6 minute read
Cuando un banco reparte medallas
Los liberales, en su esfuerzo por elevar la Economía al rango de ciencia (y por cubrir sus preferencias de dignidad), disfrutan de un argumento de peso: ¿acaso la consagración de su especialidad mediante un Premio Nobel no asimila a la Economía con disciplinas tan prestigiosas como la Física, la Química o la Medicina? El razonamiento, a priori irrefutable, puede resultar engañoso…
↗ Tío Patilludo en la portada del Journal de Mickey, 1958.
Advertisement
↓ Milton Friedman es recibido por una manifestación de opositores a la dictadura chilena durante la entrega de su “Premio Nobel” en Estocolmo, 1976.
El fundador de la Escuela de Chicago, cuya teoría monetarista influyó en las políticas económicas ultraliberales de Margaret Thatcher y de Ronald Reagan, pero también de Augusto Pinochet, había ido el año anterior a Santiago para dar una serie de conferencias y para reunirse con el dictador militar chileno.
El “Nobel de Economía” fue creado en 1969, es decir, casi setenta años después de los primeros Premios Nobel, y no por el industrial sueco. ¿Su verdadero nombre? “Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel”. En su testamento, Alfred Nobel precisó que los premios que creó serían otorgados a personas que hubieran “realizado un gran servicio a la humanidad”. Ahora bien, los galardonados del Banco de Suecia provienen casi todos de países occidentales y sus trabajos sirven menos a la humanidad en general que a la parte de esta que se beneficia del modelo económico instaurado.
La Economía es una disciplina reciente y más de la mitad de los “Nobel de Economía” aún siguen vivos. El 82% de ellos eran de nacionalidad estadounidense cuando fueron nominados, mientras que los “Nobel de Economía” europeos aún vivos son muy
pocos: un alemán, tres británicos, un francés, un noruego y un finlandés. Cabe precisar que tanto el francés Jean Tirole (galardonado en 2014) como el noruego Finn Kydland (2004) obtuvieron su doctorado en Estados Unidos. Además, Kydland desarrolló allí toda su carrera, mientras que Tirole volvió a Francia para crear en Toulouse una escuela de economía copiada del modelo estadounidense de excelencia académica. El británico Oliver Hart, galardonado en 2016 junto al finlandés Bengt Holmström, tiene la nacionalidad estadounidense y trabaja en Harvard, mientras que Holmström imparte docencia en el MIT (Massachusetts). Los Nobel vivos provenientes del mundo en vías de desarrollo se reducen a un nombre: el heterodoxo* Amartya Sen (1998), un indio que hizo carrera en el Reino Unido y también en Estados Unidos.
Si uno se interesa por el perfil de los candidatos, se constata, desde finales de los años 1970, el refuerzo del peso de Estados Unidos, acompañado de una orientación más liberal, más técnica y, a la vez, más volcada hacia las finanzas. A través del Premio Nobel, los autoproclamados representantes de la “ciencia” económica han defendido la globalización financiera, promovido la idea de la eficiencia de los mercados y abogado por la independencia de los bancos centrales (véase la pág. 134), a la vez que han denunciado el carácter “nocivo” del Estado. Han proyectado sobre el mundo científico, y en el espacio público, una idealización colectiva del mercado centrada en Occidente y también, de forma más precisa, en Estados Unidos. Esta adquirió fuerza en los años 1980 y se impuso, en el mismo periodo, en las organizaciones internacionales (FMI, Banco Mundial).
El “Premio Nobel” permitió a sus nuevos galardonados ocupar el espacio público y creó la ilusión de que existe un consenso entre expertos, reforzando así los efectos de autoridad de la ciencia económica. Se puede apreciar en el caso de Tirole: multiplicó las entrevistas sobre temas sin relación
directa con sus investigaciones, pero que le permitieron promover una visión neoliberal de la economía. Por ejemplo, escribió en un artículo para Libération que “en materia de mercado laboral, un aumento del costo neto del trabajo a nivel del salario mínimo interprofesional [SMIC, por su sigla en francés] tiene como objetivo loable comprimir las desigualdades salariales, pero crea desempleo”: lejos de cualquier evidencia empírica, la única solución para luchar contra el desempleo sería, pues, desregular el mercado laboral, tal y como preconizaron Friedrich Hayek o Milton Friedman, dos figuras del liberalismo.
Júbi lo a pesar de los fracas os Otro objetivo es hacer creer que la economía es una ciencia fiable, si no exacta, incluso cuando se ponen de manifiesto las previsiones poco acertadas de los galardonados. Este fue el caso de Robert Merton y de Myron Scholes (“Nobel” en 1997), quienes participaron entre 1993 y 1998 en la dirección de Long Term Capital Management, uno de los fondos de inversión más importantes de la historia, el cual se declaró en quiebra en 1998 tras la crisis financiera asiática: no se había previsto, a pesar de que su “Premio Nobel”, recibido un año antes, reconocía los méritos... de un modelo que permitía, entre otras cosas, anticipar las crisis financieras. La crisis de
↑ Robert Brown, uno de los tres hijos de Renata Davis, amenazada con ser desalojada junto a ellos, Detroit, 2014. Fotografía de Fred R. Conrad.
Aunque la declaración de bancarrota en 2013 de la antigua capital mundial del automóvil resulta de un largo declive industrial, la crisis de las subprime de 2007 le asestó el golpe de gracia, acelerando su despoblación.
De 1,8 millones de habitantes en 1950, la población descendió a 689.000 en 2013. En efecto, la ciudad más grande de Michigan fue una de las más afectadas por la venta de esos créditos a tipo variable. La incapacidad de miles de prestatarios para hacer frente al aumento de las mensualidades precipitó el vertiginoso crecimiento del número de embargos. Al menos 70.000 desalojos han tenido lugar desde 2009.
las subprime en 2007 apareció también como un fracaso colectivo y masivo de la profesión en el ámbito de las finanzas, pero Eugene Fama, padre de la teoría de los mercados eficientes que favoreció el derrumbe sistémico, ¡fue galardonado con el Nobel en 2013! n
E c o LoC URA
gary becker
En 1992, el economista Gary Becker (1930-2014) recibió el “Premio Nobel” de su disciplina por “haber formulado una teoría general del comportamiento familiar que tiene en cuenta no solo la repartición del trabajo y del tiempo, sino también las decisiones relativas al matrimonio, al divorcio y a los hijos”. Becker consideraba a estos últimos como “bienes de consumo duraderos” y cualquier decisión que les concerniera debía, según él, explicarse en consecuencia. El economista también profundizó en el misterio de la criminalidad: “una persona comete un delito si el beneficio que espera de éste excede el que podría obtener dedicando su tiempo y sus recursos a otras actividades” (Crime and Punishment: An Economic Approach, 1968). Antes de cometer su crimen, el malhechor realiza un cálculo de costos y beneficios. Si el costo es demasiado elevado, renuncia. Los trabajos de Becker fueron utilizados por los conservadores estadounidenses para justificar el endurecimiento de las penas. Así, contribuyeron a llenar las prisiones; no obstante, Becker juzgaba esta situación como económicamente lamentable.