Paleoecología de los homínidos fósiles
ISSN 1405-3616
Raúl Valadez Azúa
El arte rupestre y sus ecos en el arte actual
Árbol de la vida Hilda Medrano Castañeda
Fernando Gálvez
Errores en la enseñanza de la evolución del hombre Homo sapiens y los hallazgos de homínidos
Raúl Valadez Azúa María del Rocío Téllez Estrada
Bernardo Rodríguez Galicia
De nombres y ancestros Alejandra Alvarado
Ilustrando el pasado César Fernández y María Zink
9!BLF?E@:RUPUOV!
México D. F. Mayo 2000. Año 4 Número 48.
y Presentan la nueva edición del libro
EDICIONES
la vasija
CERTIDUMBRES, INCERTIDUMBRES, CAOS Reflexiones en torno a la ciencia contemporánea En este intersiglo las certidumbres atraviesan todas las áreas del conocimiento. La intención de este libro es presentar, en los términos más sencillos posibles, algunas cuestiones directamente relacionadas con la noción de incertidumbre y con las incertidumbres intelectuales del mundo actual. Cuatro de sus autores provienen del discurso científico. Luis Acerenza y Eduardo Mizraji de la biología; Rodolfo Gambini de la física y Roberto Markarian de la matemática. Ellos analizan problemas específicos de algunas ciencias, que se reflejan en problemas de la humanidad actual. Por su parte, Juan Luis Segundo —ya fallecido— nos dejó su visión acerca de la incertidumbre, el azar, la libertad y el determinismo, desde la teología. Para cerrar, Valentina Cantón Arjona, proveniente del psicoanálisis y el campo de la educación, aborda el asunto desde la perspectiva de la formación de sujetos como campo en el que se expresan el caos y la particularidad.
De venta en el Fondo de Cultura Económica y Librerías Gandhi.
Revista mensual, Año 4 Núm. 48, mayo 2000.
Directora Virginia Ferrari Asistente de dirección María Jesús Arbiza Consejo editorial Valentina Cantón Arjona María Esther Aguirre Mario Aguirre Beltrán Santos Arbiza Gerardo Cirianni Julieta Fierro Adolfo Hernández Muñoz Ramón Mier María Teresa Yurén Josefina Tomé Méndez María de Lourdes Santiago Colaboradores Alejandra Alvarado Citlalli Alvarez Stella Araújo Nora Brie Verónica Bunge María Isabel Carles Leticia Chávez Luci Cruz Héctor Delgado Consuelo Doddoli Alejandra González Norma Oviedo Jacqueline Rocha Concepción Ruiz Maya Sáenz Ana María Sánchez Editor responsable Nelson Uribe de Barros Administración y finanzas Miguel Echenique Producción editorial Rosa Elena González para Uribe y Ferrari Editores, S.A. de C.V.
Formación digital Fernando Daniel Perera
CORREO del MAESTRO es una publicación mensual, independiente, cuya finalidad fundamental es abrir un espacio de difusión e intercambio de experiencias docentes y propuestas educativas entre los maestros de educación básica. Así mismo, CORREO del MAESTRO tiene el propósito de ofrecer lecturas y materiales que puedan servir de apoyo a su formación y a su labor diaria en el aula. Los autores. Los autores de CORREO del MAESTRO son los profesores de educación preescolar, primaria y secundaria, interesados en compartir su experiencia docente y sus propuestas educativas con sus colegas. También se publican textos de profesionales e investigadores cuyo campo de trabajo se relacione directamente con la formación y actualización de los maestros, en las diversas áreas del contenido programático. Los temas. Los temas que se abordan son tan diversos como los múltiples aspectos que abarca la práctica docente en los tres niveles de educación básica. Los cuentos y poemas que se presenten deben estar relacionados con una actividad de clase. Los textos. Los textos deben ser inéditos (no se aceptan traducciones). No deben exceder las 12 cuartillas. El autor es el único responsable del contenido de su trabajo. El Consejo Editorial dictamina los artículos que se publican. Los originales de los trabajos no publicados se devuelven, únicamente, a solicitud escrita del autor. En lo posible, los textos deben presentarse a máquina. De ser a mano, deben ser totalmente legibles. Deben tener título y los datos generales del autor: nombre, dirección, teléfono, centro de adscripción. En caso de que los trabajos vayan acompañados de fotografías, gráficas o ilustraciones, el autor debe indicar el lugar del texto en el que irán ubicadas e incluir la referencia correspondiente. Las citas textuales deben acompañarse de la nota bibliográfica. Se autoriza la reproducción de los artículos siempre que se haga con fines no lucrativos, se mencione la fuente y se solicite permiso por escrito. Derechos de autor. Los autores de los artículos publicados reciben un pago por derecho de autor el cual se acuerda en cada caso.
© CORREO del MAESTRO es una publicación mensual editada por Uribe y Ferrari Editores S.A. de C.V., con domicilio en Av. Reforma No.7, Ofc. 403, Cd. Brisa, Naucalpan, Edo. de México, C.P. 53280. Tel. (0155) 53 64 56 70, 53 64 56 95, lada sin costo al 01 800 31 222 00. Fax (0155) 53 64 56 82, Correo Electrónico: correo@correodelmaestro.com. Dirección en internet: www.correodelmaestro.com. Certificado de Licitud de Título Número 9200. Número de Certificado de Licitud de Contenido de la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, S.G. 6751 expediente 1/432 “95”/ 12433. Reserva de la Dirección General de Derechos de Autor 04-1995-000000003396-102. Registro No. 2817 de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, RFC: UFE950825-AMA. Editor responsable: Nelson Uribe de Barros. Edición computarizada: Uribe y Ferrari Editores S.A. de C.V. Preprensa: Seri Editores y Distribuidores, S.A. de C.V. Carretera al Ajusco 710, Col. Héroes de Padierna, D. F., C.P. 14200. Distribución: Uribe y Ferrari Editores S.A. de C.V. Tercera reimpresión mayo 2006: 1,200 ejemplares, Pressur Corporation, S.A., C. Suiza, ROU, 48060503.
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Correo del Maestro. Núm. 48, mayo 2000.
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Editorial
¿Qué es la evolución? Al hablar de evolución hacemos referencia —por lo general— a un cambio, a una transformación que se ha dado a lo largo del tiempo. Si ese cambio es un hecho —fisiológico, anatómico, genético, bioquímico— que ha tenido lugar en un grupo de organismos de la misma especie, la evolución de la que hablamos es, entonces, biológica. Sin embargo, una cosa es el hecho de la evolución biológica, comprobable de diferentes maneras, y otra es la explicación que demos del mismo, esto es, la teoría de la evolución. ¿Por qué enseñar la teoría de la evolución en la educación básica? Porque se trata de una de las grandes ideas científicas cuya irrupción en el escenario del conocimiento conmocionó las certezas que hasta el momento se tenían respecto al origen de la vida y que aún hoy sigue ejerciendo su efecto de admiración al darnos nuestro lugar, como seres humanos, en el conjunto de la naturaleza, en la historia del planeta y de los seres vivos. Nos muestra que somos, tan sólo, una especie más, producto de la evolución —diferente, diversa, singular, al igual que los cientos de miles de otras. ¿Cómo enseñar evolución? Si nuestro propósito al enseñar ciencia es, entre otros, despertar en los niños y jóvenes el amor a la naturaleza, a la vez que proporcionarles maneras de aprender, necesitamos entonces tener en cuenta que ello requiere —al igual que la evolución— tiempo. Por tanto, además de formación y actualización, requerimos cimientar los conceptos fundamentales que se hallan en la base de este apasionante tema para, sobre ellos, comprender, poco a poco, la teoría.
Virginia Ferrari
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Correo del Maestro. Núm. 48, mayo 2000.
REVISTA PARA PROFESORES DE EDUCACIÓN BÁSICA
Entre nosotros
Árbol de la vida. Taller para armar un árbol filogenético Hilda Medrano Castañeda
Pág. 5
Antes del aula
Paleoecología de los homínidos fósiles. Raúl Valadez Azúa
Pág. 7
Homo sapiens y los hallazgos de homínidos. Bernardo Rodríguez Galicia
Pág. 23
Certidumbres e incertidumbres
Errores en la enseñanza de la evolución del hombre Raúl Valadez Azúa y María del Rocío Téllez Estrada
Pág. 37
Artistas y artesanos
El arte rupestre y sus ecos en el arte actual. Fernando Gálvez
Pág. 46
Ilustrando el pasado. César Fernández y María Zink
Pág. 50
Sentidos y significados
De nombres y ancestros. Alejandra Alvarado
Pág. 52
Problemas sin número
Un arqueólogo en problemas. Concepción Ruiz Ruiz-Funes y Juan Manuel Ruisánchez Serra
Pág. 54
Abriendo libros
Nuestros orígenes. Ma. Jesús Arbiza
Pág. 56
Índice anual de Correo del Maestro, año 4
Pág. 58
Portada: Carlos Daniel Gutiérrez Coss, 9 años. Páginas centrales: cartel a color de árbol filogenético y principales localidades de fósiles de homínidos. Diseño y elaboración de Raúl Valadez Azúa. Correo del Maestro. Núm. 48, mayo 2000.
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IV Convención Nacional de
Profesores de Ciencias Naturales Habilidades, destrezas y actitudes fundamentales de la formación en ciencias 13, 14 y 15 de Octubre del año 2000
Academia Mexicana de Profesores de Ciencias Naturales A.C.
Debate Los desafíos de la educación en ciencias de cara al siglo XXI Hotel sede: Emporio Veracruz, Veracruz, México
B A S E S PA R A L A P R E S E N TA C I Ó N D E T R A B A J O S A) El trabajo original se entregará escrito a máquina (de preferencia en computadora) en un máximo de cinco cuartillas a doble espacio, incluyendo título, autor(es) e institución, objetivos, introducción, desarrollo, conclusiones y bibliografía. B) El trabajo original se acompañará de: • Tres copias sin identificación del(los) autor(es).
• Un resumen de ocho renglones anexando los siguientes datos: título completo del trabajo sin abreviaturas, nombres completos de los autores, nombre completo de la institución, área y nivel educativo, dirección y teléfono del(los) autor(es). • Un diskette con los archivos correspondientes en formato compatible para PC, para incluir el trabajo en las memorias de la Convención.
La fecha límite para la entrega de trabajos es el día 17 de julio del año 2000 Deberán enviarse por correo certificado o mensajería a nombre de la Academia Mexicana de Profesores de Ciencias Naturales. Mar del Norte No. 5, Colonia San Álvaro, Deleg. Azcapotzalco, C.P. 02090 México, D.F. o a la Facultad de Química, UNAM, Ciudad Universitaria, apartado postal 70-197. También puede enviarse como documento anexo (attachment) al correo electrónico de la AMPCN.
FECHA LIMITE DE INSCRIPCIÓN: 30 de septiembre del año 2000 Costo de Inscripción a la IV Convención: $450.00 Depositar a nombre de la Academia Mexicana de Profesores de Ciencias Naturales, en la cuenta del Banco Bital: 0106075667 Enviar por fax la ficha de depósito con la forma de registro llena. Entregar la ficha original a cambio de su recibo en Veracruz, Veracruz, el 14 de octubre.
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Correo del Maestro. Núm. 48, mayo 2000.
Entre nosotros
Árbol de la vida Taller para armar un árbol filogenético Hilda Medrano Castañeda Introducción Los árboles genealógicos Seguramente, en algún momento, nuestros alumnos habrán elaborado un árbol genealógico en el que se muestren las relaciones de parentesco entre los miembros de una familia. Este tipo de árboles llega a incluir no sólo a los abuelos sino también a los bisabuelos, tatarabuelos y otros ancestros, dependiendo de la información con la que se cuente. Generalmente, los ancestros más distantes se ubican en la base o tronco del árbol, mientras que los parientes más recientes forman parte de las ramificaciones o las terminaciones de las ramas. Los árboles filogenéticos En biología se utilizan árboles parecidos a los genealógicos para conocer cómo se encuentran emparentados los organismos vivos, se les conoce como árboles filogenéticos. A diferencia de los árboles genealógicos, en los que se utiliza información proporcionada por los familiares, para los árboles filogenéticos se usa información proveniente de fósiles así como aquélla generada por la comparación estructural y molecular de los organismos.
Tanto los árboles genealógicos como los filogenéticos tienen un tronco y ramas, pero en los últimos se muestran las relaciones entre especies y no entre individuos. Los árboles filogenéticos se construyen tomando en cuenta la teoría de la evolución, que nos indica que todos los organismos son descendientes de un ancestro común: la protocélula. Asi, todos los organismos, ya sean vivos o extintos, se encuentran emparentados en algún grado.
Desarrollo Esta actividad se puede realizar con alumnos a partir de 4º de primaria, hasta 1º de secundaria. Objetivo Elaborar un árbol filogenético que permita apreciar cómo se encuentran emparentados los cinco reinos e introducir a los alumnos en las características que permiten agrupar diversos organismos en éstos. Material • Pegamento • Tijeras • Ilustraciones de bacterias, amibas, hongos, plantas, animales
• Cuadro con las características de los cinco reinos ¿Qué hacer? Sugerimos introducir a sus alumnos en el concepto de evolución así como en las principales características de cada uno de los reinos, las que vienen expuestas, a grandes rasgos, en el cuadro que se incluye. Recomendamos acompañar la explicación sobre las características de los reinos con ejemplos de organismos pertenecientes a cada uno de ellos. Para el reino Monera se puede mostrar yoghurt o queso, que son producto de la actividad bacteriana. En el caso de los Protistas, agua de varios días de un florero, de la que se puede colocar una gota bajo el microscopio y observar a los organismos que se mueven. Al hablar del reino Plantae es posible enseñar un musgo, un helecho, pino o clavel y para el reino Animalia un insecto, un coral o cualquier otro animal. Para Fungi, una tortilla o pan enmohecido, un champiñón o unas setas. A continuación, incluimos el ejemplo de un cuadro filogenético general de los seres vivos, el cual puede servir al maestro como guía para apoyar a sus alumnos en la elaboración de los propios.
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Árbol de la vida
Características de los cinco reinos
2. Reino Protista En este reino se incluyen organismos formados por una sola célula (unicelulares) algunos de los cuales pueden ser coloniales. Sus células son eucariotas, o sea que poseen un núcleo y organelos rodeados de membrana. Algunos elaboran su propio alimento _autótrofos_ y otros lo toman ya hecho _heterótrofos. A este grupo pertenecen los protozoarios _como las amibas_ así como también las algas unicelulares. 3. Reino Fungi Los hongos poseen células eucariotas con pared celular. La mayoría son organismos multicelulares. No pueden hacer su propio alimento _no son fotosintéticos_ por lo que lo absorben liberando enzimas digestivas sobre él. Algunos son saprófitos _desintegradores_ y otros son parásitos. Su cuerpo está formado por hifas que constituyen los micelios que se infiltran al sustrato del que se nutren. Las levaduras, los mohos y los hongos comestibles son algunos ejemplos. 4. Reino Plantae Las plantas son organismos multicelulares eucariotas y fotosintéticos. Son productores primarios de materia orgánica. Sus células presentan una pared celular. En este reino encontramos a todos los vegetales ya sean no vasculares _musgos_ o vasculares, sin semillas _helechos_ o con semillas y sin flores _gimnospermas_ o con flores _angiospermas. 5. Reino Animalia Los animales son organismos multicelulares eucariotas heterótrofos, o sea, consumidores. Sus células no presentan pared celular y son muy sensibles a los estímulos del medio ambiente. La mayoría de los organismos de este reino pueden desplazarse de un lugar a otro en algún periodo de su ciclo de vida. Todos los animales, como por ejemplo perros, estrellas de mar, corales e insectos, pertenecen a este reino.
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Reino Plantae
Reino Animalia
1. Reino Monera Todas las bacterias pertenecen a este reino. Son organismos microscópicos formados por una sola célula que no tiene núcleo ni organelos delimitados por membranas. Fueron, probablemente, los únicos habitantes de la Tierra durante cerca de 3 000 millones de años.
Reino Fungi
Hombre
Primates Mamíferos voladores Mamíferos marinos Plantas con flores Marsupiales Primeros mamíferos
Aves Coniferas
Anfibios Basydiomicetes Reptiles
Ginkgo
Peces óseos
Cicadeaceas (palmeras) Asomycetes Insectos vertebrados voladores abandonan el mar
Peces cartilaginosos
Peces mandibulados
Primeros insectos
Plantas con semillas
Helechos Licopodio
Peces amandibulados
Ostracodermos Peces acorazados
Invertebrados con exoesqueleto
Invertebrados
Protozoarios
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Rhynias, primeras plantas vasculares
Phicomicetes
Musgo
Fósiles de tejidos vegetales de transición de algas a embriofitas
Algas
Reino Protista
Bacterias
Reino Monera
Myxomicetes
Hongos unicelulares
Antes del aula
Paleoecología de los homínidos fósiles* Raúl Valadez Azúa
A
unque las descripciones físicas de las diferentes especies de homínidos que han existido en el planeta son importantes, en realidad es un tema muy fácil de encontrar, pues es lo que aparece siempre en los libros que tratan sobre evolución del hombre: lista de especies, dimensiones, aspecto, tipos de evidencias encontradas, rangos en el tiempo, etc. Tan es así que para dominar el tema lo único importante es mantenerse actualizado pero, ¿qué tan fácil es encontrar obras que traten sobre la ecología de estos hombres primitivos?, por ejemplo, que expliquen cómo vivían, en qué ambientes se desarrollaron, qué relación tenían con otras especies de su entorno; en realidad esta información es muy escasa y es por ello que vale la pena darle a este tema un espacio especial.
Cómo se hace la paleología Una reconstrucción de un organismo antiguo a partir de los fósiles consiste básicamente en tomar los datos que nos ofrece la pieza y trasladarlos a una imagen actual o equivalente. Por
ejemplo, un cráneo de primate con un agujero occipital en la parte inferior, trasladado a la época actual, indica un tronco colocado debajo de la cabeza, o sea una marcha bípeda. Ahora bien, una reconstrucción paleoecológica significa continuar con el marco deductivo que estamos realizando, pero con el fin de obtener información relativa a la ecología de la especie estudiada; por ejemplo, una marcha bípeda implica vida terrestre, como la nuestra, o con menos dependencia de los árboles, por tanto, un organismo con esa característica debió vivir en zonas abiertas, tal vez una pradera o quizá un bosque, pero donde subirse a los árboles y desplazarse en ellos no era su primera opción. El traslado de datos de un nivel a otro sería como se presenta en el cuadro 1. Para el caso que nos interesa, las reconstrucciones paleoecológicas se realizan a partir de dos fuentes de datos: los estudios anatómicos y la fauna fósil asociada a los restos de homínidos descubiertos; lo primero, para tener información relativa a cómo era, cómo funcionaba, cómo vivía la especie y lo segundo, para saber el tipo de ecosistema en que se desarrolló.
Dato del fósil
Interpretación funcional
Interpretación conductual
Interpretación ecológica
Molares muy grandes, planos
Labor masticatoria muy fuerte
Alimentación vegetariana basada en vegetales duros
La especie vive en ambientes secos donde estas plantas son comunes
Cuadro 1. * En páginas centrales se encuentra un cartel a color de un árbol filogenético y las principales localidades de fósiles de homínidos.
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Paleoecología de los homínidos fósiles
El paso de los árboles al suelo Nuestro punto de entrada será el género Australopithecus ya que es la forma más primitiva de la cual podemos hacer una buena reconstrucción paleoecológica. Ya sabemos que estos organismos fueron nuestros ancestros y quienes realizaron la conquista de la tierra firme. La más antigua especie de homínido conocida en la actualidad es Ardipithecus ramidus, una forma que existió en el este de África hace cuatro y medio millones de años (Leakey y Walker, 1997) y cuya dentición presenta características que le asemejan bastante a la humana. Desgraciadamente no se conocen suficientes restos como para deducir algo de su ecología. Un poco menos drástico es el caso de Australopithecus anamensis, aunque los restos son tan escasos que apenas podemos decir algo de ellos, sin embargo, lo que conocemos indica un rostro tipo chimpancé y, lo más importante de todo, la parte superior de la tibia, la que se articula con el fémur y forma la rodilla, es asombrosamente similar a la humana, lo cual indica que su locomoción era bípeda, o estaba bastante avanzada en este sentido (Leakey y Walker, 1997). Los fósiles de esta especie se encontraron asociados a fauna de bosque y de río, por lo que podemos suponer que vivía en las selvas, probablemente cerca de ríos y lagos. En realidad, si queremos hacer una buena reconstrucción paleoecológica nuestro punto de partida debe ser Australopithecus afarensis, especie que vivió hace 3 a 4 millones de años. Fue un organismo con cráneo de simio y cuerpo muy avanzado respecto a la marcha bípeda (McHenry, 1998). El análisis de sus manos muestra que su estructura muscular y ósea era más similar a la de los chimpancés actuales que a la de los homínidos posteriores. Ciertamente podía utilizar objetos a manera de herramientas, pero sus habilidades se encaminaban más hacia movimientos de prehensión en donde la fuerza era el
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factor clave y, definitivamente, no era capaz de realizar movimientos finos de los dedos y sobre todo del pulgar (Susman, 1998). Con todo esto, más su capacidad craneal de unos 400 centímetros cúbicos (cc), podemos ver a esta especie como algo muy similar a los chimpancés actuales. Las huellas de homínidos descubiertas en la localidad fósil de Laetoli corresponden, por antigüedad, a individuos de esta especie; esta imagen refuerza la idea de que Australopithecus afarensis era muy apta para caminar en el suelo. Sabemos, no obstante, que esta habilidad se complementaba con una buena aptitud para la vida arborícola, pues las características de las manos y del tronco indican adaptaciones para el transporte entre los árboles. Sabemos que desde el Plioceno el clima seco fue haciéndose más común en esta región (Coppens, 1994) y que las masas forestales, junto con la fauna asociada, se hicieron cada vez más escasas y más limitadas a los bordes de ríos y lagos. De esta forma, aunque esta especie era básicamente arborícola, es probable que utilizara sus habilidades de locomoción terrestre para desplazarse entre trozo y trozo de bosque. En los sitios donde se han descubierto sus fósiles, por ejemplo Laetoli, Hadar o Koobi Fora (Reed, 1997), la fauna asociada comprende un buen número de especies arborícolas y/o de alimentación frugívora, además de la presencia de especies anfibias o acuáticas. Dentro de este panorama, Australopithecus afarensis se manifiesta como un organismo que vivía en bosques ribereños, que pasaba parte de su vida en los árboles, parte en el suelo, alimentándose de frutos, insectos, semillas y uno que otro pequeño vertebrado, viviendo en pequeños grupos y siendo presa habitual de leopardos. Estos homínidos tenían un dimorfismo sexual muy marcado, producto de su vida en grupo. Gran cantidad de especies de mamíferos viven en sistemas sociales que les proporcionan se-
HOMBRE (bípedo)
Cráneo
Agujero occipital
Tronco
Cráneo Tronco
Agujero occipital
LEMUR (cuadrúpedo)
GORILA
AUSTRALOPITÉCIDO
HOMBRE
Agujero occipital Agujero occipital Agujero occipital
Las características anatómicas de los organismos son evidencia directa de su morfología, de su aspecto y, por tanto, de parte de sus adaptaciones a un estilo de vida. La colocación del sitio donde se inserta la columna al cráneo (agujero occipital) indica su tipo de locomoción. Si el agujero está en la parte posterior del cráneo significa que la columna se inserta atrás de la cabeza, que el tronco está acomodado en sentido horizontal y, por tanto, que su desplazamiento es en cuatro patas; si el agujero está bajo la cabeza significa que la columna está bajo ésta, acomodada en sentido vertical y por ello su marcha es bípeda.
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Paleoecología de los homínidos fósiles
guridad contra depredadores pero también implica competencia, sobre todo en lo referente a la lucha entre los machos por las hembras. En los primates hay dos caracteres que diferencian a un sexo del otro y que se acentúan más entre más fuerte es la competencia: el tamaño de los caninos y la talla del individuo (Plavcan y Schaik, 1997). En simios como los gibones, las parejas forman nexos muy estables y la monogamia es la norma, por lo que el dimorfismo sexual es muy poco marcado; caso opuesto son los babuinos, los cuales viven en grupos donde los machos compiten constantemente por las hembras y de ello se deriva que estos últimos sean notablemente más grandes y posean caninos enormes. Los fósiles de homínidos extintos y nuestra propia especie manifiestan constantemente un evidente dimorfismo sexual, lo cual prueba que la existencia de grupos sociales en donde los machos compiten por las hembras ha sido tan parte nuestra como nuestra marcha bípeda o nuestro cerebro. Los fósiles de Australopithecus afarensis muestran que los colmillos de los machos eran más grandes que los de las hembras y, sobre todo, existía una clara diferencia en la talla individual. Estas características, al compararlas con las de los primates actuales, los ubican como integrantes de grupos sociales en los cuales existía un solo macho, varias hembras e individuos jóvenes, tal y como se observa en la actualidad con los gorilas. Las siguientes especies de australopitécidos en la escala del tiempo (2 a 3 millones de años antes del presente) fueron Australopithecus africanus, la cual habitó el sur de África, y Australopithecus aethiopicus, que ubicamos en la región de Etiopía (Reed, 1997). Ambas muestran algunas modificaciones que les acercan a la forma humana actual (Leakey, 1985) como disponer de un pulgar con movimiento propio, habilidad para manipular objetos con bastante precisión y un cerebro mayor (400-480 cc).
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En los sitios donde aparecen estas especies la fauna es poco especializada, aunque parte de ella se relaciona con el hábitat tipo bosque; por ejemplo, en Sterkfontein (donde habitaba Australopithecus africanus), la fauna estudiada (2.4-2.6 millones de años de antigüedad) incluye 23.3% de especies terrestres-arborícolas y, lo más importante, el 16.7% son frugívoros, mientras que sólo el 3.3% son comedores de pastos; en Shungura (2.9 millones de años) la fauna que convivió con Australopithecus aethiopicus incluía 5.6% de especies arbóreas, 14% frugívoras y 5.6% acuáticas. De acuerdo con esto, podemos concluir que estas especies vivieron en ambientes similares a los de su antepasado; para el primer caso (Australopithecus africanus), bosques colindantes con la sabana o bosques abiertos y para el segundo, bosques ribereños (Reed, 1997). En comparación con Australopithecus afarensis, estas dos nuevas especies representan “un paso adelante” dentro del proceso de “tendencia hacia la forma humana”, aunque seguían siendo muy semejantes a la forma simio. No rebasaban el metro y medio de altura, eran de constitución ligera (de ahí que se les denomine australopitécidos gráciles), sus cráneos eran más semejantes a los humanos (en comparación con los de Australopithecus afarensis) y, como se indicó, tenían un cerebro mayor. Existía dimorfismo sexual, aunque menos marcado que en otros australopitécidos, pues las diferencias en talla entre machos y hembras no eran muy marcadas y las dimensiones de los caninos eran similares; estas características indican que muy probablemente vivían en grupos formados por varios machos y hembras con bastante tolerancia en cuanto a la competencia y control de la comunidad, algo similar a lo que se observa actualmente con los chimpancés. Como se señaló, Australopithecus africanus y Australopithecus aethiopicus presentan una estructura anatómica en los dedos de las manos
similar a la de Homo sapiens, justo la adecuada para el manejo de instrumentos (Susman, 1998), por ejemplo, pulgares comparativamente largos y con una musculatura independiente a la de los restantes dedos (músculos extensores y flexores del pulgar), pero es importante recalcar que nunca se ha encontrado evidencia de que ellos fabricaran sus propios instrumentos. La conclusión de esto es que se trató de organismos muy aptos para usar palos, piedras o huesos, para tirar frutos, golpear a un enemigo o alcanzar un objeto. Por último, recordemos que en épocas pasadas se creó la idea de que los australopitécidos habían dejado de ser herbívoros para convertirse en cazadores, o al menos en animales con alimentación carnívora, sin embargo, no existe dato alguno que demuestre un cambio en el estilo de vida con respecto a su antecesor, por lo que debemos considerar como más probable una alimentación omnívora muy diversa.
Los verdaderos vegetarianos Los australopitécidos gráciles fueron el eje del cual se derivaron dos líneas evolutivas, ambas encaminadas hacia un estilo de vida completamente terrestre (o sea sin relación directa con lo arborícola) y cada vez más adaptado hacia el abandono del bosque por la vida en la sabana, una de éstas llevó hacia los australopitécidos robustos y la otra hacia el género Homo. El primer grupo comprende organismos con un estilo de vida 100% vegetariano. Sus cráneos eran anchos con poderosas mandíbulas, gran desarrollo de la musculatura mandibular y amplios molares, aptos para alimentarse de vegetales duros, algo lógico cuando la alimentación tipo fruto es sustituida por semillas o vegetales más duros, propios de zonas secas ( Leakey, 1985).
Las especies involucradas son dos: Australopithecus robustus y Australopithecus boisei. La primera, propia de Sudáfrica (1.5-2 millones de años), fue la forma mejor adaptada a los ambientes secos (entre las especies de este género), pues la fauna fósil asociada (Kromdaii y Swartkrans) indica ausencia de especies arborícolas, aunque sí hay algunas de alimentación frugívora y algunas especies acuáticas (Reed, 1997). De acuerdo con esto podemos suponer que este homínido vivió cerca de los ríos, pero en zonas relativamente secas, donde la sabana y el bosque colindaban. La segunda especie fue contemporánea (1.52.5 millones de años), pero pertenece al este de África y fue más conservadora, pues aparece en sitios (Koobi Fora y Omo) donde el ecosistema dominante parece ser un bosque abierto cercano a ríos (Reed, 1997), algo semejante a lo observado con los australopitécidos anteriores. La reconstrucción de las manos de estas dos especies demuestra una buena capacidad para utilizar instrumentos (Reed, 1997) pero, aunque se ha sugerido que ocasionalmente podrían haberlos elaborado, lo cierto es que su esfuerzo evolutivo estuvo más relacionado con la evolución hacia una alimentación herbívora, que llevó a fuertes modificaciones en su dentición y poder masticatorio, que hacia la elaboración de herramientas; el bajo incremento de la capacidad cerebral (530 cc) sería una evidencia de ello. En realidad, si vemos la reconstrucción de alguno de estos organismos es fácil llegar a la conclusión de que su condición “tipo hombre” es indudable, pero que su sobrevivencia dependía básicamente de su potencial biológico, o sea de sus adaptaciones morfológicas y fisiológicas, sin que el aspecto de capacidades mentales haya tenido algún impacto destacable, algo también comprensible si consideramos que la alimentación herbívora no exige el desarrollo de habilidades mentales, en contraposición con la vida depredadora.
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Paleoecología de los homínidos fósiles
Australopithecus afarensis Las diferentes especies de Australopithecus vivían en bosques que se concentraban en las orillas de los ríos en colindancias con la sabana. La adaptación de estas especies a un clima más seco los llevó a ser cada vez menos arborícolas, desde Australopithecus afarensis,el cual era tan diestro en el suelo como en los árboles, hasta Australopitecus robustus, el cual vivió en las sabanas arboladas.
Aunque Australopithecus robustus y Australopithecus boisei se manifiestan como formas similares, “hermanas” diríamos, los datos sobre su paleoecología muestran marcadas diferencias, tan grandes como las que hay entre lobos y coyotes o entre leones y tigres. Respecto a los ecosistemas en los cuales se desarrolló cada una, ya vimos que había diferencias, ahora bien, los fósiles también muestran variaciones en lo que respecta a la forma como constituían sus grupos. En el caso de Australopithecus robustus el dimorfismo sexual no es muy marcado, por ello se puede suponer la existencia de grupos sociales semejantes a las de Australopithecus africanus, mientras que en Australopithecus boisei se observa una marcada diferencia entre sexos, tanta como la que se presenta en los babuinos de la sabana (Papio papio), los cuales viven en grupos donde los machos son definitivamente dominantes, manteniendo entre ellos una continua e intensa competencia.
Un humilde carroñero La otra línea evolutiva, la de Homo, se desarrolló en un camino muy distinto. Hay muy poco
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Correo del Maestro. Núm. 48, mayo 2000.
Australopithecus robustus
que nos indique tendencia a la especialización; en realidad, los datos hablan más a favor de la tendencia a mantener una estructura generalizada, no especializada, impulsándose, por otro lado, el empleo de las preadaptaciones relacionadas con la habilidad manual y la capacidad cerebral. Nuestro punto de partida de esta ruta evolutiva es Homo habilis, una especie que apareció en el planeta hace unos dos y medio millones de años y perduró hasta hace un millón y medio. Los fósiles muestran que se trató de un organismo que literalmente “se salió del cuadro” que mantenían los australopitécidos, pues su reconstrucción morfológica y ecológica se aparta completamente de aquel esquema. Homo habilis era un organismo de apariencia ligera, su altura era de unos 140 cm y probablemente no pesaba más de 45 kg (Leakey, 1985). Su capacidad cerebral rebasaba ampliamente a los australopitécidos contemporáneos, pues se ubicaba sobre los 650 cc; esto, más la anatomía de sus manos, indica no sólo la habilidad para usar instrumentos, sino incluso para elaborarlos y llevar un estilo de vida que dependía en cierto grado de esto, algo que no parece haber ocurrido con los australopitécidos.
TATTERSSALL, I.
LEAKEY , R.
Cueva de las flechas, Baja California. En esta pintura la figura central está empalada y atravesada por flechas, uno de los muchos enigmas del vocabulario simbólico de estas pinturas. La imagen de animales atravesados por flechas era común en la sierra de San Francisco, pero las figuras humanas en esa situación eran raras. Sin embargo, en las sierras de Guadalupe y de San Borja ambas representaciones eran comunes.Aún no se ha podido descifrar su significado.
La formación de la humanidad.Vol. 1, Barcelona, España. Ediciones Orbis, S.A.,1985.
cave paintings of Baja California. Sunbelt Publications, San Diego, California, 1997.
“De África ¿una y otra vez?” Investigación y ciencia, 1997. 249: 20-45.
CROSBI, Harry. The
“Lucy”, una hembra de Australopithecus afarensis que vivió hace tres millones de años junto a un lago, en lo que hoy es Etiopía. Con un cuarenta por ciento de los huesos —formados por más de cien fragmentos del esqueleto recuperado— constituye el ejemplar más completo de todos los homínidos primitivos hallados. La forma del hueso de la pelvis demuestra que era una hembra, y los huesos de las piernas indican que andaba erguida. Su dentadura sugiere que cuando murió tenía unos veinte años de edad.
“El chico de Turkana”, un adolescente de Homo ergaster de hace 1.6 millones de años, representa a los primeros homínidos con un esqueleto del cuerpo auténticamente moderno.
Homo erectus. Fémur y fragmento superior del cráneo (calota). Java (1-1.5 millones de años). Fossils, the evolution and extintion. Nueva York, E. U.A., Harry and Abrams Inc., 1991.
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Australopithecus boisei (1.8 millones de años), restos procedentes de Olduvai Gorge,Tanzania. Herramienta típica y cráneo de Homo erectus de 1.7 millones de años de antigüedad. Australopithecus robustus (1.6-1.9 millones de años), fósiles hallados en Swartkrans, Sudáfrica.
Homo habilis, cráneo (antigüedad aprox. 1.9 millones de años) hallado al este de Turkana, Kenya. A la derecha huesos de pies (antigüedad 1.8 millones de años) encontrados en Olduvai Gorge,Tanzania. Homo heidelbergensis. Cráneo de Steinheim, Alemania. Representa la forma antecesora del hombre de Neanderthal (225 000 años). CROSBI, Harry. The
cave paintings of Baja California. Sunbelt Publications, San Diego, California, 1997.
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Fossils, the evolution and extintion. Nueva York, E. U.A., Harry and Abrams Inc., 1991.
LEAKEY, R.
ELDREDGE, N.
ELDREDGE, N.
Mary Leakey examina las pisadas de homínidos halladas en Laetoli,Tanzania.
Cueva de la Natividad, en Baja California. En este sitio se han encontrado diversas pinturas rupestres y es, probablemente, el refugio rocoso más grande pintado en esta zona. En un gran espacio los pintores plasmaron enormes figuras de venados con un estilo muy homogéneo. También, en esta cueva, se encuentran pinturas más antiguas pero más deterioradas y fragmentadas. Ellas ocupan espacios más pequeños y tienen motivos y estilos más variados.
ELDREDGE, N.
ELDREDGE, N.
ELDREDGE, N.
El Niño de Taung, cráneo de un australopiteco hallado por Raymond Dart, en 1924. La mayoría de los científicos lo rechazaron, diciendo que no era más que un tipo extinguido de antropomorfo; descubrimientos posteriores demostraron que este cráneo pertenecía a verdaderos homínidos, aunque no nuestros antepasados directos. Homo neanderthalensis. Cráneos de tres individuos hallados en diferentes regiones. Izquierda: Amud, Israel (45000 años); centro: St. Cesaire, Francia (32-33000 años); derecha: La Chapelle de Saints, Francia (50000 años).
Es importante destacar que aunque el uso de herramientas había sido pauta normal en la historia de los homínidos, el cambio sustancial que se opera en Homo habilis es su capacidad para pensar en la necesidad de disponer de un objeto de roca con una punta dura, de ahí iniciar la búsqueda de un guijarro que pudiera ser controlado con una mano, tomarlo, golpearlo contra rocas de mayor talla para romperlo y así tratar de obtener una pieza en la cual las fracturas se han concentrado en un sólo extremo y dan por resultado lo que denominamos “tajador” (Leakey 1985) o sea una piedra con bordes cortantes y punta o puntas irregulares, pero consistentes. Los restos fósiles más importantes de esta especie pertenecen a la barranca de Olduvai, al este de África (Kenya y Etiopía), una región que en la actualidad está ocupada por sabanas abiertas y desierto pero que en aquellas épocas tenía un clima mucho más húmedo (Leakey, 1985). La fauna asociada a Homo habilis, en este sitio y otros (Omo), indica condiciones ambientales propias para el desarrollo de sabanas arboladas o sitios semisecos donde la sabana y el bosque colindaban; la fauna arborícola y la de alimentación frugívora y la acuática aparecen junto con la de la sabana y la que se alimenta de pastos (Reed, 1997). Incluso en Omo sabemos que Australopithecus boisei convivía codo con codo con Homo habilis. Casi siempre se asocia el uso de los tajadores y el mayor desarrollo cerebral con la vida depredadora, sin embargo, la interpretación paleoecológica de esta especie no apoya esto. Una especie cazadora por necesidad es robusta, fuerte, de gran resistencia (en comparación con organismos de similares dimensiones), pero el proceso evolutivo que dio origen a H. habilis no implicó el desarrollo de cuerpos atléticos o grandes con extraordinaria musculatura. ¿Cuál sería entonces el cambio que se operó en esta especie a partir del uso de herramientas de roca? Su
condición grácil implica un estilo de vida oportunista y se piensa que estas piedras con punta le permitirían el acceso a un tipo de alimento rico en proteína pero de cubierta muy dura: la médula de los huesos. De acuerdo con esta idea, Homo habilis fue una especie que aprovechó las continuas jornadas de cacería de los depredadores para esperar, como buen oportunista, el momento en que los restos de las presas eran abandonadas para llegar y robarse un hueso y en un lugar seguro machacarlo con su tajador hasta romperlo y extraer la médula. Este alimento, rico en proteína y grasa equivaldría, desde el punto de vista nutricional, a todo un día de recolecta y, por tanto, sería altamente apreciado. La mayor inteligencia la tenemos vinculada a la elaboración de los instrumentos, pero sin duda sería tanto o más valiosa como parte de las habilidades que requerirían para acercarse a los restos y tomar un hueso mientras actuaban contra sus competidores: los chacales y los buitres. Por último, respecto a su tipo de vida social, esta especie y todas las restantes del género Homo aparecen como formas adaptadas a la vida en grupos donde los machos compiten en forma continua pero poco intensa, con poca probabilidad de que surjan machos dominantes y mucha interacción sexual entre machos y hembras en conjunto (Plavcan y Schaik, 1997).
A la conquista del mundo Cómo se indicó, Homo habilis era una especie propia de la sabana arbolada, pero su descendiente, Homo ergaster, fue un tipo de hombre que no requería de los árboles para sobrevivir y que podía subsistir en regiones con condiciones más severas gracias a su mejor constitución física (medía hasta 1.8 m). ¡Ah sí!, y también por su mayor cerebro, el cual alcanzaba hasta 1 000 cc
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Paleoecología de los homínidos fósiles
(Tattersall, 1997). Comúnmente se considera que la mayor capacidad cerebral y la elaboración de herramientas fueron dos aspectos que estuvieron estrechamente relacionados en la evolución de nuestro género, sin embargo, en el caso de Homo ergaster la regla no se cumple, pues los únicos instrumentos conocidos son los tajadores. Se cree que la verdadera clave del desarrollo de la inteligencia en esta especie fue la alimentación. En zonas húmedas y ricas en recursos la carroñería era una opción sencilla para complementar la alimentación, pero en una región más seca sería algo mucho más complicado, pues habría más competencia. Además de que cualquier habilidad que permitiera conseguir alimento sería seleccionada positivamente, también se cree que Homo ergaster sería un buen robador de presas, algo que requiere de mucha astucia. Imaginemos un ejemplo de esto. Los leopardos (Panthera pardus), los carnívoros más comunes en la zona, tienen la costumbre de colocar los restos de su presa en la parte superior de los árboles para evitar que se la roben y eso les sirve muy bien contra leones, chacales o hienas, no así contra un primate capaz de subirse a una acacia y que, además, es lo bastante listo para reconocer las pautas de conducta de los leopardos, saber qué árboles son los más empleados y cuál es el momento adecuado para subir a robarse la presa. Aparentemente, esta especie tuvo una larga vida pues estuvo presente al menos medio millón de años (de dos a, quizá, un millón de años antes del presente) y su éxito como especie queda demostrada al haber abandonado África y lograr diseminarse por Asia (Tattersall, 1997). La razón de esto sin duda se encuentra en su capacidad para sobrevivir en ambientes abiertos y semiáridos, justo los que encontramos en todo el territorio que abarca el noreste de África y Medio Oriente, sin embargo, más allá de estas
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regiones se encuentra la tierra prometida, las sabanas arboladas de la India y las estepas que abarcan desde Europa oriental hasta China, o sea un ambiente abierto, llano, perfecto para vivir y diseminarse con facilidad y con menos competencia. Las grandes distancias recorridas y las distintas condiciones ambientales favorecieron que Homo ergaster fuera el tronco del cual se derivaron dos especies, una de ellas es Homo erectus, la cual se desarrolló en Asia y la otra, Homo heidelbergensis, que apareció en África y de la que derivamos nosotros (Tattersall, 1997). La diferencia más importante entre estos tres tipos de hombres es el tipo de herramientas que usaban. Como se indicó, Homo ergaster mantuvo su primitiva cultura del tajador y en ello no se manifiestan mayores cambios, pero sus descendientes sí superaron este nivel pues desarrollaron nuevos métodos de elaboración de instrumentos y el resultado fue la aparición de herramientas más diversas y más complejas. Homo erectus vivió desde hace 1.5 millones hasta hace tan sólo 50 000 años, lo cual le convierte en la más exitosa especie del género. Su distribución, desde el norte de China hasta Java y desde la costa del Pacífico hasta los Himalayas, indica que aunque fuera potencialmente apto para vivir en las estepas (como su antepasado), los ambientes de bosque eran su primera opción. Los fósiles de las localidades chinas están asociadas a caballos, elefantes, ciervos, antílopes, bisontes, hienas, leopardos, tigres dientes de sable, o sea, animales propios del bosque y de la pradera. En Java, el otro extremo de su distribución, lo encontramos viviendo en la selva (Tattersall, 1997). Su especie hermana, Homo heidelbergensis, logró establecerse en una región que hasta ese momento había estado al margen de la historia de los homínidos, Europa, y tanto su morfología como sus hábitos serían muy similares a los de Homo erectus.
Homo habilis
Homo heidelbergensis
Homo neanderthalensis En sus orígenes, Homo fue otro homínido más de las sabanas arboladas del este de África, pero la habilidad de elaborar herramientas le permitió ampliar sus opciones de vida y ser más adaptable. Homo habilis fue un carroñero que trituraba huesos, al estilo de hienas y chacales; sus descendientes, a partir de Homo ergaster, fueron buenos cazadores y muy versátiles en sus hábitos y estilos de vida, lo cual les permitió abandonar África y diseminarse por todo el planeta.
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Los instrumentos descubiertos en las localidades fósiles de China y asociados a Homo erectus varían enormemente en su grado de complejidad. Los más antiguos, con un millón de años a cuestas, son apenas algo más complejos que los tajadores que les precedieron y hace 500 000 años ya existe una amplia gama de herramientas. Al observar las piezas es fácil concluir que del concepto de tajador se derivó la idea de elaborar instrumentos con otros usos, aunque igualmente sencillos y toscos. El perfeccionamiento de las piezas a través de una elaboración más cuidadosa fue un proceso posterior. Además del gran logro y la consiguiente ventaja adaptativa que representó para ellos una industria lítica más diversa y perfeccionada, otro importantísimo avance fue el uso y control del fuego, pues representó el primer momento en que el hombre buscó utilizar una fuente de energía (Howell, 1988). Desconocemos cuándo y dónde se dio el primer paso pero los grupos humanos de hace 500000 años de Asia y Europa ya hacían un amplio uso de éste, tal y como lo atestiguan las acumulaciones de ceniza y carbón asociadas a las localidades donde aparecen los fósiles humanos. La forma como se descubrió el fuego también es algo poco conocido pero básicamente se limita a dos posibilidades: a través del manejo de la madera que se quemaba durante los incendios naturales (en la temporada seca o al caer rayos en los árboles) o durante la fabricación de los utensilios de roca, ya que al tallar dos pedernales es común que salten chispas que pueden convertirse en llama al caer en la hierba seca. Las novedades tecnológicas y las habilidades mentales de estas dos especies permitieron que el robo de presas y la cacería de pequeños vertebrados (parte del estilo de vida de Homo ergaster) dejaran de ser la máxima expresión en hábitos depredadores y se llegó a niveles tales como la cacería de proboscídeos. Existen interesantes in-
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vestigaciones realizadas en Torralba y Ambrona, España, realizadas hace medio siglo, donde se encontraron los restos de una increíble carnicería de elefantes (Howell, 1988). El sitio tiene unos 300 000 años de antigüedad y, aunque no se encontraron fósiles humanos, la lítica y época permiten suponer que el autor de la cacería fue Homo heidelbergensis. Los restos de los animales y la herramienta se encontraron en lo que había sido un pantano y las orillas mostraron señales de fuego. Aunque era obvio que los proboscídeos habían muerto ahogados, muchos huesos se encontraron fuera de sitio, sin ningún acomodo natural, sino más bien formando puentes, sitios de paso, que conectaban con la orilla. Los estudios posteriores permitieron concluir que se había tratado de un grupo de elefantes primitivos que se dirigía hacia el sur por la temporada de invierno. En su camino se tropezaron con esta zona pantanosa, situación delicada, pero perfectamente superable, y con grupos humanos, lo cual selló su destino. Los hombres quemaron los pastizales que se encontraban entre la manada y el pantano y con ello acorralaron a los animales que fueron cayendo, uno por uno, en el lodo. Después, a estos cazadores sólo les quedó sentarse en la orilla y esperar a que sus presas murieran para iniciar su descuartizamiento. Tomaron algunas partes de los cuerpos y se las llevaron, otras las utilizaron para formar los puentes y otras, simplemente, las ignoraron; estos dos últimos grupos y las herramientas que emplearon en el trabajo fue lo que quedó como evidencia del evento.
La era del hielo Como se indicó, Homo heidelbergensis fue el primer homínido que vivió en Europa, sin embargo, la primer especie originaria de la región fue
Homo neanderthalensis. A esta especie la podemos reconstruir en dos versiones, una relacionada con ambientes templados o cálidos y otra con climas fríos. Para el primer caso tenemos los importantes datos provenientes de Medio Oriente (Pilbeam, 1981), por ejemplo, en Shanidar, Irak y en Monte Carmelo en Israel —40 a 80 mil años de antigüedad. Estos hombres vivían en grupos, ocupando cuevas o en chozas que levantaban con ramas, pieles o lo que fuera. Eran cazadores muy diestros pero es probable que la mayor parte del alimento la obtuvieran de la recolección. Un dato muy importante es que entre los fósiles descubiertos hay evidencia de individuos que presentaban lesiones o limitaciones físicas pero aún así podían sobrevivir, así como personas que murieron y fueron enterradas. Estos datos, tan comunes para nosotros, evidencian que la seguridad que se vivía en el interior de estos grupos, por ejemplo, contra depredadores, era muy grande; tanta, que podían darse casos en los que una persona con alguna discapacidad podía buscar refugio. La conclusión ecológica de esto es que las sociedades de esta especie de hombre eran, en conjunto, tan poderosas y aptas como los grandes depredadores con los que convivían, de tal manera que un compañero enfermo podía encontrar en el interior de su grupo suficiente protección hasta curarse sin que fuera rápidamente devorado por un depredador. No obstante estos importantes datos, lo referente al Homo neanderthalensis que vivió en la época glaciar en Europa es aún más interesante (Fischman, 1992). Sus campamentos aparecen como lugares que se usaban poco tiempo y los restos descubiertos (carbón, huesos, lítica) hablan de personas que llegaban y se limitaban a cubrir sus necesidades inmediatas. Llevaban una vida plenamente nómada, deteniéndose sólo en sitios en los que hubiera alimento disponible para aprovecharlo al máximo y después partían.
Según los antropólogos, a estos campamentos se les puede agrupar en dos tipos, uno se caracteriza por tener instrumentos pequeños, en ellos los restos de plantas son abundantes y los animales cazados eran más bien chicos; el otro tipo de campamento es de mayores proporciones, los restos dominantes son de vertebrados grandes y la lítica comprende armas pesadas. De acuerdo con los especialistas, los campamentos chicos eran ocupados por mujeres y niños y los grandes pertenecían sólo a individuos masculinos, lo que nos lleva a concluir que estos neanderthales vivían en grupos diferentes, uno formado por mujeres e infantes y otro por los hombres, manteniendo cada uno su independencia y favoreciendo el contacto sólo para la reproducción. ¿Qué relación tiene esto con las adaptaciones climáticas? El aspecto principal que buscan cubrir las sociedades de primates son la protección contra depredadores y, para el caso de Homo, apoyar las labores de obtención de alimento (por ejemplo, la cacería); la competencia entre individuos existe, en realidad podríamos decir que es un punto en contra, pero si hay suficiente alimento, espacio y parejas potenciales, se llega a un equilibrio entre lo bueno y lo malo. Sabemos que en condiciones naturales los grupos sociales se hacen tan grandes o chicos como alimento disponible haya y lo mismo ocurre en relación con los peligros existentes; de esta forma, mucho alimento y muchos carnívoros favorecen sociedades compactas y grandes, comida abundante con pocos riesgos lleva a sociedades más laxas y poco alimento produce comunidades chicas sin importar el nivel de riesgo. Para el caso de estos neanderthales el problema básico no debieron ser los carnívoros sino la alimentación y la respuesta a ello fue vivir en pequeños grupos. Para limitar la competencia los adultos permanecían separados por sexos y los infantes, obviamente, vivían junto con las madres. Para un grupo de cinco o seis mujeres y
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niños la comida se obtenía recolectando todo el día desde pequeños mamíferos hasta raíces, eso les era suficiente, mientras que para los hombres esto se combinaría con la caza mayor, algo para lo cual estaban capacitados. Un tema no tocado hasta este momento pero de importancia para la reconstrucción paleoecológica de estos hombres es lo referente al lenguaje hablado. Se cree que todos los australopitécidos tendrían una capacidad de comunicación por sonidos similar a la de los simios. En Homo se presenta la tendencia, paulatina, de que la base del cráneo sea cada vez más angulada y que la laringe ocupe una posición más baja, con respecto a la cabeza, dando por consecuencia que se forme una caja de resonancia con ligamentos y músculos, la cual permite la emisión de sonidos, por ejemplo las vocales. Los fósiles indican que esta caja, en las especies del tipo
Homo erectus, permitía la formación de sonidos y en Homo heidelbergensis sería de constitución similar a la nuestra, empero, los neanderthales europeos tenían una laringe en posición alta que limitaba la posibilidad de emitir sonidos tipo vocal (Fischman, 1992). La interpretación paleoecológica a esto es que una laringe baja (como la nuestra) implica movimientos bruscos en el paso del aire de la nariz hacia los pulmones y mayor flexibilidad en el uso de la boca para respirar; una laringe alta implica entrada de aire en movimientos más chicos, más controlados y básicamente por la nariz. Esta condición, aparentemente tan poco evolucionada, quizá fue la respuesta adaptativa al clima frío de Europa ya que en esas condiciones un golpe de aire frío, directo a los pulmones, llevaría a un alto riesgo, lo mismo que respirar por la boca.
Especie
Alimentación
Ambiente
Tipo de desplazamiento
Dimorfismo sexual
Tipo de estructura social
Posición en la red alimentaria
Australopithecus anamensis
Omnívora
Bosque tropical
Arborícola, principalmente, y terrestre
?
?
Consumidor secundario
Australopitehcus afarensis
Omnívora
Bosque tropical abierto
Arborícola y terrestre
Marcado
Macho dominante con varias hembras
Consumidor secundario
Australopithecus africanus
Omnívora
Bosque tropical abierto
Terrestre y a veces arborícola
Poco marcado
Varios machos y hembras
Consumidor secundario
Australopithecus robustus
Herbívora
Sabana arbolada
Terrestre
Poco marcado
Varios machos y hembras
Consumidor primario
Australopithecus boisei
Herbívora
Bosque tropical abierto
Terrestre
Muy marcado
Consumidor primario
Sabana arbolada
Terrestre
Poco marcado
Homo heidelbergensis
Omnívora complementada con carroña Omnívora con carne ocasional Omnívora y carnívora Omnívora y carnívora
Macho dominante con varias hembras Varios machos y hembras
Terrestre
Poco marcado Poco marcado Poco marcado
Varios machos y hembras Varios machos y hembras Varios machos y hembras
Consumidor secundario Consumidor secundario Consumidor terciario
Homo neanderthalensis
Omnívora y carnívora
Terrestre
Poco marcado
Varios machos y hembras
Consumidor terciario
Homo sapiens
Omnívora y carnívora
Terrestre
Poco marcado
Varios machos y hembras
Consumidor terciario
Homo habilis Homo ergaster Homo erectus
Bosques, sabanas y estepas Bosques, sabanas y estepas Bosques, sabanas, y estepas Bosques templados, taiga, estepas y tundra Todos
Terrestre Terrestre
Características ecológicas básicas de las diferentes especies de homínidos conocidas.
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Consumidor secundario
Nuestro origen Homo sapiens, nuestra especie, fue la última en aparecer y su origen lo encontramos en África hace unos 100 000 años. Los restos descubiertos muestran que esta especie poseía una nueva visión sobre la tecnología de instrumentos, ya que junto con los fósiles aparecen nuevas y más económicas formas de utilizar la materia prima, por ejemplo, a través del método de desprendimiento de hojas a partir de un núcleo, o a través de la elaboración de herramientas compuestas (Pilbeam, 1981). Otro aspecto se relaciona con las partidas de caza. Se piensa que las especies anteriores de Homo dirigían sus mayores esfuerzos hacia las presas grandes, impactantes, codiciadas, pero poco comunes y para cazarlos dependían más de los actos sorpresivos que de la previsión; se cree que nuestra especie inició la técnica de acoso a manadas de herbívoros, y que los hombres llevaban consigo planes de persecución continua, elaborada y anticipada de los rebaños, circunstancia que condujo hacia un mayor y mejor conocimiento de la conducta y necesidades de estos animales, aspecto que concluyó, finalmente, en la domesticación. Estas nuevas habilidades adaptativas bastaron para superar con creces a las especies contemporáneas. Homo heidelbergensis debió ser la primera en vivir la presión de su descendiente y la primera en desaparecer. Al salir de África, Homo sapiens se mezcló con las poblaciones de Homo neanderthalensis, sobre todo en Oriente Medio, y de ahí se pasó a Europa, donde realizó una labor tan perfecta desplazando y llevando a la extinción a los grupos humanos ahí establecidos que no existe evidencia de dicho contacto, sólo la sustitución, en un parpadeo cronológico, de unos por los otros (Pilbeam, 1981). Respecto al este de Asia, Homo sapiens ocupó la región con relativa facilidad. Sabemos que hace 30 000 años llegó a Australia y su paso por el Sureste de Asia implicó la extinción de las
últimas poblaciones de Homo erectus, las cuales aún vivían en la región hace tan sólo 40 000 años (Tattersall, 1997). El último gran logro adaptativo de nuestra especie, antes de la llegada de la civilización, fue la aparición de la domesticación (Valadez, 1996), un evento lógico si consideramos la recién adquirida capacidad para cazar bóvidos que viven en rebaños y su habilidad para anticipar eventos, tales como esperar la época de crianza para capturar crías y conservarlas vivas en vez de comerlas de inmediato. El proceso de domesticación de animales precedió al de los vegetales y lo podemos separar claramente en dos fases, la correspondiente a la domesticación del lobo y después todo lo demás. No es un objetivo de la obra abordar este tema, pero sí es importante analizar el caso del origen del perro, tanto por su relación con la adaptabilidad de Homo sapiens como porque este proceso se inició antes de que nuestra especie apareciera. La información más reciente sobre el evento indica que hace 100 000 años se separó la línea de los lobos de la cual se originaron los perros y que muy probablemente esto ocurrió en el noreste de Asia. Debido a que en esta época, en esta región la especie de hombre existente es Homo erectus, es poco probable que el origen del proceso se relacionara con alguna forma de manipuleo de los lobos por parte de estos hombres, más probablemente lo que se dio fue una forma de relación muy estrecha. Las manadas de lobos y los grupos humanos son muy similares en su ecología, es posible que en algunas regiones aisladas del noreste de Asia ambos tipos de organismos quedaran aislados y se adaptaran a un tipo de vida de estrecho contacto, pues los desechos alimenticios de unos serían alimento de los otros, además de que competirían por las mismas cuevas y cazarían presas similares. Esto llevaría a un aumento del conocimien-
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Paleoecología de los homínidos fósiles Años antes del presente
AMBIENTES Selva
Bosque abierto
Sabana arbolada
Tropicales y templados
0
Templados H. h. H. n
1 mill.
Todos H. s.
H. e. A. b.
2 mill.
A. r.
H. ha.
H. er.
A. afr.
3 mill. A.af. 4 mill.
A. an. Ar. r.
Omnívora
Herbívora
Carroñera
Omnívora -robo de piezas
Omnívora-depredadora
ALIMENTACION
Ardipithecus ramidus Australopithecus anamensis Australopithecus afarensis Australopithecus africanus Australopithecus boisei Australopithecus robustus
H. ha.: H. e.: H. er.: H.h.: H. s.:
Homo habilis Homo ergaster Homo erectus Homo heidelbergensis Homo sapiens
to de una especie por la otra, un enorme acostumbramiento a hacer su vida cerca del otro. Ese estilo de vida, en regiones apartadas y en estrecho contacto, se mantuvo hasta que Homo sapiens apareció en la región, hace 50 000 años. Con sus mayores habilidades aprovecharía el habituamiento de estos lobos a la figura humana para perseguirlos, atrapar lobeznos y comerlos o mantenerlos cautivos hasta que se necesitaran sacrificar. En esta fase el hombre aprendería mucho sobre la conducta de estas crías, su cuidado y la forma como podían integrarse al grupo humano. Primero se mantendrían los cachorros cautiBibliografía COPPENS, Y. “East side history: the origin of humankind”. Scientific American, 1994. 273(5):50-59. FISCHMAN, J. “Hard evidence”. Discover. The World of Science, 1992. 13(2):44-51. HOWELL, C. El hombre prehistórico. 2a. Edición. Colección de la Naturaleza de Time-Life. Ediciones Culturales Intenacionales, 1988. 200 p. LEAKEY, R. La formación de la humanidad. Vol. I y II. Biblioteca de Divulgación Científica Muy Interesante. Barcelona, España, Ed. Orbis S.A.,1985. LEAKEY, M y WALKER, A. “Early hominid fossils from Africa”. Scientific American, 1997. 276(6):60-71. MCHENRY, H. y BERGER, L. “Body proportions in Australopithecus afarensis and A. africanus and the origin of the genus Homo”. Journal of Human Evolution, 1998. 35:1-22.
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Las diferentes especies de homínidos evolucionaron a partir de sus adaptaciones a diversos modos de vida. En Ardipithecus y Australopitecus la adaptación dependió principalmente de sus atribuciones biológicas, en Homo el uso de instrumentos se convirtió en el factor principal.
vos por tiempo indefinido, después se capturarían con el fin expreso de tenerlos dentro del grupo, más tarde se buscaría que los lobos permanecieran el máximo tiempo posible. La domesticación del lobo se realizó cuando los ejemplares jóvenes aceptaron reproducirse cerca o dentro del campamento humano, pues a partir de entonces el hombre tuvo la posibilidad de seleccionar y favorecer la reproducción de los ejemplares que les eran más adecuados a sus intereses. Poco a poco los lobos domésticos se hicieron más y más diferentes a sus ancestros silvestres hasta que hace 20 000 años aparecieron los primeros perros.
Clave: Ar. r.: A. an.: A. af.: A. afr.: A. b.: A. r.:
PILBEAM,
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Homo sapiens y los hallazgos de homínidos Bernardo Rodríguez Galicia
C
uando Darwin, en 1859, da a conocer su libro El origen de las especies seguramente estaba consciente del gran problema que iba a suscitarse a raíz de su teoría evolutiva. Efectivamente, su propuesta causó tal revuelo e impacto en la sociedad que algunos científicos no dudaron en apoyar sus argumentos; sin embargo, muchos otros —investigadores, clérigos y políticos—, la rechazaron terminantemente. El problema principal se centró en que Darwin menciona el posible origen del hombre a partir del mono, siendo ésta una propuesta que ofendía y que era inaceptable para la población cristiana, la que llegó a considerar a la evolución como una declaración de guerra frontal y abierta hacia las enseñanzas de las sagradas escrituras (Howell, 1988). Lo cierto es que Darwin se apoyó, más que en el hombre, en otros pequeños seres, principalmente almejas, plantas, aves, etc., y sólo en un pequeño pasaje insinúa que la evolución algo tenía que ver con las personas, haciendo mención, al final, de que: “...la evolución podrá aclarar el origen del hombre y su historia”. Poco tiempo después, y tras discutir con un obispo y con el ministro inglés Benjamin Disraeli, el científico Thomas Henry Huxley asocia, apoyado en la teoría evolutiva, a los seres humanos con los antropoides, señalando las grandes semejanzas entre
hombre, gorila y chimpancé, postulando que estos organismos tenían un ancestro común que seguramente se encontraba fosilizado en tierras africanas.
Los primeros hallazgos Al anunciar Huxley que los homínidos provienen de un ancestro común que vivió en tierras africanas, se encontró con que no existían aún registros fósiles que pudieran apoyarlo, salvo el caso, muy divulgado, de una parte de cráneo y algunos huesos de los miembros, encontrados en una cueva del valle de Neander, en Alemania, (dado a conocer poco antes de la publicación de la obra de Darwin) y al cual habían llamado “Hombre de Neanderthal”, en 1830. Su aspecto dejaba mucho que desear por lo que algunos lo consideraron un soldado que se refugió en la cueva después de perseguir al ejercito en retirada de Napoleón, y que ahí pereció. Otros lo veían más como a un hombre que sufrió de raquitismo durante su infancia, y de artritis en su vejez, y que su deformación se debía básicamente a que había recibido fuertes golpes en la cabeza (Leakey, 1985). La insistencia de varios investigadores sobre el Hombre de Neanderthal, llevó a que se excavara en cuevas y lechos de ríos, dando con el descubri-
miento del “Hombre de Cro-Magnon”, en el sur de Francia. Posteriormente, se desenterraron varios ejemplares en excelente estado, por lo que tuvo que aceptarse que se trataban de verdaderos seres humanos de la antigüedad. En Europa Occidental, en la segunda mitad del siglo XIX, dio inicio una fuerte oleada de excavaciones, tanto es así que al finalizar dicho siglo se había logrado elaborar un calendario de los acontecimientos conocidos, más importantes, relacionados con la evolución del hombre. Este calendario revelaba que los hombres de CroMagnon no eran seres agazapados que vivían en sus agujeros, por el contrario, se trataba de hombres como nosotros, que bien pudieron realizar diferentes actividades como cazar, pintar, fabricar herramientas (de piedra o de hueso), mantener una creencia religiosa e, inclusive, tener pensamientos complejos. Se pudo postular que: “Si partimos de la teoría evolutiva, entonces los fósiles humanos debían de presentar una constante y creciente regresión hacia el primitivismo a medida de que nos fuéramos yendo más hacia el pasado” (Johanson, 1982). En 1893, el holandés Eugène Dubois dio a conocer los restos fósiles de un organismo hallado en Java, al cual le asignó una edad de medio millón de años, hecho que consternó a la sociedad de su época por el tiempo tan antiguo del cual se hablaba. Desde en-
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tonces se le conoce, en el campo científico, como “Hombre de Java” o Pithecanthropus erectus. La historia se inició así: Guiado por su intuición, Dubois comenzó a interesarse por el Hombre de Neanderthal, al cual consideró como un hombre primitivo. Deduciendo que si esto era cierto entonces deberían de existir, en algún lugar, formas más viejas con aspecto antropoide, se inclinó a pensar que este sitio no necesariamente debería de estar en Europa sino en un lugar como Sumatra, ya que él había observado que allí habían sobrevivido antropoides grandes con características algo humanas: los orangutanes. Dubois —bajo la idea de hallar el “eslabón perdido” entre hombre y orangután u hombre y chimpancé— viajó hacia las Indias Orientales Holandesas, más concretamente hacia Sumatra. Sus trabajos médicos le permitían explorar cuevas en este lugar, sin embargo, no tuvo mucho éxito y tras contraer la malaria fue trasladado a Java, donde dedicó la mayor parte de su tiempo a las investigaciones de los estratos fosilíferos del río Sólo, en Trinil. En este río comenzó, afanosamente, a buscar los vestigios de algún fósil de primate y finalmente lo consiguió al hallar un diente molar muy grande; sin embargo, no pudo esclarecer si dicha pieza dental perteneció a algún chimpancé u orangután extinto. Posteriormente, a sólo un metro del diente descubrió la región superior del cráneo de un primate, pero dadas las características que presentaba, inmediatamente rechazó que se tratara de un hombre o un orangután, llegando a la conclusión de que se trataba de un “antropoide muy parecido al hombre”.
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El grado de parecido del cráneo de este antropoide con el del humano era espectacular y al año siguiente se descubrió un fémur que era casi idéntico al de un hombre moderno. Dubois concluyó que diente, cráneo y fémur pertenecían a un mismo individuo. Tal era su euforia que consideró este hecho como un éxito rotundo pero, en realidad, desató una serie de críticas y discusiones que lo llevaron a consultar al paleontólogo Arthur Keith, quien tras un exhaustivo análisis determinó que los materiales eran de un ser humano y no de un “eslabón perdido”, como lo supuso Dubois. Las críticas y discusiones continuaron durante un tiempo hasta que, fastidiado, terminó por enterrar al Pithecanthropus erectus en la sala de su casa, negándose a hablar sobre el tema durante los siguientes treinta años (Johanson, 1982).
El Hombre de Piltdown, un gran fraude El fraude es uno de los tantos problemas a los cuales se enfrentan los investigadores, los científicos, los profesionales, la gente en general o los estudiantes; tiene su base en el engaño y en el querer dar a conocer lo que más conviene a los propios intereses del defraudador. En la paleontología este hecho se presentó en la triste falsificación del “Hombre de Piltdown”. El acontecimiento se inició en una cantera de grava del sur de Inglaterra, a principios de siglo, propiamente en 1912; el arqueólogo aficionado Charles Dawson “descubrió” una mandíbula de antropomorfo, el “cráneo de un hombre” moder-
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no al que llamó el cráneo de Piltdown, mismo que encajaba perfectamente con la idea predominante en esa época de que un antepasado del hombre debía tener facultades intelectuales bien desarrolladas, pero sin eliminar del todo sus rasgos físicos antropomorfos. La comunidad científica aceptó a Piltdown como un verdadero antepasado del hombre, propio de la comunidad inglesa; lo consideraron como un ser claramente inteligente de origen inglés y lo adoptaron bajo el apelativo de “El primer inglés” (Johanson, 1982). A pesar de que gran parte del mundo científico aceptó a Piltdown como el primer hombre con desarrollo intelectual, muchos otros se mantuvieron al margen de tal afirmación. La duda comenzó a incrementarse cuando notaron que los custodios de dicho cráneo no permitían que los especialistas lo estudiaran detenidamente y tan sólo dejaban que se le diera un rápido vistazo, para posteriormente guardarlo celosamente. Lo más que se pudo lograr fue la obtención de los moldes por parte de Louis Leakey; sin embargo, cuando éste señaló que se trataba de una falsificación la idea fue rechazada. No fue sino hasta 1955 cuando se supo que el cráneo de Piltdown era una falsificación y que el truco consistió en juntar un cráneo de humano con una mandíbula de orangután después de darle un minucioso tratamiento. Aún en la actualidad no se sabe quién fue el creador de tan espectacular fraude, que llegó a confundir al mismísimo Arthur Keith; lo único seguro es que dejó una mancha muy difícil de borrar en el campo de la investigación paleontológica.
J.C. Fuhlrott (izquierda), profesor alemán de ciencias, reconoció que los fósiles hallados en una cantera cercana a su casa, eran los de un hombre no moderno, al cual llamó “Hombre de Neanderthal”. Mientras que Eugène Dubois (derecha), descubrió un cráneo y un hueso de la pierna de un ejemplar homínido, al que denominó “Hombre de Java”, mismo que en la actualidad es reconocido como el primer ejemplar de Homo erectus.
Las nuevas evidencias en el principio de siglo El primer alegato importante del siglo lo desataron los australopitecos. Dio inicio en 1924, cuando una joven sudafricana creyó ver el cráneo de un mandril extinto en la repisa de una chimenea de la casa de un amigo. Éste, al notar el interés de la joven, le cuenta que lo había obtenido de una cantera de piedra caliza que era de su propiedad en Taung, localidad del entonces protectorado Bechuanalandia, en Transvaal, África, y que simplemente había surgido, como muchos restos fósiles, al dinamitar el área. Ella misma le comunica esta historia a su profesor de anatomía, el Dr. Raymond Dart, de la Universidad de Witwastersrand, en Johannesburgo, y él pide al propietario de la cantera que le envíe las muestras fósiles que salgan al descubierto. Pasado un tiempo, llegaron a su casa dos cajas de fósiles provenientes de la cantera. En la primera de ellas su desilusión fue mayúscula al no hallar algo fuera de lo común; sin embargo, al analizar la segunda caja, su interés se vio fuertemente incrementado al descubrir una estructura redonda y
un fragmento de molde endocraneal. Su compromiso con la boda de un amigo, de la cual él era padrino, y la insistencia del novio al tocar la puerta de su laboratorio, hizo que Dart se separara por un momento, sin desearlo, del material que estaba analizando. Sin embargo, al finalizar el acto religioso, se dedicó afanosamente a tratar de limpiar y armar dicho cráneo. Lo que él, en principio, consideró como el molde fósil de un mandril, resultó, tras un exhaustivo análisis, ser el cráneo de un niño de unos seis años de edad, con un juego de dientes de leche y una base craneal (occipital) que hacía suponer que el infante caminaba erguido, asignándolo, en 1925, como perteneciente a la especie Australopithecus africanus, y al cual llamaron, posteriormente, con el nombre de “Niño de Taung” (Johanson, 1982). La crítica científica no se hizo esperar y Sir Arthur Keith, quien lo atacó fuertemente, dio la puntilla de discusión al afirmar que el ejemplar era del mismo grupo o subfamilia que el chimpancé y el gorila, convencido de que el Niño de Taung no era el antepasado del hombre y que esta hipótesis era absurda.
Tras severas críticas y humillantes declaraciones, el Niño de Taung poco a poco va cayendo en el olvido y sólo sobrevive al recuerdo por insistencia de su tenaz descubridor y por el apoyo incondicional que éste recibe del controvertido Robert Broom, considerado la máxima eminencia en fósiles africanos (Johanson, 1982) quien, sin embargo, no escapa de las críticas del mundo científico. Tras discutir y aguantar humillaciones, Broom se encuentra ante el hecho de que en ningún lado le quieren dar trabajo, obligándolo a aceptar una oferta como ayudante de paleontología en el Museo de Transvaal, en Pretoria. Retirado totalmente de la medicina, Broom se dedica al mundo de los fósiles, y al hacerse amigo de un notable campesino que poseía un pequeño museo privado de fósiles, le ayuda a incrementar la colección que pronto supera a la del mismo museo de Transvaal. Por comentarios que le hacen llegar, se entera que el capataz de una cueva de caliza cercana a Sterkfontein, llamado Barlow, se dedica a la venta clandestina de fósiles para ser adquiridos como recuerdos por los turistas. Broom se pone en contacto con Barlow y por él se entera
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que varios de los fósiles terminan en los hornos; el investigador explica al capataz la gran importancia que tienen estos materiales para la comunidad científica y Barlow, apenado, promete salvar, desde entonces, todo fósil que de la cueva surja. Dos días después de la conversación con el capataz, Broom recibe de éste un molde endocraneal. Inmediatamente, se dirige hacia la cantera y repasando los escombros de la roca, acabada de dinamitar, logra recuperar los fragmentos del cráneo casi completamente; los limpia y al montarlos se da inmediatamente cuenta que se trata de un australopiteco. Broom por fin había hallado, en 1936, un segundo fósil parecido al Niño de Taung, un adulto de Australopithecus africanus, confirmando así la teoría de Dart. Gracias a este hallazgo, Broom vuelve a ganar prestigio y ya con más de setenta años se convirtió en el centro de la atención científica. Sin dejar de ser el personaje extrovertido, se dedicó a recorrer los barrancos, hurgando y colectando el material fósil. Es en una de estas andanzas cuando se entera que un niño de una escuela, Gert Terblanche, había encontrado un diente fósil, en Kromdraai, cerca de Sterkfontein. Después de negociar con Gert la compra de éste y otros dientes que traía en los bolsillos —Broom llega a ofrecerle un chelín por diente y hasta chocolates por ellos—, logrará convencerlo de que lo condujera al lugar de donde había obtenido tal material. Gert lo lleva y le señala el sitio del que había arrancado el diente con un martillo. Allí, Broom descubrió que por la manipulación del niño el crá-
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neo había quedado hecho pedazos; sin embargo, el investigador pudo recuperar gran parte de ellos y armar su segundo cráneo, quedando totalmente sorprendido al darse cuenta que se trataba de algo diferente a lo que antes había descubierto en Sterkfontein. El fósil tenía un aspecto robusto, tanto en cráneo como en mandíbula, era muy grande y con dientes de un grosor de esmalte nunca antes visto. Además, presentaba marcas en los huesos que sugerían músculos masticadores bastante potentes, encontrando diferencias con el Niño de Taung. Finalmente, Broom designó, en 1938, al nuevo cráneo como perteneciente a la especie Plesianthropus robustus (australopiteco robusto). Catorce años después del hallazgo de Dart, todo indicaba que los ancestros del hombre venían de África y que incluso habían existido al menos dos formas de homínidos “mitad simio, mitad humano” (Howell, 1988).
El cascanueces El 17 de julio de 1959, en la garganta de Olduvai, Mary y Louis Leakey, haciendo su expedición anual, efectuaron una excavación en el lugar en donde hacía un año habían encontrado un solo molar. Debido a que Louis se sentía mal, ese día no le fue posible asistir a la zona de excavación y decidió quedarse en el campamento; para entonces, Mary tomó la decisión de salir a buscar lo que habían intentado encontrar desde los inicios de los años treinta: un fósil significativo de homínido. En pleno trabajo, Mary, acompañada de sus seis perros dálmatas, alcanzó a distinguir
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un pequeño fragmento óseo un tanto interesante; sin prisa y con toda calma, se dedicó a cepillar cuidadosamente la tierra que cubría dicha estructura y aparecieron ante ella varios dientes de homínido que resultaron ser de una mandíbula superior. A su tiempo, empezaron a surgir los restantes fragmentos óseos hasta que completó el cráneo. Louis y Mary decidieron llamar al homínido “Dear Boy” (Querido muchachito), sin embargo, la prensa lo dio a conocer como el “Hombre cascanueces” debido al tamaño y robustez de su dentadura; estaba claro que lo hallado por los Leakey no era un Australopitecus robustus, aunque estaba emparentado con él; los investigadores decidieron asignarlo como perteneciente a la especie Australopitecus boisei (Leakey, 1985; Johanson, 1982).
Los hallazgos que marcaron la pauta hacia el nuevo milenio Cuando Louis Leakey descubre al Hombre cascanueces, el tema de los homínidos vuelve a cobrar fuerza, pues desde el Niño de Taung o el “Hombre de Pekín”, nadie se interesaba en estas investigaciones; sin embargo, la expectación que causó el Hombre cascanueces atrajo la atención de la National Geographic Society la cual aportó los recursos necesarios para que se siguiera investigando al respecto. Nuevamente, en la Garganta de Olduvai iba a ocurrir otro hecho sorprendente. Leakey, que había formado un equipo de trabajo con John Naoier, de origen inglés, y Phillip Tobias, de Sudáfrica, reportan, en 1964, el hallazgo de otro
fósil de homínido no austrolopiteco pero de características similares a las de un verdadero hombre moderno; tras un examen riguroso, los nuevos fósiles —que habían sido recuperados de la Garganta en 1962 y 1963— fueron “bautizados” como Cindy, George, el niño de Johnny y Twiggy, y fueron clasificados como pertenecientes a una nueva especie, Homo habilis, dado que se caracterizaban por poseer cerebros mayores a los de los austrolopitecos, con características que les asemejaban un poco con estos últimos pero con otras que encajaban a la perfección con un probable ancestro del género Homo (Johanson, 1982). Otro hallazgo que sorprendió, y no necesariamente por tratarse del fragmento fósil de alguna extraña estructura ósea, fue el rastro de pisadas descubierto en Laetoli, al sur de Olduvai, por Mary Leakey, Philip y Peter Jones, en 1976 (Leakey, 1985). En un principio éstas se identificaron como de elefante pero después se concluyó que eran pisadas humanas; esto último llevó a Mary Leakey, a finales de ese año, a dar una serie de
entrevistas y conferencias que tenían como objetivo dar a conocer los hallazgos en Laetoli. Sin embargo, tras varias discusiones, comienza a dudar sobre las huellas humanas. Este hecho la conduce a consultar a Louise Robbins, especialista norteamericana en pisadas, quien tras mucho discutir dictamina que eran de un bóvido, diciéndole a Mary que seguir en ese proyecto era perder el tiempo. Exhausta por los acontecimientos, ella decidió poner fin a la excavación de las huellas y darle el mando al encargado de la conservación, Ndibo. Tras el descubrimiento de un par de pisadas por parte de Ndibo, y con el aval de Mary Leakey, éste cede el terreno a Tim White, quien más tarde, y tras un exhaustivo trabajo de preservación, descubre gran cantidad de huellas fosilizadas hechas por un par de homínidos —uno grande y otro pequeño— que muy probablemente caminaron en una misma dirección y de una manera erguida. Más espectacular e interesante resultó el hallazgo que fue llevado a cabo en 1978 por el equipo del norteamericano Donald Johanson del Insti-
tuto de los Orígenes del Hombre, en Berkeley (Johanson, 1982). Descubrió un homínido femenino de la especie Australopithecus afarensis, casi completo, de unos 3.5 millones de años de antigüedad en Hadar, Etiopía, y que es mejor conocido como “Lucy”, en memoria a que en el momento en que fue descubierto los investigadores y trabajadores escuchaban la popular canción de The Beatles, Lucy en el cielo con diamantes. Nuevas excavaciones han hecho posible que se sigan recuperando restos de Australopithecus afarensis, sin embargo, ninguno llegó a llamar tanto la atención como Lucy y no es sino hasta que surge el cráneo de un ejemplar macho cuando empieza a perderse el romance entre la comunidad científica y ésta. No obstante, gracias a ella, se pudo comprobar que afarensis caminaba bípedamente, que poseía extremidades inferiores cortas, que medía unos 105 cm de altura, que su peso oscilaba en unos 25 kg, su cuerpo soportaba una cabeza muy similar a la de un chimpancé y era incapaz de transmitir información por algún tipo de sonido articulado.
A la izquierda, el controvertido Robert Broom muestra el ejemplar de Paranthropus que descubrió en Kromdraai, Sudáfrica, el cual es considerado como un australopiteco robusto, descendiente del A. africanus. A la derecha, Raimond Dart, con el cráneo del que es reconocido, en la actualidad, como el primer Australophitecus africanus del cual se han encontrado muchos más en diferentes excavaciones antropológicas.
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Un hallazgo que mantuvo el interés científico, por su sólida semejanza con nuestra especie, es el del ejemplar descubierto en 1984, en Olduvai, Kenia, y que fue llamado el “Chico de Turkana” (Tattersall, 1997). Éste mantiene un extraordinario estado de conservación que inclusive lo lleva a estar dentro de los más completos, superando a la mismísima Lucy, permitiendo obtener datos que han ayudado a determinar que se trataba de un adolescente que poseía una estructura corporal moderna, robusta y un caminar completamente erguido, que le valieron para ser asignado inicialmente como perteneciente a la especie Homo erectus. En 1991, el yacimiento de Dmanisi, en la antigua república soviética de Georgia, se descubrió la presencia de una mandíbula de homínido que sus descubridores asignaron como pertenecientes a Homo erectus; sin embargo, los métodos de datación convergen en sugerir que las especies de homínidos que provienen de Georgia y el Chico de Turkana no son tales y se les ha agrupado como pertenecientes a la especie Homo ergaster (Tattersall, 1997).
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1995, el hallazgo de un resto fósil de australopiteco de entre 3 y 3.5 millones de años de edad, en Chad, al norte de África; ellos argumentan que éste se trata de una especie distinta a Australopithecus afarensis, postulando una temprana expansión de los homínidos hacia el oeste en vez de limitarse al este de África. Los fragmentos de varios restos fósiles de Australopithecus descubiertos en 1996, hacen postular la probable existencia de una nueva especie a la que tentativamente se ha dado a conocer como Australopithecus bahrelghazali, sin dejar de ser una línea aún no clarificada en la evolución del hombre (Leakey y Walker, 1997). No dudemos que en un futuro no lejano, las condiciones que en estos momentos han favorecido la clasificación de determinado homínido cambien completamente y los investigadores futuros sonrían ante lo que hoy es tan evidente; al fin y al cabo la ciencia es así, un constante ir y venir que está buscando respuestas a los más elementales fenómenos naturales, pero que para Homo siguen siendo un enigma en busca de su verdad, ¡la verdad de Homo sapiens!
Louis Seymour Leakey (1903-1972). A pesar de su avanzada edad, no dejaba de recorrer los diferentes centros de excavación en los cuales participaba activamente con su esposa.
Poco tiempo después de iniciar el año de 1992, el equipo de Tim White, de la Universidad de Berkeley, en Etiopía, reportó el hallazgo de una significativa colección de restos de organismos fósiles, a los que White y sus colaboradores han dado en clasificar como pertenecientes a la especie Ardipithecus ramidus. En ellos se pudieron reconocer formas muy primitivas de homínidos —con una cronología de 4.4 millones de años— que vivieron en condiciones muy semejantes a las de los chimpancés actuales. En estas evidencias fósiles se puede vislumbrar la tendencia hacia un andar bípedo (Leakey y Walker, 1997). Los descubrimientos realizados en 1994 por Eudald Carbonell y sus colegas, de la Universidad de Tarragona, en el yacimiento kárstico de la Gran Dolina, en la Sierra de Atapuerca, Burgos, España, han aportado gran cantidad de instrumentos y restos de fósiles humanos. Entre los más completos sobresale un fragmento de la parte superior del rostro de un individuo no adulto que los investigadores han clasificado como perteneciente a Homo heidelbergensis; sin embargo, aún hoy se se sigue discutiendo sobre la autenticidad de dichos materiales europeos (Tattersall, 1997). Más recientemente, el equipo de Meave Leakey ha encontrado en ambas orillas del lago Turkana, en Kenia, fósiles de homínidos de unos cuatro millones de años de antigüedad a los cuales clasificó, en 1995, como pertenecientes a Australopithecus anamensis. Sus características indican que habitaron ambientes de bosque con cuerpos de agua cercanos (Leakey y Walker, 1997). Por su parte, Coppens, junto con otros investigadores, publicaron, en
Bibliografía HOWELL, C. El hombre prehistórico. 2ª. Edición. Col. de la Naturaleza de Time-Life. Ediciones Culturales Internacionales, 1988. 200 p. JOHANSON, D. y EDEY, M. El primer antepasado del hombre. Barcelona, España, Ed. Planeta, 1982. 347 p. LEAKEY, R. La formación de la humanidad. Vol. I y II. Biblioteca de Divulgación Científica Muy Interesante. Barcelona, España, Ed. Orbis S.A., 1985. LEAKEY, M. y WALKER,A.“Early hominid fossils from Africa”. Scientific American, 1997. 276(6):60-71. TATTERSALL, I. “De África ¿una... y otra vez?”. Investigación y Ciencia,1997. 249:20-45.
Certidumbres e incertidumbres
Errores en la enseñanza de la evolución del hombre Raúl Valadez Azúa María del Rocío Téllez Estrada
E
n el presente trabajo se hace un análisis detallado sobre la forma cómo libros y profesores abordan regularmente el proceso de evolución y especiación de los homínidos, ya que es común que en dicho manejo estén contenidas ideas erróneas. El objetivo de este ensayo es proponer alternativas para tratar el tema bajo criterios más modernos así como señalar la importancia que tiene el conocimiento sobre la evolución del hombre en el concepto que el alumno tendrá del proceso evolutivo en general. México no es un país en el que el tema de evolución sea objeto de continuas investigaciones, por lo que es práctica común que todas las ideas presentadas en el salón de clase sean “importadas”, o sea, provengan de obras elaboradas en el extranjero y que se lleven al aula, sin prestarle demasiado interés al criterio que empleó el autor. Una consecuencia de esto es el tratamiento del tema bajo marcos incompletos u obsoletos, que sin discusión son aceptados por maestros y alumnos.
Concepto de la evolución del hombre y literatura en México Una circunstancia muy común en el país es la existencia de obras que abordan el tema de la evolución del hombre en la forma de una narrativa histórica de especies que aparecen y desaparecen de la Tierra. En estas lecturas no se toca el proceso evolutivo del cual se derivaron los homínidos, sino más bien las características
generales de las diferentes especies y su ubicación cronológica. Asimismo, es frecuente que en los libros y artículos que hablan sobre el tema, aparezcan comentarios como los siguientes: • Homo habilis se transformó por evolución directamente en Homo erectus” (Leakey, 1982). • ...¿nuestra especie evolucionó simultáneamente en África, Asia y Europa?” (Leakey, 1982). • ...los cráneos fósiles presentaron mosaicos de caracteres, unos evolucionados otros arcaicos, variando de unos individuos a otros, y evocan más un proceso gradual...” (Ferenbach, 1991). • ...es altamente probable que Homo erectus proceda directamente de la línea evolutiva de Homo habilis...” (Valls, 1985).
Estas ideas tienen un punto de vista en común: dan a entender que la evolución del hombre se dio de un modo gradual, directo, lento y que el paso de una especie a otra se llevó a cabo por cambios progresivos que involucran a todos los individuos de cada especie. En otras obras los comentarios son menos directos, aunque las ilustraciones empleadas (Fig.1) indican que el punto de vista del autor es similar.
Narrativas históricas En primer lugar, debemos reconocer que describir en el salón de clase secuencias de especies que se van sustituyendo, no es enseñar evolución.
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Errores en la enseñanza de la evolución del hombre Simios Australopitécidos Homo
Homínidos intermedios entre simios y australopitécidos
Ancestros de simios y homínidos
Homo habilis
Homo ergaster
Homo heidelbergensis
Homo sapiens
Fig. 1. Ejemplo de un esquema que muestra de manera tradicional la evolución de los homínidos (Jones, 1992; Howell,1988). La conclusión necesaria, en ambos casos, es que el proceso se realizó de manera gradual, continua, involucrando a todos los miembros de la especie.
Cuando el tema de la evolución del hombre se aborda exclusivamente a través de la descripción de las formas fósiles y la ubicación cronológica de cada una, hacemos una narrativa histórica durante la cual se muestran las distintas especies. Desgraciadamente, éste es un error muy común que se traduce en la idea, por parte del alumno, de que las especies de homínidos cambiaron al paso del tiempo, aunque no se sabe nada acerca del proceso que determinó dicho cambio.
Teorías sobre el proceso evolutivo a) Gradualismo y evolución filética En la biología existen diversas teorías acerca de cómo se realiza el cambio evolutivo, algunas bien corroboradas, otras posibles, aunque no demostradas y otras que tuvieron gran aceptación en otras épocas pero que en la actualidad se ven como poco probables o limitadas a casos especiales. Dentro de este último grupo se encuentra la idea evolutiva que habla sobre cambios en los
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organismos, pero en forma lenta y gradual, a la cual se le conoce como gradualismo (Mayr, 1969) (Fig. 2a). En el proceso participan todas las poblaciones de la especie en transformación y, por tanto, puede observarse a lo largo de toda su área de distribución. La secuencia fósil es continua y con abundancia de formas intermedias. Cuando no se encuentran éstas, se infiere que es producto de imperfecciones del registro fósil. En pocas palabras, el gradualismo propone que la evolución se produce por la acumulación de pequeños cambios durante largos periodos. Bajo la visión gradualista, una especie es un conjunto de individuos que lentamente se van modificando en una dirección, hasta que se han acumulado suficientes cambios para que los individuos, antes pertenecientes a la especie “X”, sean ahora de la especie “Z”. A esta forma de concebir el origen de las especies se le conoce como evolución filética (Mayr, 1969) (Fig. 2a) y fue creada por Darwin. En la actualidad, se acepta que el gradualismo y la evolución filética son procesos poco comu-
nes, limitados a sitios como islas. Por ejemplo, supongamos que una población de aves pequeñas de ágil vuelo queda atrapada en una isla. En los descendientes se da, progresivamente, un proceso de aumento de talla y disminución de la capacidad de vuelo hasta que, después de varios siglos, los animales son de grandes dimensiones e incapaces de volar. Durante todo el proceso, la evolución se realizó en una forma lineal y continua.
Figura 2. Ejemplo de especiación por a) gradualismo
Especie de individuos en continuo cambio
Especie en proceso de cambio
Nueva especie
b) aislamiento geográfico
b) Especiación por aislamiento geográfico Actualmente, sabemos que la gran mayoría de las especies nuevas no surgen de un modo directo y gradual. Por el contrario, en la mayor parte de los casos el proceso se da en una forma relativamente rápida a partir del aislamiento geográfico. La teoría de especiación por aislamiento geográfico (o alopatría), fue creada en 1942 por Ernest Mayr (1969) y postula que las nuevas especies surgen a partir de pequeñas poblaciones que quedan aisladas, separadas del resto, a través de barreras geográficas: mares, continentes, montañas, bosques, etcétera. El aislamiento en que queda la población (Fig. 2b) favorece que, por cuestión de azar, aparezcan nuevos caracteres en los organismos, dando como resultado que la población se modifique en alto grado en un corto periodo. Si las barreras geográficas persisten, se acumulan tantas diferencias genéticas entre esta población y el resto de la especie que, cuando dichas barreras desaparecen, ya no es posible que los individuos modificados se crucen con sus antiguos parientes (o tengan descendencia fértil), por lo que se puede decir que ya se ha formado una nueva especie. Si las barreras se rompen antes de que existan suficientes diferencias genéticas, enton-
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La población aislada sufre modificaciones genéticas
Especie de rangos de distribución fluctuantes
Una población queda aislada
La población aislada se continúa diferenciando y poco a poco aumenta el número de individuos
La antigua población aislada se mezcla con la especie ancestral. La ausencia de cruzas implica que ya se formó una nueva especie
ces el producto final es una variedad, raza o subespecie. Como ejemplo consideremos la tendencia a la vida en el suelo de los homínidos. Sabemos que nuestros ancestros eran de hábitos arborícolas y que desde hace unos cinco millones de años, en el este de África, se dio un proceso de sequía progresiva debido a la aparición de enormes barrancos (Valle del Rift) que impidieron la entrada de lluvias desde el oeste del continente y se convirtieron en importantes barreras geográficas para numerosas especies (Coppens, 1994). Estas especies antecesoras del hombre1 vivieron, pues, en ambientes de selva, pero que poco
Nuestra especie y las formas fósiles emparentadas con nosotros se agrupan dentro de la familia Hominidae. La más antigua especie conocida en la actualidad es Ardipithecus ramidus, una forma que vivió en los bosques del este de África hace cuatro y medio millones de años. Su relación con el hombre se establece por características de su dentición, pero su forma en general y su estilo de vida debió ser más similar a los chimpancés actuales.
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Errores en la enseñanza de la evolución del hombre
a poco se redujeron, primero a pequeñas masas limitadas a las orillas de los ríos y después a bosques abiertos colindantes con la sabana. En muchos de estos pequeños manchones quedaban poblaciones aisladas de estos homínidos, las cuales sufrían cambios de diversos tipos. Ignoramos qué ocurrió con la mayoría de ellas, pero hubo una en la cual los cambios se dieron en el sentido de que algunos ejemplares podían caminar entre los árboles o en el suelo, no como los chimpancés o los gorilas, apoyándose en los nudillos, sino de forma bípeda. Esta flexibilidad fue una ventaja para quienes la poseían y fue seleccionada positivamente, convirtiéndose poco a poco en un carácter dominante: primates bípedos que igual avanzaban entre las ramas o caminaban de un árbol a otro avanzando sobre los miembros inferiores. Estas modificaciones y otras más se acumularon poco a poco y diferenciaron tanto a estos organismos de sus antepasados que finalmente les convirtieron en una nueva especie. c) Teoría del equilibrio puntual Aunque la teoría de especiación por aislamiento geográfico fue creada en 1942, las teorías de gradualismo y evolución filética se mantuvieron dentro de la paleontología hasta 1977, año en que Jay Gould y Niles Eldredge crearon la teoría del equilibrio puntual (Gould, 1985). De acuerdo con estos autores, en la paleontología debe estudiarse la evolución y origen de nuevas especies tomando como base al proceso de especiación alopátrica, opción que se basa en los aspectos descritos a continuación: 1. El registro fósil es incompleto, pero los huecos son más evidentes donde se ubican los tipos de transición. 2. Esta eterna presencia de “eslabones perdidos” no es comprensible bajo el marco gradualista, pues las formas de transición debían ser tan abundantes como cualquier otra, por lo tan-
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to, la misma probabilidad existiría para que se fosilizara una especie ya formada o un tipo intermedio. 3. Por el contrario, en la teoría de especiación por aislamiento geográfico, se dan importantes cambios en el tamaño de las poblaciones, pues aunque la especie original sea muy numerosa, la población aislada que dará origen a otra puede estar constituida por unos pocos individuos. 4. Los organismos de transición entre la especie ancestral y descendiente, están dentro de la población aislada; esta población es el “eslabón perdido”, pero sus pequeñas dimensiones disminuyen la probabilidad de que los individuos puedan convertirse en fósiles. Por otro lado, los fósiles que vemos pertenecen a individuos de las especies ya constituidas, adaptadas a un ambiente y que casi no sufren modificaciones mientras existen. 5. Si vemos este patrón en una gráfica (Fig. 3), el resultado son periodos en los que tenemos fósiles de diferentes especies, separados por “huecos”. Este patrón de presencia y ausencia de fósiles puede verse como una secuencia de fases de equilibrio con “brincos” entre las especies, de ahí el nombre de “equilibrio puntual”.
Sugerencias para la enseñanza de la evolución y especiación del hombre Como se vio al principio, es fácil encontrar obras que sugieren al lector que la evolución del hombre fue un proceso gradual, lento, que involucró a todos los individuos de una especie; éste no sería un problema grave si no representara un estancamiento de veinte años en la enseñanza del tema, pues en la actualidad todos los biólogos aceptan que las teorías de especiación alopátrica y del equilibrio puntual se ajustan mejor a los procesos de evolución y especiación que se dan en vertebrados.
Figura 3. Relación filogenética entre dos especies fósiles del género Australophitecus, relación de su abundancia con el registro fósil de cada una y la interpretación de su evolución bajo los esquemas gradualistas y el equilibrio puntual.
A
E
E
C
D
E
B
E
F
G
A
B
H
B
I
A
3.0
2.75
2.5
2.25
A. Australophitecus africanus. B. Australophitecus robustus. C. Momento en que Australophitecus robustus se origina a partir de una población aislada de Australophitecus africanus. D. Época de convivencia y competencia entre las dos especies. El resultado es la disminución progresiva de la abundancia de Australophitecus africanus y una cada vez mayor abundancia de Australophitecus robustus. E. Época en la que las dos especies son poco numerosas, lo cual limita la posibilidad de que se fosilicen sus restos F. Registro fósil de Australophitecus africanus. G. Registro fósil de Australophitecus robustus.
2.0
1.75
1.5
millones de años
H. Reconstrucción del proceso bajo la visión gradualista. De acuerdo con ella, todos los individuos de Australophitecus africanus fueron evolucionando hasta convertirse en Australophitecus africanus. La ausencia de fósiles es algo casual. I. Reconstrucción del proceso de acuerdo con la teoría del equilibrio puntual. Australophitecus robustus se derivó de una póblación aislada de Australophitecus africanus. La franja vertical con gris claro es la época en que se dieron los cambios en la población (de Australophitecus africanus) y se formó la nueva especie (Australophitecus robustus). La ausencia de fósiles del momento de transición se debe a que todo el proceso se dio dentro de una pequeña población.
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Para que el profesor aborde adecuadamente el tema de evolución y especiación en el hombre, necesita mostrar los principios básicos de la especiación alopátrica y plantear que las especies aparecen por este mecanismo. De esto debe surgir la idea de que cada especie existió durante cientos de miles de años sin cambios significativos en su estructura general y que las transformaciones que condujeron a las nuevas especies se realizaron en pequeñas poblaciones aisladas. Las pautas principales que se dieron durante la evolución de los homínidos, por ejemplo el aumento en la capacidad craneal, no deben verse como cambios graduales que se dieron en todos los individuos de una cierta especie, sino como modificaciones casuales que ocurrieron durante el proceso de aislamiento geográfico. Si en un cierto momento este carácter se convirtió en un rasgo importante de la nueva especie, fue porque le permitió competir con éxito contra la especie ancestral. Durante el periodo de existencia de cada especie de homínido debieron sucederse muchos momentos en lo que se aislaban poblaciones, sin embargo, sólo en unas pocas ocasiones se formaron nuevas especies. Esto se debió a: • Que el aislamiento se mantuvo poco tiempo, dando lugar a variedades o razas. • Que la población aislada se extinguió durante el proceso. • Que esta población sí llegó a formar una nueva especie pero sus características no le permitieron enfrentar la competencia de las otras especies de homínidos, extinguiéndose muy poco después de haberse formado. En la evolución de los homínidos existieron patrones continuos y constantes. En Homo fue el desarrollo cerebral y en Australopithecus fue el del
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aparato masticador. Estas tendencias no deben verse como cambios que se dieron gradual y constantemente en todos los individuos de todas las especies de ambos géneros; más bien indican que las presiones de selección que actuaron sobre los homínidos eran muy fuertes y que sólo sobrevivieron aquellas especies cuyas modificaciones se relacionaban con: • El desarrollo del aparato masticador, junto con la tendencia al herbivorismo, en el caso de Australopithecus. • El mayor desarrollo cerebral, junto con un estilo de vida más cazadora, en el caso de Homo.
Importancia de la enseñanza de la evolución del hombre dentro del campo de la docencia Este tema constituye un magnífico punto de apoyo para evaluar el nivel de conocimiento que posee el alumno sobre la evolución en general. Si la narrativa sobre el tema es una secuencia histórica o una visión gradualista, es un hecho que así interpretará al fenómeno evolutivo. No obstante, para aprovechar esta fuente de información es necesario que el maestro domine bien el tema y que su conocimiento supere la simple secuencia histórica de especies. En el abordaje de la evolución del hombre es también importante conocer la bibliografía de apoyo que posee el alumno, ya que ello permitirá al maestro determinar en qué medida el conocimiento de éste sobre la evolución es reflejo de su propio pensamiento o del libro que tiene a la mano. Si es el primer caso, el profesor tendrá la oportunidad de encauzar su iniciativa y reparar malas interpretaciones, si es la segunda opción, el maestro podrá orientar al joven hacia la literatura más adecuada para abordar el tema.
Sugerencias de cómo abordar la enseñanza de la evolución del hombre dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje En los alumnos, el grado de comprensión y manejo de cómo evolucionó nuestro linaje es demostrativo del grado de conocimiento que poseen sobre el tema de la evolución. Dicho de otra forma, un joven que no puede explicar cómo evolucionó el hombre, no tiene un conocimiento adecuado sobre el proceso evolutivo. De hecho, esta relación evolución de la vida-evolución del hombre es tan fuerte, que cuando se inicia una discusión en torno a si los seres vivos evolucionaron, siempre surge la cuestión: “si los seres vivos evolucionan, explica: ¿cómo evolucionó el hombre?”. Un problema no menos importante es la mala interpretación de cómo se realiza el proceso evolutivo. Que el alumno pueda entender correctamente cómo se dio la evolución del hombre lleva a saber cómo evolucionan los seres vivos; por tanto, cualquier mala interpretación sobre nuestra evolución se reflejará en la idea que el joven se formará respecto a la evolución de las restantes especies. Es importante enfatizar que el aprendizaje del alumno depende en gran medida de las estrategias de enseñanza que el profesor utilice, siendo lo más importante el conocimiento y dominio que tenga sobre el tema. La necesidad de que el maestro proporcione apoyo y facilite que el alumno construya su conocimiento de evolución a través de una serie de ejercicios y técnicas es de vital importancia. Sugerencias de algunas estrategias probadas con alumnos 1. Guías2 de investigación previas a la exposición del maestro, cuyo objetivo principal es 2
3
que el alumno llegue con información a la clase. Deben ser planeadas con mucho cuidado por parte del maestro, ya que en ellas se basará para propiciar la participación activa por parte de los alumnos. 2. Guías de ejercicios o tareas, con las que reforzarán lo visto en clase, además de servir como una guía de estudio y reforzamiento de algún tema en particular. 3. La construcción —por parte de los alumnos y con apoyo del maestro— de mapas conceptuales3 los cuales se trabajan con diferentes objetivos: para detectar las ideas previas de los alumnos sobre el tema, para trabajar el tema en el aula, para hacer una síntesis al final de la clase —o tema— o como una técnica de evaluación, pero siempre con el mismo objetivo: la reflexión y la toma de decisiones sobre el tipo de relación que se hace entre la nueva información y las propias ideas. 4. Elaboración de esquemas, líneas de tiempo, exposiciones por parte de los alumnos, basados en puntos clave. Cuando buscamos que los alumnos “comprendan”, nos referimos a que intenten dar sentido a la información que van a trabajar y que busquen el significado de los hechos, ideas, conceptos básicos, experiencias, etc.; la comprensión es mayor cuanto más amplia sea su red de conocimientos y esto aumenta la capacidad de los alumnos para construir nuevas relaciones entre los conocimientos antiguos y los nuevos. Pero, ¿cómo construimos un mapa conceptual? La elaboración de los mapas parte de tres elementos muy simples: conceptos (palabra o término utilizado regularmente para determinar hechos, acontecimientos, objetos, ideas, cualidades, etc.),
Conjunto de sugerencias que en forma fragmentada le son proporcionadas al alumno para orientarlo en las actividades concretas que lo llevarán a la construcción de su conocimiento y al desarrollo de múltiples capacidades personales (Ferrini, R., 1986.). Los mapas conceptuales están dentro de las estrategias que tienen como objetivo la organización de los nuevos conocimientos con los que ya posee el alumno.
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y proporciones (frase que consta de dos o más conceptos unidos por una palabra que sirve de enlace y que determina un significado). Los conceptos más generales se sitúan en la parte superior o inferior de la estructura gráfica, dependiendo de la decisión que se tome para la construcción; después de éstos pasamos a otros más específicos y así sucesivamente, hasta llegar a los ejemplos, si los hay. Los conceptos, pues, se colocan en orden jerárquico (Ontoria y Molina, 1995). Para establecer la jerarquización, podemos seguir los siguientes pasos (Ontoria y Molina, 1995): • Extraer las ideas fundamentales del tema de trabajo. • Seleccionar los conceptos más relevantes o importantes del tema de trabajo, que servirán para elaborar el mapa conceptual. • Reflexionar sobre el tipo de relación que existe o puede existir entre los conceptos y decidir las palabras enlace. • Ordenar los conceptos, desde los más generales hasta los más específicos, construyendo la representación gráfica o el mapa conceptual. Conviene recordar que en el mapa sólo aparece una sola vez el mismo concepto. El mapa tiene un número reducido de conceptos (para favorecer la claridad y la simplicidad). Si se desean incluir más conceptos e ideas, es preferible hacer mapas a partir de los otros conceptos de menos importancia o subconceptos. Un buen mapa conceptual es conciso y muestra las relaciones entre las ideas principales de un modo simple y vistoso, aprovechando la notable capacidad humana para la representación visual (Novak, 1988).4
La ordenación jerárquica depende del significado que tenga cada concepto para cada persona. Los esquemas de pensamiento, experiencias y valores influyen en la manera de pensar y reflexionar sobre los temas o conceptos 4
presentados, y hacen que un concepto tenga un significado más general que otro. De aquí se puede deducir que, sobre un mismo texto o tema, pueden construirse mapas diferentes “válidos y correctos”, por lo que el maestro lo puede tomar como una actividad para evaluar, siempre y cuando el alumno argumente la jerarquización que utilizó, qué le llevó a una determinada reflexión para tomar la decisión de la construcción de su mapa conceptual. La idea de que existan o puedan existir diversos mapas conceptuales sobre un mismo tema sirve como punto de partida en el proceso de compartir, intercambiar y negociar (Ontoria y Molina, 1995): • Un primer momento comprende el debate en pequeños grupos de alumnos, en el que dialogan e intercambian conocimientos o ideas que cada uno de ellos ha adquirido sobre el tema. El resultado es la elaboración de un mapa conceptual por cada grupo. • En un segundo momento, los grupos elaboran un mapa global, en el cual se incluyen elementos de uno y de otro equipo, negociando los distintos significados hasta llegar a un compromiso final. Aquí aparecen las diferentes concepciones y la manera como los alumnos han aprendido los conceptos, pudiendo originarse una discusión mucho más viva y animada. ¿Cómo explicar en el aula la construcción técnica de mapas conceptuales? Hay muchas formas para que los alumnos aprendan a construir un mapa conceptual. Aquí damos tan sólo algunas ideas de cómo abordarlo: • Es importante que el maestro explique con base en una breve introducción sobre lo que son los mapas conceptuales y las ventajas de esta estrategia. • Hay que explicarlo con base en ejemplos, ya sea de un tema que el alumnado maneje muy
Joseph D. Novak ideó los mapas conceptuales para aplicar en el aula el modelo de aprendizaje significativo de Ausubel (Ontoria A. et al., 1992).
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Para la construcción de mapas por equipos: • La clase se divide en equipos, se les reparte una hoja de rotafolio o cartulina y plumones de colores, se les señala un texto corto para que trabaje cada equipo. • Al final cada equipo explica a todo el grupo su mapa conceptual, con lo que se toma conciencia de que, para estar bien, no necesariamente tienen que ser iguales. • En este momento las palabras enlace suelen coincidir con las del texto y las relaciones entre conceptos suelen ser lineales de arriba hacia abajo. No se recomienda todavía explicar las relaciones cruzadas.
Comentarios finales La construcción y reconstrucción de mapas conceptuales favorece el contacto con los otros compañeros, en un esfuerzo que anima a compartir los significados que cada uno aporta. Van dirigidas a que el alumno adquiera autonomía y, en segundo lugar, una postura reflexiva que le lleva a ser consciente de su proceso de aprender, adquiriendo lo que se denomina metaconocimiento. Como ha señalado Volmik: “El profesor está sujeto a las mismas reglas que los estudiantes, que no son las de una jerarquía autoritaria, sino las de una estructura compartida de conceptos, es decir, de significados compartidos”. Por último, la necesidad de que el profesor posea una adecuada comprensión de los temas impartidos, adquiere un valor especial cuando se considera que a los alumnos se les puede ayudar a entender el proceso de evolución y lograr una enseñanza efectiva, a través de la comprensión de sus errores o malentendidos. El tema de la evolución del hombre siempre es bueno para promover la discusión y el análisis dentro del salón de clase, aunque para ello es imprescindible la actualización del maestro y el desarrollo de su espíritu crítico, por lo que es necesario que las obras sobre evolución del hombre que se empleen en los cursos sean analizadas con cuidado por él a fin de que defina con anticipación los criterios que empleó el autor durante la elaboración de la obra.
bien o un fragmento de un texto; sacando entonces el significado de los términos, concepto y palabras clave, así como su representación gráfica. • Se recomienda hacer dos columnas en el pizarrón, en la primera deben ponerse los conceptos principales que los alumnos elaboran del ejercicio (tema o fragmento del texto) y en la segunda se anotan las palabras enlace, procurando que el número de palabras sea reducido para que no se vuelva tedioso. • Dialogar con los alumnos sobre cuáles son los conceptos más generales o más importantes y cuáles serían las palabras enlace adecuadas y a continuación construir el mapa en el pizarrón.
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Artistas y artesanos
El arte rupestre y sus ecos en el arte actual
GIEDION, Sigfried. El
presente eterno: los comienzos del arte. Madrid, España, Ed.Alianza Forma, 1988.
Fernando Gálvez
El gran bisonte y el símbolo rojo, pintura rupestre hallada en Altamira, España.
C
on frecuencia existe la confusión de que al mencionar al arte rupestre estamos hablando solamente de una expresión propia de los grupos humanos de tiempos prehistóricos, lo cual es un error. La palabra “rupestre”, del latin rupes, designa las formaciones rocosas, los peñascos y las cavernas, y el término “arte rupestre” engloba las pinturas, dibujos y relieves que tanto el hombre prehistórico como algunas culturas antiguas, realizaron dentro de cavernas o sobre formaciones rocosas. Si pensamos en el caso de México, nos encontraremos que frecuentemente hombres pertenecientes a culturas tan desarrolladas como los mixtecos, los zapotecos o los mayas, dejaron pinturas en cuevas o petroglifos en algunos sitios donde el paisaje pétreo les sirvió de lienzo para plasmar un signo, una ima-
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gen. Lo que sí resulta cierto para muchos investigadores, es que tanto los pueblos nómadas de la prehistoria como las civilizaciones antiguas, hicieron uso del dibujo, la pintura y el bajo relieve para manifestar una creencia mágica o religiosa y que, por lo tanto, las imágenes del arte rupestre eran parte de un acto ritual, o bien, ofrendas a seres superiores. En 1878 se descubrieron en España las cuevas de Altamira y sus magníficos murales de bestias repartidos a lo largo de los muros y techos de las cavernas. La destreza de los artistas que plasmaron esta zoología de tonos ocres, rojizos y negros hizo que hoy en día y después de que se han descubierto cientos de cuevas con manifestaciones de este tipo, siga siendo ella la llamada “Capilla Sixtina del arte rupestre”. Es-
Homo erectus. Fémur y fragmento superior del cráneo (calota). Java (1-1.5 millones de años). Fossils, the evolution and extintion. Nueva York, E. U.A., Harry and Abrams Inc., 1991.
Fossils, the evolution and extintion. Nueva York, E. U.A., Harry and Abrams Inc., 1991.
Fossils, the evolution and extintion. Nueva York, E. U.A., Harry and Abrams Inc., 1991.
Australopithecus boisei (1.8 millones de años), restos procedentes de Olduvai Gorge,Tanzania. Herramienta típica y cráneo de Homo erectus de 1.7 millones de años de antigüedad. Australopithecus robustus (1.6-1.9 millones de años), fósiles hallados en Swartkrans, Sudáfrica.
Homo habilis, cráneo (antigüedad aprox. 1.9 millones de años) hallado al este de Turkana, Kenya. A la derecha huesos de pies (antigüedad 1.8 millones de años) encontrados en Olduvai Gorge,Tanzania. Homo heidelbergensis. Cráneo de Steinheim, Alemania. Representa la forma antecesora del hombre de Neanderthal (225 000 años). CROSBI, Harry. The
cave paintings of Baja California. Sunbelt Publications, San Diego, California, 1997.
N. Fossils, the evolution and extintion. Nueva York, E. U.A., Harry and Abrams Inc., 1991.
ELDREDGE,
Fossils, the evolution and extintion. Nueva York, E. U.A., Harry and Abrams Inc., 1991.
ELDREDGE, N.
N. Fossils, the evolution and extintion. Nueva York, E. U.A., Harry and Abrams Inc., 1991.
ELDREDGE,
La formación de la humanidad.Vol. 1, Barcelona, España. Ediciones Orbis, S.A.,1985.
Fossils, the evolution and extintion. Nueva York, E. U.A., Harry and Abrams Inc., 1991.
Fossils, the evolution and extintion. Nueva York, E. U.A., Harry and Abrams Inc., 1991.
LEAKEY, R.
ELDREDGE, N.
ELDREDGE, N.
Mary Leakey examina las pisadas de homínidos halladas en Laetoli,Tanzania.
Cueva de la Natividad, en Baja California. En este sitio se han encontrado diversas pinturas rupestres y es, probablemente, el refugio rocoso más grande pintado en esta zona. En un gran espacio los pintores plasmaron enormes figuras de venados con un estilo muy homogéneo. También, en esta cueva, se encuentran pinturas más antiguas pero más deterioradas y fragmentadas. Ellas ocupan espacios más pequeños y tienen motivos y estilos más variados.
ELDREDGE, N.
ELDREDGE, N.
ELDREDGE, N.
El Niño de Taung, cráneo de un australopiteco hallado por Raymond Dart, en 1924. La mayoría de los científicos lo rechazaron, diciendo que no era más que un tipo extinguido de antropomorfo; descubrimientos posteriores demostraron que este cráneo pertenecía a verdaderos homínidos, aunque no nuestros antepasados directos. Homo neanderthalensis. Cráneos de tres individuos hallados en diferentes regiones. Izquierda: Amud, Israel (45000 años); centro: St. Cesaire, Francia (32-33000 años); derecha: La Chapelle de Saints, Francia (50000 años).
TATTERSSALL, I.
LEAKEY , R.
Cueva de las flechas, Baja California. En esta pintura la figura central está empalada y atravesada por flechas, uno de los muchos enigmas del vocabulario simbólico de estas pinturas. La imagen de animales atravesados por flechas era común en la sierra de San Francisco, pero las figuras humanas en esa situación eran raras. Sin embargo, en las sierras de Guadalupe y de San Borja ambas representaciones eran comunes.Aún no se ha podido descifrar su significado.
La formación de la humanidad.Vol. 1, Barcelona, España. Ediciones Orbis, S.A.,1985.
cave paintings of Baja California. Sunbelt Publications, San Diego, California, 1997.
“De África ¿una y otra vez?” Investigación y ciencia, 1997. 249: 20-45.
CROSBI, Harry. The
“Lucy”, una hembra de Australopithecus afarensis que vivió hace tres millones de años junto a un lago, en lo que hoy es Etiopía. Con un cuarenta por ciento de los huesos —formados por más de cien fragmentos del esqueleto recuperado— constituye el ejemplar más completo de todos los homínidos primitivos hallados. La forma del hueso de la pelvis demuestra que era una hembra, y los huesos de las piernas indican que andaba erguida. Su dentadura sugiere que cuando murió tenía unos veinte años de edad.
“El chico de Turkana”, un adolescente de Homo ergaster de hace 1.6 millones de años, representa a los primeros homínidos con un esqueleto del cuerpo auténticamente moderno.
presente eterno: los comienzos del arte. Madrid, España, Ed.Alianza Forma, 1988.
GIEDION, Sigfried. El
tas pinturas de no menos de 25 000 años de antigüedad representan una prueba del desarrollo intelectual del hombre del periodo glacial; ello nos hacen pensar que si bien la mayoría de las cosas que produjo desaparecieron a lo largo de los años, quizás su organización social y sus ideas eran más complejas que lo que científicamente se ha podido comprobar. Cualquier maestro sabe lo que cuesta a un niño aprender a plasmar de forma realista la imagen dibujada de un hombre, un animal o un objeto; El bisonte recostado de la derecha. Altamira, España. de hecho, para llegar a tener un dominio pleno algún elemento de la realidad. Estas esquematidel dibujo hacen falta muchas horas de práctica, zaciones de las figuras humanas o de los animaasí como la transmisión de conocimientos por les han sido, además, una fuente inagotable de parte del maestro o de libros para saber pintar inspiración para los artistas modernos, pues con las proporciones adecuadas o para dar sencuando la dictadura del arte realista terminó en sación de movimiento. Por todo esto, resulta inlas primeras décadas del siglo XX con la aparicreíble pensar que estos grupos de cazadores y ción de las vanguardias europeas, los artistas recolectores, tuviesen tiempo para dedicarse al voltearon a todas las manifestaciones del arte arte y alcanzar tales grados de maestría. Lo anantiguo, incluido el rupestre, para renovar su terior nos hace pensar que ya había en este molenguaje plástico. Pintores como Picasso, Klee, mento personajes dedicados a cultivar exclusiMatisse, Brancusi o Giacometti serían inexplicavamente esta actividad y que su función se bles sin su acercamiento al arte rupestre, al arte hallaba inserta dentro de las ceremonias que tribal y, en general, a las manifestaciones creatiaquellos grupos humanos realizaban para tener vas de las civilizaciones del pasado. En nuestro éxito en la caza o para congraciarse con los diopaís, baste mencionar a Francisco Toledo, quien ses o las fuerzas sobrenaturales. quizás es el artista más importante de nuestro En el caso de México, la mayor parte del arte momento y que ha tomado no sólo formas sino rupestre que encontramos no es realista, sino también colores del arte rupestre. que presenta estilizaciones de los objetos, aniAsí, vemos cómo este tipo de arte tiene una males o humanos a los que busca plasmar en la importancia doble: por un lado representa una piedra. El estilo de las obras es muy diverso prueba invaluable del grado evolutivo del hompues pertenecen a grupos humanos alejados en bre en tiempos muy lejanos y, por otro, sin la el tiempo y en la geografía ya que encontramos carga mágico religiosa fueron concebidos, sigue obras rupestres en Baja California, Yucatán, Oaenviando mensajes e ideas a los hombres de xaca, Tlaxcala y el Valle de México. Esto no resta hoy, haciendo que algo antiquísimo sea motor méritos a las obras de estos creadores y también de las más innovadoras formas de expresión en Europa, Asia y África se han encontrado pincreativa. turas que más que reproducir buscan significar
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Ilustrando el pasado César Fernández María Zink
L
as ilustraciones en ciencia son creadas para ayudar en las diversas investigaciones que se realizan, por ello su exactitud debe apegarse a ciertos requisitos. En biología, así como en antropología, la ilustración es un recurso muy utilizado pues, por medio de ella, se brinda información visual que ayuda a estudiar en detalle o a dar explicaciones, tanto a colegas como al público general, sobre la información generada en la investigación que se realiza. El investigador es el especialista en el campo de estudio y el artista, en este caso el ilustrador, es un experto en la presentación visual de los objetos con los que el primero trabaja. De ahí que el producto, es decir la ilustración, es el resultado de una cooperación entre el investigador y el artista. Los ilustradores no imponen su imaginación sobre la naturaleza pues no pueden divergir de la verdad, sino que tratan de interpretar los datos que les proporcionan los investigadores. En estos casos la interpretación se convierte en una clarificación de la información, lo cual se logra no sólo con la ayuda documentada y la observación de objetos sino también, y siempre, con la ayuda de un experto en el campo. Éste ayuda al ilustrador brindándole toda la información y los objetos necesarios, así como explicándole y contestando a todas sus preguntas. Cada ilustración posee, por sí misma, un lenguaje propio, así como un mensaje diferente que permite ser interpretado a su vez por otros expertos o por el público general interesado en el tema.
Actividad A continuación se presentan algunas ilustraciones que muestran algunos aspectos de la vida de distintos ancestros del hombre. Materiales • Fotocopias de las ilustraciones que se incluyen en el artículo • Hojas rayadas • Lápices de colores Introducción Sugerimos que antes de realizar esta actividad el maestro explique a los niños que el trabajo de un ilustrador consiste, en parte, en hacerse preguntas acerca de lo que va a dibujar. Por ejemplo:
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• ¿Cómo era el ambiente en el que se desarrolló la especie? • ¿Cómo eran los distintos organismos que conformaban el ambiente? ¿Qué hacer? Las ilustraciones que acompañan este texto, ya han resuelto varias preguntas que un ilustrador se hace durante el desarrollo de su trabajo. A continuación hacemos las siguientes sugerencias para que sus alumnos participen en algunos de los procesos del trabajo del ilustrador. Fotocopie las ilustraciones y solicite a sus alumnos que escojan aquélla que más les llamen la atención. • Para comenzar la actividad pídales que observen con atención los dibujos y en la hoja anoten algunas preguntas. ¿De qué color serían los animales que convivían con los ancestros del hombre? ¿Serían las plantas del mismo color que las que ahora conocemos? ¿De qué color sería la piel de los ancestros del hombre? • Pida a sus alumnos que hagan algunas otras preguntas y las anoten en la hoja. • Discutan las respuestas entre todos. • Solicite a sus alumnos que completen cada una de las figuras de acuerdo a la información discutida en clase. El maestro debe guiar esta actividad con preguntas tales como:
¿Creen que este hombre —por ejemplo, para la ilustración en la que está cazando— estaría solo o acompañado?, ¿qué armas utilizaría?, ¿cómo sería el paisaje? Y para el caso en que está bebiendo agua puede señalar: Teniendo en cuenta que el hombre es vulnerable a los animales depredadores, ¿estará este hombre solo?, ¿qué estarán haciendo quienes le acompañan? • Permita que coloreen los dibujos y que expliquen por qué iluminaron de esa forma. Es muy recomendable que el maestro contacte —ya sea personalmente, por teléfono o vía correo electrónico— con un científico de alguna universidad, experto en animales, plantas, hombre o ambientes, para que lo apoye en la realización de esta actividad.
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Sentidos y significados
De nombres y ancestros Alejandra Alvarado
¿Cuál es la utilidad de que tengan nombres —dijo el tábano—, si no contestan cuando se les nombra? Para ellos ninguna —dijo Alicia. Pero es útil para la gente que los nombra, supongo. Lewis Carrol, Alicia a través del espejo
E
s posible que un ser vivo tenga más de un nombre común y también que un mismo nombre común se utilice para hablar acerca de diferentes organismos, tal como sucede con “escorpión”, nombre con el que se conoce a diferentes animales que pertenecen a los grupos de reptiles, peces y arácnidos. Los nombres comunes de los seres vivos generalmente varían de un lugar a otro. Esto se hace aún más evidente teniendo en cuenta la diversidad de lenguas. Afortunadamente, para aquellos que se dedican al estudio de los seres vivos se creó un código de lenguaje que permite precisar de qué organismo se trata, sin importar el lugar del mundo ni el idioma del que se trate. Desde hace varios siglos, el latín ha sido el lenguaje que sirve de base para designar a las Linneo (1707-1778), autor de la nomenespecies. clatura utilizada para la clasificación de A mediados del siglo XVIII Carolus Linnaeus (Linneo), médico y las especies. botánico suizo propuso el sistema de nomenclatura binomial (bi: dos, nomial: nombre) para nombrar a los seres vivos, sistema que se ha convertido en una herramienta indispensable en ciencia. Tanto, que existen algunas especies, sobre todo de reciente descubrimiento, que carecen de nombre común y sólo ostentan su nombre científico. El nombre de una especie consta de dos partes. La primera es el nombre del género (de genus, que en latín significa origen), el cual comprende a un grupo de organismos emparentados. El género está, entonces, integrado por grupos de especies similares. Por ejemplo, el gato doméstico se conoce como Felis cattus y el lince como Felis lynx, ambos pertenecen al mismo género: Felis. El segundo nombre es el nombre específico, es decir, el nombre de la especie que distingue a un ser vivo de cualquier otro organismo dentro de ese género y de cualquier otro.
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El nombre del género es, por lo general, un sustantivo —la primera letra se escribe con mayúscula. El nombre específico, en general, es un adjetivo y debe escribirse con minúsculas, aún cuando se haya tomado del nombre propio de alguna persona o lugar. Tanto el nombre del género como el específico deben escribirse siempre en itálicas o subrayarse, por ejemplo: Felis cattus o Felis cattus. En general, se puede decir que los nombres binomiales son descriptivos del organismo, o sea que nos pueden indicar dónde se descubrió o las características o hábitos particulares de la especie. En ocasiones, se derivan también del nombre de las personas que los descubrieron o estudiaron por primera vez. Con respecto al hombre y sus ancestros, los nombres se pueden agrupar en tres categorías que se basan en: • el lugar de su descubrimiento • el nombre del descubridor o algún experto del campo de estudio • la descripción del organismo o de alguna característica de su anatomía. Así, por ejemplo, tenemos nombres que derivan del lugar en que fueron descubiertos: * Australopithecus africanus: Australopithecus significa “simio del sur”, africanus quiere decir proveniente de África. * Australopithecus afarensis: afarensis significa “proveniente de la región de Afar”. * Ardipithecus ramidus: ramidus quiere decir “raíz”. En el lenguaje de la región de Etiopía en donde fue encontrado este fósil, “ramid” implica que es la especie de origen de la cual otras especies se originaron. * Homínidos: Se denomina de esta forma a los individuos que reúnen características anatómicas parecidas al hombre actual. * Homo heidelbergensis: heidelbergensis hace referencia a “proveniente de Heidelberg”, región de Alemania. * Homo neanderthalensis: neanderthalensis, quiere decir “encontrados en el valle de Neander”, en Alemania. También tenemos nombres que dan una descripción del organismo o alguna de las características de su anatomía: * Homo habilis: habilis que significa “hábil”. * Homo erectus: erectus proviene de “erecto”, refiriéndose a su andar bípedo. * Homo sapiens: sapiens quiere decir “sabio, inteligente, pensante”. Se refiere al hombre actual, como primate que pertenece al género Homo por las características de postura bípeda y especiación en la dentición, pero que posee, además, de forma particular, un cerebro de mayor tamaño y zonas cerebrales más complejas que han permitido el perfeccionamiento en el habla, el aprendizaje y la asociación de ideas.
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Problemas sin número
Un arqueólogo en problemas Concepción Ruiz Ruiz-Funes Juan Manuel Ruisánchez Serra
...Los documentos históricos que poseemos actualmente nos permiten suponer la existencia de relaciones numéricas y geométricas muy anteriores al nacimiento de las grandes civilizaciones antiguas. Nada, en los hechos actuales, nos impide establecer el nacimiento de ciertas relaciones matemáticas en los primeros tiempos de la humanidad. Si el origen del hombre sigue siendo todavía enigmático desde distintos puntos de vista, es sin embargo casi seguro que, hacia el año 40 000 a.C. (hombre de Neanderthal), el hombre comenzó a pensar. Desde este momento, el hombre de la prehistoria adquiere conciencia del medio en el que vive y tiene que procurar, con toda urgencia, su supervivencia. Las numerosas excavaciones arqueológicas realizadas en depósitos y sedimentos neolíticos revelan ya la existencia de una industria perfeccionada y actividades sociales propias de una sociedad en marcha. Dos elementos matemáticos importantes surgen en esta sociedad prehistórica: 1. un lenguaje articulado en el que hay un sistema de números. 2. utensilios y construcciones en los que intervienen relaciones espaciales...*
Las matemáticas en su forma original surgieron hace miles de años como resultado de la búsqueda de soluciones a problemas concretos de la vida cotidiana como contar, medir, cultivar la tierra, estudiar los cielos, etcétera. Hoy se sabe que los grupos de la prehistoria, en particular de la época neolítica, quienes vivían de la caza y de una agricultura muy rudimentaria lograron desarrollar el concepto de número en una forma muy primitiva pero que, sin lugar a dudas, fue el principio de los distintos sistemas de numeración que surgirían después. Algunos lograron dejar plasmadas en sus dibujos
figuras geométricas en las que predominaba la simetría. Se sabe que muchos desarrollaron algunas reglas para medir longitudes, superficies y volúmenes que les ayudaban principalmente en la agricultura. Todo esto se conoce hoy en día gracias al trabajo de muchos arqueólogos e historiadores que con ayuda de técnicas cada vez más sofisticadas han ido reconstruyendo, poco a poco, nuestro pasado de hace miles y miles de años. La siguiente actividad puede realizarse con estudiantes de primero de secundaria en adelante. Sugerimos que se haga en equipo.
* Jean Paul Collette. Historia de las matemáticas. Vol I. Editorial Siglo XXI. México, 1986. pp. 4,5.
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Actividad Los arqueólogos y los historiadores que estudiaban la época de la prehistoria cuentan, la mayoría de las veces, con muy pocos datos que les permitan reconstruir cómo era la vida de los hombres y mujeres de aquellos tiempos. Por ello, muchas veces tienen que echar mano del ingenio y de la lógica para resolver los problemas que se les presentan. Hace muchos años, trabajando en África, al arqueólogo Cazuelas se le presentó el siguiente problema: Él sabia que por aquellas regiones habían pasado cuatro grupos humanos distintos y que tres de ellos tenían la costumbre de enterrar cierto tipo de objetos por donde pasaban. El problema era, con las evidencias arqueológicas que tenía, determinar qué objetos enterraba cada grupo. Había bautizado a los cuatro grupos de la siguiente manera; “los Alecos”, “los Buranos”, “los Cotilos” y “los Daminos”, y había encontrado que los objetos enterrados eran: huesos de animales, vasijas y puntas de lanza. Las evidencias arqueológicas que tenía eran las siguientes: • En una de las regiones por las que habían pasado los Alecos, los Cotilos y los Daminos, encontró enterrados huesos de animal y vasijas. • En la región por la que habían pasado los Alecos, los Buranos y los Cotilos, encontró enterrados huesos de animal y puntas de lanzas. • En otra región por la que habían pasado los Alecos y los Daminos encontró enterradas vasijas. El arqueólogo Cazuelas sabía pues que un grupo enterraba huesos, otro vasijas, otro puntas de lanza y otro nada, lo que tenía que averiguar ahora era cuál hacía cada cosa. ¿Podrías ayudarle? Dato arqueológico fundamental: El arqueólogo Cazuelas sabía que si un grupo de los que enterraban objetos pasaba por una cierta región, entonces con seguridad haría un enterramiento; dicho en otras palabras, que no era posible que un grupo con esa costumbre pasara por algún sitio y no dejara un enterramiento.
Solución Una manera de llegar a ella es la siguiente: Llamemos: A a los Alecos. H al hecho de enterrar huesos de animal. B a los Buranos. V al hecho de enterrar vasijas. C a los Cotilos. P al hecho de enterrar puntas de lanza. D a los Daminos. Entonces las evidencias arqueológicas son las siguientes: 1. Cuando estaban presentes A, C y D sucedían H y V. 2. Cuando estaban presentes A, B y C sucedían P y H. 3. Cuando estaban presentes A y D sucedía V. De (1) podemos saber que A, C y D no hacían P, entonces el grupo que hacía P es B. De (2) podemos saber que A, B y C no hacían V, entonces el grupo que hacía V es D. De (3) podemos deducir que A no hacía nada, pues sabemos que D hacía V. Entonces es fácil concluir que C hacía H.
Éste es tan sólo uno de los razonamientos posibles para llegar a la solución, pero no es el único. Por ello nos parece importante que cada alumno o cada grupo de trabajo exponga la estrategia que ha seguido y que todas ellas se discutan.
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Abriendo libros
Nuestros orígenes* Ma. Jesús Arbiza
A
lo largo de su historia, el hombre se ha preguntado quién es, cómo es y, por supuesto, ineludiblemente unido a esos cuestionamientos, también ha deseado saber cómo ha llegado a ser lo que es, tanto en el contexto biológico como en el conductual y ecológico. Podemos decir que desde los albores de la teoría evolucionista la visión que sobre sí mismo tiene el hombre ha cambiado radicalmente, aunque, evidentemente, muchos se opusieron a esta nueva forma de comprender al humano como un ser vivo producto de la evolución. Hoy en día, después del arduo trabajo de generaciones de científicos —paleontólogos, arqueólogos, biólogos, antropólogos, etc.— ya casi nadie niega que el hombre es producto de un largo proceso de cambios, igual que todos los demás seres vivos que nos acompañan en nuestro planeta. En los últimos años ha habido un progresivo aumento del conocimiento sobre la evolución del hombre, en gran parte gracias a los descubrimientos de restos fósiles de homínidos pero también gracias al perfeccionamiento de las técnicas para su estudio y a los enormes esfuerzos con-
sagrados a la interpretación y comprensión de los hallazgos. Sin embargo, estos importantes progresos no llegan a la población en general con rapidez; por el contrario, el retraso es verdaderamente muy grande. Consideramos que la escuela es el sitio ideal en el que se pueden difundir a la población los nuevos saberes, pero para que ello sea posible es necesario que los maestros tengan un conocimiento actualizado y muy claro sobre el tema además de un desarrollado espíritu crítico. Por este motivo, deseamos recomendar a los docentes un buen libro en el que se encuentran artículos actualizados e interesantes sobre la filogenia del ser humano: Homo sapiens, en busca de sus orígenes. Esta obra, editada en México por el Fondo de Cultura Económica, es de origen francés y en ella se incluyen once artículos de actualización escritos por destacados científicos especialistas en este tema. En él encontraremos los más recientes adelantos en las investigaciones sobre la evolución del hombre y, quizás lo más importante, las últimas interpretaciones, muchas veces en posiciones encontradas pero siempre exponiendo sus fundamentos. Claudine Cohen, quien es autora del primer capítulo, diserta sobre el concepto de raza humana en la historia de las ciencias. Lo hace desde muy diversos puntos de vista —antropológico, sociológico, biológico, etc.— exponiendo una interesante reseña histórica de cómo ha variado este concepto y cómo los debates en torno a él
* Reseña del libro Homo sapiens. En busca de sus orígenes. Compilación de artículos coordinada por Jean-Jacques Hublin y Anne-Marie Tillier, editado en español por el Fondo de Cultura Económica, 1999.
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pótesis, en los descubrimientos paleontológicos sino también cómo echan mano de nuevas ciencias y tecnologías —por ejemplo la biología molecular, la genética, etc.— y se discute también la solidez de las interpretaciones así como la gran dificultad que muchas veces existe para lograr éstas. Los capítulos VII, VIII y IX incluyen disertaciones de diferentes investigadores sobre el origen y evolución del hombre de Neanderthal, tanto en Cercano Oriente como en Europa. En ellos no encontramos una simple cronología y descripción de los hallazgos fósiles sino también una interpretación que incluye las pautas de comportamiento y culturales de estos homínidos. El último capítulo, escrito por Pierre Darlu, está dedicado a las investigaciones genéticas sobre el origen del hombre moderno. El autor incluye explicaciones metodológicas útiles para comprender su investigación, para finalmente exponer sus resultados e interpretaciones. Es interesante destacar la honestidad científica del autor ya que él mismo señala los límites de las reconstrucciones para desentrañar el árbol filogenético humano. En todos los ensayos de este libro, los autores incluyen una extensa bibliografía útil, no sólo para respaldar la información, sino también como marco de referencia para quienes deseen seguir investigando sobre este tema tan importante. Si bien los autores utilizan un lenguaje científico especializado, esto no hace incomprensible los textos para quienes no nos dedicamos a ese ámbito de investigación, pues es accesible y ameno. Es una excelente obra de consulta que permite no sólo obtener información seria y actualizada y reflexionar sobre ella, sino también darse cuenta del amplísimo campo de investigación que aún queda por trabajar, lo que es muy importante, sobre todo en la escuela, de donde surgirán los futuros investigadores.
siempre han tenido implicaciones ideológicas. Señala también que la doctrina evolucionista neodarwiniana ha cambiado el terreno de la reflexión desplazando las clasificaciones dadas por la antropología clásica, aunque aún hay serias discusiones sobre el monocentrismo o policentrismo del origen del hombre. Los artículos siguientes se dedican a las diversas hipótesis sobre el proceso evolutivo de los homínidos. Chris Stringer habla sobre la pertinencia de definir como especie, o simplemente como un estadio evolutivo, al Homo erectus. Philip Rightime, en otro artículo, señala el origen del Homo erectus en África y su posterior desarrollo en el sur y este de Asia; M. Wolpoff, argumenta, contrariamente, que Homo erectus es una especie que manifiesta un gradualismo filético y que no se puede delimitar el punto de origen de esta especie apoyando un origen multirregional. Wu Xinzhi, está de acuerdo con esto último y analiza la evolución de los fósiles humanos en Asia. B. Stringer también dedica su texto al origen y evolución del erectus y en él expone su punto de vista. Como podemos ver, existen discrepancias interpretativas entre los diversos científicos, pero justamente ésa es una de las riquezas de esta obra, pues esa discrepancia es una de las características principales que permiten el avance de las ciencias y favorecen, además, el desarrollo potencial crítico de los lectores, lo que es fundamental en el caso de los maestros que abordan este tema en sus clases, tal como lo señalamos al comienzo de esta breve reseña. Günter Brauer nos habla en su artículo de las bases paleontológicas y geocronológicas de la hipótesis del origen afroeuropeo del Homo sapiens, resumiendo una interpretación que le ha llevado, a él y a todo un equipo de trabajo, más de diez años de estudio. En diversos capítulos se explica cómo los científicos no sólo se basan, para crear sus hi-
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Índice anual de Correo del Maestro, año 4 Revista No.
Fecha
Enrique Azcoaga Patricio Redondo
37 37
Junio 1999 Junio 1999
Concepción Ruiz Ruiz-Funes
37
Junio 1999
Valentina Cantón Arjona Ricardo Pérez Montfort Adolfo Hernández Muñoz Mario Aguirre Beltrán Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez María Teresa Yurén Camarena
37 37 37 37 37 37
Junio 1999 Junio 1999 Junio 1999 Junio 1999 Junio 1999 Junio 1999
Colectivo “Benita Galeana” Amílcar Saavedra Rosas
38 38
Julio 1999 Julio 1999
Carlos Antonio Aguirre Rojas Adolfo Hernández Muñoz
38 38
Julio 1999 Julio 1999
Roberto Pulido Ochoa Nora Brie Paolo Pagliai Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez Yolanda Sassoon
38 38 38 38 38
Julio 1999 Julio 1999 Julio 1999 Julio 1999 Julio 1999
Tres cartas al profesor Juan. Ambientes laberínticos. El laberinto o la aventura de buscar la salida. Para pensar el espacio escolar. Del pensar, como primer momento del trabajo intelectual. Rufino Tamayo: poeta del espacio, las formas y el color. A cien años del nacimiento de Jorge Luis Borges. Jorge Luis Borges: un argentino universal. Lugar fuera de lugar. El laberinto. Enseñar y aprender matemáticas en educación primaria.
Yolanda Sassoon Virgina Ferrari María Esther Aguirre Lora Antonio Viñao Frago Luis Eduardo Primero Rivas Rosa Elena González Nora Gowland Angélica Tornero Paolo Pagliai Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez Amílcar Saavedra
39 39 39 39 39 39 39 39 39 39 39
Agosto 1999 Agosto 1999 Agosto 1999 Agosto 1999 Agosto 1999 Agosto 1999 Agosto 1999 Agosto 1999 Agosto 1999 Agosto 1999 Agosto 1999
Un ejercicio constructivista en química. ¿Cómo iniciar la formación de una biblioteca recreativa en el aula? Las constelaciones. Y eso, a mí ¿de qué me sirve saberlo? Apuntes sobre el periodismo heroico en México. Formación cívica y ética para la educación secundaria: una propuesta republicana. Ignacio Ramírez y el romanticismo mexicano.
César Delgado Zielinski Santos Cortés Castro Julieta Fierro María Jesús Arbiza Adolfo Hernández Muñoz
40 40 40 40 40
Septiembre 1999 Septiembre 1999 Septiembre 1999 Septiembre 1999 Septiembre 1999
Valentina Cantón y Mario Aguirre Beltrán Vanessa Tello
40 40
Septiembre 1999 Septiembre 1999
Título
Autor
Las Misiones Pedagógicas. Aclaraciones. Lázaro Cárdenas y los republicanos españoles. Un mismo proyecto educativo. El exilio español y la escuela popular mexicana. Un apunte del maestro Antonio Ballesteros Usano. El material fílmico en la enseñanza de la historia. Apuntes para el cine nuestro de cada día. De bienes y cosas públicas, entre ellas la libertad. Sopa de historia. El deseo de los exiliados españoles o la permanente lucha por la libertad. Taller para madres de familia y uno que otro papá. La lectura y escritura significativa ¡Aquí todos sabemos leer y escribir! ¿Qué es la historia de las mentalidades? Auge y declinación de un tema historiográfico La memoria como signo civilizador La formación de profesores desde la innovación en el aula: La lectura en la escuela. El taller de artes y oficios para todos. El fracaso de un maestro. ¡Todas igual! De cómo hacer un buen lector.
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Título
Autor
Revista No.
De cartógrafos. Valentina Cantón,Yuriria Castro y Mario Aguirre 40 Más sabe el diablo... Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez 40 Claves, pistas y puentes para la formación cívica y ética. Virginia Ferrari 40 Los niños y la arqueozoología: una experiencia fuera del aula. Aprendiendo a grabar con sellos prehispánicos. Cómo se estudian los huesos de épocas pasadas Sitios arqueozoológicos en México. El conocimiento de la biodiversidad: una necesidad básica en la educación. Los sellos en México prehispánico. Nombres de animales en náhuatl. Contando cuadros. El pasado, la llave para entender el presente.
Fecha Septiembre 1999 Septiembre 1999 Septiembre 1999
Alejandra Alvarado Alejandro Alvarado Carreño Raúl Valadez Azúa Bernardo Rodríguez Galicia
41 41 41 41
Octubre 1999 Octubre 1999 Octubre 1999 Octubre 1999
Irama Núñez Tancredi y Miguel Ángel Arias Rosa Elena González María del Rocío Téllez Estrada Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez María Luisa Zink
41 41 41 41 41
Octubre 1999 Octubre 1999 Octubre 1999 Octubre 1999 Octubre 1999
Dilio Adiel Salas Borges Julieta Fierro
42 42
Noviembre 1999 Noviembre 1999
Marta Cervantes Ramírez Alejandra González Dávila
42 42
Noviembre 1999 Noviembre 1999
Felipe Solís y Ángel Gallegos Adolfo Hernández Muñoz Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez Lilia Montoya Lorenzana
42 42 42 42
Noviembre 1999 Noviembre 1999 Noviembre 1999 Noviembre 1999
Juguetes biodegradables Para docentes y payasos El juego: una alternativa en la educación ¿Jugamos a la escuelita? Leer a Comenio, Rousseau, Rébsamen Sáenz, Dewey y otros más, ¿nos sirve de algo? Carlos Chávez y Silvestre Revueltas, la leyenda de una pugna. La máscara cotidiana. De lógica, sartenes y almohadas. Juegos, cultura y educación.
María Isabel Garcés Maximino Martínez Figueroa Lourdes L. Otero Vollrath Vox Populi (José Luis Ramos Ramirez)
43 43 43 43
Diciembre 1999 Diciembre 1999 Diciembre 1999 Diciembre 1999
María Esther Aguirre Lora
43
Diciembre 1999
Roberto García Bonilla Paolo Pagliai Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez Janeth Martínez Martínez
43 43 43 43
Diciembre 1999 Diciembre 1999 Diciembre 1999 Diciembre 1999
Una actividad didáctica de probabilidad: la ruleta. Chatarra espacial. La ciencia detrás de las leyendas III. El nacimiento de las ideas I. El reto de la educación de los niños. Una escuela revolucionaria: la Bauhaus. Acerca del alma. Volver a jugar con números. Niños especiales.
Silvia Alatorre Julieta Fierro Josip Slisko, Raúl Cuéllar y Pablo Martínez Adolfo Hernández Muñoz César Chelala Selma Guisande y Fernando Gálvez Ma. de Lourdes Santiago Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez Yolanda Sassoon
44 44 44 44 44 44 44 44 44
Enero 2000 Enero 2000 Enero 2000 Enero 2000 Enero 2000 Enero 2000 Enero 2000 Enero 2000 Enero 2000
El agua. Investigación en telesecundaria. Algunas propiedades del agua. Políticas relacionadas con el manejo de recursos hidráulicos en México. Perspectiva histórica. Cultura y ciencia en la escuela. Arte funerario en el Occidente de México durante la época prehispánica. La Región del Misterio. El encanto de pensar. Aprendamos más acerca del agua.
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Título
Autor
Desde el zapato hasta el calcetín. La música: un auxiliar en la enseñanza de la historia. La biografía como género historiográfico. El nacimiento de la ideas II. Los tres polos mágicos del hombre. La geografía hacia el siglo XXI. Recuperación de un texto de Horacio Capel. El cine y la educación primaria. Curriculum. De la filosofía de los antiguos latinos a la cotidianeidad de nuestras escuelas. El juego de Ada Byron. Inventio varia.Textos de, desde y para la historia de la educación en México. Encuentros y desencuentros. Las lecturas, las escuelas y sus comunidades rurales en Santa María Zoquitlán, Oaxaca. Propuesta para promover una animación escalable de la lectura en el aula. Oralidad y escritura. Las paradojas de la alfabetización. El nacimiento de la ideas III. De Descartes al empirismo británico. ¿Promover la lectura o tan sólo desarrollar el lenguaje? La escritura o la fertilidad del deseo El papel y la tinta. Notas a partir de una fábula ¿Bruno jugaba dominó? Alfabetización y cultura escrita. Por una historia de la lectura y de la escritura como prácticas culturales.
Revista No.
Fecha
Eduardo Domínguez Juan Gerardo Paredes Orea Carlos A.Aguirre Rojas Adolfo Hernández Muñoz
45 45 45 45
Febrero 2000 Febrero 2000 Febrero 2000 Febrero 2000
Correo del Maestro Tenochtitlán Salcido
45 45
Febrero 2000 Febrero 2000
María Esther Aguirre Lora Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez
45 45
Febrero 2000 Febrero 2000
Valentina Cantón y Mario Aguirre Beltrán
45
Febrero 2000
Roberto Pulido Ochoa, Carmen Ruiz Nakasone y Rigoberto González Nicolás 46
Marzo 2000
Amílcar Saavedra Rosas Antonio Viñao Frago
46 46
Marzo 2000 Marzo 2000
Adolfo Hernández Muñoz María Hortencia Coronel Roberto García Bonilla Valentina Cantón Arjona Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez
46 46 46 46 46
Marzo 2000 Marzo 2000 Marzo 2000 Marzo 2000 Marzo 2000
Manuel Medina Carballo
46
Marzo 2000
Intrumentos para el cálculo: los dedos. Esfera celeste en una pecera. El arte de informar. Narraciones en torno a los procesos de la enseñanza y el medio escolar en el siglo XIX. El nacimiento de las ideas IV. De Kant a Bertrand Russell La política desde adentro. Propuestas para el abordaje de la historia política. De tradiciones y costumbres. Regiones Istmo-Costa y Soconusco. Tragedia lucubrante de un maestro. ¿Divisible entre 6? Observar las estrellas.
Umberto Cattabrini Julieta Fierro y Lilia Montoya
47 47
Abril 2000 Abril 2000
Josefina Granja Castro Adolfo Hernández Muñoz
47 47
Abril 2000 Abril 2000
Darío Barriera Alejandro C. Corzo Daniele Visentin Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez Lilia Montoya
47 47 47 47 47
Abril 2000 Abril 2000 Abril 2000 Abril 2000 Abril 2000
Árbol de la vida.Taller para armar un árbol filogenético. Paleoecología de los homínidos fósiles. Homo sapiens y los hallazgos de homínidos. Errores en la enseñanza de la evolución del hombre. El arte rupestre y sus ecos en el arte actual. Ilustrando el pasado. De nombres y ancestros. Un arqueólogo en problemas. Nuestros orígenes. Índice anual de Correo del Maestro, año 4
Hilda Medrano Castañeda Raúl Valadez Azúa Bernardo Rodríguez Galicia Raúl Valadez A. y María del Rocío Téllez Estrada Fernando Gálvez César Fernández y María Zink Alejandra Alvarado Zink Concepción Ruiz y Juan Manuel Ruisánchez Ma. Jesús Arbiza
48 48 48 48 48 48 48 48 48 48
Mayo 2000 Mayo 2000 Mayo 2000 Mayo 2000 Mayo 2000 Mayo 2000 Mayo 2000 Mayo 2000 Mayo 2000 Mayo 2000
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Correo del Maestro. Núm. 48, mayo 2000.