7 minute read

Cultura forestal y su lenguaje

Y SIGNIFICADOS

Primera parte

Arrigo Coen Anitúa (†)

Bien es cierto que en un bosque la forma de ve-

getación dominante la constituyen los árboles, pero actualmente se prefi ere concebir la idea de bosque como un sistema ecológico en que también los arbustos, los musgos, los hongos, etc., son esenciales componentes y tienen funciones importantes. en.wikipedia.org Por atender a la necesidad de concretar la terminología científi ca, se distingue entre bosque, jungla y selva, asignando a cada uno de estos vocablos una denotación propia. Pero, antes de entrar en discursiones (de discurrir, no discutir) veamos algo de etimología: procuremos rastrear los orígenes de la palabra bosque. El antiguo alto alemán busc, así como el medio alto alemán y el alemán actual

Busch, son voces afi nes al islandés buskr y buski (ambos con u larga), al sueco buskc y al danés busk, todas con más o menos el mismo signifi cado de ‘espesura’, ‘matorral’, ‘maleza’, ‘arbusto’. De lo cual podemos inducir una raíz busk, germánica, que da esas ideas.

Por un lado, del antiguo alto alemán busc, derivaron, en bajo alemán, busk; en bajo alemán medio, busk y bush; en holandés, bosc, ‘selva’, ‘fl oresta’, ‘bosque’, y, en inglés medio, busk y bosk, cuyas formas asibiladas bosch, busch y bussch son las predecesoras inmediatas del inglés actual bush, ‘espesura’, ‘boscaje’, ‘arbusto’.

Y por otra parte, del mismo antiguo alto alemán busc derivaron, en latín medio, buscus y boscus, y de éstos, el antiguo francés bos, el francés actual bois, el provenzal y catalán bosc, el italiano bosco (igual en antiguo español) y el español y el portugués actuales bosque.

A la acepción más común de bosque hay que añadir las de “cosa enmarañada” y “barba, pelo que nace en la cara”. Mucho menos extendido está el uso de bosque como sinónimo de ‘ramas’ o de ‘leña’, en frases como “Tráete un poco de bosque para prender aquí una lumbre”. En el lenguaje técnico del cultivo del llamado gusano de seda (oruga de la mariposa Bombix mori), a la ‘cama de hojas de morera’ en que medran las orugas antes de hacer sus capullos se la nombra bosque.

En la primera mitad del siglo XV aparece boscaje, quizá para designar un ‘bosque de poca extensión’; más tarde (siglo XVII) se comenzó a usar como “cuadro que representa un país poblado de árboles, espesuras y animales”, y en el siglo XVIII se aplicó boscaje a “maraña de barba”.

De boscoso escribía Corominas, antes de la aparición de la decimonovena edición del diccionario de la Real Academia Española: “muy vivaz en la Argentina, Chile, Perú y otros países de América y no inusitado en España, está rechazado por la Academia, que sólo admite arbolado, selvoso y poblado de vegetación.”. Otros lexicones agregan a las anteriores equivalencias la de “abundante en bosques”, la única que registra la Academia en su bodoque de 1984. Por mi parte, he escuchado decir boscoso con el signifi cado de ‘parecido a un bosque’.

En las acepciones de ‘meter en un bosque’ o de ‘convertir un paraje en bosque’, emboscar, ya lo registra don Antonio de Nebrija desde el siglo XV. Poco después se emplea el término con el sentido de “poner encubierta una partida de gente para una operación militar”, y es entonces cuando nace el sustantivo emboscada como sinónimo de celada; Juan de Jáuregui usa la forma refl exiva, emboscarse, como “entrarse u ocultarse entre el ramaje”. En sentido fi gurado, más recientemente, quiere decir “escudarse en una ocupación cómoda para mantenerse alejado del cumplimiento de otra”.

Boscajear, ‘simbolizar’, ‘representar’, ‘cifrar’, ‘fi gurar’, es término adaptado por etimología popular de boscaje; ha caído en desuso y ha cedido su lugar a bosquejar, voz muy probablemente calcada del catalán pues en esta lengua se registra desde mucho antes (en 1504) que en castellano (1599). Originalmente signifi ca ‘desbastar’ (un tronco, por ejemplo), como esboscassar también catalán y con el mismo sentido. “El vocablo –apunta Corominas– pasaría de la escuela de pintura valenciana del siglo XVI (Juan de Juanes y contemporáneos) a los grandes pintores castellanos de fi nes del siglo.”

Efectivamente, a principios del XVII se documenta en español bosquejar con la acepción de “pintar en lienzo o tabla las fi guras con su colorido sin defi nir los contornos”. Del pictórico deriva el signifi cado escultórico: “dar a las fi guras o bajos relieves en cera, barro u otra materia la primera mano antes de perfeccionarlas”, así como el sentido de “contar, referir o

shutterstock

Antigua ilustración de una emboscada durante la caza, París, 1860.

describir de un modo sumario y vago” o el de “empezar a mostrar con vaguedad alguna cosa”.

Aunque parezca que bosquejar deriva de bosquejo (y nada menos que Martín Alonso así lo da a entender en su Enciclopedia del idioma, por la remisión de un artículo a otro), resulta que éste es un término sustantivo posverbal de aquél (el propio Martín Alonso atribuye a bosquejo documentaciones posteriores en un siglo), con signifi cados como: “traza primera y no defi nitiva de una obra pictórica o traza de solos perfi les”, “idea, descripción, relato vago y sucinto de alguna cosa”, y en Ecuador “hablilla, runrún”. Parece que en Andalucía “quedarse en bosquejo” equivale a enterarse a medias de algún dizque.

El arcaísmo boscarecha, ¿tendrá algo que ver con bosque? Es posible, ya que vale por “canción rústica o pastoril”.

Sinónimo de emboscada, ‘celada’, ‘maquinación en daño de alguien’, es emboscadura, acción de emboscar o emboscarse. Emboscadura es también el ‘lugar que sirve para acechar’. Y si una de las viejas acepciones de emboscar es “convertir (artifi cialmente) en bosque”, cuando ello se produce espontáneamente (por natura, no por cultura o cultivo), dícese embosquecer. Asimismo, en tiempos de Nebrija, ‘salir del bosque’ en que uno se

había emboscado, no por celada ni asechanza, sino por simple viaje, era desemboscarse; ahora desemboscar es ‘hacer salir (del bosque, de la espesura o de cualquier lugar de acecho) a los que están emboscados’. En montería, desemboscada era la ‘salida de la res (venado, jabalí o lo que fuese) a campo descubierto’, y también el ‘toque de trompas que avisaba de tal salida’.

Acechar, con c, es ‘observar, aguardar cautelosamente, con algún propósito’, en tanto que asechar, con s, vale ‘armar engaño o artifi cio para perjudicar a alguien’. Tal trampa es la asechanza, con s, la cual se suele poner cuando la acechanza, con c, indique la oportunidad de hacerlo.

Creo que el habitante del bosque (boscaiolo o boscaiulo en italiano) carece de nombre en español, porque bosqueño es solamente el ‘natural de El Bosque’, población de la provincia de Cádiz, en España. Tampoco tenemos un adjetivo para aplicarlo a lo ‘perteneciente o relativo al bosque’, pues bosquil, que a eso podría sonarnos, resulta que es sinónimo de ‘redil’ (aprisco cercado) proviene, por tortuosos vericuetos lingüísticos, del latín tardío vervecile, y éste, a su vez, de vervex, ‘macho cabrío castrado’. Cervantes acuñó el voquible bosqueril, que se podría adoptar a las mil maravillas, pero los señores lexicógrafos tachan el término y lo reprochan como “voz jocosa e inventada”.

De los derivados de bosque aún nos quedan bosquete, “bosque artifi cial y de recreo, en los jardines o en las casas de campo”, y sotobosque, “vegetación arbustiva que crece bajo los árboles de un bosque y forma una especie de subpiso”.

Dos extranjerismos completan esta familia léxica: uno es bosquimano, “individuo de una raza negroide primitiva, de difícil clasifi cación racial… Los bosquimanos, en otro tiempo abundantes en el África meridional, hace poco que se han internado hacia las regiones más recónditas e inhóspitas de Kalahari, obligados por los hotentotes y bantúes; luego han sido diezmados por lo colonos blancos…”. Este nombre étnico proviene del afrik (que no hay que confundir con el afrikaans, aunque ambos son dialectos del holandés) bosjesman, de boschjes, genitivo de boschje, a su vez diminutivo de bosch, ‘bosque’ y man, ‘hombre’, literalmen- Bosquimanos.te, ‘hombre del bosquecito’.

El otro extranjerismo es buqué o bouquet, como se escribe en francés, del que lo hemos tomado. Tiene dos acepciones: ‘ramillete’ y ‘aroma del vino’. Al francés llega por el normando picardo bosquet, ‘espesura’, y reconoce en último análisis la raíz germánica bosc de la que tanto se ha tratado.

etc.usf.edu

This article is from: