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La oferta y la demanda, los Adán y Eva de la economía
← Portada del libro The Wealth of Nations (La riqueza de las naciones) de Adam Smith, Random House Publishing Group, 2000. Diseño gráfico de Emily Mahon e ilustración de Ray Morimura.
La célebre metáfora de la “mano invisible”, popularizada por el economista clásico escocés, ilustra la idea de la autorregulación del mercado: la búsqueda del interés individual de cada uno confluye de forma natural hacia el interés general de la nación.
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En 2005, el sitio web alemán Jobdumping.de proponía un nuevo tipo de servicio: se animaba a los empleadores a presentar sus ofertas de empleo, y a los candidatos para la selección, la remuneración mínima que aceptarían. Sin sorpresas en un periodo de desempleo, la subasta se hizo a la baja. El sitio web fue prohibido. Sin embargo, su funcionamiento se basaba en una puntillosa aplicación de una “ley” que, según la gran mayoría de los economistas, organiza nuestras sociedades: la de la oferta y la demanda. ¿Acaso no explicó Joseph Stiglitz, reputado keynesiano (véase el gráfico de la pág. 18), que “independientemente del poder del Estado, este no puede oponerse más a la ley de la oferta y la demanda que a la ley de la gravedad”?
La oferta y la demanda, los Adán y
Eva de la economía
“Siempre le ha parecido más fácil al opresor que al oprimido adaptarse a la opresión”, escribía el filósofo francés Paul Nizan en los años 1930. Esta verdad contribuye a explicar los términos seleccionados por el discurso dominante para justificar la organización actual del mundo: “equilibrio”, “libertad” y “encuentro armonioso” entre fuerzas anónimas como la oferta y la demanda...
El ca min o hacia la socie dad idea l La idea no es nueva. Pensadores neoclásicos como Léon Walras intentaron demostrar la superioridad del mercado sobre cualquier otra forma de organización, en particular el Estado intervencionista. La eficacia del mercado radicaría en la famosa “ley de la oferta y la demanda”, la cual le permitiría autorregularse, es decir, conducir sistemáticamente al conjunto de la economía hacia la mejor situación posible: ausencia de desempleo, precios más bajos, etc.
El principio de esta “ley” es simple: cuanto más se eleva el precio de un bien, más quiere venderlo la gente que lo produce; por el contrario, los compradores son menos numerosos o compran en menor cantidad. En otras palabras, la flexibilidad del precio permitiría alcanzar el equilibrio entre la oferta y la demanda. Walras, convencido de haber descubierto el camino científico hacia la sociedad ideal, presentó su candidatura para el Premio Nobel de la Paz.
En este modelo, el encuentro entre la oferta y la demanda no debe sufrir
ningún tipo de perturbación: ni la de los sindicatos, ni la de un Código Laboral ni la de un Estado que se oponga, por ejemplo, al desarrollo de una empresa como Uber, que “se contenta” con establecer una relación entre la demanda de viajes de taxi a bajo precio y la oferta correspondiente (particulares que disponen de vehículo y de tiempo libre)…
Y la Unión Europea constitucionalizó el principio de “competencia libre y no falseada”…
Sin embargo, la existencia de esta ley y su posible eficacia resultan ilusorias en gran medida. Ya que pedir a un economista ortodoxo dar un ejemplo de una situación en la que se ejercería la ley de la oferta y la demanda en su forma pura sería someterlo a una situación embarazosa. En efecto, cualquier mercado –incluido también bajo la forma básica del sistema de subastas creado por el sitio web Jobdumping.de– se basa en la existencia de instituciones, comenzando por la del propio Estado.
A pesar de los postulados liberales, ni siquiera las relaciones mercantiles podrían reducirse a su carácter... mercantil. Cualquier interacción humana implica cierto número de convenciones sociales o culturales, fenómenos que el universo del mercado no puede medir porque son gratuitos.
La cuestión de las remuneraciones, por ejemplo, proviene de una construcción social y, a la vez, histórica: el monto del salario mínimo y los derechos sociales asociados se derivan de un compromiso histórico entre asalariados y empleadores; éste, a su vez, es el resultado de la sedimentación de una multitud de conflictos sociales. Y, además, habría que comprender los matices de esta “ley” de la oferta y la demanda: ¿no sucede frecuentemente que el precio y la demanda aumentan de forma conjunta? Se trata, precisamente, del fenómeno que influye en el crecimiento de las burbujas financieras.
En definitiva, el ejercicio que tiene como objetivo encontrar una unidad científica en el ámbito de la economía resulta inútil. Gran parte de las interacciones económicas se entremezclan con juicios de valor, morales o éticos que ninguna ecuación consigue capturar.
Sin embargo, la Unión Europea inscribió en su Tratado Constitucional el principio de la “competencia pura y perfecta” (habla de “competencia libre y no falseada”), la cual justificaría el recorte de los servicios públicos, cuya eficacia sería abandonada a las virtudes de una hipotética “ley” de la oferta y la demanda… n
↑ Fotogramas de “Misión cumplida”, episodio 12 de la temporada 3 de la serie The Wire (Bajo Escucha).
El mercado de la droga es un mercado como otro cualquiera. Stringer Bell, uno de los personajes de este retrato sociológico de la ciudad de Baltimore, lo sabe. El número dos de la banda Barksdale incluso acude a clases de economía para organizar su “cooperativa”. Este precavido businessman, consciente de la “elasticidad de la demanda” en un contexto de “saturación” del mercado, pone en marcha una estrategia de “diferenciación del producto”.
Al registrar su lujoso departamento, la policía, estupefacta, descubre un ejemplar de La riqueza de las naciones de Adam Smith.
↓ Portada del libro Atlas Shrugged (La rebelión de Atlas) de Ayn Rand, publicado en 1957 en Estados Unidos por Random House. La novelista más leída de Estados Unidos se convirtió en un auténtico icono de la derecha estadounidense. Para esta fanática de la libertad, el egoísmo es la virtud suprema; el altruismo, una “noción monstruosa”.
← Los taxistas bloquean la avenida The Mall en Londres el 11 de junio de 2014.
Los black cabs se han manifestado en varias ocasiones en las calles de la capital británica para protestar contra la competencia desleal de la aplicación estadounidense Uber, que permite solicitar un VTC (Vehículo de Turismo con Conductor) con un smartphone. Para los liberales, Uber encarnaría el famoso “subastador” que une la oferta y la demanda que imaginó Léon Walras, padre de la teoría del equilibrio general, y contribuiría así a construir una sociedad de la competencia casi pura y perfecta.