¡De Andalucía a Harlem! ¡De Harlem por Andalucía!

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¡De Andalucía a Harlem! ¡De Harlem por Andalucía!

Federico Manfredi

Ediciones En Huida

Colección Extravaganza - Poesía


© de los textos y de la ilustración de la portada : Federico Manfredi Ilustraciones: Federico García Lorca Coordinador editorial: Ediciones En Huida Maquetación: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) ISBN: 978-84-945055-7-7 Depósito Legal: SE 393-2016 Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de los editores. Contacte y haga su pedido (sin gastos de envío): ventas@edicionesenhuida.es


Índice “Desde mi balcón lo siento” (carta a Federico)

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¡De Andalucía a Harlem! ¡De Harlem por Andalucía!

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No hay más poema

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Mi corazón cumplió mil novecientos años

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Si estoy triste soy una tristeza

29

Ronda de noche

33

Psicopatología de las ciudades muertas

65

Es la muerte

69

Sí hay que recordar hacia mañana

73

La piel se hacía más íntegra

77

Espadas de saliva

81

Basílicas de espumas sobre el Hudson

85

La vega de Granada en los ojos concretos del Hudson

91

Diálogo del Oscuro amante con Calígine

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¡De Andalucía a Harlem! ¡De Harlem por Andalucía!

Federico Manfredi



“En mis conferencias he hablado a veces de la poesía, pero de lo único que no puedo hablar es de mi poesía. Y no porque sea un inconsciente de lo que hago. Al contrario, si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios, o del demonio, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo, y de darme cuenta en absoluto de lo que es un poema”.

Federico García Lorca

“De todos los seres vivos que he conocido, Federico es el primero. No hablo ni de su teatro ni de su poesía, hablo de él. La obra maestra era él. Me parece, incluso, difícil encontrar a alguien semejante. Ya se pusiera al piano para interpretar a Chopin, ya improvisara una pantomima o una breve escena teatral, era irresistible. Podía leer cualquier cosa, y la belleza brotaba siempre de sus labios. Tenía pasión, alegría, juventud. Era como una llama”.

Luis Buñuel



A mi compadrito Paco, Sangre pura de afilada alegrĂ­a; Sangre mĂ­a de hiriente pureza. A mi primo Perico, Duende y brujo de inspirada sonanta.



“Desde mi balcón lo siento” (Carta a Federico) A Federico García Lorca, poeta divino, universal y amigo de los gatos, en el 79 aniversario de su muerte. Querido Federico, Los caballos me traen dalias de sangre en sus belfos y mensajes crípticos que yo sinceramente no logro descifrar por mucho que lo intente. Hay paisajes de asustadizos telégrafos que deben de ser detenidamente observados. Un llanto puro de niño incrédulo momifica “la calavera de los teatros” y sus labios se van al suelo como el de aquel cetrino marinero enamorado cuyo nombre en este momento no recuerdo. Empieza a hacer frío y los alegres y entregados mosquitos (bichitos milenarios) comienzan a trompetear como una improvisada orquesta que suena desde hace siglos, mientras tanto la tarde se echa sobre nosotros con su plaga de benévolas langostas de azúcar. El cielo hoy adquiere el color de las cepas de las astas de un toro. Hay cuerpos de carne inacabada y míticas

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ciudades paradas donde entre valses las estatuas braman, temblequean, abren sus ojos ante el noviembre limoso; donde la gente escupe carbón machacado y come sombreros de fieltro y pierde la cabeza por el insistente cocear de las viudas fiebres escarlatas. Ya verás como la abeja que soltaste ayer entre rosales volverá con una varita de aromado romero. Y habrá pájaros que canten sobre el alambre de los hospitalarios tendederos y el desperezo de sus alas dejará un silencio múltiple de oriflamas verdes, azules, magentas, cárdenas, rojas, purpuradas en los cielos. Y un devenir de plumadas nubes y entusiasmadas manzanas de un amarillo avispero nublarán los senos de la luna y dejará ciega la tierna carne de los amorcillos que tanto me recuerda el azul, el índigo, la mañana añil de tu infancia entre vegas de tierra luminosa, juncos cimbreantes, majales de peces serenos, arados tirados por milenarias acémilas, asilvestrados ciruelos y remolachas de un blando fuego.

Federico Manfredi Pastor del aire del S. XXI


¡De Andalucía a Harlem! ¡De Harlem por Andalucía! ¡Ay,Harlem!, ¡Ay,Harlem!, ¡Ay,Harlem! No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos, a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro, a tu violencia granate, sordomuda en la penumbra, a tu gran rey prisionero, con un traje de conserje. Federico García Lorca

¡Qué Virgilio de luces y chasquidos os conducen a Harlem! ¡Qué sexo de fauno como un limón raspado! ¡Qué balido de barco y espumas que se parten! ¡Qué grasa de ballena que se expande por la costa como suarda [de anémonas y algas! ¡Qué equilibrio de topacios por los balbucientes vocablos! ¡Qué manita de cal que la aurora esparciera! ¡Qué boca abierta en el lugar de la aguzada oreja!

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¡Andaluces de Harlem! ¡Sefarditas de Sevilla! ¡Almorávides de Granada! ¡Indios de Manhattan! ¡Marineros que navegáis por el aceite de los cielos con vuestra [rudeza granate! ¡Vosotros marenautas embargados por la blanca caracola que [hacen sonar las sirenas! ¡Os he visto recorrer la amarilla vaguada de la carne Los inmensos edificios de la sangre El néctar vertido de las ingles Los paisajes del martillo del hierro del acero del asfalto! ¡Oh negros! ¡oh negros! ¡oh negros! ¡negros de Cádiz! ¡mestizos de granada! ¡Os he visto beber del agua pútrida de los estanques donde se [ahoga un cisne de estameña o fieltro Comer la arena de las manzanas la avena de los distritos [nevados!


¡Qué buceo de monedas de oro como una sola apariencia tras los biombos como un turbio majal de peces por las oficinas por los bancos por las industrias del hambre por los altos hornos del miedo en los cadalsos de la rosa nómada donde una manada de lobos deja un millón de muertos a su paso! Caía la noche en el interior de las bombillas y las furiosas bandadas de pájaros devoraban insectos destripados Los caballos se empotraban contra los muros de las saltarinas venas y los oscuros amantes cortaban sus párpados contemplando las abisales sierpes que se ocultan en la madrépora de los olvidados acuarios Los barberos afilaban sus navajas y los ríos de repente ponían su tenso cuero del revés bajo la luna hueca de los avisperos y las agrias naranjas El tiempo se llevó al niño muerto que cuelga de la platanera Un [agostado piano le servía de panteón o sepulcro ¡Oh niño difunto que desamarrabas la tarde maniatada en el [perímetro de las lechugas!

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¡Oh niño mulato que mondabas patatas y masticabas cada grano de una mazorca de maíz y bebías el ácido exprimido de los arándanos las guayabas los kiwis y los tamarindos ¡Oh negros! ¡Oh negros! ¡Oh Negros de Harlem! ¡Indios de Manhattan! ¡Mestizos de América del Norte! ¡Gitanos del Sacromonte! ¡Yo alabo la lluvia en bronce de vuestra carne! ¡El beso sumergido que os llega con su procesión de blancas [aldeas e intermitentes lucecitas rojas! ¡El amor que dispensáis en el más oscuro rincón de las letrinas! ¡En el vértice más secreto de la noche plagada de ojos y [pequeños cristales de alisios fuegos! ¡En el profundo espejo de los moluscos! ¡En la quemadura de los ácratas labios que recorren una ingle [como un lamido de araña o un ladrido de nube! ¡Despertad cimarrones de la baja Andalucía! ¡Despertad gitanos andaluces que habitáis entorno al río [Hudson!


¡Vosotros negros¡ ¡vosotros negros! ¡vosotros negros! ¡sí! ¡vosotros! ¡Os he visto escapar de las criaturas del lodo y su abismo de [caliente limo De los bosques del yodo De las selvas del mercurio De los desiertos de ayahuasca De [los húmedos manglares y los árboles de la sal! ¡Sí! ¡Os he visto! ¡Perderos por las calles de la amarga quina Comer la pupila breve de un lagarto Dormir ebrios de enceguecedora absenta en los palomares de amianto En las celdas del reposo Subir a los árboles para robar el preciado huevo criselefantino de [los rapaces búhos y las albugíneas lechuzas! ¡Estremeceros por el olor a arepa de algunas madres llorando! ¡Oh mar eterno! ¡Oh amplio océano! ¡Agujeros de agua por la frente del poeta! ¡Oh muchacho triste entre los grandes abanicos y la estación [de los graves hinojos!

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¡Oh machete de acero y bullente cabellera roja bajo el sombrero [de mapache! ¡Heme aquí el pulso! ¡Corazones rotando barcos que zarpan muchedumbres que [bostezan trasminados planetas! ¡De Andalucía a Harlem! ¡De Harlem por Andalucía!


No hay más poema Fue entonces y la tierra despertó arrojando temblorosos ríos de polilla Federico García Lorca

Asta en la mar y yodo en las espumas hueco de altura sumergida No hay más poema Amor que has de venir como terrible topacio de trunca luna como caballo sin herrar como carbunclo a medio día como cuerno con forma de arpa de gacela No hay más poema Ese greñudo vendedor de narices postizas y el peatón indolente que cruza un pedazo de cielo que no se demoran cuando la tarde es más fría No hay más poema Ese falso profeta que dará su sermón en el monte de los [doblados rascacielos del charol y la música No hay más poema

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Corredores de fondo por las riberas del ámbar y obispos dando misa en las sahumadas iglesias a la hora en que las liebres se esconden en sus madrigueras No hay más poema Y los trenes cargados de oro y los trenes cargados de maná para alimentar a un millar de judíos y los trenes cargados de rotulas de huesudas manitas de santo y los trenes cargados de vacas que darán una leche fresca y nueva y el cazador que confundió el lomo de un castor con el de una zarigüeya No hay más poema Y los trenes que transportan la sepia el apagado mineral de los vidriados ojos y los trenes cargados de cicuta y los trenes cargados de manzanas podridas No hay más poema Las asilvestradas criaturas de la noche con su infinita inocencia se bañan y beben de los ríos que mueven en sus aguas las ampollas de penicilinas para la cura de los niños diftéricos con muletas y medias lenguas No hay más poema El barbudo comedor de sapos y el recolector de setas y el terrible amigo de las ardillas y los que hablan por las bocas de las vírgenes suicidas dirán amor


Dirán amor amor amor hasta que en sus bocas se prenda el pasto seco que extraen de la tierra con su infinita quemadura de saliva No hay más poema Y en el verde esquivo de los alisos los niños Aquellos no muertos llorarán bajo el canto alegre de los [petreles y el pico virgen del faisán Y en la curva blanca de las moreras entre súbitos estremecimientos crecerán las orugas y sus gemidos serán temidos como la pinza de un alacrán No hay más poema ¡Las fiebres las aceras! ¡las fiebres las aceras! ¡Las aceras las fiebres! ¡Los tanques de sangre volcados por las calles! ¡La sustancia violeta en los naranjos! ¡El sabor acre de los almendros en los trozos de la venas! ¡El cabeceo indolente de las luces en los arrasados limoneros! ¡Las fiebres que retornan a los puertos de bencina a las [maromas de los barcos con su rosario de anémonas! ¡Las fiebres que dejaran un rastro de avispero como carne [golpeada por la tralla de cuero!

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¡Sí! ¡las fiebres! ¡Las fiebres de los edificios de la ceniza del turbio polvo de la [devoradora plaga de termitas! ¡Las fiebres las polillas en el bozo de los hermafroditas! ¡Las fiebres las aceras los asaltados bancos las atracadas lavanderías los desvencijados hospitales el bullicio de las peluquerías la muchedumbre que vomita en las farmacias los apedreados cristales de los escaparates de las boutiques más caras! ¡La cetrina turbidez de la muerte en las mejillas las abiertas venas las lancetas los bisturís los escalpelos las sangraderas! No hay más poema


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