Morir es una mentira grande que inventamos los hombres para no vernos a diario, de Balam Rodrigo

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BALAM RODRIGO MORIR ES UNA MENTIRA GRANDE QUE INVENTAMOS LOS HOMBRES PARA NO VERNOS A DIARIO


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BALAM RODRIGO MORIR ES UNA MENTIRA GRANDE QUE INVENTAMOS LOS HOMBRES PARA NO VERNOS A DIARIO

EDICIONES O NAVEGACIONES 5


Este libro obtuvo el Premio Nacional de Poesía Rosario Castellanos 2013 en el marco de los XII Juegos Literarios Nacionales Universitarios de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

Morir es una mentira grande que inventamos los hombres para no vernos a diario D.R. © 2016 – Balam Rodrigo D.R. © 2016 - Ediciones O Mérida, Yucatán, México Teléfono: 9991434301 Correo electrónico: Ediciones_O@outlook.es Este libro puede ser reproducido parcial o totalmente, siempre que se respete el crédito del titular del copyright.

EDITADO Y HECHO EN MÉXICO.

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MORIR ES UNA MENTIRA GRANDE QUE INVENTAMOS LOS HOMBRES PARA NO VERNOS A DIARIO (1999-2006)

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A Itzel, Yari y Víctor Kaleb A Gabriela, mi madre A mis hermanos Aldo Adrián, Canek, Ixchel Itzá, Exa Zamná, Cisteil Xinum, Jerjes Jonás y Gabriela Quitzé A mis sobrinas Paola y Sofía En memoria de Víctor Manuel, mi padre

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No, no estábamos solos. Sabíamos el linaje de cada uno y los nombres de todos. Ay, y nos encontrábamos como las muchas ramas de la ceiba se encuentran en el tronco.

ROSARIO CASTELLANOS

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SABINAL ¿Morir? No. Es demasiado bello para ser cierto. ROSARIO CASTELLANOS

Nunca frente a tu muerte nos paramos a pensar en la muerte, ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la alegría. JAIME SABINES

1. Hoy no tuve dinero para ir al cine, muy a pesar de exhibirse una película de la Muestra Internacional en la cineteca. Mucho menos tuve dinero para comer. Hoy además hice mis cuentas: aún no he hecho el amor. El día de hoy encontré en la Facultad a la hermosa mujer en la que habita la niña a la que amo. Verla me dio un poco de tristeza. Compartí con ella algo así como un odio que caminaba despacio entre nuestras miradas perdidas, 13


como esas personas desconocidas que buscan descansar los ojos en algo mejor que en otros ojos. Apenas pudimos decir unas cuantas palabras y nos comimos un pedazo de soledad resquebrajado. Me bebí esa soledad cuando se despidió. Poco después encontré a mis hermanos. Platicamos largo rato de letras, de política, de los paisanos. Terminamos platicando de mi madre. Y es que el día de hoy ella no llegó de la tierra que promete, de ese Chiapas andariego por sus hijos errantes, de ese Chiapas mujeriego por la ausencia de sus hombres. Mi madre no llegó de su viaje. Regresé a casa con un boleto del metro 14


y unos pesos regalados. Llegué pasadas las once de la noche. Allí me encontré a Mario, al de Comalapa, que me dijo tranquilamente: ¿Ya sabés? ¿Qué cosa? ¿Qué es lo que debo saber?

¿No lo sabés? No, no sé de qué me hablas. : Murió Jaime Sabines. (En ese momento me quedé en silencio, recordando la voz de aquel paisano en cuyas letras encontré la poesía).

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2. Don Jaime: En la mañana de este día, cuando me encontraba solo —esa costumbre— ya despierto del sueño, miraba hacia el librero y sus libros reían con esa risa con la que invita un libro a leerlo. Además, un cassette con su voz y la “cojita” dentro de él asomaba en mi walkman. No vaya a pensar que alguna premonición de su muerte los colocó allí mágicamente la noche anterior. La verdad es que su poesía, más que una costumbre, es una necesidad para nosotros, los paralíticos del odio, para nosotros, los que amamos. Y es que hoy sucedieron tantas cosas: 16


Mientras yo me levantaba dándole gracias a Dios por vivir, usted seguramente le daba gracias por morir. Sí, por morir. Y estoy feliz porque ha muerto un hombre que sufría en la enfermedad, pero le lloro al hombre que conocí por sus grandes poemas. Nunca lo traté Don Jaime, pero encontré en sus primeros poemas la misma añoranza que siento ahora por Chiapas, la misma nostalgia con la que esa tierra bendita nos bautizó antes de abandonarla, mucho antes de empezar a recordarla en lugares tan distantes y tan lejanos como el féretro en el que usted se encuentra ahora descansando. También encontré en su poesía las palabras del hombre venido a la ciudad para sufrir un poco, el hablar de las mujeres 17


que lavan desnudas en los ríos, la queja del amante abandonado, la paciencia del hijo que ha extrañado, el amor y la mujer que llegan y todos aquellos que ya se han marchado. Para muchos, usted murió a las once de la mañana de hoy, pero yo estuve platicando con usted todo el día. Sí, Don Jaime, porque estuve con la poesía de sus libros, sufriendo un poco del amor y el desamor que usted vivió hace tantos años, porque yo aún no nacía cuando usted amaba y escribía, yo aún no nacía cuando usted extrañaba a Chiapas y sentía esas ganas de regresar a nuestra tierra caminando, de tirar la ciudad a un lado del camino, y recoger tan sólo sus amores y uno que otro de sus gatos.

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Don Jaime: He de confesarle que me alegro de no haber leído aún todos sus libros. Es la verdad. No he leído todos sus poemas. A usted, paisano, bien recuerdo que lo descubrí lejos de Chiapas, lo encontré en una esquina, lo descubrí una tarde en la que andaba por el centro de esta ciudad, como siempre, vagando. Alguien vendía uno de sus libros. Confieso que compré el libro sin abrirlo, sin leerlo. Lo compré porque decía en la contraportada que usted había nacido en Tuxtla. Y yo por esos días andaba tan falto de paisanos. 19


3. Le decía, Don Jaime, que poco lo he leído. (Creo que dos o tres de sus libros). Sin embargo, escuché su voz en Ciudad Universitaria —aquella tarde de lluvia— y tengo en las manos el cassette de sus poemas que me regalara mi hermano. Algún día leeré todos sus libros, aunque espero nunca terminarlos. Abriré sus libros para escucharlo y el recuerdo de su voz me irá contando los poemas, como los abuelos cuentan a los nietos los cuentos de espantos. Y usted estará allí, a mi lado. Estará con la vista perdida en la ventana, fumándose un cigarro. Porque usted no ha muerto, Don Jaime. 20


Morir es una mentira grande que inventamos los hombres para no vernos a diario. (Aunque sí existe la muerte). Usted la conoce, Don Jaime, y no hace falta que me la presente. (Ay, señorita blanca y popusa, ya la conoceré en su momento). Usted se ha ido con la muerte grande, con la más flaca y huesuda. Pero la muerte verdadera es la pequeña. Es la que nos sucede poco a poco o que definitivamente no nos deja. Es la que algunos llaman olvido. Y usted, Don Jaime, no va a bailar con ésa. La muerte pequeña nos visita 21


cuando se acaba el recuerdo, cuando el muerto no tiene quien le suspire, cuando la muerte grande se lleva a todos los que le recuerdan. Y usted no se nos olvidará, Don Jaime, la muerte grande no tendrá tiempo para cargar con todos los tantos que lo recordamos. Quizá con el tiempo su cara se nos haga borrosa en la memoria o su voz se torne distante y diferente. Pero nos quedan sus palabras. Y las palabras no se entierran en la tumba, se entierran en el alma, en el beso, en la caricia, en la mujer, en el corazón de las horas del día. Allí se siembran.

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4. Ya voy a acostarme, Don Jaime. Mañana seguramente los especialistas de su poesía —y de la poesía— estarán recordándolo, le harán homenajes bárbaros, su foto aparecerá en los diarios y no habrá librero que no exhiba todos los libros de usted para venderlos como se venden los canarios. Porque sus libros son cantos. Por mí no se preocupe, Don Jaime, lo escucharé como siempre, con la misma atención con la que escucho al paisano. Leeré poco a poco sus libros, muy despacio, saboreándolos como quien come la última fruta del año. Leeré puntualmente sus poemas como el enfermo que toma su medicina contando los días de su calendario. 23


Porque usted no ha muerto. Sรณlo se encuentra tomando un descanso. Ya voy a acostarme, Don Jaime, y no haga caso si estoy llorando. Es el humo. Si no quiere que le llore, apague su cigarro.

19 de marzo de 1999

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NANDIUMÉ (RÍO GRANDE DE CHIAPA-RÍO GRIJALVA) Larga líquida metáfora. Lagarto cristalino. Marimba de agua. ROBERTO LÓPEZ MORENO

1. Asir el sueño a la carreta de tus aguas, al tambor de pájaros que zumba entre los filos de la niebla. Mariposas de luz liban la lengua olvidada de tus muertos. Nandiumé: Desnudo asisto al parto de tus palabras de agua, desnudo asisto al eco de tu voz de lluvia como el que asiste por primera vez al nacimiento del mundo.

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2. Líquidos fósforos encienden tu paso de serpiente. Áptero el ángel de fuego que sucumbe en tus abismos. Áptera larva. Y en el vértigo y la jaspeadura de tus lomos, agua y sólo agua redime al corazón y a la memoria.

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3. Nandiumé: Ciudad de agua. Nandiumé: Casa de agua. Nandiumé: Nauyaca de agua.

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4. Todo rumor del aire, asĂ­ tambiĂŠn del tiempo y la memoria, se ahogan en tu entraĂąa. Veta de amantĂ­simo jade, llevas la risa degollada por unos ojos limpios de toda luz. Todo rumor en tu garganta es tiempo de agua.

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5. (Cañón del Sumidero) Alcaravana Nandiumé su vena oscura, su tapiz de lunas en la noche, su árbol de umbrosa plenitud en cuyas ramas el cielo alcanza la fósil estatura de sus muros. Tus muertos de agua, tus perros de agua, tus ángeles de agua silban su canción de nimbos en la roca, tu líquido y furioso himno: La saudosa plegaria de la lluvia.

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6. En esta hora en la que mueren los cristales, las campanas, macabiles devoran nuestra sangre y tu verdosa lengua tañe su canción de ceiba entre los meandros del alba. Nandiumé: En tu vastísima ribera los pájaros muertos renacen; en tu verdísima ribera paren su memoria las más ceibas; sos jade nauyaca que esquiva el tiempo hacia la eterna ruta de los mares.

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7. En los ábsides del aire, vos, Nandiumé, goteas promontorios de silencio, insomnios de roca donde las telas de tu bruma yacen —lienzo de luz en las gargantas del granito— y la metamorfosis del agua preña los ojos y los sueños al tacto de sol y soledumbre: El vaivén de las canoas sobre tu espalda nos advierte del relámpago en tu nombre.

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8. NandiumĂŠ: Tu nombre es vĂŠrtigo de soles herrumbrados, laberinto y murmullo de las lluvias, jadeluz de verde luna, zurda gota de nauyaca:

AguapĂşa

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9. El álgebra perenne del quetzal y los cristales de su verde sino harán crecer en tus meandros el eterno pulso del corazón errante: Parirás la noche y la mañana, herirás al sol en su lujuria, lluviarás en el espíritu y el alma: Parirás todos tus hijos de agua en la infinita ribera de la vida.

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AGUAPÚA (AMANECER EN PALENQUE) En Palenque la lluvia perseverante y clara ha mantenido su remota canción […] ENOCH CANCINO CASAHONDA

Uno se levanta corazón y hormigas en la lengua, horda voz que saraguatan las auroras. Nunca descansa el hombre de gustar el aire, de tallar palabras sobre el terco lomo de los siglos, sobre el indócil oro del amor. Cada mañana —el solo hombre— hunde las manos y las horas en el oscuro pozo de la sangre: Y hay palomas que beben de su arteria; y es la lluvia una pájara caída; y es el aire una página que muerde. ¡Ah, esta mañana enceibecida! ¡Ah, esta mañana de nauyacas aulladora!

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Abreva Palenque en las visiones que le cantan y escancia la poesía desde el brocal inmenso de su amor: Y echa al vuelo los ojos y las lluvias. Y echa al vuelco las voces y las bocas. Y es el nuestro corazón de selva el que se agita; y es el nuestro corazón de ceiba el que tañe sus corolas. No la luna en el ojo de las aves. De cierto, pájaros estamos. No las madrugadas en el puño, no su grito: Sólo de luz enmudecimos. Amanece Palenque y su canto de mil hojas se enrosca en la memoria: Y es un árbol de soles dilatado.

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Y es un hondo corazรณn de selva que pulsa como anona en nuestra lengua y nuestras manos.

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EVOCACIÓN DEL SABINAL Ay pequeño Sabinal de lavanderas chorreando sol bajo las miradas de las comadrejas y de la hierba asustada. JUAN BAÑUELOS

1. Los pechos que las mujeres lavan en las aguas del río Sabinal son morenos. El sol les pule las areolas con gotas de oro: Son pezones que aroman la tarde, pulpa de café para el que olvida. La enagua y la grupa húmeda de las mujeres estremecen al viento y al camino, pero sólo los sabinos ríen: Aguacero es su cuerpo, zurdo y azulado tiempo de agua en la memoria. 2. Al final de la tarde, las núbiles que han lavado el corazón del día en la boca limpia del Sabinal pueden amar. Parten con bruñidas tinajas en la cabeza y se despiden del cielo agitando su cuerpo innumerable. El río y su cósmico estropajo de canciones arrulla con amor a las hijas de Coyatokmó.1

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Coyatokmó significa en lengua zoque “lugar o casa de conejos”. Antiguo nombre de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

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3. Los hijos de la coneja lunar sueñan con el abrazo perpetuo del Sabinal. A la hora de la muerte recitan la exacta plegaria apenas dicha: Árbol de cristales devore mi lengua, élitro de lunas destroce

mis párpados, óleo de sabinos unja mi agalla, álgebra de sales transmute mis ojos, ósculo de aguas palpite labios en mis mordidos labios... 4. Las primaveras2 del Sabinal queman el cielo con sonajas amarillas y el zopilote —dardo negro— clava su luz mortuoria en el oscuro grito del ámbar mientras espera los inertes y ventrudos cuerpos de las bestias ahogadas por las sombras. Azafrán es el delito de los soles de la primavera que amanecen y amanecen: Soles para el ciego. 5. La noche y los albos pezones de la luna rozan el lomo herido del Sabinal. Un aullido de pájaros desata las hordas del insomnio y la bruma se levanta para salmodiar los ecos del ahogado. Un ejército de sabinos arrastra la noche y sacude las estrellas de su lomo: El Sabinal es el sueño esperado y anunciado por los muertos

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Nombre local de Tabebuia donnell-smithii, árbol de flores amarillas que crece a orillas del río Sabinal.

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ALQUIMIA HIPOTERNURA […] habrá llegado la hora de tu son. JOAQUÍN VÁSQUEZ AGUILAR

En memoria de Armando Duvalier

Ebrial cambujador de negritudes, marimbaste el aire y el oro corason de La Poesía con tu hormiguillo mulatido y esencial africantar la vida. Aún pijijiapacen las tuyas tan palabras y tan hermosamente brunas entre nos: Morenuras de soconusquense patria, hálito eternal y alquímico niñar de hipoternuras. ¿Acaso Duvalier no retornela con saudades desde la negra de su muerte negra? “Pagre” de azabache trino que yace bajo el sueño lepidóptero de laca y emplumada “piegra”: Marimbísima será por siempre tu alquimística lengua en la memoria.

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MARIMBA […] déjame solo, marimba, mirándola sobre las olas; sobre las alas, marímbula […] ARMANDO DUVALIER

Vengo a fumar tus aires, marimba, vengo a calzar mi corazón desnudo con tu madera tierna, a beber el ámbar dulce de tu música que lleva el viento. Vengo a ti, puntual, ciego, como el pájaro que acude al llamado ancestral de la mañana. Vengo a escuchar latir al hormiguillo, a desposarme con los quejidos del árbol muerto, a marimbar con el lamento y el gemido aquél del tronco huérfano que tanto extrañan las raíces. Vengo a escuchar el llanto de tus muertos, marimba, hija desangrada, madre sin savia del árbol que sólo conocía el canto en boca del pájaro, pero que ahora tiene la garganta de oro. ¿Qué ha sido de la tierra y el agua, 40


alimento de tu verde sueño? Ahora corren por la savia y la sangre de los hombres que tañen con sus manos tus vértebras rojizas. Madre marimba: quiero desgranar tu dulce y amarga madera y alimentar con ella mi oído. Déjame abrazar tu lluvia de pájaros tristes que muerde las bocas del aire. Hoy vengo a ti, marimba, para que hagas bailar a los niños que fui, a los que soy, a los que he sido. Hoy he venido a llorar sobre tu pecho, marimba, he venido a llorarte en esta hora en la que bailo como un niño, con las lágrimas del hombre que lejos de ti no he sido.

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JAGUAR DE MUTILADAS RAMAS El hacha que taló para siempre olorosa y el árbol cautivado con las entrañas rotas. Nunca olvides el bosque ni el viento ni los pájaros. ROSARIO CASTELLANOS

En las tierras de Chiapas veo los siglos de barbarie, los inequívocos signos de la destrucción de aquello que fue río, mangle, bosque, selva. Unos cuantos pájaros asustadizos sobreviven entre los pocos árboles que migran hacia la muerte. Las otras plantas y animales han muerto o han partido. Chiapas es una niña mutilada cuyos miembros son talados segundo a segundo por un racimo de hijos ciegos enfermos de poder y de ignorancia. Esta tierra es un jaguar que no ruge ya más y los gemidos de su dolor anidan entre los troncos podridos, 42


entre las ramas desgajadas, entre las ceibas mutiladas. DĂ­a con dĂ­a se caen las manchas de un jaguar borroso y se diluyen los falsos ojos de agua de Chiapas que es un torpe y terco animal herido en extinciones.

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SOBRE EL AUTOR BALAM RODRIGO (Villa de Comaltitlán, Chiapas, México, 1974). Exfutbolista, biólogo por la UNAM y diplomado en teología pastoral. Autor de los libros de poesía: Hábito lunar (2005), Poemas de mar amaranto (2006), Libelo de varia necrología (2006 y 2008), Silencia (2007), Larva agonía (2008), Icarías (2008 y 2010), Bitácora del árbol nómada (2011), Cuatro murmullos y un relincho en los llanos del silencio (2012), Logomaquia (Puerto Rico, 2012), Braille para sordos (2013), Libro de sal (2013), El órgano inextirpable del sueño (antología poética 20052015) (Guatemala, 2015), El corazón es una jaula de relámpagos (antología poética 2005-2015) (España, 2015), Desmemoria del rey sonámbulo (2015), Iceberg negro (2015), Bardo. Pequeña antología (Chile, 2016), Silbar de mirlos para la hermusa (en prensa) y Sobras reunidas. Antología de poesías & pensamientos inútiles (Los Bastardos de La Uva, en prensa). Coautor de Una raya más. Ensayos sobre Eduardo Lizalde (2010) y coordinador de las antologías de poesía Trece poetas de Chiapas: 1970-1986 (UNAM, 2008) y Cofre de cedro. 40 poetas de Chiapas. 1960-1986 (Círculo Editorial Azteca, 2011). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, zapoteco, polaco y francés, y aparecen en antologías, revistas y diarios de México, así como en publicaciones de República Dominicana, Brasil, Colombia, Argentina, Chile, España, Puerto Rico, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Portugal, Alemania, Polonia y Francia. Su obra está incluida en: Antología de poesía contemporánea México-Colombia (Colombia, 2011), Nove poetas mexicanos dos años setenta (Brasil, 2011), Vientos del siglo. Poetas mexicanos 1950-1982 (UNAM, 2012), Lumbre en el almaje. Muestra de poesía mexicana (1970-1985) (Guatemala, 2012), Antologia de poemas mexicanos (Portugal, 2013), Poetas mexicanos del nuevo milenio (Colombia, 2013), Antología general de la poesía mexicana (Océano, 2014), Espejo de doble filo. Antología binacional de poesía sobre la violencia Colombia-México (Ediciones Atrasalante, 2014) y Un poema

en que no mueras nunca. 64 poetas latinoamericanos nacidos entre 1970 y 1990 (Colombia, 2014). En cuatro ocasiones ha recibido las becas otorgadas por el CONACULTA a nivel estatal y nacional: del Coneculta-Chiapas en las categorías Jóvenes Creadores en 2005 y 2007; Creadores con Trayectoria en 2009; y Jóvenes Creadores del FONCA en 2009-2010. Su obra ha merecido una cuarentena de reconocimientos de carácter internacional, nacional, regional y estatal, entre otros, el Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la 44


Cruz 2012 y el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2014. Sus libros Libelo de varia necrología y Bitácora del árbol nómada fueron elegidos por el diario Reforma entre los 10 mejores libros de poesía publicados en México en 2009 y 2011 respectivamente, mientras que Braille para sordos fue seleccionado por el diario El Norte como uno de los mejores libros de poesía de 2013 y fue finalista del I Premio Internacional de Poesía Medardo Ángel Silva 2014 (para obra publicada) convocado en Guayaquil, Ecuador. Miembro del Sistema Nacional Creadores de Arte del CONACULTA en la disciplina de Letras.

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MORIR ES UNA MENTIRA GRANDE QUE INVENTAMOS LOS HOMBRES PARA NO VERNOS A DIARIO, de Balam Rodrigo se terminó de editar en agosto de 2016 en la ciudad de Mérida, Yucatán. Cuidaron la edición: Daniel Medina, Mary Carrillo y el autor. ediciones_o@outlook.es facebook.com/poeticaybistro

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