiento, encontramos que tampoco el sufrimiento tiene límites. No es éste un tema que nos guste analizar, pero cuando lo hacemos nos damos cuenta de lo penetrante que es el sufrimiento. Incluso cuando se ha obtenido un renacimiento humano agradable, incluso entonces, la envergadura del sufrimiento es inmensa. Primero está el sufrimiento del proceso mismo del nacimiento. Después del nacimiento hay épocas de frustración cuando los deseos del niño quedan insatisfechos, el sufrimiento de la disciplina que le obliga a ajustarse a las normas de sus padres y de la sociedad. El sufrimiento le acompaña también a lo largo de la pubertad durante los años que va a la escuela y se esfuerza por tener buenas notas, todos los sufrimientos del crecimiento, el sufrimiento de no atraer al chico que te gusta o el sufrimiento de tener la chica que te gusta y descubrir que no es la persona que querías sino tan sólo la que te pensabas que querías.


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El sufrimiento continúa en la edad adulta. Se convierte en el sufrimiento de buscar un trabajo, de buscar un trabajo que parezca significativo, el sufrimiento de la supervivencia económica, organizarse bien, gestionar bien las posesiones, esforzarse por el éxito y alcanzarlo. Finalmente, cuando lo has conseguido, cuando has logrado el éxito y todo aquello que te habías propuesto obtener, tienes que protegerlo de todas las personas que te lo quitarían si tuvieran la oportunidad. Después mueres y vuelves a ser un mendigo, un bebé, viniendo al mundo completamente desnudo y sin una sóla posesión. Éste es el caso de un ser con un renacimiento humano muy agradable. Pero mira a los seres con renacimientos humanos menos afortunados, y a los seres que se encuentran en los reinos infernales, en el reino de los pretas, en el reino animal. Éstos experimentan todavía más sufrimiento. Cada uno de nosotros hemos tenido experiencias ilimitadas, tanto en los reinos inferiores como en los afortunados. Pero ¿a dónde nos han llevado? Incluso aquí mismo, en esta situación afortunada en la que tenemos la libertad de dedicar nuestro tiempo y energía a la práctica espiritual, seguimos sujetos al sufrimiento. ¿De qué nos ha servido todo ese sufrimiento? No podemos acabar con el sufrimiento diciendo: “He tenido infinitas vidas. Con eso me basta. Estoy satisfecho. Creo que ahora pasaré a otra cosa”. La verdad es que cultivamos inútilmente las fuentes mismas de nuestras penas, seguimos estando sujetos al sufrimiento independientemente de la cantidad de sufrimiento que hayamos tenido en el pasado y, si continuamos así, podemos estar seguros de experimentar en el futuro más sufrimiento del que desearíamos. Por una parte tenemos el sufrimiento que hemos explicado. Por otra parte, también hay fuentes de placer y felicidad. Paradójicamente, en la lucha por mantener la felicidad, por asegurar la continuidad del placer, o ante la insatisfacción que resulta de los placeres que se han vuelto habituales, estas fuentes de felicidad se vuelven también parte del sufrimiento. ¿Cuándo acaba esta continuidad de sufrimiento? Acaba con la cesación de la ignorancia, lo cual proporciona el logro de


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la liberación o nirvana. Si realmente buscamos la felicidad para nosotros mismos, ésta es la liberación a la que debemos aspirar. En la cesación del sufrimiento que surge con la liberación se encuentra el verdadero sentido de la felicidad. Tras analizar todos estos puntos, cuando vamos a hacer un retiro de un año, un retiro de tres meses, o cualquier otra forma de práctica de shamata, ¿cuál ha de ser nuestro objetivo, cuál ha de ser nuestra aspiración?, ¿qué motivación vamos a elegir?

MOTIVACIONES INADECUADAS Si nuestra motivación es incrementar nuestra reputación y nuestras adquisiciones, recibir alabanzas, obtener riquezas, etc., nuestra práctica será menos que insignificante. Además, esa clase de motivación imposibilitaría el logro de shamata. ¿Qué es el logro de shamata? Es la concentración de acceso al primer diana, la primera estabilización meditativa, que pertenece a una dimensión distinta de existencia conocida como el reino de la forma. El requisito para el logro de dicho diana es la renuncia a los deseos sensoriales. Si la motivación está vinculada al apego por el reino de los sentidos o del deseo, esa misma motivación en la práctica se convierte en el obstáculo principal para el logro espiritual. Otra motivación inadecuada es la satisfacción personal que surge de servir a los demás. Un doctor, por ejemplo, sirve a los demás; no obstante, si su principal motivación es la satisfacción que él mismo recibe al servir y curar a otros, su esfuerzo se convierte en un egocéntrico servicio a sí mismo. Esa motivación está completamente centrada en los beneficios que se pueden alcanzar únicamente en esta vida. Este tipo de motivación sería igualmente inadecuada para el cultivo de shamata. Si uno se esfuerza por alcanzar shamata con el fin de traer beneficio a otros seres, pero está fundamentalmente interesado en la satisfacción personal que va a adquirir mediante ese acto aparentemente altruista, esa motivación es también una aspiración vinculada a los intereses de esta vida y


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se convertirá en un obstáculo para el desarrollo de la quietud meditativa. Lógicamente, puedes preguntar si debes olvidarte completamente de esta vida. Si alcanzo shamata, ¿no traerá eso beneficio a los seres en esta vida? Este no es el caso. Si nos concentramos en el desarrollo de una aspiración más elevada, una motivación verdaderamente altruista, obtendremos inevitablemente sus beneficios en esta vida, sin necesidad de ningún pensamiento o esfuerzo especial por nuestra parte. La vida de Buda Shakiamuni, el buda histórico, y las de los grandes panditas y místicos de India, Tíbet, Tailandia, Birmania y China, lo demuestran. Unos buscaban el logro del pleno despertar de un buda, otros se esforzaban por la liberación, otros esperaban vidas futuras favorables. Todas estas motivaciones rebasaban el límite de esta vida. Aún así, su efectividad para servir a los demás en esa misma vida fue inmensa. Uno de los ejemplos más famosos es el del yogui y santo tibetano Milarepa, un maestro de gran renombre y reputación venerado por los budistas tibetanos de todas las órdenes. Milarepa había renunciado completamente a los intereses de esta vida. Su objetivo era muy simple: alcanzar el pleno despertar para beneficio de todas las criaturas. Su renuncia era completa. Había prescindido de todo interés por la comida, la ropa, la reputación –todos los asuntos mundanos–. Paradójicamente, se convirtió en el recipiente de todas las cosas a las que había renunciado. La mayor parte de los individuos, cuando enferman, quieren que todo el mundo lo sepa, por simpatía o con la esperanza de recibir todas las atenciones, de tener los mejores hospitales, los mejores doctores. Postrados en su lecho de muerte, quieren que se les consuele, desean que sus seres queridos estén a su alrededor. Muchos piensan que un gran funeral sería lo más adecuado. Otros, dan complejas instrucciones sobre lo que se deberá hacer con sus restos, asegurándose de que mucha gente se interese por sus cuerpos después de su muerte. La actitud de Milarepa era completamente opuesta. En uno de sus cantos, decía: “Cuando esté enfermo, que nadie lo se-


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pa; cuando muera, que nadie me llore; y cuando esté muerto, que nadie tenga que disponer de mi cuerpo”. Al final de su vida, la noticia de su enfermedad mortal se propagó ampliamente. A pesar de sus deseos, sus discípulos vinieron de todas partes del país para estar a su lado en el momento de su muerte y llorar por él. Fueron muchos los que se interesaron por sus restos: los dakas y las dakinis lo querían, sus estudiantes y discípulos lo querían; la gente del pueblo donde había nacido lo quería. Cuando lo observamos de un modo superficial, podríamos pensar que si alguien se interesara sólamente por el propósito altruista y las vidas futuras, no lograría satisfacer los aspectos prácticos de esta vida y sería un fracasado. Pero no es así. Por el contrario, cuando uno renuncia realmente a esta vida, todo le viene dado debido al poder de su profunda motivación. MOTIVACIONES SIGNIFICATIVAS Hay tres niveles de motivaciones significativas o auténticas para la práctica de shamata: Obtener un renacimiento en los reinos de la forma o sin forma. Alcanzar la liberación o el nirvana. Alcanzar el pleno despertar. RENACER EN LOS REINOS DE LA FORMA O SIN FORMA Un renacimiento de este tipo está impregnado de un gozo inimaginable y puede durar varios billones de años humanos. Los cuatro primeros dianas del reino sin forma así como del cuarto al octavo, son tan sutiles que es casi como estar en un profundo sueño gozoso. Algunos místicos no budistas confunden el renacimiento en uno de estos dos reinos con el logro del nirvana. Con esto en mente, hacen de su logro la motivación para su práctica. Aun así, esforzarse por este fin es más significativo que buscar el logro


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de shamata simplemente como un medio para satisfacer los asuntos de esta vida. No obstante, si sigues este camino y obtienes un renacimiento tan sublime como ese, después de tantos billones de años, cuando el poder de shamata que te llevó hasta allí se agote, caerás de ese estado gozoso y renacerás probablemente en los reinos infernales. Viendo su trayectoria, un renacimiento semejante parece menos significativo: simplemente se deteriora hasta que uno cae de nuevo. LA LIBERACIÓN O NIRVANA La liberación o nirvana corta irrevocablemente el continuo y la fuente del propio sufrimiento. Es una motivación muy poderosa y un logro magnífico. Tras alcanzar el nirvana, uno permanece en la quietud meditativa y no es de beneficio evidente para ningún otro ser consciente. Es un estado de total inactividad. Muchas historias hablan de esas personas que han alcanzado la liberación y que después han sido estimuladas para buscar y alcanzar el completo despertar de un buda. Se dice, no obstante, que es harto más difícil para esas personas alcanzar el pleno despertar, que para esas otras que no han alcanzado la liberación. ¿Por qué? Los seres que han alcanzado el nirvana, están tan libres del sufrimiento, tan alejados del sufrimiento, que les resulta difícil desarrollar un sentimiento de empatía o de simpatía por los que sufren. En consecuencia, les cuesta mucho generar la gran compasión o la bodichita, también requisitos esenciales para el logro del pleno despertar. EL PLENO DESPERTAR De las tres motivaciones auténticas para emprender la práctica de shamata, la más significativa es la aspiración altruista por el pleno despertar. El altruismo o servir al bienestar de los demás, eleva la práctica al nivel más alto aun cuando uno no esté efec-


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tuando ninguna actividad o ningún servicio activo. Ariadeva decía que la aspiración de servir a los demás es, en sí misma, un aspecto o un modo de servir a los demás. Como podemos ver, hay básicamente dos avenidas hacia el logro del pleno despertar. Una es alcanzar la liberación, permanecer en ese estado durante algún tiempo, ser estimulado, ponerse de nuevo en marcha, y emprender la búsqueda del pleno despertar. La otra es ir simple y directamente hacia el pleno despertar. Siendo éste el caso, ¿por qué no tomar el camino directo? Es más bien una elección personal. Hay quienes pueden sentirse desbordados simplemente porque la Iluminación de un buda puede parecerles inalcanzable. Quizá les resultará más práctico decir: “Me vería capaz de alcanzar la liberación”, y tomar después esa dirección. Si uno tiene la sensación de que para él sería más conveniente alcanzar sencillamente la liberación, que esa sea su motivación. No obstante, debemos recordar que mediante ese logro uno sale realmente de la sociedad; es decir, que está libre del nacimiento, fuera del mundo –al menos por un tiempo–. Aparte de ese tipo especial de actitud, uno podría esforzarse también por el pleno despertar en beneficio de todas las criaturas desde el comienzo, y después pensar en shamata como el instrumento para alcanzar esa meta. El verdadero logro de la bodichita o la mente del despertar es difícil de alcanzar. No obstante, por el momento, en tanto que podamos cultivar la motivación de alcanzar el pleno despertar por el bien de los demás, esa misma motivación y las prácticas que resultan de ella serán un medio de servir a los demás. Sería útil que cultiváramos esta motivación durante este año, este mes, este día, esta hora, con el fin de traerla a la parte consciente de la mente. Debemos tratar de cultivar esta actitud al principio de cada sesión de meditación. Para generar la motivación de alcanzar la Iluminación completa por el bien de los demás, primero tomamos refugio recitando los versos del refugio tres veces: Tomo refugio hasta alcanzar la Iluminación, en el buda, el darma y la sanga. Por el mérito virtuoso que acumule practicando la gene-


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rosidad y otras perfecciones, Pueda llegar a ser un buda para beneficio de todos los seres que sienten. Seguidamente, recita el verso de los cuatro inconmensurables: Que todos los seres conozcan la felicidad y las causas de la felicidad. Que todos los seres queden libres del sufrimiento y de las causas del sufrimiento. Que ninguno de ellos se separe jamás de la gran felicidad que está más allá de toda miseria. Que todos ellos moren en ecuanimidad, sin ser afectados por la atracción ni la aversión. Cultiva también esta motivación durante la sesión: cuando la mente se disperse, deja que la motivación la traiga de nuevo a la meditación. Al final de cada sesión, es importante dedicar el mérito acumulado durante la misma, diciendo: Que este mérito represente todo mi mérito pasado, presente y futuro y que todo este mérito sea dedicado para el pleno logro del despertar en beneficio de todos los seres. Finalmente, se dice que es de gran beneficio concluir cada sesión con una oración de dedicación: Del mismo modo que los budas y los bodisatvas de los tres tiempos han dedicado su mérito, que mi mérito vaya también a los mismos fines y proyectos para los que ellos han dedicado los suyos. Si practicas el yoga del guru en seis sesiones, sería más ventajoso que empezaras algunas de tus sesiones de shamata con una de las sesiones del yoga del guru. En el punto donde tu guru se disuelve en tu cuerpo y te generas como Vajradara (en la forma de


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Vajradara azul con consorte), sería extremadamente beneficioso continuar la sesión de shamata manteniendo ese aspecto. Después, al final de la práctica, dedicas el mérito.


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Allan Wallace ha sido intérprete de muchos grandes lamas y ha enseñado por toda Europa y América. Es el autor de A passage from Solitud y Choosing Reality.

ISBN: 978-84-86615-93-2

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