Bistró - XXII

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Poesía

REVISTA DE POESÍA

EDICIONES O

BISTRÓ

XXII

Feb/Mar 2019

POEMAS Sara Hernández Romero Luis Fernando Rangel Flores Guillermo García NARRATIVA Franco Félix RESEÑARIO Habitar el tránsito: Cincinnati. Historia personal, de Manuel Iris

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Poesía

© Bistró. Revista bimestral de poesía Ediciones O Centro de Experimentación Literaria Dirección: Daniel Medina Consejo Editorial: David Bonilla Laura Espejo Torres Fernando Sierra Martínez Daniel Sibaja Responsable de Artes Visuales: Mariana Pacho de la Vega

Diseño: Daniel Medina

Colaboraciones: poetica.bistro@outlook.es Mérida, Yucatán, México.

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CONTENIDO

Poesía

POESÍA Tres poemas | 5 Sara Hernández Romero Entre poemitas, poemínimos y poemitotes | 8 Luis Fernando Rangel Flores La enfermedad de los pájaros | 11 Guillermo García NARRATIVA Panthro | 13 Franco Félix RESEÑARIO Habitar el tránsito: | 17 sobre Cincinnati. Historia personal de Manuel Iris Abraham Sarabia (Mérida, Yucatán; 1996) Actualmente estudia la licenciatura en Artes Visuales en la Escuela Superior de Artes de Yucatán. Ha participado en diversas exposiciones colectivas: Múltiples (2017) en la galería Antítesis, XXXVII Encuentro Nacional de Arte Joven (2017) en la Casa de la Cultura Víctor Sandoval en Aguascalientes y la Casa de la Cultura de Celaya, Gto., Gs Crew exposición pictórica (2018) en la galería Panteón Mérida y Que noche cuál ciudad (2018) en la Escuela Superior de Yucatán ESAY, al igual que una individual: Simbiontes, La Reconstrucción del Espacio a Través de la Pintura (2019) en la Sala ESAYMACAY. Ha colaborado en diversos murales en la ciudad desde 2015 y participado en Imagen Caminante en Mérida 2016.

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Poesía

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Poesía

Tres poemas SARA HERNÁNDEZ ROMERO

Quiero escribirle una carta a Dios para que sepa que su maraña de espinas se incendia y que no hay vaso de agua que calme nuestra sed de polvo y escombro: que observo en las nubes sus palabras de éter y sulfuro –las alas de un ángel, las olas del mar, canicas, asteroides, planetas, explosiones nucleares–.

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Poesía

Lucifer puso una venda en mis ojos y me pidió que olvidara todo lo que me enseñaron sobre la fe. Mis rodillas sangran por todo el tiempo que recé hincada. Destapo mis ojos, y contemplo el desierto. Él me sonríe desde lejos, le digo que ya no quiero estar ciega, besa mis heridas y me regala una manzana por cada desobediencia.

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Poesía

Lucifer no habla nunca de lo divino: me habla de lo grotesco y lo mortífero. A veces reclina mi cabeza, la echa para atrás –me habla en la lengua de los pájaros, me enseña otras formas de rezar–.

Sara Hernández Romero (Toluca, Edo. México; 1999) nació a los pies del Xinantecatl pero es sureña desde hace diez años. Se graduó con la especialidad en teatro del Centro de Educación Artística Ermilo Abreu Gómez y actualmente estudia la licenciatura en Comunicación en la Universidad Anáhuac Cancún. Comparte lo que escribe y otras curiosidades en su instagram @r0mer0._

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Poesía

Entre poemitas, poemínimos y poemitotes LUIS FERNANDO RANGEL FLORES

Salud a todos los que habitan las alturas A estas alturas lo único que alcanzo es el fondo de la botella.

Apreciaciones a Fabián Casas Ayer vi un ave volar y fue hermoso. No pensé en nada salvo en el vuelo de las aves.

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Muerte (socrática) 1 Sólo sé una cosa: un día moriré. 2 Después de la muerte no sé nada.

Heráclito, o el lector infinito Nadie lee el mismo libro dos veces.

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Poesía

Fósiles a los poetas-serios 1 Si me preguntan qué clase de poeta soy, les diré que soy un poetasaurio. 2 Una crítica demoledora acabó con la existencia de los poetaserios rex.

Utilidad del llanto A veces lloro sólo para recordar en dónde están mis ojos.

Luis Fernando Rangel Flores (Chihuahua, Chihuahua 1995) Es Licenciado en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Actualmente es editor de la revista Metamorfosis y miembro de Sangre ediciones. Es autor de Hotel Sputnik (Tintanueva, 2016) y de Poemas para un Lugar Común (ICM, 2018). Textos suyos aparecen en revistas como Tierra Adentro, Círculo de Poesía, Himen y diversas antologías. Ha obtenido el Premio Nacional de Relato Sergio Pitol y el Premio Estatal de Poesía Joven Rogelio Treviño. Fue becario del Noveno Curso de Creación de la F,L,M.

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Poesía

La enfermedad de los pájaros GUILLERMO GARCÍA

Desde muy pequeña a mi madre le detectaron la enfermedad de los pájaros. Mi abuela decía que era una cuestión hereditaria todo aquello de los cantos amarillos y la fiebre del vuelo. Ahora mi madre con todos sus años encima emana cantos como el silbido metálico de una locomotora a punto de reventar la sangre. Y yo me siento /más bien cercano a las moscas

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con un vuelo esquizoide sosteniendo cuerpo y un zumbido como el recuerdo de esta existencia colateral.

Guillermo García (Tecomán, Colima, 1998) Ha participado en la decimoséptima y decimoctava edición de La feria internacional del libro de Uruapan, en la primer edición del Encuentro de jóvenes Creadores, organizado por la ENES, Morelia, el Encuentro de poetas Casa natal de Morelos (Morelia), la primer edición del Guateque literario (Colima), El corredor literario (Morelia), la primer edición del FIP (Colima), entre otros. Algunos de sus textos se encuentran publicados en la antología del Festival Internacional de la Palabra, así como en distintos medios electrónicos, revistas y diarios impresos.

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Narrativa

Panthro, el auténtico FRANCO FÉLIX En 1996 entré a una preparatoria que se llama Cobach Norte acá en Hermosillo. Este plantel estaba en un territorio ambiguo. Quiero decir, su ubicación era confusa, porque estaba realmente al norte de la ciudad, pero no al Norte Simbólico. Este conflicto semántico fue un desastre in situ. Los estudiantes huíamos de la escuela, diariamente, porque los cholos de esa zona sentían una aversión territorial por nosotros, los alumnos de uniforme gris con blanco. Los cholos, en ese tiempo eran bastante testarudos y obsesivos con el tema de la semiótica. En esa década, la ciudad estaba partida, territorialmente, entre el Norte y el Sur. Como veremos en el siguiente mapa:

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Narrativa

Como se puede ver, quienes decidieron poner el plantel en esa zona geográfica seguían su instinto topográfico. Efectivamente, el Cobach Norte estaba en el norte. Sin embargo, los cholos de ese lugar asumían estar en el territorio Sur. A la fecha, los estudios culturales no han podido definir con asertividad cuáles son las razones para que los pandilleros de ese lugar se asumieran como sureños, si estaban ubicados en el terreno norteño. Como sea, con todo y error semántico, los cholos creían que su dignidad estaba en juego. “Si no podemos destruir una escuela llamada Norte en nuestro terreno Sur (territorio simbólicamente sur, porque sí está ubicado geográficamente al norte), entonces, aterrorizaremos a sus estudiantes”. Este era el pensamiento reinante en sus cabezas de cholo. Y bueno, fue una maldita pesadilla. Los pandilleros de ahí se hacían llamar los Pelones. Solían raparse la cabeza para ser distinguidos de los otros clanes y porque, como se ha dicho antes, tenían un trastorno intenso con el signo. Ninguno de ellos podía ser de su banda si tenía cabello. Aunque claro, tenían sus restricciones y marginaban a los ancianos y a quienes padecían alopecia. Solían rayar las paredes con las iniciales HPP (Hermosillo Puros Pelones). Tres años pasé ahí. Y sobreviví. Hace unos meses me encontré con uno de ellos en una fiesta. Terminamos sentados en la misma mesa (el cholo que me encontré, el cholo de los HPP y yo). Estaba mi amigo Franky, que también estuvo en ese Cobach y experimentó las persecuciones de manera sistemática. El hombre, frente a nosotros, no tenía cabello en la cabeza y le pregunté si era calvo. Lo cuestioné sólo por hacer plática, porque en ese momento yo no sabía que era, o había sido, de Los Pelones. Respondió con una anormal satisfacción onomástica: “Yo era de los HPP”. El gran hijo de puta seguía rapándose porque había pertenecido a

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Narrativa

una de las bandas más peligrosas de los años noventa. Y aquí estaba, frente a mí, un matón de mi juventud. Frente a mí y frente a mi amigo Franky. Y era mi turno para contragolpear. —Ah, con que eras uno de esos pelones artificiales. —¿Cómo que artificiales? Si me rapo todos los días. —Eso mismo. No eres pelón natural. Mi abuelito era pelón natural. Tú y todos tus secuaces eran pelones postizos. Panthro es un pelón natural. —Eso qué. —Pues eso, que me los imagino a todos juntos, a las nueve o diez de la mañana, rasurándose la cabeza. ¿Puedes verlo? ¿Recuerdas? Seguro te levantabas y le hablabas a uno de tus amigos cholos para preguntarle si ya se había rasurado para poder salir a la calle. Y muy posiblemente, se quedaban con el teléfono en la mejilla compartiendo códigos de cholos, mientras se untaban crema de afeitar en el cráneo y se veían al espejo. —… —¿Imaginas a Panthro en el tocador pasando una navaja por su cabeza? No. Panthro no era ningún farsante. Era un mecánico con atuendo sadomasoquista y nada más. No era el personaje principal, pero era auténtico y natural. No como ustedes. El excholo con cabeza rapada se levantó y se fue, mirándonos con desagrado. Porque, claro, estábamos diciendo estupideces en su universo. Un universo semiótico que discrimina la irracionalidad. Mi amigo Franky y yo saboreamos la venganza con una cerveza y seguimos hablando de la historia de los Thundercats. Luego me puse a llorar, porque suelo llorar por

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Narrativa

razones absurdas. Traté de explicarle a mi amigo, con lágrimas en los ojos, que Panthro, desde el Cubil Felino, nos había salvado. “Un pelón de caricatura le acaba de dar una patada en el culo a un pelón de carne y hueso, Franky. Y ni siquiera necesitamos pedir ayuda con la Espada Mística del Augurio”. Revisamos en Internet la historia de Panthro y descubrimos que una de sus frases más significativas en la caricatura fue: “Estás pensando lógicamente, hijo, y algunas veces la lógica, no funciona, entonces se usa la inteligencia”. Una aporía ochentera más. Una contradicción como postura filosófica. Los viejos temas de abstracción de nuestras series animadas. Una invitación velada a abandonar la razón. ¿Cómo no me va a gustar Beckett? Gracias, Panthro.

Franco Félix: Hermosillo, Sonora, México (1981). Estudió Literaturas Hispánicas. Ha publicado en revistas como Vice, La Tempestad, Tierra Adentro, Luvina, Pez Banana, Diez4, entre otras. Obtuvo la beca Edmundo Valadés de Apoyo a la Edición de Revistas Independientes en 2009 por la revista Shandy, la beca Jóvenes Creadores en categoría de Novela (2011-2012) con Teoría del Asperger y la beca Residencias Artísticas México-Argentina 2014 con La maldición Naigu, las tres del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Fue ganador del Concurso de Libro Sonorense 2014 con Kafka en traje de baño, en género de crónica, obtuvo también el Décimo Premio Nacional Rostros de la Discriminación Conapred 2014 con "El origen del autismo" y el Premio Binacional de Novela Joven Border of Words 2015 por Los gatos de Schrödinger. En 2016, fue distinguido como Escritor Emergente en selección del Presente de las Artes en México de la revista La Tempestad. Fue acreedor de la beca Creadores con Trayectoria que otorga el Instituto Sonorense de Cultura y el PECDA-FECAS por su novela Todos me llaman pelmazo. Ha publicado los libros Kafka en traje de baño (Nitro/Press, 2015), Los gatos de Schrödinger (Tierra Adentro, 2015), Mil monos muertos (Buap, 2017) y Maten a Darwin (2018). Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

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Reseñario

Habitar el tránsito: Cincinnati. Historia Personal, de Manuel Iris FERNANDO SIERRA ▄ […] la ventana desde donde busco, Interrogo, trabajo, acecho, aguardo. Pablo Neruda La ciudad es una invención del hombre, en estas depositamos nuestras aspiraciones, consagramos a nuestros muertos, y asentamos las contradicciones de nuestra propia naturaleza. Habitar una ciudad es un proceso circular: nosotros la hacemos tanto como ella nos hace. Este mutuo hacer es uno de los temas que Manuel Iris aborda en Cincinnati. Historia Personal, obra que recopila varios poemas del autor escritos a lo largo de diez años en los cuales ha vivido en una ciudad que no le vio nacer, pero que le ha cobijado durante una década. No es casualidad que el título pueda descomponerse en dos: la ciudad y la persona, y como el uno la habita y se deja habitar por esta. El poemario se integra de tres secciones tituladas Ventana, Nueva Nieve y Poemas escritos en Cliffton Avenue, que, aunque separados en el tiempo de escritura, convergen en el extrañamiento, la nostalgia, el amor y la memoria. El tiempo y el espacio son atravesados por la voz lírica, y como un cristal cuando fragmenta la luz, estos se manifiestan en formas distintas, pero con el mismo origen.

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Reseñario

La poesía de Iris, con una fuerte presencia de lo sensorial, lo onírico y lo introspectivo, lleva a los lectores a través del juego de la significación. En Ventana, por ejemplo, justo se lee a través de las múltiples posibilidades de la palabra. La vida a través del portal, desde donde se puede observar a los diversos huéspedes del edificio, y que al mismo tiempo es una puerta hacia el interior; “los ojos son la ventana del alma”, reza la sabiduría popular. Tal vez por eso la ventana del departamento funciona en muchos niveles: como puente al recuerdo, como posibilidad de ensoñación con el ser amado y por supuesto, como conexión con otras ventanas, con otras vidas ajenas. También figuran las fotos, las ventanas del tiempo detenido. Vivimos momentos en los que se escuchan discursos que llaman a la fragmentación, a la división entre hombres y mujeres por su origen o su color, pero obras como esta subvierten este extraño muro imaginario a través de la escritura y del narrar lo ajeno cuando se afirman como integrantes de estos espacios. En “Actos Políticos”, se lee: Una familia hispana entra en un restaurante en el que no hay hispanos y deciden seguir hablando, entre ellos, en español Uno puede reconocerse en más de un sentido, se puede reafirmar el origen ante lo “otro", pero también se puede vencer la otredad al reconocer nuestra pluralidad dentro de esta. Este círculo, dibujado desde el principio, confirma que el tránsito es la verdad más fundamental de la historia humana, y siempre estamos desplazándonos, con los pies, con la memoria y con las letras.

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Reseñario

Nuestro sentido de pertenencia no es estático, sino que se encuentra en un constante devenir, y al igual que la voz lírica del poemario, se configuran desde lo personal, el lente de lo íntimo. Escribe Manuel Iris en “Soy de aquí”, poema que cierra la obra: Que es imposible quedarse, aunque te quedes. Que es imposible, aunque regreses, regresar. Escribo un verso que es como una despedida y lo señalo: soy de aquí.

Cincinnati. Historia personal Manuel Iris Cuadrivio Ediciones | Secretaría de la Cultura CDMX, 2018 58p.

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Reseñario

Simbiontes La reconstrucción del espacio a través de la pintura

Luigi Serafini publica el Codex Seraphinianus, complejo volumen de más de 350 páginas donde convergen caligrafías indescifrables, animales extraños y variedad de flora nunca vista. Se dice, y con frecuencia, que el Codex posee el sentido de no tenerlo. Sucede, en realidad, que su sentido es precisamente la potencialidad significativa que surge de inventar desde el flanco de las relaciones entre lo imaginario y lo real. Inventar, entonces, significa reinvención. Simbiontes, de Abraham Sarabia, atiende como Serafini a la creación visual como generadora de vidas nuevas a partir de la noción de simbiosis, término que, de origen, involucra la acción de dialogar entre especies; a la par, ocurre una simbiosis entre la realidad y lo posible. Las obras se nutren de posibles vías para los ecosistemas: no se trata de algo que no es sino de algo que pudo ser o será. En

1981,

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