Cuadernos de budismo 71

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editorial

«Si te hallas en la dirección correcta, sólo necesitas seguir andando…» Proverbio budista Necesitamos sentirnos seguros de los pasos que damos. Precisamos refrendar nuestras aptitudes día tras día. Poner a prueba nuestra práctica para estar convencidos de que es genuina y real. Comprobar que funciona en el quehacer diario. Quisiéramos la certeza de que cada paso nos hace progresar en la dirección adecuada. Tal convencimiento nos da energía para seguir, pero a la vez nos resta naturalidad y frescura. Para fluir con cada respiración y a la vez ser conscientes de llevar la dirección correcta, se requiere una cierta duplicidad de esfuerzos que, en ocasiones, parecen coartar o bien la fluidez o bien la atención. La necesidad de ser conscientes, en la terminología del hinayana, o de vigilar las tres puertas de nuestras acciones, cuerpo, habla y mente, en la del mahayana, se desarrollan en el mismo plano de nuestra existencia. Se trata de no perderse en el camino; y no sólo en el espiritual, sino también en el que recorremos diariamente, el de la rutina laboral, familiar, social y en nuestro ocio. Es como si tuviésemos que estar continuamente atentos tanto a dónde pisamos, en el ahora, como hacia dónde vamos, en la motivación. En los extremos están, a un lado, el modelo del “renunciante”, el del compromiso individual, en su mejor sentido: con pocas necesidades, dedicando la vida a las cosas importantes y no a las perentorias, con los ojos abiertos a la realidad, pero sin dejarse enredar demasiado por ella, de curso en curso de meditación, de retiro en retiro, sin parar, sin plazos apremiantes. Meditando un poco de espaldas al mundo. Sin olvidar ciertamente metta o bodichita, pero, hasta un cierto punto, de espaldas a la realidad convencional. En el otro lado, está el modelo del compromiso colectivo, el de intentar operar en el “mundo ordinario,” el de los estrictos horarios de trabajo, los quince minutos de meditación por la mañana y otros tantos al anochecer, y algún que otro curso y/o retiro de meditación al año, o no, por fuerza mayor. Entre ambas orillas, cada uno intenta combinar algo de las dos alternativas, porque a excepción de unos pocos practicantes “profesionales,” como monjes y monjas, la mayoría sigue la vía media consistente en concertar las dos pero sin alejarse mucho de lo primordial de ambas. Parece que es lo más habitual y común. Sí, también estamos hablando de que “después de la certeza contemplativa, viene la colada”, es decir, estamos hablando de cómo integrar el darma, la meditación y la vivencia espiritual en la vida cotidiana. Y no encontraremos muchas más alternativas. La verdad es que la práctica sincera exige esfuerzo, dedicación un día sí y el otro también, paciencia y disciplina. Pero ¿es suficiente con ser más consciente, sensible y vigilante o hace falta además avanzar en el desarrollo de la visión profunda, la que nos permite ver detrás de las apariencias, la que nos da la mirada que realmente ve las cosas? ¿Nos será suficiente con ser practicantes constantes de la meditación o es necesario también cierto activismo social, o incluso político? La práctica budista es adaptable, es la de las “84.000 puertas”… Para muchos lo esencial es ser conscientes y hacer las prácticas diarias de meditación; para otros, estriba en no romper los votos de sus prácticas concretas, como en el caso del vajrayana tibetano; hay quienes necesitan estar cerca de un maestro o lama; otros prefieren practicar el camino de la trascendencia del zen o el dzogchen; algunos siguen la vipásana de Goenka; otros el zen de Dokusho; otros el budismo ñingmapa. Necesitamos identificarnos e integrarnos en una sanga, nunca como forma de dependencia sino como un instrumento fundamental para encontrar nuestro camino y poder manifestar en él nuestra práctica y nuestro compromiso… y, entonces, como dice el proverbio budista: “si te hallas en la dirección correcta, sólo necesitas seguir andando…”. XAVI ALONGINA – EDITOR

cuadernos de budismo. Invierno 2009

Cuadernos de budismo

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es una publicación trimestral de: EDICIONES DHARMA: Elías Abad, 3 bajos - Aptdo. 218 - 03660 Novelda (Alicante) - Tel. 96 560 32 00 E-mail: dharma@edicionesdharma.com – www.edicionesdharma.com DIRECTOR: Xavi Alongina • HAN COLABORADO EN ESTE NÚMERO: Aurora García, Valentín Mencía, Luz A. Manzaneda, Eduardo GarcíaArévalo, Javier Agenjo, Alexi Alongina, Marc Alongina y Santiago Aguado. SUSCRIPCIONES: M.ª Carmen - Tel.: 609 632 932 (de 9 a 14 horas) - maricarmen@edicionesdharma.com IMPRESIÓN: Aguado Impresores, S.L. · Novelda • Depósito Legal: A-1027-87 · ISSN: 1886-1067 • IMPRESO EN PAPEL RECICLADO 100% DISEÑO PORTADA: AGUADHARMA Cuadernos de budismo no comparte necesariamente las opiniones de sus colaboradores. NUESTRO OBJETIVO: presentar la esencia del budismo de una manera no sectaria e integrada a la cultura occidental. SUSCRIPCIÓN: se inicia siempre con el número de primavera de cada año. Al suscribiros recibiréis los números ya aparecidos en el año. El precio de la suscripción para el 2009 es de 20 €. 25 € para el extranjero. Por respeto al medio ambiente, a los textos e imágenes que contiene, no tiréis a la basura los ejemplares viejos de Cuadernos. Pasadlos a alguien o juntadlos con vuestro papel para reciclar. EDICIONES DHARMA ESTÁ ASOCIADO A LA FPMT


Lama Zopa Rimpoché

8 El pacifismo universal

25 Grandes Maestros de Nalanda. Sakyapraba. 26 Hacer frente a la ansiedad Thubten Chodron 30 Cada día es un día bueno

Lama Thubten Yeshe

Miguel Ángel León

10 Entrevista de CanalCentral a V. Khandro Rimpoché

32 Si hay distensión no hay tensión Antonio Pascual

33 ¿Para qué sirve la meditación?

T. Tamchö

14 Mi primer retiro de Vipásana Pablo Urbina Puerta 16 Pasaje al mandala del Buda IV

Anila Jamyang Wangmo

34 Maneras de vivir José Alias

36 Libros 42 Lo importante es integrar.

Ven. Aigo Seiga Castro

21 Ajanta Xavi Alongina

Robina Courtin

Portada Recreación de las cuevas de Ajanta pintada por Marc Alongina. Contraportada Imagen superior: Vista general de las cuevas de Ajanta. Inferior izquierda: Escultura policromada del Buda. Inferior derecha: El Buda en posición sentada con el mudra de dar enseñanzas en la entrada de la cueva 19.

Cartas al director Estoy totalmente de acuerdo con Eugeni R. Mesado, quien en el número anterior –70– de Cuadernos de budismo os hacía una observación –a la cual me uno y creo ciertamente muy positiva– sobre la necesidad de incluir en alguna sección biografías de maestros de darma de otras tradiciones y linajes (Theravada, Dzogchen, Zen, Vipássana), cursos, retiros, enseñanzas, noticias interesantes e importantes sobre diferentes cuestiones relacionadas con el darma, e incluso –si ellos fuera posible– alguna dirección donde pudiéramos ponernos en contacto o poder dirigir algunas preguntas sobre enseñanzas, visitas de monjes y maestros, fechas, información sobre literatura budista, etc.

¿Te imaginas un viaje al Kailash? Este verano

Cuadernos de Budismo te puede llevar. Infórmate en: cuadernos@edicionesdharma.com

Cartas para esta sección a cuadernos@edicionesdharma.com

A este respecto, me gustaría saber si hay alguna traducción al castellano del Visudhimagga de Budhagosa, que llevo años buscando. En definitiva, hacernos sentir de alguna manera más cerca –en esta acelerada vida cotidiana– de los maestros (de todos los maestros) que encarnan este maravilloso darma, y que sólo de tarde en tarde, por no decir casi nunca, tenemos fortuna de poder hablar con ellos personalmente. Aprovecho estas palabras para daros las gracias por vuestro trabajo y entusiasmo y mi agradecimiento a todos/as los/as que cooperáis en estos Cuadernos de budismo. Francisco José Ramírez González (Madrid)

cuadernos de budismo. Invierno 2009

Índice

2 Editorial 4 De otras revistas y de la red 6 Encontrar al guru

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de otras revistas

y de la red

No hacer nada …Si tenemos ambiciones, incluso si nuestro objetivo es la iluminación, entonces no hay meditación, porque estamos pensando sobre ello, anunciándolo, fantaseando e imaginando cosas. Esto no es meditación. Es por esta razón que una característica importante de la meditación samatha es el abandono de cualquier objetivo y simplemente sentarse por el hecho de estar sentado. Inspiramos y espiramos y simplemente observamos. Nada más. No importa si nos iluminamos o no. Poco importa si nuestros amigos consiguen la iluminación más rápidamente, ¿a quién le importa?, simplemente respiramos. Solo permanecemos sentados con la espalda erguida y observamos la respiración entrando y saliendo. Nada más. Abandonamos todas nuestras ambiciones. Esto incluye el tratar de llevar a cabo una perfecta meditación samatha. Tenemos que desprendernos incluso de esto, y simplemente estar sentados. Lo hermoso de tener menos obsesiones y ambiciones, y simple-

Dzongsar Jamyang Khyentse Rimpoché

mente permanecer sentados con la espalda erguida y observar la respiración es que nada nos perturbará. Las cosas solamente nos molestan cuando tenemos un objetivo, cuando tenemos un objetivo nos obsesionamos. Consideremos por ejemplo que nuestro objetivo es ir a cierto lugar, pero alguien aparca delante de nuestro coche, bloqueándo-

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Asociaciones fidedignas que hay que apoyar

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MAITRI al servicio de los demás. Esta organización budista liderada durante más de 20 años por Adriana Ferranti en Bodhgaya es modelo de eficacia y de considerables logros. Entre sus siempre crecientes actividades mantienen programas para la erradicación de enfermedades, incluidas la lepra y la tuberculosis, inmunización de niños, concienciación sobre el VIH, educación para madres, control de natalidad, ayuda humanitaria y desarrollo de planes de educación rural, reforestación y clínica veterinaria con un santuario de animales. Es de resaltar el trato que imparten a los animales abandonados, tullidos, sarnosos y desnutridos de Bodhgaya. Una organización pequeña y firmemente establecida muy cerca del Árbol de la Iluminación. Si podéis ayudar a MAITRI ahora o más adelante, os será fácil hallar alguna área de acción que os resulte cercana. Visitadlos en www.padmanet.com/maitri (en italiano e inglés). También podéis crear un grupo de amigos de maitri en vuestra ciudad. Si precisáis información al respecto poneos en contacto con Cuadernos de budismo.

nos. Si algo se interpone en el camino de nuestro objetivo se convierte en algo terrible. Pero si no tenemos un objetivo, no importa. Los meditadores, en general tienen la gran ambición de conseguir algo con su meditación. Pero cuando los meditadores se distraen, atraviesan todo tipo de confusión: pierden su confianza, se sienten frustrados, se reprochan, critican la técnica. Es por esta razón que, por lo menos durante los primeros momentos de meditación, la iluminación no es lo importante, no importa que el agua esté hirviendo en el cazo, no importa que el teléfono suene y no importa si es uno de nuestros amigos quien está llamando. Durante unos pocos momentos, nada importa…

De una meditación guiada de Dzongsar Jamyang Khyentse Rimpoché con el título de Do Nothing, aparecida en el número de Invierno de 2009, de Trycicle, the Buddhist Review.


Sobre emociones

Yongey Mingyur Rimpoché

crees en estos problemas, se convierten en tu amo. El segundo “refuerzo” es luchar o resistir: tratas de suprimir el problema, detestas tu problema. Sientes miedo a la muerte: ¡no te atreves a mirar atrás! Entonces el miedo continúa soterradamente. Todos los miedos se vuelven más ruidosos y grandes, más fuertes. Si intentas enfrentarte o tratas de esca-

La atención plena de la mente es ser consciente de cómo reaccionamos mentalmente a las sensaciones. Cuando sentimos placer queremos más o tememos perderlo; cuando Maestro chan Sheng Yen estamos incómodos nos sentimos desgraciados y queremos deshacernos de ello. Nos excitamos con una experiencia feliz pero caemos en la frustración cuando nos damos de bruces con circunstancias desgraciadas... A un lado el apego, al otro la aversión. Y cuando nuestra experiencia no es ni agradable ni desagradable, nos sentimos aburridos o sin energía... Así pues, la atención plena de la mente significa ser consciente de cómo reaccionamos a nuestras experiencias. Con todos estos entuertos es fácil sentirse confuso de lo que realmente queremos en la vida. Así pues, la atención plena de la mente significa ser consciente de cómo reaccionamos a nuestras experiencias. Maestro chan Sheng Yen de una charla sobre Los Siete Factores de la Iluminación (primera parte) en el Chan Magazine del otoño de 2009.

De Transformation and compassion, una entrevista con Yongey Mingyur Rimpoché aparecida en Inquiring Mind del número de otoño de 2009.

Un modo de vida fructífero El budismo es mucho más una forma de vida que una religión. Es parecido a una fruta. Puede que te gusten diversas frutas, como los plátanos, las naranjas, las mandarinas, y así sucesivamente. Te encanta comer estas frutas. Pero de repente alguien te dice que existe una fruta llamada mango, y que sería maravilloso que la probaras. Qué pena si no llegaras a conocer lo que es un mango. Pero la consumición de un mango no requiere abandonar tu hábito de comer naranjas. ¿Por qué no lo intentas? Puede que te guste mucho. El budismo es un tipo de mango, comprended esto; un modo de vida, una experiencia que vale la pena tratar de experimentar. Está abierto para todo el público. Puedes continuar siendo un judío o un católico mientras simultáneamente estás disfrutando del budismo. Pienso que esto es algo maravilloso. Thich Nhat Hanh, de Interbeing with Thich Nhat Hanh, Tricycle, verano 1995.

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La atención plena de la mente

parte de ellos, no funciona o tal vez lo haga por un tiempo. Pero en realidad, cuando te peleas con una emoción, la refuerzas. Lo mejor que se puede hacer es hacerte amigo del miedo, del enfado, de la aversión que uno siente por sí mismo y del miedo. Pero aun cuando no sepas cómo hacerte amigo de las emociones negativas, la simple idea de hacerte amigo ya es un alivio. Saber cómo hacerse amigo de ellas es lo mejor. Necesitas pues saber cómo hacerte amigo de estos sentimientos. El método es muy importante. Puedes aprender a practicar samatha, amor incondicional, compasión y vipasyana.

Dibujo de Marc Alongina

Pregunta: Muchos occidentales se enfrentan a las emociones dolorosas o de miedo como el odio, el enfado o el miedo a la muerte de una forma dual. Tratamos de estrujar estos sentimientos o intentamos alejarlos de nosotros. Cuando usted describe el trabajo con las emociones negativas convirtiéndolas en aliados, en nuestros amigos, resulta maravilloso. Mingyur Rimpoché: En las sociedades modernas, especialmente en Occidente, existen dos “refuerzos” para las emociones negativas. El primero es la creencia: crees que tienes un problema y te dejas llevar por esta creencia. Por ejemplo, cuando era joven me tomaba en serio mis miedos y a causa de eso creía que yo era malo. Así pues, crees que hay un problema, lo exageras y seguidamente crees en la exageración. O cuando sientes enfado, crees en el enfado. Si

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Encontrar al guru Lama Zopa Rimpoché

Lama Zopa relata su primer encuentro con Lama Yeshe en el campo de refugiados de Buxa en 1963.

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El Lama de Lawudo, relatos sobre la reencarnación en la región del monte Everest, de Jamyang Wangmo, es una biografía autorizada de Lama Zopa Rimpoché que acaba de publicar Kailash este otoño, extracto publicado por cortesía de Editorial Kailas (ver reseña en la sección Libros).

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Estaba a punto de cumplir los dieciocho años y había estudiado durante dos años con Guen Yeshe, cuando este decidió dejar Buxa para irse a Bután a meditar en una región alejada. Algunos amigos suyos le aconsejaron que se uniera a los meditadores de Dalhousie, pero Guen Yeshe replicó que había leído muchas veces los textos que explicaban el camino gradual y que ya tenía material suficiente para meditar. “No necesito que nadie me guíe”, les dijo. Estuvo en las montañas durante algunos años viviendo con los lugareños; después recorrió la India, quedándose una temporada en cualquier lugar que fuera bueno para meditar. Nunca más volví a verle. Me enteré de que al cabo de algunos años dejó sus votos monásticos y se estableció en Bir, en Himachal Pradesh, donde murió. Cuando Guen Yeshe partió, me quedé de nuevo sin maestro. Guen Lozang Gyatso solía pasar largas temporadas en Darjeeling, dejándome con Gueshe Rabten; pero Gueshe-la estaba sumamente ocupado y me indicó que debería recurrir para mi enseñanza a Gueshe Thubten o Lama Thubten Yeshe. No me dijo a quién debería escoger en concreto, sino que simplemente se limitó a hacerme la sugerencia. Los monjes de cada clase tenían que estudiar los mismos textos, pero podían tener distintos maestros. Chöpel (pronúnciese “Chumbi”), que era el jefe de mi clase, vivía en el cuarto contiguo al mío y nos hicimos muy amigos. Él estudiaba con Lama Thubten y me sugirió que yo también asistiera a sus clases, pero me sentía un poco reticente. Cierto día insistió en que tenía que acompañarle a ver a Lama Yeshe, que se había trasladado a una casa en lo alto de la colina, a una media hora de camino de donde nos encontrábamos. Salimos a dar un paseo, y me empujaba para ir en aquella dirección, pero me negué. Quise dar la

vuelta y volver a casa, pero Chumbi insistió: “¡Tienes que venir!”, me dijo. Salimos de la demarcación del monasterio y llegamos a un gran árbol de mangos donde la gente solía hacer un pequeño descanso. Yo seguía queriendo regresar, pero Chumbi siguió empujándome para que continuara. Finalmente llegamos a la casa de Lama Yeshe, y entonces volví a decirle que no quería entrar. No es que tuviera nada en contra de Lama Thubten Yeshe y no existía razón alguna para negarme a recibir sus enseñanzas, pero no quería ir a verle. Fuera como fuese, el caso es que Chumbi me obligó a entrar en la casa. Se dice en las escrituras que, cuando uno establece el primer contacto con un maestro espiritual, es de suma importancia que se le hagan las debidas ofrendas. Las circunstancias que rodeen ese primer encuentro determinan el número de enseñanzas que se van a recibir en el futuro y el progreso que se podrá hacer. Por ejemplo, cuando Milarepa conoció a su maestro Marpa, carecía de bienes materiales y ofreció su propio cuerpo, su palabra y su mente al lama. Después estuvo mendigando y de este modo pudo ofrecerle un pote vacío con cuatro asas. A fin de crear condiciones benéficas, Marpa llenó el pote con mantequilla, encendió un cabo y a continuación hizo sonar las cuatro asas con gran estrépito. De este modo, Marpa creó las condiciones adecuadas para que Milarepa llegase a la iluminación en el transcurso de su vida y pudiese ayudar a muchos seres. Cuando fui a ver a Lama Yeshe, yo no había llevado ninguna ofrenda, y ésta fue la causa de haber recibido muy pocas enseñanzas de él. Chumbi había llevado un poco de arroz, que puso en un cuenco con una rupia y una vieja khata, y se lo ofreció todo al lama en mi nombre. Lama Yeshe preguntó si yo tenía permiso de Gueshe


Lama Zopa y Lama Yeshe a principios de los setenta.

cuarto. Otros dos monjes, Lhundrub Rigsel y Lozan Nyima, también se alojaban allí y ayudaban en diferentes tareas. Lama Yeshe había solicitado a la administración del monasterio que les proporcionaran sus propias raciones de arroz, lentejas, aceite y otros productos, para que pudieran preparar su comida aparte. A veces era el propio lama el que hacía la comida pero, por lo general, cocinaban Lhundrub o Lozang Nyima. Este último era el que cuidaba de mí, lavándome la ropa y acompañándome a todas partes. Tras haberse convertido en mi tutor oficial, lo primero que hizo Lama Yeshe fue quitarme todas mis pertenencias, incluido el reloj que me había regalado Guen Lozang Gyatso. Sentí mucho la pérdida de mi reloj y me pasé todo un día llorando. Lama Yeshe no sabía cuál era el motivo de mi llanto y pensó que todo se debía a la partida de Guen Lozang Gyatso. Yo no hice el menor comentario pero seguí llorando, aunque al cabo de un tiempo terminé

olvidándome del reloj. Muchos años más tarde conté esta anécdota a Lama Yeshe, y él me dijo: “¿Así que estabas tan apegado a tu reloj?”. Acto seguido abrió una caja, sacó el viejo reloj y me lo devolvió, de modo que volví a llevarlo de nuevo. Por las tardes, cuando hacía mucho calor, Lama Yeshe solía tumbarse un rato y pretendía estar durmiendo, si bien lo que hacía en realidad era meditar. Solía decirme: “Kusho, túmbate un rato y descansa”, pero yo no tenía ganas de dormir y lo que hacía era sentarme en la cama y ponerme a leer o pintar. Por la noche, cuando todo estaba tranquilo y fresco y podíamos oír roncar a los demás, Lama Yeshe se ponía a leer las escrituras sagradas. Por mi parte, yo también pasaba la noche leyendo y meditando sobre las enseñanzas, y descubrí que necesitaba muy pocas horas de sueño. A menudo reflexionaba sobre lo importante que era haber obtenido un cuerpo humano perfecto y sobre el sufrimiento que supone nacer como un animal, como un perro o un mosquito, por ejemplo. Reflexionando sobre estos temas, llegué a un punto en el que me resultaba más difícil dormir que continuar la vigilia. Quería pasar todo el tiempo creando méritos para asegurarme de que no renacería como un animal. Durante los años siguientes, Lama Yeshe me dio enseñanzas sobre los principios filosóficos, lógica, fragmentos de los comentarios sobre Madhyamaka y Prajnaparamita, compuestos por Jetsun Chökyi Gyaltsen, y fragmentos de los Cinco Tratados de Maitreya. A lo largo de estos años pasados en Buxa, sufrí mucho con la tuberculosis. Tosía mucho y me quedé muy delgado. Un día recibimos una carta de Guen Lozang Gyatso invitándonos a Lama Yeshe y a mí 38

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Rabten, y Chumbi le dijo que sí. Entonces me dijo que entrase en la habitación y me hizo sentar en la cama a su lado, dado que yo era un “lama reencarnado”. La habitación era muy pequeña y advertí que en la ventana en la que estaba detrás de Lama Yeshe había un hormiguero; había hormigas por todas partes. Durante esa primera hora en que estuve sentado al lado de Lama Yeshe no logré entender ni una sola palabra de todo cuanto dijo. Sólo recuerdo que se refería al proceso de causa y efecto. Yo sólo pensaba en por qué el lama hablaba tan deprisa, por qué no podría hacerlo más despacio. Debido a que había ido allí con una mala actitud, aquel día no logré entender nada y lo pasé muy mal. Sin embargo, el segundo día la cosa resultó más fácil y pude entender lo que el lama decía. Creo que el episodio que acabo de contar muestra que he sido guiado, durante muchas vidas, por Lama Thubten Yeshe. Aun cuando no deseara estudiar con él, existían fuertes lazos kármicos entre nosotros. Él me había ayudado en muchas vidas anteriores y continuó haciéndolo en la vida presente, mientras que la que recibimos de nuestros maestros se prolonga al futuro, y es muy difícil poder recompensar su gran bondad. Al cabo de un tiempo, cuando Guen Lozang Gyatso comprobó que yo estaba muy bien atendido por Lama Yeshe, decidió marcharse de Buxa para hacer un retiro. Le dio algo de dinero al lama para mis gastos y le pidió que se ocupase de mi bienestar y de mis estudios. Lama Yeshe aceptó y Guen Lozang Gyatso me regaló un magnífico reloj como obsequio de despedida y partió para Bután. Me trasladé entonces a la casa en la que vivía Lama Yeshe, que estaba en lo alto de la colina, y compartí su

Foto: ©Lama Yeshe Wisdom Archive

Durante esa primera hora en que estuve sentado al lado de Lama Yeshe no logré entender ni una sola palabra de todo cuanto dijo. Sólo recuerdo que se refería al proceso de causa y efecto.

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