I ||¿una ciencia como las demás ?
Cuando un banco reparte medallas Los liberales, en su esfuerzo por elevar la Economía al rango de ciencia (y por cubrir sus preferencias de dignidad), disfrutan de un argumento de peso: ¿acaso la consagración de su especialidad mediante un Premio Nobel no asimila a la Economía con disciplinas tan prestigiosas como la Física, la Química o la Medicina? El razonamiento, a priori irrefutable, puede resultar engañoso…
E
↗ Tío Patilludo en la portada del Journal de Mickey, 1958. ↓ Milton Friedman es recibido por una manifestación de opositores a la dictadura chilena durante la entrega de su “Premio Nobel” en Estocolmo, 1976. El fundador de la Escuela de Chicago, cuya teoría monetarista influyó en las políticas económicas ultraliberales de Margaret Thatcher y de Ronald Reagan, pero también de Augusto Pinochet, había ido el año anterior a Santiago para dar una serie de conferencias y para reunirse con el dictador militar chileno.
l “Nobel de Economía” fue creado en 1969, es decir, casi setenta años después de los primeros Premios Nobel, y no por el industrial sueco. ¿Su verdadero nombre? “Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel”. En su testamento, Alfred Nobel precisó que los premios que creó serían otorgados a personas que hubieran “realizado un gran servicio a la humanidad”. Ahora bien, los galardonados del Banco de Suecia provienen casi todos de países occidentales y sus trabajos sirven menos a la humanidad en general que a la parte de esta que se beneficia del modelo económico instaurado. La Economía es una disciplina reciente y más de la mitad de los “Nobel de Economía” aún siguen vivos. El 82% de ellos eran de nacionalidad estadounidense cuando fueron nominados, mientras que los “Nobel de Economía” europeos aún vivos son muy
pocos: un alemán, tres británicos, un francés, un noruego y un finlandés. Cabe precisar que tanto el francés Jean Tirole (galardonado en 2014) como el noruego Finn Kydland (2004) obtuvieron su doctorado en Estados Unidos. Además, Kydland desarrolló allí toda su carrera, mientras que Tirole volvió a Francia para crear en Toulouse una escuela de economía copiada del modelo estadounidense de excelencia académica. El británico Oliver Hart, galardonado en 2016 junto al finlandés Bengt Holmström, tiene la nacionalidad estadounidense y trabaja en Harvard, mientras que Holmström imparte docencia en el MIT (Massachusetts). Los Nobel vivos provenientes del mundo en vías de desarrollo se reducen a un nombre: el heterodoxo* Amartya Sen (1998), un indio que hizo carrera en el Reino Unido y también en Estados Unidos. Si uno se interesa por el perfil de los candidatos, se constata, desde finales de los años 1970, el refuerzo del peso de Estados Unidos, acompañado de una orientación más liberal, más técnica y, a la vez, más volcada hacia las finanzas. A través del Premio Nobel, los autoproclamados representantes de la “ciencia” económica han defendido la globalización financiera, promovido la idea de la eficiencia de los mercados y abogado por la independencia de los bancos centrales (véase la pág. 134), a la vez que han denunciado el carácter “nocivo” del Estado. Han proyectado sobre el mundo científico, y en el espacio público, una idealización colectiva del mercado centrada en Occidente y también, de forma más precisa, en Estados Unidos. Esta adquirió fuerza en los años 1980 y se impuso, en el mismo periodo, en las organizaciones internacionales (FMI, Banco Mundial). El “Premio Nobel” permitió a sus nuevos galardonados ocupar el espacio público y creó la ilusión de que existe un consenso entre expertos, reforzando así los efectos de autoridad de la ciencia económica. Se puede apreciar en el caso de Tirole: multiplicó las entrevistas sobre temas sin relación
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