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Hasta que la muerte nos separe
Hasta que la
MUERTE NOS SEPARE
Sara Giambruno
C Como en muchos otros casos, recordamos a nuestros lectores que la escuela desempeña un papel normativo. Es decir, es tarea de los profesores y docenc tes en general, no sólo de lengua, propiciar un uso adecuado de ésta. No hay que t olvidar, empero, que una cosa es la lengua hablada y otra la escrita. Digamos que o hay palabras, giros, expresiones que no se pueden clasificar de correctas o incoh rrectas, simplemente se usan y pertenecen al ámbito de la lingüística descriptiva.1r
Los comentarios siguientes se refieren entonces a la lengua escrita, no al habla coloquial. Aquélla tiene sus propias leyes, si no inmutables, sí más rígidas en aras c de la preservación de una lengua que tiene millones de usuarios. d
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ara empezar, transcribiremos las definiciones de hasta en el diccionario de la Real Academia Española.2
hasta. (Del ár. hisp. ttá, infl. por el lat. ad ista, hasta esto).
1. prep. Denota el término de tiempo, lugares, acciones o cantidades.
2. prep. U. como conjunción copulativa, con valor inclusivo, combinada con cuando o con un gerundio. Canta hasta cuando come, o comiendo.
O con valor excluyente, seguida de que. Canta hasta que come.
3. adv. t. Am. Cen., Ec. y Méx. No antes de. Cierran hasta las nueve.
1 Por ejemplo, en España es un galicismo la utilización del antepresente con valor de pretérito: “He comido un helado riquísimo” en lugar de “Comí un helado riquísimo”. En México, “Ayer venimos todos” es muy usual. Lo gramaticalmente correcto es “Ayer vinimos todos”. Sin embargo, el adverbio de tiempo –ayer– nos está avisando que se trata del pasado y no del presente. 2 En este caso, ni el Diccionario del Español Usual de México, ni el Diccionario de Mexicanismos aportan demasiado a la polémica. Se limitan a registrar el uso, es decir, lo consideran parte del dialecto mexicano del español.
Como se ve, la tercera definición incorpora el uso mexicano, es decir, le da de carta de ciudadanía. Por consiguiente, podríamos seguir el criterio generalmente aceptado entre quienes nos dedicamos al estudio de la lengua: si un vocablo está aceptado por la Academia, es válido. Sin embargo, tiene una marca geográfica: sólo en América Central, Ecuador y México –aunque puede estar más extendido. Esto significa que no pertenece al español general y, por lo tanto, no es norma en éste.
Hay otro problema: el ejemplo no es el más acertado. Crea confusión la oración Abren hasta las nueve, no tanto la que puso la Academia.
En el Diccionario panhispánico de dudas también se refuerza el concepto de que la preposición hasta expresa un término límite, es decir, que en una determinada situación, en la que se explicita una circunstancia de tiempo, espacio, cantidad, hasta anuncia cuándo va a terminar algo, cuánto tiempo me va a llevar hacer algo, el lugar a donde llegaré, etc. Este diccionario, accesible en internet, explica también el uso en México, sin cambiarla de categoría.
hasta. 1. Preposición que se usa para expresar el término límite en relación con el tiempo, el espacio o la cantidad: No lo tendré listo hasta el viernes; Corrió hasta la casa; Contaré hasta veinte; Vino hasta mí y me besó. Seguida de infinitivo, o de la conjunción que antepuesta a un verbo en forma personal, introduce oraciones subordinadas temporales: Grité hasta ponerme afónica; No me iré hasta que me pagues. Es muy frecuente que, cuando la oración principal tiene sentido negativo, en la subordinada aparezca un no expletivo, esto es, innecesario, como refuerzo de la negación de la oración principal: No se fue hasta que no llegó su padre; Se negó a confesar hasta que no llegó el juez. Debido a lo arraigado de este uso, ha de considerarse admisible, aunque no hay que olvidar que el enunciado no necesita esta segunda negación: No se fue hasta que llegó su padre; Se negó a confesar hasta que llegó el juez.
2. En algunas zonas de América, especialmente en México, en la zona costera del Ecuador, en América Central y en Colombia, se produce un fenómeno inverso, esto es, la supresión de la negación no delante del verbo en oraciones con hasta, con lo que el enunciado puede interpretarse en sentidos diametralmente opuestos. Así, en estas zonas, una oración como Se abre hasta las tres puede significar que se cierra a las tres (sentido que tendría en el español general) o justamente lo contrario, que se abre a partir de las tres. Para evitar los casos de ambigüedad a que puede dar lugar, se recomienda acomodar el uso de hasta en estas zonas al del español general y colocar la negación correspondiente delante del verbo: No se abre hasta las tres, o bien dejar el verbo en forma afirmativa y sustituir la preposición hasta por a: Se abre a las tres.
Sin embargo, María Moliner apunta:
La intercalación de un “no” pleonástico en frases negativas es condenada por algunos gramáticos, apoyándose, principalmente, en que puede dar lugar a anfibologías: si se dice, por ejemplo, “no sembraremos hasta que no llueva”, no se sabe si lo que se espera es que llueva o que deje de llover. Esta razón es, sin embargo, la más débil, pues el hecho es que, por la incomodidad que representa, en este como en otros casos, el encuentro de dos oraciones negativas, el peligro de anfibología queda resuelto porque, aunque gramaticalmente fuese correcto, a nadie se le ocurriría, si lo que se pretende es decir que se espera a que ya no llueva para sembrar, decirlo en la forma del ejemplo, sino “no sembraremos hasta que ya no llueva” o “hasta que deje de llover”. Por otro lado, no se ve clara la razón doctrinal de condenar el “no” superfluo en este caso, que tiene una explicación en la semejanza de sentido entre las partículas “hasta” y “mientras” (las cuales en algunas lenguas, por ejemplo en el hebreo, se confunden) y que se encuentra usado por escritores consagrados, y considerarlo admisible en otros de superfluidad igualmente patente. Sin embargo, de hecho, en la mayor parte de los casos suena inelegante y esta puede ser la verdadera razón para proscribirlo.
Dejando a un lado lo alambicado de la redacción, lo importante aquí es que defiende un uso que en la actualidad veo poco extendido.
Resumiendo entonces, en una novela que trate de ser reflejo del habla coloquial de los hablantes, el uso de hasta para comenzar en lugar de marcar un límite es aceptable. En un texto que pretenda llegar a todos los usuarios de la lengua española, más en el ámbito académico, en el que es obligación preservarla, hay que poner el no antes o cambiar la redacción de modo que no dé lugar a ambigüedades.
“Hasta que la muerte nos separe” si lo dice el novio o la novia, o “Hasta que la muerte los separe”, si lo dice el oficiante de la boda, es una frase que indica que prácticamente la única posibilidad de deshacer un matrimonio religioso es la muerte de uno de los cónyuges. Así que, por supuesto, marca la terminación de algo. Claro, no faltará quien considere que también es comienzo de la viudez…
Bibliografía:
Diccionario del español usual en México (dirigido por Luis
Fernando Lara, 2a. ed., El Colegio de México, México, 2009, 1238 pp. Diccionario de mexicanismos (dirigido por Concepción Company Company), Academia Mexicana de la Lengua, Siglo Veintiuno Editores, México, 2010, 648 pp. MOLINER, María, Diccionario de uso del español, 2a. ed., Madrid, Gredos, 2001 en dos tomos. REAL Academia Española, Diccionario de la lengua, en www.rae.es. REAL Academia Española, Diccionario panhispánico de dudas, en lema.rae.es/dpd/.