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Política, negocio redondo
Cierto como lo es: EN MÉXICO NO HAY MERCADO QUE GENERE MÁS GANANCIAS QUE LA POLÍTICA.
Aunque a momentos pareciera que se trata del balompié, ya que, vivimos en un país donde se cree más en las potencias y posibilidades del mediocrísimo, sobrepagado y sobrevalorado equipo “Tricolor”, que en la existencia, por ejemplo del covid. Y aunque el fut por la cantidad de dinero y beneficios que perciben todos los actores involucrados: jugadores, técnicos, representantes, medios y un largo etcétera es una competencia bastante loable, pero no, no ocupa el primer lugar. Ser político en México implica poder, es decir, fueros, privilegias tácitos y no tácitos, contactos (del bajo mundo: crimen organizado y delincuentes de cuello blanco… estafas maestras) y acceso a información privilegiada que puede ser utilizada para beneficio propio. Claro, a costa y con el dinero y recursos que deberían ser para mejorar al país.
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EL HUESO
Ahora bien, de qué hablamos cuando hablamos de «hueso»… sabemos que el lenguaje es una forma de hacer mundo, aunque también puede ser una manera de ocultar el pensamiento. El lenguaje que refiere a los políticos es, muchas veces, un sistema de esconder, no el pensamiento, sino el vacío de este, la revelación de que no existe en ellos un ápice de razonamiento crítico, sino que impera un instinto cavernario, salvaje, antropófago (devorarse los unos a los otros y a quien se les ponga enfrente), que los incita a roer huesos hasta la médula. Son seres voraces e irreflexivos.
El hueso se persigue instintivamente, no importa si se tiene el conocimiento o experiencia en el campo de la política, el chiste es lamer suelas u “otras cosas” para llegar a él. Artimañas de todo tipo son permitidas. Repito, no importan las credenciales, porque el nepotismo 1 es el segundo nombre de nuestra nación. Aunque es importante señalar que el preciado hueso no siempre se consigue o, bien, no llega a ser tan jugoso. Pocos, muy pocos, podrán presumir de tener ranchos con niños trabajando por 80 pesos al día, como ocurre en la empacadora El Cerrito del expresidente Vicente Fox (más bien de su hijo, Vicente Fox Jr.); o casas blancas con valor de 86 millones de pesos, como la del también expresidente Enrique Peña Nieto (¿o era de su ex esposa, Angélica Rivera producto de su trabajo como actriz?). Por supuesto, no olvidemos el FUERO 2 ...
Estos datos grotescos, insultantes, nos muestran que nuestros políticos (con excepciones que no merecen entrar en este grupo), en vez de buscar el bien de la sociedad, crear reformas o leyes que beneficien a los ciudadanos mexicanos, se preocupan más por generar la mayor cantidad de bienes y dinero antes de que su periodo termine.
MERCADO… EL NEGOCIO
Se entiende como «mercado» al conjunto de transacciones de procesos o intercambio de bienes o servicios entre individuos. Se podría decir que los políticos se encuentran dentro del mercado, ya que, brindan su servicio y conocimiento para la nación, a cambio de una remuneración. Seamos honestos, la mayoría no lo hace.
Y es que en México es clara la forma en que se maneja el mercado político y esto es a través de las masas, es decir, los votantes o posibles votantes. Hay muchas fórmulas para llegar al puesto tan deseado y de grandes beneficios económicos.
Una de las más recientes y al parecer la más efectiva, radica en la explotación de la imagen de un político, esta se exhibe hasta sus últimas consecuencias en un ejercicio de estética difusa, es decir, que existe una difusión masiva (física y virtual) del personaje. Este fenómeno parece inevitable debido a la expansión de las industrias audiovisuales massmediáticas y la mirada “iconizante” que la hipercontemporáneidad plasma sobre ciertos personajes: construye iconos mediáticos, en otras palabras, influencers. Esta fórmula está siempre ligada a la progresión de las industrias del diseño y la publicidad, siempre existe el afán de vender un producto, en este caso una ideología, un sistema.