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El New Deal europeo, imposible de encontrar

↑ Tracing de la ejecución de un programa. Reportaje de Hubert Raguet en la Maison de la Simulation para el Institut National de Recherche en Informatique et en Automatique (INRIA), 2015. A pesar de las exigencias de equilibrio presupuestario, el Estado, afortunadamente, no ha renunciado a su papel de inversor, sobre todo en la investigación básica, un sector que no es lo suficientemente rentable a corto plazo como para atraer fondos privados. Francia, por ejemplo, gastó 4.000 millones de euros en construir un gigantesco polo de innovación en Saclay. Entre los numerosos laboratorios instalados en el lugar, la Maison de la Simulation, un proyecto común del CEA, del CNRS, del INRIA y de las universidades de París Sur y de Versalles, tiene como objetivo apoyar a las comunidades científicas en el uso de supercalculadoras (utilizadas para actividades tan variadas como la simulación del clima, la fusión controlada o la puesta a punto de materiales del futuro).

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Para el economista británico John

Maynard Keynes, el desempleo causa estragos en cualquier economía de mercado –salvo que tenga lugar una afortunada casualidad–. Así pues, hace falta que los poderes públicos intervengan para reactivar la actividad cuando esta se debilita y el número de solicitantes de empleo aumenta. La forma de intervención más eficaz, los grandes proyectos, fue adoptada por Franklin Delano Roosevelt en Estados Unidos en el marco del New Deal (1933-1938). En la actualidad se trataría de la construcción de nuevas líneas de ferrocarril, de viviendas bien aisladas, de redes de Internet de alta velocidad… ¿Cómo funciona todo esto? Las inversiones del Estado conducen a la contratación inmediata de asalariados.

El Ne w De al europe o, imp osible de encontrar

Para luchar contra el desempleo, la consigna actual es facilitarles la vida a las empresas. A través de “regalos a las empresas” –reducciones de los aportes sociales, exenciones fiscales, flexibilización de los despidos–, la “política de la oferta” ha hecho desaparecer la reactivación económica por parte del Estado. ¿Quizás porque se habría quedado obsoleta?

A partir de ese momento, los exdesempleados gastan sus salarios y equipan sus viviendas, compran libros o se van de vacaciones. Así, el dinero inyectado circula varias veces: los 100 euros del ex desempleado pasarán de su bolsillo al del carnicero y, después, al del librero, al del panadero, al del dentista, etc. Se trata del “efecto multiplicador” del gasto público: multiplicación de las ventas, multiplicación de los ingresos, multiplicación de las contrataciones.

r Ecu perar su inversi ón inicial Idealmente, esto permite que el gasto público se autofinancie: por ejemplo, la construcción de una universidad (por un importe de 1.000 millones de euros) provoca un aumento del producto interno bruto (PIB)* de 5.000 millones de euros; a continuación, el Estado podrá recaudar más impuestos y recuperar su inversión inicial.

No obstante, el efecto multiplicador cuenta con dos importantes limitaciones. En primer lugar, puede ocurrir que los hogares decidan ahorrar una fracción de sus ingresos en vez de gastarla, interrumpiendo así la circulación de una parte del dinero inyectado. En segundo lugar, los consumidores pueden comprar productos extranjeros (se habla entonces de importaciones): en este caso, sin medidas de protección para la economía nacional (aranceles aduaneros, control de los tipos de cambio), el efecto de

recuperación de la actividad económica tendrá lugar en el país exportador (Alemania o Japón durante la primera gran reactivación en Francia, en 1981), lo que aumenta el déficit comercial.

En la actualidad, el efecto multiplicador es elevado, tal y como lo ha reconocido el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que puede permitir políticas de reactivación nacionales y evitar aumentar los déficits (presupuestario* y comercial*). Sin embargo, una política de reactivación europea sería claramente más eficaz, ya que los Estados miembros de la Unión Europea realizan entre ellos el 60% de sus intercambios. Así pues, esto podría ponerse en práctica sin que aumentara demasiado el déficit de la zona con respecto al mundo.

No obstante se oponen tres obstáculos a esta propuesta. El primero está relacionado con los déficits comerciales entre los países de la Unión Europea. Si los consumidores prefieren los productos alemanes, el esfuerzo presupuestario común beneficiará sobre todo a la economía del otro lado del Rhin.

El segundo es ideológico: entre los Gobiernos europeos que se han sucedido desde los años 1970, muy pocos, o ninguno, juzgaron eficaces las políticas keynesianas.

El tercer obstáculo es institucional: en la Unión Europea, el índice medio de endeudamiento de los Estados era de un 86% del PIB en 2015, aunque el Tratado de Maastricht de 1992 establecía su límite en un 60%. Además, el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión Europea (UE), que entró en vigor el 1 de enero de 2013, también establece la prioridad en la lucha contra los déficits, puesto que pretende llevar el déficit presupuestario estructural* al 0,5% del PIB.

En 2015, la UE consideraba que había dado un paso importante en la dirección correcta al financiar, para tres años, un plan de inversión de hasta 21.000 millones de euros que debe atraer hasta 315.000 millones de euros de otras financiaciones. Esto se denomina efecto apalancamiento: el impulso de los poderes públicos haría que algunos proyectos se orientaran hacia el ámbito de la rentabilidad, lo que desencadenaría inversiones privadas

Ivan Boesky

La ola de fusiones y de adquisiciones que arrasaba en Estados Unidos a principios de los años 1980 propulsó a algunos outsiders de las finanzas al rango de figuras estrella: fue el caso de Ivan Boesky, quien fundó en 1975 una sociedad de arbitraje destinada a convertirse en la más importante de Wall Street. Hijo de inmigrantes rusos, lo expulsaron de tres colleges antes de obtener su título en Derecho. Estos inicios poco prometedores no le impidieron forjarse una fulgurante carrera en el ámbito del arbitraje y mostrar todos los atributos de la respetabilidad: ocupa despachos suntuosos en la Quinta Avenida, acude a reuniones en el Harvard Club (del cual, en realidad, no es miembro sino donante). Pero aquel que describía el arbitraje de riesgo como un “proceso artístico que exige mucho discernimiento” limitaba sus propios riesgos distribuyendo maletines de dinero en efectivo a banqueros sospechosos a cambio de información sobre los deals en proceso, antes de que se anunciaran públicamente. Al utilizar información privilegiada de forma flagrante (lo cual no fue juzgado como ilegal), Boesky liquidó sus posiciones antes del anuncio oficial de su condena, acumulando así beneficios sustanciales que le permitieron pagar la multa de 100 millones de dólares ligada a su pena de cárcel.

de sumas más importantes. Pero se trata de una apuesta muy audaz. En la práctica, la ayuda pública subvenciona a menudo inversiones que se habrían otorgado de todas formas. Incluso aunque el plan de la UE fuera un éxito, solo cubriría el 40% del atraso de inversión anual (según el Instituto Bruegel, ascendería a 260.000 millones de euros) que Europa sufría en 2014 con relación a la tendencia media desde 1970. n

→ “Homo Sapiens Desempleado Europa / Homo Sapiens Labore Carens Europaeus / Amenazas”.

Extracto del cómic La Débauche, ilustraciones de Jacques Tardi y guión de Daniel Pennac, Futuropolis, París, 2009

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