El viento nino de Abril
Colección Extravaganza
jugaba entre surtidores volviendo espadas de agua en diamantes de colores. El viento nino de Abril, Juan Manuel Flores
Ediciones En Huida
Ediciones En Huida - Juan Manuel Flores - Poesía inédita - Extravaganza
Juan Manuel Flores
Juan Manuel Flores El caballero-nino
Juan Manuel Flores Talavera, poeta, es una de las figuras claves de lo que se ha dado a conocer como el nuevo flamenco. A finales de los 70 fue partícipe de una de las etapas más prósperas y fructíferas del flamenco y la canción andaluza. Todos hemos llevado y llevamos, arraigado allí de donde nunca se desprenden las cosas hondas, en el vientre, en el pecho, en el corazón, sus versos cantados y hechos universales. He aquí una antología de su producción poética inédita que nace a modo de reconocimiento de este genio que fuera, de este genio que es, pues su poso quedó allí donde el legado se hace eterno: en la memoria colectiva, en el acervo del pueblo. Una poesía inédita que ve la luz y dimensiona al artista, al poeta, al hombre. Gracias, Juan Manuel.
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Colección Extravaganza - poesía
Ediciones En Huida
© de los textos: herederos de Juan Manuel Flores Talavera © de Caballero-nino: Marianna Maierù © de Vox populi: Agustín María García López © del poema Vida: Luis Flores Talavera © del Dame tu meido, más miedo: Juan Manuel Flores Batista Coordinador editorial: Ediciones En Huida Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) ISBN: 978-84-941773-3-0 Depósito Legal: SE 2112-2013 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es
El caballero nino por Marianna Maier첫
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HA LLEGAO LA MANANA: LA INTRAHISTORIA Todo empezó por una palabra desconocida que me llamó la atención una noche de octubre de 2011 por la calle Salado (Triana, Sevilla): arrayán, palabra de órigen árabe que significa “el aromático”, también llamado mirto. Un chico tenía entre sus manos una hojita de esta planta. No conocía ni la palabra, ni el olor y me acerqué por simple curiosidad de saber qué era. Olía tan bien... Fue el principio de una gran amistad que me llevó hasta aquí. Aquel chico, Manuel Sualis2 , ha sido el primer eslabón, ha sido quién me ha dado la idea para arrancar con la búsqueda del Poeta. Ese fue el principio de una dulce aventura emprendida a principio de enero de 2012. Cuando fui dando los primeros pasos por las calles del barrio de Triana, no tenía mucha idea de dónde me llevarían mis encuentros, mis búsquedas. Eso es lo asombroso e increíble de la vida que, como dicen algunos, es solamente un encuentro tras otro.
Comencé, sobre todo, preguntándole ala gen-
2 Manuel Sualis es crítico y promotor de flamenco, presidente de la Asociación de Cultura Flamenca Samaruco y colaborador de varias publicaciones nacionales e internacionales de temática cultural. Ha sido director de varios programas de radio flamencos, creador e impulsor del Ciclo de Espacios singulares de Flamenco de Sevilla. Actualmente dirige el FAB’s, el primer festival dedicado a las academias de flamenco de Sevilla y coodirige la Ruta Flamenca por Triana.
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te mayor por el poeta. Muchos me llevaban a otras fuentes, a otros caminos, a otros poetas. Recuerdo con mucho carino un día de febrero de 2012 cuando me crucé con Manuel por la calle Alfarería. Me contó su vida: llevaba los coches de caballos que, hasta nuestros días, llenan las calles de la capital hispalense para mostrar las bellezas de la ciudad a los turistas. Fue entranable. Gracias a él, descubrí un pequeno monumento al principio de la calle Castilla dedicado a la soleá de Triana: unas placas de cerámica que recitan muchas de las letras de este cante. En ese mismo momento conocí a Carmen Gutierrez Marina, una mujer de la calle Pureza, que se convirtió en punto de referencia para mí y mi vida en Sevilla. Nos hicimos amigas. Ella fue la primera vecina trianera que me ayudó a buscar al Poeta. Sin más datos que las “habladurías” de la gente, estaba confundida y perdida. Además, no quise documentarme mucho. No quería ser influenciada por nada. Tenía claro que las cosas tenían que salir de manera espontánea. Llegar a mi destino naturalmente. Y así me eché a la calle, siguiendo sus pasos. Buscándole. Callejeando iba descubriendo. Y un día entré en un bar de la calle Castilla, el Canijo, y el dueno, Juan, me dijo: “Claro, el poeta Juan Manuel Flores. Juanmi su hijo vive aquí atrás. Él también escribe poesía. Cuando quieras te paso el número”.
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Sevilla, primavera de 2012. Aunque había llegado a destino y tenía bastantes datos para contactar con la familia, no estaba segura y la incertidumbre me hizo esperar. Como se dice, puse en “barbecho” el asunto. Mi trabajo cada día tomaba una forma distinta; me llevaba a sitios desconocidos, a aprendizajes nuevos. Incluso, ha habido un momento de gran incertidumbre: no quería seguir, me podía la responsabilidad y esto me bloqueó por completo. Sacar a la luz toda una obra que, él mismo, solo quería que volara por los cielos y que no quería que se atrapara en un libro. Escribir sobre alguien que no perseguía la fama sino la sencillez absoluta en casi total anonimato. ¿Quién soy yo para hacer todo eso? No obstante, el vínculo que se ha creado con los familiares a lo largo de este tiempo, me ha dado la fuerza y la confianza para seguir adelante. Han confiado en mí y mi vida se ha enriquecido, se ha vuelto “verdadera” desde el momento en que los versos de Juan Manuel Flores me acompanan cada día. Además, creo que otros, a partir de ahora, podrán disfrutar también de sus poemas y que su mensaje podrá llegar a todas las personas dispuestas a recibirlo. Mi gran esperanza es que su poesía sea luz para todos los que se acerquen a ella como lo ha sido para mí y como lo es para su familia y las personas que, a lo largo de mis andanzas, siguiendo los pasos del Poeta, he conocido y me han enrique27
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cido, apoyado y empujado para ir hasta el fondo. El entusiasmo y la alegría de cada uno de ellos al hablar de Juan Manuel Flores me ha ido convenciendo de que estaba haciendo algo muy bonito, no solamente para mí o mi carrera, sino para mucha gente que, con su risa en la mirada, me ha hecho entender que el momento había llegado, tras muchos anos de silencio. Porque la verdad, aunque Juan Manuel Flores Talavera no es conocido por el “gran público” como poeta ha sido, y sigue siendo, un punto de referencia fundamental para muchos. Todo esto queda perfectamente explicado por una nota de Gualberto3 en su blog: “Laberintos. A veces hace falta pasar por un auténtico laberinto para salir a la luz. Los laberintos que transcurren a través del tiempo son lo más complicados de superar, pero son en los que, casi siempre, intervienen los dioses cuando es una causa justa, no importa el tiempo que haya transcurrido intentando salir del laberinto. 3 Gualberto García Pérez guitarrista, director musical, amigo y companero de Juan Manuel Flores. Todos los días en su blog (http://gualbertogarcia.wordpress.com/) publica una “tapita musical”: una improvisación al sitar, su instrumento de hace muchos anos; con sus propias ilustraciones, comentando lo que va componiendo, contando anécdotas, historias, recordando momentos de su vida artística y personal.
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Se rumorea por Triana que se está moviendo el asunto para reivindicar la figura del poeta de Triana Juan Manuel Flores (ya era hora). Una joven está haciendo una tesis de fin de carrera sobre Juan Manuel Flores ¿Cómo ha sucedido esto? Bueno ese es el laberinto que el tiempo forma y soluciona él mismo. Esta joven es italiana, pero está aquí bailando flamenco, o sea que es bailaora y filóloga, además de hablar ruso. Aquí es donde los dioses, creo, que pueden haber intervenido. Porque ¿no sería lo más normal que con el tiempo que ha pasado se hubiera ya sacado del exilio la obra de Juanma? La calidad de Juanma es innegable, entonces, ¿por qué ha habido de esperar y se sigue esperando tanto tiempo? Bueno, quizás sea porque había que hacer algo acorde con la filosofía y poesía de Juan Manuel Flores, y, al final, el tiempo ha querido que sea una chica, con su tesis y con su ilusión y amor por la obra de Juanma, la encargada de abrir la puerta para que salga del olvido. En fin como hoy no tengo ya mucho tiempo voy a poner una tapita que ya hice hace tiempo, pero que viene bien para hoy porque a esta tapita le puse de nombre árbol sagrado, y cuando se conozca la obra 29
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de Juanma, será como otro árbol tan grande como el que hay en la iglesia de San Jacinto Gualberto García 18 de julio de 2012 Triana”
Unos de los aspectos más interesantes, junto con este de dar luz a su poesía, ha sido conocer la obra de Juan Manuel Flores a través de las voces de “su gente”. Sin saberlo estaba haciendo realidad su voluntad primaria. Voluntad que comparten también los otros poetas de la familia: su hermano y su hijo. Así me lo iba explicando su hermano, Luis Flores: “...Yo conozco su obra casi recién hecha. Lo que no dejaba por las calles lo traía a casa. A lo mejor estaban escritas en servilletas de bares y lo iba guardando en una caja. Tenía muchas cosas de cuando íbamos a Noches del Baratillo, una tertulia poética de poesía popular (…) el defendía la poesía popular y a mí me pasa igual, me gusta que la poesía salga de los libros. En los libros te aburres o te saturas (…) Poesía popular de la calle, con gente de la calle. Muy desnuda (…) sino no la puede entender todo el mundo es como una flor de plástico. Quizás él me transmitió esta idea en la convivencia. Escribir para que nadie me entienda no vale para nada. Y, además, él escribía para la persona que estaba en
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aquel momento, pasado ese momento, le daba igual lo que hacía con ella”. Mi búsqueda y encuentro con Juan Manuel Flores nos ha llevado hasta aquí: la publicación de sus poemas por vez primera. Quiero decir que este trabajo no existiría sin las emociones, las lágrimas, las, risas, los momentos más íntimos vividos con la familiares, algunos de sus amigos y companeros músicos que colaboraron con él. Es fruto de vidas compartidas. Nada más. ‑ . ‑
JUAN MANUEL FLORES, UN CABALLERO-NINO Juan Manuel Flores Talavera nace en Sevilla a los albores de los anos cuarenta, en una Espana gris y tumbada boca abajo tras una guerra civil recién terminada, en una importante familia de arquitectos que dieron luz y forma a la ciudad hispalense. El bisabuelo, Juan Talavera y de la Vega, edificó, por ejemplo, el pabellón llamado “El Costurero de la Reina” (actual Oficina municipal de turismo), situado en los límites de los jardines de las Delicias, el puente de San Bernardo o muchas de las casas del sevillano barrio de Santa Cruz. El abuelo, Juan Talavera y Heredia, por su parte, al principio de su carrera, siendo delineante de Aníbal González (arquitecto de la Exposición Iberoamericana de 31
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1929), realiza obras tan importantes y fundamentales para Sevilla como la reforma de la Plaza Nueva, la Central de la Companía Telefónica (1928) o el Pabellón del Aceite en la Exposición Iberoamericana, entres otras. Juan Manuel Flores entra en contacto a temprana edad con la poesía y el arte; gracias tanto a su padre Manuel Elías, anticuario bastante conocido, que lo introduce en el mundo de la pintura, como a su madre, María Talavera Sánchez-Pizjuán, mujer educada por grandes profesores de la época. Estudia, según la tradición familiar, en el colegio de los padres Escolapios en Sevilla, pero su espíritu libre e independiente hacen que choque con la disciplina impuesta en la escuela, siendo expulsado del colegio. Tras el colegio, estuvo cuatro anos cursando estudios en un seminario en Pilas, pueblo situado a40 km de Sevilla. Fue allí donde desarrolló la parte religiosa que se precibe en su obra. Fue por aquellos anos que Juan Manuel empieza sus andanzas entre los círculos y tertulias literarias de su ciudad natal: entres artistas y bohemios de los tardos anos sesenta sevillanos. La “Noches del Baratillo4”, antes de conver4 La Institución Literaria Noches del Baratillo fue fundada en 1950. Esta la fecha que aparece en el escudo fundacional, y se toma como referencia, pero parece que ya funcionaba como tertulia literaria varios anos antes. De un almacén de hierro y chatarra por la calle Azme, al estudio del escultor Antonio Illanes hasta convertirse, más tarde, en una institución re-
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tirse en institución literaria conocida y renombrada, nació de manera espontánea en la chatarrería del poeta Florencio Quintero. Era ésta una tertulia de carácter popular que también vivía encuentros y lecturas en bares y casas del centro de Sevilla. Juan Manuel conocerá allí a poetas de la talla de Jaime Llorca, Fernando de los Ríos, Manuel Mantero o Concha Fernández, así como a otros artistas, actores, pintores, escultores… que serán los primeros en disfrutar de su poesía y de su arte.
Primero el hombre: poeta. Después... la fuente, la flor, el aire, el cielo la estrella, la melodía, el color, la luz, el sueno el poema... No obstante, no será sólo un lugar que despierte las inquietudes artísticas de Juan Manuel, sino también las políticas. Estas últimas, siempre estuvieron posicionadas claramente contra el franquismo. Esta afición a la poesía popular, entendida como poesía viva, y a las tertulias en torno a ella, la proseguirá, una vez que abandone el círculo de nombrada y reconocida hasta nuestros días. Actualmente, la sede de Noche del Baratillo se encuentra en la calle Macasta, barrio San Julián, Sevilla.
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“Noches del Baratillo”, en el bar La Cuadra, de Paco Lira, íntimo amigo de Juan Manuel y figura sin la que es imposible comprender la vida cultural de esta Sevilla tardofranquista. Tras haber transcurrido su infancia y primera juventud por el centro de Sevilla, Juan Manuel Flores, junto a su familia, a los 20 anos, se traslada al otro lado del río Guadalquivir. Esto, sin embargo, no lastrará nunca su profunda relación con Sevilla. En su nuevo barrio, el Tardón, conocerá a músicos y cantaores flamencos con quien, más tarde, colaborará, pues tomarán sus versos para grandes éxitos que todavía se siguen cantando por todo el mundo; convirtiéndose así en uno de los protagonistas de la etapa del “nuevo flamenco” a partir de 1975. El poeta de la luz. Así define el productor y director musical José Miguel Évora a Juan Manuel Flores. Según el músico sanluqueno, con sus versos pinta de azul el mundo del flamenco: Juan Manuel habla siempre desde la luz. También cuando nos habla de la oscuridad de la vida y del sufrimiento, lo hace sutilmente y desde otro punto de vista totalmente luminoso: la naturaleza como protagonista, sus colores y perfumes.
Sevilla es decir luz y azahar es decir punto y final en un destino... Sevilla
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es una mujer con el alma de cristal llena de lejanos suenos que se le van a la mar... Juan Manuel Flores escribió, además, una obra de teatro para ninos Maya, la luna y el Arlequín, junto a Rosalia Amaya, que aparece como coautora del texto. La obra se ensayó, pero nunca llegó a estrenarse. El poeta parece juntar todos “sus mundos” en esta obra: elementos musicales, visuales y poéticos que el poeta vivió en “primera línea”. La interesante puesta en escena con distintos aspectos de la cultura sevillana: los árboles-ninos con los gorros de plumas, como los armados de la Hermandad de la Macarena en la procesiones de Semana Santa. La mezcla musical “explosiva”: letras flamencas cantadas por bulerías junto a temas del grupo Imán (rock sinfónico andaluz), el Adagio de Albinoni, El Amor brujo del compositor Manuel de Falla y los músicos de la Escolanía de la Catedral de Sevilla para acompanar el minué bailado por los seises de la Catedral, interpretados por elfos. El burrito de Platero y yo, poema en prosa del gran poeta espanol Juan Ramón Jiménez, como protagonista de unos de los cuentos del Arlequín. Espero que pronto podamos, por fin, disfrutar de ella en una teatro con ninos-actores, música, poesía, bailes y cantes. 35
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El lenguaje de Juan Manuel Flores es “refinadamente desnudo”. A través de su mirada, que es “otra”, mira al mundo con los ojos de un “nino adulto”. Su sencillez y elegancia simultáneas, lo hacen comprensible a todo el que se acerque a su obra: el fundamento de sus versos consiste en que toda imagen llegue a cualquier persona. La suya es, esencialmente, en su espíritu y forma, “poesía popular”: poesía desnuda, comprensible a todo ser humano. Naturaleza y espiritualidad son los dos aspectos más recurrentes en su obra. El “cristianismo” de Juan Manuel Flores ha sido objeto de muchas de las conversaciones con sus familiares. Un cristianismo hondo y arraigado en el sentido más profundo y verdadero del significado de la palabra. Y sus versos están marcado por ello. Una “eterna primavera” impregna su obra. La naturaleza es la reina de sus versos: todos los elementos naturales brotan de la pluma del poeta y llegan al papel vivos y auténticos y, a partir de ese momento, vuelven a volar libres. Porque es ésta la esencia y voluntad primaria de Juan Manuel Flores: las palabras atraviesan los folios blancos por un instante, una fracción de segundo, utilizan este medio como trait d’union entre el espíritu del poeta y el aire.
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El papel es el vientre, nada más. Luego, superado este eslabón fugaz pero esencial, los poemas emprenden caminos por el mundo y echan a volar con alas de pájaros que desconocen la oscuridad. Las palabras de Juan Manuel Flores saben de dónde vienen y desprendidas vuelan alto y por boca ajenas surcan mares inmensos. Marianna Maierù Diciembre de 2013
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Juan Manuel Flores: Vox populi por Agustín María García López
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I. Vita Mortem
superavit1.
Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor. Tal es la gloria, Guillén, de los que escriben cantares: oír decir a la gente que no los ha escrito nadie. Procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar, aunque dejen de ser tuyas para ser de los demás. Que, al fundir el corazón en el alma popular, lo que se pierde de nombre se gana de eternidad. Manuel Machado
La poesía popular —y otro tanto les ha ocurrido a los artistas contemporáneos que han logrado estilizarla en sabias composiciones— ha tenido mala prensa. Repárese en que podría haber modificado la frase anterior con el adverbio ‘siempre’, pero he preferido no hacerlo. Pese a todos los eruditos a la violeta, y pese a todos los ¿artistas? que han 1 “La vida venció a la muerte”.
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hecho de un solipsismo estéril su bandera, no ha sido así siempre; y no me refiero a los que —como nuestro padre Rubén— se comunicaban con todos sin que les estorbase su torre de marfil, sino a los que olvidan que la poesía es —y no sólo, por supuesto, pero sí en primera instancia— comunicación; y comunicación total, vocada hacia las diez mil cosas, que, en su presencia inocente, nos tienen a los seres humanos por sus dadores de sentido y hermeneutas. La mala prensa viene de antiguo. Incluso aparece en épocas tan dadas al gusto popular como la Edad Media, que en nuestra tierra florece con el espíritu mudéjar. Según escribe Alcuino de York, “Nec audiendi qui solent dicere, Vox populi, vox Dei, quum tumultuositas vulgi semper insaniae proxima sit” (Epistolae, 166, §9), o lo que es lo mismo, “Y no debería escucharse a los que acostumbran a decir que la voz del pueblo es la voz de Dios, pues el desenfreno del vulgo está siempre cercano a la locura”. Todo arte popular habría sido el pálido reflejo de un gran arte perdido, como llegó a decirse en un momento; y así trataron, en consecuencia, una vez y otra, de inocularnos este antipático virus en nuestros primeros anos universitarios. Afortunadamente, ni entonces ni ahora estuvimos dispuestos a aceptar el dogma inamovible. Se nos iban los ojos detrás de las líneas donde Federico García Lorca distinguía —contemplando el palimpsesto romántico— entre la cultura de la sangre y la cultura académica; la aristocrática sangre humilde de los Ortega, de los Ezpeleta…, de los Flores.
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“Vox populi, vox Dei”; frente a todos los intentos de robarles su esencia común a todas y cada una de las diez mil cosas, que así llamaban los chinos al conjunto de todo lo que hay, siempre hubo una cultura popular acallada, tal vez hoy más que nunca, disfrazada con aquel traje “absurdo, loco, ridículo” que le habían puesto al nino pobre en el poema juanramoniano; cultura popular que aflora en la intrahistoria de Miguel de Unamuno o en la microhistoriografía contemporánea, como cuando Carlo Ginzburg nos narra en El queso y los gusanos la pasión y muerte del molinero Menocchio, que sostenía tesis precristianas de carácter materialista, pensamiento soterrado de raigambre popular que atravesaba, como una marca de agua, como otra marca de agua, el recorrido histórico del Medievo, y que fue imposible sostener en la llamada Modernidad. La órbita popular —y neopopularista—, a la que prestaron sus finos oídos poetas de la significación de Federico García Lorca, Rafael Alberti o Fernando Villalón, puntúa, de una u otra forma, y ya desde la misma dedicatoria “a Aguedilla, la pobre loca de la calle del Sol, que me mandaba moras y claveles”, la biblia del krausismo, que no es otro el verdadero sentido de Platero y yo, como lo demostrara Michael P. Predmore; en dicha órbita se inscribe la obra poética de Juan Manuel Flores, que se constituye en libro de aventuras —recuperado hoy por las mani di fata de Marianna Maierù— donde son indistintos los poemas para ser leídos y las letras para ser cantadas, y aun me atrevería a decir que la más afiligranada tensión poética, “donde llueven las rosas / y la gente no sabe de 43
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tristezas”, se escora, en mayor medida, hacia estas últimas: “Un jazmín dos veces blanco / se mira en el agua quieta, / la noche tiene mil calles / con las ventanas abiertas”. La Rosa de los Vientos abre sus puntas hacia ocho vientos y veinticuatro rumbos. Sumadlos, y tendréis treinta y dos direcciones, que colman de caminos la rosa de la vida. Si recorremos, con nuestro fardel de memorias al hombro, las treinta y dos encrucijadas luminosas, y nos escapamos hacia el universo mundo por los intersticios donde los contrarios se funden y confunden, desembocaremos en los vastísimos campos donde se abren y expanden las dos palabras mágicas por donde rezuma y se resume la poética de Juan Manuel Flores Talavera: la vida. Triste y alegre; alegre y colorista, sobre todo, pese a los posos de honda melancolía que, a veces, se transparentan en sus versos de luz y música de esferas: “amárrame con tus trenzas / a la tierra y a la vida / que tengo tantas heridas / que sé tanto de tristezas…”. Cuando Juan Ramón Jiménez fue requerido para escribir unas breves palabras, a manera de prólogo, para la edición infantil de Platero y yo, dijo que, en el libro, “la pena y la alegría son gemelas, como las orejas de Platero”. Juan Manuel Flores sabía perfectamente que la vida halla en sí misma su propio sentido: “Pero una voz remota me susurra: / Manana el sol será nino de nuevo”. Sin apartarnos del mundo medieval, que hemos tomado como punto de partida, traeremos a colación el verbo numinoso del Maestro Eckhart: “Si nos preguntásemos sobre la vida durante mil anos diciendo ¿por qué vivir? y hubiera una respuesta,
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no podría ser otra que ¡sólo vivo para vivir! Y eso es porque la vida es su propia razón de ser, mana de su propia fuente y fluye de continuo sin jamás preguntar por qué, sólo porque es vida”.
II. Amor
est magis potens quam mors2.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan lleno de aventura. Yo canto su elegancia con palabras que gimen y recuerdo una brisa triste por los olivos. Federico García Lorca
Dos son las formas sagradas del decir. Del sagrado decir sin dogmas ni absolutos. Desde la vertiente ontológica, José Ortega y Gasset nos dice que “[El amor] es un acto centrífugo del alma que va hacia el objeto en flujo constante y lo envuelve en cálida corroboración, uniéndonos a él y afirmando ejecutivamente su ser”. Perfecto. ¿Cómo podría decirse ahora lo mismo desde la otra forma sagrada del decir? Muy sencillo. Y muy difícil, a la vez: “Vendrás atravesando / crepúsculos inciertos / hasta el claro cenobio / de mi verdad rotunda, / te fundirás conmigo, / y ya no contaré / más soledades”. La síntesis de Juan Manuel Flores, “gratia plena”, recoge el carácter fluyente del amor: “Vendrás atravesando / crepúsculos inciertos…”, vida-muerte dura2 El amor es más poderoso que la muerte.
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tiva, extendida, que nunca acaba de abandonar las paradojas del instante. No es sino el crepúsculo, multiplicado en luces —donde la soledad abre su pecho—, la encarnación última de la promesa hecha por el pasado inmediato, plasmada en un futuro que signa el presente prodigio, referido a una verdad que no es lógica, sino moral por emotiva; el ámbito donde eclosiona la cálida corroboración, unión y afirmación del otro. Ante la espada de Damocles que suspende el tiempo sobre los amantes, el poeta susurra la clave que puede conjurarla: “Yo guardaré tus besos / uno a uno, / para poder vivir sin tu presencia”. El poema que sirve de colofón a Más que el mar de Luis Feria concluye con esta sentencia: “Vida o muerte. Es lo mismo”. Cuando paseamos por la Sevilla más honda y humilde, “mi Sevilla / con sus dos trenzas de siglos / sigue siempre siendo nina”, donde nos reciben las viejas joyas arquitectónicas de San Marcos, Omnium Sanctorum, San Gil, San Julián, Santa Marina o, allende el río, Santa Ana, y olemos los mismos jazmines que se desbordaron por los muros de nuestra infancia, cuando “nada me había empanado / la sonrisa, había tanta blancura en mi mirada, / que el cielo era celeste / y se reían las cosas”, volvemos a ser testigos de “la luz con el tiempo dentro”. Retornan —como en la procesión neoplatónica— los días en que nos regalaron el Atlas de Salinas o los Cuentos de Hoffmann. El aire se puebla entonces de ángulos e intersticios por donde fluyen las presencias posibles e imposibles. Se han roto todas las distancias. Ya no tendremos que volver a preguntarnos si Juan Manuel
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Flores, el artista rebelde, el bohemio elegante, el flamenco exquisito, el poeta prodigioso, el amigo excelente…, está vivo o muerto. Decía el poeta Torres Clavijo: “porque es Sevilla, como siempre fuera, / la que canta a la vida en primavera”. Vita mortem superavit. Amor más poderoso que la muerte. El poeta, que ha encarnado el eterno femenino en la lorquiana “torre / enjaezada, de Sevilla”, “llena de arqueros finos”, habrá muerto “gustando primaveras […] / peregrino en el cielo de tus ojos”, tras la promesa de que “vendrá mi sangre cada primavera, / hecha pájaro o flor, / fuente, sal y murmullo”.
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