5 minute read
Colores españoles de aquí y de allá
LIBROS
Colores españoles
DE AQUÍ Y DE ALLÁ
María Esther Aguirre Lora*
H Han transcurrido algunas semanas desde el 29 de mayo de
2014, cuando, bajo el título que da nombre a esta reseña, se llevara a 2 cabo un recital de piano y voz con música del compositor mexicano Rac món Mier García, y de tres españoles, Enrique Granados, Joaquín Turina e m Isaac Albéniz, en el auditorio Maestro Lauro Aguirre, de la Benemérita EsI cuela Nacional de Maestros. El propósito del recital fue celebrar la concluc sión de estudios de la sexta generación de pintores, y a la vez aprovechar s la ocasión para reunir a los pintores de las generaciones anteriores. Todo l fueron colores, sonidos, palabras, reencuentros, afectos. f
1 Pero, ¿de qué ‘pintores’ se trata?
Se trata de los alumnos que cursan los dos últimos semestres de la licenciatura en Educación Primaria, cuya coordinación, desde el año 2008, ha asumido la maestra Isabel Martínez Araiza. Ella renombró el Seminario de Análisis del Trabajo Docente –y lo dotó de sentidos renovados– como taller “Pintemos la realidad escolar de diferentes colores, matices e intensidades”. De este taller egresó la sexta generación que se menciona arriba.
Esto nos permite asistir a una experiencia muy singular, particularmente rica y creativa, donde las cosas suceden de manera diversa a lo que suele acontecer en las tediosas rutinas que a menudo se siguen para conducir a los alumnos en la elaboración del documento recepcional con el que concluyen sus estudios de licenciatura en Educación Básica. Precedido por un intenso y variado acercamiento a distintos campos artísticos –música, danza, teatro, literatura, pintura, escultura, arquitectura–, los alumnos desarrollan una nueva mirada y adquieren un arsenal insospechado para dar cuenta de su experiencia docente como maestros de educación básica. El reto es atrapar esa experiencia a través del poder explicativo que ofrece la metáfo-
* Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, UNAM.
ra, percibiéndose a sí mismos como pintores de esa compleja y variopinta realidad escolar con la que se confrontan día con día y que logran concretar en la metáfora que mejor los defina a ellos, como pintores, y a su primer año de experiencia docente, como su obra.
La tarea no es inocente, ni sencilla, ni banal; constituye un reto que implica compenetrarse de lo que están haciendo y atreverse a mirar hasta el fondo de sí mismos su ser docente. Constituye parte del trabajo que media los procesos de formación propiamente dichos, procesos que habrán de desencadenarse y que hacen referencia “no tanto a aquello consumado por alguien sino a lo que en alguien se lleva a cabo”, donde el trabajo de reflexión sobre las vivencias del docente rebasa el nivel de los contenidos y se revierte sobre sí mismo para depurarse en una experiencia, es decir, “en una emoción/conmoción del mundo interno, que no nos dejará idénticos a nosotros mismos”.1
Para darle cuerpo al trabajo y traducirlo en palabras, hay que aproximarse a otra experiencia, la que aporta la narrativa, y vivir en carne propia el ‘terror de la página en blanco’, terror que abarca a los dos, maestra y grupo de alumnos, en la medida en que se aproxima el fin del año escolar, para lo cual no existe escapatoria posible pues es preciso cerrar el ciclo y entregar el documento de titulación en los plazos establecidos.
De todo ello resulta una ‘exposición de pinturas’ que muestra la originalidad de los trabajos realizados, diferentes todos y cada uno de ellos, en forma y contenido: cada portada es luminosa y distinta de las otras; títulos y escritura
1 Graciela Frigerio, “Los avatares de la transmisión”, en Graciela Frigerio y Gabriela Diker (comps.), La transmisión en las sociedades, las instituciones y los sujetos. Un concepto de educación en la acción, Buenos Aires, Novedu-CEM, 2012, p. 19. nos hablan de distintas sensibilidades y formas de aprehender la realidad: hay quien la percibe, por ejemplo, como un juego de futbol (El baile de la gambeta, de Ernesto Rojas Pérez, 2010); otra, como una cámara fotográfica (Revelar los textos que relatan historias, de Amalia Alejandra Carreón Torres, 2010), o como bailar danzón (Danzón dedicado a la docencia, María Teresa Sánchez Martínez, 2010), entre otros.
Los escritos sorprenden y despiertan nuestra admiración: vemos a los jóvenes maestros comprometidos con la escritura, dando cuenta de sentimientos, ansiedades, angustias, pequeños logros y fracasos, donde se traman historias personales, trayectorias, sueños, retos inmersos en el complejo panorama social y político de nuestro México.
2 Ahora bien, ¿cuál fue el factor desencadenante de tales escritos?
La propuesta de Isabel, la conductora del taller, fue escoger alguna de las siguientes cuatro preguntas-clave para narrar la vida cotidiana en la escuela:
¿Cuál es el origen de mi ser docente? ¿Cuáles son los colores de mi docencia? ¿Qué veo en mi docencia que los otros no ven y qué ven los otros que yo no veo? ¿De qué colores pinto mi soledad docente? (p. 9).
A partir de ello tomaron cuerpo veinte escritos, organizados en los mismos cuatro ejes cuyo punto de convergencia, además de las lecturas que recurrentemente se anudan en los relatos, es la conciencia sobre los procesos que constituyen al maestro de educación básica, donde NADA es miel sobre hojuelas, donde todo ha de ser tamizado por la propia subjetividad y
www.isabelaraiza.com
Alumnos de la sexta generación de pintores de la realidad escolar con la maestra Isabel estra Isabel estraIsabel Martínez Araiza
mediado por el margen de lo incompleto, de lo no posible, de lo que no es cien por ciento transmisible, de los márgenes de libertad donde el otro, a su vez, se constituye, se recrea, desde sus propias historias y posibilidades.
Detrás de los textos, es indudable, está la conducción diestra y comprometida de Isabel Martínez Araiza, que sabe bien hacia dónde quiere llevar a sus alumnos, por qué y cómo nutrirlos con cultura, con arte, para que cada quien encuentre su propio estilo, su ser docente. Esto se trasluce en el propio título del libro, Las pinturas salvajes de la realidad escolar, con el que evoca el Libro salvaje, de Juan Villoro (Fondo de Cultura Económica, 2008), una de sus lecturas favoritas y por demás inspiradoras en la construcción del taller, pues se pretende que cada quien encuentre el ‘libro salvaje’ y, a través de él, descifre su historia.
Queda claro que en el curso de estas seis generaciones de pintores de la realidad escolar, la coordinadora del taller y los alumnos han encontrado su propio libro salvaje que les ha vuelto visible el lado más humano y digno de la vida de los docentes: el acompañar a otros en el proceso de asumirse, de crecer, de descubrirse.
Reseña del libro:
Las pinturas salvajes de la realidad escolar, de Isabel Martínez Araiza (coord.), México, 2012.