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Un Examen de las Condiciones Causales En el Sutra Solicitado por Madröpa, Buddha dijo: Todo aquello que se origina a partir de condiciones no se origina. No tiene la naturaleza de la originación. Todo lo que depende de condiciones se describe como vacío, y conocer la vacuidad es la manera de ser cuidadoso.
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EN ESTE CAPÍTULO, Nagarjuna explica el significado de este pasaje y demuestra su validez mediante razonamiento lógico. La razón de que Nagarjuna compusiera este capítulo fue que la gente cree que las condiciones causales son reales. Como resultado de ello, creen que las cosas suceden realmente. Creen que la originación es real. Cuando creen esto, les es difícil creer en la vacuidad, y adquirir la confianza de que todos los fenómenos son vacíos de existencia inherente. Sin embargo, para entender la verdadera naturaleza de la realidad, hemos de darnos cuenta de que en realidad nunca ocurre nada. Hemos de darnos cuenta de que la originación y el nacimiento no son reales. Por consiguiente, Nagarjuna analiza las causas, las condiciones y la originación, y demuestra que, de hecho, son vacías de cualquier naturaleza inherente. Empecemos examinando este verso pronunciado por Buddha. Cualquier cosa que haya en el samsara o el nirvana, sólo puede pasar a existir en dependencia de sus causas y condiciones específicas. No hay nada que pueda originarse; no hay absolutamente 23
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ningún acontecimiento de originación que pueda ocurrir sin que la presencia de estas causas y condiciones permitan que suceda. Esto es válido para la originación de todos los fenómenos impuros del samsara y todos los fenómenos puros del nirvana. Sea cual sea la originación, sólo puede suceder en dependencia de una reunión específica de causas y condiciones. Si no ese así, no tendrá lugar. Además, cualquier cosa que se origine en dependencia de causas y condiciones no se origina de verdad. Un modo de entender esto es ver que no es cierto que una sola causa o una sola condición puedan hacer que algo pase a existir, sino que muchas causas y condiciones deben juntarse para que cualquier resultado específico se origine. Así, si observamos cualquier resultado específico y, en primer lugar, vemos que requiere la coincidencia de un número de causas y condiciones para producirlo, entonces podemos observar esas causas y condiciones y ver que cada una de ellas requiere también que un número increíble de causas y condiciones produzcan su originación. Podemos retroceder más y más y pasar incluso a las causas y condiciones más sutiles, y nos encontramos con que tampoco estas existen independientemente, sino que solo pueden existir en dependencia de una multitud de sus propias causas y condiciones. Entonces nos damos cuenta de que nada existe independientemente con una naturaleza propia, de que verdaderamente no hay nada. Todo es como un sueño y una ilusión. Lo mismo se puede decir acerca de todos los pensamientos que surgen en nuestras mentes, ya sean buenos pensamientos, malos pensamientos o neutrales. No hay un solo pensamiento que pueda originarse por sí mismo, que pueda decidir pasar a existir y luego nacer. Los pensamientos sólo pueden surgir cuando se juntan muchas causas y condiciones para producirlos. Puesto que estas causas y condiciones también existen sólo en dependencia de sus propias causas y condiciones, y esas causas y condiciones, a su vez, necesitan sus propias causas y condiciones para poder originarse, y así sucesivamente, todas ellas son vacías de existencia inherente. Por consiguiente, el surgimiento de pensamientos es vacío de toda naturaleza inherente. De este modo, podemos ver que cualquier cosa que se origine en dependencia de causas y condiciones es vacía de verdadera existencia porque, en realidad, no se origina en absoluto. Conocer esta vacuidad es la mejor forma de ser cuidadoso. La razón de esto es que todo lo que experimentamos en esta vida es apariencia-vacuidad; sin embargo, si pensamos que es real, podemos esforzarnos en intentar ser cuidadosos, pero, de hecho, nuestra confusión acerca de la naturaleza básica de nuestras experiencias nos hará ser descuidados. Por otro lado, quienes obtienen una certeza estable de que sus experiencias son apariencia-vacuidad, y de que, por lo tanto, no son más reales que una ilusión, entienden correctamente la verdadera naturaleza de las cosas, y aunque pueda parecernos que son descuidados, ¡en realidad son más cuidadosos que nadie! El primer verso de este capítulo dice: No a partir de sí mismas, no a partir de otras, no a partir de ambas, ni sin causa: Las cosas no se originan nunca, en ningún lugar. 24
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Este verso prueba que las cosas no se originan, porque no se originan a partir de ninguno de los cuatro extremos: No se originan a partir de sí mismas, a partir de algo distinto de sí mismas, a partir de sí mismas y de algo distinto de sí mismas a la vez, y no se originan sin ningún tipo de causa. Estas son las únicas cuatro formas posibles en que las cosas puedan originarse, y puesto que ninguna de ellas es válida, las cosas realmente no se originan. Por lo tanto, las cosas realmente no existen. ¿Por qué las cosas no se originan a partir de sí mismas? Si lo hicieran, el término originación carecería de significado. Cuando se dice que algo se origina, esto significa que pasa a existir por primera vez. Sin embargo, si las cosas se originaran a partir de sí mismas, ¡primero tendrían que existir para poder originarse a partir de sí mismas! ¿Qué sentido tendría decir que algo «se originó» después de que ya existiera? ¿Qué necesidad tendría de originarse entonces? Este es uno de los defectos de este argumento. Otro defecto de esta postura es que si las cosas realmente se originaran a partir de sí mismas, su surgimiento nunca tendría fin. Esto es así porque si las cosas se originaran después de que ya existieran, ¿qué interrumpiría su surgimiento? Lo que observamos en el mundo es que el proceso de originación termina cuando la cosa que se ha originado existe plenamente. Sin embargo, como se ha explicado antes, si las cosas se originaran a partir de sí mismas, deberían existir primero para estar presentes y poder producirse a sí mismas. Deberían originarse otra vez incluso después de que ya existieran. Existirían, después se originarían, después existirían, después se originarían, y ¿qué es lo que jamás interrumpiría su necesidad de originarse una y otra vez? Así, la originación continuaría perpetuamente. Las cosas tampoco se originan a partir de algo diferente de sí mismas, pues si lo hicieran, se originarían a partir de cosas que no fueran sus causas así como a partir de cosas que fueran sus causas. Aquí, cuando decimos que dos cosas son diferentes entre sí, queremos decir que no hay conexión entre ellas: son entidades separadas y completamente independientes. Son como un caballo y una vaca. Así pues, si las cosas se originaran a partir de otras cosas que fueran completamente separadas e independientes de sí mismas, podrían originarse a partir de cualquier cosa. No sería necesaria ninguna conexión o relación para que una cosa pudiera producir a otra. La oscuridad se originaría a partir del fuego, la cebada crecería a partir de semillas de trigo, etcétera. No habría ninguna razón para que esto no pudiera suceder, porque cosas diferentes estarían originándose a partir de cosas diferentes. Otra razón de que las cosas no se originen a partir de algo diferente de sí mismas es que si lo hicieran, la causa y el resultado tendrían que existir al mismo tiempo. Para que dos cosas sean diferentes entre sí, tiene que haber dos cosas para empezar. Si sólo hay una cosa, ¿de qué es diferente? Tomemos como ejemplo una semilla y un retoño. Si el retoño realmente se origina a partir de la semilla que es diferente de él, entonces el retoño y la semilla tendrían que existir simultáneamente para ser mutuamente diferentes. Si en un momento dado sólo uno existiera, no tendría al otro para ser diferente de sí mismo. Sin embargo, la causa y el resultado no coexisten; son secuenciales. Cuando existe la semilla, el retoño no existe, y cuando existe el retoño, no existe la semilla. Por lo tanto, 25
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no se puede decir que la semilla y el retoño sean diferentes entre sí puesto que sólo existe uno a la vez. Nunca existen simultáneamente, por lo que nunca se puede hacer ninguna comparación entre los dos. No podemos decir que sean dos cosas diferentes porque nunca hay «dos» cosas juntas; sólo una de las dos está presente en cualquier momento. Así pues, no se puede decir que el retoño se origine a partir de una semilla que sea diferente de sí mismo, y de este modo se refuta la originación a partir de otro. La tercera posibilidad es que las cosas se originen a partir de sí mismas así como de algo distinto de sí mismas. El problema con esto es que todos los defectos inherentes en las dos primeras posturas forman parte de esta tercera. El combinar el primer punto de vista erróneo con el segundo punto de vista erróneo no elimina los defectos de los dos primeros puntos de vista; simplemente los combina en un tercer punto de vista erróneo. La cuarta posibilidad es que las cosas se originen sin ninguna causa. Sin embargo, si lo hicieran, o bien se originarían siempre o no se originarían nunca. Ocurriría así porque la originación de las cosas no estaría relacionada con causas y condiciones. Así, un resultado se originaría siempre porque, como su originación no dependería de causas y condiciones, se originaría ya se dieran sus causas y condiciones o no; o bien nunca se originaría porque, como no tendría ninguna relación con sus causas y condiciones, aunque se dieran no podrían producirlo. Además, si las cosas se originaran sin causa, entonces todos los esfuerzos que la gente en el mundo pone en traer cosas a la existencia serían en vano. ¿Para qué plantarían semillas los granjeros si las cosechas se originaran sin causa alguna? Así podemos ver que esta cuarta posibilidad queda refutada por nuestra propia experiencia directa del mundo. Por consiguiente, la originación no ocurre de ninguna de estas cuatro maneras, y por lo tanto no es real. Entonces, ¿cuál es la naturaleza de la originación que vemos suceder en el mundo todo el tiempo? Es una mera apariencia, exactamente igual que la originación que parece ocurrir en sueños. Mientras soñamos y no sabemos que estamos soñando, creemos que la originación que vemos suceder en el sueño es real. Sin embargo, tan pronto como reconocemos que estamos soñando, sabemos que la originación es una mera apariencia que no contiene ningún tipo de realidad. En términos de la naturaleza última del sueño, trasciende tanto la noción de «real» como la de «falso»: es la igualdad de real y falso que trasciende toda fabricación conceptual. Lo mismo es válido para las apariencias de originación durante el día. Cuando no las analizamos, parecen ser reales y pensamos que son reales. En el nivel del análisis superficial, podemos aplicar los razonamientos descritos antes y encontrar que la originación no es real después de todo; es sólo una mera apariencia. Finalmente, en el nivel del análisis completo, descubrimos que la verdadera naturaleza de la originación trasciende la existencia y la no-existencia; es la igualdad de ambas. Así es como las tres etapas de la ausencia de análisis, el análisis superficial y el análisis completo se aplican a la originación que aparece durante el día y en sueños. En la tradición del Mahamudra, la profunda colección de instrucciones que describen la verdadera naturaleza de la mente y cómo meditar en ella, se explica que la mente no se origina, permanece ni cesa. Es analizando del modo como se describe en este capí26
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tulo como podemos llegar a entender eso. Lo mismo es válido respecto al sufrimiento: el sufrimiento no se origina a partir de ninguno de los cuatro extremos, y por lo tanto no ocurre realmente. Verdaderamente no se origina, ni permanece, ni cesa. Sin embargo, debido a nuestra confundida creencia de que el sufrimiento realmente ocurre, pensamos que sufrimos, cuando el hecho es que en realidad no es así. En la misma línea, en su canción No Nacimiento, No Base, y Unión, el señor de los yoguis Milarepa cantó: La verdadera naturaleza de las apariencias es que nunca han nacido. Si el nacimiento parece ocurrir, es sólo apego, nada más. La rueca de la existencia no tiene base ni raíz. Si hay una base o raíz, esto es sólo un pensamiento. Es importante saber lo que Milarepa enseñó acerca de estas cosas. La verdadera identidad de lo que las cosas son es que nunca suceden; nunca pasan a existir. Entonces, ¿qué es lo que ocurre cuando nos parece percibir que las cosas se originan? No es más que nuestro apego, nuestra percepción errónea de algo que en realidad no está ahí. Del mismo modo, la naturaleza del ciclo de existencias del samsara es que carece de fundamento, de base identificable, de soporte o de origen. Cuando creemos que hay alguna base o raíz de nuestra existencia, son sólo nuestros propios pensamientos confundidos los que lo creen, y nada más que esto. Es muy importante separar el modo como las cosas parecen ser del modo como verdaderamente son. Mientras no hagamos esto, seguiremos pensando que nuestro confuso modo de percepción es válido, y nunca conseguiremos liberarnos del sufrimiento que esa confusión nos causa. Tenemos que empezar a ver que la verdadera naturaleza de la realidad no es como superficialmente aparenta ser para nosotros.
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Un Examen del Venir y el Ir En el Sutra Solicitado por el Bodhisattva «Brillante Inteligencia», Buddha enseñó: La forma no viene y no va.
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EN ESTE CAPÍTULO, Nagarjuna demuestra la validez de esta afirmación con razonamiento lógico. Nagarjuna compuso este capítulo como respuesta a quienes reivindicaban, «Las cosas no tienen la naturaleza de la vacuidad porque vienen y se van, las vemos venir e irse todo el tiempo; ¿cómo podrían no existir?» Así es para los seres confusos: Vemos las cosas venir e irse, pensamos que ese venir e ir es real, y tenemos experiencias que parecen confirmar que el venir y el ir son reales. Como resultado de estos acontecimientos, llegamos a la conclusión de que los fenómenos no son vacíos de verdadera existencia. Así, era necesario que Nagarjuna demostrase que el venir y el ir no son verdaderamente existentes para ayudar a sus oponentes, y también a nosotros, a comprender que las cosas tienen en realidad la naturaleza de la vacuidad. Estos tres acontecimientos –que el venir y el ir parecen ser reales; que entonces pensamos que son reales, y que tenemos posteriores experiencias en relación con ellos que parecen confirmar nuestra creencia de que son reales– no bastan para demostrar que el venir y el ir realmente existen. Todas estas cosas suceden en sueños, por ejemplo, y sin embargo el venir y el ir que aparecen en sueños no son reales en absoluto. De modo 29
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similar, suceden en las ilusiones, en las películas, con los e-mails y con las lunas reflejadas en el agua. Todos estos ejemplos de formas vacías demuestran que sólo porque algo parece ser real, esto no prueba que lo sea. Pensemos en todas las formas y colores, todas las diversas imágenes que se nos aparecen en sueños. Sea lo que sea lo que aparece en el sueño, no vino de ninguna parte, y no va a ninguna parte. Asimismo, todos los seres en la totalidad de los seis reinos del samsara no vienen de ninguna parte, y no van a ninguna parte. Si los seres en el samsara vinieran de alguna otra parte, entonces deberían venir de algún lugar que no fuera samsara, lo cual significa que deberían venir del nirvana al samsara, y luego regresarían al nirvana. Sin embargo, no es así -los seres en el samsara no vinieron del nirvana al samsara, o sea que no vinieron de ninguna parte, y por lo tanto tampoco van a ninguna parte. La verdadera naturaleza de los seres es vacía de venida y de ida. Puesto que los seres en sí mismos no vienen ni van, entonces lo mismo debe ser cierto respecto a la ignorancia de los seres y su errónea creencia en la verdadera existencia del ego, que son las raíces de la existencia cíclica, así como respecto a las aflicciones mentales que se originan a partir de éstas y el sufrimiento que proviene de las aflicciones mentales. Todas estas son cosas que realmente no vienen de ninguna parte y no van a ninguna parte. Su naturaleza trasciende el venir y el ir. En los Sutras Prajñ›p›ramit›, los Sutras de la Sabiduría Trascendente, Buddha enseñó que todos los fenómenos tienen la naturaleza de la vacuidad porque son vacíos de venir y de ir. Por ejemplo, en el Sutra del Corazón de la Sabiduría Buddha afirmó: No hay ignorancia ni ningún final de la ignorancia. La ignorancia no existe realmente porque no viene de ninguna parte y no va a ninguna parte, y puesto que para empezar, de hecho, no existe, no puede haber un verdadero final para ella tampoco. El primer verso de este capítulo dice: En el camino que se ha recorrido, no hay movimiento, en el camino que no se ha recorrido, tampoco hay movimiento, y en algún otro lugar aparte del camino que se ha recorrido y el que no, no se percibe movimiento alguno. Cuando nos hacemos la pregunta «¿El movimiento se produce realmente?», tenemos que buscar el movimiento en el camino allí donde ocurriría si realmente existiera. Cuando lo hacemos, podemos decir que de hecho no hay movimiento a lo largo de este camino, porque no hay movimiento en la parte del camino que uno ya ha recorrido; no hay movimiento en la parte del camino que uno todavía ha de recorrer; y entre estos dos, no hay ningún lugar donde podamos ver que se produzca algún movimiento en absoluto. Por consiguiente, por estas tres razones, no existe eso que llamamos movimiento. La primera razón, que no hay movimiento en el camino que ya se ha recorrido, es 30
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válida porque ya hemos atravesado esa parte del camino. Por definición, ahí no está sucediendo nada, porque ya nos hemos trasladado a lo largo de esa parte del camino. Ya no hay ninguna posibilidad de movimiento en ella. La segunda razón también es válida. No hay movimiento en el camino que todavía hemos de recorrer porque el movimiento aún no se ha producido en él. Todavía no ha ocurrido ningún movimiento en él porque todavía no hemos estado allí. Así pues, tampoco hay ningún movimiento en ese camino. La tercera razón es asimismo válida -esto es, que no se puede observar ningún movimiento en alguna parte del camino que no hayamos recorrido ni no recorrido. La razón de esto es que no existe esa parte del camino, no hay un lugar en el que no hayamos estado ya o al que todavía tengamos que ir. Prescindiendo de la parte del camino en la que ya hemos estado y la parte en la que todavía no hemos estado, no hay nada entre las dos. Si dividimos el camino en estas dos partes, no podemos encontrar ninguna tercera parte. Por lo tanto, en ella tampoco hay movimiento. De modo similar, aparte del movimiento que ha ocurrido en el pasado y el movimiento que no ha ocurrido en el futuro, no hay movimiento presente; no hay ningún acto de movimiento. Uno puede decir, «Después de todo hay movimiento, porque hay el movimiento presente de las piernas andando». En realidad, sin embargo, ese movimiento es una mera apariencia, porque entre el movimiento que ya ha ocurrido y el movimiento que todavía ha de ocurrir, no hay ningún momento presente de movimiento -simplemente no podemos encontrarlo. Por ejemplo, pensemos en nuestro dedo moviéndose hacia delante y hacia atrás. En cualquier momento dado, entre el movimiento que ya ha sucedido y el movimiento que todavía no ha sucedido, no podemos encontrar ni el más pequeño instante en el que el movimiento pueda ocurrir. Así, sea cual sea el punto en el tiempo que observemos, no podemos encontrar ningún movimiento presente en él, si pensamos en ello de esta manera sutil. No hay movimiento del dedo porque entre el movimiento que ya ha ocurrido y el movimiento que todavía ha de ocurrir no hay movimiento presente. Chasqueemos los dedos y veamos si podemos encontrar el chasquido de dedos en el momento en que sucede. ¿Está sucediendo en el presente? Cuando chasqueamos los dedos, ¿es eso el presente o el pasado? El primer chasquido de dedos que ha ocurrido es el pasado,ya ha terminado. El segundo chasquido todavía no ha sucedido, de modo que eso es el futuro. Y entre estos dos, no hay un momento presente del chasquido de dedos. Esto no es un análisis relacionado con las cosas en un nivel burdo; es un análisis que mira las cosas desde la perspectiva de los momentos de tiempo más sutiles. Por ejemplo, cuando observamos un chasquido de dedos, ese momento puede dividirse en sesenta y cuatro unidades o instantes individuales, y se dice que estos son los momentos de tiempo más sutiles en términos de lo que puede ser realmente medido. Pero podemos ir todavía más lejos. Podemos examinar incluso estos momentos más sutiles y ver cómo también ellos están compuestos de millones de billones de instantes más minúsculos, y cada uno de estos instantes está compuesto de un número infinito de subinstantes, hasta que finalmente nos damos cuenta de que no hay ningún momento de tiempo verdaderamente existente en absoluto -simplemente no hay nada que sea un «momento presen31
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te». Así, puesto que no hay un tiempo en el que el movimiento pueda ocurrir, en la realidad genuina no ocurre. No hay ningún venir, ningún ir. Puesto que es cierto que en la realidad genuina los fenómenos no vienen ni van, que su verdadera naturaleza está más allá del venir y el ir, también es cierto que nuestro sufrimiento tampoco viene de ninguna parte ni va a ninguna parte. Lo mismo es verdad respecto a nuestras aflicciones mentales -nuestro apego, aversión, orgullo, celos y estupidez-; no vienen de ninguna parte ni van a ninguna parte. Finalmente, todos nuestros pensamientos -no importa cuán profundos o nobles, no importa cuán viles o innoblesno vienen de ninguna parte ni van a ninguna parte. Es importante que apliquemos nuestra comprensión de que las cosas no vienen ni van a estas tres cosas: nuestro sufrimiento, nuestras aflicciones mentales y nuestros pensamientos. Así como las apariencias en sueños, las experiencias en sueños y los pensamientos en sueños no vienen de ninguna parte ni van a ninguna parte, lo mismo ocurre con todos los fenómenos, y es de esta manera como hemos de analizar. Por ejemplo, si fuera cierto respecto a nuestro sufrimiento y nuestras aflicciones mentales que algunos espíritus malignos nos los estuvieran enviando, entonces realmente vendrían a nosotros de alguna otra parte. Si hubiera algún creador que nos estuviera enviando todas estas malas experiencias, en ese caso también vendrían a donde estamos desde alguna otra parte. Ninguno de estos dos es el caso, sin embargo, y por lo tanto el sufrimiento, las aflicciones mentales y los pensamientos no nos vienen de otra parte, y no se van a ninguna parte cuando han terminado con nosotros. A pesar de esto, sigue siendo cierto que hay apariencias superficiales, meras apariencias de estas cosas, que se originan debido a la conjunción de causas y condiciones. Por esto en su Canción del Profundo Significado Definitivo Cantada en la Cordillera Nevada, el señor de los yoguis Milarepa cantó: Cuando estás seguro de que el trabajo de la conducta es luz luminosa, y estás seguro de que la interdependencia es vacuidad, un hacedor y un hecho refinados hasta desaparecereste modo de trabajar con la conducta, ¡funciona muy bien! En este verso, Milarepa cantó sobre su certeza de que las apariencias surgen en dependencia de la reunión de causas y condiciones, y al mismo tiempo que aparecen, no tienen naturaleza inherente -su naturaleza es vacuidad. Hemos de aplicarnos a obtener la misma certeza que Milarepa obtuvo. Por consiguiente, hemos de tomar este análisis de las cosas, que demuestra que no vienen ni van, y aplicarlo a nuestro sufrimiento, nuestras aflicciones mentales y nuestros pensamientos, y ver que estas tres cosas no vienen ni van. Si ponemos esto en verso: Mientras que miramos con nuestros ojos y parece que las cosas vienen y van, cuando analizamos con inteligencia, no podemos encontrar absolutamente ningún venir o ir. Por lo tanto, sabed que el venir y el ir son como sueños y lunas en el agua. 32
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Una luna en el agua es un ejemplo muy bueno al que referirse en este análisis del venir y el ir. Si una luna brilla sobre el agua de un lago y andamos alrededor del lago hacia la derecha, debido a la conjunción de ciertas causas y condiciones la luna parece seguirnos hacia la derecha. Para nuestros amigos que están andando alrededor del lago hacia la izquierda, sin embargo, debido a otras causas y condiciones ¡la luna parece seguirlos hacia la izquierda! Y para nuestros amigos que permanecen quietos, la luna parece estar inmóvil. Mientras tanto, sin embargo, no hay ninguna luna moviéndose en absoluto. De este modo, al mismo tiempo que las cosas parecen venir e ir debido a la coincidencia de causas y condiciones, en realidad no hay absolutamente ningún venir o ir. Si ponemos esto en verso: Cuando analizamos con inteligencia, no podemos encontrar ningún sufrimiento; sin embargo, el sufrimiento es algo que experimentamos directamente. Por lo tanto, sabed que el sufrimiento es apariencia-vacuidad, igual que el sufrimiento en un sueño. Cuando lleguemos a tener la certeza de que el sufrimiento que aparece es vacío de venir y de ir, el sufrimiento se disolverá por sí mismo, y experimentaremos su verdadera naturaleza, que es abierta, espaciosa y relajada.
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