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Premios Literarios

La tradición de reconocer a los grandes artistas tiene un origen que puede remontarse al nacimiento mismo de la literatura.

En la Grecia clásica ya se concedían honores a los poetas de renombre, y los juegos florales europeos, que sobrevivieron hasta el siglo xx, comenzaron en la Edad Media.

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Un premio literario es una distinción otorgada tanto por instituciones gubernamentales como privadas, a un autor por destacarse en algún rubro de las letras.

Estados, asociaciones, academias, facultades, fundaciones, periódicos o personas individuales que gozan de cierto prestigio en el mundo y engranaje editorial, anual o bianualmente hacen una terna pública o privada y tras integrar un jurado, la deliberación elegirá al creador que podrá acompañar a tales honores, de una suma de dinero, una medalla, una beca o la publicación de una obra o una antología.

Usualmente se considera el uso y recursos del lenguaje, la calidad técnica, académica y estética, así como la originalidad de la obra de quien será honrado. Asimismo, se evalúan las condiciones de creación, las disrupciones, la suma de la producción... Hoy también son analizadas las variables de género, latitud más allá del eurocentrismo, las periferias de occidentalidad. No debería incidir la venta de libros o la penetración del artista en el imaginario popular, es decir, su afirmación social.

Los premios más famosos y reconocidos del mundo de la edición son casi siempre a originales inéditos y se han convertido en un lanzamiento editorial de autores bien conocidos. En los últimos años, la crítica ha apuntado que los premios literarios sostienen al mercado librero. Es por ello, que la elección de los ganadores, en ocasiones, las variables se trastocan y podrán cubrir cuotas en las que poco tenga que ver el talento, sino su popularidad. Se ha privilegiado a creadores con un enorme seguimiento en plataformas sociales y medios de comunicación, lo cual, esconde un modelo de negocio editorial en el que las ventas de los galardonados “amañados” son esenciales para mantener la diversidad de la oferta cultural, es decir, vender muchos libros y a un mayor precio.

Este modus operandi implica la llegada de otras celebridades al marketing del producto literario. La televisión ya no es la única que abastece nombres que garantizan el éxito. Las redes sociales marcan el caladero. El sentido de los premios, es pues ya, la visibilidad y marcar la pauta o dinamizar el mercado.

PREMIOS, CULTURA DE MASAS Y ELITISMO

El investigador y filólogo Fernando González Arisa puntualiza que para analizar el valor de los galardones literarios, es necesario precisar algunas circunstancias: Desde el punto de vista socioliterario [disciplina en la que entra el mercado editorial], el análisis de la obra se realiza no por sus contenidos artísticos, sino sociales. No todas las grandes obras han tenido influencia en la sociedad y muchas de las que más han creado modas culturales han sido desacreditadas por la crítica. No se entra, por tanto, a una valoración estética, sino comercial.

Se trata de construir así las diferencias entre la cultura de masas y aquella de especialistas. Es decir, una “cultura elitista” centrada en un número concreto de editoriales, lectora de suplementos culturales y asidua a las librerías, frente a otra, mucho más abundante, que atiende los fenómenos de los best-sellers publicitados en medios nacionales o bien promocionado por el boca a boca y con el músculo de las redes sociales. Así se alimentará otra parte de la ecuación: las adaptaciones literarias a series, películas e incluso obras de teatro. Desde un punto de vista comercial se pueden apreciar cómo se analizan a los principales targets del mercado cultural.

Lee el artículo completo en nuestro ejemplar digital 09: MERCADOS.

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