Bistró - IX

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REVISTA DE POESÍA

EDICIONES O

BISTRÓ

SOBRE EL NOBEL DE LITERATURA MICHAEL JORDAN, EL NOBEL Y NUESTRAS RAZONES ABSURDAS, DE FERNANDO JIMÉNEZ

POEMAS SERGIO PÉREZ TORRES, MANUEL IRIS FERNANDO CARRERA CRÍTICA SOBRE LOS ESCRITORES YUCATECOS NACIDOS EN LA DÉCADA DE 1980, DE ADÁN ECHEVERRÍA

IX


CONTENIDO Presentación

Michael Jordan, el nobel y nuestras razones absurdas, de Fernando Jiménez Dos poemas de Manuel Iris Un poema de Fernando Carrera Poemas inéditos de Sergio Pérez Torres Dos poemas de Carolina Contino Un poema de Román Sansores

Sobre los escritores yucatecos nacidos en la década de 1980, de Adán Echeverría Un cuento de Estefani Noh Cervantes


PRESENTACIÓN El premio Nobel de Literatura concedido a Bod Dylan es, sin duda, un tema de importancia. Lo relevante del acontecimiento radica no sólo en la evolución que supone que este gran músico norteamericano sea visto, de alguna forma, como literatura sino, y qué bueno, en que la comunidad literaria y artística se haya visto dividida. Es bueno lo anterior porque abre un debate necesario: ¿qué estamos entiendo por literatura? ¿es la música de Dylan literatura? ¿qué pasará con el Nobel ahora? Decidimos, por eso, abrir un pequeño espacio para el diálogo, contribuir de cierta forma en esta avalancha de opiniones y descalificaciones. Fernando Jiménez escribe un maravilloso ensayo en el que planeta no sólo lo que significa Dylan para generaciones enteras sino también en ciertas cuestiones de formato, de tradición, de canon. De igual forma Manuel Iris y Fernando Carrera nos brindan algunos poemas de belleza indiscutible, poemas que, a su manera, colocan a la música como un impulsor del poema; la música, en estos poemas, llega y se reitera en la sonoridad del verso. Posteriormente, una selección realizada por nuestro equipo editorial del libro Cortejo Fúnebre, del poeta mexicano Sergio Pérez Torres, libro recién galadornado con un premio nacional poesía. La selección realizada ofrece un vistazo de lo que

el lector podrá encontrar en el volumen. Y sí, hay que decirlo, esos poemas responden al gusto de nuestro consejo y por eso, amigos, los invitamos a adquirir el libro cuando esté disponible y con ello pongamos en diálogo nuestras lecturas. Continuamos con poemas de Carolina Contino y Román Sansores; tenemos textos de experiencias y registros totalmente distintos que, sin embargo, nos hablan de esta poesía que es testimonio del día a día, desde un plano cotidiano hasta un plano solemne. Para ir cerrando el número, una de nuestras secciones favoritas: crítica. En esta ocasión Adán Echeverría escribe sobre la generación de autores yucatecos nacida en la década de 1980; dicho texto cuestiona ciertos puntos de la generación, ciertas prácticas que requieren ser revisadas. El texto ocupa, además de ciertos poetas de la generación, la figura del antologador y la de los grupos literarios que “naturalmente” traen una disputa. Natural y tristemente. Agregamos que, en Yucatán, es necesario este tipo de textos que cuestionen lo que sucede, que establezcan diálogos. Cerramos este número con un muy interesante cuento de Estefani Noh Cervantes, porque no sólo de poesía vive uno. ¡Que lo disfrutes!


MICHAEL JORDAN, EL NOBEL Y NUESTRAS RAZONES ABSURDAS

FERNANDO JIMÉNEZ

“Un millón de argumentos cayó sobre nuestros inocentes ojos. “Bob Dylan es el gran poeta americano del siglo”. “Perdimos la oportunidad de descubrir a un escritor o escritora”. “Bob Dylan no necesitaba ese premio”. “La literatura necesitaba es premio”. “Qué bajo cayó la Academia”. “Ahora se premia cualquier cosa”. A dos meses de lo ocurrido mi opinión ha cambiado de equipo más veces de las que podría confesar”


ENSAYO

Si un amigo ganara el nobel de Química me volvería loco. Basta imaginarlo. Así, súbita e insólitamente. Cualquier amigo. El terrícola común. El agradable que no tiene motivos para ser estudioso. Me enteraría por las enigmáticas redes sociales: “el nobel de Química este año es para ___________ (insértese nombre de amigo) por su infinita creatividad y el espíritu científico con el que se conduce frente a las peripecias de su vida”. Yo estallaría en gozo. Le marcaría y le diría “¡Qué bárbaro!, ¡felicidades!”. Le invitaría diez cervezas. Caminaría con él de madrugada. Me tomaría un millón de fotos a su lado. Estaría insoportable en la oficina. Le contaría a mis vecinos. Pienso que eso pasó con el nobel de literatura. Desde los primeros segundos, el partido se dividió en dos facciones. Un equipo celebró, el otro se lamentó. El planeta amaneció más complejo que otros días. “El nobel del siguiente año será para Arjona”, dijeron unos. Otros gritaron que Serrat era mejor poeta que Bob Dylan. Vi un meme de Juan Luis Guerra recibiendo el premio Princesa de Asturias. Empatar a Bob Dylan

con Arjona no sólo es absurdo, sino que nos hace recordar que los escritores y las escritoras no son necesariamente expertos en música. Lo mismo pasaría con los músicos: Si Murakami ganara un grammy la comunidad musical se ofendería: “¿el siguiente año se le otorgará el grammy para mejor álbum a Paulo Coehlo?”. Bob Dylan no es Arjona y Murakami no es Coehlo. Digo, para acomodar las importancias y las reglas del juego. Un millón de argumentos cayó sobre nuestros inocentes ojos. “Bob Dylan es el gran poeta americano del siglo”. “Perdimos la oportunidad de descubrir a un escritor o escritora”. “Bob Dylan no necesitaba ese premio”. “La literatura necesitaba ese premio”. “Qué bajo cayó la Academia”. “Ahora se premia cualquier cosa”. A dos meses de lo ocurrido mi opinión ha cambiado de equipo más veces de las que podría confesar. Yo adoro a Bob Dylan, como tantos. Algo de sus canciones me salvó en la adolescencia, como a tantos. Escuché Tomorrow is a long time, One too many mornings, Don’t think twice it’s alright y los convertí en los himnos íntimos de mis


microscópicos pesares. Uno de mis proyectos aplazados (por miedo) es tatuarme Workingman’s blues #2, mi canción favorita. Sé que es un proyecto terrible pero eso es parte de lo que le hace Dylan a las personas. I can see for myself that the sun is sinking, how I wish you were here to see. Tell me now, am I wrong in thinking that you have forgotten me?, dicen unos de sus versos en los que de pronto caben muchísimos días. Me enteré del nobel por ahí de las cinco y media de la mañana. Iba camino al hospital para donar sangre. Me puse una chamarra y le eché un vistazo a mi celular. Vi la noticia y lo único que se me ocurrió fue subir al carro unos discos de Dylan. Muchas personas me marcaron para darme la noticia. Muchas. Personas a las que no les interesa leer ni les interesa la música. Fue una gran mañana para mí y para mi cada vez más lejana adolescencia. A eso me refería al principio de este texto. Festejamos a Dylan como si festejáramos a un amigo. ¿Somos sus amigos? Claro que no. Nunca lo seremos. Con una personalidad tan complicada, seguro que el cantante no ha hecho nuevas amistades en los últimos veinte años. La polémica explotó en una vorágine de sinsentidos rica en ejemplos y

emotivos pataleos. Escritoras, poetas, críticos, músicos, artistas plásticas vertieron su opinión como si las redes sociales fueran un gigantezco panel en un tristísimo show televisivo. ¿La música es literatura? ¿La literatura es música? ¿Somos momias? ¿Somos heraldos del futuro? Hay algo de lo que se ha hablado muy poco: la palabra escrita. La literatura, también, es el arte de la palabra escrita y la palabra leída. ¿Defender el formato escrito es un sinónimo de la ortodoxia apolillada del arcaico oscurantismo? No lo creo. Tengo mis propios ejemplos, tan absurdos como los de los demás: ¿Qué pasaría si a Michael Jordan le dieran el Balón de oro? Digamos que la FIFA le otorga el reconocimiento debido a la relevancia de sus saltos en la historia del deporte. Digamos que festeja su ejemplo de fortaleza física y el sacrificio que tanta falta le hace al futbol. Digamos que sus fans enloquecen y recuerdan las finales gloriosas del basquetbolista: las canastas contra Jazz de Utah en los noventas, las clavadas que nos dejaron boquiabiertos, Space Jam, la dorada mancuerna con Scottie Pippen. Bajo ese panorama, ¿qué le diríamos a Messi? ¿Cómo le explicamos a Neymar que por esta ocasión no valieron los campeonatos


ni los goles ni las reglas del juego? Sólo eso, las reglas del juego. Las reglas que nos hacen participar y divertirnos. Leer en la soledad de la intimidad. Las palabras enviándonos a otros planetas. Presenciar un asesinato en cuatro páginas. Bob Dylan es uno de los creadores más importantes de los pasados cincuenta años. Es innegable. Un personaje fundamental en la historia de la humanidad. Un personaje que ha inspirado a millares de artistas de todas las disciplinas. ¿Es un escritor? No. Nunca le interesó serlo. A nosotros tampoco debería interesarnos que lo fuera. Hay escritores pequeños y grandes

escritores. Hay grandes músicos y músicos pequeños. Nadie tendría que ofenderse ni sentirse más alto. Él hace música e inventó el soundtrack de tres generaciones. No hizo libros. Los libros son parte de las reglas del juego. Sí, en el pasado la música y la oralidad eran el formato de la literatura. Hoy no. ¿No podemos enamorarnos de nuestro formato? ¿No podemos divertirnos con las palabras así como están? ¿No nos gusta jugar a los libros? Festejamos el nobel porque adoramos la música de Dylan pero no podemos pedirle a Michael Jordan lo que Messi nos ofrece de manera periódica e increíble.


POESÍA

DOS POEMAS DE MANUEL IRIS CORRESPONDENCIAS Tema y variaciones I A veces uno pone a Debussy para que todo se serene, para que el aire corra con voluptuosidad, y todo pasa lento como espuma, todo va pasando bella y lentamente, como haciéndole el amor a una mujer extensa, a una mujer en cuyas manos caben ambas tuyas, de espalda como río, de pelo como arena. Una mujer que más que carne es un paisaje, y sus dos ojos, más que ojos, son momentos tristes. Una mujer callada y bella como estanque. En otras ocasiones uno va y le hace el amor a toda esa mujer y lo hace con palabras, celebra todo el ruido y toda la violencia que la ternura incluye para olvidar la lentitud de Debussy.


II A veces uno pone a Debussy o a Hector Lavoe para que todo se serene o se acompase, para que el aire corra con voluptuosidad, y todo sea tan lento como lenta espuma, todo pase del azĂşcar a la leche del tambor a la tumba del piano al bongĂł de la palabra al vientre de una luz a otra que baila que celebra candelabros y candela. A veces uno pone a Hector Lavoe o a Debussy para sufrir a gusto, para morder los muslos que se han imaginado, y recordar el vientre, el arco, el ritmo en que se guardan los silencios que lo asaltan, lo persiguen en la madrugada.


III A veces uno pone a Debussy para que todo se serene y la serenidad no da ni pausa ni silencio ni consuelo. A veces uno busca el ruido, el ruido más vulgar que entrañe Debussy, como buscando a la mujer más fea, la única distinta a la mujer que amamos y verla y olvidarse de que existen la belleza o el silencio y Debussy se queda tan sereno, delicadamente espera a que nosotros regresemos nuevamente enamorados.


IV A veces uno pone a Debussy para que todo se serene, y en verdad lo que uno quiere es convencerse de la lentitud de afuera, adormecer las ganas de salir a la maĂąana para corresponderle a la mujer dormida, extensa y bella como un sol de carne, de ritmos tan de isla y tan de cerca de uno mismo como la desnudez o el llanto. A veces uno pone a Debussy para que todo se serene y nada mĂĄs que la belleza nos convence de que lentos son la calma el deseo, el sonido y la espera.


RETRATO QUE TE PIDE Léase escuchando Since I've Been Loving You, de Led Zeppelin

Entre el espasmo y la tranquilidad existen noches de un oscuro sol que guardan [en su pelo una morena una serpiente una mujer de cuerpo diminuto y de infinita convicción , de azúcar y de sal de azúcar y de sal su piel, bien se conoce, tiene algo de corteza y perfume, algo de tierra y de ámbar Su cuello sabe a abismo a vértigo a caerse sabe a no poder hacerle todas las maneras del amor a no poder decirle todas las palabras que la humillarían hasta la ternura o el orgasmo No he querido penetrarte porque sé que amas dan ganas de confiarle pero sabes que jamás sucederá desde que la has amado te entregaste a su terrible voluntad de azúcar su terrible convicción de azúcar y de sal de azúcar y de sal de azúcar


asustada en las cortinas que te cubren de un oscuro sol agazapado entre tranquilidad y espasmo una morena una mujer morena una serpiente diminuta que no duda al desnudarse y cuyo cuerpo de corteza y perfume de corteza y perfume de corteza y de perfume dolorido le da miedo a las paredes.


UN POEMA DE FERNANDO CARRERA SEGUNDA NOTA And the ancient empty street’s too dead for dreaming. BOB DYLAN

Pasa algo raro. Pasan la voz y el tacto, que hechos caricia nadan en la línea de los ojos. Invisibles se nutren, confabulan en la memoria de la carne (fuego nuestro) que se muerde y flagela en la inconsciencia de estar, de revivir la calle para la germinación de nuestros sueños esenciales Hablemos. Sé lo más sincero conmigo, para si pasa algo, podamos arreglarlo, dijiste ¿Cómo se ordena la médula espinal de la noche? ¿Cómo se penetra entre las piernas lo ausente? Ante lo indescifrable, silencio. La sinceridad es la telaraña que se degusta en esta lengua que antes te lamía: te nombró alguna vez Pero el cielo es un mar que se oscurece, otra la voz del movimiento en la luz de estos ojos. Tal vez se levanten las torres del beso y en la carne nuevas grietas testifiquen el galope de la sangre, de otro hombre, otra mujer con nuevo rostro y palabra curiosa La ruina es ruina, y queda; el cuerpo es cuerpo


POEMAS INÉDITOS DE SERGIO PÉREZ TORRES SOBRE LA TUMBA DEL ZARÉVICH ALEKSÉI II Mi infancia dibujaba corazones simétricos, dos gotas rojas subieron al hocico de un licántropo. El corazón se hizo complejo: arterias, aortas. IV Él en mis sueños con un arma blanca. Se volvía roja luego de estar juntos. VII ¿Huele la sangre adentro de mis sueños? El insomnio, ovejas negras desangrándose. Nubes de esta tormenta, hijos tan rebeldes. Mis ojos también truenan antes de dormir. Él es otro, adentro de mi cuerpo es medianoche para él. XV Él retira al sol del sueño, acerca sus labios a la cerradura, podría decir llave y el mundo sería suyo, soy un crucifijo oxidado en sus ojos, todo el mar solidificándose en Siberia pero también silencios hechos para echar al fuego.


SOBRE LA TUMBA DE NICOLÁS TESLA

VII Todavía recuerdo mi primera muerte, la serpiente eléctrica mordía cada aorta, ni un antídoto para la raíz de un dios. Entonces lo reconocí mientras llegaba, esa voz de trueno en un bosque de silencios, la convulsión febril de mi cuello entre sus manos. Por un momento olvidé que tenía piernas, esa silla eléctrica con la furia de esta noche, ahora sé qué forma tomará mi muerte cuando vuelva.

X Su ceguera es un flash en la noche que memoriza las palabras formadas por los astros, en sus ojos guardo las constelaciones primigenias. En cambio yo, este polvo hecho de olvido, no consigo ni una pista de mi propia voz pero adivino el tamaño que alcanza en él la luz. Alucinaciones de humo, epifanías de santos oscuros, aquí se quiebra el poder de mis labios, un beso del que no debí escribir antes de tiempo.


SOBRE LA TUMBA DE NEIL ARMSTRONG

II Su cuerpo pierde peso en el espacio, se aleja hasta volverlo ni siquiera un punto pero reconozco ese modo de estar con la fe del que reza a la noche abierta, él me ha dejado una sombra muy grande en la que mis ojos tejen días con sus manos como las estrellas se desbordan en una tela negra.

Estos poemas pertenecen al libro inédito Cortejo Fúnebre, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Poesía Sonora “Bartolomé Delgado de León”


DOS POEMAS DE CAROLINA CONTINO HOY POR EJEMPLO Amanecí sin dientes Tres cosas malas por cada tres cosas buenas, dicen la vida continua y construida a base de objetos pequeños que todo lo transforman como agujas de coser moneditas de cinco o unos cuantos granos de soja que jamás te metiste de una vez y para siempre hasta el fondo de la boca o la nariz dormir sin ayuda, como los grandes y la palabrita mía azul de no gritar, de no salir corriendo entre redes en medio de la noche y de las fiestas… Las mejores visitas no se anuncian una vez más se equivocó Madre al decirme que soñar con que se te caen los dientes es desgracia es desgracia


NO ES TAN GRAVE no se quede con sangre en los labios no tiemble más, escupa inclinación de cabeza y modales urbanos mediante amíguese con las circunstancias repliéguese si es necesario en la cartografía de sus zonas erógenas más distantes tratando de recuperar de algún modo ya sabe qué gustos a leche tibia, a mosto bueno inhale y exhale en cuatro tiempos relájese (todo está en tu cabeza dijo la voz en simpático español ibérico) posponga imágenes no se quede con sangre en los labios déjese doblegar, no tiemble más sea manso como aquellos que vuelven por sí mismos de la Niebla con la lengua entre los dedos y apenas si se quejan


UN POEMA DE ROMÁN SANSORES Cuando avanzo levemente cerca de los altos árboles y las suelas de mis zapatos presionan las hojas que yacen en el pavimento reflexiono en la memoria que se desvanece en el pasar de los años en toda primitiva sensación que algún día dejaré caer cerca de las oscurecidas alcantarillas del amor. Todo lo bello que es letal y no puedo tener reside en el vacío y sin embargo escribo para destruirme. No le temo a su infinitud porque sé que al final siempre hay donde sujetarse como el frío que se anuda entre las ramas como las arterias de luz de los vehículos en mi cuerpo cuando vuelo a través de las avenidas como esta silaba- raíz que aun no aprendo a escribir… Hoy el olvido es una forma atractiva de nombrarle a la muerte -no hay resurrecciónal fin y al cabo la vida es tan sólo un paseo hacia ninguna parte esto que se dice y no vuelve.


CRÍTICA

SOBRE LOS ESCRITORES YUCATECOS NACIDOS EN LA DÉCADA DE 1980 ADÁN ECHEVERRÍA Para hablar de la literatura escrita por autores nacidos o avecindados en la península de Yucatán se encuentran pocas referencias. Tristemente, una de esas referencias es la que ha dejado el poeta Marco Murillo en el portal del Círculo de Poesía. Y digo "tristemente" porque se le tiene que tomar como referencia ya que poco hay al respecto, y que adolece de muchos problemas, uno es el que el mismo Marco Murillo decida incluirse a sí mismo en dicha selección de autores, como si hubiera hecho la relación para dar a conocer su obra que para el 2011, año de publicación, apenas comenzaba a despuntar. Murillo en vez de permitir que los editores o lectores de poesía encuentren su obra y la valoren, decide valorarla él mismo. Otro error es incluir en su antología de nacidos en la década de 1980, a Rodrigo Ordóñez Sosa (nacido en 1979) a pesar de que intente explicarlo diciendo: "porque es un puente entre la nueva generación y la anterior", porque el trabajo de Rodrigo no es un puente generacional, y si lo señala porque nació en 1979, habría que

hacer el puente entonces entre los nacidos en 1979 y 1980, para ver si es que en poesía ¿existe algo que pueda denominarse 'puente generacional'?. Marco Murillo incluye de igual forma al campechano Manuel Iris (1983) y al nacido en la Ciudad de México (Agustín Abreu), lo que nos lleva a decir que la antología de los nacidos en los 80, no es tal al incluir a un autor nacido en los 70; y que dicha antología no es de la poesía yucateca al incluir a dos autores nacidos fuera del estado de Yucatán. Porque hay que saber citar y referenciar, hay que saber apuntar a la hora de hacer investigación literaria (antologías, compilaciones, análisis literarios) los objetivos, los límites y los alcances para nuestros trabajos. Conscientes de que las impresiones en papel siempre requerirán mayor presupuesto que las electrónicas o en PDF, y que eso pueda limitarnos la extensión de nuestro análisis. Pero un texto que pretendía de inicio presentarse a un portal electrónico como Círculo de Poesía, podría estar más completo, o al menos tener los límites mejor definidos: nacidos y


avecindados en Yucatán, y entonces poder incluir a Iris y a Abreu, como se hizo; y como he dicho si se pretende analizar la frontera entre los nacidos en los 70 y los 80, habría entonces que validar a ambas generaciones y no incluir a Rodrigo Ordóñez como se hizo, sino ser claros y decirlo: Rodrigo es, como Marco A. Murillo, Manuel Iris, Nadia Escalante, Karla Marrufo, Manuel Tejada y Agustín Abreu parte de la Red Literaria del Sureste. De la misma forma, y siguiendo con los equívocos, Murillo menciona tres antologías hechas anteriormente en Yucatán. De una de ellas La voz ante el espejo, menciona a su compilador Rubén Reyes; pero de Nuevas voces en el laberinto: novísimos escritores yucatecos no menciona a los compiladores que fuimos Ivi May (nacido en Mérida, Yucatán, 1980) y yo (quien escribe estas líneas). Y es que además la antología de Murillo no incluye al escritor, maestro, columnista crítico de las letras Ivi May, poeta, dramaturgo, y quien fuera Premio Estatal de la Juventud en el año 2007 (cuatro años antes de que Murillo publicara su texto en el portal mencionado, por lo cual Murillo no puede señalar que no tuviera conocimiento de quién es en las letras yucatecas Ivi May). De esta forma es evidente que el trabajo de

Marco Murillo surge como abono precisamente a la inocua batalla que desde el año 2000, la Red Literaria del Sureste ha lanzado contra el Centro Yucateco de Escritores (CYE, fundado en los años 90). Por tal motivo la antología en línea que Murillo lanzara en el año 2011, no fue bien recibida, y fue muy poco consultada. Más adelante, a finales de 2011, Murillo publicaría su poemario Muerte de Catulo como una plaquette bajo el sello de la 'Catarsis Literaria El Drenaje'; donde apareciera igual la plaquette Que me sepulten recostado en la palabra, de Jorge Manzanilla Pérez. Dos autores publicados por la 'Catarsis Literaria El Drenaje', de la cual yo soy el coordinador y fundador desde el año 2003; dos autores publicados en la Catarsis que se juntaron para realizar la antología Casi una isla. Nueve poetas yucatecos nacidos en la década de 1980. Un proyecto que se había gestado con la idea de terminar con aquella batalla Red Literaria – CYE, y que tiene su inicio en el 2013, cuando incluía a 10 autores que acá cito: Wildernaín Villegas (1981), Christian Núñez (1981), Nadia Escalante (1982), Karla Marrufo (1982), Manuel Iris (1983), Ileana Garma (1985), Jorge Manzanilla (1986), Marco Antonio Murillo


(1986), Mario Pineda (1986), Esaú Cituk (1988); de los cuales Mario Pineda y Esaú Cituk fueron sacados para dar entrada a Agustín Abreu, nacido en la Ciudad de México, y así publicarla en el año 2015 con el apoyo de la Secretaría de Cultura de Yucatán (Sedeculta). Vemos entonces que Murillo no respeta ni su propia antología anterior de autores nacidos en la década de los 80, publicada en Círculo de Poesía en 2011: porque aunque vuelve a dejar fuera a Ivi May, esta vez también saca a Manuel Tejada (1980), quien en 2015 ganara el Premio de Poesía José Díaz Bolio auspiciado por la asociación Pro Historia Peninsular (Prohispen); mismo premio que ganaran Ileana Garma (en 2005), Jorge Manzanilla (en 2013), y este 2016 hasta Karla Marrufo, que sí fueron incluidos en la antología Casi una isla; aunque en este 2016 como parte del jurado que premió a Karla Marrufo se contó con la poeta Nadia Escalante, otra ganadora del Premio Prohispen de Poesía José Díaz Bolio (lo ganó en el 2006). Por lo que este vínculo Marrufo-Escalante, ambas antologadas juntas por Murillo, las dos relacionadas con la Red Literaria del Sureste, las dos estudiantes de la Universidad Veracruzana, las dos juntas en carteles de lecturas públicas

compartidas y organizadas por su agrupación cultural, tiene que hacer que sospechemos de la validez y pureza de un premio de poesía que se ha vuelto regional y que cuenta con aportaciones económicas del dinero público.

Sin embargo, hay que hacer notar que entre los autores nacidos en la década de los 80, otros ganadores del mismo premio de poesía auspiciado por Prohispen son los poetas, Omar Góngora, nacido en 1982, quien lo ganara en el año 2001, y el mismo Ivi May de quien ya se ha hecho mención y que lo ganara en el año 2014. ¿Cuál es entonces el método para la inclusión de los poetas en las dos antologías de Marco Murillo? Omar Góngora, tiene libros de poesía publicados, ha ganado varios premios literarios, pero no es considerado en ambas antologías. Manuel Tejada fue considerado en la primera antología de Murillo, pero al sacar Casi una isla, fue ignorado. Mientras que Mario Pineda ganador del premio de poesía Jorge Lara en el


año 2006, estaba al inicio del proyecto, pero al final fue sacado del mismo. Y Armando Pacheco Barrera, quien fuera mención honorífica en el mismo premio José Díaz Bolio de poesía en los años 2005 y 2006, ganador en dos ocasiones del Premio de Poesía Joven Jorge Lara en el 2003 y 2006, y quien este 2016 se hizo con el Premio Regional de Poesía Sian Ka'an en Quintana Roo, no fue siquiera contemplado. Otro poeta nacido en los años 80 es Nelson Ibarra Canul, quien fuera el iniciador de los talleres de la Catarsis Literaria El Drenaje.

¿Es este el trabajo de un antologador, hacer una compilación carente de metodología? ¿O es acaso que únicamente está validada por el gusto estético personal? Lo cual es válido en cuestiones de presupuestos, pero que salta a la vista cuando el mismo Marco Murillo en una entrevista dice lo siguiente: "la generación de los

ochenta ya hizo lo suyo en Yucatán y ya están dados los nombres de los que están trabajando constantemente, que son los que aparecen en la antología Casi una isla"; y sin embargo se exponen poemas, se presentan fichas de los autores, pero Murillo es incapaz de hacer un análisis profundo de los textos, y con ello habría que señalar ¿a qué se refiere Murillo cuando señala que 'ya hicieron lo suyo en Yucatán'? Un total equívoco, toda vez que como hemos analizado la antología Casi una isla, carece de metodología en la selección de los autores, incluyendo incluso a Christian Núñez, quien ha publicado al menos tres libros de poemas, pero quien no ha sido recipiendario de premios por su obra poética. Al contrario de Manuel Tejada, que ha recibido premios, pero que no ha publicado ningún poemario de manera individual, pero que sí ha sido antologado. ¿Fueron sus premios literarios por su obra poética o fueron acaso sus libros publicados los que les valieron la inclusión? Hemos visto que Omar Góngora que tiene tanto premios como libros de poemas publicados no fue incluido en las dos antologías de Murillo. En total, habrá que decir que de los 9 autores que al final quedaron en la antología Casi una isla, 7 de los


mismos, o forman parte o están relacionados con la Red Literaria del Sureste, por lo que solo Jorge Manzanilla (quien funge como compilador) no es parte de la Red Literaria del Sureste ni del Centro Yucateco de Escritores, y que Ileana Garma quien cuando le conviene sí es parte del CYE, pero que ha recibido premios nacionales como el Caza de letras de la UNAM, tanto como la beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), por lo que no podían dejarla fuera; como sí lo hicieron con Esaú Cituk y con Mario Pineda, que no tienen relación ninguna con la Red Literaria del Sureste. Contrario a la soberbia mostrada por Murillo, hay que apuntar, sin embargo, la moderada voz de Jorge Manzanilla, el otro compilador de Casi una isla, quien tiene a bien señalar: "este libro pretende dejar un registro dentro de la historia de la poesía en Yucatán, con la intención de establecer una generación emergente de creadores destacados y reconocidos por su trabajo en el ámbito de las letras".


NARRATIVA

UN CUENTO DE ESTEFANI NOH CERVANTES

CARMESÍ Estaba debajo de la cama, había pasado varios días buscándolo sin tener éxito hasta el día de hoy, era como una canica, varias partes blancas y unas líneas muy finas de color rojo, era genial que no le hubiera pasado nada durante todos estos días que estuvo perdido, era mi tesoro, así que lo llevé junto a lo demás que había logrado encontrar, poco a poco iba reuniendo las partes que sabía no estaban destruidas para así jugar nuevamente con ellas. Recuerdo aquel día en que estaba con él, cuando lo besé y al mismo tiempo pensé que debía morir, poco a poco empecé a jugar con sus ojos los cuales cerraba una y otra vez buscando la forma en como apretarlos y sacarlos, quería verlos desorbitar, pero lamentablemente no podía hacerlo, no era fácil. Deslizaba una de mis manos hacia su nariz tapando completamente sus fosas nasales y con la otra tapaba su pequeña boca, al principio no podía respirar, pero después de un tiempo lograba quitar mis manos, sabía que era algo que no funcionaría pero solo estaba en modo prueba, me gustaba ver como se desesperaba y quería zafarse de mis manos haciendo movimientos consecutivos de un

lado a otro para lograrlo, yo solo me aferraba porque quería que perdiera el conocimiento, que callera como un pelmazo o que mínimo se pusiera morado por la falta de oxígeno, o bueno, para no pedir tanto, que solo no tuviera color, pero el méndigo gordo se resistía, pálido, al menos me conformaría con eso, que quedara un poco pálido para que yo supiera que mis métodos podían ser viables, pero la vida era cruel conmigo por no cumplir en ese momento mis deseos, y el muy ingenuo sólo pensaba que me encontraba jugando. En mi mente solo podía repetir las palabras –muere, muere, muere…mis ganas de querer jugar era incesante. Ese chico tenía una cara redonda, ojos redondos, nariz redonda, labios redondos, todo en él era redondo, TODO, y por lo tanto, quería que todo eso explotara, me preguntaba que tenía que hacer para que ocurriera, y necesitaba experimentarlo, debía explotar, era como un globo que solo necesitaba ser punzado con un alfiler y… ¡PUM!, cada parte de su cuerpo podía salir volando y esparcirse por todo el lugar, esa imagen que siempre tenía en la mente era esplendida,


hermosa, podría ser una escena de una película de comedia satírica, ¿o solo de sátira o solo de comedia? Bueno, eso es lo de menos, lo importante es la sangre. Busqué todo tipo de información por internet acerca de cómo hacer explotar a alguien, bueno, no específicamente a alguien, realmente no pude encontrar algo como eso, pero sí de como explotar “algo” o alguna parte humana, ¿a poco no podía considerarse como algo similar? Lo impresionante era la cantidad de ideas descabelladas de “¿Cómo hacer explotar el pene de tu marido?” esa me apareció muchas veces escrita de distintas formas, pero siempre refiriéndose al aparato reproductor masculino que al parecer todas quieren tener en mano, lo digo por la cantidad de información encontrada sobre eso, de verdad me pregunto por qué tanto énfasis con los penes, acaso la gente no tiene nada más en mente que penes? pudiendo hacer explotar todo el cuerpo, eligen solo el pene, ¿por qué solo el pene? eso era algo preocupante…. En fin, también podías encontrar cómo hacer explotar una rana, una cucaracha, las golondrinas, palomas, aves de todo tipo e insectos y de repente también me encontraba con los títulos extravagantes de “los huevos estrellados, aprenda como hacerlo usted misma” y digo extravagantes por el tipo de imágenes que usaban en su publicidad, y sí, se

refería a los testículos, realmente no eran nada originales en sus títulos, y creaban confusión, pero también habían varias ideas que podía tomar para cumplir mis deseos, y entre todas esas los explosivos eran los más comunes, tenía que pensar muy bien qué era lo que iba a usar para llegar a mi cometido y mientras seguí investigando como llevarlo a la práctica. Estaba cansada y mi piel lucia sudorosa a pesar de que tenía mi cabello recogido para no tener más calor, todo el día había estado sentada en un mismo lugar intentando terminar mi trabajo, ya llevaba dos meses trabajados en él y el plazo estaba a punto de terminar, no podía esperar más tiempo para conseguir el material que le daría el toque final, pero la búsqueda de cómo llevarlo a cabo me había tomado demasiado tiempo en esta ocasión, las ideas de cómo hacerlo se me agotaban, no podía repetir el mismo modus operandi ya que podría levantar sospechas. En esta ocasión lo cité en mi casa, debía llegar a las 8:00 p.m. en punto, y él sabía que debía ser puntual ya que tenía una obsesión por hacer las cosas en el tiempo y el momento preciso y eso incluía la puntualidad, era la primera vez que lo invitaba a estar aquí, llevaba dos meses saliendo con él, a pesar de su aspecto era lindo y amable, también un poco tímido, me había costado acercarme a él por esa forma de ser por lo cual


tuve que parecer casual, me presenté ante él como una mujer alegre y algo coqueta pero no atrevida ya que no iba con su personalidad, y si era así solo lograría asustarlo. No me fue difícil conquistarlo ya que tenía una gran habilidad de poder allegarme a las personas con gran facilidad y más si los chicos eran tímidos, estos eran los mejores para mi trabajo, siempre de baja autoestima y simples, no tenía que esforzarme pero siempre me tomaba el tiempo necesario para ello, mi trabajo nunca podía ser terminado con el mismo material, eso era lo que le daba el toque final para que los mismos pudieran seguir siendo comprados, siempre debía ser diferente y si sobraba el material utilizado con anterioridad podía hacer algunas combinaciones con ello. Llegó a la hora acordada y le hice pasar a la sala para que me esperara, realmente lucía muy bien, se había arreglado bastante, llevaba una camisa de mangas largas color café y unos pantalones color mostaza, una combinación bastante llamativa y la cual estaba usando en mi trabajo ¿era coincidencia? ¿Destino? ¿Causalidad?. Sus zapatos eran blancos y tenía un cinturón color café oscuro que a simple vista parecía negro, pero yo tenía muy buen ojo para diferenciar los colores y sabía que él tendría un color particular que podía utilizar. Le di una copa de vino y le dije que se pusiera cómodo mientras

terminaba de preparar la cena, antes de hacerlo y no pasando de los diez minutos el Rohypnol ya había hecho efecto, me quedé viéndolo un instante, lucía tranquilo e indefenso, gordo e indefenso, ese aspecto que tenía me hizo pensar que me gustaba un poco, pero también hizo que recordara los días en los que inicié con mis malas mañas, cuando era pequeña y tenía esas manías que a consideración de mi madre nunca me iban a beneficiar, en esos tiempos solía aplastar todo, tenía un problema con ello, aplastaba ranas, cucarachas, palomas, gusanos, todo lo que me encontrara y cupiera en la planta de mis pequeños pies para que fuera fácil acabar con ello. No, no los abría ni los explotaba y mucho menos les arrancaba sus partes, solo los aplastaba con el pie hasta que murieran, escuchaba como sonaban los huesos que algunos de esos animalitos tenían, las cuales se escuchaban de una forma interesante, era un crujido como el que sueles hacer cuando comes frituras “crac” “crac” “crac”, lo sé, pensaste que es rico. Sí, esos días de mi infancia fueron muy bonitos y cuando crecí esas manías que a mi madre no le gustaban siguieron persiguiéndome, no pude hacer más que aceptarlas y usarlas a mi favor. Poco a poco fui cortando su estómago, vi cómo se abría su piel capa por capa, hasta cierto punto


parecía una mini explosión que sucedía internamente y todo salió de él, parte de sus vísceras, la grasa de su estómago, la sangre, qué hermosa sangre, era un color carmesí. Poco a poco fui llenando varios frascos con esa sangre, lo suficiente para terminar mi trabajo. Después de llenarlos saqué sus ojos, uno de ellos se escapó de mis manos perdiéndose en algún lugar, pero no importaba, luego lo encontraría y jugaría con él. No pude contenerme, ya había preparado un mini explosivo, bueno realmente no sabía si funcionaría ya que lo había hecho juntando la pólvora con la que hacen los voladores que suelen explotar en fiestas navideñas, pero debía intentarlo, era una prueba más, aunque en un principio había descartado esa posibilidad, las circunstancias por las que pasé unos días atrás me dieron la oportunidad de poder utilizar mi idea y no iba a desaprovechar intentarlo. Llené su estómago con el explosivo, me había quedado muy grande pero entraba perfectamente en su enorme cavidad, lo suturé un poco y después prendí la mecha, esperé y no pasando mucho tiempo explotó. En un instante se llenó de sangre toda la pared, algunas de las vísceras que no había sacado quedaron pegadas en ella, pelos, pedazos de carne, mucha sangre, mi método había funcionado y estaba muy feliz

de saber que todo ello se impregnaría por que no iba a limpiarlo en un buen tiempo, quería que se mantuviera, que se secara para recordar que lo había logrado –Grasa y sangre, grasa y sangre, mucha grasa y mucha mucha sangre, todo esparcido por las paredes, el piso, los muebles, mis utensilios, era una imagen graciosa y mis ojitos brillaban al ver la escena, mi mente solo repetía - grasa, grasa, grasa, sangre, sangre, sangre- como el sonido de un coro que canta unísonamente. Al fin de cuentas logré terminar mi trabajo, tenía ese color peculiar que había guardado en aquellos frascos, varias líneas fueron trazadas con el mismo dándole un acabado impresionante, se podían ver figuras circulares y un rostro deforme de alguien que estaba gritando y mostrando la lengua, ahora debe estar colgado en la pared de uno de mis clientes frecuentes. Mientras me amarro el cabello, me preparo para iniciar mi siguiente trabajo.


COLABORADORES Fernando Jiménez (Querétaro, 1990) Es psicólogo clínico egresado de la Universidad Autónoma de Querétaro. Escritor y panadero que centra su obra en relatos humorísticos. Santa María de mi corazón (2014) fue su primera publicación, apoyada por Ediciones El Pez. Fue ganador del primer Premio Nacional de Cuento Fantástico Amparo Dávila con el cuento “Combatir el pecado”. Es versador y jaranero, interesado en la difusión del son jarocho y las coplas en la música tradicional. Es responsable de la cápsula Versando Patria. Fue ganador del Premio Nacional de Literatura Joven “Salvador Gallardo Dávalos” en su edición 2015 con Ensalada western (ICA, 2016). Manuel Iris (México, 1983) Doctor en lenguas romances por la Universidad de Cincinnati (EEUU). Poeta. Premio Nacional de Poesía "Mérida" (2009), Premio Regional de Poesía Rodulfo Figueroa (2014). Ha publicado Cuaderno de los sueños (Tierra Adentro, México, 2009), es coautor, junto con el poeta brasileño Floriano Martins, de Overnight Medley (ARC Edições, Brasil, 2014). Su último libro se titula Los disfraces del fuego (Atrasalante, 2015). Ha sido becario de la fundación Charles Phelps Taft de la Universidad de Cincinnati en 2012, y del PECDA del estado de Campeche, en la categoría jóvenes creadores, en el área de poesía, en el 2013. Es miembro del seminario de investigación en poesía mexicana contemporánea de la UNAM. Fernando Carrera (Guadalajara, México, 1983). Es autor de los libros de poesía “Expresión de fuego” (Mantis Editores-Sec. de Cultura de Jalisco, 2007) y “Donde el tacto” (ICA-Conaculta, 2011; “Là où le toucher/ Donde el tacto” segunda edición bilingüe, Mantis Editores-Écrits des Forges-Sec. de Cultura de Jalisco, 2015). Recibió el Premio Nal. de Literatura joven Salvador Gallardo Dávalos 2010. Recibió Menciones honoríficas en el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2009 y en el Premio Nal. de Poesía Efraín Huerta 2006. Becario del Programa de estímulo a la creación y al desarrollo artístico, del Conaculta y la Sec. de Cultura de Jalisco en 2008-2009 y en 2010-2011. Libros y poemas de su autoría han sido traducidos al francés, inglés, turco, griego y albanés. Sergio Pérez Torres (Monterrey, 1986). Publicó Caja de Pandero (EDÉN, 2007); Mythosis (EDÉN, 2009); Los nombres del insomnio (Cuadernos de la Serpiente, 2016),


entre otros. Su obra poética ha sido premiada con el Concurso de Literatura Joven 2004, del Instituto Municipal de la Juventud de San Nicolás; Certamen de Literatura Joven Universitaria 2009, de la Universidad Autónoma de Nuevo Léon; Juegos Florales del Carnaval de La Paz 2016, del Municipio de La Paz, Baja California; IV Certamen Literario Ana María Navales, de la Fundación Hernando de Aragón, en Zaragoza, España. Recientemente obtuvo los Premios Nacionales de Poesía Ydalio Huerta Escalante y Bartolomé Delgado de León. Carolina Contino (Argentina, 1975). Profesora en Letras, tallerista y animadora a la lectura. Ha escrito cuatro libros de poemas: Hierrro de madera (2000, Ed. Melusina), Cambuj real (2005, inédito), Otra clase de animal (2011, inédito), inconveniente (2015, inédito). Román Sansores (Mérida, México). Estudiante de Literatura Latinoamericana en la Universidad Autónoma de Yucatán. En el 2015 participó en el aniversario de la revista literaria Monolito. Adán Echeverría (Mérida, Yucatán, 1975). Escribe poesía y cuento. Biólogo con Maestría en Producción Animal Tropical por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Integrante del Centro Yucateco de Escritores, A.C. Ha publicado los poemarios: El ropero del suicida (Editorial Dante, 2002), Delirios de hombre ave (Ediciones de la UADY, 2004), Xenankó (Ediciones Zur-PACMYC, 2005) y el libro de cuentos Fuga de memorias (Ayuntamiento de Mérida, 2006). Participa en los libros colectivos: Litoral del relámpago: imágenes y ficciones (Ediciones Zur, 2003), Venturas, nubes y estridencias (ICY-INJUVY, 2003) y Los mejores poemas mexicanos. Edición 2005 (Fundación para las letras mexicanas y Joaquín MortizEditorial Planeta, 2005). Estefani Noh Cervantes. Licenciada en Derecho egresada de la Universidad Autónoma de Campeche, estudiante de pintura en el centro de Formación y Producción de Artes visuales “La Arrocera” en el Estado de Campeche y miembro del Taller de Literatura “Proyecto Escuela de Escritores Campechanos”. Becaria del Festival Cultural de Literatura “INTERFAZ” El tiempo y el espacio 2016.



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