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Los nombres de los elementos

Primera parte

Luis Ignacio de la Peña

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Cada elemento que forma parte del ya amplio

espectro de la tabla periódica tiene su razón de ser. Eso de bautizar algo pone en juego muchas cosas, ya sea en busca de la precisión o, de plano, como un rasgo de imaginación.

Demos entonces un repaso a la tabla periódica. No vamos a centrarnos en los datos duros que pueden consultarse en los manuales de materia, sino en las razones que llevaron a darles nombre y, quizá, alguna referencia curiosa. Los elementos aparecen ordenados de acuerdo con su número atómico.

Hidrógeno

Desde luego hay que empezar por el elemento más ligero y abundante del universo. Es curioso que nunca se encuentre aislado (lo menos es combinado consigo mismo). Pero, ¿de dónde salió su nombre? Cavendish fue uno de los primeros en experimentar con este elemento. Al científi co británico le llamó la atención la combustibilidad del hidrógeno, por lo que le puso la etiqueta de “aire infl amable”. Ahora bien, la persona que fi nalmente bautizó al elemento repitió el mismo experimento, pero el detalle que le llamó la atención no fue lo infl amable, sino el hecho de que uno de los productos de la reacción fuera agua. Esa persona era ni más ni menos que Lavoisier, quien a partir de lo que llamó su atención decidió llamarlo hidrógeno, es decir, “generador de agua”.

Helio

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Si se conoce la mitología griega, es fácilmente deducible el origen de este nombre, mas no la causa de haberlo usado. Es curioso que se haya tardado tanto tiempo en descubrir el segundo elemento más abundante del universo, pero se entiende ante su pasividad química y el hecho de que tiende a escapar de la Tierra cuando está libre. Entrando en lo que nos interesa, hay que recordar que Helios es la personifi cación del Sol en el panteón griego (frecuentemente e identifi cado con Apolo). Pues bien, en 1868 hubo un eclipse de Sol y al y al Busto de Helios eHeliosBusto d de estudiar el espectro de la corona solar se descubrió una banda que no corres- en un clípeo. pondía a ningún elemento conocido en la Tierra, razón por la que se le bautizó como helio. Algunos científi cos de la época no aceptaron su existencia hasta que en 1895 fue aislado simultáneamente en Inglaterra y en Suecia.

Johan August Arfwedson.

L Litio

En 1817, el sueco Johann Arfwedson analizó las rocas de una mina y en ellas descubrió un nuevo elemento. Si tal elemento se hallaba en las rocas, no era descabellado r www. w i k ip e d i a. o g echar mano de lithos, la palabra griega para designar piedra, como trampolín para bautizar el elemento. ¿Tenía alguna importancia que el litio se hallara en las piedras? Por supuesto, ya que otros elementos de su familia (los metales alcalinos) fueron descubiertos en los tejidos vegetales. alc

Berilio

Desde la Antigüedad las esmeraldas han sido muy apreciadas. Su caeracterístico color verde proviene de uno de los componentes de la gema: el berilio. Como elemento, el berilio fue descubierto en 1798, justamente a partir de las esmeraldas y el óxido de berilio. Puesto que los griegos llamaban béryllos a esas piedras, nada más lógico que retomar la palabra y todo resuelto por vía exprés. Como dato adicional vale pena agregar que hay quien piensa (pero no hay consenso) que la palabra vidrio también tiene el mismo origen.

Esmeralda.

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Gay Lussac.

Boro

Desde la Antigüedad se conocía un polvo blanco que los merDesde caderes traían de los lagos desecados de cader Asia. Entre otros nombres se le llamaba nom tinkal, pero para la Edad Media la denominación den bórax se había extendido. Al parecer se trata de una derivación de la palabra persa de burah, que signifi ca “blanco”. Eso mismo tuvieron en mente quienes se en“bl frascaron, a ambos lados del Canal de la Mancha, en una fra competencia para aislar el elemento del ácido corresponcom diente (ya llamado dien ácido bórico por Lavoisier): por un lado estaban Gay Lussac y Thenart; por el otro, Humphry Davy. estab Los franceses ganaron por nueve días. Gay Lussac lo bautizó Los fra como como bore, de donde se derivan los nombres en otras lenguas. bore Davy había pensado en boracium y en Davy había pe boron, pero ninguno tuvo éxito.

Carbono

Aquí no hay ningún misterio. Proviene del latín carbo, que designaba al “carbón”, integrado en su mayor parte justamente por carbono. Fin de la historia.

Nitrógeno

¿El nombre de este elemento suena parecido al de otro? Basta con ir al inicio de la lista para verlo… Mmm, nitrógeno, hidrógeno… Pero si el hidrógeno es “generador de agua”; entonces, ¿qué genera el nitrógeno? Pues nitritos, ni más ni menos. Aquí tampoco hay misterio alguno, pero sí una nota curiosa: en francés se llama azote, que quiere decir “sin vida”, pues ése fue el nombre que le dio Lavoisier.

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Antoine Lavoisier.

Oxígeno

A esta altura parece que se hizo costumbre endilgarle la característica “generador” a cuanto elemento se iba descubriendo. No hay que desesperar, hasta aquí llega la manía de hacerlo. Lo que el oxígeno genera es lo que en griego se llamaban oxys, es decir, “ácidos”.

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Henri Moissan. HenriMoissan

Flúor

Encontrar el sentido del nombre de este elemento no encierra ninguna difi cultad: proviene del latín fl uere, cuyo signifi cado es “fl uir”. Pero, ¿por qué se le dio ese nombre? Pues porque los científi cos lo habían identifi cado muy bien, pero no lograban aislarlo, dado que el fl úor es un elemento con gran reactividad, hasta que en 1886 Henri Moissan lo logró.

Neón

En su momento desde luego, que hubo novedad. Ahora ya no la hay, pero a este elemento lo bautizaron a partir de la palabra griega neos, que por supuesto signifi ca “nuevo”, y tendremos que seguir llamándolo así, aunque de la fecha de su descubrimiento (1898) a nuestro días se hayan identifi cado muchos más.

Sodio

No obstante que desde época muy antigua se utilizaron compuestos que contenían sodio y se aprovechaban sus propiedades, no se conoció como elemento hasta que lo aisló Humphrey Davy en 1807. El asunto llega tan lejos que los egipcios usaban una sal de sodio llamada natrón para los procesos de momifi cación (de ahí deriva Na, su símbolo químico). También servía para la elaboración de cerámica y productos relacionados con la limpieza y el aseo. Tampoco hay que olvidar que está presente en la sal de mesa. Uno de los compuestos más usados era la soda o sosa, que utilizó Davy para aislar el elemento. Por eso lo bautizó originalmente como sodanum (nombre de un remedio medieval para las jaquecas) y más tarde como sodium.

Humphrey Davy. HumphreyDavy

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Magnesio Mag

L La historia del nombre de este elemento se complica bastante, aunque el origen es de una sencillez y claridad sin vuelta de hoja: proviene del nombre de una ciudad griega del Asia Menor, justamente llamada Magnesia. La complicación viene por su relación con otro elemento de nombre muy similar: el manganeso. Desde la Antigüedad se conocían la magnesia nigra (óxido de manganeso) y la magnesia alba (óxido de magnesio). Magnesio.

Ambos compuestos tienen propiedades muy diferentes, pero se obtenían del mismo lugar y de ahí el enredo de nombres. Los alquimistas los nombraron “magnesia hombre” y “magnesia mujer”, respectivamente. Davy bautizó el elemento como magnium, justamente para evitar confusiones, pero por causas ajenas a su voluntad terminó llamándose magnesium.

Aluminio

El origen del nombre es claro, pues se deriva del latín alumen, que signifi ca “alumbre”. Sin ánimos de sondear mucho en aspectos etimológicos, sólo se mencionará que el nombre latino tiene una historia muy larga que se remonta a la Biblia, donde el alumbre es llamado alam. Lo curioso en la historia de este elemento viene más de su obtención en estado puro, a pesar de ser uno de los más abundantes en la Tierra. Humphrey Davy presumió haberlo aislado en 1810, cosa que fue falsa, y lo llamó alumium y aluminum. Quien realmente consiguió hacerlo en 1825 fue Hans Christian Oersted, pero como sólo publicó su logro en un diario local, pasó inadvertido. Oersted lo llamó aluminium. Finalmente, Friedrich Wöhler se llevó el crédito de aislarlo en 1827. En un principio las técnicas para obtenerlo eran tan costosas que se consideró metal precioso y Napoleón III mandó hacer una vajilla de aluminio, la cual presumía ante otros soberanos en lugar de usar la de oro.

Silicio

El nombre de este elemento deriva del latín silex, que era el nombre del pedernal, roca que lo contiene. Lavoisier pensó que el sílex era un elemento, idea que no compartió Davy, quien a su vez intentó sin éxito descomponer el mineral. Jöns Jacob Berzelius logró ese cometido en 1824.

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Fósforo

En 1669 el alquimista alemán Hennig Brand logró aislar un elemento que ardía al contacto con el aire. Sucedió más o menos así: en busca de la piedra fi losofal, a Brand se le ocurrió obtener sales a partir de la orina, así que luego de dejarlo serenar por varios días puso el líquido a hervir y, una vez evaporado, mantuvo la temperatura hasta que aparecieron unos vapores y un líquido blanco brillantes. Asombrado por lo sucedido, bautizó el elemento obtenido como “portador de la luz”, desde luego echando mano del griego, lo que nos da phosphorus (uno de los nombres del planeta Venus) y los derivados a las lenguas modernas, como el español fósforo. Brand es la primera persona conocida de la que se sabe que descubrió un elemento. Además, el nombre en español designa a uno de los productos en los que se emplea el elemento y que el DRAE defi ne como “varilla fi na de cera, madera, cartón, etc., con una cabeza de fósforo que se enciende al frotarla con una superfi cie adecuada” y que la mayoría de los hispanohablantes de América tenemos a bien llamar cerillo.

El descubrimiento del fósforo por Hennig Brand en 1669. Pintura de Joseph Wright.

Azufre.

Azufre Azufre

Aunque los fi lólogos no parecen ponerse muy de acuerdo, Aun el nombre de este elemento conocido desde tiempos remoel n tos parece derivarse de una palabra sánscrita: tos sulvere, que designaba una mezcla de azufre y cobre dañina para los desig trabajos metalúrgicos. De ahí pasó al latín como trab sulphur y a partir del latín a las lenguas romances. Existe otra y vertiente que busca el origen en el griego theion, una sustancia que por su olor se quemaba en el culto a Hefaistos. Esta segunda propuesta lo relaciona con el latín suffi o, “echar humo”.

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