Inventores de escritura Rebeca Orozco
ISSN 1405-3616
Con las manos en la historia
Mitos y olvidos de la memoria nacional
Correo del Maestro
Carlos Antonio Aguirre Rojas
México mágico y sus presencias culturales Graciela Hernández García
Importancia de la cadencia en la mentada de madre Arrigo Coen Anitúa
Las patrias amigas Gerardo de la Cruz
Ignacio Rodríguez Galván Jacqueline Rocha Soto
Formas de adoctrinamiento cristiano en la Nueva España José Martín Hurtado Galves
9!BLF?E@:RUPUOV!
México D. F. Mayo 2003. Año 7 Número 84. Precio $40.00
UN VIAJE A... El largo y apasionante trayecto recorrido por la humanidad desde su aparición es puesto al alcance de todos en esta serie profusamente ilustrada que se complementa con una detallada línea del tiempo y actividades manuales con las que niños y jóvenes aprenden y se recrean
Colección de ocho libros a todo color • • • • • • • •
¿Quiénes fueron los antecesores del Homo sapiens? ¿Cuántas civilizaciones habitaron la región entre los ríos Tigris y Éufrates? ¿Sabías que el Imperio Chino duró hasta principios del siglo XX? ¿Quiénes eran los brahmanes? ¿Quién fue Buda? ¿Hay algunas maravillas del mundo antiguo en pie todavía? ¿Cuál es el legado de la civilización griega? ¿Hasta dónde se extendió el Imperio Romano? ¿De dónde llegaron los vikingos a irrumpir en la apacible Europa medieval?
Una nueva y divertida forma de aprender historia
Informes y ventas: 01 800 31222 00 • 53 65 08 70 • 53 62 88 60 Página web: correodelmaestro.com
Revista mensual, Año 7 Núm. 84, mayo 2003.
Directora Virginia Ferrari Asistente de dirección María Jesús Arbiza Consejo editorial Valentina Cantón Arjona María Esther Aguirre Mario Aguirre Beltrán Santos Arbiza Gerardo Cirianni Julieta Fierro Adolfo Hernández Muñoz Ramón Mier María Teresa Yurén Josefina Tomé Méndez María de Lourdes Santiago Colaboradores Alejandra Alvarado Citlalli Álvarez Stella Araújo Nora Brie Verónica Bunge María Isabel Carles Leticia Chávez Luci Cruz Héctor Delgado Consuelo Doddoli Alejandra González Norma Oviedo Jacqueline Rocha Concepción Ruiz Maya Sáenz Ana María Sánchez Editor responsable Nelson Uribe de Barros Administración y finanzas Miguel Echenique Producción editorial Rosa Elena González
CORREO del MAESTRO es una publicación mensual, independiente, cuya finalidad fundamental es abrir un espacio de difusión e intercambio de experiencias docentes y propuestas educativas entre los maestros de educación básica. Así mismo, CORREO del MAESTRO tiene el propósito de ofrecer lecturas y materiales que puedan servir de apoyo a su formación y a su labor diaria en el aula. Los autores Los autores de CORREO del MAESTRO son los profesores de educación preescolar, primaria y secundaria, interesados en compartir su experiencia docente y sus propuestas educativas con sus colegas. También se publican textos de profesionales e investigadores cuyo campo de trabajo se relacione directamente con la formación y actualización de los maestros, en las diversas áreas del contenido programático. Los temas Los temas que se abordan son tan diversos como los múltiples aspectos que abarca la práctica docente en los tres niveles de educación básica. Los cuentos y poemas que se presenten deben estar relacionados con una actividad de clase. Los textos Los textos deben ser inéditos (no se aceptan traducciones). No deben exceder las 12 cuartillas. El autor es el único responsable del contenido de su trabajo. El Consejo Editorial dictamina los artículos que se publican. Los originales de los trabajos no publicados se devuelven, únicamente, a solicitud escrita del autor. En lo posible, los textos deben presentarse a máquina. De ser a mano, deben ser totalmente legibles. Deben tener título y los datos generales del autor: nombre, dirección, teléfono, centro de adscripción. En caso de que los trabajos vayan acompañados de fotografías, gráficas o ilustraciones, el autor debe indicar el lugar del texto en el que irán ubicadas e incluir la referencia correspondiente. Las citas textuales deben acompañarse de la nota bibliográfica. Se autoriza la reproducción de los artículos siempre que se haga con fines no lucrativos, se mencione la fuente y se solicite permiso por escrito. Derechos de autor Los autores de los artículos publicados reciben un pago por derecho de autor el cual se acuerda en cada caso.
© CORREO del MAESTRO es una publicación mensual editada por Uribe y Ferrari Editores S.A. de C.V., con domicilio en Av. Reforma No.7, Ofc. 403, Cd. Brisa, Naucalpan, Edo. de México, C.P. 53280. Tel. (0155) 53 64 56 70, 53 64 56 95, sin costo al 01 800 31 222 00. Fax (0155) 53 64 56 95, Correo electrónico: correo@correodelmaestro.com. Dirección en internet: www.correodelmaestro.com. Certificado de Licitud de Título Número 9200. Número de Certificado de Licitud de Contenido de la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, S.G. 6751 expediente 1/432 “95”/12433. Reserva de la Dirección General de Derechos de Autor 04-1995-000000003396-102. Registro No. 2817 de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana. Registro Postal No. PP15-5040 autorizado por SEPOMEX. RFC: UFE950825-AMA. Editor responsable: Nelson Uribe de Barros. Edición computarizada: Uribe y Ferrari Editores S.A. de C.V. Preprensa e impresión: Editorial Progreso, S.A., Naranjo No. 248, Col. Santa María la Ribera, C.P. 06400, México, D.F. Distribución: Uribe y Ferrari Editores S.A. de C.V. Tiraje de esta edición: 25,000 ejemplares, de los cuales 19,800 corresponden a suscriptores.
Correo del Maestro. Núm. 84, mayo 2003.
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Editorial
La enseñanza de la historia no ha tenido un transitar fácil en la educación básica. En parte, por el arraigo de viejas metodologías que remiten a la memorización de personajes, lugares y fechas, y también por la brevedad del tiempo disponible para esta asignatura. Es indudable que gran cantidad de niños y jóvenes encuentran aburrida la historia, alejada de sus intereses y de su vida cotidiana. Sin embargo, en los últimos años muchos profesores e investigadores han realizado diversas propuestas tendientes a revertir esta situación. No sólo han reflexionado sobre cómo enseñar historia sino también sobre la fundamental finalidad que ésta tiene en la construcción del sujeto histórico. Entre las alternativas que se proponen para la enseñanza de la historia se encuentran: la historia oral, las biografías personales, la utilización de canciones, teatro, novelas, periódicos, mapas, películas de cine, videos, fotografías, alimentos, arte y museos; las visitas a sitios de interés; la posibilidad de partir del presente para comprender el pasado; la utilización de líneas del tiempo. En este número de Correo del Maestro ofrecemos distintas perspectivas y acercamientos a esta disciplina.
Correo del Maestro
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Correo del Maestro. Núm. 84, mayo 2003.
Entre nosotros
Con las manos en la historia. Correo del Maestro
Pág. 9
Antes del aula
México mágico y sus presencias culturales. Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec. Graciela Hernández García
Pág. 16
Las patrias amigas. Gerardo de la Cruz
Pág. 22
Mitos y olvidos de la memoria nacional. Carlos Antonio Aguirre Rojas
Pág. 25
Certidumbres e incertidumbres
Formas de adoctrinamiento cristiano en la Nueva España José Martín Hurtado Galves
Pág. 34
Artistas y artesanos
Ignacio Rodríguez Galván. Una vida atribulada Jacqueline Rocha Soto
Pág. 41
Sentidos y significados
Importancia de la cadencia en la mentada de madre. Arrigo Coen Anitúa
Pág. 45
Problemas sin número
De letras y excepciones. Claudia Hernández García y Daniel Juárez Melchor
Pág. 47
Abriendo libros
Inventores de escritura. Rebeca Orozco
Pág. 51
Portada: Joofre Ortígoza Vídez, 9 años. Páginas a color: fotografías del Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec y del libro La Tira de la peregrinación.
Correo del Maestro. Núm. 84, mayo 2003.
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Correo del Maestro. Núm. 84, mayo 2003.
Fotografías Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec: Laura Alejandra Alcaraz González.
Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec
Vista panorámica del monumento a los Niños Héroes. Al fondo, el Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec.
Entrada principal del Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec.
Pasillo interior con vitrales.
Sala de acuerdos.
Sala X.
Sala VI.
Silla presidencial de Porfirio Díaz.
Recámara de Carlota.
Patio interior del Castillo de Chapultepec.
Entre nosotros
Con las manos en la historia* Correo del Maestro Introducción
La enseñanza de la historia no es sólo la pasiva absorción de hechos, fechas, nombres y lugares. Algunos de ellos deben aprenderse indudablemente, pero también es el desarrollo de un real razonamiento y entendimiento de lo histórico, el desenvolvimiento de aptitudes, destrezas y métodos indispensables para pensar, procesar, deducir, interpretar y darle sentido al mundo. La enseñanza de la historia debe superar, y está en proceso de ello, los viejos sistemas memorísticos de fechas, héroes y batallas. Se debe procurar una visión de la historia más ligada a la vida de las sociedades, a su modo de organizarse y a las regularidades y cambios que se producían en la evolución histórica. Se propugna por el aprendizaje de una ciencia social en contra de las épicas historias que predominaban hasta no hace mucho. Una gran cantidad de niños, y maestros, consideran a la historia como una materia muy aburrida, tanto que, como señala Luz Elena Galván: ...Quizás es la materia que se deja “hasta el final”, cuando tanto él [el maestro] como los alumnos ya están cansados y hambrientos y sólo piensan en el momento de poder salir del aula e irse a casa a comer y descansar...1 A pesar de este ‘arrinconamiento’ en que se encuentra la clase de historia, debemos reconocer que los programas son muy ambiciosos y, dado el poco tiempo que a veces se le dedica, no es fácil que los niños se acerquen a los contenidos de una forma amable, que se relacione de alguna forma con su vida. Por ejemplo, los programas de quinto de primaria y primero de secundaria no sólo incluyen algunos aspectos de historia nacional, sino que, además, abarcan el estudio de diversas culturas de todo el mundo, sobre todo aquéllas que fueron pilares de la cultura occidental, como Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma. Es necesaro que los niños se acerquen al transitar de los pueblos, de las culturas de una forma que les sea significativa. Para ello se han desarrollado diferentes estategias didácticas, una de ellas a través de las actividades manuales que permiten al niño conocer la vida cotidiana de los pueblos, además de ver la historia de manera mucho más divertida. En la colección Un viaje a...,2 en la que se nos ofrece una panorámica de diversas culturas que han dejado huella importante en la historia de la humanidad, se proponen diversas actividades manuales para los niños. En este número de Correo del Maestro presentamos algunas de ellas, que consideramos pueden ser útiles para los maestros. * En las págians 11 y 12 se encuentran, a color, fotografías de las actividades presentadas en este artículo. 1 Luz Elena Galván,“Alternativas didácticas para la enseñanza de la historia”, Correo del Maestro, No. 11, abril 1997. 2 Un viaje a....(La Edad de Piedra,Mesopotamia,El Imperio Chino,La antigua India El antiguo Egipto,La antigua Grecia,El Imperio
romano, El mundo Vikingo) es una colección editada por Ediciones La Vasija y Correo del Maestro, México, 2003.
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Algunas actividades para la clase de historia
Actividades
La Edad de Piedra Se llama Edad de Piedra al primer periodo de la historia de la humanidad. Nuestra historia comienza con el hombre moderno, el Homo sapiens, hace aproximadamente 100 000 años. El hombre de la Edad de Piedra fue hábil creador de utensilios. Usaba trozos de piedra para hacer cuchillos, puntas de lanza y flechas, instrumentos para tallar y útiles para cavar.También realizó actividades artísticas para las que usó piedra, pedernal, hueso, marfil y barro. Creaban imágenes de animales, figuras humanas y diseños abstractos y decoraban sus utensilios y armas.
Actividad: Haz una figurilla
Necesitarás: cartulina, arcilla color terracota, espátula para modelar, vaso de vidrio, pegamento blanco (mezclado con agua para barnizar) y brocha.
1. Para el cuerpo haz una figura plana y triangular de arcilla.Haz un rollo grueso de arcilla para los brazos y piernas.
2. Corta dos partes del rollo para formar los brazos. Luego, con el resto del trozo, forma dos piezas para las piernas.
3. Une los brazos al cuerpo, alisa la unión y marca levemente la zona de los hombros con la espátula.
4. Con rollos de arcilla haz el cuello y la cabeza.Traza los rasgos de la cara. Pega la cabeza y el cuello al cuerpo.
5. Apoya la figura en un vaso que le sirva de soporte.Añade las piernas y moldea los pies doblando los rollos como se indica.
6. Dobla ambos brazos de modo que la cabeza esté recargada sobre las manos y los codos descansen sobre las rodillas.
7. Deja que seque la arcilla y quita el vaso con cuidado. Barniza la figura y deja que seque antes de moverla.
A una figura prehistórica de barro como ésta se le ha llamado El pensador.Fue hecha en Rumania hacia 5200 a.C.
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Correo del Maestro. Núm. 84, mayo 2003.
Actividades para la clase de historia Material
Un viaje a La Edad de Piedra, Correo del Maestro y Ediciones La Vasija, México, 2003.
Actividad: Un viaje a la Edad de Piedra Hagamos una estatuilla 1
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Un viaje a Mesopotamia, Correo del Maestro y Ediciones La Vasija, México, 2003.
Actividad: Un viaje a Mesopotamia Hagamos un sello cilíndrico
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Un viaje a el Imperio Chino, Correo del Maestro y Ediciones La Vasija, México, 2003. Un viaje a el antiguo Egipto, Correo del Maestro y Ediciones La Vasija, México, 2003.
Actividad: Un viaje al antiguo Egipto Hagamos un mosaico de loto 1
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Material
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Material
Actividad: Un viaje al Imperio Chino Hagamos bloques de impresión
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Mesopotamia Mesopotamia es el nombre de una antigua región donde surgieron algunas de las primeras ciudades e imperios del mundo. Está enmarcada por dos grandes ríos y se ubica en lo que hoy es Irak. Los primeros agricultores se asentaron allí hace unos 9000 años y las primeras ciudades se desarrollaron unos 3500 años después. Fue de los primeros lugares del mundo donde se desarrolló la escritura, hace unos 5000 años. Al principio los signos eran dibujos y números. Gradualmente la escritura pictórica fue remplazada por grupos de trazos en forma de cuña. En Mesopotamia también se hicieron sellos, pequeñas piezas de material duro, como piedra, con un diseño en alto y bajo relieve. Cuando el diseño se presionaba sobre barro fresco, dejaba una impresión.
Actividad: Un sello cilíndrico
Necesitarás: una tabla para cortar, rodillo, yeso, regla, pincel, pegamento, rollo de cartón café, tijeras, palillo de coctel y plastilina.
1.Toma la tabla de cortar, el rodillo y el yeso. Extiende el yeso cuidadosamente hasta que mida aproximadamente 15 cm por 15 cm. Recórtale una orilla.
2.Aplica pegamento en la parte exterior del rollo de cartón café. coloca el rollo engomado sobre el yeso y rodéalo cuidadosamente con éste.
3. El rollo debe estar completamente cubierto con el yeso. Recorta el yeso excedente de las orillas. Desvanece con tus dedos la unión sobre el rollo.
4. Con la punta del palillo traza un diseño con líneas punteadas en el yeso. Cuando estés satisfecho con tu diseño utilizarás estas marcas como guías.
5. Sigue las marcas que hiciste con el palillo y graba con el extremo romo de un pincel tu diseño en la superficie del yeso. Déjalo secar.
6.Toma de nuevo la tabla de cortar y el rodillo. Extiende sobre la tabla la plastilina hasta que mida aproximadamente 20 cm por 40 cm.
7. Asegúrate de que el yeso de tu sello cilíndrico esté duro. Rueda el sello sobre la plastilina, presiona con firmeza. Observa como tu diseño ¡aparece!
El sello cilíndrico que hiciste es mucho más largo que los que se usaban en Mesopotamia. Los sellos cilíndricos normalmente medían 2 o 3 cm de largo y de 1 a 1.5 cm de diámetro.
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Algunas actividades para la clase de historia
El Antiguo Egipto Egipto se sitúa donde se unen África y Asia. Hace 5000 años se desarrolló allí una civilización sorprendente.El río Nilo, que atraviesa de sur a norte la región, permite la vida en el arenoso y ardiente desierto.Tres grandes periodos marcan la historia de esta magnífica civilización. Durante el Imperio Antiguo se erigieron las grandes pirámides, tumbas de los faraones. El Imerio Nuevo, con su capital en Tebas, es considerado el periodo de apogeo de la civilización egipcia. Comerciantes y soldados viajaban por África, Asia y tierras del Mediterraneo. Los antiguos egipcios apreciaban las cosas bellas y los productos artesanales, muchos de los cuales han sobrevivido hasta hoy. Hacían piezas de joyería, trabajaban el vidrio, la alfarería y la cestería. Los arqueólogos han descubierto muchos azulejos hermosos que se usaban para decorar muebles y pisos.
Actividad: Azulejo de loto
Necesitarás: 2 cartulinas, lápiz, regla, tijeras, yeso o arcilla, espátula, lija, pintura acrílica (azul, dorado, verdes, amarillo), recipiente para agua y brocha. Opcional: rodillo y tabla.
1. Con la imagen final como base, traza las dos formas del azulejo en cartulina. Recórtalas. Haz todo el patrón de los azulejos en otra cartulina y recórtalo.
2. Extiende el yeso en la tabla con un rodillo o botella. Coloca el diseño sobre el yeso y con mucho cuidado delinea y córtalo. Desecha el yeso que sobre.
3. Marca los patrones individuales del azulejo en el yeso siguiendo los contornos con cuidado. Corta por las líneas, pero no las separes todavía.
4. Con la espátula, marca formas de hojas y flores en la superficie del yeso fresco. Separa cada una de las piezas y déjalas secar.
5. Cuando uno de los lados de los azulejos haya secado, se deben voltear para que seque el otro. Después lija las orillas de los azulejos hasta que suavicen.
6. Se pueden pintar los azulejos. Pinta con cuidado los dibujos de verde, amarillo ocre, dorado y azul. Déjalos en lugar tibio para que sequen
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Estos azulejos son similares a los encontrados en un palario real de Tebas. El diseño semeja un loto, el lirio acuático sagrado del Antiguo Egipto.
El Imperio Chino Desde hace unos 8000 años, ya existían en el norte de China pequeños pueblos que luego se desarrollaron dando paso a una gran civilización. Llamaban a su tierra Chonguo, el Reino del Medio, pues creían que era el centro del mundo. Los primeros gobernantes chinos vivieron hace unos 4000 años y el país, que se unificó bajo un solo emperador en el 221 a.C., ha sido gobernado por diferentes dinastías. Los valles de los ríos y las costas de China han sido siempre los lugares más poblados de la Tierra. Grandes sabios y maestros han inspirado la vida de este pueblo, entre ellos Lao Tse, Kung Fu Tse (Confucio) y Buda. En el antiguo Imperio Chino tuvieron gran desarrolo la medicina, la astronomía, las matemáticas. Utilizaron el ábaco, la pólvora, la brújula y los bloques de impresión, mucho antes que fueran conocidos en Europa.
Actividad: Haz bloques de impresión
Necesitarás: hoja blanca, lápiz, pintura, pincel chino o pincel fino,agua,papel albanene, tabla, yeso (de 15 x 20 cm y 2.5 cm de ancho), gurbia, pegamento para madera, tinta para papel, trapo húmedo.
1. Copia o traza los caracteres de la imagen negativa que incluimos. Hazlos con líneas a lápiz y luego rellénalos con pintura.
2. Copia el dibujo en papel albanene. Voltea el papel. Ponlo sobre el yeso. Raya el lado limpio para obtener una imagen positiva sobre el yeso.
3. Moldea los caracteres con la gurbia. Saca el yeso alrededor de los caracteres para hacerlos resaltar (dibujos en reliieve).Alisa el yeso con tus dedos.
4.Al secar el relieve, barniza el bloque con pegamento para madera. Deja que seque bien.Ya seco el pegamento, sella y protege los dibujos.
5.Ahora pinta el diseño usando el pincel. Aplica una capa gruesa de tinta para imprimir a las partes sobresalientes con un pincel chino o fino.
Imagen en negativo
6. Coloca la hoja sobre el bloque entintado. Con un pincel seco presiona el papel sobre la tinta de modo que la imagen se imprima.
7. Quita el papel para revelar tu dibujo. Limpia tu bloque con trapo húmedo. Puedes usarlo una y otra vez.
Imagen real
Bloques con caracteres fueron un método antiguo de impresión.
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Antes del aula
México mágico y sus presencias culturales Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec* Graciela Hernández García
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l Museo Nacional de Historia engalana nuestro hermoso bosque de Chapultepec, y en lo alto del cerro del Chapulín es guardián del quehacer de la ciudad. Esta hermosa obra arquitectónica se ha ido transformando a través del tiempo para menesteres de mayor o menor relevancia pero siempre ha formado parte importante de la vida de los mexicanos. No podemos visitarlo sin que vengan a nuestra mente algunos de los capítulos de los que ha sido testigo mudo, pues el sitio donde su ubica ya era utilizado desde la época prehispánica para adorar a los dioses, y desde los manantiales de Chapultepec se llevaba agua a los moradores de la gran Tenochtitlan; durante el virreinato se autorizó la construcción del edificio para ser utilizado como lugar de descanso de las autoridades importantes que acudían a la Nueva España. Por su estratégica ubicación, el cerro del Chapulín, formado por roca volcánica y andesita de augita, siempre ha sido considerado
de importancia militar, por lo que también ha sido sede del Colegio Militar. Durante la invasión estadunidense en 1847, sus cadetes demostraron gran valor al defenderlo de las tropas invasoras que llegaban a las faldas del cerro. Hoy recordamos a los llamados ‘Niños Héroes’, por su corta edad, en ese importante episodio de la historia patria. Poco a poco el castillo fue cambiando su fisonomía. A través del tiempo ha tenido innumerables modificaciones. Fue la residencia oficial del emperador Maximiliano, hombre progresista y algo poeta. Él ordenó realizar algunos cambios en el edificio, que aún hoy podemos admirar. Tuvo la intención de hacer algunos otros, pero la situación del país lo impidió. El emperador nunca tuvo apoyo popular y fue abandonado también por los franceses; era un pastor sin ovejas y debió firmar decretos represivos. Hoy en día podemos visitar las que fueron habitaciones rea-
les. Entre otros objetos de la época, hay retratos de personajes importantes, como Carlota Amalia, la emperatriz. La de ella es una historia de tristeza, ambición y frustración. Se pueden apreciar infinidad de obras de arte, artículos y muebles de la época, como el piano de cola que Napoleón III le regaló a Maximiliano en su cumpleaños 33; el reloj de bolsillo de Maximiliano; la cama de latón de Carlota, comprada en la Casa Linet de la ciudad de México; esculturas de Maximiliano y Carlota, y los carruajes que utilizaban. El visitante se transporta a otra época, viaja a través del tiempo, se acerca a nuestro pasado y recrea costumbres, quehaceres y formas de vida. Después de la época del Imperio, el Castillo fue utilizado como casa presidencial, y podemos observar gran cantidad de testimonios de las diferentes personalidades que lo habitaron. En su momento, Porfirio Díaz lo utilizó para pasar temporadas de descanso y realizar recepciones importantes.
* En las páginas 5, 6, 7, y 8 se encuentran fotografías a color del Museo Nacional de Historia.
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Durante un periodo el castillo albergó al Observatorio Astronómico, Meteorológico y Magnético de la Ciudad de México. En 1944, el general Ávila Camacho inauguró el museo, que atrapó entre sus muros parte de la historia de México, desde la Conquista hasta 1917.
Resumen histórico Presentaremos un pequeño resumen del devenir histórico que nos presentan las diferentes salas que alojan la exposición permanente del museo. La Conquista: lucha épica entre dos pueblos Para llevar a cabo la exploración y conquista de la región, se eligió a Hernán Cortés como capitán, quien salió de Cuba en 1519 con un pequeño ejército que viajó en diez barcos. Lo que ahora es México estaba formado por varios señoríos, pero entre todos ellos el más importante y con mayor poder era el de los mexicas. A Cortés no pasó inadvertido que entre estos reinos existían serias diferencias, por lo tanto se propuso estabecer algunas alianzas que lo beneficiaran en la batalla. Así, el colonizador logró llegar hasta la gran Tenochtitlan. Él y sus hombres quedaron profundamente impactados por su magnificencia, su colorido, sus amplias calza-
das, sus edificios y el orden. Como Cortés se sentía en desventaja con el pequeño grupo de hombres que lo acompañaba, decidió apresar al emperador Moctezuma II, pues nada le garantizaba que los mexicas lo respetarían por mucho tiempo. Cortés tuvo que abandonar Tenochtitlan para encontrarse con un grupo de soldados españoles que venían de Cuba con la intención de relevarlo del poder, lo que dio la oportunidad a los mexicas de levantarse en contra de los invasores, produciéndose lo que hoy se conoce como la ‘matanza del Templo Mayor’, en donde muchos nobles mexicas murieron asesinados. Al regresar y enterarse de lo sucedido, Cortés poco pudo hacer para calmar los ánimos; ni siquiera le sirvió tener preso a Moctezuma, ya que éste murió, lo que empeoró más las cosas. Cortés decidió retirarse con sus hombres, pero fue perseguido por los mexicas y perdió casi todo lo que se había llevado, además de muchos hombres. Este episodio histórico es conocido como ‘La noche triste’. Se dice que Cortés
lloró debajo de un árbol, del que todavía existen algunas ramas. La epidemia de viruela traída por los españoles a territorio americano estaba diezmando a la población indígena. Entre los muertos estuvo quien fue nombrado tlatoani a la muerte de Moctezuma: Cuitláhuac. Una vez repuesto de la derrota, Cortés decidió prepararse para atacar de nuevo; organizó a sus hombres y estableció alianzas con los enemigos del pueblo mexica. Tenochtitlan fue sitiada y el nuevo gobernante, Cuauhtémoc, la defendió hasta que la situación fue completamente insostenible. Fue apresado por los españoles y Cortés entró triunfante a la ciudad. Entre 1521 y 1550 casi todo lo que se considera territorio mesoamericano quedó bajo el dominio del reino de España. Se formó la Nueva España y la capital se estableció sobre las ruinas de Tenochtitlan. Al ser informado Carlos V de los acontecimientos (Cartas de Relación de Hernán Cortés), decidió nombrar capitán general al propio Cortés. Cuando éste fue relevado de su cargo entraron en
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México mágico y sus presencias culturales
funciones las Audiencias y, posteriormente, se inició el periodo del Virreinato. El virrey era la máxima autoridad en la Colonia y representaba el poder del rey de España en tierras americanas. Se sucedieron en el puesto de virrey gran cantidad de personajes, algunos realmente preocupados por lograr el bienestar de la colonia y otros sólo por obtener ganancias económicas. Los organismos encargados de manejar los asuntos de América eran el Consejo de Indias y la Casa de Contratación de Sevilla, que organizaba todo lo que al comercio de ultramar se refería. La Nueva España destacaba en su función exportadora, principalmente de metales preciosos como oro y plata, además de muchos otros productos. La corona española era dueña de las minas y quienes las explotaban debían pagarle el llamado Quinto real. La Iglesia tenía gran influencia en todos los asuntos de Estado. Registraba los nacimientos, defunciones y matrimonios, impartía la educación en todos los niveles, dirigía instituciones de beneficencia y era la encargada de la evangelización del pueblo. No se toleraba otra religión que no fuese la católica. Llegó a ser tanto el poder de la Iglesia que al finalizar la Colonia eran dueños de aproximadamente la mitad de todos los bienes del país. En la Colonia dominaba el sistema de razas. La sociedad no-
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vohispana estaba formada por la raza blanca, en su mayoría española; la cobriza, formada por los indios; y la negra, integrada por los individuos que eran traídos de África para realizar los trabajos más pesados. Con el tiempo se fueron formando muchos otros grupos. Los hijos de españoles nacidos en la Nueva España eran llamados ‘criollos’. Estos vivían en permanente descontento, pues se hacían significativas diferencias entre ellos y los nacidos en España. En la estructura social de la Nueva España había gran desigualdad, pero destacaba el gran resentimiento criollo que desencadenaría las conspiraciones que pretendían la emancipación de España. La Corona española, para protegerse, decidió dejar a los criollos lejos de los cargos importantes y bien pagados en el gobierno, que sólo eran ejercidos por los españoles peninsulares. Fin de una época de dependencia Los conceptos de libertad y de justicia de los grandes pensadores europeos de la época trascendieron fronteras e hicieron eco en las ideas liberales de muchos habitantes de la Nueva España. La independencia de Estados Unidos de Norteamérica del yugo inglés; la invasión de España por los franceses; la abdicación de los reyes en favor de Napoleón Bonaparte, quien cede el trono a
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su hermano José; y la inconformidad que reinaba en la Colonia preparan el escenario para que proliferen las ideas de independencia. Miguel Hidalgo y muchos otros personajes como Allende, Aldama, Arias, Josefa Ortiz de Domínguez, etc., toman parte en las consipiraciones en contra de la Corona. Al ser denunciados se vieron obligados a acelerar los planes, y el 16 de septiembre de 1810, después de la acostumbrada misa, Hidalgo arengó a su pueblo para iniciar la lucha. Después de meses de enfrentamientos, los líderes del movimiento fueron derrotados, apresados y fusilados. Morelos se convirtió en el líder del movimiento. Elaboró el documento que se conoce como Sentimientos de la Nación, donde se propone la elaboración de una Constitución. Así, en Apatzingán, Michoacán, surge la primera Constitución mexicana, la de 1814, inspirada fundamentalmente en la francesa de 1793. Morelos cayó en manos de los españoles y fue ejecutado en 1815. El movimiento perdió fuerza y los insurgentes se replegaron. Destacó en sus intentos contra las tropas realistas Francisco Javier Mina, español generoso y brillante soldado que lamentablemente también fue apresado y posteriormente fusilado. El insurgente Vicente Guerrero logró reunir un importante ejército y continuó con el movimiento.
Él y Agustín de Iturbide, oficial del ejército español, decidiron unirse en la lucha por la independencia. Iturbide proclamó el Plan de Iguala y la independencia, pero esto no traería la paz al país. Se inició una época de incertidumbre política, social y económica, cambios constantes de gobierno, discusiones ideológicas, invasiones y cesiones de territorio. México independiente En 1822, Iturbide fue proclamado emperador con el nombre de Agustín I. Su política causó gran descontento y Guerrero, Santa Anna, Nicolás Bravo y luego Guadalupe Victoria se levantaron en armas en su contra. Iturbide abdicó en marzo de 1823 y salió al destierro. En un intento por regresar al país fue apresado y fusilado. Se promulgó la Constitución de 1824 que establecía un gobierno republicano y federal, pero la gran inestabilidad hizo difícil llevar a cabo cualquier tipo de organización; así se sucedieron un gran número de gobiernos que llevaron al país a difíciles situaciones. La minería y el comercio se estancaron, aumentó el contrabando y la corrupción, y la distribución de tierras provocó varios levantamientos. Además, México contrajo fuertes deudas con Estados Unidos y las relaciones con ese país se volvían muy tensas.
Durante el gobierno de Antonio López de Santa Anna, en 1847, James Polk, presidente estadunidense declaró la guerra a México. Las tropas estadunidenses avanzaron sobre territorio mexicano so pretexto de la falta de pagos. Atacaron Molino del Rey, el Castillo de Chapultepec, que era sede del Colegio Militar, llegaron hasta el centro de la ciudad de México e hicieron ondear su bandera . En 1848 se firmó la paz, pero México debió ceder una parte importante de su territorio (Texas hasta el Río Bravo, Nuevo México y Alta California). Posteriormente, Estados Unidos exigió a México la venta del territorio de la Mesilla. La dictadura de Santa Anna hizo que crecieran en el país la incoformidad y las quejas políticas; fue surgiendo con fuerza una nueva generación de radicales liberales que quería un gobierno federal, un país de ciudadanos libres y conscientes de sus derechos y deberes. Este movimiento fue encabezado por figuras como Benito Juárez, Melchor Ocampo, Ignacio Ramírez, Miguel Lerdo de Tejada y Guillermo Prieto. Quien encabezó el primer movimiento de los liberales contra Santa Anna fue Juan Álvarez, cacique liberal que había luchado en la Guerra de Independencia. Fue acompañado por Diego Álvarez, Ignacio Comonfort y Trinidad Gómez, entre otros, y juntos elaboraron un plan contra la dic-
tadura de Santa Anna, el Plan de Ayutla. Santa Anna abandonó el país el 19 de agosto de 1855 y dejó el poder a los liberales. Gobernaron el general Álvarez, y posteriormente, Comonfort. En 1856 se reunió un Congreso Constituyente. La Reforma, la caída del Imperio y la victoria de la República La nueva Constitución, proclamada el 5 de febrero de 1857, no fue aceptada por los conservadores. Surgió el Plan de Tacubaya, que la desconocía y mantenía a Comonfort en la presidencia. El presidente aceptó el plan, pero hubo un pronunciamiento que lo obligó a dejar el poder; fue sustituido por Félix María Zuloaga, que derogó todas las leyes reformistas. Benito Juárez se rebeló y estableció otro gobierno en Guanajuato; por lo tanto había dos gobiernos uno liberal y otro consevador. Así se inició la llamada Guerra de Reforma. Después de tres años de lucha, en 1860, triunfó la causa constitucionalista. Entre 1857 y 1860 se promulgaron las Leyes de Reforma, que pretendían la renovación de la sociedad y traer orden al país. México continuaba muy pobre y endeudado. Los principales acreedores eran Inglaterra, Francia y España, y sus representantes decidieron romper relaciones diplomáticas con nuestro país y
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México mágico y sus presencias culturales
presionar al gobierno para que pagara. Los tres gobiernos enviaron tropas a territorio mexicano, las que llegaron a Veracruz en 1862. El único país con verdaderas intenciones intervencionistas era Francia. Inglaterra y España se retiraron, pero Napoleón III quería extender sus dominios en América, de ahí su decisión de invadir territorio mexicano. Los conservadores decidieron sumarse a los franceses y apoyarlos. Los franceses avanzaron, y el 5 de mayo de 1862 se enfrentaron en Puebla. Triunfaron las tropas mexicanas, que hicieron retroceder a las francesas. En esta batalla se distinguieron el General Ignacio Zaragoza, Felipe Berriozabal, Porfirio Díaz y Miguel Negrete. Napoleón III envió más hombres y armamento para reforzar a las tropas francesas que derrotaron a las fuerzas mexicanas y tomaron la capital en 1863. Juárez se trasladó con su gobierno a San Luis Potosí y Chihuahua, en notable ‘exilio interior’ para mantener las instituciones republicanas. En Europa se ofreció a Maximiliano de Habsburgo la corona del Imperio mexicano. Él aceptó rápidamente y firmó con Napoleón III el Tratado de Miramar. Al llegar a México, Maximiliano estableció un gabinete con reconocidos liberales y progresistas e
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impuso a los conservadores la tolerancia de cultos, la desamortización de los bienes eclesiásticos y otras medidas que no fueron bien recibidas por ellos. Maximiliano se sostenía con los préstamos que Napoleón le hacía, pero las relaciones entre los dos se hicieron tensas por la situación y porque el nuevo emperador, casi de inmediato, había ordenado el retiro de las tropas francesas de territorio mexicano. Francia le retiró todo apoyo económico. Maximiliano intentó defender su débil Imperio, pero Juárez estaba resuelto a recuperar el gobierno. En Estados Unidos había terminado la Guerra de Secesión y su gobierno brindó apoyo a los insurrectos. Finalmente, Maximiliano, Miramón y Mejía fueron apresados y condenados a muerte. Fueron ejecutados el 19 de junio de 1867 en el Cerro de las Campanas, Querétaro, con lo que comenzó el periodo conocido como la República Restaurada. Juárez tenía el compromiso de reorganizar el gobierno, la administración, la hacienda y el ejército del país. Era una gran tarea; pero murió el 18 de julio de 1872, siendo presidente. Fue sustituido por Sebastián Lerdo de Tejada, como interino, pero se desató una situación inestable. Del Porfiriato a la Revolución En las siguientes elecciones se enfretaron como candidatos a la presidencia Porfirio Díaz y Lerdo
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de Tejada; obtuvo el triunfo Lerdo, lo que provocó el levantamiento de Porfiro Díaz. Díaz proclamó el Plan de Tuxtepec, que desconocía a Lerdo. Obtuvo el triunfo y el presidente debió abandonar la ciudad de México. Díaz asumió la presidencia, convocó a elecciones y resultó electo presidente. Su periodo comenzó en 1877. Se mantendría en el poder durante varios periodos, con un pequeño intervalo en el que ocupó la presidencia su compadre Manuel González. Mantuvo el poder, como dictador, hasta 1910, cuando la Revolución provocó su caída. Ejerció el poder durante más de treinta años e impulsó con éxito el comercio y la industria, pero la falta de justicia social, la corrupción y la ausencia de libertad provocaron un movimiento que sangró y deterioró aún más al empobrecido México.
La visita al museo Es importante hacer el recorrido completo, comenzando por las salas I y II, que abarcan la Conquista y el Virreinato. Aquí es importante detenerse en la observación del poder de la Iglesia y su labor evangelizadora. En las salas de la III a la V, cuyos temas son el fin de la Nueva España y la Independencia, nos acercamos a la época bor-
bónica y su gran influencia en la minería, la agricultura y en la forma de vida de su sociedad. En varias pinturas estan representados los diferentes grupos raciales que conformaban la sociedad novohispana. También están expuestos los retratos de Allende y de Hidalgo, y algunas pinturas son buen ejemplo del barroco, como la titulada Retrato ecuestre del virrey Bernardo de Gálvez. Llaman la atención el estandarte que fue utilizado por los ejércitos insurgentes y la espada que perteneció a Morelos. La sala VI está dedicada a México independiente, de 1821 a 1857. Gracias a la pintura Alegoría de la coronación, se puede atestiguar la coronación de Iturbide. También se exhibe un ejemplar de la Constitución de 1824 y en el recorrido podemos darnos cuenta, poco a poco, de la inestabilidad de la época y conocer los diferentes proyectos de organización política, económica y social que en ella hubo. En esta sala se presenta testimonio de la obra del doctor José María Luis Mora, eminente mexicano, dedicado a la labor educativa; se le recuerda, además, con una escultura. En la sala VII, dedicada a la Reforma y el Imperio, se nos enseñan documentos y objetos de la época; podemos acercarnos al
triunfo de Juárez sobre el Imperio y a la derrota de Maximiliano. Podemos ver retratos y objetos personales de muchos personajes importantes . De las salas VII a la IX se recuerda la victoria de la República y las luchas por el poder entre liberales y conservadores que caracterizan ese difícil momento de nuestra historia, de 1857 a 1876. Hay testimonios de los principales sucesos de la época; entre ellos el establecimiento de la educación laica y obligatoria. La sala X nos ubica en la vida del México del Porfiriato. Entre los objetos más interesantes de la sala se encuentran las armas y uniformes de la época, el retrato de Ricardo Flores Magón, quien con su pluma y ejemplo criticó duramente a Porfirio Díaz, y la silla presidencial. En la sala XI cuyo tema es Sufragio efectivo, no reelección, se recuerda a Madero, su lucha y su sacrifico, además todos los sucesos previos a la caída del Porfiriato. En la sala XII, diversos objetos ilustran la etapa de la Revolución Méxicana, de 1910 a 1917. Se pueden apreciar retratos de personalidades como Francisco León de la Barra y Francisco Madero, entre otros.
En la sala XIII podemos recrear el tránsito del Porfiriato a la Revolución en un majestuoso mural de David Alfaro Siqueiros. Además, el castillo cuenta con diversos patios y jardines, entre los que destaca el Alcázar. Los murales Los murales del museo merecen mención especial. Entre ellos está uno de José Clemente Orozco, titulado La Reforma y la caída del Imperio, de 1948, que simboliza el triunfo de la República sobre Maximiliano. De Jorge González Camarena está la obra La fusión de dos culturas; de Juan O’Gorman, Retablo de la Independencia, El feudalismo porfirista y Sufragio efectivo, no reelección, en el que la figura principal es Madero. Destacan también el mural de Antonio González Orozco Entrada triunfal de Benito Juárez a Palacio Nacional y de David Alfaro Siqueiros Del porfiriato a la Revolución, obra en la que se representa el deterioro social de la época de la dictadura porfirista, la unión del pueblo y la lucha por la libertad. La visita al Museo Nacional de Historia es, en pocas palabras, una importante experiencia que además de ilustrar, nos hará vivir muy gratos momentos.
Bibliografía FUENTES MARES, José. Historia ilustrada de México. De Hernán Cortés a Miguel de la Madrid.Tesoros del Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec. Plaza y Valdés Editores, INAH, CONACULTA, Asociación del Museo Nacional de Historia.
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l orgullo mexicano, a veces mal asumido como una muy personal forma de nacionalismo, se sintió muy herido en la década pasada por la presencia de ‘voces’ extranjeras que, con pruebas o sin ellas, se creyó intervinieron en los acontecimientos políticos del país, opinando con respecto a las decisiones que el ejecutivo tomó entonces, o bien, observando, únicamente observando. Los medios de comunicación tampoco han sido muy amistosos y, de alguna manera, han contribuido a esta suerte de xenofobia: Apenas el año pasado lanzaron un grito de alarma porque sus cámaras atisbaron paseándose en San Salvador Atenco a unos turistas españoles, como si ello hubiese influido directamente en la decisión de revocar el decreto expropiatorio que tomó el presidente de la república. En contraste, al estudiar la Revolución Cubana se experimenta cierta sensación de orgullo y solidaridad al llegar al movimiento del 26 de julio, que se gestó en Chalco, Estado de México. Desde luego, algunos gobiernos de entonces (los años cincuenta) calificaron de ‘agitadores’ y ‘comunistas’ a los hermanos Fidel y Raúl Castro y al argentino Ernesto Che Guevara. Al triunfo de la revolución, jóvenes de todas partes del mundo participaron en la reconstrucción económica, moral y educativa de Cuba. Asimismo, España y la guerra civil de 1936 fue un caso extremo de intervencionismo extranjero ‘de buena fe’, por así decirlo, aunque indudablemente el contexto histórico contribuyó: era 1936 y el fascismo se abría paso a golpes. No obstante, la historia nacional no carece de héroes ni de acontecimientos ni de gestos simi-
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lares cuando se piensa en el sacrificio e intervención extranjera. Un breve vistazo a la Revolución de Independencia encuentra a Francisco Javier Mina, El Mozo, uno de los más notables caudillos españoles que perdieron la vida al lado de los insurgentes. Javier Mina, joven audaz, de principios y convicciones firmes y claros, se incorporó al ejército español a los diecisiete años, en 1808, cuando Napoleón invadió España e hizo preso a Fernando VII, con lo que también dio un pretexto a la América hispánica para levantarse en armas. El instinto guerrillero de Mina pronto lo hizo odioso a los franceses, y su carrera militar fue tan veloz como corta su vida. A los veintiún años ya era un coronel de nombradía y tenía a su mando el Alto Aragón. Sin embargo, cuando Fernando VII recuperó el trono reinstauró el absolutismo y Mina encabezó una rebelión fallida que lo obligó a huir de España. Así llegó a Inglaterra, donde hizo amistad con Fray Servando Teresa de Mier y en 1816 partió del puerto de Liverpool con destino a América. En Estados Unidos no sólo recibió ayuda económica de liberales españoles y americanos, como Daniel Smith, sino que conformó una flotilla de voluntarios, que desembarcó en abril de 1817 en Soto la Marina, Tamaulipas; su actividad insurgente, de regular éxito, pero intensa, comenzó inmediatamente y en mayo recibió el grado de general de la “División Auxiliar de la República Mexicana”, compuesta en su mayoría por veteranos de la guerra napoleónica, franceses y norteamericanos. El Mozo era intrépido e impaciente, cualidades que ligadas en tiempos de guerra atraen la desgracia, y aunque asestó duros golpes a las tropas realistas y asu-
mió el mando superior insurgente del Bajío, cuando pretendió tomar Guanajuato le fue imposible conquistar la plaza. Asediado por el ejército realista, se replegó junto con Pedro Moreno en el rancho El Venadito, donde fueron sorprendidos. Pedro Moreno murió en la refriega; los demás insurgentes fueron pasados por las armas. Mina fue degradado, juzgado como ‘traidor al rey y a la patria’, y fusilado. Todo esto siete meses después de su desembarco, a los veintiocho años. Después de la incursión de Mina y su División Auxiliar de la República Mexicana, la guerra de independencia no vio mayor triunfo sino el obtenido por el Ejército Trigarante. Esta apretada semblanza de Francisco Javier Mina no sólo revela la calidad de un espíritu indómito, sino lo mucho que la historia de la América independiente le debe a Francia. La derrota de Napoleón cambió la geografía política de Europa sustancialmente: el Imperio Español a la postre se desmoronó, cayeron los pequeños reinos y nacieron otros menos débiles, de la misma manera que se instauraban monarquías parlamentarias y repúblicas. Asimismo, las guerras napoleónicas ofrecieron a Estados Unidos la tranquilidad de conformar una sólida nación, a costillas de México, que se debatía en múltiples luchas intestinas. No es ocioso abundar sobre la guerra de 1845-1847 con el vecino país del norte y recordar al Batallón de San Patricio, compañía compuesta por más de 250 emigrantes católicos irlandeses quienes, habiendo huido hacia Estados Unidos a causa de una hambruna que azotaba su tierra natal, fueron enrolados en el ejército y enmedio de “la guerra más injusta jamás habida” —como la calificó el general Ulysses Grant—, además de negarse a combatir en el ejército estadunidense, que lo había conformado, se unieron a los mexicanos. El Batallón de San Patricio tuvo un trágico fin: fueron martirizados al deponer las armas tras la defensa del ex Convento de
Churubusco. Tampoco debe olvidarse que la política expansionista del presidente Polk (18451849) fue criticada duramente entre algunos ciudadanos de ese país. George Ryerson, colono de Texas, fue uno de sus oponentes más tenaces. Ryerson no sólo se opuso a la anexión de Texas, inclusive combatió por su parte en favor de los mexicanos y se consagró a la defensa de la Baja California, que terminó colonizando, sin menoscabo de la soberanía nacional. También a Francia (pero a Napoleón III) México le debe la plena afirmación de su autonomía política tras el breve y costoso Imperio de Maximiliano. Entonces, el México juarista halló quizás en Italia a uno de sus mayores aliados. La simpatía entre el rey Víctor Manuel II y Benito Juárez no fue casual: ambos países libraban entonces una lucha política común, plena de reformas liberales y nada gratas al clero. La famosa plaza que en la ciudad de México lleva el nombre del unificador de Italia es un accidente de la historia: Giusseppe Garibaldi nunca puso un pie en México, a diferencia de Luis G. Ghilardi. Ghilardi nació en 1800 y combatió en España y al lado de Garibaldi en Italia. Vino por primera vez a México en 1853 y publicó una obra de estrategia militar que durante muchos años fue esencial entre la alta oficialidad mexicana. Su Curso de arte y ciencia militar estaba dedicado a Antonio López de Santa Anna; pero apenas tuvo el gusto de conocerlo, Ghilardi se sumó al Plan de Ayutla proclamado por Juan Álvarez en 1854. Bajo las órdenes de Santos Degollado fue ascendido a general y participó en varias batallas hasta que fue herido en combate y regresó a Italia. La invasión francesa señaló su regreso a México, al frente de una legión de voluntarios italianos, desprendidos de Garibaldi. Tras hacer una escala en Estados Unidos, que dedicó a hacer proselitismo juarista, se puso a las órdenes de Juan Álvarez y ocupó y fortificó el puerto de Acapulco.
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Sin embargo, su misión principal era cumplir una encomienda del general Garibaldi: entregarle a Benito Juárez una lisonjera carta en la que solicitaba el indulto para Maximiliano. Luis Ghilardi también tuvo que ver en la victoria de Puebla y en otras batallas importantes; sin embargo, compartió el destino de Mina: en 1864 fue fusilado por los franceses en Aguascalientes. Aunque la petición de Garibaldi no surtió efecto, la adhesión del pueblo mexicano al ‘glorioso Garibaldi’ fue ciega. Paradójicamente, en 1870 unos seiscientos mexicanos partieron de Nueva York para unirse a él en defensa de la República Francesa, sometida por Prusia. Si Giusseppe Garibaldi conoció México nomás de oídas, no fue el caso de su nieto. Australiano de nacimiento, apenas se enteró de la revolución maderista, se trasladó a Chihuahua al frente de unos legionarios extranjeros. En varias fotos se le reconoce al lado de Francisco y Gustavo Madero, con su pistola al cinto y su sombrero decorado con una banda tricolor, distintivo de los revolucionarios. Se le reconoce al lado de los caudillos de la Revolución no sólo porque trabó una buena amistad con ellos, sino porque formó parte del Estado Mayor del Gobierno Provisional de Madero. José Garibaldi, como la mayor parte de los extranjeros que tomaron parte en la Revolución, no permaneció en México para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos; tras la firma del Pacto de Ciudad Juárez regresó a Europa y se enfrascó en otras guerras... ninguna en Australia, debe señalarse. La injerencia extranjera en el campo diplomático puede calificarse de escandalosa durante los años previos y posteriores a la renuncia de Porfirio Díaz. La actitud de los embajadores de Cuba y Estados Unidos es emblemática y absolutamente opuesta durante el régimen maderista. El primero, Manuel Márquez Sterling, tuvo una participación muy activa en los acontecimientos de la
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Decena Trágica, pero nula en cuanto al resultado que obtuvo defendiendo las vidas de Francisco Madero y José María Pino Suárez (no podía ser de otro modo, pues era imposible fiarse de Huerta). En cambio, Henry Lane Wilson tuvo una exitosa gestión actuando al margen de su gobierno, tanto que alteró el curso de los acontecimientos al apoyar la contrarrevolución de 1913. Pero no todos los ‘gringos’ son malos en esta historia. Ahí están el periodista John Kenneth Turner, que además de ser un convencido anarco-magonista, denunció enérgicamente la intervención del embajador; o John Reed, que siguió metido entre ‘la bola’ testificando la campaña de Villa y, como Turner con su México bárbaro, Reed dio testimonio de su estancia en el país en México Insurgente y con los relatos reunidos en Hija de la Revolución. Ya sería un exceso hablar de los beneficios del exilio europeo, y particularmente del español, que provocó el fascismo antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. En cambio, sería un error omitir la Guerra Fría y la psicosis anticomunista de los años 1950 a 1970, porque es probable que sea responsable, en parte, de esta sutil xenofobia que ha alcanzado su cúspide tras los internacionalmente sonados sucesos de Chiapas en 1994… pero ¿cómo aislar hoy de los medios de comunicación cualquier acontecimiento, por insignificante o trascendente que sea? y, sobre todo, ¿qué nación, qué gente, qué individuo puede resolver sus conflictos sin ayuda de otros hombres y mujeres, hayan nacido donde hayan nacido? Recuérdese que la historia la hacen las personas y, cosa rara, éstas suelen interesarse por los asuntos humanos que atañen al conjunto de individuos que conforman una nación… generalmente ajena. En este aspecto, México es un país afortunado, pues siempre han sido espíritus nobles, y notables quienes han acogido las causas mexicanas plenas de justicia. Siempre más allá de la muerte.
Mitos y olvidos de la memoria nacional Carlos Antonio Aguirre Rojas
Sobre la construcción de los mitos fundadores de la memoria histórica Al final de su texto Sentimientos de la Nación, sólo tres años después de que el movimiento de independencia en México comenzara, Morelos propuso, en un curioso punto final del documento mencionado, que la fecha del 16 de septiembre fuese festejada cada año, por considerarse el momento de inicio de la gran lucha.1 Así, cuando aún no era posible prever su desenlace, ni por lo tanto el grupo vencedor que finalmente impondría su versión de estos mismos hechos históricos comenzados en septiembre de 1810, ya había dado inicio el proceso de formación de uno de los mitos fundadores de la memoria histórica de la nación mexicana, mito que al correr de los lustros y las décadas habría de irse afirmando y estableciendo como el primer estrato definitorio de las principales ‘señas de identidad’ de la supuestamente moderna nación mexicana. De este modo, estableciendo una primera fecha por conmemorar, cuya vigencia dura has-
ta el día de hoy, ese movimiento de independencia comenzaba a afirmarse, desde sus momentos iniciales, como el primero y más general de los mitos constitutivos de la identidad nacional de los mexicanos, de la identidad general de los habitantes de este país que habiendo nacido justamente como fruto de dicha independencia comenzará pocos años después a llamarse México, o República Mexicana, o Estados Unidos Mexicanos. Con ello, México sólo repetía un proceso que la mayoría de las naciones modernas han recorrido,por el cual el mito de su identidad nacional se ha afirmado siempre a partir de una gran guerra, civil o de independencia, como en el caso de Francia y la Revolución Francesa, de Inglaterra y la revolución inglesa o de Estados Unidos y de su revolución de independencia, entre otras.2 Es claro que todas las naciones del mundo son construcciones históricas absolutamente recientes, que sólo corresponden a la época de la historia del capitalismo de los últimos cinco siglos .3 Y también es claro que, para afirmarse
1 Cfr. el texto de José María Morelos y Pavón, Sentimientos de la Nación, incluido en la Enciclopedia de México,Tomo VII, Página 4196,
Coedición Secretaría de Educación Pública-Compañía Editora de Enciclopedias de México, México, 1987. El texto dice literalmente:“23°. Que igualmente se solemnice el día 16 de septiembre, todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la independencia, y nuestra santa libertad comenzó, pues en ese día fue en que se abrieron los labios de la nación, para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída, recordando siempre el mérito del grande héroe el señor Don Miguel Hidalgo y su compañero Don Ignacio Allende.” 2 Cfr. sobre este punto las agudas observaciones de Giovanni Levi, quien refiere estos casos comparándolos con la situación de Italia, donde ese ‘mito fundador’ de la nación italiana no existe, en la entrevista: La discusión histórica tiene consecuencias políticas en el sitio en internet: http://ns.fcs.ucr.ac.cr/~historia/articulos/e-levi.htm 3 Cfr. sobre este punto Eric Hobsbawm, Naciones y nacionalismo desde 1780, Ed. Crítica, Barcelona, 1997, en donde Hobsbawm parece pretender incluso que dichas naciones serían un fenómeno solamente de los últimos dos siglos vividos, o por lo menos en lo que corresponde a su carácter más orgánico. Por nuestra parte creemos más bien que la nación es una creación del moderno sistema capitalista, cuya era data, como afirmó Carlos Marx, ‘del siglo XVI’.
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y legitimarse en general, esas entidades nacionales se han valido siempre y se valen aún hoy de la manipulación y la reconstrucción de ciertos hechos históricos, fabricando esos ‘mitos fundadores’ de las naciones a través de versiones específicas y muy particulares de dichas guerras, batallas y procesos históricos, versiones que en general tienden a exaltar a esas guerras o batallas como ‘gestas gloriosas’ que fundan una nacionalidad, o un país, o una identidad en la ‘fragua del heroísmo y de las virtudes’ de los habitantes de cierto territorio, y en la oposición y defensa, siempre finalmente victoriosa, frente a los ‘enemigos externos o internos’, gestas que se enriquecen, renuevan y prolongan a lo largo de décadas y siglos para consolidar, afirmar, liberar, defender, modernizar o proyectar hacia todo el mundo a esa misma nación o país. Así, una de las varias dimensiones importantes de esta construcción histórica de las naciones es la fabricación de una memoria histórica sobre sus orígenes, su evolución o trayectoria, sus fiestas y conmemoraciones, pero también sobre sus símbolos de identidad, sus lugares de culto cotidiano 4, sus rituales principales y también sobre su particular panteón de ‘héroes y de villanos’. Memoria histórica que si bien se establece en sus estructuras fundamentales conforme dicha nación se afirma y se consolida históricamente, también está sujeta, permanentemente, a procesos de actualización y de redefinición profundos, que la rehace y la reinterpreta todo el tiempo en función de las circunstancias
y las necesidades de cada presente histórico. Si las clases y los grupos que dominan en cada nueva coyuntura histórica lo hacen, entre otros medios, a través del esfuerzo de crear en cada caso cierto consenso ideológico que justifique y legitime su dominación, es obvio que uno de los varios mecanismos importantes para crear tal consenso es esa manipulación y reactualización de la memoria histórica dominante. Memoria histórica que por lo tanto, y según los reacomodos y cambios de las clases y los grupos dominantes, verá enfatizados o marginados a tales o cuales elementos centrales, a la vez que reinterpretadas sus versiones anteriores. Además, a su estructura general se agregan, lenta pero continuadamente, nuevos elementos, matices, señales o dimensiones nacidas de cada uno de esos presentes históricos específicos.5 Agreguemos, para hacer más complejo este cuadro, que frente a esa ‘memoria histórica’ nacional, normalmente genérica y dominante a nivel social, a pesar de sus cambios, manipulaciones y reconstrucciones sucesivas, existen otras memorias alternativas, dominadas y no hegemónicas, pero igualmente presentes y actuantes dentro de la cultura y el imaginario colectivo de las sociedades. Memorias de alcance más local, de existencia más accidentada, o de presencia social más marginal, aunque a veces igualmente tenaz, que expresan y rescatan las tradiciones y los recuerdos de las clases subalternas, para conformar, por ejemplo, una ‘memoria obrera’ de las luchas, triunfos y derrotas
4 Sobre estos llamados ‘lugares de la memoria’ cfr. la obra coordinada por Pierre Nora, Les lieux de mémoire, (7 volúmenes), Ed. Gallimard,
París, 1984-1992, y también el dossier principal del número 307 de Le magazine littéraire, París, 1993. Para una crítica de la exageración ‘conmemorativa’ a que dio lugar esta obra, cfr. Carlos Antonio Aguirre Rojas, “La historia modernista francesa entre 1985 y 1995. Apunte introductorio” en el libro Diez años de historiografía modernista, Ed. Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, 1997. Una aproximación diferente a algunos de estos temas conectados con dichos ‘lugares de la memoria’, pero también, más en general, a los complejos vínculos entre memoria e historia, puede verse en el libro de Raphael Samuel, Theatres of memory, Ed.Verso, Londres, 1996. 5 Sobre esta maleabilidad de la memoria colectiva y sobre su constante reactualización en cada nuevo ‘presente’ histórico, cfr. el clásico libro de Maurice Halbwachs, Les cadres sociaux de la mémoire, Ed.Albin Michel, París, 1994, en especial el Capítulo VI.Véase también el agudo comentario crítico de Marc Bloch a esta obra de Halbwachs,“Memoria colectiva, tradición y costumbre.A propósito de un libro reciente”, en Historia e historiadores, Ed. Akal, Madrid, 1999.Véase también el artículo de Marcia Mansor d’Alessio, “Memoria: leituras de M. Halbwachs e P. Nora” en la Revista Brasileira de História,Volumen XVIII, Num. 25/26, Sao Paulo, 1993.
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de la clase trabajadora de un país, o una ‘memoria campesina’, o una ‘memoria popular’, que si bien no cumplen el papel hegemónico de memoria ‘oficial’ o ‘nacional’, o supuestamente ‘cohesionante’ de todo un país, sí mantienen vivas y actuantes las tradiciones, los recuerdos, las experiencias y las lecciones atesoradas que conforman la identidad de clase y la identidad social de esos grupos populares, o campesinos, u obreros, o marginales de una ‘nación’ cualquiera, la que sólo en el discurso es supuestamente unitaria y homogénea. Por otra parte, más allá de este conflicto, a veces latente y a veces manifiesto, entre la memoria histórica dominante y esas memorias dominadas y alternativas, está el hecho de que dicha memoria no es más que una de las tantas dimensiones de la cultura en la que se enmarca y, más en general, del proceso de la historia global del país, o nación, o espacio social en que se despliega. Ello implica entonces que, para comprender adecuadamente la estructura general de cierta memoria histórica nacional, junto con sus sucesivas readaptaciones y transformaciones acordes a cada presente específico, hace falta también resituar a esas memorias –la hegemónica, y las diversas contramemorias alternativas 6–, dentro de dicha historia general, que es el contexto que explica tanto su permanencia y vigencia de larga duración, como sus cambios y sucesivas modificaciones en cada nueva coyuntura histórica vivida. Sólo esta reubicación y confrontación de la memoria histórica respecto de la historia general, que es su contexto real, nos permite distinguir los elementos reales de los elementos míti-
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cos de dicha memoria. Porque si esa memoria histórica se construye transformando en símbolos ciertas fechas, personajes, lugares, acontecimientos, hechos y fenómenos históricos, entonces es claro que dicha conversión simbólica sólo es posible en la medida que se magnifican y sobredimensionan, deformados, esos datos históricos recién mencionados. Lo mismo sucede con los elementos nuevos que cada presente agrega a esas memorias, a las configuraciones siempre diferentes que ellas adoptan; elementos y configuraciones que al nacer en el suelo de cada coyuntura o circunstancia histórica nueva se explican también cuando reconstruimos las vicisitudes y los itinerarios que, a lo largo del tiempo, han recorrido y cumplido esas mismas memorias y contramemorias que cada nación forja como otra de las tantas expresiones de su singular historia cultural. 7 Una vez caracterizadas estas memorias, hegemónicas y alternativas, como dimensiones específicas de las culturas nacionales de las sociedades modernas y contemporáneas y, por lo tanto, como toda realidad cultural, como un espacio de disputa y de combate ideológico entre los grupos, los sectores y las clases sociales diversas, tratemos de aproximarnos con más detalle al caso de las formas diversas y los modos de desarrollo de esa memoria histórica dentro de la historia de México, memoria que, desde hace apenas unos cuantos meses se ha vuelto, una vez más, el terreno de una clara batalla cultural en torno a la explicación e interpretación de nuestros diferentes pasados históricos y, en consecuencia, en torno a los principales elementos de nuestra pretendida ‘identidad nacional’.
Sobre esta difícil relación entre memoria hegemónica y las posibles ‘memorias alternativas’ o ‘contramemorias’, cfr. el artículo de Carlo Ginzburg, La preuve, la mémoire et l’oubli en el sitio: http://www.abbc.com/aaargh/fran/actu/actu02/doc2002/artium.html Sobre este punto, cfr. el muy desigual número de la revista Ayer, titulado “Memoria e Historia”, revista Ayer, num. 32, Madrid, 1998. Véase también el texto de Peter Burke “La historia como memoria colectiva” incluido en Formas de historia cultural, Ed. Alianza Editorial, Madrid, 2000.
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Las estructuras principales de la memoria mexicana hegemónica [La] memoria colectiva […] no conserva el pasado, sino que lo reconstruye con la ayuda de restos materiales, de ritos, de textos, de las tradiciones que ese pasado ha dejado, pero también con el apoyo de los hechos psicológicos y sociales recientes, es decir, con el presente. Maurice Halbwachs, Les cadres sociaux de la mémoire, 1925. Cuando observamos la historia reciente de México, desde una perspectiva que intente darle densidad histórica a nuestra mirada y a nuestro análisis, es decir, desde una perspectiva histórica de larga duración, 8 y si nos concentramos en esta dimensión ya referida de lo que es hoy la estructura general de la singular memoria nacional de nuestro país, podremos darnos cuenta de que esta memoria se ha conformado en esas estructuras básicas y fundantes de su arquitectura general, superponiendo dos planos centrales que se acoplan y refuerzan mutuamente, y en torno a los cuales giran el resto de elementos y partes constitutivas de esta misma memoria dominante. Dos planos centrales superpuestos que son, en primer lugar, el mito de nuestra Independencia nacional frente al imperio español, independencia que en esta versión funda la nación mexicana y que, emancipándose de esa dominación española de casi tres siglos, daría origen a la historia moderna y contemporánea de México y, en segundo lugar, el mito de la Revolución Mexicana de principios del siglo XX, revolución que al mismo tiempo que refrenda y reactualiza nues-
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tra independencia y soberanía como nación, frente a las presiones y a las influencias de las potencias y de los capitales extranjeros, permite a México dar el gran paso hacia su ‘modernización’ y hacia su transformación en un país que, de pleno derecho y supuestamente en igualdad de condiciones, se integra orgánicamente dentro del más contemporáneo concierto de las ‘naciones civilizadas’. Dos mitos centrales constitutivos de la identidad nacional que las clases hegemónicas han impuesto como dominante en nuestro país a lo largo de todo el siglo XX, a los que se agregan con mayor o menor rango, a veces de manera más armónica y sencilla, a veces más conflictiva y difícil, la gesta de las guerras y las leyes de la Reforma juarista, o la obra de algunos presidentes mexicanos del siglo XX como Lázaro Cárdenas, pero también ciertos sucesos fundamentales como el reciente movimiento estudiantil popular de 1968. Así, gravitando en torno a estos dos procesos centrales de la Independencia mexicana y de la Revolución Mexicana, van a constituirse esas fechas, lugares, tradiciones, ritos, textos y conjunto de héroes y villanos que pueblan de distintas maneras nuestra actual memoria mexicana. Pero, como han señalado varios analistas de la memoria colectiva que antes hemos referido, esta memoria se define tanto por lo que afirma, consagra y propone conmemorar, como por lo que niega, omite, margina o condena explícitamente. Del mismo modo en que no existe el día sin la noche, tampoco hay memoria sin olvido, lo que nos permite comenzar a reubicar y a recontextualizar desde una perspectiva más amplia, y al mismo tiempo crítica, estas estruc-
Sobre esta perspectiva de la larga duración histórica, cfr. el clásico ensayo de Fernand Braudel, “La historia y las ciencias sociales. La larga duración” en Escritos sobre Historia, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1991.También Carlos Antonio Aguirre Rojas,Fernand Braudel y las ciencias humanas, Ed. Montesinos, Barcelona, 1996 y Ensayos Braudelianos, Ed. Manuel Suárez Editor, Rosario, 2000.
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turas generales y fundantes de la actual memoria nacional mexicana. Así, resulta curioso comprobar que en el mito fundador de nuestra independencia, el claro enemigo señalado, como elemento que debe negarse y condenarse es el dominio colonial español, ejercido durante tres siglos, y que fue justamente roto y superado por nuestro movimiento de independencia. Pero, si la independencia negaba ese dominio español, lo hacía ¿para afirmar qué cosa? ¿Para reivindicar, frente a esa dominación ibérica de la que entonces logramos emanciparnos, a qué grupo social, a qué elemento étnico, a qué clase o conjunto de individuos? Si recordamos que la dominación española se constituyó avasallando y sometiendo a las poblaciones indígenas prehispánicas, tal vez podríamos pensar que al negar lo español, y al independizarnos, lo haríamos para reivindicar de nuevo y restituir en su verdadero lugar a esa matriz indígena, mayoritaria socialmente y más antigua, dentro del conjunto de la población de lo que entonces comenzaba a ser el México independiente. Pero, como han venido a recordár-
noslo a todos los rebeldes neozapatistas chiapanecos desde 1994, este mito de la independencia no se construyó para reivindicar a los pueblos indígenas originarios de nuestro territorio, 9 y ni siquiera a las poblaciones mestizas nacidas del múltiple y complejo mestizaje cultural de nuestras tres raíces –la indígena, la negra y la europea–, sino simplemente para negar a ese dominio español y para reivindicar frente a él, de modo genérico y bastante impreciso, a los ‘mexicanos’, es decir a los habitantes de nuestro país nacidos sobre el territorio nacional .10 Y si recordamos que esa revolución de independencia fue finalmente capitalizada por los sectores criollos de la antigua Nueva España, que marginaron las demandas de los sectores populares y rearticularon la antigua dependencia respecto de España para sustituirla por una nueva dependencia más plural con respecto de varias economías europeas, 11 podremos entender por qué en dicho proceso de independencia y en el mito conmemorativo en que se plasma más adelante no aparece esta reivindicación ni del elemento indígena, ni del mestizo popular.
De este modo, creemos que si bien ciertos elementos derivados de esa matriz indígena han sido efectivamente recuperados e integrados dentro de dicha memoria hegemónica, lo han sido sólo en una condición claramente marginal o muy puntual, como por ejemplo ciertos elementos de ese origen indígena dentro del escudo de nuestra bandera nacional, o también en el recuerdo muy acotado y sin más consecuencias de la figura del mártir Cuauhtémoc –significativamente concebido en esta condición de ‘mártir’, mucho más que en la de héroe rebelde en contra de la Conquista, por ejemplo–, elementos que tienen claramente un papel totalmente secundario y marginal dentro de dicha estructura general de esa memoria dominante. De manera que la creación de dichos mitos de la memoria y de la identidad nacional del México ‘moderno’ si parece hacer, casi totalmente, tabla rasa con los elementos de esa memoria indígena referida. Lo que, obviamente, no es un obstáculo para que dichos elementos tengan un papel mucho mas esencial e importante dentro de las diversas memorias alternativas de las diferentes clases populares subalternas. Para una explicación diferente a la nuestra de este punto, cfr. los trabajos de Enrique Florescano, Etnia, Estado y Nación, Ed.Taurus, México, 2001, La bandera mexicana, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 2001 y Memoria Mexicana, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1999. 10 Sobre este complejo mestizaje cultural de la Nueva España y sobre sus múltiples consecuencias, cfr. Bolívar Echeverría, La modernidad de lo barroco, Ed. Era, 1998 y también Tzvetan Todorov, La conquista de América: el problema del otro, Ed. Siglo XXI, México, 1989. Esta ambigüedad que se negaba a reivindicar específicamente el elemento indígena y que incluía genéricamente en ‘los mexicanos’ a todos los habitantes nacidos en nuestro propio territorio es muy clara ya en el Plan de Iguala, propuesto por Agustín de Iturbide en febrero de 1921 (cfr. el texto de este Plan de Iguala, en la Enciclopedia de México,Tomo VII, Páginas 4200 y 4201, antes citado). Y es claro que el proceso de construcción del mito de la independencia mexicana, habrá de retomar y continuar esta misma ambigüedad hasta el día de hoy. 11 Por lo demás, este desenlace de la Independencia de México es parte de una tendencia más amplia que se repite igualmente en toda América Latina, en donde igualmente son marginadas las clases populares, y en donde dichas independencias resultan sólo en una reestructuración de los grupos internos de las mismas elites dominantes dentro de la etapa colonial, junto a una simple reorientación y desplazamiento de nuestra dependencia respecto de los centros económicos entonces hegemónicos. Sobre este punto, cfr. Immanuel Wallerstein El moderno sistema mundial: la segunda era de gran expansión de la economía-mundo capitalista,Tomo III, Ed. Siglo XXI, México, 1998. 9
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Del mismo modo, tampoco aparece como algo central el tema de la dependencia económica. Porque si bien es cierto que después de 1821 México logró su independencia política frente a España para constituirse en un estado nacional más o menos libre, soberano y autónomo –lo que además habría que matizar en muchos sentidos–, la dependencia económica, en cambio, va a continuar hasta el día de hoy, aunque hayan cambiado progresivamente los centros económicos de los que dependemos, pues se mantiene idéntica nuestra ausencia general de independencia y autodeterminación económicas. Por eso, si el mito de la memoria nacional pone énfasis en la independencia de los ‘mexicanos’ frente al dominio ‘político’ español, es justamente porque hasta el día de hoy dicha memoria hegemónica se niega a reconocer el esencial legado de nuestros pueblos indígenas, el profundo proceso de mestizaje cultural de nuestras poblaciones, y también nuestra permanente y aún vigente condición de dependencia económica general y estructural. Lo mismo sucede con el segundo plano central o eje de gravedad de esta memoria mexicana dominante, la que afirmando una vez más que la Revolución Mexicana se hizo en parte contra el ‘entreguismo’ y la subordinación de Porfirio Díaz respecto de las potencias extranjeras y de los capitales foráneos –con lo cual se entronca como una prolongación y reactualización casi natural de los logros de nuestra Independencia–, insiste sobre todo en el hecho de que, gracias esa Revolución Mexicana se ha comenzado a edificar el ‘México moderno’, acorde a los tiempos y a las circunstancias contemporáneas, a la vez que el México completamente ‘civilizado’, que deja atrás las tradiciones 12
premodernas y arcaicas para enfilarse por la ruta del progreso y el avance dictados por esa misma ‘modernización’. Sin embargo, una vez más, este mito de la Revolución Mexicana incorporado como segundo eje de la memoria hegemónica y de la identidad nacional dominante e impuesta, olvida insistir en el hecho de que dicho México ‘moderno’ sólo se construyó sobre la derrota general de los grupos campesinos más radicales que participaron en esa Revolución Mexicana, de las huestes villistas y zapatistas, y por lo tanto sobre la marginación, aplastamiento y cancelación del proyecto de nación que hubiesen podido encarnar esas mismas clases campesinas radicales.12 Así, reduciendo este proyecto alternativo a simple ‘componente agrario’ de esa Revolución Mexicana, el mito de nuestra memoria dominante ignora que una de las causas centrales de dicha revolución fue la demanda campesina por la propiedad de la tierra, en la lógica de que “la tierra debe ser de quien la trabaja” y en el espíritu de hacer justicia real a la que entonces era todavía la clase popular o subalterna mayoritaria de nuestro país, la clase de los campesinos pobres y explotados. Además, junto a esta banalización de la vía campesina radical de la revolución, el mito de la memoria nacional mexicana todavía vigente instaura una versión de ese movimiento revolucionario de 1910-1921 en el que, de manera absurda y antihistórica, se nivela y homogeniza a todas las corrientes diversas y a los distintos y hasta contradictorios y excluyentes proyectos de nación que se enfrentaron en esa misma Revolución Mexicana, reduciendo, por ejemplo, al complejo y radical proyecto socialista y anarquista de los hermanos Flores Magón al rango
Sobre estos proyectos campesinos alternativos dentro de la Revolución Mexicana, cfr. Friederich Katz, La guerra secreta en México, Ed. Era, México, 1982, y Pancho Villa (2 volúmenes), Ed. Era, 1998.También de Adolfo Gilly, La revolución interrumpida, Ed. El Caballito, México, 1976.
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de simples ‘precursores’ o ‘antecedentes’ del estallido de 1910, mientras que deforma y recupera a Francisco Villa y a Emiliano Zapata, y a las vastas masas campesinas que ellos acaudillaban, bajo la simple y limitada condición de ‘caudillos agrarios’ y de ‘ejércitos campesinos’ de una supuestamente homogénea, unitaria y monolítica Revolución Mexicana, a la que por añadidura se declara sin más como triunfante. Junto con estas manipulaciones, que borran todas las diferencias cruciales de las muchas revoluciones locales, sociales, regionales, de clase, de objetivo y de proyecto que fue esa ‘Revolución Mexicana’, el mito de la memoria mexicana olvida también señalar que, en virtud de los reacomodos geopolíticos mundiales de finales del siglo XIX y principios del siglo XX cronológicos, el proyecto de un México supuestamente ‘civilizado’ y ‘moderno’ que se impuso como resultado de la Revolución Mexicana y del triunfo en ella de la facción del grupo Sonora, era el de imitar y tratar de adoptar, de una manera totalmente acrítica, el modelo de modernidad y de civilización que durante el siglo XX se volvió el modelo hegemónico en todo el mundo occidental, es decir el modelo estadunidense del tecnocrático y consumista american way of life.13 Porque después de 1921, y a todo lo largo del siglo XX, el rasero que ha sido utilizado para medir nuestro ‘tradicionalismo’ o nuestro grado de verdadera ‘modernización’, a la vez que el supuesto progreso, más lento o más rápido, de nuestra ‘civilización’ ha sido sin duda el de la mayor cercanía o lejanía en la copia e imitación de esa modernidad estadunidense que, haciendo abstracción de nuestra historia original y de nuestro itinerario de los últimos quinientos
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años, ha pretendido enjuiciarnos a partir de la comparación sistemática con la economía, la democracia, la sociedad, la cultura y hasta la civilización estadunidenses. Eso, por otra parte, ilustra lo que han señalado varios estudiosos del fenómeno de la memoria histórica: que dicha memoria tiende siempre a eliminar las contradicciones de la historia real, constituyéndose como una construcción coherente y armónica, y en la que sus distintas partes embonan y se complementan siempre sin conflicto y de manera pertinente. Entonces, si el mito de la independencia niega nuestra raíz indígena y nuestro complejo mestizaje cultural de tres siglos, y desconoce además la dependencia económica que sobrevive más allá de la independencia política, entonces es lógico que a la abstracta y genérica reivindicación de los fantasmales y poco concretos ‘mexicanos’, y al reclamo y defensa de una limitada y también etérea ‘independencia nacional’ puramente política, corresponda, armoniosa y tersamente, el mito de una Revolución pretendidamente unitaria, homogénea, triunfante y supraclasista, cuyo principal fruto es el paso hacia una modernidad también desencarnada, nebulosa y supuestamente perfecta e ideal. Complementación armoniosa y lineal del mito independentista con el mito revolucionario, que entonces hace posible que el resto de los elementos de esa memoria hegemónica y dominante graviten igualmente dentro de esta lógica selectiva de ciertos énfasis, pero también de ciertos olvidos estratégicos, de los diversos hechos, fenómenos y procesos históricos esenciales de nuestro devenir. Por ejemplo, el fenómeno del juarismo y del movimiento de Reforma en México, en el que
Sobre este punto, cfr. la entrevista a Bolívar Echeverría “Chiapas y la conquista inconclusa”, en el libro colectivo Chiapas en perspectiva histórica, Ed. El Viejo Topo (Segunda Edición), Barcelona, 2002.También muchos de los ensayos de Carlos Monsiváis, que ha criticado y ridiculizado agudamente esta versión del ‘ser moderno’ al modo norteamericano, impuesta durante todo el siglo XX por las clases dominantes mexicanas, por ejemplo en su libro Amor perdido, Ed. Era, México, 1999.
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sobre todo se enfatiza la ‘defensa’ de la nación frente a la intervención francesa extranjera y el logro de una separación clara entre la esfera pública laica del Estado y el mundo privado y específico de las creencias religiosas. Una visión que concibe a la obra de la ‘Reforma’ en México sólo como reiterado refrendo de nuestra ‘independencia’ –amenazada por la potencia francesa– y como una suerte de equitativo ‘reparto’ de espacios sociales y de funciones y tareas entre dicho poder público del Estado y los poderes privados de la Iglesia y el clero mexicanos. Pero esta visión idílica de la memoria hegemónica olvida entonces subrayar el papel esencial que ha tenido el proceso de desamortización de los bienes del clero cumplido en estos mismos tiempos, proceso que, al acotar y disminuir significativamente el enorme poder económico de la Iglesia en México, hizo a la vez posible que el Estado limitara y controlara realmente, al menos en cierta medida, a dicho grupo de la Iglesia mexicana. Iglesia mexicana que, dominada por el estrato rico del alto clero, no sólo apoyó abiertamente las varias intervenciones extranjeras que padecimos a lo largo del siglo XIX e incluso a comienzos del siglo XX, sino que también jugó permanentemente un papel reaccionario y profundamente conservador dentro de la historia de México, oponiéndose sistemáticamente a los cambios sociales progresistas, y a las demandas populares de todo el conjunto de las clases subalternas mexicanas. Con ello el juarismo, lejos de ser ese terso y pacífico reparto de tareas entre Iglesia y Estado, fue más bien una enérgica denuncia de ese papel en general retardatario del alto clero mexicano, a la vez que una igualmente radical imposición, desde el Estado, de una clara estrategia de definición y acotamiento de los límites que debería 14
tener y mantener el poder económico y social de esa ‘Iglesia de los ricos’ que, hasta antes de 1968, fue en su abrumadora mayoría la Iglesia en México. O también el caso del papel que ocupa, en esa memoria dominante, la obra de Lázaro Cárdenas, que en la versión oficial es exaltada tanto por el acontecimiento muchas veces celebrado de la ‘expropiación petrolera’ –leído, una vez más, como refrendo de nuestra independencia y soberanía frente a las compañías petroleras extranjeras–, como por el acendrado ‘agrarismo’ cardenista, que vendría a profundizar y relanzar, culminándolo, el ‘reparto agrario’ o la ‘reforma agraria’ derivada de la ‘fuerte vena agrarista’ de la Revolución Mexicana. Y si bien es cierto que después de la contrarreforma agraria salinista y de la política ‘desnacionalizadora’ de los últimos gobiernos mexicanos, esta versión oficial del cardenismo original comienza incluso a resultar incómoda y difícil de integrar en esa memoria hegemónica oficial, eso no elimina el hecho de que en dicha versión oficial de nuestra memoria dominante se haya omitido lo que representaba, en profundidad, el proyecto de Lázaro Cárdenas de impulsar una educación socialista en México, junto al papel extraordinariamente protagónico que, todavía en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron tanto las clases campesinas pobres como la clase obrera mexicana, proyectos y protagonismo que sólo se explican por la enorme fuerza y vitalidad de una radical revolución social popular que, aunque fue claramente derrotada, se mantuvo sin embargo muy viva, actuante y presente todavía durante toda la coyuntura histórica que en el mundo y también en América Latina y en México se desplegó entre la Primera y la Segunda guerras mundiales .
Sobre este punto cfr. el libro antes mencionado de Adolfo Gilly La revolución interrumpida.Véase también nuestro artículo, Carlos Antonio Aguirre Rojas,“Mercado interno, guerra y revolución en México: 1870-1920” en Revista Mexicana de Sociología, año 52, num. 2, México 1990.
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Igualmente sucede, por ejemplo, con el movimiento estudiantil popular de 1968, que si desde su origen se implantó con gran fuerza en la memoria popular de las clases subalternas de México, al principio rechazado y desdeñado, o hasta minimizado, por esa memoria hegemónica dominante, comenzó en cambio, hace sólo unos pocos años y sobre todo a partir de su trigésimo aniversario, a tratar de ser incorporado, banalizándolo y deformándolo, dentro de esa memoria hegemónica dominante. Y así, tratando de reducir este movimiento y esta verdadera tragedia popular de 1968 a la condición de un simple ‘capítulo’ más de una supuestamente ‘larga lucha’ por la democracia, lo que este intento de cooptación y banalización olvida es el carácter fundante y generador de ese movimiento que en México, igual que en todo el mundo, fue en verdad una profunda y radical revolución cultural de grandes dimensiones y, en consecuencia, la crea-ción de un nuevo escenario, radicalmente distinto al anterior, en lo que se refiere a la cultura política vigente, a la cultura de todos los grupos y partidos de la izquierda, a múltiples prácticas de la vida cotidiana en el ámbito de la familia, de la escuela y de la sociedad, al carácter, demandas y papel de los viejos y también de los múltiples nuevos movimientos sociales, y hasta de la etapa general misma que, a partir de esa fecha, vive el capitalismo, tanto en México y América Latina como en todo el planeta.
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Y ello no por la irrupción de una fantasmal y en verdad nada nueva ‘globalización’ –proceso que se inicia hace quinientos años, con el propio surgimiento del capitalismo–, sino más bien porque 1968 representa, a nivel mundial y por lo tanto también en México, el inicio de la crisis terminal y definitiva del sistema capitalista mundial en cuanto tal.15 Y con ello, toda una profunda estela de cambios sociales, políticos, económicos y culturales de gran envergadura que nosotros hemos presenciado y vivido en México muy claramente, igual que se han vivido en toda América Latina y en el mundo entero. Lo mismo que en la economía, en la sociedad, en la política y en la cultura globales de nuestro país y del mundo; también en la historia, en la historiografía y en la memoria, las consecuencia de esta ruptura, simbolizada en el doble quiebre de la revolución cultural de 1968, y también de la crisis económica internacional de 1972-1973, han sido impactos de un alcance muy profundo, que han desplegado de maneras diversas a lo largo de los últimos seis o siete lustros. Efectos importantes sobre las memorias existentes en México, tanto la hegemónica como la memoria popular y las subalternas, y sobre la historia y la historiografía mexicanas, que son el claro telón de fondo de la disputa que ahora presenciamos en torno a la redefinición en curso de las señas principales de identidad de nuestra memoria histórica y de nuestra historia en general.
Para una crítica de esta ideología hoy muy en boga de la ‘globalización’ cfr. Immanuel Wallerstein “¿Globalización o era de transición?: una perspectiva de larga duración de la trayectoria del sistema-mundo” en la revista Eseconomía, nueva época, num. 1, México, otoño del 2002 y Carlos Antonio Aguirre Rojas, “Para una crítica de los conceptos de globalización y mundialización” en el libro América Latina, Historia y Presente, Ed. Universidad Michoacana, Morelia, 2002. Para la caracterización de esta crisis terminal del capitalismo cfr. Immanuel Wallerstein “La imagen global y las posibilidades alternativas de la evolución del sistema-mundo 1945-2025”, en Revista Mexicana de Sociología, año 61, num. 2, México, 1999, y Después del liberalismo, Ed. Siglo XXI, México, 1996.Véase también el libro coordinado por el mismo Immanuel Wallerstein y T. K. Hopkins, The age of transition.Trajectory of the world-system, 1945-2025, Ed. Zed Books, Nueva York, 1996.
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Certidumbres e incertidumbres
Formas de adoctrinamiento cristiano en la Nueva España José Martín Hurtado Galves
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uando los españoles llegaron a estas tierras, encontraron seres humanos que eran no sólo aparentemente, sino realmente diferentes a ellos. Esto en el sentido de que cada quien construye su realidad a partir de su propio lenguaje, sobre todo cuando éste es el medio para fundamentar un sentido de pertenencia a una cultura dada. Los indígenas tenían su propia cosmovisión, que era parte de su devenir tanto individual como social; de igual manera los españoles traían la suya. Entonces, ¿cómo unir a ambas?, esperando sobre todo que, al hacerlo, la de los españoles destruyera a la nativa. Si hubieran tratado de evangelizar sólo con su lenguaje castellano quizás hubieran tardado más, mucho más tiempo; por eso al aprender primeramente el idioma indígena (el náhuatl) y posteriormente al implementar el teatro o drama para ‘llevar’ a los indígenas hasta el cielo y el infierno, al menos visualmente, la evangelización se dio de una manera más rápida y, particularmente, más eficaz de lograrlo. El presente artículo se divide en dos partes: la primera, “De por qué los frailes evangelizadores tuvieron primeramente que aprender náhuatl”, trata acerca de la importancia del náhuatl en la evangelización, sobre todo, porque dicho idioma fue el que les brindó la posibilidad de llevarla más lejos, pues la hegemonía de los mexicas no había sido sólo militar. El lenguaje era también una forma de extenderse del pueblo nahuatlaca.
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La segunda parte, “El teatro, recurso didáctico de los frailes en la evangelización durante los siglos XVI y XVII”, tiene como objetivo explicar por qué el teatro o la tragedia fue el recurso idóneo para llevar a cabo su ministerio, ya que éste era novedad para la idiosincrasia del indígena, que no sólo veía otra realidad, sino también la idea que se representaba a través de las imágenes del cielo y del infierno.
De por qué los frailes evangelizadores tuvieron primeramente que aprender náhuatl Consumada la conquista de la capital en 1521, ninguna expedición española saldría hacia Oaxaca, Michoacán, Chiapas o al norte de la Nueva España sin llevar consigo hablantes de náhuatl. Los misioneros franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas siguieron más tarde el ejemplo de los conquistadores. La importancia del idioma fue tan grande que se llegaron a representar obras dramáticas en náhuatl ante públicos que hablaban lenguas totalmente distintas. La lengua mexicana resultó la llave que abrió a los españoles las puertas de muchas regiones de Mesoamérica y despejó el camino para la conquista material, cultural y espiritual (Horcasitas, 1974: 48). El idioma náhuatl fue de suyo la ‘punta de lanza’ con que los españoles se abrieron paso para llegar a dominar a los indígenas del conti-
nente recientemente descubierto. Antes de la llegada de los europeos, el náhuatl tenía ya su relevancia, pues se extendía no sólo hasta los dominios de la hegemonía mexica, también participaban de su desarrollo los pueblos que de una u otra manera mantenían contacto militar o comercial con los aztecas. Cuando Fray Andrés de Olmos escribió su Tratado de hechicerías y sortilegios (1553), lo hizo precisamente en idioma náhuatl. Y no es un caso aislado; lo mismo podemos encontrar en Fray Jerónimo de Mendieta y otros. ¿Por qué no lo hicieron en cualquier otra lengua que se hablara en alguna de las naciones que poblaban Mesoamérica? Al parecer, porque el náhuatl era el idioma hegemónico de las tierras recién descubiertas y, como lo que buscaban era el sometimiento general de los indígenas, utilizaron esta lengua como vehículo de penetración ideológica. Esto lo podemos constatar en Nuestro pesar, nuestra aflicción, tunetuliniliz, tucucuca (memorias en lengua náhuatl enviadas a Felipe II por 1 indígenas del Valle de Guatemala hacia 1572) . Aquí vuelve a hacer presencia de manera significativa el náhuatl, pero lo que destaca en este caso en particular es que quienes los escribieron (o narraron lo escrito por los frailes españoles) son indígenas de una región en donde la lengua que destaca es el maya o alguna de sus variantes (Guatemala). Así, no fueron los indígenas los que aprendieron primero de los españoles, sino más bien éstos los que primero tuvieron que aprender el idioma de los que querían someter. Podemos afirmar entonces que el poder del náhuatl llegó a influir incluso entre los mismos españoles. Aunque claro, como un medio para posteriormente dominar a las demás naciones indígenas. 1 2 3
Pero, aun así, es necesario analizar la trascendencia que dicha lengua tuvo no sólo entre los recién conquistados, sino también y no menos importante, entre sus descendientes directos; incluso entre nosotros, que hemos olvidado la importancia de dicha lengua (y otras indígenas) con respecto a nuestro sentido de pertenencia a una sociedad que todavía sigue arrastrando el desprecio hacia cualquier idioma indígena. 2 Fray Bernardino de Sahagún nos dice que 3 fray Francisco de Toral le pidió que pusiese en lengua mexicana “cuanto le pareciera útil al dogma, a la práctica y a la duración del cristianismo entre los naturales de la Nueva España, que pudiera servir a los predicadores y ministros del Evangelio”. Y sólo después de treinta años de haber escrito Sahagún su obra en náhuatl se tradujo al castellano, en 1577. Entonces el náhuatl era el idioma llave de estas tierras, aunque no desconocemos que también se escribieron libros en otras lenguas autóctonas, como es el caso de la Relación de las ceremonias y ritos, población y gobierno de los indios de la provincia de Michoacán, que le dictaron los ancianos de Tzintzuntzan a fray Martín de Jesús de la Coruña. Pero, aun así, es el náhuatl el que despunta como forma de adoctrinamiento de los indígenas en general. El problema lingüístico no es pues un asunto de menor importancia, ya que, dependiendo del idioma, se entendía la cosmovisión del indígena, pero también el fraile predicador se asía de una herramienta (el lenguaje) con la que cifraba su propia interpretación del catecismo, es decir, sin llegar a minimalismos, hacía uso de los términos de la cosmovisión náhuatl para dar a entender a los indígenas la palabra de la nueva religión. Así, el diablo pasó a ser el ‘hombre-búho’:
Publicada por la UNAM y el Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica en 1996. En Historia de las cosas de la Nueva España. Posteriormente llegó a ser obispo de Michoacán.
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Formas de adoctrinamiento cristiano en la Nueva España
Ca ycuiliuhtoc: “Semper aliquid boni faciro ut diabolus te occupatum inveniat”. Quitoznequi: “ma huel xiquixcacahui yn qualli ynic amo tlatçinhuiçotl ypan yn tlacatecolotl”. Que está escrito: “Semper aliquid boni faciro ut diabolus te occupatum inveniat”. Lo que quiere decir: “Sólo haz lo bueno para que tu pereza no te lleve, no te arrastre hacia el hombre-búho” (Olmos, 1996: 231). Incluso hacían uso del panteón indígena como es el caso de Tlazoltéotl, diosa de la inmundicia, que a la hora en que morían las mujeres las asistía comiéndose todo lo malo que hubieran dicho o hecho, es decir, sus inmundicias; de este modo, podían morir limpias de todos sus ‘pecados’. Y aunque los frailes no mencionaban el nombre de la diosa, sí hacían alusión a las características de su presencia: “Y aquel que no obedece cuando es necesario, entonces Dios se enoja contra él, y así le desea que no venga a expirar, que no acabe, no desaparezca como de costumbre, pero allá donde hay orinas, mierda [sic], en la región de los muer4 tos para siempre lo encerrará” (Olmos,1996: 11). El objetivo era evangelizar, llevar la doctrina cristiana hasta las mentes y los actos de los indígenas, y para ello recurrían a la misma idiosincrasia de ellos. Así, en algunos lugares de adoración indígena se levantaron templos cristianos; tal es el caso de la villa de Guadalupe, donde antiguamente se veneraba a Tonantzin; lo mismo pasó con dioses que fueron convertidos al cristianismo en forma de santos, como es el caso de la transformación de Huitzilopochtli en Santiago Matamoros, o Tláloc en san Isidro Labrador. Podemos observar que los frailes primero aprendieron de los indígenas que éstos de aquéllos. Aunque, claro, el fin no era muy loable que digamos; pero, aun así, el náhuatl marcó la inter4
pretación del mundo indígena en las mentes de los evangelizadores y por antonomasia en su misión evangelizadora. Ahora bien, había dos categorías de obras bien definidas: Artes, como llamaban entonces a la gramática y vocabularios como instrumentos de trabajo y estudio, formaban la primera, y en la segunda habría que colocar las doctrinas, o catecismos, los sermonarios, los confesionarios, la traducción, etc., que venían a ser como manuales de trabajo cotidiano (Ricard, 1995: 121). Dentro de los segundos estaban, por ejemplo, los Tratados de hechicerías y sortilegios, así como el Tratado sobre los siete pecados mortales, los dos de fray Andrés de Olmos, y las Oraciones, ensalmos y conjuros mágicos del archivo inquisitorial de la Nueva España. Este tipo de libros eran escritos por lo regular en náhuatl, y éste era tan importante, que en 1584 se hablaba desde Zacatecas hasta Nicaragua. Por ello Felipe II, en su real cédula del 19 de septiembre de 1580, la nombra la “lengua general de los indios”. En esta real cédula afirmaba que “la inteligencia de la lengua general de los indios es el medio más necesario para la explicación y enseñanza de la doctrina cristiana y que los curas y sacerdotes les administren los sacramentos”, y “rogaba y encargaba” a los prelados “que no ordenen de sacerdotes ni den licencia para ello a ningún clérigo o religioso que no sepa la lengua general de los indios de su provincia” (Ricard, 1995: 124-125). Para los españoles este idioma era el vehículo idóneo para poder relacionarse con los indígenas, pues a todas las naciones les era conocido; formaba parte de la propia cultura e idiosincrasia mesoamericana de manera general. Y ya que la identidad de cualquier persona se basa principalmente en su lenguaje, y si por
Fray Andrés de Olmos escribió esto entre 1551 y 1552.Y, ya en el s. XIII, Dante Alighieri había escrito en la Divina Comedia, en el Octavo círculo del Infierno, Canto XVIII, segundo foso, acerca de los aduladores que estaban sumergidos entre la mierda [sic]; específicamente Dante ve a dos: Alejo Interminelli de Lucca y la prostituta Tais.
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medio de éste los frailes podían hacer llegar su palabra (la de ellos y la de los conquistadores), entonces el náhuatl era su más fiel aliado. ¿Cómo lograron posteriormente minimizar el náhuatl los primeros españoles que llegaron a estas tierras? Es decir, después de que fue su vehículo principal de penetración ideológica, ¿cómo es que lo soslayaron hasta el grado de casi desaparecerlo? Si tomamos en cuenta que el desprecio hacia los ‘naturales’ era acendrado, podremos comprender que el apogeo del náhuatl duró sólo mientras los indígenas aprendieron el castellano, y con él los rudimentos necesarios para aceptar la nueva cultura que llevaba implícito el cambio de creencias, no sólo religiosas, sino también sociales, políticas, militares, económicas, etc. Después, la xenofobia se encargó de que nosotros mismos, como descendientes de esos indígenas aculturados fuéramos poco a poco olvidando nuestro origen lingüístico y, con ello, olvidándonos de nuestras raíces socioculturales, sobre todo de la parte 5 lingüística: el náhuatl . Recordemos algunas palabras de fray Andrés de Olmos en las que utiliza términos que de suyo eran propios de los rituales de iniciación al telpochcalli o al calmecac por parte de los padres del niño al momento de entregárselo al huehuetlatolli: “Collar mío, pluma preciosa mía, quizá no hayas oído contar como ellos, los hombres-búhos, juntan todos sus poderes, hacen todo lo que pueden, para apoderarse, para hacerse dueños de alguien, para mofarse de él, para gobernarlo, para someterlo, para agarrarlo con lazos, en un agujero, en una cuerda, y así con ellos se llora, se es afligido, roto, atormentado, horrorosamente quemado.” (Olmos, 1990: 7).
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Como podemos ver, utilizaban el náhuatl como significado y significante, y por ello, la penetración ideológica tuvo más poder, pues les llegaba desde dos enfoques: a) como lo nombrado (el objeto); y, b) como la forma de nombrarlo (la palabra).
El teatro, recurso didáctico de los frailes en la evangelización durante los siglos XVI y XVII El cuerpo humano, lugar privilegiado del combate entre el bien y el mal, se convirtió también en el espacio donde se desarrolló la potentia de los santos; fue el campo de la lucha entre la enfermedad y el milagro. El santo, personaje de vida inimitable por el común de los mortales, era en esta época un intercesor, más que un modelo. El culto a los santos se convirtió así, para Occidente, en un medio ideal para cristianizar a los pueblos paganos al establecer una nueva forma de socialización basada en el patronazgo y en la subor6 dinación a las sedes que guardaban las reliquias (García et al., 1997: 52). Como podemos leer, los santos sirvieron no sólo como ejemplo en las comunidades donde vivieron; fueron también el arquetipo a seguir por parte de los nuevos conversos. En el caso de los indígenas de la Nueva España se usaron los que ya existían de facto en el Viejo Mundo, y los mismos dioses indígenas fueron metamorfoseados para lograr la aceptación de la nueva religión por parte de los naturales. Pero esto no era cosa de cambiar así como así a las antiguas deidades. En el caso de poder nombrar a quién venerar y a quién no, fue motivo de un proceso
O cualquier lengua autóctona que se hable en la región en la que viviéramos. Pues ¿cómo podríamos ser parte de nuestra cultura desconociendo de facto las raíces prístinas de la misma?. Las reliquias eran parte del cuerpo de algún santo (dedos, cráneos, rótulas, tibias, etc.) o bien, alguna prenda de vestir o algún utensilio que hubiera usado en vida. En Europa llegaron a existir varias iglesias que se disputaban la veracidad de contar con el cráneo de algún santo o apóstol; por ello llegaron a haber hasta más de seis cráneos del mismo personaje.
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en el que, al final, el Papa tuvo la última palabra para resolver el conflicto. Hasta el siglo X sólo habían sido reconocidos para su veneración los arcángeles, los mártires, los ermitaños antiguos, los obispos y monjes. A fines del siglo X comenzaron a ser propuestos como modelos algunos laicos nobles y reyes, y apenas en el siglo XIII se canonizó a un santo campesino… A partir del siglo XII la canonización fue derecho exclusivo del pontífice, con lo que se daba fin al antiguo proceso practicado desde el siglo V, por el que la elevación de un personaje al culto público era realizada por la devoción popular y ratificada con la autorización del obispo de la región y muy rara vez por el Papa (García, et al., 1997: 55). Como vemos, la canonización de nuevos santos en el siglo XVI ya no era tan fácil, además, no era ése el objetivo. Lo que se pretendía era convertir al cristianismo a los indígenas; así, se recurrió a una especie de ‘maquillaje’ de sus antiguas deidades por nuevas imágenes. Pero, ¿cómo hacer para que los naturales las aceptaran?, ¿cómo explicarles que ahora tenían que adorar a otro Dios y a algunos hombres como santos? Sabemos por los primeros cronistas que los frailes evangelizadores se valían al inicio de su ministerio de maneras muy rudimentarias: “…al principio tuvieron que usar de la predicación a señas”. Cuenta Muñoz Camargo que los religiosos se veían reducidos a predicar solamente la existencia del cielo y del infierno. Para indicar el infierno señalaban “la parte baja de la tierra con la mano [y decían] había fuego, sapos y culebras, y acabando de decir esto, elevaban los ojos al cielo, diciendo que un solo Dios estaba arriba, ansí mismo
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apuntando con la mano, lo cual decían siempre en los mercados”. Naturalmente, los indios nada entendían. El dominico fray Domingo de la Anunciación puso a prueba un procedimiento menos rudimentario: escribía un breve sermón en castellano, lo hacía traducir a la lengua del país por alguno de los intérpretes, lo aprendía de memoria y, al fin, iba a declamarlo ante los indios, sin más conocimiento directo que el de la sustancia del asunto. Muy pronto percibió los inconvenientes de esta manera de proceder y hubo de renunciar a ella, y se esmeró en el estudio de la lengua náhuatl (Ricard, 1995: 119). Para la magnitud de la empresa que pretendían realizar los frailes evangelizadores, el idioma hegemónico de Mesoamérica no les fue suficiente, pues, como cualquier otro, podía transmitir el sentido y contenido de lo que el lenguaje representaba; es decir, lo que representa de la realidad. No eran ya suficientes el significado y el significante para su objetivo; necesitaban ir más allá de lo que alguna vez discutieron Cratilo 7 y Hermógenes . Entonces, si querían llegar a la concientización de las masas, y sobre todo, que la evangelización fuera más allá del discurso que muere al ser olvidado; o sea, que tuviera un efecto en la práctica diaria de los indígenas, tenían que utilizar una forma en la que el onoma, la palabra ya existente (la de los indígenas, en este caso sus creencias religiosas) fuera sustituida por otra; una en la que se sostuviera una creosis 8 deóntica con base en los dogmas de fe consustanciales de la fe cristiana. Para tal efecto pensaron en representar los elementos que conforman el catecismo, y el teatro fue la herramienta idónea. Hay que distinguir que el teatro era sobre todo tragedia, por el carácter de
En los Diálogos de Platón, Cratilo afirmaba que las cosas tienen el nombre que les corresponde, de manera natural (teoría de phisis); mientras que Hermógenes sostenía que los nombres de las cosas eran dados por cuestiones convencionales (teoría de nomos). Creosis: coherencia, racionalidad, exactitud, orden, sistematicidad, inteligibilidad y sentido. Deóntico: formulación de juicios de valor a partir de estructuras sociales, económicas, culturales, morales, etcétera.
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religiosidad que tenía. Así evoluciona de la siguiente manera: De la Misa surgió el Drama medieval; y de éste, el drama clásico, del que se desprende a su vez el drama cortesano náhuatl; y, el drama misionero náhuatl. En la Nueva España el drama náhuatl se dividía en cinco formas de representación: 1. El drama litúrgico: Se cantaba como parte de una misa dentro de la iglesia el día de la fiesta del santo o en la fecha que se suponía que había sucedido la acción. Esta forma primitiva ya no existía en la primera mitad del siglo XVI, cuando los franciscanos llegaron a México, pero está ligado estrechamente con los dramas litúrgicos La natividad de San Juan Bautista, La anunciación y La asunción, todas representadas en Tlaxcala antes de 1540. 2. El misterio o representación tomada de las Sagradas Escrituras. Obviamente se conecta con el drama litúrgico: El campo común entre éste y el litúrgico es muy amplio, pero no siempre está integrado a una misa, ni se celebra en una fiesta especial. Como ejemplos se pueden citar El auto de la caída de nuestros primeros padres y El sacrificio de Isaac. 3. El drama alegórico: Se distingue de otros géneros en que se personifican figuras simbólicas como la fe, el remordimiento o la paciencia. Es típico de la Edad Media tardía. Los personajes alegóricos aparecen rarísima vez. 4. El drama moral o didáctico: No está tomado de las Sagradas Escrituras. Trata de la conducta buena o mala de personajes ficticios y de las consecuencias de sus acciones. Son ejemplos en náhuatl El mercader y La educación de los hijos. 5. El drama profano: Es una representación de tipo no religioso. Son escasos los ejemplos de este género en náhuatl, tanto los antiguos de la
época colonial como de la moderna. En el estado de Guerrero se representaron algunos como El tecuani cimarrón. Las razones que tenían los frailes para evangelizar por medio del drama o teatro representativo de los preceptos cristianos, según fray Blas de la Torre en el año de 1640, eran …para que conmoviesen a los otros e indujesen al arrepentimiento de sus culpas y hacer o incitar las devociones que en ellos se representaban, según la calidad o caso de dicho neixcuitle, caso necesarísimo al indio, que sólo se mueve por los ejemplos, especialmente de representaciones. Aquí eran traídos como por fuerza a la doctrina y misa, en especial el cholulteco, menos estable que otros y más orgulloso que ninguno, en que se reconoce la dificultad y trabajo que costaría aquí a los fundadores asentar el evangelio (De la Torre, citado por Horcasitas, 1974: 72).
Otro religioso, el padre Vetancurt, en 1698 escribió algo parecido: “Esto [el teatro] instituyeron los primitivos padres, porque como los naturales no tienen más entendimiento que los ojos, les ponen a la vista los misterios para que queden en la fe más firmes” (Vetancurt, citado por Horcasitas, 1974: 73). Pero las razones de un indígena del siglo XVI eran diferentes a las de los españoles: Inic nican pehua in quenin omochihuaya in nexcuitili ejemplo amo tlanahualoya, ihuan tlacatecolotl amo mahuiltiaya ica christianos. “Aquí se comienza de cómo se hacían los ejemplos dramáticos, para que no acechara, para que no jugara el demonio con los cristianos” (Manuscrit Mexicain 291, citado por Horcasitas, 1974: 73). Como podemos ver, las razones de los religiosos no eran compartidas por los indígenas. No coincidían tampoco en que fuera el mismo fin; mientras que para los frailes los indígenas
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“sólo se mueve[n] por los ejemplos [visuales]” y porque “no tienen más entendimiento que los ojos”; para el indio era una forma de purificar el ambiente y ahuyentar al demonio. Los españoles estaban muy lejos de tener la razón, y no sólo porque estuvieran utilizando una falacia (argumentum ad hominem circunstancial)9, sino porque ellos mismos habían sido cristianizados por medio de imágenes; es decir, no sólo por medio de la palabra, sino también, y muy importante, por medio ‘de los ojos’. A diferencia de los judíos o los musulmanes, que no representan a sus dioses dentro de sus templos, esto por la ley del anitocismo, que prohíbe representar, sea por medio de la pintura o de la escultura, a seres vivos dentro de su lugar de adoración, porque esto –dicen– corresponde solamente a Dios (Adonai, Señor; o, Alá, altísimo) y hacerlo es tanto como rivalizar con el mismo creador. Entonces, los españoles no eran coherentes con su decir y su hacer, al menos en lo que respecta a la religión que habían aprendido y al momento en que la transmitían. Había sido parte de su aculturación; para los indígenas, había 9
sido la aculturización más brutal que pudieran haber sufrido. Para terminar, es necesario entender que los frailes usaron el teatro o drama como recurso didáctico para evangelizar a los indígenas; y que el náhuatl dentro del drama, fue no sólo una herramienta lingüística, sino una punta de flecha ideológica con la que pudieron ‘herir de muerte’, es decir, evangelizar y adoctrinar socioculturalmente a los pueblos conquistados. Así, de manera concreta, los evangelizadores relacionaron: 1. el conocimiento (la palabra de Dios) con la realidad (lo que se ve), y 2. sus opiniones (interpretaciones del texto sagrado) con la apariencia (lo que podían creer los indígenas que veían por medio del teatro). ¿Dónde quedó la división entre la realidad y la fantasía en las mentes de los indígenas? Como diría Martín Lutero: “El Evangelio pertenece a los pobres y a los afligidos, y no a los príncipes y a los cortesanos que viven en seguridad y deleite continuos, ajenos a toda tribulación.”
Con esta falacia se ataca a la persona, no al discurso circunstancial de ésta, en este caso las creencias religiosas.
Bibliografía ANÓNIMO, Nuestro pesar, nuestra aflicción (Memorias en lengua náhuatl enviadas a Felipe II por indígenas del Valle de Guatemala hacia 1572), México, UNAM, 1996. ALIGHIERI, Dante, La divina comedia, México, Bruguera, 1976. DE OLMOS, Fray Andrés, Tratado de hechicerías y sortilegios, México, UNAM, 1990. –––––––– Tratado sobre los siete pecados mortales, México, UNAM, 1990. HORCASITAS, Fernando, El teatro náhuatl, épocas novohispana y moderna, México, UNAM, 1974. RICARD, Robert, La conquista espiritual de México, México, Siglo XXI, 1995. RIVA PALACIO,Vicente, México a través de los siglos, t. II, México, Editorial Cumbre, 1958.
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Artistas y artesanos
Ignacio Rodríguez Galván Una vida atribulada Jacqueline Rocha Soto
Ignacio Rodríguez Galván nació el 22 de marzo de 1816, en Tizayuca, Hidalgo. Vivió con su familia hasta los once años; después, sus padres se vieron en serios problemas económicos por los altos costos que cobró la guerra de insurrección, razón por la que llevaron a Ignacio a la ciudad de México para colocarlo como dependiente en la librería que tenía su tío materno Mariano Galván Rivera. Ignacio Rodríguez continuó su vida entre libros; el gusto por ellos se convirtió en verdadera pasión. Fue autodidacto; aprendió francés, italiano y latín. Su formación estuvo determinada por la lectura de los clásicos y los románticos, toda su cultura fue libresca. Poco a poco se incorporó a las tertulias que se realizaban en la librería de su tío. Entre 1834 y 1835 comenzó a escribir; colaboró con artículos y poemas en periódicos de la provincia. Envió de manera anónima a la Academia de Letrán algunos de sus versos y fue aceptado como miembro activo de la misma. Sobre Rodríguez Galván escribió Guillermo Prieto en Memorias de mis tiempos: Se le vio entrar por segunda vez a la Academia; traía una capa azul, su sombrero en la mano, el rostro de rasgos indígenas, la raya en medio de la cabellera negra y lacia, sus dientes sarrosos, su mirada melancólica y tierna, sus piernas no muy rectas, desgarbado y encogido. Escupía constantemente y sus manos mal hechas no se quedaban quietas ni
http://www.jornada.unam.mx/2000/mar00/000319/sem-macampos.html
Algunos datos biográficos
Retrato de Ignacio Rodríguez Galván
un instante. Hizo su debut en la Academia de Letrán con una composición a través de la cual se percibía su amor apasionado por una actriz que era la Rosa de Oro del Teatro Principal.
En 1840 se separó de la casa de su tío; ya había escrito obras en prosa, teatro y poesía lírica. Vivió en la pobreza y con un gran sentimiento de orfandad; fue desafortunado en amores y su mayor consuelo fue la poesía; esto lo manifiesta en la Profecía de Guatimoc. Mi pobre madre descendió a la tumba, y a mi padre infeliz dejé; buscando amistad sincera busqué en los hombres y no la hallé... Mentira, perfidia y falsedad hallé tan sólo. En vez de un alma ardiente cual la mía, en vez de un corazón que amar
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Ignacio Rodríguez Galván
aridez y frialdad encontré sólo aridez y frialdad, ¡indiferencia! Sin amistad y sin amor, huérfano... y abandonado y solo en la tierra quedé. Mi pecho entonces se oprimió más y más y la poesía fue mi gozo y placer mi único amigo; y misteriosa, soledades desde entonces mi amada fue. En el prólogo a su obra (Tomo 1), escrito por Fernando Tola, se dice lo siguiente: ”De la Academia de Letrán. De todos los asistentes, sin lugar a dudas, era el más indio, el más pobre, el más indicado para desprecios a los convencionalismo sociales y susceptibilidades raciales”. Esta referencia me hace pensar en la insistente crítca de Rodríguez Galván a la apariencia como un prejuicio social y una forma de mentira. Lo vemos en la obra de teatro Tras un mal nos vienen ciento, cuando Gregorio llega a la casa de su amigo Pancracio, éste trata de dar una imagen, una apariencia de lo que es su familia, gente culta, refinada, moderna y resulta que Pancracio duerme con el perico, su hijo es un escuincle malcriado y su mujer está bastante lejos de cumplir con las convenciones sociales de su tiempo. En el cuento Manolito el Pisaverde, toda la historia también transcurre en la apariencia fingida por los personajes. Jacinto aparenta estar enamorado de Teodora y Manolo aparenta ser un hombre. Me parece claro que Rodríguez Galván fue afectado por dos sucesos que determinaron las características de su literatura. Por un lado toda la influencia literaria que recibió de sus lecturas de los clásicos y los románticos y, por otro, su entrada a la Academia de Letrán, donde se veía a la literatura como un medio para formar una identidad nacional y como un elemento útil para la sociedad.
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Elementos del romanticismo presentes en la obra de Rodríguez Galván En la literatura de Rodríguez Galván están presentes elementos del romanticismo. Esto se debe a la influencia que recibió de la lectura de los románticos. Para ilustrarlo seguiré haciendo referencia a la obra de teatro Tras un mal vienen ciento y al cuento Manolito el Pisaverde. Por ejemplo, en el cuento, un elemento del romanticismo es la concepción de la mujer como ángel y a la vez demonio. El amor romántico de María hacia Jacinto se encierra en la siguiente fórmula: “a mayor tortura, mayor goce y pasión”. Esto finalmente los lleva a la fatalidad. Tanto en el cuento como en la obra teatral predomina el sentimiento sobre la razón. En el cuento está el amor frustrado y desgarrador, los celos, la melancolía; en la obra de teatro se presenta lo grotesco, lo irónico. En el cuento, el infortunio como centro. En ambos textos se nota una intuición muy clara de los recursos dramáticos, y un sentido muy preciso de lo que es la acción. Los comentarios anteriores se derivan de los temas que aparecen en los textos de Galván. Ahora retomaré algunos aspectos que plantea Víctor Hugo en el prefacio a Cromwell, que son también elementos del pensamiento del romanticismo y que tienen que ver con la concepción de la estructura interna de los textos, y también están presentes en la obra de Rodríguez Galván. 1. Victor Hugo pone en tela de juicio la idea de las unidades aristotélicas y dice que el arte no tiene realidades absolutas y que el contenido de cada obra tiene su propia naturaleza. “El arte, haga lo que haga, está encerrado entre la gramática y la prosodia y posee para sus creaciones más caprichosas formas, medios de ejecución y todo material que remover. Para el genio, éstos son sus instrumentos.” Esta con-
cepción se puede apreciar en Tras un mal nos vienen cien, ya que se sale de la estructura convencional de las obras teatrales de su tiempo en cuanto a la diversidad de espacios, a la falta de acotaciones, al rompimiento de la estructura convencional en relación con el tiempo; don Gregorio de un momento a otro cambia de ubicación. Es una obra que tiene un dinámico ritmo interno y que no está dividida en actos. 2. “Es preciso que el drama sea un espejo de concentración que, en vez de debilitar, recoja y condense los rayos colorantes; que de una claridad haga luz y de una luz, llama. Entonces el drama será digno del arte.” Esto ocurre tanto en la obra de teatro como en el cuento a los que nos hemos referido. El tratamiento de estas dos obras está perfectamente aterrizado en una serie de acciones que van llevando la historia de una manera breve, contundente y, sobre todo, logran una gran conmoción en los sentimientos del lector. 3. “El poeta llena plenamente el objeto múltiple del arte, que consta en abrir al espectador doble horizonte, iluminando a la vez el interior y el exterior de los hombres; el exterior por medio de sus discursos y sus acciones y el interior por los apartes y los monólogos, creando en el mismo cuadro el drama de la vida y el drama de la conciencia.” Veamos la parte externa del personaje en el cuento de Manolito... El narrador se refiere a Jacinto: Trató de reponerse, y acercándose pálido y convulso, acarició a su mujer y le dijo como en tono de chanza y separando los labios para fingir una risa que en balde pretendía aparentar. Vamos a ver ahora un ejemplo de la parte interna del personaje Jacinto:
He cometido un crimen, decía para sí, un crimen detestable que me devora eternamente: he roto los lazos que sólo Dios debía deshacer... ¡Desdichado de aquel que comete el primero! 4. “Es indispensable que en la época de la escena las figuras aparezcan con sus rasgos más salientes; hasta los más vulgares y triviales deben tener personificación propia. Gregorio. (sentándose) ¡Oh dolor! Gervasia. ¿Qué decía usted de olor? Gregorio. Nada Gervasia. Creí... porque... ¡Oh qué hedor tan pestífero!, ¡fragante se percibe! Gregorio. ¿Cómo? Gervasia. Mi estómago... ¡Ay! ¡Dios mío! ¿Dónde se ha metido usted? Gregorio. (Mirando el lodo de sus piernas)
Su entrada a la Academia de Letrán; una influencia decisiva en su literatura Después de la Independencia de México y varios lustros de inestabilidad política, en 1836 se gestó un proyecto literario encabezado por Manuel T. Ferrer, José María Lacunza y Guillermo Prieto, entre otros. Fundaron la Academia de Letrán, a la cual se integra posteriormente Rodríguez Galván. Lograron establecer en este proyecto principios fundamentales para la construcción de una nueva literatura, una literatura capaz de construir una identidad nacional, para lo cual elaboraron una serie de principios que también van a ser una influencia determinante en la literatura de Rodríguez Galván. Veamos cómo aparecen estos principios en su obra. Planteaban: 1. La posibilidad de expresión de sus arraigados valores patrios a través de la literatura. En Profecía de Guatimoc leemos:
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Ignacio Rodríguez Galván
Pero siempre te amé, rey infelice; maldigo a tu asesino y a la Europa la injusta Europa que tu nombre olvida. Vuelve, vuelve a la vida, empuña luego la robusta lanza, de polo a polo sonará tu nombre, temblarán a tu voz caducos reyes, el cuello rendirán a tu pujanza, serán para ellos tus mandatos, leyes... 2. El escritor abandera los principios de la moral, con sus versos corrige costumbres y señala a los pueblos la senda que conduce a los pueblos a la tierra prometida del orden, de la libertad y del honor. Un ejemplo de esto lo podemos observar en un fragmento de Manolito el Pisaverde: Cuán necios son los que piensan encontrar la felicidad fuera de la paz y del sosiego; fuera del círculo de la virtud, estrecho y áspero en verdad, pero donde la conciencia está tranquila. También lo vemos a lo largo de la obra Tras un mal nos vienen cientos, ya que despliega de una manera muy clara toda una crítica sobre los vicios morales que corrompen a la sociedad: están el cochero que levanta falsos, los policías ladrones, y la falta de sensibilidad y consideración de algunos que hacen que don Gregorio sea atropellado en muchas de las circunstancias por las que atraviesa. Una de las críticas más importantes que dirigió Guillermo Prieto a los árcades fue sobre el uso del idioma, por lo que en la Academia se planteó la unificación de criterios en el uso correcto del idioma y por supuesto que hay un cambio radical en el uso del lenguaje en las obras de Rodríguez Galván, comparado con el lenguaje usado en los textos de Lizardi o en los de Manuel Navarrete. Con esta nueva generación de escritores se ‘mexicaniza’ el lenguaje.
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En la Academia de Letrán se pretendía construir una nación a partir de la literatura, pensaban que era necesario educar, difundir la cultura, ya que ésta influiría a través de la razón, y esto transformaría la sociedad. Rodríguez Galván estuvo profundamente comprometido con México, con su historia, con su destino y con sus conflictos políticos cotidianos.
Hacia el final En 1840, Rodríguez Galván se separó de la casa de su tío, aumentó su pobreza y su depresión amorosa se acentuó. En 1841, José María Tornel, ministro de guerra, le inventó un cargo de oficinista. Más tarde se encargó de la redacción de la parte literaria del Diario del Gobierno y posteriormente le dieron el nombramiento de oficial de legación ante los gobiernos sudamericanos. El 15 de mayo de 1842 se embarcó a La Habana, finalmente debía ir a Caracas, donde tomaría su puesto en la Legación Mexicana en las Repúblicas del Sur e Imperio del Brasil. Le preocupaba profundamente su país, se preguntaba qué México dejaba, qué porvenir tenía. La nación estaba en manos de un tirano, de aventureros sin honra que sólo anhelaban el poder para colmar sus ambiciones y afanes de enriquecimiento. Desde el principio cayó bien en el ambiente literario y artístico de La Habana, y fomentó el conocimiento de la obra de escritores de México. El día en que debía partir hacia Venezuela, enfermó gravemente de vómito negro y falleció el 25 de julio de 1842. Hoy, está considerado unánimemente como el primer romántico nacional; el primer romántico de sentimientos exaltados, sufrimientos sentimentales llevados al límite y prototipo de la vida trágica y desgraciada que caracterizó al romanticismo occidental.
Sentidos y significados
Importancia de la cadencia en la mentada de madre Arrigo Coen Anitúa
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e las cuando menos diez acepciones que se dan a la voz cadencia, escojo para los fines de este artículo la de ‘proporcionada distribución de los prosodemas (acento, tono, ritmo y resonancia, o sea, intensidad, altura, tiempo y armonía), ya en la prosa o ya en el verso’. Sería prolijo repetir que para obtener el mejor efecto en la prolación de una frase cualquiera son indispensables la atinada elección y la combinación de esos elementos fónicos. Con ello se logra el énfasis requerido para matizar la importancia de lo que se está diciendo o leyendo. Y cuando lo que se profiere debe llevar mayor carga afectiva, bien para la alabanza o bien para el insulto, con tanto mayor razón (a fortiori) se tiene que emplear tan útiles recursos. Ahora bien: la expresión más socorrida de vituperio que usamos en México, y me atrevo a agregar que sin distinción de estratos sociales, es la clásica ‘mención de la madre’, en la forma ya estereotipada que todos conocemos y que, gracias a una sinalefa, se reduce a un enunciado de cinco sílabas. Prescindiendo de que en el sobrentendido soez se encuentra todo el peso emocional de la ‘oración’ que estamos tratando, ¿qué es lo que imprime a este dicho su peculiar elocuencia? Los griegos y romanos medían, escandían, los versos contando el número de pies, los cuales, a su vez constaban de algunas sílabas, largas o breves, diferencia que hoy ya no se aprecia porque se ha perdido la necesidad y, por ende, la práctica de captar esas ‘cantidades’. Desde los siglos del romanceamiento, en nuestras lenguas se ha venido midiendo los versos por el número de sílabas, y observando en cuáles de ellas caen los acentos. Una de las estrofas preferidas entre los griegos era la llamada sáfica adónica, consistente en tres endecasílabos sáficos (con acento en la cuarta y en la octava), como el conocidísimo de Las golondrinas, de Gustavo Adolfo Bécquer: “tu corazón, de su profundo sueño”, y uno adónico, de cinco sílabas (con acento en la primera y en la cuarta), como en “tiernas caricias” o “toma mis manos”. La literatura castellana conserva una célebre estrofa que mis letrados lectores identificarán inmediatamente, en tanto que yo, ¡triste de mí!, no recuerdo el nombre del autor. Dice así:
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Importancia de la cadencia en la mentada de madre
Dulce vecino de la verde selva, huésped eterno del abril florido, vital aliento de la madre Venus, céfiro blando. Apréciese cómo no se ha menester ni siquiera de la rima para que los periodos melódicos fluyan por sí mismos (semicadentes), y en el cuarto verso se obtiene una completa satisfacción del oído en vitud de su cadencia. Pues ese “céfiro blando” tiene la misma estructura cadente que ostenta la mentada, objeto de estas líneas. El esquema rítmico griego era ¯ ˘ ˘, ¯ ˘ esto es, un pie dáctilo (una larga y dos breves) más uno espondeo (una larga y una breve). El esquema del escandido actual es ⁄ — — / —, o sea, un pentasílabo con la primera y la cuarta sílabas tónicas. Traten de escuchar mis oyentes (mis lectores, en sus adentros) el efecto adónico de la siguiente estrofa: “Como que quiere llover, como que quiere hacer aire, y el que no lo quiera crer que vaya y…¡vuelva a la tarde! José Alfredo Jiménez hace derroche de intuición de lo mexicano en las letras de sus canciones. Y no es excepción en su “Me cansé de rogarle”, ese remate del dodecasílabo, “si sus labios se abrieron fue pa decirme”… “¡ya no te quiero!” ¿No suena pior que una mentada? Otro compositor, ingeniosísimo, intérprete atinado de las reacciones populares, en alguna de sus graciosas creaciones nos brinda un magistral juego de palabras, una paráfrasis, anagráfica sí, pero isocadente del hiriente imperativo de que estamos ocupándonos: “¡Minga a tu chadre!” Para ponerles una áurea fíbula (léase broche de oro) a las presentes líneas, les paso al costo, ¡gratis!, la aportación que a esta tesis hizo un alumno mío, músico él, que me tradujo a escritura musical el tema rítmico de la mentada: es un tresillo y dos corcheas. Aquí detengo mi camino sin dejar de recordar que una fórmula típica de despedida en el ingenioso estado de Veracruz es “No se te olvide”. Y…¡Tátata tata!… con lo que me expongo a tener que imaginarme un lejano “¡la tuya!”
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Problemas sin número
De letras y excepciones Claudia Hernández García Daniel Juárez Melchor Como tantas veces ocurre en la investigación científica, todo empezó con una observación casual que, aunque interesante y estimulante, no parecía tener mayor importancia. Estaba perfectamente al tanto del gran enigma que representan las pirámides, es decir, por qué se había realizado, hace cinco mil años, ese inmenso esfuerzo. No obstante, en ese momento no era consciente de que mi casual observación podía contener la clave; tampoco me pasó por la cabeza que tenía la posibilidad de contribuir a solucionarlo. Pero un descubrimiento científico no suele ser –como parece pensar muchos– una repentina llamarada de intuición con la cual, en un instante de gloria, se revela toda la verdad. En el noventa y nueve por ciento de los casos se trata de un proceso lento y por lo general laborioso... muy parecido a una novela policiaca en la que hay que reunir con una gran paciencia las pruebas y eliminar muchas pistas falsas. Tal como ocurre en la novela de detectives, el proceso por el cual el científico obtiene el resultado final le resulta tan intrigante cono el resultado mismo. Sin duda éste no puede dejar de ser el objetivo último, pero gran parte de la satisfacción que se obtiene con el logro se encuentra en el camino que llevó a él. * Kurt Mendelssohn**
La actividad que proponemos en este número de Correo del Maestro está pensada para alumnos de primer grado de primaria en adelante. Es tan versátil que puede incluso realizarse con estu-
diantes de bachillerato. Es muy divertida y con ella deseamos retar a la memoria y a la imaginación. Puede trabajarse individualmente o en equipos.
* Tomado de El enigma de las pirámides, Kurt Mendelssohn. Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM, México, 1999, pp. 15-16. ** Kurt Mendelssohn es un físico que en 1967 recibió la medalla Hughes que otorga la Real Sociedad (del Reino Unido) por sus descubrimientos sobre superconductividad; además, fue el primero que obtuvo helio líquido, en Inglaterra. El principal interés de Mendelssohn al escribir este libro fue describir cómo actúa un investigador cuando se enfrenta a un problema.
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De letras y excepciones
Actividad: De letras y excepciones
1. Piensa en un nombre, de hombre o mujer, que no tenga ninguna de las letras que tiene el nombre CARLOS, es decir, que no tenga ninguna letra ‘c’, ni ‘a’, ni ‘r’, ni ‘l’, ni ‘o’, ni ‘s’. Una cosa más, no se valen hipocorísticos como por ejemplo Pepe o Bety. 2. Piensa en una palabra de género masculino que termine con letra ‘a’. 3. Ahora en una de género femenino que termine con la letra ‘o’. 4. Piensa en una palabra que no sea verbo y que termine en ‘er’. 5. Ahora en una que no sea verbo y que termine en ‘ir’. 6. Piensa en un nombre de mujer que termine con la letra ‘o’. 7. Piensa en un nombre de hombre o mujer que contenga todas las vocales. 8. También en el nombre de algún animal que contenga todas las vocales. 9. Piensa en una palabra que tenga cuatro consonantes juntas.
Solución: Éstas son sólo algunas respuestas que hemos encontrado nosotros. 1. Edith, Judith, Quintín. 2. El cometa. 3. La mano. 4. Cráter, suéter. 5. Mártir. 6. Consuelo, Rocío, Amparo, Rosario. 7. Eustaquio, Aurelio. 8. Murciélago. 9. Instrucción, construcción, obstrucción.
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La Tira de la Peregrinación
Portadas desplegadas del libro Para leer La Tira de la Peregrinación.
Lámina 1 del libro La Tira de la Peregrinación.
Abriendo libros
Inventores de escritura* Rebeca Orozco
Inventores de la escritura A veces se nos olvida el gran paso que dio la humanidad con la invención de la escritura. Debemos recordar que sólo los habitantes de la antigua Mesopotamia, China y Mesoamérica lograron crear una escritura propia. Los otros pueblos únicamente la aprovecharon, perfeccionaron y adaptaron a sus necesidades. Durante el periodo prehispánico, varios grupos que habitaban el territorio mexicano elaboraron sus propios escritos o códices: los mayas, aztecas, zapotecos, mixtecos, otomíes y purépechas. Todos ellos manejaban, en distinto grado, ciertos elementos de la escritura pictórica o pictogramas (que remiten a los objetos que existen en la realidad). Cabe señalar que este tipo de escritura puede entenderse parcialmente desde cualquier otra lengua. En estos códices se guardaba el saber sobre los grandes acontecimientos cósmicos e históricos, el dominio de las fuerzas divinas sobre la tierra, las peregrinaciones y los hechos de los pueblos y sus gobernantes. En ellos se llevaba también un estricto cómputo calendárico, así como un registro de la economía. Estos libros prehispánicos eran realizados por los tlacuilos, sabios poseedores de la tinta negra y roja, como se les nombra en documentos del siglo XVI.
Curiosos incorregibles Aunque no seamos arqueólogos, ni científicos, ni siquiera investigadores privados, somos curiosos por naturaleza. ¿A quién no le interesa desentrañar mensajes en clave, números secretos o adivinanzas? ¿A quién no le impresionan los antiguos jeroglíficos o el mapa del tesoro de los piratas? Y si de nuestra cultura se trata... ¿A quién no le intrigan los códices prehispánicos? ¿A qué maestro no le gustaría transmitir el maravilloso mundo de los códices a sus alumnos? La colección Para leer los códices..., de Ediciones Tecolote, tiene como finalidad iniciar a los niños y jóvenes en el misterioso mundo de los códices mexicanos. El valor de esta novedosa propuesta es que los autores no sólo explican los códi-
* Reseña del libro Para leer la Tira de la peregrinación de Joaquín Galarza y Krystyna M. Libura, México, Ediciones Tecolote, 1999.
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ces de forma clara y amena, sino que dan al lector las herramientas para que él mismo se convierta en un intérprete de estos antiguos manuscritos. En la actualidad, niños y jóvenes están habituados a descifrar iconos modernos en la computadora. ¿Por qué no convertirse también en hábiles traductores de glifos o signos prehispánicos? Citando a los autores, Krystyna Libura y Joaquín Galarza, la colección invita a ...descifrar un códice antiguo, arrancarle sus secretos, romper el código de un mensaje cifrado hace siglos, desentrañar los misterios de una historia escrita en caracteres muy distintos de los que usamos hoy día, transformarlos, en fin, en noticias del pa-sado que nos respondan a las preguntas: ¿quiénes fueron?, ¿qué hicieron?, ¿dónde? y ¿cuándo?
Libros a manera de biombos En el México prehispánico se crearon largas tiras dobladas a manera de biombo, cuyas hojas fueron hechas de amate, de piel de venado o de fibra de maguey, y cuya escritura consistió en glifos, dibujos estilizados que representan palabras. Hoy día los llamamos códices. No toda la sociedad sabía leerlos. En el caso de los aztecas, por ejemplo, los códices se estudiaban en una escuela especial llamada calmécac, a la cual no todos tenían acceso.
La Tira de la Peregrinación El primer libro de la colección está dedicado al códice llamado La Tira de la Peregrinación o Códice Boturini y fue escrito en Tenochtitlan en el siglo 1 2
XVI. La Tira... fue elaborada por los aztecas, un grupo que hablaba náhuatl. Desde que desplegamos su portada y contraportada nos encontramos con cuatro maravillosas láminas reproducidas de forma facsimilar con excelente calidad.1 La Tira de la Peregrinación es un documento importantísimo que narra la migración de los aztecas desde su salida de una misteriosa isla hasta su llegada al cerro de Chapultepec, donde tuvieron que sufrir hostilidades y someterse a otros pueblos que ya poblaban la codiciada cuenca lacustre de la meseta mexicana. No olvidemos que en esa época dicha meseta era un paraíso de tierras fértiles, clima templado y cinco enormes lagos rodeados de montañas y habitados por gran cantidad de peces y pájaros. Xiuhámatl y el calendario prehispánico La Tira de la peregrinación pertenece a los xiuhámatl (literalmente “libro de los años”), un tipo de crónica que registraba los acontecimientos año tras año. Se enumeran en ella nada menos que los 188 años que transcurrieron desde que los aztecas abandonaron una lejana isla, obedeciendo al llamado de su dios Huitzilopochtli, e iniciaron una larga migración junto con otros ocho pueblos o etnias. Este códice es de gran ayuda para aprender el cómputo de los años, explicar el calendario prehispánico y el registro del ciclo de 52 años. Para comprender los glifos Aunque en la actualidad los estudiosos del tema no han llegado a un acuerdo sobre la lectura exacta y completa de los códices, sabemos lo suficiente para entender los glifos2 y armar una historia cuando se trata de códices históricos.
En la página 49 encontrará las portadas desplegadas del libro Para leer La Tira de la Peregrinación, publicación de Ediciones Tecolote, cuyos autores son Joaquín Galarza y Krystyna Libura. A lo largo del códice aparecen glifos de objetos cotidianos como un molcajete y un cesto con comida, que reconocemos con facilidad puesto que los usamos hasta el día de hoy. Sin embargo, no todos los utensilios son tan fáciles de reconocer, como podemos ver en la página 55 donde se pueden apreciar diferentes glifos.
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Lámina 2 del libro La Tira de la Peregrinación.
Lámina 3 del libro La Tira de la Peregrinación.
Y llegaron al lugar donde el Gran Árbol se rompió. Allí construyeron un templo para el dios Huitzilopochtli. Allí comieron. Allí se reunieron los ocho grupos: los matlatzincas, los tepanecas, los chichimecas y los malinalcas, los cuitlahuacas, los xochimilcas y los chalcas, y también los huexotzincas. Allí fue donde el señor Ce Acatl Ameyaltzin habló con el gobernante de la gente de Cuitlahuac. Le habló de noche. El gobernante de la gente de Cuitlahuac se puso triste, lloró.Y él y su gente tuvieron que separarse de los otros grupos, tuvieron que tomar otro camino. Allí en el lugar donde el Gran Árbol se rompió, se separaron. Y luego el dios Huitzilopochtli habló con los seis gobernantes, les habló mucho; ellos también le hablaron, se pusieron tristes, lloraron.Tenían que ponerse en marcha otra vez, otra vez tenían que proseguir el camino.
Los diversos ejemplos de los glifos A lo largo del códice aparecen glifos de objetos cotidianos como un molcajete y un cesto con comida, que reconocemos con facilidad puesto que los usamos hasta el día de hoy.
Sin embargo no todos los utensilios son tan fáciles de reconocer, por ejemplo aquí tenemos el instrumento ritual para encender el fuego durante la gran ceremonia que se hacía cada 52 años. El fuego se obtenía al frotar una madera blanda contra una madera dura.
Este glifo significa la guerra: consiste en una macana puesta sobre un escudo. Está rodeado de una serie de huellas que tal vez significan que se luchó contra muchos pueblos.
Otros glifos nombran las fechas: como éste, Uno Pedernal, año del principio de la gran migración azteca: o representan los rangos, los nombres y las acciones de la gente.
Aquí vemos al tlatoani o el gobernante. A este personaje de alto rango lo reconocemos por el hecho de estar sentado en un asiento de petate, símbolo del poder, y por el tocado que lleva. Frente a su boca aparece una vírgula que señala la acción de hablar, tlatoa.
Este personaje es un cargador de dios, lleva el bulto sagrado en el que se encuentran las reliquias más valiosas para su pueblo, las de sus dioses. Por encima del personaje aprece el glifo de su nombre: Apantecatzin, Muy Estimado Señor Penacho del Agua.
Los diversos ejemplos de los glifos El glifo de Xochimilco, es decir, el Lugar de la Tierra Cultivada de las Flores.
xoch(itl) + mil(li) + co
coa(tl)
tezca(tl)
serpiente
espejo
flor + tierra cultivada + lugar de
Este personaje es portador del dios; está cargando en su espalda a Huitzilopochtli. Reconocemos a esta deidad por su yelmo en forma de colibrí, del cual asoma la cabeza, puesto que Huitzilopochtli significa Colibrí de la Izquierda. Este dios es quien realmente guiaba a su pueblo. El nombre del personaje que carga a la deidad aparece por encima de su cabeza: Tezcacoatl o sea Serpiente de Obsidiana. La serpiente está cubierta por espejos de obsidiana. Si tuviera color, como nos lo explican los autores, los espejos negros estarían rodeados por círculos rojos.
Código del color Este es el cerro tepetl; los cerros se pintaban por lo general de color verde, ya que según las creencias eran grandes recipientes de agua y por lo tanto lugares de gran fertilidad. Sus bases tienen siempre dos franjas: la de arriba es roja y la de abajo, amarilla. ¿Qué significan? El cerro representa a Cipactli, monstruo de la tierra que está dormido. Estas franjas son sus fauces y a veces se pintaban abiertas.
Observemos también el glifo del agua, atl. Cabe decir que los colores del agua estaban establecidos: la superficie se pintaba de azul y los redondeles que representan las gotas, de blanco.
La Tira de la Peregrinación contiene varios glifos toponímicos (nombres de lugares)3 y onomásticos (nombres de personas).4 Estos glifos han sido descifrados por los autores de forma tan inteligente y clara que al terminar el libro el lector es capaz de traducirlos con gran facilidad. Es importante insistir en la sencillez con que se presentan los complicados contenidos de los glifos, así como el tono ligero de la explicación, el lenguaje accesible y los distintos niveles de lectura. Por ejemplo, las palabras en náhuatl aparecen en color azul con el fin de que los interesados en dicha lengua puedan distinguirlas y los no interesados, omitirlas. De esta manera, los maestros de primaria, secundaria, preparatoria y ¡hasta universitarios! podrán proporcionar a sus alumnos las herramientas para realizar su propia lectura de los códices.
cidad narrativa, han realizado sobre las vicisitudes y andanzas de los aztecas. Esta versión está ‘¡de cabeza!’ para que el lector no haga trampa. Leamos un fragmento del texto que acompaña a la lámina tres.5
Reconstrucción del relato A medida que los lectores van descifrando cada una de las siete láminas que aparecen en el libro, se les invita a escribir en un espacio en blanco su propio relato de la misma. ¿Qué sucedió? ¿En qué lugar? ¿Cuándo? ¿Qué personajes participaron? Después, podrá cotejarlo con el relato poético y melodioso que los propios autores, basándose en diferentes fuentes y en su propia capa-
La historia del documento Actualmente, La Tira de la Peregrinación se encuentra en la Biblioteca Nacional de Antropología del INAH. ¿Cómo llegó hasta ahí? ¿Qué recorrido hizo este valioso documento desde las manos del tlacuilo que lo realizó hasta la bóveda secreta de la biblioteca? En las últimas páginas del libro se narra este insospechado recorrido a la manera de una moderna historieta. Al igual
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El color Al final del libro aparece un código específico para que el lector interesado realice su propia versión a color. Esto puede ser paradójico, puesto que La Tira... contiene sólo dos colores: negro y rojo. Sin embargo, si un tlacuilo hubiera tenido la intención de pintar el códice, habría sabido perfectamente cómo hacerlo: la simbología de los colores estaba establecida previamente. Los autores no sólo dan el código de los colores, sino que también explican su simbología. En la página 56 encontramos ejemplos que se refieren al paisaje.
El glifo de Xochimilco. Como el caso de Huitzilopochtli. En el glifo que se puede apreciar en la página 56 se puede reconocer a esta deidad por su yelmo en forma de colibrí, del cual asoma la cabeza, puesto que Huitzilopochtli significa Colibrí de la izquierda. Esta lámina puede apreciarse en la página 54.
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que los hombres viejos, los documentos antiguos también guardan interesantes historias. El sentido Sin duda, la colección Para leer los códices... es una propuesta valiosa. Los códices prehispánicos y coloniales que nos legaron nuestros antepasados nos proporcionan un saber enorme. Sin embargo podemos preguntarnos: ¿para qué sirve descifrarlos hoy día?, ¿para qué ofrecer a los estudiantes de este siglo, confuso y atestado de información, las herramientas para interpretar este valioso legado? En esta era de globalización, cuando enfrentamos la amenaza de que nos impongan pautas culturales, vale la pena que los jóvenes conozcan y valoren su patrimonio y que a la vez la cultura mesoamericana se incorpore como herencia de la humanidad. ¡Que los códices mexicanos estén presentes en los libros de arte y de historia junto con el papiro egipcio y las vasijas griegas! La novedad Entre los libros sobre códices mexicanos no existe una propuesta de divulgación semejante. No en vano Para leer La Tira de la Peregrinación ha ganado el premio Antonio García Cubas al mejor libro de Antropología e Historia publicado en el año 2000 en la categoría Obra de Divulgación como mejor libro juvenil de ese mismo año, así como el Premio de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana. Si hace algunos años muy pocos podían adquirir las carísimas versiones facsimilares de los códices, ahora, gracias al esfuerzo de divulgación de Ediciones Tecolote, un público mucho más amplio puede tener acceso a este valioso documento. Un público curioso, ávido de desentrañar los misterios de nuestro riquísimo pasado.
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El disco compacto No conforme con editar un libro sobre La Tira de la Peregrinación, Krystyna Libura ha escrito también el guión del disco compacto sobre dicho códice. A diferencia del libro, que sólo presenta siete láminas, esta versión para computadora ofrece las 21 láminas y media que contiene el original. Bastará teclear cualquiera de los glifos que aparecen a lo largo del códice para encontrar su significado y construcción. Además, por medio de una selección en la pantalla, podremos ver cada una de las veintiuna láminas del códice narradas tanto en español como en náhuatl, lengua en la que fueron originalmente interpretadas. Esta última opción favorecerá enormemente a los estudiosos de esa lengua. Al final del disco compacto aparecen diversos juegos para reconstruir y colorear las láminas, así como juegos de memoria que familiarizarán a los más pequeños con la grafía de los signos. Queda claro que los diferentes niveles de lectura y de acceso al documento permiten que tanto niños como adultos puedan disfrutar de este disco. Los autores Joaquín Galarza, doctor en letras y en etnología por la Universidad de París, trabaja también como consejero científico del Museo del Hombre de esa ciudad. Como profesor e investigador de la ENAH ha realizado varios estudios sistemáticos sobre los glifos antiguos y es autor de varios libros dedicados a ellos. Krystyna Libura, maestra en letras, traductora y editora, se ocupa de la divulgación de la lectura de la imagen. Los libros que escribe o en los que colabora se caracterizan por esta preocupación. Entre ellos podemos contar Los días y los dioses del Códice Borgia y, en coautoría, Ecos de la Conquista y varios títulos de la colección Ya verás, dedicada a difundir la historia de México entre los niños.
Índice anual de Correo del Maestro, año 7 Título
Autor
Revista No.
Fecha
Una propuesta para el aprendizaje de las fracciones Domingo Clemente Garduño 73 junio 2002 Telesecundaria, un espacio para el uso de la calculadora algebraica Adrián de la Rosa Nolasco 73 junio 2002 Sala de Matemáticas. Universum, UNAM-Universum 73 junio 2002 ¿Para qué enseñar matemática en la escuela primaria? Roberto Markarian 73 junio 2002 Los primeros pasos de Don Juan (Tirso de Molina, 1571-1648) Adolfo Hernández Muñoz 73 junio 2002 Las cuatro…¿o cinco?…aes de las relaciones humanas Arrigo Coen Anitúa 73 junio 2002 No todo es lo que parece ser Claudia Hernández y Daniel Juárez 73 junio 2002 Didáctica de la matemática Varios autores 73 junio 2002 ............................................................................................................................................................................................................................................ Placas de Chlandi, arte, geometría, física José Manuel Posada de la Concha 74 julio 2002 Sala de Energía. Universum UNAM-Universum 74 julio 2002 El mundo de los insectos Aurora Vázquez Mora 74 julio 2002 El Proyecto Educativo y el Proyecto Curricular de un Centro Escolar Cipriano Olmos 74 julio 2002 La maestra divina y su enseñanza infinita. Los inicios del barroquismo educativo en Sor Juana Inés de la Cruz René Roberto Becerril García 74 julio 2002 Del idioelecto Arrigo Coen Anitúa 74 julio 2002 En el restaurante de Doña Conchita Claudia Hernández y Daniel Juárez 74 julio 2002 Mecánica cuántica para principiantes Claudia Hernández García 74 julio 2002 ............................................................................................................................................................................................................................................ Los niños y los jóvenes hacemos historia Correo del Maestro 75 agosto 2002 Tres preguntas sobre el número uno Juan Llanos Ramírez 75 agosto 2002 Genética en la escuela Alejandra Alvarado Zink 75 agosto 2002 Las víctimas más trágicas del SIDA César Chelala 75 agosto 2002 Educar sobre el SIDA, una forma de prevención Virginia Curbelo 75 agosto 2002 Sala Universo. Universum UNAM-Universum 75 agosto 2002 Hacia una diversidad del sentir Horacio Belgich 75 agosto 2002 Lope de Vega y Carpio (1562-1635) Adolfo Hernández Muñoz 75 agosto 2002 Cómo digerimos la información Arrigo Coen Anitúa 75 agosto 2002 Sumando figuras Claudia Hernández y Daniel Juárez 75 agosto 2002 Periodismo, poesía, critica y censura a fines del Virreinato Celeste Flores Cartwright 75 agosto 2002 ............................................................................................................................................................................................................................................ Verde, blanco y rojo al vuelo Alejandra Alvarado Zink 76 septiembre 2002 ¿Tenemos que pelearnos con la naturaleza para producir alimentos? José de Lucas Tron 76 septiembre 2002 Los alimentos y el oxígeno, del ambiente a nuestro cuerpo María Jesús Arbiza Díaz 76 septiembre 2002 Sala Estructura de la materia. Universum UNAM-Universum 76 septiembre 2002 Formación de docentes y temática María Ximena Erice y 76 septiembre 2002 ambiental. Una propuesta curricular María Cristina Moretti El reto del hombre: su cultura. Formas de ver, oir y entender Adolfo Hernández Muñoz 76 septiembre 2002 ¿Quiénes somos? Arrigo Coen Anitúa 76 septiembre 2002 Como en el bosque Claudia Hernández y Daniel Juárez 76 septiembre 2002 Nuestra ingeniería interior Julieta Fierro 76 septiembre 2002 ............................................................................................................................................................................................................................................ El dulce aroma del pasado Mauricio Caballero Martínez 77 octubre 2002 La ludoteca y la creatividad María Guadalupe Rubio 77 octubre 2002 El juego de los niños como estrategia de la multiplicidad Horacio Belgich 77 octubre 2002 Sala Conciencia de nuestra ciudad. Universum UNAM-Universum 77 octubre 2002 Gabino Barreda (I) Jesualdo 77 octubre 2002 Arte e infancia Berta Hiriart 77 octubre 2002 ¿Dónde estamos? Arrigo Coen Anitúa 77 octubre 2002 Piénsalo una vez más Claudia Hernández y Daniel Juárez 77 octubre 2002 Cómo monje de la Edad Media Yolanda Sassoon Lombardo 77 octubre 2002 ............................................................................................................................................................................................................................................ Herrería, la fuerza de la tradición María Guadalupe Martínez 78 noviembre 2002 Mapa elaborado con gises Arturo Ricardo González Vivanco 78 noviembre 2002 El color Matías Echenique 78 noviembre 2002 Sala Infraestructura de Nuestra Nación. Universum UNAM-Universum 78 noviembre 2002
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Título
Autor
Revista No.
Fecha
Gabino Barreda (II) Jesualdo 78 noviembre 2002 Tres rivales y un misterio. Las lenguas periféricas de Iberia Adolfo Hernández Muñoz 78 noviembre 2002 La cualidad primordial del fedatario Arrigo Coen Anitúa 78 noviembre 2002 Cabalgando fuera de lugar Claudia Hernández y Daniel Juárez 78 noviembre 2002 Mercader de la Edad Media Yolanda Sassoon Lombardo 78 noviembre 2002 ............................................................................................................................................................................................................................................. Biodiversidad, 10 años conviviendo con la naturaleza Alejandra Alvarado Zink 79 diciembre 2002 ¿Cómo era la vieja Cuernavaca? Montserrat Palacios Dávila 79 diciembre 2002 Clasificación de los insectos. Aurora Vázquez Mora 79 diciembre 2002 Sala Una Balsa en el Tiempo. Universum UNAM-Universum 79 diciembre 2002 La evaluación Lourdes Sánchez Obregón 79 diciembre 2002 Tradiciones navideñas en México Laura E.Valverde Melgosa 79 diciembre 2002 Mi escala de valores Arrigo Coen Anitúa 79 diciembre 2002 De padres e hijos Claudia Hernández y Daniel Juárez 79 diciembre 2002 Vivienda, fortaleza, asiento del poder Yolanda Sassoon Lombardo 79 diciembre 2002 ............................................................................................................................................................................................................................................. Celaya, Guanajuato Nancy Stephany Ortiz Castilla 80 enero 2003 Elaboración de una bocina en el salón de clases Julieta Fierro y Miguel Ángel Monroy 80 enero 2003 Visitando dinosaurios Alejandra Alvarado y María Luisa Zink 80 enero 2003 El sistema locomotor María Cristina Heine Moya 80 enero 2003 Ciencia y democracia Jesús Valdés Martínez 80 enero 2003 La autonomía y la multiplicidad Horacio Belgich 80 enero 2003 Juan Ruiz de Alarcón (1580-1639) Adolfo Hernández Muñoz 80 enero 2003 Historia del Homo fans Arrigo Coen Anitúa 80 enero 2003 Juegos, bichos y bebidas Claudia Hernández y Daniel Juárez 80 enero 2003 Carl Sagan y los demonios Juan Gerardo Paredes Orea 80 enero 2003 ............................................................................................................................................................................................................................................. Propuestas de actividades de historia para el aula Juan Gerardo Paredes Orea 81 febrero 2003 Línea del tiempo, primer grado. Propuesta metodológica Guadalupe López y Nina Cervantes 81 febrero 2003 Los rostros de Cuauhtémoc, Águila que cae José Luis Juárez López 81 febrero 2003 México mágico y sus presencias culturales Graciela Hernández García 81 febrero 2003 Los complejos caminos de la verdad Adolfo Hernández Muñoz 81 febrero 2003 Problemas frecuentes en los investigadores didácticos iniciales María Hortencia Coronel 81 febrero 2003 La creación en la escritura Gabriela Turned Saad 81 febrero 2003 Divagación sobre las virtudes Arrigo Coen Anitúa 81 febrero 2003 Un problema de peso Claudia Hernández y Daniel Juárez 81 febrero 2003 Antirreseña de un Antimanual Darío G. Barriera 81 febrero 2003 ............................................................................................................................................................................................................................................. Conteos estelares y estimaciones matemáticas Julieta Fierro y Adolfo Sánchez Valenzuela 82 marzo 2003 Didáctica de la teoría de la evolución biológica y cambio conceptual Bárbara Peisajovich 82 marzo 2003 Las cactáceas tesoro de nuestro país María Jesús Arbiza 82 marzo 2003 Origen y usos del hule natural F. Guillermo Mosqueira y Adrián Fuentes 82 marzo 2003 Los desiertos…¿desiertos? Vania Jiménez Lobato 82 marzo 2003 Tabaco en el ambiente Virginia Hernández Caballero 82 marzo 2003 El constructivismo humano Ana Lilia Paredes, Luz María González y José de Jesús Báez 82 marzo 2003 La zampoña, un tipo de flauta entre los instrumentos de viento Gonzalo Ferrari 82 marzo 2003 Confesión Arrigo Coen Anitúa 82 marzo 2003 La palabra del rey Claudia Hernández y Daniel Juárez 82 marzo 2003 Un compañero de viaje Susana Vivar Evans 82 marzo 2003 ............................................................................................................................................................................................................................................. Mil y un cuentos. Espacio libre de promoción a la lectura Juan Gerardo Paredes Orea y y la escritura en La Casa del Lago de Chapultepec Yolanda Sassoon Lombardo 83 abril 2003 El idioma de los niños Victor Manuel Cruz Castañón 83 abril 2003 Tiempo de bibliotecas. Papiros, pergaminos y cultura Adolfo Hernández Muñoz 83 abril 2003 Los géneros literarios Verónica Luna Cruz, Nelisahuel Nava 83 abril 2003 y Blanca Elena Sanz Martin 83 abril 2003 Algunas reflexiones en torno a los juegos del lenguaje Antonio Cabrera Angulo 83 abril 2003 Un acercamiento a Ensayo sobre la ceguera José Martin Hurtado Galves 83 abril 2003 Del signo y del concepto Arrigo Coen Anitúa 83 abril 2003 La llave de la libertad Claudia Hernández y Daniel Juárez 83 abril 2003 Profundizar la democracia en un mundo fragmentado Ana Pi Murugó 83 abril 2003
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