La ciudad sin nombre

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Una ciudad sin nombre, Francisco Manuel Rodríguez

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Y no sabes por qué. A tu entrada los puentes se arquean para que las autopistas anuden tus zapatos. Los ocultas a la gente, no sea que alguien te ate a esta nochedumbre de números insomnes. Las estaciones te atrapan. Personas y edificios vinieron para quedarse. Tú no, esta ciudad no es más que un recodo carnívoro de asfalto. Y te traen de nuevo aquí. Esperando emerger en otro andén, las calles te llaman a zambullirte en ellas. Pero solo quieren escupirte de aquí. Y tú quieres que esperen. A Ciudad sin nombre. No por mucho tiempo. Tus pasos ya se alejan de ti de nuevo.

Ciudad sin nombre

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Francisco Manuel Rodríguez

Francisco Manuel Rodríguez Ciudad sin nombre Francisco Manuel Rodríguez (Sevilla, 1970). Experto en cooperación internacional y educación ambiental. Coordinador editorial de varios libros -fotografías, investigaciones sociales, manuales y relatos- en esas temáticas para diversas administraciones públicas y ONG. Autor de artículos de opinión en publicaciones especializadas. Actualmente trabaja como freelance en corrección y asesoramiento editorial. Ciudad sin nombre es su primer poemario.

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Poesía En Tránsito



Poesía En Tránsito Colección de poesía Ciudad sin nombre Volumen 36



Ciudad sin nombre

Francisco Manuel RodrĂ­guez Ediciones En Huida


© de los poemas: Francisco Manuel Rodríguez © Maquetación y diseño: Martín Lucía (mediomartin@yahoo.es) © de la ilustración de la portada: Raquel Eidem Blázquez y Martín Lucía ISBN: Depósito Legal: Está prohibida la reproducción total o parcial de este libro, al igual que su incorporación a un sistema informático, su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, reprográfico, gramofónico u otro, sin el permiso previo y por escrito de la dirección del autor.

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Ciudad sin nombre



A vosotras



Una ciudad sin nombre Y no sabes por qué. A tu entrada los puentes se arquean para que las autopistas anuden tus zapatos. Los ocultas a la gente, no sea que alguien te ate a esta nochedumbre de números insomnes. Las estaciones te atrapan. Personas y edificios vinieron para quedarse. Tú no, esta ciudad no es más que un recodo carnívoro de asfalto. Y te traen de nuevo aquí. Esperando emerger en otro andén, las calles te llaman a zambullirte en ellas. Pero solo quieren escupirte de aquí. Y tú quieres que esperen. A Ciudad sin nombre. No por mucho tiempo. Tus pasos ya se alejan de ti de nuevo.

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Tanta luz Campana translúcida iluminada desde dentro haces visible cualquier recodo, herida o empaste. Acá donde hay progreso las puntillas de hojalata refulgen satisfechas pero hambrientas. La oscuridad se replegó a sus cuarteles de invierno llevándose consigo su silencio ocular. Desde allá nos ve y no podemos devolverle la mirada: se antepone fluorescente esta atmósfera.

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Parques y jardines Abajo las hormigas van a la guerra, ellas que inventaron la civilización haciéndola emerger de un charco. Solo piden otro millón de años. En medio los árboles no abren brecha en el cielo para dejar escapar a los viejos. Los niños sudan y las madres los miran de reojo. Arriba las nubes absortas pasando por la pantalla dan escala a este submundo retransmitidas en directo por cortesía de la existencia.

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Francisco Manuel Rodríguez

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Autopistas A pie de autopista rumorea el mar. Trasiego de metal y carbono, eres la linde del mundo, una cesura, un tajo creador de hemisferios sonoros, una cremallera, un vertido. A la espalda, tras las fábricas perfumadas y el silencio del polígono, alfombras de balasto conducen hasta ciudades expendedoras. De allí parten sin pausa multitudes hasta aquí para recorrerla y volver a casa. Movimiento en convección, generador de valles y macizos elevados, excavas con fuerza geológica el surco de la frontera: el mar se hunde. Desde el canal suben rumores a metal y a carbono. 19



Centro comercial En el centro comercial no hay lugar para las ausencias. Ni soliloquios. No hay lugar para los nihilistas. Ni silencios. No hay lugar para las naderías. Ni vacíos. No hay lugar para los ociosos. Ni vaguedades. No hay lugar. No hay lugar que no exista en el centro comercial.

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Francisco Manuel Rodríguez

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Toni Mueve tus pasos, Toni. Unnn, dos. Unnn dos. I feel good, come on. Sigue andando nadie te vio venir. El resto se convierte en postes, no se apartan, te respetan, pero son madera. Escuchas el latido: Unnn, dos. Unnn dos. Naciste esterosc贸pico. As铆 es. Los coches acompasan sus pitos, las pelotas de la cancha se sincopan, no se te conoce empleo ni novia, ni oficio, ni beneficio. Ummm, yeah. 23


Eres un quinqui, un canis antecessor. SĂ­ seĂąor, el fanky, el fanky es lo tuyo, hacer el robot siempre se te dio fatal.


Heroína Están brillando las caretas. Es el soma de nuestros tiempos. La única cabalgadura que sobrevivió a la asepsia. Celebramos tu primavera cuando ya no podemos soportarlo. El día se licua entre las manos, nos mancha, colega, pero no nos moja los huesos. Por eso andamos aprisa para llegar a tiempo a la sala de los desnudos donde no nos falta el alimento ni las ganas de morderle las venas a la brisa y bañarnos en su sangre caliente, la única capaz de humedecer esta sequedad de esqueleto.

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Francisco Manuel Rodríguez

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