ASTROBIOLOGÍA
EN BUSCA DE LA VIDA EXTRATERRESTRE
ANDREW MAY
Título original Astrobiology. The Search for Alien Life
Edición Jason Hook, Blanche Craig
Diseño Paul Palmer-Edwards
Ilustración Robert Brandt
Traducción y revisión de la edición en lengua española
Dulcinea Otero-Piñeiro
Coordinación de la edición en lengua española
Cristina Rodríguez Fischer
Primera edición en lengua española 2023
© 2023 Naturart, S.A. Editado por BLUME
Carrer de les Alberes, 52, 2.º, Vallvidrera 08017 Barcelona
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I.S.B.N.: 978-84-19785-61-9
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EN BUSCA DE LA VIDA EXTRATERRESTRE
ANDREW MAY
CONTENIDO
Introducción . . . 6
1. VIDA FUERA DE LA TIERRA . . . 8
• ¿Hay vida en la Tierra? . . . 10
• ¿Hay alguien ahí fuera? . . . 17
• ¿Por dónde seguir? . . . 22
2. PENSEMOS EN EXTRATERRESTRES . . . 26
• La Luna . . . 28
• La pluralidad de mundos . . . 32
• La diversidad de la vida . . . 40
• Vida sí, pero no como la conocemos . . . 48
3. COMUNICACIÓN
EXTRATERRESTRE . . . 56
• Inicios . . . 58
• Sintonizar con extraterrestres . . . 62
• Sesenta años de SETI . . . 70
• Mensajes significativos . . . 78
4. INGENIERÍA INTERESTELAR . . . 92
• Señales de civilizaciones . . . 94
• Pensar a lo grande . . . 96
• Ancient aliens (pero en serio) . . . 106
• Entonces, ¿dónde están? . . . 115
5.
COMIENZOS PEQUEÑOS . . . 122
• En el principio . . . 124
• Vecinos planetarios . . . 137
• Mundos helados . . . 149
6. EXOPLANETAS . . . 160
• Otros sistemas solares . . . 162
• Otros soles . . . 166
• Detección de planetas . . . 170
• Señales de vida . . . 183
• ¿Otras tierras? . . . 192
7. PRIMER CONTACTO . . . 200
• Indicadores alienígenas . . . 202
• Futuros potenciales . . . 207
Lecturas adicionales . . . 216 Índice alfabético . . . 218
Créditos de las fotografías . . . 222
Sobre el autor . . . 223
Futuros posbiológicos Algunos astrónomos creen que si los humanos nos convirtiéramos en cíborgs, seríamos capaces de viajar más lejos en el espacio y, por tanto, tendríamos más probabilidad de encontrar vida extraterrestre.
Futuros potenciales Como ya se comentó en el capítulo anterior, la Galaxia cuenta con numerosos sistemas planetarios mucho más antiguos que el nuestro en los que tal vez la vida lleve evolucionando varios millones de años más que en la Tierra. Solo podemos especular sobre qué implicaría eso, pero una manera de hacerlo es contemplar los futuros potenciales de la humanidad.
Es un tema muy extenso sobre el que todos tenemos alguna opinión. A grandes rasgos, cabría dividir las diferentes opciones en tres categorías. La primera sería la visión pesimista: que tarde o temprano la especie humana será aniquilada por una catástrofe a escala global, ya sea natural o provocada por ella misma, y que la vida del planeta prácticamente volverá a empezar desde cero.
La segunda opción es la optimista: una situación utópica donde la gente lleve una existencia pacífica y espiritual aquí en la Tierra tras dar la espalda a la tecnología y el materialismo. Aunque sería idílico para las personas implicadas, implicaría muy malas noticias para la astrobiología si la vida alienígena siguiera esa misma trayectoria. Si se encontraran en un planeta lejano, no podríamos detectarlos mejor que a microbios.
La tercera posibilidad es que sigamos adelante con el progreso tecnológico y veamos adónde nos lleva. Esto significaría, casi con toda seguridad, la transformación de nuestra especie en otra cosa, ya sea mediante ingeniería genética, o haciendo copias digitales de los humanos en máquinas, o convirtiéndonos en cíborgs, que en esencia sería una combinación de las dos anteriores. Algunas personas, como el astrónomo real británico lord Rees, consideran inevitable un futuro posbiológico de este tipo. Una razón es que a una máquina le resultará mucho más fácil viajar largas distancias cósmicas que a un ser humano de carne y hueso. Rees dice al respecto:
Los humanos no somos la cúspide de la evolución; si efectuamos la transición hacia entidades potencialmente inmortales, tal vez sigamos desempeñando un papel de especial relevancia cósmica… Cuando seres poshumanos viajen al espacio y superen las limitaciones de las entidades biológicas, nuestro legado será la influencia que ejerzan en la inmensidad del cosmos.
En lo que respecta al futuro de la humanidad en particular, no se sabe si esto sería bueno o malo. Pero este no es un libro sobre filosofía, sino sobre astrobiología. Dentro de este contexto, confiamos en que al menos algunos extraterrestres elijan seguir este camino porque, como veremos en capítulos posteriores, incrementa enormemente las posibilidades de detectarlos.
PENSEMOS EN EXTRATERRESTRES 47
Europa es un hábitat tan prometedor para la vida que se están proyectando varias misiones espaciales para visitarlo. Una de ellas es Europa Clipper, de la NASA. Si todo va bien, y esto es algo muy incierto siempre con los programas espaciales más ambiciosos de la NASA, se lanzará en 2024. Tras un viaje que puede llegar a durar seis años, la misión estudiará Europa con una serie de instrumentos científicos en sobrevuelos reiterados. Tal como explicó el científico de la NASA Robert Pappalardo en 2017:
Verdaderamente apuntamos a esclarecer la posible habitabilidad de Europa, es decir, si cuenta con los ingredientes necesarios para la vida: el agua y energía química para la vida. Lo hacemos procurando conocer el océano y la cubierta de hielo, la composición y la geología.
En 2023, la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó una nave espacial bautizada con el confuso nombre de JUICE (que significa «zumo» y es acrónimo de Jupiter icy moons explorer o «explorador de los satélites helados de Júpiter»). Esta nave también observará Europa de cerca, pero su destino final será el siguiente satélite joviano, Ganimedes, del que se sospecha que alberga un gran océano en el subsuelo.
Lo más ambicioso es que la NASA se está planteando el envío a Europa de un módulo de aterrizaje que descendería hasta la superficie para realizar experimentos. Aun así, la ejecución de este proyecto es más incierta aún que la de JUICE o Europa Clipper, y no solo por los motivos económicos habituales. También interviene aquí la cuestión de la ética interplanetaria. Si hay vida en Europa, ¿qué derecho tenemos a «invadir» su territorio? Y tampoco se trataría tan solo de una invasión robótica. Por mucho que se esterilice una nave espacial antes de lanzarla, sigue llevando millones de microbios terrestres felizmente aferrados a ella.
No tenemos idea de lo que ocurriría si esos microbios se abrieran camino en el océano de Europa. Si en él ya existiera un ecosistema próspero, podría verse alterado o destruido por los invasores terrestres, del mismo modo que las especies invasoras causan estragos en los ecosistemas de la Tierra. Por otra parte, si en Europa no hubiera formas de vida previa, las bacterias terrícolas podrían establecerse y proliferar allí, lo que confundiría a las generaciones científicas del futuro. La NASA se toma muy en serio estas posibilidades y ya está adoptando medidas para evitarlas. Cuando el módulo orbitador Galileo concluyó su misión alrededor de Júpiter en 2003, se procedió a su destrucción deliberada (estrellándolo contra ese planeta) para tener la seguridad de que no acabaría contaminando Europa.
Quince años después de la eliminación de Galileo, un grupo de científicos volvió a analizar algunos de los datos de este orbitador y descubrió algo sorprendente. La nave atravesó un penacho de agua procedente de Europa, algo así como una versión descomunal de un géiser terrestre. Supuestamente emergió del océano de agua líquida que hay en las profundidades del satélite. Si así fuera, supondría una gran noticia, ya que permitiría estudiar la composición interna de Europa desde el espacio sin necesidad de aterrizar y taladrar hasta llegar al océano que reside bajo la superficie.
154 A STROBIOLOGÍA
Europa Clipper
El satélite joviano Ío Las fuerzas de marea se manifiestan de un modo espectacular en Ío, el satélite grande más interno de Júpiter. Es el objeto con más actividad volcánica de todo el Sistema Solar, más incluso que la Tierra. En las proximidades de sus volcanes, la temperatura llega a alcanzar los 1600 °C. Las coladas de lava líquida remodelan sin cesar la superficie, y el calor (tan poco habitual en esta región del Sistema Solar) ha evaporado toda el agua que pudiera haber en Ío.
COMIENZOS PEQUEÑOS 155
Prototipo de antena para la misión Europa Clipper de la NASA.
OTROS SISTEMAS SOLARES
Como vimos en el capítulo 2, la idea de que hay planetas que giran alrededor de otras estrellas se remonta varios siglos atrás. Los primeros argumentos que se esgrimieron fueron estrictamente filosóficos, basados en el principio copernicano de que nuestro pequeño rincón del universo no tiene nada de especial. A finales del siglo xvii, cuando Bernard de Fontenelle escribió su libro sobre la pluralidad de los mundos (véase página 34), esta concepción ya estaba tan extendida que la aristócrata con la que conversa su protagonista hasta se le adelanta:
«¿Me equivoco», clamó la marquesa, «o veo adónde pretende llegar? ¿No me irá a decir que todas las estrellas fijas son soles…? Si nuestro sol alumbra planetas, ¿por qué no habría de alumbrar también planetas cada estrella fija?».
A medida que pasaba el tiempo, estos argumentos filosóficos se iban reforzando con otras líneas de razonamiento basadas en ciencia sólida. En el siglo xviii se acometió el primer intento serio para explicar el origen del Sistema Solar, con la interpretación de que el Sol se condensó a partir de una nube primordial de gas y polvo denominada nebulosa. Los restos sobrantes de aquella nebulosa, que al principio permanecieron en órbita alrededor del Sol en forma de disco protoplanetario, acabaron uniéndose entre sí y dando lugar a los planetas. Esta concepción sigue considerándose bastante ajustada a la realidad no ya de la formación de nuestro propio Sol, sino de las estrellas en general. Y la idea de que siempre quedarán restos sobrantes para formar un sistema planetario no es tan simplista como parece. Responde a una cuestión de física básica.
Planetas ilustrados Representación de los planetas extraída de la obra de Fontenelle titulada Entretiens sur la pluralité des mondes, de 1686.
Nebulosa de la Quilla, 2010 Fotografía del telescopio espacial Hubble de una de las mayores regiones de formación estelar que hay en la Galaxia, la nebulosa de la Quilla (Carina). Desde la pared de la nebulosa emergen grandes columnas de hidrógeno frío entrelazado con polvo.
Nebulosa de la Quilla, 2022 El telescopio espacial James Webb de la NASA revela la aparición de nuevos criaderos estelares y estrellas individuales en la nebulosa que antes estaban ocultos.
162 A STROBIOLOGÍA
La posibilidad de que exista vida extraterrestre es una de las conjeturas más trascendentales de la humanidad. Hoy en día se indaga en este campo no solo desde la literatura de ciencia ficción, sino también desde la investigación en el ámbito de la ciencia.
Astrobiología ofrece una guía sobre esta apasionante materia científica. Muestra que los signos que revelan que hay vida en la Tierra pueden ser la clave para detectarla también fuera de nuestro planeta. En el libro se analizan los numerosos planetas que han descubierto las misiones Kepler y TESS de la NASA fuera del Sistema Solar. Se exponen, también, detalles cruciales sobre la búsqueda de vida extraterrestre, como la paradoja de Fermi, la ecuación de Drake y la señal «Wow!».
Puesto que en Marte ya hay todoterrenos de la NASA y otras sondas escudriñan lugares más lejanos del cosmos, esta edición ilustrada combina infografías con imágenes del espacio profundo para ofrecer una visión bien informada sobre las búsquedas científicas más significativas.
ISBN 978-84-19785-61-9
9 7 8 8 4 1 9 7 8 5 6 1 9
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