El imbunchismo desde la perspectiva de las relaciones sociales
DOCENTE: Gabriel Manolio DNI: 22992154 CONTACTO: gmanolio@yahoo.com.ar
TEMA: El imbunvhismo desde la perspectiva de las relaciones sociales ABSTRACT: El Imbunche es extraño y horroroso. Es una de las más singulares creaciones de la imaginación mapuche porque de lo frío y recóndito de la Patagonia proviene su esencia. Los brujos convirtieron a un bebé en un Imbunche con el cuerpo totalmente deformado: manos, pies, cuello, orejas y nariz estaban torcidos hacia atrás. La superstición al rededor de los seres anormales puede verse en la reacción instintiva de miedo experimentada por los niños ante la presencia de individuos lisiados o decrépitos. Los monstruos los crea el ser humano, independientemente de la diversidad natural de la que somos parte como especie. El circo en analogía con la cueva del Inbunche... es un lugar donde se venera lo más valioso que tenemos: la belleza común, nuestra pertenencia al mundo de lo normal, nuestra presunta salud estética... lo sagrado de la dignidad del género humano: “juventud divino tesoro” -decía Rubén Darío-. Hoy en día, existe, de cierto modo la creencia en el valor sobrenatural de las anormalidades, como puede apreciarse en la fe en el trébol de cuatro hojas; en la suerte atribuida al encuentro con jorobados, a las bondades curativas de las piedras encontradas en el estómago de algunos animales, al poder milagrero de las almas de personas fallecidas trágicamente -Santa Gilda, La Difunta Correa y el Gauchito Gil por citar algunos-, al mal augurio del gato negro, en la suerte que trae la cola de conejo, etc. Todos somos brujos. Todos fuimos imbunchados. Todos somos el Imbunche. OBJETIVOS: Realizar un análisis de la presencia del Imbunchismo en las relaciones sociales en la actualidad. DESARROLLO: El Imbunche es extraño y horroroso. Es una de las más singulares creaciones de la imaginación mapuche porque de lo frío y recóndito de la Patagonia proviene su esencia. La historia de este monstruo trata sobre un grupo de brujos que con frecuencia se reúnen en una cueva oscura y maldita para practicar todos sus siniestros conjuros, cuando un día, el jefe del grupo, obtuvo un bebé como pago por un encantamiento realizado a pedido de una mujer y de como el niño fue criado en aquella cueva y convertido en un monstruo. Los brujos convirtieron aquel bebé en un Imbunche con el cuerpo totalmente deformado: manos, pies, cuello, orejas y nariz estaban torcidos hacia atrás. El Imbunche o Machucho de la Cueva es un personaje infrahumano deforme que tiene
la pierna derecha quebrada y cosida a la espalda y fue criado completamente desnutrido y mal alimentado. El Imbunche no habla, sólo emite sonidos guturales muy desagradables. Su alimentación corre a cargo de los brujos. Unicamente en caso de escasear demasiado, se le permite salir en tres pies a buscarla en las inmediaciones. Durante estas pequeñas salidas va profiriendo sus alaridos, aterrorizando a quienes lo oyen. Nadie se atreve a mirarlo y los únicos que pueden verlo sin peligro son los brujos. Hay ocasiones en que el Imbunche debe salir a otros distritos pero esto sucede en los casos especiales para la realización de rituales y hechizos , o bien cuando debe indicar el domicilio de alguien a quien debe tirarse una maldición o matar". Para cumplir esa misión se hace transportar en el aire entre dos brujos expertos en esta clase de vuelos . Además, el Imbunche es una especie de consultor de los brujos además de instrumento para sus venganzas o maleficios. Esta creencia para muchos se trata de una manera de explicar la desaparición de niños de sus hogares o de justificar la presencia de criaturas mal conformadas, contrahechos algunos de ellos, por desgracia, fenómenos verdaderamente congénitos, a quienes a veces se los mantiene semiocultos y a los cuales la jerga popular designa con el nombre “fenómenos” o “bichos raros”.
El Imbunche en nuestra vida Un niño siempre cree que las cosas existen en presente. Las cosas para el niño simplemente son. Un circo para un niño de ciudad es algo que existe hoy y esta lleno de sorpresas. Un niño que entiende lo qué es un circo en general puede definirlo simplemente de tres maneras “circo de animales y enanos, de acrobacias y payasos. Un niño de ciudad común puede decir con descripciones y vocabulario infantil que ciertos “fenómenos humanos” son atracciones que la gente querría ver en el circo porque si no lo hiciera no creería en su existencia. Al circo se va con testigos, nadie va solo. ¿Quién resiste ver solo a los monstruos que la naturaleza crea a nuestras espaldas? O dentro nuestro... Los payasos tienen pies enormes y por eso caminan raro, los enanos son verdaderos duendes de jardín, la gente extremadamente flaca pasa sus pies por detrás de su cabeza y camina con las manos, los acróbatas vuelan. Son Imbunches. Esos fenómenos naturales son los
verdaderos guardianes de nuestra belleza “normal”. Las personas no se ríen de las bromas, se ríen de que no se las hicieron a ellas. La naturaleza es cómica y siniestra. La superstición al rededor a los seres anormales puede verse en la reacción instintiva de miedo experimentada por los niños ante la presencia de individuos lisiados o decrépitos. Los monstruos los crea el ser humano, independientemente de la diversidad natural de la que somos parte como especie.
Confesión A muchos de niños nos han amenazado, nos decían que vendría y nos llevaría el Viejo de la Bolsa. La hora de la siesta era sagrada para algunas madres. Los niños, bajo amenaza de desaparición debíamos dormir un par de horas por la tarde. La desaparición de niños siempre estuvo atada a la mala conducta de estos. La verdadera historia del Hombre de la Bolsa dice que se trataba de un viejo de aspecto endeble, de cabello gris y bigote que engañaba a los chicos. La vejez es motivo de espanto y horror para los niños si se los enseña con castigos y se les crea preconceptos estigmatizantes. Los ancianos son imbunches. "Entraban al servicio de los templos -dice Louis Baudin- todos los individuos que presentaban carácter singular, sea en su persona (epilépticos), sea en razón de circunstancias particulares de su nacimiento o de su vida (niños que habían sacado primero los pies al nacer o que habían sido paridos durante una tormenta; gemelos, estropeados de nacimiento; indios tocados por el rayo sin haber sido muertos): la divinización de las anomalías"... En el mito del Imbunche el monstruo tiene como función custodiar los secretos de la Cueva sagrada. Dicen de él que nadie puede mirarle salvo los brujos y que sus gritos son desgarradores. El circo en analogía con la cueva... es un lugar donde se venera lo más valioso que tenemos: la belleza común, nuestra pertenencia al mundo de lo normal, nuestra presunta salud estética... lo sagrado de la dignidad del género humano: “juventud divino tesoro” -decía Rubén Darío- . En el templo rendimos culto a lo que somos a través de lo que vemos y creemos que no somos. Rendimos culto a la vida a través de imágenes inertes y estatuas sin vida, a la belleza a través de lo espantoso de los monstruos, a la salud a través de la exposición de la enfermedad – como cuando en las iglesias evangélicas se expone el caso de un enfermo - y a los brujos que nos
encandilan con palabras y efectos sonoros y visuales deleitando y potenciando nuestra alma. El circo también hoy es multimedial porque reproduce los ecos de la cueva permanentemente. Los sonidos que emite el Imbunche no cesan de oírse en las calles. Casi nadie se atreve a mirar a los ojos a los decrépitos que viven en las escaleras de los templos. Sólo los brujos los tocan. Por otro lado, hoy en día, existe, de cierto modo la creencia en el valor sobrenatural de las anormalidades, como puede apreciarse en la fe en el trébol de cuatro hojas; en la suerte atribuida al encuentro con jorobados, a las bondades curativas de las piedras encontradas en el estómago de algunos animales, al poder milagrero de las almas de personas fallecidas trágicamente -Santa Gilda, La Difunta Correa y el Gauchito Gil por citar algunos-, al mal augurio del gato negro, en la suerte que trae la cola de conejo, etc. Las prácticas establecidas en la jerarquía de la religión incaica decían que era de preferencia para guardias de sus santuarios o templos, a individuos con alguna anomalía física visible. Como los “patovicas” gigantes que ejercen la seguridad de los lugares sagrados: templos religiosos, los estudios de televisión, boliches bailables, salas de conciertos, los bancos, la Bolsa de Comercio, los Shoppings, etc. El circo y la Cueva son sitios estratégicos que necesitan de un guardián más que un cancerbero. La Cueva del Imbunche es un lugar secreto reservado a los Butas -brujos- , para quienes la impunidad es imprescindible. Impunidad que los circenses tienen respecto de las leyes de la física y estética, del buen gusto y el humor. No me refiero al Circo simplemente como el que conocemos todos en general, sino que incluyo en este concepto a todo medio de entretenimiento basado en el espectáculo o el consumo. Y aquí es donde puedo decir que la cueva del Imbunche esta representada en sectores Vip restringidos al público y de libre acceso para los Duidras. El Imbuche es también la principal atracción, es el cuadrúpedo pequeño, enano monstruoso que impone el temor a la tribu. Las deformaciones y torturas que lo convierten en una mezcla de humano y animal son metáfora de las miserias que sufrimos todos los ciudadanos de las grandes urbes: los alienados por por el estrés, los aterrados por la violencia en las calles, las víctimas de las adicciones de moda y de las de siempre, las abrumados por las noticias, los adictos a las apuestas en las bolsas y sus acciones efímeras, los cansados de esperar turnos en los hospitales, los enervados por el el sistema y su burocracia, los sobrecargados de responsabilidad a cambio de un magro salario, lo cubiertos de deudas e intereses e intereses de
intereses, etc. En el imaginario mapuche y chilote, se llama Imbunche al niño arrebatado de su tribu por los brujos -viejos con bolsas-, para que resguarde sus cuevas sagradas, como el niño que es arrebatado de su familia para que aprenda y resguarde en la escuela la cultura de sus padres, o es sometido a intenso entrenamiento atlético para que compita en algún deporte popular.. Ninguno de los dos es devuelto. El niño que pisa la escuela jamás será el mismo, ni el que es alienado por sus padres en competencias durante la edad del juego. Algunos inbumchados son maestros al cabo de un gran período de educación, como lo brujos, luego de aprender la alquimia pretenden descubrir ante los ojos de los niños secuestrados los elementos constitutivos del universo, la transmutación de los metales, el elixir de la vida, etc. O son cazadores de talentos en busca del niño de oro. “ En primer lugar los brujos le quiebran la pierna izquierda y se la adosan a la espalda [...], por lo que camina dando brincos; luego le tuercen la cabeza hasta darla vuelta [...] para despistar a los intrusos [...] También se sabe que se le obstruyen todos los orificios del cuerpo, excepto la boca. Es alimentado con leche de gata o cabra negra, carne de chivo.” Los docentes educan el cuerpo, la conducta social y también la moral. El contenido escolar oficial alimenta a las almas de verdad y temor pero también de duda y castigo. Edwards Bello dice: «El invunche sobrevive en forma de deformaciones morales, en tergiversaciones de hechos referentes a personas y en el acto de degenerar o de viciar las leyes y las costumbres (...)» La inclinación a cortar las alas de lo que se eleva y a mutilar lo que sobresale es Imbunchismo. Esta descripción esencialista y fatalista - de cómo somos cuando vamos al circo - o somos parte de él,o cómo creemos que es el mundo, o cómo enseñamos a los niños qué es el circo y qué es el mundo - representa la inútil defensa de nuestras debilidades y la mutilación de nuestras posibilidades como seres humanos. El Viejo de la bolsa es un hombre agónico con su alma desplazada que secuestra niños de “mala” conducta. Es un monstruo que sale a alimentarse y que se esconde en algún lugar oscuro y oculto. La ancianidad es una monstruosidad en estos tiempos... la juventud del niño y su pureza es belleza santa. Pero cuando no obedece a su madre, el niño es una malformación difícil de explicar, su existencia se encuentra solapada entre su propio cuerpo, es un cactus, es una roca y es una rata, algo despreciable que
merece ser desaparecido por un monstruo viejo -ironía-. La madre es bruja y es maestra, pues enseña regla y consecuencia. La siesta es sagrada, como la ley que la nombra, como el mandato que la establece, como la palabra que la identifica, como el tiempo que merece. El cuarto oscuro es el templo donde se cumple la ley del descanso necesario, del hábito responsable, de la costumbre heredada, del mandato terrorífico que limita la existencia al silencio y la pasividad . El niño es Inbunchado por su propia madre. El viejo es otro Imbunche que aguarda agazapado tras algún arbusto. Tiene alguien a quien devorar, es su trabajo, para eso voló a esa hora hasta la casa del niño. Macarena Areco nos dice en “Bestiario ciberpunk” que “(...) el Imbunche funciona en un primer nivel, como una marca, una etiqueta que sólo presta un significante, en principio carente de un contenido referencial. No obstante, con el transcurrir del relato el nombre se va completando con el cuerpo de diversas figuras que tienen otras denominaciones, pero que sí son verdaderos imbunches” Todos somos brujos. Todos fuimos imbunchados. Todos somos el Imbunche.
ACTIVIDADES PARA LA FORMACIÓN DOCENTE •
Investigación e intercambios orales acerca de la vida social de los grupos indígenas en comparación con la de los ciudadanos hoy.
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Análisis y comparación de imágenes y objetos cotidianos ayer y hoy.
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Visualización del video de Youtube en el aula: El Invunche: Humano deforme / Criaturas Mitológicas #5
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Producción escrita grupal sobre el tema.
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Diseño y producción grupal de una exposición sobre algunos los resultados del trabajo realizado.
REFERENCIAS •
http://www.oresteplath.cl/antologia/geogmitos/geogmitoyleyenda15b.html
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Areco, Macarena. «Más allá del sujeto fragmentado: las desventuras de la identidad en Ygdrasil de Jorge Baradit». Revista Iberoamericana 232-233
(2010). •
Revista electrónica.
Ediciones B, 2005. Medio impreso.
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Edwards Bello, Joaquín. Mitópolis. Santiago: Nascimento, 1973. Medio impreso.
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Bestiario ciberpunk: sobre el imbunche y otros monstruos en Ygdrasil de Jorge Baradi
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Mitos y leyendas latinoamericanas. https://books.google.com.ar/books? isbn=958140369
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http://www.leyendasweb.com/el-imbunche/
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http://infinitomisterioso.blogspot.com.ar/2011/10/la-leyenda-de-el-invunche.html
•
http://www.oresteplath.cl/antologia/geogmitos/geogmitoyleyenda15b.html
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El Invunche: Humano deforme / Criaturas Mitológicas #5 (https://www.youtube.com/watch?v=l8asairWmMo)