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El centenario, el bicentenario y la Ciudad de México

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El centenario, el bicenenario

Y LA CIUDAD DE MÉXICO

Ana Pi i Murugó

México en el tiempo, fi sonomía de una ciudad , México, 1945.

Escudo de la Ciudad de México, otorgado por el Rey Carlos I de España y V de Alemania, el 4 de julio de 1523. En un artículo anterior expusimos la concepción y las diversas consideraciones que se han establecido para defi nir a la “Ciudad Educadora”.1 Muchas ciudades de nuestro país se han incluido ya en la amplia red de “Ciudades Educadoras”. El programa “México es mi Museo” sigue el camino de impulsar proyectos que permitan ampliar el potencial educativo de la ciudad en una iniciativa que busca mostrar a México como uno de los museos más grandes del mundo. Para ello es necesario conocer el patrimonio cultural e histórico que encontramos en las calles, plazas y los rincones de nuestras ciudades y pueblos.2 El Paseo de la Reforma es un buen ejemplo de este museo que está al alcance de todos y en especial de los niños y jóvenes que pueden ir acompañados de sus maestros o familiares.

a Ruta del Bicentenario México 20103 nos lleva a recorrer ocho subrutas y visitar diversas ciudades y pueblos del país como: 1. La Ruta de Hidalgo: Guadalajara, León, Guanajuato, Dolores Hidalgo, Querétaro, Morelia, Toluca y Distrito Federal. 2. La Ruta de Hidalgo en el Norte: Monclova, Saltillo, Monterrey, Real de Catorce. 3. La Ruta de Morelos: Apatzingán, Tlalpujahua,

Distrito Federal, Cuautla, Taxco, Chilpancingo,

Acapulco.

1 Ver: Ana Pi i Murugó “Ciudad y educación: La Ciudad Educadora”, Correo del Maestro, núm. 171, año 15, agosto de 2010. 2 Jordi Feu postula que también en el mundo rural, en el pueblo, la comunidad rural es un actor básico en el proceso educativo. Podemos consultar: Jordi Feu, Poble educador: un projecte educatiu necessari per al reequilibri social, educatiu i cultural del país, en: www.deprop.net/default.asp?numrev=21&sumari=3&seccio =0&numart=1 u otros textos del autor. 3 Ver: www.bicentenario.gob.mx. 4. La Ruta de Guerrero y el Ejército Trigarante: Veracruz, Orizaba, Córdoba, Oaxaca, Tehuantepec, Pochutla, Pinotepa Nacional, Chilpan-

cingo, Iguala, Cuernavaca, Distrito Federal, Tehuacán, Puebla.

5. La Ruta de Zapata: Puebla, Cuautla, Oaxtepec,

Chinameca, Tequesquitengo, Ixtapan de la

Sal, Toluca, Xochimilco.

6. La Ruta de Villa: Ciudad Juárez, Casas Grandes, Chihuahua, Creel, Parral, Torreón, Gómez Palacio.

7. La Ruta de Madero y Carranza: Monclova, Cuatrociénegas, Torreón, Saltillo, Monterrey. 8. La Ruta de las Ciudades de la Revolución: Zacatecas, Jerez, Real de Asientos, Guadalajara,

San Luis Potosí, León, Lagos de Moreno,

Aguascalientes.

Un recorrido por el Paseo de la Reforma

En este texto proponemos una ruta accesible a todos los habitantes de la Ciudad de México y sus visitantes: recorrer el Paseo de la Reforma. Un trayecto que se puede realizar cualquier día del año y que constituye un gozo y otra manera de aprender y conocer un poco más de la historia del país.

Cabe considerar que las distintas construcciones majestuosas que encontramos en cualquier lugar de nuestro país están ligadas a la pedagogía cívica y, de este modo, “la ciudad se vuelve una fuente de educación con el fi n de inculcar aquellos valores que construyan la identidad nacional”, tal como escribe Verónica Zárate.4

Las grandes vías, las esculturas, el nombre de las calles o los distintos ornamentos de la vía

México en el tiempo, fi sonomía de una ciudad , México, 1945.

Estatua de Carlos IV, realizada por el arquitecto Manuel Tolsá. Fue colocada en el Paseo de la Reforma en 1852.

pública surgen con una intencionalidad política y cívica que cambia según gobiernos e intereses. De este modo, la memoria histórica puede también rastrearse a través de la ciudad y de una visión urbanística de la misma. Y esto tiene especial importancia este año 2010, en que se conmemoran el bicentenario de la Independencia (1810) y el centenario del inicio de la Revolución (1910). Los momentos históricos han marcado a esta importante vía urbana que contempló a sus personajes pasearse por ella y de los cuales se nutrió y le han permitido reinventarse constantemente.

El recorrido por el Paseo de la Reforma5 hoy se puede hacer a pie, pues sus amplias aceras lo permiten. Hay ocasiones, además, como durante

4 Verónica Zárate Toscano, “El lenguaje de la memoria a través de los monumentos históricos en la ciudad de México (Siglo

XIX)”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Materiales de seminarios, 2005. Ver: nuevomundo.revues.org/index214.html. Consultado el 6 de enero de 2010. 5 Para ampliar información sobre el Paseo de la Reforma podemos consultar la obra de Manuel Aguirre Botello, El Paseo de la Reforma, 1864-2004, Ciudad de México, septiembre, 2003. www.mexicomaxico.org/Reforma/reforma.htm.

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Esta imagen es una reproducción de una impresionante litografía realizada por Casimiro Castro en 1856. En ella se muestra la estatua ecuestre de Carlos IV, que marca el inicio del Paseo de Bucareli; a la derecha aparece la plaza de toros del Paseo Nuevo y al fondo se aprecia el Acueducto y el castillo de Chapultepec.

el periodo navideño, que tenemos la oportunidad de circular por las vías destinadas habitualmente a los automotores. También podemos utilizar la bicicleta: los “Paseos Dominicales” se sitúan a menudo en esta arteria, donde hay lugares para rentar bicicletas. O también se puede transitar en autobús, taxi o auto. Eso sí, durante muchos días no será posible evitar la contaminación que en esta zona es importante, ni el caos circulatorio que también es frecuente.

Avenidas y grandes vías del D.F. a partir de 1860

Si bien la avenida Insurgentes se considera una de las más largas del mundo (con 28.8 kilómetros de longitud), el Paseo de la Reforma6 es qui-

6 Ver: Alejandra González Leyva, “Paseo de la Reforma”, Correo del Maestro, núm. 88, año 8, septiembre de 2003. zá la avenida más importante y destacada de la Ciudad de México, famosa en el mundo por sus bellos edifi cios y monumentos. Entre ellos destacan la Bolsa Mexicana de Valores, el Ángel de la Independencia o la Torre Mayor, el rascacielos más alto de la ciudad y de Latinoamérica

El Paseo de la Reforma fue proyectado por el emperador Maximiliano de Habsburgo y la emperatriz Carlota con el fi n de hacer más corta la distancia que debía recorrer el emperador desde el castillo de Chapultepec, donde residía, hasta el Palacio Nacional, donde despachaba sus asuntos de gobierno. Se trata, así, de una importante avenida inspirada en los modelos de algunas ciudades europeas de la época, concretamente en los Campos Elíseos de París.

En 1864, la Ciudad de México era muy distinta de la que hoy conocemos. En esa época se contabilizan 200 000 habitantes que formaban una mancha urbana reducida respecto a la actual. El recorrido que Maximiliano debía reali-

zar, de unos 3.15 km en línea recta, atravesaba extensas planicies sembradas de maíz, trigo o cebada, grandes haciendas ganaderas y árboles. Por este motivo, el carruaje del monarca debía rodear diversos espacios, y si el clima era seco el viaje era largo pero agradable. No obstante, en época de lluvias el camino se convertía en un terreno fangoso de difícil tránsito y el viaje, en un pesado y largo trayecto. Esta situación incidió en que Maximiliano promoviera el trazo de una nueva vía que comunicara en línea recta y con mucho lujo la glorieta del Caballito con el castillo de Chapultepec.

El proyecto original estuvo a cargo en un primer momento del ingeniero en minas Luis Bolland Kuhmackl, quien quiso construir un paseo de gran amplitud, con amplias y arboladas avenidas, con glorietas y camellones. La longitud prevista era de unos 3.46 km, y estaba incluida una glorieta, que se ubicaría aproximadamente a la mitad del trayecto. Es la que hoy conocemos como glorieta de la Palma, que nunca ha albergado ningún monumento en su centro, aunque el proyecto original concebía la idea de colocar allí la estatua de Cristóbal Colón.

Durante los años 1864 y 1865 el ritmo de la construcción del Paseo fue febril y en el 1866 se concluyó la primera sección, que Maximiliano bautizó con el nombre de Paseo de la Emperatriz, en honor a su esposa Carlota. Lamentablemente la vía se quedó por un tiempo inconclusa y se convirtió en un paseo ecuestre de uso exclusivo de la corte.

El Paseo crece con la presidencia de Benito Juárez y de Sebastián Lerdo de Tejada

En 1867 terminó el Segundo Imperio y Maximiliano fue fusilado. Benito Juárez regresó a la Ciudad de México y el Paseo cambió de nombre:

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Maximiliano de Habsburgo, emperador de México en el peM i ili d Hbb d d Méi l riodo del 10 de abril de 1864 al 15 de mayo de 1867.

pasó a llamarse Paseo Degollado. El presidente Juárez, asimismo, abrió la avenida a toda la ciudadanía a partir del 17 de febrero de 1872. Si bien la situación económica y política del país no permitía la continuación de las obras previstas, el trazo, el desmonte de la calzada y la reforestación de los camellones laterales desde El Caballito hasta la glorieta intermedia de Niza se realizaron puntualmente. Además, se llevaron a cabo otros trabajos de limpieza, la canalización de las aguas pluviales y la inclusión de más árboles en sus camellones.

Durante el periodo presidencial de Sebastián Lerdo de Tejada (1872-1876) se reiniciaron las obras de ornato y urbanización del Paseo, se amplió la calzada central y los andadores laterales, se plantaron nuevas hileras de árboles

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Glorieta de Cristóbal Colón.

y se trazaron cuatro glorietas. En esta etapa se le dio ya el nombre de Paseo de la Reforma, mediante un decreto especial. Dicho nombre honra las Leyes de Reforma, promulgadas por Benito Juárez, que se adoptaron como forma constitucional en septiembre de 1873.

El Paseo de la Reforma, no obstante, empezó su recorrido, reconocimiento y crecimiento como vía para todos los habitantes de la ciudad durante el gobierno de Porfi rio Díaz. Así, en 1877 se inauguró la primera gran glorieta con el monumento a Cristóbal Colón, y en 1878 se continuó con la construcción de las bancas de cantera y la colocación de los pedestales para sustentar los grandes jarrones y las fi guras mitológicas que bordean la calzada central.

Esplendor porfi riano

La ciudad empezó a crecer en esta época y muy especialmente la zona de los alrededores del Paseo de la Reforma, donde se crearon nuevas manchas urbanas como las colonias Arquitectos, Paseo Nuevo, Tabacalera, Cuauhtémoc y Juárez. También se inició la construcción de la segunda gran glorieta del Paseo que albergaba la escultura del último emperador azteca, Cuauhtémoc, y el alzamiento de los pedestales para instalar estatuas y jarrones en los andadores del Paseo. Las fi guras mitológicas que en un principio se debían situar en estos pedestales fueron sustituidas por esculturas de algunos personajes que participaron en el movimiento de Reforma. De este modo, se decidió otorgar dos pedestales a cada estado de la República para que las autoridades estatales colocaran en ellos a los personajes más destacados de cada uno. A partir de 1889, las distintas estatuas se fueron ubicando, y en 1895 don Porfi rio Díaz declaró inaugurado el conjunto histórico cultural en el tramo comprendido entre la glorieta de Carlos IV y el monumento a Cuauhtémoc.

Las estatuas fueron aumentando su número, ya que se amplió el tramo destinado a ellas desde la glorieta de Cuauhtémoc hasta la columna de la Independencia, y después desde Carlos IV hasta la glorieta de Cuitláhuac. De manera paralela, las colosales estatuas de dos tlatoanis aztecas (llamadas Indios Verdes) fueron colocadas al inicio del Paseo como guardias custodios. Estas gigantescas esculturas, obras de Alejandro Casarín Salinas, no estuvieron mucho tiempo en ese lugar y en 1901 fueron trasladadas al canal de la Viga. Estas fi guras, que podemos califi car como viajeras, en 1960 se ubicaron en la parte norte de la avenida Insurgentes, en un lugar cercano a la estación Indios Verdes de la línea 3 del metro, casi ocultas. Últimamente la construcción

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En el Paseo de la Reforma se erigió el monumento al emperador azteca Cuauhtémoc, proyectado por el ingeniero Francisco Jiménez y realizado por el escultor Miguel Noreña; los bajorrelieves son de Gabriel Guerra. Se inauguró el 21 de agosto de 1887.

México en el tiempo, fi sonomía de una ciudad , México, 1945.

En esta fotografía se pueden apreciar las colosales estatuas de dos tlatoanis aztecas: Ahuizotl e Izcóatl (llamadas Indios Verdes) que fueron colocadas al inicio del Paseo de la Reforma como guardias custodios.

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Postal conmemorativa del centenario de la Independencia de México, en donde se puede ver el edifi cio del Palacio Postal recién construido.

del metrobús ha hecho que volvieran a viajar hacia el paradero que lleva su nombre junto con los ambulantes, transportistas, caminantes, etc., que por esa zona transitan. Cabe señalar que el nombre de Indios Verdes, que la gente hace años dio a estas esculturas, se debe a que el bronce con el que fueron realizadas ha adquirido un color verde por la capa de óxido que se formó con el paso del tiempo. De este modo, hoy poca gente recuerda a los monarcas Ahuizotl e Izcóatl, y sí, en cambio, a los enormes Indios Verdes que miden casi cinco metros de altura y pesan más de tres toneladas.

El alumbrado público de gas de las calles y avenidas de la Ciudad de México data del siglo XIX, así como la canalización del combustible que lo proveía. El Paseo de la Reforma y sus diversas glorietas fueron algunas de las partes más iluminadas de la ciudad, y lo han continuado siendo hasta nuestros días.

El centenario de la Independencia y el Paseo de la Reforma

Hacia el fi n de siglo, el régimen de Porfi rio Díaz comenzó su decadencia, pero no así su programa de grandes obras, entre ellas, las destinadas a la celebración de las fi estas del centenario de la Independencia. En esta época, asimismo, se iniciaron importantes edifi caciones entre las que destacan el Teatro Nacional (hoy palacio de Bellas Artes); el Palacio Legislativo (hoy monumento a la Revolución), y el nuevo edifi cio del Palacio Postal, pero ante todo la construcción de la Columna de la Independencia.

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Inauguración de la Columna de la Independencia, 1910.

También en esas fechas se realizó el trabajo de ensanchar y remozar el tramo comprendido entre la glorieta de Cuauhtémoc y el Bosque de Chapultepec en el Paseo de la Reforma.

El mes de septiembre de 1910, en el país se celebró el primer centenario del Grito de Independencia; el Paseo de la Reforma fue engalanado de manera especial y otra vez se mostró como una expresión ciudadana y vial destacada.

La Columna de la Independencia, que conocemos como el “Ángel”, el “Ángel de la Independencia”, es un monumento histórico que se sitúa sobre el cruce de Paseo de la Reforma y la calle de Florencia. Parecido a la columna de la Victoria en Berlín (Alemania) su construcción fue ordenada por Porfi rio Díaz y sus inicios datan de 1902. La idea de la construcción fue conmemorar el primer centenario de vida independiente del país; y se inauguró el 16 de septiembre de 1910.

La presidencia de Porfi rio Díaz en ese momento necesitaba mostrar, especialmente en el extranjero, que México era una nación importante, progresista y confi able. La inversión extranjera era muy necesaria y el gobierno mexicano debía mostrar garantías y confi abilidad, y esta construcción y unos actos fastuosos ayudaban a ello.

La fi gura principal del monumento del Ángel, a pesar del nombre, no es un ángel, sino posiblemente la representación de una diosa griega, o también la representación alegórica de la victoria alada. En una mano lleva una corona de laurel, regalo que se ofrecía a los vencedores, y en la otra trae una cadena con los eslabones rotos que representa la ruptura del dominio

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Paseo de la Reforma como lucía en 1919, cuando ya circulaban vehículos automotores.

español. Fundida en bronce, la fi gura alada mide 6.7 metros de altura y pesa siete toneladas (a esto hay que sumar los 36 metros de la columna base).

Hay mucha polémica y cuestionamientos sobre la modelo inspiradora de la escultura, pero se afi rma que fue Ana María Mazadiego Fernández, secretaria de Porfi rio Díaz durante su mandato.

El siglo XX cambia el Paseo de la Reforma

En el siglo XX los vehículos automotores, impulsados por gasolina, empezaron a ser los nuevos emperadores y protagonistas del lugar. Los carruajes, caballos y tranvías eléctricos fueron dejando lugar a estos otros actores de acero y cuatro ruedas.

Los efectos violentos y destructivos de la Revolución Mexicana (1910-1917) por suerte no afectaron mucho al Paseo de la Reforma, que no sufrió ningún daño remarcable en sus monumentos. Pero sí mucha gente de la alta sociedad, por el miedo a perder su vida y sus propiedades, desocupó sus aristocráticas colonias ubicadas alrededor del Paseo. Las construcciones sufrieron un importante deterioro, aunque algunas fueron reocupadas.

La etapa de 1940 a 1949 marcó una nueva confi guración del Paseo de la Reforma. El crecimiento acelerado del país y de la fl ota vehicular había impulsado desde la década de 1930 la apertura de nuevas avenidas como la 20 de Noviembre y San Juan de Letrán. En la década siguiente, se consolidó la remodelación general que realizó el Departamento Central encabezado por Fernando Casas Alemán, el remozamiento

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Panorámica del Paseo de la Reforma en 1932.

México en el tiempo, fi sonomía de una ciudad , México, 1945.

Paseo de la Reforma en 1945; al centro, en el fondo, el monumento a la Revolución.

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www.skyscrapercity.com En 1957 un terremoto azotó a la Ciudad de México y la victoria alada fue derribada y cayó destrozada al pie del monumento, por lo que éste debió restaurarse; los trabajos quedaron bajo el mando del doctor Ernesto Sodi Pallares, quien reforzó el interior de la columna con placas de metal y reemplazó la escalera de piedra del interior por una metálica, además de construir una nueva victoria alada la cual se volvió a colocar en la cima. De la antigua, sólo está expuesta al público la cabeza aplastada en la entrada del Archivo Histórico de la Ciudad de México.

y la modernización de la gran avenida fue casi total. Se inició así una nueva era que provocó el cambio de fi sonomía de la aristocrática avenida de principios del siglo XX, por el de una vía altamente comercial y dinámica en el XXI.

Durante la década de 1950, el Paseo de la Reforma siguió creciendo y surgieron cada vez edifi cios más altos que fueron sustituyendo las típicas construcciones del Porfi riato. El sismo de julio de 1957 provocó enormes destrozos, como el derrumbe del Ángel de la Independencia, entre otros muchos que tuvieron que ser reparados.

En la década de 1960, los Juegos Olímpicos impulsaron diversas obras pública en la Ciudad de México; entre ellas cabe destacar el complejo habitacional compuesto por 102 edifi cios de la Unidad Habitacional de Nonoalco-Tlatelolco y también de esta época se puede destacar la iluminación navideña y otras transformaciones que dieron mayor centralidad y preponderancia al Paseo.

El Paseo en la actualidad

En este siglo, los distintos gobiernos de la ciudad han impulsado múltiples proyectos para mejorar la vialidad; el gobierno de la capital ha elaborado un proyecto integral de recuperación. Así se han implementado rampas y accesos, se restauró el mobiliario urbano y se ha reforestado el espacio de este eje vial. Estas intervenciones tienen sus detractores y defensores, que cuestionan las vías de cruce efectuadas, la disponibilidad del transporte público en el Paseo, el difícil acceso a los camellones centrales, la circulación de bicicletas por las aceras, etcétera.

A pesar de estos cuestionamientos, en el Paseo de la Reforma se concentran hoy una gran parte parte de las exposiciones artísticas y cultu-

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Vista panorámica actual del Paseo de la Reforma.

rales de la ciudad que sería imposible mencionar por su número.

La exposición de Campanas (2005-2006), por ejemplo, reunió la obra escultórica de 30 reconocidos artistas. Basada en este instrumento, generalmente en forma de copa invertida, que suena al ser golpeado y que ha tenido gran importancia en la historia revolucionaria de México, la exposición contó con escritos, poemas y esculturas alegóricas. Muchas de las esculturas expuestas a lo largo del Paseo fueron de artistas de la talla de Gilberto Aceves Navarro, Miguel Ángel Alamilla, Leonora Carrington, Alberto Castro Leñero, Francisco Castro Leñero, Arnaldo Coen, José Luis Cuevas, Pilar Climent, Manuel Felguérez, entre otros. Además, tenían un carác-

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Vaca de la independecia V d l i d p d iV d l , del artista Gabriel Pinto en la d l ti t G b i l Pi t l Cow C Parade del Paseo de la Reforma.

ter interactivo que permitía a los peatones y paseantes hacer repicar las campanas decorativas.

La campana ha sido en la historia de México un instrumento destacado, sólo cabe recordar que Miguel Hidalgo y Costilla convocó al pueblo de Dolores tocando las campanas de la parroquia local. Y con el grito ¡Viva la virgen de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII!, ¡muera el mal gobierno!, este sacerdote y sus seguidores dieron inicio a la gesta de Independencia de México.

La Cow Parade –o “desfi le de vacas”– es otra de las muestras que han decorado y “marchado” por el Paseo de la Reforma (2005 y 2006), en la Alameda Central, Polanco, la Condesa y Santa Fe. La Cow Parade forma parte de un proyecto artístico que nació en Zurich (Suiza) en 1998 y que promueve el trabajo de artistas de distintas ciudades. El propósito central es reunir fondos para instituciones de asistencia. Con este fi n se ubicaron casi 200 vacas de metacrilato, en tamaño natural, decoradas por artistas plásticos, diseñadores, arquitectos y caricaturistas. Todos ellos son artistas radicados en el país, de diferentes generaciones y variados estilos. La decoración de estas vacas fue de lo más diverso, y una de ellas representó un Ángel de la Independencia del género vacuno.

Y no podemos olvidar el Festival de la Lectura (Feria del Libro), el Festival de Flores y Plantas, la Muestra de Alebrijes, las ofrendas del Día de Muertos o las ferias regionales que nos ofrecen nieves, productos de miel, artesanías, plata, etc., o las 50 calaveras de 1.20 metros de altura, fabricadas con fi bra de vidrio, de igual número de artistas de diferentes partes del país que integran la exposición Las Calaveras del Paseo de la Reforma; o la exposición Diálogos de bancas, un corredor artístico que mostró 70 bancas situadas desde el Ángel de la Independencia a Insurgentes, una colección de arte-objeto creada por artistas plásticos, diseñadores industriales y arquitectos, con creaciones de artistas tan reconocidos como Manuel Felguérez y Leonora Carrington, entre otros. Así los paseantes que transitaban por esta avenida pudieron sentarse en ellas; incluso varias de estas piezas se mantienen en las banquetas. Durante la exposición, los transeúntes pudieron leer los textos y poemas que acompañan a las bancas, escritos por 32 reconocidos poetas y escritores mexicanos. Esta muestra, como muchas de las que se ubican en Reforma, contradice las limitaciones museísticas que advierten: “No tocar”. En este caso, el propósito era crear un vínculo entre las bancas y quien se sentara en ellas. Lo principal fue entablar un diálogo con el entorno en una situación cómoda, en algunos casos un poco diferente. Y también en esta ocasión se mantuvo la esencia de los orígenes del Paseo que está rodeado de bancos de cantera para que los paseantes descansen.

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Vista actual de la glorieta del Ángel de la Independencia.

También cada año, durante los meses de diciembre y enero, se pueden visitar en el Paseo múltiples nacimientos producto del ingenio de diversos artistas. Nacimientos artesanales de tamaño natural, miniaturas, etc., hechos con materiales como hojas de maíz, trigo, barro, cera, madera, vidrio, papel picado, etcétera.

Y por supuesto el árbol navideño más grande del mundo (2009), con una luminosidad impresionante y que se emplazó a un costado de la glorieta de la Palma. Con unos 90 metros de altura y 35 metros de diámetro, se decoró con más de 72 kilómetros de series de microlámparas, 80 mil metros de cables eléctricos y 600 luces estroboscópicas. Asimismo, la ciudad dispuso este pasado año de distintas atracciones navideñas, en los nueve kilómetros que van desde la calle Lieja para llegar por avenida Hidalgo hasta la Alameda Central, el Centro Histórico y el Zócalo de la Ciudad. Así, en el Paseo de la Reforma se pudieron apreciar nacimientos, piñatas gigantes y villas navideñas, y oír música durante todo el recorrido.

Y claro está, en Reforma y bajo el Ángel se congrega la multitud cuando la selección mexicana de futbol gana algún partido o torneo destacado. Allí, los mejores momentos de la selección son recordados y vitoreados por la gente que sale a expresar y mostrar su alegría en público. Además se realizan muchos conciertos, bajo la atenta escucha del Ángel o diosa alada.

Caminar por el Paseo de la Reforma nos enseñará montones de cosas: rotondas, edifi cios, estatuas, exposiciones, alimentos, y un largo etcétera de muestras de nuestro patrimonio histórico urbano que tenemos cerca y al alcance de cualquier paseante o ciudadano.

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