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Canasta básica

Editoriales independientes y librerías de barrio se enfrentan a una crisis sin precedentes.

La paralización de la economía a consecuencia del covid-19 está provocando un profundo quiebre de carácter mundial; además, la duración y sus consecuencias son imprevisibles y ya han afectado a todos los sectores de nuestra sociedad. Precisamente, el cultural se ha probado como uno de los más vulnerables a los efectos durante y aún más en la prefiguración lejana postpandemia. La producción, distribución y exportación de libros, se encuentran detenidas.

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En este contexto, es indispensable que los Estados promuevan medidas fiscales, crediticias y subvencionales, que atiendan las necesidades de los subsectores que componen el mundo editorial, de tal forma que los trabajadores de este rubro recuperen un nivel de ingresos adecuado para la supervivencia de un sector en franco riesgo de colapso.

¿QUÉ HA OCURRIDO EN MÉXICO CON RESPECTO A ESTE TEMA?

Ante la pasividad (léase incapacidad y profundo desinterés) del Estado mexicano, la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana [caniem] lanzó en marzo la campaña #YoLeoEnCasa como estrategia para atender a la población en confinamiento, al tiempo de incentivar el apoyo al comercio interno y la producción nacional, así como contrarrestar en la medida de lo posible el daño por el paro gradual de labores debido a la mitigación de la propagación del coronavirus en el país. Además la caniem, en coordinación con la Asociación de Librerías de México [almac], hizo un llamado a líderes de opinión para integrarse a la campaña e incentivar al público a enriquecer sus hábitos de lectura y mantener las librerías nacionales activas a través de sus distintas modalidades de venta, sobre todo, de libros electrónicos.

SI ABREN TIENDAS DEPARTAMENTALES, ¿POR QUÉ NO LAS LIBRERÍAS?

Hasta ahora, el gobierno federal no ha destinado un paquete económico que estimule al de por sí muy golpeado sector “librero”. De hecho el Plan de Reactivación Económica anunciado por el gobierno federal y el capitalino, que planteó el regreso escalonado de diversos negocios, incluyó plazos para siderúrgicas, transporte, restaurantes, cines, bares, gimnasios, pero no específicamente librerías. La ausencia del ramo editorial tomó por sorpresa a la caniem. Juan Luis Arioz, titular de la cámara no escondió su desconcierto: Si abren tiendas departamentales, ¿por qué no las librerías?, expresó en distintos medios, al tiempo que explicó que en países como Alemania e Italia, al ser considerados los libros bienes de primera necesidad, efectivamente, las librerías fueron de los primeros espacios en ser reabiertos.

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