«Pronto en la vida tuve que elegir entre la arrogancia honesta y la humildad hipócrita. Me decanté por la primera y no he observado razón para cambiar».
así es…
Frank Lloyd Wright IAN VOLNER
Ilustraciones de MICHAEL KIRKHAM
Título original: This is Frank Lloyd Wright Edición Catherine Ingram Traducción Antøn Antøn Revisión de la edición en lengua española Llorenç Esteve de Udaeta Historiador de Arte
Coordinación de la edición en lengua española Cristina Rodríguez Fischer Primera edición en lengua española 2016 © 2016 Art Blume, S. L. Carrer de les Alberes, 52, 2.º (Vallvidrera) 08017 Barcelona Tel. 93 205 40 00 Fax 93 205 14 41 e-mail: info@blume.net © 2016 del texto Ian Volner © 2016 de las ilustraciones Michael Kirkham © 2016 Laurence King Publishing, Londres © 2016 de todas las obras de Frank Lloyd Wright, incluyendo aquellas representadas en las ilustraciones, ARS, NY, y DACS, Londres I.S.B.N.: 978-84-9801-931-5 Impreso en China Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sea por medios mecánicos o electrónicos, sin la debida autorización por escrito del editor. WWW.BLUME.NET Este libro se ha impreso sobre papel manufacturado con materia prima procedente de bosques de gestión responsable. En la producción de nuestros libros procuramos, con el máximo empeño, cumplir con los requisitos medioambientales que promueven la conservación y el uso responsable de los bosques, en especial de los bosques primarios. Asimismo, en nuestra preocupación por el planeta, intentamos emplear al máximo materiales reciclados y solicitamos a nuestros proveedores que usen materiales de manufactura cuya fabricación esté libre de cloro elemental (ECF) o de metales pesados, entre otros.
así es…
Frank Lloyd Wright IAN VOLNER
Ilustraciones de MICHAEL KIRKHAM
El maestro «Un hombrecillo ataviado inmaculadamente de marrón. Su rasgo más característico, sus ojos, de color castaño y un tamaño increíblemente grande. Supo todo de mí con un solo vistazo. Todo lo que sentía, incluso mis pensamientos más secretos». Tal fue la primera impresión que le suscitó el hombre al que más adelante llamaría, incluso durante la vejez, Lieber Meister («querido maestro»). Louis Sullivan es el arquitecto que acuñó la frase «la forma sigue a la función»; además, fue el primer arquitecto que supo ver el potencial de los rascacielos como tipo de edificio esencial de una nueva arquitectura y una nueva forma de vida en Estados Unidos. En su ensayo «The Tall Office Building Artistically Considered» («El edificio de oficinas en altura artísticamente considerado»), estableció una fórmula clara y racional para el diseño de edificios elevados mediante la división de los rascacielos en tres partes con objeto de reflejar los diferentes usos funcionales del piso inferior, del intermedio y del superior. Reconoció el talento de Wright al instante, tras lo cual se llevó rápidamente al delineante de Silsbee para que trabajase en su firma, Adler & Sullivan. Sullivan era una figura intimidante en el estudio, y cuando Wright se puso a sus órdenes como delineante, sintió temor ante el genio y la autoridad del gran hombre. Con el paso del tiempo, fue Sullivan el que acabó por respetar a Wright; e, incluso pasados los años, después de que las suertes de ambos hubieran cambiado drásticamente y se hubieran creado no pocas rencillas entre ellos, fue Wright al que quiso tener Sullivan junto a su lecho al sucumbir a sus años de alcoholismo. «No me dejes, Frank», le suplicó; y, en cierto modo, Wright nunca lo hizo, sino que siguió siendo un devoto seguidor de su Lieber Meister.
Sullivan’s Guaranty Building Buffalo, Nueva York, 1895–1896
Las primeras casas Los primeros trabajos de Wright para Sullivan estuvieron relacionados sobre todo con la elaboración de los conceptos de diseño del segundo. Aunque el estudio de Sullivan se dedicaba sobre todo a trabajos comerciales a gran escala, cuando aparecía un cliente privilegiado para solicitar una casa, la firma le complacía, y Wright no tardó en ponerse en marcha para dirigir su práctica residencial. La James A. Charnley House, en Chicago, fue uno de los primeros encargos en los que trabajó Wright. Modesta y sobre todo de fachada lisa, tenía una profusa ornamentación interior al estilo de Sullivan; sigue abierta en la actualidad como museo. El pujante y joven delineante también le echó una mano a Sullivan en la realización de la propia casa de vacaciones de este en Ocean Springs, Mississippi. Wright dijo algunas veces que los diseños de esta casa y de otras de las primeras en las que participó eran más suyos que de Sullivan; por desgracia, los aspirantes a conocedores ya no podrán juzgar el bungaló por sí mismos, ya que lo destruyó el huracán Katrina en 2005. 12
James A. Charnley House Louis Sullivan y Frank Lloyd Wright, 1892 Chicago, Illinois
La parada Además de en su vida privada, también en lo laboral, Wright comenzó a sentir a finales de la década que todo había dejado de tener sentido. «Estaba cansado, mi obra perdía fuerza, e incluso me dejó de interesar», recordaba en tiempos posteriores; las casas unifamiliares que le habían servido de sustento durante muchos años ya no le llamaban la atención; había llevado al máximo el estilo de la escuela de la Pradera. Más frustrante aún era que no llegaban los grandes proyectos comerciales e institucionales que Wright anhelaba, e incluso se le escapó un importante encargo residencial para el hogar de la acaudalada familia Rockefeller McCormick. Wright se vio en un callejón sin salida. A la búsqueda de algo nuevo En su búsqueda de un camino a seguir, Wright empezó a mirar más allá. Ya en 1893 había quedado muy impresionado por el templo japonés que vio en la Exposición Universal. Poco después, el arquitecto comenzó a recopilar xilografías niponas y, en 1905, él y Kitty viajaron juntos por primera vez a Japón. Junto con los Willits, uno de los clientes para los que Wright había diseñado una de las casas más emblemáticas de la escuela de la Pradera, los Wright exploraron el paisaje, la arquitectura y la cultura del país (Wright acogió las costumbres locales con un gusto particular: incluso dio en usar la túnica tradicional durante su estancia, aunque la esposa de su cliente abandonó el viaje poco después de que Wright se llevase a Ward Willits a una casa tradicional de baños japonesa regentada solo por mujeres). A lo largo del camino, Wright fue engrosando su colección de arte y artesanía de Japón, sobre todo a base de grabados, biombos y piezas de porcelana. Wright nunca se avergonzó de reconocer la influencia del arte y el diseño nipones en su propia obra, aunque esta nunca fue una mera recapitulación del estilo japonés como tal. Como le escribió a un amigo en 1910, lo «digirió», transformando la diafanidad y sencillez de la cultura arquitectónica japonesa en un estilo que se ajustase al paisaje estadounidense. Con todo, hay ciertos aspectos en los que Wright se contentó con hacer las veces de imitador. Su firma es claro ejemplo de ello: en torno a 1904, cambió de repente la cruz celta con la que llevaba mucho tiempo firmando sus cartas y textos de trabajo por un cartucho en el que sus iniciales estaban dentro de un marco color ocre claro. El símbolo estaba destinado claramente a evocar los ideogramas caligráficos del Este asiático.
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Durante su azarosa vida, marcada por cambios radicales y reveses de la fortuna, Frank Lloyd Wright buscó con perseverancia una imagen concreta de sí mismo y del mundo en el que quería vivir. Como pedagogo, dejó su impronta en muchos estudiantes; su culto a la personalidad se extendió a sus numerosos clientes, y sus aportaciones al diseño son motivo de controversia. Sus más de cuatrocientos edificios se veneran en la actualidad y su nombre sigue siendo muy conocido entre millones de personas. ¿Quién es este hombre, tan conocido y, al mismo tiempo, tan difícil de conocer?
ISBN 978-84-9801-931-5
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